Tema 6 Conducta de Ayuda
Tema 6 Conducta de Ayuda
Tema 6 Conducta de Ayuda
INTRODUCCION
Elementos clave:
Contexto inicial: una niña china fue atropellada , los transeúntes no ofrecieron ayuda, lo
que genera preguntas sobre por qué no se presta ayuda en situaciones de emergencia.
Objetivo del capítulo: analizar tanto la conducta de no ayuda como la conducta de ayuda,
buscando comprender los mecanismos subyacentes detrás de estos comportamientos
sociales.
Enfoque histórico: Se señala que este análisis de la conducta prosocial y antisocial refleja una
tendencia histórica en la Psicología Social que busca abordar problemas sociales como el
racismo, la agresión y la discriminación.
Relación con la Psicología Positiva: Se establece una conexión entre la explicación de conductas
prosociales y la Psicología Positiva, que se centra en los aspectos positivos del comportamiento
social.
Falencias del comportamiento prosocial: Se menciona que, a pesar de los aspectos nobles de la
conducta prosocial, existen falencias, como culpar a las víctimas o actuar con motivaciones
egoístas.
Estructura del capítulo: se enfocará en definir el comportamiento prosocial, explorar por qué
algunas personas ayudan y otras no, analizar los motivos detrás del comportamiento
prosocial, y considerar la perspectiva de la persona que necesita ayuda.
Resumen: La introducción del libro se centra en un incidente impactante que plantea preguntas
sobre la conducta de ayuda y la conducta de no ayuda en la sociedad. El capítulo tiene como
objetivo analizar los mecanismos subyacentes detrás de estos comportamientos sociales,
incluyendo actos heroicos y falencias en la conducta prosocial. Se establece una conexión con la
Psicología Positiva y se adelanta la estructura del capítulo que abordará la definición del
comportamiento prosocial, los factores que influyen en la conducta de ayuda y los motivos
detrás de esta conducta.
La conducta de ayuda puede variar en cuanto a la cantidad de recursos y tiempo que requiere.
Puede ser una acción sencilla, como decir la hora a un desconocido, o una acción más
significativa, como rescatar a un niño de la trayectoria de un vehículo en movimiento. Además,
puede ser directa (por ejemplo, ayudar a un amigo con una mudanza) o indirecta (por ejemplo,
donar a una organización benéfica). También puede implicar o no la anticipación de
recompensas externas.
Altruismo: El altruismo es otra subcategoría del comportamiento prosocial que va más allá de
la simple conducta de ayuda. Se caracteriza por la motivación interna del actor, que se basa en
la preocupación desinteresada por el bienestar de los demás. En otras palabras, el altruismo se
define por la intención de aumentar el bienestar de otras personas sin importar las recompensas
personales o los costos involucrados. Ejemplos de comportamiento altruista incluyen donar
sangre, voluntariado en situaciones de crisis o ayudar a extraños sin esperar nada a cambio.
Es importante destacar que identificar las motivaciones internas del actor puede ser un desafío
en algunos casos. Por ejemplo, si alguien corre hacia un edificio en llamas para salvar a personas
atrapadas, no siempre es posible determinar si lo hace por una genuina preocupación por los
demás o por motivos personales, como reducir el propio malestar o aliviar sentimientos de
culpa. Sin embargo, lo esencial es que el altruismo se enfoca en el bienestar de los demás sin
considerar los beneficios personales.
Coraje Moral o Civil: El coraje moral o civil implica la defensa pública de valores y normas
morales, a menudo enfrentando consecuencias negativas. Se necesita coraje moral para
enfrentarse a situaciones en las que se deben denunciar prácticas discriminatorias, intervenir en
defensa de un bien mayor o exponer prácticas ilegales dentro de organizaciones. Esto a menudo
se asocia con riesgos físicos y costos sociales, como la impopularidad, el ostracismo, la
desaprobación o incluso el encarcelamiento.
El texto sugiere que no existe una respuesta simple a por qué algunas personas ayudan y otras
no. En cambio, la decisión de ayudar a menudo se basa en una combinación de
factores situacionales y disposicionales. La situación en la que se encuentra una persona y
su propia personalidad y rasgos desempeñan un papel clave en la determinación de la
conducta de ayuda en una situación dada. La investigación continúa explorando esta
interacción para comprender mejor por qué las personas toman decisiones prosociales
Características de la Situación: Las situaciones en las que ocurren eventos que requieren ayuda
son un factor crítico en la determinación de si una persona ayudará o no. Algunos aspectos clave
de las situaciones que pueden influir en la conducta de ayuda incluyen:
Características de la Víctima: Las características de la persona que necesita ayuda también son
un factor importante en la determinación de si alguien brindará asistencia. Algunos aspectos
relevantes de las características de la víctima incluyen:
Apariencia Física: La apariencia física de la víctima, como su género, edad, raza y
atractivo, puede influir en la probabilidad de recibir ayuda. Las investigaciones han
demostrado que las personas son más propensas a ayudar a víctimas que consideran
"más necesitadas" o a personas con las que se identifican.
Grado de Responsabilidad de la Víctima: Si se percibe que la víctima es parcialmente
responsable de su propia situación de necesidad de ayuda (por ejemplo, debido a sus
acciones o decisiones previas), es posible que las personas sean menos propensas a
ayudar.
Emotividad de la Víctima: Si la víctima muestra emociones fuertes, como miedo,
angustia o desesperación, es más probable que las personas brinden ayuda.
1. Darse cuenta de que el suceso es anómalo (Paso 1): Para que alguien ayude, primero
debe notar que algo inusual o anormal está sucediendo. Si la persona no percibe la
emergencia, es menos probable que ayude.
2. Interpretar el suceso como una emergencia (Paso 2): Una vez que se reconoce la
anormalidad, es necesario interpretarla como una situación de emergencia que requiere
ayuda. Si la persona no percibe la situación como una emergencia, es menos probable
que actúe.
3. Asumir la responsabilidad de ayudar (Paso 3): La persona debe sentir que tiene la
responsabilidad de intervenir. La presencia de otros espectadores puede llevar a una
difusión de la responsabilidad, lo que reduce la probabilidad de que alguien asuma la
responsabilidad.
4. Saber cómo ayudar (Paso 4): La persona debe tener conocimiento sobre cómo brindar
ayuda efectivamente en esa situación. La falta de habilidades o conocimientos
adecuados puede ser un obstáculo para brindar ayuda.
5. Decidir si prestar ayuda o no (Paso 5): Finalmente, la persona debe tomar la decisión
de brindar ayuda. Si alguna de las etapas anteriores no se completa o si la persona
decide no ayudar, la asistencia no se proporcionará.
El texto también señala que la probabilidad de brindar ayuda puede disminuir debido a
condiciones situacionales, como el número de espectadores presentes o la ambigüedad de la
situación. La presencia de otras personas a menudo lleva a la difusión de la responsabilidad, lo
que significa que cada individuo puede sentir menos responsabilidad personal para ayudar, ya
que asume que otros lo harán. Esto puede resultar en que nadie brinde ayuda en una
emergencia, como se observó en el caso de Kitty Genovese.
En resumen, para que una persona brinde ayuda, primero debe notar que un suceso es
anómalo o inusual. Sin embargo, el simple hecho de notar una situación anómala no
garantiza que se brinde ayuda. La siguiente fase del modelo de intervención en emergencias
se ocupa de cómo se interpreta la situación como una emergencia y asume la
responsabilidad de ayudar.
En cuanto a los factores que pueden atenuar el efecto espectador, aquí se destacan varias
condiciones y características de las situaciones que pueden reducir o eliminar este efecto:
En resumen, varios factores pueden atenuar el efecto espectador, lo que significa que las
personas son más propensas a asumir la responsabilidad de ayudar en situaciones en las que los
costes de no hacerlo son altos, el daño es relevante para el observador, se solicita ayuda de
manera directa o la reputación está en juego. Además, las variables sociodemográficas como el
estatus socioeconómico y el género también pueden influir en la disposición de una persona
para ayudar. Estos hallazgos resaltan la importancia de considerar una variedad de factores al
estudiar la conducta de ayuda en situaciones de emergencia.
En esta etapa, lo crucial no es solo la competencia objetiva (saber cómo realizar una acción de
ayuda), sino también la percepción subjetiva de competencia. A continuación, se exploran más
a fondo estos aspectos:
En esta etapa, el observador considera diversos factores antes de tomar una decisión sobre si
prestará ayuda. Uno de los factores clave es el análisis de costos y beneficios, que implica
sopesar las posibles consecuencias de prestar ayuda en comparación con no hacerlo. A
continuación, se exploran más a fondo estos aspectos:
1. Cuando los costos de ayudar son bajos y los costos de no ayudar son altos, la ayuda
directa es más probable. Esto ocurre cuando ayudar puede marcar una gran diferencia
para la víctima y no hacerlo podría tener consecuencias graves.
2. Cuando tanto los costos de ayudar como los de no ayudar son altos, las personas pueden
optar por ayudar de manera indirecta (como llamar a la policía) o reinterpretar la
situación para reducir los costos percibidos de no ayudar (como culpabilizar a la víctima).
3. Cuando los costos de ayudar y los de no ayudar son bajos, la decisión de ayudar o no
dependerá de otros factores, como las normas sociales o las características personales
del observador.
1. Atractivo físico: Los estudios han demostrado que las personas son más propensas a
ayudar a una víctima atractiva en comparación con una víctima menos atractiva. Esta
preferencia por el atractivo físico se ha observado en situaciones tanto en línea como
fuera de línea.
2. Similitud percibida: La similitud entre el donante de ayuda y la víctima también puede
aumentar la disposición para ayudar. La gente tiende a sentir más empatía y conexión
con aquellos que se perciben como similares en términos de valores, intereses y
creencias.
3. Culpabilización de la víctima: Si las personas perciben que la víctima ha contribuido de
alguna manera a su propia situación o que su comportamiento fue provocativo o
inapropiado, pueden ser menos propensas a ayudar. Este fenómeno está relacionado
con las atribuciones que hacen las personas sobre la causa del sufrimiento de la víctima.
4. Pertenencia a grupos estigmatizados: Las personas pertenecientes a grupos
estigmatizados, como minorías étnicas o personas con orientaciones sexuales no
normativas, pueden recibir menos ayuda debido a prejuicios o estereotipos. La
discriminación y el racismo pueden influir en la disposición de las personas a ayudar a
las víctimas de diferentes grupos.
Es importante destacar que la relación entre estos factores y el comportamiento de ayuda puede
ser compleja y variar según la situación y las circunstancias individuales. Por ejemplo, la similitud
entre el donante de ayuda y la víctima puede aumentar la disposición a ayudar, pero también
puede dar lugar a la culpabilización de la víctima en algunos casos. Además, algunos estudios
sugieren que las personas pueden ayudar a las víctimas de grupos estigmatizados en ciertas
situaciones, mientras que en otras situaciones pueden mostrar prejuicios.
3 enfoques principales:
En resumen, las razones por las que las personas ayudan son multifacéticas y pueden ser el
resultado de una combinación de factores emocionales, sociales y de aprendizaje. Comprender
estos mecanismos es esencial para promover y fomentar comportamientos prosociales en la
sociedad.
1. Motivación egoísta (malestar personal): En situaciones en las que las personas ayudan
para reducir su propio malestar emocional, la motivación es egoísta. El malestar
personal se refiere a los sentimientos desagradables que experimentamos al presenciar
el sufrimiento de otra persona. Para aliviar ese malestar, las personas pueden decidir
ayudar a la víctima. Esto significa que la motivación detrás de la ayuda es egoísta, ya que
el objetivo principal es sentirse mejor uno mismo, en lugar de aliviar el sufrimiento de
la víctima. Esencialmente, la ayuda es un medio para un fin personal, en este caso,
reducir el malestar emocional.
2. Motivación altruista (preocupación empática): Cuando las personas ayudan motivadas
por la compasión y la preocupación por el bienestar de la víctima, su motivación es
altruista. La empatía juega un papel central en este tipo de motivación. Las personas
que sienten compasión por el sufrimiento de la víctima se motivan a ayudar para aliviar
ese sufrimiento y mejorar la situación de la persona en apuros. En este caso, el objetivo
principal de la ayuda es el bienestar de la víctima, y no el propio bienestar emocional
del donante de ayuda.
Los modelos que describen la motivación egoísta para ayudar se centran en la idea de
que las personas pueden ayudar principalmente para reducir su malestar personal o mejorar su
propio estado de ánimo. Estos modelos sugieren que la conducta de ayuda puede ser vista como
un medio para un fin egoísta, ya que la motivación detrás de la ayuda es principalmente
beneficiarse a uno mismo. A continuación, se resumen los tres modelos egoístas de motivación
para ayudar:
Además de estas normas sociales, también existen normas personales. Las normas
personales son obligaciones morales individuales que guían el comportamiento de una persona
en situaciones específicas. El modelo de Schwartz sobre la activación de normas sugiere que la
toma de decisiones para ayudar se basa en cuatro fases: activación, obligación, defensa y
respuesta. Las personas deben ser conscientes de las consecuencias de su comportamiento
antes de sentirse responsables de realizar una conducta de ayuda. Los sentimientos de
responsabilidad aumentan los sentimientos de obligación moral, lo que lleva a la intención de
ayudar.
Es importante destacar que las normas sociales y personales pueden variar según la
cultura y el contexto. La socialización desempeña un papel fundamental en la formación y
adhesión a estas normas. A medida que las personas crecen y se desarrollan, internalizan estas
normas y las aplican a situaciones cotidianas. La interacción entre las normas prosociales, las
normas personales y la toma de decisiones individuales es un componente esencial en la
comprensión de la conducta de ayuda y el comportamiento prosocial.
Recibir ayuda puede no ser siempre una experiencia positiva y puede conllevar
consecuencias negativas para el receptor de la ayuda. Estas consecuencias negativas están
relacionadas con la percepción de dependencia de otros y pueden incluir:
1. Familiaridad: Solicitar ayuda a personas conocidas puede ser más amenazante para la
autoestima que pedirla a desconocidos. Por ejemplo, en el ámbito laboral, los
empleados que piden ayuda a sus compañeros pueden experimentar una disminución
en la autoestima en comparación con aquellos que no la solicitan. A pesar de esto, en
situaciones de necesidad significativa que producen estrés psicológico, como problemas
matrimoniales o laborales, las personas suelen buscar ayuda de amigos y familiares
cercanos.
Características de la ayuda:
En resumen, la decisión de buscar y recibir ayuda, así como la gratitud que se siente,
están influenciadas por múltiples factores, incluyendo la relación con el donante de ayuda, la
naturaleza de la ayuda y las características personales del receptor. Estos factores pueden
interactuar de manera compleja en la experiencia de pedir y recibir ayuda.