Derecho Constitucional Económico - Segundo Parcial

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Derecho Constitucional Económico – Segundo Parcial

Temas:

- potestad tributaria

- tutela judicial (amparo)

- intervencionismo estatal

- servicios públicos

- responsabilidad del estado

- poder de policía

- marcas

- patentes

- defensa de la competencia

- delegación legislativa

DEFENSA DE LA COMPETENCIA

El derecho constitucional interpela a imponer limitaciones al ejercicio de los derechos económicos


en aras evitar la distorsión de los mercados o la realización de prácticas anticompetitivas que
puedan perjudicar a la economía en su conjunto.

Los regímenes de defensa de la competencia y el derecho constitucional están estrechamente


relacionados, ya que ambos se pondera la protección de la transparencia de los mercados y el
aseguramiento de la libre concurrencia a los mismos, en beneficio de todos los agentes del
mercado, en beneficio de los consumidores, y respecto al bienestar económico en general.

nuestra Constitución organiza un sistema de economía de mercado con orientación social. El


proyecto de nuestra Constitución es un Estado Constitucional de Derecho, en un marco de respeto
por la identidad y autonomía de las personas, de protección de los más vulnerables, la solidaridad
como eje rector de la vida social, la generación de igualdad de oportunidades y la necesidad de
desarrollar y preservar un mercado competitivo que genere las riquezas necesarias para el
progreso social.

Desde nuestra Constitución histórica ya se encontraba consagrado la libertad de comerciar y


ejercer industria lícita (art. 14), el derecho a gozar y disponer de la propiedad y su inviolabilidad
(art. 17), el derecho a la autonomía personal (art. 19), y facultades del congreso federal para
promover el progreso general y otorgar privilegios temporales.

Dicha directriz ideológica se vio impregnada en el nuevo artículo 42, el cual dicta que “Los
consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la
protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a
la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno. Las autoridades proveerán a la
protección de esos derechos, a la educación para el consumo, a la defensa de la competencia
contra toda forma de distorsión de los mercados, al control de los monopolios naturales y
legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos (…)”

Asimismo, dicha disposición tiene su correlato en la histórica cláusula del progreso ahora abarcada
en el art. 75. inc. 18, que enuncia: “Proveer lo conducente a la prosperidad del país, al adelanto y
bienestar de todas las provincias, y al progreso de la ilustración, dictando planes de instrucción
general y universitaria, y 3 promoviendo la industria, la inmigración, la construcción de
ferrocarriles y canales navegables, la colonización de tierras de propiedad nacional, la introducción
y establecimiento de nuevas industrias, la importación de capitales extranjeros y la exploración de
los ríos interiores, por leyes protectoras de estos fines y por concesiones temporales de privilegios
y recompensas de estímulo…”

Concretamente, el derecho de la competencia es un derecho que tienda a asegurar que los


competidores compitan; que exista una competencia cada vez más perfecta en el mercado, y
que no existan actos anticompetitivos. Procura asimismo que no existan restricciones ilegales a
la competencia, busca que exista cada vez más competencia en calidad, y en precio. Busca que la
competencia sea por los méritos de los productos y servicios, y no por acuerdos espurios o
abuso de posiciones dominantes.

Puede afirmarse que el derecho a la competencia se considera un derecho económico debido a su


estrecha relación con la economía y su impacto en el funcionamiento de los mercados y la
actividad económica en general.

Se basa en la idea de que la competencia libre y justa en los mercados promueve la eficiencia
económica. Cuando las empresas compiten entre sí, tienden a innovar, reducir costos y mejorar la
calidad de sus productos y servicios para atraer a los consumidores. Esto conduce a una asignación
más eficiente de recursos y un mayor bienestar económico. El sistema de precios en el mercado es
lo que termina determinando, ante todo, que bien y servicios han de producirse, como, y para
quienes han de ser asimismo producidos y distribuidos.

La competencia beneficia/protege a los consumidores, al ofrecerles más opciones, precios más


bajos y productos de mejor calidad. Como resultado, se considera un derecho económico porque
busca proteger los intereses económicos de los individuos (art. 42 CN) al garantizar que tengan
acceso a mercados competitivos.

La competencia estimula la innovación y el crecimiento económico al incentivar a las empresas a


buscar formas novedosas y más eficientes de impactar en los mercados. Esto puede conducir a la
creación de nuevos productos, servicios y empleos.

Se encuentra interconectado con otros derechos económicos, como el derecho a la propiedad


privada, el derecho a la libertad de empresa y el derecho al trabajo. La protección de la
competencia garantiza que estos derechos se ejerzan de manera justa y equitativa en un entorno
de mercado competitivo.
En síntesis, el derecho a la competencia se considera un derecho económico porque está
intrínsecamente relacionado con la economía, la eficiencia económica y la protección de los
intereses económicos de los individuos y la sociedad en su conjunto.

La competencia es aquella situación en la cual, los agentes económicos, tienen la libertad de


ofrecer bienes y servicios aptos en el mercado, y de elegir a 7 quién compran o adquieren estos
bienes y servicios. Esto manifiesta el derecho y la posibilidad de tomar decisiones a través de la
LIBERTAD INDIVIDUAL. Esto a su vez, aporta mecanismos igualitarios de adaptación permanente
de la demanda y la producción, e incita a la innovación.

Si existe competencia, el precio del mercado se regulará, ya que el consumidor tendrá más
opciones entre lo que puede elegir. Todo lo anterior, constituye el FUNDAMENTO DE LA
ECONOMÍA LIBERAL.

MARCAS

La Ley Nacional de Marcas y Designaciones 22.362, es la norma que regula integralmente el


instituto marcario en nuestro país. En ella se establece lo que puede ser objeto de un registro
marcario, y a su vez lo que no se considera marca y no puede ser registrado. Se ratifica el principio
constitucional de que la marca constituye un derecho de propiedad de su titular que integra su
patrimonio, y cómo se la adquiere. Encuentra su fundamento en el artículo 17 de la Constitución
Nacional, el cual reconoce la propiedad como un derecho inviolable y protege la propiedad
intelectual y las marcas comerciales. En este sentido, la protección de las marcas en Argentina es
esencial para fomentar la competencia leal y la innovación en el mercado, garantizando así la
calidad y seguridad de los productos y servicios que se ofrecen a los consumidores.

Asimismo, dicha Ley establece un marco jurídico que permite a los titulares de las marcas proteger
y defender sus derechos, y a los terceros interesados o afectados, cuestionar la validez o uso
indebido de dichas marcas. Por tanto, la protección de las marcas se convierte en una herramienta
fundamental para la promoción del comercio y la economía nacional. Establece también las
formalidades y trámites que deben seguirse para obtener el registro de una marca, y cómo se
extingue el derecho de propiedad que recae sobre ella.

Tipifica los delitos marcarios, regula las acciones civiles que pueden promoverse en su defensa, y
las medidas precautorias que puede plantear el propietario de una marca registrada ante una
presunta infracción. Finalmente, establece que el Instituto Nacional de la Propiedad Industrial es la
Autoridad de Aplicación de la Ley (INPI).

La marca es el signo que distingue un producto de otro o un servicio de otro. La función distintiva
le permite al consumidor comprar lo que realmente quiere. Al hacerlo está premiando el esfuerzo
del dueño de la marca quien venderá más y así aumentará sus ganancias. Esto lo incentivará a
mejorar aún más la calidad de sus productos o servicios, con lo cual contribuirá a mejorar el nivel
de vida de la población. La marca es considerada un activo intangible de la empresa, con un valor
económico significativo, ya que al estar registrada confiere el derecho exclusivo de uso además de
ser propiedad para su titular y como tal puede disponer de ella como si fuera cualquier otro bien.
Puede ser libremente transferida, o bien su uso puede ser autorizado o licenciado a terceros a
título gratuito u oneroso.
La marca es el vehículo de la competencia, la cual sin ella se vería seriamente trabada. Permiten
que los productos se encuentren en los lugares más diversos y compitan entre sí por su sola
exposición al público.

La ley de Marcas y Designaciones define en su primer artículo que “pueden registrarse como
marcas para distinguir productos y servicios: una o más palabras con o sin contenido conceptual;
los dibujos; los emblemas; los monogramas; los grabados; los estampados; los sellos; las imágenes;
las bandas; las combinaciones de colores aplicadas en un lugar determinado de los productos o de
los envases; los envoltorios; los envases; las combinaciones de letras y de números; las letras y
números por su dibujo especial; las frases publicitarias; los relieves con capacidad distintiva y todo
otro signo con tal capacidad.” En otras palabras, la marca es un signo distintivo mediante el cual
los productores, comerciantes o proveedores de productos o servicios diferencian sus productos o
servicios en el mercado.

La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual nos brinda la siguiente definición. “Una marca
es básicamente un signo que se utiliza para distinguir los productos o servicios ofrecidos por una
empresa de los ofrecidos por otra. Una marca debe presentar básicamente dos características
principales: debe ser distintiva y no debe inducir a engaño”.

Por ello entendemos que su principal función es permitir a los consumidores identificar el
producto o el servicio de una persona o empresa, a fin de distinguirlo de los de la competencia.

¿Qué no se considera marca y no es registrable en nuestro territorio? La ley en su artículo 2 regula


las cuestiones no registrables disponiendo que: “No se consideran marcas y no son registrables: a)
los nombres, palabras y signos que constituyen la designación necesaria o habitual del producto o
servicio a distinguir, o que sean descriptos de su naturaleza, función, cualidades u otras
características; b) los nombres, palabras, signos y frases publicitarias que hayan pasado al uso
general antes de su solicitud de registro; c) la forma que se dé a los productos; d) el color natural o
intrínseco de los productos o un solo color aplicado sobre los mismos.”

En su artículo 3 establece que no pueden ser registrados por su relación con otras marcas: a) una
marca idéntica a una registrada o solicitada con anterioridad para distinguir los mismos productos
o servicios; b) las marcas similares a otras ya registradas o solicitadas para distinguir los mismos
productos o servicios; c) las denominaciones de origen nacional o extranjeras. d) las marcas que
sean susceptibles de inducir a error respecto de la naturaleza, propiedades, mérito, calidad,
técnicas de elaboración, función, origen de precio u otras características de los productos o
servicios a distinguir; e) las palabras, dibujos y demás signos contrarios a la moral y a las buenas
costumbres; f) las letras, palabras, nombres, distintivos, símbolos, que usen o deban usar la
Nación, las provincias, las municipalidades, las organizaciones religiosas y sanitarias; g) las letras,
palabras, nombres o distintivos que usen las naciones extranjeras y los organismos internacionales
reconocidos por el gobierno argentino; h) el nombre, seudónimo o retrato de una persona, sin su
consentimiento o el de sus herederos hasta el cuarto grado inclusive; i) las designaciones de
actividades, incluyendo nombres y razones sociales, descriptivas de una actividad, para distinguir
productos. Sin embargo, las siglas, palabras y demás signos, con capacidad distintiva, que formen
parte de aquéllas, podrán ser registrados para distinguir productos o servicios; j) las frases
publicitarias que carezcan de originalidad.
¿Cuáles son los derechos? El registro de una marca le garantiza y habilita al titular la propiedad de
la misma a ejercer todas las defensas necesarias para impedir que terceros sin autorización
comercialicen productos o servicios idénticos con la misma marca o utilizando una denominación
tan similar que pueda crear confusión. El registro también protege contra imitaciones parciales, ya
sea de nombres, palabras, signos o frases publicitarias, como así también de sus dibujos y colores.
El titular puede autorizar su uso por terceros mediante contratos de licencia, tanto exclusivas
como no exclusivas, venderlas en forma total o parcial por productos u obtener créditos
ofreciéndose en garantía con registro de prenda. Toda esta protección aplica solamente para el
territorio argentino.

El tiempo de protección de una marca una vez registrada es de 10 años y puede renovarse
indefinidamente por períodos consecutivos de 10 años.

Según el artículo 23 de la ley, el derecho de propiedad de una marca se extingue: a) por renuncia
de su titular; b) por vencimiento del término de vigencia, sin que se renueve el registro; c) por la
declaración judicial de nulidad o de caducidad del registro.

El artículo 4 de la Ley 22.362 dispone que la propiedad de una marca y la exclusividad de su uso se
obtiene con su registro, y que para ser titular de una marca o para ejercer el derecho de oposición
a su registro o a su uso se requiere un interés legítimo del solicitante o su oponente. Esto quiere
decir que si una persona (oponente) tiene una marca registrada y toma conocimiento de que otra
persona desea registrar una marca con características similares (solicitante), la primera posee el
derecho de oponerse.

Este procedimiento se regula a partir del artículo 13, mediante el cual las oposiciones al registro de
una marca deben deducirse de manera electrónica ante el INPI dentro de los 30 días corridos de la
publicación de solicitud de registro en el Boletín Oficial de Marcas, invocando los fundamentos de
dicha oposición.

PATENTES

El artículo 2 de la ley de patentes establece dos títulos de propiedad intelectual los cuales podrán
ser utilizados para proteger las invenciones: las patentes de invención y por otro lado, aparece por
primera vez en la legislación argentina la figura de los certificados de modelos de utilidad.

En su artículo 3, la actual ley adopta un criterio liberal para determinar que personas pueden ser
titulares de patentes y modelos de utilidad, reconociéndole este derecho a personas físicas o
jurídicas, nacionales o extranjeras, teniendo que cumplir un único requisito: tener domicilio real o
constituido en Argentina.

Respecto de las patentes de invención, estas pueden definirse como un derecho exclusivo que
concede el Estado al creador de una invención, por el cual se impide a terceros no autorizados
realizar actos de fabricación, uso, oferta pata la venta, venta o importación del producto objeto
de la patente o producto obtenido directamente por medio del procedimiento objeto de la
patente. Además, dicho derecho es territorial, por lo que la protección sólo alcanza el territorio
del Estado que ha concedido la patente, y temporal por el período que fije la ley.
Sobre este aspecto, la actual ley de patentes establece en su artículo cuarto, que para que una
invención sea patentable debe cumplir tres criterios básicos: ser novedad, tener actividad
inventiva y aplicación industrial. Por su parte, la ley aclara que, será novedosa toda invención que
no esté comprendida en el conjunto de conocimientos técnicos que se han hecho públicos antes
de la solicitud de patente o de la prioridad reconocida, que habrá actividad inventiva cuando el
proceso creativo o sus resultados no se deduzca de forma evidente de dichos conjuntos de
conocimientos técnicos, y que la invención será de aplicación industrial cuando conduzca a la
obtención de un resultado o producto industrial.

Es necesario aclarar que la ley considera invento a toda creación humana que permita transformar
materia o energía para su aprovechamiento por el hombre.

El artículo 6 de la ley de patentes se encarga de establecer ciertos supuestos los cuales “no se
considerarán invenciones para los efectos de esta ley”, como, por ejemplo, las formas de
presentación de información, los métodos de tratamiento quirúrgico, terapéutico o de
diagnóstico, las técnicas científicas y los métodos matemáticos, las obras literarias o artísticas,
entre otros. Además, el artículo 7 establece ciertas invenciones que no serán patentables, como,
por ejemplo, aquellas cuya explotación en el territorio argentino deban impedírselo para proteger
el orden público, la moralidad, la salud y vida de las personas o animales, o para preservar el
medio ambiente.

La ley actual establece, en su artículo 35, una duración de vigencia de la patente de 20 años
improrrogables, contados desde la presentación de la solicitud.

Es necesario denotar que la ley también regula cuáles son los requisitos formales de
patentabilidad. A grandes rasgos, para poder obtener una patente, el primer paso es que el
solicitante presente una solicitud escrita ante la administración nacional de patentes del INPI,
acompañando dicha solicitud de los demás requisitos y documentación exigidos por la ley en los
artículos 17, 18 y 19. El siguiente paso es que la mencionada solicitud deberá lograr la admisión a
trámite por parte de la administración, y una vez eso ocurra, la misma administración procederá a
publicar la solicitud de patente, buscando entre otras cosas, alertar a los terceros para que
realicen observaciones. Aprobados todos los requisitos, cuestión que puede ser sometida a un
examen de fondo por parte de la administración, y superado el plazo de publicación, la
administración nacional de patentes se encargará de extender el título de patente y dicha
concesión se publica en el boletín que edita la misma administración.

Otros aspectos básicos a destacar de la actual ley de patentes son que, el derecho a la patente
puede ser cedido o transferido por parte del inventor o sus causahabientes, pudiendo también
concretar contratos de licencia (artículo 8). La ley actual también le impone y marca los límites al
mencionado derecho de patentes en su artículo 36, es decir, establece actos que el titular de una
patente no podrá prohibir:

Artículo 36: El derecho que confiere una patente no producirá efecto alguno contra:

a) Un tercero que, en el ámbito privado o académico y con fines no comerciales, realice actividades
de investigación científica o tecnológica puramente experimentales, de ensayo o de enseñanza, y
para ello fabrique o utilice un producto o use un proceso igual al patentado.
b) La preparación de medicamentos realizada en forma habitual por profesionales habilitados y
por unidad en ejecución de una receta médica, ni a los actos relativos a los medicamentos así
preparados.

c) Cualquier persona que adquiera, use, importe o de cualquier modo comercialice el producto
patentado u obtenido por el proceso patentado, una vez que dicho producto hubiera sido puesto
lícitamente en el comercio de cualquier país.

d) El empleo de invenciones patentadas en nuestro país a bordo de vehículos extranjeros,


terrestres, marítimos o aéreos que accidental o temporariamente circulen en jurisdicción de la
REPUBLICA ARGENTINA, si son empleados exclusivamente para las necesidades de los mismos.

La ley de patentes también se encarga de regular las invenciones laborales en su artículo 10,
buscando así conciliar los intereses de los inventores asalariados y sus empleadores, estableciendo
a quien le pertenece la patente del invento dependiendo la situación. La ley actual también
incluye la figura de las patentes de adición (artículo 51), la cuales podrá solicitar todo aquel que
mejorase un descubrimiento o invención patentada.

Artículo 10: Invenciones desarrolladas durante una relación laboral:

a) Las realizadas por el trabajador durante el curso de su contrato o relación de trabajo o de


servicios con el empleador que tengan por objeto total o parcialmente la realización de actividades
inventivas, pertenecerán al empleador.

b) El trabajador, autor de la invención bajo el supuesto anterior, tendrá derecho a una


remuneración suplementaria por su realización, si su aporte personal a la invención y la
importancia de la misma para la empresa y empleador excede de manera evidente el contenido
explícito o implícito de su contrato o relación de trabajo. Si no existieran las condiciones
estipuladas en el inciso a), cuando el trabajador realizara una invención en relación con su
actividad profesional en la empresa y en su obtención hubieran influido predominantemente
conocimientos adquiridos dentro de la empresa o la utilización de medios proporcionados por ésta,
el empleador tendrá derecho a la titularidad de la invención o a reservarse el derecho de
explotación de la misma. El empleador deberá ejercer tal opción dentro de los NOVENTA (90) días
de realizada la invención.

c) Cuando el empresario asuma la titularidad de una invención o se reserve el derecho de


explotación de la misma, el trabajador tendrá derecho a una compensación económica justa,
fijada en atención a la importancia industrial y comercial del invento, teniendo en cuenta el valor
de los medios o conocimientos facilitados por la empresa y los aportes del propio trabajador, en el
supuesto de que el empleador otorgue una licencia a terceros, el inventor podrá reclamar al titular
de la patente de invención el pago de hasta el CINCUENTA POR CIENTO (50 %) de las regalías
efectivamente percibidas por éste.

d) Una invención industrial será considerada como desarrollada durante la ejecución de un


contrato de trabajo o de prestación de servicios, cuando la solicitud de patente haya sido
presentada hasta UN (1) año después de la fecha en que el inventor dejó el empleo dentro de cuyo
campo de actividad se obtuvo el invento.
e) Las invenciones laborales en cuya realización no concurran las circunstancias previstas en los
incisos a) y b), pertenecerán exclusivamente al autor de las mismas.

f) Será nula toda renuncia anticipada del trabajador a los derechos conferidos en este artículo.

A parte de las patentes de invención, como ya se mencionó, la ley actual incorpora la figura de los
certificados de modelos de utilidad como título de propiedad industrial. En esta línea, la ley en su
artículo 53 define los modelos de utilidad como “toda disposición o forma nueva obtenida o
introducida en herramientas, instrumentos de trabajo, utensilios, dispositivos u objetos
conocidos que se presten a un trabajo práctico, en cuanto importen una mejor utilización en la
función a que estén destinados”. Es decir, consiste en dar a un objeto una nueva estructura o
configuración, de la que resulte alguna ventaja apreciable para su uso o fabricación. Lo particular
de esta figura entonces, es que un modelo de utilidad debe cumplir solo dos requisitos de
patentabilidad: novedad y aplicación industrial. No se exige que haya actividad inventiva,
permitiéndose así la ley, proteger aquellos inventos más pequeños.

Una de las principales diferencias que la ley impone acerca de los certificados de modelos de
utilidad respecto de las patentes de invención es la duración de su vigencia. La ley establece, para
los certificados de los modelos de utilidad, una vigencia de diez años improrrogables, contados a
partir de la fecha de presentación de la solicitud.

Supuestos de caducidad del artículo 62:

a) Al vencimiento de su vigencia;

b) Por renuncia del titular. En caso que la titularidad de la patente pertenezca a más de una
persona, la renuncia se deberá hacer en conjunto. La renuncia no podrá afectar derechos de
terceros;

c) Por no cubrir el pago de tasas anuales de mantenimiento al que estén sujetos, fijados los
vencimientos respectivos el titular tendrá un plazo de gracia de CIENTO OCHENTA (180) días para
abonar el arancel actualizado, a cuyo vencimiento se operará la caducidad, salvo que el pago no se
haya efectuado por causa de fuerza mayor;

d) Cuando concedido el uso a un tercero no se explotará la invención en un plazo de DOS (2) años
por causas imputables al titular de la patente.

SERVICIOS PUBLICOS

Duguit sostenía que: “El Estado mismo no es otra cosa que un conjunto de servicios públicos. Por
su parte Jeze, agregaba que: “La presencia de servicios públicos determina la existencia de reglas
jurídicas especiales para facilitar el funcionamiento regular y continuo de los mismos”.

Marienhoff define al S.P. como: “Toda actividad de la administración pública, o de los particulares
o administrados, que tienda a satisfacer necesidades o intereses de carácter general bajo el
control de la autoridad estatal”.

El concepto de Servicio Público posee jerarquía constitucional. Nuestra C.N., en el art. 42, dice que
las autoridades proveerán “(…) a la defensa de la competencia… y al de la CALIDAD Y EFICIENCIA
DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS”. Y agrega que “(…) la legislación establecerá los marcos regulatorios
de los S.P. de competencia nacional, previendo la participación de asociaciones de consumidores y
usuarios”.

En definitiva, la C.N. protege los intereses personales y económicos de los usuarios e impone tanto
al Estado como a los concesionarios y licenciatarios el deber de asegurarlos. Así, luego de la
reforma constitucional de 1994, lo anterior representa un mandato constitucional. El Estado NO
puede abandonar el papel de gestor del bien común, él continúa a cargo de regular y controlar
para asegurar justicia y transparencia.

Se entiende que los S.P. son prestaciones esenciales cuya efectiva prestación debe estar
garantizada por el Estado, y éste debe valerse para ello de cualquiera de los medios de los que
dispone (ejecución directa, concesión, control, reglamentación en el modo de la prestación,
ejercer sus atribuciones de policía administrativa, etc.).

Por otra parte, la característica de “público” no hace referencia a su pertenencia a la esfera


administrativa sino al destinatario del servicio: “servicio para el público”. Desde este punto de
partida es que se trata de avanzar en técnicas legislativas modernas que tiendan a la protección de
los usuarios de los diversos S.P. existentes.

Regulación en C.A.B.A.: El estatuto constitucional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires


consagra como organismo de control a un Ente Unico Regulador de Servicios Públicos (es
autárquico, con personería jurídica, independencia funcional y legitimación procesal), a diferencia
de lo que ocurre a nivel federal, en donde se previó un ente para regular cada servicio.

Este Ente ejerce el control, seguimiento y resguardo de la calidad de los S.P. prestados por la
administración central o por terceros para la defensa y protección de los derechos de usuarios y
consumidores.

La autarquía lo que favorece es la presunción de neutralidad en sus decisiones.

INTERVENCIONISMO ESTATAL Y PODER DE POLICIA ECONOMICO

Es necesario comenzar diferenciando la noción de policía administrativa, que se manifiesta en el


dictado de actos administrativos (función administrativa), del Poder de Policía que corresponde al
Congreso Nacional por ser el órgano que se encuentra facultado para establecer limitaciones a los
derechos individuales (función legislativa), promoviendo así el bienestar general, reglamentando
con esa finalidad los derechos reconocidos en la C.N.

La Corte Suprema dijo en “Saladeristas de Barracas” de 1887 que “las relaciones entre los
individuos hacen a la convivencia social y es el poder de policía quien permite y facilita esa
convivencia”. Y sigue: “nadie tiene el derecho adquirido a comprometer la salud pública ni a
sembrar la muerte mediante una actividad industrial”.

No existe trabajo, industria o profesión, que, siendo lícita, no esté sometida por el poder público a
reglamentación, garantía de su correcto funcionamiento, al cual nadie puede oponerse. El Poder
de Policía, busca armonizar dos objetivos de la Nación mencionados en el Preámbulo de la C.N.:
asegurar los beneficios de la libertad y promover el bienestar general.

Límites al poder de policía


a) Principio de legalidad: El art. 14 de la C.N. sobre los derechos que reconoce dice: “que se
gozan conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio”. La norma se complementa con
lo determinado en el art. 19 que establece que “nadie puede ser obligado a hacer lo que la
ley no manda ni privado de lo que ella no prohíbe”.

En el Estatuto Constitucional de C.A.B.A., inc. 1 del art. 80 también se refiere al Ppio. de


Legalidad en cuanto a las atribuciones de la Legislatura: “dictar leyes, resoluciones y
declaraciones para hacer efectivo el ejercicio de los derechos, deberes y garantías
establecidos en la C.N.”.

En el plano supranacional, el art. 30 de la CADH también hace referencia al mismo Ppio:


“Las restricciones permitidas, de acuerdo a esta Convención, al goce y ejercicio de los
derechos y libertades reconocidas en la misma, no pueden ser aplicadas sino conforme a
leyes que se dictaren por razones de interés general…”.

Entonces, para ser válida la limitación de los derechos individuales por medio de la
actividad de policía resulta indispensable la habilitación legal previa. En cuanto a nuestro
sistema Federal de gobierno la doctrina y la jurisprudencia de la Corte Suprema señalan
que el Poder de Policía corresponde a las provincias como regla general, esto es así porque
se trata de una potestad que se han reservado para sí al constituir la unión nacional.

b) Principio de Racionalidad: Impone que todo ejercicio de poder público sea racional y
proporcional a los fines que se persiguen. El límite expreso se encuentra en el art. 28 de la
C.N.: “los principios, derechos y garantías admitidos no podrán ser alterados por las leyes
que reglamentan su ejercicio”. Este límite puede verse desde tres puntos de vista:
adecuación, proporcionalidad y necesidad.

Adecuación: entre los medios utilizados por el legislador y la obtención de los fines que
determinan la medida. Debe haber un verdadero y efectivo nexo causal entre la norma
reglamentaria y el objetivo perseguido por la reglamentación.

Proporcionalidad: las restricciones deben ser simétricas a los fines que las motivan.

Necesidad: los medios utilizados no deben ir más allá de las exigencias del caso.

Actividad de fomento

Puede ser definida como la actividad a través de la cual la Administración trata de ayudar a
orientar la iniciativa privada cuando ésta se muestra insuficiente.

A través de ella, la Administración persigue fines de interés público de manera indirecta.

El fomento está fundado esencialmente en el inc. 18 del art. 75 de la C.N. –cláusula del progreso-
según el cual el Congreso debe proveer aquello que fuera necesario para la prosperidad del país, la
promoción de la industria y la importación de capitales extranjeros, entre otras cosas. Y en el inc.
19 del mismo art., dice que el Poder Legislativo debe proveer lo conducente al desarrollo humano,
el progreso económico con justicia social, productividad económica nacional y generación de
empleo.
Declara que dichos objetivos podrían ser realidad mediante el otorgamiento de concesiones
temporales de privilegios y recompensas de estímulo. Volvemos a relacionar lo antedicho con el
“bienestar general”.

Son medidas de fomento los beneficios fiscales (promoción), fijar derechos de importación -
barrera arancelaria- tendientes a limitar la competencia extranjera (protección).

Pero la típica medida de fomento es el subsidio que se otorga para la ejecución de actividades
necesarias para el interés público, traduciéndose en un auxilio económico directo o indirecto,
generalmente en dinero, que la Administración otorgar para favorecer el desarrollo de un sector
de la actividad productiva.

Para concluir, en un país como el nuestro en el que las desigualdades entre las regiones en cuanto
a posibilidades de desarrollo son notorias, las técnicas de fomento son indispensables. Es por eso
que, a pesar de su ideología de corte liberal propia de la época, los padres fundadores la
incluyeron en la Constitución histórica.

POTESTAD TRIBUTARIA

Principio de Reserva de ley en materia tributaria

Es considerado la partida de nacimiento del Derecho Tributario.

De acuerdo a nuestra C.N. sólo el Congreso puede establecer los tributos nacionales, según el art.
17 (debe ser interpretado en conjunto con los art. 4, 19 y 75 –inc. 1 a 3-). La legalidad representa
el núcleo de la potestad tributaria del Estado.

Es el ppio. de legalidad el que garantiza el derecho de propiedad y preserva, además, la seguridad


jurídica de quienes habitan el suelo argentino.

Por otra parte, el art. 39 de la C.N. excluye de las materias que pueden ser sometidas a iniciativa
popular a las cuestiones tributarias.

Alcances y contenido del principio

Ningún impuesto, contribución especial o tasa puede ser establecido, modificado o suprimido sino
en virtud de ley. La cobertura legal debe extenderse hasta:

a) el núcleo de la obligación tributaria, defendiendo el hecho imponible de manera cierta.

b) la indicación del contribuyente, o del responsable del pago del tributo.

c) la base imponible

d) fijar la alícuota o el monto del tributo

e) establecer exenciones o reducciones

f) fijar actualizaciones o reembolsos a cargo del Estado

g) crear deberes de colaboración generando obligaciones en los contribuyentes.


El principio de legalidad ante la urgencia y la necesidad

Mediante los Decretos de Necesidad y Urgencia, el Poder Ejecutivo se arroga el ejercicio de


competencias propias del Congreso Nacional. La instrumentación de normas tributarias por el
Presidente de la República fundados en la necesidad y urgencia ha sido vetada por la reforma
constitucional en el art. 99 inc. 3, cuando señala que en ningún caso ese mecanismo, puede
utilizarse para sancionar normas en materia penal, tributaria, sobre régimen electoral o partidos
políticos.

La Corte Suprema fue muy celosa en hacer respetar esta regla, incluso en el fallo Peralta, en donde
reconoció la utilización de los decretos de necesidad y urgencia, menciona la imposibilidad de
emplearlos en materia tributaria.

Luego de la reforma de la C.N., en el caso Video Club Dreams, consideró inconstitucionales dos
decretos de Neces. y Urg. que aplicaban un gravamen con afectación específica a favor del
Instituto Nacional de Cinematografía. Enfatizó la Corte que en materia tributaria los decretos no
son idóneos para crear nuevos hechos imponibles.

En 1996, otro fallo, “La Bellaca” la Corte descalificó un DNU que incrementó la alícuota en el
impuesto sobre los capitales, porque al modificar el valor de la obligación, se afectó el principio de
reserva.

El ppio. de legalidad ante la delegación legislativa

El art. 76 de la C.N., que en principio prohíbe toda delegación legislativa en el P.E., como
excepción, tolera respecto de “materias determinadas de administración” o en situaciones de
emergencia pública objetivamente comprobadas, con plazo determinado para su ejercicio y
dentro de las bases de la delegación que el Congreso establezca.

El principio de no confiscatoriedad en materia tributaria

Como el tributo forma parte del patrimonio o riqueza del contribuyente, su cuantía debe
mantenerse dentro de los límites razonables. Este principio por su naturaleza, se encuentra ligado
al derecho de propiedad (art. 17 C.N.).

Que el tributo se perciba confiscatorio es una cuestión de hecho que debe ser de concreta y
circunstanciada prueba por parte de quien la alega. Es necesaria la demostración de que ese
gravamen excede la capacidad económica del contribuyente.

La Corte Suprema, en el fallo Gómez Alzaga c/Pcia. Bs. As., ha señalado que para se configure la
confiscatoriedad se debe producir una absorción por parte del Estado de una parte sustancial de la
renta o del capital. Ese límite de la presión impositiva, se ha ubicado en un porcentaje que no debe
superar el 33%.

Por otra parte, para que pueda hablarse de doble o múltiple imposición, las mismas personas o
bienes deben ser gravados dos o más veces por análogo concepto, en el mismo período de
tiempo, por parte de dos o más sujetos con poder tributario. Volviendo al fallo Alzaga, el mismo se
agraviaba por la aplicación conjunta de tres tributos sobre sus campos: uno provincial, uno
adicional del mismo y uno nacional.
El federalismo fiscal en la Constitución Argentina

Nuestro sistema diferencia entre impuestos directos e indirectos. Los INDIRECTOS serían los
trasladables (x ej., el I.V.A. el comerciante se lo traslada al consumidor), en tanto que los
impuestos DIRECTOS son los no trasladables o personales (x ej., el impuesto a los bienes
personales).

Otro criterio, más aceptado, es el que considera que los impuestos directos gravan
manifestaciones inmediatas de capacidad contributiva (x ej., la renta o el capital), a diferencia de
la imposición sobre manifestaciones mediatas (como el consumo) que serían indirectos.

En 1934, el P.E. envió al Congreso un proyecto de ley de UNIFICACION DE IMPUESTOS INTERNOS,


finalmente sancionado. Se dio así una nueva relación entre Nación y las provincias conocida por la
doctrina como “Coparticipación impositiva”. Fue una ley contrato o ley convenio a las que las
provincias adhirieron asumiendo obligaciones y adquiriendo derechos preestablecidos. Esta
categoría de normativa era inédita en nuestras prácticas federales. Desde la jurisprudencia de la
Corte Suprema se convalidó este proceder.

Con la reforma constitucional de 1994, de forma expresa en el inc. 2 del art. 75 se habilita al
Congreso a establecer contribuciones INDIRECTAS como facultad CONCURRENTE con las
PROVINCIAS. En cuanto a las contribuciones DIRECTAS, el Estado puede imponerlas por tiempo
determinado, proporcionalmente iguales en todo el territorio de la Nación, siempre que la
defensa, seguridad común y bien general del Estado lo exijan.

Todos los fondos que se recauden también deben ser coparticipables, salvo aquellos que tengan
una asignación específica (Impuesto a la Riqueza: tuvo un fin específico, al Covid y exploración de
gas) y deben ser remitidos a las provincias según los porcentajes y pautas establecidas en una ley
convenio.

La Ley de Coparticipación Federal de impuestos es uno de los llamados “pactos”, se encuentra


dentro del denominado federalismo de coordinación.

En resumen:

Competencia Gobierno Federal: - Impuestos Aduaneros (exclusiva y perman.)


- Impuestos Indirectos (permanente y
concurrente con las Provincias)
- Impuestos Directos (excepcional y
transitoria)

Competencia Provincias: - Impuestos Directos (permanente y


excluyente)
- Impuestos Indirectos (permanente)

En lo que se refiere a los Municipios, la Corte recuerda que la C.N. no ha prefijado un régimen
económico financiero de los mismos y que establecerlo es potestad de cada provincia. Con la
reforma de la Carta Magna (1994) el art. 123 dice: “Cada provincia dicta su propia Constitución…
asegurando la autonomía municipal y reglando su alcance y contenido en el orden institucional,
político, administrativo y financiero”. Se determina así la subordinación y dependencia jerárquica
del municipio respecto de la provincia a la cual pertenezca. Así, gozarán de las potestades
tributarias que les asignen los estados provinciales, por ende, sus atribuciones en materia fiscal
son derivadas.

Lo que ocurre en la REALIDAD

De acuerdo al texto constitucional, Ganancias y Bienes Personales entre otros impuestos directos,
deberían cobrarlos las Provincias, pero los recauda la Nación porque figuran como de emergencia
o excepcionales.

A esa ley convenio adhirieron TODAS las provincias. Lo más relevante es que las mismas se
obligaron a NO establecer impuestos análogos a los nacionales coparticipables (por ejemplo,
I.V.A., Bienes Personales). Y la Nación se obligó a coparticipar los impuestos directos e indirectos
salvo que tuvieran una ASIGNACION ESPECIFICA (por ejemplo, el Aporte extraordinario a las
grandes fortunas).

El Estado se reservó lo Aduanero y NO lo reparte.

A las provincias se les dejó recaudar: Ingresos Brutos, Patentes, Inmobiliario, Sellos.

Y, a la vez, en sus constituciones, delegan a los Municipios el cobro de TASAS.

C.A.B.A. y sus potestades tributarias

El art. 129 de la C.N. establece un régimen de autonomía para la Ciudad, a la que provee de
facultades propias de legislación y jurisdicción, se la incluye en el régimen de coparticipación
federal. En cuanto a la distribución de lo recaudado, el art. 75 inc. 2, la coloca en pie de igualdad
con los estados provinciales.

RESPONSABILIDAD ESTATAL

Art. 1109: Todo el que ejecuta un hecho, que por su culpa o negligencia ocasiona un daño a otro,
está obligado a la reparación del perjuicio. Esta obligación es regida por las mismas disposiciones
relativas a los delitos del derecho civil. Cuando por efecto de la solidaridad derivada del hecho uno
de los coautores hubiere indemnizado una parte mayor que la que le corresponde, podrá ejercer
la acción de reintegro.

Art. 1112: Los hechos y las omisiones de los funcionarios públicos en el ejercicio de sus funciones,
por no cumplir sino de una manera irregular las obligaciones legales que les están impuestas, son
comprendidos en las disposiciones de este título.

Art. 1113: La obligación del que ha causado un daño se extiende a los daños que causaren los que
están bajo su dependencia, o por las cosas de que se sirve, o que tiene a su cuidado.

- En los supuestos de daños causados con las cosas, el dueño o guardián, para eximirse de
responsabilidad, deberá demostrar que de su parte no hubo culpa; pero si el daño hubiere sido
causado por el riesgo o vicio de la cosa, sólo se eximirá total o parcialmente de responsabilidad
acreditando la culpa de la víctima o de un tercero por quien no debe responder.

- Si la cosa hubiese sido usada contra la voluntad expresa o presunta del dueño o guardián, no será
responsable.

AMPARO

Artículo 43: Toda persona puede interponer acción expedita y rápida de amparo, siempre que no
exista otro medio judicial más idóneo, contra todo acto u omisión de autoridades públicas o de
particulares, que en forma actual o inminente lesione, restrinja, altere o amenace, con
arbitrariedad o ilegalidad manifiesta, derechos y garantías reconocidos por esta Constitución, un
tratado o una ley. En el caso, el juez podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se
funde el acto u omisión lesiva.

Podrán interponer esta acción contra cualquier forma de discriminación y en lo relativo a los
derechos que protegen al ambiente, a la competencia, al usuario y al consumidor, así como a los
derechos de incidencia colectiva en general, el afectado, el defensor del pueblo y las asociaciones
que propendan a esos fines, registradas conforme a la ley, la que determinará los requisitos y
formas de su organización.

Toda persona podrá interponer esta acción para tomar conocimiento de los datos a ella referidos y
de su finalidad, que consten en registros o bancos de datos públicos, o los privados destinados a
proveer informes, y en caso de falsedad o discriminación, para exigir la supresión, rectificación,
confidencialidad o actualización de aquéllos. No podrá afectarse el secreto de las fuentes de
información periodística.

Cuando el derecho lesionado, restringido, alterado o amenazado fuera la libertad física, o en caso
de agravamiento ilegítimo en la forma o condiciones de detención, o en el de desaparición forzada
de personas, la acción de hábeas corpus podrá ser interpuesta por el afectado o por cualquiera en
su favor y el juez resolverá de inmediato, aun durante la vigencia del estado de sitio.

Garantía que se ejerce por vía de acción

Garantía en sentido estricto: Herramienta para asegurar la efectiva vigencia de derechos,


mecanismo procedimental que se ejerce por vía de acción.

¿Acción o recurso? Lo correcto es definirla como una acción y no un recurso. Es acción porque por
medio de la misma se insta la jurisdicción; mientras que el recurso constituye un remedio dentro
de un proceso. El amparo, por el contrario, cuestiona actos realizados fuera del mismo.

Cuestiones de procedencia

a) Legitimación activa: Corresponde al titular de interés subjetivo;


b) Legitimación pasiva: Autoridades públicas o particulares;
c) la admisibilidad del amparo no exige el agotamiento de las vías administrativas;
d) La existencia de medios judiciales más idóneos descarta, en principio, la acción de amparo;
esta última regla cedería cuando la existencia y empleo de dichos remedios judiciales
impliquen demoras o ineficacias que neutralicen la garantía. Corresponde al amparista
demostrar la inoperancia de las otras vías judiciales;
e) Acción expedita y rápida: cuando no requiera de mayor sustanciación, debate o prueba,
plazos procesales más breves, reducción de medios de prueba, no excepciones previas, no
recusación sin causa, no alegatos, se apela y funda en el mismo momento y dentro de las
48 hs;
f) El Juez del Amparo podrá declarar la inconstitucionalidad de la norma en que se funde el
acto u omisión lesiva;
g) El plazo de caducidad de 15 días (art. 2 inc. e de la Ley 16986) ¿se mantiene? Ha sido
morigerado por la jurisprudencia, exigiéndoselo desde que el afectado tomó conocimiento
del acto. “No es de aplicación cuando se trata de agravios provenientes de conductas
lesivas continuadas en el tiempo” (Mosquera, 2003, Fallos, 326: 1007). Tampoco es
exigible en amparos colectivos;
h) Derecho tutelado por la Constitución Nacional, un tratado o una ley.

Características del acto lesivo

a) Hecho u omisión;
b) Lesión actual o inminente (cierta, no conjetural ni hipotética);
c) Arbitrariedad o ilegalidad manifiesta (desconocimiento grosero y patente del derecho
tutelado; es decir los casos en que su vulneración supere, claramente y sin necesidad de
mayor examen, lo meramente opinable en materia de interpretación de las normas
concretamente involucrada). Relación con las características de la acción expedita y rápida
sin mayor sustanciación y prueba.

Tipos de amparo

a) Clásico o individual:
- Legitimación activa: Titular de un derecho subjetivo.
- Tutela bienes jurídicos individuales
b) Colectivo
- Legitimación activa: a) El afectado; b) Defensor del Pueblo; c) Asociaciones que propendan
a esos fines registradas conforme a la ley.
- Tutela derechos de incidencia colectiva, que tienen por objeto bienes colectivos
(naturaleza indivisible).
- Tutela derechos de incidencia colectiva referentes a intereses pluriindividuales
homogéneos.

Caso SIRI

Admisibilidad del amparo contra actos de autoridad pública sin que pueda alegarse en contrario la
inexistencia de una ley que la reglamente.

“Basta esta comprobación inmediata para que la garantía constitucional invocada sea restablecida
por los jueces en su integridad, sin que pueda alegarse en contrario la inexistencia de una ley que
la reglamente: las garantías individuales existen y protegen a los individuos por el solo hecho de
estar consagradas por la Constitución e independientemente de las leyes reglamentarias, las
cuales sólo son requeridas para establecer "en qué caso y con qué justificativos podrá procederse
"a su allanamiento y ocupación", como dice el art. 18 de la Constitución a propósito de una de
ellas”. Con cita de Joaquín V. González: "No son, como puede creerse, las declaraciones, derechos
y garantías, simples fórmulas teóricas: cada uno de los artículos y cláusulas que las contienen
poseen fuerza obligatoria para los individuos, para las autoridades y para toda la Nación. Los
jueces deben aplicarla en la plenitud de su sentido, sin alterar o debilitar con vagas
interpretaciones o ambigüedades la expresa significación de su texto. Porque son la defensa
personal, el patrimonio inalterable que hace de cada hombre, ciudadano o no, un ser libre e
independiente dentro de la Nación Argentina".

“En consideración al carácter y jerarquía de los principios de la Carta fundamental relacionados


con los derechos individuales, esta Corte Suprema, en su actual composición y en la primera
oportunidad en que debe pronunciarse sobre el punto, se aparta así de la doctrina
tradicionalmente declarada por el tribunal en cuanto relegaba al trámite de los procedimientos
ordinarios, administrativos o judiciales la protección de las garantías no comprendidas
estrictamente en el hábeas corpus (Fallos, t. 168, p. 15; t. 169, p. 103 y los posteriores). Los
preceptos constitucionales tanto como la experiencia institucional del país reclaman de consumo
el goce y ejercicio pleno de las garantías individuales para la efectiva vigencia del Estado de
derecho e imponen a los jueces el deber de asegurarlas.”

Caso Kot

Amplía la tutela contra actos de particulares: “… si bien en el precedente citado la restricción


ilegítima provenía de la autoridad pública y no de actos de particulares, tal distinción no es
esencial a los fines de la protección constitucional. Admitido que existe una garantía tácita o
implícita que protege los diversos aspectos de la libertad individual (art. 33, Constitución
Nacional), ninguna reserva cabe establecer de modo que excluya en absoluto y a priori toda
restricción que emane de personas privadas.”

Ilegitimidad clara y manifiesta de una restricción a derechos esenciales: “Nada hay, ni en la letra ni
en el espíritu de la Constitución, que permita afirmar que la protección de los llamados "derechos
humanos" - porque son los derechos esenciales del hombre- esté circunscripta a los ataques que
provengan sólo de la autoridad. Nada hay, tampoco, que autorice la afirmación de que el ataque
ilegítimo, grave y manifiesto contra cualquiera de los derechos que integran la libertad, lato sensu,
carezca de la protección constitucional adecuada - que es, desde luego, la del "hábeas corpus" y la
del recurso de amparo, no la de los juicios ordinarios o la de los interdictos, con traslados, vistas,
ofrecimientos de prueba, etc.- por la sola circunstancia de que ese ataque emane de otros
particulares o de grupos organizados de individuos. Intentar construcciones excesivamente
técnicas para justificar este distingo, importa interpretar la Constitución de modo que aparezca
ella amparando realmente, no los derechos esenciales, sino las violaciones manifiestas de esos
derechos. Las circunstancias concretas de esta causa constituyen por sí solas un ejemplo
significativo.”

Daño grave, actual o inminente. Inoperancia de otras vías: “los jueces deben extremar la
ponderación y la prudencia - lo mismo que en muchas otras cuestiones propias de su alto
ministerio- a fin de no decidir, por el sumarísimo procedimiento de esta garantía constitucional,
cuestiones susceptibles de mayor debate y que corresponde resolver de acuerdo con los
procedimientos ordinarios.” Lo funda en el art. 33 CN.

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