Guia de Tbs3
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GUIA DE
TEOLO I. CRISTOLOGIA
GIA EL CONOCIMIENTO DE JESÚS
En su condición de líder espiritual del cristianismo, Jesús es el objeto de nuestro conocimiento y
también de nuestra fe. También produce conocimiento espiritual a través del Espíritu Santo que
BIBLICA habita en nosotros. Los cristianos creen de manera universal que Jesús está vivo en el presente y
que está en la presencia de Dios Padre en los cielos. Con todo, lo cierto es que esta convicción
es producto de lo que llamamos fe salvadora, por medio de la cual la persona tiene un encuentro
Y salvador con Jesucristo, y por medio del arrepentimiento y la fe, es regenerada, convirtiéndose
en una nueva criatura. Entonces, el conocimiento de Jesús como Salvador conduce, por medio
de la experiencia, a una comprensión espiritual de la existencia personal de Jesús en el presente.
ATICA La Cristología, está estrechamente ligada a la salvación y el reino de Dios que ha sido
profetizado. Desde el punto de vista exegético, la existencia de la salvación de Dios sobre la
tierra crea la necesidad de comprender a Aquél que la trajo, ya que la salvación es el punto de
III partida en el mensaje del Nuevo Testamento, por esto, se debe tomar la cruz de Cristo como el
elemento central de definición, porque, fue allí donde se realizó nuestra salvación. Por tanto, la
cruz define la relación orgánica que existe entre la doctrina de la salvación y la Cristología.
SEÑOR Y CRISTO
¿Qué tipo de Cristología tenemos en Hechos 2:22–36? Pedro comienza recordándoles a los judíos el poder para obrar milagros que
tenía Jesús, y que todos ellos conocían. Esto era importante. La observación de Pablo de que “los judíos piden señales, y los griegos
buscan sabiduría” (1 Corintios 1:22) es exacta para ambos pueblos. En este pasaje, Pedro comienza de inmediato a hablar acerca de la
muerte de Jesús: lo habían crucificado, pero Dios lo había levantado de entre los muertos. Pedro y muchos más eran testigos de este
hecho. Después, Pedro da una larga explicación sobre la resurrección, y algunos pasajes del Antiguo Testamento que la profetizaban.
Usando una hermenéutica responsable, prueba que el Salmo 16 no se puede aplicar solamente a David, sino que también se aplica con
toda certeza a Jesús (Hechos 2:29, 31).
A continuación, Pedro atestigua la veracidad de la ascensión, utilizando el Salmo 110:1 (véase Hechos 2:34–35): “Jehová dijo a mi
Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.” Esto explica satisfactoriamente al Señor
Jesucristo, quien estuvo aquí en la tierra, en la carne, y después ascendió a los cielos, donde recibió su posición presente.
Hechos 2:36 declara con claridad que debemos creer para poder recibir la salvación del Mesías de Dios. “Sepa, pues, ciertísimamente
toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.” Notemos la continuidad que se
expresa aquí. Este Jesús exaltado es el mismo Jesús que fue crucificado.
Los dos títulos de “Señor” y “Cristo” son los términos primarios en el sermón de Pedro el día de Pentecostés. Aquí, los lazos con el
ministerio terrenal de Jesús son significativos, porque el que Dios Padre haya hecho de Jesús Señor y Cristo es el sello máximo de
aprobación sobre su vida y ministerio: sus milagros, sus señales y prodigios, su enseñanza, su muerte y su resurrección.
SIERVO Y PROFETA
El contexto de Hechos 3:12–26 es la curación del hombre en la Puerta Hermosa. Con ocasión de este milagro, se reunió una multitud y
Pedro le predicó. Comenzó con el hecho de que Dios había glorificado a “su siervo Jesús” (v. 13) después que los judíos de Jerusalén
lo mataran. Habían matado a Jesús, a pesar de que Él es el “Autor de la vida” (v. 15) ¡Qué paradoja! ¿Cómo se puede matar al Autor
de la vida?
“Siervo” (v. 13) es otro título importante de Jesús. Algunas versiones de la Biblia traducen “siervo” (gr. páis) en este pasaje como
“hijo”, “niño”. Páis puede significar “hijo”, pero no se debería traducir así en Hechos 3 y 4. El Jesús niño no fue el que murió en la
cruz; fue el Jesús hombre, llevando sobre sí los pecados del mundo.
Aquí, el contexto exige el significado de “siervo”, puesto que en Hechos 3 comienza a surgir una Cristología del siervo. Observemos
cómo, a partir del versículo 18, las profecías del Antiguo Testamento reivindican para Jesús el título de Mesías de maneras que para
los judíos era muy inesperado. Los judíos esperaban que el Cristo reinase, no que sufriese.
Pedro les recuerda a sus oyentes el pacto con Abraham, que es muy importante para entender a Cristo. “Vosotros sois los hijos de los
profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la
tierra.” (Hechos 3:25) A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada
uno se convierta de su maldad.” Está claro que Jesús trae ahora la bendición prometida, y es el cumplimiento del pacto con Abraham,
y no simplemente el cumplimiento de la ley dada a través de Moisés.
VERBO
Juan 1:1 presenta a Cristo por medio del término logos. Este vocablo griego (traducido Verbo en la RV, del latín verbum; significa
“palabra”, “afirmación”, “mensaje”, “declaración” o “el acto de hablar”. en Juan 1, logos tiene un significado especializado; es
descrito como una hipóstasis (Hebreos 1:3): una existencia personal y distinta de un ser real y verdadero. Juan 1:1 indica que las
afirmaciones “el Verbo era con Dios” y “el Verbo era Dios” son ambas verdaderas al mismo tiempo. Esto significa que nunca ha
habido una época en que el Verbo no haya co-existido junto con el Padre.
Vemos también que es en el Verbo donde se halla la vida. Juan 1:4 dice: “En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.”
Puesto que es en Jesús donde está localizada la vida, Él es el único lugar donde es posible obtenerla. Aquí se está describiendo una
cualidad particular de vida: la vida eterna. Esta vida, Dios nos la ha hecho disponible con su poder dador de vida, a través de la
Palabra viva. Solamente tenemos vida eterna cuando la vida de Cristo está en nosotros.
En Juan 1:5 se indica que el mundo no comprendería al Verbo: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron
contra ella.” El pasaje sigue diciendo que Juan el Bautista vino como testigo a favor de esa Luz. “Aquella luz verdadera, que alumbra
a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció” (Juan 1:9–10).
Queremos centrar nuestra atención en este punto. El Creador del mundo, la Segunda Persona de la Trinidad, Dios Hijo, estuvo aquí en
el mundo, pero el mundo no lo reconoció. El versículo siguiente dice algo más concreto: “A lo suyo vino [a su propio lugar, a la tierra
que Él había creado], y los suyos [Israel, su propio pueblo] no le recibieron” (v. 11).
Los herederos del pacto, los descendientes físicos de Abraham, no lo recibieron. Aquí vemos un tema muy prominente que va
apareciendo a lo largo del Evangelio según San Juan: el rechazo de Jesús. Cuando Jesús predicaba, algunos judíos se burlaban.
Cuando Él dijo: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó”, los judíos le respondieron en su
incredulidad: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” Entonces Jesús declaró: “Antes que Abraham fuese, yo soy”
(Juan 8:56–58). El tiempo presente de indicativo del verbo ser (gr. eimí) indica un ser ininterrumpido. Antes que Abraham fuera, el
Hijo es.
Aunque muchos rechazaron el mensaje, algunos nacieron de Dios. En Juan 1:12 leemos: “Mas a todos los que le recibieron, a los que
creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.” Juan insiste aquí en que había venido el mensaje espiritual, el
evangelio poderoso, y ciertas personas habían recibido a Jesús, el Verbo. Recibirlo significa recibir el derecho o la autoridad para
convertirse en hijos de Dios. Algunos de aquéllos que le recibieron eran judíos; otros eran gentiles. Jesús destruyó el muro de división
y puso la salvación a disposición de todos los que quisieran acercarse y recibirlo por fe (1:13). La verdad esencial acerca del Verbo, a
quien se describe aquí, se halla en Juan 1:14: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros.”
Vemos aquí que se lleva el término logos (traducido “Verbo”) hasta servir para describir a Jesucristo, pero que la realidad de su
persona es superior a lo que el significado secular del concepto es capaz de soportar. Para los griegos antiguos y su mundo filosófico,
un logos humanado sería algo imposible. Sin embargo, para aquéllos que decidan creer en el Hijo de Dios, el logos humanado es la
clave para entender la encarnación. De hecho, esto es exactamente lo que significa la encarnación: el Logos preexistente tomó carne
humana y caminó entre nosotros.
HIJO DEL HOMBRE
De todos sus títulos, el de “Hijo del Hombre” es el que Jesús prefería emplear al hablar de sí mismo. La expresión “Hijo del hombre”
tiene dos significados principales. El primer significado es el de que es un ser humano. En ese sentido, todos somos hijos del hombre.
Ese significado llegó hasta la época de Jesús, al menos desde tiempos tan antiguos como los del libro de Ezequiel, donde se emplea la
fraseología ben Adam, con un Significado prácticamente idéntico. De hecho, esta frase puede funcionar como sinónimo para el
pronombre personal de primera persona singular, “yo” (véase Mateo 16:13).
Aunque el título “Hijo del Hombre” tenga dos definiciones principales, tiene tres aplicaciones contextuales posibles en el Nuevo
Testamento. La primera de estas aplicaciones es el Hijo del Hombre en su ministerio terreno. La segunda aplicación se refiere a su
sufrimiento futuro (por ejemplo, Marcos 8:31). Esto le daba un significado nuevo a una terminología ya existente dentro del judaísmo.
La tercera aplicación es el Hijo del Hombre en su gloria futura (véase Marcos 13:24.)
Esta divisibilidad es exclusiva. Jesús vino a la tierra, se aplicó a sí mismo el título de Hijo del Hombre, y después hizo cosas como
sanar al paralítico, y habló de su sufrimiento futuro y de su muerte. Esta comprensión del Hijo del Hombre está separada de su venida
en poder, gloria y dominio para juzgar a los pecadores y tomar dominio sobre todo.
MESÍAS
El título de “mesías” se halla en el centro mismo de la comprensión del Nuevo Testamento acerca de Jesús, y se ha convertido en un
nombre para designarlo a Él
El término griego Jristós, “Ungido”, traduce el hebreo mashíaj, que ha pasado a las versiones modernas de la Biblia como “Mesías” o,
más frecuentemente, “Cristo”. A partir de su significado básico de ungir con aceite de oliva, se refería a la unción de los reyes,
sacerdotes y profetas para el ministerio al que Dios los había llamado. Posteriormente, su significado se concretó a un descendiente de
David del que se esperaba que reinara sobre los judíos y les daría la victoria sobre los gentiles, que eran sus opresores. Para muchos
judíos, Jesús no era el tipo de Mesías que deseaban.
Esta manera de ver el término es evidente también en la forma en que Jesús se enfrenta a los demonios. Lucas 4:41 dice: “También
salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque
sabían que él era el Cristo.” Jesús no estaba dispuesto a dejarse arrastrar a un tipo de reinado mesiánico que evitara la cruz.
En Mateo 26:63 se ve una renuencia aún mayor, porque el sumo sacerdote terminó por obligar a Jesús bajo juramento. Por
consiguiente, Él no pudo seguir callado. “Jesús le dijo: Tú lo has dicho” (26:64). No estaba alardeando acerca de ser el Mesías, o de
querer que se le reconociera como tal. Sencillamente, Jesús es el Mesías.
II. SOTERIOLOGÍA
La Doctrina De La Salvación
La palabra “soteriología” se deriva de dos palabras griegas, sotería y logos. La primera significa “salvación”, y la última palabra,
“disertación, o doctrina.” Habiendo tratado con la doctrina de la teología, donde fue enfatizada la santidad de Dios, y habiendo visto el
fracaso y pecado de la humanidad en el estudio de Antropología y Hamarteología, nos es traída a conciencia la extrema necesidad de
un plan de salvación suficiente para cerrar la vasta brecha entre estos dos extremos infinitos, la pecaminosidad del hombre y la
santidad de Dios.
Esta es la razón para la encarnación de la segunda persona de la deidad; para ser un mediador era necesario ser Dios, para representar
a la humanidad era necesario ser un hombre. La pena por los pecados de la humanidad, era la muerte la cual era necesaria para
satisfacer las demandas de un Dios tres veces Santo. Pero a causa de que Dios ni el espíritu pueden morir, Él debía tener un cuerpo.
(Jn. 1:14).
El Cristianismo es diferente a toda otra religión en el sentido de que se asigna a la muerte de su fundador. Toda otra religión basa su
demanda en la grandeza de la vida y enseñanza de aquellos que las fundaron, mientras que el evangelio de Jesucristo está centrado
alrededor de la persona de Jesucristo, incluyendo especialmente su muerte en el Calvario. Solo en Cristo obtenemos la redención de
nuestros pecados, y esto es logrado a través de la muerte sustituyente del mismo hijo de Dios.
Relación con la encarnación. Este tema ha sido tratado bajo la sección de teología que habla de Jesucristo. (I Jn. 3:5). Cristo vino a
este mundo con el único propósito de darse a sí mismo como rescate por nuestros pecados. (Mt. 20:28). (Heb. 9:26).
Es una de las dos verdades fundamentales del evangelio. Note como Pablo enfatiza la muerte, la sepultura, y la resurrección de Cristo
como constituyentes del evangelio. (I Cor. 15:1–4). El evangelio es las “buenas nuevas” de salvación, el perdón de pecados a través de
la muerte, sepultura y resurrección de Jesucristo.
La única base sobre la cual un Dios santo podía perdonar el pecado era que su hijo llevara la pena de la culpa del pecador. Él no puede
perdonar solamente con base en el arrepentimiento del pecador. Sólo puede ser porque la pena ha sido completamente pagada.
Es vicaria (una sustitución). La palabra vicaria quiere decir “un sustituto, uno que toma el lugar de otro y actúa en su lugar .” (Is. 53:6).
(II Cor. 5:21). (I P. 2:14).
Es una expiación. La palabra “expiación” es utilizada en forma “general y particular”. En la forma que es utilizada popularmente, se
refiere a la provisión entera de salvación que Dios hizo para los pecadores por medio del sacrificio de nuestro Señor Jesucristo. Este es
el significado utilizado generalmente. Sin embargo, la palabra tiene un significado específico en la escritura. Literalmente significa
“un cubrimiento.” (Jn. 3:16; Rom. 10:9)
Es una propiciación. La palabra “propiciación” propiamente significa el desecho de la ira de Dios por un sacrificio. Por lo tanto
significa aplacamiento. Esta palabra también es mencionada un número de veces en el Nuevo Testamento: Romanos 3:24,25; 1 Jn. 2:2
Es una reconciliación. La necesidad de reconciliación es por la enemistad entre Dios y el hombre traída por el pecado del hombre. Por
medio del sacrificio de Jesucristo, esta condición de enemistad es cambiada a una de paz y comunión. Esta es una de las bendiciones
más grandes de la salvación personal. De nuevo, esta nueva relación magnifica la gracia de Dios, porque ningún hombre puede
reconciliarse con Dios. Dios mismo obró esta reconciliación para nosotros por medio de Cristo. Fuimos reconciliados con Dios por
medio de la muerte de su Hijo. (Rom. 5:10). Colosenses 1:21
Es un rescate o una redención. La palabra “redención” significa una soltura o liberación de la cautividad, esclavitud o muerte por la
paga de un precio, llamado rescate. De ahí que la palabra tenga doble significado. Significa la paga de un precio, al igual que la
liberación del cautivo. La liberación que obtuvo Jesús se llama redención (Heb. 9:12).
B. LA RESURRECCION DE JESUCRISTO.
1. Es El Fundamento Sobre El Cual La Iglesia Fue Edificada.
Los apóstoles le dieron el lugar de mayor importancia. En el famoso pasaje de I Corintios capítulo quince, versículos 13–19, se
encuentra “una de las más poderosas suposiciones negativas que pueden ser hechas en conexión con la fe cristiana.” Pablo enuncia
cuatro hechos negativos que, si fueran ciertos, despojarían al evangelio de todo su poder y bendición.
Nuestra predicación sería vana. “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación” (Vs 14). Nuestro evangelio sería
vaciado de su poder. Si Jesús no hubiera ganado la victoria en el calvario, como es evidenciando por su resurrección sobre la muerte,
el infierno, y la tumba todavía seríamos víctimas. Para dar efectividad al evangelio era necesaria la victoria de la tumba abierta y el
poder del Señor resucitado.
La fe sería vana. “vana es también vuestra fe” (Vs 14). Todo lo que ha sido aceptado por fe como un regalo gratuito de Dios, por
medio de Jesucristo; filiación divina, vida eterna, justificación, santificación, glorificación, y un hogar en el cielo, realmente no lo
recibimos. Si Cristo no hubiera resucitado éstos no serían nuestros. Pablo repite lo mismo en el versículo diecisiete. La fe es siempre
impotente a menos que su objeto le dé poder.
Los apóstoles serían testigos falsos. “Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a
Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan” (Vs 15). Un requisito esencial para el apostolado era que él fuera
testigo de la resurrección de Cristo. (Hch. 1:21, 22). Al elegir un sucesor para Judas, uno de los prerrequisitos era que él fuera testigo
de la resurrección de Cristo. Estos hombres eran falsos testigos si Cristo no hubiera resucitado.
Los creyentes estarían todavía en sus pecados. “Aún estáis en vuestro pecado.” (Vs 17). “Y en ningún otro hay salvación; porque no
hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hch. 4:12). “Llamarás su nombre Jesús, porque él
salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt. 1:21). Si Cristo no hubiera resucitado, no poseería más eficacia salvadora que la de cualquier
otro carácter histórico. Era necesaria la resurrección de Jesucristo para mostrar el valor justificativo de su muerte.
Por su propio poder. “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí
mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Jn. 10:17, 18). Cuando Él habla de su propio cuerpo
bajo la imagen de un templo, representa la restauración como su propia obra: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré” (Jn.
2:19). Esto no significa que Jesús actuó separadamente del Padre, pero sí muestra que en este gran milagro Él no fue pasivo.
Por el Poder del Espíritu Santo. “Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a
Dios siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu” (I P. 3:18). “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los
muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su
Espíritu que mora en vosotros” (Rom. 8:11).
b. Fue una resurrección única. Se registran ocho incidentes del levantamiento de cuerpos humanos en las escrituras: el hijo de la
viuda de Sarepta (I R. 17:17–24); el hijo de la mujer sunamita (II R. 4:17–27); el hombre sobre el cual cayó el cuerpo muerto de
Eliseo (II R. 13:21); la hija de Jairo (Mr. 5:22–43); el joven de Naín (Lc. 7:11–17); Lázaro (Jn. 11); Tabita (Hch. 9:36–43); Y Eutico
(Hch. 20:7–12).
Tenemos toda razón para creer que éstos no fueron resucitados en un cuerpo inmortal, sino que murieron nuevamente. La resurrección
de Jesús fue más que una revocación de su muerte. Primera de Timoteo 6:17 nos dice que sólo Él “tiene inmortalidad.” Pablo declara:
(Rom. 6:9, 10). Jesús dijo, (Ap. 1:18).
2. Su Exaltación.
Por exaltación de Cristo nos referimos al Padre dándole al Hijo levantado y ascendido el lugar de honor y poder a su diestra. Esta
verdad se enseña en muchos lugares en el Nuevo Testamento.
Por Lucas: “Así que, exaltado por la diestra de Dios” (Hch. 2:33); “A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador”
(Hch. 5:31)
Por Pedro: “Quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (I P. 3:22).
Por Pablo: “Cristo es el que murió, más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios” (Rom. 8:34); “la cual
operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales” (Ef. 1:20); “Si, pues, habéis
resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Col. 3:1); “Pero Cristo, habiendo
ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios” (Heb. 10:12).
La elección, siendo enteramente una doctrina de la soberanía de Dios, debe ser seguida de aquellos pasos de la experiencia personal de
salvación requeridos para el pecador: estos son el arrepentimiento y la fe.
B. ARREPENTIMIENTO.
El arrepentimiento tiene que ver con apartarse del pecado, y desafortunadamente la pecaminosidad del pecado es algo rara vez
enfatizado en nuestro día. Es dudosa que una persona sea nacida de nuevo si no ha entendido enteramente que el asunto de su pecado
ha sido tratado por el Señor Jesucristo. A algunos se les está pidiendo venir a Cristo simplemente basándose en las bendiciones a ser
recibidas y el gozo a ser experimentado.
1. Definición.
El significado raíz de “arrepentimiento” es un cambio de mentalidad o propósito. Es un “cambio sincero y cabal de la mentalidad y
disposición en cuanto al pecado.” Involucra un cambio de perspectiva, un cambio de sentimiento, y un cambio de propósito. De aquí
podemos decir que contiene tres elementos: el intelectual, el emocional y el voluntario.
1.1. El Elemento Intelectual. Esto involucra un cambio de perspectiva. Es un cambio de perspectiva en cuanto al pecado, a Dios, y a
uno mismo. El pecado viene a ser reconocido no simplemente como una debilidad, un acontecimiento desafortunado, o un error, sino
como una culpa personal: “Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí” (Sal. 51:3); “porque por
medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Rom. 3:20). “Más el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al Cielo,
sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, se propició a mí, pecador” Lucas 18:13
1.2. El Elemento Emocional. El arrepentimiento a menudo ha sido definido como “una angustia según Dios por el pecado.”
Escribiendo su segunda carta a los Corintios Pablo dijo: “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis
contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por nuestra parte.
Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del
mundo produce muerte” (II Cor. 7:9, 10).
1.3. El Elemento Voluntario. Billy Sunday solía decir, “La religión no es para el uso del pañuelo, sino para su vértebra dorsal.” Debe
existir el ejercicio de la voluntad de arrepentimiento para ser verdaderamente efectivo. Esto significa una vuelta interna del pecado y
una vuelta de corazón sincero a Cristo para perdón. Una de las palabras utilizadas para “arrepentimiento” significa “cambiar de
dirección”
C. FE.
El segundo elemento esencial, junto con el arrepentimiento, que es necesario para recibir la salvación, es la fe. Es cuestionable cuál de
éstos precede al otro en punto de experiencia. Es dudable que una persona pueda verdaderamente arrepentirse si no cree; y es
cuestionable que uno pueda verdaderamente creer para salvación sin un sincero arrepentimiento del pecado. Juan Calvino dijo una
vez, “Cuando Juan Pérez entra por una puerta, ¿quién entra primero, Juan o Pérez?” De la misma forma es difícil estar seguro cuál
viene primero, el arrepentimiento o la fe. Sabemos que los dos son necesarios.
1. La Importancia De La Fe.
Probablemente no es posible exagerar la importancia de la fe en la vida cristiana. La fe es la única avenida de acercamiento a Dios.
“Porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le ahí, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6).
2. El Significado De La Fe.
Muchos eruditos bíblicos creen que la Biblia no da una verdadera definición de la fe. Está acordado, sin embargo, que Hebreos 11:1 es
probablemente la más cercana a tal definición: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” El
valor de este versículo como una definición de fe es más obvio cuando examinamos de cerca el uso de varias palabras. Se dice que la
fe es la “certeza.” “Certeza” viene de una palabra que literalmente significa “Fundamento” o aquello que sostiene nuestra esperanza.
“Fundamento” habla de esa relación de pacto de amor mutuo entre el Señor y el creyente que es nuestra base de esperanza.
3.1. El Elemento Intelectual. La fe no es un salto ciego a la oscuridad. Ha sido erróneamente llamada “Un paso a la oscuridad que
lleva a la luz.” Al contrario, la fe es caminar en la luz—la Luz de la Palabra de Dios. Un hombre podría estar al borde de un precipicio
y un solo paso lo lanzaría a su perdición. La fe debe estar basada en el conocimiento. Nadie puede creer en algo de lo que no tiene
conocimiento. Uno no puede creer en algo que es completamente desconocido. Creer algo sin conocimiento es imposible.
3.2. El Elemento Emocional. Este elemento es visto a veces en el gozo que acompaña a la primera vez en que nos damos cuenta de la
bondad de Dios en proveer para nuestras necesidades. Está ilustrado por la experiencia de Israel, como es descrito en el Salmo 106:12:
“Entonces creyeron a sus palabras y cantaron su alabanza.” El Dr. A.T. Pierson ha dicho: “Aquí está el orden: el hecho guía. La fe
pone su ojo sobre el hecho. El sentimiento con su ojo puesto sobre la fe trae el final. Todo irá bien mientras este orden sea observado.
Pero el momento en que la fe da su espalda al hecho y mira al sentimiento la procesión tambalea.”
3.3. El Elemento Voluntario. Después de saber lo que Cristo ha prometido, y después de aceptar la verdad de esa promesa, entonces
la Fe se extiende y se apropia de lo provisto. El conocimiento en sí no es suficiente. Un hombre puede tener el conocimiento de que
Cristo es divino y aún rechazarlo como Salvador. El conocimiento afirma la realidad de estas cosas, pero ni lo acepta ni lo rechaza. El
aceptar no es suficiente. Hay un asentimiento de la mente que no expresa una rendición del corazón, y es “con el corazón se cree para
justicia” (Rom. 10:10). La verdadera fe está en la jurisdicción de la voluntad. La fe apropia. La fe toma. La fe siempre tiene en ella la
idea de acción. “La fe sabe caminar.” Es el alma saltando para abrazar la promesa. “Plenamente convencido de que era también
poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Rom. 4:21).
D. JUSTIFICACION.
La justificación ha sido definida como “El acto de Dios por el cual declara justo a aquel que cree en Cristo.” Observe que no es que el
pecador sea justo, sino que es declarado justo basándose en su fe en el sacrificio del Señor Jesucristo. “Creyó Abraham a Dios, y le fue
contado por justicia” (Rom. 4:3). La justificación, es más que el perdón o dispensación de pecados, es más que el remuevo de la culpa
y la condenación. La justificación libera al pecador de la ira, como también lo acepta como justo ante los ojos de Dios. Al justificar al
pecador, Dios lo pone en la posición de un hombre justo. Es como si nunca hubiera pecado.
E. REGENERACION.
Es de suma importancia conocer el significado las palabras de Jesús a Nicodemo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere
de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3). La historia de la iglesia refleja una tendencia de que las organizaciones religiosas,
una vez aquietado el avivamiento inicial, consideran que la conversión es un acto ceremonial de la iglesia, o un acto voluntario y
humano, en vez de un acto sobrenatural del Espíritu Santo. Sin tomar la importancia de lo que es “nacer de nuevo.”
La palabra traducida “de nuevo” en el versículo anteriormente mencionado (la palabra griega es ánothen), a menudo significa “de
arriba”, así que muchos prefieren traducir la idea, “El que no naciere de arriba, no puede ver el reino de Dios.” Jn 1:13 (criatura/hijo)
explicar
F. ADOPCION.
La adopción, como doctrina, es una fase de nuestra salvación que rara vez se enfatiza. Sin embargo, es una gran verdad de la que todo
creyente debería darse cuenta y debería apropiarse. Existe en las Escrituras tres citas se refieren a la vida del cristiano: (Gál. 4:4, 5)
(Ef. 1:5). (Rom. 8:15)
G. SANTIFICACION.
La doctrina de la santificación es de gran importancia porque tiene que ver con la vida diaria del cristiano. Por lo tanto, es una
consideración sumamente práctica. Una amplia variedad de enseñanzas han sido proclamadas bajo este encabezamiento. Es bueno
mantenerse muy cerca de las enseñanzas explícitas de la escritura a fin de no ser llevado a nociones falsas de este gran tema.
Necesitamos conocer los beneficios completos que están disponibles para nosotros mediante esta provisión.
III. ESCATOLOGÍA
CONCEPTO DE ESCATOLOGÍA: Según el diccionario es el conjunto de creencias y doctrinas referente a la vida de Ultratumba.
Esta palabra se deriva de dos palabras griegas:
Eskaton: Ultimo
Logos: Palabra o discurso
Teológicamente esta palabra significa: “El discurso de las Ultimas cosas o finales como, la muerte, el Juicio, la profecía, y el
destino final del alma”. La opinión de los Teólogos: Afirman que la Escatología es una interpretación de la historia tal como se ve
desde su fin o su meta.
FUNCIÓN DE LA ESCATOLOGÍA: Es la de resaltar los hechos más importantes desde la fundación del mundo hasta el Estado
Eterno.
ESCATOLOGICO Aquí Dios es visto como comienzo de la historia; dentro de ella y moviéndola hacia su meta.
Bíblicamente hablando, de acuerdo con lo descrito en el evangelio de Juan 3:16-19, la escatología consta de dos partes:
*parte positiva: Juan 3:16,17
*parte negativa: Juan 3:18,19
ESCATOLOGIA REALIZADA: Se entiende como los puntos proféticos que en sus tiempos fueron futuros, pero al pasar el tiempo
ya se han cumplido.
ESCATOLOGIA NO REALIZADA: Es la parte de la Escatología que aún está por cumplirse.
Ejemplo: Lo descrito en el capítulo 9 de Daniel (versículos 20-27), viene a ser la columna vertebral de la creencia Escatológica.
“Estas setenta semanas están determinadas para acabar con el pecado”; cada semana consta de 7 años, por esto; las primeras 7
semanas son 49 años, y las sesenta y dos semanas (62) son 434 años los cuales ya pasaron y por esto se le conoce como “escatología
realizada” mientras que la última semana la cual consta de 7 años, todavía está en el futuro y por lo tanto se le conoce como
“escatología no realizada”
LA MUERTE
La Biblia contiene algunas indicaciones instructivas respecto a la naturaleza de la muerte física. Habla de ella de varias maneras. En
Mat. 10: 28; Lc. 12; 4, se habla de la muerte del cuerpo, para distinguida de la del alma (psuche). Aquí se considera al cuerpo como un
organismo que tiene vida, y la psuche es con toda evidencia el pneuma del hombre, el elemento espiritual que constituye la vida
natural humana.
Este concepto de la muerte natural también rige el lenguaje de Pedro en su Epístola, 3: 14-18. En otros pasajes está descrito como la
terminación de la psuche, es decir, de la vida o la existencia animal, o como la pérdida de ésta, Mat. 2: 20; Marc. 3: 4; Lc. 6:.9; 14:,26;
Juan 12: 25; 13: 37, 38; Hech. 15: 26; 20: 24 y otros pasajes y por último, también se le explica como una separación del cuerpo y del
alma, Eclesiastés. 12: 7 (compárese Gn. 2: 7); la muerte es el resultado del pecado (Romanos 5:12; 6:23), y el diablo, en esta época en
esta tierra caída, él tiene poder sobre la muerte.
Las escrituras hablan de tres clases de muerte: Muerte física, muerte espiritual y muerte segunda o muerte eterna.
LA MUERTE FÍSICA es cuando se separa el alma del cuerpo y constituye la transición del mundo visible al invisible.
Para el creyente, marca su entrada al paraíso y a la presencia de Cristo Jesús (II Cor. 5:1–8; Fil. 1:23); para el incrédulo, la muerte es
su entrada al Hades (Lc. 16:22, 23; Mt. 10:28; Ap. 20:13). La muerte física no es el final de la existencia, sino solamente un cambio en
el estado de existencia.
Para el creyente, la muerte física es el efecto final del pecado y el último efecto del pecado a ser cancelado por la obra redentora de
Cristo (Rom. 5:12–15; I Cor. 15:26). Aunque todos los hombres mueren físicamente, para el creyente la muerte y resurrección de
Cristo le robó a la muerte su aguijón (I Cor. 15:54–57; II Ti. 1:10; Heb. 2:9, 14–15; 9:15), y más aún, el creyente puede
triunfantemente declarar que para él “el morir es ganancia” (Fil. 1:21).
LA MUERTE ESPIRITUAL es la separación de Dios, tanto en este mundo como en el mundo venidero. Por ejemplo: Adán “murió”
como resultado de su desobediencia de acuerdo con la advertencia de Dios: “… “porque el día que tu comas, ese día morirás” (Gn.
2:17) Sin embargo, su muerte (excluido del jardín) no consistió en su muerte física inmediata, pese a que su estado de mortalidad
comenzó, su muerte fue muerte espiritual.
Cuando Jesús dijo “deja que los muertos entierren a los muertos” (Mt. 8:22), quiso decir, “deja que los espiritualmente muertos
entierren a los físicamente muertos;” Por espiritualmente muerto hizo referencia a aquellos separados de Dios por la incredulidad.
Pablo, escribiendo a los efesios, dijo: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Ef. 2:1).
Anteriormente, como pecadores, ellos existían en la “muerte” espiritual; mas cuando vinieron a conocer a Cristo, fueron hechos vivos.
Cuando uno viene a la comunión con Dios por medio de la fe en Cristo, pasa de “muerte a vida” (I Jn. 3:14).
En el juicio final de los incrédulos ante “El Gran Trono Blanco”, el cual toma lugar después de los mil años (milenio), los muertos
malvados todavía existirán y estarán ante Dios en juicio; y aunque podrán estar en juicio, su estado se llama de “muerte” porque están
separados de Dios (Ap. 20:13–15). (Vea también Ap. 3:1; I Ti. 5:6).
LA MUERTE ETERNA Cuando aquellos que están “muertos en delitos y pecados” mueren físicamente y no se arrepienten, entran al
estado de muerte eterna. Santiago se refiere a esta muerte, explicando cómo puede ser prevenida: “ Sepa que el que haga volver al
pecador del error de su camino, salvara de muerte un alma…” (Stg. 5:20).
Claramente, la muerte eterna no es el fin de la existencia; es un castigo eterno. Pablo advierte de esta eventualidad en II
Tesalonicenses: “Cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar
retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna
perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder… (II Tesalonicenses. 1:7–9)
En el juicio del “gran trono blanco” todos los muertos malvados serán echados en el lago de fuego lo cual es llamado la “muerte
segunda” (Ap. 20:13–15). La muerte eterna es descrita en la escritura como el fuego eterno (Judas. 7; Mt. 18:8; 25:41); el castigo
eterno (Mt. 25:46); el juicio eterno (Heb. 6:2); y la eterna perdición (II Tesalonicenses. 1:9).
EL ESTADO INTERMEDIO
Es el estado del alma entre la muerte física y la resurrección. Para el creyente, la resurrección ocurrirá con la venida de Cristo; para el
incrédulo, no ocurrirá hasta después del milenio en el juicio final.
A. De Los Malvados Cuando los incrédulos mueren van de inmediato al Hades que es la morada de los muertos malvados. (Lc.
16:22,23). Antes de Cristo, los justos y los malvados iban al Seol el cual tenía dos compartimentos separados por una sima impasable
(Lc. 16:22–31; Gn. 37:35; Dt. 32:22; Ez. 32:23, 24). En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea Seol es traducida variadamente
“infierno” y “sepulcro.” En el Nuevo Testamento, la “parte más baja del Seol” se llama en griego el Hades. Esto viene de la versión de
“la septuaginta” donde la palabra hebrea Seol es traducida por la palabra griega Hades. La palabra hebrea para el estado final de
perdición o “lago de fuego” era gehenna, traducida correctamente como “infierno” (Mr. 9:43). (El nombre gehenna era un término
figurativo tomado de los fuegos perpetuos que quemaban los desechos en el Valle de Hinnom cerca de Jerusalén.)
Los malvados están en el Hades, esperando la resurrección de juicio. El Hades es, sin embargo, un lugar de sufrimiento como se ve en
la narración del hombre rico y Lázaro (Lc. 16:23; I P. 3:19).
B. De Los Justos. El estado intermedio de los justos se llama “paraíso.” Jesús le dijo al ladrón agonizante, “… hoy estarás conmigo en
el paraíso” (Lc. 23:43). Después de la resurrección de Jesús, la morada de los justos fue transferida del Seol al paraíso. Jesús
personalmente descendió al Seol para llevar “cautiva la cautividad” (Ef. 4:8). Él estuvo “en el corazón de la tierra tres días y tres
noches” (Mt. 12:40) aparentemente el Seol se encontraba en el corazón de la tierra). Ef. 4:9, 10; Núm. 16:33). Jesús no solo fue a la
morada de los malvados en el Seol o el Hades, sino también a la parte conocida como el “Seno de Abraham.” Sacó del Seol a los
justos, llevándoselos con Él al paraíso. (Sal. 16:10; Hch. 2:27.).
Cuando los justos mueren van inmediatamente a estar en la presencia de Cristo Jesús. Pablo habló de “ teniendo deseo de partir y estar
con Cristo, lo cual es muchísimo mejor” (Fil. 1:23). Está confirmado por sus inspiradas palabras a los corintios, que Pablo esperaba en
su muerte ir de inmediato a la presencia del Señor: “Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al
Señor” (II Cor. 5:8).
Cuando Lázaro murió, fue inmediatamente al “Seno de Abraham”, el cual era el nombre que los judíos daban a la morada de los fieles
que habían partido. Lázaro estaba consciente y “consolado.” El hombre rico quería que Abraham enviara a Lázaro a testificar a sus
hermanos vivos, mostrando que “ambos estaban en un estado de actividad consciente.”
Quizá ningún pensamiento es más confortante a los creyentes que saber que al morir irán a estar con Jesús. El apóstol habló las
siguientes palabras de esperanza: “Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor
Jesucristo, que murió por nosotros para que vivamos juntamente con él. Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros” (I
Tesalonicenses. 5:9–11).
1. Purgatorio
La iglesia Católica Romana y Griega Ortodoxa enseñan que aquellos miembros que han vivido vidas imperfectas deben pasar algún
tiempo en “el purgatorio” a fin que sus pecados e imperfecciones puedan ser purgados. Dependiendo de la seriedad de sus ofensas, la
longitud de tiempo a pasar en el purgatorio puede durar algunas horas o siglos, determinado solamente por el juicio final.
Según la iglesia católica, el tiempo en el purgatorio puede ser acortado por regalos o servicios rendidos a la iglesia o por oraciones o
misas patrocinadas por familiares. La doctrina está basada en un pasaje tomado de los apócrifos, hallado en II Macabeos 12:41–43.
Los libros apócrifos no son una parte del canon de la escritura.
Están incluidos en las Biblias católicas, quizás por su apoyo a doctrinas no respaldadas por las escrituras canónicas. Ninguna
referencia en la escritura con respecto al estado intermedio hace alguna referencia a los sufrimientos purgatorios. Además, el concepto
de purgatorio viola la clara enseñanza de la escritura de la suficiencia de la sangre de Cristo para limpiar el pecado, y de salvación
mediante la fe (Heb. 10:10–23; Ef. 2:8–10; Rom. 3:24–28; 5:1, 2, 9, 10; 8:1, 31–39; 10:8–11; I Juan. 2:1, 2; 3:1, 2).
W. E. Vine explica: El uso metafórico de la palabra “dormir” es apropiado, por la similitud en apariencia de un cuerpo dormido y un
cuerpo muerto; descanso y paz normalmente caracterizan a ambos. El objeto de la metáfora es sugerir que, al igual que el que duerme
no cesa de existir mientras su cuerpo duerme, así también la persona muerta continúa existiendo a pesar de su ausencia en la región en
la cual aquellos que quedan pueden comunicarse con él.
Además, la narración dada por Jesús del estado del hombre rico y Lázaro inmediatamente después de la muerte demuestra claramente
que sus almas no estaban durmiendo en inconsciencia (Lc. 16:22–31) incluyo a este argumento, el acontecimiento descrito en
apocalipsis 6:15 en (el quinto sello). La declaración de Pablo a los filipenses: “… teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual
es muchísimo mejor…” (1:23).
2.2. El Espíritu Puede Funcionar Fuera Del Cuerpo. Es hecho claro por el tratado de Pablo sobre “la muerte” en II
Corintios, que el espíritu puede funcionar fuera del cuerpo:
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entretanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor (porque por fe
andamos, no por vista); pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos
también, o ausentes o presentes, serle agradables (II Cor. 5:6–9).
Él declara que estar “presentes al Señor”, significa ausencia del cuerpo. Además, lo que el apóstol procuraba era serle agradable al
Señor, presente o ausente del cuerpo. Si estar ausente del cuerpo significara “sueño del alma”, ¿por qué debería preocuparse de serle
agradable al Señor después de la muerte? Uno que duerme difícilmente podría serle desagradable. Si Pablo esperaba dormir después
de la muerte, su ambición de agradarle hubiera sido aplicada solamente a la existencia antes de la muerte. Ya que esperaba estar
consciente después de la muerte, esperaba agradar al Señor adorándole (Ap. 7:9, 10; Heb. 12:23; Ap. 6:9– 11; Ecl. 12:7.)
2.3. El juicio del creyente. Respondiendo a la suposición que dice que los hombres deben esperar el juicio antes de disfrutar
gozo o sufrir castigo, Louis Berkhof comenta: “El día de juicio no es necesario para alcanzar una decisión respecto a la
recompensa o castigo de cada hombre, sino solo el solemne anuncio de la sentencia, y para la revelación de la justicia de Dios
en la presencia de los hombres y los ángeles.” Jesús dijo: “El que en él cree no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido
condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios” (Jn. 3:18). Condenado es equivalente a “juzgado”,
ya que hace falta un juicio para poder condenar a alguien. Habrá un juicio de creyentes con respecto a recompensas por
servicio, pero no con respecto a su salvación; la salvación de uno está condicionada por la fe en Jesús. (2 Cor. 5:10; I Cor.
3:12–15.).
3. Espiritismo.
El espiritismo enseña que los vivos pueden comunicarse con los muertos, y los muertos con los vivos, generalmente a través de un
“médium.” No hay ninguna evidencia en la Biblia para sugerir que pueda haber comunicación legítima entre los vivos y los muertos.
De hecho, las escrituras inequívocamente prohíben cualquier intento de hacerlo (Lv. 19:31; 20:6, 27; Dt. 18:9–12; Is. 8:19, 20; I Cr.
10:13, 14).
Hay dos explicaciones para el fenómeno espiritista: (1) son producidos por manipulaciones engañosas, como ha sido probado a
menudo, (2) son producidos por “espíritus de mentira” (I R. 22:22, 23; I Ti. 4:1). En Hechos capítulo dieciséis, Pablo liberó a una
joven de un espíritu de adivinación (python) por el cual podía traer mucha ganancia a sus explotadores (Hch. 16:16–19). Sin duda, los
espíritus malignos a menudo engañan a la gente que consulta a un médium imitando la voz de seres queridos muertos.
Buscando apoyo bíblico, los espiritistas a menudo citan el caso de la adivina de Endor cuando trajo al espíritu de Samuel (I Sam.
28:7–20). Sin embargo, ese caso no puede animar al espiritismo, porque Saúl fue castigado con la muerte por desobedecer al Señor
consultando a un espíritu familiar (I Cr. 10:13, 14).
Moisés y Elías también aparecieron sobre el monte de la transfiguración; pero nuevamente, por un permiso especial, a fin de
representar a la ley y los profetas y para confirmar que Cristo Jesús era la meta de la ley y la profecía del Antiguo Testamento: “ Y he
aquí dos varones que hablaban con él [Jesús], los cuales eran Moisés y Elías; quienes aparecieron rodeados de gloria, y hablaban de su
partida, que iba Jesús a cumplir en Jerusalén” (Lc. 9:28–36).
La palabra griega para “partida” es exuden, nuestro “éxodo.” Al igual que Moisés, quien por el éxodo de Egipto liberó a Israel de la
esclavitud, así también Cristo por el éxodo de la cruz y resurrección liberó a la humanidad de la esclavitud del pecado. La aparición
de Moisés y Elías era una señal del cumplimiento mesiánico. (Mt. 17:1–8; Mt. 9:2–8). La Biblia no alienta, en ninguna manera a
consultar los muertos. Cristo es “Señor así de los muertos como de los que viven” (Rom. 14:9); si alguna vez El permite que
aparezcan los muertos, será para señalar algún evento estratégico de la historia sagrada. Si necesitamos consolación y guía tenemos la
palabra de Dios y el Espíritu de Dios.
LA RESURRECCION
Viene de la palabra griega: “Nekron” Esta palabra significa: “de los muertos”, la cual da a entender el levantamiento de entre los
muertos.
Clases De Resurrección Cuando escudriñamos las Escrituras, encontramos varios términos bíblicos que nos hablan del momento
cuando el cuerpo se levante de entre los muertos y cuando no leemos la palabra con entendimiento, podemos llegar a confundirnos y
así al enseñarlas; podemos complicar a muchos.
Esta resurrección incluye a todos aquellos que en cualquier tiempo se levanten para vida Eterna.
Resurrección De Condenación: En esta resurrección se levantaran todos los que no se levantaron en la “primera resurrección” antes
del reino milenial y con eso marcan su destino.