Templarios y Masones Las Claves de Un Enigma de Ja
Templarios y Masones Las Claves de Un Enigma de Ja
Templarios y Masones Las Claves de Un Enigma de Ja
Premisa
Conviene hacer una anotación que resume la línea argumental del magnífico libro
del profesor Javier Alvarado, catedrático de Historia de las Instituciones de la Universidad
Nacional de Educación a Distancia (Madrid), sobre su obra Templarios y masones. Las claves
de un enigma. Retrocedamos con él, al siglo XVIII, cuando
“la masonería se proclamó heredera del Temple y no de la Orden de Malta, pese a que ésta
encajaba mejor en el perfil buscado por la masonería. En efecto, la Orden del Hospital (tam-
bién llamada Orden de Malta) fue fundada décadas antes que la Orden del Temple. Los
cruzados que fundaron el Temple estaban previamente al servicio de la Orden del Hospital y
se alojaban en sus dependencias. Fue la propia Orden del Hospital la que le cedió las rentas
para que se financiaran y diseñó su pendón. Suprimida la Orden del Temple, por decisión
pontificia, en 1312, los bienes y el Tesoro-Archivo del Temple pasaron a la Orden del Hospi-
tal. Precisamente fueron caballeros de diversas órdenes militares, especialmente caballeros
de Malta, los que crearon los primeros altos grados masónicos y consignaron en ellos ciertas
leyendas masónicas, inspiradas en las leyendas de la fundación del Hospital de Jerusalen,
introdujeron escenas rituales propias de la investidura de armas melitense y tachonaron
sus rituales de reflexiones y exhortaciones morales y explicaciones simbólicas tomadas de
los rituales de caballería. Por tanto, a ojos de cualquier avezado escritor del XVIII había
base suficiente para afirmar que el carisma del Temple había sido heredado por la Orden
de Malta. Tal vez por eso mismo, los documentos masónicos de la primera mitad del XVIII
señalaron a la Orden de Malta como continuadora de la caballería masónica supuestamente
creada por el rey persa Ciro, y destinada a servir de nexo entre Oriente y Occidente, o como
Orden fundadora de la masonería moderna”.
En este libro el profesor Alvarado1 explica las razones que llevaron a cierta masonería
a apoyar los movimientos neotemplarios. Y lo hace a partir de la recopilación de una serie
1 Javier Alvarado Planas es autor de dos importantes libros que conviene destacar: Masones en la Nobleza de Es-
paña: una Hermandad de Iluminados (Madrid: La Esfera de los Libros, 2016), y también Monarcas masones y otros
príncipes de la Acacia (Madrid: Dykinson, 2017).
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de trabajos realizados con ocasión de su participación en diversos congresos y conferencias
académicas en los que abordó el tema de la relación de los Templarios y los Hospitalarios
con la Masonería. Y también con algunos otros trabajos inéditos. En su conjunto se trata
de trabajos de investigación muy esclarecedores que me parecen muy significativos.
Concretamente se trata de los siguientes:
- “La masonería en la época de Carlos III” en el curso Carlos III, el rey reformador, organi-
zado en Madrid por la Real Casa de la Moneda-Fábrica Nacional de Moneda y Timbre y la
Universidad Complutense de Madrid, en noviembre de 2016.
- “La masonería de los altos grados como Orden de Caballería”, en la jornada Académica en
homenaje a Lázaro Cárdenas en el tricentenario de la Masonería 1717-2017, organizada por
la Universidad Autónoma de México, en Jiquilpan de Juárez (Michoacán), en junio de 2017.
- “Mitos, bulos y equívocos sobre la Orden de Malta en internet: masones, lobistas, integris-
tas, etc.” en el Curso sobre La Soberana Orden de Malta en España: actualidad de 900 años
de labor asistencial, también dirigido por el Profesor Alvarado, celebrado en la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo, en agosto de 2018, en la sede central del Palacio de la Mag-
dalena (Santander).
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tantas y tan ostentosas distinciones que abocaban a los hermanos y hermanas a una carrera
y competición por acumular rangos y ganar más cintas y colores so capa de practicar los
supuestos ritos y antigua filosofía de una caballería primigenia. Ya hemos visto que bue-
na parte de los títulos concedidos en los altos grados masónicos fueron abiertos plagios de
órdenes nacionales preexistentes y que muchas de las enseñanzas y leyendas de tales grados
se fundamentaron en burdas tergiversaciones de la historia.
Objetan algunos masones que la Orden del Gran Arquitecto del Universo ha desempañado
un papel como Gran Arca de los símbolos por su aspiración a salvaguardar los contenidos
más internos de ciertas organizaciones tradicionales. Frente a esto, cabría matizar que cual-
quier paso en este sentido, hasta el más ambicioso, debería realizarse con cierto criterio y
con respeto a las leyes. Respecto al criterio, no vemos nada de trascendente ni de iniciático
en proteger y conservar ciertas denominaciones caballerescas que solo contribuyen a estim-
ular la vanidad y el afán de ostentación. Y sobre el respeto a las leyes ¿no incluyen las
Constituciones de Anderson de 1723 el deber de respetar las leyes del país en que se vive?”.
Se refiere por ejemplo a las normas antiplagio que existen en la mayor parte de los
países democráticos, incluido el artículo 637 del Código Penal de 1995, por ejemplo, en
el caso de España, que sanciona el uso indebido de nombres, uniformes, trajes, títulos,
insignias y condecoraciones. Y se pregunta:
“la apropiación masónica de títulos e insignias de otras órdenes, como por ejemplo, las de la
Orden de Malta, la Orden de Caballería del Santo Sepulcro de Jerusalén, la Orden Constantin-
iana de San Jorge, la Orden Militar de Cristo, la Orden del Águila Blanca, etc. ¿no implica un
acto abusivo que vulneraría tanto las leyes civiles como las propias Constituciones masónicas?”
“la hostilidad, tan oportunista como innecesaria, surgida en sede masónica contra la
Orden de Malta, dejó perplejos a muchos masones disconformes con las razones de esta
profunda aversión pues realmente no había ninguna enseñanza moral o iniciática en
asumir la venganza templaria o en propugnar una cruzada cristiana para recuperar
Jerusalén. En el siglo XIX, algunos escritores masones alegaron que tal vinculación en-
tre masones y hospitalarios era “puramente imaginaria”2, pero lo cierto es que la ma-
2 Aquí cita a Lorenzo Frau Abrines y Rosendo Arús, Diccionario Enciclopédico de la Masonería (México DF, 1989), voz “Mal-
ta”, vol II, 754.
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sonería nunca emprendió una labor profiláctica para eliminar las escenas y argumen-
tos contrarios a los valores de la fraternidad, la dignidad, la tolerancia, el perdón, el
respeto a la verdad histórica, etc. Así las cosas, la práctica de estos grados de venganza
hiramita y, templaria, de sesgo antipapista, antimonárquico y antimelitense, consti-
tuye una prueba palmaria de la falta de rigor histórico y de criterio filosófico y moral”.
Por otra parte, algunas Obediencias masónicas había rechazado la tesis de las raíces
templarias de la masonería. Así, forzada por los hechos, la Orden rectificada de la Estricta
Observancia Templaria, fundada a mediados del XVIII en la creencia de que los templarios
había pervivido en secreto a través de una sucesión regular de grandes maestres, tuvo
que acordar formalmente en la Asamblea general en Wilhelmsbad de 1782, la renuncia a
toda filiación templaria. Igualmente, la masonería escocesa rechazó siempre la leyenda
templaria. Como explica el autor, desde 1792, la propia Gran Logia de Escocia se opuso a
los grados y rituales de inspiración templaria por considerarlos contrarios a la “pureza” y
“principios verdaderos y originarios” de la antigua masonería hasta el punto de acordar en
1800 que:
“la Gran Logia de Escocia confirma que los tres únicos grados masónicos de la antigua Orden de
San Juan, son los de aprendiz, compañero artesano y maestro masón y que las prácticas y títulos
introducidas por otros países son contrarios a la pureza y verdaderos principios de la masonería.
En consecuencia, la Gran Logia de Escocia prohíbe a todas las logias la práctica de otros ritos
que no sean los de los tres grados descritos anteriormente, so pena de anulación de sus patentes”.
En suma, los auténticos masones escoceses habían dejado bien claro que la supuesta
supervivencia de los templarios a través de la masonería escocesa, era un invento reciente
o moderno ajeno a la antigua masonería, procedente de otros países (especialmente Francia
y Alemania), es decir, ajeno a Escocia.
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(21) La reinvención masónica del Temple en el siglo XVIII;
(24) Las aspiraciones nobiliarias de la masonería y los Old Charges (siglos XIV-XVIII);
(26) Los altos grados masónicos y la creación de una caballería gnóstica y templaria;
Y también por supuesto el resto de los capítulos que constituyen esta obra.
Concluyo diciendo que el libro del profesor Alvarado me parece muy necesario
para desmitificar un tema sobre el que se habla y se escribe sin ninguna base y sin
ningún fundamento histórico. Creo que destaca por su erudición, por su extraordinaria
documentación basada en fuentes históricas; una actualizada bibliografía, y por su claridad
y su profundo conocimiento de la Historia.
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