El Valor Del Arte en La Cultura Clásica
El Valor Del Arte en La Cultura Clásica
El Valor Del Arte en La Cultura Clásica
CULTURA CLÁSICA:
PLATÓN Y ARISTÓTELES
La importancia que ha tenido el arte a lo largo de la historia ha ido cambiando durante las
diferentes épocas. Hoy en día consideramos que es algo esencialmente cultural y que está
intrínseco en las raíces de cada pueblo, es parte, de hecho, de nuestro propio ser. Siendo de
por sí algo puramente instintivo, el pasar de los años ha concedido al arte, en gran parte, una
técnica y un saber propios de ella. Aún así, no siempre ha sido de esta manera: el arte ha
estado perseguido, condenado, criminalizado y juzgado, así como censurado e invisibilizado.
Los pensadores de la filosofía griega clásica también han postulado sobre el valor del mismo.
En este breve trabajo trataré de aclarar las posturas de dos de los referentes clásicos de la
antigua Grecia: Platón y Aristóteles . Para terminar, en las conclusiones relataré cuál ha
sido la influencia aristotélica en la forma en que tratamos las emociones, siendo éstas
pieza angular de las reformas docentes a realizar en un futuro, determinando de esta
manera.
EL ARTE PLATÓNICO
Antes de empezar con el análisis del valor del arte en este primer autor, creo que es necesario
realizar una contextualización, al menos de la localización literaria e ideológica.
Hay algo que nos queda bastante claro en Platón, y es que no tiene en gran estima no sólo al
arte, sino también al artista. En la obra Ion Sócrates trata de aclararle al rapsoda que la
comprensión de un poeta y de lo que quiere decir no es, de ninguna manera, algo que requiera
de una techné. Sócrates remite a una fuerza divina, a algo que tiene relación, incluso, con el
mundo esotérico.
Por poner otro ejemplo de la baja estima de Platón hacia los artistas, encontramos en la obra
República cómo el autor ateniense los mandaría, de acuerdo con la reestructuración política
que propone, al exilio. Para entender esto es obligatorio entender la metafísica de Platón. La
distinción entre mundo físico y mundo de las ideas no remite solamente a un ámbito
filosófico, no es solo una distinción ontológica. La forma dual de su filosofía abarca,
prácticamente, cada rincón de su filosofía.
En este caso la propuesta platónica entona una melodía crítica, una visión clara de disgusto
con este gremio. Por una parte, achaca a los artistas, o a los poetas, la forma en la que varias
veces describe a los dioses o a los héroes en las narrativas. La forma inmoral que presentan
estos personajes en algunos momentos crea en Platón un repudio irrechazable. Aún así, por
otro lado, no es la parte que más chirría a Platón. La búsqueda de la verdad, del bien, de lo
bello… es algo básico en su filosofía, algo clave. El dualismo entre los dos mundos del que
he hablado antes remite directamente a que, según el ateniense, el mundo físico solamente
está repleto de las copias imperfectas de las ideas. Es en este mundo de las ideas donde
habitan la idea del bien, lo bello, lo justo, etc.
Esto lleva a Platón a la conclusión de que no podemos fiarnos de este mundo físico a la hora
de intentar buscar esa verdad, ese bien. Las copias de las ideas no son más que engaños que,
siendo percibidas por los sentidos, nos impiden conocer realmente lo verdadero. Dicho esto,
si formulamos de la misma manera, el arte es una representación (incluso a veces
distorsionada) del mundo material, del mundo físico, es decir, de un mundo de copias. Por lo
tanto, el valor del arte en ésta búsqueda incansable de la verdad es prácticamente nulo: el arte,
o la poesía, es una copia de la copia de las ideas.
“Porque un reflejo es la apariencia de algo aparente, pero el arte es la apariencia incluso de lo
que ha desaparecido. Como las alucinaciones y los espejismos, hay seguramente algo ahí
donde aparece, pero no hay nada en esa cosa de lo que aparece.” (Grimaldi, 2007, p. 147)
Lo que más enérgicamente condenaba Platón era la tragedia. A diferencia del carácter
catártico que tiene la tragedia para Aristóteles (como veremos más adelante), Platón pensaba
que lo que realmente mostraba la tragedia eran elementos puramente irracionales, los cuales
desataban en el alma las pasiones malignas.
EL ARTE ARISTOTÉLICO
Aristóteles si creía que el arte tenía una tekhné, era conocimiento. Como he mencionado
antes, Platón muestra en el Ion que el arte viene de las inspiraciones divinas y que no es un
conocimiento de por sí, sino que quedaba poseído de una especie de gracia divina.
Aristóteles, por su parte, pensaba que el arte era una actividad humana, y como toda actividad
humana, debía haber un conocimiento sobre ello. Dejando atrás el dualismo ontológico de
Platón, la postura aristotélica se inclina por la afirmación de la esencia en las cosas mismas.
Tenía, por lo tanto, una visión más integrada y menos dualista. Esa esencia reside en los
objetos y es lo que hace que las cosas sean lo que son y cómo son, los distingue de todos los
demás objetos.
Esta idea de lo que es la esencia lo lleva a postular sobre lo que puede suponer el arte en el
contexto metafísico. Se puede decir que la estética aristotélica está unida a la metafísica, pues
la base de la estética aristotélica es que el arte, mediante mimesis captura la esencia de las
cosas.
Pero a lo que voy a aferrarme en este caso es a la importancia que le da el macedonio al arte
en relación a las emociones y a la psicología. Aristóteles expone en su obra Poética la
importancia del género trágico en la emocionalidad de las personas, y cómo reaccionan éstas
a la experiencia artística misma. Difunde la idea de que la tragedia obra como un actor
purificador en el espectador, es una experiencia catártica. Conectar con el héroe trágico
suscita en quien es espectador de la obra emociones como la compasión y el miedo, que
encuentran una especie de liberación en el transcurso de la obra trágica, donde al final de la
misma vivirá una purificación de todas emociones liberadas y podrá vivir la experiencia de
sentirlas.
Entiendo, pues, que la labor psicológica que tiene el arte en la teoría aristotélica tiene efecto
no sólo en la persona misma, sino en la sociedad al completo. Recordemos que el ser humano
para Aristóteles es un animal político (Zoon politikon) y que está destinado a vivir en
sociedad porque eso es lo que lo hace humano. Esto hace que el arte no tenga solo una
función psicológica, sino también pedagógica, enseñando a controlar las emociones y
liberarlas solo cuando es posible hacerlo, como en el teatro.
Platón y Aristóteles nos muestran dos puntos de vista totalmente opuestos sobre el valor que
tiene el arte en la sociedad griega. Por un lado, Platón no ve el arte como algo bueno, es más,
dice que es engañoso. El engaño al que nos somete el arte es la conclusión de una ineficaz
búsqueda de la verdad mediante el mismo, pues el ateniense asegura que el arte no es más
que la sombra de una copia imperfecta de las ideas. Su valor, por lo tanto, no es más que el de
una labor sin tekhné, prescindible en la ciudad. Por otro lado, Aristóteles muestra una gran
pasión por el arte, donde refleja su carácter catártico en la tragedia y su capacidad de capturar
la esencia misma de las cosas mediante mimesis. Los dos autores muestran puntos de vista
con una finalidad política. Tanto Platón como Aristóteles ejemplifican lo que serían los
autores políticos clásicos de occidente. Deduzco que para Aristóteles la estética guía a través
del control y del despertar de las emociones, a un nuevo punto social, donde el orden y el ser
un buen ciudadano marca la diferencia. El Zoón Politikón, el ser humano como definición,
debe aprender a vivir en sociedad y seguir su propia naturaleza. Por otro lado, Platón, aun
rechazando y queriendo expulsar incluso a los poetas de la ciudad, remarca la importancia de
artes como la música y el arte geométrico en la paideia, pues siendo éstas artes matemáticas,
pueden no ser tan inservibles.
Por mi parte, la visión aristotélica se acerca más a lo que yo promulgaría. La visión liberadora
y purificadora del arte de Aristóteles es algo que ha trascendido de su teoría y ha supuesto
una base para todo artista consagrado y para todo espectador que experimenta con una
experiencia artística. Poner en valor la tragedia y cómo afecta esta en las pasiones y las
emociones de los que la experimentan y conectan con ella es algo que parecía muerto con
Sócrates y Platón. La afirmación de la vida misma, de lo que nos hace ser humanos y de lo
que somos cuando sentimos, una reflexión que lleva consigo una carga emocional de ese
calibre solo puede suponer la experimentación de la vida tal y como es.
Si nos alejamos del plano filosófico y nos dedicamos a mirar el plano psicológico y
pedagógico que le brinda Aristóteles al arte, observamos cómo este se implica en todas las
facetas de la sociedad. Afirmaba anteriormente que el control de las emociones puede
ayudarnos a ser mejores personas, mejores ciudadanos. ¡Este debate que tan explícitamente
podemos ver en la actualidad tuvo su principal defensor en Aristóteles hace 2500 años! Es
impresionante cómo estamos destinados a volver a lo clásico, a Dioniso y Apolo.
Desde la estética del romanticismo del siglo XIX, nos llegan también indicios de lo que
supone el arte en la vida cotidiana, en las emociones, en las pasiones y en el pensamiento de
la gente corriente. Wagner, con su Gesamtkunstwerk u Obra de Arte Total, buscó levantar
pasiones y emociones nacionales basadas en los dioses germánicos clásicos con la idea de
crear una nueva nación alemana. La importancia de las emociones en la psique de las
personas no deja de ser un tema fascinante, empezando desde cómo influye en nuestro
comportamiento.
BIBLIOGRAFÍA
Gil, Luis. 1967. Los antiguos y la “inspiración” poética. Ediciones Guadarrama. Madrid