Derecho Civil II - Bloque 1 Obligaciones

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DERECHO CIVIL II.

Rodrigo
Obligaciones y contratos Mira-González

BLOQUE 1. LA RELACIÓN OBLIGATORIA. TEORÍA


GENERAL DE LA OBLIGACIÓN.

Lección 1. EL DERECHO PATRIMONIAL.

La contemplación jurídica de los fenómenos económicos. El Derecho


patrimonial. Las bases del sistema económico en la Constitución; la
llamada Constitución económica. Iniciativa económica privada e
iniciativa económica pública.

España se define constitucionalmente como un Estado social, los intereses


generales están protegidos por la actuación de las instituciones. Por otra parte, nuestro
Código Civil es liberal, fruto de la codificación decimonónica (1889), décadas antes de
la idea de Estado social. La estricta igualdad de los individuos da paso a la búsqueda
de la igualdad social. La Constitución apuesta por la economía mixta, libertad de
mercado a la vez que el Estado interviene para perseguir unos fines. La riqueza
subordinada al interés general y las limitaciones a la propiedad privada (propiedad
privada social) son ejemplos claros.

En nuestra disciplina, el Derecho Civil, versa sobre normas dispositivas, es


decir, existe la renuncia al derecho, no obstante la responsabilidad contractual vincula
a los sujetos conforme con lo que se ha pactado y tiene fuerza de ley. En el Derecho
Civil el sujeto activo no es un mero destinatario del derecho, sino que autocompone
sus intereses, una vez estos están compuestos surge la responsabilidad civil, ya la
norma deja de ser dispositiva y cobra fuerza de ley (art. 1091 CC).

La titularidad de un derecho subjetivo exige del respeto de los demás para su


ejercicio efectivo, entronca con la definición bifronte de derecho subjetivo. Los intereses
se autocomponen por las relaciones entre sujeto iguales en un ámbito igualitario.

El derecho civil protege la buena fe del sujeto, que se presume. La mala fe es


necesario demostrarla, v. gr. la responsabilidad por evicción que asume el vendedor en
las adquisiciones a non domino. El estado civil es aquella situación jurídica que
condiciona la voluntad del sujeto, el Estado social es la protección de unos intereses
digna de tutela por encima de la libertad del sujeto. Por eso, algunas normas no son
dispositivas, son imperativas como las obligaciones del cónyuge (art. 66, 67, 68 CC).

El contrato como cauce de la adquisición patrimonial junto con los derechos


reales son los dos principios básicos del derecho patrimonial. Todo esto desemboca en
la constitución económica del Estado (art. 3, 38, 128 CE).

La función social que limita a un derecho es la incorporación del deber al


derecho subjetivo, deber que condiciona el ejercicio del derecho, y el ejercicio debe ser
el logro de una función social.

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Lección 2. CONCEPTO DE OBLIGACIÓN.

Las relaciones jurídicas patrimoniales: distinción entre derechos reales y


derechos de crédito. El concepto de obligación; evolución, naturaleza y
sentido; la patrimonialidad como requisito. La relación obligatoria.
Deuda y responsabilidad como elementos de la obligación. La
posibilidad de deudas sin responsabilidad: las llamadas obligaciones
naturales; concepto y análisis de supuestos. Responsabilidad sin deuda y
responsabilidad limitada.

LAS RELACIONES PATRIMONIALES. DERECHOS REALES Y


DERECHOS DE CRÉDITO.

En el derecho patrimonial, la obligación y los contratos sólo es exigible a las


partes firmantes, en una obligación el incumplimiento es imputable a la parte del
contrato que incumple el contrato, esto contrasta con los derecho reales que son
exigibles erga omnes. Sobre la afirmación de que un derecho real vincula a una persona
con una cosa es una postura discutible, de forma más personalista, un derecho real
también relaciona a un acreedor con un deudor, en este caso el sujeto pasivo tiene
carácter universal, v. gr. la obligación de respetar un derecho de propiedad es exigible
a cualquier sujeto que interactúe con este derecho en el ejercicio del tráfico jurídico.

Hay derechos que nacen de una vulneración, pero también hay un sujeto pasivo
al que se le puede exigir una prestación. La teoría del derecho subjetivo presenta un
carácter bifronte del derecho en sí. Una vez se identifica la eficacia erga omnes, se
presume la publicidad, de ahí que los derecho reales limitados (todos menos la
propiedad) deben estar tipificados.

LA RELACIÓN OBLIGATORIA. LA PATRIMONIALIDAD COMO


REQUISITO.

Se puede definir la obligación como “la relación jurídica en virtud de la cual


una persona (acreedor), tiene la facultad de exigir de otra (deudor), un determinado
comportamiento positivo o negativo (prestación), la responsabilidad de cuyo
cumplimiento afectará en último término a un patrimonio”.

De esta definición se deducen los siguientes elementos de la obligación:

- Vínculo jurídico, en virtud del cual el deudor queda obligado frente al acreedor a
satisfacerle la correspondiente prestación.

- Sujetos, como se trata de una relación jurídica es necesario que medien en ella un
sujeto activo o acreedor (con derecho a exigir y recibir la prestación) y un sujeto
pasivo o deudor (sobre el que pesa el deber de realizar la prestación).

- Objeto o prestación, constituido por el comportamiento al que el vínculo jurídico


obliga al deudor, que puede serle exigido por el acreedor y que conforme al art.
1088 CC puede consistir “en dar, hacer o no hacer alguna cosa”.

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También es posible diferenciar dentro de la estructura de la relación obligatoria


entre los siguientes componentes:

- Derecho de crédito: representa el lado activo de la obligación y consiste en un


derecho subjetivo del que es titular el acreedor, en virtud del cual puede exigir del
deudor la realización de un determinado comportamiento.

- Deuda: es el deber jurídico por el que el deudor debe adoptar un comportamiento


en interés del acreedor, que coincide con la prestación pactada en la obligación.

- Responsabilidad: es la sujeción del patrimonio del deudor a la acción de los


acreedores, que podrán resarcirse de las consecuencias del incumplimiento del
deudor tal y como dispone el art. 1911 CC.

El marco normativo de la relación obligatoria lo integran, fundamentalmente, el


Código Civil y, más concretamente, las disposiciones contenidas en su Libro IV, que
regulan las relaciones obligatorias. También en otras leyes se regulan aspectos de la
relación obligatoria, como en la Ley General de Defensa de los Consumidores.

DEUDA SIN RESPONSABILIDAD. OBLIGACIONES NATURALES.

La obligación natural es aquella en que no hay derecho a exigir el


cumplimiento, pero produce unas consecuencias jurídicas, siendo la fundamental la
imposibilidad de repetir o reclamar la devolución de lo pagado.

Diversos preceptos del Código civil fundamentan la existencia de una


obligación natural: v. gr., el pago de una deuda prescrita. En ellos, el ordenamiento
niega acción al que paga para repetir, pero no creemos que sea por efecto de una
obligación moral, sino que pueden tener explicaciones en el propio sistema positivo.
No poder reclamar lo que se ha pagado en un juego ilícito, es consecuencia de la
denegación de la acción cuando el contrato tiene causa torpe o ilícita (arts. 1.305 y.
1.306); no poder reclamar los intereses pese a no existir pacto expreso sobre la
obligación de pagarlos, puede deberse a que el Código civil presuma que se convino
aquel pacto; el pago de deuda prescrita se explica fácilmente si se recuerda que la
prescripción no es más que una facultad que la norma concede al deudor para que la
excepcione a la reclamación del acreedor, pero no transforma la obligación civil en otra
distinta.

RESPONSABILIDAD SIN DEUDA.

Se dice que todas las veces en que alguien garantiza una deuda ajena asume la
responsabilidad pero que no debe. Asume una responsabilidad si el deudor no cumple.
Pero en rigor el garante está también obligado, bien en grado subsidiario, bien al
mismo nivel que el propio deudor (si la fianza es solidaria). El artículo 1.822 CC dice,
refiriéndose al primer supuesto, que “por la fianza se obliga uno a pagar o cumplir por
un tercero en caso de no hacerlo éste”. El fiador, pues, es un obligado al pago, y solo en
su defecto el acreedor podrá dirigirse contra su patrimonio.

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Lección 3. LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES.

Antecedentes del problema de determinación y clasificación de las


fuentes de las obligaciones. Fuentes de las obligaciones en el Código
civil. La sistematización de las fuentes de las obligaciones. La voluntad
unilateral como fuente. Otras posibles fuentes.

PROBLEMÁTICA DE LAS FUENTES DE LA OBLIGACIÓN.


CLASIFICACIÓN EN EL CÓDIGO CIVIL.

Igual que se habla de fuentes del Derecho, la doctrina habla de fuentes de las
obligaciones para identificar aquellos hechos o actos jurídicos que generan la relación
obligatoria y sirven de fundamento genético de las obligaciones en sentido técnico.

En términos generales, la obligación de hacer, de no hacer o de dar alguna cosa,


se fundamenta en dos causas principales: a) la ley, que en determinados casos impone
a una persona la obligación de llevar a cabo una determinada conducta; y b) la
autonomía de la voluntad, que es la capacidad que el ordenamiento reconoce a los
ciudadanos de autorregular sus relaciones, la capacidad de comprometerse en favor de
otras personas.

No obstante, el art. 1089 CC fija que “Las obligaciones nacen de la ley, de los
contratos y cuasi contratos, y de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier
género de culpa o negligencia.”

Según el artículo, la génesis de las obligaciones se debe a una cuaternidad


representada por la ley, los contratos, los cuasicontratos y los actos y omisiones
generadores de responsabilidad civil. No obstante, esa cuaternidad no excluye que
haya otros hechos, actos o circunstancias que originen obligaciones, entre ellos, la
propia voluntad unilateral de cualquier sujeto de derecho. Por otro lado, se puede
hablar de una sistematización pentamembre, pues los actos ilícitos que generan
responsabilidad extracontractual se diversifican en actos ilícitos civiles propiamente
dichos y en actos ilícitos penales.

Se deduce que el art. 1089 CC tiene un carácter enunciativo y no es un catálogo


exhaustivo. Puestas de manifiesto las carencias del precepto, consideramos el alcance y
significado de las diversas fuentes de las obligaciones explícitamente consideradas en
el art. 1089.

i. La ley. Según el art. 1090 CC, “Las obligaciones derivadas de la ley no se


presumen. Sólo son exigibles las expresamente determinadas en este Código o
en leyes especiales, y se regirán por los preceptos de la ley que las hubiere
establecido; y, en lo que ésta no hubiere previsto, por las disposiciones del
presente libro.” Es decir, solo son exigibles las que estén expresamente
determinadas en esta norma o en leyes especiales. A pesar de la enunciación de
este precepto, doctrina y jurisprudencia, tras mucho debate, aceptan de manera
unánime que, en términos reales y prácticos, la derivación de las obligaciones ex

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lege no puede restringirse a los casos de existencia de una norma legislativa


precisa y concreta. Los juristas interpretan esta obligación ex lege en sentido
amplio, es decir, que cualquier norma jurídica puede originar este tipo de
obligación. Por ejemplo artículo 6 de la Ley de Propiedad Horizontal.

ii. Los contratos. Según el art. 1091 CC, “Las obligaciones que nacen de los
contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse a
tenor de los mismos.” Los contratos tienen un papel fundamental en la
generación de obligaciones porque tanto su celebración como su ejecución
pretenden crear derechos y obligaciones entre las partes. La expresión fuerza de
ley que utiliza el Código Civil para resaltar la vinculación de las partes
contratantes a las obligaciones contractualmente asumidas es hiperbólica y
expresiva. Hiperbólica porque la regla contractual no genera propiamente
hablando norma jurídica alguna de general aplicación y debido cumplimiento;
y expresiva de que la iniciativa económica privada se instrumenta a través de
los contratos.

iii. Los cuasicontratos. Según el art. 1887 CC, “Son cuasi contratos los hechos
lícitos y puramente voluntarios, de los que resulta obligado su autor para con
un tercero y a veces una obligación recíproca entre los interesados.” A pesar de
que el art. 1089 utiliza los cuasicontratos como categoría sistemática de fuente
de las obligaciones, en modo alguno puede elevarse a categoría autónoma de
fuentes de las obligaciones. De cualquier modo, se refiere a los hechos lícitos y
puramente voluntarios, de los que resulta obligado su autor para con un tercero
y a veces una obligación recíproca entre los interesados (art. 1887 CC). Hay dos
tipos: el cobro de lo indebido (art. 1895 CC) y la gestión de negocios ajenos sin
mandato (art. 1888 CC). Contratos y cuasicontratos se diferencian porque no
hay un acuerdo bilateral previo consensuado, lo que hay es una obligación
legal: 1888 CC y 1895 CC. Son obligaciones legales de carácter casi contractual.

iv. Los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga cualquier género de culpa o
negligencia. Aunque el art. 1089 CC se refiere a ellos conjuntamente,
seguidamente en los arts. 1092 CC y 1093 CC se separa la responsabilidad
nacida de delito y la responsabilidad civil propiamente dicha o responsabilidad
extracontractual. “Las obligaciones civiles que nazcan de los delitos o faltas se
regirán por las disposiciones del Código Penal” (art. 1092 CC); y “Las que se
deriven de actos u omisiones en que intervenga culpa o negligencia no penadas
por la ley, quedarán sometidas a las disposiciones del capítulo II del título XVI
de este libro” (art. 1093 CC). En esencia, si los hechos ilícitos tienen origen en un
delito o falta se regirán por el CP, pero si derivan de actos u omisiones en que
intervenga culpa o negligencia que no constituyan ilícito penal, se regirán por
los arts. 1902 a 1910 CC.

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LA VOLUNTAD UNILATERAL COMO FUENTE DE LA OBLIGACIÓN.

La tradición jurídica romanista de nuestro Código Civil conlleva que no se


considere como fuente de las obligaciones a las declaraciones unilaterales de voluntad;
las cuales, sin embargo, son frecuentes en la práctica cotidiana. Por ejemplo, las
numerosas promesas que suelen transmitirse a través de lesquines o los medios de
comunicación, ¿cabe defender que el declarante queda obligado o, por el contrario, se
trata de actos que no generan obligaciones, sino en todo caso deberes jurídicos en
sentido amplio?

En cuanto a la declaración unilateral de voluntad como fuente de las


obligaciones, la doctrina, en ausencia de regulación en nuestro Código, considera que
la realidad del tráfico jurídico demuestra que estas declaraciones surten efectos
jurídicos, sobre todo en casos de promesa pública de recompensa y concurso con
premio. Por tanto, la enumeración de las fuentes de obligación no excluye las promesas
unilaterales. La nueva propuesta para el Libro IV del Código Civil considera fuente de
obligaciones a las promesas unilaterales de prestación en aquellos casos previsto en la
Ley (nuevo artículo 1092 CC). Las promesas unilaterales son irrevocables cuando ya se
vuelven exigibles. Se admite la revocación cuando ésta alcance la misa publicidad o
divulgación que la propia promesa o se haya alcanzado ya el resultado o la actividad
perseguida por el promitente.

Los dos artículos siguientes de la propuesta de reforma del Código recogen


varios casos tipificados de declaraciones unilaterales de voluntad: la promesa mediante
anuncio público y la concesión de un premio.

Artículo 1093.

La promesa, mediante anuncio público, de una prestación en favor de quien realice determinada
actividad, obtenga un concreto resultado o se encuentre en cierta situación, obliga al promitente frente a
quien haya realizado la conducta, producido el resultado o venido a encontrarse en la situación
contemplada, aunque ello haya ocurrido sin consideración a la promesa.

La promesa pública es revocable o modificable a voluntad del promitente, pero si se la ha sometido


a un plazo de vigencia, sólo será revocable o modificable si media una justa causa. Para ser eficaz, la
revocación o modificación deberá hacerse pública en la misma forma que la promesa, o en otra equivalente.

La revocación o modificación de la promesa es ineficaz si la conducta, el resultado o la situación


previstos se hubieren ya realizado.

Si la obtención del resultado previsto fuere debida a la actuación de varias personas conjunta o
separadamente, se dividirá entre ellas la prestación prometida en proporción a la participación de cada
uno en el resultado.

Artículo 1094.

La promesa de concesión de un premio mediante concurso sólo es válida cuando en el anuncio se


fija plazo para la presentación de los aspirantes y para la decisión.

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La admisión de los aspirantes y la concesión del premio corresponderá a las personas designadas
en la promesa o, a falta de éstas, al promitente.

Los ejemplos más claros de promesa unilateral como fuente de obligación con la
promesa pública de recompensa y el concurso con premio.

A) Promesa pública de recompensa. (Ejemplo: en un anuncio de un perro


perdido, su dueño ofrece una recompensa de cien euros a quien lo encuentre).La
doctrina autorizada considera actualmente que las promesas públicas de recompensa
deben considerarse vinculantes para el promitente. Según dicha concepción, la
promesa pública de recompensa debe considerarse como fuente productora de
obligaciones para el declarante o promitente. Ahora bien, ¿qué caracteres debe reunir
la promesa pública de recompensa para generar realmente obligaciones? Siguiendo al
BGB, los Códigos que regulan esta cuestión consideran necesario que la promesa haya
sido objeto de pública divulgación y que se encuentre dirigida a personas
indeterminadas.

B) Concurso con premio. (Ejemplo: premio en un concurso de cuentos o


novelas). El concurso con premio se refiere a las promesas de premio o recompensa
que van indisolublemente unidas a la participación de varias personas en la
realización de cualquier actividad lícita. La realización de una actividad o del
resultado que, mediante la promesa del premio, impulsa el promitente no basta por sí
misma, sino que es necesaria la competencia entre varias personas por conseguir que
su actividad sea considerada idónea por el promitente o por el jurado. Con carácter
general, se considera a tales concursos como una modalidad concreta de promesa
pública de recompensa. Sin embargo, en numerosas ocasiones, la participación en
tales concursos y la aceptación de las bases de participación en los mismos suponen
que los participantes prestan su conformidad a un juego o apuesta, esto es, a uno de
los modelos contractuales típicos, o bien a cualquier otro esquema contractual atípico.
En tales casos, es obvio que los concursos con premio presentan una problemática
distinta a la planteada por la promesa pública de recompensa, que consiste en
determinar si la voluntad unilateral puede ser excepcionalmente fuente de
obligaciones. En definitiva, la calificación de los concursos con premio requiere
atender de forma casuística a las bases de la convocatoria o las reglas del concurso.
Entre tales reglas, constituye una cláusula de estilo la de establecer que “el concurso
podrá ser declarado desierto”, de manera que el promitente no se encuentra
vinculado al otorgamiento del premio.

OTRAS FUENTES DE OBLIGACIÓN.

El enriquecimiento sin causa (injusto) es también fuente de la obligación que la


doctrina identifica, y que el código aparentemente identifica como cuasicontrato. La
nueva propuesta para reformar el Código la incluye en la nueva redacción del artículo
1902 CC. También lo es el pago hecho por un tercero, que extingue una obligación pero
da lugar a otra.

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Lección 4. LOS SUJETOS DE LA OBLIGACION.

i) Los sujetos de la obligación en general; aptitud para ser acreedor y


deudor. La pluralidad de personas; los criterios organizadores de la
pluralidad: mancomunidad simple o parciaria y mancomunidad
conjunta, la solidaridad; ordenación entre ellos: la no presunción de
solidaridad. ii) Las obligaciones parciarias. Las obligaciones conjuntas.
Las obligaciones solidarias; la solidaridad de acreedores; la solidaridad
de deudores: régimen jurídico de las relaciones internas y externas.

LOS SUJETOS DE LA OBLIGACIÓN.

En toda obligación, intervienen al menos dos personas: un sujeto activo


(acreedor) que tiene derecho a exigir la prestación y un sujeto pasivo (deudor),
obligado a cumplirla. Tales sujetos asumen posiciones contrapuestas:

- Una de ellas tiene derecho a exigir una conducta determinada de la otra.


Asume el lado activo de la obligación. El derecho que le asiste no es
naturalmente un derecho real, sino uno de crédito. De ahí que se le
denomine acreedor.

- La otra debe observar la conducta prevista en la obligación, cumplir


cuanto debe.

Todo sujeto de derecho, ya sea persona física o jurídica, está en condiciones de


ser titular de un crédito. Igualmente, pueden también ser sujeto pasivo de la obligación
tanto personas físicas como jurídicas.

Ahora, es importante no confundir partes con personas. De esta manera, puede


ser que en cada una de las dos partes que forman la relación obligatoria, puedan
concurrir una pluralidad de acreedores y/o deudores (obligaciones pluripersonales).
Por el número de sujetos que intervienen en la obligación, éstas pueden ser:

- Obligaciones unipersonales. Aquellas que están integradas por un solo deudor y


un único acreedor.

- Obligaciones pluripersonales. Aquellas que tienen una pluralidad de sujetos


activos y/o pasivos. Dentro de estas se distingue entre mancomunadas y
solidarias.

La pluralidad de sujetos en la obligación plantea una cuestión inmediata, pues


puede organizarse de forma diversa. Puede ser que:

- En caso de pluralidad de acreedores, cualquiera de ellos esté legitimado para


exigir el íntegro cumplimiento de la obligación (solidaridad); o, al contrario,
que cada uno de ellos haya de limitarse a reclamar la parte que le corresponde
en el crédito (parciaridad).

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- En caso de pluralidad de deudores, puede ser que cada uno de ellos esté
obligado a cumplir solo parte (parciaridad) o, por el contrario, la integra
obligación (solidaridad).

- Existen un tercer caso, la mancomunidad, en esta obligación cada deudor


responde de su parte pero la prestación se ha de cumplir de forma conjunta.

OBLIGACIONES PARCIARIAS O MANCOMUNADAS SIMPLES.

Se habla de obligación parciaria cuando:

- Cada uno de los acreedores sólo puede exigir o reclamar del deudor la parte
que le corresponde en el crédito (parciariedad activa).

- Cada uno de los diversos deudores sólo está obligado a cumplir la parte de
la deuda que le corresponde (parciariedad pasiva).

Siendo así, en este tipo de obligaciones pluripersonales la concurrencia de dos o


más acreedores o deudores no implica que cada uno deba prestar íntegramente las
cosas objeto de la misma. De esta manera:

- Cada acreedor sólo puede exigir del deudor la parte que le corresponde.

- Cada deudor sólo está obligado a cumplir la parte de deuda que le corresponde.

Obligación dividida.

La existencia de una obligación parciaria, técnicamente hablando, legitima la


actuación separada de cada uno de los acreedores y/o deudores implicados en la
relación obligatoria para satisfacer sus créditos y/o ejecutar la prestación debida de tal
manera que queden liberados de la obligación preexistente. Por tanto, de manera
precisa, se habla de obligación dividida.

Conforme a ello, la calificación legal de parcieradad no trae consigo la idea de


una obligación conjunta, sino lo contrario: una absoluta fragmentación y
diversificación de los créditos y deudas en su caso existentes, dependiendo del número
de acreedores y/o deudores. La obligación parciaria es la suma de varias obligaciones
individuales.

División en partes iguales como regla supletoria.

El art. 1138 CC establece, como criterio general, que, en caso de obligaciones


parciarias, “el crédito o la deuda se presumirán divididos en tantas partes iguales como
acreedores o deudores haya”.

Sin embargo, dicho criterio no tiene más valor que el de ser una norma de
carácter supletorio, pues la respectiva participación de los distintos coacreedores o
codeudores en el montante total del crédito o de la deuda dependerá de las
circunstancias concretas del caso.

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Por otra parte, la interpretación propuesta del art. 1138 CC es concordante con
la regla establecido por el Código en materia de comunidad de bienes (y de
cotitularidad de derechos), pues según el art. 393 las cuotas de los partícipes “se
presumirán iguales, mientras no se pruebe lo contrario”.

Presunción legal de parciariedad y la regla práctica.

El art. 1137 CC establece que “(l)a concurrencia de dos o más acreedores o de


dos o más deudores en una sola obligación no implica que cada uno de aquéllos tenga
derecho a pedir, ni cada uno de éstos deba prestar íntegramente las cosas objeto de la
misma. Sólo habrá lugar a esto cuando la obligación expresamente lo determine,
constituyéndose con el carácter de solidaria”.

Es discutible si la interpretación de dicho precepto debe llevar a la conclusión


de que en él se impone una presunción legal de parciariedad o si, por el contrario, se
trata de establecer un principio de parciariedad que quiebra en los supuestos de
solidaridad. La doctrina mayoritaria y la jurisprudencia se pronuncian en favor de la
existencia de una presunción legal, al tiempo que interpreta laxamente la expresión
“expresamente” que se exige para la solidaridad. Determinar no es acordar.

No obstante, en la práctica rige, en bastantes casos, el principio opuesto, la


presunción de solidaridad (vínculo obligacional por el cual cualquiera de los diversos
acreedores puede exigir o cualquiera de los obligados debe cumplir la totalidad de la
prestación), tanto para el reforzamiento y estímulo en el concierto y cumplimiento de
los contratos, como para garantía de los perjudicados de actos ilícitos
extracontractuales. En el tráfico jurídico las obligaciones parciarias presentas más
obstáculos para facilitar acuerdos, ya que el acreedor para satisfacer sus intereses
deberá hacer tantas reclamaciones como deudores haya.

OBLIGACIONES SOLIDARIAS

Las obligaciones solidarias son aquellas en las que concurren varios acreedores
y/o deudores y en las que cada acreedor tiene derecho a pedir y cada deudor está
obligado a prestar íntegramente las cosas objeto de la obligación. Dicho de otro modo,
cada acreedor o deudor actúa frente a la otra persona como si fuera el único acreedor o
deudor. La solidaridad puede darse tanto en la posición del acreedor como en la del
deudor:

- Cualquiera de los acreedores podrá reclamar del deudor, o de los deudores en su


caso, la íntegra prestación objeto de la obligación (solidaridad activa).

- Cuando hay una pluralidad de deudores, todos y cada uno de ellos quedan
obligados a cumplir íntegramente la obligación cuando el acreedor, o algunos de
los acreedores, le compela a ello (solidaridad pasiva).

En los casos en que existan simultáneamente varios acreedores y varios


deudores se habla de solidaridad mixta, pero esos casos son menos frecuentes.

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Además, tienen una problemática añadida, pues en la solidaridad mixta se entrecruzan


las reglas legales previstas para la solidaridad activa y pasiva.

El cumplimiento de la obligación solidaria, sea activa o pasiva, extingue la


obligación (art. 1145.1). Sin embargo, la extinción de la obligación no agota las
consecuencias propias de la obligación solidaria, ya que su cumplimiento ha de verse
completado con el reparto interno de deudas (arreglo de cuentas) entre la pluralidad
de sujetos de la obligación

De este modo, tal como dispone el art. 1144 CC “(e)l acreedor puede dirigirse
contra cualquiera de los deudores solidarios o contra todos ellos simultáneamente. Las
reclamaciones entabladas contra uno no serán obstáculo para las que posteriormente se
dirijan contra los demás, mientras no resulte cobrada la deuda por completo.”
Cumplida la obligación por el deudor, ésta queda extinguida pero se mantienen
relaciones internas entre los respectivos acreedores y deudores, de manera que:

- El acreedor que ha cobrado responderá ante los demás acreedores de la parte que
a éstos les corresponda en la obligación (art. 1143 CC).

- El deudor que ha pagado tiene derecho a reclamar a los demás deudores la parte
que a cada uno le corresponda en la deuda, además de los intereses por el anticipo
(art. 1145.2 CC).

Conviene destacar que, en la práctica, la importancia de la solidaridad activa es


mucho menor que la de la solidaridad pasiva.

Solidaridad activa.

En caso de que uno de los acreedores haya cobrado, debe hacer partícipes de
dicho cobro a los restantes acreedores, pues de no ser así, ellos verían burlados sus
intereses legítimos. Por ello dispone el Código que “el que cobre la deuda responderá a
los demás de la parte que les corresponde en la obligación” (art. 1143 in fine). A este
acreedor que cobra íntegramente se llama accipiens, y debe reembolsa a los demás la
cuota parte del crédito que les incumba.

Los acreedores que no hayan participado en el cobro pueden ejercitar su


derecho de regreso contra el accipiens desde el momento en que éste haya cobrado y
habrán de hacerlo cada uno en su propio nombre y derecho y por la cuota parte que le
corresponda. Por consiguiente, a partir del preciso instante del cobro, las relaciones
entre los coacreedores encuentran fundamento en las reglas de la parciariedad y no en
las de la solidaridad.

La existencia de solidaridad comporta que cualquier actuación de los


acreedores solidarios es determinante en la relación con el deudor y con la subsistencia
o extinción de la obligación. Por ello, el art. 1143.1 prevé que “la novación,
compensación, confusión o remisión de la deuda, hechas por cualquiera de los
acreedores solidarios o con cualquiera de los deudores de la misma clase, extinguen la

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obligación”; para remachar en el segundo párrafo que “el acreedor que haya ejecutado
cualquiera de estos actos responderá a los demás de la parte que les corresponde en la
obligación”. Esto es, la responsabilidad por reembolso del accipiens solidario se
mantiene incluso en el caso de que la extinción de la obligación tenga lugar por causa
diferente al pago o cumplimiento propiamente dicho: novación, compensación,
confusión o remisión de la deuda (art. 1146 CC). Mientras tanto, queda claro que el
acreedor solidario que mediante su acción individual haya dado origen a la extinción
de la obligación y a la liberación del deudor, ha de responder frente a sus copartícipes
de la parte correspondiente a cada uno de ellos.

Solidaridad pasiva.

Las relaciones externas entre acreedor y deudores solidarios.

En caso de pluralidad de deudores, el cumplimiento íntegro de la obligación


por parte de cualquiera de ellos implica la extinción de la relación obligatoria frente al
acreedor o a los acreedores; pues una vez satisfechos los intereses es obvio que
cualquier reclamación a otro deudor no tendría fundamento. De ahí, que el art. 1145
sea determinante: “El pago hecho por uno de los deudores solidarios extingue la
obligación”.

Ahora bien, la extinción de la obligación presupone el íntegro cumplimiento de


la prestación debida y, por tanto, mientras éste no tenga lugar, el acreedor sigue
estando legitimado para reclamar el pago a cualquiera de los deudores solidarios. Así
lo declara el segundo inciso del art. 1144: “Las reclamaciones entabladas contra uno no
serán obstáculo para las que posteriormente se dirijan contra los demás, mientras no
resulte cobrada la deuda por completo”. Por tanto, mientras no se pague, el acreedor
puede reclamar el pago, a su libre arbitrio, a cualquiera de los deudores solidarios, o a
varios de ellos sucesivamente o a todos ellos simultáneamente (art. 1144 primer inciso).
Ahora bien, hay que precisar:

- En los casos del art. 1140, la libertad de actuación y reclamación del acreedor
puede quebrar. Ese artículo dispone que “La solidaridad podrá existir aunque los
acreedores y deudores no estén ligados del propio modo y por unos mismos
plazos y condiciones.”

- En caso de que existan reclamaciones in itinere, sean judiciales o extrajudiciales, si


una de ellas culmina favorablemente para el acreedor y éste cobra, todas las demás
caerán por su propio peso y, por consiguiente, el acreedor no podrá aceptar un
nuevo pago, pues sería cobro indebido e incurriría en responsabilidad.

La relación interna entre los codeudores solidarios: el reembolso.

La extinción de la obligación solidaria por pago o por cualquiera de las causas


de extinción que contempla el art. 1143 no conlleva, sin embargo, que la obligación
pueda darse por extinguida, ya que el solvens de la obligación solidaria tendrá derecho
a que los restantes deudores solidarios le abonen o satisfagan la parte correspondiente.

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Dicha consecuencia la establece el Código en el art. 1145: “el que hizo el pago
solo puede reclamar de sus codeudores la parte que a cada uno corresponda, con los
intereses del anticipo”, y técnicamente se conoce como acción de regreso o acción de
reembolso. Ahora bien, el hecho de que el solvens solidario deba verse reembolsado del
montante de la deuda correspondiente a los demás codeudores no significa que la
obligación solidaria continúe viva. Tanto externa (en relación con el acreedor) cuanto
internamente (en las relaciones entre los codeudores solidarios), el pago realizado por
el solvens determina la desaparición del régimen propio de la solidaridad y, en
consecuencia:

- El solvens podrá reclamar a cada uno de sus codeudores la cuota parte que le
corresponda del pago realizado, pero nunca podrá ir contra uno de ellos y
exigirle el conjunto de cuotas.

- Una vez satisfecho el acreedor, la obligación solidaria se convierte en parciaria


o dividida, con la particularidad de que si alguno (o algunos) de los
codeudores solidarios sea insolvente, los demás a prorrata, habrán de soportar
o suplir el pago de su cuota parte.

OBLIGACIONES MACONMUNADAS INDIVISIBLES. OBLIGACIONES


EN MANO COMÚN.

Son supuestos en los que se trata de lograr que todos los interesados actúen “en
mano común”. Las obligaciones en mano común, propias del Derecho alemán,
implican que el deber de prestación ha de ser exigido por la pluralidad de acreedores
conjuntamente o cumplido por la pluralidad de deudores, también de modo conjunto.
Por tanto, en este tipo de obligaciones con pluralidad de sujetos no existe la idea de
cuotas externa frente al acreedor, siendo indiferente que la prestación sea indivisible o
no.

En estas obligaciones cada deudor responde de su parte (internamente, para


con sus condeudores) pero la prestación se ha de cumplir de forma conjunta. En el caso
de varios deudores se puede tratar de una deuda indivisible o una responsabilidad
compartida, y en el caso de varios acreedores puede ser una cuenta bancaria
(obligación in solidum).

Se diferencian de las parciarias, en que en estas la obligación está dividida por


cuotas. El incumplimiento de la obligación por parte del deudor parciario no debe ser
suplido por los otros codeudores; en el caso de las obligaciones mancomunadas
tampoco, los deudores mancomunados no están obligados a suplir la falta de otro
codeudor, pero todos incumplen la obligación.

Artículo 1139.

Si la división fuere imposible, sólo perjudicarán al derecho de los acreedores los


actos colectivos de éstos y sólo podrá hacerse efectiva la deuda procediendo contra

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todos los deudores. Si alguno de éstos resultare insolvente, no estarán los demás
obligados a suplir su falta.

Artículo 1150.

La obligación indivisible mancomunada se resuelve en indemnizar daños y


perjuicios desde que cualquiera de los deudores falta a su compromiso. Los deudores
que hubiesen estado dispuestos a cumplir los suyos, no contribuirán a la
indemnización con más cantidad que la porción correspondiente del precio de la cosa o
del servicio en que consistiere la obligación.

En las obligaciones mancomunadas indivisibles, ya sea la indivisibilidad


causada por el propio vínculo obligatorio, ya sea por la naturaleza indivisible de la
prestación a la que los deudores se han obligado, todos los deudores están obligados a
cumplir conjuntamente la obligación, con el añadido de que ninguno está obligado a
responder por los demás. Al deudor mancomunado no se le puede exigir el pago de su
respectiva cuota, tampoco el acreedor mancomunado puede arrogarse titularidad
solidaria ni parciaria alguna. Lo que caracteriza a este tipo de obligaciones es la
actuación conjunta.

El comportamiento de los deudores debe realizarse de consuno y


conjuntamente para que la obligación constituida cumpla exactamente los designios
que le son propios. A tenor del artículo 1150 CC, si la referida actuación conjunta no
resulta posible, debe entenderse que se ha producido el incumplimiento de la
obligación que, a causa de dicho incumplimiento, se reconvierte en la genérica
indemnización de daños y perjuicios. La insolvencia de un deudor arrastra a los demás
a incumplir.

La problemática del incumplimiento de la obligación causado por uno de los


codeudores, cuya insolvencia no se le puede exigir a ninguno de los restantes, queda
resuelve siguiendo el artículo 1150 CC: convertir la obligación mancomunada
indivisible en una paciaria dividida en cuotas. En las obligaciones parciarias cada
deudor responde la parte de la deuda que le corresponde, por lo que el deudor que
causó el incumplimiento de la obligación mancomunada indivisible será el responsable
y sufrirá la indemnización por daños y perjuicios. Los deudores que hubieren estado
dispuestos a cumplir “no contribuirán a la indemnización con más cantidad que la
porción correspondiente”.

INSOLVENCIA DEL CODEUDOR EN LAS OBLIGACIONES PARCIARIAS Y


SOLIDARIAS

La divergencia entre obligación parciaria y obligación solidaria se evidencia de


forma notoria en caso de que alguno, o algunos, de los codeudores sea insolvente:

A) En caso de obligación parciaria, si alguno de los codeudores resultare insolvente “no


estarán los demás obligados a suplir su falta” (art.1139 in fine).

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B) Por el contrario, “la falta de cumplimiento de la obligación por insolvencia del deudor
solidario será suplida por sus codeudores, a prorrata de la deuda de cada uno” (art.
1145.3).

Así, la responsabilidad del deudor solidario se limita en principio a la cuota


parte que le corresponde, pero puede ampliarse en caso de que cualquiera de sus
codeudores sea insolvente. El problema fundamental que se plantea es la delimitación
del concepto de insolvencia. Se entiende que basta con la falta de atención del pago de
la cuota parte de cualquier deudor solidaria para que el solvens pueda exigir el
prorrateo a los demás deudores. La concreción del prorrateo dependerá de la
participación respectiva de los deudores solidarios en la obligación.

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Lección 5. EL OBJETO DE LA OBLIGACION. LA PRESTACION.

La prestación en general y sus requisitos. Caracterización de las


obligaciones por su prestación: positivas y negativas; de actividad y de
resultado; principales y accesorias; divisibles e indivisibles.

LA PRESTACIÓN GENERAL Y SUS REQUISITOS.

El elemento objetivo de la relación obligatoria es la prestación, es decir, el objeto


de la obligación es el comportamiento al que el vínculo obligatorio obliga al deudor. En
este punto, es importante no confundir vínculo jurídico con objeto: el objeto se refiere a
la prestación, al comportamiento al que el vínculo obligatorio, vinculo jurídico, obliga
al deudor.

Los autores clásicos, siguiendo la tradición romanista, ponen de manifiesto que


la prestación para considerarla idónea debe reunir los requisitos de posibilidad, licitud
y determinación. Tales requisitos durante la codificación no se incorporan
expresamente en la regulación de las obligaciones, sino que se refieren en exclusiva al
objeto de las obligaciones (arts. 1271 a 1273).

 Posibilidad.

La conducta prometida por el deudor debe ser posible, pues nadie puede
considerarse vinculado a la realización de actos irrealizables. Así se recoge en el art.
1272: “No podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles”.

Generalizando dicho precepto, se concluye que la imposibilidad originaria de la


prestación constituye un obstáculo insalvable para el nacimiento de la obligación, pues
carecería de objeto propiamente hablando. Por el contrario, la imposibilidad
sobrevenida no afecta al nacimiento de la obligación, sino a su eventual o futuro
cumplimiento. Por tanto, conforme a las reglas generales, si la imposibilidad
sobrevenida es imputable al deudor, la relación obligatoria subsistirá y el deudor
deberá hacer frente a la correspondiente indemnización de daños y perjuicios.

 Licitud.

La prestación debe adecuarse y ser conforme con los valores o principios del
Ordenamiento jurídico, pues éste no puede consagrar conductas que considera
reprobables, aunque expresamente no se encuentren prohibidas o contempladas como
actos delictivos. El art. 1271.3 establece que “Pueden ser igualmente objeto de contrato
todos los servicios que no sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres”.

Así pues, el alcance de la ilicitud no depende solo de lo establecido en las leyes,


sino de un concepto jurídico indeterminado mucho más amplio e impreciso como es la
adecuación a las buenas costumbres, que se relacionan estrechamente con los principios
generales del derecho. Dicha imprecisión se acentúa si consideramos que el ámbito
propio de la autonomía privada viene delimitado por la imposibilidad de establecer
pactos contrarios a las leyes, a la moral y al orden público.

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 Determinación.

La prestación debe encontrarse determinada; este requisito es un presupuesto


de la estructura propia de la relación obligatoria. Solo existirá obligación cuando el
deudor sepa a qué está obligado y el acreedor conozca la conducta prometida por el
deudor, la cual llegado el caso podrá reclamar.

A la determinación del objeto del contrato se refiere el art. 1273: “El objeto de
todo contrato debe ser una cosa determinada en cuanto a su especie. La
indeterminación en la cantidad no será obstáculo para la existencia del contrato,
siempre que sea posible determinarla sin necesidad de nuevo convenio entre los
contratantes.” El contenido de ese artículo debe extenderse a las obligaciones en
general. Sin embargo, en rigor basta con que la prestación sea determinable sin
necesidad de alterar los términos originarios del título constitutivo de la obligación.

CLASFICACIÓN DE LAS OBLIGACIONES SEGÚN SU PRESTRACIÓN.

 Obligaciones positivas y negativas.

Inicialmente, las obligaciones positivas son las de dar y hacer, mientras que las
obligaciones negativas serán las de no hacer. Conforme al art. 1088 CC: “Toda
obligación consiste en dar, hacer o no hacer alguna cosa.”

 Obligación de dar

Consiste en dar una cosa. El CC no tiene un régimen general aplicable a este


tipo de obligación, pues la cosa a entregar determinará el comportamiento del deudor
y la correspondiente exigencia del acreedor. No obstante, sí se aclara lo siguiente:

- 1094 CC: “El obligado a dar alguna cosa lo está también a conservarla con la
diligencia propia de un buen padre de familia.”

- 1095 CC: “El acreedor tiene derecho a los frutos de la cosa desde que nace la
obligación de entregarla. Sin embargo, no adquirirá derecho real sobre ella hasta
que le haya sido entregada.”

- 1097 CC: “La obligación de dar cosa determinada comprende la de entregar todos
sus accesorios, aunque no hayan sido mencionados.” Se entiende por accesorio
todo aquello que por naturaleza de la cosa sea necesario para el cumplimiento de
la entrega y la futura utilidad de la misma. Ej: es accesorio cuando compro un
móvil, que me entreguen un cargador porque sin cargador cuando el móvil se
queda sin batería deja de funcionar.

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 Obligación de hacer

Presupone el desarrollo de una actividad por parte del deudor que puede
consistir en:

- Obligación de actividad o de medios: la prestación consiste en el desempeño de


una actividad sin exigencia de resultado concreto; ejemplo: ser abogado de
alguien, se puede ganar el caso o no.

- Obligación de resultado: la prestación consiste en la realización de una actividad


dirigida a la obtención de un resultado concreto; ejemplo: contratar un pintor
para que pinte la fachada de una casa.

Asimismo, la obligación de hacer puede encontrarse presidida por la especial


consideración a la persona del deudor, o por el contrario ser ésta indiferente y
sustituible. Se distingue:

- Obligaciones de hacer fungibles: es posible la sustitución del deudor por


cualquier otro sujeto. En caso de incumplimiento, se ordenará el cumplimiento de
la actividad debida por cualquier otro sujeto y a costa del deudor. Ej: si el pintor
que he llamado no me pinta la fachada, llamo a otro y le paso la factura al
primero.

- Obligaciones de hacer infungibles o personalísimas: se establecen en atención a


la persona del deudor, de manera que el interés del acreedor no quedará
satisfecho si la prestación debida es realizada por persona distinta de aquel. Así,
incumplida la obligación por el deudor, no se podrá obligar al acreedor a aceptar
su ejecución por otra persona, resolviéndose el incumplimiento mediante
indemnización en dinero en concepto de daños y perjuicios. Ej: contrato a Picasso
para que me haga un retrato; si Picasso no pinta, no me vale que me retrate su
vecino. Picasso tendrá que indemnizarme por no haber cumplido su obligación.

 Obligaciones de no hacer.

Consiste en imponer al deudor una conducta negativa, obligándole a no


desarrollar una actividad determinada. Ejemplo: vendo un terreno con la obligación de
que no se hagan obras en él, alquilo un terreno con la obligación de no aparcar en la
plaza que corresponda, acuerdo de indemnización entre dos partes para no reclamar
ninguna de las partes a la otra…

 Obligaciones principales y accesorias.

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 Obligaciones divisibles e indivisibles.

i. Son obligaciones divisibles aquellas que tienen por objeto una prestación que
puede cumplirse por partes sin que altere la esencia de la obligación.

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ii. Son obligaciones indivisibles aquellas en las que la prestación no puede


realizarse por partes sin alterar su esencia. La indivisibilidad puede proceder
de la voluntad de las partes o de la naturaleza del objeto que constituye la
prestación.

En relación con los criterios para determinar la divisibilidad o no de una obligación, el


art. 1151 CC establece:

- Obligaciones de dar: son indivisibles aquellas cuyo objeto sea la entrega de un


cuerpo cierto y aquellas en las que la naturaleza de la cosa impida un
cumplimiento parcial.

- Obligaciones de hacer: son divisibles aquellas en las que la actividad se defina


por números de días o la ejecución de obras por unidades métricas, que por su
naturaleza sean susceptibles de cumplimiento parcial.

- Obligaciones de no hacer: el CC no determina criterio ninguno, por lo que se


establece la divisibilidad o no en cada caso concreto.

La divisibilidad o indivisibilidad de las cosas objeto de las obligaciones en las


que sólo hay un deudor o un acreedor resulta indiferente. También, la posibilidad de
divisibilidad de la prestación no determina de forma necesaria la divisibilidad de la
prestación, incluso en las pecuniarias.

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Lección 6. DETERMINACION RELATIVA DE LA PRESTACION.

Determinación o determinabilidad de la prestación. Las obligaciones


genéricas: concepto, clases y especialidades. Las obligaciones
alternativas: régimen jurídico. Obligaciones facultativas. Pluralidad de
prestaciones.

DETERMINACIÓN O DETERMINABILDIAD DE LA PRESTACIÓN.

Las obligaciones, al igual que los contratos, tienen como requisito necesario
para su constitución la determinación de la prestación, a tenor, y aplicado de forma
general y análoga a las obligaciones, del artículo 1273 CC. Existen por tanto
obligaciones en las cuales la prestación se determina en un momento posterior a la
constitución de la misma, pero siempre antes de poder se exigida.

La determinabilidad de la prestación es la posibilidad de que la prestación


quede sencilla o aproximadamente identificada en el momento inicial, para ser
precisada y perfilada con posterioridad. Así, la prestación puede ser:

i) determinada, si lo está desde el momento inicial, o


ii) determinable, si se determina con posterioridad a la constitución de la
obligación.

La idea fundamental radica en que la prestación será susceptible de


determinación cuando su concreción no dependa de futuras actuaciones de las partes
vinculadas por la relación obligatoria.

OBLIGACIONES GENÉRICAS.

Entre las obligaciones de dar, de entregar una cosa, la doctrina clasifica y


distingue entre obligaciones específicas y genéricas, también el Código. Son
obligaciones específicas las que recaen sobre un objeto determinado o individualizado,
y son genéricas aquellas en las que la determinación se limita mediante su pertenencia
a un género. La obligación específica es la determinada. En ésta el principio de
identidad de la prestación se encuentra notoriamente reforzado, el acreedor puede
negar a la entrega de una cosa diferente que no satisfaga su interés (art. 1166.1 CC). La
obligación genérica existe en aquellos supuestos de indeterminación relativa e inicial
de la cosa objeto de la prestación (art. 1167 CC). La jurisprudencia ha admitido hablar
de obligaciones genéricas en los casos de obligaciones que consistan en un hacer.

Obligaciones genéricas ordinarias y de género limitado.

Según el grado o amplitud de derterminabilidad del género, se distinguen


obligaciones genéricas ordinarias y de género limitado.

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Las obligaciones genéricas de género limitado presentan un grado de


concreción mayor del género, en ellas el objeto de la prestación no sólo se determina
por su pertenencia a un género, sino por una serie de datos o circunstancias
complementarias de origen, lugar,… que circunscriben o delimitan el objeto de la
obligación. La principal consecuencia jurídica es la mayor posibilidad de extinción de
la obligación por desaparición de los bienes objeto de la obligación, de tal modo que el
principio genus nunquam perit no siempre resulta aplicable a este subtipo de
obligaciones genéricas. Se trata de una obligación genérica que tiende a ser específica.

Problemática de las obligaciones genéricas.

Sea por imprevisión de las partes o por haber nacido la obligación de por
responsabilidad extracontractual que la calidad de la cosa genércia no estuviera
determinada en el contrato. Así, de forma supletoria, el legislador establece en el
artículo 1167 CC que “el acreedor no podrá exigirla de la calidad superior, ni el deudor
entregarla de la inferior”. Esta regla de calidad media es de relativa utilidad debido a
su imprecisión, más allá de que prescribe un equilibrio entre las pretensiones.

Las obligaciones genéricas, la pérdida de la cosa no es en sí misma significativa,


por la sencilla razón de que puede ser sustituida por otra del mismo género, por tanto
la responsabilidad del deudor se agrava con respecto a las obligaciones específicas. En
estas últimas, a tenor del artículo 1182, la obligación “quedará extinguida la obligación
que consista en entregar una cosa determinada cuando esta pereciere o destruyere sin
culpa del deudor”. A sensu contrario, en las obligaciones específicas, se aplica la regla
genus nunquam perit.

Especificación de la obligación genérica.

En algún momento la indeterminación del objeto de la prestación ha de


desparecer. La obligación genérica, para ser cumplida, ha de transformarse en una
específica. Ante la falta de regulación por parte de nuestro Código, la doctrina
establece que la concreción de la cosa indeterminada requerirá de la cooperación entre
el deudor y el acreedor. En caso de no existir acuerdo, la doctrina en base al principio
del favor debitoris, establece que es facultad del deudor ya que le es necesario para
cumplir con su obligación (el acreedor, a posteriori, podrá rechazar la cosa
determinada unilateralmente por el deudor). En cuanto al momento temporal, suele
coincidir con el momento solutorio, aunque puede ser antes.

PLURALIDAD DE PRESTACIONES.

Dependiendo de la unidad o multiplicidad de prestaciones que recaigan sobre


una misma obligación distinguimos entre:

a) obligaciones simples, en ellas la prestación prevista es única.


b) obligaciones complejas, existe una pluralidad de prestaciones sobre una
misma obligación. Dentro de este tipo se encuentran aquellas obligaciones
en las que el deudor tiene que llevar a cabo todas y cada una de las

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prestaciones, estaríamos ante obligaciones cumulativas; y por otro lado las


obligaciones en las que el deudor contempla dicha multiplicidad de forma
alternativa.

OBLIGACIONES ALTERNATIVAS.

Frente a la obligación cumulativa, aquella en que al que el total de las


prestaciones que la constituyen son todas exigibles, por tanto el deudor no cumplirá
con la obligación y quedará liberado hasta que ejecute todas ellas; tenemos la
obligación alternativa.

La obligación alternativa es aquella en la que el deudor cumple la obligación


ejecutando cualquiera de las prestaciones que forman la obligación (art. 1131 CC). La
elección de la prestación a cumplir, como norma general, queda reservada al deudor.
La configuración de la relación obligatoria alternativa nace en la actitud previsora del
deudor que quiere verse liberado una vez llegado el momento del cumplimiento (art.
1132 CC).

Concreción de la obligación alternativa.

Para ser cumplida, es necesaria la elección de una de las prestaciones del total
de las acordadas. Esta concentración hace que la obligación deje de ser alternativa y
pase a ser una obligación simple (art. 1136 CC). Una vez la prestación ha sido
concentrada y comunicada por el deudor a la otra parte, éste quedará liberado de la
obligación si por causas no le sean imputables, resulta imposible el cumplimiento de la
obligación. Mientras la concentración no haya tenido lugar la imposibilidad de
realización de una prestación resulta intrascendente, el deudor tendrá que elegir entre
las demás prestaciones. En cuanto a lo último, algunas reglas sacadas del código:

Elección del deudor. Determina el artículo 1.134 CC que perderá el derecho de elección
si de todas las prestaciones a que alternativamente estuviese obligado, sólo una fuera
realizable. Este efecto se origina cualquiera que hubiese sido la causa de la pérdida.

En cambio, la situación jurídica del deudor es distinta cuando por su culpa hubiesen
desaparecido todas las cosas que alternativamente fueron objeto de la obligación, o se
hubiera hecho imposible su cumplimiento. El artículo 1.135 CC concede al acreedor el
derecho de exigir daños y perjuicios, «tomando por base el valor de la última cosa que
hubiese desaparecido, o el del servicio que últimamente se hubiese hecho imposible».
Aunque el Código habla aquí de indemnización de daños y perjuicios, la regla denota
que no es más que un equivalente de la prestación imposible. El resarcimiento del daño
es independiente, y dependerá de su efectiva existencia y de la responsabilidad en que
el deudor pueda haber incurrido.

Si no todas las prestaciones se han hecho irrealizables, la elección del deudor deberá
recaer sobre las que queden.

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Elección del acreedor. Las responsabilidades del deudor se rigen por las siguientes
reglas contenidas en el artículo 1.136 CC:

1. Si alguna de las cosas se hubiese perdido por caso fortuito, cumple el


deudor entregando la que el acreedor elija entre las restantes, la que haya
quedado si subsistiera sólo una.
2. Si la pérdida de alguna de las cosas hubiese sobrevenido por culpa del
deudor, el acreedor podrá reclamar cualquiera de las que subsistan, o el
precio de la que, por culpa de aquél, hubiera desaparecido.
3. Si se hubiesen perdido por culpa del deudor todas las cosas, la elección
del acreedor recaerá sobre su precio. Las mismas reglas se aplicarán a las
obligaciones de hacer o de no hacer, en el caso de que algunas o todas las
prestaciones resultaren imposibles.

OBLIGACIONES CON CLÁUSULA FACULTATIVA.

La obligación con cláusula facultativa es aquella en la cual existe solo una


prestación en el título constitutivo de la obligación pero el deudor cuenta con la
posibilidad de llevar a cabo otra diversa llegado el momento solutorio. Conceden una
facultad solutoria (facultad alternativa o facultas solutionis), que permite en el momento
del pago liberarse con la realización de una prestación distinta (obligaciones con
facultad alternativa). El acreedor carece de facultad para reclamar la prestación
facultativa, esta se materializa exclusivamente por voluntad del deudor

Una vez que la obligación contiene una cláusula facultativa en favor del deudor
surge la posibilidad de sustituir la prestación originaria por otra diversa, esto ocurrirá
por decisión unilateral del deudor, sin que sea necesaria el asentimiento del acreedor.

En las obligaciones alternativas, todas las prestaciones son indistintamente


objetos posibles de la obligación, y solo una deberá ser cumplida. En las facultativas se
debe una prestación única, en caso de resultar imposible su cumplimiento por causas
no imputables al deudor, la obligación se extingue, y con ella la prestación facultativa.
En sí, la prestación facultativa del deudor tiene carácter accesorio.

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Lección 7. LAS OBLIGACIONES PECUNIARIAS.

El concepto del dinero. Las deudas de dinero: concepto, caracteres y


clases. Alteraciones del valor de la moneda; el principio nominalista y el
valorismo; las cláusulas de estabilización. El pago de las deudas
pecuniarias. Obligaciones en moneda extranjera. La deuda de intereses.

CONCEPTO DE DINERO.

El dinero es el medio de pago jurídicamente reconocido, cumple dos funciones


económicas esenciales:

a) como instrumento de cambio (en esta función distribuye los demás bienes y
él también es distribuido). Se estima en razón a lo que, a cambio de él puede
lograrse, y
b) como medida o módulo de valor de los demás bienes

Pero el dinero no es sólo medida de valor, sino también valor, que no suele ser
unitario ni constante, dando lugar a varios valores (nominal, intrínseco, en curso). El
instrumento del dinero es la moneda. Nuestro Código da por supuesto el concepto del
dinero. Se considera un bien mueble y, aunque no lo diga expresamente, es un bien
fungible o mejor dicho el bien fungible por excelencia. En el derecho de obligaciones el
dinero puede actuar como:

 Como precio, por ejemplo en el contrato de compraventa. Aquí cumple la


función económica de cambio y medida de valor.

 Como renta (fruto civil, art. 354.1 CC), ejemplo el arrendamiento de cosas. La
renta a diferencia del precio, no es preceptivo que consista en dinero (renta en
especie). Cuando la renta no consiste en dinero no difiere del precio, lo que
ocurre es que se debe no por la transmisión de la propiedad de una cosa, sino
por cesión del uso y disfrute.

 Como capital, ejemplo de este cometido se observa en los contratos de sociedad


o de préstamo, con las aportaciones de los socios a la sociedad. En este sentido
hay que situar la transferencia del dinero en virtud de préstamo.

 Como retribución. Es la contraprestación dineraria de una prestación de hacer


(contrato de trabajo, el de obra, el de mandato, el de corretaje, etc.).

 Como indemnización. En la responsabilidad contractual o extracontractual. La


indemnización ha de efectuarse en dinero, el cual cumple la función valorativa
dirigida a fijar el quantum de la lesión o el daño.

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 Como abono de gastos. Este abono ha de realizarse en dinero. El abono suele


ser una obligación legal accesoria a diversos contratos (Compraventa,
arrendamiento, mandato, depósito, etcétera).

 Como interés. Los intereses se satisfacen en dinero; pueden derivar de una


prestación dineraria (préstamo) o de otra índole. También equivalen algunas
veces a indemnización o a ser parte de la misma.

DEUDAS DINERARIAS. CONCEPTO, CARACTERES Y CLASES.

La obligación pecuniaria es aquella que consiste en pagar una suma de dinero,


el deudor está obligado a proporcionar al acreedor la suma de dinero que sea la
señalada en la obligación. En estas el dinero como mera unidad de valor y medio de
cambio, será el objeto de la obligación. Algunas características de la obligación
pecuniaria son:

i) La obligación pecuniaria es la obligación genérica por excelencia, nunca


tendrá lugar la extinción por imposibilidad sobrevenida, ya que siempre
existe dinero idóneo para su cumplimiento, éste nunca perece.
ii) El dinero se maneja a través de la moneda. Esta deberá de ser de curso legal
como mínimo, es decir, reconocida por el Estado. La doctrina distingue el
curso fiduciario (la confianza de sus usuarios) y el curso forzoso.
iii) La indemnización por incumplimiento de la obligación pecuniaria
consistirá, salvo pacto en contrario, en el pago de intereses (art. 1108 CC).

Dentro de las obligaciones pecuniarias se distinguen dos sub tipos, siendo el


criterio diferenciador la liquidez, o bien, el distinto momento de la liquidez posible.
Estos dos subtipos son:

i) la deuda de dinero o deuda de valuta, es aquella obligación pecuniaria en la


cual la prestación debida por el deudor coincide con una suma de dinero
precisa y determinada por referencia a una cifra de unidades monetarias. Se
da la predeterminación de una concreta suma de dinero.

ii) la deuda de valor, es aquella en las que el deudor cumple también


entregando una suma de dinero, pero esta no se encuentra concretamente
determinada en el título constitutivo de la obligación. La determinación es
futura e indirecta, en tanto y en cuanto la suma de dinero se corresponderá
con el valor de otro bien. No está predeterminado el valor a pagar sino que
será el resultado de una ulterior liquidación. Cuando el montante quede
fijado pasa a ser una deuda de dinero. El caso característico es la obligación
por responsabilidad extracontractual o de la responsabilidad por daños.

Asimismo, el dinero forma parte del objeto de la obligación en obligaciones que


son propiamente pecuniarias, que es conveniente diferenciar. La doctrina ha
identificado:

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- obligación de moneda individual, consiste en la entrega de una o varias monedas


concretas, atendiendo al valor numismático, metálico, simbólico,… y no al valor
monetario concedido por el emisor de moneda. Aquí el dinero no es un bien
fungible. No hay aquí una verdadera obligación pecuniaria, porque la obligación
pesa sobre monedas en cuanto cosas concretas y determinadas, por tanto es una
obligación específica.
- obligación de especie monetaria, el deudor debe entregar una o varias monedas
perteneciente a un género, es decir, se ha señalado la circunstancia especial que
deberán presentar las monedas con las que se hace el pago. Se trata de una
obligación de género limitado.

ALTERACIONES EN EL VALOR DE LA MONEDA. EL PRINCIPIO


NOMINALISTA Y EL VALORISMO. LA CLÁUSULA DE ESTABILIZACIÓN.

El sistema de obligaciones pecuniarias que recoge nuestro Código se rige por el


principio nominalista: el deudor cumplirá entregando el valor nominal o le importe
exacto en unidades monetarias contemplado en el título constitutivo de la obligación
(art. 1753 CC), con independencia de que en el momento de la solutio el valor nominal
no satisfaga suficientemente los intereses del acreedor debido a la inflación o
devaluación de la moneda. Esto puede ser injusto pero es lo que más seguridad
jurídica aporta al tráfico jurídico.

El principio valorista (prestar al acreedor la suma que equivalga al poder


adquisitivo que tenía se señaló en la constitución de la obligación), por tanto, no será la
regla general en nuestro Derecho de obligaciones, si bien tendrá cabida en algunos
casos como la evicción en la compraventa (art. 1478 CC).

Actualización del valor nominal. La cláusula de estabilización.

El principio nominalista se enfrenta al problema de que es claramente


pernicioso y desfavorable para el acreedor. Este problema ha sido resuelto por la
técnica creativa jurídica de la cláusula de estabilización, que garantiza un equilibrio
justo entre las prestaciones en las relaciones obligatorias de carácter duradero.

La cláusula de estabilización será la previsión contractual, en virtud de la cuales


las partes contratantes acuerdan que el importe nominal de la obligación pecuniaria se
actualizará, llegado el momento de cumplimiento, conforme al valor de un bien o
conforme a unos índices estadísticos de mayor objetividad basados en criterios
independientes de la voluntad de las partes (IPC, Euribor,…). La cláusula de
estabilización protege al acreedor contra los perjuicios que pudiera ocasionar la
pérdida de poder adquisitivo.

El pago de la deuda pecuniaria. La moneda extranjera.

Artículo 1170 CC.


El pago de las deudas de dinero deberá hacerse en la especie pactada y, no siendo posible
entregar la especie, en la moneda de plata u oro que tenga curso legal en España.

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La entrega de pagarés a la orden, o letras de cambio u otros documentos mercantiles, sólo


producirá los efectos del pago cuando hubiesen sido realizados, o cuando por culpa del acreedor
se hubiesen perjudicado.

LA DEUDA DE INTERESES.

La obligación de pago de intereses es una obligación pecuniaria, de naturaleza


accesoria respecto de la obligación de restituir o entregar el capital. Conviene dejar
claro que no es una derivación necesaria y automática de la obigación pecuniaria, sino
que tiene carácter accesorio. Su naturaleza se encuentra en que el disfrute de un capital
en dinero perteneciente a otra persona o que a ella le debía de haber sido entregado en
su momento, es evidente que constituye fuente de beneficios para el que lo goza. Debe
pagar por ello un precio, que es el interés en estricto sentido jurídico. En este caso el
dinero cumple la función de bien productivo generador de frutos civiles, que son
entregados en concepto de interés (art. 355.3 CC).

De la accesoriedad deriva la doctrina común el que el devengo y consiguiente


pago de intereses se extinga con la obligación principal: que esté cubierta por la misma
garantía real que garantiza esta última (art. 1.871 CC); y que cuando se transmite el
derecho la exigida entrega o restitución del capital se entienda transmitido el derecho a
exigir el pago de los intereses que se devenguen.El pago de intereses requiere:

a) que haya sido pactado convencionalmente o,


b) que el deudor de la obligación se halle constituido en mora, en este caso se
sigue lo establecido en el artículo 1108 CC, “(S)i la obligación consistiere en
el pago de una cantidad de dinero, y el deudor incurriere en mora, la
indemnización de daños y perjuicios, no habiendo pacto en contrario,
consistirá en el pago de los intereses convenidos, y a falta de convenio, en el
interés legal”.

Deudas líquidas e ilíquidas.

La constitución en mora del deudor en el caso de las obligaciones pecuniarias


solo es posible cuando la prestación sea líquida, esto es cuando se conoce con exactitud
la cantidad o tantundem a entregar.

La iliquidez de una obligación muestra su innegable utilidad, si acreedor y


deudor no están de acuerdo en cuanto es el montante exacto de la prestación debida,
difícilmente cabe la posibilidad de constituir al deudor en mora. Se sigue el principio in
illiquidis non fit mora, entendiendo que no puede considerarse deshonesto quien ignora
cuánto debe pagar. No obstante, la jurisprudencia ha limitado los efectos de este
principio. La nueva doctrina atiende al criterio de la razonabilidad de las causas del
incumplimiento para resolver sobre si procede o no condenar al demandado al pago de
intereses y, en su caso, desde cuándo. Prescinde del alcance dado a la regla in illiquidis
non fit mora en la anterior jurisprudencia y por el canon de la razonabilidad en la
oposición para decidir la procedencia de condenar o no al pago de intereses. Con esto
se utilice es utilice la inejecutabilidad de la deuda ilíquida para retrasar el pago.

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El principio de indivisibilidad del pago quiebra en los casos en los que la


obligación tenga una parte líquida (conocida con exactitud), y otra ilíquida (no
conocida), conforme al artículo 1169 CC. Dicho precepto aporta seguridad al acreedor
en aquellos casos en los que la obligación principal sea líquida, y los intereses no sean
conocidos con exactitud.

El interés legal.

El interés legal es aquel fijado en la Ley. La fijación de este ha pasado por estar
contemplada por el mismo Código, leyes que se amparaban en tipo del Banco de
España, cuando este era un banco central, y la fijación anual en los Presupuestos
Generales del Estado.

No obstante en la práctica el pacto por el que fijan los intereses es


completamente libre, podrá pactarse el interés sin ninguna limitación. La única
limitación legal que existe es la contemplada en la Ley de 23 de julio de 1908 sobre
nulidad de los contratos de préstamos usurarios, por la que será nulo todo contrato
que “en que se estipule un interés notablemente superior al normal del dinero y
manifiestamente desproporcionado con las circunstancias del caso o en condiciones
tales que resulte aquél leonino, habiendo motivos para estimar que ha sido aceptado
por el prestatario a causa de su situación angustiosa, de su inexperiencia o de lo
limitado de sus facultades mentales ”.

El anatocismo. El interés del interés.

El anatocismo es la acumulación de intereses al capital, ya devengados, al efecto


de la producción de nuevos intereses. El anatocismo puede ser legal y convencional. El
anatocismo legal se encuentra previsto en el artículo 1109 CC, de acuerdo con el cual
los intereses vencidos devengan el interés legal «desde que son judicialmente
reclamados, aunque la obligación haya guardado silencio sobre este punto». El
anatocismo convencional se origina por voluntad de las partes. Los intereses
devengados y no satisfechos generan también intereses desde el mismo momento,
debiendo haber sido atendidos, han sido impagados.

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Lección 8. CUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES.

i) Concepto, naturaleza y requisitos del pago. Los sujetos del pago; el


pago por tercero; receptor del pago. Requisitos objetivos del pago:
identidad e integridad. ii) Circunstancias del pago y de la relación
obligatoria. El tiempo en la relación obligatoria; el término esencial. El
lugar de la obligación y del pago. Las obligaciones sometidas a
condición. Prueba del pago; el recibo. Gastos del pago. La imputación de
pagos.

EL CUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN. CONCEPTO Y NATURALEZA.

Se entiende por pago la plena y absoluta realización de lo convenido por las


partes al contraer la obligación, la exacta realización de la prestación o conducta
debida. El pago no tiene porqué consistir en la entrega de una suma de dinero, puede
ser también al realización de una conducta, independientemente que la obligación se a
de hacer o no hacer. Pago y cumplimiento son lo mismo. El pago es la forma por
antonomasia de extinguir una obligación, los demás supuestos (art. 1156 CC) no dejan
de ser frustraciones del pago. Así, con el pago supone la solutio y liberación del deudor,
y la satisfacción del interés del acreedor.

En cuanto a la naturaleza jurídica del pago, la doctrina mayoritaria establece


que la conducta que constituya el objeto de la prestación ha de ser considerada un acto,
pues depende de la voluntad del obligado. La voluntariedad de la conducta prometida
como prestación impone concluir que el pago debe calificarse como un acto voluntario
a la vez que debido. Ello no obsta a que la materialización de dicho acto tenga a su vez
por objeto la realización de actos que sean negocios jurídicos.

LOS SUJETOS DEL PAGO. CAPACIDAD PARA PAGAR.

La estructura de la obligación, de entrada, da a pensar que el deudor es el sujeto


que realiza el pago, y el acreedor quien recibe la conducta constitutiva de
cumplimiento de la obligación. No obstante, deudor y solvens, por un lado, y acreedor
y accipiens por otra, no siempre tiene porqué coincidir. Así, por tanto, será necesario
delimitar jurídicamente tanto al solvens como al accipiens, definir sus requisitos y su
capacidad.

Capacidad el solvens.

La capacidad del solvens aparece en el art. 1160 CC que dispone: “en las
obligaciones de dar no será válido el pago hecho por quien no tenga la libre
disposición de la cosa debida y capacidad para enajenarla. Sin embargo, si el pago
hubiese consistido en una cantidad de dinero o cosa fungible, no habrá repetición
contra el acreedor que la hubiese gastado o consumido de buena fe”. De la norma
expuesta se deducen las siguientes consecuencias:

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a) Se exige la disposición y la capacidad para enajenarla.

b) El pago hecho por quien no tiene la capacidad legal requerida no es un


pago válido, y puede ser repetido como principio general, lo mismo que
el efectuado por quien no tiene la libre disposición de la cosa, y con más
razón por quien no es propietario de la misma (pues ni siquiera posee
entonces su disposición).

c) La acción de repetición queda excluida siempre que «el pago hubiera


consistido en una cantidad de dinero o cosa fungible», si el acreedor «la
hubiese gastado o consumido de buena fe». Esta excepción a la regla
general de la repetición de los pagos en los que no concurran los
requisitos establecidos, exige que la buena fe exista precisamente en el
momento de la consumición o gasto.

En las obligaciones de hacer o no hacer el Código guarda silencio, seguramente


porque la cuestión carece de trascendencia al ser irrepetible el pago ya efectuado.

Capacidad del accipiens.

Conforme al art. 1163 CC, “(E)l pago hecho a una persona menor de edad será
válido en cuanto se hubiere convertido en su utilidad. Esta regla también será aplicable
a los pagos realizados a una persona con discapacidad con medidas de apoyo
establecidas para recibirlo y que actúe sin dichos apoyos, en caso de que el deudor o la
persona que realice el pago conociera de la existencia de medidas de apoyo en el
momento de la contratación o se hubiera aprovechado de otro modo de la situación de
discapacidad obteniendo de ello una ventaja injusta”. Por consiguiente, la validez del
pago no exige como presupuesto ineludible una especial situación de capacidad en el
accipiens si el cumplimiento redunda en su beneficio.

EL PAGO HECHO POR TERCEROS.

Legitimación y excepciones.

Deudor y solvens pueden no coincidir, cuando esto ocurre nos encontramos con
la situación en que la ejecución de la prestación debida es realizada por un tercero. El
art. 1158 CC dispone que la obligación puede ser cumplida por cualquier persona, más
concretamente “(p)uede hacer el pago cualquier persona, tenga o no interés en el
cumplimiento de la obligación, ya lo conozca y lo apruebe, o ya lo ignore el deudor”.
La excepción a esta regla se recoge en el art. 1161 CC, “(e)n las obligaciones de hacer el
acreedor no podrá ser compelido a recibir la prestación o el servicio de un tercero,
cuando la calidad y circunstancias de la persona del deudor se hubiesen tenido en
cuenta al establecer la obligación”, es decir en el caso de las obligaciones
personalísimas, en las cuales está identificado el sujeto que debe cumplir con la
prestación.

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Efectos jurídicos. La relación entre el solvens y el deudor: subrogación o


reembolso.

El pago hecho por un tercero libera al deudor, pero puede dar lugar a nuevas
obligaciones entre éste y el solvens. Son tres las situaciones posibles (art. 1158 CC):

i) que el deudor ignore el pago hecho por un tercero. En este caso el solvens
dispone contra el deudor de una acción de reembolso o reintegro de lo que
ha pagado (art. 1158 CC). No podría el solvens reclamar del deudor la
subrogación en sus derechos si este ignoraba su intención de realizar el
pago que finalmente hizo (art. 1159 CC).

ii) que el deudor, conociendo el interés del tercero, apruebe el pago. Aquí, el
solvens también dispone contra el deudor de la acción de reintegro de lo
que ha pagado. Además, el solvens no solo podrá compeler al deudor a que
le subrogue en sus derechos, sino que se presumirá ya la subrogación (art.
1159 y 1210.2º CC). La aprobación por parte del deudor puede ser explícita
o tácita, basta con que conozca la situación y la consienta.

iii) que el deudor, conociendo el interés del tercero, se oponga al pago, este
se haría en contra de su voluntad. La acción de reembolso de la que
dispone en este caso el solvens, es una acción de repetición de alcance
menor podrá lo que al deudor le hubiera sido útil, lo cual podrá coincidir o
no con el importe de lo pagado (art. 1159 CC). Por supuesto que no puede
el deudor compeler al deudor a que le subrogue en sus derechos.

En las tres situaciones el pago es válido, el acreedor no se puede oponer a


recibir el pago.

EL RECEPTOR DEL PAGO. ACREEDOR APARENTE Y TERCERO.

Por antonomasia, el accipiens del cumplimiento será el propio acreedor, “la


persona en cuyo favor estuviese constituida la obligación” (art. 1162 CC). No obstante,
es obvio que el acreedor podrá habilitar a cualquier otra persona para recibir el pago.
En este último caso, se suele hablar de adiectus solutionis causa o persona designada con
ocasión del cumplimiento (art. 1162 CC in fine). Cabe incluso que el cumplimiento se
lleve a cabo en favor de una persona que, aparentemente, cuenta con la legitimación
para cobrar, aunque realmente no la tenga (acreedor aparente).

Pago al acreedor aparente: El art. 1164 CC contempla los supuestos de pago al


acreedor aparente, estableciendo que: “el pago hecho de buena fe al que estuviere en
posición del crédito, librará al deudor”. Esto es, incluso en el caso del acreedor
aparente, el cumplimiento tendrá eficacia liberatoria, quedando el deudor libre de la
obligación. Para que se produzca tal efecto se requiere exclusivamente:

i) Que el deudor lleve a cabo el cumplimiento de buena fe, ya que no llega a


determinar que el accipiens es un acreedor aparente.

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ii) Que este último actúe objetivamente como verdadero acreedor, ya sea
porque se encuentre en posesión del crédito (art. 1164 CC), ya porque el
acreedor aparente se encuentre en una situación que, de forma usual,
corresponde al acreedor o a la persona legitimada.

Aunque el verdadero acreedor no llegue a recibir nunca la prestación, el deudor


queda en todo caso liberado de la obligación.

Pago al tercero: A tal hipótesis se refiere el art. 1163 CC: “también será válido el
pago hecho a un tercero en cuanto se hubiere convertido en utilidad del acreedor”.
Esto es, en principio, el pago al tercero no es un verdadero cumplimiento y, por tanto,
no tiene eficacia liberatoria para el deudor. No obstante, si a través del tercero el
acreedor llega a recibir la prestación, el pago habrá sido útil y en consecuencia válido.
Aquí se exige que el acreedor satisfaga sus intereses para liberar al deudor.

REQUISITOS OBJETIVOS DEL PAGO. IDENTIDAD E INTEGRIDAD.

Cumplir equivale a hacer cuando se promete. Para que se dé el cumplimiento y


se extinga la obligación, el acreedor ha de versa satisfecho mediante la realización
exacta de la prestación. El pago será plenamente regular y liberatorio si la prestación
efectuada coincide con la prometida. Los requisitos que el pago deberá reunir serán la
identidad e integridad.

Identidad de la prestación.

El principio de la identidad del pago se recoge en el artículo 1166 CC, que


determina que “el deudor de una cosa no puede obligar a su acreedor a que reciba otra
diferente, aun cuando fuere de igual o mayor valor que la debida. Tampoco en las
obligaciones de hacer podrá ser sustituido un hecho por otro contra la voluntad del
acreedor”. Así, de no mediar la voluntad favorable del acreedor, el deudor no podrá
llevar a cabo pretensiones distintas a la establecida.

Este principio es extrapolable a las obligaciones de no hacer, en estas sólo la


prestación negativa contemplada en el título constitutivo generará el incumplimiento
de la obligación; por tanto, cualquier conducta distinta realizada por el deudor no
afectará a la obligación constituida. Por el contrario, en las obligaciones de carácter
positivo la identidad de la prestación considerada es la única que tiene eficacia
liberatoria.

Integridad de la prestación.

La completa y total ejecución de la prestación viene requerida por el art. 1157


CC, “(n)o se entenderá pagada una deuda sino cuando completamente se hubiese
entregado la cosa o hecho la prestación en que la obligación consistía”. Es conveniente
destacar que la integridad de la prestación supone:

- En las obligaciones de dar, la entrega se encuentra referida tanto a la


cosa adeudada como a sus frutos y accesorios (art. 1095 y 1097).

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- En el caso de obligaciones pecuniarias que generen intereses, la


prestación debe alcanzar al principal adeudado y a los intereses
vencidos (art. 1173).

Identidad de la prestación.

En principio, la integridad de la prestación excluye que el pago pueda realizarse


por partes o fraccionado, aunque el objeto de la obligación sea divisible. Así, la
indivisibilidad no será más que una consecuencia de la integridad.

La regla de la indivisibilidad se contempla en al art. 1169 CC, y contempla una


excepción, “(a) menos que el contrato expresamente lo autorice, no podrá compelerse
al acreedor a recibir parcialmente las prestaciones en que consista la obligación. Sin
embargo, cuando la deuda tuviere una parte líquida y otra ilíquida, podrá exigir el
acreedor y hacer el deudor el pago de la primera sin esperar a que se liquide la
segunda”. La indivisibilidad por tanto será una presunción iuris tantum, que por ser
norma dispositiva las partes pueden aportar lo contrario.

->>>>>>>> deuda líquida ilíquida, obligaciones parciarias <<<<<

¿son los intereses una obligación diferente y accesoria de la deuda


principal?¿los intereses con deudas ilíquidas? ¿ Artículo 1173. Si la deuda produce
interés, no podrá estimarse hecho el pago por cuenta del capital mientras no estén
cubiertos los intereses?

EL TIEMPO EN LA RELACIÓN OBLIGATORIA. EL TÉRMINO ESENCIAL.

La idea de tiempo influye en la configuración de la relación obligatoria de


diferentes manera según la naturaleza de la obligación. La determinación del momento
temporal del cumplimiento tiene una gran importancia ya que a partir del mismo, el
deudor puede ser constituido en mora o conceptuado como moroso, con la agravación
de responsabilidad que ello conlleva. A partir de dicho momento, comienzan a
generarse en perjuicio del deudor los intereses (legales o pactados) por mora o retraso
en las obligaciones pecuniarias (art. 1108 CC).

Según la determinación temporal del cumplimiento de la obligación se


distingue entre:

i) obligaciones puras, no se encuentra sometida a plazo ni condición


alguna y es exigible por parte del acreedor desde que la misma nace. El
pago es instantáneo (art. 1113 CC).
ii) obligaciones sometidas a plazo, el cumplimiento deberá hacerse
cuando llegue el día convenido. El término suspensivo señala el tiempo
en el cual el cumplimiento no es reclamable por parte del deudor (art
1125 CC).

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Obligación sometida a término esencial.

Por regla general, el aplazamiento del pago determina el momento de la


exigibilidad del crédito, normalmente la prestación retrasada es todavía posible yel
acreedor puede reclamarla y el deudor puede cumplirla, también es posible cumplirla
anticipadoramente.

Existen, sin embargo, casos en los cuales los intereses de las partes en la relación
obligatoria, especialmente el interés del acreedor, hacen que el término sea esencial
para la prestación, porque tal y como ha sido configurada sólo es posible en un
momento determinado (v. gr. el pianista de la boda). El deudor no puede pretender
liberarse con una prestación tardía. La importancia del término esencial radica en que
hace coincidir rígidamente la fijación del cumplimiento con la satisfacción del legítimo
interés del acreedor, quien se vería burlado en sado de cumplimiento anticipado o
demorado.

Plazo a disposición del deudor.

Son aquellos casos en que no se fija el alcance o la extensión temporal del


aplazamiento del cumplimiento, o directamente el momento del haya quedado
pactado a disposición del deudor (art. 1128 CC). Las partes se preocupan únicamente
de documentar la obligación de devolución, sin atender al momento concreto de
cumplimiento. En estos casos habrán de ser los Tribunales quienes fijen la duración del
mismo (art. 1128 CC).

Vencimiento anticipado de las obligaciones aplazadas.

Aun cuando la obligación haya sido objeto de aplazamiento, el hecho de que la


situación patrimonial o la actitud del deudor haga peligrar la satisfacción del interés
del acreedor puede conllevar la anticipación del vencimiento de la obligación aplazada.
La ley permite que el acreedor dé anticipadamente por vencida la deuda y que el
deudor pierda el derecho a utilizar el plazo. Se trata de casos en que se produce una
sobrevenida pérdida de la confianza en el deudor y en que es necesario otorgar al
acreedor una protección más vigorosa. El art. 1129 CC establece que “perderá el
deudor todo derecho a utilizar el plazo”:

- cuando, después de contraída la obligación, resulte insolvente, salvo que


garantice la deuda,

- cuando no otorgue al acreedor las garantías a que estuviere comprometido, y

- cuando por actos propios hubiese disminuido aquellas garantías después de


establecidas, y cuando por caso fortuito desparecieran, a menos que sean
inmediatamente sustituidas por otras nuevas e igualmente seguras.

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El cumplimiento de las obligaciones aplazadas. El error del solvens.

Aun habiéndose fijado un plazo, es factible que el cumplimiento tenga lugar


antes de que dicho plazo se agote o llegue a término. Dicha eventualidad puede darse:

- por iniciativa del acreedor, quien reclama el pago antes de su vencimiento y el


deudor está conforme.

- por iniciativa del deudor, quien, aun sabiendo que puede cumplir con
posterioridad, lo hace voluntariamente antes de tiempo.

- mediante acuerdo entre acreedor y deudor, previendo en el título constitutivo


la posibilidad de cumplimiento anticipado.

La posibilidad de cumplimiento anticipado está radicalmente excluida en los


casos de término esencial, ya que en los mismos el cumplimiento extemporáneo, tanto
si es retrasado como si es anticipado, no satisface en absoluto el interés del acreedor y,
por tanto, constituye un incumplimiento propio y definitivo.

El pago anticipado es siempre válido, su eficacia solutoria viene expresada en al


art. 1126 CC, “(l)o que anticipadamente se hubiese pagado en las obligaciones a plazo,
no se podrá repetir. Si el que pagó ignoraba, cuando lo hizo, la existencia del plazo,
tendrá derecho a reclamar del acreedor los intereses o los frutos que éste hubiese
percibido de la cosa”.

Así la imposibilidad de repetición del pago se mantiene en caso de error


(absoluto o relativo) del solvens. El Código prescinde de la existencia de buena o mala
fe en el acreedor, y concede al deudor un derecho a reclamar los frutos que hubiere
percibido de en caso de no haber pagado anticipadamente.

EL LUGAR DE LA OBLIGACIÓN Y EL PAGO.

En lo referente al lugar, el pago deberá realizarse donde las partes libremente lo


hayan pactado. A falta de acuerdo, como regla supletoria a la libre disposición de las
partes, intenta resolver la problemática que genera la imprevisión de fijar el lugar del
pago. Así, conforme al artículo 1171 CC, cuando el lugar del pago no haya sido fijado
por acreedor y deudor “deberá hacerse el pago donde ésta existía en el momento de
constituirse la obligación. En cualquier otro caso, el lugar del pago será el del domicilio
del deudor”.

OBLIGACIONES CONDICIONALES. CONDICIÓN SUSPENSIVA Y


CONDICIÓN RESOLUTORIA.

La relación obligatoria puede estar sometida a una condición por la voluntad de


las partes, entretanto no acaezca el suceso contemplado como condición la obligación
no será exigible (art. 1114 CC).

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Condición suspensiva.

Se adquiere el derecho a reclamar el pago si se cumple una condición, mientras


no se cumpla no es reclamable. Añade el artículo 1120 CC, “(l)os efectos de la
obligación condicional de dar, una vez cumplida la condición, se retrotraen al día de la
constitución de aquélla […].En las obligaciones de hacer y no hacer, los Tribunales
determinarán, en cada caso, el efecto retroactivo de la condición cumplida”. Los
intereses no son retroactivos.

El acreedor sub conditione es titular de un derecho eventual y recibe especial


protección, “antes del cumplimiento de las condiciones ejercitar las acciones
procedentes para la conservación de su derecho” (art. 1121 CC). El deudor condicional
puede repetir el pago si este se hizo antes de que se cumpliera la obligación siguiendo
las reglas de, enriquecimiento sin causa (art. 1121 y 1895 CC).

Cuando las condiciones fueren puestas con el intento de suspender la eficacia


de la obligación de dar, según el artículo 1122 del Código, se observarán las reglas
siguientes, en el caso de que la cosa mejore o se pierda o deteriore pendiente la
condición:

i. Si la cosa se perdió sin culpa del deudor, quedará extinguida la


obligación.

ii. Si la cosa se perdió por culpa del deudor, éste queda obligado al
resarcimiento de daños y perjuicios.

iii. Cuando la cosa se deteriora sin culpa del deudor, el menoscabo es de


cuenta del acreedor.

iv. Deteriorándose por culpa del deudor, el acreedor podrá optar entre la
resolución de la obligación y su cumplimiento, con la indemnización de
perjuicios en ambos casos.

v. Si la cosa se mejora por su naturaleza, o por el tiempo, las mejoras ceden


en favor del acreedor.

vi. Si se mejora a expensas del deudor, no tendrá éste otro derecho que el
concedido al usufructuario.

Condición resolutoria.

Cuando la condición a que ha sido sometida la obligación es resolutoria, la


llegada de la condición opera como una circunstancia que pone fin a la relación. La
relación desplegaba todos sus efectos desde el momento mismo de su constitución.

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LA PERUEBA DEL PAGO. EL RECIBO.

El pago debe acreditarse por cualquiera de los medios admitidos en Derecho,


pero normalmente se hará a través del recibo, que es la declaración de voluntad escrita
que realiza el acreedor de haberse cumplido la prestación. Por tanto, el recibo de
capital extingue la obligación. Asimismo, el recibo del último plazo de una deuda,
cuando el acreedor no haya hecho reserva expresa, extinguirá la obligación respecto a
los plazos anteriores (art. 1110 CC).

GASTOS DEL PAGO.

El régimen de los gastos ocasionados por el cumplimiento se encuentra


establecido en el artículo 1.168 con carácter general, “los gastos extrajudiciales que
ocasione el pago serán de cuenta del deudor”. Es una norma de carácter dispositivo
simplemente, por lo que las partes pueden válidamente acordar otro régimen. Respecto
de los gastos judiciales, dice el precepto citado, “que decidirá el Tribunal con arreglo a
la Ley de Enjuiciamiento Civil”. Por gastos extrajudiciales del pago deben entenderse,
en principio, todos los que sean necesarios para cumplir la prestación.

LA IMPUTACIÓN DE PAGOS.

Cuando el deudor tiene que hacer frente a varias deudas en favor de un mismo
acreedor o a una sola que genera obligaciones periódicas, al pagar, es necesario
determinar cuál de ellas va a quedar extinguida. En la práctica, la multiplicidad de
deudas puede dar lugar a equívocos en caso de que el solvens en el momento de
realizar el pago no indique cuál de tales deudas entiende por cumplida y,
simultáneamente, el acreedor no entregue un recibo en el que especifique en qué
concepto ha recibido el pago. Para que dicha equivocidad sea posible se requieren una
serie de supuestos de orden lógico:

i) existencia de varias deudas a cargo de un deudor frente a un solo


acreedor (art. 1172 CC).

ii) las deudas deben ser de la misma especie, las deudas han de ser
homogéneas para que las respectivas prestaciones den lugar a equívoco,
el ejemplo paradigmático es la deuda pecuniaria (las obligaciones de dar
específicas están excluidas).

iii) las obligaciones han de estar vencidas y por tanto son exigibles.

Ante dicha eventualidad de equivocidad el Código contiene una serie de reglas


tendentes a discernir cuál de las diversas deudas ha de entenderse por pagada. La
imputación de pagos es el mecanismo legalmente previsto de atribución del pago
efectuado por el deudor cuando este no cubre la totalidad de las varias deudas que este
tiene frente al acreedor.

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La imputación de pagos es una materia reservada a la autonomía privada, las


partes podrán determinar qué deuda ha de entenderse pagada. Las reglas del artículo
1174 CC tendrán cabida de forma supletoria cuando las partes se abstengan de realizar
la imputación del pago. Se distingue entre imputación convencional y legal.

Atribución convencional.

A) La atribución del pago al deudor.

Inicialmente, el art. 1172 CC atribuye al deudor la facultad de determinar, en el


momento del pago, a cuál de las deudas debe aplicarse el pago efectuado. Se sigue el
principio del favor debitoris. Por tanto, el deudor vincula al acreedor mediante la
imputación del pago. Será exigible al deudor a la hora de imputar el pago que:

 la declaración de la imputación sea recepticia, dirigida al acreedor; es la


única forma de que el acreedor controle que la prestación hecha es la
prometida y que cumple con los criterios de integridad e identidad.
 la imputación ha de producirse en el mismo momento del pago (art.
1172 CC).

B) La (pseudo)imputación por el acreedor. El recibo del pago.

Subsidiariamente, si el acreedor entrega un recibo que contenga la aplicación


del pago, y no tiene lugar la protesta del deudor, el pago se presumirá imputado,
ahora, por el acreedor (art. 1172). Es evidente que la imputación del acreedor debe ser
aceptada por el deudor, por lo que, en realidad, la imputación es en última instancia
obra suya.

Atribución legal.

En ausencia de imputación hecha por deudor, y recibo entregado por acreedor,


entran en juego las reglas del artículo 1174 CC:

a) se habrá de entender satisfecha en primer lugar la deuda que resulte más


onerosa para el deudor. Se considera como deuda más onerosa la que
produce intereses.

b) si las diversas deudas fueren de igual naturaleza y gravamen, el pago se


imputará a prorrata de todas ellas, se genera así otra excepción a la
indivisibilidad del pago distinta de la de la del art. 1169 CC.

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Lección 9. LOS SUBROGADOS DEL CUMPLIMIENTO.

La renegociación del crédito. El ofrecimiento de pago y la consignación.


La dación en pago. El pago por cesión de bienes.

LA RENEGOCIACIÓN DE LA DEUDA.

El pago o cumplimiento incluye satisfacción del interés del acreedor,


cumplimiento del deudor y liberación de éste son elementos estrechamente enlazados,
y la extinción de la obligación. Sin embargo, la satisfacción del interés del acreedor
puede producirse de un modo diverso del convenido inicialmente mediante una serie
de procedimientos, a los cuales la doctrina llama subrogados del cumplimiento, porque
sustituyen al cumplimiento que se pactó cuando se constituyó la obligación. Para ello,
las partes tendrán que renegociar la deuda y buscar una salida alternativa sustituyendo
la prestación debida por otra que sea en ese momento preferible a la demora en la
realización en la prestación fijada. La sustitución de la prestación requiere de un
acuerdo entre deudor y acreedor, este puede plantearse de dos formas sumamente
distintas: mediante dación en pago o por cesión de bienes para pago.

LA DACIÓN EN PAGO.

La dación en pago o datio pro soluto es la entrega de algo o la prestación de un


servicio, que pese a ser diferentes a la prestación originaria, suponen cumplir la
obligación existente. El deudor, con consentimiento del deudor, realiza una prestación
distinta que surte igualmente el efecto de extinguir la obligación. Es una quiebra del
requisito de identidad contemplado en el art. 1166 CC, que solo puede obviarse con el
consentimiento del deudor. Así, la doctrina, en ausencia de regulación en el Código, ha
deducido dos requisitos para que una obligación pueda entenderse cumplida por
dación en pago:

i) Existencia de un acuerdo entre las partes, con el designio de dar por


extinguida la obligación y sin dar origen a una nueva obligación. La dación
en pago, pues, excluye la novación.

ii) Transmisión o entrega simultánea del objeto de nueva prestación, si el


deudor solo se compromete a entregar otra cosa diferente de la prestación
originaria estaríamos ante una novación.

Naturaleza jurídica y efectos.

La dación en pago ha sido asimilada por parte de la doctrina al contrato de


compraventa al aplicarse a ella las reglas sobre el saneamiento por evicción. Dicha
asimilación solo es aceptable con carácter instrumental, sólo se aplican ciertas reglas
del carácter de compraventa; y lo que se busca con la dación en pago es extinguir una
obligación, no dar vida a un nuevo contrato.

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DERECHO CIVIL II. Rodrigo
Obligaciones y contratos Mira-González

En la dación en pago se transmite la titularidad, esto es, la propiedad, del bien


entregado, es un acto en virtud del cual el deudor transmite bienes de su propiedad al
acreedor, a fin de que este aplique el bien recibido a la extinción del crédito de que es
titular. La entrega produce automáticamente la extinción de la primitiva obligación.

EL PAGO POR CESIÓN DE BIENES.

En la cesión de bienes para pago o cessio pro solvendo el deudor se limita a


transferir al acreedor la posesión y administración de bienes suyos para que el acreedor
los liquide y palique el precio obtenido al pago de la deuda. Por tanto, la cesión de
bienes para pago no comporta, de forma automática, la extinción de la obligación
originaria.

Una vez realizada la liquidación de los bienes cedidos, el deudor quedará


liberado en función del importe obtenido, si el dinero obtenido supera el montante del
crédito, el acreedor restituirá al deudor cedente; si el líquido conseguido no llega a
cubrir el importe de los créditos, el deudor lo seguirá siendo de la cantidad restante
(art. 1175 CC). La cesión libera en tanto el líquido, salvo pacto contrario.

Conforme al artículo 1175 CC se distinguen dos cesiones de bienes para pago: i)


la judicial, siguiendo los procedimientos concursales y la Ley de Enjuiciamiento Civil;
y, ii) la convencional o extrajudicial, sometida a la autonomía privada.

Naturaleza jurídica y efectos.

En la cesión de bienes, el deudor no transmite la propiedad de los bienes


cedidos, sólo apodera al acreedor para enajenarlos y convertirlos en dinero líquido.
Así, la mayor parte de la doctrina considere que en la cesión de bienes subyace un
contrato de mandato, el deudor concede el poder a los acreedores para que estos
procedan a enajenar los bienes entregados y satisfagan sus créditos, es decir, los
realicen. La cessio pro solvendo no tendrá efectos liberatorios hasta la liquidación de los
bienes.

EL OFRECIMIENTO DEL PAGO Y LA CONSIGNACIÓN. LA MORA DEL


ACREEDOR.

Puede darse el caso, que por ausencia del acreedor o por intención de demorar
el pago por parte de este el cumplimiento de la obligación no pueda llevarse a cabo.
Así, el deudor, pese a su intención de pagar, se encuentra con que la obligación sigue
vigente y le vincula.

Dentro del conjunto de facultades con que la Ley protege el interés del deudor
en la relación obligatoria, se encuentra sin duda la de liberarse de la obligación.
Cuando el deudor ha actuado diligentemente el deber de prestación que le incumbe y,
no obstante sus esfuerzos, el pago no ha podido tener realidad por una causa que no le
es imputable, no es justo que continúe vinculado indefinidamente y debe disponer de
un procedimiento o mecanismo para liberarse.

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DERECHO CIVIL II. Rodrigo
Obligaciones y contratos Mira-González

Esta es la idea que preside el esquema del ofrecimiento de pago seguido de la


consignación, que es el procedimiento puesto por la ley en favor del deudor para
liberarlo de su obligación una vez ha ofrecido el pago y ha consignado la deuda, es
decir ha depositado en favor del acreedor la cosa debida y por causas atinentes a este el
pago no ha sido posible.

La consignación como sustitutivo del cumplimiento.

El art. 1176 CC establece que “Si el acreedor a quien se hiciere el ofrecimiento de


pago conforme a las disposiciones que regulan éste, se negare, de manera expresa o de
hecho, sin razón a admitirlo, a otorgar el documento justificativo de haberse efectuado
o a la cancelación de la garantía, si la hubiere, el deudor quedará libre de
responsabilidad mediante la consignación de la cosa debida. La consignación por sí
sola producirá el mismo efecto cuando se haga estando el acreedor ausente”. Así, se
deduce:

- la mora del acreedor es objetivamente inaceptable por implicar perjuicios para


el deudor, no es necesario que haya culpa.

- la constitución en mora del acreedor no requiere de su interpelación, basta con


el ofrecimiento de pago por el deudor.

- pese a la falta de colaboración del acreedor, es posible la liberación del deudor


por consignación de la deuda.

Procedimiento del ofrecimiento de pago y consignación de la deuda.

Antes de que tenga lugar la consignación es necesario el ofrecimiento del pago,


junto con la negativa del acreedor (expresa o de hecho). Así quedará liberado el
deudor. La posterior consignación necesitará de un fedatario que declare que está bien
hecha y el depósito ha sido constituido, esto se podrá hacer ante Notario o ante la
Autoridad Judicial (art. 1178 CC).

El ofrecimiento del pago, por sí solo, constituye en mora al acreedor, (para


liberar al deudor es necesaria la consignación de la deuda), que tiene como
consecuencias:

- el retrase del cumplimiento no hará nacer la deuda del deudor.


- no se generarán intereses, en las obligaciones pecuniarias.
- el acreedor asume el riesgo en caso de pérdida fortuita de la cosa.
- el acreedor se hace cargo de los gasto de conservación de la cosa desde que es
declarado moroso, análogamente, ex art. 1179 CC.

El artículo 1177 CC, recoge los elementos formales para la constitución de la


consignación “(p)ara que la consignación de la cosa debida libere al obligado, deberá
ser previamente anunciada a las personas interesadas en el cumplimiento de la

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obligación. La consignación será ineficaz si no se ajusta estrictamente a las


disposiciones que regulan el pago”.

Efectos de la consignación de la deuda.

La aceptación de la consignación por el acreedor o la declaración judicial de


estar bien hecha, extinguirá la obligación y el deudor podrá pedir que se mande
cancelar la obligación. Mientras esto no se produzca, el deudor podrá retirar la cosa o
cantidad consignada, dejando subsistente la obligación (art. 1180 CC).

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Lección 10. EL INCUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES.

Concepto y clases de incumplimiento. El cumplimiento tardío: la mora


del deudor; presupuestos y efectos. El incumplimiento definitivo; la
imposibilidad de la prestación. Cumplimiento defectuoso.

CONCEPTO Y CLASES DE INCUMPLIMIENTO.

Incumplir una obligación equivale a no llevar a cabo la exacta prestación debida. La


conducta debida por el deudor ha de adecuarse perfecta y completamente a la ejecución de
la prestación. Cabe separar dos situaciones que se presentan como distintas:

- aquella en la que el deudor no ha realizado ningún acto dirigido a poner en


práctica la prestación comprometida, que puede ser denominada situación
de no-prestación. Esta situación admite diversas variantes:
o el deudor no ha realizado ninguna prestación, pero esta es
objetivamente posible para satisfacer el interés del acreedor. Hay un
retraso, que puede ser calificado como mora.
o el deudor no ha realizado ninguna prestación y esta es
objetivamente imposible para satisfacer el interés del deudor, que
demandaba la ejecución en un momento previsto (término esencial).
No hay cabida para el retraso, directamente se considera
incumplimiento.
o el deudor no ha realizado ninguna prestación, pero ésta se ha
tornado imposible (imposibilidad sobrevenida).
- aquella en la cual el deudor ha llevado a cabo unos actos dirigidos a
cumplir, pero esta prestación real no coincide con la prevista al constituirse
la obligación, podemos hablar de prestación defectuosa o cumplimiento
defectuoso.

Otra posible clasificación del incumplimiento sería entre aquellos en los que es
imposible un ulterior cumplimiento, es decir, no hay cabida para el retraso en el
cumplimiento, y todo los demás casos de incumplimiento en el que la satisfacción del
acreedor es todavía posible.

Frente a cualquier clasificación, el Código, parte de la base de que cualquier


contravención de la relación obligatoria será considerada como falta de cumplimiento, y
por tanto, dará lugar al resarcimiento o indemnización por daños y perjuicios causados al
acreedor (art. 1101 CC).

LA MORA DEL DEUDOR. EL CUMPLIMIENTO TARDÍO.

Toda mora implica retardo, pero no todo retardo es moroso. A tenor del art. 1100
CC, “(i)ncurren en mora los obligados a entregar o a hacer alguna cosa desde que el
acreedor les exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación”. Si
llegado el momento en que la obligación ha de cumplirse y el deudor no cumple, no hay
duda de que infringe su deber jurídico, pero esto no implica que surja la mora, se requiere
la intimación, el requerimiento al deudor por parte del acreedor. La mora es el retardo
cualificado.

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Idoneidad de la mora.

Solo tiene sentido hablar de mora cuando el incumplimiento, aunque tardío, resulte
satisfactorio para el acreedor, al mismo tiempo que la falta de cumplimiento puntal sea
exigible al deudor (art. 1105 CC). La mora queda excluida de aquellas sometidas a término
esencial, en las cuales cualquier retraso implica incumplimiento. Tampoco las de no hacer
quedan excluidas de la aplicación de la mora, sin embargo, cabe pensar que cuando un non
facere debe comenzar a partir de un determinado momento hay mora si llegado el mismo
no se ha iniciado el comportamiento previsto, e incumplimiento si una vez iniciado se
vulnera. La mora solamente será aplicable a las obligaciones positivas, y en el caso de las
pecuniarias cuando estas sean líquidas.

Constitución de la mora. La intimación como norma general.

Para que un retraso se convierta en mora es necesario que el acreedor exija al


deudor el cumplimiento de la obligación, el acreedor, por tanto, tiene la carga de requerir
judicial o extrajudicialmente para que cumpla (art. 1100 CC). Se presume, favor debitoris,
que si el acreedor pudiendo exigir el cumplimiento no lo hace, está tácitamente otorgando
al deudor un plazo complementario para el cumplimiento. La intimación es recepticia,
produciendo sus efectos desde que llega a conocimiento de aquéllos, y ha de emitirse
después del vencimiento (con la excepción de las obligaciones recíprocas aplazadas).

La mora automática.

Frente a la norma general, en el mismo artículo, se contemplan dos situaciones en


las que la mora se constituye sin necesidad a la intimación del acreedor (art. 1100 CC). “No
será, sin embargo, necesaria la intimación del acreedor para que la mora exista:

1.º Cuando la obligación o la ley lo declaren así expresamente.

2.º Cuando de su naturaleza y circunstancias resulte que la designación de la época


en que había de entregarse la cosa o hacerse el servicio, fue motivo determinante para
establecer la obligación.”

Época determinante no quiere decir término esencial, en estos últimos casos el


cumplimiento tardío es imposible y por tanto la mora. Época determinante alude a la franja
temporal a partir de la cual el cumplimiento tardío, pero todavía útil, deberá verse
acompañado de la correspondiente indemnización. Si esta época se deduce de la obligación,
habrá mora sin necesidad de requerimiento.

La mora en las obligaciones recíprocas.

Conforme al tercer párrafo del art. 1100 CC, “(e)n las obligaciones recíprocas
ninguno de los obligados incurre en mora si el otro no cumple o no se allana a cumplir
debidamente lo que le incumbe. Desde que uno de los obligados cumple su obligación,
empieza la mora para el otro”. En caso de obligación bilateral el cumplimiento de un
deudor constituye automáticamente en mora al otro. Será así siempre y cuando aparte de
ser recíprocas sean automáticas, pues si alguna de las partes tiene un plazo concedido para
cumplir esta regla no es aplicable.

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DERECHO CIVIL II. Rodrigo
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Mucho más conflictivo son aquellos casos en aquellas obligaciones recíprocas en las
que es necesario el cumplimiento de un deudor para que el otro pueda cumplir. En estas
aun habiendo plazos establecidos, el deudor podrá constituir en mora al otro aunque no
haya incumplimiento stricto sensu. Alegará que se le está impidiendo cumplir con su
prestación.

Efectos de la mora. Obligación del deudor moroso.

El deudor moroso queda obligado a:

i) cumplir con la obligación (la mora no excluye el cumplimento) y, además,


indemnizar los daños y perjuicios causados por su retraso. Las obligaciones
pecuniarias rigen la mora conforme al art. 1108 CC.

ii) responder por falta de cumplimiento incluso en aquellos casos en los que el
cumplimiento resulte imposible como consecuencia de caso fortuito o fuerza
mayor, siempre que la imposibilidad se haya producido una vez constituida la
mora (art. 1096 y 1182 CC). El deudor moroso que no puede cumplir por
imposibilidad sobrevenida de la prestación, está obligado a indemnizar daños y
perjuicios al acreedor derivados del incumplimiento total, que absorberán los
propios de la mora.

EL INCUMPLIMIENTO DEFINITIVO. LA IMPOSIBILIDAD DE LA


PRESTACIÓN.

Al examinar la mora del deudor veíamos que su retraso no suponía


incumplimiento de la obligación, y que podía y debía cumplir pese al mismo. Sin embargo,
el retraso equivale a incumplimiento definitivo cuando ya no puede satisfacer el interés del
acreedor; la prestación deja de serle útil. Especial relevancia tiene esta doctrina en los
negocios con término esencial o a fecha fija.

Mora no es lo mismo que moratoria, esta última es el nuevo plazo que el acreedor concede
para cumplir.

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Lección 11. LA RESPONSABILIDAD POR INCUMPLIMIENTO.

La responsabilidad derivada del incumplimiento. Responsabilidad del


deudor; fundamento y causas; dolo, culpa, caso fortuito y fuerza mayor;
modificación convencional de los presupuestos de la responsabilidad.
Responsabilidad del acreedor; la mora creditoris. Responsabilidad de un
tercero.

LA RESPONSABILIDAD DERIVADA DEL INCUMPLIMIENTO.

Considerando que cualquier contravención de la obligación es incumplimiento,


lo realmente importante es dilucidar si el deudor responde por ello. En derecho
privado la responsabilidad es subjetiva, el deudor responderá del incumplimiento
cuando concurra culpa o negligencia, los casos fortuitos y de fuerza mayor exoneran la
responsabilidad del deudor frente al incumplimiento de la obligación (art. 1101 Y 1105
CC). Por tanto, la mera insatisfacción del acreedor no propicia responsabilidad para el
deudor.

EL CASO FORTUITO Y LA FUERZA MAYOR. LA EXONERACIÓN DEL


DEUDOR.

A tenor del art. 1105 CC, “nadie responderá de aquellos sucesos que no
hubieran podido preverse, o que, previstos, fueran inevitables”. El Código iguala
conceptos de caso fortuito y fuerza mayor pues su ulterior consecuencia jurídico es el
mismo, la exoneración de la responsabilidad del deudor. El deslinde entre ambos
conceptos suele resolverse considerando como imprevisible el caso fortuito, y como
inevitables aquellos supuestos de fuerza mayor.

Carga de la prueba.

Al pretender el deudor exonerarse de una responsabilidad que inicialmente se


le presume deberá acreditar este la existencia de caso fortuito o fuerza mayor. A no ser
que el deudor lo pruebe, será responsable, tal como se deduce del art. 1183 CC,
“(s)iempre que la cosa se hubiese perdido en poder del deudor, se presumirá que la
pérdida ocurrió por su culpa y no por caso fortuito, salvo prueba en contrario”.

Mantenimiento de la responsabilidad. Excepciones a la regla general.

El mismo art. 1105 esboza dos supuestos en los que el deudor seguirá siendo
responsable aun habiendo concurrencia de caso fortuito o fuerza mayor, “los casos
expresamente mencionados en la ley, y de los en que así lo declare la obligación”. La
norma general, por tanto, no será de aplicación necesaria en todos los casos:

i) responsabilidad por caso fortuito o fuerza mayor convencionalmente


pactada, no es más que una consecuencia de la autonomía y libertad
contractual de las partes, estas pueden pactar expresamente que el deudor
sea responsable incluso cuando el hecho es imprevisible e inevitables. El
ejemplo arquetípico es el contrato de seguros.

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DERECHO CIVIL II. Rodrigo
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ii) responsabilidad pro caso fortuito o fuerza mayor legalmente


determinada, hay supuesto en los que la Ley dispone directa y
expresamente la responsabilidad del deudor pese a la existencia de caso
fortuito o fuerza mayor. Verbigracia, la responsabilidad del comodatario
cuando destina la cosa a un uso distinto del pactado (art. 1744 CC) o la del
gestor de negocios ajenos cuando acometa operaciones arriesgadas (art.
1888 CC).

Cabe añadir que cuando la concurrencia de caso fortuito o fuerza mayor se


combina con una circunstancia descuidada, culposa o morosa por parte del deudor, la
ley abandona el criterio del favor debitoris y lo considera responsable.

LA IMPUTABILIDAD DEL DEUDOR. EL DOLO Y LA CULPA.

En caso de falta de cumplimiento, se presumirá esta falta del mismo, es decir, el


incumplimiento es responsabilidad del deudor salvo existencia de caso fortuito o
fuerza mayor. Conforme al art. 1101 CC, el deudor incumple por incurrir en “dolo,
negligencia o morosidad”, o contravenir “de cualquier otro modo el tenor de la
obligación”. El deudor, si bien no podrá ni deberá cumplir la prestación imposible
obviamente, sí podrá y deberá responder al acreedor por la insatisfacción de su interés
quedando sujeto a una indemnización por daños y perjuicios.

La culpa o negligencia.

El artículo 1104.1 CC define culpa como “la omisión de aquella diligencia que
exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las circunstancias de las personas,
del tiempo y del lugar”. La naturaleza y circunstancias concretas de la relación
obligatoria de que se trate fijarán el grado de diligencia que se le exige al deudor, que
siempre deberá estar adecuada al cumplimiento idéntico e íntegro de la prestación.

El dolo.

El dolo en el incumplimiento consiste en una actuación consciente y deliberada


del deudor que, voluntariamente se resiste a cumplir cuanto debe. La actuación dolosa
del deudor se encuentra presidida por la mala fe o falta de buena fe, no es necesario
que el deudor tenga intención de causar mayores daños. A diferencia de la culpa, que
se presupone por el mero incumplimiento, el dolo debe ser probado por el acreedor
(art. 217.2 LEC).

Modificación de los presupuestos de responsabilidad.

En base a la autonomía contractual, la regla general en derecho privado, las


partes autocomponen sus intereses y pueden modificar el régimen de la
responsabilidad. Sin embargo, hay algunas normas imperativas en este ámbito,
verbigracia, el art. 1102 CC, “(l)a responsabilidad procedente del dolo es exigible en
todas las obligaciones. La renuncia de la acción para hacerla efectiva es nula”.

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Lección 12. LA DEFENSA DEL DERECHO DE CREDITO.

i) Medios generales de protección del crédito lesionado. La resolución


por incumplimiento en las obligaciones sinalagmáticas; concepto y
régimen; la exceptio inadimpleti contractus. Exigibilidad del cumplimiento
in natura. La obligación de reparar; la responsabilidad patrimonial
universal. ii) Medios tendentes a la conservación y defensa de la
solvencia del deudor. La acción subrogatoria. La acción revocatoria o
pauliana.

MEDIOS GENERALES DE PROTECIÓN DEL CRÉDITO LESIONADO. LA


REACCIÓN DEL ACREEDOR FRENTE AL CINUMPLIMIENTO

¿Qué pasa cuando el acreedor incumple?, ¿cuáles son las consecuencias del
incumplimiento? La reacción del acreedor frente al incumplimiento de deudor
depende en gran medida de la naturaleza y características propias de la relación
obligatoria de que se trate y de la posibilidad de reclamar el cumplimiento de la
obligación en forma satisfactoria para el acreedor. El Código tan solo pondrá a
disposición del acreedor una serie de herramientas para defender su interés legítimo,
su derecho de crédito, cuando se ha producido el incumplimiento. Con estos medios el
acreedor podrá compeler al deudor, incluso con medios coercitivos (ejecución forzosa)

Llamamos medios de tutela del derecho de crédito al conjunto de facultades o


de acciones que el ordenamiento jurídico atribuye al acreedor para reclamar la
satisfacción de su interés en la relación obligatoria cuando tal interés se ha visto
insatisfecho por incumplimiento. Existe también la tutela preventiva.

La acción de cumplimiento.

Ante la lesión del derecho de crédito por incumplimiento o cumplimiento


defectuoso de la prestación dispone el acreedor de una acción para obtener, de una
reclamación judicial, la condena del deudor a que cumpla lo debido o a que cumpla en
la en la forma en la que se convino. Pero la acción de cumplimiento no agota las
medidas protectoras del acreedor. Hay que prever la hipótesis, bastante frecuente, de
que, pese a la condena judicial, el deudor no cumpla voluntariamente. Se distingue así:

a) la ejecución voluntaria, el deudor se decide a cumplir lo que ha ordenado el


juez,

b) la ejecución forzosa, pese a existir sentencia de condena el deudor se niegue a


cumplir y, por tanto, el acreedor se vea forzado a reclamar nuevamente la
intervención judicial para lograr que se ejecute la sentencia. Esta ejecución
forzosa podrá tener lugar de dos maneras, de forma específica o genérica.

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EJECUCIÓN FORZOSA EN FORMA ESPECÍFICA. CUMPLIMIENTO IN


NATURA.

La denominada ejecución forzosa en forma específica consiste en obtener


judicialmente la prestación tal y como quedó prefijada en el título constitutivo de la
obligación. A simple vista, se deduce, que no siempre obtener la prestación original ya
incumplida la obligación satisface en modo alguno el interés del acreedor. Se habla de
cumplimiento in natura porque el acreedor consigue le ejecución prevista en la
obligación.

La ejecución forzosa en forma específica en el Código Civil.

a. Obligación de dar. Conforme al art. 1096 CC, “(c)uando lo que deba entregarse
sea una cosa determinada, el acreedor, independientemente del derecho que le
otorga el artículo 1.101, puede compeler al deudor a que realice la entrega. Si la
cosa fuere indeterminada o genérica, podrá pedir que se cumpla la obligación a
expensas del deudor”. Los artículos 701 y 702 LEC permiten la sustitución de la
voluntad del deudor rebelde a cumplir por la de la autoridad judicial. En las
obligaciones pecuniarias se procede al embargo y venta pública de bienes.

b. Obligación de hacer. A tenor del art. 1098 CC, “(s)i el obligado a hacer alguna
cosa no la hiciere, se mandará ejecutar a su costa. Esto mismo se observará si la
hiciere contraviniendo al tenor de la obligación. Además podrá decretarse que
se deshaga lo mal hecho”. No obstante, un hacer insustituible por haber tenido
en cuenta el acreedor la calidad y circunstancias del deudor obligado
determinará la imposibilidad de cumplimiento por un tercero.

c. Obligaciones de no hacer. En este caso el cumplimiento in natura se vuelve más


dificultoso. El deudor, al igual que en las obligaciones de hacer, no puede ser
constreñido para cumplir, así el Código, en su art. 1099 CC, se limita a que el
acreedor pueda pedir que se deshaga lo hecho contra la conducta negativa a
que se había obligado el deudor. En caso que no pueda deshacerse lo hecho se
opta automáticamente por una indemnización que lo cubra todo.

EJECUCIÓN FORZOSA EN FORMA GENÉRICA O CUMPLIMIENTO POR


EQUIVALENTE PECUNIARIO.

La posibilidad de cumplimiento in natura depende principalmente de la


capacidad del sistema jurisdiccional. Por eso, en caso que el Juez no pueda obtener el
cumplimiento in natura, este habrá de reconvertirse en un puro y resarcimiento
pecuniario una vez que el Juez determine el montante del mismo.

Se habla de cumplimiento por equivalente en razón de que la suma de dinero


fijada en sustitución de la prestación debida, equivale, al menos idealmente, al valor
patrimonial de la prestación incumplida.

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Subsidiariedad del cumplimiento por equivalente.

En nuestro Código civil no se especifica claramente si el acreedor puede optar


por exigir el cumplimiento in natura cuando ello es posible, o puede acudir
directamente al cumplimiento por equivalente. La doctrina se inclina por estimar que
el acreedor debe exigir el cumplimiento en forma específica, y sólo cuando no sea
posible o en la medida en que no sea posible podrá pretender el cumplimiento por
equivalente. En otras palabras, es este último subsidiario. El cumplimiento en forma
específica ha de considerarse como la pretensión que el acreedor debe ejercitar
principalmente, siempre que sea posible. No tiene más derecho que el de exigir el
cumplimiento de la prestación prometida.

LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS Y PERJUICIOS.

Cualquier incumplimiento, esto es, cualquier contravención de la obligación


pone al deudor responsable en la posición de tener que indemnizar por los daños y
perjuicios causados al acreedor (art. 1101 CC). Así, pues la indemnización por daños y
perjuicios entrará en juego, de forma accesoria y complementaria en el caso de
ejecución forzosa ya que esta no excluye la indemnización ni el resarcimiento de daños,
y con la resolución del contrato.

Componentes de la indemnización.

Conforme al art. 1106 CC, “(l)a indemnización de daños y perjuicios


comprende, no sólo el valor de la pérdida que haya sufrido, sino también el de la
ganancia que haya dejado de obtener el acreedor, salvas las disposiciones contenidas
en los artículos siguientes”. Así, esta indemnización, que tiene por objeto dejar al
acreedor indemne de las consecuencias causadas por el incumplimiento de la
obligación, se valorará en base a dos componentes:

- el daño emergente, esto es la pérdida sufrida.


- el lucro cesante, la ganancia que el acreedor deja de obtener debido al
incumplimiento del deudor.

Deudor culposo y deudor doloso.

Conforme al art. 1107 CC los daños objetos de resarcimiento no serán los


mismos dependiendo de si el deudor sea de buena o de mala fe. En el caso de la mala
fe se amplían. Así, las reglas legales serán las siguientes:

- el deudor de buena fe o culposo responde de los “daños previstos o que


se hayan podido prever al tiempo de constituirse la obligación y que
sean consecuencia necesaria de su falta de cumplimiento”.

- el deudor de mala fe o doloso habrá de responder de todos los daños


“que conocidamente se deriven de la falta de cumplimiento de la
obligación”.

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LA RESOLUCIÓN POR INCUMPLIMIENTO EN LAS OBLIGACIONES


SINALAGMÁTICAS.

Llamamos resolución a la extinción sobrevenida de una relación obligatoria que


se produce como consecuencia de una declaración de voluntad que tiene que
encontrarse fundada en un supuesto legal como causa de resolución.

Una de los rasgos más importantes del régimen de las obligaciones


sinalagmáticas es la llamada excepción de incumplimiento contractual (exceptio non
adimpleti contractus), que se funda en la regla de la ejecución simultánea y en la idea de
que cada parte puede rehusar el cumplimiento de la obligación puesta a su cargo
mientras la otra no cumpla con la suya. Ninguna de las partes de una obligación
sinalagmática puede demandar el cumplimiento de la obligación contraria sin cumplir
u ofrecer el cumplimiento de la propia obligación. Para que proceda la excepción de
incumplimiento es necesaria la existencia de los siguientes requisitos: a) una relación
obligatoria sinalagmática; b) la falta del actor al cumplimiento de su obligación; c) la
inexistencia de contradicción de la buena fe en la alegación de la excepción por el
demandado.

Conforme a esto, el art. 1124 CC establece que “(l)a facultad de resolver las
obligaciones se entiende implícita en las recíprocas, para el caso de que uno de los
obligados no cumpliere lo que le incumbe. El perjudicado podrá escoger entre exigir el
cumplimiento o la resolución de la obligación, con el resarcimiento de daños y abono
de intereses en ambos casos. También podrá pedir la resolución, aun después de haber
optado por el cumplimiento, cuando éste resultare imposible”. Entiende implícita la
facultad resolutoria para el caso de que uno de los obligados no cumpliere lo que le
incumbe.

LA OBLIGACIÓN DE REAPRAR. RESPONSABILIDAD UNIVERSAL.

Taxativamente, el art. 1911 CC, dispone que “(d)el cumplimiento de las


obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros”. Esto es la
responsabilidad patrimonial del deudor que entrará en juego cuando se produzca el
incumplimiento a él imputable. Esta responsabilidad actuará según lo dispuesto en el
art. 1101 CC, y gira en torno a los siguientes polos, así la responsabilidad patrimonial
será:

- general, en cuanto es propia de todas la obligaciones y funciona como


un medio general de protección del derecho de crédito.

- derivada, ya que el deudor es responsable de consecuencias que a él se


le imputan.

- personal, si el sujeto responsable es el deudor el objeto de la


responsabilidad es todo su patrimonio, no una serie de bienes
específicos.

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DERECHO CIVIL II. Rodrigo
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- exclusivamente patrimonial, el deudor responde exclusivamente con


sus bienes, la propia persona ni los valores o reconocimientos sociales
quedan comprometidos jurídicamente.

- universal, cualquier elemento del patrimonio del deudor puede ser


agredido por los acreedores en la exigencia de esa responsabilidad.

- proporcional, se responde en la cuantía del montante de la obligación a


indemnizar.

MEDIOS TENDENTES A LA CONSERVACIÓN Y LA DEFENSA DE LA


SLVENCIA DEL DEUDOR.

El deudor responde con todo su patrimonio, por tanto, lógicamente, al acreedor le


interesa que el patrimonio del deudor no se vea perjudicado y disminuido, ya sea porque
este último no ejercita derechos que le corresponden, ya sea porque trasmite a terceros,
tanto a título gratuito como oneroso, créditos o bienes fácilmente perseguibles por el
acreedor con la intención de burlar su deber. Para evitar la disminución la disminución
consciente del patrimonio del deudor y el resultado final que con ella se busca, el Código
pone a disposición del deudor dos acciones: la acción subrogatoria y la acción revocatoria.

ACCIÓN SUBROGATORIA O INDIRECTA.

Al tenor del art. 1111 CC, “(l)os acreedores, después de haber perseguido los bienes
de que esté en posesión el deudor para realizar cuanto se les debe, pueden ejercitar todos
los derechos y acciones de éste con el mismo fin, exceptuando los que sean inherentes a su
persona”. Así, dado el caso del deudor inactivo, que no ejercita los derechos que le
corresponden, la acción subrogatoria constituye una facultad del acreedor, legalmente
atribuida, que le permite ejercitar derechos, presentes, del deudor en su propio beneficio
cuando el acreedor no tenga otro medio de hacer efectivo su derecho de crédito. Así cabe
destacar lo siguiente:

i. La acción subrogatoria es un recurso subsidiario, el acreedores no puede


acudir a ella más que cuando de otra forma no obtengan satisfacción, pues
antes ha de perseguir, judicialmente, los bienes que estén en posesión del
deudor. En la práctica el acreedor deberá acreditar la insolvencia del deudor.

ii. El acreedor actuante no es un representante del deudor, el acreedor actúa en su


propio nombre y en su propio interés al ejercitar el derecho de otro, legitimado
extraordinariamente por la ley para ello.

iii. El Código exceptúa del ámbito de aplicación de la acción subrogatoria los


derechos inherentes a la persona del deudor, en la práctica se corresponde con
los que carecen de contenido pecuniario o patrimonial.

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DERECHO CIVIL II. Rodrigo
Obligaciones y contratos Mira-González

iv. El acreedor al ejercitar un derecho del deudor inactivo no se limitará a


reclamar al tercero cuanto a él le debe el deudor, sino que abarcará la totalidad
del crédito o derecho que el deudor tenga contra el tercero. Lo obtenido deberá
integrarse en el patrimonio del deudor (acción indirecta).

v. El acreedor que ha litigado no cobra directamente del tercero, sino del deudor.
Por tanto, de lo obtenido con la acción subrogatoria se podrán beneficiar otros
acreedores. Tampoco el acreedor litigante tendrá un derecho de preferencia
sobre los demás eventuales acreedores.

vi. La acción subrogatoria es imprescriptible.

ACCIÓN REVOCATORIA O PAULIANA.

Conforme al art. 1111 CC, los acreedores “pueden también impugnar los actos que
el deudor haya realizado en fraude de su derecho” cuando no cuenten con otro medio de
satisfacer su derecho de crédito (acción subsidaria), burlado por el acto dispositivo
fraudulento del deudor. Así la acción revocatoria o puliana tiene por finalidad privar de
eficacia a los actos de enajenación fraudulentos realizados por el deudor, con la finalidad
de que los bienes y derechos transmitidos a terceros se reintegren en el patrimonio del
deudor. Es una acción de contratos válidamente celebrados, son rescindibles “(l)os
celebrados en fraude de acreedores, cuando éstos no puedan de otro modo cobrar lo que se
les deba” (art. 1291.3 CC).

Son también actos impugnables son los señalados en el art. 1292 CC, “los pagos
hechos en estado de insolvencia por cuenta de obligaciones a cuyo cumplimiento no podía
ser compelido el deudor al tiempo de hacerlos”.

Presupuestos.

i. Consilium fraudis. La actuación fraudulenta es el presupuesto fundamental de


la acción revocatoria, esta actuación ha de consistir en una disminución
patrimonial con la finalidad de causar perjuicio a los acreedores. Es un dato
subjetivo que requiere que el deudor haya tenido conciencia o conocimiento de
que la enajenación supone un perjuicio para sus acreedores. La prueba de
fraudulencia se presume en dos casos (art. 1297 CC):
a. Cuando el deudor enajenare bienes a título gratuito (iuris este de iure).
b. Cuando la enajenación a título oneroso se hubiera realizado habiéndose
dictado antes sentencia condenatoria o mandamiento de embargo (iuris
tantum).

ii. Insolvencia del deudor. Supone una obejtivización del presupuesto de


conciencia fraudulenta. El acreedor deberá alegar la insolvencia del deudor
bastando con haber llevado a cabo una infructuosa persecución de sus bienes.

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Efectos. La posición del tercer adquiriente.

Dado que la acción revocatoria tiene por objeto privar de eficacia a los actos de
enajenación fraudulentos del deudor que menoscaben su patrimonio para causar perjuicios
a sus acreedores, cabe plantearse qué ocurre con el tercero que recibe del deudor (a título
gratuito u oneroso). Se distinguen dos situaciones:

a) Supuesto en el que el tercero ha adquirido el bien de buena fe, desconociendo la


intención o el ánimo fraudulentos del deudor. En este caso la transmisión no
puede ser revocada o rescindida, la eficacia de la acción subrogatoria quedará
limitada a la indemnizatoria, y esta obligación pesará única y exclusivamente
sobre el deudor fraudulento (art. 1295 CC).

b) Supuesto en el que el tercer adquiriente haya participado en el fraude, en burla


a los acreedores, en este caso la rescisión del contrato le afectará de plano
quedando obligado a devolver lo adquirido o, en último término, a indemnizar
a los acreedores (art. 1298 CC).

Plazo de ejercicio.

La acción pauliana dura cuatro años (art. 1299 CC). El plazo señalado, en este caso
de caducidad, comenzará a computarse desde el día siguiente de la enajenación
fraudulenta.

ACCIÓN DIRECTA.

En algunos supuestos, se le concede al acreedor la facultad de reclamar el


cumplimiento de la obligación al deudor de su deudor sin necesidad de que lo obtenido
haya de pasar por el patrimonio del deudor intermedio. El acreedor cobra directamente del
deudor de su deudor y, por ello, a esta facultad se le denomina, técnicamente, acción
directa. No se encuentra expresamente regulada en el Código, pero se identifican algunos
supuestos:

a) la facultad concedida a los trabajadores o suministradores de materiales, en un


contrato de obra, para dirigirse directamente contra el dueño de la obra por la
cantidad que se adeude al contratista (art. 1597 CC).

b) la posibilidad de que el afectado se dirija directamente al asegurador para


exigirle el cumplimiento de la obligación de indemnizar, sin perjuicio del
derecho del asegurador de repetir contra el asegurado.

c) en el ámbito de la subcontratación en el transporte el transportista puede


dirigirse contra el cargador principal, y demás casos análogos.

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Lección 13. LAS GARANTIAS DEL CREDITO.

Las garantías del crédito en general; garantías reales y personales. La


pena convencional; concepto, clases y límites. Las arras. El derecho de
retención.

LAS GARANTÍAS DEL CRÉDITO. GARANTÍAS REALES Y PERSONALES.

La garantía del crédito es un nuevo derecho subjetivo o una nueva facultad que
se une al crédito para reforzar la seguridad del acreedor de que su intereses se vean
satisfechos. La garantía tiene carácter accesorio y subordinado al crédito garantizado
(obligación princial), depende de él en cuanto a su existencia y subsidiaria. Se pueden
distinguir dos clases de garantías:

- reales, conceden al acreedor el poder de dirigirse contra cosas concretas


y específicas, realizando por los procedimientos legalmente establecidos
su valor a fin de satisfacerse con lo obtenido en caso de incumplimiento
del deudor (prenda o hipoteca), o con los frutos o con aquella
realización (anticresis), y son exigibles erga omnes. Otras veces conceden
la facultad de prolongar una situación posesoria (derecho de retención).

- personales, autorizan al acreedor para dirigirse contra un tercero a fin


de que ejecute la prestación que satisface su interés, bien por haberse
obligado a ello para el supuesto de que el deudor no cumpla (fianza),
bien por haberse obligado en igualdad de posición jurídica, con el
propio deudor (obligación solidaria). También pueden suponer la
exigencia de una prestación adicional al propio deudor (pena
convencional)

LA CLÁUSULA PENAL.

Ante la dificultad de probar el alcance de los daños y perjuicios que el


incumplimiento causa, al creedor, recurre a establecer una estipulación o cláusula que
les libere de la enojosa prueba de los daños sufridos. Es lo que el Código llama
obligaciones con cláusula penal. Esta cláusula tendrá una función coercitiva o de
garantía, consistente en estimular el cumplimiento de la obligación principal por el
deudor, ante la amenaza de tener que pagar una pena (art. 1155 CC). El daño estaría
evaluado por anticipado. Normalmente consistirá en el pago de una suma de dinero.

Pena sustitutiva o compensatoria.

Al tenor del art. 1152.1 CC, “(e)n las obligaciones con cláusula penal, la pena
sustituirá a la indemnización de daños y el abono de intereses en caso de falta de
cumplimiento, si otra cosa no se hubiere pactado”, pensado para el supuesto de
incumplimiento definitivo (cuando la mora no posible).

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Las partes valoran anticipadamente los posibles daños y perjuicios que el


incumplimiento de la obligación puede acarrear al deudor, eximiéndose el acreedor de
una prueba posterior de acreditar los mismos. Así, esta pena tendrá i) una función
disuasoria y coercitiva, pues al deudor no le interesará incumplir, y también, ii) una
función liquidadora, que sustituye los daños y perjuicios que se hayan podido producir
sin necesidad de prueba.

La cláusula penal prevista en el Código es una regla dispositiva general, salvo


pacto en contrario. Es una presunción legal de carácter sustitutivo que cede ante
prueba en contrario.

Pena acumulativa.

Conforme al art. 1153 CC, “(e)l deudor no podrá eximirse de cumplir la


obligación pagando la pena, sino en el caso de que expresamente le hubiese sido
reservado este derecho. Tampoco el acreedor podrá exigir conjuntamente el
cumplimiento de la obligación y la satisfacción de la pena, sin que esta facultad le haya
sido claramente otorgada.” En este caso, el acreedor, una vez incumplida la obligación,
reclama simultáneamente la pena fijada por las partes y, además el cumplimiento de la
obligación.

La cláusula penal acumulativa no se presume sino que se exige que haya sido
convenida, esto no quiere decir que haya sido objeto de contemplación expresa en el
contrato, a veces se deduce de la propia obligación.

Pena penitencial.

Es aquella cuyo pago permite a una de las partes, normalmente al deudor,


desentenderse de la obligación principal. Así, la pena penitencial permite al deudor
liberarse de la obligación constituida mediante el abono de la pena o multa establecida.
Se trata de una obligación con cláusula facultativa.

Moderación de la pena.

Conforme al art. 1154 CC, “(e)l Juez modificará equitativamente la pena cuando
la obligación principal hubiera sido en parte o irregularmente cumplida por el
deudor”.

LAS ARRAS.

Las arras (o señal) pueden ser definidas como la entrega de una suma de
dinero, que es lo usual, u otra cosa que un contratante hace al otro, dirigida a reforzar
la existencia del contrato o a constituir un principio de ejecución del mismo, en el
momento de la celebración del contrato. Dada su escasísima regulación en el código el
margen de autonomía contractual es amplísimo, siendo la jurisprudencia la que ha ido
considerando algunos presupuestos necesarios. Se distinguen varios tipos de arras.

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Arras confirmatorias.

Las arras confirmatorias desempeñan un papel probatorio de la celebración de


un contrato o prueba de su perfección, constituyendo un mero anticipo del pago del
precio.

Arras penitenciales o de desistimiento.

En este caso, uno de los contratantes puede desistirse del contrato celebrado,
perdiendo las arras que haya entregado o devolviendo el doble de las que haya
recibido. Pueden ser identificadas con el precio de la posibilidad de desistimiento del
contrato celebrado. Se encuentran reguladas en sede de compraventa, art. 1454 CC.

Arras penales.

Funcionan en caso de incumplimiento de las obligaciones en que se pierden o


devuelven dobladas según quien sea el que incumple, si el que las entregó o el que las
recibe, pero no facultan para desligarse de la obligación. que puede ser exigida
coactivamente. Se diferencian con la cláusula penal en que en las arras penales la
entrega es anterior al incumplimiento.

EL DERECHO DE RETENCIÓN.

El derecho de retención es un mecanismo coactivo que trata de inducir al


deudor al cumplimiento de la obligación. Más concretamente, es una facultad que
legalmente se le atribuye, en ciertos casos, al acreedor para conservar bajo su poder y
posesión una cosa que el deudor le entregó mientras este no cumpla con su deuda. Esta
facultad es un mero agregado accesorio de la obligación principal, por tanto su
existencia depende de esta. Es una medida de carácter preventivo.

Supuestos del derecho de retención.

A pesar que en la configuración no está excluida del ámbito de la autonomía


privada de las partes (art. 1255 CC), el Código contempla algunos supuestos
fundamentales: como la retención de la cosa mueble o inmueble por el poseedor de
buena fe, en tanto no le sean abonados los gastos necesarios o el precio de adquisición
(art. 453 y 464 CC); o, la facultad de retener del acreedor pignoraticio (art. 1866 CC).

Efectos del derecho de retención.

La retención es oponible erga omnes, no sólo frente al deudor, sino también


frente a los acreedores y sucesores en su titularidad. Parte discute esto último.

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Lección 14. LA CONCURRENCIA DE ACREEDORES.

La insuficiencia del patrimonio del deudor y la concurrencia de


acreedores; el principio de la par condicio creditorum. Preferencia y
privilegio; los créditos privilegiados y preferentes; la prelación de
créditos. La declaración de concurso.

LA CONCURRENCIA DE ACREEDORES. EL PRINCIPIO DE LA PAR


CONDICIO CREDITORUM. REGLA GENERAL Y RUPTURA.

En principio, todos los acreedores de un mismo deudor tienen igual derecho a


ver satisfecho su crédito, es el conocido principio de la par conditio creditorum. En caso
de ejecución colectiva sobre el patrimonio del deudor, si todos los créditos no pueden
ser satisfechos íntegramente, debería realizarse un reparto proporcional entre todos
ellos. La situación de insolvencia debe ser compartida, a prorrata, por todos los
acreedores.

Sin embargo, la par conditio creditorum no es más que una regla general, que
presenta múltiples excepciones dentro del derecho patrimonial. El Código establece un
sistema de preferencia y prelación de los créditos, atendiendo siempre a la normativa
concursal (art. 1921 CC).

LA PRELACIÓN DE CRÉDITOS. CRÉDITOS PREFERENTES Y CRÉDITOS


PRIVILEGIADOS.

Ante la categoría difusa y obsoleta del crédito privilegiado, el Código opta por
establecer criterios de preferencia y órdenes de prelación relativos a los créditos. La
noción de privilegio se reduce la cualidad especial del crédito legalmente atribuida que
le otorga preferencia. Así, de forma general, rigen los siguientes criterios:

A) La causa de la preferencia. Los créditos preferente de origen documental


(documento público) son siempre de peor grado que los créditos preferentes
que tienen causa de las garantías reales.

B) La generalidad o especialidad del crédito preferente. No todos los créditos


afectan de igual forma al patrimonio del deudor.
a. Créditos preferentes especiales, se subdistinguen los que recaen
sobre bienes muebles y los que recaen sobre bienes inmuebles.
b. Créditos preferentes generales, escalona jerárquicamente los
diversos grupos de los créditos preferentes.

C) La antigüedad. En caso de concurrencia de dos créditos de un mismo grupo


se otorga prelación al más antiguo.

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Créditos preferentes especiales de carácter mobiliario.

Conforme al artículo 1922 CC, “con relación a determinados bienes muebles del
deudor, gozan de preferencia:

1. Los créditos por construcción, reparación, conservación o precio de


venta de bienes muebles que estén en poder del deudor, hasta donde
alcance el valor de los mismos.
2. Los garantizados con prenda que se halle en poder del acreedor, sobre la
cosa empeñada y hasta donde alcance su valor.
3. Los garantizados con fianza de efectos o valores, constituida en
establecimiento público o mercantil, sobre la fianza y por el valor de los
efectos de la misma.
4. Los créditos por transporte, sobre los efectos transportados, por el precio
del mismo, gastos y derechos de conducción y conservación, hasta la
entrega y durante treinta días después de ésta.
5. Los de hospedaje, sobre los muebles del deudor existentes en la posada.
6. Los créditos por semillas y gastos de cultivo y recolección anticipados al
deudor, sobre los frutos de la cosecha para que sirvieron.
7. Los créditos por alquileres y rentas de un año, sobre los bienes muebles
del arrendatario existentes en la finca arrendada y sobre los frutos de la
misma.
8. Los créditos a favor de los tenedores de bonos garantizados, respecto de
los préstamos y créditos, y otros activos que los garanticen, integrados
en el conjunto de cobertura […].

Si los bienes muebles sobre que recae la preferencia hubieren sido sustraídos, el
acreedor podrá reclamarlos de quien los tuviese, dentro del término de treinta días,
contados desde que ocurrió la sustracción.”

En caso de que respecto a unos mismos bienes muebles, concurran varios


créditos preferentes especiales, procederá el orden de prelación establecido en el art.
1926 CC.

Créditos preferentes especiales de carácter inmobiliario.

Conforme al artículo 1923 CC, “Con relación a determinados bienes inmuebles


y derechos reales del deudor, gozan de preferencia:

1. Los créditos a favor del Estado, sobre los bienes de los contribuyentes,
por el importe de la última anualidad, vencida y no pagada, de los
impuestos que graviten sobre ellos.
2. Los créditos de los aseguradores, sobre los bienes asegurados, por los
premios del seguro de dos años; y, si fuere el seguro mutuo, por los dos
últimos dividendos que se hubiesen repartido.

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3. Los créditos hipotecarios y los refaccionarios, anotados e inscritos en el


Registro de la Propiedad, sobre los bienes hipotecados o que hubiesen
sido objeto de la refacción.
4. Los créditos preventivamente anotados en el Registro de la Propiedad,
en virtud de mandamiento judicial, por embargos, secuestros o
ejecución de sentencias, sobre los bienes anotados, y sólo en cuanto a
créditos posteriores.
5. Los refaccionarios no anotados ni inscritos, sobre los inmuebles a que la
refacción se refiera y sólo respecto a otros créditos distintos de los
expresados en los cuatro números anteriores.
6. Los créditos a favor de los tenedores de bonos garantizados, respecto de
los préstamos y créditos hipotecarios, y otros activos que los garanticen,
integrados en el conjunto de cobertura […].”

Créditos preferentes generales.

Una vez hechos efectivos los créditos preferentes especiales, el restante


patrimonio del deudor en su conjunto sirve para satisfacer los denominados créditos
preferentes generales. La preferencia de entre estos se encuentra regulada en el art.
1924 CC.

LA DECLARACIÓN DE CONCURSO.

Es un procedimiento de ejecución colectiva contra el patrimonio del deudor,


con reflejos en su situación personal y patrimonial. Dice el artículo 1913 CC que el
deudor cuyo pasivo fuese mayor que el activo y hubiese dejado de pagar sus
obligaciones corrientes, deberá presentarse en concurso ante el Tribunal competente
una vez que aquella situación le fuere concedida. El procedimiento concursal se puede
abrir también a iniciativa de los acreedores o de cualquiera de ellos, siendo entonces,
con arreglo al precitado artículo 1.156, un concurso necesario.

La declaración judicial de concurso produce el siguiente efecto, prevenido en el


artículo 1914 CC, incapacita al concursado para la administración de sus bienes y para
cualquiera otra que por la ley le corresponda. Es, además, privado de todo poder
dispositivo sobre sus bienes, pues se encuentran afectos ya a la satisfacción forzosa de
sus acreedores, formando la masa concursa, y de ese destino no pueden ser sustraídos.
Los poderes de administración y disposición pasan al depositario, si bien estos últimos
quedan limitados.

El procedimiento concursal tiene por objeto la liquidación del patrimonio del


deudor para pagar a los acreedores. Hay que reconocer previamente sus créditos y
confeccionar un orden en el que han de colocarse para el cobro, lo que se lleva a través
de la Junta de acreedores con intervención de los síndicos. Dentro de ese orden tienen
importancia los créditos privilegiados de los artículos 1922, 1923 y 1924 CC. Pero
también es posible que dentro del concurso el deudor llegue a un convenio con sus
acreedores.

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Lección 15. MODIFICACION DE LA OBLIGACION.

Tipos de modificación; la novación modificativa. El cambio de acreedor:


la cesión de créditos y la subrogación por pago. El cambio de deudor: la
transmisibilidad de las deudas; la asunción de deudas; la delegación y
figuras afines.

LA NOVACIÓN MODIFICATIVA. TEORÍA DE LA MOFICACIÓN.

Al tenor del art. 1203 CC, “(l)as obligaciones pueden modificarse: 1.º Variando
su objeto o sus condiciones principales. 2.º Sustituyendo la persona del deudor. 3.º
Subrogando a un tercero en los derechos del acreedor”. Admite así el Código la
posibilidad de que la alteración de una obligación no supone necesariamente su
extinción, sólo la modificará. Es lo que se conoce como novación modificativa, a
diferencia de la extintiva. La alteración de los elementos y circunstancias de la
obligación no conlleva, de forma necesaria, su extinción; así, el art, 1204 CC, “(p)ara
que una obligación quede extinguida por otra que la sustituya, es preciso que así se
declare terminantemente, o que la antigua y la nueva sean de todo punto
incompatibles”.

EL CAMBIO DEL ACREEDOR. LA CESIÓN DEL CRÉDITO Y LA


SUBROGACIÓN POR PAGO.

Por regla general la transmisión del crédito puede llevarse a cabo sin
consentimiento del deudor.

A) LA CESIÓN DEL CRÉDITO.

Conforme al art. 1112 CC, “(t)odos los derechos adquiridos en virtud de una
obligación son transmisibles con sujeción a las leyes, si no se hubiese pactado lo
contrario”. La cesión del crédito es una facultad del acreedor (cedente), en virtud de la
cual cede su derecho de crédito a otra persona (cesionario), este la puede ejercitar por sí
mismo y por iniciativa, con independencia de la voluntad del deudor. El acreedor
puede disponer de su crédito aun cuando el deudor no lo sepa o no lo consienta en
caso de que llegue a conocer la cesión.

Créditos intransmisibles.

La regla general quiebra en algunos supuestos:

1. El art. 1112 CC es una regla dispositiva, puede ser derogada por las partes.
2. Son intransmisibles los derechos personalísimos de una relación obligatoria
cualquiera (caso de las obligaciones personalísimas).
3. No pueden cederse créditos a ciertas categorías de personas que tengan una
especial relación con el eventual cedente (art. 1459 CC).

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Relación entre el cedente y el cesionario.

Salvo en los supuestos excepcionales de intransmisibilidad, el acreedor puede


libremente disponer de su derecho en favor del cesionario. La validez de la cesión
depende del negocio que lleven a cabo cedente y cesionario, que puede formalizarse
conforme al principio de libertad de forma contractual. Si bien, al tenor del art. 1280
CC, “(d)eberán constar en documento público […] la cesión de acciones o derechos
procedentes de un acto consignado en escritura pública”.

Relación entre el deudor y el cesionario. Conocimiento de la cesión por el


deudor.

Aunque la cesión del crédito sea válida por el mero consentimiento entre
cedente y cesionario, el deudor no quedará vinculado a este último más que cuando
llegue a tener conocimiento de la cesión. El art. 1527 CC, establece que “(e)l deudor que
antes de tener conocimiento de la cesión satisfaga al acreedor (cedente) quedará libre
de la obligación”. El deudor tendrá conocimiento de la misma vía notificación ya sea
del cedente o del cesionario. Esto no supone que la notificación sea un requisito
necesario para la validez de la cesión, sino que del art. 1527 CC se desprende el carácter
liberatorio el pago realizado por el deudor al acreedor cedente en caso, y solo en este
caso, de que aquel desconozca la cesión. Tanto al cedente como al cesionario les
conviene que el deudor tenga conocimiento de la cesión.

Conforme al art. 1198 CC, el deudor puede enfrentarse a la cesión en muy


diferente situación, según que:

a) No la haya conocido, en este caso, podrá oponer al cesionario la


compensación de los créditos que tuviera frente al cedente con anterioridad
a la cesión e incluso a las posteriores hasta que hubiera tenido conocimiento
de la misma.

b) La haya conocido pero se haya opuesto a ella, aquí sólo podrá oponer al
cesionario la compensación de los créditos que tuviera frente al cedente con
anterioridad al conocimiento de la cesión, siendo imposibles los posteriores.

c) La haya consentido, en tal supuesto, el deudor cedido no podrá oponer al


cesionario compensación de crédito alguno que tuviera contra el cedente.

Lo anterior es extrapolable a cualquier otro tipo de excepciones que el deudor


cedido podría haber opuesto antes de la cesión al acreedor cedente.

Responsabilidad del cedente frente al cesionario.

El cedente de mala fe responderá siempre del pago de todos los gastos que haya
realizado el cesionario y de los daños y perjuicios que la falta de cumplimiento por
deudor (incluida su insolvencia) le haya ocasionado. El cedente de buena fe, en
principio, solo responderá de la existencia y legitimidad del crédito al tiempo de la

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venta. No obstante responderá de la insolvencia tal agravación de responsabilidad


haya sido pactada o cuando fuese anterior a la cesión y pública (art. 1529 y 1530 CC).

Efectos de la cesión.

La cesión del crédito es una simple novación modificativa de la obligación


preexistente, el derecho de crédito pervive de forma exactamente igual a la que tenía
antes del cambio de acreedor. Así, el art. 1528 CC, formula que “(l)a venta o cesión de
un crédito comprende la de todos los derechos accesorios, como la fianza, hipoteca,
prenda o privilegio”.

B) LA SUBROGACIÓN POR PAGO.

Subrogarse significa suceder a una persona en una determinada situación


jurídica, en este caso, consiste en asumir la posición activa de la relación obligatoria, el
derecho de crédito. Así, el art. 1212 CC, “(l)a subrogación transfiere al subrogado el
crédito con los derechos a él anexos, ya contra el deudor, ya contra los terceros, sean
fiadores o poseedores de las hipotecas”.

Subrogación convencional.

Es aquella que trae origen en el convenio o pacto de las personas intervinientes


en el pago. Habrá subrogación convencional en aquellos supuestos de pago del tercero
conocido por el deudor en lo que además, el solvens y el acreedor llegan a tal acuerdo.
Para que la subrogación convencional tenga lugar se requiere:

i. que se establezca con claridad, ya que el efecto subrogatorio no puede


presumirse fuera de los casos expresamente mencionado en el Código (art.
1209 CC).

ii. que el solvens haya realizado el cumplimiento de la obligación con


conocimiento del deudor, en caso de no ser así el deudor puede oponerse al
pago realizado surgiendo derecho de reembolso.

Subrogación legal.

Los supuestos generales de subrogación legal se encuentran en el art. 1210 CC,


“(s)e presumirá que hay subrogación:

1. Cuando un acreedor pague a otro acreedor preferente.


2. Cuando un tercero, no interesado en la obligación, pague con
aprobación expresa o tácita del deudor.
3. Cuando pague el que tenga interés [v. gr. el fiador] en el cumplimiento
de la obligación, salvos los efectos de la confusión en cuanto a la porción
que le corresponda”.

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DERECHO CIVIL II. Rodrigo
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Los supuestos anteriores son reglas dispositivas que admiten pacto en


contrario, para parte de la doctrina son presunciones iuris tantum, para otra
subrogaciones automáticas.

Un caso particular es el que se encuentra en el art. 1211 CC, “(e)l deudor podrá
hacer la subrogación sin consentimiento del acreedor, cuando para pagar la deuda
haya tomado prestado el dinero por escritura pública, haciendo constar su propósito en
ella, y expresando en la carta de pago la procedencia de la cantidad pagada”. Así, el
nuevo prestamista se subroga en la posición del acreedor originario, bastando la
voluntad del deudor, siendo intrascendente el consentimiento del antiguo acreedor.

Efectos de la subrogación por pago.

La subrogación produce una transmisión de la titularidad del crédito, que pasa


del antiguo acreedor al nuevo. Si la subrogación es parcial, por producirse un pago
parcial, concurren como acreedores el subrogado y el primitivo. El artículo 1213 CC
reconoce preferente a este último frente al subrogado exclusivamente. El acreedor que
transmite el crédito por subrogación no es un cedente, por lo que no responderá de su
existencia ni legitimidad ni de la solvencia del deudor.

¿Cuál es la diferencia que hay entre la subrogación por pago y la cesión del
crédito? En realidad, la cesión es el cauce para realizar el interés de la circulación del
crédito, que se considera como bien patrimonial susceptible de tráfico jurídico. En
cambio, la subrogación atiende a la satisfacción de un interés del subrogado para
recuperar en vía de regreso un desembolso patrimonial que ha efectuado al acreedor
satisfecho.

EL CAMBIO DEL DEUDOR. LA TRANSMISIBILIDAD DE LAS DEUDAS.


ASUNCIÓN, DELEGACIÓN Y FIGURAS AFINES.

Conforme al art. 1025 CC, “(l)a novación, que consiste en sustituirse un nuevo
deudor en lugar del primitivo, puede hacerse sin el conocimiento de éste, pero no sin el
consentimiento del acreedor”. La identificación del deudor es fundamental en
cualquier relación obligatoria, al acreedor no le será indiferente la capacidad de
cumplimiento y la solvencia de este. Así, en materia de transmisión de deudas, la
sustitución del deudor deberá contar con el consentimiento del acreedor. Se trata pues
de una novación modificativa, un deudor se cambia por otro.

A) LA ASUNCIÓN DE DEUDAS.

La asunción de deudas es un negocio jurídico por el que el nuevo deudor


asume la deuda del primitivo. Requiere el consentimiento del acreedor para que el
deudor primitivo quede liberado, intrascendente el del antiguo deudor. El
consentimiento del acreedor, necesario según el art. 1205CC, puede ser anterior,
coetáneo o posterior al negocio de asunción, y por su forma, expreso o tácito. Su falta

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producirá la ineficacia del negocio no sólo frente al acreedor, sino entre ambos
deudores, salvo voluntad contraria de las partes. Frente a la asunción liberatoria existe
la acumulativa, caracterizada porque no se produce el efecto liberatorio del deudor
primitivo, sino que, tanto éste como el nuevo figuran obligados frente al acreedor. Su
régimen debe ser el de la solidaridad pasiva o solidaridad de deudores. Aceptada por
el acreedor la asunción liberatoria, la insolvencia del nuevo deudor no autoriza a aquel
para dirigirse contra el antiguo más que en los dos supuestos del art. 1206 CC: que
fuese anterior y pública, o, conocida del deudor al delegar su deuda. Entonces es
ineficaz la liberación del antiguo deudor, y por ello el acreedor tiene acción contra él.

B) LA DELEGACIÓN.

Aquí el cambio tiene lugar a consecuencia de un acuerdo entre el deudor


primitivo y el nuevo deudor primitivo y el nuevo deudor, que se coloca en posición de
sujeto pasivo de la relación obligatoria, liberando de la misma al deudor originario.

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Lección 16. EXTINCION DE LA OBLIGACION.

Las causas de extinción distintas del pago. La imposibilidad


sobrevenida. La compensación; concepto, requisitos y clases; efectos y
ámbito. La confusión. La condonación; concepto, naturaleza, clases y
régimen; presunciones de condonación. La novación extintiva. Otras
causas de extinción de la relación obligatoria.

CAUSAS DE EXTINCIÓN DISTINTAS AL PAGO.

Las distintas formas de extinguir la obligación son el pago y las demás. Todo lo que
no sea el pago será, en mayor o menor medida, una frustración de la expectativa inicial del
deudor. Así, el art. 1156 CC, establece que “Las obligaciones se extinguen:

Por el pago o cumplimiento.

Por la pérdida de la cosa debida.

Por la condonación de la deuda.

Por la confusión de los derechos de acreedor y deudor.

Por la compensación.

Por la novación”.

LA IMPOSIBILIDAD SOBREVENIDA DE LA PRESTACIÓN. PÉRDIDA DE LA


COSA.

La pérdida de la cosa sobre todo constituye el supuesto legal de la imposibilidad


sobrevenida de cumplir por causa posterior al nacimiento de la obligación. Esa
imposibilidad impide la satisfacción del acreedor, origina la extinción del deber del deudor
y produce su liberación, si se produce de acuerdo en determinados presupuestos legales.
Por analogía, la imposibilidad sobrevenida se puede presentar también en las obligaciones
de hacer y no hacer (art. 1184 CC). Entiéndase pérdida de la cosa como imposibilidad de
realizar la prestación de cualquier tipo, conforme al art. 1122, “la cosa se pierde cuando
perece, queda fuera del comercio o desaparece de modo que se ignora su existencia, o no se
puede recobrar”.

La extinción de la obligación por imposibilidad sobrevenida requiere, al tenor del


art. 1182 CC, dos presupuestos: i) ausencia de culpa del deudor, y, ii) no hallarse en 1a
situación jurídica de moroso. A contrario, no dándose estas circunstancias, la obligación no
se extinguiría. Pero debe entenderse que la perpetuación de la obligación se refiere al deber
del deudor de responder por el incumplimiento de la obligación de entrega o de la no
ejecución de la obligación de hacer o no hacer. Las obligaciones genéricas están excluidas
de esta causa de extinción (genus nunquan perit).

El principal efecto propio de la extinción de la obligación por pérdida de la cosa


está contenido en el art. 1186 CC, “(e)xtinguida la obligación por la pérdida de la cosa,

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corresponderán al acreedor todas las acciones que el deudor tuviere contra terceros por
razón de ésta”.

LA COMPENSACIÓN.

La compensación es una causa de extinción de la obligación que se da cuando los


titulares de dos deudas homogéneas sean mutua y recíprocamente acreedor y deudor. Es
una figura cuya finalidad es abreviar los pagos, evitar dobles pagos (economía jurídica). Al
tenor del art. 1202 CC, “el efecto de la compensación es extinguir una y otra deuda en la
cantidad concurrente, aunque no tengan conocimiento de ella los acreedores y deudores”.

Requisitos de la compensación.

Los requisitos de la compensación se encuentran enumerados en el art. 1196 CC,


son:

1. Que cada uno de los obligados lo esté principalmente, y sea a la vez


acreedor principal del otro. Se exige pues, reciprocidad.
2. Que ambas deudas consistan en una cantidad de dinero, o, siendo fungibles
las cosas debidas, sean de la misma especie y también de la misma calidad,
si ésta se hubiese designado. Se trata de que las prestaciones compensables
sean homogéneas.
3. Que las dos deudas estén vencidas.
4. Que sean líquidas y exigibles.
5. Que sobre ninguna de ellas haya retención o contienda promovida por
terceras personas y notificada oportunamente al deudor.

Conforme al art. 1200 CC, la compensación está vetada en dos supuestos, “(l)a
compensación no procederá cuando alguna de las deudas proviniere de depósito o de las
obligaciones del depositario o comodatario. Tampoco podrá oponerse al acreedor por
alimentos debidos por título gratuito”.

Según dispone el art. 1202 CC, “(e)l efecto de la compensación es extinguir una y
otra deuda en la cantidad concurrente, aunque no tengan conocimiento de ella los
acreedores y deudores”. Se deduce pues que puede haber compensación parcial en los
casos que resulten desiguales y solo se extinga el crédito menor hasta donde ambos
concurran y subsista el mayor por la diferencia resultante. Tendrá la compensación carácter
automático cuando se den las circunstancias exigidas.

LA CONFUSIÓN.

Conforme al art. 1192, “(q)uedará extinguida la obligación desde que se reúnan en


una misma persona los conceptos de acreedor y de deudor”, consiste pues en la
coincidencia de sujeto activo y pasivo de una relación obligatoria en una misma persona.
Nadie puede ostentar un derecho de crédito contra sí mismo. Por consiguiente, la relación
obligatoria se extingue. Se deduce su carácter automático. La doctrina diferencia entre
confusión mortis causa o inter vivos. Algunas notas básicas sobre la confusión son:

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- en caso de existir obligaciones accesorias, la extinción de la obligación


principal por confusión conlleva la extinción de aquellas y no al revés (art.
1193 CC).
- al tenor del art. 1194 CC, “la confusión no extingue la deuda mancomunada
sino en la porción correspondiente al acreedor o deudor en quien concurran
los dos conceptos”.

LA CONDONACIÓN.

Con carácter general, condonar equivale a perdonar una deuda o renunciar a


exigirla, ya sea mortis causa (bajo legado) o inter vivos (remitir la deuda). En el caso que la
condonación sea parcial estaríamos hablando de quita de la deuda.

La condonación de la deuda depende en exclusiva de la iniciativa del acreedor


(unilateralidad), el cual puede exigir el cumplimiento de la obligación al deudor o, por el
contrario, liberarlo de cumplimiento de la obligación. No obstante el deudor puede mostrar
cierta resistencia a aceptar la condonación, ya que nadie está obligado a aceptar una
donación.

Algunas consideraciones sobre el régimen jurídico de la condonación, que es


paralelo al de la donación, son:

- La condonación podrá hacerse expresa o tácitamente. Una y otra estarán


sometidas a los preceptos que rigen las donaciones inoficiosas (art. 1187
CC).

- Se presumirá condonación cuando se produzca la entrega del documento


justificativo del crédito, hecha voluntariamente por el acreedor al deudor,
pues este acto implica renuncia de la acción que el primero tenía sobre el
segundo (art. 1188 CC).

- También se presumirá remitida la obligación accesoria de la prenda cuando


la cosa pignorada, después de entregada al acreedor, se hallare en poder del
deudor (art. 1191 CC).

- La condonación de la deuda principal extinguirá las obligaciones accesorias;


pero la de éstas dejará subsistente la primera (art. 1190 CC).

OTRAS CAUSAS DE EXTINCIÓN DE LAS OBLIGACIONES.

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ANEXO PRIMERO – PREGUNTAS MODELO DE EXAMEN

Lección 1. El derecho patrimonial.

A pesar del carácter dispositivo de las normas de Derecho Civil (derecho


privado), ¿existen en nuestro Código Civil disposiciones normativas de carácter
imperativo?

En derecho privado, concretamente el Derecho Civil, los sujetos son los que
autocomponen sus intereses, así las normas, en la mayoría de los casos son supletorias
de lo que las partes hayan acordado. Es muy frecuente en nuestro Código encontrar
expresiones como “en caso de que no se haya dispuesto otra cosa”, “a falta de acuerdo
entre las partes”,… Aun así, encontramos algunos artículos en los que se prescriben
determinadas obligaciones que no están a disposición de las partes, como las
obligaciones del cónyuge (art. 66, 67, 68 CC).

El blindaje constitucional al Estado social es un claro límite a la voluntad de las


partes, entre otras cosas, subordina la riqueza al interés general. La función social que
limita a un derecho es la incorporación del deber al derecho subjetivo, deber que
condiciona el ejercicio del derecho, y el ejercicio debe ser el logro de una función social.

Lección 2. El concepto de obligación.

Contraste entre derechos reales y derechos de crédito (obligaciones).

La mayoría de la doctrina a la hora de diferenciar los derecho reales de las


obligaciones, afirman que los primeros relacionan a una persona con una cosa,
mientras que las obligaciones es el vínculo que ata a un deudor a realizar una
prestación en favor de un acreedor. La diferencia muchas veces no es tan clara, pues,
stricto sensu, los derechos reales son una obligación exigible erga omnes, todos somos
deudores, frente al propietario de una cosa todo el mundo está obligado a respetar su
dominio. Un derecho real in faciendo y una obligación propter rem, son la distinta cara de
una misma moneda.

En cuanto al sistema de número apertus para las obligaciones, reflejado en el art.


1255 CC en el que se reconoce la autonomía contractual, y el sistema de números
clausus para los derechos reales, tampoco está clara la diferencia pues aunque el art. 2
de la Ley Hipotecaria contiene una lista cerrada de derechos reales, el artículo 7 del
Reglamento (derogado) permite a las partes crear “cualquier acto o contrato de
trascendencia real que, sin tener nombre propio en derecho, modifique, desde luego o
en el futuro, algunas de las facultades del dominio sobre bienes inmuebles o inherentes
a derechos reales”.

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Lección 3. Las fuentes de las obligaciones.

A parte de las fuentes nombrada en el art. 1089 CC, ¿existen otras fuentes de las
obligaciones?

Sí, las declaraciones unilaterales de voluntad son fuentes de la obligación, así lo


recoge la jurisprudencia y la propuesta de reforma del Libro IV del Código. Los
ejemplos más claros son las ofertas y promesas públicas, y los concursos premiados.

Lección 4. Los sujetos de la obligación.

¿Cómo se suple la insolvencia de codeudor por parte de un deudor en una


obligación parciaria?

La insolvencia de un codeudor en una obligación parciaria solamente afecta al


codeudor insolvente, solo incumple él su parte de la deuda. Los demás deudores no se
hacen responsables del incumplimiento de otro deudor. La obligación parciaria es la
suma de las obligaciones individuales.

¿Es alegable la insolvencia de un codeudor en una obligación solidaria?

No, en una obligación solidaria el acreedor puede exigirle a cualquiera de los


deudores el total de la deuda (art. 1145 CC), la insolvencia de un deudor solidario se
suple a prorrata por el resto de deudores (art. 1146 CC).

¿Cómo afecta la insolvencia de un deudor mancomunado indivisible a los


demás deudores, si estos han tenido la intención de pagar?

Si en una obligación mancomunada indivisible uno de los codeudores incumple


con su parte, hace que todos los demás incumplan. Los deudores que hubieran estado
dispuestos a pagar no tendrán que indemnizar por los daños y perjuicios ocasionados
(art. 1150 CC).

¿Cómo se suple la insolvencia de un deudor en una obligación mancomunada


indivisible?

El incumplimiento de la obligación de un deudor mancomunado, a tenor del


artículo 1139 CC, no debe ser suplido por los demás codeudores, pero hace que todos
incumplan la obligación. La solución se encuentra regulada en el artículo 1150 CC. La
insolvencia se resolverá mediante una indemnización por daños y perjuicios que
convierte la obligación mancomunada en una parciaria, ya que sólo deberán
indemnizar (es decir, cumplir con su parte más compensar el daño causado por

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provocar el total incumplimiento de la obligación) aquellos que causaron el


incumplimiento de la obligación. Los deudores que dejaron constancia de querer
cumplir con su compromiso sólo contribuirán con la parte que ya les correspondía
desde el principio.

¿Quién responde por los daños que ocasiona un balonazo en la puerta de un


colegio?

El niño que da el balonazo está fuera del colegio por lo que no responde al
Centro sino los padres de los menores que estaban jugando hacerse responsable de los
daños ocasionados (art. 1903 CC). No solo responden los padres del que ha tirado el
balón, sino los padres de todos los que estaban jugando. Se trata de una obligación
solidaria.

¿Puede el deudor solidario excepcionar al acreedor una circunstancia que


afecta a otro codeudor como por ejemplo una compensación para no pagar la aparte de
ese codeudor?

Sí, conforme al artículo 1143 CC, el acreedor puede remitir la deuda a


cualquiera de los deudores solidarios, pero esto no libra éste de su responsabilidad
para con los codeudores, en el caso de que la deuda haya sido pagada por cualquiera
de ellos (art. 1146 CC). Los codeudores solidarios podrán alegar las remisiones hechas
en caso de que el acreedor les reclame el total de la deuda (art. 1148 CC).

¿Cabe la subrogación de un deudor solidario sin el consentimiento del resto de


deudores?

No, es necesario el consentimiento del resto de codeudores, el actual deudor


solidario que quiere salir del vínculo obligatorio seguirá obligado en caso de que no
haya acuerdo (art. 1205 CC).

Lección 6. La determinación de la prestación.

Obligación alternativa.

Entre las diversas pretensiones planteadas el deudor decide cuál cumplir (art.
1131 CC).

El deudor perderá el derecho de elección cuando de las prestaciones a que


alternativamente estuviese obligado, sólo una fuere realizable (art. 1134 CC).

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El acreedor tendrá derecho a la indemnización de daños y perjuicios cuando


por culpa del deudor hubieran desaparecido todas las cosas que alternativamente
fueron objeto de la obligación, o se hubiera hecho imposible el cumplimiento de ésta
(art. 1135 CC).

Cuando la elección hubiere sido expresamente atribuida al acreedor, la


obligación cesará de ser alternativa desde el día en que aquélla hubiese sido notificada
al deudor (art. 1136 CC, artículo completo).

Cláusula rebus sic stantibus vs. pacta sunt servanda.

A veces, como consecuencia de una extraordinaria alteración de las


circunstancias atinentes al contrato, no previstas por las partes, se producen efectos que
atentan contra la equivalencia de las prestaciones establecidas originariamente. Como
solución a este desequilibrio sobrevenido que afecta a los contratos de tracto sucesivo,
se opta por la implícita cláusula rebus sic stantibus, en virtud de la cual el cumplimiento
del contrato se entiende necesario siempre que las cosas sigan manteniéndose tal y
como se encontraban en el momento del pacto. Así, en caso de extraordinaria
modificación el contrato no vincula a las partes.

Lo anterior choca frontalmente con uno de los principios del contrato: pacta sunt
servanda. Si el cumplimiento del contrato quedase al arbitrio de las expectativas de una
de las partes, la inseguridad jurídica sería mayúscula. Así la cláusula rebus sic stantibus
se admite de forma muy restrictiva, siendo el último medio al que hay que acudir para
remediar un desequilibrio que debe ser exorbitante y completamente y previsible.
Quien la alega debe tener buena fe y no tener culpa del desequilibrio.

Lección 16. Extinción de la obligación.

¿Es unilateral o bilateral la condonación de la deuda?

La condonación de la deuda depende en exclusiva de la iniciativa del acreedor,


el cual puede exigir el cumplimiento de la obligación o bien liberarlo sin su
consentimiento (art. 1205 CC). Es la condonación la renuncia unilateral del acreedor. Si
este puede liberar al deudor transmitiendo la deuda a un tercer, ¿por qué no iba a
poder liberarlo disponiendo de su derecho de crédito?

¿Puede el deudor oponer al cesionario la compensación de la deuda que pudiera


alegar al acreedor primitivo?

La solución a este caso se encuentra regulada en el art. 1198 CC, el deudor


puede enfrentarse a la cesión en muy diferente situación, según que:

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a) No la haya conocido, en este caso, podrá oponer al cesionario la


compensación de los créditos que tuviera frente al cedente con anterioridad a la cesión
e incluso a las posteriores hasta que hubiera tenido conocimiento de la misma.

b) La haya conocido pero se haya opuesto a ella, aquí sólo podrá oponer al
cesionario la compensación de los créditos que tuviera frente al cedente con
anterioridad al conocimiento de la cesión, siendo imposibles los posteriores.

c) La haya consentido, en tal supuesto, el deudor cedido no podrá oponer


al cesionario compensación de crédito alguno que tuviera contra el cedente.

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ANEXO SEGUNDO – GARANTÍA Y PROTECCIÓN DEL CRÉDITO

1. Medios generales de protección, defensa y garantía de los créditos:


A) Responsabilidad patrimonial universal del deudor (art. 1911 CC).
B) Ejecución forzosa:
a) En forma específica.
b) En forma genérica.
2. Medios específicos de garantía dirigidos al reforzamiento o aseguramiento del
derecho de crédito:
A) Garantía personales: fianza, aval,…
B) Derechos reales de garantía: prenda, hipoteca,…
C) Otorgamiento de carácter preferente o priviliegiado a los créditos.
D) Derecho de retención.
E) Cláusula penal.
F) Arras.
3. Medios específicos de mantenimiento de la integridad del patrimonio del
deudor:
A) Acción subrogatoria o indirecta.
B) Acción directa.
C) Acción revocatoria o pauliana.

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BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES

Estos apuntes son principalmente el resultado de anotaciones recogidas por


RODRIGO MIRA-GONZÁLEZ durante las clases de DERCHO CIVIL II –
OBLIGACIONES Y CONTRATOS del curso académico 2022-23, fruto del magisterio e
impartidas por J. DOMÍNGUEZ PLATAS, Profesor Titular de Universidad y Doctor en
Derecho. La estructura de los mismos se corresponde con el programa de la asignatura
facilitado por citado profesor. A continuación, se enumeran las diversas fuentes
bibliográficas con las que se ha ampliado lo tomado en clase:

- C. LASARTE ALVAREZ, Principios de Derecho Civil. Tomos II. Derecho de


Obligaciones (Madrid, Marcial Pons, 2021), 24ª ed., revisada y actualizada
por Miguel Ángel Adame, Dolores Palacios y Héctor Simón.

- L. DIEZ-PICAZO y A. GULLON, Sistema de Derecho civil, vol. II. Tecnos.


Madrid.

Para la confección de los mismos se ha utilizado una edición actualizada de


nuestro Código Civil, Real Decreto de 24 de julio de 1889 por el que se publica el
Código Civil.

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