Argumentos A Favor de La Tauromaquia

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Argumentos a favor de la Tauromaquia

-Sólo hay un argumento contra las corridas de toros y no es verdaderamente un


argumento. Se llama sensibilidad. Algunos pueden no soportar ver (o incluso imaginar)
a un animal herido o muriendo. Este sentimiento es perfectamente respetable. Y no cabe
duda de que la mayor parte de los que se oponen a las corridas de toros son seres
sensibles que sufren verdaderamente cuando imaginan al toro sufriendo. El aficionado
tiene que admitirlo: mucha gente se conmueve, e incluso algunos se indignan con la
idea de las corridas de toros. El sentimiento de compasión es una de las características
de la humanidad y una de las fuentes de la moralidad. Pero los adversarios de las
corridas de toros tienen que saber que los aficionados compartimos ese sentimiento. Sin
duda, esto es algo difícil de creer por todos aquéllos que piensan sinceramente que
asistir a la muerte pública de un animal (lo que es un aspecto esencial de las corridas de
toros) sólo lo pueden hacer gentes crueles, sin piedad, sin corazón. Ahí radica su
irritación, su arrebato, su animadversión a las corridas de toros. Es difícil de creer y sin
embargo es absolutamente cierto: el aficionado no experimenta ningún placer con el
sufrimiento de los animales. Ninguno soportaría hacer sufrir, o incluso ver hacer sufrir,
a un gato, a un perro, a un caballo o a cualquier otra bestia. El aficionado tiene que
respetar la sensibilidad de todos y no imponer sus gustos ni su propia sensibilidad. Pero
el antitaurino debe admitir también, a cambio, la sinceridad del aficionado, tan humano,
tan poco cruel, tan capaz de sentir piedad como él mismo. Es difícil comprender la
postura del otro pero hay que reconocer que, en cierto sentido, el aficionado tiene las
apariencias en contra. Por eso su posición necesita una explicación

-Una cosa es extraer las consecuencias personales de la propia sensibilidad (por eso, yo no voy de
pesca) y otra muy distinta es hacer de dicha sensibilidad un estándar absoluto y considerar sus
propias convicciones como el criterio de verdad. Ésa es la definición de la intolerancia. Cada cual es
libre de convertirse al vegetarianismo, o incluso a la vida “vegana”: nadie prohíbe a nadie abrazar
ese modo de vida y las creencias que lo acompañan. Pero otra cosa es querer prohibir el consumo
de carne y de pescado, incluso de leche, de lana, de cuero, de miel y de “todo lo que proviene de la
explotación de los animales”. De igual manera una cosa es prohibirse a sí mismo ir a las plazas de
toros y otra muy distinta es ¡querer prohibir el acceso a los demás! De igual manera que el
aficionado no debería hacer proselitismo o intentar exportar la fiesta de los toros fuera de sus
zonas tradicionales, el antitaurino no debería hacer demostración de intolerancia intentando
prohibir las corridas de toros allá donde están vivas. Por lo que en estas páginas sólo pediremos al
lector, sea el que sea, dos cosas: escuchar las sensibilidades y respetar los argumentos.

-La tortura tiene como objetivo hacer sufrir. Que las corridas de toros impliquen la muerte del toro
y consecuentemente sus heridas forma parte innegablemente de su definición. Pero eso no
significa que el sufrimiento del toro sea el objetivo – de hecho no más que la pesca con caña, la
caza deportiva, el consumo de langosta, el sacrificio del cordero en la fiesta grande musulmana o
en cualquier otro rito religioso. Estas prácticas no tienen como objetivo hacer sufrir a un animal,
aunque puedan tener ese efecto. Si se prohibieran todas las actividades humanas que pudieran
tener como efecto el sufrimiento de un animal, habría que prohibir un importante número de ritos
religiosos, de actividades de ocio, y hasta de prácticas gastronómicas, incluyendo el consumo
normal de pescado y carne, que implica generalmente estrés, dolor e incomodidad para las
especies afectadas. Las corridas de toros no son más tortura que la pesca con caña. Se pescan los
peces por desafío, diversión, pasión y para comérselos. Se torean los toros por desafío, diversión,
pasión y para comérselos

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