Cheinet, Le Schisme de 1051, Resumen

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 3

Le schisme de 1054 : un non-événement ?

Jean-Claude Cheynet
RESUMEN

El texto inicia explicando cómo la historiografía reciente sobre el "Cisma de 1054" resalta el
silencio de las fuentes contemporáneas sobre este episodio, al punto que se ha llegado a
considerar que fue un "no evento". Sin embargo, el autor argumenta que el impacto del cisma
fue muy considerable en la historia posterior de las Iglesias griega y romana. Incluso hoy en
día el recuerdo de la separación permanece vivo, aunque existan negociaciones entre ambas.
En el mundo griego los resentimientos por el cisma siguen siendo fuertes. Muchas obras sobre
el Imperio Bizantino enfatizan este evento, aunque los especialistas han notado la escasa
repercusión aparente según las fuentes coetáneas.
De hecho, las fuentes narrativas griegas guardan silencio sobre el cisma y los documentos
latinos son poco prolíficos, con excepción del reporte del cardenal Humberto, el principal
negociador.
El autor se propone estudiar el desarrollo de los hechos que condujeron al cisma, no para
rehacer su historia sino para analizar cómo se escenificó, antes de tratar de entender el silencio
de las fuentes y cómo la fecha de 1054 recuperó un lugar central en la historia de la Iglesia.
Describe brevemente el contexto político y eclesiástico en el Imperio Bizantino en ese
momento. El emperador Constantino Monómaco había hecho una alianza militar con el Papa
León IX contra los normandos, pero tras las derrotas de 1053 se envió una embajada a
Constantinopla encabezada por el cardenal Humberto. Ahí se entrevistó con el emperador y el
patriarca Miguel Cerulario.
Presenta la biografía y ambiciones de Cerulario, quien buscaba reforzar su autoridad frente al
poder imperial. La situación era paradójica pues siendo una criatura del emperador, se volvió
crecientemente incontrolable ante la perspectiva de una sucesión abierta al trono.
El autor considera que Cerulario fue sorprendido por el curso de los acontecimientos, pues el
Papa se había dirigido al emperador y no a él. Los legados fueron recibidos en el Palacio, lo
que no podía menos que irritar al patriarca.
Uno de sus subordinados, Nicetas Stethatos, había redactado un panfleto sobre los errores de
los latinos. Humberto tuvo acceso a ese texto y le dio la respuesta que consideró apropiada.
La discusión fue pública y Nicetas, ante la presión imperial, renunció a defender su postura.
Sus escritos fueron públicamente quemados.
Cuando Humberto depositó la sentencia de excomunión en el altar de Santa Sofía, lo hizo un
sábado durante la liturgia ante el clero y los fieles, dando la mayor publicidad a su acto. La
excomunión concernía solo al patriarca "neófito" y sus seguidores. Los legados luego
sacudieron el polvo de sus pies y se retiraron. Pocos días después hubo disturbios contra ellos
en Constantinopla.
El 24 de julio el sínodo que condenó la bula de Humberto tuvo poca concurrencia de
metropolitanos, indicando cierta improvisación por parte del patriarca. Parece que la crisis no
estaba anticipada, pues de otro modo se habría convocado una asistencia mayor.
Cerulario movilizó más fácilmente a la población de Constantinopla, de la cual era líder
espiritual desde hacía 11 años. Por sus vínculos familiares ejercía también influencia política.
Organizó o permitió el desarrollo de los disturbios contra los legados. Sin embargo, no se sabe
qué proporción de la población apoyó al patriarca. Los partidarios de Cerulario constituyeron
un grupo de presión que convenció al emperador de tomar medidas contra Humberto y sus
acompañantes. Pero nada indica que representaran a todos los ciudadanos.
Los detalles de las negociaciones deben haber sido ampliamente conocidos entre la alta
administración imperial. Psellos, consejero cercano del emperador, estuvo en el centro de las
conversaciones. El autor analiza otros personajes involucrados, indicando que no pudieron
ignorar lo sucedido. Incluso se conservan los nombres de quienes tradujeron la bula de
excomunión al griego.
Por lo tanto, es seguro que todos los constantinopolitanos estaban bien informados de la
ruptura entre los legados y su patriarca.
El autor pasa a analizar el silencio de las fuentes griegas sobre el cisma. Destaca que ni Psellos
ni Ataleiates, historiadores contemporáneos, mencionan el asunto.
Explica la cercanía de Psellos con el emperador y el patriarca, y su participación en los hechos.
Sin embargo, en su Crónica omite todo lo relacionado con asuntos religiosos y ni siquiera
menciona a Cerulario.
En otros escritos posteriores sobre Cerulario, Psellos solo retiene que el patriarca demostró
los errores dogmáticos de los latinos, cuando en realidad él no participó en esos debates
teológicos. El autor sugiere que Psellos reinventa los hechos para mostrar sus propios
conocimientos teológicos.
El historiador Ataleiates, contemporáneo de los hechos, solo menciona a Cerulario en relación
con sus ambiciones políticas y sus conflictos con los emperadores. Nada sobre el cisma.
Otros historiadores posteriores como Skylitzes y Zonaras tampoco dicen nada relevante sobre
el cisma y Cerulario. Skylitzes solo menciona sus acciones políticas.
El autor concluye que no se puede alegar desconocimiento de los hechos para explicar el
silencio de Psellos y Ataleiates sobre el cisma. Tampoco parece que los documentos de 1054
se hayan perdido.
Sugiere que la posterior disputa entre Cerulario y el emperador Isaac Comneno pesó sobre la
memoria del patriarca, llevando a los cronistas a omitir su patriarcado para no mencionar su
conflicto con el poder imperial.
Si bien las fuentes laicas callan, las fuentes eclesiásticas son más explícitas, por la propaganda
de Cerulario contra los patriarcas de Oriente. Pero no parece haber afectado la vida religiosa
en el sur de Italia.
En cambio, en los manuscritos sí aparece una gran cantidad de tratados sobre los errores de
los latinos, aunque de atribución dudosa. El nombre de Focio se usa para conferirles peso de
la tradición. Algunos textos del siglo XII aludirían a Cerulario y el cisma.
Kolbaba ha señalado que en textos antilatinos de la época de Alejo I Comneno no se menciona
a Cerulario, confirmando la hipótesis de una "damnatio memoriae" bajo los Comneno. Alejo
habría querido ocultar las disputas al negociar con los cruzados.
Cerulario solo recuperó un papel central en los textos antilatinos en el siglo XIII, tras la caída
de Constantinopla ante los cruzados en 1204 y después de la reconquista de 1261, cuando se
exacerbaron los enfrentamientos con los latinos.
El autor señala que el texto más interesante proviene de Rusia, donde la Iglesia bizantina
competía con la latina. Se trata del tratado antilatino del metropolitano Efraín de Kiev,
estudiado por el historiador ruso Čičurov.
Explica los argumentos de Čičurov para datar dicho tratado en la segunda mitad del siglo XI y
vincularlo con el cisma de 1054. Cerulario habría prestado especial atención a la Iglesia rusa
para contrarrestar las influencias latinas.
En conclusión, aunque inicialmente el cisma tuvo poco impacto visible en Bizancio, con el
tiempo se convirtió en un elemento identitario de separación de Roma para la Iglesia bizantina.
Su memoria permaneció más viva en Rusia por la competencia entre las dos tradiciones
cristianas.

También podría gustarte