Claves para Un Liderazgo Efectivo-R-10
Claves para Un Liderazgo Efectivo-R-10
Claves para Un Liderazgo Efectivo-R-10
Existe una enorme diferencia entre ser líder (lo que requieren las organizaciones
modernas) y ser un simple jefe, que se limita a cumplir directivas superiores y buscar que
su personal haga lo requerido. El líder es alguien respetado, admirado y seguido por su
equipo de colaboradores. Él construye las mejores condiciones para que la empresa
avance, dando siempre el ejemplo, diagramando y poniendo en práctica proyectos de
cabo a rabo. Él sabe interpretar lo que pasa dentro y fuera de la empresa, y logra, merced
a su dinamismo, visión emprendedora y enorme capacidad de gestión, tornar sumamente
competitiva a su compañía. Por eso el verdadero liderazgo está tan solicitado en el mundo
de negocios moderno. Analicemos, entonces, lo que distingue al líder.
Crea el futuro
No espera que las oportunidades llamen a su puerta; él las genera, si es necesario. Está
acostumbrado a luchar por las cosas que quiere, y sabe que del fruto de su esfuerzo y
tesón surgirán logros que, tarde o temprano, se convertirán en realidad.
Está pendiente de los indicadores del cambio, sea porque internamente algo debe ser
modificado, o porque la situación externa precisa dicho cambio. Pero no sólo lo sugiere, ni
lo bosqueja: se pone a la cabeza para llevarle adelante con éxito. Realiza todas las tareas
que van desde convencer al resto de la necesidad de cambiar, hasta instrumentarlo
efectivamente y seguir con detenimiento su evolución.
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RICARDO L. BAEZ | Recursos Humanos y Management |
Si alguien piensa que no puede lograr algo, de seguro no lo hará. Si un grupo carece de la
suficiente confianza en su capacidad para alcanzar un determinado objetivo, toda
formación, experiencia o destreza particular que ostente le servirá de muy poco, pues de
seguro fracasará. Por ello, el líder estimula en su grupo el sentimiento de pisar firme, pero
además hace partícipe a cada uno de sus miembros de la convicción que serán ellos y sólo
ellos quienes produzcan, con su trabajo cotidiano, el futuro posible.
Por sus habilidades directivas, puede perfectamente desempeñarse con éxito en áreas
distintas. Si bien deberá aprender los pormenores de procesos y funciones que hasta
ahora no conoce, su capacidad de gerenciar le brindará las herramientas esenciales para
llevar adelante al nuevo sector.
Si la situación no puede resolverse con el actual esquema de reglas (sean éstas mentales o
de tradición empresarial, por ejemplo) no teme romperlas y cambiarlas para lograr hacer
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frente al nuevo escenario. Entiende que a veces hay que construir nuevos caminos, sobre
todo cuando los existentes nos alejan demasiado de nuestro destino.
Conservando sus principios, sustentados sobre bases éticas, no teme cuestionar su propia
manera de encarar los negocios, de cambiarla si es necesario, y siempre está dispuesto a
aprender, a desarrollar nuevas habilidades y a poseer una visión multidisciplinaria.
Sabe perfectamente que no puede ser el mejor en todo; de hecho, estimula a sus
colaboradores a que le superen en formación. No busca destacar por sus títulos; busca ser
el mejor gerente. Sus habilidades pasan por otro lado. Por eso, contrata y se rodea de
excelentes profesionales, capaces de asumir proyectos ambiciosos y brindar un alto valor
agregado a la empresa.
Es seguido por su ejemplo, valores personales y la confianza que pone en sus objetivos,
lo que motiva y estimula al grupo
El líder no obliga a nadie a que le siga, ni que lo tome como modelo. El líder hace, da el
ejemplo, influye positivamente y es seguido por sus enormes valores, tanto personales
como profesionales. Pero no por ello corta las alas a sus subordinados, o se rodea sólo de
obsecuentes. Nada de eso. Estimula el disenso y la crítica productiva que conlleva una
mejora de las cosas, es humano y solidario, y es por ello que es preferido a cualquier jefe a
la antigua. Brinda libertad y se limita a dirigir la mirada hacia el camino, hacia donde se
debe llegar. Él irá primero, y acompañará activamente a su grupo.
Sabe mirar la esencia de las cosas. Ataca el nudo del problema. No se distrae con los
detalles o posibles dificultades para llegar a la meta, ni tampoco permite que le
desmoralicen y aparten de su objetivo. La vida es simple, y son los hombres quienes la
complican, sería su frase preferida.
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AUTOANALISIS
Hemos observado los rasgos más importantes que un buen líder debe poseer. Pero no nos
quedemos sólo con esto. Miremos hacia nosotros mismos, y para ello, nada mejor que el
siguiente cuestionario. Busca ayudarnos a conocer qué tenemos que mejorar. No cubre, ni
mucho menos, la totalidad de puntos a encarar, pero es un buen inicio. Le pido, entonces,
que responda a cada pregunta de forma precisa y honesta, anotando en un papel los
puntos sobre los que sienta que debe hacer algo.
· ¿Cuáles son mis fortalezas y debilidades? ¿Cómo puedo incrementar las primeras y
compensar o mejorar las segundas? Recuerdo que mi punto de apoyo e impulso son mis
fortalezas.
· ¿Qué tan a gusto estoy en mi trabajo? ¿Qué me disgusta? ¿Cómo podría mejorar lo que
me desagrada?
· ¿Cuán buena es mi relación con mis colegas y subordinados? ¿Qué cosas atentan contra
ella (preconceptos, viejas disputas, etc.) que deba olvidar o modificar? ¿Realizo acciones
concretas para incrementar y mejorar la relación, o simplemente actúo reactivamente
(cuando me saludan, saludo...)?
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por el Capital Intelectual de mi empresa, y yo tuviese que pormenorizar los aportes de mis
colaboradores, ¿sabría qué contestar?
· ¿Sabría echar mano del know-how de mi empresa para emprender proyectos diferentes?
· ¿Qué tan innovadora y flexible es mi manera de ser y pensar? Analizo mis preferencias y
actos cotidianos. ¿Se contradice lo que hago con lo que desaría hacer? ¿Por qué?
· Cuando hay que trabajar bajo presión, ¿cómo me comporto? ¿Pierdo el control y
reacciono mal? ¿Acepto la presión y la canalizo positivamente?
· ¿Controlo mis impulsos, evitando estallar por cualquier motivo? ¿Poseo un carácter
estable, o soy un manojo de nervios?
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El secreto para lograr las cosas en la vida pasa, muchas veces, por una férrea voluntad.
Una gota de agua que cae sobre la poderosa roca puede, humildemente y con tesón,
perforar totalmente la piedra. Sea entonces como el agua, dúctil, renovada y tenaz, sobre
todo tenaz. Nuestra voluntad marca la diferencia entre llegar a la meta, o desanimarnos y
desistir. Es la poderosa palanca que mueve nuestro universo. Acrecentarla día a día, en
cada acto cotidiano, constituye la mejor inversión.
Sufrir por lo que carecemos, en vez de ver nuestras fortalezas (y todo lo que podríamos
generar con ellas), sólo nos llevará a la inacción. Todos tenemos puntos fuertes y débiles;
potenciemos entonces los primeros y corrijamos los segundos. Apoyémonos en lo que
hacemos mejor, buscando oportunidades para aprovechar nuestras fortalezas. Porque en
ese ámbito usted puede dar lo mejor de sí. Además, es lo que le gusta hacer, y para lo que
está en mejor forma.
Resta un consejo: en esa área en la que usted es muy bueno, evite caer en las garras de
otro enemigo poderoso y también paralizante. ¿Adivina cuál es? Es el excesivo
perfeccionismo. Muchas veces, en la idea de no lograr el ansiado nivel, se dejan de hacer
cosas al considerarse que saldrán demasiado imperfectas. Ni lo uno, ni lo otro.
Los éxitos constituyen un poderoso estímulo, cierto es. Pero de los errores se aprende, y
mucho, si les tomamos como escalones necesarios para ascender a la meta. Aquí no cabe
la soberbia, el amor propio herido, y mucho menos la negación. Hay que aceptar las fallas,
preguntándonos qué pasó. ¿Plazos muy ajustados? (¿Por qué se aceptó de esa manera?;
¿Qué otras alternativas de reducción de tiempos no se instrumentaron?) Luego, convocar
a todos aquellos que puedan brindar solución, ideas e iniciativas para mejorar, a
reuniones especiales, y trabajar sobre el problema.
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En este ámbito, muchas veces se debe convivir con la incertidumbre. Pero esta
incertidumbre es relativa, en tanto y en cuanto podamos afrontarla con estudios y análisis
de tendencias, un poderoso know-how e instalaciones reutilizables para proyectos
diferentes, un equipo profesional altamente motivado y eficiente, y sobre todo, nuestra
mirada siempre puesta en lo que precisa el cliente para anticiparnos a ello antes que la
competencia.
Lo importante de todo esto es nuestra actitud hacia la crisis. Es evitar verla como el
derrumbe de todo lo que hemos construido, para considerarla directamente como una
excelente oportunidad de replantear nuestro negocio, no sólo de cara a su subsistencia
regional, sino a su consiguiente crecimiento.
Quien a cada paso se cuestiona sus actos, duda de sí mismo, y no confía plenamente en
sus cualidades, lleva consigo el peor demonio de cara a su vida profesional y personal.
Porque esta falta de confianza le impedirá desarrollarse y potenciar sus dotes. Por ello, no
importa en qué contexto estemos, o qué crisis nos toque pasar; nuestra confianza y
seguridad deben ser valores inamovibles, sobre los que podamos sustentar todo proyecto
presente y futuro.
No importa si caemos al suelo una y más veces; con igual fuerza y determinación nos
levantaremos para continuar dando batalla. No importa tampoco si debemos deshacer lo
andado, cambiar de rumbo, mudar de ropas. Si nuestra confianza es sólida, de seguro
podremos afrontar cualquier desafío. Y cuando las dudas aparezcan, haga desfilar ante sus
ojos todos sus triunfos y logros a la fecha. ¿Lo ve? Todo eso lo construyó usted. Entonces,
¿qué le impide avanzar por más?
Condición primordial en todo buen directivo. Busque nuevas posibilidades de negocio, sea
expandiendo su gama de productos, accediendo a nuevos mercados o explotando
posibilidades generadas en determinados contextos que sean rentables. No tema vender,
pues es una de las facetas necesarias en su actividad.
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No diga "debo vender más", pues eso no constituye un objetivo; a lo sumo, es una
expresión de deseos. Cuantifique y ponga plazo a cada objetivo. Por ejemplo, diga "debo
vender un 20% más, de aquí a seis meses." Toda acción debe buscar la concreción de un
objetivo determinado, porque si no es así, puede caerse en el peligro de ir hacia ninguna
parte.
Quien requiere de más horas para concretar una tarea demuestra que algo falla en su
concepción del trabajo. O pierde el tiempo (por falta de método u organización), o
privilegia tareas que no son ni urgentes ni tampoco importantes. Nunca crea que llevarse
trabajo a su casa es signo de extrema productividad; muy por el contrario, esto demuestra
que no ha administrado bien su tiempo en la oficina.
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quedará siempre mirando la vida pasar frente a su ventana, criticando lo mal que van las
cosas (las suyas) aunque el resto avance.
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