Principios Procesales

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Principios procesales

La legislación procesal civil y mercantil derogada no regulaba los principios procesales


de manera sistemática, lo que en cierta forma dificultaba a los aplicadores del derecho
invocar tales directrices; pues lo que regulaba dicha legislación eran manifestaciones
de dichos principios1 sin dedicar una disposición específica a cada uno de ellos. Lo
anterior es superado por el nuevo Código Procesal Civil y Mercantil ya que en este se
dedica un capítulo específico, en el cual los principios del derecho procesal civil y
mercantil se regulan de una manera ordenada y sistemática, siendo este el capítulo
primero del título preliminar del libro primero del Código Procesal Civil y Mercantil;
específicamente se encuentran regulados desde el art. 3 hasta el art. 16 del CPCYM.

Los principios procesales son criterios que dirigen la estructura y funcionamiento de


un procedimiento jurídico. Son directivas o ideas básicas sobre las cuales se
estructura un ordenamiento jurídico procesal.

Estos principios son las premisas máximas o ideas fundamentales que sirven como
columnas vertebrales de todas las instituciones del derecho procesal, los principios
procesales son las directrices de carácter general que orientan la realización
adecuada de los actos dentro del proceso. (Dr. Sergio Artavia, 2016 )

Para poder comprender y abordar este apartado consideramos necesario brindar una
idea clara sobre el concepto de los principios procesales, al respecto exponemos las
múltiples definiciones doctrinarias que sobre los mismos se formulan, conociendo las
apreciaciones que sobre el tema han postulado diversos autores.

JAIME AZULA CAMACHO (CAMACHO, 1982)

Define a los principios del derecho procesal como “los criterios aplicables a los
distintos aspectos que integran el procedimiento reglas que rigen o regulan las
diferentes actuaciones que integran el procedimiento”.

LINO ENRIQUE PALACIO (PALACIO, 1994 )

“Denominase principios procesales a las directivas u orientaciones generales en que


se funda cada ordenamiento procesal”.
MANUEL LOZANO HIGUERO PINTO

Los define como “criterios o pautas fundamentadoras, de diverso alcance, pero


fundamentalmente estimativo, que entrañan las orientaciones esenciales o líneas
directrices de un sistema procesal y que en esos valores se condensan”.

GUILLERMO ALEXANDER PARADA GÁMEZ (PARADA GAMEZ, 2008)

Estable que, al referirse a los principios en términos generales, se pretende arribar a


todas aquellas figuras jurídicas capaces de fijar los lineamientos precisos sobre los
cuales debe descansar el desenvolvimiento jurisdiccional.

Luego de estudiar las definiciones antes expuestas podemos afirmar que la doctrina
es unánime al conceptualizar los principios procesales ya que en su mayoría se
resumen en la concepción de que se trata de elementos

orientadores que tienen por objeto determinar la forma en que debe dirigirse el
proceso. Por nuestra parte consideramos que los principios procesales son directrices
en virtud de las cuales debe regirse el proceso y de cuya operacionalización depende
el buen desarrollo del mismo; pues su objeto es garantizar la protección jurídica
procesal debida a cada una de las partes mediante la concreción de aspectos, como
el logro de un debate ordenado e igualitario, el comportamiento y comunicación entre
las partes, la identidad del juez respecto a los actos procesales, la forma y sucesión
de los actos procesales, la agilidad en el desarrollo del proceso y el conocimiento que
las partes y la sociedad tenga sobre el mismo.

1.2 Clasificación

Doctrinariamente encontramos una vasta enumeración de principios procesales, sin


embargo, para efectos de esta investigación nos centraremos en el análisis de los
principios contenidos en el Nuevo Código Procesal Civil y Mercantil vigente, haciendo
énfasis, por supuesto, en los 16 principios y su implicación en el Proceso Civil y
Mercantil Salvadoreño.
Existen legislaciones en las que no se encuentra una referencia expresa a los
principios procesales o un apartado destinado a su regulación, sin que ello implique,
desde luego, su no incorporación al proceso, como sucedía con el recién derogado
Código de Procedimientos Civiles. Por otro lado, existen leyes procesales que les
dan un tratamiento especial realizando una enumeración y señalamiento de los
mismos.

Principios Procesales presentes en los artículos 1 al 16 Código Procesal Civil


y Mercantil

1. Tutela Jurisdiccional
• Definición

La Tutela jurisdiccional efectiva o simplemente Protección Jurisdiccional, es entendida


como: "El derecho de una persona a ser atendida por el Poder Judicial para que a
través de un debido proceso se resuelva una situación conflictiva o incierta"

Toda persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional efectiva para el ejercicio o


defensa de sus derechos o intereses, con sujeción a un debido proceso. (PASION
POR EL DERECHO , 2021)

Esta protección es un Derecho fundamental de contenido complejo que confiere a


toda persona el poder jurídico de promover, en defensa de sus derechos e intereses
legítimos, la actividad de los órganos jurisdiccionales que desemboque en una
resolución fundada en derecho tras un procedimiento justo, sea o no favorable a las
pretensiones formuladas por las partes, y a que dicha resolución se cumpla.

Derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. -

“Toda persona tiene derecho a la tutela jurisdiccional efectiva para el ejercicio o


defensa de sus derechos o intereses, con sujeción a un debido proceso".

Consiguientemente, es deber del Estado promover la efectividad del derecho a la


tutela jurisdiccional, que no sólo se limita al aspecto procesal, sino,
fundamentalmente, al aspecto material, en el sentido de resolver la pretensión
planteada.
El panorama doctrinario relacionado con el Derecho Procesal Civil se caracteriza,
actualmente, por la exaltación de las bondades de la eficacia en el proceso, situándola
en lugar preferencial al punto que algunos hablan del "eficientísimo procesal". Así, el
italiano Proto Pisani expresó que "el principio de efectividad no es apenas una
directiva para el legislador sino también "un principio hermenéutico del Derecho
vigente". Precisamente este valor tiene una función instrumental respecto de otro valor
de innegable jerarquía cual es la "justicia". (Mosqueira Honor, s.f.)

• Historia.

Tomaremos como punto de inicio la Revolución Francesa de 1789, ya que, a partir


de esta sin lugar a dudas, comienza a gestarse una nueva manera de concebir al
Estado y los derechos de las personas. Antes de esta, los derechos de los ciudadanos
se reducían básicamente a nada, ya que el Rey acaparaba todos los poderes dentro
del Estado, por lo que su voluntad era la ley y los ciudadanos no tenían los medios
para desobedecer sus mandatos, por muy injustos que estos fueran.

Sin embargo, desde los hechos ocurridos en Francia y la Declaración de


Independencia de los Estados Unidos de América se adoptó una visión diferente de
lo que debe ser el Estado moderno, sus características, potestades, limitaciones,
fines, etc., en definitiva, se presenta una nueva visión acerca de lo que significa dicho
Estado.

Luego de esa nueva concepción del Estado de Derecho se llega a un punto donde
se pretende lograr una mayor protección y garantía de los derechos fundamentales
de las persona lo cual fue reforzado después de la Segunda Guerra Mundial, haciendo
esfuerzos para garantizar los derechos básicos de las personas- por ejemplo a partir
de la separación de poderes y el control reciproco que ello mismo conlleva- , el
desarrollo de la institución de la tutela judicial efectiva, constituye otro gran aporte a
la necesidad de frenar los poderes del Estado frente a los ciudadanos.

Cabe resaltar que el este derecho a la tutela jurisdiccional del que gozamos los
salvadoreños guarda cierta similitud en su enunciado con el derecho a la tutela judicial
que reconoce por ejemplo el inciso primero del art. 24 de la Constitución italiana de
1947 (“Todos pueden actuar en juicio para la tutela de sus propios derechos e
intereses legítimos”) y el apartado primero del art. 24 de la Constitución Española de
1978, referente al llamado derecho a la tutela judicial efectiva (“Todas las personas
tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de
sus derechos e intereses legítimos sin que, en ningún caso, pueda producirse
indefensión”).

• Regulación en el ordenamiento jurídico salvadoreño.

El Derecho a la protección jurisdiccional está establecido en el art. 1 Código Procesal


Civil y Mercantil, en el cual se define y regula el derecho como tal, además tiene
relación con el Art. 15 CPCM que versa sobre la obligación de resolver que tienen
los jueces y el Art. 16 CPCM que abarca el Principio de Gratuidad de la Justicia; todo
esto haciendo cumplir en el plano de la legislación

procesal civil, el derecho constitucional al debido proceso que se establece en el Art.


11 Cn.

• Alcances y límites.

La tutela jurisdiccional conforme al art. 1º CPCM está a disposición y para el


beneficio de ambas partes del proceso, para todas las instancias y grados de
jurisdicción, construyéndose en tres etapas, cuya consecución, a su vez, depende
estrictamente del cumplimiento de los requisitos legales establecidos por la ley, los
cuales son:

➢ Acceso a los tribunales (y que no se produzca, por tanto, la inadmisión a


trámite de la demanda o solicitud presentada por el justiciable de manera
arbitraria ni inmotivada)
➢ Tramitación del procedimiento respectivo en todas sus fases, ya que la
intervención de las partes, requiere de ciertas garantías procesales (defensa
y contradicción, debido proceso, igualdad), implican necesariamente que esa
actividad jurisdiccional se desarrolle por etapas.
➢ Dictado de una decisión de fondo (a menos, que concurra una circunstancia
procesal que lo impida) la labor del Juez, culmina con la sentencia de fondo
que solucione la controversia la cual debe ser fundada en derecho.

La protección jurisdiccional, como actividad humana, tiene como fin último el


cumplimiento de la justicia.

Este derecho a la tutela jurisdiccional no garantiza en ningún caso un resultado


concreto en términos de una sentencia estimatoria, pero sí garantiza que la actividad
judicial tendrá necesariamente un resultado, jurídicamente fundado. (Perez, 2018)

1.2 Sometimiento a la Constitución y Leyes Secundarias

Este principio se establece con la función de respaldar y hacer cumplir al ¨Principio


de Legalidad” estableciendo que los jueces están vinculados por la normativa
constitucional, las leyes y demás normas del ordenamiento jurídico, sin que puedan
desconocerlas ni desobedecerlas. (CODIGO PROCESAL CIVIL Y MERCANTIL DE
EL SALVADOR , 2019 )

Con esto se parte de la Constitución como ley suprema que consagra los derechos
fundamentales de las personas y también abarca el marco de las normas de rango
legal y en su caso reglamentario, es decir, todo lo que se abarca en las leyes
secundarias. Esto lo podemos encontrar establecido en el Art. 172 Cn. y con respecto
al CPCM que es nuestro objeto de estudio, descrito como un principio procesal en el
Art. 2. En dicho artículo se recoge la vigencia del imperio de la legalidad para el
fundamento de todas las decisiones judiciales, el cual no puede ser otro que las
fuentes establecidas por el ordenamiento jurídico, eliminando así toda tentación de
arbitrariedad, voluntarismo y discriminación por motivos subjetivos del juzgador,
completado luego con lo establecido en el art. 19 CPCM.

Ahora bien, la sujeción a la aplicación de la norma tiene un límite y es cuando


precisamente la norma se muestra contraria a los postulados constitucionales. ¿Qué
debe hacer un juez cuando se presenta esta situación? Cómo punto de partida
debemos saber que esta figura se denomina “Poder Difuso de la Constitución” y “es
una facultad que la Constitución les da a los jueces para que, según su saber,
desaplique una norma por ser contraria a la Constitución” (Cruz Umanzor, 2022)
En tal situación, el art. 2 CPCM faculta al juez que está conociendo de la causa, para
inaplicar la norma que a su criterio va en detrimento de los fundamentos
constitucionales, lo que significa, como su nombre indica, no que el órgano judicial
pueda invalidar la norma, ni declarar su nulidad formal con efectos Erga Omnes - ya
que esta potestad le corresponde a la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema
en el ámbito de sus competencias-, sino que cualquier juez puede decretar su no
aplicación al caso concreto (art. 185 CN, art. 77 D LPC), por apreciar su contradicción
con alguno de los derechos fundamentales u otro mandato constitucional,
explicándolo así en su resolución judicial, susceptible por lo demás del control por
vía de recursos que corresponda en lo concerniente a las cuestiones de legalidad
ordinaria resueltas en la sentencia. No así por lo que respecta estrictamente al juicio
de inconstitucionalidad de la ley, cuya validez sólo será revisada por la Sala de lo
Constitucional de la Corte Suprema en virtud del procedimiento establecido en los
apartados “E” y “F” del art.77 LPC, sistema que complementa así la potestad judicial
prevista en el art. 185CN. La sentencia de la Sala sí devendrá vinculante para todos,
es decir, esta sí tendrá efectos Erga Omnes.

Además, en el Inc. 3 del mismo Art. 2 CPCM -como una subespecie del control de
legalidad procesal-, se establece la prohibición general del uso judicial de las pruebas
ilícitas (lo que luego se complementa con lo regulado en el art. 316 CPCM párrafo
segundo).

2. Principio de legalidad.

El Estado de Derecho se tipifica porque todos sus actos están sujetos a la ley,
asegurándose así el imperio de la misma. El Principio de Legalidad significa la
supremacía de la norma, que se opone a la influencia del poder arbitrario y que
excluye la autoridad discrecional del gobierno, en este caso del Órgano Judicial que
es el encargado de brindar la Protección Jurisdiccional a la población salvadoreña.

Como antecedente histórico del reconocimiento jurídico de este principio, podemos


mencionar la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, la
cual en su Art. 5 establece “La Ley sólo tiene derecho a prohibir los actos
perjudiciales para la Sociedad. Nada que no esté prohibido por la Ley puede ser
impedido, y nadie puede ser obligado a hacer algo que ésta no ordene”.

Con respecto a El Salvador este principio se regula en el Art. 3 CPCM y complementa


lo que presentamos en el Principio anterior. El principio de legalidad como tal, rige a
la estructuración de los procesos, cuya tramitación debe ser previamente
determinada legalmente, pero sobre todo respetando los derechos fundamentales y
principios constitucionales, así como los derechos, obligaciones y cargas procesales
de las partes del mismo, en cualquier instancia y en cualquier grado de conocimiento.

Este principio del proceso consagra el sometimiento a la ley procesal tanto de los
tribunales como de todos los intervinientes en los procedimientos. En ese sentido, es
la ley y no el juez o tribunal la que debe dar unas determinadas pautas procesales
de comportamiento a los sujetos procesales, por lo tanto, el principio de legalidad da
un orden lógico y estratégico para la solución de conflictos.

El principio de legalidad se caracteriza por ser:

➢ Universal (va de la mano con la garantía del debido proceso que se


consagra como derecho fundamental en diferentes pactos y
convenciones de carácter internacional),
➢ Perpetuo (no se concibe un sistema donde no se dé predominio a la
legalidad de las formas),
➢ Es absoluto (la ilegalidad o la arbitrariedad de las normas va contra el
orden público y las buenas costumbres)
➢ Siempre persigue su realización (No deben existir disposiciones legales
que contravengan este principio)

Por último, cuando falte regulación específica sobre el modo de llevar a cabo un acto
procesal por de parte de los sujetos procesales, dispone el art. 3 CPCM que el órgano
judicial deberá tener en cuenta, se entiende que, por analogía, aquella formalidad que
resulte ajustada al contexto del acto y a la finalidad que se persigue con él.

Principio de legalidad en la Constitución de la República

Constitución de la República de El Salvador:


El principio de legalidad en la Constitución de la República, aparece regulado en el
artículo 15, que literalmente expresa de la siguiente manera: “Nadie puede ser juzgado
sino conforme a las leyes promulgadas con anterioridad al hecho de que se trate, y
por los tribunales que previamente haya establecido la ley”.

En el marco del principio de legalidad a nivel constitucional, también aparece regulado


en el art. 86, en el inciso final estableciendo: “Los funcionarios son delegados del
pueblo y no tienen más facultades que las que expresamente les da la ley”. (Creus,
s.f.)

3. Principio de defensa y contradicción.

Enuncia que la parte demandada se le da la oportunidad de defenderse con


argumentos y con pruebas en contra de las reclamaciones que se han hecho. Esto
significa que es el momento procesal oportuno para contradecir los fundamentos de
la contraparte y en pocas palabras “contar la historia con tus propias palabras”.
(Estrada, 2015 )

Este principio está regulado en el Art. 4 CPYCM y hace referencia a la defensa


entendida como derecho a alegar y probar lo que interese a la pretensión de cada
parte en cada estado del procedimiento, lo que implica que no puede negarse
injustificadamente el empleo de un trámite u oportunidad procesal previsto en la ley
para poder verter alegaciones, solicitar pruebas, intervenir en su práctica cuando la
ley lo disponga (como en el caso de los interrogatorios orales), formalizar recursos,
pedir la ejecución de lo acordado y adoptar aquellas medidas cautelares que
aparezcan legalmente posibles. La contradicción consiste en que una parte tenga
oportunidad de oponerse a un acto realizado a instancia de la contraparte, con el
objeto de verificar su regularidad, de lo cual se desprenden dos aspectos que integran
la contradicción: primero, el derecho que tiene la parte de oponerse a la realización
de un determinado acto, y, segundo el de controlar la regularidad o cumplimiento de
los preceptos procesales. (Alsina, 1963)

Es importante señalar que el principio de contradicción es propio de la estructura


bilateral del proceso, y su misma naturaleza adversativa, es la que da origen a este
principio de contradicción, y es que, sólo tiene aplicación en los procesos de tipo
contencioso (Chiovenda, 1954 ), donde existe la presencia de las dos partes:
demandante y demandado.

La contradicción concierne a la iniciativa de acción y reacción dentro del proceso,


conforme se ocupe la posición respectiva de demandante o demandado, sin perjuicio
de reconocer que también este último, el sujeto pasivo, no sólo tiene derecho a
oponerse a la pretensión presentada en su contra sino también y dentro de ciertos
límites, a introducir asimismo sus propias pretensiones (por ej., por medio de una
reconvención); y que también el actor puede necesitar contradecir frente a lo alegado
por el demandado, en incidentes y recursos montados por este último. Esto por la
relación que tiene este principio con el de igualdad procesal.

El derecho de defensa y contradicción presenta ciertas excepciones para su


aplicación, pero estos sólo pueden ceder o verse sacrificados temporalmente, cuando
por razones de urgencia resulte necesario adoptar una medida provisoria sin escuchar
a las partes o al menos a alguna de ella, pero entonces deberá restablecerse a
posteriori el derecho de audiencia para la verificación o levantamiento de la medida
como en el caso del embargo, el secuestro y la anotación preventiva de la demanda
regulados respectivamente en el art. 436 Ords. 1º, 2º y 5º CPCYM, por la naturaleza
de ser medidas cautelares su notificación será posterior a su realización tal como se
expresa en el art. 453 CPCYM, al establecer que las medidas cautelares se decretarán
sin audiencia de la contraparte.

No basta con indicar, como se realiza en forma generalizada, que el debido proceso
está simplemente limitado por el derecho de defensa. Propiamente, podría decirse
que el debido proceso tiene las siguientes implicaciones imprescindibles:

a. Implica el libre acceso al tribunal.


b. La posibilidad plena de audiencia (lo cual lleva aneja una efectiva citación o
notificación inicial, que permita total conocimiento efectivo de la demanda
cursada).
c. Un plazo razonable, según la naturaleza del proceso, para oponerse a la
pretensión
d. El derecho de las partes de explicarse en su propia lengua.
e. El derecho de que el proceso se efectúe con un procedimiento eficaz y sin
dilaciones,
f. Adecuado a la naturaleza del caso justiciable y público.
g. Posibilidad de asistencia letrada eficiente. (V., 2016 )

La contradicción no requiere que la parte en cuyo favor se surte, realice los actos que
con tal efecto consagra la ley, sino que basta que se le haga conocer la respectiva
providencia, pues esto le da la posibilidad de llevarlo a cabo.

En el mismo sentido se pronuncia CORTÉS DOMINGUEZ (Cortés Domínguez,


1993), quien expone que, si bien el principio de defensa y contradicción supone que
para dar satisfacción a una pretensión es preciso admitir y tener en cuenta la
contradicción del adversario, también es cierto que este principio se contrae a una
mera posibilidad y no la real y efectiva intervención de la parte contraria, sino que
basta la posibilidad de controvertir las actuaciones del adversario, ello será posible
mediante la comunicación y traslado de los actos que cada una de las partes realice.

4. Principio de igualdad procesal

Si la razón de ser del proceso es ser un método pacífico y dialéctico de debate para
solucionar conflictos sociales, y así erradicar el uso de la fuerza por la fuerza y
sustituirla por la fuerza de la razón, y así, igualar jurídicamente las diferencias
naturales que irremediablemente separan a los hombres, es consustancial de la idea
lógica de proceso el que el debate se efectúe en pie de perfecta igualdad entre los
contendientes. En el campo del proceso, igualdad significa paridad de oportunidades,
“herramientas” y de audiencia; de tal modo, las normas que regulan la actividad de
una de las partes antagónicas no pueden constituir, respecto de la otra, una situación
de ventaja o de privilegio, ni el juez puede dejar de dar un tratamiento absolutamente
similar a ambos contendientes, más aún: el juez tiene el deber de adoptar todas las
medidas que estime conducentes al mantenimiento de la igualdad entre las partes.
(Dr. Sergio Artavia, 2016 )
Art. 5 CPCYM.- “Las partes dispondrán de los mismos derechos, obligaciones,
cargas y posibilidades procesales durante el desarrollo del proceso. Las limitaciones
a la igualdad que disponga este Código no deben aplicarse de modo tal que generen
una pérdida irreparable del derecho a la protección jurisdiccional.”

Esta disposición evidencia que el principio de igualdad procesal domina el proceso


civil y mercantil y, además sugiere que es, a su vez, una manifestación particular del
principio de igualdad de las personas ante la ley.

El principio de igualdad ante la ley: Es el equilibrio prudente entre las razones de las
partes dando igual oportunidad a ellas para demostrar sus convicciones. La idea está
en quitar espacio a la inferioridad jurídica, sin conceder a unos lo que a otro se niega,
en igualdad de circunstancias.

El principio de igualdad procesal citando una definición de V. Gimeno Sendra, implica


"la oportunidad de que las partes procesales cuenten con los mismos medios ante el
tribunal para expresar sus argumentaciones".

Es preciso afirmar que este principio es inherente a la estructura del proceso, es decir
que es consustancial a la misma idea de proceso. Ello quiere decir que si dicho
principio falta, no estaremos frente a un proceso, sino que ante un instrumento de
autocomposición.

En la jurisprudencia salvadoreña encontramos una definición que el tribunal ha


sostenido sobre dicho principio: Este Tribunal ha sostenido que "los principios que
informan al proceso, y entre ellos el principio de igualdad procesal, velan por el debido
proceso legal; así este principio postula que en el proceso las partes deben conservar
entre sí cierto equilibrio procesal sin permitir ventajas procesales a una en perjuicio
de la otra; de esa manera si la ley concede a unas de las partes aportar pruebas o
interponer recursos, la misma oportunidad probatoria e impugnadora debe
corresponder a la otra" (Sentencia de 29-V-1995, Amp. 3-H-1993, considerando IV,
29 )
5. Principio dispositivo.

Este principio establece que el ejercicio de la sanción procesal está encomendado en


sus dos formas: activa y pasiva a las partes y no al Juez Consiste en que la obligación
de poner en marcha un procedimiento judicial desde que inicia hasta que termina
corresponde a las partes y no al Juzgador, esto es así porque cada quien es libre de
promover una demanda, el Juez no le obligó a que lo hiciera, por lo que las partes son
quienes deben de estar más interesadas en la normal circulación de cada etapa
procesal.

Precisamente, la razón de este principio recae en la concepción de que son las partes
las interesadas en el desarrollo del proceso en virtud de la titularidad que del derecho
reclamado tienen y sobre el cual esgrimen sus pretensiones

PODETTI (Podetti Lezcano, 1954 ) sostiene que el principio dispositivo consiste en la


facultad exclusiva del individuo de reclamar la tutela jurídica del Estado para su
derecho, y la facultad concurrente del individuo con el órgano jurisdiccional de adoptar
elementos formativos del proceso e instar su desarrollo para terminarlo y darle fin.

Art. 6 CPCYM.- “La iniciación de todo proceso civil o mercantil corresponde al titular
del derecho subjetivo o interés legítimo que se discute en el proceso; y dicho titular
conservará siempre la disponibilidad de la pretensión. Las partes podrán efectuar los
actos de disposición intra-procesales que estimen convenientes, terminar el proceso
unilateralmente o por acuerdo entre las mismas y recurrir de las resoluciones que les
sean gravosas, de conformidad a lo dispuesto en este código.”

Conforme al contenido esencial de este principio, debe necesariamente buscarse el


equilibrio entre la necesaria actividad de la parte en los litigios civiles y la obligación
del juez como director y ordenador del proceso en su función de brindar tutela judicial
efectiva.

Las manifestaciones del principio dispositivo, en el desarrollo del proceso civil y


mercantil son los siguientes:

➢ Iniciativa.
Se refiere a que el proceso puede, únicamente, ser iniciado si media la
correspondiente petición del interesado, mediante la demanda (Couture, 1977). Art.
276 CPCYM. Corresponde al demandante iniciar el proceso. 2º) Tema de decisión.
Por tema de decisión debe entenderse, lo que constituye el objeto o materia del debate
o controversia entre las partes. Este se determina, por parte del demandante, en la
demanda, y, por parte del demandado, en la contestación de la demanda. Arts. 305 y
306; relacionados con los arts. 276 ord. 5º y 6º en lo referente a la fijación del tema
por parte del demandante en la formulación de la demanda; y art. 284 en relación a la
fijación del tema de decisión por parte del demandado mediante la contestación de la
demanda. Todos los artículos citados del CPCYM.

El tema u objeto del proceso es, entonces, fijado por las partes. El juez debe, por
tanto, pronunciarse en la sentencia sobre el tema prefijado, sin poder salirse de él, ya
sea por considerar cuestiones superiores, inferiores o ajenas46. Art. 417 CPCYM.

➢ Hechos.

Complementando lo anterior, si la decisión se funda en hechos, son las partes a


quienes les corresponde invocarlos. Ello se realiza a través de la demanda y la
respectiva contestación de la demanda. Arts. 276 y 284 CPCYM.

➢ Pruebas.

Es iniciativa de las partes proponer pruebas para que se decreten y practiquen a fin
de demostrar los hechos que sustentan el tema de decisión u objeto de discusión. Art.
321 CPCYM

Lo anterior significa que al demandante le corresponde probar los hechos que


sustentan sus pretensiones, mientras que al demandado le interesa establecer los que
funden sus medios de defensa, de acuerdo al principio de la carga de la prueba
(Calamandrei, 1973).

Siguiendo este orden de ideas, el juez carece de la facultad para decretar pruebas de
oficio tendientes a establecer o aclarar los hechos materia del debate, limitándose a
lo que aparezca solicitado por las partes.
Consideramos que lo anterior se aplica únicamente en un proceso eminentemente
dispositivo, no así en el nuestro en el que podemos encontrar algunas excepciones
como el caso de la facultad que tiene el juez para decretar pruebas para mejor
proveer, art. 7 inc. 3º CPCYM cuyas razones y justificación analizaremos más
adelante.

➢ Disponibilidad del derecho. UGO ROCCO (ROCCO, . 1959)

expone a este respecto, que esta manifestación del principio dispositivo se refiere a
la facultad que tiene el demandante de renunciar a los pedimentos de su demanda,
mediante el abandono expreso llamado desistimiento, o bien en virtud de acuerdo
directo con el demandado, en lo que se llama transacción y, agregamos, además, el
abandono tácito por parte del actor o deserción y el abandono tácito de ambas partes
o caducidad de la instancia. Art. 6 inc. Último CPCYM en relación a los arts. 129
(Renuncia), 130 (Desistimiento), 132 (Transacción Judicial), 133 (Caducidad de la
Instancia) y 293, 295 (Conciliación). Todos los artículos del CPCYM.

Asimismo, el demandado, por su parte, puede allanarse a la demanda. Cuando en el


proceso sólo se halla en juego el interés de las partes, el allanamiento obliga al juez
a dictar sentencia en contra del demandado. No ocurre lo mismo cuando en el proceso
se halla comprometido el interés público o el derecho de terceros. (Art. 131 CPCYM).

➢ Legitimación para recurrir.

Las decisiones judiciales pueden ser objeto de recurso, para provocar su revisión y,
sólo puede recurrir quien ha sufrido algún agravio; el recurso se niega a los terceros
que no son partes del proceso. (Art. 501 CPCYM). Finalmente, podemos decir que el
principio dispositivo ha sido adoptado para aquellos procesos en los cuales se
considera que la cuestión debatida sólo interesa a las partes y por tanto es de índole
privada como sucede en materia civil y mercantil, en las cuales este principio es muy
amplio, pero que aún en ellas no existe disponibilidad absoluta.

Finalmente, podemos decir que el principio dispositivo ha sido adoptado para aquellos
procesos en los cuales se considera que la cuestión debatida sólo interesa a las partes
y por tanto es de índole privada como sucede en materia civil y mercantil, en las cuales
este principio es muy amplio, pero que aún en ellas no existe disponibilidad absoluta.
6. Principio de aportación

Art. 7.- “Los hechos en que se fundamente la pretensión y la oposición que se


conoce en el proceso sólo podrán ser introducidos al debate por las partes.”

La actividad probatoria debe recaer exclusivamente sobre los hechos afirmados por
las partes o por los que tienen la calidad de terceros de conformidad a las
disposiciones de este código, en su caso; en consecuencia, el juez no podrá tomar
en consideración una prueba sobre hechos que no hubieran sido afirmados o
discutidos por las partes o terceros.

La proposición de la prueba corresponde exclusivamente a las partes o terceros; sin


embargo, respecto de prueba que ya fue debida y oportunamente aportada y
controvertida por las partes, el juez podrá ordenar diligencias para mejor proveer con
el fin de esclarecer algún punto oscuro o contradictorio, de conformidad a lo
dispuesto en este Código. Principio de oralidad.

Los hechos se aportan al proceso por las partes, solamente ella introduce los hechos
constitutivos de la pretensión o de la resistencia a la misma.

Las partes son las que tienden a reconocer como ciertos los alegados por la otra
parte. Sobre las partes recae la carga de la prueba

Sentencia 62-4CM-16-A El referido derecho tiene relación con el principio de


aportación recogido en los arts. 7, 312 y 321 CPCM, que establecen que corresponde
exclusivamente a las partes la aportación de las pruebas de las afirmaciones hechas
en la demanda o su contestación, siempre que llenen los requisitos de licitud, utilidad
y pertinencia que prescriben los arts. 316, 318 y 319 CPCM. Dicho principio prohíbe
al juzgador

cualquier actividad de aportación probatoria, salvo que se trate de prueba para mejor
proveer basado en la prueba ya desfilada en el proceso, lo cual implica también la
prohibición de la aplicación del conocimiento particular del juez sobre un hecho o
valorar prueba que haya desfilado en otros procesos.
CORTÉS DOMINGUEZ (Cortés Domínguez, 1993, pág. 151) explica que el principio
de aportación hace referencia a que la ley asigna a las partes la facultad de reunir y
traer al proceso el material de hecho, limitando la función del Juez a recibirlo y
valorarlo después, de tal forma que el juez no puede fundamentar sus decisiones en
otros hechos distintos, de igual forma no puede prescindir de lo que las partes
sometan a su juicio.

Nuestro CPCYM en su art.7 regula este principio realizando una división o desglose
del principio dispositivo en los artículos 6 y 7, siendo este último complemento del
primero al señalar que son las partes las que deben introducir los medios probatorios
pertinentes para probar sus pretensiones y, que precisamente dicha actividad, debe
recaer exclusivamente sobre el tema de decisión, consagrando, además, el mismo
artículo, la facultad del juez para ordenar diligencias para mejor proveer; aspectos ya
tratados dentro del principio dispositivo.

7. Principio de Oralidad

Nuestra legislación adopta el sistema oral como elemento orientador del proceso,9 ya
que las resoluciones judiciales pueden ser justas siempre y cuando se han cumplido
con las efectivas garantías del debido proceso y esto se logra con el sistema oral, en
nuestro caso, regulado en el artículo 8 del Código Procesal Civil y Mercantil, el cual
establece:

En los procesos civiles y mercantiles las actuaciones se realizarán de forma


predominantemente oral, sin perjuicio de la documentación, de los actos procesales
que deban hacerse constar por escrito y de las aportaciones documentales que en
este código se establecen.

El principio de oralidad se vincula con la forma de expresión que ha de observarse


para aportar la materia de decisión judicial, significa que un proceso es regido por la
oralidad si la sentencia debe fundarse en aquellas alegaciones y pruebas que se
hayan producido de palabra.
El principio de oralidad permite que los actos procesales sean realizados de manera
hablada, elemento que ha reducido las piezas escritas a las estrictamente
indispensables, normalmente en audiencia. (Riofrio, 2018 )

Este principio es uno de los más importantes por el hecho que su existencia ayuda al
cumplimiento de otros principios que son indispensables para el debido proceso como
lo es:

Principio de Inmediación: requiere del contacto que le permitirá al juez hacerse una
creación de la realidad del conflicto, ya que tendrá el acceso directo a las
declaraciones establecidas en el proceso, pudiendo las partes formular las
alegaciones y producción de la prueba mediante la audiencia permitirán que tenga el
conocimiento directo con el material aportado, lo que ayudara a realizar su
enjuiciamiento fáctico. El principio de oralidad implicará por lo tanto una cercanía entre
las partes y el juez.

Por otra parte, se relaciona con el Principio de Concentración, debido a que la oralidad
permite la práctica o realización de varios actos procesales en una o pocas audiencias
próximas entre sí. La relación que existe entre ambos principios recae en el momento
de recepción de la prueba oral, lo que dará lugar a que el juez pueda recibir la prueba
sea quien dicte sentencia, acto que tendrá por finalidad que transcurra el menor
tiempo posible en el proceso. (Leiva, s.f.)

Otro principio que se encuentra relacionado con el de Oralidad es el Principio de


igualdad, debido a que se basa en el hecho de que “se escuche a la otra parte”, es
decir la parte contraria, en lo que se denomina bilateralidad de la audiencia, ya que
ambas partes tienen igualdad de oportunidades en el proceso.

NACIMIENTO DEL PRINCIPIO DE ORALIDAD EN EL SALVADOR

Nuestro Código de Procedimientos Civiles data desde 1882 y es estrictamente escrito,


pero existen indicios del principio de Oralidad, estando regulado en dicha legislación
el Juicio Verbal en los Arts. 472 y siguientes Pr.C y específicamente en el Art.502 del
mismo cuerpo legal, el cual reza: “Cuando la cantidad que se litiga no exceda de
cincuenta colones, la demanda, contestación y demás diligencias se harán in voce; y
de la sentencia del Juez de Paz no habrá recurso alguno, siendo ello sinónimo del
proceso oral, además podemos encontrar rasgos de oralidad en el juicio conciliatorio
tipificado como acto previo a la demanda, tal como lo establece el Art. 164 y siguientes
del citado Código.

Posteriormente en dicho ordenamiento jurídico ya son varias las normativas infra


constitucionales que en gran medida regulan los procesos orales, los que con su
aplicación han venido a descongestionar la mora judicial en la administración de
justicia, con la vigencia y eficacia de esas legislaciones ayuda para que los
protagonistas del litigio puedan resolverlo de una forma rápida y sencilla a través de
la oralidad en los primeros alegatos (audiencia pública). Sin embargo, la ley no puede
prever la totalidad de eventos, incidentes o situaciones que se den en un proceso oral,
por la diversidad de conflictos que surgen en la sociedad en general

En la actualidad el Principio de Oralidad predomina en los procesos penales, penal


juvenil, de familia y de alguna manera en los civiles, entendiéndose por tal principio
en el que se deben incorporar las pruebas en forma oral (alegatos de viva voz),
excepto los que la ley permite por escrito.

Aunque nuestra legislación establece la oralidad como regla general, esta no es


absoluta ya que el artículo 147CPCM establece todos aquellos procesos que no
pueden realizarse de manera oral, los cuales son:

➢ La demanda y su ampliación.
➢ La contestación de la demanda.
➢ La reconvención.
➢ Y cualquier resolución que ponga fin al proceso.

Por tanto, no podemos considerar un procedimiento oral absoluto, ya que siempre


será necesaria la presencia de algunos elementos de la escritura.

La importancia de este principio es que facilita la comunicación, la palabra (el diálogo)


ya que son nuestra forma natural de expresión, constituye entonces esta, una razón
por la cual se incorporó la oralidad en el Proceso Civil y Mercantil; por otra parte
también busca simplificar el procedimiento, y permite la vinculación entre los jueces,
las partes, y los medios de prueba, de igual forma implica la reducción de formalidades
excesivas en el proceso, por lo que este principio vuelve al proceso más sencillo, en
el sentido que lo agiliza.

En igual sentido se pronuncia GIMENO SENDRA (Gimeno Sendra, 1981 )al expresar
que: “lo decisivo para la calificación de un proceso como oral es su fase probatoria.
Un proceso es oral si la fundamentación de la sentencia se realiza exclusivamente
mediante el material de hecho, introducido verbalmente en el proceso”

Finalmente, por principio de oralidad “entendemos aquel postulado legitimador del


proceso en virtud del cual todas las actuaciones que se realicen dentro del mismo
deben realizarse de manera oral”. “En la doctrina es frecuente encontrar el principio
de oralidad como legitimador de la prueba” 58. De igual forma puede señalarse como
máxima manifestación del principio de oralidad la producción oral de la prueba.

• Historia

Podemos afirmar que el inicio del proceso oral en nuestro país, y con él la aplicación
del Principio de Oralidad, aparece desde la entrada en vigor del Código de Familia y
la Ley Procesal de Familia, en octubre de 1994; la Ley Procesal de Familia estructura
el proceso por audiencias, una llamada Preliminar, que se compone de varias etapas,
y otra denominada de Sentencia, en la cual generalmente se receptan las probanzas
de las partes. En materia procesal penal también encuentra acogida el principio de
oralidad, con lo cual el predominio de la oralidad deja de ser exclusivo del proceso de
familia, así el primero de marzo de 1995 entra en vigor la Ley del Menor Infractor, hoy
Ley Penal Juvenil, en la cual se estructura un proceso penal de menores basado en
audiencias orales.
8. Principio de Publicidad

• Definición.
Este principio consiste en que las audiencias de los procesos previstos en el Código
Procesal Civil y Mercantil deben de ser públicas, salvo por razones de seguridad
nacional, de moral, orden público o de protección de la privacidad de alguna de las
partes, restricciones que deberán de ser acordadas en resolución y con ello,
debidamente motivadas.

Este principio involucra no solo a las partes, sino que, a toda la comunidad social, a
que dichas audiencias, sean presenciadas por todos aquellos que estén interesados
en conocer del funcionamiento de la justicia, es decir, que el acceso a las vistas no
deben de ser prohibidas o limitadas, aunque no participen en el proceso como son
las partes, funcionarios o auxiliares; y su fundamento se encuentra en la convivencia
de acordar a la opinión pública un medio de fiscalizar la conducta de magistrados y
litigantes.

Este principio es considerado como el medio más idóneo para poder producirse el
control de los órganos judiciales por parte del pueblo, ya que del mismo proviene el
poder para los órganos, es considerado también, como un principio básico del
procedimiento judicial y una garantía esencial dentro del mismo.

La importancia de este principio cuenta con dos fines:


1. Proteger a las partes de un proceso sustraído al control público.
2. Mantener la confianza de la comunidad en los tribunales.

Este principio surgió para coadyuvar con el principio de escrituralidad en tanto la


publicidad da seguridad frente a la administración de justicia del Tribunal para evitar
algún tipo de manipulación, además de que sirve como publicidad ante la comunidad.

Ordenamiento jurídico salvadoreño.

Este principio se encuentra establecido en el artículo 9 de nuestro Código Procesal


Civil y Mercantil, y como se ha enmarcado, todo proceso es eminentemente de interés
público o general, por que persigue y garantiza la armonía y la justicia social.

Este principio es motivado por el artículo 18 de nuestra Constitución, el cual regula


el derecho de petición (Constitución de El Salvador, 1983), el derecho que tiene toda
persona a que se le haga saber lo resuelto, y se debe considerar al principio de
publicidad desde dos enfoques:
Como una publicidad interna: el hecho que las partes conozcan cada uno de los
actos que son llevados por el juez en el proceso, esta publicidad interna se enmarca
frente a todo acto por parte del juez, en relación con los actos de las partes que
actúan frente a él, así por ejemplo se cumple mediante la notificación de la
providencia, y el medio por el cual se llevará a cabo, va a variar según la naturaleza
de la decisión.

1. Como publicidad externa: hace referencia a terceros o extraños al proceso, este


realiza por mediante la oportunidad de asistir a las audiencias, esto dispuesto en el
inciso primero del artículo 9 del analizado Código. Sin embargo, en la realidad esta
publicidad solo se limita a la posibilidad de presencia de terceros en determinados
actos, sin ser indispensable su presencia. (Principios que Rigen el Proceso Civil y
Mercantil Salvadoreño con Referencia Especial al Principio de Oralidad, 2010)
Además, el artículo 200 del Código Procesal Civil y Mercantil, que tiene por título
publicidad e inmediación, indica:
Las audiencias en los procesos regulados por este Código serán públicas, según lo
previsto en el artículo 9 y se realizarán, bajo pena de nulidad insubsanable (Código
Procesal Civil Y Mercantil Comentado, Julio 2010., 2010), en presencia del titular o
titulares del juzgado o tribunal colegiado, en los términos del artículo 10, sin perjuicio
de lo dispuesto en las normas especiales que establece este código.

Este artículo refuerza lo planteado anteriormente, ya que cuenta con la distinción


entre la publicidad general, la cual pone al alcance de todos los ciudadanos, el
conocimiento de la actividad judicial y la publicidad para las partes, que le permita
a estos o a sus defensores, el acceso a su expediente; aunque este principio va
dirigido principalmente a los terceros, a todos los ciudadanos que no son parte del
proceso.

Este principio está ligado al Principio de Inmediación, el cual se desarrollará con


profundidad más adelante, pero continuando, la inmediación garantiza que el juez
debe de estar presente en la audiencia, presencia que debe de ser continua y la
relación se encuentra en el hecho que se forma un proceso, y será el juez quien
deberá de dirigir y recoger la prueba, lo que implica que el proceso sea de carácter
público, en tal sentido, la sociedad puede ser testigo de la distribución de la
justicia, y esto como una manifestación al principio democrático. Esto no implica que
el juez vaya a dar cuentas a través de los medios de comunicación de lo que en
cada proceso se realice, pero si debe implicar que las audiencias no serán cerradas
y que, por lo tanto, no habrá justicia secreta. (Gámez, 2020)

9. Principio de Inmediación.

La inmediación orienta una cercana comunicación: entre el juez y las personas que
obran en el proceso, los hechos que en él deban hacerse constar; y los medios de
prueba que se incorporen al proceso, significa que el juez debe encontrarse en un
estado de inmediación o relación directa con las partes y recibir personalmente las
pruebas prefiriendo las que se encuentran bajo su inmediata acción, como
inspección ocular
Significa que el juez que dicta la sentencia es el que se ha encontrado presente en
el desarrollo de la prueba, pero la inmediación no equivale únicamente a presencia
judicial, sino que también exige que el juez que emita la resolución sea el mismo que
ha presenciado la práctica de la prueba y que ha estado en contacto directo con las
fuentes de la misma.

• Ordenamiento Jurídico Salvadoreño.

Este principio se encuentra regulado en el artículo 10 del Código Procesal Civil y


Mercantil, el cual regula que el proceso, sus actuaciones decisivas de audiencias,
van a desarrollarse ente el juez sin la intervención de algún elemento, ya que su
objetivo es la mayor a proximidad intelectual posible entre el órgano jurisdiccional y
las alegaciones de las partes, eso por una parte, mientras que por el otro, la práctica
de las pruebas, esto referido a la delegación, ya que en ocasiones resulta inevitable,
debido a que la prueba se encuentra en un lugar donde el juez del proceso no ejerce
jurisdicción.

Entendido entonces, como el deber del juez de orientar las audiencias y presenciar
la práctica de las pruebas, las que tendrá que analizar en su sentencia, además de
ello, el juez tiene la facultad de poder intervenir en:
➢ La admisión de pruebas y preguntas impertinentes.
➢ Y aclaración a las partes, testigos, y peritos cuando declaran.

Al referirse a “so pena nulidad insubsanable”, se refiere a los casos de sustitución


del juez, pero esto, antes de dictarse sentencia por cualquier motivo legal, como es
la jubilación, traslado, entre otros, en tal caso deberá de repetirse la audiencia
probatoria con el nuevo juez; debido a que la delegación de competencia algunas
veces resulta inevitable, como puede ser el caso que la prueba se encuentre en un
lugar donde el juez del proceso no ejerce jurisdicción.

El principio de Inmediación se encuentra íntimamente ligado al Principio de Oralidad


es que el juicio oral está presidido por el de inmediación, esto a modo de ejemplo
por el hecho que el juez pregunta a las partes si se pronuncian sobre las pruebas,
informes o conclusiones, los cuales deben de realizarse necesariamente frente al
tribunal, mientras que la sentencia debe de pronunciarse exactamente después de
haberse celebrado el juicio. Podemos incluir incluso las ventajas de la oralidad e
inmediación en el descubrimiento de la verdad material, las cuales son:
1. La posibilidad realizar preguntas o pedir aclaración de dudas por parte del
juez y de las partes.
2. La apreciación de signos externos, como los gestos y manifestaciones.
3. La discusión de los que intervienen en el proceso.
4. Y finalmente asegura la veracidad de las partes.

El Principio de Inmediación se encuentra sujeto al Principio de Celeridad, debido a


que la actuación del juez debe de ser rápida y oportuna para poder darle desarrollo
a todos los trámites administrativos del proceso18, con la base de este principio debe
de garantizarse a las partes involucradas todos los derechos que les correspondan,
la actuación del juez generará el dinamismo del proceso y con ello, cumplirá con los
requisitos para poder ejecutarlo, además como parte de su deber, deberá de
manejar todas aquellas actuaciones procesales que dificulten su desenvolvimiento;
razón por que ambos principios se encuentran íntimamente ligados.

El principio de Inmediación se encuentra íntimamente vinculado con el Principio de


Concentración, por que el juez debe de conocer el mayor número de hechos que se
relacionan entre sí, y en una sola audiencia, lo que da al juez tener una visión más
completa sobre el conflicto del proceso, y este por ser intermediario deberá de
centrar la mayor actividad en un determinado tiempo posible, es decir a través de el
acortamiento de los plazos y términos; este principio impulsa a que todas las
actuaciones que integran el proceso puedan ser realizadas por parte de el juez de
manera concentrada, unificada y no dispersa con el tiempo, el principio permite la
concentración de la actividad procesal en unas pocas audiencias, en las cuales el
1. La posibilidad realizar preguntas o pedir aclaración de dudas por parte del
juez y de las partes.
2. La apreciación de signos externos, como los gestos y manifestaciones.
3. La discusión de los que intervienen en el proceso.
4. Y finalmente asegura la veracidad de las partes.

El Principio de Inmediación se encuentra sujeto al Principio de Celeridad, debido a


que la actuación del juez debe de ser rápida y oportuna para poder darle desarrollo
a todos los trámites administrativos del proceso (Romero, s.f.), con la base de este
principio debe de garantizarse a las partes involucradas todos los derechos que les
correspondan, la actuación del juez generará el dinamismo del proceso y con ello,
cumplirá con los requisitos para poder ejecutarlo, además como parte de su deber,
deberá de manejar todas aquellas actuaciones procesales que dificulten su
desenvolvimiento; razón por que ambos principios se encuentran íntimamente
ligados.

El principio de Inmediación se encuentra íntimamente vinculado con el Principio de


Concentración, porque el juez debe de conocer el mayor número de hechos que se
relacionan entre sí, y en una sola audiencia, lo que da al juez tener una visión más
completa sobre el conflicto del proceso, y este por ser intermediario deberá de
centrar la mayor actividad en un determinado tiempo posible, es decir a través de el
acortamiento de los plazos y términos; este principio impulsa a que todas las
actuaciones que integran el proceso puedan ser realizadas por parte del juez de
manera concentrada, unificada y no dispersa con el tiempo, el principio permite la
concentración de la actividad procesal en unas pocas audiencias, en las cuales el

juez podrá recibir varias declaraciones en un mismo acto, y le permitirá una mayor
apreciación de las declaraciones de las partes a través de la prueba aportada
oralmente, facilitando su decisión, convirtiéndose entonces en protagonista del
proceso, debido a que interviene directamente en el desarrollo.
10. Principio de Concentración

• Definición.

Este principio tiende a que se realice en un número menor de actos, la mayor


cantidad posible de cuestiones debatidas, y este tiene que ser implementado de
manera eficaz, para que el proceso se desenvuelva con continuidad evitando que las
cuestiones accidentales o incidentes entorpezcan el estudio de lo fundamental, ya
que con el principio mencionado se busca garantizar el adecuado desarrollo del
proceso al no generar audiencias diversas, para resolver las solicitudes de las partes,
se tiene que procurar decidir en una misma resolución simultanea todos esos puntos
pendientes para que así la sentencia se dicte en el plazo más breve posible,
concentrando así el debate judicial

Como se ha mencionado este principio permite efectuar los actos procesales en una
sola audiencia, evitando que se borren las impresiones adquiridas por el Juez que
ha comenzado a intervenir en la causa. De tal forma, que el principio de
concentración consiste efectivamente en reunir todas las actuaciones debatidas o el
mayor número de ellas para ventilarlas y decidirlas en el mínimo de actuaciones y
providencias. Esta tiende a evitar que le proceso se distraiga en cuestiones
accesorias que impliquen suspensión de la actuación principal; y conlleva a acelerar
el proceso eliminando los trámites que no sean necesarios, procurando así una visión
más completa del contenido del juicio.
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