Resumen Garcia
Resumen Garcia
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este ámbito de reciente creación, fue uno de los promotores del estatuto del Centro de
Estudiantes. Su interés por los debates culturales, quedaron también reflejados en la
creación de un periódico llamado Edición, contenía artículos vinculados a la ciencia, al
arte, diversos ensayos y entrevistas.
El período del primer peronismo (1946- 1955), en el que entran los años de estudiante
de García, es un momento de cambio en las aulas, donde la política irrumpe en el
escenario académico con una creciente regulación de la actividad política en la
universidad. Esta regulación se fue intensificando en el tiempo y en los primeros años
de la década de 1950 fueron los estudiantes los más fervorosos defensores de la no
injerencia estatal. En Argentina, por ser uno de los países con las más altas tasas de
escolarización secundaria de toda América Latina y además el gobierno peronista
impulsó ciertas políticas que propiciaron el acceso a la universidad de estudiantes de los
sectores populares, tal como se dio en la Facultad de Ciencias Médicas de La Plata. La
derogación de examen de ingreso y una política de cupos junto con la declaración de
gratuidad de la enseñanza universitaria redundarán en un aumento sustancial de su
matrícula. García transitó sus años como estudiante de medicina en La Plata vivió
activamente estas tensiones del campo estudiantil posicionado dentro de las fuerzas
reformistas, para las cuales militó en oposición al gobierno nacional.
García participó en 1954 de la Agrupación de Estudiantes Reformistas (ADER) Esta
agrupación armó una lista para disputar la conducción del Centro de Estudiantes de
Medicina, en cuya boleta aparece él como candidato suplente a delegado de la FULP
para el período 1954-1955. La ADER tenía una fuerte impronta reformista, estaba
vinculada al Partido Radical, y en su seno se nucleaban estudiantes que provenían de
sectores más populares; mientras que "Libertad y Reforma" compartía los ideales
reformistas desde una matriz más libertaria, pero sus integrantes provenían en su mayor
parte de sectores medios y altos. Esta inserción de García en la política estudiantil no
solo estaba atravesada por sus posicionamientos políticos, sino también por los vínculos
y el capital social acumulado, en el que se notaba una cierta distancia con las familias de
las elites locales que históricamente reproducían los profesionales médicos de mayor
renombre.
El inicio del decenio siguiente (1955- 1966), encontrará a García participando
activamente en las discusiones que guiarán los entretelones universitarios. El Decreto
Nº 6403/55 del gobierno de la llamada "Revolución Libertadora" marcó el rumbo de la
reorganización universitaria, restableciendo no solo el principio de autonomía sino
también la política de concursos por medio de la cual se buscaba restituir los cargos de
todos los cesanteados en la década anterior y discriminar a aquellos otros que hubieran
tenido vinculaciones con el gobierno depuesto. En la Facultad de Ciencias Médicas de
la UNLP se conformó en 1956 una Junta Asesora integrada por profesores, graduados y
delegados estudiantiles, entre los que se encontraba García. Dos debates centrales
rigieron la existencia de esta entidad: los concursos y el examen de ingreso. La
discusión por el carácter del ingreso a las aulas médicas se prolongó a lo largo de los
años, y todavía hoy es un tema ríspido y no resuelto en la historia de la facultad. En
aquel momento, el decano, algunos profesores y los graduados de la Junta peleaban por
crear algún mecanismo que limitara parcialmente el ingreso a la facultad, amparados en
las dificultades materiales y de recursos humanos que se profundizaban con la afluencia
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masiva de nuevos estudiantes. Ante esta postura, enarbolando la voz de la
representación estudiantil, García pedía atender problemáticas más profundas del
sistema educativo argentino, vinculadas con la calidad de la enseñanza secundaria y la
falta de presupuesto, al mismo tiempo que proponía una prueba de selección no
eliminatoria. De esta manera, como podemos notar, profundos procesos históricos
permiten entender las posiciones de García en la militancia estudiantil. La renovación
cultural y social del mundo de posguerra configura el marco en el que se inscriben estos
hechos, y cobra en Argentina características singulares teñidas de un matiz netamente
político, inaugurado con el derrocamiento del peronismo. Esta desperonización de la
universidad se dará en un contexto de impulso de las ideas desarrollistas imperantes en
casi toda América Latina. La ciencia y la técnica constituían los ejes privilegiados en los
cuales se asentaba cualquier programa de desarrollo económico y social, mientras se
proyectaba al Estado como principal agente viabilizador de los cambios. En este marco
se ensayaron inéditas experiencias de modernización cultural y la universidad
constituyó un espacio legítimo de creación y producción de conocimiento.
Una segunda ruta que va desde Chile hasta EE.UU. Fue en este escenario que García,
decidió volcarse de lleno al estudio de lo social, y se postuló para una estadía en la sede
chilena de FLACSO. En 1960 viajó a Santiago con la intención de profundizar aquellas
primeras inquietudes y a buscar una mirada más integral de los PSEA. El clima que
imperaba en la institución era de mucha creatividad, apuesta al conocimiento y al
desarrollo de recursos humanos locales. García cursó sus estudios en la FLACSO entre
1960 y 1962.
Luego pasó a formar parte del equipo docente como profesor de Teoría Social, hasta
fines de 1963. Acepta la beca que lo llevaría a Harvard al año siguiente. Este vínculo
con la universidad norteamericana surgió a raíz de una investigación internacional
realizada en siete países sobre "La influencia del medio de trabajo en las conductas de
los individuos", en la cual García participó con otros compañeros. Esta investigación,
con sede en la FLACSO, requería de la sistematización, por parte del grupo de
estudiantes, del material recogido en 1.500 encuestas realizadas en Chile, lo que les
brindó una experiencia metodológica importante y fue el vínculo inicial para que se
produjera la consiguiente invitación de esa universidad . Según figura en los archivos
de la Biblioteca de FLACSO-Chile, la tesis con la que García se graduó llevaba el
título: "Variación en el grado de anomia en la relación médico-paciente en un
hospital". Era el puntapié inicial para una serie de estudios cuyos ejes centrales
girarán en torno a la problemática de las elites médicas, la relación médico-paciente
y el autoritarismo, elemento que según él definía ese vínculo. Estos primeros trabajos
manifiestan el incipiente diálogo entre las ciencias sociales y la medicina, horizonte
que nunca abandonaría.
Este interés lo llevará a ir centrándose en los procesos de enseñanza de la medicina y
en el rol de las ciencias sociales en los currículos médicos, problemática medular de
sus escritos del período 1965-1972.
Para García, los espacios universitarios integraban la producción, transmisión y
socialización del saber de acuerdo a la formación social concreta en la que se
enmarcan. En este sentido, el rol de la educación médica terminaba siendo vertebral
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en la reproducción de los servicios de salud. Al mismo tiempo, García otorgaba a estas
instituciones cierta autonomía y capacidad para albergar espacios de cambio e
innovación. Quizá sus primeras experiencias como actor universitario en aquel contexto
de politización estudiantil y las disputas en torno a la definición del modelo
universitario son los elementos que en los años posteriores sirvieron para preguntarse
por la relación entre la estructura social y el modo dominante en la producción de
profesionales médicos.
Una segunda ruta que va desde Chile hasta EE.UU., donde primero se incorporó a un
equipo de investigación en la Universidad de Harvard y luego comenzó a trabajar en la
OPS. En esta etapa, resulta fundamental la primera investigación desarrollada por
García bajo el patrocinio de la OPS, momento en que se publicó el libro La educación
médica en América Latina. Esa investigación le permitió conocer en profundidad la
enseñanza de la medicina social en distintos países latinoamericanos y comenzar a
construir una red de contactos, acumulando un importante capital social y político que
lo ayudó a sostener líneas de trabajo al interior de la OPS.Y, desde allí, García pivoteó
la creación de distintas redes latinoamericanas de medicina social, un trabajo que en
gran medida realizó desde el anonimato, porque su contenido político no era compatible
con las líneas políticas sostenidas dentro de la OPS.
MEDICINA SOCIAL Y REDES DE COOPERACIÓN LATINOAMERICANA
En marzo de 1966, Juan César García ingresó al Departamento de Recursos Humanos
de la OPS, con sede en la ciudad de Washington, tenía un título de sociólogo obtenido
en FLACSO-Chile y la experiencia como asistente de investigación en la Universidad
de Harvard.
En la década de 1960, un sector de la OPS encabezaba proyectos para reformular los
cursos sobre salud pública, desde una perspectiva crítica al paradigma biologicista de la
historia natural de la enfermedad. Fue fundamental en este proceso la incorporación de
saberes provenientes de las ciencias sociales que permitían dar cuenta de la
multicausalidad de los problemas de salud.
Desde Harvard, García ingresó a la OPS a través de un proyecto de investigación
patrocinado por la Fundación Milbank, que buscaba cartografiar (hacer un mapa) el espacio
logrado por las disciplinas de medicina preventiva y social en la educación de los
profesionales de la salud en América Latina; proyecto que luego se ampliaría al análisis
curricular de la enseñanza médica en general. El trabajo de campo de esta investigación le
permitió recorrer una enorme cantidad de países, conocer un centenar de escuelas de
medicina, establecer diálogos con distintos colegas e ir tejiendo las redes que más tarde
darían lugar a las primeras reuniones sobre "ciencias sociales aplicadas a la salud. Con
los colegas que fue conociendo en el trabajo de campo de la investigación, más tarde
García estrecharía vínculos para la organización del movimiento de sanitaristas
vinculados a la medicina social.
En 1972, el mismo año en que García publicó La educación médica en América Latina,
logró reunir (1er seminario) a varios de estos colegas en la ciudad de Cuenca, Ecuador,
donde por primera vez el incipiente grupo toma una posición explícitamente crítica con
relación al marco teórico funcionalista que por entonces imperaba en los análisis
sociológicos de la salud.
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La recopilación de todos los trabajos presentados en un 2do seminario, dio lugar a la
aparición del libro Las ciencias sociales en salud en América Latina: tendencias y
perspectivas, publicado tanto en español como en portugués. Luego de la muerte de
García, se realiza un 3cer seminario (reunión/encuentro) y se constituyó la Asociación
Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES). A Juan César García, le fue
reconocido "su trabajo pionero en la corriente médico-social en América Latina, su
sólido aporte teórico y su liderazgo en nuestra Asociación".
En la obra de García (no solo en la obra escrita y publicada sino también en la más
silenciosa tarea de armado de un movimiento latinoamericano de medicina social) se
constata a inicios de los años 70 algo que podríamos llamar un "giro marxista". Este
giro puede vislumbrarse desde unos años antes cuando viaja a Harvard y fue becario de
George Rosen y Milton Roemer, ambos discípulos de Henry Sigeris, uno de los
pioneros en pensar la medicina desde el análisis histórico y sociológico. Siguiendo esta
línea, llegó a comprender las limitaciones que la estructura social imponía a los
fenómenos de la salud, incorporando a partir de su recorrido científico una perspectiva
marxista que lo acercaría a pensar el socialismo como una forma superior de vida para
el hombre.
Poco después de la primera reunión de Cuenca, presenta el trabajo programático "Las
ciencias sociales en medicina", donde el pensamiento marxista ya surcaba plenamente
sus reflexiones. Allí apostaba al estudio de la estructura social para entender la
producción de las enfermedades y de los servicios médicos; y además afirmaba que la
"posición del médico" como actor social estaba "determinada por el modo de
producción" esclavista, feudal o capitalista.
Los golpes de Estado en Chile (1973), Uruguay y Argentina (1976) amenazaban
seriamente las aspiraciones políticas de los sanitaristas y médicos ligados a corrientes
populares, de izquierda o marxistas. Desde que inició su trabajo en la OPS, la estrategia
adoptada por García para incidir en los países gobernados por militares pasaba por una
resistencia, estableciendo vínculos con núcleos universitarios (en Brasil). Influenciados
por los aportes de García, ellos crearon el Laboratorio de Educación Médica y Medicina
Comunitaria (LEMC) En San Pablo, Brasil), incorporando debates teóricos sobre los
determinantes sociales de los procesos de salud y enfermedad para superar el paradigma
biologicista, así como discusiones sobre las bases estructurales de la organización de los
servicios de salud.
García estableció una relación estrecha con médicos latinoamericanos de una fuerte
formación marxista. En los años 70, era muy fluida la relación entre estos intelectuales
marxistas –que en América Latina comenzaban a discutir políticas de salud– y los
espacios que dentro de la OPS fueron más receptivos a las ideas de izquierda.
El carácter clandestino de varios espacios de debates (a escondidas, publicaban) se crea
el llamado Proyecto Andrómeda", se conocería como el movimiento sanitarista.
La tarea que realizaba García desde Washington., además de la actualización
bibliográfica y la introducción subrepticia de lecturas marxistas, cabe destacar la
centralidad que le otorgaba a la investigación empírica. En definitiva, junto a las
discusiones teóricas y metodológicas, lo que proponía una "investigación-hobby" que
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podría replicarse en diferentes ciudades de América Latina, consistía en correlacionar
las desigualdades en el espacio urbano con la desigual distribución de los servicios de
atención a la salud, incorporando la perspectiva de la geografía humana como una forma
de discutir contra lo que él llamaba allí la "metodología hegemónica", basada en
muestreos que tomaban al individuo como unidad de análisis.
García contribuyó a sostener desde la OPS: la creación de los primeros posgrados en
medicina social y el apoyo para traer a América Latina, en el marco de esos nuevos
programas de posgrado, a diversos intelectuales europeos.
La política dentro de la OPS, de otorgamiento de becas para formación de recursos
humanos en medicina social, dependía mucho de García, quien fue también el que
impulsó la visita de profesores extranjeros como Iván Ilich y Michel Foucault.
Las ideas que hasta entonces García empleaba para pensar los problemas de salud
fueron criticadas y que esas críticas surtieron efectos en su propio pensamiento. En la
segunda mitad de la década de 1970, García iría incorporando un análisis sobre las
raíces históricas de la noción de medicina social y se aproximaría a otros investigadores
de formación marxista. Hacia el final de su vida, esa nueva orientación quedaría
plasmada en el texto "Medicina y sociedad: las corrientes de pensamiento en el campo
de la salud", donde daba cuenta de una "lucha teórica actual en el campo de la salud"
que se había librado en los años 70 y que tenía al pensamiento marxista como uno de los
rivales en disputa. Su inclinación al marxismo se mantenía intacta, aunque ante todo
rescataba la importancia de sostener estos debates teóricos para pensar la salud en
América Latina, gesto que jamás abandonaría.
Idea central: García realizo una tarea constante, sostenida y meticulosa de impulso al
desarrollo de la medicina social latinoamericana, que García realizó desde la OPS
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El mismo año en que Horwitz asumió la dirección, estalló la Revolución Cubana, que
trasladaría a América Latina el clima de rivalidad internacional que ya se vivía en el
norte por la Guerra Fría.
En el marco de estos acontecimientos, convivieron en la OPS dos perspectivas
diferentes. Horwitz encarnaba una línea de políticas de salud que ponía el énfasis en la
promoción de programas para el desarrollo económico de los países "periféricos",
incluyendo la extensión de los servicios de asistencia médica en zonas rurales y áreas
urbanas marginales, todo bajo la estricta supervisión de los expertos designados por la
OPS. En cambio, García representaba otra línea de trabajo que buscaba
desencadenar procesos desde abajo hacia arriba, procurando que los propios países
latinoamericanos mejoraran sus recursos humanos y discutieran ellos mismos
políticas de salud más horizontales.
La trayectoria de Juan César García muestra también las porosidades de una institución
que, como la OPS, permitió albergar a estos intelectuales marxistas, aun en el período
más espinoso de la Guerra Fría y de la lucha del gobierno norteamericano contra la
Revolución Cubana. García supo moverse ágilmente entre esos poros, utilizando
diferentes estrategias, logrando tejer una red de sanitaristas de izquierda desde
Washington, el mismísimo centro de la lucha anticomunista. A su vez, García mantuvo
siempre una cierta amplitud en sus lecturas, que todos los colegas le reconocen. Muchos
de los lineamientos hegemónicos de la OPS durante las décadas de 1960 y 1970 estaban
basados en la premisa de la estrecha relación entre salud y economía. Horwitz, por
ejemplo, argumentaba que las políticas tendientes a mejorar la salud de la población
eran necesarias para incrementar la productividad y así el grado de desarrollo
económico del país. El mensaje a los gobiernos era que el gasto en salud constituía más
bien una inversión a mediano y largo plazo.
Hemos reconstruido aquí esas sucesivas aproximaciones y la forma en que intentó
transmitir sus convicciones desde la OPS, pese a no compartir buena parte de las
líneas que bajaban de la dirección. La medicina social latinoamericana, según Juan
César García, no era una mera herramienta de desarrollo económico, sino un campo
de posibilidades para la transformación de las sociedades, cambios que solo podrían
desencadenarse mediante un trabajo de hormiga: formando recursos locales,
promoviendo espacios de discusión, mejorando los canales de educación de los
profesionales y construyendo todo tipo de redes. A esa convicción dedicó su vida y
gran parte de sus esfuerzos.