El Hombre Que Calculaba

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Adaptación a obra de teatro de El Hombre que

Calculaba (9 personajes)
Esta adaptación a obra teatral corta de uno de los relatos del reconocido libro El Hombre que Calculaba es un
buen ejemplo para ser representada por 9 personajes, ya sea por jóvenes o adultos.

Título de la obra: «Una herencia caprichosa»


Adaptación teatral, libre, de la obra literaria EL HOMBRE QUE CALCULABA de Malba Tahan.

Adaptación: Leonor Gurría

9 Personajes:
1. Mohamed, 40 años.
2. Brenís, 35 años.
3. Hombre 1: 29 años.
4. Hombre 2: 27 años.
5. Hombre 3: 25 años.
6. Camello 1 (dos personas).
7. Camello 2 (dos personas).
Los camellos deben ser diseñados y construidos a modo de botarga, su expresión es de
bienestar y placidez; los hacen caminar dos personas, una al frente y el otro detrás. Cuando
Mohamed y Brenís lo conducen deben parecer también montados en él.

Vestuario
Se recomienda buscar ilustraciones que muestren las vestimentas masculinas del siglo XIV.
Sencillas, no ostentosas.

Escenografía
el telón de fondo es una pintura rústica de un paisaje desértico, en donde hacia el horizonte
se vislumbra una ciudad de bellos edificios monumentales. Se recomienda buscar
ilustraciones de Bagdad del siglo XIV.

Flora propia del desierto, no abundante, algunas palmas reunidas como fragmento de un
oasis.

«Una herencia caprichosa»


Escena única.
Abre el telón. Oscuridad, inicia música árabe. Fade in, una luz de fondo ilumina telón pintado
con un hermoso paisaje desértico en donde al fondo y a lo lejos se aprecian las magníficas
torres de algunos edificios árabes antiguos. Algunas palmas, como las que crecen en los
oasis se distribuyen en el escenario.

Enciende una luz cenital dirigida al proscenio, ilumina a MOHAMED quien se dirige al público,
sale música:

MOHAMED: Cierto día, montaba en mi camello por el camino que me llevaría hacia Bagdad,
cuando vi, sentado en una piedra, a un viajero modestamente vestido. Su nombre, Beremís
Samir.

Mientras Mohamed inicia su narración, se ilumina discretamente a un hombre sentado en


una piedra, realiza una cuenta; usa dedos y nudillos de ambas manos, musita cifras.

MOHAMED: La presencia de ese hombre llamó tanto mi atención que no pude evitar
acercarme, saludarlo en nombre de Allah, bajo pretexto de invitarle un trago de agua.

Mohamed se acerca al hombre con cierta discreción, se descuelga una cantimplora de cuero
y se la ofrece. Beremis la toma y agradece con una discreta reverencia

MOHAMED: He de suponer que hace usted muchas y complicadas cuentas ¿trabaja para un
rico y poderoso señor?
BEREMÍS: No censuro la curiosidad que te lleva a distraer la marcha de mis cálculos y la
serenidad de mis pensamientos. Y ya que supiste ser delicado al hablar y al pedir, voy a
satisfacer tu curiosidad. Para eso necesito, sin embargo, contarte un poco de mi vida.

Mohamed rebosante de curiosidad se sienta junto a Beremís.

BEREMÍS: Todos los días, al salir el Sol, llevaba un enorme rebaño al campo. Por temor de
extraviar alguna oveja y ser castigado, contábalas varias veces durante el día. Fui, así,
adquiriendo poco a poco tal habilidad para contar que poco tiempo después, calculaba
instantáneamente y sin error el rebaño entero. No contento con eso, pasé a ejercitarme
contando además los cientos de pájaros cuando, en bandadas, volaban por el cielo y me
volví habilísimo en ese arte.

MOHAMED (exclama atónito) ¡Qué maravilla! Tal habilidad puede proporcionar a cualquier
persona un medio seguro de ganar envidiables riquezas.

BREMÍS: ¿Cómo es eso? (Pregunta sorprendido).

MOHAMED:(explica entusiasmado) Vuestra admirable habilidad podría ser empleada en


veinte mil casos diferentes. En una gran capital como Constantinopla, o aún en Bagdad,
seríais útil auxiliar para el Gobierno, (aumenta su entusiasmo) Podríais calcular poblaciones,
ejércitos y rebaños Fácil os sería evaluar las riquezas del país, el valor de las colectas, los
impuestos, las mercaderías y todos los recursos del Estado (dibuja con los brazos un
enorme espacio).

Bremís sorprendido se yergue ante las palabras de Mohamed.

MOHAMED: Sin duda podríais, tal vez, ejercer el cargo de visir – tesorero o desempeñar las
funciones de Finanzas musulmanas

BREMÍS: Si es así, joven (responde convencido el calculista) no dudo más, y os acompaño


hacia Bagdad.

Mohamed con un silbido hace venir a su feliz camello. Los nuevos amigos, entusiasmados
montan rumbo a Bagdad. A galope, dan dos vueltas al escenario, después Mohamed cuenta
con entusiasmo en dirección al público.

MOHAMED: A pocas horas de viajar sin interrupción, nos ocurrió una aventura digna de ser
referida, en la cual mi compañero Beremís puso en práctica, con gran talento, sus
habilidades de ilustre algebrista.

Mohamed y Bremís detienen intempestivamente el galope de su camello cuando entran a


escena tres hombres que discuten exaltadamente.

MOHAMED: (dirigiéndose al público). Encontramos a tres hombres que furiosos se gritaban


improperios y discutían acaloradamente al lado de un lote de camellos.
HOMBRE 1: ¡No puede ser!

HOMBRE 2: ¡Esto es un robo!

HOMBRE 3: ¡No lo acepto!

Beremís y Mohamed descienden del camello. Beremís con prudencia se acerca hacia ellos.

BEREMÍS: Os pido su disculpa por la intromisión ¿Podemos servir en algo para alcanzar su
sosiego?

HOMBRE 1 (el más viejo): Somos hermanos y recibimos, como herencia, esos 35 camellos
(señala hacia afuera, en un extremo del escenario). Según la expresa voluntad de nuestro
padre, debo yo recibir la mitad, mi hermano Hamed Namir una tercera parte, y Harim, el
más joven, una novena parte.

HOMBRE 3: (interviene con enfado) No sabemos sin embargo, como dividir de esa manera
35 camellos, y a cada división que uno propone protestan los otros dos, pues la mitad de 35
es 17 y medio. ¿Cómo hallar la tercera parte y la novena parte de 35, si tampoco son
exactas las divisiones?

El hombre 2 extiende los brazos como reafirmando la pregunta de su hermano.

BREMÍS: Es muy simple (responde con total seguridad).

Los tres hermanos se quedan helados. Bremís va en busca del camello de Mohamed y lo
acerca al lugar del pleito.

BREMÍS: Me encargaré de hacer con justicia esa división… (acaricia la trompa del camello)
si me permitís que junte a los 35 camellos de la herencia, este hermoso animal que hasta
aquí nos trajo en buena hora.

MOHAMED (embravecido): ¡No puedo consentir semejante locura! ¿Cómo podríamos dar
término a nuestro viaje si nos quedáramos sin nuestro camello?

BEREMÍS (replica en voz baja): No te preocupes del resultado “bagdalí”. Sé muy bien lo
que estoy haciendo. Dame tu camello y verás, al fin, a que conclusión quiero llegar.

MOHAMED (dirigiéndose al público): Fue tal la fe y la seguridad con que me habló, que no
dudé más y le entregué mi hermoso “jamal” que inmediatamente sumó a los 35 camellos
que allí estaban para ser repartidos entre los tres herederos.

BEREMÍS (dirigiéndose a los tres hermanos): Voy, amigos míos a hacer una división exacta
de los camellos, que ahora son 36.
BEREMÍS (Dirigiéndose al hombre 1, el más viejo de los hermanos): Debías recibir, amigo
mío, la mitad de 35, o sea 17 y medio. Recibirás en cambio la mitad de 36, o sea, 18. Nada
tienes que reclamar, pues es bien claro que sales ganando con esta división.

El hombre 1 se muestra sorprendido.

BEREMÍS (Dirigiéndose al Hombre 2): Tú, Hamed Namir, debías recibir un tercio de 35, o
sea, 11 camellos y pico… Vas a recibir un tercio de 36, o sea 12. No podrás protestar,
porque también es evidente que ganas en el cambio.

El hombre 2 quiere preguntar pero Bremís continúa con su operación magistral y no le da la


oportunidad de hablar.

BEREMÍS (Dirigiéndose al Hombre 3): A ti, joven Harim Namir, que según voluntad de tu
padre debías recibir una novena parte de 35, o sea, 3 camellos y parte de otro… te daré una
novena parte de 36, es decir, 4, y tu ganancia será también evidente, por lo cual sólo te
resta agradecerme el resultado.

Al hombre tres lo invade una enorme sonrisa

BEREMÍS: (en tono magistral) Por esta ventajosa división que ha favorecido a todos
vosotros, (se dirige al hombre 1)…tocarán 18 camellos al primero, (voltea y toma del
hombro al hombre 2) …12 al segundo y (señala al hombre 3) …4 al tercero… 18 + 12 + 4 lo
que da un resultado… de 34 camellos.

BEREMÍS: De los 36 camellos sobran, por lo tanto, dos. Uno pertenece, como saben, a mi
amigo el “bagdalí” … y el otro me toca a mí, por derecho, y por haber resuelto a satisfacción
de todos, el difícil problema de la herencia.

Mohamed quién ha seguido a detalle la operación, no se repone de la sorpresa.

HOMBRE 1 (exclama satisfecho el más viejo de los tres hermanos): ¡Sois inteligente,
extranjero! Aceptamos vuestro reparto en la seguridad de que fue hecho con justicia y
equidad.

Entre carcajadas, bromas y abrazos hacen mutis los tres hermanos. El más viejo regresa
con un camello y lo entrega con una reverencia al matemático.

Mohamed completamente asombrado y regocijante, en silencio observa con admiración no


disimulada a Brenís.

Brenís acaricia con alegría a su nuevo camello.

Entra música árabe. Salen luces, se cierra el telón.

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