El Aroma de La Mariposa - Agustina Crabbe
El Aroma de La Mariposa - Agustina Crabbe
El Aroma de La Mariposa - Agustina Crabbe
Pasaron los días y se cumplía mi primer mes. Todo marchaba bastante bien.
Había creado mis propias rutinas cotidianas: por la mañana desayunaba con
Do, Ty me pasaba a buscar para ir juntas a la universidad y por la tarde
cenaba con Do y pocas veces invitaba a sus amigos. Aunque parecía que
vivían con nosotros, muchas veces los encontraba en lugares comunes
como pasillos o en la cocina pero solo eran momentos donde cruzábamos
pocas palabras ya que mi mejor amigo seguía siendo muy sobreprotector.
Siempre evitaba que alguno se sobrepasara. Lo que no era necesario ya que
eran muy respetuosos. En las cenas que habíamos compartido eran muy
divertidos y me hacían reír hasta soltar lágrimas. Fushian era el más
simpático siempre hacia algún comentario que lograba sacarme lágrimas de
tanta risa. De por sí reía con facilidad a cualquier cosa. Incluso había dicho
que le gustaba mi risa, Do casi lo descuartiza vivo cuando lo escucho. Cay
era un poco más reservado pero igual de alegre. Siempre le seguía el juego
a Fushian pero sus comentarios eran más intelectuales y modernos. Se
mostraba más formal. Y Lei lo poco que mostraba era un poco de los tres,
callado y reservado. Sin embargo a veces soltaba algún comentario o hacia
algún gesto donde llegaba a percibir a un chico distinto, más alegre, tierno,
despreocupado. Incluso curioso, a veces, en bastantes ocasiones lo encontré
mirándome.
Sus ojos me seguían. Observando mis movimientos. Prestando atención a
mis comentarios. En silencio pero llegaba a notar leves sonrisas. No sabía
que pensar al respecto, es decir no me molestaba que me mirara pero ¿con
qué intensiones lo hacía? ¿Era inquietud por mi presencia o simplemente
curiosidad?
Nos vemos en el comedor-digo a Ty antes de salir del aula, tenía que dejar
unos libros en mi casillero y era mejor que ella vaya por nuestra comida.
Dejando los libros, siento un pequeño golpe en mi hombro, volteo a ver
quién es y no lo conozco pero se que es un compañero de una materia.
Él solo sonríe y se inclina. -Hola, me presento, soy Feng Kong. Y tú debes
ser Ania, ¿verdad?
-Asiento y acepto su mano en saludo. -Somos compañeros en relaciones
interculturales II.
-Oh, sí. Recuerdo haberte visto.
-Me preguntaba si, bueno si tienes tiempo, ¿podrías ayudarme con la
materia? Eres muy buena con los idiomas.
-Claro.
-Muchas gracias, eres muy amable. Así que ¿eres de Argentina?
Comenzamos a hablar mientras caminábamos hacia el comedor. Feng era
muy agradable y divertido. Estudia música con Lei pero no lo conocía ya
que era muy tímido.
-Me gustaría competir y poder jugar contra ellos en el PAI. Ganarles debe
ser increíble. dice con mirada esperanzadora. El PAI era el juego de barajas
chinas donde ellos eran muy famosos por ser campeones invictos durante
muchos años.
Desviando la mirada decepcionada. Me había ocurrido varias veces este
hecho. Que solo se acercaran a mí para llegar a Do. Seguía siendo igual de
incómodo. Comenzaba a creer que el ayudarle en la materia también era
una excusa. Continuo hablando sobre lo increíble que era todos en el grupo
y no quería ser grosera pero de mi estómago salían ruidos de hambruna que
debía atender.
-Feng…
-¡Oh, claro! Te estoy interrumpiendo el almuerzo. ¡Lo siento! Ve, Do y el
resto del grupo te espera. -me interrumpió mirando hacia la mesa. Do y Lei
estaban mirando hacia nosotros.
Feng con total confianza alza la mano y saluda. Ninguno le devuelve el
gesto y solo Do desvía la mirada.
Inflo de aire mis mejillas mientras siento la mirada de Lei. Levanto la
mirada hacia él pero desvía los ojos.
-Gracias. Luego…
-Sí. Luego te escribo para que estudiemos. ¿Me pasas tu WeChat? -vuelve a
interrumpirme.
Asiento sorprendida y abro la aplicación para que escanee mi usuario con
su teléfono.
Sonríe y se retira.
Camino hacia la mesa en donde están todos y me siento en el único lugar
que queda libre es entre Ty y Lei.
-¿Quién era ese? -pregunta Ty siguiéndolo con la mirada.
-Feng Kong, es un compañero. Quiere que lo ayude a estudiar.
-¿Y te pidió tu WeChat? -pregunta Do.
Asiento y Ty sube y baja las cejas mirándole interesada. La miro sin
comprender su expresión.
-Estudiar le dicen ahora. -dice en tono sarcástico.
Segundos después mi asiento es bruscamente retirado haciéndome caer
pero antes que mi cuerpo toque el suelo, siento unos brazos que me rodean
la cintura y luego estoy sentada sobre las piernas de alguien. Sorprendida
levanto la mirada y encuentro los ojos de Lei. Mis mejillas se tiñen
rápidamente de rojo.
-Lo siento. -Escuchamos la voz de un estudiante mi izquierda y ambos
levantamos la cabeza hacia esa dirección, vemos un grupo de estudiantes
pasando detrás de mí sin siquiera prestar atención a pesar de que uno se
disculpó. Miro disimuladamente a Lei y noto que está enojado, tiene una
expresión de seriedad e impotencia. Luego sus ojos se dirigen hacia mi y su
mirada se suaviza.
-¿Estás bien?
Asiento en silencio. Desvía la mirada y me acomoda el asiento. Le
agradezco con un movimiento leve de cabeza y me apresuró a sentarme
correctamente.
-Estos niños de hoy. -se queja Ty
-¿Estás bien, Ani? -pregunta Do.
-Sí, comamos, comamos.
-Esta noche tenemos el concierto de Lei, señoritas. -dice Fushian con
orgullo mirando a este.
-Nosotros desde luego vamos a asistir. ¿Les gustaría unirse? -pregunta
Cay. Asiento entusiasmada casi había olvidado la fecha, ninguno había
comentado nada -Está bien. Puede ser divertido. ¿Ying quieres venir?
Ella asiente. – ¡Claro!
-Claro. –imita su tono Do con una sonrisa feliz que delata lo atontado que
está por ella.
Sonrió al verlo en ese estado. Lo he visto tan perdido y solo que me alegra
que haya encontrado una compañera. Noto en sus ojos el amor que siente y
veo el mismo sentimiento en los ojos de Ying.
Siento un par de ojos y al desviar la mirada es Leí el que me mira, mira de
reojo mi plato, específicamente mis rodajas de manzana.
Le extiendo el plato. -Tómalas, son todas tuyas. -niega con la cabeza con
gesto indiferente.
Come, yo estoy llena. No las echemos a perder.
Hace una sonrisa estirando los labios volviendo a su expresión seria y come
una rodaja.
Con su otra mano toma una y me la tiende. -Tú también come. Te hará
bien.
Sonrió aceptándola. -Está bien. Sabes, en Argentina le esparcimos azúcar y
son aun más deliciosas.
Su cabeza se ladea pensando mi comentario. Me quedo quieta
observándolo, su gesto me parece muy tierno. -Azúcar caliente, ¿cómo
caramelo?
-No, así simple, frío.
-Déjame probarlo. -toma un sobrecito de azúcar y lo esparce en la manzana,
prueba y por su expresión deduzco que no le gustó. Luego cierra los ojos un
momento y niega con la cabeza.
No puedo evitar soltar unas risas. Su expresión es divertida y tierna. -Veo
que no te gustó.
-Es demasiado dulce.
Sonrió encogiéndome de hombros. -La mayoría de postres que he probado
son increíblemente dulces. Y vaya que me gusta lo dulce.
-Por eso la mayoría no comemos postres.
Sorprendida lo miro sin creerlo. -¿En serio? ¿No te gusta ningún postre?
-Bueno, me gusta el helado de crema. No es demasiado dulce.
Asiento y lo miro con duda. -¿Que sabor?
-Americana. O puede ser blue berry.
Vuelvo a verme sorprendida. ¿Blue berry? Ese es un gusto extraño. -¿Existe
ese sabor?
-Por supuesto.
-Creí que dirías uno más común como frutilla o chocolate.
Niega. -Son demasiado dulces.
-¿Y el blue berry no lo es? -pregunto sintiendo que me esta engañando.
-No. -susurra justificándose como un niño pequeño. Su expresión lo
acompaña también porque desvía la mirada evitando la mía.
Sabía que me estaba tomando el pelo, suelto una risa mordiendo mi labio
inferior.
-Siento interrumpir su divertida conversación sobre helados pero Ani, se
nos hace tarde para la clase. -dice Ty haciendo una mueca con los labios.
Miro hacia la mesa y noto que ya no queda nadie. Incluso Ty parada a mi
lado ya tiene sus cosas recogidas y no veo su bandeja de comida.
-Claro. Nosotras… -digo parándome alzando mi bandeja para ir a tirarla.
-Las acompaño. Voy a la siguiente aula. -toma mi bandeja, la junta con la
suya y ordena rápidamente la mesa.
Ty sonríe divertida y me hace señas que me espera en el aula. Niego
rápidamente con la cabeza y le digo que nos espere pero se ríe y camina
alejándose. Vuelve Lei y tomo mi bolso. Caminamos hacia el aula.
-¿Cuál es tu favorito? -pregunta abriendo la puerta del comedor. Veo que
pasa primero pero espera que pase para volver a cerrarla. Nunca creí que
fuera tan atento, es muy amable.
-Pues, es mi favorito que solo encuentro allá. Dulce de leche granizado. Es
un caramelo argentino con trocitos de chocolate. Es lo más delicioso del
universo.
-Ya veo. Te encanta lo dulce.
Me encanta el chocolate pero no todo lo dulce.
-Dime tres gustos de helado que no te gusten.
Sencillo. -Americana, frutilla y menta.
Ahora el sorprendido es él. -Pero si son clásicos.
Sonrío atrapada. -Quizás por eso.
Sonríe, con la más grande que he visto hasta el momento y suelta una leve
risa.
No puedo desviar la mirada de su sonrisa. A pesar de que es un hábito
cuando me sonrojo, esta vez mis ojos quedan prendidos a su linda
expresión.
-No vemos después, dulce de leche. -dice y le sale un tono muy dulce la
parte en argentino.
-Nos vemos luego, blue berry. –me da una última mirada para caminar a su
clase, yo entro a mi aula. Sonrió levemente y camino hacia el asiento a un
lado de Ty.
-¡Oh mira! -la miro sin entender pero sin cambiar mi expresión. -Tu
sonrisa: se la robo Lei. -dice mirando hacia afuera del aula, saludando con
la mano, cerrando fuertemente los ojos y sonriendo abiertamente.
-Ahora recuerdo porque no extraño tus bromas. Siempre fueron muy malas.
-digo acomodando mis objetos.
-Qué raro, Lei volvió. ¿Se abra olvidado algo? -pregunta y rápidamente
miro hacia la puerta. Al no ver a nadie muerdo levemente mi labio inferior.
Era una trampa y pise el palito. Ty suelta una risa. -¡Amiga! No quiero
decirlo pero…
-No lo digas. -la interrumpo ya que sé a qué se refiere y me niego a que sea
cierto.
-Bien, pero luego no quiero decir…
-No lo digas. -vuelvo a interrumpirla. -Repasemos, ya debe estar por llegar
el profesor.
-Teníamos parcial. Aunque ya habíamos estudiado cada día desde que nos
habían avisado me haría bien distraer mis pensamientos de sonrisa tierna.
Saliendo de clases fuimos con Ty a casa de Do, pasando primero por un
mercado que vendían dulces con formas de osos y conejos tiernos y unas
bebidas de sabores extraños que no había visto en toda mi vida. Aunque sus
‘’dulces’’ eran más como comida casi salada y muy picante.
-¿Cómo te puede gustar tanto eso? –pregunto mirando a Ty que comía su
tercer bolsita de algo que parecían unos snacks de tofu pero picantes.
Se encoge de hombros y sigue comiendo. –A ti te gustaron esos feos
cacahuates con picante. –dice paseando su mirada por el lugar.
-Están muy buenos. –digo comiendo unos de la bolsita. Además todas las
envolturas estaban muy lindas decoradas, la mayoría con algún animal
tierno, colores y líneas, muy divertidas. – ¿Cómo vas con Chris? Pareciera
que están más serios juntos. pregunto por su actual pareja. Sin embargo ella
asiente ausente, sin prestarme mucha atención, así que le tire unos
cacahuates, solo le pegue con dos.
-Creo que voy a dejarlo. -dice lentamente.
-¿Pero por qué?
-No lo sé. Ya no es lo mismo.
-¿Él te aburrió? -pregunto utilizando mi mejor tono de inocencia. Pero no
es suficiente, ella me fulmina con la mirada y me tira unos cacahuates que
habían quedado en la mesa.
-No soy tan mala. Es solo que… pues sí, me aburre. -Niego con la cabeza.
A eso me refiero cuando digo que es igual a Do. Podría ser perfectamente
su versión femenina. -Pero aún no. Tenemos un viaje programado a
Singapur, no puedo cancelarlo, no puedo ser tan cruel.
-Ilusionarlo y continuar con él sabiendo que ya no quieres seguir con él es
ser cruel. -Lo pensaré en el viaje. –dice y se despide caminando de
espaldas hacia la puerta.
La sigo imitando su baile. –¿No quieres venir al concierto de Lei? –niega
con la cabeza en un gesto de aburrimiento. Ofendida ladeo la cabeza. –No
sabes apreciar la buena música.
-Tú solo quieres ir a verlo tocar a Lei. –dice en tono divertido.
-Por supuesto que no. Voy a disfrutar de lo que dicen es el mejor en su
departamento universitario.
-Aja, aja. A verlo a él. No olvides que…-la interrumpo antes que termine la
oración.
-No lo digas. Ya sé.
-Va a llegar el día que voy a decir…
-No lo digas. –vuelvo a interrumpirla pero riéndome al final. Éramos unas
tontas. Ty también se ríe.
-En fin. Je suis parti. Dile a Lei mucha meg.
Sonrío saludándola con un beso volador. –Au revoir.
Casi entrando la noche llegaron Ying junto con su amiga y compañera de
trabajo, Lía. Era una chica joven, de nuestra edad, pequeña de estatura, con
flequillo y atuendo adorable: una camiseta celeste sobre un jardinero rosa
haciéndola lucir muy elegante pero divertida. Además tenía un dulce
perfume que combinaba con su personalidad. No se me pasaron
desapercibidas las miradas que le brindaba Fushian, parecía realmente
atento a ella.
Por primera vez en la noche no hacia frio así que había decidido cambiar
mis trajes por un fresco vestido blanco y negro que me llegaba hasta arriba
de la rodilla. Combinado con unas negras sandalias de tiras ajustables a mis
tobillos y mi bolso de mano.
Llegando a la entrada detuve mis pasos mordiendo mi labio inferior.
-Qué? –pregunto Do esperándome. El resto del grupo se había ido, menos
Ying y Lía que nos esperaban en el auto.
-¡Olvide mi cárdigan! –lo deje sobre mi cama, olvide tomarlo cuando salí
de la habitación.
-Te prestaré mi saco. Vamos que llegaremos tarde.
Asiento siguiéndolo hasta el auto. Me sorprendió ver a Ying en la parte
trasera pero para ahorrarnos tiempo evite hacer comentarios y nos
apresuramos a irnos.
Entramos al aula de audiciones pero los chicos se dirigen hacia atrás del
gran telón cubierto. Emocionada los sigo, me encanta ver tras bambalinas.
Y es como siempre te lo imaginas, gente caminando apresurada y frustrada
de un lugar para el otro. Gente acomodando y hablando sobre posibles
escenarios catastróficos. Y parece que hay uno en vivo porque veo al
profesor de Lei y a él suspirar frustrados mirando constantemente el
teléfono en su mano. Miro un momento más a Lei. Está increíblemente
elegante con su traje francés negro con líneas casi invisibles en blanco. Lo
que me llama la atención es el suave perfume que le siento. Es decir, es el
mismo que utiliza siempre pero ahora lo siento más cerca. Volteo la mirada
y veo que lo tengo a mi lado. Sorprendida doy un paso hacia atrás.
-Te necesito. –dice rápidamente tomando mi mano llevándome con él hacia
una habitación privada. Entra con nosotros su profesor y una chica de
nuestra edad con una tableta en sus manos, deduzco que es la organizadora.
Todos me miran expectantes.
-¿Qué ocurre? –pregunto mirándolos terminando en Lei.
-Mi compañero que tocaría el piano no pudo venir y necesito que lo
suplantes. – explica sin miramientos Lei.
-Pero yo no sé las partituras o…-la organizadora me interrumpe pasándome
una partitura de piano y reconozco las notas musicales, es una reducción
para piano arreglada por C. Czerny su versión más ampliada del
‘’Lacrimosa’’ del Requiem de Mozart. Me encantaba esa canción.
Antiguamente habían hecho para las orquestas principalmente arreglos para
piano a dos manos de distintos autores y la adaptación de este répétiteur era
la más preciosa y especial de todas.
-Es por esa expresión que quiero que tú toques. Amas la música de la
misma manera que yo. Ayúdame y cumple tu sueño.
-¿Cómo sabes…? –mi voz desaparece sin dejarme terminar la oración. Él
asiente seguro animándome.
-¿Lo harás? –pregunta la chica organizadora.
Asiento convenciéndome de la idea. Señalo mi atuendo. – ¿Quieres que
salga vestida así? – digo no estaba mal vestida para presenciar un concierto
pero subirme al escenario y acompañar al protagonista, estaba totalmente
desarreglada.
-Yo me encargo. Soy Rhua, mucho gusto. –dice presentándose al fin la
organizadora. Mucho gusto, soy Ani. –sonrío inclinándome
correspondiendo su saludo.
Teclea algo rápidamente en su teléfono y me pide que la siga fuera de la
habitación. – Tengo un amigo en el departamento de teatro, nos puede
prestar un vestido. Eres alta y delgada, será sencillo conseguir uno.
Bien, si ella lo dice. Me conduce a otra habitación donde estamos solas.
Exactamente luego de cinco minutos entra un chico delgado con el cabello
de un color rosado. En su mano tiene un vestido. Nos saluda y rápidamente
Rhua me entrega el vestido pidiéndome que me cambie. Ellos salen por la
puerta para que este más cómoda.
-Aunque volveré a ver cómo te queda. –dice Rhua animándome a
colocarme el vestido.
Asiento y cuando la puerta se cierra, lo retiro de su funda, descubro un
precioso vestido blanco con sutiles brillos distribuidos en la parte superior,
en la cintura y en el final del vestido. Me lo coloco con cuidado y
afortunadamente se me adapta correctamente al cuerpo. Me lleva hasta casi
los pies, la tela toca el suelo. Me dejo mis sandalias ya que en calzado era
lo más elegante siempre y combinaba completando el atuendo.
Vuelve a entrar solo Rhua y asiente aprobando el vestido, me extiende unos
guantes hermosos de raso blancos. –Perfecto. Aquí estos vienen con el
vestido, me dijo Thaing que completaría el outfit. Y aquí tienes las
partituras. Estúdialas, tienes solamente diez minutos. Ven, volvamos con
Lei, está un manojo de nervios aunque no lo demuestre.
Me coloco los guantes rápidamente. Es extraño al principio pero me gusta.
Es un signo de etiqueta. Asiento imaginándolo, yo estoy igual a él o peor.
Aunque cuando llegamos a su lado se lo ve tranquilo, calmado, está
limpiando su violín mientras tararea silenciosamente una canción. Al
vernos llegar sus ojos se amplían al posarse en mi vestido y mis mejillas se
tiñen de rojo.
-Iré a verificar que todo esté en orden. –dice Rhua y me señala mirando la
hoja. –Tú, sigue estudiando las partituras.
Asiento repasando las hojas. Tenía leves cambios a la versión original pero
era sutiles, incluso me gustaban los cambios, le darían a la canción junto al
violín más energía y tensión pero me hubiera gustado haber ensayado al
menos una vez para sentirme más segura y que estoy nervios no me
traicionen.
-¿Estás bien? –pregunta Lei observando mis dedos temblar ligeramente.
-No sé si pueda hacer esto, Lei. –digo entrelazando mis dedos y respirando
intentando calmarme.
-Te has presentado delante de mucha más gente. Do me hablo sobre una vez
diste una conferencia para dos mil personas.
-Sí pero lo había ensayado previamente y hable una hora simplemente de
negocios y temas monótonos. Aquí es diferente y además si me equivoco o
me olvido las notas? Hare un desastre haciéndolos quedar terrible, a tus
compañeros, a ti y a mí. –cierro los ojos ante el enriedo de palabras. Tapo
mi rostro con la hoja sintiéndome querer morir.
Siento la hoja despejar mi rostro y abro los ojos encontrándome a Lei
parado justo frente a mí, está muy cerca, nuestras puntas de los pies se
tocan.
-Tranquila. Tú puedes con esto y si en algún momento sientes temor solo
mírame porque yo estaré ahí. ¿Está bien?
-¿Cómo es…? ¿Por qué si tienes más compañeros que pueden tocar contigo
me elijes a mí? –me observa en silencio pero sus ojos brillan dándome la
respuesta. – ¿Por qué tienes tanta confianza en mí?
-Veo tu entrega a la música y tu dedicación. Es lo que hace que nos
quedemos ensayando hasta las 3 de la mañana porque amamos lo que
hacemos. Creo en ti y tú deberías hacer lo mismo. –dice con una seguridad
que me atraviesa el pecho. Sus palabras me llenan de ánimo y asiento de
acuerdo con él. Amo la música y especialmente tocar el piano. Siempre ha
sido parte de mi vida aunque hoy no sea el centro de mi atención siempre
será lo que más ame hacer.
-¿Están listos? Toda la suerte. –dice Rhua señalándonos el escenario.
Miro a Lei y conecta nuestros ojos. Asiente y caminamos juntos saliendo a
escena. Damos un primer saludo general inclinando nuestros cuerpos a la
audiencia y cada uno ocupa su lugar. Me acomodo en el asiento colocando
los dedos en posición inicial. Levanto la vista y dejo que me guie Lei.
Comienza y lo sigo volviéndome a concentrar en las notas. Son los nervios
del principio porque luego de unos momentos algo se despierta en mí y
comienzo a disfrutarlo. No puedo explicar la euforia que estoy sintiendo,
mis dedos se mueven solos tocando las teclas, mis ojos vuelven a los de Lei
y sonrío sin poder evitarlo. Tiene una suave expresión de felicidad y una
leve sonrisa animándome. Mi alma se siente vibrando y bailando junto a él
y a la música.
Llegamos al final de la canción y de pronto se termina. Ambos nos
detenemos sin apartar la vista y escucho de fondo el sonido de los aplausos
en ovación. Lei viene hacia mí y tomando mi mano me ayuda a pararme.
Aprecio el gesto porque todo mi cuerpo tiembla y esta vez es la adrenalina
que corre por mis venas. Volvemos a inclinarnos saludando y agradeciendo
al público y aun tomados de la mano, Lei me conduce fuera del escenario.
Nos reciben varias personas que no distingo correctamente quienes son.
Alcanzo a ver a los chicos emocionados aplaudiéndonos mientras se
acercan a felicitarnos.
-¡Estuvieron asombrosos! –escucho que dice Fushian.
-Realmente arrasaron. –dice Cay.
-¡Enana, al fin tocaste frente a un público y lo hiciste espectacular! ¿Cómo
te sientes?
No sé que responder pero al ver a Lei a mi lado vuelvo a sonreír
sintiéndome feliz como nunca lo había sentido. Lo abrazo rodeando su
cuello permitiéndome cerrar los ojos un momento.
-Muchas gracias, Lei. Me has hecho pasar un momento mágico.
Siento sus brazos corresponder mi abrazo y unas leves palmadas en la
espalda. – Gracias a ti. -Nos separamos pero se mantiene muy cerca. -
Estuviste asombrosa, todo salió perfecto gracias a ti. –Sonrío y bajo la vista
avergonzada pero agradecida.
Escucho silbidos y animaciones de los chicos y siento mis mejillas
sonrojarse.
-¡Vengan, esto tenemos que celebrarlo! –dice Do y lo seguimos hacia los
autos.
Llegamos a un bar y nos acomodamos en dos mesas ya que somos un grupo
grande. Comenzaba a sentir el frío de la noche, había devuelto el vestido de
princesa y con mi vestido volvía a sentir mi piel helada. Quedo a un lado de
Lei y vuelvo a sonreír rememorando lo bien que me sentí arriba del
escenario.
-¿Siempre es así? –pregunto bajando la voz así solo me escucharía él. Sus
ojos me miran preguntando a qué me refiero. Siento los míos brillar. –
Cuando estas arriba de un escenario.
-Sí, solo eres tú y tu instrumento. El mundo parece que desaparece y no
piensas en nada más. –dice y veo una pequeña sonrisa en sus labios.
Remueve su saco y en vez de que lo coloque atrás de su silla, como creí que
haría, lo deja sobre mis hombros, cubriéndome más de la mitad de mi
cuerpo ya que es muy largo.
Sonrío bajando un momento la mirada, hoy estaba particularmente atento o
quizás se siente en deuda por el favor que le hice. Si ese es el caso la
situación real es al revés, yo me sentía en deuda, como había dicho había
sido hermosamente increíble toda la experiencia. Tomo las solapas por
dentro y las acerco a mi cuerpo cuando siento una brisa. -Es tan mágico.
-Se le dice vocación. –volviendo a su expresión neutral pero mantiene la
mirada especial.
¿Por qué quiere evitar lo que siente?
-Es magia. El poder conectarte de esa manera, lo increíble que se siente. No
hay nada parecido en el mundo.
Lei asiente en silencio y bebe de su copa.
De pronto siento un brazo en mis hombros y sé que es Do. Sonrío girando
la cabeza hacia él.
-¡Estoy orgulloso de ti. Lo lograste! –también sonríe y por su tono de voz
bajo me parece que está un poco pasado de copas.
-Gracias, Do. –le detengo el trago antes de que lo tome. –Me parece que ya
has bebido demasiado por una noche.
Suelta una queja infantil y pelea por el trago. –Tenemos que celebrar que
cumpliste tu sueño. Soy tan feliz por ti, enana. Tú cumples todo lo que te
propones. –dice y deja caer su cabeza sobre mi hombro.
Miro a sus amigos, ¿cómo lo dejaron tomar tanto y donde estaba Ying? –Do
¿dónde está Ying? –me interrumpe negando y dando un golpe a la mesa.
-No quiero hablar de ella. Porque… nosotros peleamos y ella… se fue. Me
dejo aquí. Solo. – de pronto comienza a soltar un falso llanto y se abraza a
mis hombros. –Yo le abro mi corazón y ¿ella que hace? Se va. No le
importo, simplemente dio media vuelta y se fue con su amiga igual de
enana que ella. Parecían dos gnomos caminando por la noche hacia su
pequeña casa.
Es una borrachera melancólica y agresiva por sus feos comentarios. –No
hables así de Ying, ni de ninguna mujer.
-Se lo merece.
Niego con la cabeza y le doy unas palmaditas en la espalda en consuelo. –
Tú la amas, ¿cierto? Respétala y quiérela. Mañana hablen más tranquilos.
Estoy segura que arreglaran todo y volverán a ser felices. –besa mi mejilla
y deja caer su cabeza en mi hombro.
Siento la mirada de los chicos y suelto un suspiro. –Creo que es hora de
irnos.
Do se despierta de pronto e inclina su cabeza mareado, Cay a su lado lo
agarra antes de que se golpe con la mesa. Lo levantan junto a Fushian y Lei
se retira a pagar la cuenta.
-Lo llevaremos al baño, si ensucia su auto nos matara y luego se suicidara
él mismo. – dice Cay alejando su cara cuando Do intenta dejarle un beso en
la mejilla.
Asiento tomando las llaves de su auto. –Yo conduzco, los espero en la
entrada.
Asienten y lo llevan casi arrastrándolo. Está realmente ebrio. Suelto un
suspiro, este chico, no aprende más. Nunca supo acostumbrarse a los
cambios y cuando hay algo que él no pueda controlar se enoja desquitando
su impotencia por otro lado.
Llega Lei a mi lado. – ¿Quieres tu saco? Hace frío. –pregunto
removiéndome el saco pero niega con la cabeza y caminamos hacia el
auto.
Dentro de él prendo la calefacción y pongo música en bajo volumen
mientras esperamos a los chicos. Tarareo la canción suavemente luego de
un rato y comienzo a aburrirme. Volteo a ver a Lei y lo encuentro con la
cabeza apoyada sobre la puerta y los ojos cerrados. Sorprendida lo miro y
noto su respiración calmada. ¿Tendrá frío o calor por tanta calefacción?
Decido bajarla un poco y accidentalmente subo el volumen de la música.
Rápidamente la vuelvo a bajar y miro con cuidado a Lei sin embargo veo
que ni siquiera se movió, continua tranquilo y dormido.
De pronto la puerta trasera se abre y entran los chicos. Veo a Do muy pálido
y me preocupa. – ¿Está bien? ¿Y si lo llevamos al hospital?
Do niega con la cabeza y sonríe pero sus labios son más una mueca
desdibujada, no tiene fuerzas pero no se rinde. A él le gustan los hospitales
tanto como a mí. –Ni se te ocurra, enana. Llévame a casa.
Miro a Lei y asiente de acuerdo a Do. Muerdo levemente mi labio inferior y
giro el volante hacia la salida del bar.
Capítulo IV
-No puedo creer que tocaste frente a tantas personas y no estuve ahí. –dice
Ty con un adorable puchero en sus labios. Estamos en el comedor de la
universidad luego de las clases teníamos que estudiar así que hicimos una
parada por unos ricos cafés. Yo acompañe al mío con un muffin de limón. –
Lo siento, todo esto me pasa porque me burle de la música de Lei. Y no
pude verte tocar.
Su tono me hace soltar unas cortas risas. –Tranquila. No hubieras podido
saber fue todo tan rápido. De todos modos, no deberías burlarte del trabajo
de nadie.
-Lo sé. Aprendí mi lección, no lo volveré a hacer. –haciendo la señal de los
boy scout.
Asiento levantando mi dedo aprobando su comentario. Ty me pide que le
cuente todo sin omitir detalle y yo feliz y emocionada le explico la noche.
Incluso por tantas emociones no logre dormir.
-¿No dormiste nada? –pregunta Ty sin poder creerlo.
-Apenas pude cerrar los ojos hoy a las 6 am y media hora después sono el
despertador. Me devolvió a mi aburrida y contadora vida.
Ty niega con la cabeza y pone esa expresión de impotencia que yo también
debo tener. – Ya sabes lo que opino amiga. Tu lugar es ahí, arriba de un
escenario frente al piano. No aquí, aburrida con números y estadísticas.
-Sabes que no puedo hacerlo, Ty. Ni siquiera me dejo soñarlo porque sé que
nunca lo haré.
El concierto de anoche fue un favor a Lei.
-Anoche fue un sueño que cumpliste.
-Y como todo sueño sono el reloj de las doce y se termino devolviéndome
a mi realidad. No hablemos más, por favor. Prefiero que quede como un
recuerdo hermoso y no convertirlo en algo más.
Ty asiente. Ella sabía como yo como terminaba esa historia. A mis
diecisiete había intentado esa vida y no me había ido muy bien. No podía
volver a arriesgar todo y tirar por la borda todo mi esfuerzo. Yo ya tenía mi
vida encaminada y aunque no me terminara de gustar, sabía que era lo
mejor para todos, mi familia y para mí.
-Hola chicas. –dice Feng apareciendo de algún lugar e inclinado hacia mí. –
Ani, ¿puedo hablar contigo un momento?
Asiento y caminamos hacia las puertas del comedor. Percibo nervios en
Feng.
-Quería agradecerte por suplantarme ayer. Fui yo el que no pudo asistir y
supe que tú tocaste por mí. –dice e inclina su cuerpo mostrando
agradecimiento.
-No es nada, Feng. Lo disfrute incluso, amo el piano así que fue un honor.
Sonríe y su expresión es muy linda, sus ojos casi desaparecen además que
aparece un hoyuelo en su mejilla. -¿Puedo invitarte un café? Ya sabes, en
agradecimiento.
-Claro. –vuelvo con Ty y le aviso que me retiro con Feng por otro café.
-Claro, abandona a una amiga por un hombre.
La miro conteniendo una mueca. –Tú aprovecha a ver a tu hombre.
-No es mala idea. –dice y suelto una risa. Me despido tomando mis cosas y
agito mi mano.
Caminamos hacia la estación y tomamos el autobús para, según Feng, ir a
una muy buena cafetería.
Llegamos y me encanta la decoración del lugar todo era vintage con colores
oscuros y muebles repintado en tonos claros. Nos sirven unos cafés y unos
pastelitos de frambuesa que estaban realmente deliciosos.
-Ven, lo bueno de esta cafetería es que con la compra de un café te dan a
elegir el envase. Por ejemplo tienes en forma de barco, de flores, de
estatuas famosas y si quieres escriben tu nombre y algún mensaje de
fortuna.
Me impresiona la idea y elijo el vaso de barco, era literalmente un barco
pirata parado sobre su lateral, en colores marrones y negros y la agarradera
eran las velas. Pido que escribieran mi nombre y de frase habían escrito:
“Esta bien tener las riendas de tu destino pero a veces debes dejar que el
mar te guíe. Él te llevará hacia nuevos puertos.”
Feng elige la estatua de la libertad y su frase decía: “Que la luz ilumine tu
camino, pues nunca se apagaran por completo. Siempre tendrás una luz
guiando tu camino.”
Me divierten mucho las formas así que les tomo una foto y además de
subirlas a la red, se las mando a Ty y a Do. La primera no me responde pero
Do me pregunta dónde estaba y si volvería a casa.
Salimos de la maravillosa cafetería y nos dirigimos nuevamente a la
estación, así que le envío un mensaje a Do que ya estaba volviendo a casa.
Feng me acompaña hasta allí y se despide saludando con la mano.
Me recibieron los cuatro chicos de metro ochenta y cuatro en el hall de
entrada.
-Wow ¿y ese vaso? -pregunta Fushian
-Al fin vuelves, enana. Es muy tarde. -dice Do.
-Fuiste a la cafetería cerca de la estación Lishiang, ¿verdad? -pregunta Cay.
Hablan todos a la misma vez y solo escucho trocitos de fragmentos así que
solo asiento y dejo que Fushian y Cay tomen el vaso cuando me lo piden.
Lei se acerca más paciente y me gusta su tranquilidad. -¿Cenaste?
-No. Comimos unas ricas tartas de frambuesa.
-Esa cafetería es muy genial. Debemos ir. -dice Fushian devolviéndome el
vaso. Cay asiente.
-Deberías cenar algo más. -dice Lei con su expresión de indiferencia pero
su tono se lo escucha preocupado.
-No tengo hambre. -respondo. La tarta era bastante grande y el café
también.
-Aun así.
-¿Ustedes cenaron? -pregunto mientras nos dirigimos hacia la cocina.
-Nosotros ya nos retiramos. -dicen Cay y Fushian al mismo tiempo. Algo se
traen entre manos esos dos. Están mucho tiempo juntos. ¿Tendrían unas
novias amigas? ¿Saldrían los cuatro juntos? Tendría que preguntarle a Do.
Hablando de él, estaba sonriendo al teléfono e imaginaba que sería Ying
que le respondió algún mensaje.
-Yo también me retiro.
-¿Yo llego y tú te vas?
-Lo siento, enana. Pero debo ayudar a Ying.
-Bien, ve. Conduce con cuidado. -Do posa su mano sobre mi cabeza un
momento y se retira. Suelto un suspiro y dirijo mi vista hacia Lei. -También
te irás, ¿no es cierto? Está bien.
Mañana nos veremos. Iré a dormir. -digo soltando un bostezo cubriéndome
con mi mano.
Camino hacia la puerta sin embargo Lei no se mueve. -No tienes que
quedarte por mí.
Puedes ir a casa, si quieres.
Lei solo me mira sentado sobre la barra. Sonrío por su expresión y la
imito. –¿En qué estás pensando?
-Tengo hambre. Si quieres, puedo… hacer comida de más para que tú
comas también.
-¿Cocinas? Nunca lo hubiese imaginado. –por su nueva expresión no le
gusto mucho mi comentario. –Me refiero que…-me parece que es mejor
dejar esa oración. –¿Que cocinaras?
-Tú también ayudaras. Se te quitara el sueño.
-¿Sabes? Quizás quieras que me quede simplemente sentada. Soy muy mala
cocinando, probablemente arruine la comida.
-Ten. -me pasa un delantal. -Y lávate las manos.
-Si tú lo dices…-susurro colocándome el delantal pero antes de anudarlo
me lavo las manos. Tarareando una canción que se me había pegado hace
días camino hacia Lei. - Encenderé el corderito de Do para que escuchemos
música! –lo busco pensando que música podríamos escuchar. Si fuera por
mí pondría cantantes latinos pero quizás no le gusten. Lo enciendo y dejo
que pasen las canciones de manera aleatoria. -Bien, ¿que necesitas? -
pregunto sintiendo la emoción de ayudarlo. No sé qué podré hacer pero al
ver los alimentos expuestos sobre la barra me entusiasma comenzar.
Pero antes lo veo caminar hasta colocándose atrás mío y me anuda el
delantal. Suelto una corta risa, lo había olvidado. Siento sus manos rozar mi
cintura y son suaves, cálidas. Me dan una sensación confortable que viaja
por todo mi cuerpo pero solo se nota en mis mejillas un poco sonrojadas.
Por último acomoda mi sweater bajo las tiras del delantal y sé que quedó
todo prolijamente ordenado.
-Puedes pelar estas papas. -dice pasándome un par. Él comienza a cortar
rápidamente unos vegetales. Es bueno y rápido, observo fascinada como
pica sin detenerse y sin lastimarse y en cuestión de segundos tiene todo
vuelto en la cacerola. Agrega unos fideos y una salsa blanca.
De pronto escucho: ’’Ah, ah, dale mambo. Ah, dale mambo. Daddy, son
cosas que pasan en el barrio fino. ’’
-¡Esta noche contigo la pase bien, woh! –canto y bailo sin poder evitar que
me lleve la música. –Y tú fallaste. –señalo a Lei cuando me mira de reojo.
Subo mis brazos aun con los objetos en las manos y miro a Lei porque está
por llegar el coro y es obligación cantarlo. –Lo que paso, pasó. Entre tú y
yo. –canto aun más alto cerrando los ojos. Me siento realmente sorprendida,
no sabía que a Do le gustaba. Continúo cantando y bailando en el lugar el
tema. Lei no me presta más atención pero yo disfruto escuchar a Daddy
Yankee en Shanghái.
Vuelve la música de cantante chino x y vuelvo a mi tarea. -No sabía que a
Do le gustaba el reggaetón. –Lei ladea la cabeza en silencio.
-Adelanta la canción. –pide señalando el corderito. Lo hago y me sorprendo
cuando empieza ‘’Ginza’’ de J Balvin. Me sorprendo aun más al ver que
Lei mueve la cabeza en el coro.
-¡La conoces! –digo señalándolo con el pelador. Lei se encoge de hombros.
–Si la sabes la cantas.
-No sé la canción.
-Entonces bailar.
Se da la vuelta centrándose en la olla. –No bailo.
-Mmm, aja. –decido dejar el tema y terminar de pelar la papa cantando de
vez en cuando.
Sin prestar atención por estar cantando mientras estoy pelando la segunda
papa, se me resbala pasando a mi piel. Y de pronto arde y veo sangre.
Suelto una exclamación y Lei me mira preocupado.
-¿Estás bien?
-Lo siento. Sí, solo me corte. -digo llevando el dedo a mi boca para parar la
sangre.
Me pide que se lo enseñe y vuelve a salir sangre.
-Espera. -lo veo ir hacia el baño y vuelve con un pequeño botiquín. Saca
una crema y lo esparce sobre el dedo. Termina colocándole una linda
bandita de Pucca. Sonrío agradecida.
-Te advertí que era una pésima ayudante.
-Se que diste tu mayor esfuerzo.
Su comentario me hace reír y le contagio la risa. -Eres malo. Mira, te di mi
sangre, sudor y lágrimas.
-Yo estoy cocinando para ti. Estamos empatados.
-Bien pero comeremos los dos. -digo colocando dos platos sobre la barra.
Lei niega con la cabeza.
-Me sentaré contigo.
-Pero si no comes es como si estuviera sola. -digo y mis labios forman una
mueca. Lei desvía la mirada y asiente. Aplaudo feliz de haberlo convencido
y termino de poner el resto de los utensilios.
Camino hasta su espalda espiando por su lateral la cacerola hirviendo.
Tiene un delicioso aroma. -Chef, ¿cómo va su comida?
-Ya está listo.
-Genial.
Lei sirve un plato para cada uno y comenzamos a comer. Es increíblemente
bueno.
Suave, balanceado y con los condimentos justos.
-Es increíble, Lei. Eres muy buen Chef, ¿te gusta cocinar?
Sí. Quiero decir no profesionalmente pero me gusta cocinar.
-Oh, eran ustedes. Escuche ruidos y no sabía quién podía ser a esta hora. -
dice entrando apresurado el señor Mintong.
-Lo siento si lo despertamos, señor Mintong. Me dio hambre y Lei me
cocino este delicioso platillo.
-No se preocupe, señorita Luce. Do también le da hambre por las noches y
me despierta para que le cocine algún platillo especial. Me pregunto, ese
olor, ¿qué cocinaron? -camina hacia la cacerola y quitando la tapa ve el
contenido. Suele un momento y vuelve a taparlo. Nos mira con una ligera
sonrisa. -Es un platillo excelente para una comida casera y de noche.
Lo miro sorprendida. El señor Mintong aunque sonríe satisfecho pareciera
que lo dice con otra intención. Lei come con la vista baja. -Me gusta la
comida casera y en especial este plato.
-Sobre todo por el nombre que lleva el plato. -Lei lo mira un momento y
luego sus ojos se encuentran con los míos para bajarlos nuevamente hacia
su comida.
-¿Cuál es? -pregunto sin querer perderme entre sus mensajes a través de
miradas silenciosas.
El señor Mintong vuelve la mirada hacia mis ojos y sonríe. -Caricia al
alma.
Sonrío dirigiendo la mirada hacia Lei. Me encanta como hacen tan
especial cada actividad. Sabía que varios platillos tenían nombres propio.
Además de que son nombres especiales pero no sabía que el que había
preparado Lei también. Y uno tan hermoso.
-Pues se siente como una caricia al alma. -digo sonriendo feliz y a través de
mis ojos casi cerrados veo la expresión de Lei volver a cambiar por una
sonriente.
Yo limpiare todo. Ustedes vayan a descansar. -dice el señor Mintong
prácticamente echándonos de la cocina.
Lo acompaño hasta la entrada y Lei se acerca antes de abrir la puerta. -
¿Cómo está tu dedo?
Lo levanto y se lo enseño. Ya no está rojo. -Ya no duele.
-Bien. Cuídalo.
Sonrío y asiento. –Lo haré y gracias por la cena. . Descansa.
-Descansa.
Me coloco mi ropa para dormir y me acuesto. Rememoro los
acontecimientos del día y mi favorita es la cena con Lei. Me encantó su
caballerosidad, su destreza al cocinar, su preocupación, su tierna sonrisa.
Esa noche siento que descanso sin quitar la sonrisa en mi rostro.
Nos encontrábamos en un café antes de nuestra clase. Mi teléfono no
dejaba de vibrar, era Tom pero ignoraba las llamadas cada vez que
entraban. Ty no era tan pacifica, miraba el aparato vibrar.
-¿Que te ocurrió en el dedo?
-Ayer me corte. Cocinando.
-¿Cocinando? Pero si tú no cocinas. -dice soltando una sonrisa divertida. -
Oh, ¿estabas cocinando con Do?
Niego en silencio y la sonrisa vuelve a mis labios. -Con Lei.
Alza sus cejas sorprendida. -¿Lei cocina?
-Pues sí. Y es muy bueno.
Desvía la mirada y casi puedo adivinar sus pensamientos. -¿Y qué
preparo?
-Un platillo de verduras y fideos. Tiene un nombre hermoso: caricia al
alma. -Ty solo me mira y luego muerde su labio inferior reteniendo su
sonrisa burlona. -¿Qué?
-No dije una palabra.
-Pero vi tu sonrisa.
-¿Quien te llama tanto? –pregunta desviando la mirada y levantando mi
teléfono. -¿Será tu tío? Que no quieres responderle.
Niego con la cabeza y le quito el teléfono pero es más rápida al mirar el
identificador de llamadas. Hace una expresión de total sorpresa y me mira
con la cabeza inclinada.
-No es nada de lo que te estás imaginando. –respondo antes de que su
mente se dispare a imaginar infinidad de posibles escenarios.
-¿Entonces dime una buena explicación de por qué ese idiota te ha estado
llamando toda la mañana?
-Es solo lo de siempre. Quiere arreglar las cosas y que volvamos. –digo
bajando el tono de mi voz hacia el final de la oración.
-Imagino que le has aclarado sus estúpidas ideas.
-Pues, en realidad no.
-¡Ani!
-Has visto que no le respondo las llamadas.
-Pero tampoco has resuelto el asunto. Tienes que atenderle y aclararle todo.
Sino él seguirá pensando que aun tiene posibilidades contigo. ¿O sí las
tiene?
Niego rápidamente. No quería responderle porque no tenemos nada de que
hablar. Ya habíamos hablado mucho y ya no tenía sentido seguir aclarando
cosas que ya estaban claras. Para ambos. –Por supuesto que no. Tú sabes
todo lo que ocurrió. No quiero volver a verlo en mi vida por eso no le
respondo. Estoy cansada de tener que aclararle una y otra vez lo mismo.
Además aun no sé cómo sigue consiguiendo mi número nuevo. Es el
tercero que cambio y me llama como si el tiempo no hubiera pasado.
Como si tuviera algún derecho sobre mí y aun fuésemos pareja.
-Yo me encargo. –Me quita rápidamente el teléfono cuando entra la nueva
llamada y aunque intento detenerla responde haciendo su expresión de seria
y peligrosa.
-Ovviamente non sono Ani. Sono la sua migliore amica e la persona che ti
avvertirà di smetterla di disturbarla. ¿Capisci? – (Por supuesto que no soy
Ani. Soy su mejor amiga y la persona que te va a advertir que dejes de
molestarla. ¿Entiendes?)
Suelto una risa al escuchar su amenaza. Utilizo el acento italiano mafioso
de películas.
-Non mi interessa se devi dirgli qualcosa di veramente importante o se è
qualcosa di semplice come è morto il tuo gatto. Non voglio che la chiami
più. O mi affronterai. – (No me importa si tienes que decirle algo
verdaderamente importante o si es algo simple como que se murió tu gato.
No quiero que la llames nunca más. O te la veras conmigo) gira los ojos
escuchando la respuesta de Tom. –Es insoportable. No sé cómo lo aguantas,
amiga. – susurra alejándose del teléfono.
-Prestami attenzione perché non lo dirò un'altra volta. Accetta che la sua
relazione sia finita. Che l'hai rovinato e che ti sei perso una donna preziosa.
Si un uomo per una volta nella vita e lasciala in pace. – (Préstame atención
porque no lo diré una vez más. Acepta que su relación se termino. Que tú la
arruinaste y que te perdiste de una valiosa mujer. Sé un hombre por una vez
en tu vida y déjala en paz) suelta un suspiro frustrado y deja el teléfono
frente mío. –Espero que no te vuelva a molestar.
-Sino ya se a quien puedo llamar para que me defienda. ¿Capisci? –repito
su amenaza utilizando su tono mafioso.
-Soy muy peligrosa. Tengo contactos en todo el mundo.
-Lo sé. Eres igual a Do en ese sentido. Lo que no entiendo es cómo aun no
se llevan bien siendo tan iguales entre ustedes.
-Otro idiota más. ¿Te está molestando? Puedo tomar tu teléfono y también
aclararle un par de cosas.
-No. Tranquila. Tom es un idiota. Lo acepto. Pero Do no lo es. Es una gran
persona. Y un buen hombre. –Ty duda en silencio y yo acostumbrada a sus
discusiones no continuo con el tema.
-¿Por qué aun no le has contado sobre el tema a tu amigo?
-Por la misma razón de hace un momento. Con la diferencia que tú tienes
más autocontrol. Do a veces es más… impulsivo. Y sus contactos son
más… peligrosos.
Asiente y suelta una risa. –Tienes razón. En fin, volvamos a clase. Debo
repasar para mi examen.
Volvimos de la universidad Do, Lei, Cay y yo, Fushian dijo que tenía que
hacer unas cosas urgentes.
-Do, ¿puedes llevarme al centro por unas cosas? Prometo no tardarme. –
pido antes que vayan a encerrarse a su cueva en el subsuelo. Había bajado
algunas veces pero los lugares bajo la tierra simplemente no eran para mí.
-Lo siento enana, tenemos que enviar unos presupuestos urgentemente.
¿Lei puedes acompañarla? –lo mire sorprendida, a mi no me consulto si
quiero que me acompañe
Lei.
Este asiente y Do lo mira agradecido, ¡no soy una niña! –Cuídala, parece
una mujer pero es una niña de corazón. –dice revolviendo mi cabello.
Me quejo en voz alta, se está ganando una buena patada pienso mientras
arreglo mi cabello. Miro a Lei y no sé interpretar su expresión. Es una
combinación de en blanco pero indiferente. –No tienes que hacer esto si no
quieres. Do es un exagerado, puedo cuidarme sola. Soy cinturón azul en
taekuondo.
Lei suelta una sonrisa. – ¿Por qué solo cinturón azul?
-Porque lo practique por algunos años pero resulta que no me gusta así
que solo sé defenderme y poco más. Puedo probar tirándote, ¿quieres
intentarlo? –pregunto utilizando un tono amenazador.
Niega y camina hacia la puerta. –Vamos. Tú nos protegerás y si alguien
intenta hacernos daño lo podrás tirar.
-Me parece bien. –acepto siguiéndolo. La última vez que lo intente deje
hospitalizado al muchacho. Está bien, pudo haber sido porque aplique un
poco más de fuerza de la que debería haber utilizado pero en mi defensa él
había querido propasarse conmigo.
Caminamos en silencio. Había sido una buena idea elegir esta fecha para
visitar la ciudad, el cielo estaba despejado en un azul profundo sin una
nube. El sol nos acompañaba brillando en lo alto recargándonos de energía.
No puedo evitar cerrar los ojos e inclinar la cabeza hacia arriba disfrutando
del calor. Los arboles tenían pequeños brotes de flores y algunos jardines
estaban repletas de flores de colores. Una casa tenía un hermoso jardín con
arbustos, dos estatuas de dragones y un precioso camino decorado con
flores tulipanes de distintos colores. Tomo muchas fotos de las flores y los
árboles.
Continuo caminando pero no encuentro a Lei, desvío la mirada buscándolo
y en su lugar veo un hermoso pasillo de arboles de cerezo. Inmediatamente
me dirijo sin poder apartar la vista. Creaba un escenario especial, las copas
de los arboles tapando el cielo pero algunos rayos de sol se filtraban entre
las ramas y las flores brillaban por la luz. Me llega el dulce aroma de las
flores y de la primavera. Subo mi mano y acaricio una flor sintiéndola tan
delicada y suave. Desvío la mirada de nuevo hacia arriba y tomo unas fotos
más. De pronto al final del pasillo veo la sombra de un hombre. Es alto y
camina hacia mí decidido. Antes que me diera cuenta mi cámara había
captado una foto suya. Es que no podía haberlo evitado, la imagen era tan
hermosa, el sol creaba luces y sombras sobre su cuerpo cubriendo su rostro
dejando ver algo de su ropa y su cabello castaño claro. El hombre se
detiene ante mí dándole la luz suficiente para que pueda ver su rostro, es
Lei.
-Al fin te encuentro, ¿qué haces aquí? –pregunta mirándome preocupado un
segundo y luego volviendo a su expresión de indiferencia.
-Estaba tomando unas fotos. –digo señalando los arboles. Lei levanto las
cejas y asiente metiendo las manos en sus bolsillos. –Es hermoso, ¿no
crees? –pregunto girando sobre mis pies no queriéndome ir del lugar. Pero
él solo meneo la cabeza restándole importancia. Lo mire sorprendida.
¿Cómo podía no gustarle? El lugar es hermoso. Una ráfaga de viento
levanto unos pétalos del suelo haciéndolos volar alrededor nuestro. –
¿Cómo puede no gustarte? Este lugar es mágico –digo volviendo a girar
siguiendo los pétalos. El lugar se prestaba para bailar un delicado vals con
Mozart tecleando sus sinfónicas notas. Dejarse llevar por la música
sintiendo la luz del sol por momentos rodeados del exquisito aroma de las
flores.
-¿Terminaste? –pregunta inclinando la cabeza sin más paciencia.
Su comentario me sorprende rompiendo mi imagen de ensoñación y me
enoja. Queriéndome demorar un poco más tomo un punado de flores entre
mis manos y lo lanzo al aire pero una ráfaga de viento lleva los pétalos
hacia la cara de Lei algunos quedando entre su cabello y uno o dos
entrando a su boca ahogándolo. Tose liberándose de los pétalos mientras yo
me rio sin poder evitarlo. Me mira queriéndome silenciarme pero a penas lo
noto entre mis ojos casi cerrados por la risa.
-¿Estás bien? –pregunto una vez me calme pero dejando salir una risas
más.
-Vámonos. –dice dándome la espalda comenzando a caminar.
-Espera, tienes algunos pétalos entre el cabello. –dijo poniéndome delante
suyo señalando su cabeza. La sacude solucionando el problema pero aun le
veo algunos. – Aquí. –digo señalando su frente. Levanta las cejas mirando
hacia arriba y sonrió negando con la cabeza. Baja sus ojos hacia los míos y
se resigna inclinándose hacia mí. Me acerco unos pasos, subo la mano
quitando los pétalos sintiendo lo suave que es y me llega un aroma distinto.
Más cálido y masculino, es el perfume de Lei. Siento sus ojos recorrer mi
cara haciéndome sentir extraña, quizás me acerque demasiado. Termino de
retirar el último pétalo y bajo la mirada. Nuestros ojos se encuentran
ninguno desvía la mirada y comienza una guerra en donde lleva ventaja
porque sus ojos son más fuertes atrapando los míos sin dejarme mover.
Siento su cuerpo acercarse un paso, mi respiración se corta y mis mejillas
se sonrojan. Él sigue mirándome sin cambiar la expresión y sin apartar la
mirada haciéndome sentir frágil y pequeña ante él.
-Vámonos. –repite rodeándome para caminar.
Lo sigo en silencio. Cuando salimos vuelvo la cabeza al pasillo
preguntándome que sucedió. ¿Qué fue lo que sentí? ¿Qué fue ese extraño
sentimiento de calidez y hormigueo al sentirlo tan cerca? Miro de reojo a
Lei mantenía sus manos en sus bolsillos, dando pasos tranquilos y relajados
y aunque su expresión era calmada su ceño estaba un poco fruncido. Desvío
la mirada antes de que me note mirándolo pero siento sus ojos
observándome un momento.
Llegamos al centro comercial y subimos por las escaleras mecánicas al
segundo piso. Me emociono cuando entramos a un local que vendía
distintos variedades de objetos, todo es tan lindo y tierno. Lei me sigue sin
prestar mucha atención a nada mientras que yo disfruto mirando con
ternura cada objeto algunos los miraba más de cerca y se los enseño a Lei
pero él solo asiente manteniendo su expresión neutra.
Levanto un precioso pato de peluche y apuntando hacia Lei presiono su
pata. Soplo haciendo el sonido propio de un pato tomándonos de sorpresa.
Suelto una risa. – ¡Es muy tierno!
Lei se detiene un momento pero sigue caminando. Hago una mueca, no
tiene sensibilidad. Dejo el pato en su lugar y camino siguiendo a Lei. De
pronto al final del pasillo mis ojos ven algo tan perfecto y digno de admirar
que en un impulso agarro a Lei del brazo inclinándome hacia su cuerpo. Él
me mira con sorpresa pero antes de que pueda hablar señalo hacia donde
estaba mirando.
-Oh, no. –susurra Lei corriendo la mirada aburrido.
Dejo salir una exclamación de ternura al ver una pared repleta de pequeños
peluches del oso Pudding.
-¡Oh por Dios! Necesito uno. –susurre atrapando uno y apretándolo contra
mi pecho. -Llévate uno. –dice Lei y presiona una pata haciendo que el oso
suelte un tierno sonido.
-¡Voy a necesitar más de uno. Los quiero todos! –digo mirando hacia la
pared.
Ideando alguna manera de poder llevármelos todos.
-Bien ya tienes uno. Vamos. –dice girándose para irse del lugar.
-No, espera. –lo miro seria. Era un trabajo que solo podía hacer él o una
escalera pero no veía ninguna cerca así que era él sí o si. –Necesito ese. –
señalé el más alto y el más grande, al final de las estanterías. No sé cómo se
mantenía allí arriba siendo tan grande pero lo necesitaba y sabía que me
necesitaba.
-¿Y por qué tengo que hacerlo yo? –pregunta. Desvío los ojos de él hacia el
oso grande y de vuelta hacia él invitándolo a bajármelo.
-¡Por favor! No veo a nadie más por aquí. ¡Además yo sé que tú puedes!
Con tu súper fuerza de macho alfa y altura máxima que llegas a tocar el
cielo. –me calle cuando me mira fijamente. – ¿Es mucho?
-Te voy a mandar a ti al cielo. –exclamo en un susurro con tono sin
paciencia.
Suprimo una risa sonriendo tiernamente. –Con que me bajes el oso me
alcanza.
Mantiene la mirada un momento más y luego se acerca al estante y de un
solo movimiento lo baja. Ni siquiera tuvo que ponerse de puntas de pie.
Lo lanzo al aire para volver a atraparlo cuando me lo entrega. –Gracias,
Lei. Es demasiado precioso. –Mire enamorada sus ojos y su tierna naricita.
Se lo enseño a Lei.
–Mira su linda nariz y sus orejas. ¡Quiero apretarlas! –digo apretándolo
contra mí.
Lei sonríe un momento pero vuelve a su expresión de indiferencia. –
¿Necesitas algo más o solo vinimos por un peluche?
Asiento caminando hacia la sección de indumentaria. -Necesito unas
pantuflas y una manta.
-¿No hay en casa de Do?
-Sí, incluso me prestó una pero siempre tengo frío así que necesito comprar
otra. – digo mientras elijo una lindas y felpudas pantuflas blancas. Lei
asiente. Le paso mi oso mientras veo las distintas mantas. Agarro una de
color crema que tiene dibujos difuminados de huellas de patas de conejo.
-¿Tienes que comprar algo? –pregunto siguiéndolo fuera del local. Detiene
sus pasos y se gira mirándome. Niega y sonrío lo más dulcemente que
pueda. –Necesito un último favor. Tengo que ir al segundo piso así que tú y
mi pudding me esperaran aquí, ¿sí?
¡Vuelvo en un momento! –digo apresurada y le coloco en brazos a mi oso.
Camino hacia las escaleras mecánicas rápidamente. Miro de reojo a Lei y
está dónde lo deje con pudding en sus brazos, se ve muy tierno. No quería
que me acompañara. Además de que no podría, me moriría de vergüenza.
Ty me había recomendado el local de indumentaria interior por la variedad
de opciones que tenia. Necesitaba uno blanco y simple. Después miraría las
opciones pero me negaba rotundamente a tener a Lei de acompañante
mientras yo decidía. Conseguí justo el que necesitaba y uno precioso
también en blanco con terminados en broderie.
Vuelvo al lugar donde estaba Lei pero solo veo a pudding se encontraba
sentado con una pata fuera colgando del banco. Lo tomo en mis brazos
abrazándolo. Que cruel era Lei. ¿Cómo va a dejarlo aquí solo? ¿Y si me lo
roban?
-¿Qué haces? –escucho atrás mío. Giro sobre mis pies y veo a Lei con
pudding en sus brazos. –Este es el tuyo. Ese es del local, déjalo ahí. –dice
señalando hacia el local.
Suelto una exclamación y asiento volviendo a sentar al oso. Acomodo sus
patas colocándolo bien derecho.
Caminamos de vuelta a casa de Do, Lei se ofreció a ayudarme con las
bolsas ya que yo tenía a pudding en brazos. Nos encontramos a Do luego de
subir las escaleras, él salía de su habitación. Nos mira y sus cejas se juntan.
Sabía lo que significaba ese gesto, venía el reproche.
-¿Le compraste un peluche? –le reprocha a Lei.
-Lo compre yo misma. –digo mirándolo fijamente.
-Es horrible.
-A Ying le encantaría tener uno. –digo provocándolo y sonrío cuando se
transforma su sonrisa burlona a una en problemas.
-¡Es lindo! ¿Dónde lo compraste?
-Un gesto. Una carta, un peluche, una flor. Ya no quedan hombres
románticos en el mundo. –digo mirándolos decepcionada.
-Yo soy muy romántico. –se excusa Do buscando la confirmación
mirándolo a Lei. Este hace un gesto de duda y yo niego con la cabeza
rodeándolo y caminando hacia mi habitación.
Capítulo V
-¿Amigos? ¿Y quién cree eso tú, él o yo? –La miro seria mientras sigo
buscando un libro de economía en la sección de la biblioteca. Ty me
ayudaba con otros tres libros que necesitaba repasar para mi examen final.
Le había contado nuestra nueva travesía pero no me creía mi nuevo plan
para salvar mi corazón. –La amistad entre el hombre y la mujer no se
puede. Tarde o temprano termina.
-Sí se puede. Existe la amistad entre el hombre y la mujer.
-No existe. Siempre uno de los dos está enamorado.
-Eso no es verdad. Do es mi amigo, Matthew también.
-Hang Do es como tu hermano de toda la vida y Matthew nunca quiso ser
tu amigo, tú lo dejaste ahí. Además Lei tampoco quiere ser tu amigo, un
amigo no sigue a otro bajo del agua y lo besa. Él no se anima a aceptar sus
sentimientos por ti.
Sí, yo pensaba lo mismo pero me comenzaba a gustar la idea de ser amiga
de Lei. Amigos de música. Amigos de amigos. Además lo vería seguido en
casa de Do, de esa manera ya no sentiría los nervios traicioneros cuando lo
encontrara. –Sé que puede parecer extraño pero creo que es lo mejor para
ambos. Verlo como amigo y resguardar mi corazón.
-¿Pero él te vera como una amiga?
-No lo sé, creo que ahí ya es… asunto de él. Tengo que seguir viéndolo casi
a diario porque es el mejor amigo de mi mejor amigo y además estoy
cansada de llorar por amor. Mañana es un día muy importante en mi vida y
el mes que viene si todo sale bien iré a cumplir mi sueño de conocer a los
pandas. Quiero estar sola y no preocuparme por hombres o el amor. Y
disfrutar de la vida.
Ty deja mis libros sobre la mesa y me aplaude en silencio ya que si no la
bibliotecaria nos amonestaría y asiente a mi plan.
Luego de dejar mi bolso con mis libros en casa de Do y cambiarme de
atuendo por uno más cómodo, Ty me acompaña a elegir mi vestido para el
concurso. Quería algo blanco, con mangas largas y largo. Recorrimos
varias tiendas pero no me gustaba ningún modelo o me quedaban grandes o
muy pequeños.
Decidimos comprar unas bebidas mientras nos tomábamos un recreo de las
compras.
Al final la ganadora fue Ty que había conseguido más ropa.
Finalmente encuentro el vestido y era exactamente como lo había
imaginado. Me sentía tan triste no poder compartir esto con mi familia, al
menos contarle a mi tío y creo que invitarlo para que asista ya era algo
superior pero sabía que si le decía algo sobre el concurso comenzaría su
discurso de que estoy perdiendo el tiempo y que vuelva lo antes posible
antes de que me desvíe del camino. Pero sentía que donde estuvieran mis
padres estarían felices. Algo en mi interior me decía que se alegrarían al
saber sobre el concurso y estarían orgullosos. Podía imaginar a mi mamá
saltando de alegría con lágrimas en los ojos felicitándome y a mi padre
aunque repitiéndome que no descuide mis estudios, siguiera mi corazón
hasta el final y viera a donde me llevaba. Que lo intentara. Y lo haría.
Disfrutaría la oportunidad y estaría agradecida por permitirme vivirla.
Esa noche sueño con las partituras y el concurso, estaba tan ansiosa que mi
mente no dejaba de tocar las notas, melodías, tiempos. Así que realmente
temprano decido dejar de dar vueltas en la cama y comenzar mi día.
Luego de bañarme y terminar de maquillarme, decidí bajar a comer algo.
Nervios con el estomago vacio no eran una buena combinación.
-Buen día, Do. –lo saludo cuando lo encuentro terminándose un plato de
fideos.
Envidiaba como podía desayunar tanto en tan poco tiempo.
-Enana, estás preciosa. –dice refiriéndose a mi maquillaje porque seguía
con mi bata y el pijama, aun no me colocaba el vestido.
-Gracias, Do. ¿Tú me llevaras, verdad?
-¿Yo? Lo siento. No puedo llegarme. Tengo que buscar a Ying. –Abro los
ojos sorprendida y preocupada. Quizás podía pedirle a Lei o a Fushian pero
me sentiría más cómoda con Do. De pronto comienza a reírse. –Es una
broma, tonta. Claro que te llevaré. Después iré a buscar a Ying, ella
tampoco quiere perdérselo.
Inclinándome le golpeo el hombro. –¡No es día para hacerme bromas!
-Lo siento, lo siento. ¿Cómo estás? –Asiento comenzando a comer mi
desayuno. –No te preocupes lo peor que puede pasar es que te
descompongas cuando subas al escenario.
La cuchara en mis labios se congela al imaginarme que eso ocurra. No lo
había pensado.
Do vuelve a reír y vuelvo a golpearlo esta vez más fuerte. –Contigo no se
puede.
-Es para quitarte los nervios. ¿Lo logre?
-No.
-Oh… entonces ve a cambiarte, se te hará tarde.
Mejor. Do solo había conseguido darme más nervios. Mi teléfono suena
cuando estoy subiendo las escaleras. Es Ty.
-¿Cómo estás?
Nerviosa. Ansiosa. Alterada. Emocionada. ¿Cual digo primero? –Bien,
creo.
-Lo harás genial estoy segura. ¿Ya estás lista? ¿Necesitas algo?
Hablamos un rato más y logra calmarme y convertir mis nervios por
emoción y seguridad al saber que ensayamos mucho y ambos daríamos lo
mejor de nosotros.
Termino de cambiarme y tomo mi abrigo bajando las escaleras. Encuentro a
todos abajo.
-Está muy hermosa, señorita. –dice el señor Mintong ayudándome a colocar
mi abrigo.
-Le agradezco, señor Mintong.
-¿Vamos? –pregunta Do. Los chicos ya salieron y asiento tomando una
respiración.
-Estás preciosa. –dice Ying atrapando mi brazo caminando a mi lado.
-Gracias, Ying. ¡No puedo creer que llegó el día! –digo mordiendo mi labio
inferior.
-Ganaran. Son los mejores, estoy segura. –comenta animándome mientras
subimos al auto de Do. Asiento convenciéndome también.
Llegamos al teatro y es increíblemente hermoso. Está decorado con finos
adornos y todo es brillante y delicado. Encontramos a Lei hablando con el
profesor Han-Tu Lu y rápidamente me acerco a saludar. Mis ojos se posan
en Lei y en lo lindo que se ve con el traje en color blanco, su camisa
también es blanca con un leve cuello y está increíblemente elegante.
Lei no quita la mirada sobre mí y el profesor se inclina en forma de saludo.
–Se ve verdaderamente espectacular, señorita Luce. –comenta y es la
primera vez que lo veo sonreír. Tiene una tímida sonrisa pero es cálida.
-Se lo agradezco de verdad, profesor. –inclino mi cuerpo en
agradecimiento. Ambos miramos a Lei pero continúa en silencio.
-Deberían ir a prepararse. Faltan dos lugares y siguen ustedes. –Asiento
preparándome mentalmente. –No lo olviden, toquen con el alma, sin
importar el resultado, disfruten de esta increíble experiencia.
Sonrío agradeciéndole mentalmente, que lindas palabras.
Caminamos hacia bastidores y masajeo mis dedos quitando los últimos
nervios que siempre aparecían.
-Hey, tranquila, lo harás muy bien. –dice Lei notando mis manos temblar.
Asiento alisando una arruga invisible en mi vestido. Lei toma mis manos y
entrelaza nuestros dedos. – Haremos esto juntos, ¿recuerdas?
Asiento y escucho que llaman nuestra universidad y nuestros nombres.
-Por cierto, estás bellísima. –dice Lei mientras caminamos hacia el
escenario. Lo miro sorprendida y él sonríe mostrando su sonrisa grande y
dulce.
Se acomoda en su lugar tomando el violín y yo tomo asiento colocando mis
manos sobre las teclas del piano en posición.
Comenzamos a tocar y siento miles de miradas pero su mirada es la única
que me concentro. También lo miro y siento que por un instante nuestros
corazones se sincronizan. Es tan hermoso como la primera vez que tocamos
juntos. La canción se siente mucho más especial. Puede ser por la acústica
de estar en el teatro con las luces sobre nosotros y solo nuestros
instrumentos encendidos pero se escucha mucho más mágica que todas las
veces anteriores. Es increíble y tocamos perfectamente sin dejar de
mirarnos y animarnos entre nosotros. Es una mirada distinta, se siente como
si pudiera contar con él y él se apoya en mí. Se crea una complicidad nueva
entre nuestras miradas.
La canción termina, Lei toma mi mano y parados sobre el centro del
escenario nos inclinamos agradeciendo. Escucho los aplausos y mis labios
sonríen tanto que en cualquier momento podría soltar alguna lágrima pero
me contengo y volvemos a bastidores.
-Eso fue… increíble. –digo mientras tomo asiento sintiendo mi cuerpo una
gelatina.
Lei toma asiento a mi lado y sonríe de acuerdo a mis palabras.
Cierro los ojos dejando descansar a mi mente mientras escuchamos los
demás participantes. Ciento la mirada de Lei y abro los ojos encontrándome
con su rostro hacia mí.
-Te lo dije. –dice sonriendo. Suelto una risa y meneo la cabeza. -Estoy
orgulloso de ti.
Mis mejillas se sonrojan y él suelta una sonrisa acariciando mi mano sobre
el asiento. Entrelaza nuestros dedos pequeños y escuchamos que finaliza el
concurso. Vemos el presentador salir a escena, agradece a todos los
participantes y muestra el sobre cerrado con el resultado.
Estamos parados junto a demás competidores y solo pido con todas mis
fuerzas que ganemos. El presentador hace una pausa mientras abre el sobre
y de pronto escucho:
‘’Universidad de Qianzin’’ y nuestros nombres.
Sorprendidos y atontados subimos al escenario para recibir el premio, que
lo toma Lei mientras yo agradezco infinidad de veces y me entregan un
precio ramo de flores. Nos inclinamos hacia los jueces y hacia el público
volviendo a agradecer y Lei me ayuda a bajar del escenario ya que no pude
aguantar y suelto algunas lágrimas que me impiden ver el camino.
Llegamos tras bastidores y Lei me toma entre sus brazos abrazándome
fuertemente. Sonrío emocionada correspondiendo su abrazo. Se aleja
inclinándose hacia atrás pero mantiene sus brazos firmes. Acaricia mi
mejilla limpiando una lágrima que se escapo y sonríe volviendo a acercarse
lentamente. Su mirada está fija en mis labios y la mía en los suyos.
Escuchamos aplausos y festejos atrás nuestro y me separo soltando a Lei
pero él no me deja ir, mantiene su brazo en mi cintura.
-Estoy orgulloso de ti. Eres asombrosa. –dice Do viendo que Lei no se aleja
y tomándome entre sus brazos me acerca separándonos. –Lo hiciste genial,
enana. –dice luego de soltarme y da unas palmaditas a mi espalda.
-Gracias, Do. ¡Aun no puedo creer que ganamos! ¡Estoy tan feliz! –digo
levantando los brazos y Ying se une a mi festejo aplaudiendo igual de
emocionada.
-¡Déjenme pasar, soy su mejor amiga! –escucho que se queja Ty.
Finalmente la veo y corre hacia mí. Casi salta abrazándome y me derriba.
Esta más emocionada que yo. – ¡Lo hiciste! ¡Lo hiciste! ¡Sabía que lo
lograrías! ¡Eres la mejor, amiga! Arrasaste, literalmente. Incluso vi a varios
del jurado limpiándose algunas lágrimas. Amaron su canción. –habla
rápidamente aplaudiendo feliz.
Le agradezco celebrando junto a ella. Miro un momento a Lei y noto
muchas chicas lo saludan y felicitan pero él mira sin prestar atención a
nadie. Sus ojos encuentran los míos y desvío la mirada rápidamente.
Do decide invitarnos a comer para festejar y aceptamos siguiéndolo al
estacionamiento. Ty entrelaza mi brazo mientras seguimos hablando de la
canción.
-Ani. –me detiene Feng antes de que salgamos del teatro. Ty suelta mi
brazo y me acerco a su lado. –Quería felicitarte por el triunfo. Estuviste
realmente grandiosa. –me entrega un gran ramo de flores.
Acerco el ramo a mi rostro y huelo las flores. Veo rosas de diferentes
colores, jazmín y algunas pequeñas margaritas. Era precioso. –Gracias,
Feng. Es hermoso.
Sonríe asintiendo y se aleja. Vuelvo hacia Ty y encuentro a Lei mirándome
con una expresión un poco molesta y seria. Sigo caminando desviando la
mirada y me encuentro con Do. Caminamos todos juntos hacia el
estacionamiento.
-Tú elijes la comida, enana. ¿Qué te gustaría?
-Pollo. –digo sin pensarlo. Me encanta el pollo en todas sus variedades. Y
siempre que visitaba Shanghái íbamos a un precioso restaurante donde
asaban el pollo de una forma deliciosa.
Do me lee la mente y asiente sabiendo a donde me refiero. Conducimos
hasta allí. Esta con poco concurrido así que nos sentamos todos en una
mesa amplia. Había dejado mis ramos en el auto de Ty para que no ocupen
lugar. Suena mi teléfono avisándome de un nuevo mensaje. Lo veo sin abrir
y veo que está en italiano. Siento una mirada y descubro a Lei también
viendo el mensaje. Bloqueo el teléfono esquivando su mirada seria y
preocupada y la fijo en cualquier otro lugar, como la mesa y luego a
Fushian y Cay que intentan decidir qué ordenar.
Llega nuestra comida y felizmente degustamos una gran variedad de
platillos, ya que los chicos aprovechándose que Do invita, pidieron muchos
tipos de comidas.
Mi teléfono sigue vibrando en mi abrigo e intento ignorarlo pero Lei no, él
lo mira mientras toma un trocito de carne, luego mientras bebe su bebida,
mientras revisa su teléfono y cada vez que lo mira sube la mirada hacia mí
tentándome a que responda pero sé quién es y que quiere y no pienso
responderle, así que solo niego con la cabeza lo más disimulada que puedo.
-Te digo la verdad, nunca me respondió. –dice Ty enseñándome su teléfono.
Su novio no le respondía hace una semana y Ty era de las que pierde la
paciencia muy rápido, estaba entre mandarlo a Singapur o llamar a la
policía para reportarlo como desaparecido.
Suelto una risa y noto a Lei inclinarse hacia mi asiento y caminar hacia la
salida. Él… ¿no lo haría cierto? Reviso mi abrigo y no encuentro mi
teléfono. ¡Lo hizo! Camino apresurada hacia la salida y lo encuentro a la
vuelta del restaurante hablando por mi teléfono. Me acerco despacio
escuchando su conversación.
-Sono più che il suo ragazzo, sono il suo fidanzato, quindi non chiamare più
questo numero o avvierò io stesso un'azione legale. (Soy más que su novio,
soy su prometido, así que no vuelvas a llamar a este número o yo mismo
empezare acciones legales) – dice en italiano. Cuelga y gira hacia atrás
cruzándose conmigo. Detiene sus pasos sosteniéndome la mirada.
-¿Por qué hiciste eso? No puedes decirle a Tom que eres mi prometido por
teléfono. – Pregunto quitándole mi teléfono.
-¿Por qué no?
-Porque no es verdad. ¿Qué somos? ¿Compañeros, amigos?
-Eres mucho más que mi compañera.
-Bien, entonces si somos amigos, compórtate como mi amigo.
Inicia una guerra de miradas en silencio porque no responde nada más.
Dejo salir el aire desviando la mirada y vuelvo al restaurante. Ty me
pregunta con la mirada que fue eso pero niego con la cabeza, luego le
explicaría cuando yo también entendiera que acababa de suceder.
Lei vuelve un momento después y permanecemos en silencio. Los chicos
continúan contándonos experiencias y comemos el postre. Yo pido una
porción de helado que comparto con Ty porque era muy grande. Disfruto
comiendo, tiene galletas por encima. Me retiro un momento al baño y
cuando regreso Lei ya no está. Vuelvo a casa de Do junto a él y Ying.
Cuelgo mi abrigo en mi habitación y veo un papel en un bolsillo.
‘’Fue escrita para ti. Es tuya. Siempre lo fue.’’
Está escrito en el dorso. Desdoblo el papel y descubro que es la canción de
Lei. La canción que cantamos en el concurso que no estaba terminada,
ahora lo está.
Camino hacia el balcón sentándome en un asiento y vuelvo a abrir la hoja
leyendo las estrofas.
‘’Desde que te vi, supe que eras mía
Contigo cumpliríamos sueños y apreciaríamos las estrellas
Sentir el viento se siente diferente, trae el aroma de tu perfume
Disfrutar de una mañana soleada o una noche de luna llena
Cantar contigo y sentir mi alma
Disfrutar de los momentos más simples
Despejar las nubes, volver a sentir el sol
Iluminar mis días con tu sonrisa
Tomar un té juntos en el jardín con el sol brillando
Cantar contigo y sentir mi alma
Disfrutar de los momentos más simples
Tú mereces el mundo y la galaxia por eso
La alegría brilla en tus ojos y no quiero apagarla
Sé que no comprendes los silencios y
No te merezco pero quiero estar todo el camino contigo.’’
Lágrimas caen mojando el papel mientras una sonrisa nace en mis labios.
Es tan hermosa.
Tan profunda y tan él. Limpio mis mejillas y ciento su aroma en la hoja.
Leo y vuelvo a leer la letra hasta que veo salir el sol y se me ocurre la idea
de escucharla con la verdadera música de fondo. Corro hasta la habitación
con mi piano y comienzo a tocarla cantando la letra de Lei. Nuevas
lágrimas escapan de mis ojos pero son de plena felicidad. Guardo la hoja en
el interior de la caja de resonancia sin obstruir las cuerdas. Sería un secreto
nuestro y el piano sería el guardián de mantenerlo a salvo.
Capítulo XI
Al otro día, Lei me había avisado que saldríamos para el templo Lingyin
muy temprano por la mañana así que cuando me envía mensaje de buenos
días yo ya estaba despierta y lista para partir. Lo espero en el comedor
mientras pruebo algunos alimentos y él también desayuna antes de irnos.
Llegamos al templo y era inmensamente grande. No sabía hacia dónde
mirar o donde empezaríamos primero. Todo estaba señalizado y rodeado de
árboles grandes y altos hasta el cielo. Se respiraba un aire de calma y paz
que era precioso. Lei se acerca a una señora y le pidió algo señalándome y
sonriendo. No logro escuchar su conversación y cuando se acerca
asintiendo y sonriendo hacia mí miro a Lei asustada. La señora me conduce
hacia una habitación pero Lei me tranquiliza asintiendo dejándome guiar.
La señora me muestra distintos trajes tradicionales y combinando con mis
rasgos dándome a elegir el que quisiera. Escojo uno en color rojo. Han fu
me exlica que se llama. Es una túnica que envuelve la cintura, llegaba a la
altura de la rodilla con mangas muy anchas y largas y una falda llamada
chang también ligera que cae hasta los tobillos. Ambas eran de seda. Y
luego para el peinado me recoge solo unos mechones delanteros dejando
algunos cabellos sueltos dándole forma de un moño sujetándolo con un
broche pasador y le agrega en decoración unas cintas de seda que caían al
final de él a lo largo de mi cabello.
Me deja verme en un espejo y giro sobre mis pies para verme completa. Es
precioso, parecía una antigua dama china. La señora sonríe inclinándose y
le devuelvo el gesto agradeciéndole el tiempo que se tomo ayudándome a
vestirme y peinarme. Me entrega un abanico y me explica que lo utilice
solo para casos especiales. Recuerdo que antiguamente se utilizaba para
coquetear y mis mejillas se sonrojaron. No era esa mi intensión pero lo
acepto agradeciéndole.
Busco a Lei y solo algunas personas me miran disimuladamente de reojo
pero distingo muchas mujeres vestidas similares a mí así que era bastante
normal. Me encuentro con él y se acerca sonriendo. Su mirada recorre mi
cuerpo y vuelve a mis ojos, se inclina mostrando su respeto y mis mejillas
se vuelven a sonrojar. Abro mi abanico mirándolo por encima como había
visto que hacían en las películas y me inclino mostrándole mis respetos.
Cuando me enderezo y vuelvo la mirada hacia Lei por primera vez lo veo
sonrojado, su sonrisa se mantiene y me mira fijamente con las mejillas con
un color levemente rosado. Él también se cambio pero solo tiene una túnica
sobre su ropa diría. Es igual de larga que la mía y de una tonalidad rojo más
oscura casi negra con unos diseños orientales ambientales.
Le sienta bien la combinación, hace un contraste con su imagen cotidiana
de chico tímido.
Pero me gusta, no puedo quitar la vista de él.
-¿Vamos? –pregunto comenzando a caminar.
-No, espera –dice tomando mi brazo rápidamente deteniendo mis pasos.
Queda un momento en silencio y saca mi cámara de su bolso que le había
dado cuando llegamos. – Necesitas hacerte una foto. Es por buena suerte.
Sonrío y poso junto a las puertas del templo. Me toma varias fotos así que
hago varias poses subiendo mis manos, inclinando mi cabeza hacia atrás,
una que me saca desde atrás viendo hacia el templo. Pero luego niego con
la cabeza tapando mi rostro. Ya eran muchas fotos. Riéndome le quito la
cámara y le tomo fotos a él. Luego de unas poses, comenzamos el
recorrido.
-Bienvenida al Salón de los Reyes Celestiales, es la entrada formal del
templo. –explica Lei era larga y muy ancha. Y tenía dos aleros. Al frente
ponía una placa. –Está escrita por el emperador Kangxi. Fue el emperador
de la dinastía Qing. La estatua principal es Buda Maitreya en su
manifestación como la bolsa de tela monje. –me señala el gran Buda
sentado riéndose. –En la parte posterior, frente a la colina, es la Bodhisattva
Weituo.
Asiento prestando atención a sus explicaciones mientras observábamos las
demás estatuas. Eran impresionantemente grandes, de piedra con leves
marcas por el paso de los años. Los pájaros cantaban mientras seguimos
recorriendo encontrando más estatuas, piedras grandes, manantiales con
agua cristalina con pequeñas hojas de la vegetación flotando. Luego
entramos al Salón de Buda de la Medicina. Lei me explica que era la
tercera sala en el templo del Alma Escondido, el Hall Buda de la Medicina,
estaba situada detrás del Grand Hall. Estaba flanqueado por dos
Bodhisattvas,
Suryaprabha y Candraprabha. Simbolizaban la luz del sol y de la luna. Eran
preciosos.
-Aquí veneran la estatua de Sakyamuni Buda, es la mayor estatua budista
de madera en China. –susurra Lei inclinándose hacia mí para no molestar a
los que estaban rezando. Muchos se quedaban largos momentos
observándolo o se inclinaban mostrando sus respetos y peticiones a la
estatua. Era muy grande, Lei dijo que se tallo en 1956 en el estilo de la
dinastía Tang y se recubre con 60 taels de oro. Era impactante.
Continuamos el recorrido mientras Lei continua explicando sobre demás
temas históricos que escuchaba fascinada, me encantaba que supiera tanto
sobre historia, era precioso escuchar las historias originales viendo los
lugares en vivo, hacia la experiencia mucho más real. Llegamos a un nuevo
templo con un mural de piedra por fuera en uno de los laterales. Estaban
talladas figuras de animales, plantas y demás inscripciones del templo. Es
mi parte favorita.
-Leones de Fu o perros de Fu. Pinyin, shíshi. –explica Lei cuando me quedo
fascinada observando el animal. Es como un león con cabeza de dragón. –
Son considerados como un símbolo de protección contra malos espíritus,
malas energías y malas personas. Se solían adornar palacios, edificios y
hogares con figuras de estas criaturas en parejas, formadas por un macho y
una hembra. En la antigüedad, cuando se origino la figura llegando a los
hogares, solía decirse que el león Fu macho tenía encomendada la tarea de
proteger a los integrantes del hogar fuera de este mientras que la hembra
protegía el hogar.
-Me encantan. Son hermosos. –digo acercándome a observarlos a detalle.
Sonrío admirando su boca abierta mostrando los colmillos y la lengua y sus
ojos muy abiertos.
Pasamos por delante de una plantación de bambú y me detengo
involuntariamente, observándolos más de la cuenta. Conocía los bambús de
toda la vida pero era increíble ver los grandes y largos tallos en persona.
-Estás más cerca. –comenta Lei a mi lado. Me encojo de hombros, se estaba
siendo larga la espera para visitar los pandas pero era un sueño que no
abandonaría.
Mantengo mi sonrisa mirándolo.
-Pronto estaré ahí. El mes que viene que no tenemos exámenes ni fechas
importantes.
Lei asiente y continuamos caminando. Finalmente llegamos al Salón de
Quinientos Arhats.
-Es actualmente la mayor sala de Arhats en China. Cada estatua es de 1,7
metros de altura y 1,3 metros de ancho. Sus partes del cuerpo de color luz
bronce se tallan en varias posturas originarias de la época. –me cuenta
mientras recorremos la estructura.
Es muy hermoso. Sus techos con doble aleros sobresalían hacia arriba.
Había más de 500 estatuas de bronce con posturas armoniosas y líneas
suaves. Subimos unas escaleras llegando a lo alto del templo donde nos
ofrecen el té originario en una bandeja donde lo podíamos servir nosotros.
Nos sentamos viendo el paisaje y disfrutamos el té.
-Así debieron haber tomado el té tus antepasados. –digo mirando hacia al
frente con la taza sobre mis manos.
-Mis antepasados tomaban té dentro del templo, eran reyes. Yo estoy
rompiendo las reglas al tomarlo afuera aquí contigo.
Retengo una risa y asiento siguiéndole el juego. –Y con una extranjera. No
estaba bien visto en aquella época.
-Eso no es problema. Como heredero puedo nombrarte princesa y quedarías
como invitada de honor al templo. –Su expresión se torno seria y
mirándome fijo asiente. –Te nombro princesa y la montaña lo aprueba con
su brisa moviendo las copas de los arboles. Ahora debes darme algo para
que simbolice que lo aceptas. –inclinándose susurra la última oración.
Comienzo a buscar pero solo tengo la ropa, corre una nueva brisa y veo la
cinta en mi cabello. La desato y la anudo sobre su muñeca. Ya tiene una
pulsera roja pero la anudo luego de esa. Lei se la queda mirando y luego
sube sus ojos hacia los míos.
-Acabas de unirnos en matrimonio. –dice señalando la cinta. Sorprendida
no sé qué hacer pero luego Lei se ríe. –Es broma. Pero si el lazo unía
antiguamente familias. Por eso debes tener la tuya. –me entrega una linda
cajita blanca con un moño pequeño por encima. La abro y encuentro un
brazalete de tiras rojas con un símbolo chino que reconozco como el ying y
el yang. Es el mismo símbolo que vi en su brazalete. Lo retiro de la cajita y
dejo que Lei lo coloque sobre mi muñeca. -Simboliza los destinos
entrelazados entre dos almas. No importa donde vayamos, no importa lo
que hagamos: siempre estaré ahí para ti, siempre estarás ahí para mí. Unirá
nuestro amor, lo guardara en silencio este templo. –dice con los ojos
brillando y la vista hacia el frente.
Volvemos a la entrada del templo donde recuperamos nuestra ropa y
volvemos a la ciudad. Nuestro tren está por salir así que no tenemos tiempo
de recorrer más la ciudad pero no me molesta. Al contrario en el viaje de
vuelta me recuesto sobre mi asiento y mientras miro el paisaje pasar sonrío
feliz por los días tan hermosos que pasamos. Fue una increíble experiencia.
Me debo haber quedado dormida porque cuando despierto estoy inclinada
sobre el hombro de Lei y su brazo en mi cintura. El tren se detiene y Lei
aprieta su brazo evitando que mi cuerpo se vaya hacia adelante. Retira su
brazo y miro hacia afuera, llegamos a Shanghái.
Me acompaña a casa de Do que me recibe abrazándome fuertemente
revisándome si estoy entera, si no me lastime y demás preguntas mientras
tuerce mi cabeza. Me quejo en voz alta y me libero tranquilizándolo que
estoy bien.
-¿Lei te trato bien? No se sobrepaso, ¿verdad? Dime, ¿se sobrepaso? –
pregunta mirándome serio.
-No, él no se sobrepaso. Recorrimos la ciudad, cenamos en un lugar muy
lindo, vimos un espectáculo de luces y hoy recorrimos todo el templo del
Retiro del Alma.
-Oh, que aburrido. –dice cambiando su expresión por una aburrida.
-¡No fue aburrido! Aprendí mucho sobre historia, Lei es un gran
historiador, vi mucha naturaleza, conocí muchos templos y estatuas. Fue
precioso.
-Sí, aburrido. –dice restándole importancia.
Me cruzo de brazos mientras caminamos hacia mi habitación. –¿Tú cómo
estás?
-Bien… estoy preparando el cumpleaños de Ying. Y necesito tu ayuda.
-¡Sí. Que divertido! –exclamo emocionada. Me imaginaba volviendo a
utilizar el atuendo del templo y me sonroje al recordar las palabras de Lei
en la montaña: ‘’Te nombro princesa y la montaña lo aprueba con su brisa
moviendo las copas de los arboles.’’
-…y la temática que escogí es victoriano. –dice Do buscando mi
atención.
-¿Victoriano? –pregunto sin saber si escuche bien. Él asiente.
-Ying le encanta esa época pero primero necesito resolver unos asuntos y
reservar el salón. Cuando llegue el momento necesito que la distraigas y la
lleves allí.
Asiento sin problema. –Claro. ¿Qué asuntos tienes que resolver? ¿En qué
estás metido, Do? –Él evita mi mirada y niega con la cabeza en silencio. –
¿Ocurrió algo con tu mamá?
-No más que la última vez. Yo me encargare, tú no te preocupes. –dice
besando rápidamente mi frente y luego desaparece por las escaleras.
Luego de bañarme hablo un momento con mi tío, hace varios días no
hablábamos. Las cosas estaban un poco más calmas pero nunca podía bajar
la guardia.
Capítulo XII
-Yo lo vi antes de que saliera a buscar a Ying y estaba muy nervioso. –rio
junto a los chicos.
-Es extraño verlo nervioso a Do. Él solo quiere impresionar a Ying. –
comenta Fushian.
-¡Recibamos con un fuerte aplauso a la cumpleañera! –dice el locutor a
través del micrófono.
Inmediatamente todas las luces del salón iluminan a Ying que entra con una
leve sonrisa nerviosa tomaba de la mano de Do. Estaban muy elegantes y
formaban una preciosa pareja. La lleva a la mitad de la pista y empiezan a
bailar un vals. La música es clásica y la disfruto un momento cerrando mis
ojos.
-¿Me permite este baile bella dama? –pregunta un hombre a mi lado.
-Hablando de ideas, creo que vi una preciosa chica para ti…-dice Fushian
llevándose a Cay tomado por los hombros.
Cuando hace esa expresión y habla con su tono tierno es inevitable que
sigua el enojo. Pero me mantengo fuerte y lo miro indiferente. -Escucho
ofertas. –digo haciendo mi mayor esfuerzo por no sonreír y animo con mi
mano.
Lei ríe mostrando una linda sonrisa y puedo ver sus ojos entrecerrados a
través de su antifaz. –¿Un té?
Vuelve a reír y me mira divertido. -Bien. ¿Qué dices de una salida a buscar
un panda?
En la convención no pudiste conseguir ninguno. Conozco un lugar que
puede haber. Lo miro dudando aunque ya sabía la respuesta. Esto es
distinto. Me había ganado cuando nombro al panda. Corro la mirada hacia
el suelo y sonrío. -¿Aceptarías bailar conmigo? –pregunta mostrando una
dulce sonrisa y extendiendo su mano. Algo en sus tierna expresión derrite
mi nebuloso corazón así que subo mi mano hacia la suya aceptando el
baile.
Nos traslada hacia casi el centro de la pista y gira enfrentándonos. Primero
hace una reverencia como es costumbre, la correspondo inclinando mi
cuerpo. Se acerca un paso y vuelve a ofrecerme su mano, la acepto y la
lleva a su hombro, para luego dejar la suya en mi cintura y acercarme
medio paso más. Mientras su mano izquierda toma mi derecha
sosteniéndola suavemente.
Nos movemos juntos dejándonos guiar por la hermosa música, que nos
invita a dar largos y cortos pasos, a través del salón. Subo mis ojos a los
suyos, me miran transmitiéndome paz y siento que me pierdo en ellos. Esta
vez al sentirlo más cerca y estar entre sus brazos crece en mi una extraña
sensación de tranquilidad y emoción que me obliga a seguirlo a donde sea
que vaya.
El tiempo pasa, no soy capaz de saber cuánto, siento que estoy como en las
nubes, su toque delicado, su seguridad al pisar, sostenerme y llevarme a
través del salón, es atrayente. Él es sumamente respetuoso, ya que
seguimos unidos y cerca pero nunca se ha propasado. Sin embargo siento
su calor corporal, su aroma, me atrae hacia él todo el tiempo.
Su expresión se relaja al sentirme cerca, puedo ver que sus labios sonríen,
al igual que sus ojos a través de la máscara. Deja salir un leve suspiro que
es como una advertencia ante la mirada de sus ojos fijos.
De pronto se cortaron las luces y la música se interrumpe. Siento a Lei
afianzar mi mano y acercarme hacia él. Abro la boca para preguntarle qué
ocurre pero escuchamos unos pasos acercándose a nosotros.
-Vengan, ahora. –susurra Do.
Corremos siguiéndolo pegados a una pared y al cruzar lo que me parece
una puerta, entramos a una habitación. Cay se acerca con una linterna.
-¿Qué está pasando? –pregunto sin entender nada y recuperando un poco el
aliento.
-Son los mismos de hace unos meses, ¿verdad? –pregunta Lei a mi lado.
Do asiente y Lei se acerca a una ventana mirando hacia afuera.
-¿Cómo, los conocen? ¿Qué quieren? –pregunto acercándome a Do.
-Son los guardaespaldas de mi familia, me buscan a mí porque mi madre no
quiere que me acerque a Ying. –me explica luciendo cansado.
¿Pero eso no había sido hace meses? –Pero, no entiendo ¿por qué…?
-Porque no pertenezco a su mundo, sino a uno inferior, su madre no me
quiere como su novia y ya eligió una esposa. Pero Hang Do y yo decidimos
seguir juntos a pesar de todo. – dice Ying decidida y valientemente.
Levante mis cejas sorprendida. ¿La mamá de Do le consiguió una esposa
tan pronto? Pero me alegra que continúen juntos. –Es lo que tienes que
hacer, Ying. Y creo que es una muestra de amor real. –digo. Lei se gira y
me mira, mis ojos se quedan sobre los suyos cuando se encontraron. –
Defender su amor y seguir juntos, es lo mejor que pueden hacer.
–respondo y vuelvo mis ojos a la pareja. -Cuenten conmigo para lo que
necesiten.
Ying se acerca y me abraza. Le correspondo el gesto con una sonrisa.
Ciento unas palmadas sobre el hombro, en señal de agradecimiento. –Pero
no nos podemos quedar aquí, podrían entrar en cualquier momento.
-Ani tiene razón, ¿donde hay una salida? –pregunto Ying mirando hacia
Do.
Él asiente y lo seguimos fuera de la habitación por una salida externa hacia
el estacionamiento. Sin muchas palabras nos subimos a los autos de a
grupos, para despistarlos Ying se sube al auto de Lei y yo me subo con Do.
Sin embargo en el camino nos detenemos esperando reunirse ya que Do
quería continuar su cumpleaños con ella, no quería dejarla.
-¿Tienes un plan, verdad? –pregunto relajándome al ver que no nos seguía
nadie.
-Sí, voy a ir a la casa de mi hermana en el barrio viejo. Por lo menos unos
días hasta que se calmen las cosas con mi madre.
Vemos llegar el auto de Lei y abrazo a Do. –Cuídate y cuida a Ying.
Llámame si hay cualquier problema.
-Cuídate tú también y cuida a Lei. –Lo miro sorprendida y asiente con la
cabeza. -Sé lo que paso y por eso te digo que ha estado más insoportable de
lo normal. Hablen y arreglen sus cosas.
-No te prometo nada. –respondo en broma. Do me mira serio y le saco la
lengua despidiéndome. –Cuídate y cuídalo. Parece malo pero es un oso
bebé. –le digo a Ying refiriéndome a Do. Ella asiente de acuerdo conmigo y
me saluda entrando al auto.
Subo al auto de Lei y mis brazos tiemblan un poco por el frío. Lei enciende
la calefacción y le agradezco mentalmente.
-Es una pena que haya terminado su fiesta así. –dice y asiento en silencio. –
Tuve una muy buena acompañante que me hizo perder la noción del
tiempo, casi las dos horas de baile.
-¿Tanto tiempo estuvimos bailando? –pregunto sin créelo. Asiente
mirándome un momento y sonrío desviando la vista hacia la ventana. –Yo
también perdí el tiempo.
Conduce en silencio hasta la casa de Do y cuando llegamos intento bajarme
pero las puertas están trabadas. Miro a Lei y lo veo perdido pensando.
-Lei. –Finalmente me mira y señalo las puertas. –Las puertas.
-Claro. Lo siento.
-¿Estás bien? –Asiente y me despido en silencio bajando del auto.
-¡Ani! –me llama y detengo mis pasos volviéndome hacia él. Lo veo a unos
pasos de distancia pero cuando sus ojos miran los míos lo siento muy cerca.
–También lo sentiste, ¿verdad? –pregunta en un tono casi de susurro.
-¿Que quieres saber, Lei?
-Si para ti también es tan complicado ser solo amigos. Para mí lo es.
Más complicado es tu indecisión. -No. Para mi tu eres solo un amigo.
Se acerca decidido y yo camino hacia atrás hasta que una pared no me deja
seguir caminando. Me acorrala contra la pared y a su vez sus ojos retienen
los míos. – Entonces explícame esa conexión entre nosotros, esa
sincronicidad en nuestros pasos. Era muy fuerte para que lo sintiera solo
yo. Dime que también lo sentiste. –dice en un tono de demanda.
-Somos parecidos pero no significa nada más.
-¿Por qué no quieres aceptarlo?
-Porque estas enamorado de Meg. –dejo salir por fin. Colocando mis manos
en su pecho lo empujo y sede dando un paso hacia atrás. Y ciento alivio y
angustia a la vez. –Y eso no cambiará por más que también sientas algo por
mí. –no espero su respuesta y entro a casa.
Capítulo XIV
Pasados unos días donde evite totalmente a Lei, Do había vuelto ayer de su
escapada con Ying y parecía que todo estaba un poco más controlado. Al
menos no tenía nuevas noticias de su mamá. Eso ya era un buen presagio.
Hoy estábamos desayunando con Do mientras veíamos al señor Mintong
pasar con compras de comida.
-Es porque estamos en época de camarones. –dice emocionado Do. Asiento
aunque arrugo el gesto. Ríe al ver mi expresión. –Sé que no te gustan. Hey!
¡Podríamos hacer parrillada! Ying cocina los mejores camarones a la
parrilla.
-Lo sé. Me contó. –digo provocándolo y funciona ya que Do me saca la
lengua en respuesta. Río y le devuelvo el gesto.
Me acuesto sobre mi cama cerrando los ojos mientras escucho las quejas de
Ty. Se atraso una escala de su vuelo y habían perdido una valija. Ty estaba
echando humo negro por las orejas. Estaba muy enojada. Pero luego de
tanto enojo la escucho cambiar el tono de voz a uno entrecortado y sé que
está llorando. Me enderezo sobre la cama preocupada.
-¡Amiga, tranquila! Son solo cosas materiales ya las recuperaras. Y en
cuanto al atraso del vuelo puedes aprovechar a buscar tu perfume
importado que solo encuentras por allá. – digo imitando su tono logrando
que soltara una leve risa.
Continuamos hablando hasta que la llamaron para embarcar y tenía más
buenas noticias ya que habían encontrado su valija había quedado en el
depósito olvidada y había encontrado su perfume.
Me cambio el pijama y bajo hacia la sala privada de Do cuando me llega su
mensaje pidiéndome que vaya un momento.
Me pide ayuda con un trabajo que tienen que terminar. Quiere mi opinión
sobre el enfoque que le dieron y si cambiaría algún punto porque según él
quedo perfecto para entregar pero Fushian decía que aun tenía puntos no
terminados. Tenía razón Fushian.
-Hay muchos puntos donde falta un cierre a tu explicación, Do. –le digo
señalándoselos y suelta un suspiro que me preocupa.
-Tienes razón. No sé donde tengo las neuronas.
-Tranquilo. ¿Quieres que lo termine por ti?
-No, enana. Yo lo haré.
-Déjame, Do. Lo corregiré yo. –Le pide la hoja Fushian.
Le pregunto si necesita mi ayuda y asiente pasándome algunas hojas del
ensayo.
Rápidamente las leo y tomando la computadora de Do empiezo a escribir lo
que falta. Me dicta la parte que él escribió y lo agregamos al trabajo. Lo
reviso una última vez y lo imprimimos. Rompo el anterior tirándolo a la
basura mirando preocupada a Do. -¿Tú también estás preocupada? –
pregunta Fushian apagando la computadora.
-Solo espero que no sea porque se separo de Ying. Estaban tan bien hace
unos días pero ahora al verlo tan preocupado y con la cabeza en la luna, no
puedo evitar pensar…-dejo mi oración sin terminar sin querer que sea
verdad.
Fushian se encoje de hombros. –No lo sé. Lo último que nos hablo fue que
se deshizo de los guardaespaldas de su mamá. Los siguieron hasta el baño
de la casa de Do. Ying logro esconderse mientras Do tuvo que fingir lavar
ropa. –dice y retiene una risa cerrando los ojos. Me imagino la situación y
también suelto una risa. Reímos juntos atrayendo la atención de los chicos.
Solo Cay nos mira con una pequeña sonrisa en los labios. Do y Lei no se
ven contentos.
-Ven, Fushian es tu turno. –demanda Do.
-¿Yo cuando voy a jugar? –pregunto acercándome a la mesa.
-Tú estás muy enana para jugar.
-Aquí. Puedes jugar con el mío. –Lei me entrega su palo. -Apuesto por ti. –
Su tono más confiado me roba una sonrisa dulcemente y le saco la lengua a
Do.
Este suelta un bufido y me mira subestimándome. Bien, sería de la manera
rápida entonces. Tenía experiencia pues siempre jugaba de niña con mi
padre y mi abuelo. Recordaba los veranos en casa de mi abuelo jugando yo
arriba de un banquito de madera porque no llegaba a la mesa pero desde
esos años era buena. Jugaba con las lisas así que fui una a una metiéndolas
en las butacas. Perfectamente alineadas.
Lei me ofrece chocar el puño y sonriendo acepto el saludo. Los chicos
menos Do me felicitan aplaudiendo. Agradezco haciendo una reverencia.
-Suerte de principiante. –dice Do negándose a perder.
Rio y niego con la cabeza. –Son años de experiencia. –Fushian me mira
sorprendido. – Siempre jugaba cuando era niña con mi papá y mi abuelo.
Les encantaba jugar. El villar y esta ciudad eran sus grandes pasiones.
-Y hoy estás aquí.
-En realidad, tengo una misión más grande. –sonrío mordiendo mi labio
inferior. Moría de ganas de contarles sobre mi panda Namu. Miro a Do y
asiente animándome a contarles. – Mide casi 1,80 metros, come todo tipo
de verduras y puede dormir todo el día.
-¿Lei? –pregunta Cay. Sueltan unas risas menos Lei que solo me mira con
sus labios levemente curvados.
Niego con la cabeza ignorando mis mejillas comenzando a cambiar de
color. -Me refiero a Namu. Mi panda. –Les cuento un pequeño resumen de
cómo conocí a Namu.
-Es muy impresionante. Felicitaciones. –me felicita Cay.
-Eso es muy genial. –Fushian levanta su dedo felicitándome también.
-¿Ya tienes una fecha para el viaje? –pregunta Do.
-En unas semanas. Tengo que coordinarlo bien porque es una semana y
necesito que mi tío no sospeche nada.
-Déjamelo a mí. Yo me encargo. –dice Do. Asiento confiando en él.
Los chicos vuelven a jugar al billar y me acerco a la barra comiendo unos
trocitos de frutas.
-Aun no hemos ido por tu panda. –dice Lei acercándose a la barra.
Sentándose frente mío.
-Es cierto. –habían pasado varios días desde ese incidente, todo se había
calmado afortunadamente.
-¿Quieres que vayamos ahora?
-¿Ahora?
-¿De qué hablan ustedes dos? –pregunta Do acercándose a nosotros. Me
mira y luego a Lei.
Luego de las clases fuimos con Ty a una cafetería por unas ricas tazas de
café expreso. Le conté lo que había sucedido con Lei y ella solo se ríe
volviendo a afirmar que entre nosotros sucedía algo más que ninguno se
animaba a admitir.
-No soy yo la que lo tiene que admitir.
-Deben ser sinceros los dos y admitirlo de una vez. -No supe que responder
y tome lo que quedaba de mi café. -¡Se me hace tarde! -exclama Ty luego
de mirar la hora en su reloj. -¿Te vas? -pregunto mirándola levantarse. -
¿No me llevaras a casa de Do?
-Sesión urgente con India. -la miro extraña. -Luego te cuento. Cuídate. Se
valiente y ve a buscarlo. Bésalo.
-¡Ty! -reprocho sonrojándome sintiendo las miradas de algunas personas en
la cafetería. Suelta una sonrisa atrevida y me lanza un beso en despedida.
No tenía efectivo y no había pagado su comida. Bien, podría invitarla ya
que me escucho las dos horas hablándole sobre el tema de Lei. Como la
dona glaseada tarareando una canción cualquiera tratando de esquivar mis
pensamientos sobre Lei. Y llego a la conclusión que tengo que hablar con
Do. Quizás no le guste lo que está ocurriendo pero es mi amigo desde niños
no podía ocultarle este tipo de cosas. Además necesitaba su consejo. Pago
la cuenta y decido no tomar ningún vehículo para despejar y aclarar mi
mente.
Después de caminar más de lo que fueron seguramente dos horas llego a la
residencia de Do. Entro lo más silenciosamente posible ya que eran
alrededor de las 11 de la noche. Dejo mi bolso y mi saco en mi dormitorio y
camino directamente al dormitorio de mi amigo. Al entrar lo encuentro
cubierto con la frazada hasta la cabeza de espaldas. Recordaba cuando
dormíamos juntos las noches que alguno tenía miedo por estar solo. Me
había ganado varias patadas suyas, se movía toda la noche además de que
despertaba con la cabeza en los pies. Suelto una queja en voz alta y me tiro
sobre su espalda en diagonal quedándome en peso muerto.
-Do! ¿Por qué seré tan estúpida? –pregunto en tono lamentable tapando mis
ojos con mis manos. – Y eso no es lo peor. ¡Él realmente me confunde! Un
día es muy tierno y atento y al otro vuelve a poner esas barras entre
nosotros. O quizás soy yo pero es que… tú sabes lo que sucedió con Tom.
Es algo tan difícil. Y Lei simplemente se queda callado. Y luego yo me
quedo callada. Y me mira con esos tan tiernos que tiene. Y sonríe como si
todo estuviera bien. Y usa su tono de voz tan suave y dulce que sabe que
convence a cualquiera, porque lo sabe. –termino soltando un suspiro
enorme y una quejas. Destapo mis ojos y giro solo la cabeza mirándolo
pero Do no se mueve. ¿Tan dormido estaba? –¡Hey! ¿Estoy contándote mis
sufrimientos y tú sigues tan tranquilo durmiendo? ¿Podrías al menos dejar
de dormir? –pregunto destapando su cabeza pero no veo a Do bajo las
sabanas, encuentro a Lei. Tiene los ojos abiertos y miran los míos sin
titubear. ¿Había escuchado todo no? ¿No había alguna posibilidad de que
pudiera haber estado dormido y se despertó recién? Creo que era más
posible que ahora se abriera la cama y me transportara a Neptuno. ¿Era
momento para correr? Algo dentro mío gritaba que sí. Intento levantarme
pero en un segundo Lei está encima de mí arruinando mi escape.
-¿Qué haces? –susurro impresionada por la cercanía. Llevo mis manos a su
pecho empujándolo pero no logro siquiera moverlo. En cambio Lei atrapa
mis muñecas con sus manos y las aleja de su cuerpo llevándolas arriba de
mi cabeza.
-Tenemos que hablar. –responde en voz calmada. Quise reírme, yo ya había
hablado bastante, había hablado para dos, tres generaciones más. Prometía
no volver a hablar. -Suéltame. No tenemos nada que hablar. –digo
intentando liberar mis brazos y moverlo con mi cuerpo pero Lei me había
enredado con la sabana y su cuerpo, me iba a costar salir pero no deje de
intentarlo. ¿De todos modos por qué estaba Lei? ¿Qué hacía en este
dormitorio? –¿Donde esta Do?
-Tuvo un problema en casa de Ying. Te estaba esperando y me quede
dormido.
Lo mire desconfiada. Estaba muy cómodo acostado en la cama de Do. –
¿Acostado y cubierto hasta la cabeza?
-Do me conto que a veces hablan hasta tarde en su dormitorio… -bajo el
volumen de su voz y desvía la mirada. ¿Es decir que él sabía? ¿Hizo esto a
propósito? De solo pensarlo me da aun más vergüenza. Logro liberar mis
manos y lo empujo pero vuelve a tomar mis manos.
-Tenemos que hablar.
-No tenemos nada de qué hablar. Siempre termino en vergüenza cuando
estoy contigo, ¿te diste cuenta cierto? –pregunto negando con la cabeza
desde que había llegado a China cuando tropecé con él en el aeropuerto. Mi
sorpresa fue cuando Lei intenta contener una sonrisa y no lo logra, en
cambio suelta unas risas. –¿De qué te ríes? –pregunto indignada mientras lo
empujo. –Te odio. Todo esto es tú culpa.
-Oh sí, ¿porque el destino siempre entrelaza nuestros caminos y como
era…? ¿Mi tono de voz dulce? –pregunta imitando falsamente mi tono de
voz. Cierro mi boca manteniendo mi mirada indignada que solo lo hace
reírse aun más. Lo vuelvo a empujar liberando mis manos y cubro mi
cabeza con la sabana. –¿Qué haces?
-Te estás riendo de mí, no quiero verte. –respondo con el poco orgullo que
me queda.
Él tironea de la sabana y yo también.
-Yo quiero verte. –dice en tono suave intentando convencerme pero me
niego. Ya había aprendido.
-Yo no.
-Yo sí.
-No.
-Sí. –susurra y siento un beso en mi frente a través de la sabana. –Hermosa,
déjame verte.
No era justo. Cierro los ojos, no podía dejar de sentir vergüenza. Y él
decidía comportarse lindo. -No. –susurro.
Remueve la sabana y sonríe encontrando mis ojos. -Hola. –dice
acercándose lentamente. Intente no prestarle atención pero el comentario
tan simple me saca una tonta sonrisa. -Hermosa. -susurra corriendo un
mechón de mi frente. Se acerca lentamente mientras su mirada baja hacia
mis labios. Siento su nariz rozar con la mía dulcemente casi como una
caricia, inclina su cabeza aun más cerca y cierra los ojos. No puedo
moverme y siento su perfume envolverme. Quiero subir mis manos y
acariciar su flequillo pero mantiene sus manos sobre las mías.
-¿Van a salir a ese bar hoy? –dice deteniendo mis pasos colocando una
mano sobre la pared arriba de mi cabeza.
-Ya tuve la charla de hermano preocupado abajo, no necesito otra.
-No es una charla de hermanos. -responde acercándose, obligándome a
retroceder hasta que siento la pared a mi espalda. Su cuerpo estaba rozando
el mío. Sus ojos mirando fijamente los míos de una manera segura e
intimidante. Nunca creí que su mirada me intimidara tanto. Pero al igual
que su sonrisa dulce, esta mirada también me gustaba mucho. Incluso me
atrevía a decir que me gustaba un poquito más.
-¿Amigos? -pregunto casi perdiendo el hilo de la conversación.
Niega con la cabeza acercándose hasta rozar su nariz con la mía. Baja su
cabeza cerrando los ojos y nos interrumpe el sonido de llamada de un
teléfono.
Lei murmura algo inteligible rozando mis labios y sube sus ojos hacia los
míos en señal de advertencia mirándome decidido. -Dije que no nos iban a
interrumpir. -pega sus labios con los míos, moviéndolos levemente
robándome el aliento. De pronto, muy pronto se aleja, lo justo para que
pueda volver a respirar pero lo sienta muy cerca. Tardo un minuto más en
darme cuenta que es mi teléfono el que suena. -Dime que es tu amiga para
cortar la llamada. -susurra pegando su frente a la mía. Se me escapa una
sonrisa y miro la llamada. -Tienes que dejar de hacer esa sonrisa, cada vez
es más difícil controlarme. –susurra.
Siento mis mejillas rojas y vuelvo a bajar la mirada al teléfono. No era Ty,
era mi tío.
¡Al fin! Mal momento eligió para devolverme la llamada pero me alegraba
que al fin apareciera. Es mi tío. -Acepto la llamada entrando a mi
habitación con la mirada y la cercanía de Lei. -Tío. ¿Como estas? -
respondo en español sintiendo alivio de hablar con él.
-Hola, mi niña. Perdóname que no pude responderte estos días, estuve
realmente ocupado. Estoy bien, no tienes que preocuparte. ¿Vos como
estas? -pregunta con un tono bajo que me preocupa.
-¿Seguro estas bien, tío? Te escucho cansado. -Por su edad no podía
trabajar y exigirse tanto pero era la persona más terca que había conocido
en mi vida. Tenía más de 70 años y una mentalidad de 40.
-Sí, cariño, estoy bien. Dime, ¿estás estudiando mucho? Hang Do me ha
dicho que tienes que viajar unos días a Tailandia para ayudarlo con un
cliente. Me encanta que progreses, cariño. –me cuenta emocionado y lo
imagino orgulloso. ¿Tailandia le dijo Do? Sin embargo tenía sentido, era
cerca y se podía justificar la cantidad de días con el viaje.
Siento la mano de Lei recorrer mi brazo, muñeca hasta llegar a mis dedos
donde comienza a acariciarlos y a jugar enredándolos con los suyos,
distrayéndome de mi conversación.
-Sí, el viaje con Do. Tiene pensado viajar el mes próximo, este mes aun
tenemos muchas cosas pendientes con la universidad.
-Vos tampoco te exijas mucho, hija. Dime ¿Do te está cuidando bien? El
otro día vi una foto suya en una reunión, ¿qué disparate tiene en la cabeza?
Dile que se corte el cabello.
Suelto una risa asintiendo de acuerdo con él. -Si es muy bueno, tío. Aún no
cambia.
Pero le voy a decir que se corte el cabello.
-¿Qué dijiste de Do? -pregunta Lei en un tono no muy bajo.
-¿Quién es? ¿Estás con alguien? -pregunta mi tío.
Cubro rápidamente la boca de Lei con mi mano. -Escuche que nombraste a
Do.-murmura y aprieto mi mano en su boca. Cierra los ojos y siento un
suave beso en la mano.
-Sí, es que están unos amigos de Do y uno lo llamo.
-Está bien. Disfruta con tus amigos, cariño. Prometo llamarte mañana.
-Prométeme que vas a dejar de trabajar tanto. –digo aunque sabía que no
me haría caso. Escuche su risa.
-Eso sabes que no puedo prometerlo. Te quiero, hija. Cuídate mucho.
Le devuelvo el saludo y corto dejando el teléfono sobre una mesa. Subo la
mirada hacia Lei, él ya me estaba mirado.
-Nombraste a Do.
-Es mi amigo y me estoy quedando en su casa, además mi tío lo conoce.
-Me podrías haber dejado hablar a mí. -Suelto una risa. Siento un beso en
mi frente dura casi un minuto y me obliga a cerrar los ojos.
-Tengo que irme. -recuerdo volviéndolo a mirar.
Coloca sus manos sobre mi cabeza, bajando su cabeza hacia la mía. -
Cuando quieras irte quiero que me llames.
-Ty se ofreció… -niega con la cabeza interrumpiendo mi respuesta. Levanta
las cejas invitándome a hablar pero no entiendo que se refiere. -¿Qué?
-¿A quién vas a llamar? -vuelve a preguntar acercándose un paso. Reprimo
una sonrisa y lo mire dudosa. -¿De qué te ríes?
¡No me estaba riendo! No podía borrar la sonrisa pero no sabía a que se
refería. Estaba acostumbrada a estar sola para tener a alguien que se
preocupe realmente por mí. -Lo siento, no quise reírme pero que…
-Quiero cuidarte. -dice interrumpiéndome. Manteniendo su mirada en mis
ojos. – Quiero que cuentes conmigo y no tanto con Do.
-Pero es mi amigo desde la infancia.
-Lo sé pero ahora estoy yo. ¿A quién vas a llamar?
-A ti. -respondo en tono de burla arrugando la nariz.
-A mí. -repite mi tono de voz, coloca sus manos en mi cuello y juntando
nuestros labios vuelve a besarme. Luego baja sus manos acariciando mi
espalda y me abraza pegándome hacia él.
Tenía razón en algo Lei, desde el principio me sentí cómoda con él y ahora
estando entre sus brazos me sentía segura y protegida. Un breve tono nos
interrumpe la tranquilidad, era mi teléfono anunciando un mensaje pero no
lo vi ya que seguramente era Ty preguntándome si ya estaba lista o
avisándome que me pasaría a buscar. Sea cual sea la opción tenía que
cambiarme significaba separarme de Lei, su rico aroma y sus cálidos
brazos.
Dejo caer mis brazos soltando una queja. -Tengo que cambiarme, Ty ya
debe estar por
llegar.
-Aun no. -responde apretando sus brazos. -Un minuto más.
Sonrío y no podía negarme aunque quisiera así que simplemente me quedo
quieta.
Después de bañarme, arreglar mi cabello como casi siempre hacia en una
ondas y optar por un vestido negro de brillos, de mangas largas bastante
apretado que me llegaba varios centímetros por encima de la rodilla, me
dirijo hacia las escaleras.
En la entrada me encuentro con Lei, se había cambiado, tenía un sweater
blanco de entre casa y un buzo deportivo. Se veía tan lindo y la noche
pintaba para mirar una película acurrucados en el sofá. ¿Era muy tarde para
cancelarle a Ty?
Lei tiene la mirada inalterable en mi vestido y yo solo pido no tropezarme o
hacer el ridículo. Detengo mis pasos a medio metro suyo pero sigue sin
hablar.
-¿Te gusta? -pregunte sonriendo mirando el vestido. Pero no responde
poniéndome nerviosa.
-Estás perfecta. Sólo que… -baja el tono de voz pausando su oración
acercándose tanto hacia mí que tengo que levantar la cabeza para mirarlo. –
No quiero que vayas y quiero que cambies tu vestido por una camisa mía. -
susurro en mi oído, usando su voz suave.
-¡Ming Lei! -exclamo sorprendida por el atrevido comentario, aunque me
roba una sonrisa, se sonrojan mis mejillas y me tiemblan las piernas. Él
sonríe con su sonrisa: dulce e inocente. Que comenzaba a notar que de
inocente no tenía nada.
-Estás preciosa. -dice tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos.
Sonrío derritiéndome por dentro por el gesto y vuelvo la vista a sus ojos. -
Gracias. Debo irme. -digo soltando su mano aunque siento una leve presión
deteniendo mis pasos.
-Espera. Aquí, ponte esto. -dice acomodando su saco negro en mis
hombros.
-¿Tu saco? No puedo aceptarlo tengo el mío… quiero decir, se puede
manchar… -Obviamente intentaría cuidarlo pero en un bar no faltaba el
atrevido pasado de copas que no controlará el trago en la mano y terminará
en el suelo o en la ropa de alguien.
-Tranquila, es a prueba de manchas. -responde reacomodándolo sobre mis
hombros.
Hace una sonrisa traviesa mirándome de reojo y entiendo la indirecta.
-¿Nunca vas a olvidarlo, no es cierto? -pregunte empujándolo levemente
reprimiendo la estúpida sonrisa que se formaba en mi boca contagiada de la
suya.
-Ve. Pero cuando vuelvas tengo que contarte algo… necesitamos hablar. –
Asiento comenzando a caminar hacia la puerta pero antes me atrapa en un
abrazo apretado, permitiéndome sentir una vez más su especial y cálido
aroma, relajándome y no queriendo alejarme. Deja un leve beso en mi
cabeza.
Vuelvo a caminar hacia la puerta y al abrirla entra Do. -Volviste. -digo
sonriendo. Él asiente pasando su mirada de Lei hacia mí. -¿Fuiste a dejar a
Ying al bar? -Do vuelve a asentir y me apresuro a la puerta. -Tengo que
irme, ya deben estar esperándome.
-¡Espera, espera! -dice Do interponiéndose en mi camino. -¿Que ocurre
aquí? -lo miro aburrida pero no respondo nada, Lei tampoco dice nada y al
notar su silencio camino hacia la puerta de nuevo. Pero Do no era de los
que se rinden. -Ese saco no es tuyo.
-Sí, es mío. -no sé por qué le mentí a Do, creo que era justo por lo anterior,
no sabía qué responder a algo que quizás aún no tenia respuesta. O quizás
yo sí y Lei no.
Porque ese era mi mayor miedo. Sabía que estaba enamorada, ya no tenía
sentido seguir negándolo, tenía suficientes motivos para saber que lo que
sentía por Lei era amor pero saber que quizás él no sentía lo mismo o de la
misma manera que yo era mi gran duda. Después de todo sabía que seguía
enamorado de esa chica y aunque cuando estaba conmigo lo sentía
realmente conmigo no quería ilusionarme y hacerme falsas esperanzas.
-Es una marca local, ¿cuándo lo compraste? -pregunta Do señalando la
marca en el lateral del saco.
-Hace unas semanas lo compré con Ty, Do. Luego nos vemos. Descansen
chicos. –me despido apresurada rodeándolo y logrando salir de la casa.
Subo al auto de Ty y el aire de la noche hace volar el perfume del saco de
Lei que me devuelve la sonrisa. No me preocuparía antes de tiempo. Como
había dicho Ty, podía disfrutar lo que viviéramos juntos y volver a
Argentina con un lindo recuerdo. De todos modos aun era todo muy pronto
para analizar con lupa cada hecho y quería sencillamente divertirme y pasar
una linda noche con mis amigas. Ty pareció leerme la mente porque subió
el volumen de la música sin hacer comentarios y condujo hasta el bar.
Llegamos y encontramos a las chicas afuera. Ying y su amiga vestidas muy
elegantes y sonriendo muy emocionadas. Me contagiaron su alegría,
teníamos que disfrutar y pasarla bien.
Entramos, nos recibieron los sacos y pasamos a la pista. Era un lugar no
muy grande más bien largo, con luces de colores, música muy fuerte y para
nuestra suerte poca gente.
-Hey, ese saco me pareció que te quedaba más grande que lo normal o ¿me
equivoco? pregunta Ty susurrando a mi lado. Sonrío asintiendo, no se le
escapaba una. Festeja levantando los brazos y suelta un leve grito que se
detiene cuando la codeo. ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! Tienes que contarme todo
con detalles. -exige con una sonrisa traviesa.
-No paso nada especial. -digo fingiendo un tono tranquilo que en realidad
no sentía.
-¿Especial? Sí claro, por eso estabas con su saco y una sonrisa de oreja a
oreja. -dice agarrando mi brazo saltando con la alegría de una niña. Sonrío
negando con la cabeza. No podía rendirme a su alegría de otro modo mi
mente e imaginación llegarían a lugares insospechados.
-¿Quieren que nos sentemos y tomemos unas bebidas? –pregunta Lía.
Asentimos siguiéndolas a una mesa.
Luego de la segunda ronda de bebidas todas estábamos un poco mareadas.
Aunque presentía que Ty era la más estable en el grupo. Estábamos
riéndonos por un comentario de Lía cuando escucho una notificación de
mensaje. Es Do. Lo abro escuchando la risa de Ty y la tuve que agarrar del
brazo antes de que se cayera de la silla por tanta risa. Parece que no era la
más estable de nosotras.
“Meg está en Shanghái. Ella le mandó un mensaje a Lei pidiéndole que se
junten para hablar.”
Se me desaparece la sonrisa. No sabía cómo sentirme en realidad,
indignada no era la palabra, decepcionada, triste quizás se acercaba más.
Era algo inevitable y ya que Lei no había hablado sobre nuestra, lo que sea
que tuviéramos. Además no podía reclamarle nada.
Siento a Ty inclinarse contra mi lateral apoyando su cabeza sobre mi
hombro leyendo el mensaje. Hace una exclamación de sorpresa pero no
hizo más comentarios.
“¿Y me cuentas esto por que…?” respondo sonando más indiferente de lo
que quise.
“Porque eres como si hermana y no estoy ciego. Se que ocurre algo entre
Lei y tu pero él aún está con temas sin resolver. No quiero que por su
indecisión te lastime.” Responde Do ablandándome el corazón. Por esta
razón y más lo quería tanto, siempre había estado para mi, incluso en
momentos en donde no quería estar con nadie. Ying se llevaba un chico con
un corazón de oro.
-Do tiene razón. Lei tiene que resolver y aclarar sus sentimientos si quiere
empezar algo serio contigo. -dice Ty mirando enojada el teléfono.
Asiento y lo guardo en mi bolso, no recordaba que le había contestado a Do
y un segundo después Ty me llevaba de la mano hacia la pista con nuevas
bebidas. Mire a las chicas y también estaban con vasos de colores con
bebidas bailando a nuestro lado.
-¿Qué es? -pregunto aceptando el vaso que me daba Ty.
-Valparaíso. -pronuncia y choco nuestros vasos tomando el suyo hasta el
fondo. Noto mi indecisión y niego con la cabeza. -Tienes que tomarlo todo,
créeme, te sentirás mejor después.
Acepto no muy convencida pero tampoco le doy más importancia. Tomo el
trago de una sola vez sintiendo como primero raspaba en mi garganta y
luego dejaba un sabor dulce muy adictivo. Me gustaba. -¡Oh, quiero otro! -
pronuncio feliz levantando mi vaso mirando a Ty. Ella sonríe y mira al
mesero pidiendo dos tragos más.
No sabía cuánto tiempo había pasado ni los tragos que nos habíamos
tomado pero casi no sentía las piernas, me dolían los pies por mis tacones y
no podía mantener los ojos abiertos por la risa que me daba al ver las
tonterías de Ying. Estaba arriba de una mesa bailando de forma más tierna
que provocativa.
-Necesita ayuda. -grita Ty empujándome hacia la mesa.
La miro como si estuviera loca aunque mentiría si dijera que no lo había
hecho antes. En Italia había salido muchas veces, estaba acostumbrada a la
noche y bailar. Vuelvo a reírme mientras subo a la mesa con ayuda de Ty.
Imitando a Ying muevo los brazos y las caderas siguiendo la música. Cierro
los ojos perdiéndome en la canción, relajando mi cuerpo, olvidándome de
mis problemas como siempre me pasaba con la música y un segundo
después siento que me cargan, un brazo rodeando mis piernas y otro mi
cintura.
Suelto una queja y abro los ojos encontrándome con un sweater blanco
conocido pero en vez de sentirme cómoda como siempre, siento ganas de
empujarlo. No recordaba porque pero mi cuerpo lo rechazaba, no quería
sentir sus brazos, ni su perfume, ni siquiera sentirlo cerca. Intento moverme
y no siento las piernas ni los brazos pero las manos si, encuentro tela con
mis dedos y aprieto fuerte. Escucho un quejido y miro a
Lei.
-Bájame. -digo soltando una risa por su expresión de dolor.
-No puedes mantenerte en pie, si te suelto te caerás. -responde con su tono
y su cara seria.
Me burlo imitando su acento y vuelvo a intentar bajarme pero me tiene
fuertemente agarrada. Escucho una puerta abrirse y el cansancio me gana
desmayándome en sus brazos.
Cuando vuelvo a abrir los ojos noto que estábamos subiendo las escaleras
de la casa de Do. Ya estaba bastante más lúcida así que salto de sus brazos
pisando fuerte el suelo. Un momento mis pies se tambalean pero logro
mantener el equilibrio.
-¿Estás bien? Tómalo con calma. -dice acercando sus manos a mi cuerpo
para agarrarme pero me escapo de su cercanía. ¿Estaba enojada con él
porque…? Era un motivo muy serio.
Siento una leve angustia al recordar el mensaje de Do.
-¿Qué hago aquí? -pregunto sintiendo un poco dormida mi boca todavía. -
¿Donde están las chicas?
-Ying y Lía las llevo Do a su casa y tu amiga se fue en su auto. –responde.
Asiento procesando la información hasta que dice lo de Ty haciéndome
sentir mal y ¿si le había pasado algo en el viaje?
-¿La dejaste irse sola? ¡Lei, estaba muy borracha! -digo preocupada
caminando hacia las escaleras pero antes de pisar el primer escalón me da
un fuerte dolor de cabeza que me hace tambalearme. Los brazos de Lei
fueron rápidos en agarrarme y levantarme salvándome de una fea caída. -
Tengo que ir a buscarla, Lei. Suéltame.
-Tú tienes que dormir. Tu amiga estará bien. Tienes dolor de cabeza y te
mareaste, tienes que descansar. -dice acomodando mi cuerpo más cerca del
suyo, apoyando mi cabeza en su pecho.
¿Cómo sabía que me sentía mal? ¿Y por qué me sentía tan cómoda y segura
entre sus brazos? Estaba enojada y ni siquiera podía reclamarle nada. Y
todavía estaba un poco borracha porque cuando abro los ojos y noto su cara
tan cerca de la mía quiero acercarme más y besarlo.
Rio alejándome de su cara antes de que me arrepienta. -¿Te vas a
aprovechar de una borracha? -pregunto volviéndolo a mirar.
-No me aprovecharía tampoco cuando estés sobria. -responde y sé que es
sincero pero yo estaba enojada y borracha.
-Mentiroso. Ya te aprovechaste mucho de mí. Bájame. Suéltame. -demando
moviendo mis piernas.
-Nunca me aproveche de ti. -dice suavizando su tono volviendo a su
expresión calmada.
No tenía energía para esa pelea en ese momento, sin embargo yo también
era muy orgullosa. -Sí. Bájame. -repito volviendo a mover mis piernas.
-No. -dice caminando hacia mi habitación y deteniéndose en mi cama pero
no me suelta.
-Bien, ya me trajiste hasta aquí. Bésame y vete. -respondo segura pero tarde
noto mi error y mis mejillas se sonrojaron. Lei sonríe mirándome
tiernamente. –Eso no fue lo que quise decir. Ya, solo suéltame. -susurro
evitando su mirada.
-El problema es que no quiero soltarte. -susurra girando su cuerpo
sentándose en mi cama conmigo acomodándome de lado sobre su regazo.
No supe que responder por la sorpresa y lo miro dudosa. -Pero yo quiero
dormir.- susurro al no ver otra escapatoria. Me acuesta sobre mi cama.
-Duerme. -responde acostándose a mi lado colocando su mano en mi
espalda.
-Tienes que irte. -digo levantando la cabeza pero me sorprende encontrarlo
con los ojos cerrados como si estuviera dormido. -¡Lei! Tienes que irte. –
repito pero no se mueve. Agarro su mano separándola de mi cintura pero
vuelve al lugar rápidamente llevándose mi mano, haciéndome que pierda el
equilibrio y mi cuerpo termine encima del suyo. Sorprendida solo lo miro
pero él continúa haciéndose el dormido. -¡Ming Lei!
¡Suéltame! Si Do nos encuentra así no le va a gustar.
Mi comentario lo hace abrir los ojos y me mira advirtiéndome que no lo
diga de nuevo. Duerme. -responde cerrando los ojos.
-Lei, Do puede venir… -comienzo a decir pero al segundo después estaba
sobre mi espalda con Lei encima tan cerca que su nariz tocaba la mía.
-Dilo de nuevo. -me anima mirando fijamente mis ojos.
-Tienes…-mi frase fue interrumpida por sus labios robándome un beso.
Solo fue un segundo y vuelve a mirarme fijamente. -que…-retomo la
oración y una nueva interrupción de sus labios. -irte. -digo sin poder
evitarlo y vuelve a besarme pero esta vez dura unos segundos más. Cuando
se separa, sabiendo que había terminado con sus besos me relajo insistiendo
con que se vaya. -Lei enserió. -beso. -Tienes. -beso. que. -beso. -irte. -beso.
Sus labios sobre lo míos hacen desaparecer todos mis pensamientos y me
hacen sentirme débil. No quería besarlo pero tampoco interrumpir el beso.
Mi cuerpo traicionándome acercándose más al suyo aunque sus besos eran
muy suaves y sus manos en mi cintura hacían una combinación muy
adictiva pero si tenía que tener un momento de lucidez era ese.
-Lei, detente. -susurro empujándolo levemente logrando alejar medio
cuerpo del mío.
Ya era algo positivo que me ayudó a respirar más tranquila.
-¿Estás bien? -pregunta mirándome preocupado. Niego con la cabeza
cerrando los ojos negándome a llorar. Echándole la culpa al alcohol pero
sabía que en ese momento la culpa era mínima. -¿Qué ocurre, Ani?
Tranquila. -pregunta sentándose en la cama.
-Estoy cansada, Lei. Ve a dormir, mañana hablamos, por favor. -digo
también sentándome y señalando con la cabeza la puerta.
Lei duda pero termina parándose aunque no se mueve. Sus ojos miran los
míos. Veo un pequeño brillo especial y también la duda e incertidumbre de
no saber que hacer pero tampoco queriéndome presionar. Asiente una vez
dando media vuelta y saliendo del dormitorio.
Suelto un enorme suspiro y cubro mi cara ante la frustración. Logro
cambiarme y desmaquillarme rápidamente volviéndome a acostar sintiendo
la cabeza un nudo de sentimientos, palabras, besos y contradicciones.
A través de un ojo noto el sol filtrarse entre las cortinas blancas. Giro mi
cuerpo sin ganas de levantarme. De pronto llegan a mi memoria muchas
escenas de besos con Lei, guerras de miradas ambos acostados en mi cama
y por último yo pidiéndole que se vaya a punto de llorar. Abro mis ojos
ante la sorpresa. Si había tenido el ranking de los momentos más
vergonzosos con Lei, el de ayer había sido el primero. No lo podía creer.
Tiro la sabana encima de mi cabeza queriendo desaparecer del mundo.
Seguían llegando fragmentos e imágenes. ¿Mi mente no mentía? ¿Todo eso
había sucedido ayer? ¿Lei y yo casi… en qué momento nos dejamos llevar
tanto? Do iba a matarme. Yo misma quería matarme. Mi cuerpo lo había
disfrutado y mi subconsciente también pero mi consciencia y mi orgullo se
negaba a admitirlo o volver a querer que se repita.
Mi teléfono comienza a sonar interrumpiendo mis discusiones mentales y
alargue una mano lo encuentro llevándomelo a la oreja aún escondida bajo
la sabana. Era Ty.
-Hola. -susurro.
-¿Por qué susurras? -pregunta susurrando también sacándome una sonrisa,
Ty era la mejor compañera del mundo.
-Me estoy escondiendo del mundo. ¿Y tú? -recuerdo que ayer cada una se
fue con un hombre y Ty se había ido sola, me volvieron las ganas de querer
matar a Lei. -¿Tu llegaste bien? ¿Estás bien? -pregunto en tono más alto
que lo normal y un poco apurada por la preocupación.
-¡Ay, niña, mi tímpano! Primero susurras y luego gritas, me dejaras sorda. -
se queja aunque utiliza un tono divertido de señora mayor haciéndome
sonreír. -Tranquila, estoy bien. Y si, llegué bien, sola. Ya que sus hombres
las fueron a buscar. Lei se ofreció a dejarme contigo pero había llevado mi
auto y no podía dejar a mi bebé allí solo. -responde sonando enamorada por
su feo auto miniatura, mini Cooper. -Aunque tú, niña. Creía que tenías más
tolerancia al alcohol, como buena latinoamericana pero a los tres tragos ya
no me reconocías.
-Fue la ronda de los vasos de colores sin embargo estaban muy ricos. -digo
sonriendo recordando su sabor.
-Realmente. El barman es muy bueno. Y cuéntame, ¿pasó algo más con Lei
o solo se acostaron a dormir?
Suelto una risa irónica cerrando los ojos. -Pues, no dormimos. -digo sin
prestar mucha atención ya que me había llegado nuevamente la
recopilación de imágenes de anoche. Niego con la cabeza alejando esos
pensamientos de mi mente, me levanto sentándome en la cama y antes que
pueda reaccionar escucho un grito de Ty que realmente me deja sorda.
-¿Como que no durmieron? ¿Y me lo dicen tan tranquila?
¿Qué? ¿Yo había dicho eso? Cierro los ojos llevando la mano a la frente. -
No quise decirlo así. Me refería a que no dormimos juntos. -aclare aunque
no sé si termine oscureciendo más.
-Sí, no veo a Lei haciendo cucharita luego de hacerlo. Pero, al menos ya
aclaraste un poco tus sentimientos, ¿verdad? -pregunta Ty en un tono
tranquilo y animado.
Se me escapa una real risa. -No me acosté con Lei, bueno en teoría sí pero
no tuvimos relaciones. -dije mejorando mi explicación.
-¿Cómo se acostaron sin acostarse…? Oh, tienes que contarme todo con
detalles.
-Es demasiado largo para contar con detalles por teléfono y no quiero que
se entere Do. Al menos por ahora. -digo cerrando los ojos.
-¿Si sabes que Do lo sabe, verdad?
Asentí parándome de la cama caminando hacia el cuarto de baño. -Lo se,
pero no quiero que esto interfiera entre su relación. Son amigos desde hace
años y Do a veces puede ser muy impulsivo. -digo frente al espejo, levanto
mi cabello amarrándolo sin prestar atención a lo que me decía Ty, el alcohol
de ayer me pasaba facturas.
-¿Quieres? -escuche que preguntaba Ty pero me había perdido casi toda la
oración.
-¿Que me dijiste?
-¿Estás bien? Te escucho como si hubieras visto un fantasma. -dijo en tono
divertido y me hubiera reído de haber sido así.
-Sí, digo no. ¿Qué me dijiste?
-¿Si quieres paso por ti y camino a la universidad me cuentas que sucedió?
Si voy a la casa de Do él podría escucharnos y con lo que me imagino que
ocurrió anoche no me hago cargo si grito más de una vez.
-Claro, te espero. –digo aceptando.
-¡Que divertido! Bye, bye.
Me baño y cambio rápidamente y al salir veo a Lei en la habitación
provocándome un susto.
-¿Podemos hablar? –señala el balcón
-Tengo que irme. –digo caminando rápidamente hacia la puerta.
-Por favor, solo un momento. –dice interponiéndose en mi camino. Camino
hacia el balcón y espero que hable. –Anoche quedamos en que me avisarías
para pasar a buscarte al bar.
Evito su mirada asintiendo en silencio. -Quizás estabas muy ocupado con tu
teléfono para ver mi mensaje.
-¿De qué hablas? –su expresión cambió por una de entendimiento. -…Do te
dijo.
-¿Debía enterarme de algo? -lo miro rápidamente y él simplemente se
queda callado.
Entiendo perfectamente su silencio. -Tengo que irme.
Me detiene sujetando mi brazo. -Espera. Te lo iba a contar anoche. Meg me
escribió, me dijo que volvió y quería que lo supiera.
Asiento, esa parte ya la conocía. -Me alegra que la vuelvas a ver.
-Pero no significa que algo vaya a cambiar entre nosotros.
-¿Nosotros? No hay nada entre nosotros, Lei.
-Explícame entonces los besos de anoche. Explícame por qué Meg me
escribió esta mañana para vernos pero me negué porque necesitaba verte a
ti porque no dejo de pensar en ti, en cómo te sentirías hoy, si te sentirías
mal para necesitar algo.
Lo miro encogiéndome de hombros. –No sé qué quieres que te diga. Es
difícil creerte,
Lei.
Niega con la cabeza mirándome seguro. -Te quiero y te lo voy a demostrar.
Lo veo salir de mi habitación y me giro dando la espalda tomando aire
intentando calmar mi acelerado corazón.
Ty me avisa que llego por mí y tomo mi bolso caminando hacia su auto
mientras sigo reviviendo lo que sucedió hace un momento con Lei.
-¡Whoa! Esa no es la cara de alguien que tuvo una buena noche. –dice Ty
cuando me subo a su auto.
-Lei estuvo aquí y hablamos.
-Oh! ¿Sobre lo que sucedió anoche? Es tan romántico.
-Meg está en China. Lei quería hablar conmigo para decírmelo y… me dijo
que nada cambiará entre nosotros.
La boca de Ty literalmente toca el suelo. Me preocupa su silencio, nunca la
vi tan callada. – ¿Y le crees?
-No. –pero se veía seguro y quiero creerle. –Sí… no sé.
-El hecho que te lo haya aclarado es algo bueno. Es sincero, por eso quiere
que lo sepas. Él siente algo real por ti. Y por Meg no te preocupes, intentara
estar lo más que pueda junto a Lei tienes que prestar atención a las acciones
que tome él. –Asiento en silencio de acuerdo a su consejo.
Entramos a la universidad y seguimos caminando hasta el salón ignorando
que algunos miran hacia el estacionamiento y murmuran hablando sobre la
chica que regreso de Londres. Había visto fotos suyas sobre Meg y era muy
hermosa, rasgos delicados, cabello negro y largo con leves ondas e
increíblemente alta, más alta que yo, llegando al metro ochenta.
Encuentro a los chicos y Do me saluda revolviendo mi cabello como todas
las mañanas.
-Está viniendo Meg para saludarnos, te la presentare. –susurra inclinándose
para que solo yo lo escuche. Ty se despide rápidamente caminando hacia su
clase y me desea suerte guiñándome un ojo.
Asiento hacia Do no muy convencida y la veo venir caminando por el
pasillo. Viste un elegante vestido largo sobre un lindo sweater largo y unos
mocasines. Me gusta su estilo es sencillo pero con toques en tendencia. Se
acerca a nosotros sonriendo levemente y los chicos la saludan con un
abrazo. Imagino que la abran extrañado, después de tanto tiempo fuera,
todos eran amigos desde que son muy pequeños. Cuando es el turno de Lei
se queda un momento congelado y luego le corresponde el abrazo. Y sonrío
se que Lei fue el que más la extraño e independientemente de lo que pase
entre nosotros, solo quiero que sea feliz con quien quiera.
Meg se gira hacia mí y me ofrece la mano mientras Do nos presenta. Es
suave y parece sincera pero hay un punto que no me convence en su
sonrisa. ¿Habrá escuchado de mí? Presento mis respetos sinceramente, no
la veo como un rival, no creo en esas cosas de competir por hombres. Las
guerras no eran para mí.
-¿Les parece que vayamos a tomar algo a la cafetería de siempre? –
pregunta Meg animadamente.
Asienten en silencio y yo niego rápidamente. –Los dejaré solos y tengo
clases, no podré ir.
-Se cancelo la clase del profesor Teiwan. Nos acaba de avisar la
supervisora. –dice Do pasando mi brazo por mis hombros. –Así que tú
vienes con nosotros.
-Do es una reunión entre amigos, yo no tendría que participar. –susurro
mientras me obliga a caminar junto a él y los chicos.
-¿Que importa? Tú eres mi amiga también. Y quiero que estés. Además
tienes que proteger a tu hombre.
Su comentario me hace reír haciendo que los chicos me miren porque
estaba así y cubro mi boca con mi mano para detener mis risas. Miro a Do
un poco más seria. –No es mi hombre para empezar. Y segundo puede
protegerse solo. No me necesita. –miro un momento a Lei que a pesar que
Meg le está hablando continua mirándome atento mientras hablo con Do.
Do me atrae un poco más hacia él hablándome en un tono muy bajo. -Ahí te
equivocas. Meg es muy manipuladora, debes tener cuidado, sabe jugar bien
sus cartas.
Oh, ¡hablan sobre ella como si fuera una bruja que hechiza a Lei! Solo era
una chica que había vuelto a ver a sus amigos. No le daría más
trascendencia.
Tomando nuestras bebidas en la cafetería escucho que recuerdan viejas
anécdotas y comparan el pasado con el presente. Yo estaba jugando con la
liga de mi muñeca cuando se me escapa de los dedos y golpea suavemente
la mano de Lei frente mío. Lo miro disculpándome y él sonríe
quedándosela comenzando a jugar entre sus dedos.
-El que no ha cambiado nada es Lei. –dice Meg llamando su atención. –Él
sigue igual que hace unos años cuando me fui. –levanta su mano y la apoya
sobre su cabeza acariciando su cabello. Se miran hasta que Lei desvía la
mirada.
-Todos crecimos. Tú también estás distinta.
-Vimos las fotos que hiciste para la campana Estabas preciosa. –dice Do
refiriéndose a una campana de fotos que Meg hizo en Londres. Las fotos
eran muy hermosas, ella salía mostrando su elegancia y delicadeza.
-Las tomamos hace poco tiempo. Nunca lo había hecho, fue muy divertido.
-dice Meg con una sonrisa.
-No deberías haberlas hecho. –dice serio Lei. –Eran provocativas, debiste
ser más cuidadosa y no exponerte tanto.
En silencio desvío la mirada, su tono no fue de amigo sobreprotector. Do
me mira rápidamente y le devuelvo la mirada. También lo note.
Meg suelta una dulce risa. –Ves, sigues siendo mi pequeño hermano
protector que recuerdo. –dice y hay un punto que no me gusta. No son
celos. Es la forma que se refiere a Lei, como si fuera un niño. A Lei parece
tampoco gustarle porque desvía la mirada volviendo a su expresión fría e
indiferente.
Continuamos hablando sobre su viaje, donde Meg me incluye contándome
algunas experiencias, algunos lugares que le gustaron y la moda parisina. A
pesar de nuestro corto intercambio de diálogos descubro que es amable,
amigable y muy educada.
Mientras le cuento a Ty por llamada mis nuevas impresiones, se ríe sin
querer creerme.
-Estoy segura que como eres tú, si Lei no estuviera en el medio, serías su
amiga. –dice en tono burlón.
-No… '’amigas’’ es un titulo importante. Me cae bien. Es muy amable y
educada.
-¿Amable y educada? Amiga, eres demasiado buena para tu competencia.
-No es mi competencia. Lo hace ver a Lei como un premio que tenemos
que ganar y no me gusta. Somos grandes y cada uno sabe que hace.
-Meg no piensa como tú. Ella te ve como una competencia y no jugara
limpio.
-Lo sé. Y dependerá de Lei. Incluso si tengo que hacerme a un lado lo hare.
Quiero su felicidad con quien él elija.
Ty de pronto grita tan fuerte que tengo que alejar el aparato porque me hace
daño al oído. –¡Amiga! ¡Lo amas! –Ríe al escuchar mi silencio. –Quieres
su bienestar por encima del tuyo y serías capaz de alejarte para que él sea
feliz con otra mujer eso es amor del más puro. Admítelo. Lo amas.
Levanto la vista y veo sus ojos que brillan por el reflejo de la luna
luciéndolo más hermoso. Sonrío. Te amo, Lei. Gracias también a ti, por
aparecer en mi vida y mejorarla con tu simple existencia.
Entrelaza nuestros dedos y atrapo su mano jugando con sus dedos.
Cierro los ojos sintiendo su tranquila respiración, sale vaho de mis
exhalaciones por la baja temperatura pero no tengo frío.
-¿Puedo hacerte una pregunta?
-Claro.
-¿Que ocurrió con tu ex novio? Me gustaría que me cuentes todo sobre él,
si te trataba bien, si te hizo daño, si lo amaste.
-Tom Ridesseli lo conocí en el viaje a Italia cuando tenía 17 años.
Oficialmente, porque yo ya lo había visto en una fiesta de mi tío un año
antes y luego él me contó que también me recordaba por eso nos ayudo. –
Es imposible contar la historia sin recordar imágenes de aquella época pero
me concentro para seguir con el relato. –Se cumplía un año de la muerte de
mi madre y yo estaba tan triste y enojada que me escape. No lo pensé y
tomando unos ahorros que tenía me tome el primer avión que encontré a
Italia. Unos días después conocí a Ty y ambas éramos un desastre.
Salíamos y tomábamos a cualquier hora. Una noche Ty se paso de lista con
unos tipos muy malos. –Se me escapa una risa recordando las palabras de
Ty, siempre fue la más valiente de las dos. –La hubieras visto era terrible.
Los hizo enojar y le robamos una de sus motos. Viajamos toda la noche y
llegamos a una Villa privada pero la policía nos atrapo y en la comisaria
estaba Tom. Él en ese momento era solo personal de policía, me reconoció
y nos ayudo a salir de todo el problema. Incluso también me ayudo a que
no salga de Italia la noticia porque si se enteraba mi tío iba a ser mucho
peor que la cárcel. Volví a Argentina y comenzamos a salir. Ascendió a y
quiso presentarse formalmente a mi tío. Gracias a su alto puesto mi tío
quedo maravillado con él, nos alentaba en todo, creando planes a futuro,
incluso nos compro una casa en Italia. Pasaron los años y yo estaba tan
enamorada. Él era perfecto, un compañero fiel y protector pero luego esa
relación desapareció. Él dejo de responder mensajes, llamadas, siempre con
la misma excusa: no tenía tiempo. A pesar de eso seguimos juntos y los
meses pasaron a ser años hasta que decidí viajar a Italia. Me conformaba
solo con estar con él el tiempo que pudiéramos. Y lo vi llegar a su casa pero
él no estaba solo. Estaba con una mujer de la mano y antes de entrar la beso
en la puerta y luego inclinándose le beso la pansa. La mujer estaba
embarazada. Su abrigo cubría el embarazo de 7 meses que no vi y su anillo
de comprometidos. Se casaron hace unos meses luego del nacimiento de su
hija.
-Lo siento.
Yo no. Es decir lo sentí en su momento pero cuando el amor empieza a ser
odio y luego rechazo, ya no sientes nada. Comienza a crecer una decepción
que el amor solo desaparece. -Ya ha pasado más de un año de esto. Él fue
mi única pareja, no he vuelto a salir con nadie.
-Él no te merecía porque no supo apreciar tu hermosa mirada. Ya no
piensas en nada. Y cuando apareces se siente un perfume de rosas que no
puedes olvidar. Eres una princesa pero los lacayos no pueden verlo.
-Oh, había olvidado que usted viene de la realeza. Entonces estoy ante
un príncipe. Pero eres tú la dulce ilusión que yo soñé, eres tú brillando
en tus ojos el amor pude ver…-canto en tono bajo la canción de Aurora
de La bella durmiente.
Se levanta como si de pronto recordara algo y se gira hacia mí. -Acepte este
baile y descúbralo usted misma. –dice inclinándose ofreciéndome su mano.
Sonrío mordiendo mi labio inferior y acepto su mano. Me acerca a su
cuerpo colocando una mano en mi cintura y la otra sobre la mía.
Comenzamos a bailar y girar recorriendo el lugar mientras sigo tarareando
la canción. Lei me hace girar y suelto una risa. Me detiene de espaldas a él
y tomando una mano a la vez volvemos a bailar. Me abraza envolviendo
sus brazos a la altura de mis hombros, apoyando su cabeza sobre la mía.
Reímos viendo hacia el cielo. Las estrellas brillan junto a la luna.
Capitulo XVI
-Está bien, está bien. -me consuela Cay dando palmaditas en mi espalda.
Sonrío apreciando el gesto y Ty aprieta su abrazo.
-No está aquí. -susurro a Ty mirando disimuladamente por el lugar. Un
punto en mi pecho dolía. Ayer había visto a Lei y Meg irse juntos del
Karaoke y luego no volvimos a hablar. Era extraño y me sentía realmente
confundida.
-No te preocupes, amiga. No lo necesitas. ¡Vas a cumplir tu sueño. Iras a
ver con tus propios ojos osos pandas! -dice Ty animada y me contagia su
felicidad.
Es verdad. Cumpliría mi sueño y nada ni nadie me quitaría esa alegría.
Había hecho muchos esfuerzos y sacrificados para llegar a donde estaba.
Por primera vez en mi vida cumpliría un sueño. No uno obligado por
mandato familiar. Un sueño personal. El dolor pasó a ser nervios y se
transformó en una fuerte alegría y tranquilidad en mi pecho que reconocí
como orgullo. Por primera vez podía sentirme orgullosa de mis logros.
Sonrió y abrazo a Ty. -Gracias, amiga. Te voy a extrañar.
-¡Pero si solo te vas una semana! Es mentira, yo también te extrañare.
Cuídate mucho y háblame cuando llegues. -dice limpiando unas lágrimas
que se escaparon de sus ojos.
Ying y los chicos también me abrazaron de manera brevemente y en
cambio Do, que fue el último de los tres, me revolvió la cabeza
despeinándome como siempre hacia.
-Cuídate, enana. Llámame cuando llegues y todos los días. No hables con
extraños y si alguien te pregunta algo tu no le contestes. -suelto una leve
risa asintiendo y abrazándolo. -¿Dime de nuevo por qué no puedo
acompañarte?
-Porque necesito hacer esto sola. Además te necesitan aquí. Cuida a Ying y
no seas tan malo con ella.
-No soy tan malo, ella me hace enojar. -dice mirándome con ojos inocentes.
Lo miro fijamente a punto de golpearlo. –Está bien. Se te hará tarde. Ve a
cumplir tu sueño y disfruta de tu viaje.
Gracias, Do. Te quiero.
-También te quiero. Ve.
Subo al avión y me siento contra la ventana. Cierro los ojos y suelto un
suspiro. Por fin, no puedo creer que estoy a viajando al último lugar y
cumpliré mi sueño. Vería pandas. Podría tocarlos, podría sentir su olor y su
pelaje. Después de tanto imaginarlo, de tantos años soñándolo en unas
horas se cumpliría.
Escucho que alguien se sienta a mi lado y miro de reojo. Sonríe y
correspondo la sonrisa automáticamente pero noto que es Lei. Lo miro
sorprendida.
-¿Qué haces aquí?
-¿Quieres la verdad o la excusa?
-La verdad.
-No podía dejarte viajar sola.
-Siempre viajo sola.
-Te dije que iban a cambiar algunas cosas.
-No te vi en el aeropuerto, creí que no te despedirías.
Lei curva sus labios e inclinándose presiona sus labios contra los míos.
Apoya su cabeza sobre mi hombro y entrelaza nuestras manos enredando
nuestros dedos. -Descubrí que te extrañé y que te necesito.
-¿Qué?
-Este no es el mejor lugar para hablar. -suelta una leve risa.
-¿Te vas a dormir? -él asiente. -Lei! -rápidamente deja un suave beso en
mis labios y vuelve a su posición anterior y cierra los ojos. Siento
curiosidad. -¿Cual era la excusa?
-Quiero conocer a los pandas. -susurra. Reímos.
Llegamos al hotel y registran mi reserva. Lei alquila otra habitación en mi
pasillo ya que no sabía en qué hotel me hospedería.
-¿Quieres ir a comer? -pregunta tomando mi mano. Me suelto pero camino
a su lado.
Me mira sorprendido y niego con la cabeza.
-No tan rápido, señor de la realeza.
-Sus deseos son mis órdenes, mi princesa. ¿Donde quieres ir?
-No lo sé. No conozco.
-Por eso debes darme la mano, para que no te pierdas.
Suelto una risa sarcástica. -Buen intento. Vamos por allá.
-Es por acá. -señalando la dirección contraria.
-¿Como sabes? Tú tampoco conoces.
-Investigue. -intenta agarrar mi mano pero rápidamente la desvía.
Sonrió. Me gusta que respete mi decisión. Además el hecho que haya
viajado solo para acompañarme ya era un dulce gesto. Lo sigo mientras
caminamos pasando entre varios puestos de comidas. Nos detenemos en
uno con mesas para sentarse y compra dumplings rellenos de carne. Son
deliciosos.
-¿Cuando tienes que ir a campo de pandas? -pregunta mientras volvemos a
caminar.
Esta vez son puestos de regalerías.
-Mañana a la mañana.
Asiente y deja pasar un señor mayor. Lo siento en mi espalda mientras
caminamos. Detiene mis pasos un hombre que se interpone en mi camino,
su mirada me hace sentir sucia mientras siento sus ojos vidriados por el
alcohol recorrer mi cuerpo.
Sorprendida me alejo un paso hacia atrás topándome con Lei. Este mira al
hombre y rápidamente tomando mi mano se interpone entre nosotros
cubriéndome con su cuerpo llevándome con él.
Cuando salimos de la calle de puesto, se gira mirándome preocupado. -
¿Estás bien?
-Sí. Solamente me asusto.
-Bien. Volvamos al hotel. Es más seguro. -propone tirando de mi mano.
-No. Quiero conocer más. Sigamos caminando.
Duda y lo animo sonriendo tirando de su mano. Seguimos caminando
recorriendo las calles, viendo más puestos. Suelto su mano pero lo tomo del
brazo. Se nos pasa la tarde, yo había comprado algunos regalos para las
chicas y Lei solo había mirado.
Cuando comenzamos a sentir hambre volvemos a cenar en otro puesto.
A la mañana siguiente nos encontramos en el pasillo del hotel, como ambos
teníamos solamente las mochilas como equipaje, decidimos desayunar algo
en el comedor y salir directamente hacia el campo/hábitat de los pandas.
Llegamos al predio, era un campo abierto bastante grande. Nos recibe el
señor Ghong, el encargado del lugar. Habíamos hablado muchas veces a
través del teléfono y por fin lo conocía en persona. Era un hombre alto,
regordete y muy simpático. Nos invita a su despacho ya que teníamos que
rellenar algunos papeles, corroborar otros y darnos de alta en el sistema
como nuevos voluntarios. La estadía duraría solamente cinco días. Le había
comentado a Lei sobre el plan y había aceptado. Me moría de ganas de
verlo con los pandas. Luego de leer y firmar papeles, nos lleva a
cambiarnos de ropa para entrar al área en donde estaban los pandas. La
ropa era un mameluco color marrón, unas botas de goma y unos guantes de
látex. Recorrimos las instalaciones: la sala médica, en donde estaban dos
pequeños bebes pandas recién nacidos, un área especial y cerrada para
algunos pandas como embarazados o bajos de peso y por último el área de
juegos y en donde pasaban casi todo el tiempo ya que algunos vivían ahí.
Nos presenta a nuestro guía y el señor Ghong se retira.
El guía nos explica que podíamos acercarnos a los pandas si queríamos,
jugar, darles de comer, en general lo que quisiéramos, ya que no teníamos
una tarea en específico pero que tuviéramos cuidado ya que por más lindos
que se vieran, seguían siendo osos y podían hacernos daño. Así que
mientras se dirigía a revisar un área cercana en donde un panda grande
había aterrizado y destrozarlo, con Lei nos quedamos solos y nos
acercamos un poco más.
Siento mi corazón detenerse un segundo. Era genial por fin verlos de cerca,
en vivo, su pelaje se veía tan suave, sus colores mucho más fuertes, el olor
también era bastante fuerte, era como una mezcla entre humedad y bambú,
pero no pude evitar la alegría que crecía a medida que me acercaba más a
ellos, solo quería correr, tirarme sobre ellos y abrazarlos.
-Creo que por tu expresión, solo quieres correr hacia ellos y tirárteles
encima. –dice Lei burlón.
-Créeme estoy reteniendo todos mis impulsos. –asiento mirando hacia
ellos.
-¿Y qué esperas?
Tomo una respiración sin saber que decir. ¿Qué esperaba? Ni yo sabía, creo
que por un lado estaba admirándolos de lejos ya que los estaba realmente
viendo en persona y por otro lado eran grandes, podrían fácilmente
aplastarme si alguno se me tiraba encima, aunque no se me ocurre una
mejor manera de morir, aplastada por un panda. Miro de reojo a Lei y me
devuelve la mirada animándome. Vuelvo la mirada hacia los pandas que
estaban y veo algunos durmiendo, algunos chiquitos jugando, me muerdo el
labio inferior y decido acercarme.
Camino unos pasos y noto que algunos levantaban sus orejas
escuchándome, otros solamente me miran curiosos pero uno pequeño se
acerca corriendo y choca contra mis piernas. Rio y me inclino acercándome
a su altura, le acaricio el lomo, las orejas, la cabeza y él juega con mis
manos entre sus patas tratando de agarrarlas. Le sigo el juego, incluso lo
empujo hacia atrás y le rasco su pansa, no sabía si tenía realmente
cosquillas pero movía sus patas tanto delanteras como traseras tratando de
alejarme como si realmente le hiciera gracia.
Levanto la cabeza y veo a Lei sonriendo con su teléfono apuntando a
nosotros. De pronto sus ojos se abren y baja un poco su teléfono
acercándose preocupado. Al principio no entiendo hasta que siento unos
cuerpos encima de mí y soy yo la derribada que termina en el suelo. Rio
mirando la cantidad de pandas pequeños que estaban sobre mío, unos tres o
cuatro, cada uno juega conmigo saltando o dando pequeñas mordidas, hay
uno que simplemente se sube y se acuesta sobre mis piernas, parece estar
tranquilo y durmiendo.
-¿Estás bien?
Levanto la mirada y veo a Lei, asiento y algunos pequeños van hacia él,
salvo el que esta acostado en mis piernas, él no se ha movido, lo agarro
acunándolo en mis brazos y veo como se vuelve a dormir, sonrió y me
levanto mirando a Lei que está rodeado y se suma uno más grande. –¿Tú
estás bien? –rio al ver que el grande se para sobre sus dos patas traseras y
coloca sus patas delanteras sobre su espalda, Lei se agacha acariciando a
uno mientras el grande aprovecha y se trepa sobre su espalda quedando
como una enorme mochila.
-Creo que también les caigo bien. –dice divertido aunque sus ojos
proyectan un poco de miedo y desconfianza. Veo en sus ojos un brillo
nuevo y noto que lo disfruta. Está feliz y me hace sentir aún más contenta.
-Su novia es muy tierna, señor. -dice el guía. Veo a Lei sonreír y lo miro
sorprendida. He visto a mucha gente emocionarse pero ninguno como ella.
-Es que mi novia tiene una obsesión por los pandas. Los quiere más que a
mí.
-En eso no te equivocas. -respondo y escucho a ambos reír.
El guía nos pregunta si queremos acompañarlo a preparar la comida ya que
es hora de su tercer almuerzo, ya que comen mínimo 3 veces cada 2 horas.
Asentimos y dejamos a los pandas en el suelo, aunque el pequeño no me
quiere soltar, finalmente el guía saca las garras de sus patas de mis brazos y
nos alejamos caminando hacia el almacén pero nos sigue, nos apresuramos
y logramos cerrar la puerta antes que entre con nosotros pero escuchamos
un ruido contra esta como si hubiera frenado con el objeto. Suelto unas
risas negando con la cabeza, Lei me mira con ojos tiernos pero divertidos y
el guía suspira con una sonrisa.
Es un gran almacén con las varas de bambú apiladas, fuentones, leche y
entre otros objetos comestibles. El guía se dirige a las varas y nos pasa unas
cuantas, nos dice que había que sacudirlas contra el piso para ablandar la
planta, ya que los pandas harían todo el trabajo de pelarlas porque les
gustaba así. Así que junto a Lei hicimos esa actividad. Eran duras, algo
maleables pero al tener tantas capas gruesas, eran algo pesadas. Luego el
guía las apila en una carretilla y lo acompañamos afuera junto a los pandas,
las reparte sin un orden en específico y deja los fuentones con leche
alineados en una esquina.
Los veo como cada uno agarran una vara, se sientan y comienzan a partirlas
para comer el interior. Sonrió, son muy tiernos.
–Me dijeron que el suyo estaba dormido pero si quiere lo vemos por fuera,
sin despertarlo.
Tomo aire y lo suelto despacio. –¡Sí, por favor, vamos ya! –digo apenas
conteniendo mi emoción. Miro a Lei y él sonríe mirándome conteniendo mi
emoción y lo estaba, ¡iba a conocer a mi bebé!
Seguimos al guía pasando algunos predios más, hasta un pasillo, entramos a
una sala vidriada. Señala la ventana y nos acercamos. Habían varios pandas
durmiendo, algunos comiendo, otros pequeños jugando entre ellos, trepados
de las ramas. El guía apunta a uno mediano que estaba durmiendo
profundamente sobre su estómago. Suelto una risa y me pego más al vidrio.
Escucho desde lejos como hablan Lei y el guía pero yo había dejado de
prestar atención, seguía mirando solamente por el vidrio.
-Claro, entiendo. –dice el guía y escucho el ruido de una puerta abriéndose.
Giro la cabeza y veo que el guía asiente invitándome a pasar al hábitat. Lo
miro sorprendida. Me dejaría ingresar. Me acerco a Lei y poniéndome en
puntitas le beso la mejilla rápidamente.
Tomo aire y camino atravesando la puerta. Varios pandas me miran,
algunos siguen en lo suyo. Me acerco a mi bebé, viéndolo por primera vez
en persona.
Rio tapándome la boca con las manos sin aguantarme la emoción y niego
con la cabeza. Por fuera se veía igual que el resto de los pandas pero lo
sentía especial, verlo crecer, ver sus fotos y videos desde que me lo
regalaron, conociéndolo desde que nació. Era mágico al fin verlo.
Retrocedo despacio para no despertarlo pero levanta su cabeza mirando
hacia todos lados, sus redondos ojos me miran y con toda la paciencia del
mundo, se me acerca. Me siento a su lado y acaricio sus lindas orejas, sus
mejillas, su pecho. Posa su pata sobre mi mano y luego la otra sobre ella.
Sonrió y suelto algunas lágrimas.
Me acerco y lo abrazo fuertemente. Respiro su aroma –a pesar de que no se
podía- y descubro porque, tiene un fuerte olor a algo sucio y de exterior.
Cierro los ojos, disfrutando al fin estar abrazando a mi Namu, después de
tantos años. Acaricio su espalda y me alejo despacio.
Sus lindos ojos negros me miran y luego se desvían atrás mío. Sigo su
mirada y veo a Lei junto al guía mirándonos. Este último me hace una seña
de tiempo finalizado y asiento.
Vuelvo a mirar a Namu y como si supiera, se me tira encima. Rio soltando
un gritito por la sorpresa, es pesado. Siento que se acercan apresurados a mi
espalda pero levanto a Namu como un bebé y me giro hacia ellos. Me
encojo de hombros y sonrió.
Camino con ellos hasta la puerta y giro dando unas vueltas con Namu en
mis brazos.
Lo abrazo una vez más y lo dejo sobre el suelo. Allí le acaricio la cabeza
sin querer dejarlo.
–Esto es todo por hoy. El señor Ghong los está esperando en su oficina. Si
quieren cambiarse hay un baño atrás de aquella puerta. –dice el guía
volviendo a cerrar la puerta.
Volvemos a asentir y le agradecemos. Antes de salir miro una última vez a
Namu. Está dando vueltas sobre su estómago y me parece lo más hermoso
del mundo. Suspiro feliz, miro a Lei y nos dirigimos al baño.
Caminamos hacia la oficina principal. Hablamos con el señor Ghong y nos
muestra la casita donde nos quedaríamos. Era pequeña: un solo dormitorio,
cocina con una mesa y un baño. Acomodamos nuestras cosas y Lei se
ofrece a dormir en el sillón ya que solo había una cama. Me parece bien.
Lei cocina unos fideos con verduras que le quedan deliciosos. Los
disfrutamos mientras hablamos sobre el día y las divertidas experiencias
con los pandas.
Al día siguiente podíamos ir al campo a cualquier horario pero siguiendo
mi costumbre de despertarme con la salida del sol, me despierto realmente
temprano. Me cambio en silencio y cuando me acerco a la cocina por algo
de fruta para desayunar veo a Lei dormido sobre el sillón. Se ve tan tierno y
angelical dormido. No puedo evitarlo y le tomo una foto. Es muy linda. Me
retiro antes de que se despierte o que se haga medio día y yo aun esté
mirándolo dormir.
Hago algunas actividades parecidas al día anterior. Veo más voluntarios que
cada uno se encarga de un sector y yo ayudo sin molestar a nadie. Casi a
medio día me detengo a tomar agua y descansar.
El guía me saluda cuando se acerca al comedor donde estaba. -¿Sabe usted,
que su panda se emparejo con una panda? –Lo miro sorprendida. –Sí y tuvo
su primer hijo ayer, cuando usted llego. La felicito.
¿Me felicita? ¡Soy abuela! ¡Mi bebé tuvo un bebé y soy abuela! –Necesito
verlo, por favor. Al menos solo un momento.
-Sígame.
Me conduce hasta una sala especial donde veo una mamá panda con su cría
y el guía me confirma que son Lin, la pareja de Namu y su cría que aun no
tiene nombre.
-Si quiere puede escoger un nombre.
-Loto. –digo haciendo referencia a la película Kung Fu Panda. El guía
asiente y lo anota en la planilla con el resto de los datos de Loto.
Al principio los pandas eran muy celosos con sus crías así que era mejor no
acercarse y no provocarlos. Ellos se encargarían de alimentarlos y cuidarlos
hasta que supieran caminar y que crezcan y puedan salir junto a los demás
pandas.
Veo otras salas y algunas vacías ya que en general los pandas solo tenían
una cría por eso era considerado una especie en peligro de extinción y eran
tan cuidados porque eran contados los osos pandas que quedaban y los
especialistas hacían lo que podían para evitar que la especie desapareciera.
Volviendo al campo general me encuentro a Lei acariciando las patas de un
panda. Sonrío al ver que también disfruta estas aquí, rodeados de su fuerte
olor, vestidos con mamelucos y cuidando pandas.
-Buenas tardes, bello durmiente.
Mi voz lo hace enderezarse y levantarse. Su mirada encuentra mis ojos y
sonríe dulcemente. -Lo siento no vi que era tan tarde. Cuando desperté
olvide que hacia aquí y mi princesa no estaba en el castillo.
-Tu princesa estaba trabajando.
-Las princesas no trabajan.
-Es cierto además cuidar pandas no puede considerarse un trabajo. Es una
pasión. –Lei suelta una risa.
Mientras almorzamos recuerdo la noticia y observo a Lei emocionada.
–¡Tengo una súper increíble noticia para contarte! –Lei asiente esperando
mi respuesta.
– ¡Soy abuela!
Desaparecen los colores de la piel de Lei y me mira serio. –No sabía que
eras madre.
Su comentario me hace reír mientras niego con la cabeza. –Namu tuvo un
hijo. Mi bebé tuvo un hijito panda. –explico mostrándole con mis manos el
tamaño del bebé de Namu era del largo de una mano.
-Te felicito, eres la abuela más hermosa que he visto. –Arrugo mi nariz
ladeando la cabeza sin reírme de su broma. Pero sonríe contagiándome. –
¿Ya la pudiste ver?
-Por supuesto. Esta mañana y también ayude a varios voluntarios, limpie
algunos sectores y rompí algunas varas de bambú.
-Oh! ¡Has hecho muchas actividades, que productiva! Quiere decir que me
queda…cierra sus ojos y hace un tierno puchero.
Asiento disfrutando de su linda expresión. –Lavar algunos pandas. ¡Vamos,
quiero ver esto! –digo tomando su brazo obligándolo a caminar hacia el
área de aseo.
En realidad era muy sencillo. Los pandas se lavaban casi solos, excepto
algunos que habían tenido algún percance como uno que estaba esperando
sentado sobre una gran piscina de madera que lo limpien pasando el cepillo
en sus patas, orejas, pansa, espalda. Mientras Lei enjuaga al panda
comienzo a grabar, no podía perderme filmar este hecho. Él no se da cuenta
hasta que lo está lavando con una manguera.
Me mira y yo levanto mi pulgar felicitándolo por su esfuerzo. –No me
filmes. –dice cubriendo sus ojos con su mano libre. Niego con la cabeza en
silencio pero no muevo el teléfono y continúo filmándolo. –Hey! –dice y
rápidamente la manguera me apunta a mí salpicándome de agua.
-¡Lo siento, lo siento! –digo intentando de ya no me llegue agua y se
detiene volviendo la atención al panda. Miro mi ropa y mi mameluco está
empapado de agua.
Estaba pensando la manera en que me podía vengar de Lei pero de pronto
el siguiente panda que está lavando comienza a dar patadas al agua muy
fuerte provocando salpicar mucha agua empapando a Lei.
Sigo riéndome luego de cambiarnos y caminar hacia la sección donde
estaba Namu, porque hoy también quería verlo.
Llego a su sección y lo veo al final de terreno parado sobre sus dos patas
traseras golpeando una puerta. Quizás tendría hambre, el guía me había
dado fruta para alimentarlo. Entro al predio teniendo el cuidado de volver a
cerrar para que no se escape y su cabeza se gira mirándome, corre hasta mí
y choca contra mis piernas.
Riéndome le acaricio la cabeza y las orejas.
Lo hago seguirme hasta una hamaca doble y me siento haciendo que se
suba también. Le paso rodajas de manzana ya que él me daba su pata
esperando la fruta. Aun se me hacia un sueño verlos, alimentarlos, poder
acariciarlos. Era tan irreal pero tan precioso. Encuentro un antiguo
sombrero hecho de tiras de bambú y se lo coloco. Parece el guerrero
dragón. Él continúa comiendo sin quitarse el sombrero. Me encanta verlo
masticar, los ruidos que produce al masticar y la facilidad en agarrar los
objetos. Es hermoso. Al ver que no le paso más fruta se acerca intentando
encontrar más. Le muestro el balde ya que está vacío pero él sigue
buscando, oliendo atrás mío y arriba mío. Se trepa a mis piernas y pasando
sus brazos por mi cuello me abraza oliendo mi cabello. Río mirándolo y
acerca su hocico oliendo mi cubre bocas y mis ojos. Acaricio su pelaje
mientras sigue olfateándome y sigue trepándome hasta subir al árbol atrás
mío.
Trepa con ayuda de sus garras y llega hasta la cima de la rama separada del
árbol principal. Es muy alto y si se cae… soltando el agarre de su pata se
cae chocando contra el suelo. Lo miro preocupada pero solo sacude la
cabeza y continúa caminando. Sube una pequeña subida y baja rodando.
Luego corre hasta un puente y lo espero del otro lado. Sube por una
plataforma hasta el final y me apresuro a atraparlo del otro lado. Estira sus
patas dejándose caer en mis brazos. Lo tomo abrazándolo y camino
recorriendo el terreno. Él se queda quieto entre mis brazos y a veces mueve
las patas traseras balanceándolas. Juego a dejarlo caer pero lo atrapo
rápidamente e intenta morderme todas las veces. Giro sobre mis pies
dándonos muchas vueltas.
Señorita, ya es momento de su baño. –dice el guía refiriéndose a Namu
pero yo continúo con las vueltas en sentido contrario.
Cuando comienzo a marearme me detengo distinguiendo dos figuras
humanas, además del guía a su lado está Lei. Lanzo hacia arriba a Namu
mientras camino hacia ellos.
-Ya le prepare lo necesario. –dice señalando los objetos. Asiento en silencio
inclinándome en agradecimiento y Namu trepa sobre mí hasta estar sobre
mis hombros. Lei me mira preocupado pero yo río mientras lo bajo
dejándolo en el suelo.
-¡El último que llega tiene que bañarlo! –digo mirando a Lei corriendo
rápidamente. Escucho que corre siguiéndome y Namu también corre atrás
nuestro. Llego primera y levanto los brazos celebrando mi victoria.
Lei baja la cabeza tomando aire fingiendo estar decepcionado y lo consuelo
dando unos golpecitos a su hombro. –Tranquilo, te ayudare.
Primero teníamos que lograr atrapar a Namu que había salido corriendo.
Me encargo de eso atrapándolo fácilmente. Lo alzo y lo dejo sobre el agua.
Comienza a dar patadas salpicando agua hacia todos lados.
Mientras Lei le tira agua sobre el lomo, le cepillo las patas removiéndole
una gran cantidad de tierra y piedritas. Le paso el cepillo sobre el pelaje y
Namu se sacude. Lei juega con él y el cepillo.
Se hace tarde y volvemos exhaustos y listos para asearnos. Mientras veo a
Lei preparar la cena no puedo evitar imaginarme que así serían nuestros
días si esto se hiciera cotidiano. Realmente no lo imagino viviendo y
trabajando de cuidador de pandas pero si en un hogar donde luego de
trabajar, lo observaría cocinar mientras hablamos sobre nuestro día y
cenaríamos continuando conversando. Yo sería realmente feliz con una casa
en el campo. Amaba la naturaleza y aunque me gustaba la ciudad, prefería
la tranquilidad y la paz de la vida rural. El despertarse con el sol, cuidar de
pandas y luego tocar el piano, bailar en el jardín bajo las estrellas. Disfrutar
la compañía del otro sin medir el tiempo.
-Hey, ¿no tienes hambre? –pregunta Lei sacándome de mi imaginación.
-Sí, lo siento. –bajo la mirada hacia el plato y comienzo a comer.
-Me gustaría saber en que estabas pensando.
Sonrío sintiendo mis mejillas cambiar de color. No me atrevería a decirlo
en voz alta así que cambio rápidamente a otro pensamiento. –Es precioso
estar aquí. Finalmente me refiero. Tanto tiempo soñándolo y ahora se
cumplió. Es increíble. –Lei sonríe mirándome compasivo. –¿Tú ya debes
estar cansado, no es así? Queriendo volver a la ciudad y a tu rutina.
-En realidad no. Me gusta estar aquí. Pero me gusta aun más porque estás tú
aquí. Quiero decir, no creo que hubiera hecho esto por mi cuenta pero la
disfruto porque estás tú.
Muerdo mi labio inferior mirándolo sin poder correr la vista. –¿Le avisaste
a los chicos que venías, verdad?
-Oh, sí. Sus reacciones cuando les conté fueron muy divertidas. Do no
podía creerlo y Cay me dijo que no soportaría un solo día y hoy se cumplen
dos así que puedo llamarlo orgulloso. –comenta bromeando y reímos.
-Estoy muy feliz que estés aquí conmigo. Esto era un sueño mío y el que
estés también aquí me hace sentir más acompañada y segura a tu lado.
-Siempre podrás contar conmigo. Y quiero que estés segura a mi lado,
nunca haré nada para lastimarte si puedo evitarlo. Siempre querré lo mejor
para ti.
Mis ojos se llenan de lágrimas y sonrío queriendo decirle que lo amo
incluso estoy lista para hacerlo pero veo una sombra atrás suyo, sobre el
sillón. Se mueve bajo la frazada de dormir. –Lei, no te muevas. –susurro
levantando mis manos.
Él me mira preocupado y se gira mirando atrás suyo, cuando descubre la
vicha salta de la silla cayendo al suelo. Esta aprovecha y se enrosca en su
pierna. Lei suelta un grito asustado mientras se mueve intentando quitársela
pero es peor moverse cuando ya te atrapo.
-No te muevas, no la toques. Espera. –digo mientras busco rápidamente un
palo o algo similar. Encuentro un paraguas y lo coloco pegado a su pierna,
el animal trepa al palo del paraguas liberando la pierna de Lei. Camino
hacia afuera y la arrojo con todas mis fuerzas. Observo que se va hacia el
campo abierto en dirección opuesta hacia nosotros. Vuelvo corriendo hacia
la casa buscando a Lei. Está intentando levantarse pero lo detengo.
-Espera, quédate ahí. ¿Te mordió? –pregunto mirando con atención su
pierna.
-Tranquila, no me mordió.
-¿Seguro? Déjame ver. –pido arremangando su pantalón. Veo unas leves
marcas rojas pero nada profundo preocupante.
-¿Eres veterinaria ahora? Porqué… estoy empezando a sentirme mal… -
dice con una mano en su pecho y luego se cae sobre su espalda.
-¡Déjate de bromas, esto es muy serio, Lei! –Tomo sus manos levantándolo
del suelo. – Vamos a tener que desinfectar todo, por ahí paso el animal. Y
no vas a poder dormir en el sillón, la vi moverse primero ahí.
-¿Dónde dormiré entonces? ¿En la hamaca de Namu?
-En la cama. Es lo suficientemente grande para que ni siquiera me notes. –
Me mira sorprendido y asiento sin dejarlo replicar. -Está todo contaminado,
intenta no tocar nada.
Busco algún desinfectante o lavandina y mientras Lei se baña limpio por
todos lados por precaución. Retiro las sabanas del sillón dejándolas afuera,
mañana podíamos lavarlas.
Camino hacia el dormitorio y reviso que no haya ningún animal escondido.
De pronto siento unas cosquillas en mi brazo y suelto un grito golpeando a
lo que me haya rozado. Lei suelta una queja mientras se ríe. Respiro más
tranquila golpeándolo más consciente esta vez.
-¡Me asustaste!
-Era la idea. –susurra mirándome con una sonrisa inocente.
-¿Seguro no te mordió? Se enredo en tu pierna de todos modos y escuche
un grito. – digo mirándolo preocupada.
-Señorita, usted es la experta y no encontró nada. Ya no te preocupes,
vamos a dormir. – dice dando un rápido beso en mi nariz y camina hacia la
cama preparándose para dormir.
Asiento y paso al baño preparándome para acostarme también. Cuando
salgo veo a Lei ya acostado con los ojos cerrados. Bueno, es un poco más
fácil así. Me acuesto sobre la cama e intento relajarme. Es decir él está del
otro lado, ni siquiera se rosan nuestros cuerpos pero lo siento muy cerca.
Abro los ojos y veo que él también me mira. Apoya la mano en el espacio
que queda entre nosotros y sonrío imitándolo.
Entrelaza nuestros dedos y vuelve a cerrar los ojos.
Cuando despierto aun sin abrir los ojos escucho su corazón y ciento su
respiración subir y bajar. Parpadeo levantando la cabeza y me doy cuenta
que estoy acostada sobre su pecho. Él tiene solo un brazo sobre mi espalda
acercándome inconscientemente y sigue dormido.
-Quédate. –susurra apretando su brazo en mi cintura volviéndome a apoyar
mi cabeza sobre su pecho.
-Estás despierto. –susurro sin moverme.
-No y tú tampoco.
-Yo veo el sol brillando, ya es hora de levantarse.
-Disfruta del sol brillando aquí conmigo. –susurra abrazándome con su otro
brazo.
Cierro los ojos respirando su aroma y no es difícil volver a quedarse
dormida entre sus brazos.
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-Buenas tardes, dormilona. –escucho la voz de Lei. Me estiro sin querer
abrir los ojos. – Eres más dormilona que yo cuando te sacan de tu rutina.
-Es tu culpa, dejaste que siguiera durmiendo. ¿No es muy tarde, cierto?
-No, pasan de las 4 de la tarde solamente. –Mis ojos se abre y me siento
rápidamente. Lei suelta una risa. –Es broma. Son las 11 de la mañana. –Me
dejo caer apoyando mi espalda sobre el respaldo. –Ten. Te traje el
desayuno.
Miro la bandeja sobre la cama y lo miro sorprendida. –Oh, Woah! Yo
nunca…
-¿Nunca te habían traído el desayuno a la cama? –Niego con la cabeza en
silencio. Mentiría si dijera que Tom tenía estos detalles. Él solo se
despertaba más temprano que yo para correr hasta el medio día que seguía
entrenando. –Me alegra ser el primero. Pero falta algo. –dice acercándose a
mí como si buscara algo y de pronto se inclina besándome un momento. –
Ahora está completo, puedes empezar.
-¿Cómo está tu piernas, no está hinchada? –pregunto comenzando a comer
la fruta.
Se acuesta de lado frente mío y me roba fruta. –No, está igual que ayer.
Asiento en silencio. Qué alegría. Sin embargo lo noto un poco decaído
como si tuviera la energía baja. No digo nada para no insistir con el tema y
continúo desayunando.
Nos cambiamos y vamos a nuestro último día como cuidadores de pandas.
Nuestro guía nos recibe y nos lleva a una sección donde hay pandas más
adultos y más grandes. Estos no necesitan tanta atención pero si nosotros
teníamos que tener cuidado con ellos y sus juegos un poco brutos, sus
mordidas o arañazos.
Este sitio tiene incluso juegos de interacción para que los pandas se muevan
más. Veo algunos caminando mientras suben y bajan de una plataforma.
Otros trepando unas escaleras y luego dejándose caer como si fuera un
tobogán. Era muy divertido verlos.
El guía nos ofrece subirnos con ellos y jugar siempre atentos a las
precauciones.
Me subo a tantos juegos como pueda siempre con un panda al lado. Lei no
le gusta y solo prueba uno y luego se dedica a sacarme fotos o filmarme.
Vemos a cuatro pandas reunidos en una mesa sentados sobre asientos
hechos especiales de bambú. Todos están mirándose y comiendo bambú.
Parecen cuatro amigos conversando de la vida comiendo unos bocadillos.
Miro a Lei y suelto una risa. –¡Parecen ustedes! ¡Me imagino a todo el
grupo reunido así, comiendo fruta cortada. ‘’Espera que termino el
informe.’’ ‘’No, lo hare yo porque tu letra es horrible’’ –digo imitando sus
voces.
Lei me mira fingiendo enfado pero la sonrisa lo vence y asiente soltando
una risa. –Es cierto, podríamos ser nosotros un día cualquiera. Déjame que
les tome una foto. –su mano tiembla y parpadea frunciendo el ceño. De
pronto lo veo desmayarse sobre el suelo.
Me acerco preocupada si está bien o se lastimo en la caída. Pido una
ambulancia intentando reanimarlo. El guía me tranquiliza avisándome que
ya vienen en camino y que no lo toque por precaución.
En el hospital lo reaniman informándome que solo fue un golpe de tensión
por el incidente con la vicha pero era mejor que lo viera un medico en
Shanghái. Volamos y él sigue un poco mareado por la anestesia pero lo
logramos y cuando aterrizamos vamos directamente a un hospital. Aviso a
los chicos y me responden que están viniendo rápidamente.
La primera que veo entrar es a Meg que me mira enojada. –Espero que
estés satisfecha, Lei está así por tus patéticos caprichos.
-Fue un accidente. Nunca quise que saliera lastimado.
-¿Que dijeron los médicos? –pregunta Do interponiéndose en nuestra
discusión.
Lei tuvo una reacción alérgica a la vicha pero le habían aplicado un
medicamento y solo estaba descansando. –Está mejor, solo tiene que hacer
reposo un par de días.
-Te juro que si le hubiera pasado algo…-amenaza Meg pero la interrumpe
la puerta abriéndose. Vemos entrar una señora alta, muy elegante, parecida
a Lei. Meg y Do se levantan inclinándose en forma de saludo y los imito
casi segura de quien es.
-Señora Ming, que alegría verla aquí a pesar de que sea en estas
circunstancias. –dice Meg, es la primera en hablar. Me mira un momento
culpándome silenciosamente que estemos aquí.
La señora asiente y recorre la habitación mirándonos de a uno, se detiene en
mí mirándome curiosa. –¿Pueden dejarme sola con la señorita Luce, por
favor? –pregunta y me sorprendo que conozca mi apellido.
Rápidamente asienten y se retiran dejándome a solas y con Lei inconsciente
dormido.
-Así que tú eres Ania Luce. –dice sin agregar otro comentario.
Vuelvo a inclinarme en forma de saludo. –Así es, señora Ming. Lamento
que nos conozcamos en esta situación y lamento lo que le paso a su hijo.
Créame que nunca fue mi intención…-la señora Ming me detiene negando
suavemente con la cabeza.
-Quería ver por mí misma a la mujer que me ha nombrado tanto estos
meses mi hijo y Shell. Quería agradecerte, no sé cómo lo has hecho pero mi
hijo cambio mucho desde que te conoció. Es más alegre, más divertido. Y
la señora Shell también lo ha notado y me comento que es gracias a ti, así
que no tienes que disculparte, en cambio te ofrezco mi agradecimiento por
haber llegado a la vida de mi hijo. –Inclina levemente solo su cabeza.
Le correspondo el gesto agradeciéndole por sus palabras.
-Yo debería agradecerle, en ese caso. Su hijo me ha ayudado también en
muchas ocasiones como no tiene idea. Es un gran hombre, dulce y honesto.
–digo y tomo la mano de Lei, acariciándola un momento. La señora Ming
lleva sus ojos a nuestras manos y rápidamente la suelto.
-No sabía que estaban saliendo. Quiero decir, Lei habla todo el día de ti y
de lo enamorado que está pero no me conto que estuvieran saliendo.
-Es verdad. No estamos saliendo. Lo siento, fue un impulso.
-Cuando se ama no hace falta disculparse. Y no lo reprimas. Me gusta que
Lei tenga una compañera. Eres muy hermosa.
Mis mejillas se sonrojan y bajo la vista agradeciendo sus palabras. –En
realidad somos compañeros, tocamos juntos en dos ocasiones para la
universidad.
-Lo sé, me contó de su compañera de música. Dice que cantas y tocas el
piano muy bien. – Mis mejillas se vuelven a tornar rojas y me golpeo
mentalmente por no poder controlar mejor mis reacciones. La señora Ming
sonríe y tiene la misma sonrisa brillante que su hijo. – Eres muy adorable.
Y educada. Me caes mejor que la señorita que está afuera, si te soy sincera.
–La miro sorprendida y la señora asiente en silencio. –Es una excelente
profesional, Meg. Y de muy buena familia pero hizo sufrir mucho a mi
hijo. La espero muchos años y cuando por fin podían comenzar algo ella
decide irse y dejarlo todo rompiéndole el corazón a mi hijo. Y una madre
no perdona esas faltas tan fácilmente. Además hay algo en ella que no me
termina de convencer. Es muy fría para Lei. Por eso me gustas tú. Eres muy
cálida. Recién te conozco pero me doy cuenta que eres muy sensible y
sincera.
-Le agradezco, señora Ming. Estoy realmente enamorada de su hijo y solo
quiero lo mejor para él.
-Eso espero, querida. Cuídalo, Lei parece frío y distante pero en realidad
tiene un corazón muy sensible y se preocupa mucho por todos sus seres
queridos. –Asiento en silencio de acuerdo a su descripción. –Ya tengo que
irme. Pase solo un momento a ver cómo estaba pero al verte aquí me voy
un poco más tranquila. Tengo un vuelo a Singapur en dos horas. –dice
levantándose de su asiento caminando hacia la puerta. La acompaño y se
detiene antes de llegar mirándome seria. –Mi hijo te quiere. Aunque tenga
una manera ambigua de demostrarlo y la señorita afuera piense que tiene
más poder sobre él que tú pero es al revés. Créeme. Cuídalo y no le dejes el
camino tan fácil. No se lo merece. –me dice susurrando entre nos.
Asiento inclinándome en agradecimiento. Sus palabras me llenan de
energía y una sensación de protección crece en mi pecho. Miro hacia Lei y
me acerco acariciando su mano tomándola entre las mías. Prometo cuidarlo
de la manera que pueda.
Me quedo junto a él todo el día, intercambiando en algunos momentos con
los chicos para comer. Do me convence que vaya a dormir a su casa, ya que
hace dos días que estaba en el hospital y venía durmiendo mal.
Vuelvo a la mañana y hacemos intercambio con Do que va a desayunar. Me
siento a su lado y lo veo mejor, tiene más color en las mejillas. Tarareo una
canción en tono bajo mientras tomo su mano acariciando sus dedos. De
pronto su mano aprieta la mía y lo veo despertar lentamente. Mira hacia
todos lados desorientado.
-¿Dónde estamos?
-En el hospital en Shanghái. Tuviste una reacción alérgica a la vicha pero
ya estas mejor.
Me mira extrañado y asiente. –No recuerdo nada. Estábamos con muchos
pandas y luego todo negro.
Asiento recordando que el médico me había prevenido que eso podía
suceder. A veces cuando el impacto es tan grave, el cerebro tiende a
eliminar escenarios o momentos. Con el tiempo puede que vuelvan o no. -
Me preocupaste mucho, todo esto es mi culpa, si no te hubiera dejado ir
quizás no estaríamos aquí ahora. –susurro desviando la mirada.
-Eso no lo sabes. Yo quise acompañarte no podrías haber hecho nada. –dice
llamando mi atención apretando nuestras manos. -Además si la situación
hubiera sido al revés, tú sola allá con la serpiente, me hubiera vuelto loco.
No podía dejarte ir sola.
-Eres demasiado bueno para mí.
-Nadie es suficiente para ti. Ni siquiera yo pero prefiero ser egoísta y no
dejarte ir.
-Yo tampoco quiero dejarte ir.
Entonces hagámoslo oficial.
-¿Aquí? Pero estamos en un hospital. –suelto una risa mirando las blancas
paredes.
-No me importa solo quiero que seas mía oficialmente.
-¿Y tú eres mío oficialmente?
-He sido tuyo desde que me sonreíste el día que nos encontramos en el
aeropuerto. Sonrío enamorada de sus palabras y asiento en silencio. –
Entonces es oficial.
Me inclino lentamente mientras él mira fijamente mis labios. Presiono mis
labios sobre los suyos y sus manos toman mi cuello acercándome hacia él.
–Iré por el médico.
Lo revisa y le hace unos estudios de rutina y nos alivia al confirmarnos que
ya está bien y para el final del día puede volver a su casa. Sonrío
inclinándome en agradecimiento hacia el médico. Veo a Lei bostezar y subo
su manta cubriéndolo del frío aire de hospital.
-¿Estás cansado?
-Soy Lei siempre estoy cansado. –dice mirándome divertido. Rio por su
broma. Lei en chino significa cansado. -Siempre quise ser cantante. -dice
luego de unos minutos de silencio entre los dos.
-¿Qué?
Acaricia lentamente mi cabello. -Una vez me preguntaste que me gustaría
hacer si pudiera decidir. Sería cantante.
Sonrió imaginándomelo. -Estoy segura que serias un gran cantante. Ya eres
un gran violinista. -lo veo dudar y su mano atrapa la mía entrelazando
nuestros dedos. -¿Por qué no arriesgarte con el canto también?
-Es más complicado. Soy muy introvertido no podría cantar ante tanta
gente. –Lo miro dudando, al principio es normal tener miedo e
inseguridades pero solo tienes que respiran profundo y comenzar a cantar.
Las palabras salen solas y cuando quieres darte cuenta lo estas disfrutando.
-¿Me irías a ver cantar?
-No me lo perdería.
Sus labios se curvan mostrando una sonrisa inocente. -¿Aunque desafine?
Niego con la cabeza. -Eso no es posible. –Sonríe y sus ojos se cierran.
Pienso un momento más su sueño y sonrío imaginándomelo cantando
arriba de un escenario volviendo locas a todas en el público. -Así que sobre
tu carrera como cantante, estaba pensando, podrías probar otro estilo más
rockero. –digo en broma aguantando una risa.
-¿Rockero?
-Si ropa negra, tu cabello hacia arriba. -Digo emocionada imaginándome su
nuevo estilo. Agarro su flequillo y llevándoselo arriba lo anudo con una
liga. Se me escapa una risa. Se ven muy tierno.
Lei ríe achinando los ojos. –¿Me queda bien? –pregunta hacia su peinado y
asiento tomándole una foto y luego mostrándosela. Me mira y su sonrisa se
transforma en una corta risa. -No voy a comenzar ninguna carrera de
cantante. En cambio, tú podrías cumplir otro sueño.
-Conocí pandas. Ya cumplí mi sueño.
-Me refiero a tu carrera.
-¿De qué hablas?
-Mira mi teléfono, lo tengo ahí. –Se lo alcanzo y me muestra una
propaganda sobre una audición de pianistas para una academia en
Shanghái.
Lo miro indecisa con mi boca tontamente abierta. -¿Cómo…? No. No
puedo. Estoy terminando mi carrera, no puedo dejarla.
-No digo que la dejes. Pero sé que este es tu sueño.
-No puedo. Es complicado. -empezando porque mi tío me desheredaría. Me
apoyo sobre su pecho y cierro los ojos.
-Piénsalo al menos. Mira es solo una audición, puedes hacerla y continuar
con tus estudios hasta saber el resultado.
-¿Y luego? –pregunto temiendo su respuesta.
-Luego puedo acompañarte y hablar con tu tío. –Aprecio su ayuda pero sé
cómo termina ese camino así que niego con la cabeza en silencio. –Al
menos haz la prueba a la audición. Por mí.
-Está bien.
Continuamos hablando de la audición y promete acompañarme. Es en unos
días así que pensamos temas, él está convencido que presentar Without you
ya que le gusto mucho cuando la toque hace unos meses.
Nos interrumpen cuando la puerta se abre y entran los chicos junto a Meg.
Lo saludan animados y felices que ya este mejorado.
-Me alegra que estés mejor, Lei. Te prepare tu preferido para levantarte el
ánimo. El hospital es un lugar muy frío y gris.
-Estuvo bien cuidado. Igual es su último día hoy ya puede irse.
-¡Genial! Así podrás disfrutarlo en tu casa.
-Te agradezco, Meg. Tienes razón podremos disfrutarlos en mi casa. –
responde Lei mirándome sonriendo.
-Oh, es una porción solo para ti, no sabía que estarías acompañado por tu
amiga.
-Ani es mi novia y estoy seguro que podremos compartir.
Lo miro sorprendida que lo haya dicho sin mensura. Mis mejillas se tiñen
de rosado y los chicos sueltan expresiones de felicitaciones para ambos.
Meg está seria y nos mira indiferente.
Cuando finalmente lo dejan ir, vamos a su casa y casualmente Meg se
excusa diciendo que no puede acompañarnos porque tiene un compromiso
urgente. Nos encontramos con la señora Shell que lo aprieta entre sus
brazos al ver a Lei preocupada por su estado. Nos invita a la sala con
comida y probamos los rollos que le preparo Meg. Los chicos no aceptan
ninguno pero Lei me pasa uno para que lo pruebe. Tengo que admitir que
estaba muy rico. Se lo comento a la señora Shell mientras prepara más
comida para los cuatro chicos hambrientos que nos esperan en la sala.
-Es un plato sencillo. No preparo nada muy especial.
Asiento en silencio sin convencerme. Me siento incomoda por su gesto y
me frustra porque no sé cocinar y sé que a los hombres eso les gusta
mucho. –¿A los hombres los enamoras con la comida?
-¡Oh sí! A los hombres los conquistas por el estomago. Pero importan
también otras cosas. Por ejemplo la conexión entre las dos personas, la
atención y el cuidado que prestas hacia la otra persona, sentir que el tiempo
se detiene cuando sus miradas se encuentran. Son pequeños detalles que
solo las dos personas lo saben porque lo sienten. Así que no pierdas tu
tiempo preocupándote por ella.
Ayudo a la señora Shell a llevar diferentes platos de comida y me prepara
sus riquísimas galletas de chispas de chocolate.
Capítulo XVII
-Claro que podías. Conoce a mucha gente que estoy segura que la
ayudarían si ella lo pide pero fue a tu casa, especialmente porque quería
verte a ti. Quería estar contigo.
-Sé lo que estás pensando pero no sucedió nada. Créeme, ella durmió en la
habitación de huéspedes.
Asiento sin convencerme. Él se acerca atrapando mis manos entre las
suyas. Busca mis ojos con una dulce mirada. –Hey, tienes que creerme. –
Me acerco y lo obligo a inclinarse para mirarlo directamente a los ojos
analizando sus expresiones bien de cerca. Logro ponerlo nervioso y mira
mis ojos alternando con mis labios. -…porque eres mi novia y te respeto.
No sucedió nada anoche. Lo suelto y me alejo comenzando a caminar. Él
trota para alcanzarme. –¿Me crees?
-Aún no lo sé.
Él me mira dispuesto a rebatir pero lo piensa y se queda callado. –¿Vamos a
la audición? Asiento en silencio. Él sonríe intentando agarrar mi mano pero
la alejo antes de que me toque.
Llegamos a la audición que se realizaba en un centro de música muy grande
y luminoso. Le piden a Lei que espere en recepción mientras me enseñan
donde se realizaran las pruebas. Subimos unas escaleras y llegando a una
habitación me señalan una puerta cerrada. Me piden que tome asiento y
espere que me llamen en mi turno. Veo muchos concursantes algunos con
sus instrumentos y otros solos y nerviosos como yo.
Cuando llaman mi apellido entro a la sala y veo tres jueces que me piden
que me presente nombrando que canción tocare. Me piden que comience
cuando este lista y mientras camino hacia el piano veo a través de la
ventana una mariposa que intenta entrar a la sala. Es de color naranja con
motas negras y sonrío desapareciendo mis nervios. Me siento sobre el
banco y acomodo mis dedos sobre las teclas. Miro hacia la ventana un
momento y la mariposa sigue en el vidrio. Me concentro en la canción, en
la letra y las notas y la interpreto como si fuera la primera vez. Poniendo
todo mi corazón y alma. Al finalizar agradezco inclinando mi cuerpo.
Corresponden mi gesto agradeciéndome también y me avisan que los
resultados estarán muy pronto.
-¿Cómo te fue? –pregunta Lei cuando me acerco. Asiento en silencio y
salimos del edificio. –Cuéntame más detalles.
-Estuvo bien.
-¿Los resultados estarán en unos días? –Asiento en silencio. –¿Seguirás con
la ley de hielo? –Vuelvo a asentir en silencio. –Tienes que hablarme. No me
gusta que estés callada. Ya te explique lo que sucedió, ¿qué tengo que hacer
para que no estés enojada? ¿Quieres que grite que te amo? Porque lo hare. –
Lo miro retándolo a hacerlo y me sorprende cuando cierra los ojos y abre la
boca gritándolo en español . Me mira sonriendo y vuelve a gritarlo. Suelto
una risa y dándole la espalda comienzo a caminar pero me atrapa abrazando
mi cintura. -No importa lo que te haya dicho Meg. Lo único que me
importa eres tú. -dice acercándose lentamente a mi oído hablando
suavemente. -Te amo. –Evito su mirada continuando en silencio. –¿Quieres
ir por un helado? –Niego con la cabeza y sus dedos hacen cosquillas en mi
cintura. –Vamos, nadie se resiste a un helado.
-Vamos pero sigo enojada. –aclaro saliendo de sus brazos. Sonríe
caminando a mi lado, atrapa mi mano y me obliga a caminar hacia la
heladería.
Me acompaña a la casa de Do manteniendo mi distancia viendo el sol
comenzando a ocultarse entre los árboles. Lei intenta iniciar conversaciones
pero respondo con monosílabos. Los despido de lejos y entro antes de ver
su expresión. Subo a mi dormitorio con una taza de té y camino hacia el
balcón. Encuentro a Do sentado en el sillón y me dejo caer a su lado.
-No sabía si querías hablar. –habla primero ya que yo no comento nada.
-La verdad es que no. –respondo tomando de mi té evitando su mirada.
Al menos dime si estás bien. -pregunta pasando su brazo por detrás de mi
cuello.
Acepto su gesto y me apoyo en su cuerpo. -No sé como estoy. Mi mente y
mis sentimientos son una ensalada. ¿Tú lo sabes, cierto?
Do asiente y desvío la mirada. -Porque Meg lo busca. Ella no lo respeta
como tú. Pone en medio la excusa que lo extraña y que pronto volverá a
Londres y siempre quiere verlo. Pero no es cómo te lo estás imaginando.
-¿No? ¿Me vas a decir que estuvieron conversando sobre su vida en
Inglaterra toda la noche, verdad?
Veo a Do dudar. –No creo que hayan hablado mucho. Por lo que se Lei ya
no es tan comunicativo con ella como era antes. Él ha mejorado mucho
gracias a ti y finalmente ha logrado superarla. Ya nada es lo mismo que
antes.
-Lei mejoro gracias a él mismo. Yo no hice nada.
-Claro que lo ayudaste. Tu alegría, tu compañía y su música lo rescato y
hoy veo un nuevo Lei. En cuanto a Meg, tranquila. Estoy seguro que todo
se resolver á . -Asiento en silencio cerrando los ojos. -¿Sabes que te hará
bien? Tocar una pieza en el piano. Ven.
¡Vamos!
Do tenía razón. Toco varias piezas en el piano sintiéndome mejor. Además
él toca algunas canciones equivocándose en varias teclas a propósito
logrando despejarme y sacarme algunas risas.
Había dejado de evitar a Lei sin embargo Meg estaba en todos los lugares a
donde íbamos. Era extraño, yo nunca había sido una persona celosa. Con
Tom nunca lo fui. Creo que si confías en tu pareja es suficiente para que
estén juntos, de otra manera la relación debe terminarse. Los celos solo
ocasionaban problemas y siempre se volvían tóxicos. Pero creo que
comenzaba a entenderlos. Como hoy por ejemplo, estábamos comiendo el
almuerzo y era realmente incomodo. Frente mío estaba Lei y a su lado solo
sonrisas de Meg. Sin embargo ¿qué hacía aun en Shanghái? Si ya había
comenzado a trabajar como me había contado Do, ¿por qué había vuelto?
Una enorme cantidad de chicas se forma en la entrada de la cafetería
mientras las escucho suspirar por un chico nuevo. Un discreto codazo en mi
cintura de parte de Ty me hace salir de mis ensoñaciones. La miro
sorprendida ya que me había dolido y ella señala atrás mío. Sus ojos me
preguntan quién es.
-Es Yang Xu. –Observo al hombre serio y taciturno de traje negro italiano
que entra por la puerta con su caminar dominante como si él dirigiera el
mundo.
-¡A la pepetua! ¡Es el hombre más hermoso que he visto en mi vida! –
exclama Ty, una más que cae en sus oscuros encantos. –¿Cómo lo conoces?
-Su padre fue muy amigo del mío. Actualmente creo mi tío es socio de una
de sus empresas. No sé cómo es la relación. Tienen negocios juntos. –digo
mientras como mis fideos. Aunque intento evitarlo vuelvo a mirar hacia Lei
y los observo hablar, Meg más animadamente pero de pronto se detiene y
ambos miran a mi espalda. Escucho una expresión de Ty y rápidamente la
miro porque sono como si se estuviera ahogando pero ella también mira
atrás mío. Sigo su mirada y encuentro a Xu. No es de los que pierden el
tiempo y es bastante grosero. Simplemente retira el asiento a mi lado y se
sienta desabrochando su traje.
Me mira y sus cejas se levantan medio centímetro, eso en su idioma es un
saludo. Lo imito y mi sonrisa tiñe sus mejillas. Así de rudo y macho, era
increíblemente tímido. No soportaba que las mujeres lo vieran mucho
tiempo porque automáticamente se ruborizaba. Solo ocurría con algunas
mujeres. Las ‘’fuertes’’ como él las llamaba. Alias las que se resistían a sus
encantos. No era mi tipo de hombre, era muy atractivo y su físico
enamoraba a cualquier humano pero no era algo que me llamara la
atención.
Nuestra relación siempre fue tirante. Quizás sería que no me gustaba su
imagen de empresario intocable o su indiferencia a las mujeres pero nunca
logramos llevarnos bien. Mayor era mi sorpresa al encontrármelo en la
universidad, sentado frente a mí.
-Tanto tiempo. –suelto por decir algún comentario. Él asiente simplemente
en silencio y desviando la mirada señala hacia afuera.
-Necesito hablar contigo. Es urgente. –lo miro levantando una ceja. No me
gusta su tono autoritario. Es decir siempre lo utiliza pero no soportaba que
lo utilizara conmigo, yo podía ponerlo nervioso con mi mirada y lo
aprovechaba. –Te comprare un café. Vamos. -dice sin esperar mi respuesta
camina hacia la entrada. Me levanto rápidamente del asiento y lo miro
preguntándome que es eso tan urgente. Tomo una porción pequeña de
fideos mientras recojo mi bolso.
-¿Ese es Yang Xu? –pregunta Meg pero no hay respuesta. –¿Eres amiga de
él? Es un gran chico. –esta vez pregunta mirándome. Su comentario parece
sincero pero presiento que tiene otra intención atrás.
Asiento en silencio y veo de reojo que Lei no despega la vista de mí pero
ignorándolo, miro a Ty y su sonrisa traviesa me contagia sacándome una
risa. –Me voy, luego te hablo. –me despido saludando a todos en general y
camino rápidamente hacia Xu.
Una mano en mi brazo detiene mis pasos y Lei se interpone adelante mío.
Su expresión en seria e intenta ser neutra pero lo veo ansioso.
-¿Qué estás haciendo?
-Iré a hablar con Xu. Me invito un café. –explico simplemente.
-Él no quiere ser tu amigo, no quiero que tomes café con él. Tómenlo acá.
Donde pueda observarlo. –dice en tono bajo mirando un momento a Xu.
Suelto una risa irónica. –Iré a tomar un café con mi amigo. Además tú
también estabas muy entretenido con Meg.
-¿Es una venganza?
-Para eso tendría que estar celosa y no lo estoy.
-¿Segura? Algo me dice que lo estás pero no quieres admitirlo. –dice
enderezándose mirándome desde su altura. Alzo la barbilla devolviéndole
la mirada desde mi altura y niego con la cabeza en silencio. –Déjame hablar
con él.
-¡Lei! –intento detenerlo pero me ignora caminando hacia Xu. Los veo
intercambiar palabras pero no distingo que hablan, sus expresiones son
neutras. Lei levanta las cejas un momento pero vuelve a su expresión seria.
Xu parece más calmado e indiferente evita la mirada de Lei. Solo hasta que
se aleja vuelve a respirar tranquilo. ¿Qué le dijo Lei?
Lei vuelve y se detiene cuando está frente mío. Nos miramos y se inicia una
guerra de miradas a ver quien aguanta más. Finalmente no resisto y pierdo
sonrojándome.
-¿Qué le dijiste? –pregunto cruzándome de brazos pero Lei solo evita mi
mirada con una expresión seria muy parecida a la de Xu. Se quita su
bufanda y la acomoda sobre mi cuello. –Lei…-me interrumpe cuando sus
ojos miran los míos. Hay una nueva expresión, algo que no le gusta.
-Traerá problemas.
-Se un poco más positivo. –digo inocentemente encogiéndome de hombros.
Yo también lo presentía, si Xu estaba cerca es porque se venía un problema
grande.
Sonríe ladeando la cabeza mirándome en advertencia. –Positivamente traerá
problemas. Ve pero no vuelvas tarde. Ten cuidado. –acomoda su bufanda en
mi cuello y mira un momento hacia Xu.
Camino hacia él y me guía a su auto, era muy caballero eso había que
reconocérselo, abre mi puerta y conduce hacia una cafetería céntrica. Pido
un café, Xu no pide nada y nos sentamos en una mesa.
-¿Qué es eso tan urgente? –pregunto probando mi café latte frío. Estaba
delicioso. Xu me pasa una hoja y veo una lista de actividades que harían
dos enamorados. Suelto una risa cuando leo ‘’caminar por la costa tomados
de la mano’’. ¿Qué era esto? –¿Es tu lista de actividades con tu futura
novia? ¿Por qué me enseñas esto?
-Es una lista de actividades que debemos hacer juntos. –dice mirándome
serio. Suelto una nueva risa pero recuerdo que Xu nunca hace bromas. Esto
debe ser real.
-No entiendo, ¿estás intentando pedirme que sea tu novia? Porque tengo
novio. –lo miro comenzándome a sentirme incomoda.
-Yo no haría una ridícula lista para proponerte que seas mi novia. Es decir,
eres hermosa pero no estoy aquí por eso. –lo observo enredarse con sus
palabras por primera vez desde que lo conozco y también lo miro seria.
Debe ser muy grave si está nervioso.
-¿Qué ocurre?
-Mira la última actividad de la lista. –Rápidamente la busco y mis ojos se
abren tanto que podrían salirse. ‘’¿Casamiento?’’ Xu asiente en silencio
desviando la mirada. –Tu tío cree que es una buena idea.
No entiendo nada, si mi tío estaba involucrado no podía ser nada bueno,
incluso tenía miedo a preguntar. –¿Qué hablaste con él?
-Acciones, un negocio futuro bastante rentable y nuestro compromiso.
Nuestro casamiento.
Lo miro sorprendida y puede que mi boca haya tocado el suelo. ¿Nuestro
qué? No, mi tío era lo que era pero no podía venderme de esa manera. –
Tiene que haber un error.
No hable de eso con él, nunca mencionó un casamiento.
-Llámalo si quieres. Confírmalo.
¡Claro que lo haría! Podía sacrificar mi futuro y mi trabajo pero casarme
con una persona que no amaba, era algo mucho más grande. Sacrificar mi
vida entera y estar unida a esa persona para siempre. Suelto una risa
irónica. En definitiva no tenía opciones. Me sorprendía lo rápido que había
hecho todo. -¿Y tú aceptaste todo esto?
-No pude negarme. Por motivos que no nombrare estoy en deuda con tu tío.
Sabía que algún día me cobraría el favor. Nunca creí que sería este. Aunque
quiera no puedo negarme. –Lo miro perdida. Un hombre como él, con sus
recursos y su súper desarrollado cerebro que estuviera atado de manos y
pies era muy alarmante. Debía pensar en algo urgentemente. –Pero cuando
recibí su llamada me sorprendió que estuvieras aquí. Tú eres una chica de
mundo, tu lugar es en Europa, calles de Milán, Paris, no aquí. ¿Qué haces
perdida por las calles de esta ciudad? Mira, me ofreció que te diera otra
oportunidad. Puedes volver y olvidarte de ese chico, de todo lo que viviste
aquí y podría considerar cancelar la boda.
No podía creerlo. Él no sabía lo que decía. Mi vida había sido así pero no
era lo que yo había elegido. Mi vida soñada era al lado de las personas que
quería, haciendo las cosas que más amaba. Los días que estuve en la casa
junto a los pandas y Lei habían sido los mejores días de mi vida. No podría
volver y olvidarme de todo. Además ¿qué me garantizaba que no me
estuviera esperando otro matrimonio arreglado cuando volviera? No era
una opción volver. –Me iré ahora, déjame procesar todo esto. Mañana
volveremos a hablar.
-No es como si no tuviéramos más opción. Si no encontramos una solución
rápido debemos dar inicio a la relación.
Camine hacia la casa de Do ya que no acepte la propuesta de Xu llevarme
en su auto. Necesitaba caminar, respirar aire frío y pensar. Debía encontrar
una solución, una manera de terminar esta cadena interminable de
obligaciones hacia mi tío.
Una vez en mi habitación lo llame inmediatamente. Era una locura que no
estaba dispuesta a aceptar. Al principio mi tío creía que era solo miedo a los
cambios pero cuando vio que realmente no aceptaría comenzó con sus
argumentos de siempre.
-Harás lo que haga falta para continuar con el negocio familiar. Sabes el
mundo de oportunidades que se abrirán con la unión de esa familia.
Bastante he dejado que pierdas tu tiempo en esa ciudad con ese chico.
Concéntrate en lo que realmente importa.
¿Sabía sobre mi relación con Lei? ¿Cómo… Quién le dijo? Xu también lo
menciono. ¿Hace cuanto tiempo lo sabía? -¿Cómo sabes…?
-Yo sé todo. No puedes ocultarme nada. Sé que fuiste de viaje con ese chico
y que ahora sales con él pero también sé que es solo un capricho. Algo
pasajero, así que déjate de tonterías y piensa en tu futuro.
-No voy a casarme. No puedes obligarme. –respondo firme pero con
lágrimas en los ojos. La impotencia crecía en mí y corría por mis venas.
-Y cómo mirarte a esos ojos que me dejan en enero, cuando sé que no son
míos y me muero, el destino no nos quiere ver pasar. Y como decirte, que no
quiero que este amor sea pasajero, que de pronto sé de un día y yo te
espero, el destino no nos tiene que importar. –canta transmitiéndome tantas
emociones que no sé cómo logro mantenerme en pie. Su mirada es tan
dulce pero firme. Su voz es tan preciosa junto a la melodía en solo con el
piano.
-Y como olvidarte, si la vida me enseño que vas primero, no me importa la
distancia yo te quiero y al final sé que a mi lado vas a estar. Voy a
esperarte, cuando se ama de verdad no existe el tiempo y te juro que no es
el final del cuento, el destino no nos puede separar. –a este punto soy un
mar de lágrimas, pero él también baja la cabeza evitando que vea sus ojos
pero distingo lágrimas que caen hacia las teclas del piano mientras susurra
la última frase de la canción. -¿Cómo mirarte?
Se levanta del asiento y camina rápidamente deteniéndose frente mío. Sus
ojos me miran y me parte el alma verlos rojos y con lágrimas cayendo
recorriendo sus mejillas. Era la segunda vez que veía llorar y era más
doloroso que la primera. Pero no sé qué hacer en realidad, mi cuerpo no
responde, solo estoy parada frente suyo inútilmente.
-Lo siento. –susurro mordiendo mi labio resistiendo el llanto.
-Quiero que peles conmigo. ¿Cómo puedes resignarte? ¿Te rindes así de
fácil?
Quiero decirle que no. Que si fuera más valiente o tuviera más opciones
claro que pelearía.
Pero recuerdo las palabras de Xu: ‘’Debes pensar qué es lo mejor para él.
Será peor después el dolor si el plan no resulta y le evitarás la vergüenza
en convertirlo en tu amante a la vista de todos. Tarde o temprano llegara a
oídos de tu tío y todo el esfuerzo será un desperdicio ‘’ y sé que es lo que
debo hacer. -No es fácil pero es lo mejor. Quizás ahora puedas estar
finalmente con Meg y te des cuenta que así tenía que ser.
-¿Volver con Meg? Acabo de cantarte una canción y decirte que te amo,
¿no significa nada para ti?
-Claro que significa algo, es lo más hermoso que alguien haya hecho por mí
pero eso no es suficiente. No cambiara lo que pasara, Lei.
-Quédate conmigo, por favor, no termines este amor. Nuestra historia no
puede terminar así.
-Lo siento. Espero que seas muy feliz. –llevo mi mano suavemente a su
mejilla limpiando sus lágrimas. Él toma mi mano apoyándose en ella luego
la retira bajándola lentamente.
-Si no vas a quedarte no me consueles. –susurra. Intento llamarlo pero sigue
caminando saliendo de la habitación.
Me giro limpiando mis lágrimas y veo sobre el piano una hoja con la letra
de la canción. Me siento sobre el banco admiro su letra en español también
hay algunas notas al margen en chino. A contra luz noto que atrás también
hay algo escrito.
‘’Sabes, siempre supe que el destino era caprichoso y que debía resignarme
a que la vida es como es. Cuando me enteré sobre la noticia no pude evitar
reírme del destino. Cuando había logrado superar a Meg y había
comenzado a imaginar un futuro al lado de otra mujer, el destino también
me la quitaba y la llevaba hacia otro camino. Pero sabes ¿que sentí
diferente a aquel día cuando Meg se fue? Me sentí molesto. Una parte de
mí siempre supo que Meg no me necesitaba y que en realidad nunca fue
mía. Y cuando me di por vencido apareciste tú. Detuviste mis fantasmas, tu
compañía me hizo sentir de nuevo libre para volar a tu lado. Eres mi lugar
seguro. Desde que nuestros ojos se cruzaron supe que era tuyo. Contigo no
puedo rendirme. No puedo dejarte ir porque fuiste hecha para mí.’’ Lei
Abrazo la carta mientras más lágrimas salen sin control. Tomo la hoja
escondida en el piano y las guardo en mi mesa de luz para tenerlas más
cerca. Me dejo caer sobre mi cama sintiendo la sensación dolorosa en el
pecho. Era un precio muy alto dejar nuestra relación porque si se cumplía
nuestro plan podría explicarle a Lei toda la verdad. Lo haría. Tenía que
saber que si hubiera sido por mí nunca le hubiera mentido. Se lo debía.
Pero no me garantizaba ninguna respuesta por su parte. Él podría no
perdonarme. Podría elegir no creerme y continuar con su vida. Fuera como
fuese su respuesta lo aceptaría pero el dolor seguiría ahí y la angustia, la
impotencia de haberlo hecho sufrir también. Solo esperaba que nuestro
amor fuera más fuerte que el destino.
Do organizo una comida informal en su guarida privada donde invito a
todos pero Lei no estaba presente. Les conté sobre la noticia a Fushian, Cay
y Ying que eran los únicos que aun no sabían. Sus caras de sorpresa son
iguales entre sí. También debo contar la mentira pero no agrego más
detalles y ellos tampoco preguntan. Es un tema delicado y lo entienden. Si
hablamos entre Ying y Ty donde ambas muestran apoyo y buena energía
para el futuro. Realmente no me sienta cómodo mentir pero me convenzo
que es una mentira blanca. Con un buen fin.
Estaba conversando con Ty cuando mira atrás mío y me señala con los ojos
para que mire. Me giro y sorprendida encuentro a Meg. Camino a su
encuentro, sonríe pero veo maldad en sus ojos.
-Supe sobre tu compromiso y quería felicitarte. -La miro confusa pero
continúa sin dejarme hablar. –Tomaste la decisión correcta. Sabía que lo
harías, eres una buena mujer con valores, educación, sabes cuál es tu lugar.
Créeme, es lo mejor. Oh y no te preocupes, se que extrañarás a Lei pero te
contaré un secreto, ya puedes dejarlo ir porque sé que pronto volverá
conmigo.
Omito comentarios y Meg se despide rápidamente, solo la observo irse en
silencio. No tengo palabras para agregar.
-¿Todo bien? –pregunta Ty acercándose. Asiento en silencio sin saber
realmente si todo estaría bien.
Capítulo XIX
-Sí. –no digas gracias, no digas gracias. Asiento desviando la mirada. Ser
firme y fría es más difícil de lo que creía.
-Me alegra. Qué bueno que dormiste bien. Yo también descanse bien.
-No pregunte. –respondo fingiendo indiferencia.
-¿Entonces no te importa? –Niego con la cabeza y se acerca lentamente.
Desvíos la mirada alejándome un paso, estaba cada vez más cerca y no era
tan dura para resistirlo. Eso de ser firme y fría se derretiría en el momento
en que Lei se acercara unos centímetros más. –Lo que suceda en mi vida,
¿ya no te importa? –Ciento un dedo en mi barbilla que rápidamente me alza
la cabeza directamente hacia él. Conecta nuestros ojos e intento verlo
indiferente pero son tan dulces que se hace casi imposible. –Mírame a los
ojos y dime que no te importa. –intento desviar la mirada pero sus ojos
siguen encontrándome sin dejarme escapar. –Dime que no te importa que
pase en mi vida.
-No me importa que pase en tu vida. –digo volviéndome a asombrar por mi
logro. Por supuesto Lei no se convence, con una sonrisa pequeña continua
acercándose hasta que siento su nariz rozar la mía.
-Sigues mintiendo mal. –utiliza su tono de voz bajo y dulce que hace que
mis rodillas tiemblen levemente.
-Señor Ming. –lo llama un hombre a nuestras espaldas interrumpiéndonos.
Y le agradezco infinitamente. El hombre nos mira un poco sorprendido y
vuelve la vista a Lei. –Creía que era usted. Es extraño no verlo ensayando.
Aprovecho el momento y me alejo de Lei tomando rápidamente mi bolso
pero por más fuerza que intente hacer no lo suelta.
-Profesor Xim, le agradezco. –dice Lei inclinando su cuerpo en una
reverencia hacia el señor.
-Por cierto, lo felicito por ese esplendido concierto que dio hace unos meses
junto a su compañera. Ese dueto de piano y violín fue realmente un
espectáculo. El mejor que he visto en muchos años.
-Ella es mi compañera. Tocamos juntos esa noche. –gira su atención hacia
mí y baja el tono de voz. –Y muchas veces después.
-¿Usted señorita? Déjeme felicitarla. Toca usted estupendamente. Firme
pero de manera muy delicada. He visto pocos pianistas con la misma pasión
que la suya. Es una gran pianista. Ojala nunca lo abandone.
Niego con la cabeza e inclino mi cuerpo agradeciéndole sus bellas palabras
y vuelvo a tirar discretamente de mi bolso pero no lo suelta. En vez de eso
tira hacia él haciendo que mi lateral quede en su pecho y pasa un brazo por
mi cintura manteniéndome cerca.
-Hacen una pareja maravillosa. Deben estar ocupados pero como un favor a
un viejo profesor, ¿podrían tocarme una pieza?
Niego con la cabeza pero Lei asiente primero. –Claro. Nos encantaría.
Lo miro de reojo y se está pasando. Incluso no tengo porqué seguirle el
juego. –No, yo… -sus dedos aprietan mi cintura dándome cosquillas y
sonrío evitando una risa. –No tengo problema. Vamos.
-Perfecto. Sería un increíble regalo. Vamos allá. –dice el señor Xim girando
sobre sus pies caminando hacia el aula.
Rápidamente retiro la mano de Lei de mi cuerpo y me alejo varios pasos
mirándolo enojada. Él curva sus labios en una sonrisa inocente y llevando
sus manos a su espalda. Caminamos hacia el aula y me siento sobre el
banquillo del piano para comenzar a tocar.
–Ten. –me entrega mi ropa que deje en la práctica de esgrima pero no está
mi sweater, veo el suyo beige. Lo miro preguntándole en silencio por el
cambio y se encoge de hombros desviando la mirada. Me lleva a la
habitación siguiente y se retira dejándome sola para cambiarme.
Rápidamente lo hago y sonrío acomodando su sweater, me queda más
grande de lo normal pero es cómodo y huele a él. Vuelvo a la habitación y
lo encuentro también cambiado. Toma mi mano y camina hacia la entrada.
No veo a la señora Shell para despedirme y de pronto su voz nos detiene.
-Esperen, esperan. Llévate estas querida, disfrútenlas en su paseo. –me
entrega una linda caja rectangular con galletas de chips de chocolate. Le
agradezco abrazándola brevemente.
Me abre la puerta cuando me acerco al auto y espera que me suba. Me
abrocho el cinturón. Él me mira desde afuera. Aun no se ha movido. -¿Si le
dijiste a la señora Shell que ya no somos novios, verdad? –pregunto
nerviosa por su cercanía. El cinturón se traba y se inclina para ayudarme a
colocármelo correctamente, se acerca más de lo que debería. Me sonrojo
bajando la mirada pretendiendo estar ocupada con el cinturón y siento un
leve beso en la frente. Lo miro rápidamente y conecta nuestros ojos
sonriendo inocentemente.
-No dije nada sobre besos. -dice y rápidamente me deja un beso en la nariz.
Cierra la puerta y aunque suelto una queja termino sonriendo. Me encanta
cuando es así de dulce. Se sube a su asiento y borro la sonrisa mirando
hacia todos lados mientras conduce sintiéndome intranquila. Lei suelta una
risa cuando me mira de reojo. Está concentrado conduciendo.
-¿No confías en mí?
-¿A dónde vamos? –sigue con el misterio y se encoje de hombros. –No
entiendo nada, ¿por qué tanto misterio? ¿Cómo convenciste a Xu? ¿Sabes
que soy una mujer comprometida? - me mira de reojo y sonríe falsamente.
–No tendría que estar aquí contigo y lo sabes.
Detiene el auto y lo apaga girándose a mirarme de frente. -Tenemos dos
opciones: o vienes conmigo y peleamos juntos o me cuentas que está
pasando realmente. –lo miro sorprendida. En sus ojos veo solo seguridad,
no hay un atisbo de dudas. Son intimidantes y atrayentes al mismo tiempo.
Quizás podría contarle pero eso no resolvería el problema y lo dejaría en
vergüenza. Es imposible. Bajo la cabeza negando en silencio, no podíamos
hacer nada más. Se acerca y coloca sus manos en mis mejillas alzando mi
cabeza. –No hay opción tres. Y no puedo resignarme a perderte. No puedo
verte caminar hacia el altar con otro hombre. Mientras esté vivo continuare
peleando por nuestro amor.
Subo mis manos hacia las suyas intentando quitarlas. -Lei…-me interrumpe
colocando sus labios sobre los míos. Su beso sigue siendo dulce pero es
más firme. Me hace sentir tantas emociones que estoy mareada y de pronto
no sé dónde estamos solo sé que no quiero perderlo.
-¿No me dirás?
-Sabes que no puedo.
-Sé que me ocultas algo. –me mira buscando en mis ojos la respuesta pero
cierro los ojos bajándome del auto. No podía hacer esto. Lo escucho bajarse
y lo miro sorprendida. –Debo ver a Do. Tenemos un trabajo que terminar.
No vine por ella, es más no la miro. –exclama en tono alto y camina con los
ojos cubiertos por sus manos.
Suelto una risa golpeándolo suavemente en el brazo. Lo guío hacia el
interior de la casa porque continúa con sus manos sobre su rostro.
-Llegamos. –digo para que retire sus manos pero niega con la cabeza en
silencio.
-Aún estás en peligro, podrían descubrirnos. Tienes que irte antes que me
pierda al mirarte.
Vuelvo a reír pero asiento en silencio. Antes de irme me inclino
rápidamente, le dejo un beso en su mejilla y salgo corriendo hacia las
escaleras a mi habitación.
Salgo hacia el balcón y revivo lo que acaba de pasar con una sonrisa en mi
rostro.
Observo su sweater, cubro mis manos con él y coloco una mano cubriendo
mi sonrisa. Una brisa fría mueve mi cabello pero solo siento su perfume
flotar en el aire gracias al sweater.
><><><><><><
-¡Feliz cumpleaños, viejo Do! -grito eufórica en su oído saltando sobre su
espalda.
Suelta un quejido pero no se mueve. -Estas más pesada de lo que
recordaba.
Rio levemente y me siento a su lado. Le tiro de la oreja hasta el número 24
presionando más fuerte en el último. Vuelve a soltar un quejido. –¡Me
dolió!
Sonrío restándole importancia. -Entonces hoy, ¿gran fiesta?
-Oh, no te llego la invitación, no estás en la lista.
-¡Púdrete!
-No estuviste para la organización. -me reprocha.
-Estaba en el paraíso de los pandas. No puedes hacerme elegir.
-Sí. Sé que elegirías a esos animales sucios antes que a mí.
-¡Hey! Más respeto con los pobres animalitos. Además a ti también te
elegiría.
-Lo sé, enana. ¿Sabes que hoy asistirá, cierto?
Asiento en silencio pero vuelvo a sonreír. -No me importa. Hoy tenemos
fiesta y vamos a celebrarlo.
Do ríe sarcástico. -Sí, claro. Mejor muéstrame mi regalo, ¿qué me
compraste?
Mi sonrisa se congela, había olvidado por completo su regalo. ¡Era una
pésima amiga!
–Te lo daré esta noche en la fiesta. Es una sorpresa.
-¿No lo compraste cierto?
-Mejor cuéntame de tu fiesta. Me dijo Ying que es en el salón cerca del
muelle. ¿Es un dess code elegante?
-Así es. Pero divertido. No quiero verte con tus trajes señoriales. Ponte algo
largo y azul. -dice y guiña un ojo.
Suelto una risa negando con la cabeza. -Sé lo que haces y no funcionará.
Además creí que querías a Lei estuviera con Meg.
-No, eso fue al principio porque veía a Lei confundido pero ahora… Ani si
lo vieras, él está...
Lo detengo antes que siga negando con la cabeza. -No quiero saberlo.
-Volvió a ser el de antes. Es frío y arisco. No habla y está más callado que
antes.
-No quiero saberlo. -repito manteniéndome firme. Aunque se me quiebre el
corazón. -No lo había visto tan feliz como cuando estaba contigo.
No sé qué responder a ese comentario así que solo me quedo callada. Yo
también lo extraño. Y más de lo que hubiera imaginado pero sé que es lo
mejor para ambos.
-Me envió un mensaje, viene para acá. Tenemos que terminar el trabajo
final de contabilidad pero quiere tener la oportunidad de verte.
-Momento perfecto para retirarme. De todos modos tengo clase. -camino
hacia la puerta y me detengo con la mano en el picaporte. -Tú no me viste.
No sabes dónde estoy. -lo amenazo apuntándole con un dedo.
-Promesa de boy scout. No te he visto.
-¡Tú nunca fuiste un boy scout. Do! -insisto y él asiente empujándome
fuera de su habitación.
El señor Jiang me lleva hasta la universidad y en el aula me encuentro a Ty.
Ella había tenido clases toda la mañana y estaba durmiendo con la cabeza
apoyada sobre la mesa.
Señorita Weng. -digo en tono grave imitando al profesor de nuestra
siguiente clase. Aprovecho a acomodar mis objetos sobre la mesa. Ella se
despierta sorprendida y mira hacia los lados preocupada. Rio suavemente. -
Buenas tardes. –respondo en tono coqueto.
-¡Tonta! Creí que era el viejo cascarrabias. -justo cuando termina su oración
entra el profesor por la puerta. Ty se deja caer de nuevo sobre la mesa y
suelta un quejido.
-Déjenme dormir. Estoy cansada.
Suelto una risa corta y colocó su libro delante suyo para que no la vea el
profesor durmiendo. Golpeó suavemente su espalda cuando escucho unos
leves ronquidos.
Aunque intento contener la risa.
-¡Wow, que buena siesta! ¿Me perdí de algo? -pregunta cuando termina la
clase mientras nos dirigimos al estacionamiento.
-No. Además del examen sorpresa y el repaso para el final… -digo
restándole importancia. Me mira rápidamente preocupada y suelto una risa.
-Lo siento, es broma.
Solo hablo del mismo tema y dejo unas actividades.
-Eres mala. -hace un adorable puchero y se detiene frente nuestro un auto
blanco. Sé quien lo maneja y por eso evito mirar hacia Lei. Ty en cambio lo
saluda. Lo escucho bajarse y siento su presencia a mi lado. Ty sonríe
tiernamente mientras se dirige a su auto. -Te dejo en buenas manos.
-¡Ahora tú eres la mala! -susurro lo suficientemente fuerte para que ella me
escuche pero veo a ambos sonreír. Me lanza un beso y se va.
-Hola.
-Hola. -susurro casi sin voz. Aun no lo veo y camino hacia adelante.
-Espera. Vine a buscarte.
-Lei…
-Por favor. Solo quiero llevarte a casa. Prometo no hablar si no quieres.
Asiento. No podría rehusarme ante tan lindo gesto.
-¿Como fue tu día? –pregunta mientras conduce.
-Dijiste que no ibas a hablar.
-Puedes hablar tú, yo solo escucharé.
Mis labios se convierten en una mueca. -No tienes que intentarlo. No hace
falta que hablemos si te sientes incómodo.
-Estoy ansioso. Muero por detener el auto y besarte. Entonces ¿por qué no
me cuentas mejor como fue tu día?
Bien, lo entiendo. También tengo muchas ganas de besarlo y abrazarlo. -Me
fue bien.
Y ¿tú?
-Me alegro. Bien… no, me fue aburrido sin ti.
Desvío la mirada y señalo hacia adelante. -Puedes dejarme aquí. Tengo que
comprar el regalo de Do.
-¿Que vas a comprarle?
-Aun no lo sé. -susurro. Realmente no sabía. Este año me había ayudado
más de lo que hubiese imaginado. Necesitaba devolverle de alguna manera.
Quería algo especial y no regalarle algo común, que en mi caso sería un
reloj.
-Podemos compartir mi regalo. Le digo que lo compramos juntos.
Niego con la cabeza pero lo miro intrigada. -¿Que le compraste?
-Un reloj. -dice y reímos.
-Quería algo más especial.
Lo que sea que le des será especial para él porque viene de ti.
No respondo y estaciona el auto frente al centro comercial. -Gracias, Lei. -
digo pero él se baja conmigo. -¿Qué haces?
-Vamos a conseguir el regalo de Do.
-Iré. Sola.
-Iremos juntos. Aun no te llevo a casa y dije que lo haría así que andando.
Luego de recorrer varios locales encuentro un especial perfume que él
utiliza y hace tiempo se queja porque no lo encuentra.
-¿Quieres que pase por ti para ir a la fiesta? –pregunta cuando llegamos a
casa de Do.
Niego con la cabeza rápidamente. –Le pediré al señor Jiang, te agradezco
de igual manera.
-El señor Jiang tuvo una emergencia y se pidió el resto del día, por eso no
estaba afuera cuando saliste.
-¿Por qué no dejaste que me vaya en taxi?
-Porque quiero cuidarte. No quiero que estés sola. Aunque no estemos
juntos quiero ser yo el que te lleve. Quiero ser yo el que te despida cuando
vuelvas cansada por la madrugada y te deje a salvo en casa de Do.
Desvío la mirada reuniendo todo mi autocontrol para no abrir mi boca y
decirle que yo también quiero que seas él pero debía ser fuerte por los dos.
–Lo mejor es que no vengas hoy. Puedo pedirle a Fushian que me busque si
quieres quedarte más tranquilo.
Sus ojos se desvían hacia al frente y asiente en silencio. –Avísame cuando
pase a buscarte y cuando te deje. Por favor. –pide aun sin mirarme. Asiento
levemente y bajo del auto.
Luego de terminar con mi maquillaje en tonalidades neutras con brillos me
coloco el vestido es de un solo hombro, corto y en tonalidad azul como me
pidió Do. Fushian no puede buscarme así que se ofrece Cay, me avisa que
está afuera y rápidamente tomo mi abrigo y el regalo de Do.
El viaje es tranquilo y silencioso, no hablamos más que algunas palabras
pero la música de fondo me gusta y la canto en mi mente. Cuando miro
hacia afuera habíamos llegado al salón.
-Debemos entrar por la segunda entrada porque Do no nos entrego las
invitaciones. – dice Cay mientras me guía hacia otra puerta.
Nos detiene un guardia de seguridad pero al vernos nos deja pasar
rápidamente. Encontramos al resto del grupo en la habitación. Saludamos a
todos y esperamos que llegue Do para unirnos a la fiesta. Sin poder evitarlo
mis ojos buscan a Lei y lo encuentro a un lado de Fushian y Lía, Meg está
elegantemente vestida en el otro lado de la habitación. Un hombre nos
acompaña hasta el salón y dejo el regalo junto a muchos más sobre una
mesa.
El salón es hermoso, la decoración es muy delicada, en tonos blanco y
negro. Hay muchas personas y jóvenes y grandes. Encuentro a Ying
hablando con Lía y me llaman para que me acerque. Hablamos un poco
sobre lo lindo que está el lugar. Ying había elegido los colores y la
felicitamos porque estoy segura que le va a encantar al cumpleañero. Un
momento después las luces alumbran la entrada y hace su aparición Do
vistiendo un elegante traje negro. Sonríe y agradece viniendo hacia
nosotras. En el camino lo saludan felicitándolo. Lo saludamos cuando se
acerca y lo dejamos solo con Ying.
-Hizo una excelente elección, Ying. –comenta Fushian cuando se acercan
los chicos. Lei se coloca a mi lado en silencio y siento su brazo rozar el mío
varias veces sin llegar a tocarme.
-Quería que todo estuviera perfecto. Y lo logró. –dice Lía sonriendo hacia
la pareja. Se los ve felices juntos.
Fushian invita a bailar a Lía, prácticamente se la lleva a la pista sin dejarla
responder y siento mis nervios en tensión cuando nos quedamos solos con
Lei. Evito mirarlo, su traje azul con su camisa blanca le sienta muy bien, se
ve muy elegante y hermoso. Ahora entiendo la sugerencia de Do.
-¡Ani! –escucho a mis espaldas.
Me giro encontrando a unos viejos amigos de Madrid. -¡Mary, Luca! –
saludo a ambos con un beso en la mejilla. –Tanto tiempo, ¿cómo están? –
Siento a Lei acercarse un paso y los ojos de Mary van hacia él
escaneándolo rápidamente.
-Es cierto, ha pasado mucho tiempo desde nuestra última fiesta. ¿Tú novio?
–pregunta Luca.
-No, es un amigo. Lei te presento a Mariana Castro y Luca Romero. Chicos
les presento a Ming Lei, es uno de los mejores amigos de Do. –Asienten a
las presentaciones y Mary me mira subiendo un momento los ojos y niego
ante su expresión. Es decir no salgo con Lei, sí está disponible pero no era
algo que quería ver.
-Lei, debes venir a saludar…-aparece de pronto Meg tomándolo del brazo y
llevándoselo al otro lado del salón mientras saluda a personas.
-Oh, entiendo. –dice Mary viendo hacia ellos y me muerdo la lengua para
no hablar de más.
Luca nos trae unos tragos y al principio solo tomo pequeños tragos pero
unas horas después había perdido de vista a Lei. Bailábamos y
recordábamos viejas experiencias con Mary mientras Luca seguía
trayéndonos tragos. Estábamos algo mareadas pero disfrutando de la
música, Mary era bailarina profesional, sabía ayudarme a bailar juntas. Era
divertido seguir sus pasos, Luca se une también pero es peor bailarín que
yo. Chocamos varias veces porque uno siempre va en sentido contrario.
-Hey, Ani. Vamos. –dice Cay.
Asiento y abrazo a Mary y luego a Luca mientras nos despedimos. Ellos
también estaban cansados y se retirarían para descansar.
Sigo a Cay a su auto y aun no veo a Lei, quizás ya se había ido. Pero al salir
del salón lo veo afuera cerca de su auto. Camina hacia nosotros, cruzan
unas palabras que no logro distinguir y Cay asiente volviendo a ingresar al
salón.
-Tendrás que volver conmigo, Cay debe quedarse a ayudar a Fushian. –dice
mientras camina hacia su auto. Lo sigo caminando lentamente.
-Qué extraño, casi como una casualidad pero sabes que las casualidades no
existen.
-¿No existen?
Niego con la cabeza en silencio y sigo caminando hacia la calle. –Quiero
caminar por la costa.
-Si quieres caminar, ven. Yo te llevo pero sube, hace frío.
-Ese es el problema. No lo haces fácil para mí.
-¿Crees que esto es fácil para mí?
-Tú no ves el esfuerzo que hago por mantenerme alejada. –susurro
continuando el camino.
-Tú no ves el esfuerzo que hago por cuidarte.
Suelto una corta risa y niego con la cabeza. Continuamos caminando en
silencio y nos detenemos frente al agua, el viento levanta el frío de la
noche. Observo hacia Lei está mirando hacia todos lados sin quedarse
quieto. Quizás también tendría frío. Meto mis manos en los bolsillos de mi
abrigo protegiéndolas del viento.
-¿Tienes frío? –pregunta acercándose unos pasos. Niego en silencio
aunque tengo frío pero es un frío necesario. Un frío que aclara ideas y me
recuerda porqué tengo que hacer lo que queda por hacer.
-Ven, volvamos. –digo volviendo a su auto.
Prende la calefacción y su mano toma la mía logrando que deje de temblar.
-Lo siento, tu mano…
Lo interrumpo con una sonrisa observando sus ojos dejándome llevar por
ellos, más tiempo en toda la noche. –Gracias.
Me deja en la casa de Do y me despido rápidamente. Asiente en silencio
con la vista hacia al frente, desciendo entrando a la casa. Está en silencio,
debo ser la primera en llegar. Me dirijo a mi dormitorio y me dejo caer
sobre mi cama soltando un suspiro.
Mi teléfono suena y lo atiendo sin dejar de pensar en el aroma de Lei. Es
Xu y dice algo sobre un viaje. Asiento sin prestar mucha atención, continuo
rememorando nuestro momento en la costa y siento por un momento que
estoy ahí. El frío viento, la presencia de Lei a mi lado. Mi burbuja explota
cuando escucho decir a Xu que iremos juntos.
-Tengo un evento y tu tío cree que será un buen plan si vienes conmigo. –
explica.
Claro que pensaba eso. Quería que estuviera siempre atenta a los últimos
negocios y si podía incluirnos mejor. -¿Dónde es?
-Pekín. Mañana sale el vuelo. –Acepto resignándome sin tener más
opciones.
Ty estaba de viaje así que solo hablamos por llamada de manera larga y
tendida sobre muchos temas y con detalles. Cuando hablo con Do su
respuesta no es otra más que nos acompañarían. Todo el grupo. Al principio
me niego pero puede ser mejor tenerlos cerca y evitar la incomodidad de
viajar solos.
Capítulo XXI
-Tranquila, ¿estás bien? –Do abraza a Ying que está temblando de miedo.
Su abrigo no estaba en la habitación. Era extraño, si hubiera sido un
delincuente se hubiera llevado más objetos de valor pero parecía que solo
había revuelto un poco todo y se había ido rápidamente. –No quiero dejarte
sola.
-Estaré bien. Ya paso. –responde Ying aceptando su abrigo.
-¿Crees que fueron los espías de mi tío? –le pregunto a Lei en un susurro.
-No. Esto es diferente. –toma mi mano y camina hacia Do. –Dormiremos
todos en la habitación. No podemos dejarlas solas de nuevo. –dice
mirándolo solo a él y lo miro sorprendida. Miro hacia Ying y ella tiene la
misma expresión. Atónitas y sin saber que responder.
-Estaba pensando lo mismo. No podré dormir sabiendo que podrían volver
a entrar a su habitación y ustedes solas.
-Bien, todo arreglado. –dice Xu caminando hacia su habitación restándole
importancia a la situación aunque tenía una clara postura de cansancio y
signos en su rostro. Debió haber sido un largo día para él. Asiento
agradeciéndole en silencio. –Eres mi pareja después de todo. Quizás los
delincuentes estaban buscando algo de valor entre tus cosas por la noticia. –
dice mirándome divertido. Lei lo mira serio con ojos enojados. Xu levanta
las manos y se gira hacia la salida. -Vamos a dormir, ya es tarde.
-Estarán más seguras con ellos. Y ellos estarán más tranquilos con ustedes.
Vayan. – dice Fushian.
Seguimos a Do y a Lei hacia su habitación. Ellos llevan nuestras cosas.
Vemos solo dos camas matrimoniales y mirándonos un momento
caminamos juntas con Ying hacia una cama eligiendo en silencio dormir
juntas.
Do es el primer en soltar una queja en voz alta. –No sería la primera vez
que dormimos juntos. –dice mirando a Ying.
-¡Hang Do! –exclama ella mirándolo apenada y se escapa al baño. Do
suelta una risa y se prepara para dormir.
Camino hacia el balcón cerrando la puerta corrediza atrás mío para no
molestarlos y me siento sobre un gran sofá triple. Siento la puerta abrir y
cerrarse y un abrigo sobre mis hombros cubriéndome del frío. Sonrío y veo
a Lei sentarse a mi lado. Rodea mis hombros con su brazo y me inclina
hacia él. También se inclina y terminamos acostados sobre el sofá.
-Tampoco sería nuestra primera vez. –susurra tomando mi mano y
entrelazando nuestros dedos. Sonrío pero mi mente sigue pensando en
quien habrá podido entrar a la habitación. Me preocupaba que siguieran en
el hotel. –¿En qué piensas?
-No creo que hayan sido delincuentes ordinarios.
-¿Por qué no? ¿Qué más se llevaron?
-Mi bufanda y la bolsa de peluches que me regalaste hoy. Y puede que sea
una coincidencia pero creo que se llevaron el abrigo de Ying por error.
Porque estaba en mi cama, quizás pensaron que era mía. Solo faltan cosas
mías, Lei. –digo comenzando a asustarme. Haberlo dicho en voz alta lo
hace más real.
-Tranquila. Todo estará bien, no tengas miedo.
-Pero y ¿si continúan en el hotel?
-Ya hicimos la denuncia, el personal del hotel estará más atento. Además la
policía ya registró todo el hotel, no hay nadie. –me explica logrando
tranquilizarme. Es verdad que la policía había recorrido el hotel.
Seguramente los delincuentes ya estarían lejos.
– ¿Quieres que durmamos aquí?
-Me encantaría. ¿A ti no? –pregunto mirándolo un momento y noto su nariz
roja por el frío. Suelto una risa mientras niega con la cabeza.
-Te amo pero hace demasiado frío aquí afuera. –me levanta rápidamente sin
darme tiempo a reaccionar y entra a la habitación conmigo en sus brazos.
Vemos a Ying y Do dormidos en la misma cama. Lei busca mi mirada y
señalo el balcón.
-Puedo dormir afuera. No me molesta el frío. –Lei niega con la cabeza y me
deja suavemente sobre la cama. Camina dando la vuelta y se acuesta en su
lado.
Me acomodo bajo las sabanas y me acuesto mirando su espalda. Cierro los
ojos y lo siento dándose la vuelta. Abro los ojos y me está mirando con una
dulce sonrisa. Vuelvo a cerrar los ojos cuando siento mis mejillas
sonrojarse. Escucho una leve risa y cubre mis hombros con la sabana.
-Duerme mirando hacia allá. –susurro sin abrir los ojos.
-¿Por qué? –susurra y noto indignación en su tono.
-Tú hazlo. –digo con una sonrisa. Gira su cuerpo y giro también él mío.
Suelto una risa cuando escucho una queja de su parte.
Vuelve a girarse y lo miro de reojo, se sienta sobre la cama mirándome
serio. Me giro mirándolo de frente y fingiendo dormirme me estiro
acostándome sobre toda la cama alargando mi brazo ocupando su lugar.
Retengo una sonrisa manteniendo mi papel aun con los ojos cerrados.
-Eres tan graciosa. Tú solo querías dormir en mi lado. –susurra levantando
mi brazo y parte de mi cuerpo acostándome sobre el suyo. Besa suavemente
mi frente y sonrío relajándome sintiéndome segura entre sus brazos.
-¡Ya, suéltala! –escucho lejos la voz de Do.
-Es ella la que no me suelta… -responde Lei y siento una presión en mi
cintura. Es el brazo de Lei que no me deja moverme. Aunque no tenía
planes de hacer eso. Escucho una queja suya y algo me dice que están
peleando.
-Déjenla dormir. Hang Do, déjala. –escucho la voz de Ying en tono muy
bajo uniéndose a la pelea. Escucho una nueva queja de Lei y suelto un
suspiro. Inconscientemente llevo una mano hacia mi espalda tomando una
almohada y la arrojo hacia la dirección de la voz de Do. Escucho su queja
así que imagino que le pegue. Ying y Lei sueltan una risa.
Abro un momento los ojos pero la mano de Lei los cubre para que continúe
durmiendo. No necesito esfuerzo para volver a cerrar los ojos, escucho
unos murmullos que no comprendo, una puerta abrir y cerrarse y vuelvo a
perderme en sueños.
Cuando vuelvo a abrir los ojos me encuentro sola en la habitación.
Rápidamente me baño y cuando estoy lista y cambiada al salir de este veo a
Lei sentado sobre la cama.
Esta tecleando algo en el teléfono.
-¿Estás bien? –pregunto acercándome preocupada por su mirada indiferente
pero al levantar la vista hacia mí asiente borrando toda expresión.
-Sí, no es nada. –responde guardando su teléfono. No me gusta esa frase,
siempre es algo cuando tienen esa expresión pero no insistiré y respetare su
privacidad. –Ven, nos están esperando.
Nos reunimos en la entrada del hotel y vamos a la Gran Muralla China.
Llegamos y al pie del inicio ya se puede apreciar la majestuosidad de la
construcción. Veo kilómetros y kilómetros de ella rodeada de paisajes
montañosos. Sin embargo a través de ella podemos elegir entre varias
excursiones alternativas. Optamos por visitar las tumbas de Ming. Mientras
nos dirigimos allí continuamos disfrutando de la Muralla, subimos a
algunas de las torres defensivas y me siento en la película Kung Fu Panda.
En lo alto disfrutamos de la increíble vista.
-Es Badaling. –comenta Xu a mi lado. Hoy había decidido acompañarnos y
no es que me molestara su presencia pero continuaba con el papel de
‘’novio’’ para continuar con la farsa manteniendo alejado a Lei, él tenía que
hacer el papel de amigo lejano y distante luego de ‘’terminar nuestra
relación’’.
Al llegar el guía mientras nos muestra algunas estatuas nos explica
personajes y hechos históricos. Estaban enterrados trece emperadores de la
dinastía Ming. Además de emperatrices, cortesanos y concubinas de la
corte.
-Las tumbas están construidas como si se tratara de palacios porque seguían
las reglas marcadas por el Feng Shui. Antiguamente en la dinastía Ming se
creía que la persona, una vez muerta, seguía teniendo las mismas
necesidades que cuando estaba viva. Por eso puedes ver objetos de uso
cotidiano como vestidos de seda, adornos de oro, plata, jade. – me explica
Xu. Asiento en silencio observándolos.
-Aunque cada emperador diseñaba su propio mausoleo. –dice Lei a mi
lado.
-Es cierto. Y todas la tumbas tienen características estructurales comunes:
la primera comprende los edificios destinados a realizar los sacrificios; la
segunda la torre de las estelas funerarias y finalmente el sepulcro. Este es
realizado bajo tierra y quedaba sellado una vez finalizado el funeral. –
explica la guía mirándonos a los tres. Me sentía más pequeña entre medio
de los dos hombres. Cada uno más de ciento ochenta y sus miradas no
prometían nada bueno.
Recorremos el ‘’camino del espíritu’’ y apreciamos muchas estatuas de
animales. La guía explica que eran puestos para ser de guardianes y
funcionarios. Son mucho más grandes que el tamaño original. Nos
conducen a una puerta de tres arcos conocida como la Puerta del Dragón y
el Fénix. Es de un precioso mármol blanco y tiene una serie de dibujos en
relieve en su base con muchos detalles.
Continuamos el recorrido por la Muralla luego de un almuerzo rápido. No
podríamos terminarla, era demasiado larga pero habíamos recorrido
muchos kilómetros y disfrutado de vistas impresionantes. La energía que se
sentía era especial. El silencio y
solo se escuchaba el ruido del viento. Los chicos consiguen la excursión de
hacer el descenso en aerosilla apreciamos las montañas, el camino desde lo
alto. La luz del sol iluminando zonas especiales de la montaña haciéndolo
lucir aun más precioso y mágico. Voy todo el camino pegada al vidrio
ciento a mi lado sentarse a Lei y sonrió invitándolo a disfrutar de las vistas
conmigo. Noto que aunque intenta prestar atención a nuestro alrededor, sus
ojos no se apartan de los míos y no le interesa mucho pero continúo
emocionada señalándole puntos hermosos por el camino.
Volviendo a la ciudad y cuando oscurece decidimos ir al mercado nocturno
de Donghuamen. Es una calle comercial con una hilera de puestos de
comida china de mucha variedad de animales y especies. Mis ojos se abren
y me escondo atrás del brazo de Lei cuando un señor quiere darme a probar
un escorpión insertado en una brocha de madera.
-¿No es ilegal? –pregunto en un susurro inclinándome hacia él.
-No pero no lo pruebes. –responde continuando la caminata.
Veo muchos tipos de animales cocinados a la plancha dispuestos a ser
comprados. Xu se atreve a probar un caballito de mar. Los chicos le
preguntan qué tal está y menea la cabeza en respuesta como si no tuviera
mucho sabor. Tengo que seguir caminando antes que me descomponga.
Ying prueba gusanos de seda y quiero golpear a Do cuando me insiste en
probarlos también. Se unen los chicos y tomo solo uno. Lo miro mientras se
mueve, aun está vivo. No lo pienso y lo pruebo. Intento masticarlo
rápidamente y en realidad no tiene sabor específico a nada. Los chicos son
mucho más atrevidos, prueban arañas, ciempiés. Do prueba incluso una
lagartija. A Lei lo terminan convenciendo y prueba la estrella de mar. Y
Cay prueba la serpiente.
-No sabe a pollo. Tiene una textura parecida a la del calamar y es un tanto
chiclosa. – hace su veredicto como si de un manjar se tratase.
Luego de esta extraña experiencia culinaria decidimos ir a un puesto con
comida más tradicional y disfrutamos de unos fideos y rollitos primavera.
Disfruto los míos rellenos de bambú. Desde que los probé no pude dejar de
comerlos.
-¿Se supo algo de los delincuentes de anoche? –pregunto mordiendo mi
rollito.
-La policía no ha encontrado nada. Pero parece que entraron con acceso a
las habitaciones porque las puertas no estaban forzadas. –dice Lei a mi lado
intercambiando miradas con Do.
Algo me dice que saben algo más, Ying también lo nota porque le pregunta
a Do pero este solo niega con la cabeza y toma muchos fideos comiéndolos
rápidamente evadiendo la respuesta.
Mientras estamos volviendo al hotel tomo a Lei del brazo y ralentizo
nuestros pasos.
Dejo que se alejen bastante los chicos para comenzar a hablar.
-¿Me dirás que sucede? Y no me digas que simplemente no pasa nada.
-Es cierto, no sucede nada. La policía no tiene más pistas que las que
vimos.
-Pero saben algo más, lo presiento. Hoy estabas extraño con tu teléfono por
la mañana y hace un momento cuando pregunte sobre los delincuentes se
los notaba muy preocupados.
-Claro que me preocupo. Entraron a su habitación y podrían volver a
hacerlo. No están seguras y nos preocupa.
Niego una vez con la cabeza y lo miro deteniendo nuestros pasos. -Dime lo
que no me estás diciendo. Si estoy en peligro necesito saberlo.
Me abraza acercándome a su cuerpo colocando su cabeza encima de la mía.
-No lo estás. Nunca dejaré que estés en peligro. Haría lo que fuera por ti. –
Suelta un suspiro y me enseña su teléfono. –Estos eran los hombres de
anoche en el restaurante. Son los mismos captados en las cámaras del hotel
ayer por la tarde.
-Son los mismos que mando mi tío a seguirnos, ¿por qué entrarían a mi
habitación?
-No están seguros que tu tío los haya enviado. Xu Kong cree que lo
buscaban a él pero fueron por ti porque ante todos eres su novia. Los
hombres no hablaban español pero no están seguros que idioma hablaban.
Creen que mandarín pero no están seguros.
Solo unas horas después y estamos nuevamente en Shanghái. Nos habían
quedado muchas excursiones para visitar pero los chicos ya no se sentían
seguros con los delincuentes rondando y decidimos volver antes de
tiempo.
Nos recibe el señor Mintong pero no se muestra tan animado de vernos,
incluso me mira serio.
-Señorita Luce, la están esperando en la siguiente sala. –exclama señalando
el camino.
Los chicos me miran sorprendidos, yo también lo estoy. No esperaba a
nadie.
-¿Quién es? –pregunta Do y esperamos la respuesta pero el señor Mintong
solamente baja la cabeza.
Me dirijo hacia la habitación y mis pies se detienen al ver al hombre mayor
con traje y canoso que conozco como mi tío. ¿Qué hacía en Shanghái? Esto
era muy malo.
Capítulo XXII
El Fin