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Obesidad Sobrepeso

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Documento adaptado del libro “Hambre Emocional” – Angeles Wolder

SOBREPESO – OBESIDAD:
Hablamos de sobrepeso y obesidad cuando hay una acumulación anormal o
excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud. Las grasas son necesarias
para el organismo, pero en su debida proporción. Aunque nuestro cuerpo está
formado mayormente por agua, también necesita proteínas, hidratos de carbono,
minerales, vitaminas y grasas; y la buena salud se halla en el equilibrio de todos
sus componentes.
El índice de masa corporal (IMC) es un indicador simple de la relación entre
el peso y la talla, y se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la
obesidad en adultos. Se calcula dividiendo el peso en kilos entre el cuadrado de la
altura en metros:
IMC = peso (kg) / altura²(m)
La definición de la OMS para estos trastornos es la siguiente:
• IMC igual o superior a 25 determina sobrepeso.
• IMC igual o superior a 30 determina obesidad.
TU RELACIÓN CON LA COMIDA ES TU RELACIÓN CON LA VIDA
¿Es posible adelantarse a los problemas y prevenir la obesidad o salir de ella?
Sí, porque el autoconocimiento libera. Saber lo que nos pasa cuando nos ocurre algo
intenso y el porqué se intenta acallar con comida es el punto de partida para mejorar
nuestro vínculo con la alimentación. Asimismo, ser conscientes de lo que pensamos,
sentimos y hacemos va a prevenir futuros síntomas. La sana gestión de lo que
sentimos y necesitamos, sin emitir juicios ni críticas, aceptando lo que hay tanto de
peso como de imagen, mejorará tu calidad de vida y tus relaciones.
Imagina que te han presentado a una persona y quieres conocerla más.
Quedas con ella para charlar y aprovechas la hora de la merienda. Tú pides un jugo
verde porque es hipocalórico, ya que tu cabeza sabe buscar perfectamente aquello
que considera saludable y bajo en calorías. Tu acompañante se ha decidido por un
trozo de pastel con café con crema. Tu cabeza se llena de frases como “no debería
comer así, mira cómo se pone de grasa, parece una foca, qué asco, qué pena, se ve
horrible, el traje de baño no le pasa ni por el brazo”, y puedes continuar la lista
mientras te contienes para no picar ni una migaja. Lo que ves en otros es lo que te
aplicas y te dices a ti mismo de tres a cinco veces al día cada vez que vas a comer.
Es una relación de pelea, confrontación y sufrimiento entre lo que puedes, debes y
quieres, y el castigo que nos producimos a nosotros mismos o a otros a través de
juicios.
La principal relación en la vida es la que tienes contigo. Igual que con otras
relaciones, comienza por conocerte sin críticas ni acusaciones, sino con el
conocimiento de que antes de manifestar una conducta hay un dolor no escuchado
y muy escondido. Escucha la emoción no procesada y la conducta cambiará.
AMOR Y AFECTO EN LA BASE DE NUESTRAS CONDUCTAS
El cariño, el afecto, el contacto y la nutrición son esenciales desde el instante
mismo de la fecundación y a lo largo de nuestra vida. En un primer momento,
estamos inmersos en una relación simbiótica de la que, poco a poco, comenzamos
a desprendernos para adquirir autonomía y libertad. Aprender a explorar el mundo
con figuras que nos dan seguridad ratificará la presencia de un explorador o una
exploradora que tendrá la tranquilidad de ir al exterior únicamente al saber que éste
es un espacio seguro.
En el opuesto, hay personas que no han conseguido estabilizar sus emociones
y necesitan del otro o de ciertos productos para obtener tranquilidad. Son personas
que, progresivamente, irán traspasando sus necesidades interiores hacia el exterior
y que intentarán colmarlas con alcohol, drogas, dependencia emocional, trabajo,
deporte, comida o cualquier paliativo que les permita disminuir la tensión. Podemos
acceder a la comida de forma relativamente fácil para calmar rápidamente la
ansiedad, sin embargo, es un objetivo inequívoco e ilusorio para controlar la vida.
Así pues, descubrimos que la relación que establecemos con el alimento y su
traducción respecto a la relación nutrición-afecto viene programada en nosotros
desde el inicio mismo de la vida.
Aprendimos sobre el recibir y el soltar, sobre el pedir y el disfrutar, y sobre la
seguridad o inseguridad ante una comida. Contar con el alimento acorde con
nuestras necesidades supuso nuestra supervivencia, y quien careció de ello no pudo
superar el gran reto de iniciar una vida.
Todo lo que atañe a la relación con el comer nos lleva hacia atrás en el tiempo
y nos coloca frente a la mesa en la que tantas veces vivimos situaciones que quizás
no nos gustaron o que fueron un inmenso placer. Tenemos guardado en el cuerpo
el recuerdo de los buenos y malos momentos. Nuestras memorias del pasado se
activan de forma inconsciente en el presente.
Algunas conclusiones a las que podemos llegar y que nos acompañarán a lo
largo de estas páginas son:
1. En el inicio de la relación primaria del ser con su madre, en el seno del
útero, el alimento es primordial, ya que sin éste el nuevo individuo no sobrevive.
2. La primera comunicación se realiza mediante la alimentación. Así, la
nutrición permite el crecimiento de la célula que permanece en la trompa de seis a
siete días hasta llegar a la pared del útero. No llegar a implantarse es igual a morir.
3. Las emociones juegan un papel importante; y éstas llegan al embrión o feto
mediante el cordón umbilical, el cual funciona perfectamente cuando no hay estrés,
pero, cuando éste existe, se presenta una disminución en la nutrición.
4. En el proceso de crianza hay que recordar que los padres son los que deben
procurar el bienestar del infante para que se formen adultos autónomos con criterio,
que se autorregulen y que puedan dar seguridad a sus propios hijos.
5. Hay que darle al niño la posibilidad de expresión, pero sin olvidar que
quienes toman las decisiones son los adultos, para ello hay que poner límites y
organizarse con otras personas.
6. Cada padre tiene a los mejores hijos y cada hijo tiene a los mejores padres,
y ambos tienen que aprender juntos.
• Conflicto de desvalorización, de no ser capaz, de no poder contar con la
fuerza para hacer algo (grasa).
• Conflicto de debilidad o de impotencia con la exigencia de ser fuerte (grasa).
• Conflicto de agresión con necesidad de protección mecánica (hacerse una
coraza / grasa).
• Conflicto de desprecio y agresión ante la mirada del otro (vergüenza / grasa).
• Conflicto de humillación con necesidad de protección (grasa).
• Conflicto por falta de afecto con necesidad de mayor contacto (grasa).
• Conflicto de frialdad con necesidad de protección térmica (grasa).
• Conflicto de fealdad por una parte del cuerpo con necesidad de ocultarla
bajo la grasa (grasa).
• Conflicto de incorrección estética con necesidad de ocultar el defecto (grasa).
• Conflicto por no ser más eficaz con necesidad de sostener, por ejemplo, a la
familia (tiroides).
• Conflicto por fuerte estrés con necesidad de encontrar una salida, tomar una
decisión o esconderse (glándula suprarrenal).
• Conflicto de lucha y resistencia con necesidad de poder enfrentarse
(páncreas endocrino).
• Conflicto de hacer frente al otro o a las experiencias de la vida (páncreas
endocrino).
• Conflicto por hambre o carencia con necesidad de almacenar (hígado).
• Conflicto de previsión de maternidad con necesidad de contar con los
recursos para un posible embarazo y lactancia (ovarios).
• Conflicto por ausencia con necesidad de recordar al otro o a un bebé
abortado de manera espontánea o provocada (grasa).
• Conflicto de conquista con necesidad de seducción (ovarios/grasa).
• Conflicto de virilidad con necesidad de conquistar (testículos/grasa).
GRASA Y SOBREPESO
Para comprender el sobrepeso es necesario mirar varios factores, como la
función de los dos tipos de grasa, la abdominal y la subcutánea, el porqué de la
ubicación del sobrepeso en cada zona del cuerpo y el origen de los cambios en la
conducta alimentaria, lo cual nos dará los patrones para formularnos la pregunta
adecuada y entender lo que nos ocurre en un plano psíquico que no habíamos
relacionado con el aumento de peso o la forma del cuerpo.
La grasa, como órgano, proviene del tejido conjuntivo y está compuesta por
células o adipocitos que actúan como reservorio o alacena donde se acumula grasa
en forma de triglicéridos de consistencia semilíquida.
La grasa acumulada en la capa más profunda de la piel (panículo adiposo)
actúa como un aislante térmico que protege del frío o del calor, además, tiene otra
función que es mecánica, pues rellena espacios, amortigua golpes, resguarda las
distintas partes del cuerpo y mantiene los órganos internos en su sitio. Igualmente,
participa en el almacenamiento de reservas energéticas, en la fabricación de
anticuerpos y hormonas y bloquea las toxinas para que no circulen por el cuerpo
adhiriéndose a sus células, por lo que acumular grasas es acumular toxinas.
La grasa actúa como aislante térmico y mecánico para sentir menos los golpes,
para dejar resbalar las humillaciones, para alejar al depredador, para protegerse del
rechazo, para no sentir una agresión sexual, para proteger la intimidad tapándola y
resguardándose de la mirada del otro, para ocultar la vergüenza, en síntesis, para
sobrevivir. La necesidad es clara: a pesar de las experiencias que tuvieron un fuerte
impacto en nuestro corazón, hay que continuar vivos.
No hay que olvidar que la función de la grasa es orientarnos para saber cuál
es la vivencia traumática y que, a partir de ésta, vamos a encontrar un conflicto
global y varios subconflictos. El primer conflicto a revisar con la grasa es el
rendimiento, lo cual nos indica que ésta se guarda para obtener la energía necesaria
para ponernos en movimiento, así como el rendimiento está asociado con tener
energía. Al respecto, cabría que te preguntaras si has vivido situaciones en las que
has sentido que:
• No supiste cuidarte.
• No has podido escapar de un abusador.
• No conseguiste huir de los golpes.
• No lograste impedir tocamientos.
• No sabías cómo responder a los insultos.
• No alcanzaste a salvar a otros.
• No valías para recibir amor.
El almacenamiento de grasa en nuestro cuerpo no es casual, ya que se
presenta como la mejor solución para sentir que podemos sortear algún periodo
problemático, una amenaza o sostener una lucha. Desde hace miles de años,
cuando nos sentíamos en peligro, porque el clan vecino nos podía atacar o porque
iba a venir una época de escasez de alimentos, el cuerpo se preparaba para resistir
guardando grasa, al igual que lo haría un oso antes de hibernar.
Cuando vivimos estrés, se secreta cortisol, que es un inductor para la
acumulación de grasas. Esto se agrava porque dormimos menos al tener
preocupaciones en la cabeza y, de esta manera, se activan las orexinas que nos
provocan la sensación de hambre. Dormir poco, preocuparnos, estar inquietos y
desvelados nos augura un aumento de peso.
En todo caso es nuestra cabeza (psique) la que vive, de manera real o figurada,
que estamos en peligro, por lo que interpreta que hay que ser fuerte, corpulento,
contar con energía suficiente, ser capaz de vencer a los “enemigos”, así como
mantener una reserva interna para las épocas en las que no se contará con la
comida necesaria.
El proceso inflamatorio de la piel o celulitis se debe a sucesivas fases de
conflicto y solución por desvalorización y agresión, lo que conlleva numerosos
procesos de acción y reparación que, finalmente, dejan el tejido inflamado y con
cambios exteriores en forma de huecos, que son las zonas donde ha desaparecido
el tejido adiposo.
CUANDO RESISTIR ES IGUAL A ENGORDAR
El páncreas tiene una relación muy especial con el azúcar y el sobrepeso. Una
de las opciones para tomarlo como posible causa del sobrepeso por acumulación de
grasa es la necesidad de mantener una reserva energética disponible mediante la
regulación de la glucosa, lo cual se lleva a cabo gracias al entendimiento entre el
páncreas y el hígado. Esto inicia con la activación de las células alfa de los islotes
de Langerhans del páncreas que producen la hormona glucagón. La función es
estimular el hígado para que libere glucógeno y que éste se transforme en glucosa y
aumente el azúcar en sangre o glucemia. Si ésta llegara a aumentar demasiado, la
insulina recogería el azúcar en la sangre y la llevaría a las células que la necesitan
para realizar un esfuerzo pero con energía.
Éste es un proceso natural, pero ¿qué pasa cuando no hay armonía entre
estas partes? El desequilibrio se produce cuando hay un conflicto biológico o una
situación dramática cuya característica es un gran miedo con asco, repulsión,
rechazo o susto con aversión. Es la manera de afrontar experiencias a las que nos
oponemos o que tenemos que resistir frente a cosas que nos desagradan, como
puede ser una relación sexual no aceptada, ver situaciones asquerosas como un
hombre manoseando a una mujer o viceversa, limpiar sitios sucios, presenciar
cuando alguien escupe o tose con flemas, se lava los dientes y se aclara la garganta
haciendo ruidos que tenemos grabados como repugnantes.
Cuando estos conflictos están activos en el cuerpo, específicamente en las
células alfa del páncreas, disminuye la producción de la hormona glucagón, lo que
lleva a un aumento de la hipoglucemia, o sea, a tener menos glucosa en la sangre,
momento en el que se experimenta una fuerte necesidad de comer algo dulce.
Es como un agujero en el estómago que sólo lo calma un dulce, como un
hambre voraz que no se detiene con comida. El sentido biológico es proveer al
organismo de alimentos ricos en azúcar que se transformen en glucosa que llevar a
las células para usarla como energía. Si hay un déficit de glucosa en el organismo,
el cerebro lo detecta, pues supone que se encuentra frente a un gran peligro (el
sistema nervioso sólo usa glucógeno en forma de glucosa para alimentarse) y, al
verse en ese punto, da la orden a las grasas para que no liberen nada. Tener hambre
de azúcar hace que las grasas queden fijas como reserva para el organismo. El
razonamiento es que si va a faltar energía, por previsión, es mejor mantenerse con
hambre para buscar comida y dejar a las grasas como última fuente para salvar la
vida. Aunque hagas ejercicio, te costará mucho bajar de peso si no has soltado el
conflicto, ya que tendemos a comer más.
EN ETERNA OPOSICIÓN
Otra forma de vivir el mismo conflicto es desde una pelea “mental”, es decir,
aguantar todo lo que te caiga encima, soportar desde insultos hasta desprecios, y
todo eso con la cabeza pensando a mil revoluciones que le podrías hacer cualquier
cosa al que te provoca, pero callando todo lo que sientes. Es el momento en que
luchas únicamente con tu cabeza sin pasar a la acción. Es como si el cuerpo se
dispusiera para una gran batalla que no va a comenzar.
Como puedes apreciar se trata de una manera de interpretar los eventos que
nos toca vivir y que les ocurren a todos los seres humanos. Hay personas que viven
pensando que todo es difícil, que obtener cualquier cosa cuesta mucho, que están
todo el día peleándose con la vida, porque no saben hablar con naturalidad de lo
que les hace bien o de lo que les hace mal, que viven con la idea de que la vida es
una lucha y, que hagas lo que hagas, te irá mal (aunque a los otros no) y que sólo a
ti te toca hacer esfuerzos descomunales para sobrevivir y que, en cambio, los demás
tienen mucha suerte, pues apenas tocan la cartera se les llena de oro. En esta
tendencia están los adivinadores del pensamiento humano, que creen que los demás
se levantan por la mañana para fastidiarles o que todos están en su contra. Piensan
que ellos no tienen la posibilidad de construir una realidad, ya que la realidad está
construida de antemano, o sea, que se encuentran en el bando de los perdedores.
Son personas que buscan pleito por todo, que buscan sutilmente la discusión,
haciendo ver que es otro el que comenzó o que otros tienen la culpa, además están
en eterna enemistad con las circunstancias. Aquí se inicia otro círculo vicioso del
sobrepeso, sólo que en este caso suele estar unido a trastornos metabólicos y, en
general, a la diabetes, sin importar de qué tipo.
Tal vez conoces a alguien que padece una enfermedad por la cual le han
indicado que tiene que hacer tal o cual régimen, dieta o tratamiento, y que se pelea
con la propuesta terapéutica, hace trampas, come a escondidas, tira los
medicamentos o toma de más, o sea, no hace lo que le han sugerido. La respuesta
es porque no le gustan las indicaciones, pues las vive como límites impuestos,
detesta la autoridad, no soporta que le digan lo que tiene que hacer, cree que es un
castigo (seguramente así lo aprendió de niño y en casa), o siente que controla la
situación haciendo las cosas a su manera.
Hay personas que se pelean con la vida, porque no pueden comer algo que les
gusta; generan más discrepancia y oposición, por lo tanto entran nuevamente en un
conflicto de resistencia. Son incapaces de decir “lo que vivo me asusta, me disgusta
y mi realidad me enoja”, “me enojo por lo que eres, lo que haces y lo que me haces”,
“me disgusta tener que hacer cosas nuevas porque el cambio me asusta” o “me
gustaría crear una realidad distinta a la que vivo”. Sin embargo, no pueden
vislumbrar esto, siguen enfadados con la vida y continúan peleándose con todo y
con todos.
CUANDO SENTIRTE INEFICAZ ENGORDA
La glándula tiroides se pone en marcha cuando aparece el conflicto de no
sentirse capaz para conseguir y hacer las cosas con eficiencia. Algunas personas
han aprendido a hacer todo rápido y se exigen un mayor rendimiento, por lo que no
pueden ver que otro obtenga un mejor resultado, debido a que lo vivirán como si les
hubieran sacado un bocado de la boca.
ANTE LA DUDA, SOBREPESO
Asumir una decisión puede ser tan fácil o difícil como lo decida la persona que
debe tomar la determinación. No decidir es decidir, aunque no lo veamos así. Pero
¿por qué se altera la glándula suprarrenal? Porque nos podríamos equivocar en la
resolución y para nuestro inconsciente eso constituye un peligro total. Tomar el mal
camino puede suponer la muerte. Si vas por el sitio erróneo, puede aparecer un
“lobo feroz”. Muchas narraciones nos indican que prestemos atención cuando
decidimos hacer algo porque todo tiene consecuencias.
Al vivir un fuerte estrés para encontrar una salida, tomar una decisión o para
esconderse, la glándula suprarrenal será la que nos ayude a estar preparados para
el enfrentamiento al generar más cortisol, sólo que, una vez más, nos preparamos
pero no lo gastamos.
El sobrepeso u obesidad, cuyo origen es una disfunción de esta glándula, va
a producir un aumento de grasa en el abdomen y en la parte superior del cuerpo,
cara hinchada, cuello redondo, y brazos y piernas más delgadas.
SOBREPESO HÍDRICO
Otra causa de aumento de peso, que muchas veces se combina con la
acumulación de grasa, es la retención de líquidos. El edema es la acumulación de
líquido en diversas zonas del cuerpo, lo que produce hinchazón, conllevando un
aumento rápido de peso. Esto se debe a la activación del riñón, específicamente del
túbulo colector renal, el cual se pone en máxima actividad dando como resultado el
bloqueo de la salida de orina, ocasionando así la retención de líquidos. Lo anterior
puede obedecer a que la persona vive de manera dolorosa alguna de las siguientes
situaciones:
• Sensación de estar solo en el mundo.
• Tener que luchar para sobrevivir.
• Sentirse abandonado.
• Sentirse prófugo y en un medio desconocido (inmigrante).
• Sentir un desarraigo profundo sin tener idea de dónde anclarse.
• Sentir que se han perdido las referencias en la vida.
• Sentir que todo se derrumba y se viene abajo la vida.
• Miedo a la existencia.
SOLEDAD CAMUFLADA BAJO KILOS
La vida actual nos muestra con gran crudeza que la soledad, o mejor dicho la
desolación, ocurre muy menudo y que no sólo significa no tener compañía, ya que
también la viven aquellas personas que incluso estando acompañadas se sientan
solas, o que creen que cuentan con cientos o miles de amigos, pero que a la hora de
la verdad únicamente los tienen en una pantalla. Los seres humanos somos sociales
por naturaleza. Necesitamos estar en contacto y en relación con otras personas para
sentirnos tranquilos y, especialmente, seguros.
La soledad es una respuesta emocional ante un estado de aislamiento en el
cual un individuo se encuentra sin acompañamiento o sin contacto físico o virtual,
con personas apreciadas, incluso sin un animal de compañía. Puede ser voluntario,
por elección de vida o por diversos motivos, como desplazamiento del medio
conocido, pérdida de seres queridos, enfermedades que requieren aislamiento o
circunstancias condicionantes. En adultos mayores, la soledad se acerca cuando
los familiares se alejan por enfermedad, limitación, traslado a residencias o muerte.
La soledad está vinculada a sentimientos de melancolía, congoja, añoranza,
desamparo e inseguridad, por lo que es más probable que la persona sienta
inestabilidad emocional, cambios de humor e irritabilidad.
El estar solo no determina el sentimiento de soledad, ya que no es lo mismo
disfrutar de ratos de soledad, que son absolutamente necesarios tanto en niños
como adultos, a sufrir o enfermarse por permanecer en soledad. La diferencia entre
“sentirse solo” y “aislarse socialmente” es clave, puesto que esta última es una
opción. La experiencia es subjetiva, pues hay personas que pueden sentirse solas
mientras están en medio de una multitud, en una fiesta o con un grupo de amigos.
Lo que hace que una persona se sienta sola y lo perciba como “negativo” es el hecho
de que necesitan más de lo que tienen en cuanto a contacto disponible.
ABANDONO
El sentimiento de abandono genera una herida invisible que es sumamente
frágil y que se abre con cada experiencia que nos hace recordar el dolor original,
además es la prueba de que en algún momento se rompió un vínculo muy
importante. Ese vínculo fue un nutriente para las emociones, un impulso hacia la
seguridad en la vida y en las relaciones.
Como primera experiencia pudo ser el abandono, desde la concepción hasta
la infancia, de los padres o de uno de ellos; la enfermedad o muerte de un padre; la
adicción de un cuidador principal o vivir situaciones similares con otros familiares,
amigos o compañeros; incluso que la propia sociedad se olvide de incluir a todos.
La experiencia temprana de abandono hace pasar a quien lo vive por
diferentes etapas. Inicialmente, la sorpresa y el desconcierto.
Grandes y pequeños sienten que lo que están viviendo no les puede estar
pasando a ellos, es como si no lo creyeran, aunque experimenten un dolor inmenso.
Es un momento de confusión al que le sigue un estado de recogimiento con una
espera tensa, ya que la esperanza del regreso del otro continúa. Aparece aquí la fase
más crítica, junto con el reconocimiento del rechazo vivido y la exclusión de la vida
del otro y la pérdida del amor por sí mismo: “No valgo nada y por eso el otro no me
ama”. No sólo cae la autoestima, sino también la seguridad en la vida. Rabia,
tristeza, desesperanza y sufrimiento, hasta que llega la renuncia porque las cosas
son como son. Este mismo patrón, tal como lo aprendimos, lo proyectaremos en
otras relaciones, y es ahí donde reside el origen de la dependencia emocional.
De adultos, si nos llegamos a sentir desintegrados, desatendidos o solos, se
hace presente el conflicto de abandono, donde los sentimientos de desamparo,
orfandad y abatimiento son el centro del dolor. Un vacío que cala profundamente,
que angustia y se hace intolerable. El dolor es tan fuerte que no se puede soportar,
por lo que para acallarlo se suelen usar “calmantes externos” y, uno de ellos, a
menudo, es la comida.
La vivencia del abandono nos coloca en un punto de máxima fragilidad, por
lo que no notamos que el peligro no es verdadero y que sólo está presente en la
manera de vivirlo. Al nacer nos encontramos en una extrema vulnerabilidad y, por
ello, necesitamos del otro para sobrevivir, de ahí que las experiencias de abandono
se vivan con gran pesar si no se ha sanado el conflicto.
VARIANTES CORPORALES CONFLICTUALES
Las formas más frecuentes de cuerpos, tanto en hombres como en mujeres,
se pueden apreciar en las siguientes imágenes.
En las mujeres vemos cuerpos con forma rectangular (pilar), de triángulo
invertido, tipo reloj de arena con la cintura marcada, óvalo (manzana), triangular
con base baja o pera y cuadrilátero.
En hombres, por su parte, es frecuente el sobrepeso en un cuerpo redondeado
o tipo rectangular. Los cuerpos con forma de triángulo muestran tendencia
estrogénica o de testosterona (triángulo invertido).

• SOBREPESO HOMOGÉNEO: el cuerpo ha cambiado por completo, por lo


que los conflictos se pueden apreciar en su totalidad junto a la necesidad de ser
irreconocible.
• CUERPO REDONDEADO: el sobrepeso se ha distribuido de manera
uniforme por todo el cuerpo.
• CUERPO TIPO COLUMNA: muestra la necesidad de ser y de manifestarse
fuerte. Es la “falsa ilusión” de conseguir plantarse en la vida, de poder hacer frente
a los otros, de contar con una barrera defensiva para estar protegido frente a los
ataques que pueden ocurrir de diversas maneras, incluso saltarse todos los
resguardos levantados, ya que entran por la ventana de la psique que muchas veces
dejamos abierta.
• CUERPO TIPO MANZANA (obesidad androide): se trata de un cuerpo fuerte
y fornido en el tronco, con gran abdomen y piernas relativamente delgadas. El
conflicto combina el sufrimiento de resistencia y la desvalorización ante los ataques,
en especial el miedo a la familia, porque entre los miembros se encuentra el
“depredador”. Igualmente, refleja la necesidad de aguantar las dificultades
cotidianas como insultos, humillaciones, desprecios, ofensas, descréditos, y de
sentir cómo las personas responsables de la protección han dejado de actuar, o
incluso el saber que son ellos quienes tienen este comportamiento.
• CUERPO TIPO PERA (obesidad ginoide): estrecho en la parte superior y que
comienza a ensancharse desde el ombligo. La grasa se acumula en el abdomen bajo
y la pelvis, e indica la vivencia conflictual de desvalorización en lo concerniente a la
vida y a sentir que no se está seguro porque el depredador puede aparecer. A
menudo este tipo de cuerpo se da en mujeres que han vivido tocamientos sexuales
y que tienen la necesidad de proteger más la parte inferior del tronco.
• CABEZA GRANDE O HINCHADA: conflicto que surge al proteger ideas,
pensamientos o decisiones. Puede manifestarse en personas que se han visto
obligadas a renunciar a su espiritualidad o su manera de pensar, o bien que han
tenido que asumir ideas de las que no están convencidas.
• CUELLO: conflicto que surge por la necesidad de proteger la zona de
comunicación. Se presenta en deportistas que por el entrenamiento desarrollan un
cuello ancho al mantenerse preocupados por ser más fuertes o por querer ganar
más.
• ESPALDA DORSAL: acumular grasa en la espalda puede servir para reforzar
la noción de ser el pilar y sostén de la familia, es decir, cargarse todo a las espaldas
para aguantar los golpes. También cubre la necesidad de sentir que se carga el
pasado y se demuestra que se es suficiente, autónomo y sacrificado. A menudo este
tipo de localización va acompañado de un conflicto de rendimiento en el que la
persona ha experimentado desvalorización ante las pruebas que ha de superar
cuando se carga todo a las espaldas. El resultado en personas que viven el conflicto
de manera reiterada son microfracturas en la columna vertebral, lo que conlleva
tomar una postura de decaimiento o joroba.
• ESPALDA LUMBAR: conflicto de impotencia ante las dificultades y la
sensación de debilidad en la vida, de no poder mantenerse estable ante los embates
cotidianos. Manifiesta la necesidad de firmeza y apoyo. La columna vertebral, en la
zona lumbar, es el espacio de descarga del peso del tronco y de la parte superior de
las caderas, por ello representa sentir el apoyo para poder descargarse.
• TÓRAX: conflicto de agresión en el tórax, ya sea que provenga del exterior o
del interior. La grasa homogénea en la parte superior del tronco cumple la función
de dar seguridad y de mostrar la fortaleza o la protección de los sentimientos.
• SENOS: en una etapa de la vida se acumula grasa para la lactancia. Sin
embargo, el engrosamiento de los pechos también se puede producir por la
necesidad de proteger al otro. Por ejemplo, cuando un hijo tiene una dificultad, un
accidente, una enfermedad, problemas emocionales o adicciones, o cualquier evento
que la madre considere que lo pone en peligro. El perfil de este tipo de mujeres es
la tendencia a cubrir su necesidad de estar al servicio del otro, de proteger, cuidar,
dar u ofrecer lo mejor a los demás, olvidándose de sí misma.
• BRAZOS: conflicto de resistencia con necesidad de pelear, luchar y vencer.
También manifiesta el esfuerzo en la acción. Los brazos nos permiten conseguir,
mediante el hacer, todo aquello que facilita la supervivencia y, más tarde, la
realización de la vida. Podríamos decir que sirven para buscar el alimento y para
comunicarnos. El sentido biológico de unos brazos muy rellenos, como tipo columna
o como los de las personas que trabajan haciendo una actividad física, es que son
fuertes para realizar un gran trabajo que requiera demasiada fuerza. En mujeres
postmenopáusicas, ante la bajada de estrógenos, el ensanchamiento de los brazos
viene acompañado de una tendencia a movernos de manera más brusca o fuerte, y
a tener comportamientos más masculinos.
• ABDOMEN CON PANZA QUE SIMULA UN EMBARAZO: la grasa es
subcutánea. Este tipo de vientre narra la historia de los embarazos deseados, pero
no gestados. Es sencillamente desear tener un hijo o querer tener más, pero que por
cubrir necesidades materiales, profesionales, sociales, personales o familiares no se
ha podido concebir, ya que se ha priorizado otro tipo de vida. Asumir otras
prioridades no significa que el inconsciente biológico olvide cuáles son las
necesidades para la supervivencia de la especie.
• ABDOMEN HINCHADO CON CIRCUNFERENCIA ANCHA EN LA CINTURA.
Para desarrollar este punto se deben comentar otros factores que van más allá de
la simple acumulación de grasa abdominal, los cuales se precisan a continuación:
• ESTEATOSIS HEPÁTICA O HÍGADO GRASO (ABDOMEN): aunque se inicia
con poca o nula sintomatología, progresivamente se va haciendo evidente la
acumulación de grasa en los hepatocitos, con la manifestación de una barriga muy
hinchada, como a punto de estallar. Se presenta en personas que beben muy poco
o nada de alcohol y se produce ante la reiteración del conflicto. El sufrimiento es
constante y el órgano acaba por no funcionar debidamente. Existen diversas razones
conflictuales: el hígado no es apto para trabajar correctamente (desvalorización),
pues no puede digerir y se siente incapaz de metabolizar adecuadamente; también
puede deberse a que la persona piensa que critican el tipo de comidas que hace, ya
que es malo para su salud, por lo que acaba pensando que la ingesta es inadecuada
y siente que hace trabajar demasiado al órgano; igualmente es problemático sentir
que se ingiere azúcar en exceso sin poder metabolizarlo, lo cual genera enojo. Es
frecuente que alguien con una gran barriga sienta rabia al mirar a los delgados
comer.
• La hinchazón puede deberse a la combinación de tres conflictos:
1) la carencia en el hígado,
2) la vivencia de un ataque en el abdomen, por ejemplo, sentir que hay algo
que no va bien y que se experimenta en soledad, y
3) una inflamación hepática ligada a ascitis o una acumulación de líquido en
el peritoneo. Cuando hay hinchazón por aire, se presentan flatulencias, digestión
lenta y cambios en la defecación. Es probable que se deba al pensamiento de que
“no se puede avanzar en los proyectos de vida”.
• ACUMULACIÓN DE GRASA ALREDEDOR DE LAS VÍSCERAS
ABDOMINALES COMO EN EL INTESTINO. Las dos hormonas inductoras son la
insulina y el cortisol. Los conflictos (de oposición, lucha, resistencia o de peleas
imaginarias o reales) hacen que, primero, la insulina disminuya y, luego, se secrete
en mayor cantidad; y el cortisol se genera con la vivencia de sentirnos en peligro.
• ARRIBA DE LA ESPALDA Y DEBAJO DE LA CRESTA ILIACA: esta zona,
llamada “asas del sexo”, requiere de tejido adiposo para que otra persona pueda
asirla con las dos manos. Refleja conflictos de inestabilidad en la pareja y de
dependencia afectiva, con necesidad de seguridad en la relación.
• PELVIS: necesidad de mantener la capacidad energética de la maternidad e
indicar la disponibilidad para la procreación.
• PELVIS Y PARTE ALTA DE LOS MUSLOS: refiere vivencias de agresión
sexual, tocamientos, abusos o miedo a ser agredido, con necesidad de protección en
la zona perigenital.
• CADERAS (ZONA EXTERIOR): reiterados conflictos de desvalorización por
sentirse fea, los cuales se reflejan en unas piernas gruesas, anchas y pesadas. Se
hace manifiesta la autoagresión.
• GLÚTEOS: necesidad vital de encontrar una pareja y para demostrase a uno
mismo que se tiene la capacidad de seducir al otro. En algunas culturas, una zona
glútea bien cubierta es signo de salud y de bienestar económico.
• PIERNAS: conflictos de rendimiento para avanzar en la vida. El sentido
biológico de unas piernas gruesas, tipo columna, es que sean tan fuertes como para
soportar todo el camino por andar, es decir, ayudan a no detenerse en la vida.
• RODILLAS: sentirse disminuido por no poder asumir las decisiones propias
y tener que someterse a las peticiones de otros.
• TOBILLOS: desvalorización por sentirse inestable al avanzar por la vida.
Miedo a percibir la fragilidad ante lo inesperado del camino.

EJERCICIO
Realiza el siguiente ejercicio siempre que te sea posible y en la medida en que te sientas
preparado.
• Escribe una carta a tu cuerpo. Anota todo lo que no te gusta y lo que quieres modificar.
Exprésale el motivo.
• Léela en voz alta.
• Ahora escribe lo que te gustaría tener y, en específico, el cuerpo que te gustaría.
• Lee la carta nuevamente en voz alta. Al terminar, puedes pronunciar la siguiente
declaración:
Me acepto cuando amo mi cuerpo y cuando lo aborrezco. Ésa/ése soy yo, con mis
fortalezas y mis debilidades, con mi coherencia y con mis incongruencias, con mis dolores
y mis alegrías. Todo me ha conformado y con todo puedo construir la vida que quiero vivir.
Me amo y me acepto cuando me desprendo del resultado que quiero para mi cuerpo y
cuando le puedo dar la bienvenida para que sea como quiere ser.
Me amo y me acepto aunque, de manera inconsciente, no supe, no pude o no quise
trabajar mis conflictos para ayudar a que mi cuerpo se encamine hacia la salud de manera
natural.
Me amo así, tal cual soy.

¿CÓMO COMES?

Las formas de comer influyen en tu bienestar físico, psíquico y comportamental. Las


ingestas mal reguladas y los cambios en el comportamiento alimentario tendrán un
fundamento importante en la sobrecarga ponderal.
• Picoteo: se come sin hambre y en pequeñas porciones mientras se está haciendo
algo. No se tiene en cuenta qué se está ingiriendo. Es un comportamiento que lleva al
placer inmediato ya la necesidad de hacer algo para llenar un vacío. Tener algo en la boca
es una especie de regresión a estadios tempranos de carácter oral; en momentos se
presenta por miedo al abandono o por temor a encontrarse solo, por lo que se vuelve
imperioso distraerse del dolor.
• Comer rápido: se come con o sin hambre, muy rápido y sin masticar. Quien come
así ha tenido dificultad para obtener el alimento porque tenía hermanos mayores que lo
hacían antes les quitaban la comida, o porque en casa iban de prisa y no había tiempo
para acabar el plato, o por recuerdos de carencia. En suma, se trata de comer antes de
que retiren el plato o de que la comida desaparezca. Igualmente, pasa cuando se rememora
la ausencia de un proveedor de recursos seguro y fiable, por ejemplo, los padres, que unos
días trabajan y otros no, así es que a veces hay comida y otras ocasiones sólo sobras.
Existe una falta de confianza en la función paterna.
• Hiperfagia: es comer en grandes cantidades o atiborrarse de comida de forma
regular, o al menos dos veces a la semana. Los platos que se devoran son inmensos, pues
se necesita ver que hay mucha comida para sentir seguridad, asimismo, el tenedor o la
cuchara deben contener una gran cantidad de alimento. El plato debe quedar limpio. Se
desea llenar un vacío emocional ligado a recuerdos de carencia por falta de comida en la
infancia o por dietas restrictivas. Al respecto, se deben revisar los conflictos de pobreza y
las creencias familiares acerca de que la comida ayuda a mejorar toda enfermedad y que
cualquier alimento es saludable. Este síntoma lo presentan las personas que de niños
eran tranquilizados con comida y que no han podido regular sus pulsiones orales.
• Comer con ansiedad: se entra en una espiral de ansiedad por determinada comida
o por el simple hecho de comer. Si es por esta última razón, ocurre cuando a una persona
se le restringe la comida y no cuenta con ella, así que tendrá un miedo anticipatorio de
que en el futuro carecerá del alimento necesario. Es un temor profundo a que el cuerpo
se vea dañado por la privación y por sufrir dolor, el cual lleva a comer compulsivamente
para almacenar por si hubiera tiempos difíciles.
• Antojo: es comer con ansiedad algo que nos gusta mucho o que sabemos que nos
calma, como los dulces, los carbohidratos o productos grasos. A diferencia del
comportamiento anterior, se come para conseguir “bienestar”, con el objetivo de calmar
un dolor o una angustia.
• Ansia por dulce: es la necesidad de calmar la ansiedad y el estrés con azúcar. En
el momento en que se percibe un peligro, ya sea real o imaginario, se pone en marcha el
sistema nervioso simpático y se libera cortisol, entre otras sustancias químicas. Esta
hormona facilita la acumulación de grasa abdominal, que no es buena, por lo tanto, el
estrés significa sobrepeso, ya que no se ha quemado el azúcar que ingerimos. Los niveles
de insulina aumentan y hay mayor captación de azúcar, lo que genera hiperglucemia. Al
subidón inicial, al cabo de dos horas, le sigue un bajón estrepitoso con hipoglucemia, que
incita a comer compulsivamente algo dulce o con hidratos de carbono refinados o grasas.
Ahí comienza la ingesta de pizzas, pasteles, mermeladas, cremas, helados, pastas,
chocolates, etcétera. La sensación de energía inicial, tanto en el cuerpo como en la mente,
viene acompañada de una bajada de energía y cansancio, debido a que estas sustancias
no aportan nutrientes, además de que impiden la metabolización de minerales y generan
adicción por el recuerdo del buen momento.
• Comedor social: estas personas mantienen una adecuada ingesta hasta que se
encuentran con amigos y en ese momento se descontrolan. Es una forma de calmar la
inseguridad o la debilidad, por ejemplo, sentir que no se está a la altura, hacer una
demostración de valor o de fuerza con el típico “me comí 14 salchichas”, o una forma de
llamar la atención para ser notado. Desvalorización, sensación de soledad, vacío interior,
no dar la talla, inseguridad o tapar un comportamiento de timidez, en todos los casos se
come para colmar un dolor invisible, y para fingir que se está bien y se controla la
situación.
• Trastorno por atracón: implica comer con voracidad debido a la sensación de
hipoglucemia, la cual se activa por un conflicto de miedo relacionado con el asco o la
repugnancia, o bien con la necesidad de oponerse y resistir. En este conflicto se
desencadena la reacción.
• Chocomanía: el chocolate es un excelente alimento siempre que se consuma en la
justa medida. En general, se ingiere en los momentos de carencia afectiva o de añoranza
por un tiempo pasado. Se considera un calmante de dolores y promotor de la felicidad,
que le sirve a uno para apaciguarse y desestresarse. Si los padres o tutores daban dulce
o chocolate para calmar a un niño nervioso o que lloraba, en la cabeza se asociará la idea
de calma cuando se consume.
• Comedor nocturno: son personas que, aunque han hecho sus comidas
normalmente, a las cuatro o cinco horas de haberse dormido, se despiertan para comer
algo que, por lo general, contiene azúcares y grasas. Lo hacen casi como sonámbulos.
Dormir es un proceso que se produce en vagotonía, en el que necesitamos soltar el control
y dejar que el cuerpo se recupere. Cuando nos despertamos a la mitad de la noche, es
porque se ha roto esa vagotonía, lo cual significa que hay un pico de estrés. Lo interesante
es saber qué está activando el despertar o qué preocupaciones, ideas o problemas se están
viviendo para que no haya una relajación total. No hay que olvidar que cuando estamos
en lucha, usamos el azúcar como reserva energética para la pelea. ¿Con qué peleas en tu
vida?
POR NUESTRAS ELECCIONES NOS CONOCERÁN
El escoger unos alimentos o preferirlos sobre otros habla de nuestra construcción
interna, ya que nuestras células serán alimentadas a partir de la asimilación y
transformación de éstos. Los alimentos o son deseados o son rechazados, al igual que las
experiencias de vida. El tipo de alimentación que acostumbramos contiene un carácter
físico, psicológico y simbólico. Cada día podemos escoger diferentes alimentos para
compensar una falta o una necesidad interior.
Para elegir, usamos el sentido del gusto que va asociado al del olfato, que
combinados representan un factor importante para la supervivencia, ya que todos los
seres vivos necesitamos detectar dónde se encuentra el peligro que podría dañar nuestro
organismo.
• Amargo: liberación de estrés, necesidad de eliminar enfado, ira, rencor y aprender
a perdonar. Estimula el hígado y la vesícula biliar.
• Ácido: limpieza de lo tóxico de la vida. Estimula al hígado y mejora la digestión.
• Limón: en el cuerpo produce la alcalinización de la sangre, ayuda a depurar y
desintoxicar el organismo y mejora el sistema inmunitario. Se asocia con la necesidad de
protegerse y limpiarse.
• Picante: anhelo de calma, alegría y satisfacción inmediata. Su consumo ayuda a
secretar endorfinas y dopamina.
• Alimentos blandos y cremosos: anhelo de volver a ser un bebé sostenido por los
cuidadores.
• Salsas de cualquier tipo (kétchup, mayonesa, mostaza, tabasco, wasabi, salsa de
soya, vinagre, salsa de ostra): necesidad de modificar la realidad de la vida. “Lo que tengo
no lo quiero y lo que quiero no lo tengo”.
• Gluten: asociado a unir, por ejemplo, a la familia.
• Cereales: refiere al padre, ya que el primero en cosecharlo fue el hombre.
• Azúcar: refiere a la madre, debido a que la lactosa es el primer azúcar para el bebé.
• Sal: se relaciona con el padre.
• Leche: relación fraterna, por lo que simboliza a la madre.
• Quesos: necesidad de transformación de la madre, ya que es la leche
transformada.
• Carnes: necesidad de contar con una estructura sana (las proteínas conforman la
estructura o pared celular).
• Grasa animal: es la memoria familiar que ha servido para protegernos y para
proteger a las generaciones pasadas.
• Pescados: búsqueda interior, el útero semeja el medio marino.
• Crustáceos: miedos.
• Huevo: la yema es el yo profundo.
• Omelette o tortilla: necesidad de mezclar el yo con otros, ya que clara y yema están
revueltos.
• Alcohol: la dependencia emocional. Es un liberador grandioso o desinhibidor,
aunque esclaviza.
• Aceite de oliva (omega): calma el sistema nervioso. Culturalmente quiere decir
pacificación.
• Paté de hígado: salir de la carencia. Necesidad de transformar la pobreza.
• Ahumados: necesidad de transformación para cambiar lo no aceptado.
• Fermentados: necesidad de modificar la estructura para aceptar y asimilar la vida
tal como es.
• Papas fritas o alimentos procesados: no se acepta la vida y se requiere una
transformación.
• Frutas: aportan seguridad y refieren la sobrevivencia.
• Chocolate: felicidad (contiene triptófano que genera serotonina).

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