Separata 1
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Hoy nadie discute que todas las niñas, niños, adolescentes, adultos y jóvenes tienen
derecho no solo a oportunidades educativas de igual calidad, sino a obtener resultados
de aprendizaje de igual calidad, independientemente de sus diferencias culturales, sociales,
étnicas, religiosas, de género, condición de discapacidad o estilos de aprendizaje. No
obstante, en un país como el nuestro, que aún exhibe profundas desigualdades sociales,
eso significa que los estudiantes con mayores desventajas de inicio deben recibir del Estado
una atención mayor y más pertinente, para que puedan estar en condiciones de
aprovechar sin menoscabo alguno las oportunidades que el sistema educativo les ofrece.
En ese sentido, la atención a la diversidad significa erradicar la exclusión, discriminación y
desigualdad de oportunidades.
Todas las personas tienen el mismo potencial para aprender y desarrollarse plenamente.
La Igualdad de Género se refiere a la igual valoración de los diferentes comportamientos,
aspiraciones y necesidades de mujeres y varones. En una situación de igualdad real, los
derechos, deberes y oportunidades de las personas no dependen de su identidad de
género y, por lo tanto, todos tienen las mismas condiciones y posibilidades para ejercer
sus derechos, así como para ampliar sus capacidades y oportunidades de desarrollo
personal, contribuyendo al desarrollo social y beneficiándose de sus resultados.
Desde este enfoque, los procesos educativos se orientan hacia la formación de personas
con conciencia crítica y colectiva sobre la problemática ambiental y la condición del
cambio climático a nivel local y global, así como sobre su relación con la pobreza y la
desigualdad social. Además, implica desarrollar prácticas relacionadas con la conservación
de la biodiversidad, del suelo y el aire, el uso sostenible de la energía y el agua, la
valoración de los servicios que nos brinda la naturaleza y los ecosistemas terrestres y
marinos, la promoción de patrones de producción y consumo responsables y el manejo
adecuado de los residuos sólidos, la promoción de la salud y el bienestar, la adaptación
al cambio climático y la gestión del riesgo de desastres y, finalmente, desarrollar estilos de
vida saludables y sostenibles.
El bien común está constituido por los bienes que los seres humanos comparten
intrínsecamente en común y que se comunican entre sí, como los valores, las virtudes
cívicas y el sentido de la justicia. A partir de este enfoque, la comunidad es una asociación
solidaria de personas, cuyo bien son las relaciones recíprocas entre ellas, a partir de las
cuales y por medio de las cuales las personas consiguen su bienestar. Este enfoque
considera a la educación y el conocimiento como bienes comunes mundiales. Esto significa
que la generación de conocimiento, el control, su adquisición, validación y utilización son
comunes a todos los pueblos como asociación mundial.
La excelencia significa utilizar al máximo las facultades y adquirir estrategias para el éxito
de las propias metas a nivel personal y social. La excelencia comprende el desarrollo de la
capacidad para el cambio y la adaptación, que garantiza el éxito personal y social, es decir,
la aceptación del cambio orientado a la mejora de la persona: desde las habilidades
sociales o de la comunicación eficaz hasta la interiorización de estrategias que han
facilitado el éxito a otras personas. De esta manera, cada individuo construye su realidad
y busca ser cada vez mejor para contribuir también con su comunidad.
Para que las estudiantes y los estudiantes puedan desarrollar esta competencia de
manera adecuada, la escuela debe ser capaz de brindarles las condiciones
necesarias.
En primer lugar: La gestión escolar debe priorizar una convivencia
democrática y promoverla entre toda la comunidad educativa. Se entiende
por convivencia democrática las prácticas participativas basadas en el
diálogo y el respeto a las diferencias, donde todas y todos tienen las mismas
posibilidades de participar, lo que supone desarrollar un juicio crítico y un
adecuado ejercicio de la libertad.
En segundo lugar: Las directoras y los directores, las docentes y los docentes,
así como todo el personal de la institución educativa, deben ser en todo
momento referentes éticos para sus estudiantes. Esto quiere decir:
o Que su conducta cotidiana modela en la práctica los valores y
comportamientos que se esperan en las estudiantes y los estudiantes.
o Que velan por el bienestar de quienes integran su comunidad
educativa, con especial énfasis en las estudiantes y los estudiantes.
o Que promueven una cultura basada en el respeto de los derechos
humanos.
¿Cómo se gestiona la convivencia en una escuela?
La gestión de la convivencia en la escuela se implementa a través de tres líneas de
acción:
Medidas correctivas
Los estudiantes deben ser tratados con dignidad en cualquier circunstancia, a fin
de garantizar las condiciones para un aprendizaje óptimo. Por lo tanto, las
acciones disciplinarias deben resarcir el daño causado y generar aprendizajes para
mejorar la convivencia en la comunidad educativa. Además, promoverla implica
que se refuercen en la escuela los derechos que la ley y la Constitución peruana
garantizan para todas y todos.
Una disciplina con enfoque de derechos reconoce a las estudiantes y los estudiantes
como personas capaces de hacerse responsables de sus actos, de tener pensamiento
crítico y de actuar con autonomía de acuerdo a su edad y desarrollo emocional.
En ese sentido, hay que considerar que una parte importante de contar con normas
de convivencia consiste en lograr que las estudiantes y los estudiantes conozcan
sus derechos y asuman con responsabilidad las consecuencias de sus actos.
Es importante tener en cuenta que existe la Ley N.° 30403, que prohíbe el castigo
físico y humillante contra los niños, niñas y adolescentes, tanto en el ejercicio de
la crianza como en la educación. Por castigo físico y humillante se entiende el uso
de la fuerza, la incomodidad corporal, así como el trato ofensivo, denigrante,
desvalorizador, estigmatizante o ridiculizador, con el fin de corregir, controlar o
cambiar el comportamiento de los niños, niñas o adolescentes.