DÁMASO ALONSO - Hijos de La Ira (Fragmentos)
DÁMASO ALONSO - Hijos de La Ira (Fragmentos)
DÁMASO ALONSO - Hijos de La Ira (Fragmentos)
Insomnio
Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que
me pudro, y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir
blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perroenfurecido, fluyendo
como la leche de la ubre caliente de una gran
vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi
alma, por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid, por qué mil
millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo. Dime, ¿qué huerto quieres abonar
con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
Yo
Mi portento inmediato,
a tu amigo, a tu hermano,
a tu triste doble?
¡No, no! Dime, alacrán, necrófago,
hiena crepuscular,
y pasan:
a cada segundo.
oh hidra violácea.
Dulce,
45 años hace ya
que te amo.
Mujer con alcuza
A Leopoldo Panero
pero llevada
por un terror
oscuro,
de esta ciudad,
esta mujer va por un campo yerto,
y tristes caballones,
de tierra
Oh sí, la conozco.
arbustos juveniles
¡Oh!:
noches y días,
días y noches,
noches y días,
días y noches,
ni los sitios,
ni las épocas.
Ella
recuerda sólo
ha comprendido siempre
ha sentido siempre
una tristeza que era como un ciempiés monstruoso que le colgara de la mejilla,
solo
un lugar
o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les pellizcan las nalgas,
y muchas noches.
siempre con una ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse ella también,
ay,
iban cesando,
sólo alguna vez una risa como un puñal que brilla un instante en las sombras,
algún cuchillo como un limón agrio que pone amarilla un momento la noche.
Y luego nada.
Solo la velocidad,
del tren,
y estaba sola,
y ha mirado a su alrededor,
y estaba sola,
de un vagón a otro,
y estaba sola,
a algún empleado,
y estaba sola,
y ha gritado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado en la oscuridad,
y estaba sola,
y ha preguntado
quién conducía,
Y no le ha contestado nadie,
loca, frenética,
donde no va nadie,
…Y esa es la terrible,
de cercanas cruces,
de cruces lejanas.
Ella,
se inclina,
sobre el suelo.
de un tren,
de la cargazón y de la compañía,
al levantarme:
Oh Dios,
no me atormentes más.
¡son monstruos,
No me devoran.
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama con todos sus tentáculos enloquecidos,
«Oh Dios,
no me atormentes más,