Tema 1 Hderecho

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TEMA 1.

ANTIGÜEDAD Y ALTA EDAD MEDIA

1.INTRODUCCIÓN
Comenzaremos en el año 218 a.C., cuando los romanos desembarcaron en la península
por Gerona. Aunque de primeras la intención era expulsar a los cartagineses, los
romanos no tardaron en percatarse del gran potencial económico que el conjunto de la
Península Ibérica tenía, si bien pronto se olvidaron de la actual Portugal (“Lusitania”),
centrándose en lo que se llama “Hispania”. A parLr de ahí, estos llevarían lo que se
conoce como “romanización”, que tuvo una repercusión directa en el Derecho que se
ejercería en este territorio, ya que los romanos trajeron consigo el que se acabaría
conociendo como “Derecho Romano”.
En efecto, los romanos llegaron con su cultura, lo que condicionó claramente el Derecho.
La cultura romana se caracterizaba por su síntesis o eclecLcismo, es decir, porque
causaban una aportación cultural, social y económica absorbida de los diferentes
pueblos por donde habían pasado. La romanización significaría la recepción a la
Península Ibérica de esta cultura romana.
Este proceso de asimilación de la cultura romana se conoce con el nombre de
romanización y consiste en:
A) El proceso de incorporación de los países dominados por Roma a la civilización,
las ideas y las costumbres romanas.
B) La transformación de su organización políLco-administraLva, que pasaba a
incorporarse al mundo políLco romano, hasta converLr a todos los habitantes de
esos países en ciudadanos romanos.

Así, la recepción no implicó sólo la adaptación a esa cultura, sino también el proceso de
rechazo a la propia. Y es que, en España, la romanización significó fundamentalmente
dos cosas:
1. La recepción de esa magna cultura sincrética que llamamos cultura romana.
2. La expansión del crisLanismo: Esta nueva religión marcó de forma decisiva el
ordenamiento jurídico romano e hispánico. Igualmente, a raíz de la conquista y
la romanización a la que fueron someLdos los pueblos prerromanos, los romanos
introdujeron su organización políLco-administraLva, por un lado, y la economía
de mercado, por otro.
Con la romanización de Hispania, el primer conflicto al que hicieron frente los romanos
fue determinar qué derecho debía ser aplicado en las relaciones que se establecían con
los habitantes de la península. Así, la postura que adoptó el pueblo romano para
resolver los conflictos se basó en el principio personalista del derecho.

En el mundo anLguo y con carácter general, regía el principio de personalidad del


Derecho, de manera que todo sujeto quedaba someLdo al derecho de su propio pueblo:
dicho de una manera más gráfica, el derecho acompaña a la persona allí donde va. Dicho
principio conllevó que, en las relaciones entre dos romanos se aplicara el “ius civile”
(“Derecho Civil”); en las relaciones entre dos indígenas, por ejemplo, de Ampurias o
Sagunto, se aplicaba, en cambio, el derecho propio; y, finalmente, en las relaciones entre
un romano y un indígena de Ampurias se aplicara el “ius genLum” o “derecho de las
gentes”. Éste úlLmo derecho era el mismo “ius civile” pero internacionalizado, y su
origen estuvo en la necesidad de poder regular jurídicamente los problemas surgidos en
las relaciones comerciales dadas entre romanos y extranjeros, un elemento clave
teniendo en cuenta toda la acLvidad del “Mare Nostrum”.

2.LOS DIFERENTES ORDENAMIENTOS JURÍDICOS


En España se dio la doble acLtud, por lo cual la organización políLca de los pueblos
someLdos y la condición jurídica de sus habitantes dependió de la conducta que
adoptaron en sus relaciones con Roma. De tal manera que, en los territorios
conquistados se fundaron ciudades nuevas, habitadas por ciudadanos romanos y en las
que regía el derecho de la Metrópoli.

Ello llevó a que en Hispania coexisLeron los ordenamientos jurídicos indígenas con el
propio ordenamiento romano, que a efectos de las personas integradas en el Imperio
disLnguió entre los propios ciudadanos romanos, los laLnos y los peregrinos, y, ya fuera
de las fronteras, quedaban los bárbaros, que eran los pueblos que no hablaban el la^n.
No hay que olvidarse de los esclavos que el derecho les reconocía personalidad humana
y por lo tanto capacidad de obrar, pero no capacidad jurídica: en otras palabras, no eran
sujetos de Derecho.

3.ORGANIZACION DEL GOBIERNO EN HISPANIA


Por otra parte, hay que destacar que las ciudades indígenas de la Península se fueron
convirLendo en municipios laLnos o romanos, ya que Roma promulgó numerosas
disposiciones para organizar su gobierno en Hispania. Así, tras la conquista de Hispania,
Roma procedió a ordenar jurídicamente las Lerras incorporadas mediante una
organización administraLva caracterizada por su régimen provincial y su régimen
municipal.

Al respecto, se dieron una serie de leyes especiales para los núcleos urbanos, colonias y
municipios, como es el caso de la Ley de Urso o las Leyes de Salpensa, Málaga e Irni,
fruto de la reordenación municipal después del otorgamiento de la laLnidad por
Vespasiano. Al mismo Lempo, junto a las leyes especiales fueron muy frecuentes las
denominadas “disposiciones circunstanciales de gobierno”. Emanadas del emperador o
del gobernador provincial, regulaban algún aspecto del régimen interno de las ciudades
someLdas a su jurisdicción o resolvían problemas coyunturales planteados entre
parLculares de estas.
Se trataba de unas disposiciones organizadoras de las colonias y municipios: unas “leges
datae” que no eran leyes votadas directamente por los comicios, sino que eran leyes
dadas por los magistrados en el uso de las facultades delegadas por los comicios.

4.LA ORGANIZACIÓN PROVINCIAL


En lo que se refiere a la organización provincial, Roma procedió a ordenar jurídicamente
las Lerras incorporadas mediante una organización administraLva caracterizada por su
régimen provincial y su régimen municipal. La propiedad del territorio fue considerada
de dominio público del pueblo romano, también llamado “ager publicus”, siendo el
status de sus habitantes.
La organización de las diversas provincias del Imperio se realizó a través de la “lex
provinciae” del año 133 a.C., que contenía las atribuciones de los magistrados, el
estatuto legal del territorio y la organización de las ciudades correspondientes. Con este
fin, el Senado solía enviar una comisión de diez senadores, quienes, de acuerdo con la
autoridad militar, establecían mediante la “lex provinciae” el régimen jurídico de la
circunscripción.

Por otra parte, hay que recordar que, en época de Escipión el territorio peninsular se
dividió en dos provincias que recibieron dos nombres diferentes: la Hispania Citerior; y
la Hispania Ulterior.
- La provincia Citerior comprendía desde el valle del Ebro hasta la costa levantina.
- La provincia Ulterior se ubicaba en la zona de Andalucía.
Los límites fueron establecidos por los pretores de las respecLvas circunscripciones, y, a
medida que avanzaron las conquistas, se fueron ampliando hasta incluir la Citerior la
totalidad de la costa mediterránea y el norte de España, y la Ulterior la parte meridional
y los territorios de occidente.
Posteriormente, el emperador Augusto dividió la provincia de la Hispania Ulterior en dos:
A) La Bética, que sería la actual Andalucía.
B) La Lusitania, que comprendía parte de la actual Portugal más Salamanca y
Extremadura.
En cambio, la provincia Citerior se mantuvo con este nombre, pero se le añadió
“Tarraconensis” y pasó a llamarse “Hispania Citerior Tarraconensis”, cuya capital estaba
ubicada en Tarraco.

También fue Augusto quien llevó a cabo una segunda reforma, organizando todas las
provincias del Imperio en dos categorías:
1. Senatoriales, o más pacificadas: seguirían dependiendo del Senado.
2. Imperiales: a cuyo mando estaba el ejército ya que no estaban totalmente
sometidas, quedando bajo control directo del emperador.
Así, en Hispania, la BéLca fue desde entonces una provincia senatorial, mientras que la
Citerior y la Lusitania quedaron como imperiales.

5.LAS LEYES DE COLONIAS Y MUNICIPIOS


En Hispania, las leyes ordenadoras de colonias y municipios fueron “leges datae”, que
son, leyes dadas directamente por un magistrado autorizado para ello en virtud de una
ley comicial. ExisLeron dos leyes fundamentales para ordenar las colonias y los
municipios:
- Por un lado, la “Lex Iulia Municipalis” de Augusto, de la cual se derivó, para las colonias
de Hispania, la Ley de Urso. La Ley de Urso se refería a la organización colonial de Osuna,
a las competencias de los subalternos, a las comunicaciones y a las obras públicas, y
abordaban cuesLones de orden público y de la hospitalidad.
- Por otro lado, la “Lex Flavia Municipalis”, que era de carácter municipal adaptada a
otras leyes, como la “Lex Salpensana”, la “Lex Malacitana” y la “Lex Irnitana”.

Diferenciemos estas tres leyes:


B.1.La “Lex Salpensana” era la dada para el municipio de Salpensa (cerca de Utrera), y
recogía el tratamiento de la adquisición de la ciudadanía por los sujetos que
desempeñan las magistraturas municipales, al Lempo que regulaban el juramento y el
derecho de veto (intercessio)
B.2.La “Lex Malacitana” trataba cuesLones referentes al gobierno como la regulación
de los nombramientos de los magistrados y asuntos económicos de arrendamientos de
Lerras.
B.3.La “Lex Irnitana” trataba de asuntos muy diversos, como las magistraturas
municipales, la administración, la jurisdicción, los nombramientos y las competencias de
jueces.

6.LA HISPANIA VISIGODA


Tras la caída del Imperio Romano de Occidente (476 d.C.), quedó roto el vínculo de
dependencia de los reyes godos respecto al emperador romano. Ello llevó a Eurico (466-
484) a proclamarse rey independiente y a fundar un verdadero reino con capital en
Tolosa (Guipuzcoa). Desde allí, los visigodos penetran en la Península Ibérica, ocupando
la Tarraconense y parte de la Lusitania. Las conquistas se ampliarán durante el reinado
siguiente, el de su hijo Alarico II (484-507), ya por territorios del centro peninsular y por
la zona de Levante.

Se inicia así un periodo confuso, denominado “intermedio ostrogodo”, porque durante


este Lempo los monarcas visigodos se acogían a la protección del reino ostrogodo de
Italia, mientras que la zona sur y Levante de la Península Ibérica solicitaba ayuda al
emperador del Imperio Romano de Oriente. Esta situación concluye a fines del siglo VI,
cuando Leovigildo (568-586) consolida definiLvamente el reino visigodo español:
Confirma la capitalidad de Toledo, y, además, sienta las bases de su organización pública.
Hay que decir, en relación con ello, que este reino, consolidado y ampliado por sus
sucesores, mantendrá su enLdad políLca hasta la invasión musulmana en el año 711.

- DERECHO CONSUETUDINARIO A LA FUNCION LEGISLATIVA


Lo primero que hay que decir es que el Derecho Romano se adaptó a la prácLca
visigoda. Así, la primera obra importante fue el Código de Eurico (476 d.C.):
únicamente recogía problemas concretos de la prácLca que hacía necesario la
existencia de un ordenamiento jurídico completo. En ese senLdo, regulaba el reparto
de Lerras entre los godos y los galorromanos; el tema de la sucesión; e intentaba dar
solución a los nuevos problemas que planteaba la sociedad.
Sin embargo, quedaban muchos temas sin legislar. De ahí que en el año 506 d.C. el
rey Alarico II promulgó una compilación conocida con el nombre de “Breviario”, en
la que se recogía todo el ordenamiento jurídico romano vigente. Lo que llevó a una
coexistencia entre el Código de Eurico y el Breviario de Alarico: mientras el primero
se aplicaba para resolver problemas concretos de la prácLca, el Breviario resolvía los
conflictos que exigían un ordenamiento jurídico completo.
Lo cierto es que, al cabo de unos años, el Código de Eurico quedó completamente
anLcuado y fue entonces cuando otro monarca, decidió llevar a cabo una
compilación para poner al día el Código que había impulsado Eurico. El resultado
sería el “Codex Revisus”. Y es que el rey visigodo creaba el derecho en virtud de la
delegación que había recibido del emperador romano a través de lo que se conocería
como “pacto” o “foedus”, pero, desde el momento en que se rompieron los vínculos
con el Imperio romano, el rey visigodo no tuvo más remedio que buscar una nueva
fuente de legiLmación de su poder. Lo que sería posible, finalmente, gracias a la
conversión de su hijo al crisLanismo.

Es en el año 654 cuando el monarca Recesvinto elabora la gran compilación de leyes para
godos e hispanorromanos que se conoce bajo el nombre de “Liber Iudiciorum”.
Considerada la principal obra legal del reino visigodo, el “Liber” recoge, por un lado, el
conjunto de leyes anLguas; y, por otro, algunas leyes de monarcas posteriores, como
Recaredo o Recesvinto. Pero, con el paso del Lempo, el Derecho creado por los reyes
comenzó a no idenLficarse con la realidad social y las prácLcas jurídicas vigentes: la
sociedad era cada vez más feudal, y las relaciones entre los nobles y los campesinos se
iban plasmando en costumbres que el derecho oficial no podía acoger. Lo que llevó a
que de manera paulaLna los nobles dejaran de cumplir las leyes e impusieran en sus
dominios su propio Derecho. La consecuencia de todo ello fue que, a finales del período
visigodo, se convirLó en frecuente la falsificación de leyes; y, cuando en el 711 d.C. los
musulmanes invadieron la Península Ibérica, la situación se volvió del todo incontrolable.
7.LA APARICION DE UN NUEVO TIPO DE DERECHO: EL DERECHO DE LA IGLESIA
La Iglesia CrisLana de Roma fue capaz de sobrevivir al final del Imperio Romano de
Occidente (recordemos que no se puede hablar de “Iglesia Católica” hasta el Concilio de
Trento de 1545-1563).

Esta nueva insLtución, comenzó a actuar de manera autónoma con respecto al poder
“temporal”. Dependía directamente de Roma, que ya no era la capital de un imperio que
no exis^a, pero se había converLdo, el centro de la crisLandad, realidad que no sería
cuesLonada hasta el “Cisma de Oriente” (1.054), cuando hubo un conflicto de autoridad
entre el Papa de Roma y el Patriarca de ConstanLnopla, fruto de lo cual sería la primera
división del crisLanismo: por un lado, la Iglesia crisLana de Roma, cuya máxima
autoridad era el Papa (sucesor de San Pedro), y por otro lado, la Iglesia crisLana
ortodoxa, cuya cabeza visible era el citado Patriarca de ConstanLnopla.

La insLtucionalización de la Iglesia conllevó la creación de su propio Derecho, conocido


con el Lempo como “Derecho Canónico”, porque no estaba regulado por ar^culos, sino
por “cánones”. En lo que se refiere a la etapa que estamos tratando (ss.V-VIII), las fuentes
principales de este serían los cánones conciliares y las epístolas ponLficias (“cartas
papales”). Así, la obra cumbre del Derecho Canónico visigodo sería la conocida como
“Hispana”: una colección de cánones conciliares y epístolas ponLficias recopiladas y
comentadas por San Isidoro de Sevilla. Unos cánones que tenían su base en concilios
griegos, africanos, gálicos y españoles.

8.EL DERECHO DE LA ESPAÑA MUSULMANA


Entre los años 711 y 716 tuvo lugar la invasión musulmana de la Península Ibérica,
desapareciendo el reino visigodo. Pero, aunque en la mayor parte de la península, la
entrada de los musulmanes supuso una gran influencia cultural y social, se puede decir
que desde el punto de vista jurídico esa influencia fue nula. Y es que los musulmanes no
comprendían el derecho sin la religión: para ellos, el Derecho se basaba en la voluntad
de Dios (“Alá”), y de Mahoma (el profeta).

Así, los musulmanes tenían para ese momento el único libro que incluía el hecho
religioso, por un lado, y el Derecho, por el otro: el Corán. Ante la realidad de que los que
no creían en su religión no podían guiarse por su Derecho, la decisión que tomaron los
invasores musulmanes fue dejar a los crisLanos que mantuvieran su religión, con la Biblia
como libro sagrado, y que conLnuaran rigiéndose por su propio Derecho.

En todo caso, el “Derecho musulmán” funcionaba así:


- El Corán: es la primera fuente y la principal, porque fue el primer código
regulador de la nueva sociedad musulmana, y la principal porque recoge la
recitación revelada a Mahoma por Alá.
- La Sunnah: comprende los dichos, hechos y silencios del profeta Mahoma.
- El Hadit: cada elemento de la sunnah se denomina hadit, que constituye una
ciencia en sí y que lo que hace es comprobar la veracidad de los dichos.
- El “Iyma´a”: es el consenso de la comunidad musulmana sobre ciertas
cuestiones.
- El Quiyas: la analogía de un caso a otro.

Como es de suponer, todas estas fuentes requieren de una elaboración y desarrollo: esta
es la tarea propia de los alfaquíes o juristas, quienes con ello construyen la ciencia
jurídica musulmana o “ciencia del fiqh”.

9.LA ALTA EDAD MEDIA


Comencemos por recordar que la batalla de Guadalete (711), aunque supuso el fin de la
monarquía visigoda y el triunfo de los musulmanes en Hispania, no supuso, en la
prácLca, que estos pudieran consolidar su dominación sobre los territorios del norte de
la península, donde pronto surgieron pequeños núcleos resistentes o supervivientes a la
invasión del islam, destacando el reino cántabro-Astur.
Así, lo que conocemos como “Reconquista” fue un proceso largo e irregular llevado a
cabo por varios agentes en pluralidad de acción incluyendo alianzas entre reinos
crisLanos y taifas musulmanas para atacar a otro reino crisLano o musulmán.
En este senLdo, la ofensiva de Reconquista no tomó el impulso definiLvo hasta la victoria
crisLana en la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212. Hasta entonces, la Reconquista se
limitó a escaramuzas, una posición por lo general defensiva con pequeños aumentos
territoriales.

En esencia, la Reconquista fue un proceso de repoblación y colonización, a la espera de


que la parte más meridional del país pudiera caer definiLvamente en manos de los
crisLanos, lo que no sucedería hasta el año 1492. Así, durante los primeros siglos de la
Reconquista se dieron principalmente 3 sistemas jurídicos:
1. El basado en el “Liber Iudiciorum”: este texto jurídico mantuvo una floreciente
influencia en tres zonas de la Península Ibérica.
2. El basado en las “fazañas”: en las zonas donde no existía un texto jurídico de
implantación general como el “Liber”, el Derecho surgía como creación
espontánea de la sociedad.
3. El basado en los fueros: constituye la fuente por excelencia del Derecho
medieval español, y es fruto de la transformación de la “fazaña” en “fuero”.
Respecto a la clasificación de los fueros, encontramos tres tipos:
- Los fueros agrarios: aparecen o como documentos jurídicos privados que dan
cabida a un contrato agrario colectivo entre el señor y los cultivadores de la tierra
-Los fueros de privilegio: son textos de carácter público, provenientes de un
rey o conde que goza de cierta autonomía, y suelen conceder a villas o
monasterios determinados privilegios.
-Los fueros locales y territoriales: Se trata de redacciones de Derecho
consuetudinario que florecieron en ciudades de no gran envergadura, frente a
otras muy importantes que, en cambio, carecieron de ellas.

Hay que hablar, por úlLmo, del Derecho privilegiado local, que estaba formado por un
conjunto de normas que regulaban la vida jurídica de los habitantes de una localidad o
de varias de ellas, así como las relaciones existentes entre esos habitantes y el rey, el
señor u otras localidades:
1. Cartas de población (condados catalanes) o Cartas pueblas (Castilla, León,
Navarra y Aragón) de tipología rudimentaria y sencilla: recogían la tradición local.
2. Cartas, Fueros de Libertades y Franquicias o Fueros Breves de contenido
variado.
3. Fueros Extensos: ante el crecimiento de la acumulación de privilegios reales de
las ciudades, ésas fueron ampliando sus fueros breves hasta convertirlos en
fueros extensos. Por otra parte, este Derecho municipal rápidamente se
contrapuso al Derecho feudal y ante el choque entre estos dos ordenamientos,
aparecería el Derecho real.

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