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COM/SOCIEDAD/SALUD/REVELAN-
NUEVOS-DATOS-SOBRE-LA-FASCINANTE-HISTORIA-DEL-ADN-20234300527
El 28 de febrero de ese año, Crick (físico, que en ese momento tenía 35 años),
había salido corriendo de su laboratorio en el Instituto Cavendish, de la
encantadora ciudad campestre que alberga a una de las universidades más
antiguas y destacadas del mundo, para anunciarles a los parroquianos que
tomaban algunas pintas de cerveza en el hoy legendario pub (The Eagle,
fundado en 1667) que junto con su colega (Watson, un ornitólogo de 23) habían
descubierto "el secreto de la vida”. Se referían a la estructura de doble hélice del
ácido desoxirribonucleico o ADN, el código genético que contiene las
The Eagle, el pub en el que Watson y Crick anunciaron que habían develado "el
secreto de la vida"
Watson, Crick y Wilkins recibieron el Nobel por sus hallazgos en 1962. Franklin,
la única mujer del grupo y una figura protagónica cuyo rol fue subvalorado en el
relato oficial, había muerto en 1958 (a los 37 años) de cáncer de ovario con
metástasis generalizadas, probablemente por sus largas jornadas de exposición
a los rayos X, y no fue incluida ni siquiera en los agradecimientos.
Rosalind Franklin
A lo largo de todos estos años, la biógrafa Brenda Maddox (en The dark lady of
DNA o La dama oscura del ADN, Harper Collins, 2002) y, entre otros, dos libros
maravillosos (Sabias. La cara oculta de la ciencia, de Adela Muñoz Páez, y El gen,
de Siddhartha Mukherjee, ambos editados por Debate) la habían considerado
engañada por sus colegas e incapaz de interpretar sus propios resultados. Cobb
y Comfort, que están escribiendo las biografías de Crick y Watson,
respectivamente, visitaron el año pasado el archivo que guarda las pertenencias
de Franklin en Cambridge, y encontraron una carta y un artículo periodístico que
cuentan otra historia.
También agregan que una carta que descubrieron de una investigadora del King’s
College, Pauline Cowan, escrita en enero de 1953, invita a Crick a una charla de
Franklin y Gosling y sugiere que la propia Franklin suponía que sus hallazgos
podían ser compartidos con Crick como parte del normal intercambio científico.
“Al final –escriben Cobb y Comfort–, ni la ‘Foto 51’ ni el informe del Medical
Research Council (MRC) le ‘dieron’ a Watson y Crick la clave de la doble hélice
(…) [Durante las últimas seis semanas] los datos de Franklin y las
conversaciones entre Watson, Crick y Wilkins les ofrecieron pequeñas piezas
de información clave (…) Una vez que dieron con el modelo conceptual de su
estructura, el informe del MRC los ayudó a chequearlo”.
Del carbón, pasó al estudio de los virus. Durante la primera mitad de la década
de 1950, aplicó sus habilidades a la determinación de la estructura del material
genético en el virus del mosaico del tabaco. Después pasó a la papa, el tomate,
el nabo y la arveja. En 1957, después de haber recibido un diagnóstico de cáncer
de ovario, empezó a estudiar el virus de la polio. Murió un año más tarde. Sus
colaboradores, Aaron Klug y John Finch publicaron la estructura del virus de la
polio al año siguiente y le dedicaron el trabajo a su memoria. En 1982, Klug
también recibiría el Nobel, esta vez por sus estudios sobre la estructura de los
virus.