La Psicología Del Futuro - Stanislav Grof
La Psicología Del Futuro - Stanislav Grof
La Psicología Del Futuro - Stanislav Grof
Stanislav Grof
Con este libro, intento señalar de forma sistemática y comprensiva las áreas
que requieren una revisión radical, sugiriendo la dirección y naturaleza de
esos cambios tan necesarios. Los desafíos conceptuales presentados por la
investigación de la consciencia son fundamentales y no pueden resolverse
con un simple parcheo conceptual o hipótesis a medida. En mi opinión, la
naturaleza y el alcance de la crisis conceptual a la que están haciendo frente
la psicología y la psiquiatría es, en cierta forma, comparable a la situación
introducida a principios del siglo pasado en el campo de la física con los
resultados del experimento de Michelson Morley.
El primer capítulo de este libro presenta una discusión general acerca de los
estados no ordinarios de consciencia, y el papel que han desempeñado
culturalmente en los rituales y en la vida espiritual de la humanidad.
También introduce los desafíos que estos estados representan para la visión
del mundo monista de la ciencia occidental. Este capítulo concluye con
unas líneas generales sobre las áreas que necesitan cambios conceptuales de
forma más pertinente a la vez que propone un breve perfil sobre la
naturaleza de las alternativas propuestas. Estas alternativas se irán
explorando extensamente en las siguientes secciones del libro.
Otro capítulo especial del libro presta atención a la muerte desde un aspecto
psicológico, filosófico y espiritual. Para ello se centra en las experiencias en
torno a la muerte y en el significado que tiene para la psicología la
posibilidad de que la consciencia sobreviva tras la muerte, el karma y la
reencarnación, los antiguos libros de los muertos, y la preparación para la
muerte. Las observaciones en las que se basa este capítulo proceden
principalmente del extenso estudio realizado en pacientes terminales de
cáncer con terapia psicodélica. En este capítulo describo y discuto con
cierto detalle algunas de estas observaciones.
Sinceramente, pienso que merecen una distinción propia, así como ser
situados en una categoría especial. He optado por denominarlos “estados
holotrópicos" (Grof 1992). Esta palabra compuesta significa literalmente
“orientado hacia la totalidad” o, también, “que se mueve en dirección a la
totalidad” (de la palabra griega holos = todo, y trepein = moverse hacia o en
dirección a algo). El significado completo de este término y la justificación
de su utilización se irán aclarando a lo largo de este libro. El término
sugiere que en nuestro estado de consciencia cotidiano tan sólo nos
identificamos con una pequeña fracción de quiénes realmente somos. Lo
que sucede durante los estados holotrópicos es que podemos llegar a
trascender los estrechos límites del cuerpo y del ego, y reivindicar nuestra
identidad plena.
Los medios fisiológicos (el ayuno, la privación del sueño, el uso de purgas y
laxantes, sangrías (mayas), procedimientos extremadamente dolorosos (la
danza del sol, las subincisiones y las limaduras de dientes de los indios
lakotas sioux.)
En las culturas que veneran a los chamanes y celebran ritos de paso, las
crisis chamánicas se consideran una forma de iniciación muy superior al
rito de paso. Es más, se consideran como la intervención de un poder
superior y como una indicación de elección divina y vocación especial.
Desde otra perspectiva, los ritos de paso representan un paso más allá en la
apreciación cultural del valor positivo de los estados holotrópicos. Las
culturas chamánicas aceptan y tienen en gran estima el poder sanador de los
estados holotrópicos que suceden de forma espontánea durante las crisis de
iniciación y las experiencias de trance, inducidas o no por chamanes
expertos. Los ritos de paso introducen a gran escala los estados holotrópicos
en la cultura. Ésta los institucionaliza haciendo que formen parte de la vida
espiritual y ritual.
Otro ejemplo del gran respeto e influencia que las antiguas religiones
mistéricas ejercieron en el mundo antiguo es el mitraísmo. Empezó a
expandirse a lo largo del Imperio Romano en el siglo I a. C. y alcanzó su
momento más álgido en el siglo III, para sucumbir al cristianismo a finales
del siglo IV. Los santuarios subterráneos de Mitra (mithraea), podían
encontrarse desde las orillas del Mar Negro hasta las montañas de Escocia y
el borde del desierto del Sahara. Los misterios de Mitra representaban la
religión hermana del cristianismo, pero también su mayor competidora
(Ulansey 1989).
Tal y como mencioné anteriormente, este mapa contiene, además del nivel
biográfico habitual, dos territorios transbiográficos: el nivel perinatal,
relativo al trauma del nacimiento biológico, y el nivel transpersonal que
tiene en consideración los fenómenos por los que uno se identifica con otras
personas, animales, plantas y demás aspectos de la naturaleza. Este último
nivel también constituye la fuente de recuerdos kármicos, ancestrales,
raciales y filogenéticos, aunque, en él, también podemos acceder a
territorios mitológicos y tener visiones de seres arquetípicos. Entre las
experiencias más extremas de este nivel transpersonal podemos mencionar
una identificación con la mente universal y con el vacío supracósmico y
metacósmico. Las vivencias propias del nivel perinatal y transpersonal han
sido descritas a lo largo de la historia en la literatura religiosa, mística y
ocultista de los distintos países del mundo.
Revivir los diversos aspectos del nacimiento biológico puede ser una
experiencia muy real y convincente. En ciertas ocasiones podemos vivirlo
de nuevo con una precisión fotográfica. Esto puede ocurrirles a personas
que no poseen ningún conocimiento intelectual acerca de su nacimiento, en
la medida en que carecen de la información obstétrica más elemental. Todos
estos detalles pueden confirmarse si existen buenas actas o testigos
presenciales del nacimiento. Por ejemplo, podemos averiguar mediante una
experiencia directa que nacimos mal colocados, o con fórceps, o con el
cordón umbilical enredado alrededor del cuello. Podemos sentir la ansiedad,
la furia biológica, el dolor físico, el ahogamiento que vivimos durante el
nacimiento e incluso reconocer qué tipo de anestesia utilizaron durante éste.
Las distintas complicaciones del parto, como por ejemplo una gran
diferencia entre el tamaño del bebé y la apertura de la pelvis, la posición
transversal del feto, el parto agripino, o la placenta previa, pueden potenciar
los desafíos emocionales y físicos asociados con este proceso. El bebé y la
madre pueden de hecho perder sus vidas durante el parto, y los bebés
pueden nacer morados por la asfixia, incluso muertos o con la urgente
necesidad de ser reanimados.
Las conexiones entre las experiencias de las distintas fases del nacimiento
biológico y las imágenes simbólicas asociadas con éstas son específicas y
consistentes, aunque la razón por la que se presenten juntas no sea
comprensible desde un punto de vista convencional y lógico. Esto no
significa por ello que estas asociaciones aparezcan de forma arbitraria y al
azar. Poseen su orden profundo y propio que podría denominarse “lógica
vivencial”. Lo que significa que la conexión entre las experiencias
características de cada fase del nacimiento y los temas simbólicos
concomitantes, no se basa en una similitud externa formal, sino en que
comparten los mismos sentimientos emocionales y las mismas sensaciones
físicas.
MPB I
MPB III
MPB IV
En este sentido, no puede ser sino natural que una persona que esté
atravesando este aspecto de la psique sienta resistencias. Adentrarse aún
más en estas experiencias, se asemeja a abrazar la condenación eterna.
Aunque la forma más rápida de terminar con estos estados insoportables es
rendirse por completo a ellos y aceptarlos. Esta desgarradora experiencia de
oscuridad y desesperación abismal es conocida en diversos textos
espirituales como la “Noche Oscura del Alma”. Constituye una fase
importante de apertura espiritual que puede ser inmensamente liberadora y
tener efectos purgativos.
Este testimonio de una dosis alta de LSD refleja una secuencia de muerte y
renacimiento típica de la cuarta matriz básica.
Sentí que tan sólo pedían de mí una total entrega a las fuerzas de la
existencia, así como al principio femenino representado en este caso
por la diosa. No tenía más opción que besar y lamer su vulva con
sumisión y humildad. En aquel momento, experimenté el final de la
supremacía masculina hasta un extremo hasta ahora desconocido para
mí. Conecté con el recuerdo de mi nacimiento biológico. Mi cabeza
emergiendo del canal de nacimiento y mi boca en contacto con la
vagina sangrienta de mi madre.
Psicokinesis intencional
Ceremonias mágicas
Sanación y maldición
Siddhis yoguícos
Psicokinesis en laboratorio
De modo similar, también podemos trascender los límites de lo que es
puramente una experiencia humana e identificarnos con la consciencia de
varios animales, plantas, o incluso experimentar un tipo de consciencia
relacionado con objetos inorgánicos o procesos. En su límite extremo
podemos experimentar la consciencia de la biosfera, del planeta entero, o
del universo en su totalidad.
Los psiquiatras con una orientación más orgánica creen que, puesto que la
psique es un producto de procesos materiales del cerebro, las respuestas
definitivas en psiquiatría procederán de la neurofisiología, la bioquímica, la
genética, y la biología molecular. Según ellos, estas disciplinas nos darán
explicaciones adecuadas, así como soluciones prácticas para la gran
mayoría de los problemas dentro de sus respectivos campos de estudio. Esta
orientación se asocia generalmente con una rígida adherencia a los modelos
médicos. Esto significa un intento por desarrollar un diagnóstico de
clasificación fija para todos los trastornos emocionales, incluyendo aquellos
para los que no se ha descubierto tan siquiera una base orgánica.
Sin embargo, en lugar de ser las causas principales de estos trastornos, los
recuerdos de los acontecimientos traumáticos de la biografía postnatal
funcionan como importantes condicionantes para la emergencia de
elementos de niveles más profundos de la psique. Por otra parte, lo que da a
los síntomas neuróticos, psicóticos y psicosomáticos su contenido y
extraordinario poder dinámico son las constelaciones COEX. Estas COEX
no se limitan a las capas biográficas, sino que se adentran en el territorio
transpersonal y perinatal. Las influencias patogénicas, según Freud y la
psicología del ego, modifican el contenido de los temas más profundos del
inconsciente.
Ansiedad y fobias
La mayoría de los psiquiatras coinciden en que la ansiedad representa uno
de los problemas psiquiátricos más comunes, tanto si es una ansiedad que
flota libremente en forma de fobias hacia determinadas personas, animales
o situaciones, como si es un factor que subyace a otros síntomas. Puesto que
la ansiedad es una respuesta que se produce ante situaciones que ponen en
peligro la vida o la integridad física, no es de sorprender que una de las
fuentes básicas de la ansiedad clínica se remonte al trauma del nacimiento.
Los pacientes que padecen estos trastornos no sólo temen ser contaminados
ellos mismos biológicamente, sino que tienen miedo de contagiar a los
demás. Su temor hacia los componentes biológicos está en estrecha relación
con una agresividad orientada, interna y externamente, lo cual guarda
relación con las fases finales del nacimiento.
Una mujer con recuerdos perinatales puede padecer una fobia al embarazo
y al parto. Cuando recuerdan la agonía del parto, ciertas mujeres tienen
dificultades en aceptar su feminidad y su fecundidad, porque la maternidad
implica para ellas dolor y sufrimiento. La idea de quedarse embarazadas y
tener que enfrentarse a la prueba del parto puede, bajo tales circunstancias,
asociarse a un terror paralizador.
Una fobia que está estrechamente relacionada con esta última es la fobia a
viajar en avión. Se parece a la anterior porque la sensación de estar
atrapado también supone una gran molestia. Una vez más, son decisivos el
miedo a esta poderosa energía junto con la falta de poder sobre ella. La falta
de control parece ser un elemento muy importante de las fobias que tienen
una relación directa con el movimiento. Podemos ilustrar esto con la fobia a
viajar en coche, puesto que es un medio en el que podemos desempeñar
fácilmente el papel del conductor y del pasajero. Esta fobia se manifiesta
generalmente cuando conducimos pasivamente y no cuando estamos en el
asiento del conductor en donde sí tenemos la libertad de cambiar o detener
la moción.
La histeria de conversión
Esta neurosis era mucho más común en tiempos de Freud que hoy en día y
desempeñó un papel muy importante en la historia y el desarrollo del
psicoanálisis. Numerosos pacientes de Freud y de sus seguidores
pertenecían a esta categoría. La histeria de conversión presenta una
sintomatología muy variada y está relacionada, de acuerdo con el esquema
psicoanalítico y psicogénico, con el grupo de las fobias, o la ansiedad
histérica.
Cuando los individuos en este estado logran entender que pueden mirar
hacia dentro, enfrentarse a la dificultad de las emociones aún sin resolver y
completar el proceso de nacimiento, entonces los elementos maniacos
desaparecen de su comportamiento. La experiencia de la cuarta matriz MPB
IV en su forma pura se caracteriza por una radiante alegría, una creciente
fuerza vital, una mayor relajación, tranquilidad y serenidad. En este estado
la gente suele sentir paz interior y una total satisfacción. Su alegría y
euforia dejan de ser grotescas caricaturas y su comportamiento deja de tener
esa exagerada cualidad característica de dichos estados.
Resultaría difícil imaginar una situación con una mayor carga química que
una sesión clínica de LSD. Sin embargo, nuestro conocimiento exacto de la
composición química y su dosis no bastan para explicar el contenido
psicológico de la experiencia. Dependiendo de las circunstancias, el sujeto
puede tener una experiencia extática, depresiva, maniaca o paranoica. De
forma similar, la manifestación natural de estados depresivos o maniacos no
puede explicarse simplemente con una ecuación química. Seguimos
preguntándonos si los factores biológicos causan este trastorno o si sólo son
elementos sintomáticos. Por ejemplo, es fácil imaginar que los cambios
químicos y fisiológicos de los trastornos maniaco depresivos son en
realidad una repetición de las condiciones del organismo del niño que está
naciendo.
Lo mismo que en el caso del suicidio no violento, las personas que siguen
este proceso no suelen tener acceso al nivel perinatal inconsciente. Les falta
por consiguiente saber que podrían completar este proceso internamente,
reviviendo el recuerdo de su nacimiento y conectando vivencialmente con
la situación postnatal. Al desconocer esta opción, exteriorizan el proceso y
tienden a involucrarse en situaciones del mundo exterior que presentan los
mismos elementos y tienen componentes vivenciales similares. La
estrategia básica del suicidio violento sigue el modelo vivido durante el
nacimiento —una intensificación de la tensión y el sufrimiento emocional
hasta llegar al punto crítico de tener que alcanzar una resolución explosiva
en medio de distintas formas de material biológico.
Alcoholismo y drogadicción
Las observaciones de los estados holotrópicos suelen coincidir con la teoría
psicoanalítica que atribuye una estrecha relación entre el alcoholismo y la
adicción a las drogas, y los trastornos maniaco depresivos y suicidas. No
obstante, difieren considerablemente sobre la naturaleza de los mecanismos
psicológicos implicados y el nivel de la psique sobre el que operan. Lo
mismo que las personas suicidas, los adictos experimentan mucho dolor
emocional, como depresión, tensión general, ansiedad, culpabilidad y baja
autoestima, por lo que necesitan un modo de escapar de estas insoportables
sensaciones. Ya vimos anteriormente que la psicología de la depresión y del
suicidio no pueden atribuirse únicamente a una fijación oral, tal y como
pretende el psicoanálisis freudiano. Lo mismo puede decirse del
alcoholismo y de la drogadicción.
Según Freud existen dos razones que explicarían por qué la vista de los
genitales femeninos puede provocar gran ansiedad en los chicos. En un
primer lugar, el descubrimiento de que determinados seres humanos no
tienen pene lleva a pensar a aquellos que sí lo tienen, que podrían
convertirse en uno de los otros. Lo cual explicaría el temor de ser castrado.
En segundo lugar, la percepción de los genitales femeninos como
instrumento de castración, capaz de morder, se debe a una asociación con
las ansiedades correspondientes a la antigua fase oral (Fenichel 1945). Pero
ninguna de estas dos razones resulta convincente y menos aún atractiva.
De forma similar, la imagen de la “vagina dentada” que Freud vio como una
fantasía infantil primitiva, aparece ahora bajo una nueva luz, si aceptamos
que el recién nacido es un ser consciente o, al menos, que el trauma del
nacimiento queda grabado en su memoria. En lugar de creer que es fruto de
una estúpida y absurda creación de la mente inmadura del niño, la imagen
de la vagina como órgano peligroso refleja con certeza los peligros
asociados con los genitales femeninos durante la situación bien definida que
supone el parto. Lejos de constituir una fantasía sin ninguna base real,
representa la generalización de una experiencia en un contexto de amenaza
para la vida.
Entre las prácticas más solicitadas y más caras estaban “la lluvia dorada” y
la “lluvia marrón” consistentes respectivamente en ser orinado o defecado
encima en un contexto sexual. Según los testimonios de estas mujeres, es
frecuente que estos hombres extremadamente ambiciosos e influyentes
regresen a estados infantiles después de haber alcanzado el orgasmo con
estas experiencias sadomasoquistas y escatológicas. Quieren ser abrazados,
tratados como bebés y chupar sus pezones. Este comportamiento se opone
totalmente a la imagen que estos hombres tratan de proyectar en su vida
cotidiana.
Janus, Bess y Saltus sugieren que un fuerte impulso sexual y una intensa
ambición no son incompatibles, es más, forman las dos caras de una misma
moneda. Esta sugerencia se encuentra en perfecto acuerdo con el modelo
perinatal; en el contexto de la MPB III, las dos fuerzas se hallan
entremezcladas. Tal y como hemos visto, el estrangulamiento y el dolor
experimentados durante el paso por el canal del nacimiento generan un
impulso sexual de una intensidad extrema que busca liberación. Por otra
parte, la confrontación con las fuerzas elementales de las contracciones
uterinas y la resistencia del canal de nacimiento hace que el feto se sienta
inútil y desesperado. Además, la gran incomodidad y la amenaza vital del
nacimiento activan el instinto de supervivencia, así como esfuerzos
desesperados por desafiar tal situación y salir de ella. Los acontecimientos
de la vida postnatal constituyen entonces sistemas COEX que pueden
reforzar uno u otro elemento de esta díada complementaria.
Del mismo modo, parece muy poco probable que estos trastornos puedan
tratarse meramente mediante terapia verbal. La investigación holotrópica ha
dado lugar a importantes descubrimientos en torno a la teoría y a la terapia
de los trastornos psicosomáticos. Uno de los descubrimientos más
significativos es la enorme cantidad de energía emocional y física que se
esconde bajo los síntomas psicosomáticos.
A pesar de las justificadas dudas ante la idea de que tan sólo los traumas
psicológicos biográficos pueden causar profundos problemas funcionales, o
incluso serios daños anatómicos en los órganos, ello constituye una
posibilidad razonable si consideramos las energías elementales y
destructivas que se manifiestan en los estados holotrópicos. En un sentido
general, esta observación confirmó los conceptos del genial y polémico
pionero del psicoanálisis Wilhelm Reich. A raíz de sus observaciones de las
sesiones terapéuticas, Reich concluyó que el principal factor subyacente en
los trastornos emocionales y psicosomáticos era la mezcla y aglomeración
de importantes cantidades de energía vital en los músculos y las vísceras,
que forman lo que él denominó la coraza del carácter (Reich 1949, 1961).
Parte de esta energía pertenece a las capas biográficas de estos sistemas que
contienen recuerdos de los traumas psicológicos y físicos de nuestra
infancia. Una considerable proporción de esta carga energética es perinatal
en su origen y refleja el hecho de que el recuerdo del nacimiento no ha sido
procesado de forma adecuada y sigue existiendo en el inconsciente como
una gestalt emocional y físicamente incompleta. Durante el parto, se
generan cantidades extraordinarias de energía, debido al estímulo excesivo
de las neuronas. Esta energía no encuentra salida a causa del confinamiento
que existe en el canal del nacimiento. La razón por la que Reich
malinterpretó esta energía, al considerarla libido atrapada, se debe
probablemente a la fuerte excitación sexual asociada con la tercera matriz
(MPB III).
En determinados casos, los traumas prenatales pueden contribuir de forma
muy significativa a la carga negativa de estos sistemas COEX y participan
en la génesis de síntomas psicosomáticos. El historial prenatal de ciertas
personas puede ser muy complejo cuando se incluyen los factores
emocionales y el estrés físico agudo de la madre embarazada. Entre ellos
estarían por ejemplo los riesgos o intentos de aborto, un útero tóxico, o una
incompatibilidad sanguínea. La fuente de energía más profunda de los
trastornos psicosomáticos procede del ámbito transpersonal,
particularmente de los elementos kármicos y arquetípicos (ver la historia de
Norbert).
Los términos que la psicología del ego usa para describir las dinámicas
postnatales de estos trastornos omiten las dimensiones prenatal y perinatal.
La gratificación simbiótica a la que estos psicólogos atribuyen gran
importancia, no sólo se refiere a la calidad del amamantamiento y la
satisfacción anaclítica durante la niñez, sino también a la calidad del estado
previo al nacimiento. Lo mismo ocurre con los efectos negativos
producidos por una carencia simbiótica. A modo de ilustración presentaré
ahora la descripción que hace Margaret Mahler de la fase simbiótica:
“durante la fase simbiótica el bebé se comporta y funciona como si él y su
madre formaran un sistema omnipotente (unidad dual) dentro de un límite
común, es decir, como si fuesen una membrana simbiótica.” (Mahler 1961).
De un modo similar, la regresión al autismo y a un estado ausente de objeto
posee las características propias de un regreso al vientre materno y no
solamente a un estado postnatal.
Por su parte, la MPB III añade al cuadro clínico de los estados psicóticos
otras tantas facetas, también propias de esta compleja matriz. El aspecto
titánico se manifiesta bajo la forma de tensiones insoportables, poderosas
corrientes y descargas energéticas. Las imágenes y los temas
correspondientes están relacionados con escenas violentas de guerras,
revoluciones, y masacres sangrientas. Estas escenas alcanzan a veces
proporciones arquetípicas y relatan motivos de dimensiones cósmicas,
como por ejemplo batallas entre las fuerzas del bien y el mal, ángeles
luchando con demonios, titanes que desafían a los dioses, o superhéroes que
luchan con monstruos mitológicos.
Por otra parte, durante los últimos años ha aumentado el interés por las
cuestiones espirituales. Esto ha originado una extensa experimentación con
las llamadas “tecnologías de lo sagrado” de origen antiguo, aborigen y
moderno. Este interés se ha manifestado incluso en las técnicas que alteran
la consciencia y facilitan la apertura espiritual. Entre ellas se encuentran,
por ejemplo, diversos métodos chamánicos, prácticas de meditación
orientales, sustancias psicodélicas, poderosas psicoterapias vivenciales, así
como métodos desarrollados en laboratorios por la psiquiatría vivencial.
Según las encuestas llevadas a cabo entre el público, el número de
americanos que ha tenido una experiencia espiritual ha aumentado
considerablemente durante la segunda mitad de este siglo. Esto también
parece haberse visto acompañado por un aumento de las crisis
psicoespirituales.
Cada vez más personas parecen darse cuenta de que una verdadera
espiritualidad, basada en experiencias personales profundas, constituye una
parte de vital importancia en la dimensión de la vida. En vista de la
galopante crisis global derivada de la orientación materialista de la
civilización tecnológica occidental, no queda duda de que estamos pagando
un alto precio por haber renegado de, y rechazado, la espiritualidad. Con
ello, hemos apartado de nuestras vidas una fuerza que nos nutre, nos
fortalece, y da sentido a nuestra existencia.
Este hecho presenta dos consecuencias básicas. Por una parte, el peaje que
pagamos en relación a la pérdida de la espiritualidad se traduce
individualmente en un empobrecimiento, una alienación y un descontento
por la forma de vida, así como por un aumento de los trastornos
emocionales y psicosomáticos. Por otra parte, la ausencia de valores
espirituales lleva colectivamente a formas de vida que ponen en peligro la
supervivencia de la vida en nuestro planeta. Entre ellas, el saqueo de
recursos no renovables, la contaminación del medio ambiente, la alteración
del equilibrio ecológico, y el uso de la violencia como principal medio para
resolver problemas.
Por ello, es preciso que tratemos de encontrar modos que nos traigan de
nuevo a nuestra vida individual y colectiva la espiritualidad. Esto incluiría
no sólo el reconocimiento teórico de la espiritualidad como un aspecto vital
de la existencia, sino también el apoyo de actividades sociales que
mediarían el acceso a las dimensiones espirituales de la realidad. Una gran
parte de este esfuerzo conllevaría el desarrollo de un sistema de apoyo
adecuado para las personas en crisis de apertura espiritual, que permitiría,
además, utilizar el potencial positivo de las emergencias espirituales.
Si nos detenemos a pensar un poco, nos damos cuenta de que es muy poco
probable que un proceso patológico que ataña al cerebro pueda generar el
increíble espectro de experiencias actualmente diagnosticadas como
psicóticas. ¿Cómo puede ser que procesos anormales en el cerebro generen
experiencias como puedan ser las secuencias específicas de muerte y
renacimiento psicoespiritual, identificaciones convincentes con Cristo en la
cruz o la figura danzante de Shiva, o más aún, un episodio que relate la
muerte en las barricadas parisinas durante la Revolución Francesa, o
complejas escenas de abducción por alienígenas?
Una alternativa viable sería definir el criterio que permitiría determinar qué
clase de individuo que esté pasando por un estado de consciencia
holotrópica intensa sería un buen candidato para una estrategia terapéutica
que pudiera apoyar el proceso. A la inversa, podríamos tratar de determinar
bajo qué circunstancias no sería apropiado utilizar un enfoque alternativo y
cuándo sería preferible la práctica rutinaria de supresión de síntomas
mediante la administración de fármacos.
Sin embargo, nuestro trabajo con personas en crisis, los intercambios con
colegas que realizan un trabajo similar, y el estudio de las publicaciones han
logrado convencernos de que es posible y beneficioso esbozar lo que
pueden ser las formas de crisis psicoespirituales más importantes. Es decir,
aquellas que tienen las características sobresalientes suficientes como para
diferenciarse de las demás. Naturalmente, sus límites distan de ser claros y
veremos cómo en la práctica muchos de éstos se superponen.
1. Crisis chamánicas
2. Despertar de la kundalini
Crisis Chamánicas
Tal y como lo mencionamos anteriormente, en distintas culturas la
trayectoria de numerosos chamanes, brujas y curanderos, comienza con un
impresionante e involuntario estado visionario que los antropólogos
denominan “la enfermedad chamánica.” Durante estos episodios, los
futuros chamanes suelen distanciarse psicológicamente y físicamente de su
entorno habitual y tienen poderosas experiencias holotrópicas. Por lo
general, se adentran en un viaje al mundo de los espíritus, al reino de los
muertos, donde son atacados por demonios y sometidos a torturas y a
pruebas terribles.
Despertar de la Kundalini
La manifestación de esta forma de crisis psicoespiritual se asemeja a las
descripciones del despertar de la Kundalini, o “Poder de la Serpiente”, que
se encuentran en la antigua literatura india. Según los yoguis, la kundalini
es la energía cósmica generadora. Femenina por naturaleza, es responsable
de toda la creación del cosmos. En su forma latente reside en la base de la
columna vertebral, en el cuerpo sutil o energético. Es el campo que difunde,
impregna y rodea todo el cuerpo físico. Esta energía latente puede verse
activada por determinados ejercicios, la meditación, la intervención de un
hábil maestro espiritual (gurú), o también por razones desconocidas.
Las kriyas son intensas sensaciones de energía y calor que van subiendo por
la columna vertebral. Estas pueden asociarse también con violentos
temblores, espasmos y contorsiones. También pueden producirse fuertes
oleadas de emociones inexplicables, como ansiedad, rabia, tristeza o alegría
y éxtasis. Estas pueden aparecer de forma súbita, dominando la psique.
Todos estos síntomas pueden presentarse acompañados de visiones de luz
brillante, seres arquetípicos y una variedad de sonidos interiores. Muchas
personas que sufren este proceso también experimentan recuerdos de vidas
pasadas. Otra característica es un comportamiento incontrolado e
involuntario: hablar en otros idiomas, cantar canciones desconocidas o
invocaciones sagradas (mantras), o reproducir una variedad de sonidos y
movimientos animales.
• Naturaleza paradójica.
Tal y como nos lo indica esta lista, una experiencia cumbre nos produce la
sensación de haber superado la habitual fragmentación entre la mente y el
cuerpo. Con ello, sentimos que hemos alcanzado un estado de unidad y
plenitud. Trascendemos la normal distinción entre sujeto y objeto y
experimentamos una unión extática con la humanidad, la naturaleza, el
cosmos y Dios. Esto va asociado con una intensa sensación de felicidad,
beatitud, serenidad y paz interior. En una experiencia mística de este tipo,
abandonamos la realidad ordinaria del espacio tridimensional y el tiempo
lineal, para entrar en un reino metafísico que trasciende todas estas
categorías. En este estado, lo infinito y lo eterno se convierten en realidades
vivenciales. La cualidad numinosa de este estado no tiene relación alguna
con las creencias religiosas pasadas, sino que refleja una percepción directa
de la naturaleza divina de la realidad.
Las personas que viven intensas aperturas psíquicas pueden llegar a estar
tan conectadas con los procesos interiores de otras que sus habilidades
telepáticas son impresionantes. Puede que cuenten de forma indiscriminada
información verdadera acerca de asuntos que las personas están tratando de
ocultar. Esto puede asustar, irritar y alienar a otras personas de tal manera,
que a veces se convierte en un factor que contribuye a la hospitalización
innecesaria. De forma similar, una premonición acertada de situaciones
futuras, o una percepción clarividente, pueden trastornar seriamente a las
personas en crisis y a las de su alrededor, ya que minan su noción de la
realidad, especialmente cuando se dan de forma reiterada.
Incluso cuando uno logra evitar el peligro que supone el actuar sobre estos
factores, los problemas siguen estando presentes. Aún después de que el
recuerdo de la vida pasada haya emergido plenamente en la consciencia, y
de que su contenido e implicaciones hayan sido reveladas a la persona,
sigue quedando el desafío de integrar la experiencia en el sistema de
creencias y valores tradicionales de la civilización occidental. Una de las
pocas cuestiones en las que el cristianismo y la ciencia materialista
coinciden es justamente en su rechazo del concepto de reencarnación. Esto
explica lo difícil que puede serle a un ateo, o una persona tradicionalmente
religiosa, aceptar e integrar intelectualmente el recuerdo de una vida
pasada. Aunque puede resultar menos difícil de asimilar si no tenemos un
compromiso demasiado fuerte ni con la religión cristiana ni con el mundo
materialista. Por lo general, la naturaleza de las experiencias es tan
convincente que simplemente solemos aceptar su mensaje, llegando incluso
a alegrarnos de tal descubrimiento. No obstante, los fundamentalistas
cristianos y aquellos que viven de acuerdo con la perspectiva científica
tradicional y racional pueden sentirse desorientados cuando tienen que
enfrentarse a experiencias personales tan convincentes, pero que se oponen
a su sistema de valores.
Moody cuenta que las personas que han tenido una experiencia cercana a la
muerte (NDE) a menudo fueron testigos de una visión de toda su vidas a
modo de una colorida y condensada repetición que tan sólo dura unos
segundos. En estos casos la consciencia suele separarse del cuerpo y flotar
por encima, observando la escena con curiosidad y desprendimiento, o
viajando a lugares distantes. Muchas personas describen el paso por un
túnel oscuro hacia una luz divina de un brillo y belleza sobrenatural.
Esta luz no tiene una naturaleza física, sino que tiene características propias
y personales. Se trata de un Ser de Luz, una luz radiante, que lo envuelve
todo con su amor, su compasión y aceptación. Cuando se produce un
encuentro personal, las personas lo perciben como una entrevista con Dios
y suelen recibir lecciones relativas a la existencia y a las leyes universales,
Esto les brinda la oportunidad de evaluar su pasado mediante estos nuevos
parámetros. Luego, deciden regresar a su realidad ordinaria y vivir sus vidas
de una manera congruente con los principios que han aprendido. Tras la
publicación de su libro, muchos investigadores han confirmado repetidas
veces los descubrimientos de Moody.
Los abducidos cuentan que los alienígenas los han llevado a un laboratorio
especial para someterles a exámenes y experimentos dolorosos, usando
extraños instrumentos. Esto puede incluir la exploración de las cavidades
del cuerpo, poniendo especial énfasis en los órganos sexuales. También son
comunes las referencias a experimentos genéticos con el objetivo de
producir una descendencia híbrida. Estas intervenciones son muy dolorosas
y llegan a veces al límite de la tortura. Lo que conduce a este tipo de
experiencias a una situación cercana a las crisis iniciáticas de los chamanes
y a las pruebas de los neófitos en los ritos de paso aborígenes.
Existe además una razón adicional de por qué estas experiencias pueden
desencadenar una crisis psicoespiritual. En este sentido, estas experiencias
plantean problemas similares a las cuestiones relativas a los guías
espirituales y a la canalización. Por lo general, se considera al alienígena
como un visitante que proviene de culturas tecnológica, moral y
espiritualmente más avanzadas que la nuestra. Este contacto ofrece un
fuerte trasfondo místico y va asociado con comprensiones de relevancia
cósmica. Es fácil que las personas que vivan episodios de esta naturaleza
los interpreten como un indicador de lo especiales que son.
Pueden pensar que han sido capaces de atraer la atención de seres
superiores porque ellas también son excepcionales y adecuadas para tal
propósito. En términos jungianos, una situación en la que un individuo
reclama el brillo del mundo arquetípico en su propia persona se denomina
“inflación del ego.” De ahí que este tipo de “encuentros de tercera fase”
lleven con frecuencia a crisis transpersonales graves.
Las personas que han tenido estas extrañas experiencias con ovnis y
abducciones necesitan ayuda profesional de quienes conozcan la psicología
arquetípica y las características del fenómeno alienígena. El estudio de
investigadores tan competentes como el psiquiatra John Mack, de Harvard,
muestra, con evidencias, que las experiencias de abducción representan un
desafío conceptual importante para la psiquiatría tradicional y la ciencia
materialista en general. Sería ingenuo y poco defendible el hecho de
considerar estas experiencias como manifestaciones de mentes enfermizas o
simplemente ignorarlas (Mack 1994, 1999).
Estados de posesión
Las personas que sufren este tipo de crisis transpersonal sienten con
precisión como su psique y su cuerpo son invadidos y controlados por una
entidad o energía maligna con características personales. Lo perciben como
algo ajeno a su personalidad, como algo hostil y perturbador. Puede
manifestarse como una entidad descarnada y confusa, un ser demoníaco, o
bien, como la consciencia de una persona malvada que les invade para
llevar a cabo magia negra o maleficios.
Existen amplias evidencias de que tras el ansia del alcohol o las drogas yace
un anhelo de trascendencia y plenitud. Numerosas personas en proceso de
recuperación hablan de su desesperada búsqueda de ese elemento o
dimensión que falta en sus vidas. Describen su insatisfecha y frustrada
busca de sustancias, comida, relaciones, posesiones, o de poder, que no deja
de ser un mero reflejo del incesante esfuerzo por saciar ese ansia (Grof
1993).
Jung tenía un paciente, Roland H., que fue a verle tras haber agotado los
distintos medios para terminar con su alcoholismo. Este hombre mejoró
temporalmente durante el año que estuvo en tratamiento con Jung, pero
luego tuvo una recaída. Jung le dijo que era un caso sin esperanza. Le
sugirió, como último recurso, que se uniera a una comunidad religiosa con
la esperanza de tener una profunda experiencia espiritual. Roland H. se unió
al Grupo de Oxford, un movimiento evangélico centrado en el autoexamen,
la confesión y el servicio a la comunidad. Allí fue donde vivió una
conversión religiosa que logró liberarlo del alcoholismo. Regresó entonces
a la ciudad de Nueva York donde siguió siendo muy activo en el Grupo de
Oxford. Fue capaz de ayudar al amigo de Wilson, Edwin T., quien, a su vez,
ayudó a Bill Wilson en su crisis personal. Bill Wilson tuvo, en su poderosa
experiencia espiritual, la visión de una especie de cadena mundial de la
amistad entre alcohólicos que se ayudaban mutuamente.
Las personas cuyas experiencias son tan intensas que no les permite ser
pacientes externos presentan un problema particular. No existen apenas
centros que ofrezcan una supervisión continuada, que no incluyan la
administración rutinaria de psicofármacos. Los pocos centros
experimentales de este tipo que existieron en California, entre ellos
Diabasis de John Perry en San Francisco, Chrysalis en San Diego, o el
rancho Pocket de Findeisen en Geyserville, no duraron mucho. Sin
embargo, la creación de este tipo de centros alternativos es un requisito
esencial para una terapia eficaz de las emergencias espirituales en un futuro.
Una vez cubierto este periodo, podemos pasar a la raíz psicoespiritual del
problema. Tal y como hemos visto, el alcoholismo y la drogadicción nos
muestran una búsqueda de trascendencia mal dirigida. Por eso, el programa
terapéutico debe incluir, como parte integral, un fuerte énfasis en la
dimensión espiritual del problema. Históricamente, los programas con
mayor éxito para combatir las adicciones han sido Alcohólicos Anónimos
(AA) y Narcóticos Anónimos (NA), o las asociaciones que ofrecen un
enfoque amplio basado en la filosofía de los Doce Pasos tal y como la
esbozó Bill Wilson.
Este enfoque, aunque rara vez ha sido seriamente cuestionado por los
teóricos y por aquellos que lo practican, presenta muchos inconvenientes.
El mundo de la psicoterapia está segmentado en muchas escuelas que no
parecen ponerse de acuerdo respecto a las cuestiones teóricas más
fundamentales, ni en qué medidas terapéuticas son las más adecuadas. Esto
es cierto no sólo en el caso de modalidades de tratamiento basadas en
suposiciones filosóficas y científicas a priori incompatibles, como el
descondicionamiento conductista y el psicoanálisis, sino también en el caso
de la mayoría de las escuelas de psicología inspiradas en el trabajo original
de Freud. Disienten considerablemente respecto a las fuerzas impulsoras de
la psique y a los factores responsables del desarrollo de las psicopatologías.
En consecuencia, difieren en sus puntos de vista a la hora de considerar la
estrategia psicoterapéutica y la naturaleza de las intervenciones
terapéuticas.
Esto es así en el trabajo clínico cotidiano, a pesar de ser algo que está en
conflicto con la experiencia de la psiquiatría dinámica. En el curso de la
psicoterapia sistemática, la intensificación de los síntomas sugiere que está
emergiendo importante material inconsciente y a menudo anuncia un
progreso significativo en la terapia. También se sabe que los estados
emocionales agudos y dramáticos, ricos en síntomas, normalmente tienen
un mejor pronóstico clínico que las condiciones que se desarrollan de forma
lenta e insidiosa con síntomas menos visibles. Confundir la gravedad de la
condición del paciente con la intensidad de los síntomas que presenta, junto
con otros factores, como la cantidad de trabajo que acumulan la mayoría de
los psiquiatras, los intereses económicos, y la conveniencia de utilizar
fármacos, son los responsables de que buena parte de la terapia psiquiátrica
se base, casi exclusivamente, en la supresión de los síntomas.
En una de sus conferencias de los años 70, Fritjof Capra utilizó una
parábola interesante para ilustrar la falacia de concentrarse en los síntomas
en lugar de en el problema que existe tras ellos. Imaginémonos que estamos
conduciendo un coche y una luz roja aparece de pronto en uno de los
indicadores. Es la luz que nos avisa de que nos estamos quedando sin
aceite. No conocemos el funcionamiento del coche, pero sabemos que una
luz roja en los indicadores significa que algo no marcha bien. Llevamos
nuestro coche a un taller y le explicamos el problema al mecánico. El
mecánico echa un vistazo y dice: “¿Una luz roja? ¡esto no es nada!”. Agarra
el cable y lo arranca. La luz roja desaparece y nos manda de vuelta a la
carretera.
No tendríamos una opinión muy positiva de un mecánico que nos diera una
“solución” de este tipo. Esperaríamos que solucionara el problema y dejara
el sistema de señalización intacto, no que eliminara el mecanismo que nos
avisa de si realmente hay problemas. Igualmente, la meta de la verdadera
terapia de los trastornos emocionales es llegar a una situación en que los
síntomas no se manifiesten, no porque el sistema de señalización esté fuera
de servicio, sino porque no hay razón para que lo hagan.
ÁLBUM ARTISTA
Nomad Nomad
Dorje Ling David Parsons
1492 Vangelis (Banda sonora)
Globalarium James Asher
Passion Peter Gabriel
Dance the Devil Outback
Feet in the Soil James Asher
La Misión Ennio Morricone (Banda sonora)
Power of one Hans Zimmer (Banda sonora)
Last of the Mohicans Trevor Jones (Banda sonora)
Egypt Mickey Hart
A Pasage in Time Dead can Dance
Antarctica Vangelis (Banda sonora)
Deep Forest Deep Forest
Jiva Mukti Nada shakti y Bruce Becvar
Legends of the Fall James Horner (Banda sonora)
Mustt-Mustt Nusrat Fateh Ali Khan
Planet Drum Mickey Hart
Shaman’s Breath Profesor Trance
Themes Vangelis
Trancedance Tulku
X Klaus Schultze
All One Tribe Scott Fitzgerald
Baraka Michael Stearns (Banda sonora)
Bones Gabrielle Roth
Braveheart James Horner (Banda sonora)
Direct Vangelis
Dynamic/Kundalini Osho
Earth Tribe Rhythms Brent Lewis
Music to disappear In Raphael
Schindler’s List John Williams (Banda sonora)
Tana Mana Ravi Shankar
Thunderdrums Scott Fitzgerald
All Hearts beating Barbara Borden
Closer to Far Hawai Douglas Spotted Eagle
Distant Drums Approach Michael Uyttebroek
Drums of Pasión Babatunde olatunji
Gula Gula Mari Boine Persen
Heaven and Earth Kitaro (Banda sonora)
Journey of the Drums Prem Das, Muruga y Shakti
Kali’s Dream Alex Jones
Lama’s Chant Lama Gyurme y Rykiel
Mishima Philip Glass (Banda sonora)
Powaqqatsi Philip Glass (Banda sonora)
Rendez-vous Jean Michel Jarre
Skeleton Woman Flesh and Bone
Songs of Sanctuary Adiemus
Transfer Station Blue Michael Shrieve
Voices Vangelis
Waves Gabrielle Roth
Anima OÏO
At the Edge Mickey Hart
Divine Songs Alice Coltrane
Drummers of Burundi The drummers of Burundi
Drums of Passion: the Beat Babatunde Olatunji
Exotic Dance Anugamo y Sebastian
Force Majeure Tangerine Dream
From Spain to Spain Vox
Gnamwa Music of Marrakesh Night Spirit Masters
House of India D. J Cheb I Sabbah
Little Buda Ryuichi Sakamoto (Banda sonora)
Mask Vangelis
Meeting Pool Baka Beyond
Miracle Mile Tangerine Dream
Out of Africa Dan Wallin et al (Banda sonora)
Oxygene Jean Michel Jarre
Pangea Dan Lacksman
Piano Michael Nyman (Banda sonora)
Planets Gustav Holst
Private music of... Tangerine Dream
Rai Rebels varios
Rhythm Hunter Brent Lewis
Sacred Site Michael Stearns
Serpent’s Egg Dead can Dance
Stellamara Sonya Drakulich y Jeff Stott
Tibetan tantric Choir The Gyuto Monks
Tongues Gabrielle Roth
Totem Gabrielle Roth
Whirlin Omar Faruk Tekbilek
Winds of Warning Adam Plack y Johnny White Ant
Antes de cerrar esta sección del trabajo corporal, me gustaría formular una
pregunta que suele aparecer en los talleres holotrópicos y en las charlas de
trabajo vivencial: “Si revivir recuerdos traumáticos es generalmente algo
doloroso, ¿Cómo puede ser terapéutico y no un doble trauma?”. Creo que la
mejor respuesta puede encontrarse en el artículo “Experiencias no
experimentadas”, del psiquiatra irlandés Ivor Browne y su equipo (McGee
et al. 1984). Éstos sugerían que no estamos hablando de una repetición o
representación exacta de la situación traumática original, sino de la primera
experiencia plena de una reacción emocional y física apropiada ante ella.
Esto significa que, en el momento en que ocurren, los acontecimientos
traumáticos son registrados por el organismo, pero no se han
experimentado, procesado e integrado conscientemente.
En los días posteriores a una sesión intensa, que ha supuesto una gran
ruptura o apertura emocional, una amplia variedad de enfoques
complementarios pueden facilitar la integración. Entre ellos están las
conversaciones acerca de la sesión con un facilitador experimentado,
escribir el contenido de la experiencia o dibujar más mándalas. Un buen
trabajo corporal con un terapeuta que permita la expresión emocional,
correr, nadar y otras formas de ejercicio físico o danza expresiva pueden ser
de gran utilidad si la experiencia holotrópica ha liberado un exceso de
energía física previamente reprimida. Una sesión de terapia Gestalt o el
juego de arena jungiano de Dora Kalff puede ser también de gran ayuda a la
hora de definir las percepciones de la experiencia holotrópica y entender su
contenido.
Sin embargo, la diferencia más asombrosa entre las dos visiones del mundo
no se halla en la cantidad o la exactitud de los datos referentes a la realidad
material; este es el resultado natural del progreso científico. Sino que el
desacuerdo más profundo se refiere más bien a la dimensión sagrada o
espiritual de la existencia. Esto constituye un tema de gran relevancia y con
implicaciones directas para la existencia humana. La manera en que
resolvamos esta cuestión tendrá una influencia directa en nuestra escala de
valores, en nuestra forma de vivir y en nuestro comportamiento diario
respecto a las demás personas y a la naturaleza. Las respuestas que estos
dos grupos humanos nos ofrecen son totalmente divergentes.
Entre otros logros del tantra podemos destacar las matemáticas avanzadas y
la invención del sistema decimal, incluyendo el cero. El tantra también
poseía una teoría psicológica profunda y un método vivencial basado en
mapas del cuerpo sutil o cuerpo energético, que incluye centros psíquicos
(chacras) y conductos (nadis). También desarrolló un arte espiritual
altamente refinado, tanto abstracto como figurativo, y un complejo sistema
ritual (Mookerjee y Khanna 1977).
El texto islámico Miraj Nameh, hace una descripción del “viaje milagroso
de Mahoma,” un poderoso estado visionario en el que el arcángel Gabriel le
escoltó a través de los siete cielos musulmanes, el paraíso y el infierno
(Gehenna). Durante este viaje visionario, Mahoma experimentó una
entrevista con Allah en el séptimo cielo. Allah se comunicó directamente
con él en un estado que Mahoma describe como de “éxtasis próximo a la
aniquilación.” Esta experiencia, junto con los diversos estados místicos que
Mahoma experimentó a lo largo de más de veinticinco años, fue la
inspiración esencial de los suras del Corán y de la fe musulmana.
Durante esos primeros años, Freud también creía que la principal fuerza
motora de la psique era lo que denominaba “principio de placer,” la
tendencia a evitar lo desagradable y a buscar la satisfacción. Más tarde,
cuando descubrió la existencia de fenómenos a los que no se podía aplicar
este principio, tales como el masoquismo, la automutilación y la necesidad
de castigo, esta visión de la psique se volvió insostenible. Al entrar en
conflicto con los retos conceptuales que esto suponía, llegó a la conclusión
de que no se podían comprender los fenómenos que iban “más allá del
principio del placer” sin abordar el tema de la muerte.
Esta actitud disminuyó considerablemente, hacia los años 70, a causa del
interés científico por las experiencias de los pacientes terminales y de los
individuos que vivían situaciones cercanas a la muerte. Los escasos
informes relativos a este tema recibían muy poca atención, aunque
aparecieran libros para el gran público, como The Vestible (El Vestíbulo) de
Jesús E. Weisse (Weisse, 1972), y Glimpses of the Beyond (Vislumbres del
Mas Allá) de Jean-Baptiste Delacour (Delacour, 1974). Lo mismo ocurría
con investigaciones científicas como la efectuada por Karlis Osis, en la que
se estudiaban las observaciones efectuadas por cuidadores y enfermeras que
atendían a moribundos (Osis et al, 1961). Desde la publicación del best-
seller internacional Life after life (Vida después de la Vida) de Raimond
Moody en 1975, Ken Ring, Michael Sabom y otros pioneros de la
tanatología han podido reunir infinidad de evidencias acerca de las
sorprendentes características de las experiencias cercanas a la muerte, desde
percepciones extrasensoriales muy precisas, mientras el individuo se
encontraba fuera del cuerpo, hasta los profundos cambios que se producían
a continuación en su personalidad (Sabom 1982, Greyson y Flynn 1984,
Ring y Valarino 1998).
Las mitologías escatológicas coinciden en que el alma del difunto pasa por
una compleja serie de aventuras. El viaje póstumo del alma se describe a
veces como un viaje a través de paisajes fantásticos que tienen cierta
similitud con los de la tierra, otras veces como encuentros con diferentes
seres arquetípicos, o como el desplazamiento a través de una secuencia de
estados holotrópicos de consciencia. En algunas culturas, el alma llega a un
plano temporal en el más allá, similar al Purgatorio cristiano o al lokas del
budismo tibetano; en otras, se trata de un lugar eterno (cielo, infierno,
paraíso o el reino del sol). Muchas culturas han desarrollado un sistema de
creencias acerca de la metempsicosis, o reencarnación, que incluye el
retorno de la consciencia a otra vida física en la Tierra.
Todas las sociedades preindustriales parecen coincidir en que la muerte no
es una derrota, ni el final definitivo, sino una transición importante. Las
experiencias asociadas con la muerte se consideraban como visitas a
importantes dimensiones de la realidad que valía la pena experimentar,
estudiar y describir cuidadosamente. El moribundo estaba familiarizado con
las cartografías escatológicas de su cultura, ya fueran mapas chamánicos de
paisajes funerarios o sofisticadas descripciones de los sistemas espirituales
orientales, como las que se encuentran en El libro Tibetano de los Muertos
(Bardo Thödol).
• Métodos chamánicos
• Ritos de paso
En nuestros análisis anteriores acerca del chamanismo, hemos visto que los
chamanes noveles se introducen, en sus crisis iniciáticas, en los territorios
vivenciales del más allá. Estas se producen espontáneamente o son
provocadas por diferentes métodos a lo largo de su aprendizaje con
chamanes más expertos. Una vez que han completado la iniciación y han
asimilado la transformación psicoespiritual que supone, pueden alcanzar
estados holotrópicos a voluntad y guiar a otros miembros de la tribu en sus
viajes visionarios.
Es posible pasar toda la vida sin experimentar estos planos, o incluso sin ser
siquiera conscientes de su existencia, hasta que nos vemos catapultados a
ellos en el momento de la muerte biológica. Sin embargo, algunas personas
pueden explorar este territorio vivencial mientras aún viven. Entre las
herramientas que permiten esto están las sustancias psicodélicas, poderosas
psicoterapias vivenciales, la práctica espiritual continuada y la participación
en rituales chamánicos. En muchos casos, se dan experiencias similares de
forma espontánea durante las crisis psicoespirituales (emergencias
espirituales), sin que haya un desencadenante conocido.
Este "morir antes de morir” tiene dos importantes consecuencias: nos libera
del miedo a la muerte y cambia nuestra actitud respecto a ella. Esto facilita
considerablemente nuestra experiencia cuando dejamos realmente nuestro
cuerpo en el momento final. Al mismo tiempo, eliminar el miedo a la
muerte también transforma nuestra manera de estar en el mundo. No existe
por tanto una gran diferencia entre la preparación para la muerte y su
desenlace, y la práctica espiritual que lleva a la iluminación. Por este
motivo, los antiguos libros de los muertos pueden utilizarse en ambas
situaciones.
El investigador más conocido de las OOBE fue Roben Monroe quien, tras
años de experiencias espontáneas de viajes fuera del cuerpo, desarrolló
técnicas electrónicas de laboratorio para provocarlos y fundó un instituto
especial en Fabo; Virginia, para su estudio sistemático. Describió sus
experiencias con estos fenómenos en una serie de libros (Monroe, 1971,
1985, 1994). La autenticidad de los OOBE se ha demostrado en estudios
controlados clínicamente, como los experimentos del conocido psicólogo y
parapsicólogo Charles Tan con el Sr. Z, en la Universidad de California, en
Davis, (Tan 1968) y los test perceptivos efectuados por Karlis Osis y D.
McCormick con Alex Tanous (Osis y McCormick, 1980).
Para los hinduistas y budistas, así como para los investigadores modernos,
la consciencia no es una cuestión de creencias sino una cuestión empírica,
basada en experiencias y observaciones muy concretas. Este material ha
sido objeto de numerosos artículos y libros. De acuerdo con Christopher
Bache, la evidencia en este campo es tan rica y extraordinaria, que los
científicos que no consideren que el tema de la reencarnación merece un
serio estudio “o están desinformados o son estúpidos” (Bache, 1988). En
vista de la importancia teórica de esta cuestión y su naturaleza altamente
controvertida, es fundamental examinar de forma detallada y crítica las
evidencias existentes antes de sacar conclusiones o emitir juicios respecto al
karma y la reencarnación.
Según Stevenson, la razón por la que los niños recuerdan su vida anterior
puede ser una circunstancia dramática relacionada con su muerte,
especialmente las que implican un shock que “posiblemente pudo atravesar
la amnesia”. El hecho de que los recuerdos más vívidos normalmente
incluyan los acontecimientos inmediatamente anteriores a la muerte, parece
apoyar esta explicación. Christopher Bache ofreció un detallado análisis del
material de Stevenson en su último libro, Dark Night, Early Dawn: Steps to
the Deep Ecology of Mind, donde sugiere que el proceso de la muerte puede
constar de varios pasos que, en los casos de Stevenson, permanecía
truncados e incompletos. Los individuos a los que hace referencia no
pudieron romper del todo sus lazos con el plano terrenal y pasar a otras
dimensiones de la realidad. En todos ellos, una nueva encarnación se dio en
un plazo relativamente corto y muy cerca del lugar donde habían vivido
anteriormente. (Bache, 1999).
Hay importantes razones para asumir que las experiencias de otras vidas
son auténticos fenómenos sui generis, que poseen, por su potencial
heurístico y terapéutico, importantes implicaciones para la psicología y la
psicoterapia. Se pueden experimentar de forma extremadamente real y
auténtica; a menudo permiten acceder a información precisa acerca de
diferentes períodos de la historia y de las culturas, e incluso de
acontecimientos históricos precisos. La naturaleza y calidad de esta
información a menudo está por encima de la formación de los individuos
que la comunican, e incluye detalles en los que queda patente que no se ha
recibido por vías ordinarias. En algunos casos, la precisión de estos
recuerdos puede verificarse objetivamente con minucioso detalle.
El mundo es ilusión
sólo Brahmán es real;
Brahmán es el mundo
La segunda persona que sugirió que los psicodélicos podrían resultar útiles
para los moribundos no fue un médico, sino el filósofo y escritor Aldous
Huxley. Estaba profundamente interesado tanto por las experiencias
místicas inducidas por psicodélicos como por los problemas relacionados
con la muerte y los moribundos. En 1955, cuando su primera mujer; María,
estaba muriendo de cáncer, utilizó una técnica hipnótica para contactar con
los recuerdos de varias experiencias extáticas espontáneas que había tenido
a lo largo de su vida. El propósito explícito de este experimento era facilitar
su transición al llevarla a un estado expandido de conciencia. Esta
experiencia inspiró la descripción de una situación parecida en su novela
Island (Isla), donde la medicina moksha, un preparado compuesto por
hongos psicodélicos, se utilizaba para ayudar a Lakshmi, uno de los
protagonistas, a enfrentarse a la muerte (Huxley, 1963).
Cuando llegué a Baltimore, fue una gran sorpresa para mí que la primera
reunión del equipo de investigación de Spring Grove tratara de terapia con
LSD a enfermos de cáncer. La idea de iniciar un proyecto especial de
investigación de este tipo surgió, por desgracia, de un miembro del
personal. A Gloria, una mujer de mediana edad muy popular entre sus
colegas, se le había diagnosticado un cáncer de pecho. El cáncer había
hecho metástasis y el pronóstico era bastante malo. Se deprimió mucho y
tenía miedo a la muerte.
En el estudio con LSD, cerca del 30 por ciento de los pacientes mostraban
una sorprendente mejoría, el 40 por ciento, moderada mejoría y el restante
30 por ciento permanecía sin cambios. En los pocos casos en que el nivel
descendía después de la sesión, la diferencia era mínima y sin relevancia
estadística (Kurland et al. 1968; Richards et al. 1972). En el estudio de
DPT, se encontraron resultados significativos y pautas importantes respecto
a ciertas escalas individuales, pero, en general, no aportó evidencias de que
la DPT pudiera reemplazar al LSD en la terapia psicodélica de pacientes
con cáncer (Richard, 1975). Esto coincidía con las impresiones y
observaciones clínicas de los terapeutas, quienes preferían casi por
unanimidad trabajar con LSD.
Hacia las cinco horas de sesión, decidí quitarme el antifaz de los ojos,
sentarme y contactar con mi entorno. Me senté en el sofá en un estado
de paz y relajación absolutas, escuchando música de meditación Zen
y mirando un sencillo ramo de rosas que había en un jarro de cristal
sobre la mesa. A veces cerraba los ojos y volvía a mi mundo interno.
Como vi más tarde en el vídeo que se tomó de la sesión, mi cara
estaba radiante y tenía la expresión de calma sagrada que tienen las
esculturas budistas. Durante un tiempo, sólo sentí un calor agradable,
un brillo dorado que me alimentaba, como una lluvia trascendental de
oro líquido. En un momento dado, vi un tazón con uvas en la
habitación y decidí probar algunas. Sabían a ambrosía y el tallo
parecía tan hermoso, que decidí llevármelo a casa como recuerdo.
Durante las semanas que siguieron a la sesión, Joan sintió un flujo tal de
energía que impresionó a los médicos. Su vitalidad les parecía chocante en
su grave estado clínico y expresaron claramente su sorpresa ante el hecho
de que todavía pudiera moverse y conducir. También dijeron que dudaban
que pudiera pasar el siguiente verano en California, como la familia había
planeado. Joan se sentía con confianza y creía que ello sería posible. El
tiempo le dio la razón; las vacaciones en California resultaron muy
significativas y gratificantes para toda la familia.
La segunda sesión resultó ser muy beneficiosa para Joan. Pudo reconciliarse
con su situación y decidió pasar los días que le quedaban centrada en su
búsqueda espiritual. Tras unas vacaciones con su familia en la Costa Oeste,
decidió decir adiós a su marido y sus hijos. Pensó que así podría ahorrarles
el doloroso proceso de ver su progresivo deterioro físico y podrían
recordarla llena de vida y energía. En California, Joan estuvo en estrecho
contacto con su padre, que estaba interesado en el crecimiento espiritual y
la introdujo a un grupo vedanta.
A finales de verano, Joan quiso tener otra experiencia con LSD. Nos
escribió preguntando si sería posible concertar una tercera sesión en
California. Le recomendamos que contactara con Sydney Cohen, un
psiquiatra de Los Ángeles con mucha experiencia en terapia psicodélica con
pacientes de cáncer y con licencia para utilizar LSD. Este es el relato de su
tercera sesión de LSD bajo la supervisión de Sydney Cohen. Esta vez, la
dosis fue de 400 microgramos.
Vi que volvía a ser de nuevo una niña, dependiente, pero esta vez con
una madre que cuidaba de mí, que quería hacerlo y disfrutaba
cuidándome. Encontré alivio y placer al recibir lo que nunca tuve de
niña. Hubo momentos para disfrutar el olor y la sensación de la fruta
—un hermoso mango, peras, melocotones, uvas—. Mientras las
miraba, vi el movimiento de sus células. Más tarde, disfruté de un
ramo de rosas, aterciopelado, fragante y maravilloso.
Insistió en que se le sirvieran las mismas comidas que a los demás, aunque
ya tenía el paso al estómago completamente obstruido y no podía tragar
nada. Masticaba la comida despacio, la saboreaba y después la escupía en
un cubo. La última tarde de su vida, estaba totalmente absorta
contemplando una puesta de sol. “Qué atardecer tan hermoso,” fueron sus
últimas palabras, antes de retirarse a su habitación. Aquella noche murió
plácidamente mientras dormía.
Una y otra vez, comparaban el Absoluto con una fuente de luz radiante, de
inimaginable intensidad, aunque insistían en que era diferente de cualquier
clase de luz que conozcamos en el mundo material. Describir el Absoluto
como luz, puede ser apropiado en cierto sentido, pero sería también
empobrecer algunas de sus características esenciales, especialmente el
hecho de que es un campo de consciencia inmenso e inconmensurable,
dotado de infinita inteligencia y poderes creativos. Otro atributo que
mencionan es su exquisito sentido del humor (“humor cósmico”).
Cuando nos encontramos con la Vacuidad, sentimos que se trata del vacío
primordial, de relevancia y proporciones cósmicas. Nos convertimos en
pura consciencia que conoce su nada absoluta; sin embargo, al mismo
tiempo, tenemos la extraña y paradójica sensación de toda su plenitud. Este
vacío cósmico es también algo completo y lleno, ya que nada parece faltar
en él. Aunque no represente nada de forma concreta y manifiesta, parece
contener toda la existencia en potencia. La Vacuidad trasciende las
categorías habituales de tiempo y espacio. No se puede cambiar, y se
extiende más allá de todas las dicotomías y las polaridades, como luz y
oscuridad, bueno y malo, estabilidad y movimiento, microcosmos y
macrocosmos, agonía y éxtasis, singularidad y pluralidad, forma y fondo, e
incluso existencia y no existencia.
El proceso de la Creación
Aquellos que experimentan el principio creativo cósmico en estados
holotrópicos de consciencia, a menudo intentan comprender el impulso que
conduce a la creación de mundos vivenciales. Sus percepciones acerca de la
“motivación” de lo divino para generar realidades fenoménicas contienen
interesantes contradicciones. Una categoría importante de estas
percepciones subraya la fantástica riqueza interior y el inconcebible
potencial creativo de la Consciencia Absoluta. Es tan abundante y
desbordante de posibilidades que, simplemente, necesita expresarlo
mediante el acto creativo.
Otra dimensión crítica del proceso creativo, dentro de esta categoría, parece
ser el ansia de experiencias propias del mundo material. Según dichas
percepciones, el Espíritu tiene un profundo deseo de experimentar todo lo
que es opuesto y contrario a su naturaleza, de explorar todas las cualidades
que en su estado prístino no tiene y convertirse en todo lo que no es.
La mejor explicación que he oído de las personas con las que he trabajado
es que el principio creativo cósmico queda atrapado en su propia
perfección. La intención creativa que hay detrás del juego divino es la de
crear realidades vivenciales que ofrezcan las mejores oportunidades para los
aventureros de la consciencia, entro ellas la ilusión del mundo material.
Para cumplir este requisito, dichas realidades deben ser convincentes y
creíbles al máximo detalle. Podemos poner como ejemplo una obra de arte,
una obra de teatro o una película. A veces puede ser representada y puesta
en escena con tal perfección que nos haga olvidar que los hechos que
presenciamos son ilusorios, y reaccionar ante ellos como si fueran reales.
También un buen actor o actriz puede en ocasiones olvidar su verdadera
identidad y fundirse temporalmente con el personaje que interpreta.
Existe otra importante razón de por qué es tan difícil liberarnos de la ilusión
de que somos individuos separados viviendo en un mundo material. Los
caminos de regreso a la fuente divina están repletos de penalidades, riesgos
y desafíos. El juego divino no es un sistema completamente cerrado. Ofrece
a sus protagonistas la posibilidad de descubrir la verdadera naturaleza de la
Creación, incluso de su propio estado cósmico. Pero los caminos que llevan
del autoengaño a la iluminación, y de regreso al origen, presentan serios
problemas; la mayoría de las posibles lagunas en la Creación están
cuidadosamente disfrazadas. Dichos riesgos y vicisitudes del camino
espiritual representan una parte importante del “tabú acerca de saber
quiénes somos”.
Esta manera de considerar los asuntos éticos puede resultar molesta, a pesar
del hecho de estar basada en experiencias personales muy convincentes en
estados holotrópicos. El problema es obvio cuando empezamos a pensar en
las consecuencias prácticas que esta perspectiva supondría para nuestra vida
y nuestra conducta cotidianas. A primera vista, considerar el mundo
material como una "realidad virtual” y comparar la existencia humana con
una película parece trivializar la vida y convertir en luz lo más profundo de
la miseria humana. Puede parecer que una perspectiva semejante niegue la
seriedad del sufrimiento humano y fomente una actitud de cínica
indiferencia, en la que nada importa realmente. De igual manera, aceptar el
mal como parte integrante de la Creación y ver su relatividad podría
considerarse una justificación para abandonar toda restricción ética y para
la persecución desmedida de nuestras metas más egoístas. También podría
parecer un sabotaje a cualquier esfuerzo de combatir activamente el mal en
el mundo.
Si es cierto que nuestra psique está gobernada por dos poderosas fuerzas
cósmicas, la hilotrópica y la holotrópica, que están en conflicto permanente
entre sí, ¿existe alguna visión de la existencia que pueda resolver esta
situación? Ya que ni la existencia separada ni la unidad indiferenciada son
plenamente satisfactorias por sí mismas, ¿cuál sería la alternativa?
Claramente, la solución no está en rechazar la existencia encarnada por
considerarla inferior y sin valor, e intentar escapar de ella. Hemos visto que
los mundos vivenciales, incluido el mundo de la materia, representan no
sólo un complemento importante y valioso, además de también
absolutamente necesario, al estado indiferenciado del principio creativo. Al
mismo tiempo, nuestros esfuerzos para encontrar plenitud y tranquilidad
interior fracasarán inevitablemente si sólo atañen a objetos y metas en el
plano material. Cualquier solución satisfactoria deberá por tanto incluir
ambas dimensiones, la terrenal y la trascendental, el mundo de las formas y
el que no las tiene.
Del mismo modo, los soldados de las tribus derrotadas por los aztecas eran
sacrificados en los altares. La crueldad azteca también es comparable a las
sangrientas empresas llevadas a cabo por los conquistadores españoles. Lo
mismo ocurrió con las hordas mongolas de Genghis Khan, que arrasó Asia
matando, saqueando y quemando pueblos enteros. Durante su incomparable
campaña militar, Alejandro el Grande conquistó todos los países de la zona
comprendida entre Macedonia y la India. Por su parte, los ambiciosos
intentos de expansión militar y religiosa desde el periodo romano antiguo
hasta el Islam, así como las cruzadas cristianas, centraron sus esfuerzos en
el uso de la espada y de las armas de fuego. El colonialismo europeo, entre
ellos el británico y las guerras napoleónicas, constituye otro de los ejemplos
de violencia e insaciable codicia.
Este ritmo ha seguido sin pausa a lo largo de todo el siglo XX. Se estima que
durante la Primera Guerra Mundial murieron unos diez millones de
soldados y unos veinte millones de civiles. Otras tantas personas murieron a
causa del hambre y de las epidemias galopantes. Durante la Segunda Guerra
Mundial, murieron casi el doble de personas. Este mismo siglo ha
presenciado la expansión alemana nazi y los horrores del holocausto, la
dominación de Europa del Este a cargo de Stalin, así como su Archipiélago
Gulag, y el terror civil de la China comunista. Esto, sin contar las víctimas
de las dictaduras de América del Sur, las atrocidades y los genocidios
chinos cometidos en Tíbet, o las crueldades del apartheid en África del Sur.
La guerra en Corea y Vietnam. Las guerras de Oriente Medio y las
matanzas en Yugoslavia y Ruanda constituyen algunos ejemplos de estos
derrames sangrientos sin sentido de los que hemos sido testigos durante los
últimos cien años. La codicia humana también ha encontrado formas nuevas
y menos violentas de expresión de acuerdo con la filosofía y la estrategia de
la economía capitalista centrada principalmente en el producto nacional
bruto, “el crecimiento ilimitado”, el saqueo de los recursos naturales no
renovables, y el consumo desmesurado. Por otro lado, una gran parte de
esta política económica despilfarradora, que tiene desastrosas
consecuencias ecológicas, ha estado orientada hacia la producción de armas
de un poder cada vez más destructivo.
Los animales del centro de la rueda representan los “tres venenos” o fuerzas
que, según las enseñanzas budistas, perpetúan los ciclos del nacimiento y de
la muerte, y son la causa de todo el sufrimiento en nuestras vidas. El cerdo
simboliza la ignorancia acerca de la naturaleza de la realidad y de nuestra
propia naturaleza; la serpiente representa el odio y la agresividad, y el gallo
simboliza el deseo y la lujuria que conducen al apego. La cualidad de
nuestra vida y nuestra capacidad para enfrentarnos a los retos de la
existencia dependen fundamentalmente del grado en el que seamos capaces
de eliminar o transformar estas fuerzas que gobiernan el mundo de los seres
vivos. Contemplemos ahora desde esta perspectiva el proceso de
introspección sistemática mediante estados holotrópicos de consciencia.
Conocimiento práctico y sabiduría trascendente
La ventaja más obvia que podemos obtener de un trabajo vivencial es tener
acceso a un conocimiento extraordinario sobre nosotros mismos, los demás,
la naturaleza y el cosmos. Cuando nos encontramos en estados
holotrópicos, podemos alcanzar una profunda comprensión de la dinámica
inconsciente de nuestra psique. Podemos así descubrir el modo en que la
valoración que tenemos de nosotros mismos y del mundo se halla
influenciada por los recuerdos olvidados o reprimidos de la temprana niñez,
la infancia, el nacimiento y la existencia prenatal. Además, en las
experiencias transpersonales podemos identificarnos con otras personas,
diversos animales, plantas y elementos del mundo inorgánico. Experiencias
de este tipo suponen una fuente muy rica de comprensiones profundas y
singulares acerca del mundo en que vivimos.
Las experiencias que se dan al revivir la segunda fase del parto (MPB III),
cuando la cérvix está dilatada y continuas contracciones impulsan al feto a
través del estrecho canal del útero, representan un amplio espectro de
escenas violentas (guerras y revoluciones sangrientas, matanzas humanas y
animales, abusos sexuales y asesinatos). Estas escenas contienen a menudo
elementos demoníacos, así como repulsivos motivos escatológicos. Con
frecuencia, pueden añadirse a la MPB visiones de ciudades en llamas,
lanzamiento de cohetes y explosiones de bombas nucleares. Aquí no nos
limitamos al papel de víctimas, sino que podemos participar en los tres roles
(el de víctima, agresor y observador emocionalmente involucrado).
Los temas relacionados con la guerra nuclear son de tal relevancia que me
gustaría ampliarlos con el material de un artículo fascinante de Carol Cohn,
titulado “Sexo y muerte en el mundo racional de los Intelectuales de
Defensa” (Cohn, 1987). Los Intelectuales de Defensa (DI) son civiles que
operan dentro y fuera del gobierno, trabajando a veces como oficiales
administrativos o consultores, otras en universidades o en gabinetes de
ideas. Son quienes crean la teoría que informa y legitima la práctica
estratégica nuclear de Estados Unidos (cómo llevar la carrera
armamentística, cómo disuadir del uso de armas nucleares, cómo afrontar
una guerra nuclear si fallan las fuerzas disuasorias y cómo explicar por qué
no es seguro vivir sin armas nucleares).
Una viñeta política que muestra la conexión entre la guerra nuclear y la
dinámica perinatal: Sadam Hussein embarazado de armas atómicas.
Carol Cohn asistió a un seminario de verano de dos semanas acerca de
armas nucleares, doctrinas de estrategia nuclear y control de armamento. Le
fascinó tanto lo que allí descubrió que pasó el año siguiente inmersa en el
mundo casi enteramente masculino de los Intelectuales de Defensa (a
excepción de las secretarias). Recopiló algunos hechos extremadamente
interesantes que confirmaban la dimensión perinatal de la guerra nuclear.
En sus propias palabras, este material confirma la importancia del tema del
“nacimiento masculino” y la “creación masculina” como importantes
fuerzas psicológicas que se esconden detrás de la psicología de la guerra
nuclear. Utiliza los siguientes ejemplos históricos para ilustrar su punto de
vista.
C. G. Jung creía que los arquetipos del inconsciente colectivo tenían una
poderosa influencia no solo en nuestro comportamiento como individuos
sino también en los acontecimientos de la historia de la humanidad. De
acuerdo con este punto de vista, todas las naciones y grupos culturales
podrían estar representando importantes temas mitológicos en su
comportamiento. En la década que precedió la Segunda Guerra Mundial,
Jung descubrió en los sueños de sus pacientes alemanes numerosos
elementos del mito nórdico de Ragnarok, o del crepúsculo de los dioses.
Según estas observaciones, concluyó que este era el arquetipo que estaba
emergiendo en la psique colectiva de la nación alemana y que esto
conduciría a una catástrofe de grandes proporciones que llegaría a la
autodestrucción.
Según Freud, “lo que se manifiesta como... un impulso inagotable hacia una
mayor perfección, puede fácilmente entenderse como resultado de una
represión instintiva en la que se basa todo aquello que es más precioso en la
civilización humana. El instinto reprimido nunca deja de esforzarse por
lograr una mayor satisfacción, que consistiría en repetir una de las primeras
experiencias satisfactorias. Ninguna reacción o substitución, ni ninguna
sublimación bastarían para suprimir la tensión persistente del instinto
reprimido” (Freud 1955).
El santo sabe que todas las esperanzas, deseos, amores y apegos que
las personas sienten por las distintas cosas —padres, madres, amigos,
cielos, la tierra, palacios, ciencias, obras, comida, bebida— son un
deseo de Dios, y que todos ellos son únicamente velos. Cuando los
seres humanos dejen este mundo y vean al Rey sin estos velos, sabrán
que eran velos y capas, que el objeto de su deseo era en realidad “ésa
única cosa” (Hines 1996).
Al igual que muchos otros sistemas esotéricos, la astrología fue una de las
víctimas del racionalismo y materialismo de la Revolución Científica. Fue
rechazada, no en base a pruebas científicas de que sus premisas fueran
falsas, sino por su incompatibilidad con las presunciones metafísicas de la
ciencia occidental dominada por el materialismo monístico. Existiendo
razones importantes más concretas para el rechazo de la astrología a cargo
de la ciencia materialista.
Este sistema referencial del que hablo implica relaciones angulares mutuas
entre diez luminarias (Sol, Luna y los ocho planetas) en el horóscopo natal
(aspectos) y las relaciones angulares entre las posiciones natales de los
mismos diez cuerpos y sus posiciones en cualquier momento particular
(tránsitos). Además, las relaciones de dichas luminarias con un sistema de
coordenadas que implican el eje ascendente/descendente y el eje zenit/nadir
tiene un papel importante en la astrología.
Los cuatro puntos en los que las coordenadas conectan con la circunferencia
del círculo tienen un sentido especial. Se denominan ascendente,
descendente, medio del cielo o zenit y nadir. El planeta que se eleva por
encima del horizonte en el momento del nacimiento, aparecerá en la carta
cerca del ascendente, el que está justo por encima de la cabeza se posiciona
en medio del cielo, y el que se está poniendo se señalará en el descendente.
El planeta situado al fondo de la carta estará debajo del pie, en la zona
invisible del cielo. Si un planeta se localiza, en el momento del nacimiento
de una persona, en una estrecha órbita en estos cuatro lugares, se considera
que el correspondiente arquetipo tiene una influencia particularmente fuerte
en la vida de esta persona.
Por contraste, la Luna refleja las partes de uno mismo que están ocultas al
ego consciente, la matriz profunda y el sí mismo psicosomático. Está
estrechamente relacionada con los aspectos emocionales e instintivos
reactivos de la personalidad y con los aspectos de la psique de los que
somos inconscientes. Dicho arquetipo muestra asociaciones con el principio
femenino, o yin, con la relación temprana madre-hijo y la infancia, con
importantes figuras femeninas de la propia vida y de la herencia ancestral.
Los arquetipos de los planetas que conforman aspectos importantes con la
Luna suelen ser particularmente importantes en la vida de la persona; lo que
se manifestará en las partes de la propia vida que están gobernadas por la
Luna.
Todas las luminarias forman también, las unas con las otras, tránsitos.
Cuando sucede esto, las energías arquetípicas de los planetas implicados
combinan, ya sea de forma armónica o discordante, dependiendo de sus
relaciones angulares. Por ejemplo, un tránsito duro que compromete a
Saturno y Plutón tiende a aportar imágenes y experiencias de matrices de
segunda y tercera clase, que describen los peores aspectos de la naturaleza
humana: violencia sin freno que se manifiesta en asesinatos, rituales
satánicos, guerras y revoluciones sangrientas, violaciones, sexualidad
perversa y pornográfica, y escatología. Saturno en relación dura con
Neptuno se asocia generalmente con imágenes de efectos letales de
sustancias químicas o radiación, polución y ‘útero malo.’ Los efectos de
Saturno y Urano son, en muchos aspectos, opuestos los unos a los otros;
tránsitos duros que implican a ambos arquetipos conducen a un conflicto sin
solución entre la constricción implacable y las poderosas energías que
luchan por la liberación.
Aunque, por regla general, menos poderosos que los tránsitos de los
planetas externos, el tránsito de Mercurio, Venus y Marte puede influir de
forma importante en el contenido de los estados holotrópicos. Los tránsitos
de Marte contribuyen al elemento de la energía impulsiva y a los motivos
de lucha, conquista y violencia. Los tránsitos blandos de Venus aportan a la
experiencia una calidad sensual, estética, amable y romántica. Los tránsitos
positivos de Mercurio facilitan la intuición intelectual y la
conceptualización adecuada de la experiencia. Los tránsitos duros en los
que intervienen Mercurio y Saturno, normalmente, presentan dificultades a
la hora de la integración intelectual de la sesión y una actitud escéptica con
relación a la experiencia.
Flora
Mientras trabajaba en el Centro de Investigaciones Psiquiátricas de
Maryland, fui invitado a una conferencia del equipo del Hospital del Estado
de Spring Grove. Uno de los psiquiatras estaba presentando el caso de
Flora, una paciente soltera de 28 años que había sido hospitalizada durante
más de ocho meses en una habitación aislada. Se habían intentado toda
clase de terapias, incluyendo el uso de tranquilizantes, antidepresivos,
psicoterapia y terapia ocupacional, pero todas ellas habían fracasado y se
estaba estudiando su traslado al pabellón de enfermos crónicos.
Las dos primeras sesiones de Flora con dosis altas de LSD no fueron muy
distintas de muchas otras que había conducido en el pasado. Tuvo que
enfrentarse a distintas situaciones de su tormentosa infancia y revivir
repetidamente secuencias de su lucha en el canal del parto. Fue capaz de
conectar sus tendencias suicidas violentas y sus dolorosos calambres
faciales con ciertos aspectos del trauma del nacimiento, así como descargar
gran cantidad de intensas emociones y tensiones físicas. A pesar de ello, las
ganancias terapéuticas parecían ser mínimas. En su tercera sesión de LSD,
no sucedió nada extraordinario durante las dos primeras horas; sus
experiencias fueron semejantes a las de las dos sesiones previas. De
repente, empezó a quejarse de que no podía soportar los dolorosos
calambres faciales. Ante nuestra vista, los calambres se acentuaron de una
forma grotesca y su rostro se heló en lo que solo podría describir como la
máscara del diablo.
Empezó a hablar con una profunda voz de varón, y todo lo relacionado con
ella se volvió tan distinto que no podía ver conexión alguna entre su
apariencia actual y su antiguo sí mismo. Sus ojos poseían una expresión de
malicia indescriptible, sus manos estaban agarrotadas y semejaban garras.
La energía extraña que se apoderó de su cuerpo y de su voz se presentó a sí
misma como el demonio. “Él” se volvió directamente hacia mí y me ordenó
que me alejara de Flora y que abandonara mis intentos de ayudarla. Ella le
pertenecía y castigaría a cualquiera que tuviera la osadía de invadir su
territorio. A ello le siguió un claro chantaje, una serie de funestas
descripciones de lo que me sucedería a mí, a mis colegas y al programa, en
caso de que no obedeciera. Es difícil describir la inquietante atmósfera que
evocaba dicha escena: casi se podía sentir la presencia intangible de algo
ajeno en la habitación. El poder del chantaje se vio ampliado con cierta
información concreta a la que la paciente no podía haber tenido acceso en
su vida cotidiana.
Me vi inmerso en un estrés emocional considerable que tenía dimensiones
metafísicas. Aunque había sido testigo de manifestaciones similares en
algunas sesiones de LSD, nunca habían sido tan realistas y convincentes.
Tuve dificultades para controlar mi miedo y la tentación a meterme en lo
que sentía podía convertirse en un combate activo con la presencia. Empecé
a pensar rápido, intentando escoger la mejor estrategia para la situación que
se había presentado. En un momento dado, sopesé seriamente la posibilidad
de incluir un crucifijo en nuestro arsenal terapéutico. Mi racionalización de
dicha idea se basaba en que evidentemente estábamos frente a un arquetipo
junguiano y que la cruz, bajo dichas circunstancias, podría funcionar como
remedio arquetípico concreto.
Muy pronto se me hizo evidente que mis emociones, ya fueran fruto del
miedo o de la agresividad, hacían más real a la entidad. No pude evitar
pensar en escenas de Star Trek, una serie de ciencia ficción, popular en los
Estados Unidos, en la que aparecía una entidad alienígena que se
alimentaba de emociones. Finalmente, me di cuenta que era básico que
permaneciera calmado y centrado.
Flora poseía otro stellium en su carta natal, una triple conjunción que
incluía a Urano, Júpiter y Saturno. Urano en combinación con Júpiter
constituye el arquetipo del rebelde contracultural. La conjunción
Urano/Saturno incide en la depresión agitada, los impulsos violentos que
pueden conducir a un daño estructural (tendencia a chocar de frente o
lanzarse a un precipicio), y hace proclive a los accidentes (el disparar a la
amiga). La conjunción Neptuno/Marte es característica de la fuerte adicción
a las drogas.
El examen del siguiente caso y sus correlatos astrológicos hace posible ver
las semejanzas y diferencias entre los dos casos. También nos muestra que
las manifestaciones de los mismos arquetipos y sus combinaciones no están
rígidamente determinadas. Los arquetipos astrológicos pueden hallar
distintas expresiones, siendo fieles a su naturaleza. Lo que deja espacio para
un grado considerable de creatividad libre dentro de la gama de los campos
arquetípicos.
Karen
Karen era una agraciada joven a punto de cumplir los treinta, rubia y ágil,
que desprendía una belleza soñadora y dulce. Exteriormente, parecía más
bien tímida y tranquila, pero era muy brillante y físicamente activa. Tuvo
una infancia difícil; su madre se suicidó cuando tenía tres años, y creció
junto a un padre alcohólico y su segunda esposa. Se fue de casa antes de
cumplir los veinte, y pasó por periodos de depresión y lucha, además de
fases de bulimia.
La historia de Karen representa el fin más dramático del continuo entre una
emergencia espiritual gradual y suave y la crisis extrema de la urgencia
espiritual. Aun así, muchos de los temas que rodean su experiencia se
aplican a cualquiera que pase por un proceso transformativo. Gran parte de
lo que vamos a describir lo pudimos observar de primera mano.
Durante el episodio parecía verse arrastrada por una enorme energía que la
atravesaba, llevándola a muchos niveles de su inconsciente, recuerdos,
emociones, así como otras sensaciones. Se tornó muy infantil, revivió
acontecimientos biográficos como el suicidio de su madre y los siguientes
abusos a cargo de su madrastra. En una ocasión, un recuerdo de la infancia
en la que era golpeada con un cinturón se transformó en la sensación de ser
un negro africano que era golpeado en un atestado barco de esclavos.
Se debatió en el dolor físico y emocional de su propio nacimiento biológico
y revivió repetidamente el parto de su hija. Experimentó la muerte en
muchas ocasiones y de distinta forma, y su preocupación por la muerte hizo
que sus cuidadores se preocuparan por la posibilidad de un intento de
suicidio. Sin embargo, era algo improbable a causa de la seguridad de su
entorno y la estrecha observación a que era sometida por sus cuidadores.
Todas las personas implicadas estaban atentas sin perderla nunca de vista,
mientras la alentaban a que mantuvieran sus experiencias en el plano
interno en lugar de expresarlas externamente.
Durante otro periodo, Karen tuvo la sensación de estar unida con la tierra y
su gente, temiendo que ambos fueran ser destruidos. Tuvo la visión de que
el planeta y su población iban camino a la aniquilación, y desplegó
sofisticadas visiones sobre la situación mundial. Contempló imágenes de
los líderes americanos y soviéticos con sus dedos en el “botón,” y ofreció
comentarios detallados, y a veces humorísticos, sobre la política
internacional.
Karen era muy psíquica, muy sensible y estaba muy sintonizada con el
mundo que la rodeaba. Era capaz de “ver a través” de todo aquel que tenía
en su entorno, en ocasiones anticipando sus comentarios y actos. Una
cuidadora había estado discutiendo de Karen antes de ir a verla. Al entrar en
la habitación, se sorprendió por la exacta reproducción que hizo Karen de
su conversación. Para incomodidad de los que la rodeaban, comentaba con
mucha franqueza los juegos interpersonales que observaba y de inmediato
se enfrentaba a cualquiera que fuera excesivamente controlador o rígido,
negándose a colaborar con él.
Estos son solo dos ejemplos de correlaciones notables entre las experiencias
holotrópicas y los tránsitos planetarios que se encuentran por regla general
en individuos que experimentan distintas clases de estados no-ordinarios de
consciencia. No me hago la ilusión de que dichas ilustraciones sacadas del
contexto de cartas astrológicas complejas, así como abstraídas y separadas
de experiencias holotrópicas vivas, convenzan a los lectores que no están
familiarizados con la astrología. La civilización euro-americana está bajo
un influjo tan fuerte de la ciencia materialista que normalmente lleva años
de investigación de los estados holotrópicos y una amplia exposición
personal a ellos el que podamos ser capaces de romper su embrujo y aceptar
las revisiones radicales que deberían hacerse en nuestra comprensión de la
psique humana y de la naturaleza de la realidad con el fin de acomodar los
nuevos datos.
No es sorprendente que este proceso sea tan difícil y que se encuentre con
tantas resistencias. La amplia gama de observaciones que ponen en
entredicho nuestras suposiciones, a partir de los estados holotrópicos y de la
astrología, no pueden manejarse mediante un pequeño parche conceptual o
un ajuste cosmético provisional, utilizando pequeñas hipótesis ad hoc.
Implican una drástica valoración que pone en entredicho, y sustituye, las
suposiciones y creencias metafísicas más básicas de la ciencia materialista.
Estas consecuencias específicas para la psicología y la psiquiatría van más
allá de las que hemos discutido anteriormente: un modelo más amplio de la
psique, una estructura de varios niveles, y mucho más compleja, de los
trastornos emocionales y psicosomáticos, el concepto de un ‘radar interno,’
y el uso de una inteligencia sanadora interior, así como otras
consideraciones.
¡Pero esto no es todo! En los cursos que, bajo la rúbrica Psique y Cosmos,
Richard Tarnas y yo impartimos en el Instituto de estudios integrales de
California (CIIS), dedicamos una sesión a analizar a los fundadores de
distintas escuelas de psicología profunda y al estudio de su carta
astrológica. Pronto se evidenció que no eran capaces de estudiar de un
modo objetivo las psiques de sus clientes y sacaban conclusiones generales
que permanecen válidas de un modo indefinido. Ven los problemas de sus
clientes mediante sus propias percepciones, o lentes distorsionadas,
determinadas por los aspectos de su propia carta y de sus propios tránsitos
en la época de la observación.
Ello plantea una cuestión muy interesante: ¿existe una amplia visión del
mundo que pueda acomodar a la astrología y asimilar sus descubrimientos?
A lo largo de los años, y no sin dificultades y tribulaciones, he llegado a la
conclusión de que existe una cosmovisión que puede absorber y explicar
mis experiencias y observaciones a partir de las investigaciones de la
consciencia, y a su vez incluir a la astrología. Sin embargo, difiere
diametralmente del sistema de creencias que domina la civilización
industrial occidental. Las correlaciones mostradas por la astrología son tan
complejas, intrincadas, juguetonas y altamente imaginativas que no dejan
lugar a dudas sobre su origen divino. Proporcionan una evidencia
convincente para un patrón maestro supremo que subyace a la creación, así
como de una inteligencia cósmica superior que lo crea.
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