MIO - CID - FRAGMENTADO (2) Booklet

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PRIMER CANTAR

El destierro del Cid

En este primer cantar se cuenta como el Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, es expulsado por el Rey Alfonso IV de
Castilla, por esta razón se ve obligado a abandonar sus tierras. Tras atravesar burgos deja a su mujer
Jimena y sus hijas, en el monasterio de San Pedro de Cerdeña y marcha hacia tierras de moros. Allí
conquista diferentes reinos y esto le proporciona muchos beneficios, los tesoros obtenidos los reparte entre
sus mesnadas y además le envía una parte de los beneficios a Alfonso IV para pedirle su perdón

El Cid convoca a sus vasallos; éstos se destierran con él. Adiós


del Cid a Vivar.

Envió a buscar a todos sus parientes y vasallos, y les dijo cómo el rey le mandaba salir

de todas sus tierras y no le daba de plazo más que nueve días y que quería saber quiénes de ellos
querían ir con él y quiénes quedarse.
A los que conmigo vengan que Dios les dé muy buen pago; también
a los que se quedan contentos quiero dejarlos.
Habló entonces Álvar Fáñez, del Cid era primo hermano: "Con vos
nos iremos, Cid, por yermos y por poblados; no os hemos de faltar
mientras que salud tengamos,
y gastaremos con vos nuestras mulas y caballos y todos
nuestros dineros y los vestidos de paño,
siempre querremos serviros como leales vasallos." Aprobación
dieron todos a lo que ha dicho don Álvaro. Mucho que agradece
el Cid aquello que ellos hablaron. El Cid sale de Vivar, a Burgos
va encaminado, allí deja sus palacios yermos y desheredados.
Los ojos de Mío Cid mucho llanto van llorando;
hacia atrás vuelve la vista y se quedaba mirándolos. Vio como
estaban las puertas abiertas y sin candados, vacías quedan las
perchas ni con pieles ni con mantos, sin halcones de cazar y sin
azores mudados.

Y habló, como siempre habla, tan justo tan mesurado:

"¡Bendito seas, Dios mío, Padre que estás en lo alto! Contra


mí tramaron esto mis enemigos malvados".
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Agüeros en el camino de Burgos

Ya aguijan a los caballos, ya les soltaron las riendas. Cuando


salen de Vivar ven la corneja a la diestra,
pero al ir a entrar en Burgos la llevaban a su izquierda. Movió Mío
Cid los hombros y sacudió la cabeza:
"¡Ánimo, Állvar Fáñez, ánimo, de nuestra tierra nos echan, pero
cargados de honra hemos de volver a ella!”

El Cid entra en Burgos

Ya por la ciudad de Burgos el Cid Ruy Díaz entró. Sesenta


pendones lleva detrás el Campeador.

Todos salían a verle, niño, mujer y varón,

a las ventanas de Burgos mucha gente se asomó.

¡Cuántos ojos que lloraban de grande que era el dolor! Y de los


labios de todos sale la misma razón:

"¡Qué buen vasallo sería si tuviese buen señor!"

Nadie hospeda al Cid. Sólo una niña le dirige la palabra para mandarle alejarse. El Cid se ve obligado a
acampar fuera de la población, en la glera.

De grado le albergarían, pero ninguno lo osaba, que a Ruy


Díaz de Vivar le tiene el rey mucha saña. La noche pasada a
Burgos llevaron una real carta con severas prevenciones y
fuertemente sellada mandando que a Mío Cid nadie le diese
posada, que si alguno se la da sepa lo que le esperaba:

sus haberes perdería, más los ojos de la cara,

y además se perdería salvación de cuerpo y alma.

Gran dolor tienen en Burgos todas las gentes cristianas de Mío


Cid se escondían: no pueden decirle nada.

Se dirige Mío Cid adonde siempre paraba;

cuando a la puerta llegó se la encuentra bien cerrada.

Por miedo del rey Alfonso acordaron los de casa

que como el Cid no la rompa no se la abrirán por nada. La gente


de Mío Cid a grandes voces llamaba,
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Con sus parientes hablaron, y al rey rogaron los dos que les los de dentro no querían contestar una palabra. Mío Cid
dispense el deber de ir a aquella reunión. picó el caballo, a la puerta se acercaba, el pie sacó del
Dijo el rey: "No le he de hacer, por gracia del Creador, porque a esas estribo, y con él gran golpe daba,
cortes vendrá Mío Cid Campeador, reparación le debéis, que agravio pero no se abrió la puerta, que estaba muy bien cerrada. La niña
tiene de vos. de nueve años muy cerca del Cid se para:
Quien no obedezca y no vaya a las cortes mando yo que se "Campeador que en bendita hora ceñiste la espada, el rey lo
salga de mis reinos y que pierda mi favor". ha vedado, anoche a Burgos llegó su carta, con severas

Ya ven que tienen que hacerlo los infantes de Carrión. prevenciones y fuertemente sellada.

Entonces con sus parientes celebraron reunión y aquel No nos atrevemos, Cid, a darte asilo por nada, porque si no

conde García en esa junta se halló: perderíamos los haberes y las casas, perderíamos también

es enemigo del Cid, siempre daño le buscó, los ojos de nuestras caras.
Cid, en el mal de nosotros vos no vais ganando nada. Seguid y que
éste es el que a los infantes de Carrión aconsejó.
os proteja Dios con sus virtudes santas."
Ya iban todos a la corte, porque el plazo se cumplió: Don Alfonso
el Castellano de los primeros llegó,
El Cid no tenía dinero para emprender el viaje al destierro, por ello pidió ayuda a su amigo Martín Antolinez.
el buen conde don Enrique, el buen conde don Ramón

-este conde padre fue de aquel buen emperador-, después el conde


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don Froila y el buen conde don Birbón. De todos aquellos reinos fue
El Cid, emprobrecido, acude a la astucia de Martín Antolínez. Las
mucho sabio varón, de las tierras de Castilla se encuentra allí lo
arcas de arena.
mejor. Allí está el conde García, al cual Crespo de Grañón llaman
Habla entonces Mío Cid, que en buen hora ciñó espada:
todos, Álvar Díaz, ese que en Oca mandó, Azur González, Gonzalo
Ansúrez el de León, y Pero Ansúrez, parientes todos de los de "¡Oh buen Martín Antolínez, el de la valiente lanza!" Si Dios me
Carrión. Diego y Fernando en Toledo estaban también los dos con da vida he de doblaros la soldada.
un gran bando de gente que allí les acompañó; maltratar a Mío Cid Ahora ya tengo gastado todo mi oro y mi plata,
era su mala intención.
bien veis, Martín Antolínez, que ya no me queda nada. Plata y oro
De todas partes del reino mucha gente se juntó, pero aún no necesito para toda mi compaña,
había llegado el que en buenhora nació y aquella tardanza al No me lo darán de grado, lo he de sacar por las malas. Martín,
rey le tiene de mal humor. con vuestro consejo hacer quisiera dos arcas, Las llenaremos de
arena por que sean muy pesadas bien guarnecidas de oro y de
clavos adornadas.

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El Cid, provisto de dinero por Martín Antolínez, se dispone a marchar.

Entonces Raquel y Vidas allí a un lado se apartaron:

"En verdad que esta ganancia él es quien nos la ha buscado." Dicen:


"Martín Antolínez, burgalés bien afamado,

merecido lo tenéis, os daremos buen regalo,


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calzas os podréis comprar, buena piel y rico manto. estas bodas resulte contento el Campeador."

La donación os hacemos, don Martín, de treinta marcos, y bien los Esto les ha dicho el moro y para atrás se tornó. Iban
habréis merecido si nos guardáis este trato, que vos sois el fiador jugando las armas cuando pasan el Jalón, como hombre
de aquello que hemos pactado." Lo agradece don Martín, recibe de buen seso a Molina se volvió.
los treinta marcos, de su casa quiere irse, ya se despide de Ya se marchan de Ansarera los infantes de Carrión, de día y
ambos […] de noche andan, no se dan descanso, no, dejan a la izquierda
Atienza, un fortísimo peñón,

Junto con su amigo Martín Antolinez fraguan un plan para engañar a unos judíos, llamados Raquel y Vidas. ya la gran sierra de Miedes detrás de ellos se quedó y por
Llevan dos cofres con arena y les mienten que contienen tesoros, estos hombres intercambian los cofres por esos montes Claros cabalgan más y mejor.
dinero.
A un lado dejan a Griza, la que Álamos pobló, y las
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cuevas donde a Elfa este Álamos encerró.
El Cid monta a caballo y se despide de la catedral de Burgos,
prometiendo mil misas al altar de la Virgen.
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Esto dicho, manda el Cid alzar su tienda en seguida. El Cid y
Los infantes abandonan a sus mujeres Lleváronse los
todos los suyos cabalgan a mucha prisa.
infantes los mantos y pieles finas y desmayadas las dejan,
La cara de su caballo vuelve hacia Santa María alza la
en briales y camisas, entre las aves del monte y tantas
mano derecha y la cara se santigua:
fieras malignas.
"A ti lo agradezco, Dios, que el cielo y la tierra guías;
Por muertas se las dejaron, por muertas, que no por vivas.
que con vos en deuda quedo de haceros cantar mil misas".
¡Qué suerte si ahora asomase el Campeador Ruy Díaz!

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Los monjes de Cardeña reciben al Cid. Jimena y sus
Los infantes se alaban de su cobardía
hijas llegan ante el desterrado.
"Los infantes de Carrión por muertas se las dejaron Ni la una
A la puerta llaman; todos saben que el Cid ha llegado.
ni la otra darse podían amparo
¡Dios, qué alegre que se ha puesto ese buen abad don Sancho! Con luces Los de Carrión por aquellos montes se van alabando:
y con candelas los monjes salen al patio.
"Ya de aquellos casamientos estamos muy bien vengados, no
"Gracias a Dios, Mío Cid, le dijo el abad don Sancho, puesto que
debimos por mancebas siquiera, haberlas tomado, porque para
os tengo aquí, por mí seréis hospedado." Esto le contesta
esposas nuestras son de linaje muy bajo.
entonces Mío Cid el bienhadado: "Contento, de vos estoy y
La deshonra del león ya se va vengando."
agradecido, don Sancho, prepararé la comida mía y la de mis
vasallos.
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Hoy que salgo de esta tierra os daré cincuenta marcos, si Dios
Los de Carrión ruegan en vano al rey que desista de la corte. Reúnese la corte. El
me concede vida os he de dar otro tanto.
Cid llega el postrero. El rey sale a su encuentro
No quiero que el monasterio por mí sufra ningún gasto. Para mi
Muy pesarosos están los infantes de Carrión
esposa Jimena os entrego aquí cien marcos;
a ella, a sus hijas y damas podréis servir este año. Dos hijas por las cortes que en Toledo don Alfonso convocó; tienen miedo
de que vaya Mío Cid Campeador.
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que nos pidan cuentas por aquello del león. De gran linaje niñas os dejo, tomadlas a vuestro amparo.
venimos, somos condes de Carrión. Muchos bienes nos A vos os las encomiendo en mi ausencia, abad don Sancho, en ellas y
llevamos que valen mucho valor, escarnio haremos a las hijas en mi mujer ponedme todo cuidado.
del Campeador. 17
Con estos bienes seremos ya ricos hombres los dos: podremos Un centenar de castellanos se juntan en Burgos para irse con el Cid.
casar con hija de rey o de emperador. ¡Qué gran comida le hicieron al buen Cid Campeador! Las
De gran linaje venimos, somos condes de Carrión; campanas de San Pedro tañían a gran clamor.
Por las tierras de Castilla iba corriendo el pregón de que se
escarnio haremos a las hijas del Campeador
va de la tierra Mío Cid Campeador.
antes que nos pidan cuentas por aquello del león." Después de
puestos de acuerdo a la corte van los dos, hicieron callar a todos, ¡Cuántos dejaron su casa, su tierra o su posesión!

Fernán González habló: En aquel día en la puente que pasa el río Arlanzón júntanse

"Nuestro Señor os bendiga, Mío Cid Campeador, pedimos a muchos guerreros, mas de ciento quince son. Todos iban en

vuestra esposa, pedimos primero a vos y a Minaya y a los demanda del buen Cid Campeador.

otros que están aquí alrededor Llega Martín Antolínez, con ellos se reunió,

que nos den nuestras mujeres, esposas por bendición, para y se van para San Pedro en donde está su señor.

llevarlas a aquellas tierras nuestras de Carrión:


Luego del destierro Rodrigo Díaz de Vivar empieza a avanzar hacia tierra de los moros, conquista el reino de
de lo que en arras les dimos tomaran ya posesión
Alcocer, al cual después de un tiempo vende y reparte las ganancias entre sus vasallos. Cuando empieza a
y así verán vuestras hijas las tierras que nuestras son, acumular riqueza le envía dadivas al rey Alfonso.

y que han de ser de los hijos que nos nazcan a los dos." No 28
receló ningún mal Mío Cid Campeador: Temor de los moros.
"Llevadlas y de algo mío yo les haré donación; vosotros Por todas aquellas tierras fue la noticia volando
disteis por arras unas villas de Carrión, yo quiero darles de que el Cid Campeador junto a Alcocer ha acampado que a
ahora tres mil marcos de valor, y mulas y palafrenes que tierra de moros vino y deja la de cristianos;
de buena talla son los campos que estaban cerca no se atreven a labrarlos. Muy alegres
y unos veloces caballos de montar para los dos y trajes y que se ponen Mío Cid y sus vasallos;
vestiduras de oro y seda en profusión. el castillo de Alcocer tributo les ha pagado.

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El moro se torna a Molina, presintiendo la desgracia de las hijas del Cid. Los viajeros entran en el
reino de Castilla. Duermen en el robledo de Corpes. A la mañana quédanse solos los infantes con El Campeador toma a Alcocer mediante un ardid.
sus mujeres y se preparan a maltratarlas. Ruegos inútiles de doña Sol. Crueldad de los infantes Esa gente de Alcocer al Cid ya le daba parias
"Decidme: ¿qué os he hecho, infantes de Carrión? Yo sin
y los de Terrer y Ateca también ya se las pagaban a los de
malicia os sirvo, vos tramáis mi perdición. De vosotros me
Calatayud esto muy mal les sentaba.
separo, gente mala y de traición.
Allí Mío Cid estuvo por más de quince semanas. Cuando ve el
Con vuestro permiso marcho, doña Elvira y doña Sol, poco me
Campeador que Alcocer no se entregaba un ardid se le ha
importa la fama de infantes de Carrión.
ocurrido y fue a hacerlo sin tardanza: las tiendas manda quitar,
Quiera Dios, y así lo mande, Él que de todo es Señor, que de
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deja una sola plantada, y se va Jalón abajo, con bandera 114


desplegada, todos con loriga puesta y ceñidas las espadas: Los infantes temen la batalla. El Cid los reprende.
taimado es el Cid y quiere tenderles una celada. Al Cid y a todos los suyos gran contento les entró, van a

Los de Alcocer que lo vieron ¡Dios y cómo se alababan! "Ya se le tener más ganancias y dan las gracias a Dios. Pero mucho

ha acabado al Cid todo el pan y la cebada. lo sintieron los infantes de Carrión,

Cargados van con las tiendas, una sola queda alzada. A guisa y al ver tanta tienda mora muy poco gusto les dio. Entonces los

de derrotado el Campeador se marcha, vamos a asaltarle dos hermanos se apartaron a un rincón: "Calculamos las

ahora, sacaremos gran ganancia, que, si no, los de Terrer para ganancias, pero los peligros no.

ellos han de tomarla, y si cogen el botín no querrán cedernos Ahora aquí en esta batalla tendremos que entrar los dos, me parece

nada; las parias que nos cobró hoy las volverá dobladas." Para que ya nunca volveremos a Carrión

salir de Alcocer mucha prisa que se daban. y que enviudarán las hijas de Mío Cid Campeador." Aunque

Cuando el Cid ya los vio fuera hace como que se escapa. Jalón hablaban en secreto, los oye Muño Gustioz y fue a contarlo

abajo corría, muy en desorden andaba. en seguida a Rodrigo su señor.

Decían los de Alcocer: "¡Ay, que el botín se nos marcha!" Ya todos, "Ahí tenéis a vuestros yernos. De tan valientes que son al ir a
grandes y chicos, a salir se apresuraban, entrar en batalla echan de menos Carrión.
con el ansia de coger, de lo demás se olvidaban: abiertas dejan Idlos vos a consolar, por amor del Creador,
las puertas, nadie se queda a guardarlas. Mío Cid Campeador que no entren en la batalla y se estén en paz los dos. Con vos
hacia atrás volvió la cara, vio que entre ellos y el castillo un gran nos basta a nosotros y ya nos valdrá el Señor." Mío Cid el de
espacio quedaba, manda volver la bandera y a gran prisa Vivar muy sonriente salió:
espoleaban. "¡Heridlos, mis caballeros, sin temor, el Cid gritaba, "Dios os guarde, yernos míos, los infantes de Carrión,
que con la ayuda de Cristo nuestra será la ganancia!" Ya vuelven
mis hijas en vuestros brazos están, más blancas que el sol. Yo
todos revueltos por medio de la llanada.
suspiro por batallas y vosotros por Carrión.
¡Dios, qué grande era el gozo de todos, esa mañana! Quedáos aquí en Valencia, holgad a vuestro sabor, que de
luchar con los moros ya entiendo bastante yo y a derrotarlos
me atrevo con merced del Creador."

CANTAR SEGUNDO 124


Los infantes deciden afrentar a las hijas del Cid Piden al
Cid sus mujeres para llevarlas a Carrión. EI Cid accede
Ajuar que da a sus hijas. Los infantes dispónense a
marchar Las hijas despídense del padre.
Bodas de las hijas del Cid
"Pidamos nuestras mujeres a este Cid Campeador. Diremos
En este cantar se inicia la reconciliación con el Monarca castellano una vez que Cid ha conquistado
Valencia y por supuesto enviando numerosos regalos al rey, el cual permite que la familia del Cid se reúna que las llevamos a heredades de Carrión para que vean allí
con él en Valencia, el mismo consciente las bodas de las hijas del Cid con los infantes de Carrión. El Cid las tierras que nuestras son.
recela de estos casamientos y hace a Alfonso IV responsable del mismo.
Saquémoslas del amparo de Mío Cid Campeador,

y por el camino haremos lo que nos plazca a los dos antes


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Suéltase el león del Cid. Miedo de los infantes de Carrión El Cid Discurso de Minaya al rey.Envidia de Garci Ordóñez
amansa al león. Vergüenza de los infantes El Rey perdona a la familia del Cid. Los infantes de Carrión codician las riquezas del Cid.
Estaba el Cid con los suyos en Valencia la mayor "Merced, nuestro rey Alfonso, por amor del Creador. Estas

y con él ambos sus yernos, los infantes de Carrión. Acostado manos os las besa Mío Cid el luchador,
en un escaño dormía el Campeador, ahora veréis qué que le hagáis merced os pide, válgaos el Creador.
sorpresa mala les aconteció. Los pies os besa y las manos cual cumple a tan gran señor. Vos, rey,
De su jaula se ha escapado, y andaba suelto el león, al le habéis desterrado, le quitasteis vuestro amor, pero aunque está en
saberlo por la corte un gran espanto cundió. tierra extraña el Cid su deber cumplió, a esos pueblos que se llaman
Embrazan sus mantos las gentes del Campeador y rodean Jérica y Onda ganó,
el escaño protegiendo a su señor. Almenar ha conquistado, Murviedro, que es aún mayor, a Cebolla
Pero Fernando González, el infante de Carrión, gana luego y el pueblo de Castejón,
no encuentra dónde meterse, todo cerrado lo halló, metióse bajo el Peña Cadiella, la villa que está en un fuerte peñón; con
escaño, tan grande era su terror. todas estas ciudades ya de Valencia es señor. Obispo hizo
El otro, Diego González, por la puerta se escapó gritando con por su mano Mío Cid Campeador, cinco batallas campales
grandes: "No volveré a ver Carrión. "Detrás de una gruesa libra y todas las gano.
viga metióse con gran pavor y, de allí túnica y manto todos Grandes fueron las ganancias que le ha dado el Creador, aquí tenéis
sucios los sacó. las señales, la verdad os digo yo.
Estando en esto despierta el que en buen hora nació y ve
cercado el escaño suyo por tanto varón. 101

Los infantes de Carrión piensan casar con las hijas del Cid
"¿Qué es esto, decid, mesnadas? ¿Qué hacéis aquí alrededor?"
Ya le besaron las manos y se entran a descansar,
"Un gran susto nos ha dado, señor honrado, el león." Se
manda el rey darles de aquello de que hayan necesidad. Ahora de
incorpora Mío Cid y presto se levantó,
los dos infantes de Carrión os quiero habla;
y sin quitarse ni el manto se dirige hacia el león: la fiera
en pláticas reservadas y misteriosas están.
cuando le ve mucho se atemorizó,
baja ante el Cid la cabeza, por tierra la cara hincó. El "La prosperidad del Cid muy para adelante va, le

Campeador entonces por el cuello le cogió, como quien lleva pediremos sus hijas para con ellas casar,

un caballo en la jaula lo metió. se crecerá nuestra honra y así podremos medrar". Y allí con

Maravilláronse todos de aquel caso del león y el grupo estas razones al rey Alfonso se van.

de caballeros a la corte se volvió.


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Mío Cid por sus yernos pregunta y no los halló, aunque los está
llamando no responde ni una voz. Cuando al fin los encontraron, Los infantes logran que el rey trate el casamiento

el rostro traen sin color tanta broma y tanta risa nunca en la El rey pide vistas con el Cid. Minaya vuelve a Valencia y entera al Cid de todo El Cid

corte se vio, tuvo que imponer silencio Mío Cid Campeador. fija el lugar de las vistas

Avergonzados estaban los infantes de Carrión, gran "Esta merced os pedimos, a vos, el rey y señor: queremos, si

pesadumbre tenían de aquello que les pasó. esta demanda tiene vuestra aprobación, que nos pidáis a las
hijas de Mío Cid Campeador, casar queremos con ellas, honra
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será de los dos". suelos y las paredes con tapices los taparon, telas de púrpura

El rey Alfonso un gran rato meditando se quedó: y seda y muchos paños preciados.

"Yo he echado de esta mi tierra al buen Cid Campeador, trabajé yo ¡Cuánto gusto os daría comer en aquel palacio! Los

por su mal y él por mi bien trabajó, caballeros del Cid todos se fueron juntando.

y no sé si el casamiento querrá aceptármelo o no, mas ya que Van entonces a buscar a don Diego y don Fernando: ya

vos lo queréis hablemos de la cuestión". A Álvar Fáñez de cabalgan los infantes, caminan para palacio

Minaya y a Bermúdez, a esos dos mensajeros de Ruy Díaz, el con muy buenas vestiduras, ricamente ataviados.

rey entonces llamó, ¡Qué bien y con qué humildad e el alcázar entraron! Los recibe
y a un aposento cercano con ellos dos se apartó. "Minaya y Mío Cid, con todos sus vasallos […]
Pedro Bermúdez, escuchad esta razón: Muy bien que me está […] El obispo don Jerónimo revistióse apresurado
sirviendo Mío Cid Campeador, y como él se lo merece le y en la puerta de la iglesia ya los estaba esperando, bendiciones les
concederé perdón; echó, la misa les ha cantado.
que venga a verse conmigo, si gusta, vuestro señor. Cuando salen de la iglesia cabalgan a muy buen paso, al arenal
Otras novedades hay en esta mi corte, y son de Valencia todos los del Cid marcharon.
que don Diego y don Fernando, los infantes de Carrión, con las ¡Dios, qué bien que juegan armas Ruy Díaz y sus vasallos! El que
hijas de Mío Cid quieren casarse los dos. en buenhora nació tres veces mudó el caballo.
Llevad vos este mensaje, que así os lo ruego yo, Satisfecho se halla el Cid de lo que estaba mirando. Buenos
decídselo de mi parte al buen Cid Campeador. jinetes allí los de Carrión se mostraron.

A honra lo habrá de tomar, que irá ganando en honor, si por Con las damas se volvieron y ya en Valencia han entrado, muy ricas

bodas emparienta con infantes de Carrión". bodas se hacen en el hermoso palacio […

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El Cid recela del casamiento

"Mi mujer, doña Jimena, sea lo que quiera Dios. A vos os


digo, hijas mías, doña Elvira y doña Sol, que con este
CANTAR TERCERO
casamiento ganaremos en honor,

pero sabed que estas bodas no las he arreglado yo:

os ha pedido y rogado don Alfonso, mi señor. Lo hizo con


tanta firmeza, tan de todo corazón, La afrenta de Corpes

que a aquello que me pedía no supe decir que no. Así en Este cantar narra diversos episodios en los que se muestran la cobardía y avaricia de los infantes de Carrión
como por ejemplo el incidente con el león o la cobardía de los infantes a la hora de entrar en batalla, para
sus manos os puse, hijas mías, a las dos. evitar la burla los infantes deciden abandonar Valencia alegando que van a visitar sus tierras y deciden
Pero de verdad os digo: él os casa, que no yo". vengarse del Cid deteniéndose en un bosque, allí azotan y violan a las hijas del Cid.

El Cid pide justicia al Rey y este convoca las cortes de Toledo. Se condena a los infantes de Carrión a
batirse en duelo contra los hombres de Cid. El relato termina con el anuncio de las bodas de las hijas del
Comienzan los preparativos de las bodas de las hijas del Cid, las cuales se unen a los infantes de Carrión. Cid con los hijos y reyes Navarra y Aragón (de mejor linaje que los anteriores).

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[…] Entonces se comenzó a adornar todo el palacio, los 112

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