Resumen Modulo 1 y 2 Comportamiento.
Resumen Modulo 1 y 2 Comportamiento.
Resumen Modulo 1 y 2 Comportamiento.
El estudio del comportamiento del consumidor, a través del análisis secuencial de los
tres grandes momentos del acto de compra: la pre compra, la compra propiamente
dicha y la poscompra, hace un invalorable e imprescindible aporte a las decisiones
de las distintas organizaciones sobre el entorno del consumidor:
● Organizaciones privadas con fines de lucro (empresas que ofrecen productos
y servicios al mercado).
● Organizaciones privadas sin fines de lucro (fundaciones, cultos religiosos,
asociaciones filantrópicas).
● Organizaciones públicas (Estados nacionales, provinciales y municipales,
universidades, hospitales, etc.).
Hay que tener presente que se puede abordar el estudio sobre la toma de
decisiones del consumidor desde cuatro perspectivas( también llamados modelos)
diferentes. Estas son:
¿Qué es decidir? La libertad del individuo está determinada, entre otros aspectos, por su
capacidad de decidir. Indudablemente, una frase para reflexionar. Si la capacidad de decidir
se mide, entre otros aspectos, por la capacidad de elegir, ¿qué es elegir? Es optar entre dos
o más alternativas, opciones o cursos de acción.
Trasladando lo expuesto al mundo del consumo, se observa que, para la mayoría de las
necesidades, los individuos disponen de una amplia variedad de alternativas (el
producto/servicio A, el B, el C... el N). En ese caso, ¿será, por analogía, un consumidor
libre? .
En algunas situaciones puntuales en que las economías presentes apuntan a desalentar y
hasta sancionar, los individuos no pueden optar, es decir, no pueden decidir entre varios
productos o servicios. Se trata de situaciones de monopolios artificiales (una corporación
que domine la fabricación o comercialización de un bien, como un software, por ejemplo) y
monopolios naturales (referidos a bienes muy específicos que solo un oferente puede
colocar en el mercado, como las aguas termales de un determinado lugar, por ejemplo).
A estos casos en los que el consumidor no puede elegir se los conoce como elección
Hobson. En realidad, no se trata ni de una opción ni de una decisión propiamente dicha,
pues estas situaciones contradicen la definición de decisión.
Algunas decisiones del consumidor conlleva un proceso largo y complejo. Por otra parte, en
el otro extremo, las decisiones pueden presentarse rutinarias y simples. En este variado
rango de complejidad, es posible distinguir tres niveles específicos:
● Solución extensiva de problemas: en este nivel el consumidor reúne mucha
información externa, principalmente sobre atributos y marcas, ya que la necesidad
es nueva o muy específica. En algunas situaciones el sujeto podría apuntar a la
búsqueda de información “exhaustiva” previa a la compra para sentirse que es un
conocedor de bienes y servicios.
● Solución limitada de problemas: en este nivel el consumidor necesita solo
información adicional sobre las marcas para discernir entre ellas. Por lo general, el
sujeto pudo haber adquirido ese producto en el pasado.
● Comportamiento rutinario de respuesta o solución común de problemas:en
este nivel el consumidor requiere muy poca o nada de información adicional, la
decisión se toma sin deliberación o esfuerzo alguno debido a que es muy similar a
situaciones pasadas.
MÓDULO 2
Reconocimiento de un problema o necesidad: se estableció que el proceso de toma de
decisiones se inicia con el reconocimiento de una necesidad o, más apropiadamente, de un
problema, entendiéndose como problema no necesariamente una situación angustiante y
negativa, sino como una situación que sugiere o reclama ser atendida y encauzada
(situación de decisión) a través de distintos cursos de acción.
El reconocimiento del problema está relacionado directamente con las necesidades. El
individuo es mucho más consciente de sus necesidades primarias, innatas o fisiológicas que
de las secundarias, adquiridas o psicológicas: reconoce mucho más fácilmente a las
primeras que a las segundas.
Una vez logrado ese reconocimiento de la necesidad el individuo pondrá en marcha un
comportamiento que lo conduzca a una meta: alcanzar, lograr, obtener, conseguir, comprar
algo que termine con esa necesidad; diremos, entonces, satisfacer esa necesidad.
Sin embargo, no todo reconocimiento del problema y, por ende, de una necesidad llevará a
la acción. La meta podrá ser deseada, pero determinadas circunstancias impedirán
alcanzarla: medios insuficientes para adquirir el objeto (dinero, por ejemplo), falta de
capacidad para alcanzar la meta (idoneidad insuficiente, por ejemplo), falta de tiempo para
emprender la búsqueda, discrepancia entre los integrantes de la pareja o de la familia,
incompatibilidad de la meta con los valores sociales, etcétera.
Entonces, ¿de qué depende que un problema sea fácil, no tan fácil o difícil de
resolver? Dependerá de la experiencia de la persona sobre el tema, de su conocimiento,
de su capacidad e idoneidad, de la información disponible, del tiempo y de los recursos o
medios disponibles. Por ello, hay personas que posponen no solo la .
El proceso de motivación
La motivación es la fuerza impulsora dentro de los individuos que los empuja a la acción.Es
decir, la motivación es el proceso que hace que los individuos se comporten como lo hacen
y surge cuando aparece una necesidad. Para una mejor compresión, observa el siguiente
esquema del proceso motivacional.
Como puede observar en la Figura 1, las necesidades y los deseos insatisfechos generan
un estado de tensión e impulsan al individuo a la acción (comportamiento) con el fin de
alcanzar una meta (objeto satisfactor deseado); sin embargo, el curso de acción elegido por
el sujeto es resultado de su personalidad, su percepción, sus actitudes, el aprendizaje y la
experiencia previa. De esa manera, la acción por emprender será la adecuada para lograr la
meta propuesta y reducir la tensión inicial.
Entonces, la fuerza impulsora (motivación) nace a partir de una tensión en el individuo
producida por una carencia, un malestar, una insatisfacción, una frustración o un deseo de
cambio. En términos de lo aprendido, diríamos que dicha tensión se produce por la
discrepancia entre el estado real y el estado deseado. Esa situación orienta al individuo a
querer revertirla con el objetivo de pasar a un estado más cómodo.
La diferencia significativa para la persona entre el estado real y el estado deseado marcada
por la combinación de la magnitud y la importancia genera una tensión en el individuo. Esa
tensión puede ser provocada por un electrodoméstico que no funciona, por una
remuneración laboral insuficiente, por una iluminación ambiental inadecuada, por un
sistema informático desactualizado, por vivir en un departamento demasiado pequeño, por
no tener un auto y viajar en transporte público, por los faltantes de la alacena, por el deseo
de realizar un viaje por placer, etcétera.
En otras palabras, cuando un consumidor se acerca a algún comercio a solicitar información
sobre algún producto o servicio, es porque se encuentra intentando reducir su estado de
tensión.
Algunos procesos motivacionales nos acercarán hacia algún objeto o conjunto de objetos (
Llamada impulso positivo ) y otros procesos motivacionales nos alejarán de otro objeto o
conjunto de ellos. ( Llamada impulso negativo ).
Es por ello que algunos autores identifican a los impulsos positivos con necesidades,
anhelos y deseos y a los impulsos negativos con temores y aversiones. No obstante, en
ambos casos, se puede determinar la diferencia entre el estado real y el estado deseado
que genera la tensión y moviliza al individuo a modificar la situación inicial para llegar a la
meta.
Tanto la motivación positiva como la negativa posibilitan el inicio y el mantenimiento de una
conducta; por ende, habrá metas positivas, referidas como el objeto buscado, y metas
negativas, referidas como un objeto evitado.
De manera similar a las diferencias entre impulsos positivos y negativos, el consumidor
centra la atención y la tensión en distintos aspectos de la diferencia entre su estado real y
su estado deseado.
Es importante expresar que el término racional está usado en el sentido estricto, tradicional
y objetivo; por ello, un individuo motivado con impulsos racionales actuará de una manera
objetiva, funcional, utilitaria, es decir, evaluará de acuerdo con la relación costo y beneficio.
Por otro lado, un individuo con impulsos emocionales causados por una tensión provocada
por una situación inicial desarrollará una evaluación más subjetiva y personal, sin atender
tanto o casi nada a los aspectos utilitarios.
Esto implica un elemento más de complejidad en el proceso de decisión del consumidor y,
más propiamente dicho, en el reconocimiento del problema y el estudio de la motivación: los
consumidores tenderán a evaluar de manera distinta los productos o servicios dependiendo
de si esperan beneficios económicos, funcionales (utilitaristas), o bien emocionales,
sentimentales, placenteros, fantasiosos (hedonistas).
● Existirán consumidores tendientes al utilitarismo (el hombre económico, aunque
también puede serlo el cognoscitivo), pero también situaciones de decisiones
utilitarias, como por ejemplo, cuando lo más importante del producto o servicio es la
eficiencia o eficacia con la que satisface la necesidad (un detergente para lavar la
vajilla). El consumidor, seguramente, elegirá el más eficaz –desengrasa
profundamente–, el más eficiente –con la menor cantidad– y el más económico –al
mejor precio–
● Existirán consumidores tendientes al hedonismo (el hombre pasivo, aunque también
puede serlo el emocional), pero también situaciones de decisión hedonista, como
por ejemplo, la misma consumidora que eligió utilitariamente el detergente para la
vajilla elegirá, de manera hedonista, el vestido de noche para una fiesta muy
importante.
● Existirán también situaciones en las que se combinen evaluaciones utilitaristas y
hedonistas, como por ejemplo, la evaluación sobre distintos departamentos de alta
categoría en una zona residencial muy de moda.
Es oportuno indicar un sentido más amplio de la palabra objeto al comúnmente usado.
Debe entenderse al objeto como fin o intento al que se dirige una acción. Es así como, en
este sentido generalizado, podemos entender a las metas y logros como objetos (por
ejemplo, el nuevo lavarropa es el objeto o meta por alcanzar, el título de la capacitación es
un objeto o meta por alcanzar, un corte de cabello es un objeto o meta por alcanzar).
Entre las motivaciones que nos alejarán de determinados objetos, podemos contar con
estos ejemplos: el sentido de la conservación del medio ambiente nos aleja de la
adquisición de envases plásticos no retornables y no reciclables, una alergia dermatológica
indica al consumidor no comprar prendas de tejido sintético, la afición a la música clásica
instrumental aleja a un individuo de la adquisición de música moderna y vocalista, entre
otros.
Toda conducta o comportamiento motivado conduce al logro o cumplimiento de una meta.
De acuerdo con su grado de definición, se habla de alguna de estas dos variantes:
● Meta genérica: Son las clases o categorías general de metas que los consumidores
perciben como una forma de satisfacer sus necesidades.
● Meta específica: Son aquellos bienes y servicios con marcas específicas que los
consumidores eligen para el logro de sus metas.
Para que surja en los individuos el reconocimiento de problemas, deben presentarse dos
momentos llamados estados.
Estado real o inicial: Se define el estado real o inicial como el punto de partida en el cual
la persona identifica la forma (producto o servicio) en que una necesidad está siendo
atendida.
Estado deseado o final: Se define el estado deseado o final como el modo (otro producto
o servicio) con el que desearía la persona satisfacer dicha necesidad.
La diferencia entre un estado y otro impele al consumidor a emprender una acción. Este
reconocimiento del problema de decisión dispararía el procesamiento de la información
interna (memoria, experiencias anteriores) y externa (ambiente comercial y no comercial) y
el proceso de motivación.
Dinámica de la motivación.
Uno de los aspectos de la motivación que todavía no se abordó en profundidad es su
dinámica. Como mencionamos anteriormente, las necesidades y las metas son
interdependientes. No puede existir una sin la otra. Si una persona tiene una necesidad, se
propondrá una meta para satisfacerla. Puede suceder que, en algunos casos, sea difícil de
detectar la necesidad que impulsó un comportamiento, debido a que el ser humano no está
consciente de sus necesidades en el mismo grado que lo está de sus metas.
De manera similar, las necesidades y las metas son variables porque están sujetas a la
condición física del individuo, su entorno e interacciones con los demás. La conducta
impulsada por la aparición de necesidades nunca cesa por las siguientes razones:
● Las necesidades nunca se satisfacen por completo: las necesidades siempre están
presentes en el individuo e impulsan acciones para cubrir o mantener los niveles de
satisfacción actual. Por ejemplo, una persona que a media mañana tiene hambre
consume un turrón para continuar con su jornada.
● Surgen nuevas necesidades a medida que satisfacen las necesidades más viejas:
las necesidades se ordenan de acuerdo con una jerarquía, según la cual, cuando se
satisfacen las necesidades de nivel inferior, surgen las necesidades de nivel
superior.
● El éxito y el fracaso influyen en las metas: cuando los individuos se plantean metas y
logran alcanzarlas, es probable que eleven sus niveles de aspiración, es decir, las
nuevas metas serán más altas que las anteriores. A la inversa, quienes no alcancen
sus metas es probable que reduzcan sus niveles de aspiración.
Metas sustitutas: Es sabido que los individuos pueden orientar su conducta hacia metas
sustitutas cuando no logran alcanzar las metas específicas. Si bien las metas sustitutas no
resultan tan satisfactorias como las metas primarias, permitirán aliviar, en cierta medida, la
tensión provocada por las necesidades insatisfechas. Siguiendo con el ejemplo del
matrimonio que desea vivir cerca de sus hijos y nietos, imagina que los ahorros de su vida
no le son suficientes para adquirir una nueva vivienda (meta primaria), pero sí para alquilar
una casa y vacacionar en la ciudad (meta sustituta).
Frustración y mecanismos de defensa: cuando las personas afrontan situaciones que les
impiden alcanzar sus metas, experimentan sentimientos de frustración. Esos sentimientos
pueden ser provocados por diferentes obstáculos como una característica personal del
individuo (la falta de poder adquisitivo, por ejemplo), o bien por un factor del ambiente físico
o social.
Ante una situación frustrante, los individuos reaccionan de forma diferente; por ejemplo,
habrá algunos que resuelvan sortear el impedimento de algún modo o establecer una meta
sustituta para salir de la situación; en cambio, habrá otros que decidan renunciar al objetivo
e interpretar su incapacidad como un fracaso personal.
Estos últimos son más proclives a adoptar un mecanismo de defensa para proteger su
autoestima. Los mecanismos de defensa son maneras o formas de redefinir una situación
decepcionante para proteger la imagen de uno mismo.
● Agresión: Cuando la frustración es intensa, el consumidor manifiesta una conducta
agresiva. Esta puede pasiva o activa
● Racionalización: Ante la incapacidad para alcanzar una meta, el consumidor
inventa razones convincentes que expliquen su fracaso.
● Regresión: Supone la adopción de una conducta infantil o inmadura como reacción
a la frustración.
● Retraimiento: Es cuando el individuo decide apartarse de la situación que le genera
frustración.
● Proyección:Es cuando la persona traslada la culpa de sus fracasos o
incapacidades a objetos, personas o situaciones.
● Ensoñación: Para protegerse de la realidad, el individuo decide satisfacer sus
necesidades de manera imaginaria.
● Identificación: Es cuando el individuo se identifica con otras personas o situaciones
para superar su estado de frustración.
● Represión:Supone alejar del estado consciente la necesidad insatisfecha, por temor
a la censura social o la incapacidad de satisfacerla.