Derecho Civil II Modos de Adquirir El Dominio

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CAPÍTULO II: MODOS DE ADQUIRIR EL DOMINIO Y DEMÁS

DERECHOS REALES.

1.- Aspectos Generales.

No existe un concepto legal que defina qué son los modos de adquirir
el dominio y demás derechos reales, entendiéndose por tales aquellos
hechos o actos jurídicos que producen efectivamente la adquisición del
dominio u otro derecho real, también se ha señalado que se trata de
hechos jurídicos a los cuales la ley les atribuye la facultad de hacer nacer o
traspasar el dominio.

En nuestro ordenamiento jurídico y de acuerdo a lo dispuesto en el


artículo 588 del Código Civil constituyen modos de adquirir el dominio y
demás derechos reales la ocupación, la accesión, la tradición, la sucesión
por causa de muerte, la prescripción adquisitiva y se agrega además la ley
(DL 2186; artículos 250, 252, 907 inciso 3° y 590 del Código Civil).

En general, los seis modos antes mencionados permiten la


adquisición de todos los derechos reales, sin embargo existen excepciones
a dicho principio como por ejemplo: la accesión y ocupación sólo sirven
para adquirir dominio, mientras que en virtud de la prescripción
adquisitiva no es posible adquirir las servidumbres discontinuas y
continuas inaparentes.

2.- Clasificaciones.

En atención a la preexistencia o no del derecho en el patrimonio de


un titular se clasifican en:
- Originarios, en caso que la hipótesis señalada por la ley haga nacer
por primera vez el derecho en un patrimonio, vale decir, el derecho
se crea sin ser derivado desde un patrimonio anterior (ocupación,
accesión y prescripción adquisitiva).

- Derivativos, en caso que el derecho ya estuviese radicado en un


patrimonio, siendo necesario para que el modo opere la transferencia
o transmisión a otra persona (tradición, sucesión por causa de
muerte).

De acuerdo con el o los objetos en que recae la adquisición del


dominio, se clasifican en modos de adquirir a título:

- Universal, en caso que lo adquirido sea el todo o parte de una


universalidad jurídica (Sucesión por causa de muerte, Art. 951)

- Singular, en el caso que lo adquirido sea una especie o cuerpo cierto


o un género determinado o determinable (tradición, prescripción
adquisitiva 1909, 1910 y 2512)

Según impliquen o no un desembolso patrimonial para el adquirente


se clasifican en modos de adquirir a título:

- Oneroso, entendiendo por tales aquellos modos que para operar


requieren de un desembolso patrimonial o pecuniario (tradición, en
el caso de que el título sea una compraventa por ejemplo).
- Gratuitos, aquellos que no implican un sacrificio pecuniario de parte
del adquirente para que operen (ocupación, accesión, prescripción
adquisitiva)
Finalmente, según requieran o no la muerte de una persona para
operar, hablamos de modos de adquirir:

- Entre vivos, no requieren de la ocurrencia de tal hecho jurídico.


- Por causa de muerte, requieren la muerte de una persona para tener
aplicación. (Sucesión por causa de muerte)

3.- El título y el modo de adquirir el dominio.

Apartándose del modelo adoptado por el Código Civil Francés,


nuestro legislador adoptó la referida dualidad para efectos de transferir el
dominio y demás derechos reales. Así, se entiende por título aquel hecho o
acto jurídico que sirve de antecedente para la adquisición del dominio,
mientras que el modo de adquirir, como ya se expresó, representa el hecho
o acto jurídico que produce eficazmente la adquisición del dominio.

Para clarificar lo anterior, podemos tomar como referencia el artículo


703 de nuestro Código Civil, norma que en lo pertinente señala que los
títulos translaticios son aquellos que sirven para transferir el dominio
citando como ejemplos la donación y la compraventa. Sin embargo, ese
título (compraventa por ejemplo) no basta para adquirir el dominio, dicho
en términos simples, quien compra no adquiere el dominio en virtud de ese
contrato, sino que logra aquello en la medida que opere un modo de
adquirir el dominio que en el ejemplo sería la tradición.

Así entonces, en nuestro derecho la existencia de un título (contrato)


sólo da derecho a exigir respecto del deudor la transferencia del dominio,
debiendo operar con posterioridad el respectivo modo de adquirir
(tradición) para que efectivamente se produzca la adquisición de tal
derecho siendo el ejemplo más claro de esto la compraventa de bienes
inmuebles.

Otro sistema existente en el derecho comparado lo constituye el


consensual o del efecto real del contrato, en virtud del cual el sólo título
resulta suficiente para transferir el dominio sin que resulte necesario el
modo de adquirir (Francia, Portugal, Italia)

4.- La Tradición.

Se encuentra regulada entre los artículos 670 y 699 del Código Civil,
siendo en este modo de adquirir en donde se observa con nitidez la
dualidad título-modo existente a la cual se hizo alusión previamente.

Nuestro artículo 670 define la tradición como un modo de adquirir el


dominio de las cosas que consiste en la entrega que el dueño hace de ellas
a otro, habiendo por una parte la facultad e intención de transferir el
dominio y la capacidad e intención de adquirirlo. Doctrinariamente en
cambio, se sostiene que la tradición es un modo de adquirir y una
convención (acto jurídico bilateral que extingue obligaciones de dar) por la
cual un sujeto denominado tradente transfiere el dominio, o bien,
constituye un derecho real a otra persona llamada adquirente y que
consiste en la entrega de la cosa con la intención de que éste último
también con intención en tal sentido, adquiera el derecho de que se trate.

En cuanto a sus características como modo de adquirir, se puede sostener


que tiene carácter derivativo; pudiendo ser a título universal (si se
transfiere el derecho real de herencia) o singular (respecto de los demás
derechos reales); a título gratuito (si su antecedente es por ejemplo el
contrato de donación) u oneroso (en caso que le anteceda una
compraventa o una permuta).

Continuando con los aspectos generales de la institución,


debiéramos señalar que si bien es cierto toda tradición consiste en una
entrega, no todas las entregas involucran una tradición. Lo anterior en el
entendido que la entrega o simple entrega como también se le denomina,
consiste en el traspaso material de una cosa a manos de otro sujeto y, para
que tal hecho alcance la categoría jurídica de tradición, es necesario que se
realice con la intención de transferir y adquirir el dominio en cada caso.
Ahora bien, como la intención constituye un elemento subjetivo, será
necesario encontrar la misma en el título que antecede al modo de adquirir
en comento, así, si ese título es translaticio de dominio permitirá sostener
que esa entrega fue realizada con la intención de transferir el dominio,
cuestión que no acontecerá si el título es de mera tenencia.

En segundo lugar, es preciso tener presente que la palabra tradición


se utiliza en el CC, tanto en el sentido ya mencionado, esto es, como modo
de adquirir el dominio y demás derechos reales, como también, en cuanto
título posesorio, modo de extinguir las obligaciones de dar y forma de
perfeccionar ciertos contratos.

A.- Requisitos de la Tradición.

En virtud de lo que dispone nuestro Código Civil, se puede afirmar que la


tradición posee como requisitos los siguientes:

- Tradente y adquirente capaces; como ya se explicó este modo


constituye además una convención y de acuerdo a lo que ya
conocemos en base al estudio de la teoría del acto jurídico, las
convenciones requieren siempre de dos intervinientes que en este
caso concreto toman los nombres de tradente y adquirente. Respecto
de estos sujetos y tal como se desprende del concepto legal, se exige
que el tradente tenga la facultad (capacidad de ejercicio) e intención
de transferir el dominio, en tanto que el adquirente debe tener
capacidad (de goce o adquisitiva) e intención de adquirir ese
dominio.

- Consentimiento de tradente y adquirente; este requisito resulta obvio


si entendemos que la tradición constituye un acto jurídico bilateral.
Sin embargo, nuestro legislador establece una situación especial en
el caso de las ventas forzadas que se hacen mediante decreto judicial
a petición de un acreedor (juicio ejecutivo), ya que en tal hipótesis el
tradente es el deudor y el juez su representante legal, planteándose
doctrinariamente que si bien es cierto el deudor no consentirá en la
venta forzada, tal anuencia ya fue otorgada al momento de la
celebración del acto o contrato cuyo incumplimiento motivó el
respectivo procedimiento judicial.

- Existencia de un título translaticio de dominio; requisito enunciado


en el artículo 675 del Código Civil. Cabe recordar que este tipo de
títulos no transfieren el dominio, sino que únicamente habilitan o
sirven para que tal transferencia se realice en virtud de la tradición
(Art. 703 del Código Civil).

- Entrega del bien; Como ya adelantáramos, la tradición siempre


consiste en la entrega, por ende este requisito tiene un carácter
esencial.
B.- Efectos de la tradición.

Para estudiar esta temática debemos distinguir los efectos que se


producen según sea el tradente dueño de la cosa o no:

- Si el tradente es dueño de la cosa que se entrega, la tradición


produce su efecto normal, esto es, posibilita la adquisición del
dominio u otro derecho real en las mismas condiciones que existía
tal derecho en el patrimonio de quien realiza la tradición.

- En cambio si el tradente no es dueño del bien que entrega, la


tradición tiene como único efecto el colocar a quien recibe la cosa
como poseedor de la misma, vale decir, en esta hipótesis la tradición
opera como título posesorio el cual, de cumplirse los requisitos
previstos en la ley, le permitirá igualmente llegar a adquirir el
dominio pero por la vía de la prescripción adquisitiva. (Art. 682 y
683)

C.- Formas de hacer la tradición.

Según cuál sea el tipo de bien objeto de la tradición, nuestro Código


Civil contempla distintas posibilidades, a saber:

- Tradición del dominio sobre bienes muebles (Art. 684); en este caso
la tradición se realiza significando una de las partes a la otra que le
transfiere el dominio y figurando dicha transferencia por alguna de
las formas que contempla la norma antes citada, así por ejemplo:
entregando las llaves del lugar en donde se encuentra el bien, por
encargarse el tradente de poner la cosa a disposición del adquirente
en el lugar convenido, permitiéndole a este último su aprehensión
material o mostrándole el bien de que se trate, entre otras.

- Tradición del dominio u otros derechos reales que recaen sobre


bienes inmuebles (Art. 686); a diferencia de los bienes muebles, la
tradición del dominio u otros derechos reales que recaen sobre
bienes raíces (con la excepción del derecho real de servidumbre), se
materializa a través de la inscripción del título (contrato) en el
Conservador de Bienes Raíces del lugar en el cual se encuentre
situado el inmueble y si dicho bien se encuentra situado en dos o
más territorios, debe procederse a su inscripción en ambos
Conservadores.

- Tradición del derecho real de prenda (Arts. 2384, 2386, 2389); bajo
esta hipótesis, la tradición se verificará en virtud de la entrega real
de la cosa constituida en prenda por el deudor al acreedor.

- Tradición del derecho real de servidumbre (Art. 698);


excepcionalmente y pese a tratarse de un derecho real que recae
sobre bienes inmuebles, la tradición se realiza a través de escritura
pública, pudiendo ésta ser la misma del acto o contrato.

- Tradición de los derechos personales o créditos (Arts. 699 y 1901);


en este último caso, el modo de adquirir el dominio se perfecciona
entre el acreedor y el cesionario mediante la entrega del instrumento
en el cual consta el crédito, dicho de otro modo con la entrega del
título.
D.- Época en que debe efectuarse la tradición.

En el común de los casos, la tradición tendrá lugar inmediatamente


después de la celebración del contrato, cuestión que recoge
normativamente nuestro Código Civil (Art. 681) al expresar que en la
medida que no exista un plazo pendiente o decreto judicial en contrario,
podrá pedirse la tradición de todo aquello que se deba. Establecida dicha
regla general, es posible distinguir tres circunstancias en las que no podrá
pedirse la tradición en tal oportunidad:

- Cuando el título contenga un plazo en relación con la entrega de la


cosa.
- Cuando el título contenga una condición suspensiva.
- Cuando exista un decreto judicial en dicho sentido, esto es, en caso
de retención o embargo del bien que debe entregarse.

E.- Inscripción en el Conservador de Bienes Raíces.

Tal y como ya se hizo mención, la tradición del dominio que recae sobre
bienes inmuebles se realiza a través de la inscripción del título en el
Registro de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces competente, esto
es, aquel en el cual se encuentra ubicado el inmueble. Sin perjuicio de ello,
es de suma relevancia destacar que la antedicha inscripción cumple
además otros roles en nuestro ordenamiento jurídico ya que además opera
como formalidad por vía de publicidad, permite conservar la historia
jurídica de la propiedad inmueble y, a su vez, constituye un requisito,
prueba y garantía de la posesión que recae sobre bienes raíces.

En relación con el rol de la inscripción conservatoria como formalidad por


vía de publicidad, se sostiene que ello dice relación fundamentalmente con
el carácter público de los registros del Conservador de Bienes Raíces, de
manera que aquellas inscripciones que se practican constituyen en
ocasiones una formalidad obligatoria para efectos de poner aquello en
conocimiento de terceros, a saber:

- Sentencia firme que declara la prescripción adquisitiva del dominio


que recae sobre bienes raíces.
- Gravámenes que recaigan sobre bienes inmuebles.
- Toda prohibición, embargo o retención que limite la libre disposición
del inmueble.

Por otra parte y tal como ya se adelantó, la inscripción conservatoria


posibilita mantener la historia jurídica de la propiedad y, en definitiva,
tener todos los antecedentes jurídicos respecto de las mutaciones que ha
sufrido el dominio sobre el bien raíz de que se trate. Así por ejemplo, si
alguien desea estudiar los títulos de un bien raíz, deberá concurrir al
Registro Conservatorio respectivo a fin de examinar en detalle el historial
de transferencias, transmisiones, gravámenes, prohibiciones u otras
circunstancias que hubieran afectado a la propiedad de que se trate.

Por otra parte y como veremos en el capítulo dedicado a la posesión,


la inscripción conservatoria constituye la piedra angular de la denominada
teoría de la posesión inscrita ya que únicamente a partir de que ella se
practique, es posible hablar de que he iniciado una posesión sobre bienes
inmuebles. En razón de lo anterior, es que se sostiene que la inscripción
en comento constituye un requisito de la posesión inscrita sobre bienes
inmuebles, ya que sin ella no es posible hablar de posesión al tenor de lo
que establece en forma expresa tanto el Mensaje de nuestro Código Civil,
como también, el artículo 724 de dicho cuerpo legal. Asimismo, la
inscripción en cuestión es garantía de la posesión inscrita puesto que
mientras ella subsiste el poseedor no pierde su carácter de tal. Finalmente,
la inscripción en el Conservador de Bienes Raíces competente, permite
probar la posesión sobre bienes raíces y a su vez, si ella tiene más de un
año y no fue cancelada resulta inadmisible probar la posesión material
para destruir la posesión inscrita.

Como podrá advertirse, la inscripción conservatoria no cuenta entre


sus roles el de constituir una prueba del dominio, sino que únicamente
acredita la posesión del inmueble. Lo anterior, encuentra su fundamento
en el hecho que no existe certidumbre en cuanto a que quien realiza la
tradición haya sido efectivamente el dueño ya que tal vez no recibió de
quien ostentaba el dominio del bien sino que simplemente de manos de un
poseedor. Así entonces, es usual acreditar el dominio en virtud de la
prescripción adquisitiva, esto es, acreditando una posesión inscrita y
continua durante los plazos que se exigen en la ley y ello además explica la
razón por la que en la práctica y al examinarse títulos referentes a bienes
raíces, se verifica una continuidad de inscripciones que comprendan el
plazo máximo de prescripción, esto es, diez años.

5.- La Ocupación.

Sin perjuicio del concepto legal de ocupación, es posible definir este


modo de adquirir el dominio como aquel que permite la adquisición de
aquellas cosas que a nadie pertenecen y cuya adquisición no se encuentra
prohibida por el Derecho Internacional o por la legislación chilena,
cuestión que se realiza mediante la aprehensión material del bien sumado
a la intención efectiva de adquirirlas.

De concepto antes mencionado se desprende los requisitos de este modo


de adquirir el dominio de las cosas:
- Debe tratarse de cosas que carezcan de dueño o que jamás han
tenido un propietario (animales bravíos), que lo han tenido alguna
vez (animales domésticos y cosas abandonadas).

- Necesariamente debe tratarse de bienes muebles, atendido que del


tenor literal del artículo 590 de nuestro Código, los inmuebles que
carecen de otro dueño pertenecen al Estado.

- Aprehensión material con ánimo de apropiación.

- La adquisición no debe estar prohibida por las leyes o por el Derecho


Internacional, como ocurrirá por ejemplo con una restricción
temporal de caza o pesca.

Finalmente y únicamente a modo de referencia es posible distinguir


tres clases de ocupación: de cosas animadas (caza y pesca); cosas
inanimadas; especies al parecer perdidas.

6.- La Accesión.

El artículo 643 de nuestro Código Civil, señala que al respecto que la


accesión es un modo de adquirir el dominio por el cual el dueño de una
cosa pasa a serlo de lo que ella produce o de lo que se junta a ella,
distinguiéndose entonces entre la accesión de frutos y accesión
propiamente tal. Sin embargo, la doctrina mayoritaria ha estimado que la
accesión de frutos no es propiamente un modo de adquirir el dominio sino
que constituye el mero ejercicio de la facultad de goce que en general
ostenta el dueño.

Quizás lo más destacable de la regulación de este modo de adquirir el


dominio, viene dado por la distinción que se realiza entre frutos naturales
o civiles, siendo los primeros aquellas utilidades o productos de la cosa
que se dan en forma periódica y conservando la cosa de la cual emanan,
mientras que los frutos civiles consisten en la utilidad que el dueño
obtiene de la cosa al conceder a un tercero el uso y goce de la cosa,
distinguiéndose en cada caso el estado en que puedan encontrarse tales
frutos al tenor de los artículos 645 y 647.

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