Fisiología, Aparato, Sistema, Organo Etc.

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Fisiología

La fisiología (del griego physiologia, conocimiento de la naturaleza) es la ciencia que se encarga de conocer
y analizar las funciones de los seres vivos. A partir de la reunión de los principios que proponen las otras
ciencias exactas (física, química, biología), esta disciplina otorga sentido a las relaciones entre los elementos
que dan vida al ser vivo.

La unidad básica de los seres vivientes es la célula, dentro de ella se encuentran los componentes que
determinan sus características y funciones. A medida que se complejiza la estructura celular, las funciones
se van expandiendo. La fisiología, por esto, es fundamental en su relación con todas las partes de la
medicina, especialmente con la anatomía.

Aparato

Aparato es un conjunto de piezas, mecánicas, electrónicas u orgánicas, o de individuos, dispuestos


sistemáticamente, para cumplir funciones específicas.

Son ejemplos de aparatos un auto, una computadora, un televisor, una radio, un aire acondicionado, el
aparato circulatorio, excretor, respiratorio, etcétera.

Sistema

Se entiende por un sistema a un conjunto ordenado de componentes relacionados entre sí, ya se trate de
elementos materiales o conceptuales, dotado de una estructura, una composición y un entorno
particulares. Se trata de un término que aplica a diversas áreas del saber, como la física, la biología y la
informática o computación.

El mundo puede abordarse desde una perspectiva sistemática o sistematicista, en la que todos los objetos
forman parte de algún tipo de sistema, desde las partículas de un átomo hasta la corteza cerebral, la
democracia representativa o los números enteros. Visto así, un sistema no es otra cosa que un segmento
de la realidad que puede estudiarse de manera independiente del resto, pero en el cual sus componentes
se hallan interconectados.

Órgano

Órgano es una palabra que proviene del término latino organum, y este del griego όργανο, el cual significa
instrumento o herramienta. Un órgano es, por lo tanto, un elemento complejo o unidad funcional que
opera dentro de una estructura cumpliendo una o varias funciones determinadas.

La palabra tiene aplicación en campos tan disímiles como la biología, la anatomía, la música, la política y la
comunicación, entre otros. Todos poseen en común el sentido etimológico de herramienta o instrumento.

Circulatorio

El sistema circulatorio, también conocido como sistema cardiovascular, se compone del corazón y los vasos
sanguíneos. Actúa transportando oxígeno y otros nutrientes a todos los órganos y tejidos del cuerpo.
También trabaja eliminando el dióxido de carbono y otros productos de desecho.

Tener un sistema circulatorio saludable es vital para tu salud y bienestar. Continúa leyendo a medida que
profundizamos en el sistema circulatorio, su función y lo que puedes hacer para mantener saludable tu
corazón y tus vasos sanguíneos.

¿Qué constituye tu sistema circulatorio?

Tu sistema circulatorio se compone de varias partes, incluyendo:

El corazón. Este órgano muscular funciona para bombear sangre por todo el cuerpo a través de una
intrincada red de vasos sanguíneos.

Las arterias. Estos vasos sanguíneos de paredes gruesas transportan sangre oxigenada lejos del corazón.

Las venas. Estos vasos sanguíneos transportan la sangre desoxigenada hacia el corazón.
Los capilares. Estos diminutos vasos sanguíneos facilitan el intercambio de oxígeno, nutrientes y desechos
entre tu sistema circulatorio y tus órganos y tejidos.

¿Cómo funciona?

Tu sistema circulatorio es vital para tu supervivencia. Su función es distribuir sangre y otros nutrientes a
todos los órganos y tejidos del cuerpo.

Los pequeños vasos sanguíneos llamados capilares facilitan el intercambio de oxígeno y nutrientes entre la
sangre y las células del cuerpo. El dióxido de carbono y otros productos de desecho, que son expulsados de
tu cuerpo, también son intercambiados a través de tus capilares. Estos capilares diminutos se diseminan
por todo el cuerpo para que puedan llegar a todas las células.

Sigamos la sangre en un circuito simple a través del sistema circulatorio para ver cómo funciona:

La sangre sin oxígeno regresa al corazón (el lado derecho) a través de las venas.

El corazón bombea esta sangre a los pulmones. En los pulmones, la sangre elimina el dióxido de carbono y
recoge oxígeno fresco.

La sangre recién oxigenada regresa al otro lado del corazón (el lado izquierdo), donde luego se bombea a
las arterias.

Eventualmente, la sangre entra en los capilares. Aquí, libera oxígeno y nutrientes a los órganos y tejidos de
tu cuerpo. Luego recoge dióxido de carbono y otros productos de desecho.

La sangre sin oxígeno regresa al corazón a través de las venas, y el ciclo comienza de nuevo.

Respiratorio

¿De qué partes consta el aparato respiratorio?

El aparato respiratorio incluye la nariz, la boca, la garganta, la tráquea y los pulmones.

El aire entra en el aparato respiratorio a través de la nariz o de la boca. Si pasa por las fosas nasales
(también llamadas "narinas") el aire se calienta y humidifica. Los pasajes nasales y otras partes del aparato
respiratorio están protegidos por pelos diminutos llamados "cilios", que se encargan de filtrar el polvo y
otras partículas que entran en la nariz junto con el aire que respiramos.

Las dos entradas de las vías nasales (la cavidad nasal y la boca) se unen en la faringe, o garganta, en la parte
posterior de la nariz y la boca. La faringe forma parte del aparato digestivo y del respiratorio porque
transporta tanto los alimentos como el aire.
En su parte inferior, la faringe se divide en dos conductos: uno para los alimentos (el esófago) y otro para el
aire. El esófago conduce al estómago. El pasaje exclusivo para el aire se cubre con una pequeña capa de
tejido denominada "epiglotis" cuando tragamos. De este modo, se impide que los alimentos o los líquidos
vayan a los pulmones.

La laringe es la parte superior del conducto exclusivo para el aire. Este conducto corto contiene un par de
cuerdas vocales, que vibran para generar sonidos.

La tráquea es la continuación del pasaje de aire por debajo de la laringe. Las paredes de la tráquea están
fortalecidas con anillos rígidos de cartílago que la mantienen abierta. Además, está revestida de cilios, que
expulsan los líquidos y las partículas extrañas de las vías aéreas para que no lleguen a los pulmones.

¿Cómo funcionan los pulmones y el aparato respiratorio?

Las células de nuestro cuerpo necesitan oxígeno para vivir. Cuando estas células hacen su trabajo, generan
dióxido de carbono.

Los pulmones y el aparato respiratorio permiten que el oxígeno presente en el aire entre en el cuerpo y que
el cuerpo se deshaga del dióxido de carbono al exhalar.

Cuando respiramos, el diafragma se mueve hacia abajo, en dirección al abdomen, y los músculos de las
costillas empujan a las costillas hacia arriba y hacia afuera. Esto hace que la cavidad torácica se agrande y
tome aire a través de la nariz y la boca para enviarlo a los pulmones.

Al exhalar, el diafragma se mueve hacia arriba y los músculos de la pared torácica se relajan. Esto hace que
la cavidad torácica se achique y empuje el aire hacia el exterior del aparato respiratorio a través de la nariz
y la boca.

Cada unos pocos segundos, con cada inhalación, el aire llena una gran parte de los millones de alvéolos. En
un proceso denominado "difusión", el oxígeno pasa de los alvéolos a la sangre a través de los capilares
(pequeños vasos sanguíneos) que revisten las paredes alveolares. Una vez que el oxígeno pasa al torrente
sanguíneo, la hemoglobina lo captura en los glóbulos rojos. Esta sangre rica en oxígeno fluye al corazón,
que la bombea a través de las arterias hacia los tejidos del cuerpo que necesitan oxígeno.

En los pequeños capilares de los tejidos del cuerpo, el oxígeno se desprende de la hemoglobina y pasa a las
células. El dióxido de carbono, producido por las células mientras cumplen su función, sale de las células y
pasa a los capilares. Allí, la mayor parte del dióxido de carbono se disuelve en el plasma de la sangre. La
sangre con un alto contenido de dióxido de carbono regresa al corazón a través de las venas. Desde el
corazón, la sangre se bombea hacia los pulmones, donde el dióxido de carbono entra en los alvéolos para
ser exhalado.
Muscular

¿Qué es el sistema muscular?

Al referirnos al sistema muscular, hablamos del conjunto de más de 650 músculos diferentes que
componen el cuerpo humano, la mayoría de los cuales pueden ser controlados a voluntad y que permiten
ejercer la fuerza suficiente sobre el esqueleto para movernos.

El sistema muscular del ser humano es vasto y complejo, constituyendo el 40% del peso de un adulto,
generando además la mayor parte de su calor corporal. Junto con el sistema óseo (huesos) y el articular
(articulaciones), constituye el llamado sistema locomotor, encargado de los movimientos y
desplazamientos del cuerpo.

Los músculos que componen este sistema están compuestos a su vez por células con alto nivel de
especificidad, lo cual les confiere propiedades puntuales como la elasticidad. Estas células, llamadas
miocitos, pueden someterse a estiramientos y compresiones intensas sin poner en riesgo (hasta cierto
punto) su constitución. Por ello las fibras musculares son tan resistentes y elásticas.

Los músculos, además, excitables eléctricamente, y es así como el sistema nervioso los controla.

Existen tres tipos esenciales de músculos:

Músculos esqueléticos o estriados. Se llaman así porque bajo el microscopio presentan estrías, así como
una forma larga característica. Además, son los que conectan con los huesos del organismo y permiten el
desplazamiento o el movimiento de las extremidades.

Músculos cardíacos. Como su nombre lo indica, son los músculos de la pared del corazón (miocardio), y son
músculos estriados con características precisas, ya que requieren estar interconectadas para poder
contraerse y expandirse de manera totalmente sincronizada.

Músculos lisos. Se les conoce también como viscerales o involuntarios, ya que no están comprometidos con
el movimiento voluntario del cuerpo, sino con sus funciones internas (sistema nervioso vegetativo
autónomo). Por ejemplo, el movimiento de los intestinos o del tubo digestivo, o de apertura o cierre del iris
en el ojo. Se reconocen fácilmente pues carecen de estrías como los tipos anteriores.

Partes del sistema muscular

Sistema Muscular

El músculo orbicular que hay en nuestros párpados permite abrir y cerrar los ojos.

El sistema muscular se compone de una variedad enorme de músculos, entre los cuales encontramos:

Músculos fusiformes. Aquellos con forma de huso, gruesos en la parte central y delgados en los extremos,
como los presentes en los miembros superiores e inferiores.

Músculos planos y anchos. Presentes sobre todo en la pared abdominal, movilizan y protegen a los órganos
internos inferiores.

Músculos abanicoides. Como su nombre lo indica tienen forma de abanico, y dos ejemplos importantes son
los pectorales (en el pecho) y los temporales (en la mandíbula).

Músculos circulares. Presentan forma de anillo, por lo que sirven para cerrar (al contraerse) o abrir (al
relajarse) diversos conductos, como el orificio anal por el que defecamos.
Músculos orbiculares. Semejantes a los fusiformes, pero tienen un orificio en el centro, por lo que permiten
abrir y cerrar otras estructuras. Un ejemplo es el músculo orbicular que hay en nuestros párpados.

Funciones del sistema muscular

Sistema Muscular

Los músculos deben ser fuertes y estar diseñados para el ejercicio continuo.

El sistema muscular es vital para el organismo, ya que se ocupa de mantener las cosas en movimiento. Por
ejemplo, el corazón es un órgano que no puede cesar de bombear sangre, pues nos ocasionaría la muerte.

Por ende, sus músculos deben ser fuertes y estar diseñados para el ejercicio continuo. Del mismo modo, los
movimientos digestivos, desde la tráquea a los intestinos, son responsabilidad muscular, o los respiratorios.

En segundo lugar, la musculatura permite el movimiento voluntario, que es la mejor forma de lidiar con el
entorno para los seres vivientes: nos permite movilizar el esqueleto y desplazarnos para cambiar de lugar, o
usar de un modo específico nuestras extremidades y construir alimentos, acariciar a nuestros seres
queridos o defendernos de un atacante.

Incluso gestos tan simples como mover nuestros ojos o sonreír, se deben a la acción puntual de algún
conjunto de músculos del cuerpo.

Oseo

¿Qué es el Sistema óseo?

Se denomina sistema óseo a la compleja y completa estructura compuesta por los 206 huesos del
esqueleto humano, así como los cartílagos, ligamentos y tendones que les permiten conectarse
adecuadamente a la musculatura o a otros huesos.

El sistema óseo, junto al muscular y al articular, constituye el aparato locotomor del cuerpo humano, es
decir, el que le permite el movimiento preciso y coordinado.

El sistema óseo está conformado entonces por:

Huesos. Estructuras rígidas, mineralizadas a partir de calcio y otros metales, son las partes más duras y
resistentes del cuerpo humano y de los animales vertebrados. En su interior, además, se halla la médula
que cumple con funciones hematopoyéticas (se crean los glóbulos rojos sanguíneos).

Cartílagos. Los cartílagos se encuentran en los extremos de los huesos, protegiéndolos al servirles de
amortiguación, para que uno no choque con otro, evitando así el desgaste. Se trata de estructuras flexibles
y gruesas, compuestas principalmente de colágeno.
Ligamentos. Tejidos fibrosos muy resistentes, densos y elásticos, que unen los huesos entre sí en los puntos
de rotación que son las articulaciones. Así, es vital para el movimiento, pero también para evitar que los
huesos se salgan de su lugar o se muevan antinaturalmente.

Tendones. Así como los ligamentos, se trata de tejidos fibrosos gruesos y elásticos, que unen la musculatura
a las piezas rígidas de los huesos, permitiendo que la fuerza de las células musculares se transmita a los
huesos y posibilitando así el movimiento voluntario.

Ver además: Fisiología

Funciones del sistema óseo

Sistema Óseo

Los huesos sirven como escudo interno, aislando y defendiendo los órganos vitales.

El sistema óseo cumple con las siguientes funciones:

Estructura. Los huesos del esqueleto le dan al cuerpo humano su forma definida y determinan su postura.
Brindan rigidez y sostén a los tejidos blandos, manteniendo todo en su respectivo lugar.

Protección. Al ser piezas duras y poco flexibles, los huesos sirven como escudo interno, como protección
contra las fuerzas provenientes de afuera del cuerpo, aislando y defendiendo los órganos vitales.

Movimiento. Junto a la musculatura, los huesos brindan al organismo la posibilidad de movimiento


coordinado voluntario, pudiendo así desplazarse, utilizar herramientas, etc.

Hematopoyesis. En la médula ósea se generan distintos tipos de células sanguíneas, e incluso sustancias
regulatorias.

Almacenamiento. En los huesos se guardan diversos minerales como el calcio y el fósforo, no sólo para
proveerles de dureza, sino para emplearlos luego como insumo en la contracción muscular y otros procesos
orgánicos, siendo así un almacén de recursos de último minuto. Por otro lado, los huesos permiten el
almacenamiento también de ciertos tipos de lípidos, en la médula amarilla de su interior.

Nervioso

¿Qué es el sistema nervioso?

Se llama sistema nervioso al conjunto de órganos y estructuras de control e información del cuerpo
humano, constituido por células altamente diferenciadas conocidas como neuronas, que son capaces de
transmitir impulsos eléctricos a lo largo de una vasta red de terminaciones nerviosas.
El sistema nervioso es común al ser humano y la mayoría de los animales cordados, los artrópodos, los
moluscos, platelmintos y cnidarios. Otros grupos animales, como los protozoos, los poríferos y las plantas,
en cambio, no poseen sistema nervioso diferenciado.

Este aparato de transmisión de energía química y eléctrica recorre el cuerpo entero y permite la
coordinación de los movimientos y acciones del cuerpo, tanto las conscientes como las reflejas, a partir de
lo cual se distinguen dos tipos de sistema nervioso: el somático y el autónomo. El primero se ocuparía de la
conexión entre las extremidades del cuerpo y el cerebro, mientras que el segundo se ocupa de las acciones
reflejas e involuntarias.

Estudios sobre la evolución del sistema nervioso indican que ya el filo de las esponjas, a pesar de no tener
células nerviosas, mostraban las bases genéticas para la aparición de este sistema. Se cree que la primera
neurona apareció hace 635 millones de años, en el período Ediacárico, y su evolución correría paralela con
el desarrollo de los ojos y otros sentidos complejos en los animales primitivos.

Partes del sistema nervioso

El sistema nervioso del cuerpo humano se divide en dos conjuntos:

Sistema Nervioso Central (SNC). Encargado del procesamiento de la información recopilada por los sentidos
y de la toma de acciones conscientes. Lo integran los siguientes órganos:

El encéfalo. Su parte más voluminosa, que abarca el cerebro, dividido en sus dos hemisferios; el cerebelo,
que integra las funciones motoras y está en la región de la nuca; y el tallo cerebral que conecta la médula
espinal al encéfalo, compuesto por mesencéfalo, protuberancia anular y bulbo raquídeo.

La médula espinal. Prolongación del encéfalo que va por dentro de los huesos de la columna vertebral y a la
que se conectan todas las terminaciones nerviosas del cuerpo.

Sistema Nervioso Periférico (SNP). El sistema nervioso periférico se compone de nervios, que recorren el
cuerpo y se dividen en dos grupos:

Nervios craneales. Son 12 pares de nervios ubicados, como su nombre lo indica, en la cabeza, en donde
controlan la información pertinente al rostro, cuello y sentidos principales, conectándolo todo al cerebro.

Nervios espinales. Son 31 pares de nervios que controlan la información del tronco y de las extremidades,
conectándose a la médula espinal.

partes del sistema nervioso

Funciones del sistema nervioso

Como se ha dicho antes, el sistema nervioso tiene la función básica de conectar los centros de
procesamiento nervioso como el cerebro, con la periferia de las extremidades y los diversos órganos del
cuerpo.

El primer lugar, esto permite activar la musculatura y propiciar el movimiento, tanto voluntario (caminar,
sujetar cosas, etc.) como involuntario (los movimientos del intestino, la respiración, los reflejos, etc.). En
segundo lugar, permite la coordinación sensorial de los estímulos, como el dolor y el tacto, y su transmisión
para ocasionar respuestas, lo cual es vital en la protección del organismo como un todo.
Linfático

El sistema linfático está compuesto de vasos y órganos especializados cuya función es permitir el retorno de
la linfa desde los tejidos hacia el torrente sanguíneo.

El sistema linfático es considerado parte de los sistemas circulatorio e inmune. Las funciones del sistema
linfático complementan a las del torrente sanguíneo, ya que regula el balance de fluidos en el cuerpo y filtra
los patógenos para evitar que ingresen a la sangre.

A veces es difícil encontrar información completa en los textos, así que si deseas saber más sobre qué es el
sistema linfático y sus partes, función y los órganos que lo componen, continúa leyendo.

Los vasos eferentes tributan en los troncos linfáticos, que se nombran según la región del cuerpo de la cual
drenan la linfa. Hay cuatro troncos pares: lumbar, broncomediastínico, subclavio y yugular; y un tronco
impar, el tronco linfático intestinal, que drena la linfa de la mayoría de los órganos del tracto
gastrointestinal. Este conducto se abre en la cisterna del quilo (cisterna de Pecquet), una dilatación que
existe aproximadamente a nivel de L2, y que marca el origen del conducto torácico.

Los troncos linfáticos convergen para formar los dos conductos linfáticos: el conducto linfático derecho y el
conducto torácico.

El conducto linfático derecho recibe linfa de la extremidad superior derecha y del lado derecho de la
cabeza, cuello y tórax.

El conducto torácico es un vaso más voluminoso que recibe linfa del resto del cuerpo.

Los conductos linfáticos drenan la linfa hacia las venas subclavias derecha e izquierda, que a su vez tributan
en la vena cava superior.

Los órganos linfáticos primarios sirven como sitio de formación y desarrollo de linfocitos. Existen dos
órganos linfáticos primarios: la médula ósea y el timo. La médula ósea contiene las células madre de las
cuales se originan los linfocitos. Los linfocitos B se desarrollan completamente en la médula ósea y los
linfocitos T surgen de las células madre de la médula ósea, pero luego viajan al timo para completar su
diferenciación.

El proceso de desarrollo de ambos tipos de linfocitos posee dos fases: la primera es una diferenciación y
proliferación independiente de antígeno, tras la cual los linfocitos están preparados para reconocer un
vasto número de antígenos. Luego, dentro de los órganos linfáticos secundarios, los linfocitos T y B sufren
activación dependiente de antígeno.

Órganos linfáticos secundarios


Los órganos linfáticos secundarios son el bazo, las amígdalas (tonsilas), el apéndice, los ganglios linfáticos, el
tejido linfoide asociado a las mucosas (MALT) y el el tejido linfoide asociado a las mucosas gástricas (GALT).
Al terminar su maduración en los órganos linfáticos primarios, los linfocitos se ubican en zonas específicas
de los órganos linfáticos secundarios, donde se encuentran con los antígenos por primera vez y
experimentan el proceso de maduración final denominado activación dependiente de antígenos,
mencionado anteriormente.

Endocrino

¿Qué es el sistema endocrino?

El sistema endocrino está formado por glándulas que fabrican hormonas. Las hormonas son los mensajeros
químicos del organismo. Trasportan información e instrucciones de un conjunto de células a otro.

El sistema endocrino influye en casi todas las células, órganos y funciones del cuerpo.

¿Qué hace el sistema endocrino?

Las glándulas endocrinas liberan hormonas en el torrente sanguíneo. Este permite que las hormonas
lleguen a células de otras partes del cuerpo.

Las hormonas del sistema endocrino ayudan a controlar el estado de ánimo, el crecimiento y el desarrollo,
la forma en que funcionan los órganos, el metabolismo y la reproducción.

El sistema endocrino regula qué cantidad se libera de cada una de las hormonas. Esto depende de la
concentración de hormonas que ya haya en la sangre, o de la concentración de otras sustancias, como el
calcio, en sangre. Hay muchas cosas que afectan a las concentraciones hormonales, como el estrés, las
infecciones y los cambios en el equilibrio de líquidos y minerales que hay en la sangre.

Una cantidad excesiva o demasiado reducida de cualquier hormona puede ser perjudicial para el cuerpo.
Los medicamentos pueden tratar muchos de estos problemas.

¿De qué partes consta el sistema endocrino?

Aunque hay muchas partes del cuerpo que fabrican hormonas, las principales glándulas que componen el
sistema endocrino son las siguientes:

el hipotálamo

la hipófisis

la glándula tiroidea

las glándulas paratiroideas


las glándulas suprarrenales

la glándula pineal

los ovarios

los testículos

El páncreas forma parte del sistema endocrino y también pertenece al sistema digestivo. Esto se debe a que
fabrica y segrega hormonas en el torrente sanguíneo y también fabrica y segrega enzimas en el sistema
digestivo.

El hipotálamo: se encuentra en la parte central inferior del cerebro. Une el sistema endocrino con el
sistema nervioso. Las células nerviosas del hipotálamo fabrican sustancias químicas que controlan la
liberación de hormonas por parte de la hipófisis. El hipotálamo recoge la información que recibe el cerebro
(como la temperatura que nos rodea, la exposición a la luz y los sentimientos) y la envía a la hipófisis. Esta
información afecta a las hormonas que fabrica y que libera la hipófisis.

La hipófisis: la hipófisis se encuentra en la base del cráneo, y no es más grande que un guisante. A pesar de
su pequeño tamaño, la hipófisis se suele llamar la "glándula maestra". Las hormonas que fabrica la hipófisis
controlan muchas otras glándulas endocrinas.

Tegumentario

El sistema tegumentario es el sistema corporal que rodea todo tu cuerpo; tanto literal como
metafóricamente hablando. Si te miras en el espejo lo ves, si miras cualquier parte de tu cuerpo lo ves, y si
miras a tu alrededor en el mundo exterior, lo ves. Este es el sistema que puede decirnos instantáneamente
si alguien es joven o viejo, el origen étnico o la raza de una persona o incluso dejarnos saber si alguien ha
estado de vacaciones recientemente.

También nos protege del daño y nos permite sentir el entorno que nos rodea. En términos generales, el
sistema tegumentario está compuesto por la piel y sus apéndices: tejido subcutáneo, fascia profunda,
uniones mucocutáneas y mamas. Este artículo discutirá la histología del sistema tegumentario en detalle
junto con algunas notas clínicas sobre ellos y el sistema tegumentario en su totalidad.

Componentes

El sistema tegumentario se compone de las siguientes partes:


 Piel
 Apéndices de la piel
o Pelos
o Uñas
o Glándulas sudoríparas
o Glándulas sebáceas
 Tejido subcutáneo y fascia profunda
 Uniones mucocutáneas
 Mamas
Funciones

La piel tiene una capacidad de renovación significativa y ejerce


capacidades cruciales para el funcionamiento normal del cuerpo humano.
Es una barrera eficaz contra patógenos potenciales y protege contra los
daños por radiación mecánica, química, osmótica, térmica y ultravioleta
(a través de la melanina). La piel también participa en una variedad
de procesos sintéticos bioquímicos, como la producción de vitamina D bajo la
influencia de la radiación ultravioleta, pero también la producción de
citocinas y factores de crecimiento.

Urinario

El sistema urinario está compuesto por los riñones, los uréteres, la vejiga
urinaria y la uretra, los cuales filtran la sangre y posteriormente producen,
transportan, almacenan y excretan orina (desechos líquidos) de forma
intermitente.

Al eliminar líquidos y desechos, el sistema urinario regula importantes


parámetros fisiológicos; tales como el volumen sanguíneo (y
consecuentemente la presión arterial), el pH de la sangre regulando
ácidos y bases, y el equilibrio electrolítico mediante sofisticados
mecanismos de reabsorción y excreción que dependen de las
necesidades del cuerpo.

 Dos riñones. Par de órganos de color oscuro, entre marrón y morado, que se ubican debajo de las costillas
y hacia el centro de la espalda. Su función es eliminar los desechos líquidos de la sangre en forma de
orina; mantener un equilibrio estable de sales y otras sustancias en la sangre; y producir eritropoyetina,
una hormona útil en la formación de los glóbulos rojos. Los riñones eliminan la urea de la sangre a través
de unas unidades de filtración diminutas llamadas "nefronas". Cada nefrona consiste en una bola formada
por pequeños capilares sanguíneos llamados "glomérulos" y por un pequeño tubo llamado "túbulo renal".
La urea, junto con el agua y otras sustancias de desecho, forma la orina al pasar a través de las nefronas y
bajar a los túbulos renales.

 Dos uréteres. Dos tubos estrechos que llevan la orina de los riñones a la vejiga. Los músculos de las
paredes de los uréteres se contraen y relajan continuamente para forzar la orina hacia abajo, lejos de los
riñones. Si la orina se acumula, o si se mantiene detenida, puede desarrollarse una infección del riñón.
Aproximadamente cada 10 o 15 segundos, los uréteres vacían cantidades pequeñas de orina en la vejiga.

 Vejiga. Un órgano hueco de forma triangular ubicado en el abdomen inferior. Está sostenida por
ligamentos unidos a otros órganos y a los huesos de la pelvis. Las paredes de la vejiga se relajan y dilatan
para acumular la orina, y se contraen y aplanan para vaciarla a través de la uretra. La vejiga típica de un
adulto sano puede almacenar hasta dos tazas de orina durante entre dos y cinco horas.

 Dos músculos del esfínter. Los músculos circulares que ayudan a que la orina no gotee cerrándose
herméticamente como una cinta de goma alrededor del orificio de la vejiga.

 Nervios de la vejiga. Estos nervios le avisan a la persona cuando es hora de orinar o de vaciar la vejiga.

 Uretra. Este tubo permite que la orina se expulse del cuerpo. El cerebro envía señales a los músculos de la
vejiga para que se contraigan y expulsen la orina. Al mismo tiempo, el cerebro envía señales a los
músculos del esfínter para que se relajen y permitan la salida de orina de la vejiga a través de la uretra.
Cuando todas las señales se suceden en el orden correcto, la persona orina normalmente.

Genital masculino

Función del aparato reproductor masculino


Como hemos dicho, la función biológica primordial del aparato reproductor masculino es la reproducción.
Esto pasa por diversas etapas que involucran a distintos órganos, en la medida en que se segregan las
hormonas sexuales que activan el proceso y predisponen el organismo para la reproducción.

Se produce el semen y los espermatozoides en los testículos y la próstata (10 a 14 días); se da la erección a
través del llenado de sangre del cuerpo del pene y, finalmente, luego del éxtasis durante el coito, se vacía a
través de la uretra el contenido seminal (eyaculación).

Partes y órganos del aparato reproductor masculino

aparato reproductor masculino

Los testículos son el principal órgano del sistema reproductor masculino.

El aparato reproductor masculino involucra los siguientes órganos y conductos:

Órganos externos (por fuera del cuerpo):

Testículos. El principal órgano del sistema, se encarga de producir tanto las hormonas sexuales masculinas
(testosterona, principalmente) como los espermatozoides (células reproductivas). Se encuentra alojado en
el escroto, una envoltura de tejidos y de piel que los recubre y protege.

Pene. Es el órgano copulador del sistema, formado por tres instancias: el glande, que es la punta y la región
más sensible; el cuerpo esponjoso, tejido del que forma parte el glande y que sostiene la uretra durante la
erección para permitir el paso del semen; y los cuerpos cavernosos, ubicados en la parte superior del pene,
los cuales se llenan de sangre y proveen de dureza y firmeza al pene erecto. Está normalmente cubierto por
el prepucio, una capa de piel que forma parte del escroto. También sirve al aparato excretor para expulsar
la orina del cuerpo.

Epidídimo. Se encuentra en la reunión de los conductos seminíferos, y se encarga de la maduración y


activación de los espermatozoides.

Conductos deferentes. Conectan el epidídimo con los conductos eyaculatorios, permitiendo la salida del
semen.

Órganos internos (por dentro del cuerpo):

Vesículas seminales. Producen un líquido alcalino y viscoso cuyo cometido es neutralizar la acidez de la
uretra (producto de la orina) y salvaguardar a los espermatozoides. Este líquido forma parte del 40% del
semen. Las vesículas se hallan junto a la próstata, detrás de la vejiga urinaria.

Próstata. Este órgano glandular es exclusivo del género masculino y se ubica detrás del recto, justo en la
base de la vejiga urinaria. Produce mucho del contenido seminal que nutre a los espermatozoides en su
viaje hacia el útero y además bloquea la salida de la orina durante el coito, para que no se mezclen las
funciones excretora y reproductora.

Uretra. El conducto que lleva la orina de la vejiga hasta afuera del cuerpo, también sirve en el caso del
hombre para llevar el semen hasta afuera.

Glándulas bulboretrales. Llamadas también glándulas de Cowper, se ubican bajo la próstata y segregan el
líquido preseminal, que limpia el ducto de la uretra y neutraliza su acidez, allanando el camino para la
eyaculación.
Genital femenino

Función del aparato reproductor femenino

Aparato reproductor femenino

Los óvulos segregan moléculas que atraen a los espermatozoides.

Como se ha dicho, la función del aparato reproductor de la mujer no podría ser más indispensable para la
especie: propiciar la fecundación y servir de recipiente al nuevo individuo hasta la culminación de su
gestación.

Sin embargo, no debe pensarse que dicha función es meramente pasiva. La producción de óvulos se inicia
con la pubertad, junto a la menstruación, a pesar de que las mujeres nacen con la cantidad total de óvulos
formados que dispondrá durante la vida.

Por su parte, los óvulos no esperan simplemente a ser fecundados, sino que segregan moléculas que atraen
a los espermatozoides hacia ellos y, una vez producido el encuentro, facilitan la absorción del contenido del
espermatozoide para obtener el cigoto. Se trata de un proceso complejo que se da en la conexión entre las
trompas de Falopio y el útero en donde se gestará el bebé.

Partes del aparato reproductor femenino

Aparato reproductor femenino

Las trompas de Falopio miden entre 10 y 13 cm.

El aparato genital de la mujer se compone de dos partes, cada una involucrando distintos conjuntos de
órganos, glándulas y conductos.

Órganos externos. Los genitales femeninos se conocen en su conjunto como la vulva, y son los necesarios
para llevar a cabo la cópula (relaciones sexuales con penetración del pene en la vagina). Esto comprende el
clítoris, los labios mayores y labios menores, el Monte de Venus y los orificios de la uretra y de la vagina.

Órganos internos. La mayor porción del aparato genital femenino está dentro del cuerpo, y abarca diversos
órganos que merecen mención aparte:

La vagina. Es el conducto que permite el ingreso del pene al interior del cuerpo femenino, acompañándolo
de la necesaria lubricación y secreción, durante el coito. Finalizado el embarazo, se ensancha y permite la
salida del recién nacido.

El útero. El saco en donde se produce la fecundación, se gesta el feto y lo contiene hasta el día del parto.

Los ovarios. Órganos en donde se gestan los óvulos y se los prepara para salir al útero, una vez por mes.
Suelen ser dos y también se encargan de la producción hormonal para el desarrollo sexual de la mujer.
Las trompas de Falopio. Conductos de entre 10 y 13 cm que conectan los ovarios con el útero, y en los que
puede darse la fecundación (pero rara vez se implanta el cigoto fecundado en ellos).

Los 5 sentidos

1. Los ojos traducen la luz en señales de imágenes para que el encéfalo las procese

Los ojos se ubican en las órbitas de la estructura ósea de la cabeza, protegidos


por hueso y tejido graso. La esclerótica es la parte blanca del ojo. Protege las
estructuras interiores y rodea un portal circular formado por la córnea, el iris y la
pupila. La córnea es transparente para permitir que la luz ingrese al ojo, y es
curva para dirigir la luz a través de la pupila, que se encuentra por detrás. La
pupila es, en realidad, una abertura en el disco coloreado del iris. El iris se dilata
o se contrae, y así regula cuánta luz pasa a través de la pupila y llega al
cristalino. El cristalino curvo luego centra la imagen en la retina, la capa interior
del ojo. La retina es una membrana delicada de tejido nervioso que contiene
células fotorreceptoras. Estas células, los bastones y los conos, traducen la luz
en señales nerviosas. El nervio óptico transporta las señales desde el ojo hasta
el encéfalo, el que las interpreta y forma imágenes visuales.
2. El oído utiliza huesos y líquido para transformar las ondas sonoras en señales
sonoras
Música, risas, bocinas de los autos, todas llegan a los oídos como ondas sonoras por el
aire. El oído externo actúa como embudo para transportar las ondas por el canal auditivo
(el meato acústico externo) hasta la membrana timpánica (“tímpano”). Las ondas sonoras
golpean la membrana timpánica, y crea vibraciones mecánicas en la membrana. La
membrana timpánica transfiere esas vibraciones a los tres pequeños huesos, conocidos
también como huesecillos del oído, que se encuentran en la cavidad llena de aire del oído
medio. Esos huesos, el martillo, el yunque y el estribo, transportan las vibraciones y
golpean contra la abertura al oído interno. El oído interno consiste en canales llenos de
líquido, incluida la cóclea, con forma espiralada. Cuando se produce el golpe de los
huesecillos, células pilosas especializadas que se encuentran en la cóclea detectan ondas
de presión en el líquido. Activan receptores nerviosos, con lo que envían señales a través
del nervio coclear hacia el encéfalo, el que interpreta las señales como sonidos.

3. Receptores especializados en la piel envían señales del tacto al encéfalo

La piel consta de tres capas principales de tejido: la capa externa (epidermis), la capa
media (dermis) y la capa interna (hipodermis). Células receptoras especializadas que se
encuentran en estas capas detectan las sensaciones táctiles y transmiten señales a
través de nervios periféricos hacia el encéfalo. La presencia y la ubicación de los
diferentes tipos de receptores hacen que ciertas partes del cuerpo sean más sensibles.
Por ejemplo, las células de Merkel se encuentran en la región más interna de la epidermis
de los labios, las manos y los genitales externos. Los corpúsculos de Meissner se
encuentran en la parte más superior de la dermis de la piel sin vello, como la yema de los
dedos, los pezones y las plantas de los pies. Ambos receptores detectan el tacto, la
presión y la vibración. Otros receptores del tacto incluyen los corpúsculos de Pacini, que
también registran presión y vibraciones, y las terminales libres de nervios especializados
que perciben el dolor, la picazón y las cosquillas.

4. Olfato: Sustancias químicas en el aire estimulan señales que el encéfalo


interpreta como olores
El sentido que detecta los olores se llama olfato. Comienza con receptores nerviosos
especializados ubicados en estructuras similares a vellosidades, denominadas cilios, en el
epitelio en la parte superior de la cavidad nasal. Cuando olemos o inhalamos por la nariz,
algunas sustancias químicas que se encuentran en el aire se unen a estos receptores.
Esto desencadena una señal que viaja en dirección ascendente por una fibra nerviosa, a
través del epitelio y la estructura ósea de la cabeza, hasta los bulbos olfatorios. Los
bulbos olfatorios contienen cuerpos de células neuronales que transmiten información a
través de los nervios craneales, que son extensiones de los bulbos olfatorios. Envían la
señal hacia los nervios olfatorios, hacia el área olfatoria de la corteza cerebral.

5. Asiento de los corpúsculos gustativos: la lengua es el principal órgano del gusto

¿Qué son todos esos pequeños bultos en la parte superior de la lengua? Se denominan papilas.
Muchas de ellas, incluidas las papilas circunvaladas (caliciformes) y las papilas fungiformes,
contienen corpúsculos gustativos. Cuando comemos, sustancias químicas de los alimentos
ingresan a las papilas y llegan a los corpúsculos gustativos. Esas sustancias químicas (o sustancias
sápidas) estimulan células gustativas especializadas dentro de los corpúsculos gustativos, con lo
que activan receptores nerviosos. Los receptores envían señales a las fibras de los nervios facial,
glosofaríngeo y vago. Estos nervios llevan las señales al bulbo raquídeo, la que las transmite al
tálamo y la corteza cerebral del encéfalo.

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