Platón
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FILOSOFÍA 6°
Prof. Luna, Luján
ser descartada. Por lo tanto, la reflexión es necesaria para adquirir conocimiento. En resumen:
el saber de lo más profundo o importante no debe dejarse en manos de cualquiera: sólo el
filósofo podrá responder adecuadamente a tan fundamentales preguntas.
Pero si el filósofo lo hace es porque ha adquirido previamente una "técnica": la que
consiste en dar las definiciones correctas. Uno de los propósitos capitales de Platón: el dar
cuenta de la realidad y, por lo tanto, en última instancia, el "salvar" las apariencias que para el
hombre común parecen constituir toda la realidad. El "conocimiento" que propugnan los
sofistas es, así, un reflejo del falso saber de la mayoría.
Poco a poco avanza Platón hacia lo que va a constituir su más sonada —y discutida—
doctrina filosófica: la teoría de las Formas o de las Ideas.
Los diálogos
Platón escribió diálogos en los que expuso sus ideas a través de los personajes. En ellos
aparecen Sócrates, otros sofistas, amigos de Platón y personalidades de la época.
Los diálogos de Platón suelen ser clasificados en tres grupos:
Los diálogos tempranos, denominados también socráticos o aporéticos (de aporía,
problema sin solución posible; del griego a = sin y porós = camino, es decir, “sin salida”), se
caracterizan por terminar en una dificultad y giran alrededor de una refutación. No establecen
una doctrina. Entre otros figuran Apología de Sócrates, Critón, Protágoras, Laques, Cármides,
Menón, Eutidemo y Cratilo.
En los diálogos de madurez, aparecen la doctrina de las ideas y la doctrina del
conocimiento o reminiscencia. El procedimiento argumentativo más importante es el empleo
de hipótesis. Son fundamentalmente Fedón, República, Banquete o Simposio y Fedro.
Los diálogos tardíos, en los que el diálogo es menos intenso; son más metodológicos y
la figura de Sócrates está desdibujada. Ellos son: Teeteto, Parménides, Sofista, Político, Filebo,
Timeo y Leyes. También se sabe por referencias de Aristóteles y Teofrasto (discípulo de Platón
y Aristóteles), que Platón dejó un legado de enseñanzas no escritas que habría impartido en la
Academia.
El eje central de la obra de Platón es la doctrina de las ideas. Por “idea” o “éidos”
Platón entiende el aspecto, la forma o el carácter común que tiene un conjunto de cosas
cuando es aprehendido por la inteligencia. Éidos en griego significa “forma” o “configuración
de algo”. Si bien el término original ha sido traducido como “idea”, lo que nos hace pensar en
un concepto, para Platón el significado de éidos era el de una característica o forma común
que puede ser aprehendida por el pensamiento.
Las ideas o formas son comunes a un conjunto de entidades, son universales. Son
realidades verdaderas y únicas. Y, al mismo tiempo, son modelo (“paradigma” o arquetipo) o
punto de referencia de las cosas sensibles, es decir, de aquellas que podemos percibir con los
sentidos. Platón sostiene que las cosas sensibles son imágenes o copias de las ideas. Por
ejemplo, el caballo es caballo porque participa de la idea de caballo que es la que establece los
parámetros de aquello que podemos considerar tal; una mesa será mesa porque participa de
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la idea de mesa, que también fija los parámetros de lo que se considera mesa. Y lo mismo
puede decirse de los seres humanos y de sus características.
Platón establece dos tipos de relación entre las cosas sensibles y las cosas inteligibles o
ideas: una de participación (méthexis) o presencia y otra de imitación (mímesis). Con la
doctrina de las ideas, Platón divide la realidad en dos mundos: el mundo de las ideas o mundo
inteligible y el mundo de las imágenes, apariencias o copias de las ideas o mundo sensible. En
el último vivimos los seres humanos. El mundo de las ideas está más allá de nosotros, es decir,
es “trascendente”. Entre todas las ideas, la idea soberana es la del Bien.
Entonces, según esta teoría filosófica, algunas ideas o nociones fundamentales no son
adquiridas por nuestra experiencia en el mundo sensible sino que son ideas innatas, es decir
que están en nuestra mente y se van revelando desde que nacemos. A esto en gnoseología se
lo llamó innatismo.
El filósofo rey
Platón creía que los filósofos eran los más capacitados para gobernar la polis ya que
eran ricos en virtud y sabiduría y habían contemplado la verdad. Sostenía que ellos estaban
destinados a mandar, es decir, a ser gobernantes de una polis bien gobernada. Este sistema
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fue denominado “sofocracia” (de sophós = sabio y cratos = gobierno) e influyó en muchas de
las ideas políticas de Occidente hasta nuestros días para legitimar gobiernos elitistas, es decir,
de pocos, que se consideran a sí mismos los mejores y más aptos para gobernar.
Estado
El desarrollo hace crecer el Estado y crecen las amenazas por lo que se necesitan
guardianes. Sólo podrá garantizarse que esta clase militar emplee su fuerza y poder en pos del
mantenimiento del orden y la justicia si saben en qué consiste el bien, por lo que se los
educará adecuadamente.
Y por último los guardianes-filósofos, clase superior que ordena y gobierna; guardianes
cuyas virtudes los convierten en aptos para gobernar y han sido formados por la filosofía y la
sabiduría a la que unos pocos pueden acceder.