De La Tie - Rra

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30/7/24, 22:00 De la tie­rra

De la tie­rra

El Diario de Chihuahua · 24 abr. 2022 · Gabriela Borunda Licen­ciada en Cien­cias de la Comu­ni­ca­ción y Maes­tra en Edu­ca­ción

Cuando uno es pea­tón y recibe de la reso­lana de golpe se pre­gunta qué estaba pen­sando Deza y
Ulloa cuando fundó esta ciu­dad en el desierto: en los ríos, en las minas, en la belleza del cielo.
Por que no, no hay nada más her­moso que la belleza del cielo en el desierto.

Pero esta ciu­dad amada, con su cate­dral barroca, y sus anti­quí­si­mas casas tiene la des­di­cha de
haber sido cons­truida muy al norte, donde la gente está ena­mo­rada de la arqui­tec­tura gringa
de los malls, el cemento y el car­tón.
El valor de la tie­rra, cuando des­pués de las vaca­cio­nes todos los niños decía­mos a coro “fui al
ran­cho”, ese pue­blito amado con arqui­tec­tura de tie­rra y ven­ta­nas vela­das por las cor­ti­nas de
punto teji­das por las abue­las.
Los tatua­dos somos un amor, un quede del barroco, el gusto por ador­nar la piel, por mucho
que la gente crea y diga que el cuerpo, el alma y la ciu­dad deben ser rec­tos y de gris cemento.
El pri­mer gran golpe a la ciu­dad se lo dio el gober­na­dor Oscar Flo­res, quien fue a la ciu­dad de
El Paso, Texas, vio las calles dere­chi­tas y deci­dió que igual que­ría las calles en Chihuahua, así
fue como cayó des­truido el anti­guo Tea­tro de los Héroes del que sólo sabe­mos que era muy
her­moso. Luego Patri­cio Mar­tí­nez en su recons­truc­ción de la ciu­dad des­truyó el her­moso
Hotel Apolo, sus leyen­das, su arte­so­nado, sus amo­res de fan­ta­sía, todo acabó en unas fuen­tes
pedo­rras que ni agua tie­nen. El exgo­ber­na­dor César Duarte le par­tió su mamá a las anti­guas
cons­truc­cio­nes sub­te­rrá­neas del cen­tro de la ciu­dad. Cuando ini­cia­ron la cons­truc­ción cen­tral
del enton­ces Vive­bús, se encon­tra­ron anti­guas cons­truc­cio­nes, que bien pudie­ron ser los
asen­ta­mien­tos rará­mu­ris pre­vios a su des­pla­za­miento a la sie­rra, anti­guos gru­pos nóma­das, o
sen­ci­lla­mente las cons­truc­cio­nes de los pri­me­ros colo­nos espa­ño­les. Pero en lugar de dete­ner
la obra y per­mi­tir que los arqueó­lo­gos entra­ran, se apre­su­ra­ron en lle­nar todo de cemento.
¡Que obse­sión con el cemento! Los que cre­ci­mos en edad y en inte­lecto bajo la luz de las con­-
ver­sa­cio­nes con Jesús Var­gas en el Cali­canto, recor­da­re­mos que aque­lla no era una casa, sino
media casa, Oscar Flo­res rebanó esa casa para hacer de la calle Aldama una calle recta, así que
lo que ocu­paba el foro Cali­canto era media casa.
La rei­vin­di­ca­ción del adobe aún está lejos, se requiere mucho amor y mucho dinero. El adobe,
cuyo nom­bre pro­viene de la voz árabe al-tub, es un ladri­llo crudo que se mez­cla con hojas y
paja para darle con­sis­ten­cia y que pos­te­rior­mente se seca al sol. Su uso se extiende por todo el
mundo, pues la tie­rra cruda es uno de los mate­ria­les de cons­truc­ción al alcance de casi cual­-
quier per­sona.
Los abue­los mue­ren y los hijos y nie­tos no quie­ren esas casas de adobe, pre­fie­ren una cajita de
ceri­llos cons­truida en la ori­lla de la ciu­dad -donde matan y no entie­rran­que la casa donde fue­-
ron niños. Es en parte culpa de una cul­tura impul­sada por los ban­cos que no otor­gan prés­ta­-
mos hipo­te­ca­rios sobre casas de adobe. Diga­mos que con­ven­ces al banco de que te preste
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30/7/24, 22:00 De la tie­rra

dinero, el pro­blema no es el adobe, para un eje­cu­tivo ban­ca­rio la his­to­ria del adobe sólo es tie­-
rra, el pro­blema de fondo es que estas casas están cons­trui­das en el Cen­tro His­tó­rico de la ciu­-
dad, hay turismo y venta, y el pre­cio del metro cua­drado es el mismo de un lote comer­cial. En
la colo­nia Obrera que no es tan cén­trica ni comer­cial el metro cua­drado fluc­túa alre­de­dor de
los $10,000.00, si ya jun­taste tus dos millo­nes de pesos para tu sueño de adobe, ahora suelta
otros 600 mil para repa­ra­cio­nes, repa­ra­cio­nes que no cual­quiera sabe hacer. El adobe no
soporta el recu­bri­miento de cemento, debe hacerse con adobe y baba de nopal. El adobe bien
techado dura siglos. Si los ban­cos creen que el adobe es una inver­sión efí­mera que vol­teen a
ver Paquimé.
Es muy triste pasear a los turis­tas y mos­trar­les nues­tra indo­len­cia frente a nues­tro pasado,
cada tres casas hay una casa de adobe a medio des­truir, el anti­guo acue­ducto colo­nial, ese que
yo en un alarde impru­den­cia infan­til cru­zaba corriendo, se cae en cier­tos sec­to­res, como en la
humil­dí­sima colo­nia Cam­pe­sina, las vecin­da­des de adobe, que podrían resol­ver parte de nues­-
tros pro­ble­mas habi­ta­cio­na­les, son vis­tas con des­dén y se dejan caer.
Espero una pla­nea­ción urbana más res­pon­sa­ble, que entienda que las casas no se pue­den con­-
ver­tir en tapias y que las tapias son pro­ble­mas urba­nos, una pla­nea­ción que res­cate nues­tro
pasado de tie­rra y no extienda la man­cha urbana hasta vol­ver esta ciu­dad un lugar inha­bi­ta­ble.
Un pro­grama de reha­bi­li­ta­ción del cen­tro que incluya cré­di­tos paga­bles para vivienda de
adobe es un sueño que muchos hemos soñado.
Yo que­ría hablar del nuevo pre­si­den­cia­lismo, del temor a ser opa­cado por una figura efi­ciente
y social­mente acep­tada como Mar­celo Ebrard, del peli­gro que Morena pos­tule a Javier Corral a
la Pre­si­den­cia de la Repú­blica, Félix Sal­gado Mace­do­nio ya se me hace un mal menor, pero
como quiero mucho mi vida y amo a mi fami­lia, deje­mos estos temas a otras per­so­nas, yo pre­-
fiero hablar de algo que nos hace muy chihuahuen­ses y que siem­pre lle­va­mos en el cora­zón,
aque­lla casa de adobe donde corri­mos de niños y que hoy que­re­mos recu­pe­rar.

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