Mateo. Características

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EVANGELIO DE SAN MATEO

El evangelio y sus características


Lic. Tomás montesinos gonzález
Biblista, teólogo y Lic. en literatura
tmontesinosglz@gmail.com
Mateo: Jesús el Mesías

Mateo se dirigió
principalmente a los
judíos. Su propósito y
temática eran demostrar
que Jesús es el Mesías
judío. Por esto su
Evangelio comienza con
el árbol genealógico de
Jesús, trazando el linaje
hasta el rey David y hasta
Abraham, el primer judío.
El método principal de Mateo
para presentar a Jesús como el
Mesías, consiste en citar
profecías del Antiguo
Testamento. La prueba es la
frase: “para que se cumpliese lo
que fue dicho por los profetas”
(Mateo 2,23) una y otra vez.
Mateo incluye 9 referencias del
Antiguo Testamento que no
aparecen en otro Evangelio.
- El evangelio de Mateo fue considerado en la Iglesia
de los primeros siglos como el primer «catecismo»
para educar en la fe a los creyentes.
- Ofrecía una gran cantidad de temas pastorales,
ligados a la vida cotidiana y significativos para su fe
- La comunidad cristiana vio reflejada en Mt, frente a
los falsos maestros, su propia lucha por ser fiel a las
enseñanzas de Jesús-Maestro (cf. 7,15; 24,24-26) y el
sendero seguro para caminar siguiendo su ejemplo
hacia el Padre (5,48).
- Papías de Hierápolis alabó ya en la antigüedad la
sucesión de los distintos capítulos que presenta el
evangelista Mateo por la exposición ordenada y amplia
de las distintas enseñanzas de Jesús de Nazaret, por las
indicaciones concretas respecto a la organización de la
Iglesia y a la vida de los cristianos.
- El texto evangélico está enmarcado en la historia de la
salvación, que comienza con el patriarca Abrahán (1,1) y
tiene su punto focal en la persona de Jesús, el
Emmanuel, que lleva a su cumplimiento los anuncios de
los profetas y abre a los hombres el horizonte de una
vida nueva con estas palabras:
«No piensen que he venido a abolir las enseñanzas
de la ley y los profetas; no he venido a abolirlas,
sino a llevarlas hasta sus últimas consecuencias»
(5,17), y concluye con la promesa de la presencia
eficaz del Señor: «hasta el final de este mundo»
(28,20).
Éstas son algunas de las particularidades de la obra de Mateo que
saltan fácilmente a los ojos del lector atento y que debemos tener
presentes al hojear el texto evangélico.
Las palabras de Jesús están recogidas en cinco extensos discursos,
precedidos por una sección narrativa, tejida también con dichos,
breves diálogos y enseñanzas del Maestro.
El texto está repleto de referencias al
Antiguo Testamento:
Hay 70 citas explícitas y unos 130 textos que se
refieren a la primera Alianza; por otra parte,
aparecen varias fórmulas semíticas, como atar-
desatar, Reino de los Cielos, carne-sangre.
Es característica la referencia explícita a la
«Iglesia», la comunidad de los creyentes en Jesús,
que, recogida en torno a su Señor, cumple
siguiendo su ejemplo la voluntad de Dios Padre.
El evangelio de la infancia que presenta Mateo (1,1–
2,23) se distingue del que presenta el evangelista Lucas
(1,1–2,52). Mientras que este último escribe desde el
punto de vista de María en un ambiente sereno y lleno
de alegría, Mateo otorga sobre todo importancia a los
episodios relacionados con la figura de José y subraya
un fondo más bien dramático, como la matanza de los
inocentes y la huida a Egipto.
Mateo nos presenta un evangelio antiguo, ligado al
evangelista Marcos y destinado a una comunidad
cristiana de origen judío.
Autor, lugar y fecha de composición

Pese al testimonio de Papías, quien escribe:


“Mateo ordenó las sentencias (logia=dichos) en
lengua hebrea, pero cada uno las traducía o
interpretaba como mejor podía”,
los estudiosos sostienen que el autor del Primer
Evangelio fue alguien distinto al publicano
Mateo. Fue un autor que escribió su obra hacia
el año 80 de nuestra Era.
Sobre lo dicho por Papías, caben decir 3
cosas: En primer lugar, “en hebreo” puede
significar también en lengua semita (incluido
el arameo). En segundo lugar, se refiere a los
logia o dichos del Señor y no a los relatos del
evangelio. Finalmente, la frase “cada uno lo
interpretaba como mejor podía” puede ser
una velada justificación de la interpretación
que el mismo Papías había hecho sobre la
base de esta agrupación de “dichos” de Jesús.
- Parece evidente que el relato de Mateo fue escrito
originalmente en griego y no es traducción del hebreo
como supone su testimonio.
- Además, es muy difícil que Mateo, que era discípulo del
Señor (Mt 9,9) y, por lo tanto testigo ocular de los hechos
que relata su evangelio, haya narrado el ministerio de
Jesús sin atender a la cronología y haya tenido que
recurrir a dos fuentes no apostólicas como son Mc y Q.
- En cuanto al autor, por lo que se deduce de su estilo y
las preocupaciones teológicas de su obra, lo más probable
es que se tratara de un cristiano de origen judío que
conocía el griego y que tenía cierta instrucción rabínica.
- El lugar de composición no se conoce con seguridad, pero todos
los indicios apuntan hacia un área en la que el judaísmo era
bastante influyente (veremos más adelante las constantes alusiones a
los usos y a la mentalidad judía).
- Sin embargo, difícilmente en Palestina, dado que el evangelio está
escrito en griego. La mayoría de los autores supone que Mateo fue
escrito en Antioquía o, en cualquier caso, en la región de Siria, y
hay algunos indicios que avalan esta suposición:
1) La estrecha relación entre el evangelio de Mateo y la Didajé,
un escrito de origen judeo-cristiano procedente del área de
Siria de finales del siglo I.
2) Ignacio de Antioquía conoce y cita
a Mateo a comienzos del siglo II.
3) La importancia de Pedro en este
evangelio puede ser un reflejo de la
influencia que éste ejerció en aquella
área geográfica (véase Gal 2,11-14).

Todos estos argumentos invitan a pensar


que Siria, o las regiones limítrofes de
Galilea, son la hipótesis más probable a la
hora de pensar en el lugar de origen de
este evangelio.
Fecha de composición de EvMt:
Tiempo posterior al año 70 por la
alusión a la destrucción de Jerusalén
en Mt 22,7. Teniendo en cuenta que
Mateo refleja un cierto desarrollo de
la reflexión teológica y de la
organización interna de la Iglesia, su
composición definitiva puede fijarse
entre los años 80 y 90. Tampoco
puede pensarse en una época más
tardía por el uso que Ignacio hace de
él a comienzos del siglo II.
3 CARACTERÍSTICAS DE LA COMUNIDAD DE MATEO:
a) Una comunidad judeo-cristiana
Es una comunidad judeo-cristiana. Hay varios indicios de ello. Mt no
explica los usos judíos, a diferencia de Marcos; muestra ciertas
preocupaciones de tipo rabínico; usa la palabra “justicia” en el sentido
y con el alcance que tenía en los medios judíos, y cambia
sistemáticamente “Dios” por “los Cielos” para hablar del Reino/
Reinado de Dios.
Mateo subraya la fidelidad de Jesús a la Alianza con Israel,
manifestada por “la Ley y los Profetas” (fórmula judía para nombrar
nuestro AT): Él “no viene a abolir, sino a cumplir” los mandatos de la
Ley (5,17). Observa el sábado y exhorta a practicar los mandamientos,
pero con una verdad, radicalidad, autoridad, y también misericordia
que no aparecen en la enseñanza de los rabinos.
b) En ruptura con el Judaísmo
- El Judaísmo que interactúa con Mt es el posterior al año 70 a.C.
- Es poco probable que haya habido una academia o reunión en
la ciudad costera de Yamnia, una reunión de todas las escuelas
judías de aquel entonces. La corriente de los fariseos se fortaleció,
la cual se impuso totalmente en los años siguientes.
- Para evitar la dispersión, las autoridades judías fijaron el canon
de los libros sagrados, prohibieron la traducción griega de los
LXX, y expulsaron a los grupos considerados “herejes”,
incluyendo entre ellos a los cristianos.
- ¿Se ha consumado la ruptura entre cristianismo y judaísmo en la
comunidad mateana? El uso de la expresión “sus sinagogas”
(4,24; 9,35; etc.) y “sus escribas” (7,29) parece confirmarlo. En
esta línea debe entenderse también el extenso y durísimo
“discurso antifarisaico” del cap. 23.
c) Abierta a los paganos
Para Mateo, el elemento de ruptura es la
apertura incondicional del pueblo elegido a
todos los hombres. Si bien el universalismo
existía en el judaísmo, se lo concebía de un
modo “centrípeto”: las naciones paganas
acabarían convirtiéndose a la Alianza con
Israel y vendrían a adorar en Jerusalén. Con
Jesús el universalismo se hace “centrífugo”:
los discípulos son enviados a la cuatro partes
del mundo para “hacer discípulos de todas
las naciones” (28,19).
Propósito

1. Catequesis
Se aprecia en el énfasis en las
enseñanzas de Jesús. Las secciones de
enseñanza están agrupadas, y
claramente diferenciadas en cuatro
discursos, con sus correspondientes
partes narrativas, una conclusión cada
una (7,28-29; 11,1; 13,53; 19,1; 26,1) y el
epílogo final.
2. Apología
a.La prueba de su mesianidad se desarrolla en torno al tema
de Jesús como el Rey – Mesías.
b.Destaca el rechazo de los líderes judíos.
c. Justifica el acercamiento a los gentiles, como su consecuencia

3. Evangelización
Presenta la persona y obra de Jesús para convencer a los
lectores de seguirle. El objetivo de ganar a judíos para Cristo se
observa en el énfasis que hace en presentar a Jesús como el
Mesías largamente esperado por el pueblo de Israel.
La conclusión del Evangelio apunta a la extensión del mensaje
de Cristo hasta los confines de la tierra (28:16-20).
LOS PRINCIPALES TEMAS
TEOLÓGICO-ESPIRITUALES
a) Jesús, protagonista del Evangelio

Si bien es cierto que el evangelio de Mateo se


presenta como un texto catequético por excelencia,
debemos afirmar también que es, en primer lugar,
cristológico, en cuanto que el evangelista expone el
significado salvífico de la persona de Jesús, de su
palabra y de su acontecer humano. El retrato del
Jesús que realiza Mateo no se aleja del que hacen
los otros evangelistas, aunque asume, ciertamente,
algunos rasgos característicos que lo vuelven
original.
- Para Mateo, Jesús es el Mesías davídico anunciado por
las Escrituras; es el Maestro superior a todos los escribas
de Israel (7,28s) y alguien que enseña con autoridad
- Jesús es el nuevo Moisés que lleva a su cumplimiento la Torá,
la ley de la nueva Alianza, en cuyo rostro resplandece
la gloria de Dios (cf. Ex 34,20-30; Mt 5,21-48; 17,1-8).
- Jesús es el Señor resucitado, el Kyrios, que anuncia el Reino
a los hombres
- Es el Emmanuel que acompaña a la comunidad cristiana por
su camino; es el Hijo del hombre, a quien se le ha conferido
todo poder en el cielo y en la tierra, y a quien la comunidad de
los creyentes reconoce como Señor y Juez de la historia y del
mundo.
- Es el que evalúa las acciones del hombre y pone de
relieve los rasgos trascendentales y la auténtica
manifestación de Dios. Es el Médico que sana de todo
mal y enfermedad (4,23; 9,35; 10,1) y el Misericordioso
que carga sobre sus hombros el peso y los sufrimientos
de los hombres (9,13.36; 12,7; 15,29-31).

- Mateo se concentra en el discurso programático que


Jesús dirige a las muchedumbres en el «sermón de la
montaña» (5,1–7,29), en el que se contiene el Evangelio
del Reino resumida en las palabras «está llegando el
Reino de los Cielos» (4,17.23).
De este discurso brota asimismo la misión de Jesús, que
consiste en dar a conocer la voluntad del Padre como
proyecto de vida para los discípulos. Semejante adhesión a
la voluntad de Dios se realiza por medio de la «justicia»,
condición esencial para llegar a ser verdaderos discípulos
del Maestro y para entrar en el Reino, formando parte de la
familia de los hijos de Dios (5,17.20.48; 7,12; 22,37-40).

Ahora bien, la virtud de la «justicia» se practica en la


medida en que los creyentes viven el amor a los «pequeños»
y a los «reconciliados» (11,25s.; 18,3), a imitación del Hijo
de Dios, que se hizo pobre y pequeño para revelar y
realizar la nueva presencia del Padre.
b) La Iglesia, comunidad de los discípulos de Jesús

Mateo es el único de los cuatro evangelistas que usa


la palabra «Iglesia», y esto saca a la luz su elevada eclesiología.
Es el evangelista de la comunidad cristiana (16,18; 18,17), y a su
escrito lo podemos llamar «evangelio eclesial».

Muchos de los textos que presenta el apóstol son eclesiales no


sólo porque van dirigidos a los miembros de una comunidad
judeocristiana, sino, sobre todo, porque intentan responder a las
exigencias concretas de dicha comunidad, anclada hasta ahora en
la rígida ley de los escribas y los fariseos.
Sin embargo, la concepción eclesiológica de Mateo
se concentra en torno a la persona de Cristo:
«Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí
estoy yo en medio de ellos» (Mt 18,20).
Tras el retorno de Jesús al Padre, el evangelista
impulsa a esta comunidad para que, a su vez, reviva
la historia del profeta de Nazaret, formando una
fraternidad
que escucha y realiza la voluntad de Dios, en
continuidad con las Escrituras antiguas y actualizando
las palabras y las acciones realizadas por Jesús.
La misión de la Iglesia se une a la del Maestro, que envía a
sus discípulos a las ovejas perdidas de la casa de Israel
(10,6). En particular, las instrucciones que Jesús dirige a los
Doce, para formarles en su seguimiento, se convierten en la
carta magna de todos los discípulos de todos los tiempos,
enviados a realizar precisamente el anuncio del Evangelio
con un testimonio coherente de vida (10,1-42). Esta misión
de la Iglesia está expuesta a la inseguridad, al rechazo y
también a la persecución en un mundo frecuentemente
hostil al mensaje de Jesús: «Yo los envío como ovejas en
medio de lobos. Sean, pues, astutos como serpientes y
sencillos como palomas» (10,16).
c) La vida del cristiano, fiel al Evangelio
Algunos aportes de la teología mateana:

- los diversos aspectos de la vida cristiana y el consiguiente


comportamiento de fe del cristiano (praxis en sintonía con
la enseñanza de Jesús).
- Los miembros de la comunidad cristiana deben huir de una
vida superficial y liberarse de formas individualistas para
dar testimonio de una vida fiel a las exigencias del Reino.
- Vivir el espíritu de las bienaventuranzas, en la conformidad
con la voluntad de Dios, es decir, con la «justicia», que Jesús
realizó respecto al Padre y al que cada cristiano debe mirar
como modelo.
- Esta «justicia» que es don de Dios, en vistas al Reino de
los Cielos, debemos buscarla constantemente.
- De ahí que la vida de fe del cristiano, a pesar de las
dificultades, debe ser vivida comprobando cada día si
sus obras están basadas en Dios, para caminar hacia la
santidad del Padre.
- El desprendimiento de los bienes del mundo, las
pruebas y las persecuciones de la vida, vividos
siguiendo el ejemplo de Cristo, traen consigo la
presencia del Espíritu de Dios, que proporciona alegría
y una profunda paz interior.
- Es necesario comprender y vivir las exigencias del
Reino y ver con corazón renovado la presencia de
Dios.
- Sin embargo, la norma de vida que permite al
cristiano practicar la «justicia» sigue siendo la ley de
la caridad, criterio último y de juicio por parte de
Dios sobre las acciones humanas.
- El juicio final se realizará sobre las obras de
misericordia practicadas con el prójimo hambriento,
sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel,
recibido como la persona misma de Jesús (25,31-46).
En el evangelio de Mateo
todo se encuentra bajo el
signo del juicio, como bien se
dice en el sermón de la
montaña: «No todo el que
me dice: ¡Señor, Señor!
Entrará en el Reino de los
Cielos, sino el que hace la
voluntad de mi Padre, que
está en los cielos» (7,21).
La aparición del Señor resucitado y las palabras que dirige a los
discípulos en Galilea resumen de manera adecuada toda la enseñanza
del evangelio de Mateo, en doble fidelidad a la memoria histórica de
Jesús y a la vida de fe de la comunidad: «Dios me ha dado autoridad
en el cielo y en la tierra. Los envío para que hagan discípulos a todos
los pueblos [...] Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta
el final de este mundo»
(Mt 28,18-20).
Ahora bien, la enseñanza pastoral de la teología espiritual de
Mateo, que brota de su cristología y eclesiología, es la de una
experiencia personal con Cristo, que interpela la existencia del
cristiano, y la de una vida fraterna vivida en la comunidad cristiana,
donde se hace visible un amor a todos los hombres, especialmente a
los «pequeños», los pobres y los necesitados de perdón.
LA TEOLOGIA DEL
EVANGELIO DE MATEO
El estilo literario del Primer Evangelio es muy diferente
al que utilizan los otros evangelistas. Mateo es un teólogo
que sintetiza el mensaje vivido en su comunidad y que lo
proclama a esa comunidad.
He aquí algunas de las características…

1. EL ESTILO DE MATEO
A Mateo lo ubicamos por un estilo y unos
procedimientos semitas recogidos de una tradición judía
(rabínica) preexistente y reinterpretados en una redacción
nueva.
Ese trasfondo semítico está muy marcado por:

- sus expresiones, por ejemplo: «reino de los cielos», «mi Padre


que está en los cielos», «cumplir la ley», «la ley
y los profetas», etcétera, típicamente palestinianas

- Por sus procedimientos literarios: fenómenos de repetición,


resúmenes, refranes, dobles y sobre todo inclusiones, que
consisten en repetir, al final de un desarrollo una palabra o
formula típica que había servido para introducirlo, por ejemplo:
«Porque de ellos es el reino de los cielos» (5, 3 Y 10), «lo que es
lícito (o no es lícito) hacer en sábado» (12, 2 Y 12),
«generación malvada» (12, 39 Y 45), etcétera...
Este procedimiento se explica
muy bien en el marco de una
tradición oral y se ve
frecuentemente reforzado
por el empleo de la palabra
ágrafe (o palabra-gancho)
que relaciona entre sí ciertas
sentencias o desarrollos de
origen diverso, por ejemplo:
luz-lámpara (5, 14.15), tesoro
(6, 19.21), preocuparse (6,
25.34).
2. LA UTILIZACIÓN DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El rasgo más característico del primer evangelio es su utilización
tan amplia del Antiguo Testamento:
- En 130 pasajes, por lo menos, el autor se refiere directamente a
la escritura (el A.T.), 43 son citas concretas. Utiliza de ordinario
el texto griego del Antiguo Testamento (La Biblia de los LXX o
Septuaginta)
- Cuando traduce directamente un texto hebreo, lo hace
generalmente en un pasaje que le es propio; no depende
entonces de Marcos, de la fuente Q, ni de ninguna otra fuente
conocida.
- Cita la escritura según la forma
judía, respetando, a veces, hasta la
letra original de los textos. Las
escrituras se consideran como si
tuvieran un origen divino
inmediato. Su culto, su lectura
asidua, su profunda asimilación,
impregnan por completo la vida
de las comunidades judías: la vida
de Jesús y sus discípulos, lo mismo
que la vida de las primeras
comunidades cristianas.
- El autor del EvMt pide para sí mismo, como para Jesús, la
sumisión a su autoridad de intérprete de las escrituras y su
función de predicador: «A fin de que se cumpla lo que fue dicho
por el Señor a través del profeta que dijo ... », esta fórmula se
repite hasta once veces a través del evangelio y en cinco
ocasiones en los relatos de la infancia solamente.
- Los textos citados no pretenden, en primer lugar, probar o
explicar los hechos narrados, sino conferirles su carácter sagrado
y divino: los designios de Dios se cumplen en la persona y en los
hechos de Jesús.
- el evangelista inserta el mensaje de la buena nueva en la historia
de la salvación; la autoridad divina de Jesús le permite liberarse
de la letra de la ley y de los profetas, superándola y alcanzando
el carácter universal y profundo del cumplimiento mesiánico.
La hechura semítica de este evangelio ha
impresionado siempre a sus lectores, hasta
el punto de que su atribución a un apóstol
no constituyó ninguna dificultad de
aceptación en los tiempos antiguos. Este
semitismo se debe ciertamente a las fuentes
mismas del Evangelio de las que el autor es
un testigo fiel, respetando las propiedades
del lenguaje y las formas primeras que
encontró en él. Y al ser él mismo semita, las
asimiló de buena gana.
3. LA GEOGRAFÍA DE MATEO
La geografía de los evangelios es también teológica, ya que
quiere decirnos algo de Jesús. La de Mateo es parecida a la de
Marcos y sin embargo su sentido es bastante diferente.
La tierra de Jesús es la Galilea, esto es, una región de Palestina,
pero que tenía también un valor simbólico: se hablaba con
frecuencia de la «Galilea de los paganos» (o de las naciones), con
cierto matiz peyorativo: tierra de paso, esta región había sufrido
mucha influencia gentil, por lo que, a los ojos de los fariseos, la fe
de los galileos era una fe impura; pero era también símbolo de
esperanza: el profeta Isaías había anunciado que al final de los
tiempos Dios se manifestaría allí a los paganos (Is 8, 23).
Durante su vida terrena, Jesús vivió sobre todo en Galilea.
Volvió allá tras su huida a Egipto, como un nuevo éxodo. Y esa
Galilea tiene unas fronteras que Jesús sólo franqueó en muy
pocas ocasiones para ir a los paganos; durante su ministerio,
Jesús no predica más que a los judías, y es allí, entre los
galileos, donde imparte sus principales enseñanzas. En dos
ocasiones, Jesús dejó Galilea: la primera vez, para ir a recibir el
bautismo de Juan; la segunda, para su última ida a Jerusalén,
lugar de su pasión y de su muerte.
Pero Jesús volverá allá. Mateo es el único que sitúa la
manifestación del resucitado en Galilea. Este regreso es
simétrico al primero, durante su infancia. Son retornos
simétricos y se corresponden entre sí, pero no se repiten.
Jesús atraviesa el desierto de la
muerte; una vez acabado su
«éxodo», y terminada su
«cautividad», vuelve a Galilea, que
se convierte entonces en la tierra
del resucitado», la tierra de la
abertura al mundo. Se esperaba que
al final de los tiempos Dios se
manifestaría en esta Galilea de los
paganos. Por tanto, es allí donde el
Señor se manifiesta a sus discípulos
para enviarlos al mundo entero.
Lecciones del linaje imperfecto de
Cristo
Mateo rastrea el linaje de José, el
padre legal de Jesús, mientras
que Lucas presenta el linaje de
María. Como el propósito de
Mateo era presentar a Jesús
como el Mesías y Rey de los
judíos, él comenzó con Abraham,
el patriarca de los judíos, y luego
siguió con los descendientes
oficiales por el rey David hasta
Jesús (Mateo 1,2–16).
Lucas escribe a los gentiles enfatizando que Jesús
era completamente humano. Por lo tanto Lucas
empieza con Jesús, siguiendo su linaje por
María, la madre biológica de Jesús, hasta el rey
David (Lucas 3,23–38), y finalmente llegando a
Adán. Lucas demuestra que Jesús vino por
todos, incluyendo los gentiles.

Ambas genealogías en Mateo y Lucas muestran


que Jesús tenía un doble derecho al trono de
David: un derecho legal a través de José y uno
natural o biológico a través de María. Por lo
tanto, Cristo tiene todo el derecho de ser
llamado Hijo de David.
Redención de las mujeres

Para ver más de cerca el linaje imperfecto de Jesús, lea


Mateo 1,2–6. El hecho de que Mateo incluyera cuatro
mujeres—Tamar, Rahab, Rut y Betsabé—envía un
mensaje asombroso acerca del nacimiento de Cristo.
Era muy raro ver mujeres mencionadas en una
genealogía judía, pero en Cristo, hombres y mujeres
son igualmente herederos de la gracia de Dios. Gálatas
3,26–28 dice: “Pues todos somos hijos de Dios por la
fe en Cristo Jesús; porque todos los que han sido
bautizados en Cristo, de Cristo se han revestido. En Él
no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni varón ni
mujer; porque todos ustedes son uno en Cristo Jesús.”
¿Cuál es la importancia de que Mateo incluyera a
cuatro mujeres en la genealogía de Cristo?

El Jesús de Mateo reivindica a todas las mujeres,


para hacer de ellas, ciudadanas plenas del reino
de Dios.
Pablo escribe que los hombres deben amar a sus
esposas como ellos aman a sus propios cuerpos
(Efesios 5,28). Esto significa que los hombres
deben compartir cosas tales como el trabajo, la
comida, las cargas, la posesión de propiedades y
el respeto. Entre los seguidores de Jesucristo, la
calidad de vida de las mujeres debería mejorar.
El derrumbe de barreras culturales

Tres de las mujeres mencionadas en la genealogía de Jesús en


Mateo eran gentiles (extranjeras). La cuarta, Betsabé, estaba
estrechamente asociada con los gentiles a través de su matrimonio
anterior con Urías el hitita. Ser gentil era una gran barrera para
tener comunión con Dios y su pueblo. Tamar y Rahab eran
cananeas, un grupo de pueblos que cometía atrocidades, en
especial cuando se trataba de prácticas y ritos religiosos. Rut era
de Moab, una nación que se negó ayudar a Israel en su viaje por
el desierto, y que contrató al profeta inescrupuloso Balaam para
que maldijera a Israel. Como castigo por esto, Dios declaró que
los moabitas serían excluidos de la congregación del Señor hasta la
décima generación.
Sin embargo, Dios escogió a David, quien tenía una
abuela moabita (Ruth), para gobernar sobre su pueblo.
Mateo incluye a esta mujer gentil, cuyo pueblo de origen
fue una vez enemigo de Dios, en el linaje de Cristo. Aun
los enemigos de Dios en el pasado se pueden convertir en
sus hijos a través de Jesucristo. Él vino para derrumbar las
barreras que no permitían a los gentiles ser parte de la
familia de Dios. Pablo recuerda a los gentiles: “En aquel
tiempo estaban sin Cristo, alejados de la ciudadanía de
Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y
sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, ustedes,
que en otro tiempo estaban lejos, han sido hechos
cercanos por la sangre de Cristo” (Efesios 2,12–13).
¿De qué manera la venida de Cristo dio inicio a un
nuevo capítulo en las relaciones raciales?

En el mundo, a menudo la gente discrimina a otros por


distintas razones tales como raza, educación, o estatus social.
Jesús es la puerta para romper esa barrera. Cualquiera puede
venir a Dios a través de Él. Apocalipsis 5,9 enfatiza esta gran
verdad. Dice acerca de Jesús: “Y con tu sangre nos has
redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y
nación.” Bienvenido es el gran estandarte del Nuevo
Testamento: “Y el que tiene sed, venga; y el que quiera,
tome del agua de la vida gratuitamente” (Ap 22,17).
Relacionándose con pecadores

Tres de las cuatro mujeres en la genealogía de Jesús son


recordadas por sus pecados. Tamar fue uno de los
antepasados de Jesús por su relación con su suegro, Judá
(Génesis 38). Rahab era una prostituta de Jericó, una ciudad
cananea (Josué 2:1). Mientras que el resto de Canaán peleaba
contra Israel, Rahab decidió asociarse con el pueblo de Dios, y
ayudarles. Por su fe, ella y su familia fueron salvos de la
destrucción e integrados a la comunidad Israelí. Betsabé
siempre nos recordará del terrible pecado de David. El rey le
engendró un hijo, y luego mandó a matar a su fiel esposo
para cubrir su propio adulterio. Estos eran pecados dolorosos
y bien conocidos; sin embargo, Dios ama a los pecadores.
Afortunadamente, Dios envió a
su propio Hijo para buscar y
salvar a pecadores. Vino a llamar
a pecadores al arrepentimiento,
no a los justos (Mateo 9,13).
Algunas veces los cristianos
olvidamos seguir el ejemplo de
Cristo y nos juntamos sólo con
otros creyentes. Sin embargo,
para alcanzar a los pecadores
con el evangelio, los cristianos
deben asociarse con ellos.
CRISTOLOGIA
La teología de Mateo es
fuertemente cristológica
Prácticamente cada aspecto de la teología de Mateo puede
ser clasificado bajo el concepto de la cristología, o sea, como
respuesta a la pregunta de Jesús mismo: “¿Quién dicen los
hombres que es el Hijo del Hombre?” (16,13).

A fin de contestar la pregunta, Mateo relata ciertos hechos del


ministerio de Jesús para recrear un cuadro distinto de Marcos y de
Lucas, empleando títulos ya conocidos por sus lectores.

Mateo ve que en Jesús todos los propósitos de Dios han sido


cumplidos. La Historia gira en torno a Jesús como el punto decisivo
del camino de la salvación.
Una nueva era ha comenzado,
y, por eso, Mateo interpreta el
Antiguo Testamento a la luz de la
nueva situación que plantea la
venida de Jesús.
Usa las fórmulas de “las citas
del cumplimiento” y la
interpretación tipológica para
mostrar que Jesús es el
cumplimiento no solamente
de determinados pasajes del
Antiguo Testamento, sino
también de todo el judaísmo.
JESÚS ES EL CUMPLIMIENTO DE
LAS PROFECÍAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO

Mateo usa diez veces las “citas del


cumplimiento”, caracterizadas
por la voz pasiva del verbo “cumplir” (por
ejemplo 1,22: “Todo esto sucedió para que se
cumpliera lo que el Señor había hablado por
medio del profeta, diciendo…”), para mostrar
que el Antiguo Testamento se cumple en o por
Jesús. Nueve de estas diez citas se hallan
exclusivamente en Mateo: 1,22-23; 2,15. 17-18,
23; 4,14-16; 8,17; 12,17-21; 21,4-5; 27,9-10.
Mateo normalmente utiliza pasajes
veterotestamentarios que eran considerados
mesiánicos en el siglo I, como se puede ver, por
ejemplo, en los manuscritos de Qumrán o en los
Targumes.

Los dos primeros capítulos de Mateo son buenos


ejemplos de su método. Aquí vemos alusiones y
referencias a textos que fueron interpretados
mesiánicamente en el primer siglo: Jesús se
presenta como descendiente en el linaje real de
David (1,1-16) y se reconoce que el Cristo debería
nacer en Belén (2,1-6; Miq 5,2).
Pero también hay citas en las que Mateo ve correspondencias
tipológicas más sutiles que le permiten hablar del cumplimiento
del Antiguo Testamento en Jesús: “La virgen concebirá y dará a
luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel” (1:23; Is.
7:14); “de Egipto llamé a mi hijo” (2:15; Os. 11:1); “se oyó una
voz en Ramá, llanto y gran lamentación; Raquel que llora a sus
hijos, y que no quiso ser consolada porque ya no existen” (2:18;
Jer. 31:15). No hay evidencia de que ninguno de estos pasajes
fuera interpretado mesiánicamente por la mayoría de judíos en
el primer siglo.
Mateo también enseña que Jesús
es el cumplimiento de las profecías
en Isaías 42-53 acerca del Siervo de
Jehová que va a ser rechazado y
sufrir. Explícitamente alude al título
“Siervo de Yavé” (12:18; lo usa una
vez, mientras que Marcos no lo
utiliza) y, además, emplea varios
pasajes de las profecías acerca de
este Siervo de Yavé (Mt 3:17 y 17:5
con Is 42:1; Mt 8:17 con Is 53:4; Mt
12:17-21 con Is 42:1-4).
JESÚS ES EL CUMPLIMIENTO DEL
JUDAÍSMO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
Usando el método de la interpretación tipológica, Mateo
muestra que Jesús, además de cumplir las profecías del Antiguo
Testamento, también es el perfecto cumplimiento de la religión
y de la historia de los hebreos del Antiguo Testamento. Por
Ejemplo:
1) Jesús es el nuevo Moisés que conduce al nuevo Israel
a un nuevo éxodo desde Egipto (1:18-2:23; 3:3);
2) la estancia de Israel y Moisés en el desierto por 40 años es un
anticipo de las tentaciones de Jesús en el desierto por 40 días
(4:1-11);
3) Jesús es el cumplimiento del día de reposo (12:8);
4) Jesús es mayor que el templo (12:6);
5) Jesús es mayor que Jonás (12:40);
6) Jesús es mayor que Salomón (12:42). De hecho,
se puede decir que Mateo 12 muestra que Jesús es el
cumplimiento de los líderes pasados de Israel y
superior a todos ellos:
• el sacerdote (el templo)
• el profeta (Jonás)
• el rey y el sabio (Salomón).
También Jesús es el cumplimiento
de todo el judaísmo porque
cumple las tres divisiones del A. T.:
• la ley (Moisés),
• los profetas (Jonás)
• y los escritos (Salomón).

Cuanto más profundo sea el


conocimiento del AT, más rico será
el entendimiento del significado
de Jesús tal como es presentado
en las páginas del Evangelio de
Mateo.
LOS TÍTULOS DE JESUS
Cristo
Mateo también usa títulos para dar a conocer quién es Jesús.
El título Cristo (o Mesías en hebreo) se refería a un rey del
linaje de David que Dios enviaría para devolver la libertad a su
pueblo.
Jesús cumple el título, pero de manera diferente de lo
esperado. Mientras que Mateo no duda en llamar a Jesús el
Cristo (14 veces), encontramos el título solamente una vez en
boca del propio Jesús (23:10).
Jesús vino para salvar a su pueblo de sus pecados (1:21), pero
no se trataba, como los judíos esperaban, de una liberación
política de los romanos. Jesús no iba a ser un Mesías tipo
guerrero. Así, prescindía del uso del título Cristo para evitar
malentendidos mientras enseñaba qué tipo de Mesías iba a ser.

Hijo de David
Es asombroso que Mateo use tanto el título Hijo de David (9
veces, casi todas ellas sin paralelo en los otros evangelios),dado
que era un título muy nacionalista. Puesto que David había sido
un guerrero, parece que este apelativo enfatizaba precisamente
ese aspecto de la expectativa judía:
un rey guerrero que liberaría a los judíos del dominio romano.
Sin embargo, Mateo lo usa de forma diferente, con referencia al
poder milagroso de curar (9:27; 12:23; 15:22; 20:30-31),
aunque a veces la multitud no lo entendía así (21:9, 15).

Hijo del Hombre


Un tercer título que Mateo usa con frecuencia es Hijo del
Hombre (30 veces). Los eruditos debaten mucho sobre el
significado de esta expresión. Mientras que algunos la
entienden como una manera indirecta de referirse a uno mismo
(como “su servidor” en castellano), otros piensan que el
trasfondo se encuentra en Daniel 7,13-14:
“venía uno como un Hijo de Hombre, que se
dirigió al anciano de días y fue presentado ante Él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que
todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran.
Su dominio es un dominio eterno que nunca
pasará, y su reino uno que no será destruido.”

Jesús mismo casi siempre emplea este título al hablar de


sí mismo. Tal vez lo use para evitar malentendidos con
otros títulos, como Mesías o Hijo de David.
Rey
Aunque el apelativo Rey se usa para burlarse de Jesús en el
juicio y en la crucifixión (27:11, 29, 37, 42), Mateo lo emplea para
mostrar que Jesús realmente es el rey. Lo hace al hablar de su linaje
real (1:6), el rey verdadero en contraste con Herodes (2:2) y el rey
que entra en Jerusalén (21:5). Jesús vino para anunciar el reino de
Dios y, de hecho, tiene un reino (13:41; 16:28; 19:28; 25:31).

Pero Jesús es un rey humilde que sufre, en lugar de uno que


reina. Su entrada en Jerusalén lo deja patente: no entra a caballo,
sino humildemente montado en un pollino (21:5). Esta humildad y
su disposición a sufrir serán características de los discípulos del reino
de Dios.
Hijo de Dios
Aunque hay muchos otros títulos usados en Mateo (Señor,
Siervo, Maestro, etc.), el último que consideraremos es Hijo de
Dios. En Mateo Dios mismo anuncia este concepto dos veces
(3:17; 17:5), y el título mismo aparece siete veces, usado por
Satanás (4:3, 6), los demonios (8:29), los discípulos (14:33;
véase también “el Hijo del Dios viviente” en 16:16), el
centurión (27:54), el sumo sacerdote (26:63) y los que se
burlaron de Jesús (27:40).
JESÚS Y LA LEY DE MOISÉS

El énfasis de Mateo en esta cuestión es muy


evidente. Había 248 mandamientos y 365
prohibiciones en la ley de Moisés. Además, los
judíos construyeron una barrera alrededor de esa
ley al añadirle una serie de ordenanzas que la
explicaban y sistematizaban aún más,
pretendiendo asegurar así que nadie errara por
accidente.
A estos mandamientos se les llaman la “ley oral”, y los
encontramos escritos en la Misná (que significa “la tradición”)
por el año 200 d. C. Por ejemplo, en el tratado Shabbat 10:6 la
Misná ilustra el trabajo prohibido en el día de reposo de la
siguiente manera:

Al que corta las uñas una con otra o con los dientes, o
también su pelo, su bigote, su barba; a la mujer que arregla sus
cabellos, se pinta los ojos o se maquilla, a los tales Rabí Eliezer
los declara culpables. Los sabios prohíben tales actos por razón
del reposo sabático.
Sistematizar las enseñanzas de Jesús tocante a la ley de
Moisés es una de las tareas más difíciles en el estudio del Nuevo
Testamento. A veces, parece que Jesús apoya la autoridad
de la ley (5:18-19; 8:4; 19:17), pero otras, aparentemente la
anula (5:33-37; 12:6).

Jesucristo continuamente llama a las personas a una obediencia


más radical y profunda. La discusión más importante sobre este
tema se encuentra en 5:17-48. Los vv. 18-19 parecen, a simple
vista, apoyar la actitud legalista y rígida de los fariseos. Un estudio
más profundo, sin embargo, muestra que el cumplimiento de la
ley en este pasaje no se refiere a una observancia literal de todas
las regulaciones, sino a una “justicia mayor”.
Jesús siempre se opone al legalismo a-personalista y
fanático de los líderes religiosos judíos de su tiempo. Lo
cual no quiere decir que Jesús sea un “anarquista” (alguien
que va en vs de toda ley institucional), pues Jesús exige de
sus seguidores el que busquen la perfección, que sean
perfectos o santos. La palabra griega teleio (perfecto), se
puede traducir por “maduro” o “completo”, 5,48; 19,21.
Jesús quiere que los que son del reino se amen y reflejen la
justicia al máximo.
Jesús condena a los fariseos por
sus acciones y actitudes en
cuanto a la ley (5,20; 6,5, 16;
16,6. 12). Discute con los
escribas y los líderes religiosos
acerca de temas como el ayuno
(9,14), la comunión en la mesa
(9,11), el día de reposo (12,2),el
impuesto del templo (17,24), el
divorcio (19,3) y el
mandamiento más grande
(22,36).
De hecho, parece que Mateo aprovecha cada oportunidad para
condenar a los fariseos. La condena de los fariseos en Mateo 23
no aparece, ni por asomo, en Marcos.

Jesús introdujo una nueva ley, la ley de Moisés pasada por


el “filtro de Jesús” (Mt 5,17–7,29), lo que Pablo llama “la ley de
Cristo” (Gál 6,2), y Santiago “la perfecta ley, la de la libertad”
(Stgo 1,25; 2,12). Hay que entender el cumplimiento de la ley de
Moisés en términos de una afirmación de la ley, pero solo a través
de su transformación por las enseñanzas de Jesús. Es decir, lo
importante después de Jesús no es la ley de Moisés, sino las
enseñanzas de Jesús mismo (que, por supuesto, incluyen partes de
la ley de Moisés). Mateo 5 nos ayuda a entender esta relación:
Se esperaba una santificación completa que llegaría
con el Nuevo Pacto. Los profetas dijeron que Dios
escribiría la ley sobre los corazones de las personas
(Jer 31:31-34) y les daría el Espíritu Santo para que
pudieran andar en pureza total (Ez 11:19; 36:26-27).
En realidad, al dar una nueva ley y exigir lo máximo,
Jesús no hizo nada que los judíos no esperaran.
Como dijo Goppelt, “Jesús eliminó la distinción del
Antiguo Testamento entre lo puro y lo impuro
porque buscaba la pureza total y la santificación
total. Jesús, pues, buscaba la pureza total que
correspondía al escatón” (en su: Theology of the
New Testament I).
EL NUEVO PUEBLO DE DIOS
El contraste entre el verdadero Israel y el falso constituye otro
tema de importancia teológica para Mateo. Esta idea tampoco
es totalmente ajena al Antiguo Testamento, el cual habla
mucho del “resto fiel a YHWH” y así da a entender que no
todos los judíos son fieles y aceptados por Dios.
La venida de Jesús, en primer lugar, produjo un
cambio decisivo en cuanto a quiénes pertenecían
al pueblo de Dios. Mateo enfatiza que Israel
fracasó en reconocer a Jesús. Así, en 37-10
presenta a Juan el Bautista avisando a los judíos
de que ser descendiente de Abraham ahora tiene
poco valor y no es suficiente en sí. Más tarde
oímos, en muchas ocasiones, la condena por parte
de Jesús de “esta generación” por no haber
reconocido al mensajero de Dios ni haber
respondido a su llamamiento (11,16-24; 12,38-45;
17,17).
En segundo lugar, al rechazar a Jesús
como Mesías, Israel, como nación,
pierde su status privilegiado. Es curioso
que este tema sea tan importante en
Mateo, el evangelista que enfatiza que
Jesús ha sido enviado solamente a
Israel (15,24: “No he sido enviado sino
a las ovejas perdidas de la casa de
Israel”). Sólo en Mateo Jesús limita la
extensión del ministerio de los Doce
discípulos a los pueblos de Israel:
“No vayan por el camino de los
gentiles, y no entren en ninguna
ciudad de los samaritanos. Sino, vayan
más bien a las ovejas perdidas de la
casa de Israel” (10,5-6). Mateo habla
de un ministerio de Jesús con los
gentiles, pero con poca frecuencia(8,5-
13; 15,21-28).

El hecho de que Mateo resalte a


Israel como el primer destinatario del
mensaje de Jesús, le permite anunciar
una condenación aún más severa del
rechazo de parte del pueblo.
Es en Mateo que hallamos: “Y les digo que vendrán
muchos del oriente y del occidente y se sentarán a la
mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.
Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de
afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes” (8,11-12;
véase también 12,45 y la repetición de “el llanto y el
crujir de dientes” en 8,12; 13,42, 50; 22,13; 24,51;
25,30).
En Mateo 21,43 Jesús dice: “Por eso les
digo que el reino de Dios les será quitado
a ustedes y será dado a una nación que
produzca sus frutos”. Mateo enfatiza que
los fariseos y líderes judíos son
“hipócritas” (12 veces; sólo 1 vez en
Marcos y 2 en Lucas). La condenación es
muy dura en Mt 23 y termina con el
aviso de que la rebelión de Israel ha
llegado a su límite y que ahora es el
tiempo del juicio (23,29- 36). Esto
conduce al anuncio de la destrucción del
templo (24,2), o sea, el rechazo total del
sistema de la religión judía.
En tercer lugar, este mismo rechazo es también un comienzo
que abre el camino al verdadero pueblo de Dios, en el que
tanto judíos como gentiles pueden ser miembros, no por su
nacionalidad, sino por su respuesta a Jesús. El reino se dará a
quienes produzcan el fruto adecuado (21,43).

Jesús viene a crear un nuevo pueblo de Dios, una comunidad


que responda a la dinámica del Reino, en seguimiento fiel. No
se trata de que Israel sea excluido de la participación en el
Nuevo Pacto, sino que ahora cada persona, cada nación,
incluido Israel, tiene que ir por el camino abierto por Jesús (cf.
J. Antonio Pagola). La palabra “naciones” en 24,14; 25,32 y
28,19 incluye tanto a Israel como a los países de los gentiles.
Mateo llama a este nuevo pueblo de Dios “la Iglesia”.
Sólo él, de todos los evangelistas, usa la palabra
“iglesia” (16,18; 18,17).

Jesús es fiel en hacer la voluntad del Padre. Es el Mesías,


el Hijo de David, el Señor. Por tanto, no solamente la
Historia gira en torno a él, sino que nuestras propias
vidas deberían hacerlo también. Como él cumplió la Ley
de Moisés, debemos mirarle a él para guiarnos, porque
sólo a través de él podemos encontrar no solamente
vida eterna, sino vida plena en este mundo tan
violento, vulnerable y saturado de incertidumbre.
La importancia de Jesús como el centro de todo nos
conduce a pensar seriamente en su persona, a través del
estudio profundo de la Palabra, procurando llegar a
conocerle al máximo. Asimismo, como Hijo de Dios que
nos ha revelado la voluntad de Dios, hemos de
responderle con obediencia y de todo corazón para
encontrar, así, una vida con propósito y paz.

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