Argumentos Cosmológico
Argumentos Cosmológico
Argumentos Cosmológico
Existen dos formas básicas de estos argumentos, y la forma más fácil de pensar en ellas
puede ser la “vertical” y la “horizontal”. Estos nombres indican la dirección desde la cual
proceden las causas. En la forma vertical, se afirma que cada cosa creada está siendo
causada ahora mismo (imagina una línea de tiempo con una flecha apuntando hacia arriba
desde el universo hacia Dios). La versión horizontal muestra que la creación debe tener una
causa al principio (imagina la misma línea de tiempo, solo con una flecha apuntando hacia
atrás a un punto de partida en el tiempo).
La forma vertical es un poquito más difícil de entender, pero es más poderosa porque no
solo muestra que Dios tuvo que causar la “cadena de causas” en el principio, sino que
también debe estar causando que las cosas existan ahora mismo. Nuevamente,
comenzamos señalando que las cosas existen. Luego, mientras que a menudo tendemos a
pensar en la existencia como una propiedad que las cosas de alguna forma “poseen” – que
una vez que algo es creado, la existencia solo es parte de lo que es – este no es el caso.
Considera el triángulo. Podemos definir la naturaleza de un triángulo como “la figura plana
formada por tres puntos conectados, no en una línea recta, sino por segmentos de una
línea recta”. Fíjate lo que no es parte de esta definición: la existencia.
Esta definición de un triángulo sería válida aunque no existiera ningún triángulo. Por lo
tanto, una naturaleza triangular – lo que es – no garantiza que uno exista (como los
unicornios – sabemos lo que son, pero eso no hace que existan). Debido a que no es parte
de la naturaleza de un triángulo el existir, los triángulos deben ser hechos para que existan,
por algo más de lo que ya existe (alguien debe dibujar uno en un pedazo de papel). El
triángulo es causado por algo más – lo cual también debe tener una causa. Esto no puede
continuar indefinidamente (no hay series infinitas). Por lo tanto, algo que no necesita que se
le de existencia, debe existir para dar existencia a todo lo demás.
Ahora, aplica este ejemplo a todo lo que hay en el universo. ¿Hay algo en él que exista por
sí mismo? No. Así que, no solo el universo tenía que tener una primera causa para
comenzar; necesita algo que le dé la existencia ahora mismo. La única cosa a la que no
tendría que dársele la existencia, es una cosa que existe por su propia naturaleza. Es la
existencia. Este algo siempre habría existido, no teniendo causa, no teniendo principio, no
teniendo límite, estar fuera del tiempo, y ser infinito. Ese algo es ¡Dios! el "YO SOY" de
Éxodo 3:14. "Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus
manos. Los cielos cuentan la gloria de Dios, Y el firmamento anuncia la obra de sus manos
(Salmos 19:1-2)
El argumento cosmológico tomista fue expuesto por Tomás de Aquino en el siglo XIII, en su
obra Suma Teológica, formando parte de sus famosas “cinco vías” para demostrar la
existencia de Dios. El teólogo católico llegó a las siguientes conclusiones. Todo lo que está
sometido al cambio requiere, tarde o temprano, de un primer principio que no cambie, que
sea inmutable y absolutamente necesario.
De la misma manera, todo aquello que se mueve responde a una causa que genera su
movimiento. Todo efecto requiere de una causa. Una supuesta cadena de causas y efectos,
en la que una cosa mueve a la otra, no puede ser infinita o no puede extenderse
indefinidamente. Por tanto, debe haber una primera causa capaz de ponerlo todo en
movimiento. Un primer motor que no es movido por nada ni por nadie. Y, finalmente, todo lo
que existe debe su existencia a otra cosa anterior, ya que nada de lo que se observa en el
universo obtiene la existencia de sí mismo. De ahí la necesidad de un ser eternamente
existente que sea la razón de la existencia del cosmos. Esta primera causa del cambio, el
movimiento y la existencia sería Dios.
De la misma manera, el apóstol Pablo escribía que las cosas invisibles de Dios… se hacen
claramente visibles… siendo entendidas por medio de las cosas hechas (Ro. 1:20) Según la
filosofía naturalista, la apariencia que poseen los seres vivos, así como la materia y las
leyes del cosmos, de haber sido diseñados inteligentemente, se debería tan solo a un
espejismo de los sentidos humanos pues, en realidad, todo sería obra de la selección
natural, ciega y sin propósito, actuando sobre la materia inanimada o sobre las mutaciones
fortuitas en los diversos genomas de los organismos.