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Evidencia 2:

Informe de práctica reflexiva sobre una


problemática social que implica
comportamiento ético, cultura de la legalidad y
Estado de derecho.

Humberto Antonio Vidales González 2079002.


Juan Gerardo Moreno Ortiz 1869818.
ÉTICA Y CULTURA DE LA LEGALIDAD GPO. 048.
Introducción

El presente informe reflexivo aborda una problemática social que involucra el


comportamiento ético, la cultura de la legalidad y el fortalecimiento del Estado de
derecho, en un contexto de convivencia democrática. A través de diversas
actividades, como el análisis de la película La Ley de Herodes, la formulación de
dilemas éticos sobre problemáticas sociales, y la evaluación personal mediante un
test de corrupción, se exploran los elementos clave que influyen en la toma de
decisiones éticas y su impacto en la sociedad.

Uno de los temas principales a desarrollar es la corrupción en la administración


pública, analizada desde un enfoque ético, jurídico y de convivencia democrática.
En este contexto, se explora cómo la corrupción afecta la gobernabilidad, la justicia
y la cultura de la legalidad, y se examinan las posibles soluciones desde una
perspectiva que busca fortalecer el Estado de derecho.

El objetivo principal es reflexionar sobre cómo las prácticas individuales, tanto en el


ámbito profesional como social, afectan la cultura de la legalidad, al mismo tiempo
que se destaca la responsabilidad personal en la consolidación de un Estado de
derecho. Asimismo, se busca exponer las implicaciones de riesgo, justificación y los
objetivos que se deben considerar al enfrentar dilemas éticos. La discusión parte de
una evaluación crítica sobre la corrupción y otras formas de desviación en la
convivencia democrática, vinculando dichos aspectos con los valores propuestos
por la universidad y el compromiso de afrontar los retos contemporáneos que
afectan tanto al individuo como a la sociedad planetaria.
En el caso de corrupción en la administración pública, la relación entre los conceptos
de ética, cultura de la legalidad y estado de derecho es fundamental para
comprender la naturaleza de las acciones de los sujetos involucrados y sus
implicaciones.

Dilemas éticos y de cultura de la legalidad

La identificación de dilemas éticos que involucren la cultura de la legalidad resulta


esencial para comprender las complejidades sociales que afectan tanto a la
profesión como al contexto social en el que vivimos. Durante el desarrollo de las
actividades, se establecieron tres dilemas clave relacionados con problemáticas
sociales y profesionales que destacan la importancia de la toma de decisiones
informadas, justas y basadas en principios éticos.

Dilema sobre la corrupción y la ética social:

La corrupción representa uno de los mayores desafíos éticos dentro de la


administración pública. Este dilema involucra la tentación de obtener ventajas
personales o económicas mediante el abuso del poder, en detrimento de la equidad
y la justicia social. El riesgo aquí es el debilitamiento de la confianza pública y el
impacto negativo en la cultura de la legalidad. Para resolver este dilema, es esencial
adoptar una postura ética firme, rechazando cualquier forma de corrupción y
promoviendo la transparencia y la responsabilidad en el ejercicio del poder.

Dilema sobre la denuncia ciudadana vs. consecuencias personales:

Este dilema enfrenta a los ciudadanos con la disyuntiva de denunciar actos


corruptos o ilegales que presencian, sabiendo que ello podría acarrear represalias
o consecuencias negativas en sus vidas personales. Aunque la denuncia es
fundamental para mantener la integridad del sistema legal, el riesgo personal puede
ser significativo. La justificación para proceder con la denuncia es la necesidad de
defender la justicia y el Estado de derecho, mientras que el objetivo es construir una
sociedad donde los ciudadanos puedan confiar en que las instituciones actuarán
con justicia y equidad.

Aceptación de un soborno para el “bien mayor”:

Este dilema plantea una situación en la que un individuo en posición de autoridad o


responsabilidad se enfrenta a la oferta de un soborno que, según los involucrados,
beneficiaría a la comunidad o resolvería un problema urgente. Aunque el soborno
podría parecer justificable desde una perspectiva de utilidad inmediata, las
implicaciones a largo plazo son devastadoras para la cultura de la legalidad. El
objetivo debe ser mantener la integridad ética, rechazando cualquier acto corrupto,
ya que aceptar un soborno socava el orden legal y debilita el sistema democrático.

Nepotismo en la contratación vs. eficiencia en el trabajo:

Este dilema ocurre cuando un funcionario o jefe se enfrenta a la decisión de


contratar a un familiar o conocido, aunque pueda no ser el más calificado para el
puesto. El nepotismo pone en riesgo la eficiencia y la justicia en el trabajo, y afecta
la percepción pública sobre la equidad en los procesos de selección. La justificación
ética para evitar el nepotismo radica en asegurar que los mejores candidatos
ocupen los cargos, promoviendo así la competencia justa y la eficiencia
organizativa, en lugar de beneficiar a intereses particulares.

La importancia de la ética y la cultura de la legalidad en la sociedad

La ética y la cultura de la legalidad son pilares fundamentales para el desarrollo de


cualquier sociedad democrática. La ética proporciona los principios morales que
guían las acciones individuales y colectivas, mientras que la cultura de la legalidad
se refiere a la adhesión a las normas y leyes que rigen la vida en sociedad. Juntos,
estos elementos conforman la base de una convivencia justa y equitativa.

En el contexto social actual, donde problemáticas como la corrupción, el abuso de


poder y la desigualdad social son evidentes, la ética cobra una relevancia especial.
Las decisiones que los individuos toman en su vida cotidiana y en sus profesiones
afectan directamente el bienestar común. Actuar con ética no solo implica cumplir
con las leyes, sino también promover valores como la justicia, la equidad, la
transparencia y la responsabilidad social.

Por otro lado, la cultura de la legalidad es esencial para el fortalecimiento del Estado
de derecho. Cuando las personas respetan las leyes y las instituciones se aplican
con imparcialidad, se crea un entorno de confianza que permite el desarrollo de una
sociedad más estable y próspera. La corrupción, por ejemplo, es un claro enemigo
de la cultura de la legalidad, ya que genera desigualdad, reduce la eficiencia de las
instituciones y mina la confianza de los ciudadanos en el sistema.

En este sentido, la importancia de la ética y la cultura de la legalidad no solo radica


en su capacidad para garantizar una convivencia pacífica, sino también en su rol en
la creación de un entorno en el que los derechos y deberes de los ciudadanos se
respeten plenamente. Es por ello que cada individuo, desde su ámbito profesional
y social, tiene la responsabilidad de actuar de manera ética y respetar la legalidad
para contribuir al fortalecimiento de una sociedad más justa.

Responsabilidad personal en la forma de actuar del individuo y sus


consecuencias

La responsabilidad personal en la toma de decisiones éticas y legales es un aspecto


crucial para el bienestar de la sociedad. Cada individuo tiene un rol activo en la
construcción o debilitamiento del Estado de derecho y la cultura de la legalidad. Las
acciones, tanto profesionales como personales, pueden tener repercusiones
amplias, impactando no solo al individuo, sino también a la comunidad y las
instituciones.

Cuando un individuo actúa de manera ética, respetando la ley y los valores morales,
contribuye a fortalecer el tejido social y las instituciones democráticas. Por ejemplo,
en el contexto de la administración pública, un servidor que rechaza participar en
actos corruptos y toma decisiones justas y transparentes refuerza la confianza de la
ciudadanía en las instituciones. En contraste, una decisión contraria, como aceptar
un soborno o favorecer a familiares mediante el nepotismo, puede tener
consecuencias devastadoras, no solo en términos de legalidad, sino también de
justicia social.

Las consecuencias de una falta de responsabilidad personal en la actuación son


evidentes en fenómenos como la corrupción, el abuso de poder y la impunidad.
Estos comportamientos afectan negativamente la confianza social, generan
desigualdad y perpetúan sistemas ineficientes. La actuación ética, por tanto, no es
solo una cuestión personal, sino una contribución directa al bien común y al
fortalecimiento del Estado de derecho.

El individuo debe ser consciente de las implicaciones de sus decisiones,


considerando siempre el impacto a largo plazo de sus acciones. Mantener un
comportamiento ético y actuar de acuerdo con la ley no solo evita las sanciones
legales o sociales, sino que también contribuye a crear una sociedad más justa,
equitativa y respetuosa de los derechos de todos.

Corrupción y delincuencia

La corrupción y la delincuencia son dos fenómenos profundamente


interrelacionados que afectan el bienestar de las sociedades. Ambos socavan la
confianza en las instituciones, debilitan el Estado de derecho y generan un clima de
impunidad y desigualdad. La corrupción, definida como el abuso de poder para
obtener beneficios personales, es particularmente peligrosa cuando se infiltra en las
estructuras gubernamentales y de justicia, ya que facilita la comisión de actos
delictivos y dificulta su persecución.

En el contexto de la administración pública, la corrupción se manifiesta a través de


sobornos, desvío de recursos, tráfico de influencias y nepotismo, entre otras
prácticas. Estos comportamientos no solo violan la ley, sino que erosionan la
confianza ciudadana en el sistema democrático, promoviendo un ciclo de impunidad
y falta de responsabilidad. La corrupción, además, puede fomentar la delincuencia
al crear un ambiente en el que las normas son flexibles o se ignoran por completo,
permitiendo que actores ilegales operen con relativa libertad.
La película La Ley de Herodes ejemplifica cómo la corrupción puede
institucionalizarse y afectar todas las capas del gobierno. La forma en que se
muestra el abuso de poder, la manipulación de la justicia y la falta de consecuencias
para quienes actúan en contra de la ley refleja una realidad que, aunque satírica,
tiene resonancia en muchos contextos actuales. Este tipo de representación pone
de manifiesto la necesidad urgente de implementar políticas más estrictas y una
cultura de rendición de cuentas que combata tanto la corrupción como la
delincuencia de manera efectiva.

La lucha contra la corrupción y la delincuencia requiere no solo de sanciones


legales, sino también de un compromiso ético y cultural. Una sociedad que valora
la justicia, la equidad y la transparencia es menos susceptible a ser corrompida y
más resistente frente al crimen organizado. En este sentido, tanto las instituciones
públicas como los ciudadanos tienen un papel fundamental para erradicar estos
males, fortaleciendo el Estado de derecho y promoviendo una cultura de la
legalidad.

Áreas de control, de influencia y de interés

En el análisis de dilemas éticos y problemáticas sociales relacionadas con la


corrupción y la cultura de la legalidad, es fundamental distinguir entre las áreas de
control, de influencia y de interés. Esta diferenciación permite entender hasta dónde
llegan nuestras responsabilidades y cómo nuestras acciones afectan a otros en
distintos contextos.

Área de control:

El área de control abarca las situaciones o decisiones sobre las cuales una persona
tiene total autoridad y responsabilidad. En el ámbito profesional y personal, esto
incluye las acciones que se toman diariamente, como el rechazo a participar en
actos corruptos, la toma de decisiones basadas en principios éticos y el
cumplimiento de las normas legales. Es aquí donde la responsabilidad personal
juega un papel crucial, ya que el comportamiento ético depende directamente de las
decisiones que se controlan.
Área de influencia:

El área de influencia se refiere a aquellas situaciones en las que, si bien no se tiene


un control directo, es posible influir en las decisiones o comportamientos de otros.
En el caso de la corrupción y la cultura de la legalidad, esta área incluye la capacidad
de fomentar prácticas éticas dentro de la organización o de influir en compañeros
para que sigan los principios de justicia y transparencia. Por ejemplo, un servidor
público que promueva la rendición de cuentas o una persona que incentive a otros
a denunciar actos corruptos actúa dentro de su área de influencia. El impacto que
podemos tener sobre el entorno depende de cómo usemos nuestro poder para
inspirar un cambio positivo.

Área de interés:

El área de interés se refiere a aquellas problemáticas o situaciones sobre las que


no se tiene control ni una influencia directa, pero que siguen siendo relevantes por
sus efectos en la sociedad. La corrupción en otras instituciones o sectores puede
ser parte del área de interés de un ciudadano o un profesional, ya que, aunque no
pueda controlarla o influirla directamente, es consciente de sus implicaciones para
el bienestar social y el Estado de derecho. El interés en erradicar estos problemas
puede motivar acciones a nivel colectivo, como el apoyo a reformas legales,
campañas de concientización o la participación en movimientos cívicos.

Comprender estas áreas permite no solo identificar qué acciones podemos


controlar, sino también cómo podemos influir positivamente en otros y ser
conscientes de los problemas más amplios que afectan a la sociedad. Esta
distinción ayuda a gestionar mejor nuestras responsabilidades éticas y a colaborar
en la construcción de una sociedad más justa y transparente.
Conclusión

El análisis de los dilemas éticos, la cultura de la legalidad y el Estado de derecho


revela que las decisiones de cada individuo tienen un impacto profundo en la
sociedad y en el fortalecimiento de las instituciones democráticas. A lo largo de este
informe, hemos explorado diversas problemáticas sociales, como la corrupción, el
nepotismo, la denuncia ciudadana y la aceptación de sobornos, que afectan la
convivencia democrática y la confianza en las instituciones.

La ética y la cultura de la legalidad no son conceptos abstractos, sino principios


prácticos que deben guiar las acciones de todos los miembros de la sociedad.
Cuando los individuos actúan con responsabilidad, respeto por la ley y compromiso
con el bien común, contribuyen significativamente al fortalecimiento del Estado de
derecho y a la construcción de una sociedad más justa y equitativa. En contraste, la
corrupción, el abuso de poder y la falta de integridad debilitan las bases
democráticas y generan un ciclo de impunidad que perjudica a la comunidad en su
conjunto.

Es fundamental que cada uno de nosotros reconozca el impacto de nuestras


decisiones, no solo en nuestro entorno inmediato, sino también en el bienestar
colectivo. Actuar de manera ética y respetuosa con la legalidad fortalece no solo a
las instituciones, sino también la convivencia democrática y los derechos
fundamentales de los ciudadanos.

El compromiso personal con estos valores es indispensable para enfrentar los retos
contemporáneos que enfrenta nuestra sociedad. Como futuros profesionales y
miembros activos de la comunidad, debemos seguir promoviendo la cultura de la
legalidad y la ética en todas nuestras acciones, contribuyendo así a una sociedad
que respete los principios de justicia, transparencia y equidad.
Figura 1. Resultados de la prueba objetiva

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