Resumen Eje 1 Sip
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Campañas militares, reducciones y masacres. Las prácticas estatales sobre los pueblos originarios
del Chaco (Mapelman y Musante)
cuáles fueron las principales estrategias de control social implementadas por el Estado argentino
sobre los pueblos originarios de la región chaqueña, cómo este accionar repitió la lógica de lo
realizado en las crueles campañas militares a Pampa y Patagonia y cómo se siguieron llevando a
cabo prácticas de disciplinamiento hasta bien entrado el siglo XX. (pag. 105)
Las campañas militares al Chaco impulsadas en 1884 por el Presidente de la Nación Julio Argentino
Roca con el fin de apropiarse de las tierras originarias y de subsumir a las comunidades indígenas
sobrevivientes nunca fueron discutidas, ni reconocidas por el propio Estado nacional como parte
de un genocidio. (pag. 106)
La alianza tejida por el ejército, la clase política y los sectores económicos dominantes en esos años
fundacionales del Estado argentino relegó a los pueblos indígenas a una situación de subalternidad
que aún hoy limita sus posibilidades de reconocimiento de derechos. (pag. 106)
cada vez que las comunidades ocupen el espacio público –cortes de ruta, reocupación de terrenos
propios, acampes, manifestaciones- para visibilizar sus demandas, el poder de policía del Estado
será enarbolado como amenaza de represión (pag. 106)
Estas comunidades que habitan desde tiempos ancestrales el territorio nacional fueron incluidas
por medio de la fuerza militar y de acuerdo con un modelo económico y político de exclusión que
nunca los reconoció como sujetos plenos de derechos, sino que por el contrario los visualiza como
ciudadanos de segunda, caracterizados según las etapas históricas como bárbaros, salvajes,
enemigos, y/o inferiores a proteger. En definitiva como el “problema indígena” a resolver. (pag.
106)
Se eligió eliminar las fronteras interiores con el indígena a través del asesinato y la usurpación de
tierras, dejando en evidencia que lo que se estaba poniendo en juego era la urgencia de anexar
territorios para la profundización de un tipo de sistema económico, de modificar los modos de
propiedad y, sobre todo en el norte, de incorporar y asegurarse mano de obra barata para los
ingenios y obrajes que se estaban instalando en la región. (pag. 107)
mientras los ejércitos ya avanzan regularmente sobre Chaco y Formosa, los indígenas apresados
son enviados a ingenios y obrajes a trabajar como mano de obra semiesclava y se los incorpora
forzadamente como soldados para formar parte de guerras fronterizas haciendo de guías y
realizando los trabajos pesados de las tropas. (pag. 109)
Durante las últimas década del siglo XIX, la utilización como mano de obra de los Wichi, Qom,
Moqoit y Pilagá apresados se da en los ingenios azucareros de Tucumán, Salta y Jujuy, que en esos
años se encuentran en pleno proceso de innovación tecnológica, concentración de capitales y que,
por lo tanto, comienzan a ejercer un fuerte control social y económico no sólo sobre los territorios
de la región del noroeste, sino también sobre las comunidades de Chaco y Formosa de donde
necesitan “extraer” la mano de obra. (pag. 109)
los intereses y necesidades de estas empresas se dan de modo coincidente con la profundización
de los avances militares. (pag. 109)
La motivación de las campañas militares de fines de siglo está estrechamente ligada con el
desarrollo económico de estas empresas que se transforman en amos y señores de los territorios
que ocupan y sobre las personas. (pag. 110)
Durante los años de las campañas militares, se llevó adelante –además del disciplinamiento por el
trabajo– una política de tráfico de personas. El resto de los sobrevivientes que no era enviado a los
ingenios y obrajes fue trasladado como prisionero de guerra a la Isla Martín García o repartido
entre las familias aristocráticas de las grandes capitales. (pag. 110)
Si son otros, si son distintos, hay que eliminarlos. Los mecanismos discursivos.
En la decisión política, económica y militar de anexar los territorios indígenas, los sujetos que había
sobre ellos (los qom, mocoit, pilagá, wichi, comunidades que ancestralmente viven en esas tierras)
no van a ser incluidos en el proceso de constitución estatal. (pag. 113)
si los que ocupan las tierras son “inferiores”, “salvajes” y bárbaros”, el Estado adquiere a través de
ese mecanismo enunciativo la potestad de decidir qué es lo que se va a hacer con esos territorios y
con las personas que los habitan. Si son inferiores, no pueden decidir; si son salvajes, no pueden
estar en vecindad con quienes producen la tierra por el progreso del país. Hay entonces que
someterlos o eliminarlos. (pag. 114)
seis momentos que pueden rastrearse a lo largo de un proceso histórico. Esas etapas son la
conformación de una otredad negativa, el hostigamiento, el aislamiento, el debilitamiento
sistemático, el exterminio y la realización simbólica. (pag. 114)
Hacia fines del siglo XIX, las operaciones discursivas van a hacer centro en dos objetivos: el
indígena como sujeto inferior y sus territorios pensados como desierto. (pag. 114)
Biologizar las relaciones sociales y utilizar el concepto de “raza” entre los distintos grupos humanos
va a servir para legitimar “científicamente” la construcción de ese “otro negativo”, y justificar de
ese modo el supuesto ideológico sobre el que se conformaron los estados modernos en América
Latina: el de la superioridad de unos -los blancos, los iluminados, los descendientes de europeos-;
de los otros, los indígenas, los negros, los gauchos. (pag. 114)
La otra operación discursiva se hace a través de la construcción de una imagen del propio territorio
que habitaban. Si el indígena como sujeto era la barbarie frente a la civilización representada por la
oligarquía y los terratenientes, la caracterización geográfica del Chaco como “desierto” va a ser la
oposición al concepto de tierra fértil, trabajada, del campo utilizado para el progreso. (pag. 115)
Una vez construida discursivamente la idea del desierto, de vacío; el territorio puede ser
apropiado, como así los hombres, mujeres y niños que vivan en él. (pag. 116)
La utilización como mano de obra en obrajes, en ingenios y en el ejército asociado a los avances
militares para la conquista de los territorios va a permitir la consolidación de un modelo de país
basado en la exportación de materias primas. (pag. 117)
Las industrias pagaban al Estado una suma establecida por ley a cambio de la obtención de los
obreros y estos fondos eran administrados por el Ministerio del Interior de la Nación. (pag. 118)
Las tareas a las que se destinaba a los indígenas eran el azúcar, la madera y el algodón, tres ramas
que necesitaban mano de obra abundante, barata y en períodos cortos. (pag. 118)
“Propaganda”, “vigilancia”, “razas”, “darles tierras”, “someterse”; cinco conceptos que sintetizan el
entramado de construcciones discursivas creadas sobre las comunidades indígenas. (pag. 119)
La Reducción de Napalpí servía y a la vez era producto de dos estrategias de dominación que se
superponían con el fin de terminar con el “problema indígena”. La estrategia militar que los
persiguió, asesinó e intentó reducirlos en espacios como Napalpí y Bartolomé de las Casas y la
estrategia económica que los necesitaba como mano de obra barata mientras liberaba terrenos
para ser vendidos a privados. (pag. 120)
Napalpí fue una sublevación de tobas y mocovíes producto del fracaso del sistema de reducciones
como estrategia de dominación. Sometidos espacial y culturalmente, se vieron envueltos en una
lucha económica entre colonos y terratenientes del Chaco con los dueños de los ingenios de Salta y
Jujuy. (pag. 122)
Se produce entonces el nucleamiento de tobas y mocovíes para protestar contra las condiciones de
existencia y rebelarse contra las autoridades de la Reducción. (pag. 123)
Comenzaron a crecer, a su vez, entre los “blancos” los discursos que hablaban de “fanáticos líderes
religiosos”, indígenas asesinos y malones. Los discursos eran generados por la prensa local, la
prensa de Buenos Aires y los colonos y terratenientes de la zona, que veían peligrar el
mantenimiento de las condiciones económicas de explotación. (pag. 123)
La Bomba
los pilagá eran definidos por el propio Estado nacional como esos sujetos indefensos a los que hay
encerrar en reducciones para poder “civilizarlos”. (pag. 126)
Muchas de estas personas que ya habían sido conchabados por ingenios, obrajes y algodonales
para las cosechas, es decir que ya habían tenido que someterse al trabajo en las empresas debido
al avance de la industrialización y la creciente demanda de mano de obra, se encontraban en
octubre del ´47 reunidas en La Bomba. (pag. 127)
Mientras las danzas y los tambores se mezclaban con los himnos bíblicos cantados en lengua
pilagá, en los regimientos de la zona se gestaba la represión. (pag. 127)
Para el Estado Nacional la indisciplina tenía que cesar y la gente debía ser encerrada en un espacio
controlado para que pudiera ser enviada a trabajar. (pag. 127)
los pilagá que fueron capturados durante la trágica huida fueron enviados a la Reducción para
Indígenas Francisco Muñíz y a la Colonia Bartolomé de Las Casas a donde se los distribuyó en los
lotes y se los puso a trabajar en el desmonte y los aserraderos, ya que la venta de postes de
quebracho era una de las fuentes de ingreso para el mantenimiento de las colonias. (pag. 129)
El genocidio es la categoría de una posibilidad estatal, pero necesita del respaldo de sectores de la
sociedad civil. (pag. 129)
El terror sembrado en las campañas del desierto, Napalpí y La Bomba atenta contra la memoria
social. Durante décadas, los pueblos Qom y Pilagá no tuvieron la oportunidad de contar lo
sucedido, el terror fue sembrado con éxito, y también la mentira. (pag. 129)
la situación de exclusión en la que hoy se encuentran estas comunidades tiene como hitos
fundacionales las campañas militares, las políticas de sometimiento y su incorporación al modo de
producción capitalista, las cuales no deben pensarse sólo en términos de un genocidio originario y
constituyente, ni como casos individuales y aislados donde las fuerzas armadas se “extralimitaron”,
sino como un proceso histórico cuyas prácticas sociales genocidas se siguen reproduciendo en el
presente a través de un sistema hegemónico de negación, invisibilización y explotación36. (pag.
130)
estas formas de utilización del terror influyen directamente sobre la negación a discutir la
propiedad de la tierra por parte del Estado y sobre el accionar represivo ante las formas de
resistencia de las comunidades indígenas. (pag. 130)
consolidación de la soberanía territorial del estado nacional sobre un ámbito geográfico que
consideraba propio, y para la incorporación plena en el mercado mundial como exportador de
materias primas, en el marco del desarrollo de las relaciones capitalistas. (pag. 1)
se pasa de la “solución del problema del indio” a la incorporación de tierras, al desarrollo de los
ferrocarriles, y al arribo de capitales e inmigrantes, proceso que como resultado permitió constituir
a una Argentina moderna conectada con el mundo.
Pensar la Argentina
De ese relato patriótico, los indígenas (aunque no sólo ellos) fueron eyectados y traslados al
pasado, abordados como piezas de museo, caracterizados como grupos fijos sin cultura y con
características relacionadas íntimamente con su supuesto “ámbito natural” de pertenencia, y
estudiados ya no por la historia, sino por la arqueología que los traslado hacia un pasado remoto.
(pag. 2)
las identidades nacionales dejaron de pensarse como una relación “natural” entre un pueblo y un
territorio, y en cambio se las comprende como producto de acontecimientos y construcciones
políticas y sociales. En ese proceso, las elites determinan un “nosotros” y expulsan a “otros” que
no integrarán ese colectivo nacional.
Así se explica que los aborígenes fueran calificados como “bárbaros”, “salvajes” y “elementos de
una etapa a punto de extinguirse” que obstaculizaban el progreso y el avance de la civilización. De
ese modo se preparaba el terreno para dotar de legitimidad su sometimiento.
Los que estaban en condiciones físicas ingresaban a la isla bajo la categoría de “indios presos” y
quienes no cumplían con los requisitos, eran calificados como “inútiles o débiles” y eran
considerados “indios de depósito”. (pag. 3)
Viñedos, ingenios azucareros, estancias y hasta astilleros fueron algunos de los lugares donde los
nativos fueron repartidos a los empresarios de cada uno de los sectores que así lo solicitaran. (pag.
4)
El sistema de distribución no tuvo como víctimas sólo a los varones, sino que permitió el reparto
de mujeres y niños que eran incorporadas al servicio doméstico por parte de las clases
dominantes. (pag. 4)
además del reparto de las tierras en pocas manos, teniendo en cuenta que los cálculos coinciden
en que menos de dos mil personas se quedaron con más de cuarenta millones de hectáreas entre
1876 y 1903, la Conquista del Desierto también repartió los cuerpos de los vencidos, quienes
invisibilizados, obligados a abandonar sus prácticas culturales, separadas sus comunidades y
unidades familiares, impedidos de reproducirse física y socialmente, confinados, deportados y
distribuidos, los delitos perpetrados en su contra coinciden en cada uno de sus pasos con la
definición propuesta por la Organización de Naciones Unidos (ONU) para el crimen de genocidio.
(pag. 5)
Ha pasado más de un siglo entre aquella práctica genocida de las campañas militares, y sus
consecuencias siguen vigentes en la negativa a sus reclamos, en los fallos judiciales que niegan la
existencia de aborígenes en nuestro país y en el sentido común de los argentinos, que sigue viendo
a los “indios” como seres del pasado, marginales o como un pequeño grupo de sobrevivientes en
determinadas y específicas regiones de la Patagonia y el Chaco. (pag. 5)
1-El intelectual
Viaje al pais de los araucanos, resultado de la expedicion privada realizada por Zeballos en las
tierras arrasadas por el ejercito de Roca seis meses antes. autor como un testigo privilegiado de la
“Historia” y el “Progreso”, posicionado en un momento unico, ante un mundo-otro que se esta
desintegrando muy rapidamente.
Zeballos es parte de la elite, que no solo fue una elite dirigente, sino tambien intelectual, cuya
educacion ―con componentes franceces y anglosajones sobre un fondo hispanico- tenia una
funcion de dominacion simbolica muy eficaz―.
2- El Desierto
Con “Desierto”, finalmente, no podemos leer mas que la impronta sarmientina, impronta que da
vida igualmente a la lucha maniquea entre Civilizacion y Barbarie que vemos desplegarse, a veces
tenue y sutilmente y, a veces, mas aspera y cruelmente en el relato de Zeballos. (pag. 5)
Esta es una retorica polarizante, siempre presente en la narrativa expansionista, y tiene una doble
funcion; por un lado, negar la legitimidad de la propiedad indigena sobre la tierra, los nativos
figuran como si salieran literalmente de la nada: de la noche, repentinamente o de algún lugar
invisible, por otro, negar el contacto que se fue dando en la frontera, como el que se dio entre los
indios de las pampas y el colonialismo espanol.
3-El otro
la operacion de eliminacion de los indigenas tiene una fuerte marca etnica, antes que un
componente puramente militar, geografico, economico o estrategico. (pag. 7)
se piensa a los habitantes nativos como “primitivos”, siendo que en ellos podia verse el inicio de la
humanidad y su plateria, tejidos y demas utensilios son descriptos como “reliquias” (vestigio del
pasado, objeto antiguo) en vez de adaptaciones al ambiente, y una formacion social distinta y una
manera alternativa de relacion con la naturaleza acorde a los condicionamientos materiales
propios del medio.
el clasismo, el sexismo, el racismo y el desprecio hacia los dominados, son casos parciales de una
logica que los hermana, y a la vez, permanece oculta, es decir, la presión de la hegemonia.
los indios salvajes son vistos desde una doble perspectiva relacionada a lo femenino. Por un lado,
desde la animalidad y, en menor medida, por el mayor contacto con las tareas relacionadas a la
produccion y reproduccion de la vida social en el Desierto. (pag. 13)
PowerPoint Eje 1
Con el texto de Nagy vamos a analiza el proceso de avance del Estado en la región pampeana
patagónica hacia fines del siglo XIX a partir de la mal llamada “Conquista del Desierto”. El recorrido
propuesto busca plantear esta conquista como genocidio. De ahí la importancia del “despojo
territorial” a partir de la eliminación de las autonomías indígenas a la par que se privilegiaban a
sectores terratenientes que fortalecieron su posición con el acceso a nuevas propiedades. De igual
forma se analizan las trayectorias de las y los indígenas cautivos en campos de concentración y
entregados a particulares para su explotación.
También vamos a observa el proceso en la región del Gran Chaco bajo la llamada Conquista del
Desierto Verde, observando las particularidades de la zona y el largo proceso de avance estatal en
la zona. Además, se analiza el rol y la influencia de propietarios privados que utilizaron la mano de
obra indígena de manera estacional y las masacres posteriores generadas ante reclamos justos por
mejores condiciones de vida. En esta clase se realiza un apartado específico para la región del
Noroeste que, de manera muy diferente, sufrió el avance y la violencia no sólo del Estado nacional,
sino también desde tiempos coloniales.