El Espejo de La Luna "Cuento Infantil "
El Espejo de La Luna "Cuento Infantil "
El Espejo de La Luna "Cuento Infantil "
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una niña llamada Luna. Ella era conocida por su
sonrisa brillante y su amor por bailar bajo la luz de la luna. Sin embargo, Luna tenía un secreto: cada
vez que se miraba al espejo, sentía que su cuerpo no era lo suficientemente bonito.
Un día, mientras paseaba por el bosque, encontró un espejo viejo apoyado contra un árbol. Tenía un
marco dorado con grabados de estrellas. Intrigada, lo llevó a casa. Al mirarse en él, el espejo no
mostraba su reflejo, sino una versión distinta de sí misma, más alta, más delgada, con una piel
perfecta.
“¡Así debería verme!”, pensó Luna, y decidió que haría todo lo posible para parecerse a esa imagen.
Dejó de disfrutar su comida favorita, evitó bailar porque pensaba que no se movía con gracia y dejó de
sonreír tanto como antes. Pero, aunque intentaba cambiar, el espejo siempre le mostraba algo que no
tenía.
Un día, su abuela, una mujer sabia que amaba las historias, notó que Luna estaba triste.
Luna le mostró el espejo y le contó cómo se sentía al verse. La abuela escuchó atentamente y, después
de un momento, dijo:
—Este no es un espejo común. Este espejo muestra lo que crees que deberías ser, no lo que realmente
eres.
—No tiene nada de malo crecer y mejorar, pero este espejo te está alejando de lo que ya eres: única,
hermosa y llena de vida. ¿Qué pasó con tu risa, tus bailes bajo la luna?
Esa noche, mientras miraba la luna desde su ventana, Luna decidió que probaría algo diferente.
Guardó el espejo en el fondo de un armario y, al día siguiente, se miró en su viejo espejo de madera.
Por primera vez en mucho tiempo, sonrió.
Poco a poco, Luna volvió a disfrutar de sus comidas favoritas, a bailar libremente y a aceptar las
pequeñas cosas que hacían especial a su cuerpo: la curva de sus mejillas cuando reía, la fuerza de sus
piernas cuando saltaba. Con el tiempo, dejó de preguntarse cómo se veía en el espejo y empezó a
enfocarse en cómo se sentía.
Luna aprendió que su cuerpo era un mapa de historias: las cicatrices de sus juegos de infancia, la
forma en que sus pies marcaban el ritmo al bailar, la fortaleza que sentía al abrazar a quienes amaba.
Desde entonces, cada vez que baila bajo la luna, Luna recuerda que su historia corporal es suya, única
y preciosa, y que no hay un espejo en el mundo que pueda definir lo que realmente vale.
**Fin.**