Resumen 1er Parcia de Semiologia (Ahora Si)

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Resumen semiologia (ahora si)

Saussure
Introducción a la Lingüística y el Objeto de Estudio
Saussure plantea que el objeto de estudio de la lingüística no es simple, ya que no se
puede observar como un objeto dado de antemano, sino que el punto de vista del
observador crea el objeto. Este fenómeno lingüístico tiene varias dimensiones:

Sonido y Articulación: El sonido es una impresión acústica percibida por el oído, pero está
íntimamente ligado a los órganos vocales. No se puede estudiar el sonido sin la articulación
vocal ni viceversa.

Lenguaje como Unidad Fisiológica y Mental: El sonido es el instrumento del pensamiento, y


forma una unidad compleja con la idea.

Dualidades del Lenguaje: El lenguaje tiene tanto un aspecto individual como social, y es un
sistema en constante evolución.

Definición de la Lengua
Para Saussure, la lengua es una parte esencial del lenguaje, pero no es sinónimo de éste.
Define la lengua como un producto social que permite la comunicación a través de un
sistema de signos. Aunque el lenguaje es variado y abarca dimensiones físicas, fisiológicas
y psíquicas, la lengua es una entidad autónoma que organiza y clasifica estos signos.
Saussure insiste en que la lengua es una convención social establecida, mientras que el
lenguaje abarca tanto la lengua como el habla.

Lengua y Habla
Saussure distingue entre lengua (el sistema de signos compartido por una comunidad) y
habla (el uso individual y voluntario de la lengua). Mientras que la lengua es un producto
social colectivo que los individuos adquieren pasivamente, el habla es un acto individual en
el que se usa la lengua para expresar ideas personales.

El Signo Lingüístico
El signo lingüístico es una combinación de un significante (imagen acústica) y un significado
(concepto). Estos dos elementos están unidos de manera arbitraria, lo que significa que no
existe una conexión natural entre el sonido de una palabra y su significado. Saussure
introduce los conceptos de arbitrariedad y carácter lineal del signo:

Arbitrariedad: No hay una razón natural por la cual un significante esté relacionado con un
significado específico.

Carácter Lineal: Los significantes se desarrollan en una cadena, uno después de otro,
debido a la naturaleza auditiva del lenguaje.
Inmutabilidad y Mutabilidad del Signo
Saussure también destaca la paradoja del signo lingüístico:

Inmutable: La comunidad lingüística no puede cambiar libremente los signos lingüísticos, ya


que son heredados.

Mutable: A lo largo del tiempo, los signos lingüísticos cambian lentamente debido a factores
históricos.

Valor Lingüístico
El valor de un signo lingüístico no es sólo su significado, sino también su relación con otros
signos dentro del sistema de la lengua. Los valores son diferenciales, es decir, cada signo
adquiere significado en oposición a otros signos.

La Semiología
Saussure plantea la necesidad de una ciencia más amplia llamada semiología, que estudie
los signos dentro de la vida social. La lingüística sería una parte de esta ciencia, centrada
en la lengua como un sistema de signos. A través de la semiología, se podrían estudiar
otros sistemas simbólicos como la escritura, los rituales o las señales.

Epistemología del Saussurismo


Sazbón utiliza la noción de "obstáculo epistemológico" de Bachelard para explicar cómo
Saussure enfrentó el estado precientífico de la lingüística. Saussure identificó que el
principal obstáculo en la lingüística era la concepción de la lengua como una nomenclatura,
es decir, como un sistema en el cual las palabras son meras etiquetas que representan
objetos. Esta idea dificultaba el entendimiento de la verdadera naturaleza del signo
lingüístico, ya que asumía una relación fija y simple entre palabra y objeto, sin considerar
las distorsiones históricas que afectan tanto al nombre como a la idea.

Saussure postuló que la arbitrariedad del signo lingüístico y su naturaleza dual, formada por
el significante (la imagen acústica) y el significado (el concepto), eran claves para
desarrollar una ciencia de la lengua. Este enfoque implicaba que el signo es arbitrario y que
su valor deriva únicamente de las relaciones con otros signos dentro del sistema lingüístico.

Lengua y Lenguaje
Saussure distingue entre lengua y lenguaje. El lenguaje es un fenómeno multifacético, del
cual la lengua es solo una parte. La lengua, según Saussure, es un sistema de valores
puramente relacionales que no tiene realidad material fuera de las oposiciones que existen
entre sus elementos. La lengua es una convención social que organiza y clasifica signos,
mientras que el habla es un acto individual de voluntad y expresión.

Esta dicotomía entre lengua y habla muestra la dualidad del lenguaje como una entidad
social (la lengua) e individual (el habla). La lengua es estable y colectiva, mientras que el
habla es cambiante e individual.
Arbitrariedad del Signo Lingüístico
La idea de Saussure sobre la arbitrariedad del signo es un punto central en su teoría
lingüística. El signo no tiene ninguna relación natural con el objeto que representa; su
vínculo es completamente convencional. Esta arbitrariedad se extiende tanto al significante
como al significado, y la lengua se constituye a través de la relación entre signos, sin que
estos tengan una conexión intrínseca con la realidad exterior. El valor de un signo es
diferencial, es decir, está determinado por su oposición a otros signos dentro del sistema.

Valor Lingüístico
El concepto de valor en la teoría de Saussure es crucial. Un signo no tiene valor por sí
mismo, sino por las relaciones que mantiene con otros signos. Por ejemplo, las diferencias
entre términos como "sheep" y "mouton" no radican solo en su significado, sino en cómo
estos términos se relacionan y se oponen dentro de sus respectivos sistemas lingüísticos.

Sincronía y Diacronía
Saussure hace una clara distinción entre lingüística sincrónica y lingüística diacrónica. La
lingüística sincrónica estudia la lengua en un momento determinado, como un sistema
estable de relaciones, mientras que la lingüística diacrónica se enfoca en la evolución de la
lengua a lo largo del tiempo. Aunque ambas perspectivas son importantes, Saussure da
primacía al enfoque sincrónico porque permite un análisis más estructurado de la lengua
como sistema en equilibrio.

Lingüística y Semiología
Saussure también es reconocido por sentar las bases de la semiología, la ciencia que
estudia los signos dentro de la vida social. Aunque la semiología va más allá del estudio de
la lengua, incluyendo símbolos, señales y otros sistemas de signos, la lengua se convierte
en el modelo central para esta disciplina debido a su complejidad y arbitrariedad. Saussure
destaca que, a pesar de que otros sistemas de signos puedan tener alguna motivación
natural, la lengua es puramente arbitraria y su estudio es fundamental para entender los
sistemas de signos en general.
Pierce

Introducción a la Semiótica según Peirce


Peirce define la semiótica como el estudio formal de los signos y sus modos de
representación, aplicación y significado. Según él, todo en el universo puede entenderse a
través de signos, ya que estos median entre la realidad y nuestra interpretación. Un signo o
representamen es algo que para alguien está en lugar de otra cosa. Este proceso involucra
tres elementos clave: el representamen, el objeto y el interpretante.

Componentes del Signo

Representamen: Es la entidad que se utiliza para representar algo. No es necesariamente


una cosa física; puede ser una idea o un concepto abstracto. Por ejemplo, una palabra es
un representamen que evoca algo en nuestra mente. El representamen es el signo como
tal, la expresión inicial en el proceso semiótico.

Objeto: Es aquello a lo que el signo se refiere. Puede ser un objeto real o una idea
abstracta. Peirce distingue entre dos tipos de objetos:

Objeto Inmediato: Es el objeto tal como se presenta en el signo, es decir, la representación


del objeto dentro del proceso de semiosis.

Objeto Dinámico: Es el objeto en sí mismo, que existe fuera del signo. Este es el objeto real,
al que el signo se refiere indirectamente.

Interpretante: Es la interpretación o efecto que el signo genera en la mente del observador.


El interpretante no es la persona que interpreta el signo, sino el nuevo signo o idea que
surge a partir del primero. Peirce divide al interpretante en:

Interpretante Inmediato: El significado básico o la idea inmediata que surge cuando uno se
encuentra con un signo.

Interpretante Dinámico: Es el efecto real que el signo produce en el observador, como


pensamientos adicionales, acciones, o reacciones.

Tricotomía de los Signos

Peirce divide los signos en tres categorías importantes a través de tres tricotomías:

Tricotomía del Representamen:

Cualisigno: Es un signo que se basa en una cualidad, como el color de un objeto. No


depende de la existencia física del objeto.
Sinsigno: Es un signo basado en la existencia real del objeto. Por ejemplo, un anillo que se
ve como símbolo de matrimonio es un sinsigno.
Legisigno: Es un signo basado en una convención o regla general. El lenguaje es un
ejemplo de legisigno, ya que las palabras son signos determinados por convenciones.

Tricotomía del Objeto:

Ícono: Se refiere a su objeto debido a la semejanza o similitud. Un retrato o una fotografía


es un ícono, ya que su forma refleja el objeto que representa.
Índice: Se refiere a su objeto a través de una conexión causal o directa. Por ejemplo, el
humo es un índice de fuego.
Símbolo: Se refiere a su objeto por una convención establecida. Las palabras son símbolos,
ya que su relación con el objeto es arbitraria y depende de una ley socialmente acordada.

Tricotomía del Interpretante:

Rema: Un signo que sugiere posibilidades. No ofrece una información completa, sino que
abre la puerta a múltiples interpretaciones. Ejemplo: un boceto o una sugerencia vaga.
Dicisigno: Un signo que afirma algo y tiene un valor de verdad, como una oración que afirma
un hecho.
Argumento: Un signo que establece una relación lógica entre signos. Un argumento es más
desarrollado y busca demostrar algo, como en los silogismos.

Tipos de Signos: Ícono, Índice y Símbolo


Peirce desarrolla en profundidad las características de los tres tipos de signos:

Ícono: Un signo que funciona porque se parece a su objeto. La relación entre el signo y el
objeto es de semejanza, por ejemplo, un mapa es un ícono del territorio que representa. El
ícono no depende de la existencia real de su objeto, sino de sus cualidades internas.
Ejemplos de íconos son dibujos, pinturas o diagramas.

Índice: Es un signo que está físicamente o causalmente conectado con su objeto. Un


ejemplo clásico de índice es una veleta, que indica la dirección del viento, o las huellas que
indican la presencia de un animal. A diferencia del ícono, el índice requiere que su objeto
exista realmente, ya que el signo depende de esa conexión directa.

Símbolo: Es un signo que se relaciona con su objeto por medio de una convención o ley.
Las palabras del lenguaje son símbolos, ya que no hay una conexión intrínseca entre el
significante y el significado. La relación entre el signo y su objeto es completamente
arbitraria y depende de acuerdos culturales. Por ejemplo, la palabra "perro" no tiene
ninguna relación natural con el animal que denota; su conexión es meramente
convencional.

Semiosis Infinita
La semiosis infinita es un concepto central en la teoría de Peirce. En cada proceso de
interpretación, un signo genera otro signo, y así sucesivamente. Esta cadena de signos, que
él llama semiosis infinita, nunca se detiene, ya que cada interpretación de un signo se
convierte en otro signo que requiere su propia interpretación. Este concepto refleja la
naturaleza dinámica e interminable del significado, sugiriendo que nunca llegamos a un
punto final en la interpretación de los signos.
La Lógica y la Semiótica
Peirce conecta la semiótica con la lógica al argumentar que todos los procesos de
razonamiento son esencialmente procesos sígnicos. La lógica no es otra cosa que la
semiótica aplicada, ya que todo pensamiento es en sí mismo un signo. Por lo tanto, los
signos no solo comunican, sino que también construyen la realidad a través de las
estructuras mentales que organizan nuestra experiencia.

La Relación entre Signo y Realidad


Peirce plantea que el signo no refleja simplemente la realidad, sino que crea la realidad al
estructurar nuestra percepción de ella. Los signos son mediadores entre nuestra mente y el
mundo, y es a través de ellos que entendemos, categorizamos y construimos el universo.
Esta visión se aleja de una postura meramente representacionalista (como la de Saussure),
para adoptar una perspectiva donde los signos son activos y generan conocimiento.

Ejemplo del Proceso Semiótico


Imaginemos la palabra "caballo":

Representamen: La palabra "caballo" es el signo que percibimos.


Objeto Inmediato: El concepto de caballo que se activa en nuestra mente cuando
escuchamos la palabra.
Objeto Dinámico: El animal real, al que la palabra "caballo" se refiere en el mundo físico.
Interpretante: La interpretación de "caballo" en nuestra mente, que puede estar influenciada
por nuestras experiencias previas, como haber visto un caballo real o haber leído sobre
ellos.
Cada vez que escuchamos la palabra "caballo", se activa un proceso semiótico que
relaciona estos tres elementos de manera dinámica y continua.

Importancia de la Semiótica de Peirce


La teoría de Peirce amplía el concepto de signo más allá del lenguaje, sugiriendo que todo
lo que percibimos y conocemos se estructura a través de signos. Su visión triádica y
procesual del signo proporciona una herramienta poderosa para comprender no sólo el
lenguaje, sino cualquier forma de conocimiento y representación. Además, el concepto de
semiosis infinita resalta la naturaleza interminable de la interpretación, posicionando la
semiótica como una ciencia clave para estudiar el proceso del pensamiento y la cognición.

Barthes
1. El Mensaje Fotográfico – Roland Barthes
Introducción:
Barthes sostiene que la fotografía, particularmente la de prensa, es un mensaje
estructurado. Al igual que otros medios de comunicación, la fotografía tiene un emisor, un
receptor y un canal. El emisor es el equipo técnico detrás de la producción de la foto, desde
el fotógrafo hasta los editores. El receptor es el público, y el canal es el periódico, aunque
incluye también los elementos de texto, como títulos y pies de foto, que acompañan la
imagen.
La paradoja fotográfica:
Uno de los aspectos más intrigantes de la fotografía, según Barthes, es su capacidad de ser
un mensaje sin código, en el que lo que se muestra parece ser una representación directa
de la realidad. Barthes define la fotografía como un "analogon" perfecto de la realidad, lo
que significa que la imagen parece idéntica a lo que representa, sin ningún tipo de
transformación estructural.
Sin embargo, Barthes introduce la paradoja fotográfica al argumentar que, aunque la
fotografía aparenta ser pura y sin interpretación, en realidad está cargada de
connotaciones. De hecho, incluso la fotografía más objetiva está sujeta a códigos culturales
que influyen tanto en su producción como en su recepción. Barthes distingue dos tipos de
mensajes dentro de la fotografía:

Mensaje denotado: Es lo que la fotografía muestra directamente (la realidad física o escena
visible).
Mensaje connotado: Es el significado cultural, emocional o ideológico que el espectador
asocia con la imagen.
Estructura de la fotografía:
Aunque la fotografía parece denotar la realidad sin modificarla, Barthes enfatiza que el
mensaje connotado está siempre presente. Por ejemplo, un periódico puede usar la misma
foto en dos contextos ideológicos diferentes (en un periódico conservador y en uno
progresista), lo que cambiaría el sentido connotado. Este es un proceso que Barthes llama
naturalización de lo cultural, donde los significados ideológicos se presentan como si fueran
naturales o evidentes.

Procedimientos de connotación:
Barthes identifica varios métodos por los cuales la connotación se impone a la fotografía:

Trucaje: El retoque o manipulación de una fotografía para alterar su contenido y así cambiar
su significado. Un ejemplo es la creación de montajes fotográficos, como el caso de un
senador estadounidense que fue retratado falsamente conversando con un líder comunista.

Pose: La forma en que las personas o los objetos aparecen en la imagen puede transmitir
un significado. Una pose, como la de Kennedy mirando al cielo, puede sugerir espiritualidad
o grandeza, lo que refleja un mensaje connotado de poder o nobleza.

Objetos: Los objetos dentro de una imagen, ya sea organizados intencionalmente o de


manera espontánea, transmiten mensajes. Un ejemplo es una biblioteca en una fotografía,
que connota intelectualidad.

Fotogenia: La calidad estética de la imagen, lograda a través de técnicas como la


iluminación o el enfoque, agrega un nivel de connotación a la fotografía. Este
"embellecimiento" transforma la imagen en algo más que una representación objetiva.

Esteticismo: Cuando una fotografía se acerca al arte, por ejemplo, al parecerse a una
pintura clásica, adquiere un nuevo nivel de connotación. Una foto de una recepción puede
estar organizada para evocar una obra maestra del arte, añadiendo una connotación de
"espiritualidad" o "significación artística".
Sintaxis: Cuando una serie de fotos se presentan juntas en secuencia, como en una revista,
se puede generar un mensaje connotado a través de la narración visual, como es el caso de
una serie de fotos de una cacería presidencial, donde se añade un elemento de humor o
crítica política.

El texto y la imagen:
Roland Barthes, en su estudio sobre la relación entre texto e imagen, particularmente en el
ámbito de la fotografía, introduce conceptos fundamentales en su análisis semiótico de los
medios de comunicación. Barthes señala que la imagen, especialmente en contextos como
la prensa, nunca es puramente "natural"; siempre está mediada culturalmente y su
significado no es fijo, sino susceptible de múltiples interpretaciones.

Anclaje y Relevo
Barthes introduce dos funciones principales que el texto puede cumplir en relación con la
imagen:

Anclaje (anchorage): Esta función del texto actúa como una especie de "fijador" del
significado. En una fotografía de prensa, por ejemplo, la imagen puede ser ambigua y
abierta a diferentes interpretaciones. El texto asociado a la imagen (como un pie de foto o
un titular) guía al espectador hacia una lectura específica, limitando el rango de
interpretaciones. El texto "ancla" el significado de la imagen al proporcionar un contexto que
influye en cómo debe ser entendida. Sin el texto, el espectador podría interpretar la imagen
de múltiples maneras, pero el texto restringe esa libertad, dirigiéndola hacia una
interpretación más controlada por el medio.

Relevo (relay): En este caso, el texto no simplemente refuerza la imagen, sino que trabaja
en conjunto con ella para crear un significado más complejo. En lugar de "anclar" el
significado de la imagen, el texto y la imagen interactúan de manera más dinámica, donde
ambos se complementan y se construyen mutuamente. Esta relación es más común en
narrativas audiovisuales como el cine o el cómic, donde el texto y la imagen se alternan
para contar una historia completa.

La insignificancia fotográfica:
Por último, Barthes explora la posibilidad de que algunas fotografías sean denotadas
puramente, sin connotaciones. Sin embargo, concluye que esto es raro, ya que incluso las
imágenes más impactantes (como fotos de tragedias o desastres) están sujetas a
interpretaciones culturales que influyen en su lectura.

2. El Discurso de la Imagen – Semiótica Contemporánea

Contexto y representación:
Este texto analiza cómo la imagen (ya sea una fotografía, pintura o dibujo) está codificada
por las convenciones culturales e ideológicas de la época en que fue creada. A través de las
teorías de semióticos como Peirce y Eco, se argumenta que las imágenes no son simples
reflejos de la realidad, sino que dependen de las convenciones gráficas y de la cultura de
los observadores.
La relación entre objeto y representación:
El texto menciona que la representación visual es un proceso complejo en el que el objeto
real se transforma en un signo. Esto significa que la fotografía no solo muestra una imagen,
sino que presenta una ausencia: lo que se ve es solo un aspecto de la realidad, y no toda la
realidad misma. Louis Marin describe este proceso como un "efecto de presencia", donde la
representación hace que algo ausente parezca estar presente.

Poder y resistencia:
John Tagg estudia la fotografía desde una perspectiva histórica y social, destacando cómo
la fotografía ha sido utilizada como un instrumento de poder. La fotografía no solo refleja la
realidad, sino que también contribuye a legitimar ciertas estructuras sociales. Durante el
proceso de industrialización del siglo XIX, por ejemplo, la fotografía fue utilizada tanto en el
arte como en la ciencia para reforzar los valores de la época.

Fotografía como práctica social:


Pierre Bourdieu también es citado para argumentar que la fotografía debe ser entendida
como una práctica social. Toda imagen es un índice de su tiempo, mostrando los objetos,
las personas y las relaciones sociales dominantes de una época. Esto significa que las
fotografías son un reflejo tanto de la cultura como de la clase social de quienes las crean y
consumen.

Análisis semiótico de imágenes:


El texto propone un análisis basado en las teorías de Barthes para descomponer una
imagen en niveles de lectura:

Nivel denotado: Una descripción objetiva de los elementos presentes en la imagen, como
los objetos, las personas y su disposición.
Nivel connotado: La interpretación de los elementos según los significados culturales
asociados, como el dolor en una escena de duelo o la grandeza en una imagen de un líder.
Comentario teórico: Finalmente, se propone conectar estos niveles de análisis con los
textos teóricos para reforzar la interpretación.
Este proceso es fundamental para entender cómo las fotografías, incluso las más simples,
contienen capas de significado que solo pueden desentrañarse a través de un análisis
semiótico.

Benveniste

1. Introducción
Benveniste empieza discutiendo la naturaleza de la semiología, tomando como referencia
los trabajos de Charles Peirce y Ferdinand de Saussure, dos figuras que, de manera
independiente, desarrollaron bases teóricas para una ciencia de los signos. Ambos autores
coinciden en la importancia de los signos para la construcción del conocimiento y la
comunicación, pero difieren en su enfoque.

Peirce elaboró una amplia teoría de los signos, identificando tres categorías principales:
íconos (representaciones basadas en semejanza), indicios (relación causal o de contigüidad
con lo representado), y símbolos (signos convencionales que dependen de un acuerdo
social). Sin embargo, su enfoque es tan amplio que para él todo es un signo: pensamientos,
emociones, acciones. Benveniste critica que esta definición no delimita claramente el rol de
la lengua en este sistema, ya que Peirce no distinguía entre los diferentes tipos de
lenguajes o sistemas de signos.

Saussure, por otro lado, se enfoca exclusivamente en la lengua como un sistema de signos
independiente. En su obra, establece que la lingüística es parte de una ciencia más amplia
que denomina semiología, encargada de estudiar los signos en la vida social. Para
Saussure, la lengua es el sistema más importante de todos los sistemas de signos, debido a
su función estructuradora en la comunicación humana.

2. El Signo según Peirce y Saussure


Benveniste distingue las dos aproximaciones principales:

Peirce: Para él, el signo es omnipresente en el universo. No hay una diferencia clara entre
los tipos de signos; por ejemplo, una palabra puede ser considerada un símbolo, un indicio
o un ícono, dependiendo del contexto. Esto crea una multiplicación infinita del concepto de
signo, lo que, según Benveniste, hace difícil su aplicación operativa en la lingüística.

Saussure: La lengua es el sistema de signos más organizado, y debe diferenciarse del


lenguaje en general. Saussure introduce una distinción crucial: el signo lingüístico está
compuesto por dos elementos:

Significante: La imagen acústica o la forma física del signo.


Significado: El concepto o idea que representa.
La arbitrariedad del signo, según Saussure, es central, ya que no hay una conexión natural
entre el significante y el significado; su relación depende de una convención social.
Benveniste subraya que esta arbitrariedad es fundamental para entender cómo funcionan
los sistemas de signos en la lengua.

3. La tarea de la semiología según Saussure


Benveniste explica que para Saussure la semiología tiene tres tareas principales:

Describir las lenguas conocidas tanto desde una perspectiva sincrónica (estudio de una
lengua en un momento dado) como diacrónica (su evolución a lo largo del tiempo).
Deslindar las leyes generales que gobiernan las lenguas.
Delimitar y definir a la propia lingüística como ciencia.
Saussure subraya que la lengua es un sistema autónomo que permite clasificar los hechos
de lenguaje entre los fenómenos humanos. Al introducir la lengua como principio de
clasificación, se ordena lo que antes era un fenómeno heterogéneo y confuso, logrando así
una ciencia de los signos.

4. El problema de la semiología como ciencia general


Benveniste destaca que aunque Saussure propone que la semiología estudie todos los
sistemas de signos (como los ritos simbólicos, las señales militares o las cortesías), en la
práctica, Saussure no desarrolla un marco teórico claro para integrar estos sistemas en la
semiología. Para Benveniste, esta omisión revela la dificultad de crear una ciencia unificada
de los signos que abarque tanto los sistemas lingüísticos como los no lingüísticos.

5. El papel de la lengua en la semiología


Para Benveniste, la lengua ocupa un lugar dominante entre los sistemas de signos, ya que
tiene una función única: puede interpretar otros sistemas de signos (por ejemplo, los ritos o
las señales sociales) pero no es posible interpretar la lengua a través de esos otros
sistemas. Esto le otorga a la lengua un carácter central en la semiología.

6. Clasificación de los sistemas de signos


Benveniste insiste en que para avanzar en la semiología es necesario clasificar los
diferentes sistemas de signos. Propone que los signos deben ser estudiados en su contexto
funcional, y no solo a través de su forma o estructura. Esto significa que el significado de un
signo depende del sistema en el que está inserto, y no puede ser trasladado a otros
sistemas sin perder su función.

Ejemplo: El color rojo en un semáforo no tiene el mismo significado que el rojo en una
bandera nacional. Cada signo funciona dentro de un sistema cerrado, y su valor depende de
las reglas internas de ese sistema.

7. La lengua como sistema interpretante


Benveniste señala que la lengua no solo es un sistema de signos, sino que también tiene la
capacidad de interpretar otros sistemas. Por ejemplo, los signos sociales (como los gestos
de cortesía) sólo adquieren su sentido completo cuando se interpretan a través del lenguaje.
Esta función de la lengua la convierte en el sistema más complejo y dinámico.

8. Lo semiótico y lo semántico
Benveniste introduce una distinción clave entre dos modos de significancia:

Lo semiótico: Corresponde al signo lingüístico tal como lo definió Saussure. Se refiere a la


relación estructural entre el significante y el significado, que existe independientemente de
la situación de enunciación.
Lo semántico: Se refiere a la enunciación y al discurso. En este nivel, el sentido no proviene
simplemente de la suma de signos individuales, sino de la interacción y el contexto en que
se utilizan los signos. Aquí, el significado se construye a partir del uso de la lengua en
situaciones específicas.
9. La lengua como modelo semiótico
Benveniste concluye que la lengua es el único sistema que combina estos dos niveles de
significancia: el semiótico (signos estructurales) y el semántico (significados discursivos).
Esta combinación es lo que le otorga a la lengua su capacidad interpretativa sobre otros
sistemas de signos.

10. La superación del signo saussureano


Finalmente, Benveniste sugiere que la noción de signo propuesta por Saussure es limitada.
Si bien es fundamental para la semiología, no es suficiente para explicar el discurso en su
totalidad. Para superar esta limitación, propone desarrollar una nueva dimensión de
significancia centrada en el discurso (lo semántico) que complemente la teoría saussureana
del signo (lo semiótico).

1. El lenguaje como instrumento: Crítica de la concepción instrumental


Benveniste inicia cuestionando la idea común de que el lenguaje es simplemente un
instrumento de comunicación. Aunque esta visión es ampliamente aceptada, él la desafía
sugiriendo que confundir el lenguaje con un instrumento es simplista y no capta su
naturaleza real.

Para Benveniste, el lenguaje no es un medio material que los humanos inventaron para
comunicarse, como lo serían una flecha o una rueda. En lugar de eso, el lenguaje está en la
naturaleza del hombre, es parte esencial de su ser, y el hombre no puede existir sin él. Esta
crítica surge de la idea errónea de que el lenguaje es algo que los humanos inventaron,
cuando en realidad el hombre no existe fuera del lenguaje.

2. La subjetividad y el "yo"
Uno de los puntos centrales del texto es que el lenguaje es lo que permite al ser humano
constituirse como sujeto. Según Benveniste, es solo en y a través del lenguaje que el
hombre puede decir "yo" y reconocerse como un individuo. Esta capacidad de subjetivarse
a través del lenguaje es única y fundamental para la condición humana.
La subjetividad que Benveniste describe no es simplemente el sentimiento de ser uno
mismo, sino la capacidad de un individuo para trascender sus experiencias vividas y
mantenerse coherente en el tiempo. Esta unidad psíquica del ego se forma en el discurso,
donde el hablante se posiciona como sujeto al emplear el pronombre "yo".

3. El diálogo y la constitución de la persona


Benveniste sostiene que la conciencia de uno mismo solo es posible a través de un proceso
de contraste con el otro. El uso del pronombre "yo" implica necesariamente la existencia de
un "tú". En otras palabras, un sujeto se constituye como tal sólo en la medida en que puede
dirigirse a otro, que lo reconoce y responde. El lenguaje, por tanto, requiere de una
estructura dialógica: el "yo" y el "tú" se construyen mutuamente.
Esta polaridad entre yo y tú no es simétrica, ya que el "yo" tiene una posición de
trascendencia respecto al "tú", pero ambos son inseparables y complementarios. Esta
relación constituye la base del diálogo y la comunicación humana.

4. El pronombre "yo" como forma lingüística


Uno de los aspectos más innovadores de Benveniste es su análisis del pronombre "yo". A
diferencia de otros términos del lenguaje que remiten a conceptos universales (como "árbol"
o "casa"), el pronombre "yo" no se refiere a un concepto general, sino que designa al sujeto
que lo enuncia en un momento específico. El "yo" no tiene un referente externo fijo; su
significado sólo existe en la instancia de discurso en que es utilizado.
Además, el pronombre "yo" es un indicador de subjetividad, ya que permite al hablante
apropiarse del lenguaje y expresarse como individuo. Esta capacidad de decir "yo" es lo que
permite al sujeto reconocerse y ser reconocido en el acto del discurso.

5. La deixis y los indicadores espaciales y temporales


Benveniste analiza también cómo los demostrativos y los adverbios de tiempo y espacio
(como "esto", "aquí", "ahora") dependen del yo enunciador. Estos elementos de la lengua,
conocidos como deixis, solo tienen sentido en relación con el sujeto que los utiliza en el acto
de habla. Al igual que el pronombre "yo", estas palabras no refieren a conceptos fijos, sino
que están determinadas por el contexto de enunciación.

Además, Benveniste destaca que el tiempo en el lenguaje, especialmente el presente, está


íntimamente ligado a la subjetividad. El presente en el discurso siempre refiere al momento
en que se habla, lo que subraya la conexión entre la estructura temporal y el acto de
enunciación.

6. La expresión de la subjetividad en los verbos


El autor analiza ciertos verbos que revelan más claramente la subjetividad del locutor.
Verbos como "creer", "suponer", "concluir" no describen simplemente una acción, sino que
expresan una actitud del sujeto hacia lo que está diciendo. Por ejemplo, decir "yo creo" no
describe una actividad como "yo corro", sino que expresa una subjetividad relacionada con
la proposición que sigue.
Este tipo de verbos, según Benveniste, son una manifestación clara de cómo el lenguaje no
sólo transmite información, sino que también refleja las actitudes subjetivas del hablante.

7. Los actos de habla y el compromiso del sujeto


Benveniste también aborda los verbos que implican actos de habla, como "jurar", "prometer"
o "garantizar". Estos verbos no solo describen acciones, sino que las realizan en el acto de
ser pronunciados. Cuando alguien dice "yo juro", está realizando un acto que lo
compromete personalmente. Estos actos de habla son ejemplos claros de cómo el yo
enunciador se involucra en el discurso de manera activa y comprometedora.

En cambio, cuando se usa la tercera persona ("él jura"), el acto ya no tiene el mismo valor.
El verbo describe una acción realizada por otro, pero no tiene el mismo compromiso
subjetivo que en la primera persona.

8. El lenguaje como fundamento de la subjetividad


Benveniste concluye que el lenguaje es la condición necesaria para la subjetividad, ya que
proporciona las formas y estructuras que permiten al individuo reconocerse como sujeto.
Los pronombres personales, los demostrativos y los tiempos verbales son ejemplos de
cómo el lenguaje está organizado en torno a la subjetividad. Además, el discurso, al ser
siempre un acto individual, provoca la emergencia de la subjetividad.

El lenguaje, por lo tanto, no es solo un medio de comunicación, sino el fundamento de la


identidad personal y la intersubjetividad. Es en el acto de hablar donde el individuo se
constituye como sujeto y establece una relación con el otro.

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