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y Las Cruzadas
2) Puede que uno de los miembros de dicho grupo fuera el preceptor personal de
Godofredo, así como coinstigador de la primera cruzada.
Luego, a su regreso de la segunda cruzada, Luis VII de Francia trajo consigo, según
se dice, noventa y cinco miembros de la orden.
Los documentos en virtud de los cuales Luis VII instaló a la Ordre de Sion en Orléans
todavía se conservan. Copias de los mismos han sido reproducidas en diversas
fuentes y los originales pueden verse en los archivos municipales de Orléans.
En los mismos archivos también se guarda una bula de 1178, promulgada por el
papa Alejandro III, en la que se confirman oficialmente las propiedades de la Ordre
de Sion.
También se dice que en 1188 la Ordre de Sion modificó su nombre y adoptó otro
que, al parecer, ha perdurado hasta hoy: la Prieuré de Sion. Y, según se dice,
adoptó también, a guisa de subtítulo, el curioso nombre de Ormus.
Ours significa oso en francés: ursus en latín, un eco, como se vería después, de
Dagoberto II y la dinastía merovingia.
Y la «M» que forma el marco en el que están encerradas las otras letras no es sólo
una «M», sino también el signo astrológico (ITJ) de Virgo, el cual lleva la
connotación, en el lenguaje de la iconografía medieval, de Notre Dame.
Se dice que de esta conversión nació una nueva secta u orden en la que los
principios del cristianismo primitivo se fundieron con las enseñanzas de otras
escuelas mistéricas aún más antiguas que el cristianismo.
No se conocen pruebas de que existieran «rosacruces» (al menos con este nombre)
antes de los inicios del siglo XVII... o quizá de las postrimerías del XVI.
El mito que rodea a esta orden legendaria data de 1605 aproximadamente y cobró
ímpetu por primera vez un decenio más tarde, con la publicación de tres opúsculos
incendiarios. Estos opúsculos, que aparecieron en 1614, 1615 y 1616
respectivamente, proclamaban la existencia de una hermandad o cofradía secreta
de «iniciados» místicos, cuyo supuesto fundador era un tal Christian Rosenkreuz, el
cual, se afirmaba, nació en 1378 y murió en 1484.
Se dice que estaba muy orgulloso de una magnífica copa de porfirio rojo que, según
él, había
sido utilizada en las bodas de Cana. Afirmaba haberla obtenido en Marsella, donde
la Magdalena, según la tradición, desembarcó con el Grial.
Otros cronistas dicen que Rene tenía en su poder una copa —tal vez la misma— en
cuyo borde había una misteriosa inscripción: Qui beurra tout d’une baleine Voira
Dieu et la Madeieine. (Aquel que beba bien verá a Dios.Aquel que beba de un solo
trago verá a Dios y a la Magdalena.)
Con frecuencia está representada por una fuente o una lápida sepulcral, ambas
asociadas a una corriente subterránea.
Esta corriente suele equipararse al río Alfeo, que es el río central que fluye por la
Arcadia geográfica real de Grecia; es un río de curso subterráneo que, según se
dice, vuelve a la superficie en la Fuente de Aretusa, en Sicilia.
Desde la antigüedad más remota el río Alfeo ha sido considerado como sagrado. Su
nombre se deriva de las mismas raíces que la palabra griega Alpha, que significa
primero o fuente.
Pero también podría connotar algo más que un cuerpo general de enseñanzas,
quizás alguna información basada en hechos y muy específica: alguna clase de
«secreto», transmitido clandestinamente de una generación a otra. Y podría
connotar una estirpe no reconocida y, por ende, subterránea.
Anunciaban una nueva época de libertad espiritual, una época en la que el hombre
se liberaría de sus anteriores grilletes, abriría la puerta a secretos de la naturaleza
que hasta entonces habían permanecido dormidos, y gobernaría su propio destino
de acuerdo con leyes universales y cósmicas, armoniosas y omnipresentes.
Al mismo tiempo, los manifiestos eran de lo más incendiario desde el punto de vista
político, pues atacaban ferozmente a la Iglesia católica y al antiguo Sacro Imperio
Romano.
Federico, Elector del Palatinado del Rhin era sobrino de un importante líder de los
protestantes franceses, Henri de la Tour d’Auvergne, vizconde de Turenne y duque
de Bouülon: el antiguo título de Godofredo de Bouillon.
En 1613 Federico había contraído matrimonio con Elizabeth Estuardo, hija de Jacobo
I de Inglaterra, nieta de María Estuardo, reina de Escocia y biznieta de María de
Guisa..., y los Guisa eran la rama menor de la casa de Lorena. Un siglo antes María
de Guisa se había casado con el duque de Longueville y luego, al morir éste, con
Jacobo V de Escocia.
Este matrimonio creó una alianza dinástica entre las casas de Estuardo y de Lorena.
Por consiguiente, los Estuardo empezaron a figurar, aunque sólo fuera de modo
periférico,
en las genealogías de los documentos Prieuré
Durante su permanencia en Francia los Estuardo habían participado activamente en
la diseminación de la francmasonería. De hecho, se les suele considerar como la
fuente de la francmasonería llamada «de rito escocés».
El sistema de la francmasonería era una nueva extensión del «rito escocés» y más
adelante se denominaría «de estricta observancia».
La más antigua de las lápidas que había en dicho cementerio databa del siglo XIll y
estaban talladas de cierta forma singular y mostraban símbolos idénticos a los que
se encontraban en preceptorías templarías conocidas de Inglaterra y Francia.
Según los «documentos Prieuré», cada Gran maestre, al pasar a ocupar su cargo,
ha adoptado el nombre de Jean (Juan) o, dado que entre ellos ha habido cuatro
mujeres, Jeanne (Juana).
Cabe hacerse una pregunta importante: ¿de qué Juan se trataba? ¿De Juan el
Bautista? ¿De Juan el Evangelista, el «discípulo amado» del cuarto evangelio? ¿O de
Juan el Divino, autor del Libro del Apocalipsis?
En 1958, cuando es de suponer que Cocteau era aún el Gran maestre de la orden,
murió el papa Pío XII, y los cardenales, reunidos en cónclave, eligieron como nuevo
pontífice al cardenal Angelo Roncalli de Venecia, causó mucha consternación al
elegir el de Juan XXIII.
En 1976 se publicó en Italia un librito enigmático que poco después fue traducido al
francés.
Se titulaba Las profecías del papa Juan XXIII* y contenía una recopilación de oscuros
poemas proféticos en prosa que, según se afirmaba, eran obra del pontífice citado,
el cual había muerto trece años antes, en 1963, el mismo año en que murió
Cocteau.
Dice que Juan XXIII era secretamente miembro de la «Rose-Croix», a la que se había
afiliado cuando era nuncio del papa en Turquía, en 1935.
En el siglo XII un monje irlandés llamado Malachi recopiló una serie de profecías por
el estile de las de Nostradamus: para cada pontífice el monje ofrece una especie de
lema descriptivo, y para Juan XXIII el lema, traducido al francés, es «Pasteur et
Nautonnier»: «Pastor y Navegante».
El papa hacía hincapié en los sufrimientos de Jesús como ser humano y afirmaba
que la redención de la humanidad se había efectuado mediante el derramamiento
de dicha sangre.
Esto altera toda la base de las creencias cristianas: si la redención del hombre se
efectuó mediante el derramamiento de la sangre de Jesús, la muerte y la
resurrección de éste pasaban a ser incidentales, cuando no, de hecho, superfluas.
Para que la fe conservase su validez, no hacía falta que Jesús muriese en la cruz.
LA CONSPIRACION
Según los documentos Prieuré, entre 1306 y 1480 la orden tuvo nueve
encomiendas, en 1481 este número se amplió a veintisiete.
Según las listas, las más importantes fueron las situadas en Bourges, Gisors, Jarnac,
Mont-Saint-Michel, Montréval, París, Le Puy, Solesmes y Stenay.
A principios de 1944, cuando Gisors fue ocupada por los alemanes, Berlín envió una
misión militar especial que debía preparar una serie de excavaciones debajo de la
fortaleza.
En 1946 Lhomoy comunicó al alcalde de Gisors que había encontrado una capilla
subterránea en la que había diecinueve sarcófagos de piedra y treinta cofres de
metal.
Los trabajos fueron realizados bajo los auspicios de André Malraux, ministro de
cultura en aquel
tiempo, y no fueron abiertas oficialmente al público. Ciertamente, no se hallaron
sarcófagos ni cofres.
Durante el siglo XVI la casa de Lorena y su rama menor, la casa de Guisa hicieron
un intento concertado y decidido de derribar a la dinastía francesa de los Valois.
Se dice de modo más específico que le fue mostrado un libro antiguo y arcano en el
que basaría toda su obra subsiguiente.
Y, a lo que parece, este libro le fue mostrado en un lugar muy significativo: la
misteriosa abadía de Orval.
Los «documentos Prieuré» dicen que Et in Arcadia Ego fue la divisa oficial de la
familia Plantard desde por lo menos el siglo XII
Shugborough Hall.
En 1962 fue publicada una carta escrita por el papa Clemente XII dirigida a un
corresponsal desconocido, declara que el pensamiento masónico reposa en una
herejía: la negación de la divinidad de Jesús y afirma que los espíritus guías, las
«mentes directoras» que hay detrás de la francmasonería son las mismas que las
que provocaron la reforma luterana.
Fueron llevado a Rusia y no creados en Rusia por la policía secreta del Zar, quién
los desestimó al serle presentado, desterrando a su presentador Sergei Nilus.
Por si fuera poco, se sabe también que un ejemplar de los Protocolos circulaba ya
en 1884, es decir, trece años antes del Congreso.
Los eruditos modernos han demostrado que los Protocolos, tal como fueron
publicados por primera vez, se basan, al menos en parte, en una obra satírica
escrita y publicada en Ginebra en 1864.
La obra fue redactada como un ataque contra Napoleón III por un hombre que se
llamaba Maurice Joly y que fue a dar con sus huesos en la cárcel, pero sí consta que
Joly era amigo de Víctor Hugo y éste, que compartía con él la antipatía por
Napoleón III, era miembro de una orden de la Rose-Croix.
También dice que el rey de los judíos será el verdadero papa y el patriarca de una
Iglesia internacional.
El concepto de un rey no habría significado nada para los judíos de 1897, como
tampoco significaría nada para los judíos de hoy.
Durante los dos últimos milenios el único «rey de los judíos» ha sido Jesús; y Jesús,
según los evangelios, era de las raíces dinásticas de David.
¿Por qué hablar de una «Iglesia internacional en lugar de una sinagoga o un templo
internacional?
Según una de estas crónicas puestas al día, Sauniére no descubrió por casualidad
los trascendentales pergaminos en su iglesia.
Por el contrario, se dice que dio con ellos porque emisarios de la Prieuré de Sion le
informaron de su paradero. Estos emisarios visitaron a Sauniére en Rennes-le-
Cháteau y le reclutaron en calidad de factótum.
Si esto es cierto, la muerte del cura en enero de 1917 cobra un tono más siniestro
del que generalmente se le atribuye. Diez días antes de su muerte Sauniére gozaba
de buena salud.
La Hiéron du Val d'Or tenía que ver con nuestra investigación porque formulaba lo
que Jean-Luc Chaumeil denomina una «geopolítica esotérica» y un «orden mundial
etnárquico».
Una teocracia en donde las naciones no serían más que provincias, sus líderes no
serían otra cosa que procónsules al servicio de un gobierno mundial oculto
integrado por una élite.
Para Europa este régimen del Gran Rey entrañaba una doble hegemonía del
pontificado y el imperio, del Vaticano y de los Habsburgo, que serían el brazo
derecho del Vaticano.
En el siglo XIX, huelga decirlo, los Habsburgo eran sinónimo de la casa de Lorena.
Por consiguiente, el concepto de un Gran Rey habría significado el cumplimiento de
las profecías de Nostradamus.
¿Por qué, a finales del siglo xx (y ahora), recibiría una monarquía, legítima o no, el
tipo de lealtad que al parecer recibían los merovingios?
LOS MEROVINGIOS
La dinastía merovingia nació de los sicambros, una tribu del pueblo germánico que
recibía el nombre colectivo de «francos».
Entre los siglos V y VII los merovingios gobernaron grandes extensiones de lo que
actualmente son Francia y Alemania.
Al cabo de más o menos un siglo, los Estuardo subieron al trono inglés, pero sólo
después de extinguirse los Tudor. Y los propios Estuardo fueron depuestos
forzosamente por las casas de Orange y Hannover.
Meroveo (Merovech o Meroveus) fue una figura casi sobrenatural digna de los mitos
clásicos: es un eco de la palabra francesa que significa «madre» y, además, de las
palabras francesa y latina que significan «mar».
Según se dice, Meroveo, al nacer, llevaba en sus venas una mezcla de dos sangres
diferentes: una genealogía transmitida a través de la madre, como en el judaismo,
por ejemplo, o una mezcla de linajes dinásticos en virtud de la cual los francos
pasaron a ser aliados de sangre de otro pueblo; muy posiblemente con una fuente
de «allende el mar».
Se suponía que todos ellos llevaban una mancha de nacimiento que los distinguía
de todos los demás hombres, les haría inmediatamente identificables y atestiguaba
su sangre semidivina sobre el corazón —curioso anticipo del blasón de los
templarios— o entre los omóplatos.
Uno de los símbolos merovingios más sagrados era la abeja; y la sepultura del rey
Childerico contenía no menos de trescientas abejas en miniatura hechas de oro
macizo.
Al ser coronado emperador en 1804, Napoleón insistió en que las abejas de oro
fuesen cosidas a la vestimenta que llevó durante la ceremonia.
Según los mitos griegos, Arkas era el hijo de Kallisto, una ninfa relacionada con
Artemisa, la Cazadora.
Para la mente moderna Kallisto es más conocida como la constelación Ursa Major,
es decir, la Osa Mayor.
Al igual que los antiguos arca-dios, éstos rendían culto al oso bajo la forma de
Artemisa o, más específicamente, bajo la forma de su equivalente gálico, Arduina,
diosa patrona de las Ardenas.
Meroveo era un caudillo sicambro que vivía en 417, combatió a las órdenes de los
romanos y murió en 438.
En 448 el hijo de este primer Meroveo, que llevaba el mismo nombre que su padre,
fue proclamado rey de los francos en Tournai y reinó hasta su muerte, acaecida
diez años más tarde.
Una familia de tan alto rango que su sangre no podía ser ennoblecida por ningún
casa miento, por ventajoso que fuese, ni degradada por la sangre de esclavos...
El más famoso de todos los reyes merovingios fue el nieto de Meroveo, Clodoveo I,
que reinó entre 481 y 511.