Mi Increíble Viaje A Cartagena

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MI INCREÍBLE VIAJE A

CARTAGENA

LEANDRO ESTRADA VALENCIA


Dedicado a mis padres y hermanos,
quienes son los protagonistas de la
historia de mi vida

INDICE
Capítulo 1: ¡El gran viaje comienza!

Capítulo 2: Un cielo lleno de nubes

Capítulo 3: ¡Cartagena, aquí estoy!

Capítulo 4: Explorando las murallas

Capítulo 5: La historia de los piratas

Capítulo 6: Una búsqueda en la playa

Capítulo 7: El misterio del barco


hundido

Capítulo 8: El túnel secreto

Capítulo 9: Una tormenta inesperada

Capítulo 10: Regreso a casa, pero


con más aventuras por vivir

PROLOGO
Esta es la historia de Leandro, un
niño con mucha curiosidad y una
imaginación sin límites, que está a
punto de vivir unas vacaciones
mágicas en Cartagena. Desde el
momento en que su madre lo
despierta con la gran noticia,
Leandro se emociona al pensar en
una ciudad llena de historia y
misterio, donde lo esperan piratas,
murallas y quién sabe cuántos
secretos por descubrir.

A lo largo de estas páginas,


seguiremos a Leandro en cada una
de sus aventuras: veremos cómo se
maravilla ante las enormes murallas
de Cartagena, construidas hace
siglos para defender la ciudad de los
piratas, y cómo sueña con barcos
hundidos y tesoros escondidos en el
mar. A medida que explora
Cartagena, Leandro hará nuevos
amigos, descubrirá túneles
misteriosos y, con un poco de suerte,
vivirá momentos que nunca olvidará.

Este libro es una mezcla de realidad


e imaginación, donde las calles y
murallas de Cartagena se
transforman en el escenario perfecto
para las aventuras de un niño lleno
de sueños. Acompaña a Leandro en
su viaje y descubre junto a él que la
verdadera aventura está en abrir los
ojos a lo nuevo, en dejar volar la
imaginación y en descubrir las
historias que cada lugar tiene para
contar.

Capítulo 1: ¡El gran viaje comienza!


Hoy es el gran día. Mamá entró a mi
cuarto muy temprano y me dijo con
una gran sonrisa:

—Leandro, ¡es hora de preparar la


maleta! Nos vamos a Cartagena.

No lo podía creer. Mamá me había


dicho que Cartagena era una ciudad
llena de historia, con piratas,
murallas y un montón de cosas
interesantes. Corrí por mi cuarto
buscando qué empacar. Metí mi
camiseta favorita, la de rayas azules,
mi gorra de superhéroes y, por
supuesto, mi libro de piratas.
—Leandro, no te olvides de tu cepillo
de dientes —dijo papá mientras
pasaba por mi puerta.

¿Cepillo de dientes? Yo estaba


pensando en aventuras, no en
cepillos de dientes. Pero bueno, lo
metí en la maleta también.

Cuando llegamos al aeropuerto, me


sentí como en una película. Había
aviones enormes, más grandes que
cualquier cosa que hubiera visto
antes.

—Mamá, ¿cuál es el nuestro? —


pregunté, tratando de ver cuál de
esos gigantes sería el nuestro.
Subir al avión fue emocionante. Todo
era nuevo para mí: las sillas, las
ventanillas, y hasta la gente que
corría de un lado a otro. Me senté
junto a la ventana, y desde ahí, vi
cómo el mundo empezaba a hacerse
más pequeño cuando el avión
despegó. Estábamos volando, ¡por
primera vez en mi vida!
Capítulo 2: Un cielo lleno de nubes

El avión empezó a elevarse más y


más, y pronto todo se veía pequeñito
allá abajo. Los edificios parecían
juguetes y los autos no eran más que
puntitos moviéndose por las calles.
Pero lo mejor vino cuando
empezamos a volar entre las nubes.
Eran como gigantes algodones
blancos, suaves y esponjosos.

—Mira, mamá, esas nubes parecen


animales —dije señalando por la
ventanilla.

Me imaginé saltando de una nube a


otra, como si fueran trampolines
gigantes. No podía dejar de mirar.
Entonces, un niño que estaba
sentado a mi lado me habló.

—Hola, ¿es tu primera vez volando?


—me preguntó.

—Sí —le respondí—. Me llamo


Leandro, ¿y tú?

—Yo soy Diego. Voy a Cartagena con


mi familia.

Empezamos a hablar de las cosas


que haríamos en Cartagena. Diego
me contó que había oído hablar de
un barco hundido cerca de la ciudad.
—¿Un barco hundido? —dije
emocionado—. ¡Eso suena como un
tesoro pirata!

Diego asintió con la cabeza. A partir


de ese momento, no podía dejar de
pensar en la idea de encontrar un
barco pirata y un tesoro escondido.
Este viaje iba a ser increíble.

Capítulo 3: ¡Cartagena, aquí estoy!


Cuando bajamos del avión, el calor
me golpeó de inmediato. ¡Uf! Parecía
que el sol estaba mucho más cerca
de nosotros. Mamá y papá se reían
mientras yo me abanicaba con las
manos.

Cartagena era muy diferente a mi


ciudad. Había palmeras altas por
todas partes, y el cielo estaba
completamente despejado, sin una
sola nube.

Salimos del aeropuerto y nos


dirigimos al hotel. Las calles estaban
llenas de colores. Las casas tenían
puertas grandes y ventanas con
barrotes, y cada una era de un color
diferente: unas eran amarillas, otras
azules, y muchas rosadas. Yo me
sentía como si hubiera entrado en un
libro de cuentos.

—Mamá, ¿cuándo vamos a ver las


murallas? —pregunté, apenas
llegamos al hotel.

—Mañana, Leandro. Hoy vamos a


descansar un poco y luego daremos
una vuelta por la ciudad —respondió
ella, sonriendo.

No podía esperar para ver las


famosas murallas. Papá me había
dicho que protegieron la ciudad de
los piratas hace mucho tiempo.
¡Piratas de verdad! Solo pensar en
eso me daba ganas de salir corriendo
a explorar.
Capítulo 4: Explorando las murallas
Al día siguiente, me levanté
temprano. No podía contener la
emoción. Íbamos a ver las murallas
de Cartagena. Cuando llegamos,
quedé asombrado. Eran mucho más
grandes de lo que había imaginado.
Parecían rodear toda la ciudad, como
una fortaleza gigante.

—Papá, ¿cómo construyeron algo tan


grande? —le pregunté mientras
miraba las piedras viejas.

—Hace muchos años, los habitantes


de Cartagena querían protegerse de
los ataques de los piratas, así que
construyeron estas murallas —
explicó papá—. Los piratas
intentaban robar las riquezas de la
ciudad, pero estas murallas los
detenían.
Yo me imaginé a los piratas
corriendo hacia las murallas,
gritando y con espadas en la mano,
mientras los soldados defendían la
ciudad. Todo era tan emocionante.
Me sentí como un verdadero
explorador mientras corría por los
pasillos de las murallas, tocando las
piedras frías y mirando el mar desde
lo alto.

—¡Mamá, desde aquí se ve todo el


océano! —grité mientras me
asomaba por una de las ventanas.

—Sí, imagina cuántos barcos piratas


habrán visto venir desde aquí —dijo
ella, mirando también hacia el
horizonte.
Yo estaba seguro de que esas
murallas guardaban secretos.
Quizás, si miraba bien, podría
encontrar un mapa del tesoro o una
pista de un cofre escondido.

Capítulo 5: La historia de los piratas

Más tarde, nos encontramos con un


guía turístico que nos contó una
historia impresionante sobre los
piratas. Dijo que hace muchos años,
un famoso pirata llamado Francis
Drake había intentado invadir la
ciudad, pero los habitantes lucharon
con todas sus fuerzas para
defenderla.

—Los piratas atacaban la ciudad


porque aquí había mucho oro y plata
—dijo el guía—. Pero gracias a las
murallas y a los soldados valientes,
lograron mantener a raya a los
piratas.

Yo cerré los ojos mientras escuchaba


la historia e imaginé a los barcos
acercándose a la costa, con velas
negras y piratas gritando órdenes.
Me vi a mí mismo en medio de esa
batalla, defendiendo la ciudad con
una espada en la mano.

Esa noche, al volver al hotel, no pude


dejar de pensar en los piratas y en
todas las historias que había
escuchado. Mientras me acostaba en
la cama, miraba al techo y sonreía.
Cartagena estaba llena de aventuras,
y yo estaba decidido a descubrir
cada una de ellas.

Capítulo 6: Una búsqueda en la playa


El día siguiente, fuimos a la playa. El
agua era tan azul que me parecía
una pintura, y la arena estaba
caliente bajo mis pies. Decidí que era
el momento perfecto para iniciar mi
propia búsqueda del tesoro.

—Voy a buscar un tesoro enterrado,


mamá —dije, agarrando una
pequeña pala que había traído.

—¿Un tesoro? —preguntó papá


riendo—. ¡Suerte con eso, capitán
Leandro!

Empecé a cavar en la arena,


imaginando que en cualquier
momento encontraría un cofre lleno
de oro. Entonces, una niña que
jugaba cerca se acercó.
—¿Qué estás buscando? —preguntó
curiosa.

—Un tesoro pirata —le respondí con


seguridad—. Estoy seguro de que
hay uno enterrado por aquí.

—¿Puedo ayudarte? —preguntó ella.

—Claro —le dije, dándole una


segunda pala.

La niña se llamaba Sofía, y juntos


pasamos la tarde cavando en la
arena, seguros de que
encontraríamos algo increíble.
Aunque no hallamos un cofre,
encontramos muchas conchas y
piedras bonitas que Sofía dijo que
podían ser "joyas marinas". Yo
estaba convencido de que, si
cavábamos un poco más, el tesoro
aparecería.

Capítulo 7: El misterio del barco


hundido

Esa noche, mientras cenábamos en


un restaurante frente al mar,
escuché a unos señores hablando
sobre un barco hundido cerca de la
costa. Mi corazón empezó a latir más
rápido.

—Papá, ¿escuchaste eso? Dijeron


que hay un barco hundido. ¡Debe ser
un barco pirata! —le dije
emocionado.

Papá se rió y me revolvió el cabello.

—Puede que haya barcos hundidos,


pero no sabemos si son piratas,
Leandro.

—¡Claro que lo son! —le insistí—.


Papá, alquilemos un bote y
busquemos el barco. ¡Podríamos
encontrar un tesoro!
—Me temo que esos barcos están
muy profundos bajo el agua —me
explicó—. Necesitaríamos equipo de
buceo para llegar hasta ellos.

Me quedé pensando en eso durante


toda la cena. Si no podía encontrar el
barco esta vez, ¡volvería cuando
fuera mayor y lo encontraría! Estaba
decidido.

Capítulo 8: El túnel secreto


Un día, mientras paseábamos por el
centro histórico de Cartagena,
descubrí algo muy interesante. En
una de las paredes viejas había un
pequeño túnel, oscuro y misterioso.
Nadie más parecía haberlo notado,
pero para mí era una entrada
secreta.

—Mamá, mira ese túnel —dije,


tirando de su mano.

—No te acerques, Leandro —me


advirtió—. No podemos entrar en
lugares desconocidos.

Pero yo estaba seguro de que ese


túnel llevaba a un escondite pirata.
Me quedé mirando el túnel mientras
nos alejábamos, con la esperanza de
que, algún día, volvería y lo
exploraría.

Capítulo 9: Una tormenta inesperada


Esa noche, una tormenta cayó sobre
la ciudad. Los relámpagos
iluminaban el cielo, y los truenos
eran tan fuertes que me despertaron
en medio de la noche.

—Mamá, ¿qué pasa? —pregunté


asustado.

—Es solo una tormenta, Leandro —


me tranquilizó—. Vuelve a dormir.

Pero yo no podía dormir. Me imaginé


en un barco pirata en medio del
océano, luchando contra las olas
gigantes y el viento. Era
emocionante, aunque un poco
aterrador.
A la mañana siguiente, la tormenta
había desaparecido, y Cartagena
estaba más tranquila que nunca. Las
calles mojadas brillaban con el sol, y
el aire olía fresco. Sentí que la ciudad
había vivido su propia aventura
durante la noche.

Capítulo 10: Regreso a casa, pero


con más aventuras por vivir
El último día en Cartagena llegó
demasiado rápido. Hicimos las
maletas y nos preparamos para
volver a casa. Mientras el avión
despegaba, miré por la ventana y vi
cómo la ciudad se hacía cada vez
más pequeña.

—Voy a volver a Cartagena algún día


—le dije a papá—. Todavía hay
muchas aventuras por descubrir.

Papá sonrió y me dio una palmada


en el hombro.

—Estoy seguro de que lo harás,


capitán Leandro.
Cerré los ojos y sonreí, pensando en
todas las historias que aún me
esperaban. Mi próxima aventura
estaba por comenzar, y yo ya estaba
listo para ella.

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