Unidad I-Primera Parte
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La sociología es la ciencia de lo social. Se dedica al estudio de la vida social, de los grupos y de las sociedades,
especialmente de las modernas e industrializadas. Por tanto, estudia principalmente los cambios ocurridos en los
últimos dos o tres siglos. El objeto de la sociología es muy amplio, yendo desde las interacciones de los individuos en la
vida cotidiana (nivel micro), hasta la investigación de los procesos sociales a gran escala (nivel macro). La sociología es
una ciencia en la medida en que produce un conocimiento sistemático y metódico de la realidad social. El desarrollo de
la ciencia social va a suponer la aplicación del método de conocimiento científico al conocimiento de la sociedad, esto
es, la ciencia social aspira a producir un conocimiento basado en la observación empírica de los acontecimientos y de las
relaciones sociales y en la elaboración de hipótesis basada en el comportamiento regular de los acontecimientos y en el
principio de racionalidad.
La sociología nace fruto de las inmensas transformaciones sociales que tuvieron lugar hace dos siglos. La Revolución
Francesa de 1789 y la Revolución Industrial que se originó en Inglaterra en el siglo XVIII, consiguieron disolver las formas
de organización social bajo las que vivían los hombres durante varios milenios y que corren en paralelo a un importante
proceso de modernización y de enormes cambios en distintos ámbitos: demográficos (transición demográfica y proceso
de urbanización); culturales (secularización y racionalización); sociales (nuevas formas de agrupación y organización
social); políticos (difusión de nuevas maneras de gobernar y amplio proceso de burocratización) y económicos(difusión
del capitalismo).
En 1838 A. Comte acuña el concepto de sociología para referirse a una nueva forma de reflexionar sobre el mundo, que
cuantificase y observase de modo objetivo los fenómenos sociales y a la que en un primer momento denomina “física
social”. El objetivo se centraba en explicar cómo era y cómo funcionaba la incipiente sociedad moderna e industrial
desde una perspectiva puramente social y científica. Su finalidad era la de poder predecir y controlar el comportamiento
humano social, pudiendo de esta manera transformar el mundo.
A lo largo de su corta historia, la sociología es una disciplina joven en comparación con otras ciencias, se han
desarrollado diferentes enfoques o paradigmas teóricos para tratar de explicar la sociedad. Los más relevantes son:
La sociología crítica, cuyo precursor es K. Marx (1818-1883), el cual es ignorado o rechazado por la sociología de su
época. Mientras que la mayoría de los primeros sociólogos entiende que: la ciencia social se construye en torno al orden
y la sociedad debe evitar el desorden y el caos, siendo la continuidad y el progreso la base para un futuro ordenado; la
teoría marxista se inspira en la revolución: el cambio es un proceso que implica desorden, siendo la Historia un proceso
discontinuo caracterizado por la sucesión de modos de producción (evolución de la economía de subsistencia, al sistema
Capitalista y, según Marx, al Comunista). La revolución social altera los modos de producción y con ellos las demás
esferas sociales (orientación macro).
La sociología comprensiva, cuyo precursor es M. Weber (1864-1920), para quien la selección y análisis de los fenómenos
sociales no se produce de un modo objetivo, sino que es consecuencia de la especial perspectiva con la que el
investigador los contempla. El centro de atención es la acción social (orientación micro), esto es, la conducta humana
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que toma sentido en la interacción con otros sujetos. La sociología debe centrarse en desentrañar y comprender el
sentido subjetivo que los individuos dan a lo que les rodea porque esa es la manera en la que se construye la realidad
social.
Para estudiar dicha realidad social Weber plantea la necesidad de utilizar como herramienta analítica los tipos ideales,
conceptos construidos por el científico social partiendo de su interés analítico y su orientación teórica, que le sirven para
comprender los rasgos esenciales de ciertos fenómenos sociales. Es algo así como una vara de medir, cuya función
consiste en compararla con la realidad empírica a fin de establecer sus divergencias o similitudes, pudiendo así
comprender y explicar dicha realidad.
La sociología pretende conocer e interpretarlos fenómenos sociales, extendiendo su interés a un amplio campo de
investigación entre el que destaca el estudio los grupos (los migrantes internacionales), las instituciones (la familia), las
estructuras (el sistema de clases sociales), las relaciones (de poder, dominación) y los procesos (intercambio,
cooperación, conflicto) que se establecen dentro de un espacio social determinado.
Dado su vasto ámbito de estudio, la sociología se divide en una serie de especialidades que se ocupan de diferentes
aspectos de la vida en sociedad. Por poner solo algunos ejemplos podemos encontrar estudios sociológicos sobre la
familia, las organizaciones, la comunicación social, el consumo, la urbanización, el trabajo, la desigualdad, las
migraciones o la política.
De hecho, como una de las instituciones sociales fundamentales, el sistema educativo es también objeto de estudio por
parte de la sociología, y más concretamente a partir de una subdisciplina propia: la sociología de la educación.
La sociología de la educación se centra en el estudio sistemático de las relaciones entre el sistema educativo y la
sociedad; de la relación de cada grupo social con, y en el sistema educativo; así como de aquellos procesos, tendencias y
prácticas sociales cotidianas que tienen lugar dentro de las instituciones del sistema educativo. Todo ello a partir de una
conceptualización histórica, económica, cultural y política que influyen en su construcción social.
Así pues, la sociología de la educación interpreta y analiza el fenómeno educativo a diferentes niveles: micro (se estudia
lo que sucede en la escuela, colegio o centro educativo, qué pasa en las aulas, sala de profesores y en los patios y su
relación con la estructura social); macro (estudia las relaciones del sistema educativo con la sociedad y su influencia
recíproca) e intermedio (se analizan la composición y características de los diferentes grupos (actores y agentes) que
integran el sistema educativo, así como las relaciones entre ellos, con los demás grupos sociales y con la educación).
Permite así conocer y comprender las conexiones existentes entre la educación y el mundo laboral, cultural, ideológico,
económico; así como la interrelación con las estructuras de desigualdad y estratificación social.
Dos son las principales vías de acceso para llegar al conocimiento de aquello que nos rodea: el saber vulgar y el saber
científico. El saber vulgar es aquel cuya explicación no implica mayor preparación que la posesión del lenguaje que nos
permita transmitirlo, sin pensamiento reflexivo acerca del medio empleado y, por ello, en ocasiones con un carácter
eminentemente superficial fundamentado en la evidencia inmediata y no contrastada. Suele estar apoyado en la
experiencia cotidiana (por ejemplo, hacer una predicción meteorológica en base a creencias populares: forma de las
nubes, vuelo de las aves, etc.). Mientras que la ciencia es un modo de conocimiento que aspira a formular leyes,
mediante lenguajes rigurosos y apropiados -en lo posible con ayuda del lenguaje matemático-, leyes por medio de las
cuales se rigen los fenómenos. En definitiva, es un conocimiento reflexivo elaborado con rigor (p. ej. predicción
meteorológica en base a variables conocidas: presión atmosférica).
Para el paradigma positivista que dominó los inicios de la sociología, ésta representa el análisis científico del
comportamiento social humano. Es un intento de aplicar al estudio de la sociedad humana el mismo método y el mismo
sistema de aproximación científica del mundo físico.
El sociólogo pretende analizar hechos y acontecimientos acerca de los que, por su especial proximidad, todo el mundo
cree saber algo. Para Merton (1949) el sociólogo debe saber analizar científicamente su entorno, ya que, si la
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investigación sistemática sólo confirmara lo que ha sido ampliamente supuesto, el sociólogo estaría encargado de
estudiar lo obvio: dice sólo lo que todo el mundo sabe. Si la investigación hallara que son falsas las creencias sociales
comúnmente aceptadas, sus resultados se mirarían con recelo por cuestionar lo evidente, las verdades consagradas.
Gran parte del trabajo sociológico se desarrolla conociendo los hechos a través del testimonio de las personas, cada
hecho que se necesita interpretar es conocido por alguien. Y es que en la sociología coinciden sujeto y objeto: el sujeto
que estudia es parte del objeto estudiado. El desafío del método sociológico es combinar esta percepción con la
objetividad propia de las ciencias naturales.
Indudablemente hay una gran diferencia en estudiar a los seres humanos en lugar de a objetos u otros seres vivos del
entorno natural, ya que los seres humanos son autoconscientes, confiriendo sentido y finalidad a lo que hacen. A veces,
esto facilita el acceso al conocimiento al poder preguntar a los protagonistas; pero otras lo dificultan, porque las
personas que saben que están siendo estudiadas, en ocasiones no se comportan del modo en que lo hacen
normalmente, intentando ayudar al investigador al darle las respuestas que creen que desea, incurriéndose en un sesgo
de “deseabilidad social”. Por ello, este análisis debe ser objetivo, tener fiabilidad, de forma que si el estudio lo realizara
otro científico social obtuviera los mismos resultados, descontando el margen de error que se le supone a todo estudio.
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Madrid: Tecnos, 17-37.
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“La sociología tiene un significado práctico e implicaciones concretas para nuestras vidas y, como ciudadanos, nos puede
ayudar”, señala Giddens (1991:23), “a comprender las instituciones y situaciones sociales, a considerar las diferencias
culturales, a evaluar los efectos de las políticas sociales en nuestras prácticas y, last but not least, a aumentar el
autoconocimiento acerca de nuestra identidad y las relaciones con nuestro entorno”. Estos aportes genéricos se
convierten en propios de la Sociología de la Educación, por lo que a la formación del profesorado se refiere, a la que
debe su nacimiento, como manera de hacer comprender a los profesores las instituciones educativas y su lugar en la
sociedad. Más específicamente, le aclara al profesorado las relaciones entre las ciencias de la educación y les permite un
acercamiento crítico a las prácticas pedagógicas.
De todos es conocida la pretensión de Emile Durkheim de hacer de “la Sociología de la Educación la ciencia de la
formación del profesorado en sus diferentes niveles, con el objetivo de hacerle comprender qué son y qué deberían ser
las instituciones educativas”
(Durkheim, 1975:113). Bien es cierto que, al día de hoy y pasado ya un largo siglo, eso no es así, por más argumentos de
peso que aportase. No se sabe si, quizás, porque no dijo nada de los procedimientos y métodos de su transmisión; o,
como parece más plausible, por la correlación de fuerzas en la academia y en la sociedad: más favorable a un
tratamiento técnico (pedagogía) e individual (psicología) que social (sociología). O quizás, buscando un mejor
fundamento, porque en todo proceso de formación inicial, la inclusión en los planes de estudio de unas materias u otras
viene dado en función del tipo de profesional que se quiera formar; su currículo pretende ser acorde con el tipo de
facultativo que se pretende obtener en cada momento. Desde tales asunciones, resultaría así explicable la tardía y rala
inclusión de la Sociología de la Educación en la formación del profesorado, como un indicador del escaso carácter crítico
y analítico que se ha buscado en el profesorado hasta bien recientemente. En realidad, ni en los inicios ni hasta bien
pasada la primera mitad del siglo XX se incluía la Sociología de la Educación en las Escuelas Normales, dada la
concepción del maestro como mero transmisor de unos conocimientos muy ideologizados y primarios.
La Sociología de la Educación se introduce en la formación del profesorado en los pasados años setenta, cuando se
plantea el sistema escolar desde la perspectiva de la igualdad de oportunidades y de la teoría del capital humano. La
sociología aparece, en consonancia con las políticas de ingeniería social, para explicar los déficits sociales, culturales y
familiares a los que se hacía responsables del fracaso de unos grupos determinados en una institución neutra como la
escolar. Así había sucedido con anterioridad en el Reino Unido, por ejemplo, donde las políticas de ingeniería social
potenciaban un profesorado que, a modo de asistentes sociales del alumnado y de su entorno, estuviese al corriente de
las situaciones sociales de partida y actuase sobre los déficits familiares y culturales que se suponían responsables del
fracaso escolar. La aparición de la nueva sociología de la educación, cuestionando la neutralidad de la educación y
centrando su atención en la escuela como lugar de interacción entre la cultura académica y la doméstica, hace que la
sociología se reoriente hacia el estudio del currículum y de las interacciones en el aula, para ver cómo el conocimiento y
el fracaso se construyen socialmente en el interior de la escuela. Para llevar a cabo el cambio social, se opta por la
reconstrucción del conocimiento escolar a través del cambio en la conciencia del profesorado, en la medida en que se
veía imposible que el cambio llegase a través de la educación compensatoria propuesta anteriormente.
Es así como se le va a dar a la formación y concienciación del profesorado un valor prioritario, por la importancia
atribuida al profesorado en la definición de la realidad en el aula. Paradójicamente, las fuertes dosis de planteamientos
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críticos que tal enfoque contiene, lo han hecho sospechoso y cuestionado su inclusión en la formación inicial del
profesorado primario que, en los últimos años, caracterizados por la desideologización y la crisis económica, ha vuelto
sus miradas hacia un enfoque más normativo procedente de la Psicología.
En España, es la Ley General de Educación de 1970 la que introduce parcial y tímidamente la Sociología de la Educación
en los programas de la formación del Profesorado de Educación General Básica y en el Certificado de Aptitud Pedagógica
que imparten los Institutos de Ciencias de la Educación (ICE) para el acceso a las oposiciones de los Profesores de
Bachillerato. Así pues, con cierto retraso y algunas carencias, en España, la Sociología de la Educación es algo bastante
reciente, surgida entrada la pasada década de los sesenta, y de un desarrollo muy lento, siendo su presencia en la
formación del profesorado, sea de primaria o de secundaria, hasta ahora escasa y, en no pocas ocasiones, confundida
con otras materias, Filosofía o Psicología, cuando no Pedagogía Social.
Sin embargo, la Sociología de la Educación es imprescindible en la formación inicial del profesorado, al objeto de dotarle
de los instrumentos teóricos y de análisis que le permitan comprender y actuar sobre el contexto social donde se están
formando y donde van a desarrollar su trabajo. Por todo ello, la enseñanza de la Sociología de la Educación en la
profesión docente se debe orientar, fundamentalmente, a poner de manifiesto ese conocimiento de sentido común que
conforma la mayor parte de los estereotipos que lastran, desde la reflexividad, el acercamiento crítico a la materia, al
estudio de los condicionamientos mutuos entre educación y sociedad, destruyendo los lugares comunes. Se trata, pues,
de criticar los mitos irracionales que se encubren en la memoria colectiva, mostrar que las cosas no son siempre lo que
parecen. Para eso, es importante conocer la situación de otros sistemas educativos en el espacio y el tiempo,
relativizando el propio y actual. También fomentar la tolerancia, de manera que la Sociología de la Educación se presente
como una forma de conocimiento que dota a los profesionales de la educación de los instrumentos teóricos y analíticos
necesarios para que esos alumnos conozcan el contexto social en que se forman y van a desarrollar su labor en el campo
de la enseñanza.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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