Tema 1

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SEVILLA

GUÍA DE ESTUDIO PARA LA


HISTORIA DE LA IGLESIA
ANTIGUA

Facultad de Teología S. Isidoro de Sevilla

Historia de la Iglesia Antigua

Prof. José Luis García de la Mata Calvo

Septiembre 2.024

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TEMA I
HISTORIA DE LA IGLESIA Y TEOLOGÍA.
HISTORIOGRAFÍA

1.- LA HISTORIA DE LA IGLESIA


Para tratar de comprender la historia de la iglesia –su vida, su
multisecular formación del dogma, personas e instituciones, obras espirituales y
civilizadoras, avances y retrocesos, grandezas y miserias- se requiere partir de
su realidad misteriosa, humana y divina; humana, por los miembros que la
componen; y divina, por su Fundador y por el Espíritu Santo que la anima para
llevar a la humanidad redimida por Cristo hasta su plenitud de la gloria del
cielo.
La iglesia es misterio de santidad; impecable, con la santidad e
infalibilidad que Dios le confiere. Impulsada por el Espíritu Santo desde su
origen en pentecostés, no puede desviarse de su fe ni de sus sacramentos ni
dejar de santificar. Y es a la vez humana: sus miembros están llamados a
participar libremente, movidos por la gracia, en la obra de la redención,
sirviendo al Señor de todo corazón. Están, pues, llamados por pura misericordia
a ser instrumentos vivos de Dios en su obra de salvación. Pero, pueden, usando
mal su libertad, resistir a la gracia y someterse así a la esclavitud del pecado.
Acciones santas y pecados se interfieren en la rama del acontecer
humano de la iglesia. Ésta, por tanto, no puede ser comprendida como mero
hecho cultural o sociológico humano; ni tampoco como puro espíritu del que
queden excluidos los pecadores (como tendían a concebir Joaquín de Fiore y los
espirituales del siglo XIV).

“En su conjunto –señala Hubert Jedin- la historia de la iglesia sólo


puede ser comprendida dentro de la historia sagrada; su sentido último
sólo puede integrarse en la fe. Ella nos presenta el crecimiento del
<<Cuerpo de Cristo>>; no como imaginó la <<teoría de la
decadencia>>, como constante deslizarse pendiente abajo del ideal de
la iglesia primitiva; pero tampoco como soñaron, los ilustrados de los
siglos XVIII y XIX, como un progreso continuo [de los humanos por
sus puras fuerzas]. La iglesia pasa enfermedades y sufre retrocesos e
impulsiones. Sin menoscabo de su santidad esencial, la Iglesia no es lo
perfecto, sino que necesita constantemente de renovación (<<Ecclesia
semper reformanda>>) y aguarda lo perfecto. Cuando entre en la
parusía, aparecerá a plena luz el camino histórico recorrido se
comprenderá el sentido último de todos los acontecimientos”.1

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Cf. JEDÍN, H., Manual de Historia de la Iglesia. I. Herder. Barcelona. (1980) Pg. 32

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Podemos señalar algunos de los bienes importantes que proporciona la
historia de la Iglesia:
a) Ayuda a amar a la iglesia y conocer la fe que ella guarda y
transmite. La Historia de la Iglesia muestra cómo el Pueblo de Dios
han abundado siempre los ejemplos de santidad (que haya pecados
entre los hombres de la Iglesia no constituye novedad; lo asombroso,
dada la condición humana, es precisamente lo contrario, la
constatable abundancia de frutos de santidad en todo tiempo y
lugar). De manera vivida enseña también la historia eclesiástica cómo
la iglesia ha ido formulando el dogma católico en medio de grandes
dificultades (persecuciones, herejías, intromisiones del Estado,
corrupciones morales, pecados de los propios hombres de iglesia,
etc.), y cómo pese a su debilidad humana ha anunciado a toda suerte
de gentes la palabra de Cristo haciéndoles partícipes de los tesoros de
la Redención.
b) Ayuda a profundizar en la verdad de que la humanidad está del
todo necesitada de Cristo: en este mundo y, definitivamente, para la
vida eterna. Ayuda a comprender que los hombres, sólo por su
apertura al amor de Dios manifiesto en Cristo pueden verse libres de
la esclavitud del pecado y sus tremendas consecuencias en parte muy
verificables en la historia (resentimientos, odios, venganzas, pobrezas,
miserias, escándalos, corrupciones morales de todo tipo, seducción de
mitos antihumanos y anticristianos, violencias, trágica sucesión de
guerras, etc.).
c) Contribuye a percibir los acontecimientos de manera sobrenatural.
a no separar fe y vida, como ámbitos extraños, ni a reducir a la fe a
puro compromiso ético-cívico. Ayuda a entender que el hombre está
hecho para Dios, y que si pretende desviarse de su fin se
autodestruye. Facilita que los problemas humanos no son humanos
sin más, sino de relación para con el Creador y Redentor de la
humanidad.
d) Constituye una eficaz apología de la Iglesia. Esto es evidente en lo
que respecta a sus grandes tiempos, personas y empresas heroicas, y
a la abundante profusión de signos de santidad de toda época, y a su
reiterada renovación de fuerzas no explicables sin la gracia, es
también verdad respecto a las variadísimas y graves taras de su
historia. Quizás este sea uno de los signos más impresionantes de la
presencia de Dios en la iglesia a través del Espíritu. Esta cuestión,
obviamente tan delicada, no se trata de incurrir en la desacertada
apologética de negar graves lacras o restarle importancia, o de
esconder los errores himnos, sino de situarlos todos en su contexto y
mirarlos con sentido sobrenatural. Tampoco, por otro lado, se trata
del absurdo de conceder como verdaderos aquello que no está
fundado en los hechos sino en los prejuicios antieclesiásticos.

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e) Ayuda a captar el sentido de la historia. Se trata de percibir que la
historia no es una confusa amalgama de hechos sin nexo alguno o con
causas sólo próximas, ni mera repetición cíclica con pocas variantes
de un mismo proceso histórico, ni despliegue dialéctico de la Idea o
despliegue de una permanente lucha de clases como postula en
análisis marxista sino que su clave es Cristo, hacia quien converge la
humanidad entera pese a que lo desconozca o rechace, y que mientras
no lo alcance, como expresa S. Pablo “gime hasta el presente y sufre con
dolores de parto” (Rm 8,22).

2.- LA HISTORIA DE LA IGLESIA Y LA TEOLOGÍA


La historia de la iglesia trata a la luz de la fe de todas las manifestaciones
históricamente constatables de la vida de la Iglesia: ante todo de la celebración
de la liturgia y administración de los sacramentos, el anuncio de la fe por la
predicación y la enseñanza, la fijación del dogma por obra del Magisterio –con
la ayuda de la ciencia teológica, y de ordinario en lucha contra la herejía-, la
cura de almas, la estructura jerárquica y jurídica del cuerpo de la iglesia, la
beneficencia cristiana, las obras de la Iglesia en todos los órdenes de la cultura y
la vida social humana, las relaciones del Estado y la sociedad, las relaciones con
las religiones no cristianas y con las confesiones cristianas separadas de ella
(ecumenismo).
Pero no podemos negar que la historia de la Iglesia presenta cierta
peculiaridad dentro de las ciencias teológicas pues unas veces quiere negarse su
carácter teológico y otras la objetividad científica de sus resultados. Pero un
correcto planteamiento de la relación entre historia y teología aplicada a la
iglesia puede mostrar cómo la historia de la iglesia es verdadera historia al
mismo tiempo que disciplina teológica.
El planteamiento de la naturaleza de la historia de la iglesia remite
inmediatamente a su relación con la eclesiología. Ambas ciencias tienen por
objeto la misma realidad de la iglesia y la frontera entre ambas sólo puede
determinarse por razones objetivas sean teológicas o metodológicas.
En efecto, siendo la misma realidad estudiada por las dos disciplinas, la
eclesiología y la historia se acercan a la iglesia con método y finalidad distintos.
La primera intenta comprender la estructura teológica de la iglesia en tanto que
la segunda trata de describir su desarrollo histórico.
La eclesiología y la historia se acercan a la iglesia desde caminos
diferentes y al encontrarse con ella se sitúan en planos distintos, de modo que
llegan a descubrir diferentes objetos de estudio. Las diferencias entre una y otra
son las existentes entre la teología y la historia. La teología comprende un hecho
revelado, la iglesia, y la historia analiza el desenvolvimiento del mismo a lo
largo del tiempo. En cuanto hecho revelado, la iglesia viene determinada por
unos presupuestos previos, estudiados desde la teología, y la historia, con sus
propios métodos, estudiará el desenvolvimiento de aquella iglesia sin otro
condicionamiento que los derivados de sus propios métodos científicos.

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De este modo, la historia de la iglesia es el estudio del desarrollo de una
realidad revelada desde el momento en que esta comienza su andadura y entra
en contacto con las diversas sociedades.
Una vez mostrada la realidad dogmática de la iglesia, susceptible de ser
estudiada a través de métodos teológicos (eclesiología), queda el discurrir de
esa realidad a través del tiempo en contacto con el mundo. Este aspecto, que
constituye la realidad social y visible de la iglesia, es el estudiado por la
historia. Su inicio es la venida del Espíritu Santo en Pentecostés y su final la
parusía; entre uno y otro están todas las manifestaciones de la vida de la iglesia.
Ahora bien, el modelo de iglesia revelado va revistiendo diversas formas
culturales y sociales a lo largo del tiempo. La ciencia histórica se ocupa de
descubrir, analizar y tipificar esas formas. Las diversas formas son las propias
que genera la sociedad y la cultura y a ellas ha de adecuarse la iglesia, pues
desde que ésta comienza su recorrido histórico queda sometida a sus propias
leyes estructurales. Esas formas culturales y sociales están ahí, a ellas se debe
adaptar, y de alguna manera la condicionan.
La historia de la iglesia considerada como ciencia trata de entender cómo
un modelo de iglesia revelado puede pervivir a lo largo del tiempo en contacto
con la sociedad y la cultura. Como ciencia deberá aportar una explicación y
moldear el material histórico de modo que resulte aceptablemente
comprensible. Aquí cada historiador aportará su peculiar sabiduría histórica y
elaborará una teoría acorde con su visión de los hechos. En la exposición de los
mismos deberá, ante todo, descubrir el nexo causal del progreso interno y
externo de la iglesia, analizar la relación de la institución eclesial con el entorno
social al que se dirige y sirve, mostrar la razón interna que determina el
desarrollo de los acontecimientos o desentrañar el haz de relaciones en que
muchas veces están entrelazados los hechos para descubrir aquél que es
determinante en todos ellos.
De esta manera se amplía considerablemente el objeto de la historia de la
iglesia, ya que no se trata sólo de describir la historia interna de la institución
eclesial, sino también su interrelación con la cultura y la sociedad en cada
momento.
El campo de atención de la historia de la iglesia es muy amplio e invade
el de otras ciencias eclesiásticas, de modo que una primera impresión podría
sugerir la exposición enciclopédica de unos conocimientos acerca de la iglesia.
Por otra parte, existen las ciencias auxiliares de la historia de la iglesia que se
han desgajado de ella y logrado su autonomía científica.
El método de esta disciplina no difiere del empleado por la historia en
general basado en el análisis crítico, imparcial y científico de las fuentes. Tras
una crítica de las mismas, vendrá la valoración de los hechos tratando de
descubrir su causalidad histórica y remitiendo esta valoración al carácter
revelado y dogmático de la iglesia en donde aparece su modelo.
Al hacer la historia de la iglesia, el historiador procederá al análisis de las
fuentes dadas sin otra limitación que la que se pueda dar en otros campos de la
historia, procurando hacer hablar a las fuentes con objetividad para conocer la
verdad. En segundo momento, sacará los resultados de su investigación

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mostrando su causalidad histórica, en donde tampoco encuentra ninguna
limitación. Y finalmente remitirá esa valoración al carácter dogmático de la
iglesia con el fin de contrastar sus resultados con el modelo revelado por lo que
esta actitud se mostrará siempre crítica, dado que aquel modelo quedará
siempre por encima de la realidad actuando siempre como ideal.
La valoración histórica ha de hacerse también teniendo en cuenta la
tensión escatológica en que está inmersa la vida de la iglesia. El lugar de la
iglesia es la historia, pero el concepto cristiano de historia no se agota en la vida
de la iglesia, sino que tiene un pasado y un futuro que comienza en Dios y en
Dios termina. Esto pone de relieve la importancia que tiene para el cristianismo
su concepción escatológica. El Cristo resucitado ha anticipado el final de la
historia y ha abierto un futuro de vida y esperanza para el hombre. Por lo que
toda la historia de este mundo esté en tensión hacia ese futuro de esperanza.
También la vida de la iglesia ha de contemplarse desde esta perspectiva,
dado que la misión de la iglesia es justamente hacer avanzar al mundo en la
dirección del futuro de esperanza manifestado en Cristo resucitado.
La iglesia parte de un modelo revelado por su fundador y está
encaminada a un futuro en el que Cristo aparecerá en toda su plenitud de
triunfo. Un modelo dado y un ideal al que tender. Entre ambos está la vida de
la iglesia. Ello supone que ella misma está en permanente reforma.
La historia de la humanidad, de la que la historia de la Iglesia forma
parte, es un proceso indefinido e irreversible que obliga al hombre a estar
continuamente definiendo su relación con la realidad inmanente y trascendente
y, al mismo tiempo, abandonando esa definición para dar paso a la siguiente.
Por tanto, la historia no es simplemente algo que ha sucedido, sino algo que ha
comenzado y camina hacia su fin. Cualquier acontecimiento está siempre en
proceso de cumplimiento, porque siempre pude llegar a integrarse en un
contexto de mayor plenitud.
Los hombres de cada época, a pesar de su común identidad permanente,
son siempre distintos de los de otra época anterior o posterior; por lo cual los
hombres de una determinada época no pueden extraer de una época anterior
una fórmula mágica que les solucione los problemas de propia situación. La
historia es acontecimiento, es proceso de hechos que acaecen en un mundo
dominado por el hombre; pero la historia es también narración, explicación de
cómo ha llegado a ser posible este mundo en el que viven los hombres que han
llegado ya al tercer milenio después de Cristo.
La historia de la Iglesia tiene su punto de partida en la etapa actual de la
historia de la salvación que empezó con la encarnación del Hijo de Dios. La
historia es un elemento esencial de la iglesia; lo que es la iglesia lo dirá su
historia. La historia de la iglesia es también una ciencia empírica en el más
genuino sentido de la expresión, porque su objeto es también institución
temporal compuesta y dirigida por hombres concretos, cuyo acontecer puede
ser investigado a través de las fuentes literarias y monumentales, y descrito
mediante los auxilios que presta la metodología histórica.
Eusebio de Cesarea dejó muy claro, desde el principio de su Historia
eclesiástica, cuál era el cometido que se propuso al escribirla:

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Es mi propósito consignar las sucesiones de los santos apóstoles y los
tiempos transcurridos desde nuestro Salvador hasta nosotros; el
número y magnitud de los hechos registrados por la historia
eclesiástica, y el número de los que en ella sobresalieron en el gobierno
y la presidencia de las iglesias más ilustres…

La historia de la iglesia no se identifica con la historia del cristianismo,


porque no se ocupa solamente de una idea, sino de hechos históricos muy
concretos que son accesibles, por una parte, a la dimensión de la fe, pero por
otra parte son también accesibles a una investigación histórica.

3.- HISTORIOGRAFÍA
Cuando los apóstoles empezaron a predicar el mensaje de salvación
anunciado por Jesús de Nazaret, lo hicieron en forma histórica porque narraban
a sus oyentes las maravillas que Dios había realizado en él y por él para la
humanidad. Por este motivo podemos decir que la historiografía de la Historia
de la Iglesia comienza con la predicación de los primeros apóstoles.
En el periodo post-apostólico hay autores que se ocupan, de alguna
manera, de la historia de la iglesia:
- Hegesipo († 180)
- Hipólito Romano († 235)
- Julio el Africano († 240)

Además, tenemos algunos fragmentos de escritos del siglo II y III, como


las notas de Papías sobre los discursos del Señor, diversas actas de mártires y
algunos pasos de las Apologías de Arístides.

Pero el verdadero padre de la


historia eclesiástica es el obispo Eusebio de
Cesarea († 339), autor de la Historia
Eclesiástica, en 10 libros que abarcan desde
el nacimiento de Cristo hasta el año 324; es
autor, además, de una Crónica universal y
de la Vida de Constantino. Eusebio más que
historiador es recopilador de fuentes,
porque todavía no fue capaz de trazar un
cuadro histórico genético de los
acontecimientos de la Iglesia durante los
tres primeros siglos.

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En el siglo V aparecieron simultáneamente en la iglesia oriental tres
continuadores de la obra de Eusebio:
- Sócrates († 439). Que la prolonga desde el año 307 hasta el 439.
- Sozomeno († 450). Desde el 324 hasta el 424.
- Teodoreto de Ciro († 458). Desde el año 320 hasta el 428.
- Rufino de Aquileya († 410). Tradujo al latín de forma bastante
libre la obra de Eusebio.
- Epifanio († 570). Tradujo y refundió los tres continuadores de
Eusebio, y los prolongó hasta el año 518 en la Historia Tripartita.
- San Jerónimo († 420). Refundió la Crónica de Eusebio

Durante la Edad Media no hubo continuadores de la obra de Eusebio,


pero se escribieron muchas crónicas y la historia de algunas iglesias locales; éste
fue el caso de Beda el Venerable (†735) que escribió la Historia Ecclesiastica
gentis anglororum. Pablo diácono (†799) a quien debemos otra obra sobre la
Lombardía hasta el año 773. Haymo de Halberstadt (†853) de quien poseemos
una historia general de la iglesia en los primeros cuatro siglos, basada en
Rufino. Anastasio Bibliotecario (s. IX) quien compuso otra hasta el siglo IX
sobre la base de traducciones en griego, el abad Orderico Vitalis (s. XII), quien
nos dejó una Historia Eclesiástica en trece libros, que llega hasta 1140;
Bartolomé de Luca (s. XIV) quien compuso otra más amplia en 24 libros, que
abarca hasta 1312, y Vicente de Beauvais (†1264), quien nos ofreció en 1244 un
Espejo de la historia en 31 libros. La mejor obra de conjunto de la Edad Media es,
sin embargo, la de San Antonino de Florencia (†1459).
En el renacimiento aparece la historia crítica. Matías Flacio, con un
grupo de colaboradores, publicó en Basilea (1559-1574) las Centuriae
Magdeburgenses en 13 volúmenes. El cardenal Boronio escribió (1558-1607) los
Anales Eclesiásticos. Cuyo contenido llega sólo hasta el siglo XIII y fueron
prolongados por Rinaldi hasta el año 1566.
En el siglo XVII la historia eclesiástica alcanzó un gran florecimiento.
Inician sus trabajos dos de las más activas instituciones que produjeron en el
campo de la historia eclesiástica y ciencia afines obras de capital importancia:
una, vinculada a la Compañía de Jesús, y la otra, a la orden Benedictina. La
primera es la de los llamados Bolandistas, planeada por el jesuita P. Heriberto
Rosweide e iniciada por P. Juan Bolland (Bolandistas), también jesuita. La obra
tenía por objetivo principal la investigación de las vidas de los santos, con el fin
de depurarlas de leyendas o falsas tradiciones que las acompañaban. El primer
volumen apareció en 1643, y después se fueron publicando otros hasta el
volumen 51, a finales del XVIII.
Los benedictinos de San Mauro (Maurinos), perfeccionaron las ciencias
auxiliares de la historia; con Mabillon la crítica histórica alcanzó una gran
perfección.
Debemos destacar también el comienzo de algunas grandes colecciones
- Luis Muratori (†1750), gran arqueólogo que publicó Rerun italicarum
scriptores (Milán 1723-1751).
- E. Maffei (†1750). Historia diplomática.

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- J. El († 1782) y J.S. El (†1768). Publicaciones de fuentes litúrgicas
orientales en particular Codex litúrgicos Ecclesiae universalis, en 13 vols.

El siglo XIX trajo una intensificación extraordinaria en el estudio e


investigación de la historia eclesiástica, muy conforme con el resurgimiento
general de los estudios históricos. Así nos encontramos extraordinarias figuras
en estas disciplinas. En el campo de la historia eclesiástica tanto en Alemania,
Francia, Italia, Bélgica, etc., como en España y territorios de habla española.
De este modo, al lado de alemanes como Möhler, Döllinger, Hefele,
Hergenrüther, Pastor, Grisar, Funk, Ehrhard, sobresalen en Francia y otros
países: Duchesne, Goyau, Mourret, Cauche, Todesco, Saba y Castiglioni,
Riccioti, Menéndez Pelayo, García Villoslada, Pedro Leturia y otros muchos.
El resultado de esta intensificación de los estudios históricos
particularmente en lo que se refiere a la historia de la iglesia, ha sido una
extraordinaria abundancia de obras sobre la historia eclesiástica en general y
sobre diversos aspectos de la misma.

4.- CIENCIAS AUXILIARES Y DIVISIÓN


La historia además se sirve de una serie de ciencias auxiliares que le
ayudan en su cometido:
- 1) Filología o lenguaje antiguo. Es fácilmente comprensible que el
estudio del lenguaje antiguo y de la Edad Media es de gran
importancia para el conocimiento de los documentos y de las
costumbres del tiempo. Estudia la naturaleza y estructura de los
idiomas.
- 2) Paleografía. Que estudia las diversas clases de letras de la
Antigüedad y Edad Media, cuyo conocimiento es de extraordinaria
importancia para el que desea penetrar en los archivos y manuscrito
antiguos. Interpreta las escrituras antiguas.
- 3) Diplomática. Íntimamente unida a la paleografía está la
diplomática, que es el estudio de los diplomas o documentos antiguos
de los papas, príncipes y particulares. Tiene gran importancia para
valorar convenientemente cada uno de los documentos.
- 4) Numismática. Heráldica, Xilografía. Que estudia las monedas,
medallas, escudos y grabados.
- 5) Arqueología cristiana. Que se ocupa de los monumentos de la
antigüedad cristiana. Como parte de la arqueología cristiana son
considerada la epigrafía y las primeras manifestaciones del arte
cristiano.
- 6) Cronología. Trata de interpretar convenientemente los datos
cronológicos por el estudio de las diversas maneras de contar el
tiempo usadas en la Antigüedad y en la Edad Media. Para ello se fijan
las eras más notables, como son las olimpiadas, la fundación de Roma,
la creación del mundo, la era cristiana y la hispana, el sistema de los
cónsules dentro del imperio romano, etc.

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- 7) Geografía y Atlas. Como complemento sirven también las obras
que nos hablan sobre la geografía de la antigüedad y Edad Media,
para lo cual ayudan de un modo especial los atlas. Estudian las
coordenadas del espacio dentro de las cuales se desarrollan todos los
acontecimientos. 16/9/2024

La historia, como la vida misma, no admite pausas; es una continuidad


viva en la que hoy brota el ayer y florece en el mañana. La historia de la iglesia
tiene una unidad y continuidad que no puede romperse. Sin embargo, existen
épocas y períodos distintos, porque cambian los actores y los escenarios. De ahí
la dificultad para determinar los distintos periodos y cuando empieza cada uno.
Es sabido que en la primera edición de la Historia de la Iglesia del
cardenal Hergenröther se presentó en tres periodos correspondientes a la
división tradicional: Antigüedad (siglos I-VII). Edad media (ss. VIII-XV), Época
Moderna (ss. XVI-XIX). Pero ya Mons. Kirsh, al preparar desde 1902 las nuevas
ediciones de la obra, creyó conveniente desglosar de la Edad Media los siglos
XIV y XV y de la Moderna el XVI y primera parte del XVII, formando con ellos
una época propia que ni ya es Edad Media ni llega todavía a ser Moderna.
También a nosotros nos ha parecido más científico y más cómodo
contemplar y exponer el desarrollo de la vida de la Iglesia católica (como
institucionalmente se hace en la Facultad de Historia Eclesiástica de la Pontificia
Universidad Gregoriana) en cinco grandes síntesis o agrupaciones de hechos, y
repartir, consiguientemente entre nosotros, su exposición de la manera
siguiente:
- Antigua. 1- 636 (Muerte de S. Isidoro). La iglesia de Cristo en el
mudo grecorromano. Este a su vez lo podemos dividir en dos
subperíodos:
o a) La iglesia en el Imperio romano pagano (1-313)
o b) La iglesia en el imperio romano cristiano (313-636)
- Media. 636- 1296 (Pontificado de Bonifacio VIII). La
cristiandad en el mundo europeo feudal.
- Nueva. 1296-1648 (Paz de Westfalia, fin Guerra de los treinta
años). Cristianismo e iglesia en los siglos de la Reformas y de
los grandes descubrimientos
- Moderna. 1648-1869 (Concilio Vaticano I). La iglesia católica en
su lugar y relaciones con el laicismo, tanto ideológico como
político y social, desarrollado en Europa y América.
- Contemporánea. 1869-. Mundo actual que ha vivido una
iglesia donde comienza un desarrollo de la cuestión social y
mundo envuelto en gobiernos fascistas y dos grandes guerras.

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5.- EL COMENTARIO DE TEXTO HISTÓRICO
5.1.- INTRODUCCIÓN

Comentar un texto histórico significa ahondar en el conocimiento de la


Historia y, por lo tanto, su frecuente utilización es un útil complemento a las
tareas de los profesores y alumnos de esta especialidad.
El comentario de texto histórico significa una mayor adquisición de
conocimientos, por la índole de elementos auxiliares que se utilizan, de una
determinada etapa histórica.
Comentar un testo histórico es, en definitiva, comprender una época
pasada a partir de los elementos que el propio texto pueda ofrecernos o
hacernos intuir.
De ahí que lo más importante sea saber situarse dentro del propio
contexto del documento o texto propuesto; es decir, deben examinarse los
hechos según el autor, la época o el pueblo que se analiza, pero sin prejuzgar o
evaluar con un criterio contemporáneo, partiendo de la experiencia, cultura o
realidades de nuestro siglo.
Comentar un texto histórico supone la posibilidad de valorar cuantos
matices y sólo aquellos que puedan percibirse en una primera lectura o toma de
contacto, sino también ahondar y entresacar aquello que el autor no ha dicho o
se ha callado.
No significa este ejercicio improvisar unos conocimientos en torno a un
fragmento de historia. Exige una preparación, una investigación, un primer
estudio o borrador y la redacción definitiva, con las consiguientes conclusiones.
Un comentario de texto histórico deberá ser un ejercicio práctico para los
alumnos que se inician en la Historia en un nivel superior y que con la
aplicación correcta de un determinado método les permita llegar a razonar un
momento del pasado.
Ahora bien, al no existir Historia sin ideología, esto es, al no poderse
escribir la Historia con absoluta objetividad, las posturas que se pueden adoptar
ante el comentario de texto histórico pueden ser:

a) Aceptar la veracidad de lo establecido en el texto.


b) No aceptar lo que nos dice el autor por considerar las posibles
manipulaciones en cualquiera de los trayectos o fases necesarias
para elaborar el texto.

Los comentarios de textos han de versar sobre documentos o textos


históricos.
- Documentos históricos: es cualquier cosa que, llegada hasta
nuestros días, es factible de proporcionarnos, tras su
interpretación, algún conocimiento del pasado humano. Pueden
ser:
 Orales: Canción, rumor, refrán, proverbio, mito, etc.
 Escritos: Crónicas, anales, memorias, escritos variados, etc.

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 Arqueológicos y plásticos: cerámicas, monedas, esculturas,
monumentos, películas, vehículos, etc.
- Textos históricos: son los documentos que aparecen escritos. El
texto escrito, por su amplia naturaleza, es la fuente básica para el
conocimiento de la Historia, siendo el documento más utilizado por los
historiadores.

5.1.1.- Cosas a tener en cuenta


A la hora de hacer un comentario de texto hay que tratar de evitar una
serie de errores muy comunes:
a) Digresión: Consiste en hablar de cosas que si bien, tocan
aspectos externos del texto, no aportan nada para entender el
texto propuesto. Se utiliza el texto como pretexto para
extenderse, sin más, sobre temas históricos que aparecen en el
texto.
b) Paráfrasis: Es la interpretación amplificativa del texto o
documento. Es una simple repetición más o menos elaborada
del texto
c) Precipitación: Es decir en pocas líneas todo el conjunto de ideas
de un texto. Generalmente en la introducción al comentario se
suele sintetizar muchas ideas, que luego deben volver a
considerarse.
d) Estilismo: este defecto consiste en fijarse solo en los aspectos
formales del texto, esto es, realizar una redacción literaria de
un texto histórico
e) Énfasis: consiste en extraer del texto apreciaciones superiores a
las que realmente figuran en él, sobre todo, si son de carácter
biográfico. Es un puro ejercicio laudatorio o condenatorio y, en
consecuencia, falto de objetividad.
f) Personalismo: En estos casos las redacciones o escritos contienen
expresiones en primera persona: opino, sé, diré, me parece,
creo, conozco, yo, para mí, etc. Se debe utilizar la forma
impersonal a la hora de la redacción (se sabe, se opina, se dice,
etc.)

5.2.- EL COMENTARIO DE TEXTO HISTÓRICO


Una vez propuesto el texto y antes de elegir el método que vamos a
utilizar, debemos detenernos para mirar varios aspectos:

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5.2.1.- Examen del texto
Lo primero es la lectura atenta del texto o documento propuesto para
averiguar la naturaleza del mismo. Una vez identificado el carácter del texto
debemos pasar a la fijación de los puntos esenciales.

5.2.2.- Instrumentos auxiliares


Leído el texto, parcelado y con unos puntos de referencia histórica
básicos debemos de tener a mano una serie de instrumentos auxiliares que nos
ayudaran para llevar a cabo el comentario:
- Diccionario
- Manual de historia
- Diccionario histórico
- Tablas cronológicas
- Atlas geográfico e histórico.
- Bibliografía sobre el tema del comentario
- Revistas especializadas en el tema.
- Ordenador

5.2.3.- Elección del método

Una vez hecho todo lo mencionado anteriormente debemos determinar


qué tipo de método vamos a utilizar en el comentario, es decir elegir la
estructura interna del trabajo a realizar. Podemos elegir entre tres métodos:

5.2.3.1.- Método literal


Es ordenar el comentario siguiendo, paso a paso, la propia estructura del
texto. Este método posibilita el ajustarse en todo momento al texto propuesto,
aunque, como contrapartida, se presta a la paráfrasis que ya hemos prevenido
antes.
5.2.3.2.- Método lógico
Es ordenar de manera consecuente y personal de las ideas contenidas en
el texto. El empleo de método requiere unos ciertos conocimientos del
contenido del tema.
5.2.3.3.- Método mixto
Es la utilización de los dos métodos anteriores a la vez, esto es, a la vista
del texto estructuraremos nuestro estudio con el método lógico y aplicaremos
después el literal, analizando de un modo continuado, paso a paso, las ideas
básicas que hemos logrado agrupar o aislar.

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5.3.- ESQUEMA GENERAL DEL COMENTARIO DE TEXTO

El esquema básico para un comentario de texto es sencillo:

a) Información
b) Interpretación
c) Conclusión

3.1.- Información

Tras una lectura atenta del texto tenemos que examinar la naturaleza del
texto:
- Texto documento. Comprende un amplio abanico de textos
integrados por inscripciones, informes, memorias, cartas, crónicas,
tratados, diarios, recuerdos, relatos de viajes, etc.
- Texto de autor fuente. Grandes historiadores clásicos.
- Texto lectura. Obras de autores contemporáneos a los hechos.
- Texto narrativo. Comprende escritos en los que se recogen fastos,
anales, epopeyas, gestas, biografías, genealogías, etc.
- Texto jurídico. Textos que recogen las constituciones, decretos, leyes,
pactos o tratados.
- Textos estadísticos. Dentro de este carácter se incluyen textos de
índole comercial, demográfico, de mercados, índices de opinión,
censos, etc.
- Textos de economía. Créditos compraventa, préstamos, testamentos,
avales, etc.
- Textos de hemeroteca. Noticias, artículos, sueltos periodísticos de
agencia o reportero.
- Textos varios. Los de carácter literario, geográfico, filosófico,
teológico o religioso.

Como segundo aspecto a señalar dentro de la información del texto


tenemos la extracción del texto. La extracción u origen de un texto, su
nacimiento y causa puede provenir fundamentalmente:
- Autoridad pública. Son textos de alcance nacional o internacional.
También puede ser de ámbito cronológico y geográfico.
- Autoridad religiosa. Como el anterior puede ser de variedad
geográfica, universal, provincial o diocesano y local.
- De origen privado. Comp0rende una variadísima gama de
documentos originados entre personal particulares.

El tercer aspecto dentro de esta fase es el de la extensión y contorno


histórico del texto.

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Por esto debemos fijarnos si el texto se encuentra dentro de la historia
externa o interna de un país o países. Establecida la extensión, se debe indicar el
contorno o marco histórico del texto.
Es importante también conocer, si se puede, la autoría del texto. Nos
podemos encontrar con varios casos:

- Que le fragmento tenga autor. Si llegamos a determinar quién es el


autor del texto debemos hacer en primer lugar una síntesis
biográfica del mismo, analizando sus obras más importantes, así
como ambiente o escuela en la que vivió el autor.
- Que le fragmento no tenga autor o presente problema la
paternidad. En estos casos bastará con señalar esta circunstancia,
indicando, si es posible su procedencia.

Por lo que respecta a la cronología los documentos pueden:

- Ir fechados. En estos casos debemos tener en cuenta que no siempre


se ha utilizado la misma cronología, por lo tanto, debemos saber
qué forma de computar el tiempo tenían en el momento de escribir
el texto.
- Ir fechados de forma incompleta. Las ciencias auxiliares nos pueden
ayudar a completar la datación.
- Ir sin fecha. En este caso habrá que llevar a cabo una crítica tanto
externa como interna del documento para intentar aproximar la
fecha de composición.

También es importante conocer el lugar geográfico de redacción del


documento. Y también el lugar de impresión.

5.3.2.- Interpretación

Interpretar un texto supone comprenderlo, criticarlo y saber dar la


adecuada explicación, evaluando todo su contenido, incluyendo asimismo
matizaciones oportunas que ayuden a la clarificación histórica. Para ello nos
debemos fijar en los aspectos externos del texto:
- Expresión
- Testimonio
- Ciencias auxiliares utilizadas
Y los aspectos internos del texto:

- Captación de las ideas básicas


- Aclaración de pasajes o alusiones
- Problemas tratados
- Vigencia del texto
- Hipótesis y tesis del texto.

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5.3.3.- Conclusión

La conclusión cierra el comentario del teto histórico. Puede abarcar los


siguientes aspectos:

- Síntesis del fragmento


- Encuadre histórico
- Errores, lagunas deficiencias
- Autoridad del autor
- Sentido general del texto
- Alcance e interés del texto.

Nuestro trabajo debe terminar con la aportación de la bibliografía


utilizada para llevarlo a cabo. Está bibliografía hoy en día también puede ser
tomada desde la red de internet, con lo cual debemos aportar también los
lugares de dónde hemos obtenido la información sobre la cual se apoya nuestro
comentario de texto.

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