Lo Que Queda de Nosotros
Lo Que Queda de Nosotros
Lo Que Queda de Nosotros
Lo que
Queda
De nosotros
de Alejandro Ricaño y Sara Pinet
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Capítulo uno
Toto
A menudo pienso en ese día. En cuanto puse una pata debajo de la banqueta supe que
algo, en definitiva, estaba mal. Que estaba a punto de ocurrirme una calamidad. Nata
decía todo el tiempo “calamidad”. Cuando se levantaba en la mañana y salía del cuarto
tallándose los ojos y me ponía la correa, decía “calamidad, calamidad”. Nata me llevaba
al parque que está cruzando la calle para hacer popó, pero luego tomaba la popó, la
vida es misteriosa. Una vez hice popó en el departamento. Busqué a Nata y le dije: mira,
en qué acabó el asunto. (Pausa) El parque está al cruzar la calle. Y yo jamás había
cruzado esa calle solo. Necesito que Nata tire de la correa y me diga “sentado” para poder
sentarme y ver pasar los autos y sentir las pequeñas ráfagas de viento en el hocico y
contemplar las hojas secas amontonándose en la orilla. Después Nata dice “vamos” y
cruzo la calle hasta llegar al parque y orino todo lo que puedo y hago la popó que Nata
necesita para fines que desconozco. (Pausa) Tenemos una pequeña mesa delante de una
enfrente. Comemos todos los días viendo una pared que no acaba en ninguna parte. Nata
abre dos latas de atún. Vacía una sobre mi plato, la otra sobre el suyo, y nos las comemos
frente a la ventana, contemplando una pared. Un día Nata llegó llorando. Precisamente el
día que el hombre alto no volvió más a la casa. Se metió al cuarto y pegó la cara contra la
cama hasta que se quedó dormida. A la mañana siguiente, cuando despertó, volvió a
llorar. Y no fuimos al parque. Tampoco al día siguiente. Sólo lloraba y a veces comía,
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departamento. Hasta que una tarde volvió a ponerme la correa y me subió al carro y
condujo varias horas hasta un parque al que no habíamos ido nunca. Jugamos un rato y
luego comenzó a llorar. Se arrodilló delante mí y me quitó la correa. Quise rodearla con
los brazos pero, naturalmente, yo no tengo brazos y sólo pude lamerle la cara y ella,
Nata
Toto
Regresó al auto y se fue. Sólo así: se fue. Y yo me quedé sentado en el mismo punto,
esperando a que volviera, pero ella no volvió. Oscureció. Corrí hasta llegar a una calle.
Hasta el borde de una banqueta. Y Nata no estuvo ahí para decirme “sentado”. Supe,
cuando puse una pata debajo que algo, en definitiva, estaba mal. No recuerdo mucho
después de eso. (Pausa) Desperté en una habitación blanca, sobre una pequeña plancha
metálica, y me faltaba una pata. Sólo tenía un muñón con una gasa. Ahora sé que tengo
que echar un vistazo antes de cruzar una calle. Porque los perros tenemos memoria. Los
Capítulo dos
Nata
Un tío alcohólico
Con un mensaje
Y ya no insistió.
Y todos se van
Y hacer promesas
Ni despedirse
No debes quererme tanto, a la gente débil no hay que tomarle mucho aprecio, mueren
pronto.
Yo sólo pensé que mi madre era débil y que no debía encariñarme de ella
Tú no eres débil
Y yo tampoco
Nadie más.
Nadie más.
Psicoanalista
No es sano que sólo lo quieras a él. Debes aprender a relacionarte con otras personas.
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Nata
Psicoanalista.
Nata
Psicoanalista
Quiero decir… Me refiero a que mi hermana tiene una perra que acaba de tener
Nata
¿Para qué?
Psicoanalista
Nata
Psicoanalista
¿Preferirías un pez?
Nata
Psicoanalista.
Pausa
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Nata
Psicoanalista
Nata
Psicoanalista
Él está de acuerdo.
Nata
Me lo dio con un lacito rojo, atado al cuello en forma de moño, que le quité en cuanto salí
del consultorio.
No tenía cinco minutos de haber cruzado la puerta, cuando ya había olido, meado y
Después lo vomitó
Y finalmente se quedó dormido sobre mis pantuflas de garritas que, desde ese momento,
se volvieron su cama.
Le puse Toto porque el perro del vecino se llamaba así y no quise perder tiempo
Vecino
Nata
Vecino
Nata
¿Confundir?
Vecino
Si un día regañas a tu perro y el mío escucha se puede sentir culpable sin haber hecho
nada.
Nata
En el edificio hay tres Josés. ¿Crees que el del 6 sienta culpa cada vez que la mujer de el
No volvió a molestarme con el asunto y, desde entonces, el vecino trata al José del 4 con
cierto tacto.
Capítulo tres
Toto
Una corriente de aire entreabrió la puerta de la habitación. Afuera, por la pequeña rendija,
se veían dos panzas, una con bata blanca y la otra con una camisa a cuadros, chocando
entre sí.
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Veterinario
¿Cómo se llama?
Diego
Diego
Veterinario
Diego
Veterinario
Diego
No sé.
Veterinario
Diego
Veterinario
Diego
¿No?
Toto
Cuando llegamos a su casa tomó su teléfono, lo puso frente a mi hocico y disparó una luz
computadora con un letrerito que decía: “Perro con tres patas busca casa.” Pero yo no
Diego
Un perro muy popular. Pero un perro sin casa. Nadie se ha ofrecido a llevarte.
Toto
Diego
Toto
Capítulo cuatro
Nata
Si ponías en wikipedia “el peor trabajo del mundo” aparecía la foto de papá, en lo alto de
Papá sostenía el auricular entre el hombro y la oreja mientras anotaba algo en una libreta.
Se interrumpió de pronto.
Papá
¿Un qué…?
Nata
Papá
Nata
Sin dejar de sonreír, volteó a verme, asomada por la puerta medio abierta.
Papá
Nata
Un loco con mucho dinero y sin mucho que hacer había traído una pareja de cigüeñas
desde Europa para tenerla en su casa. La hembra había escapado y había ido a construir
su nido en el tope de una torre de alta tensión y papá debía retirarlo antes de que
En el auto de papá pegué la frente contra la ventana empañada por la brisa del amanecer.
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Papá
¿Estás bien?
Nata
Papá
Nata
Papá
Hay que distinguir el miedo de los malos presentimientos, Nata. ¿Sabes por qué nunca
me ha pasado nada? Porque no tengo miedo. Mi cabeza está clara todo el tiempo y tomo
las precauciones que tengo que tomar. Los accidentes ocurren cuando la gente tiene
Nata
Estacionamos el auto.
contemplando el nido.
Me cubrí la cara con las manos porque no quería ver morir a papá
Pausa
Pero cuando no oí caer nada volteé hacia arriba y lo descubrí colgando, aferrado al arnés
Me miraba aterrado.
Yo estaba paralizada.
Papá
Nata
Papá
Silencio.
Nata
¿Gripa?
Papá
Un poquito peor.
Nata
Un dolor en la pierna que había subido a su cadera, luego a su espalda y para cuando los
muriendo.
Nata
Papá
Cuando vi esos huevos allá arriba, Nata, solos, supe que tenía que decírtelo. Tengo
Nata
Papá
Nata
Papá
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Nada. No está obstruyendo ningún cable. Les diré que no hay ningún peligro. Al dueño le
Pausa
Nata
Construye un nido. Un nido donde no nos encuentre la muerte. Donde puedas protegerme
siempre.
Papá
Nata
Silencio
Todos morimos.
Comiendo tranquilamente
Todos morirán.
Algunos no
Pero al final
Y perseguir insectos
Y recorrer el mundo
Mi tía Aurora dice que la muerte viene a recordarnos que estamos vivos
Pero la muerte de papá sólo vino a abrirme un hueco en el estómago que se llenó de
miedo.
Miedo de cerrar los ojos en la noche y no volver a despertar, como le pasó a mamá.
Capítulo cinco
TOTO
Sus cejas
Mientras se aleja
De este parque al que no ha venido nadie desde hace quién sabe cuánto
Porque los niños que corrieron por aquí se fueron hace mucho.
Ni a nadie
Y los negocios
Un poco a la deriva
Que no me importa
Pese a todo
Que Nata y yo soñamos todos los días con que alguien derrumbe.
Y en medio de todo
Y en medio de la nada
Y yo quiero seguirla
Con tal de que haga otra vez ese detalle con sus dedos
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Y la aleja.
La lluvia
Los truenos,
Detrás de un basurero
Capítulo seis
Nata
Es apenas un montoncito de ramas secas que no llega a medir más de dos centímetros de
ancho.
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Dos centímetros.
Las cigüeñas, en cambio, pueden llegar a construir nidos de 300 a 500 kilos.
Y otras mamás
Y otros abuelos
Odio su cuchicheo.
Y sus hijos.
Y así y así.
Morsa. Morsa. Jirafa. Morsa embarazada. Hiena. Pez globo. Morsa con tres senos.
Tía Aurora
¡Shhhh!
Nata
… Piraña.
Cuando murió papá lo abracé durante horas enteras, adentro de su ataúd, hasta que se
cubrió de lágrimas y mocos. Sólo entonces dejó de gustarme un poquito. Mi tía Aurora
Tía Aurora
Nata
Tía Aurora
¿Qué dices?
Nata
¿Sabías que nueve millones de niños mueren al año antes de cumplir los cinco?
Tía Aurora
No.
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Nata
Nueve. Por enfermedad. Por accidentes. Por un desastre natural. Nueve millones de niños
mueren al año, en agonía. Si Dios no impide que esto suceda es un Dios impotente. O es
Tía Aurora
Nata
Pausa
Tía Aurora
Podría…
Nata
Podría, se repitió sin saber a dónde mirar. Luego fue a sentarse en un rincón y se terminó
Tía Aurora
Pausa
Nata
Capítulo siete
Crispín
Toto
¿La jaula?
Crispín
Toto
Hubiera jurado que el Crispín era una rata. Me despertó el crujir de un hueso de pollo que
Crispín
Ellos van a venir por ti como hicieron con el gordo. Te lo digo. Cuando menos lo esperes
Toto
Rumiaba el hueso con los tres o cuatro dientes que conservaba agitando los pelos tiesos y
amarillos que le quedaban en las partes del cuerpo que no se había comido la sarna.
Crispín
El gordo no era cualquier perro. El gordo era de tienda. ¿Tú eres de tienda, negro?
Toto
No lo sé.
Crispín
Los de tienda tienen suerte. Siempre los escogen. Antes de que los lleven “al cuarto”
Toto
¿El cuarto?
Crispín
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No quieres saber que es “el cuarto”, negro, te lo digo. No quieres. No quieres. Pero ellos
Toto
Crispín
¿Qué quieres que te diga, negro? Ellos sólo lo hacen. Te llevan a “el cuarto” y te meten
corriente. Hasta que quedas frito. A veces falla. Conmigo falló. No me entraban bien los
fierros. Y lo intentaron, negro. Ellos lo intentaron. Hasta que el tipo dijo “el Señor no
quiere que este perro muera”. Y me soltaron. (Pausa) El gordo no tuvo tanta suerte.
Toto
¿Era tu amigo?
Crispín
¿Mi amigo, negro? Era mi hermano. El gordo era mi hermano, te lo digo. Llegó aquí un
día, como tú. (Pausa) No nos metíamos con nadie. Robábamos un poco aquí, otro poco
allá, lo que los demás ya no querían. Nada más. No molestábamos a nadie, negro. Pero
ellos vinieron y nos llevaron. Tienes dos o tres días una vez que llegas ahí. Y te lo digo,
negro, son los dos o tres peores días de tu vida. Te meten con 15 ó 20 en una jaula. A
veces te dan de comer. A veces sólo te dan un manguerazo. Hasta que alguien entra y te
vuelve a poner el lazo. El gordo pensaba que lo llevaban a pasear. Le pusieron la correa y
comenzó a menear el rabo. El tipo estaba feliz. Esas jaulas te estresan, negro. Que un tipo
venga y te ponga la correa es algo bueno. Excepto si te llevan a “el cuarto”. El gordo no
dejaba de mover el muñoncito que tenía por cola. Pero algo debió oler. Algo debió ver en
ese sitió cuando entró. Todos lo saben, negro, lo he visto. Apenas ponen una pata en ese
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sitio, entran en pánico y aúllan, lo he visto. El gordo era un tipo con clase, pero cuando
llegó el momento se cagó encima. Te lo digo, encima. Todos flaquean cuando les meten
los fierros al hocico. Esos tipos no tienen corazón, negro, te lo digo. A veces, cuando se
acuerdan, cierran la puerta para que no veamos nada. Esa vez se les olvidó. Hubiera
querido no ver nada de eso, negro, pero no pude despegar la mirada. Quería despedirme
del gordo. (Pausa) Vi cómo le metieron corriente, negro. Lo vi todo. Hubiera querido no
ver nada. Pero quería despedirme del gordo, te digo. (Pausa) Lo sacaron arrastrando del
pescuezo y lo apilaron con otro montón de perros. Es el infierno, negro. No quieres caer
en la jaula. Pero tienes tres patas. Qué quieres que te diga. Tres patas.
Toto
Estaba asustado. Estaba más asustado que nunca. Sólo de cuando en cuando seguía
Capítulo ocho
Nata
Se supone que mi tío alcohólico se haría cargo de mí. Vino un día, se sentó en el reposet
Hacía frío.
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En el salón hay una niña enclenque que es idiota. No es que sea su culpa, pero es idiota.
me uno a ellos.
Cuando le dicen “Oye, Corina, ¿estás segura que tus padres no quisieron abortarte?”
Yo, en silencio.
Cuando le dicen “Oye, Corina, ¿estás segura de que no naciste con fórceps?”
Yo me río un poquito, porque el chiste de los fórceps me gusta. Pero lo hago en silencio.
Mi maestra de química
Estaba triste porque la había dejado su esposo y las últimas dos semanas había llegado
Solté una carcajada haciendo un ruido espantoso con mis fosas nasales
Mirándome desconcertados
Doblada en mi banca
Apretándome el estomago
Gritó Corina con toda la rabia que podía acumular en su flaquito metro con cuarenta
centímetros.
Me quedé muda
Y todos me miraban
Y tanta furia
Cuando abrí los ojos, Lalo, que es un cretino, lo había grabado todo en su celular.
Y sabía que el video pronto estaría en you tube con uno de esos encabezados
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Y serviría como ejemplo para envalentonar a todos los niños enclenques que son
Comencé a cantar
Frené de golpe.
En medio de la calle, inmóvil, lleno de tierra y sangre, estaba tirado un perro negro
Por una prueba de ese Dios salvaje en el que creía mi tía Aurora
Pausa
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No era él.
Suspiré aliviada.
Grité
Excepto la mancha que empezó a gemir, quedito, como si le diera pena molestarme
Pero no se veía bien, tenía una patita dislocada y sangraba por el hocico.
Comenzó a llover.
Veía sus ojos llorosos, fijos en mí, tratando de entender lo que estaba pasando.
Pasa que cruzaste sin voltear, Mancha, eso pasa. Pasa que somos frágiles. Y nos
rompemos. Y hoy te tocó a ti. Como le tocó a mi papá. Y no hay nada que podamos
hacer, Mancha.
Me detuve
¿Mancha?
Apagué el motor
A mí también me gusta esa canción, le dije mientras pasaba mis dedos sobre su cabecita
negra.
Capítulo nueve
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Toto
Y que mi panza hace unos ruidos espantosos que me asustan por las noches
Estoy a punto de echarme a descansar un poco cuando escucho a lo lejos los ladridos de
varios perros
Feliz
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Y comer
Y olerles el rabo
Estoy feliz
Y se me ocurre que quizá no les importe si primero les robo un poquito de croquetas
Y cuando volteo
Asustados
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Llenos de asco
Dos humanos
Que por una razón que no entiendo lleva un suéter y un moño rosa en cada oreja
Aun cuando fueron ellos los que me amarraron y me arrastraron hasta su auto
No entiendo nada.
Nos detenemos
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Y no quiero problemas
¿Qué daño?
Humano gordo
¿Sí?
Lo encontré en el parque. Es violento y quizá tenga rabia. No es seguro que un perro así
Toto
¡Claro que no es seguro! Un coche casi me mata. Una señora me golpeó con una escoba.
Y éste de aquí me amarró con un lazo que no me deja respirar. Sin contar que debo
Humano gordo
Toto
¿Perrera?
Humano gordo
Capítulo diez
Nata
El viento mece lo que queda de la cortina deshilachada que Toto deshizo tratando de
Sus gotitas para los ojos, que un día confundí con las mías y me irritaron los ojos por tres
Y estuviera aquí
Haciendo ese horrible sonido de helicóptero que hace cuando sacude sus cachetes.
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Y salgo a buscarlo.
Nada
Y me siento perdida
Abro la puerta
Estoy buscando a mi perro, se llama Toto. Es negro, mediano, peludo, de orejas chiqui---
Policía
Nata
No...
Policía
Pues ya está
Nata
Policía
Nata
Toto
Policía
¿Qué?
Nata
Se llama Toto
Policía
Nata
Lo observo fijamente.
¡Mira Gorgory, -le digo arrebatándole la torta con un movimiento de samurái que no
alcanza a ver siquiera- o me ayudas a encontrar a mi perro o te juro que esta torta va a
acabar en el suelo, aplastada y partida por la mitad como tu asqueroso y sudado trasero!
Policía
Nata
Policía
Nata
¡Toto!
Policía
¡Eso, Toto! Mira, a todos los perros que encuentran en la calle, solos, los llevan a la
Nata
Apretando la servilleta con todas mis fuerzas mientras él abrazaba su torta con la
Toto
Y nuestro parque
Y el pasto mojado
Oscura
Fría
Nata
¡Toto!
Un pasillo encharcado
Ladrando rabiosamente
¡Toto!
Anciano
¿Sí?
Nata
Anciano
Nata
Anciano
Nata
No es de ninguna raza. Es una cruza de… Es negro, mediano, feo, tiene un ojo más
Pausa
Anciano
Nata
¿Al cuarto?
Anciano
Nata
Anciano
Nata
Toto
Nata
Abro la puerta.
Arrinconado
Que no es Toto…
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Toto
Humano flaco
¿Necesitas ayuda?
Humano gordo
Nata
No respondo
Anciano
¿Señorita?
Nata
¿Perdón?
Anciano
¿Es su perro?
Pausa
Nata
No. No es mi perro.
Anciano
43
Pausa
Nata
Anciano
Hay otra perrera. No muy lejos de aquí realmente. Unas quince cuadras hacia el sur.
Toto
Dejo de luchar
Me quedo quieto
Muy quieto
El humano gordo me mete los fierros al hocico y me amarra otra tira de cuero alrededor
de la cabeza
Oxidada y polvosa
Todo se oscurece.
De golpe
Todo se oscurece.
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Capítulo once
Nata
La cigüeña, con sus alas extendidas, inabarcables, planeaba hasta su nido cuando una
En medio de ese espeso cielo gris, se encendió un resplandor que dejó frita a la cigüeña,
Pero años y años de mal mantenimiento impidieron que el corto se neutralizara entre los
electricidad.
Hay otra perrera, dijo el anciano, unas quince cuadras hacia el sur.
¡Pum!
Y después de la perrera
Las farolas
Estaban apagados
Sólo la luna, asomada entre las nubes, dejaba adivinar el contorno de las cosas.
Subí al auto
Toto
Humano gordo
¿No la pagaste?
Humano flaco
Sí la pagué.
Humano gordo
Seguro no la pagaste.
Humano flaco
Humano gordo
Toto
seguíamos ahí, en la pequeña habitación, y que los fierros seguían en mi hocico. Algo
había pasado.
Humano flaco
Humano gordo
Humano flaco
No puedes decir eso. No puedes venir y decir esas cosas, Jimmy. Sabes que está siendo
difícil para mí. Necesito que confíes en mí. No puedes venir y decir esas cosas.
Toto
Lo siento.
Y salía de allí
Llovía
Y justo cuando puse una pata debajo de la banqueta, recordé que debía echar un vistazo
Nata
Como si, de hecho, hubiera clavado mis dientes con tal de que el auto de papá se
detuviera a tiempo.
interminable.
Pausa
Y parecía un milagro que la lluvia no lo hubiera tumbado de una vez y para siempre
Pausa
Llena de culpa
Y de vergüenza
Y que dejarlo en el parque había sido una estupidez que no volvería a cometer nunca
Nunca
Nunca
Pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, me lamió como solo los perros, incapaces
Perdóname, Toto
Murmuré a su oreja
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Capítulo doce
Toto
llegamos, Nata los quitó todos y luego arrastró el sillón y lo colocó delante de la ventana.
“Arriba”, dijo dando una palmada en el sillón y me senté a su lado. Estaba amaneciendo.
No entiendo eso del tiempo, pero supongo que estuvimos abrazados, en medio de esa
calle, casi toda la noche. Después regresamos a casa. Por primera vez ese muro inmenso
no me parecía tan feo. Nata me echó el brazo encima y yo quise hacer lo mismo, pero
bueno, ahora sólo tenía una pata y la necesitaba para sostenerme. Así es que sólo
Nata
Y sonríe
Y nos abrazan
Y mientras se extiende
En algún lado
Cuidándonos.
Mientras se extiende
Y siento
Nuestro momento
Termine.