El Origen de La Humanidad - Documento Base

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El origen de la

humanidad
Seguro que, a estas alturas de tu vida, alguna vez te has
preguntado por nuestros orígenes, es decir, por cómo hemos
llegado a habitar el planeta Tierra, cómo hemos llegado a
organizarnos socialmente o cómo hemos podido lograr los grandes
avances científicos y tecnológicos que hoy disfrutamos. La incógnita es, en definitiva, ¿cómo ha sido posible la
aparición del ser humano? Aunque algunas ciencias, como la biología o la paleontología, nos aportan respuestas,
no tenemos un conocimiento completo sobre estos temas pues hay preguntas previas que siguen cuestionando
nuestra existencia, como por ejemplo, ¿hubiera sido posible una Tierra sin seres humanos o teníamos que
aparecer necesariamente? La reconstrucción de nuestros orígenes biológicos, sociales y culturales es la
apasionante tarea que vamos a acometer a continuación.

1. El origen de la vida

1.1. Ontogénesis y filogénesis

Los seres vivos están cambiando permanentemente, pero de dos maneras distintas. Por una parte, sufren
transformaciones individuales a lo largo de toda su existencia, ya desde antes de nacer y hasta su muerte.
Por ejemplo, desde el huevo hasta el ave adulta o desde la semilla hasta la planta ya desarrollada. A este
conjunto de modificaciones es a lo que se denomina «ontogénesis» (del griego ontos, «ser». y génesis,
«origen»).

Por otra parte, las especies también se están transformando continuamente. No son cambios individuales,
sino del conjunto entero de individuos que denominamos «especie». Un grupo de seres vivos forma una
especie cuando tienen un aspecto similar, pero sobre todo cuando pueden reproducirse entre sí.

Por ejemplo, un perro dálmata y un pastor alemán pertenecen a la misma especie porque pueden
reproducirse entre sí: son interfecundos.

El concepto de filogenia o filogénesis (de filum, «tipo», «linaje») significa que las distintas especies han
cambiado a lo largo del tiempo, de modo que unas proceden de otras. Las especies descienden unas de
otras formando un filum o linaje.

En resumen, los seres vivos sufren numerosos cambios a lo largo de su existencia: unos propios del
desarrollo individual (ontogénesis) y otros que aparecen en la sucesión de generaciones (filogénesis). De esta
forma, cada generación de individuos recibe las transformaciones heredadas de las generaciones anteriores
y las transmite a sus descendientes, de modo que se van acumulando en un proceso lento.

1
1.2. Fijismo

Las primeras explicaciones que se dieron a la existencia de la pluralidad de seres vivos no tenían en cuenta la
filogénesis, sino que consideraban cada especie como invariable e, incluso, como eterna. Por eso, estas
explicaciones se agrupan bajo la denominación general de teorías fijistas. De acuerdo con ellas, los
individuos cambian, pero la especie permanece inalterada a lo largo del tiempo hasta la eternidad.

Una primera dificultad para esta teoría, defendida desde Aristóteles (Grecia, 384-322 a.c.) hasta principios
del siglo XIX, fueron los fósiles: ¿Qué son esas huellas de animales y plantas desconocidos? Georges Cuvier
(Francia, 1769-1832), considerado el fundador de la paleontología, dio la siguiente respuesta: se trataba de
especies que han desaparecido por completo debido a algún cataclismo o catástrofe que aniquiló a todos los
individuos que las formaban. Pero no pensó que esas especies desaparecidas pudieran ser antecesoras de las
especies actuales. La visión fijista de los seres vivos seguía adelante.

1.3. Evolucionismo

Origen

Jean-Baptíste Lamarck (Francia, 1744-1829) fue el primero que propuso una teoría general de la evolución
biológica de las especies (filogénesis) en su obra Filosofía zoológica, publicada en 1809.

Sostenía que los seres vivos surgieron de la materia inorgánica por generación espontánea, siguiendo dos
líneas principales: la de los vegetales y la de los animales. La escala de los seres vivos sigue un proceso de
perfeccionamiento que culmina con el ser humano. Las transformaciones que sufren los seres vivos se
deben a su interacción con el medio en que viven y se refuerzan con el uso intensivo de algún órgano,
mientras que otros órganos se debilitan con el desuso y llegan a desaparecer.

Por ejemplo, el largo cuello de la jirafa se explicaría por la necesidad de estirarlo para alcanzar las
ramas más altas y tiernas de los árboles.

Se suele sintetizar esta explicación de Lamarck diciendo que «la función crea el órgano», Los procesos
evolutivos tienen, por tanto, un propósito o finalidad, es decir, son teleológicos (del griego telos, «fin»).

La evolución biológica, según esta teoría, tiene una finalidad, es decir, persigue una meta que consiste en
que las especies sean cada vez más complejas y desempeñen funciones más especializadas hasta alcanzar
en la especie humana su mayor perfección. Esta teoría presenta diversos fallos, pero no se logró superarlos
completamente hasta principios del siglo XX.

Desarrollo

DARWIN

Fue Charles Darwin (Reino Unido, 1809-1882), que nació el mismo año en que Lamarck publicó su Filosofía
zoológica, quien le dio al evolucionismo un impulso definitivo, proporcionando una explicación científica a
las diferentes formas anatómicas de los órganos de los seres vivos. Los organismos vivos están «diseñados»

(Cf. Fuente: SANTILLANA) 2


para cumplir determinadas funciones: los pájaros tienen alas para volar y los árboles disponen de hojas para
captar la luz solar. Esto es, los seres vivos están adaptados a diferentes formas de vivir. El «diseño» de cada
organismo vivo depende de esa forma de vivir, o lo que es igual, de la interacción con el medio en el que
tiene que desenvolverse.

Todos los organismos tienen que luchar por su supervivencia: encontrar alimento, defenderse de sus
predadores, resguardarse de las catástrofes naturales, proteger a sus descendientes, etc. En este proceso de
lucha hay individuos que logran salir victoriosos, mientras que hay otros que sucumben. De la misma
manera, hay especies que están más preparadas que otras para triunfar en la lucha por la supervivencia:
estas son las que lograrán perpetuarse, mientras que las menos aptas tenderán a la desaparición. Los
individuos que hagan frente de la mejor manera a las adversidades del medio, los más adaptados,
transmitirán sus características a sus descendientes.

Darwin denominó a este proceso «selección natural de las especies». En resumen, consiste en la
conservación de las diferencias favorables a la vida y la desaparición de las que son perjudiciales. La
diversidad de los seres vivos quedaría explicada por un proceso de adaptación al medio para la
supervivencia, y no por un plan establecido de antemano para distinguir a unas especies de otras. En ese
proceso de adaptación, algunas especies se habrían transformado en otras diferentes.

Darwin elaboró esta teoría a partir de las observaciones que realizó en su viaje por el Pacífico hasta las
islas Galápagos. Obtuvo datos de diferentes especies e inició estudios de anatomía y embriología
comparadas.

WALLACE

Alfred R. Wallace (Reino Unido, 1823-1913) suele ser considerado el descubridor de la evolución biológica
de las especies de forma simultánea a Darwin. A diferencia de este, Wallace afirmaba que la evolución es
progresiva, es decir, las nuevas generaciones siempre representan un avance respecto a las anteriores.
Además, ese avance se manifiesta siempre en alguna modificación orgánica. Pero Darwin había obtenido
pruebas de que determinados organismos habían permanecido durante muchísimo tiempo idénticos a sus
progenitores, sin sufrir transformación orgánica alguna.

MENDEL

Sin embargo, las teorías de Darwin y Wallace no explicaban totalmente los procesos de la filogénesis:
quedaba por aclarar cómo se transmiten las modificaciones orgánicas de una generación a otra.

Fue el monje agustino Gregor Mendel (Chequia, 1822-1884) quien dio el primer paso para explicar los
mecanismos de la herencia genética. Tras realizar experimentos con guisantes en el huerto de su
monasterio, enunció tres leyes que explicaban, entre otras cosas, que los organismos pueden transmitir
caracteres (genotipo) que ellos no muestran visiblemente (fenotipo).

MORGAN

Thomas H. Morgan (EE.UU., 1866-1945). considerado el padre de la genética moderna, confirmó


experimentalmente cómo se transmiten estos caracteres. Luego, a partir del descubrimiento de la
(Cf. Fuente: SANTILLANA) 3
estructura de la molécula de ADN (1953). ha surgido una nueva disciplina denominada «evolución
molecular». A partir de aquí se puede comprender cómo se producen las variaciones hereditarias en función
de un proceso denominado «mutación genética». Una mutación es un cambio en un gen, de manera que los
individuos que reciben ese gen modificado pueden tener características muy diferentes de sus progenitores.
Si el gen responsable del color del pelo sufre una mutación, los herederos de ese gen mutado pueden tener
un color de pelo completamente distinto al de sus padres. A lo largo del siglo XX se han descubierto distintos
tipos de mutaciones con repercusiones muy variadas para las generaciones sucesivas.

2. ¿Tiene sentido la evolución biológica?

2.1. Teleonomía

¿Ha ocurrido el proceso evolutivo de acuerdo con algún plan para lograr un objetivo o ha sucedido por
azar? Algunos filósofos defienden que hay en él una finalidad: que es un proceso teleonómico (del griego
telos, «fin»). Así lo entendía Pierre Teilhard de Chardin (Francia, 1881-1955), para quien la evolución
biológica es parte de un proceso cósmico que abarca desde los seres inertes hasta el ser humano. Distingue
tres grandes etapas evolutivas:

● El estadio de la geosfera. El universo inerte evoluciona hacia las condiciones mínimas necesarias para
que aparezca la vida.
● El estadio de la biosfera, en el que aparece la vida con toda su diversidad.
● El estadio de la noosfera (del griego noos, «inteligencia»). La aparición del ser humano es la
culminación, plenitud (telos) de la evolución. Según Teilhard, todos los procesos evolutivos, ya desde
la geosfera, apuntan a la aparición del ser humano.

2.2. Azar

Frente a esta visión se sitúan otros pensadores y científicos que entienden que el proceso evolutivo no es
teleonómico, sino que ha ocurrido así por una combinación de acontecimientos azarosos que han sido
fijados y transmitidos por las leyes de la herencia genética. Así es como explica la evolución el especialista en
bioquímica molecular y premio Nobel de Fisiología Jacques Monod (Francia, 1910-1976) en su obra El azar y
la necesidad. Los seres vivos sufren continuamente mutaciones que se producen por azar, siendo algunas
ventajosas para el individuo y la especie y otras negativas. Una vez que se ha producido una mutación, ese
cambio queda ya fijado y, si es viable, se transmitirá a los descendientes siguiendo las leyes de la herencia
genética. El azar del proceso de mutación queda compensado y determinado por la selección natural, que
tiende a conservar lo útil y eliminar los cambios que implican desventajas en la lucha por la supervivencia.

2.3. Creacionismo

Con la expresión «creacionismo» se puede designar dos creencias distintas:

● Dios (o un poder sobrenatural) ha creado el universo con sus leyes evolutivas, dando lugar a todos
los seres que forman parte de él.
● Todo lo que existe en la actualidad fue creado por Dios exactamente como lo podemos contemplar
ahora, sin mediar evolución alguna.

(Cf. Fuente: SANTILLANA) 4


Esta segunda creencia es incompatible con la visión científica evolucionista. Sus partidarios adoptan una
concepción fijista, que interpreta el libro del Génesis como si fuera un tratado científico, olvidando su
carácter simbólico e ignorando las contradicciones internas que contiene.

En el Génesis se ofrecen dos relatos distintos de la creación. En el más conocido (cap. 1) se afirma que el
hombre fue creado cuando ya lo estaban todas las demás cosas y que el varón y la mujer fueron creados al
mismo tiempo, mientras que en el segundo (cap. 2) Adán es creado con barro antes que las plantas y los
animales, y Eva posteriormente, a partir de una costilla de Adán. El sentido que tienen esos relatos es
transmitir simbólicamente la fe en que Dios puso en marcha el mundo con varias iniciativas creadoras. Por
eso no se debe confundir los textos religiosos con un tratado científico.

La ciencia y la religión responden a preguntas diferentes sobre el mundo. La ciencia se ocupa de describir y
explicar hechos concretos, pero no puede responder a la pregunta de si el universo y el ser humano tienen
algún propósito que vaya más allá de la existencia que ahora tenemos y conocemos. En cambio, la religión se
pregunta por el sentido último de la totalidad del mundo y por la posibilidad, basada en la fe, no en la
ciencia, de que la vida humana no se acabe definitivamente con la muerte. Por eso es posible ser creyente y
mantener al mismo tiempo que la teoría de la evolución es la mejor explicación que ahora tenemos para
entender el origen de las especies.

3. El origen del ser humano

3.1. Los procesos de la antropogénesis

Llamamos «antropogénesis» al conjunto de procesos y etapas que se han cubierto desde nuestros
ancestros hasta la especie humana actual. Se trata de un proceso muy largo: los biólogos moleculares
estiman que ha durado entre 4, 5 y 7 millones de años. Pero también ha sido un proceso muy complejo en el
que han intervenido muchos factores.

Entre estos factores podemos diferenciar dos tipos:

● Los que se refieren a los aspectos físicos, biológicos y corporales de los seres humanos, que dan
lugar a lo que se suele denominar «proceso de hominización».
● Los que tienen que ver con la cultura, la sociedad, la técnica y el lenguaje, que conforman el llamado
«proceso de humanización»

Esta distinción tiene únicamente fines clarificadores, pues de hecho ambos procesos se produjeron de
forma simultánea y con interacciones mutuas. Han interferido entre sí mutaciones genéticas, cambios
anatómicos y fisiológicos, modificaciones climáticas y ecológicas, así como la transformación de la forma de
vida que implica el surgimiento de la vida en sociedad, la técnica y fabricación de instrumentos, el lenguaje y,
en definitiva, la cultura. Cualquier modificación en cualquiera de los factores mencionados implicaría una
serie de repercusiones en todos los demás factores, pues la antropogénesis es un proceso unitario.

https://youtu.be/qJsY2lnH5k0

(Cf. Fuente: SANTILLANA) 5


3.2. Hominización: factores físico-biológicos específicos humanos

La hipótesis más verosímil que tenemos actualmente acerca del origen de nuestra especie señala que
nuestros antecesores se vieron afectados por un cambio climático que tuvo lugar en África subsahariana.
Uno de los efectos que produjo fue la reducción de las extensiones de bosque, con la consiguiente
ampliación del área de terreno despejado de arbolado. La dificultad creciente para vivir en los árboles
favoreció la necesidad de buscar alimento y cobijo en el suelo, lo que impulsó decisivamente la tendencia
hacia el bipedismo. A partir de ahí se inicia un lento proceso favorecido y fijado por mutaciones, que implica
toda una serie de cambios anatómicos y fisiológicos específicos de la especie humana:

● Bipedismo. La puesta en pie de los homínidos supuso importantes modificaciones del esqueleto,
sobre todo en las articulaciones de la cadera y del hombro, así como en la disposición de la columna
vertebral. Tales modificaciones repercutieron en la conformación del cráneo y en el desarrollo del
cerebro.
● Liberación de las manos. Al no tener que utilizar las manos para caminar, estas pasan a convertirse
en valiosas herramientas. La oposición del pulgar a los demás dedos es la base de la gran versatilidad
de la mano humana, que ha permitido un enorme desarrollo técnico, que a su vez ha provocado un
mayor desarrollo del cerebro.
● Liberación de la mandíbula. La posición bípeda y la liberación de las manos permiten que la
mandíbula ya no tenga que realizar tareas pesadas, como el arrastre y transporte de cargas, por
ejemplo. Eso influye en la modificación de la boca, la faringe y la laringe, lo que da apoyo anatómico
a la aparición y desarrollo del lenguaje oral complejo de los humanos. Al mismo tiempo, se producen
modificaciones en la forma de alimentarse, impulsando la preparación de los alimentos antes de ser
ingeridos, esto es, la cocina.
● Nacimiento inmaduro («juvenilización»). El ser humano nace más indefenso y más necesitado de
cuidados que ningún otro animal porque carece de muchos instintos. Su vida depende del cuidado
ajeno, de la sociabilidad de la especie. Pero, por eso mismo, es más moldeable y tiene mayor
capacidad para afrontar situaciones nuevas que otros homínidos.
● Ecumenismo. La especie humana se ha universalizado, adaptándose para habitar en cualquier lugar
de la Tierra. Esto ha producido gran diversidad de apariencias físicas (diversidad fenotípica), pero no
hay diferencias en el aspecto genético, sino que hay una sola especie humana. Por eso no se debe
utilizar el concepto de raza aplicado a los humanos: todos pertenecemos a una única raza, la
humana.
● «Cerebralización». El desarrollo del cerebro, y muy especialmente de la corteza cerebral, es una de
las características ligadas a la evolución del género. Sin esta característica el lenguaje y la razón no
hubieran hecho su aparición en el mundo. Hoy los científicos diferencian tres subsistemas cerebrales
en el ser humano que funcionan como tres cerebros coordinados entre sí (cerebro triuno), pero
evolutivamente diferentes. Estas estructuras se superponen de acuerdo con su antigüedad
evolutiva y son las siguientes:
1. El cerebro reptiliano que es el más primitivo desde el punto de vista evolutivo, se encarga de
regular las funciones vitales básicas y los instintos y los comportamientos rutinarios, así
como los valores y afectos más primitivos, como el instinto de supervivencia.
2. El cerebro límbico, también llamado «paleocórtex» (paleo, «antiquo». y córtex, «corteza»),
permite ir más allá del comportamiento programado de los instintos, siendo responsable de
toda nuestra vida afectiva y emocional. Permite expresar las emociones con sus
correspondientes manifestaciones corporales (tristeza-lágrimas; vergüenza-enrojecimiento
de las mejillas, etc.), que son una característica exclusiva del ser humano. La inclinación a la
(Cf. Fuente: SANTILLANA) 6
cooperación y al auxilio de quien necesita ayuda residen en él, por lo que podemos decir que
es la base anatómica y fisiológica de la sociabilidad humana. Pero también en el sistema
límbico se producen las reacciones emocionales, que pueden dar lugar a comportamientos
inmediatos, poco o nada sometidos a la reflexión de la persona. De ahí la frase «cuenta hasta
diez antes de actuar», para dar tiempo a que la situación sea analizada en la corteza cerebral,
que es la parte en la que reside la conciencia.
3. El cerebro cognitivo-ejecutivo (cerebro humano).
■ La corteza cerebral, también llamada «neocórtex» (neo, «nuevo»). es la estructura
cerebral más reciente desde el punto de vista evolutivo y la que diferencia más
claramente a los seres humanos de cualquier otro animal. Está dividida en dos
hemisferios que tienen funciones distintas pero complementarias y coordinadas. En
la corteza cerebral se producen las actividades intelectuales superiores de los seres
humanos, como el pensamiento lógico y racional, el lenguaje, los comportamientos
anticipatorios, la imaginación y la intuición.
■ El córtex prefrontal, que planifica los comportamientos cognitivamente complejos,
procesos de toma de decisiones, comportamiento social, coordinación de
pensamientos y acciones de acuerdo con metas internas. Es el encargado de la
función ejecutiva.

https://youtu.be/ykBRe41dZZ0

Todas estas transformaciones se produjeron simultáneamente, interaccionando unas con otras y


quedando fijadas genéticamente por mutaciones, pues de otro modo no habrían podido ser heredadas por
las generaciones sucesivas y acumuladas hasta la aparición del Homo sapiens.

3.3. Humanización: factores culturales, sociales, técnicos y lingüísticos

De forma simultánea, coordinada y complementaria a los procesos biológicos, en la génesis de la


humanidad intervinieron también otra serie de factores. Al mismo tiempo que se avanzaba en la
juvenilización de la especie, era necesario compensar la carencia instintiva creciente con otros recursos que
permitieran a los individuos sobrevivir en el medio en que se encontraban. Estos recursos son los factores
que constituyen el proceso de humanización.

Actividad instrumental avanzada

La fabricación de utensilios y el control del fuego son actividades instrumentales o técnicas que se han
usado frecuentemente para diferenciar al ser humano de los animales. Aunque es verdad que algunos
primates superiores poseen ciertas habilidades instrumentales. la diferencia con la capacidad técnica
humana no es solo cuantitativa, sino también cualitativa.

Por ejemplo, se ha comprobado que algunos simios aprenden a enrollar una hoja para formar una
especie de pajita con la que poder beber el agua acumulada en los huecos de la corteza de los
árboles.

Pero casi cualquier actividad técnica humana, por primitiva que sea, como fabricar una lanza con una rama
de árbol, requiere de capacidades con un alto grado de complejidad. Fabricar una lanza implica haber
(Cf. Fuente: SANTILLANA) 7
fabricado previamente otros instrumentos, como un cuchillo de piedra, para poder afilarla y enderezarla al
máximo posible.

Relaciones sociales complejas

El dominio de la técnica para controlar el fuego permitió nuevos hábitos alimentarios. es decir, impulsó la
aparición de los alimentos cocinados. Al mismo tiempo, dotaba a los individuos de una defensa poderosa
frente a los ataques de posibles depredadores. Con el fuego fue posible disponer de algo parecido a un
hogar: un espacio de colaboración e intercambio entre diversos individuos, en el que se intensifican y
multiplican las relaciones entre los miembros del grupo. Las relaciones sociales son, además, muy
importantes para la transmisión de las técnicas a la generación siguiente. Por otra parte, el tiempo que un
individuo necesita para poder valerse por sí mismo de manera autónoma es cada vez mayor, pues necesita
aprender cada vez más cosas. Por eso se estrechan fuertemente los vínculos entre los adultos y los niños,
cuyo cuidado y correcta educación aseguran el futuro del grupo. Algo parecido ocurre con las técnicas de
caza: implican más coordinación, más comunicación y entendimiento entre los individuos que salen a cazar
juntos, lo que fomenta la interdependencia de unos y otros, el establecimiento de jerarquías, así como la
conciencia de formar un grupo, un «nosotros».

Lenguaje

La especie humana es la única de la que podemos decir, propiamente, que habla. Es verdad que los animales
se comunican. Algunos, como las abejas, los delfines o las ballenas, parecen tener sistemas de comunicación
enormemente complejos y elaborados. En el caso de los simios actuales, en los que se han descubierto
comportamientos lingüísticos muy avanzados, encontramos menos posibilidades comunicativas que en los
humanos. El lenguaje animal se compone básicamente de expresiones faciales, gestos y posturas
corporales. Esto significa que, incluso en el lenguaje de los simios, la codificación lingüística no es
intencionada, sino que se trata de un sistema de representación que poseen de forma innata, pues se
transmite genéticamente dentro de cada especie.

Así pues, cualquiera de esos sistemas de comunicación es cualitativamente diferente al lenguaje humano.
Podemos resumir las características diferenciadoras del lenguaje humano como sigue:

● En primer lugar, el lenguaje humano apareció como oral y auditivo; la representación gráfica de los
sonidos o escritura fue un desarrollo muy posterior. La gran cantidad de tareas que se pueden
realizar con las manos hacía que estuvieran con mucha frecuencia ocupadas, mientras que la boca,
liberada de sus tareas de transporte, quedaba libre. Además, los sonidos se pueden emitir y recibir
tanto de día como en la oscuridad de la noche. Eso significa, también, que el lenguaje humano es
lineal: está formado por una sucesión de palabras en el tiempo, unas detrás de otras, con lo que no
pueden ser percibidas simultáneamente, sino sucesivamente.
● En segundo lugar, el lenguaje humano está doblemente articulado. Eso significa que está compuesto
por unidades que tienen significado (por ejemplo, las palabras) y otras unidades que no tienen
significado (por ejemplo, los fonemas o sonidos mínimos). La doble articulación permite que con un
número limitado de fonemas (22 en castellano) se pueda llegar a componer una cantidad ilimitada de
mensajes.
● En tercer lugar, el lenguaje humano es convencional, es decir, salvo en el caso de las onomatopeyas,
la relación entre el significante y el significado (esto es, entre los sonidos y el contenido al que se

(Cf. Fuente: SANTILLANA) 8


refieren) es arbitraria, pues obedece al acuerdo que un grupo humano o comunidad de hablante s ha
establecido. Como consecuencia, debe ser aprendida: no nacemos sabiendo hablar.

El lenguaje se convierte en un instrumento de eficacia inusitada, pues acentúa las relaciones sociales,
intensifica la cooperación en las tareas de supervivencia, por no hablar del desarrollo de áreas
especializadas del cerebro, relacionadas con la emisión y la comprensión de los mensajes orales.

Pero, por encima de todas estas ventajas, el lenguaje es el depósito de los conocimientos que cada grupo
humano logra y necesita para vivir. Son conocimientos de muchos tipos distintos: técnicos, rituales, mágicos,
culinarios, etc., que al quedar codificados lingüísticamente se pueden transmitir a las generaciones
siguientes de una manera mucho más rápida y eficaz. Pensemos, por ejemplo, que aunque nunca
hubiéramos tenido la experiencia directa de que el fuego quema, si nos lo explican oralmente, podemos
hacemos una idea muy precisa sobre lo que esperar ante él. El lenguaje no sustituye una experiencia directa
(experimentar la quemadura, por ejemplo), pero al poder transmitirla permite la previsión de las
consecuencias, puesto que es posible anticiparse a ellas.

https://youtu.be/tApuGBdp3Fs

Cultura

Todas las características que hemos mencionado, que se iniciaron y desarrollaron de forma simultánea,
desembocaron en la aparición sobre la Tierra de un ser que tiene cultura.

Entendemos aquí por cultura: conjunto de saberes, creencias, comportamientos, hábitos, ideas, formas de
expresión, sentimientos, instituciones, técnicas y herramientas o utensilios que son compartidos por un
grupo humano.

Todo este conjunto es lo que define la manera de vivir del grupo. A través de la cultura, los seres humanos
nos hemos ido liberando lentamente de muchos condicionamientos biológicos. Hemos sido capaces de crear
una serie de recursos que nos han permitido enfrentamos ventajosamente a los obstáculos y dificultades
que la naturaleza nos presenta.

La cultura es una manera de vivir que hemos inventado los humanos y que, en cierto modo, nos hemos visto
obligados a desarrollar, dado nuestro nacimiento inmaduro y nuestra carencia de instintos. La cultura es
nuestra forma de vida, y es tan polivalente que nos permite la supervivencia en las condiciones más
diversas, desde los desiertos hasta la tundra, desde las orillas de ríos y mares hasta las mesetas o cumbres
más elevadas.

● En comparación con las mutaciones genéticas, la velocidad de transmisión de los contenidos


culturales es enorme. Comparemos la duración de la antropogénesis con las diferencias entre las
culturas mesopotámicas y la nuestra: biológicamente aquellos humanos no eran significativamente
diferentes a nosotros, pero en cuanto a la forma de vida, en cuanto a la cultura, las diferencias son
abismales.
● Así, visto desde los orígenes de los seres humanos, toda cultura se nos presenta como una
prolongación y una ampliación de las capacidades que nuestra biología nos ha concedido. Es decir,
aquellas cosas que biológicamente no nos son posibles, la cultura las hace posibles. No podemos
(Cf. Fuente: SANTILLANA) 9
desplazamos a la velocidad de un guepardo, ni tenemos la agudeza visual de un lince; pero a cambio
hemos inventado, desarrollado y construido los recursos necesarios para desplazarnos a gran
velocidad o para ver objetos muy pequeños o muy lejanos. Constatamos de nuevo que la cultura,
más que un factor de opresión, es una liberación de los límites de nuestra biología.
● La cultura se aprende, no se nace con ella. Precisamente esta característica es la que explica dos
fenómenos importantes:
○ Por una parte, la velocidad del avance cultural, ya que cada nueva generación de individuos
tiene la posibilidad de incorporar algunas novedades al aprendizaje realizado, de manera que
la acumulación de conocimientos y comportamientos crece rápidamente.
○ Por otra parte, la gran diversidad de culturas que podemos observar tiene aquí su raíz, pues
los distintos grupos de seres humanos han ideado soluciones diferentes para problemas
similares, dando lugar a distintas maneras de vivir.

4. La especie humana: del australopiteco al Homo sapiens

4.1. Darwin y el eslabón perdido

Darwin ya afirmaba en su obra El origen del hombre, de 1871, que los seres humanos, exactamente igual que
las demás especies vivas, descienden de alguna otra forma preexistente, pues la selección natural sirve
también para explicar el origen del ser humano. Un argumento muy sólido a favor de esta explicación de
Darwin fue la enorme similitud entre los grandes simios (sobre todo chimpancés, gorilas y orangutanes) y los
seres humanos, tanto desde el punto de vista del esqueleto como de la fisiología e, incluso, del
comportamiento. Estos descubrimientos dieron lugar a que se formulara la teoría del eslabón perdido.
Algunos seguidores de Darwin se empeñaron en reconstruir un individuo que ocupara una posición
intermedia entre los simios superiores y el hombre: buscaban el hombre-mono.

Pero la teoría del eslabón perdido ha sido totalmente descartada por los científicos, pero tuvo un eco
popular muy grande, no siendo raro que aún hoy se hable de ella. Los dos defectos más importantes que
llevaron a su abandono son los siguientes:

● No se puede hablar de un eslabón perdido, porque ha habido muchos. La cadena evolutiva, desde
los antepasados humanos más remotos hasta la actualidad, está formada por muchos eslabones que
indican la existencia de antepasados comunes, pero no de un solo ser intermedio entre ambas especi
● Por otra parte, la teoría del eslabón perdido ha acuñado una expresión completamente errónea,
según la cual el hombre desciende del mono. Eso es imposible, ya que implicaría que los monos no
han evolucionado durante millones de años, sino que ya existían con las mismas características con
las que los podemos contemplar en la actualidad. Los antepasados comunes a simios y humanos no
eran ni simios ni humanos, sino otras formas animales. La separación entre la línea evolutiva de los
primates, que conduce a los simios actuales, y la de los primeros humanos se produjo hace unos 2,4
millones de años. Lo correcto sería afirmar que «tanto el hombre como los otros simios tenemos a
los antropoides como antepasados comunes».
La reconstrucción de las diferentes formas humanas, desde los antepasados más remotos hasta el hombre
actual, es una de las apasionantes tareas que ocupan a los paleontólogos. No es fácil llegar a completar la
cadena con todos los eslabones, pues los restos fósiles no se localizan fácilmente y, en ocasiones,
encontrarlos es cuestión de suerte.

(Cf. Fuente: SANTILLANA) 10


4.2. Principales eslabones conocidos de la cadena evolutiva humana

● Australopitecos (literalmente, «hermanas del sur»). En realidad se trata de un conjunto de individuos


que constituyen nuestros más remotos antepasados conocidos.
● Los restos más antiguos corresponden al Australopithecus anamensis, hallados cerca del lago
Turkana (Kenia). Pero también se han encontrado restos de estos homínidos en Sudáfrica
(Australopithecus africanus). El australopiteco más famoso pertenece a la variedad denominada
afarensis y recibió el nombre de Lucy. Se encontró su esqueleto casi completo, fosilizado, en Hadar
(Etiopía). Los estudios realizados permiten decir que era una hembra, con un cráneo pequeño, que
andaba erguida sobre los pies y que tuvo hijos. La antigüedad de estos restos se estima en 3,2
millones de años. Los estudios sobre los australopitecos y la abundancia de los restos hallados dan
solidez a la hipótesis de que la humanidad nació en África y desde allí se extendió a toda la Tierra.
● Homo habilis. Su nombre, que significa «hombre hábil», se debe a que junto a sus restos se han
encontrado instrumentos de piedra sencillos. Un estudio detallado de las manos y de los pies (dedos
curvado s en ambas extremidades) indica que aún tenía vida arbórea y no solamente en el suelo. Su
altura era similar a la de los australopitecos, pero su capacidad craneal era mayor (alrededor de 650
cm3). Vivió hace 1,9-1,6 millones de años en Tanzania.
● Homo erectus. Llamado así por su posición bípeda consolidada, vivió durante mucho tiempo: entre
1,8 millones y 300.000 años. Actualmente esta denominación se reserva para restos hallados en Asia
(los conocidos como «hombre de Pekín» y «hombre de Java»), a pesar de que comparten
características similares con otros fósiles encontrados en África o, incluso, en Europa. En 2004 se
descubrieron unos restos de homínidos. no fosilizados totalmente, en la isla de Flores (Indonesia). a
los que se conoce como «hombre de Flores». Se piensa que pueden ser de descendientes directos
del Horno erectus. a pesar de que llegaron a vivir simultáneamente a los humanos modernos (entre
90.000 y 13.000 años).
● Homo neanderthalensis. El hombre de Neandertal es una especie extinguida que habitó en Europa
y en algunas zonas de Asia. Su nombre deriva del lugar donde se encontraron los primeros fósiles: el
valle de Neander. cerca de Düsseldorf (Alemania), y se estima que vivieron entre hace 230.000 y
18.000 años. Tenían un cráneo alargado y grande (1.550 cm3 de capacidad), mandíbula sin mentón,
un esqueleto ancho y muy fuerte, y baja estatura. A ellos se debe la cultura Musteriense.
caracterizada por fabricar utensilios de piedra con martillos hechos con madera o hueso. Eran
recolectores y cazadores. Aún se discute si poseían un lenguaje oral muy apoyado en gestos o si se
trataba de un lenguaje puramente gestual. Lo cierto es que enterraban a sus muertos (lo que indica
que tenían creencias religiosas) y que produjeron rudimentarias muestras artísticas.
● Homo antecessor. En 1994, en el yacimiento de la Gran Dolina, en Atapuerca (Burgos), se
encontraron fósiles correspondientes a unos individuos altos, fuertes y con un cráneo más pequeño
que el del hombre actual. Se estima que vivieron hace 800.000 años, con lo que serían anteriores a
los hombres de Neandertal, por eso se los denominó así: antecesores.
● Hombre de Cro-Magnon. Es la denominación clásica, que hoy está cayendo en desuso, para referirse
al Homo sapiens, o si se prefiere al hombre actual. Los fósiles más antiguos corresponden a hace
unos 40.000 años y suelen asociarse a yacimientos europeos y a cuevas con pinturas rupestres. A
partir de ellos se suele considerar que comienza el Paleolítico superior, no encontrando ya
diferencias de tipo físico o biológico con los humanos actuales, sino culturales.
Hay que tener en cuenta que estos tipos de homínidos y humanos no descienden necesariamente unos de
otros. Solo se trata de antecesores de los humanos modernos que no constituyen, ni mucho menos, la
cadena completa. Aun así son una muestra inequívoca de que la especie humana procede de otras
especies que, en la actualidad, han desaparecido.
(Cf. Fuente: SANTILLANA) 11

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