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Saber escuchar
Saber escuchar es un arte que pocas personas dominan. Veamos en qué
consiste y cómo podemos potenciarlo.
Oír y escuchar
Oír y escuchar son dos actitudes distintas. Al cabo de un día se oyen muchas
cosas pero se escucha poco. Cuando oímos no prestamos una atención profunda, sino
que simplemente captamos la sucesión de sonidos que se produce a nuestro
alrededor.
Mientras que cuando escuchamos nuestra atención va dirigida hacia algún
sonido o mensaje específico, es decir, existe una intencionalidad, encontrándose todos
nuestros sentidos enfocados a lo que estamos recibiendo. Así, las personas que saben
escuchar a otros, los acompañan en su viaje por la vida.
Pues esta actitud en una clase aburrida la llevas, sin quererlo, a tu vida
cotidiana, porque en ocasiones es mucho más fácil oír que escuchar, ya que esto
último requiere de una disposición a prestar atención y a esforzarse por comprender lo
que el otro te está diciendo. A esto se le denomina escucha activa y es muy necesaria
e importante.
Aprendiendo a escuchar
Ocurre a veces que cuando estamos hablando con otra persona tenemos, tanto
el otro como nosotros, dificultades para escuchar; pasando de escuchar a oír en
muchas ocasiones, mientras elaboramos qué vamos a decir cuando el otro acabe, en
vez de intentar prestar atención a lo que nos dicen, quedando el diálogo bloqueado por
incontinencias verbales. Pues, si todos queremos hablar a la vez y no se escuchan
las razones de los otros, no habrá diálogo como tal sino monólogos
yuxtaponiéndose.
Saber escuchar es una actitud difícil, ya que exige dominio de uno mismo e
implica atención, comprensión y esfuerzo por captar el mensaje del otro. Significa
dirigir nuestra atención hacia el otro, adentrando en su ámbito de interés y su marco de
referencia.
El diálogo exige una actitud silenciosa de escucha atenta. El escritor y
orador J. Krishnamurti afirmaba “Escuchar es un acto de silencio”. Mientras no
callemos nuestro diálogo interno y prestemos atención a nuestro interlocutor, no
aprenderemos a escuchar. Solo una actitud de escucha atenta hace fecunda la palabra
que podemos dar a nuestro interlocutor.
Es difícil poder decir al otro algo que resulte válido si no abrimos de par en par
nuestros oídos para escucharlo. Así, la persona escuchada sentirá que le están dando
la importancia que merece, quedando agradecida y creándose a su vez un clima
de respeto, estima y confianza.
Prestar atención
Si no atendemos al mensaje del otro será imposible que escuchemos. Por tanto,
si tenemos problemas para atender, intentemos enfocarnos en lo que nos dicen e
ignoremos todos aquellos distractores (tanto internos como externos).
Asimismo, esforcémonos por comprender la línea argumental de nuestro
interlocutor y prestemos atención a su lenguaje corporal, así identificaremos el
contexto con mayor facilidad y podremos comprender la totalidad del mensaje.
Por último, para prestar atención es de vital importancia no interrumpir y cultivar la
paciencia.
Mostrar interés
Saber escuchar implica demostrar que estamos interesados en lo que nos dicen. De no
ser así, el otro percibirá que no está siendo atendido y provocaremos una respuesta
negativa de su parte.
Empatizar
Sin empatía no hay escucha activa. Por tanto, para que la comunicación
efectiva se produzca debemos ser capaces de ponernos en el lugar del otro y
comprenderlo desde su posición. Además, debemos prestar especial atención a
aquellos mensajes que van más allá de las palabras, tales como: sus sentimientos y
emociones trasmitidas, así como su lenguaje corporal.
Preguntas