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Instituto de formación docente n 127 “Ciudad del acuerdo”.

“Parcial de filosofía y educación”.

De: Casal Lucas.


A: Mauro Maggio.
Cátedra: Filosofía y educación.
En el siguiente, texto se expondrá los temas trabajados en el segundo cuatrimestre de la
cátedra de Filosofía, por lo tanto, el objetivo será, relacionar los diferentes autores
desarrollados (Foucault, Deleuze, Han) anteriormente de manera coherente, de forma que
cumplan con la consigna y los diferentes requisitos propuestos para este parcial.

Como vehículo que se utilizará para vincular todos los temas, será el concepto del poder en
su expresión inteligente o indirecta, por lo tanto, se comenzará abordando en primer lugar este
concepto, para poder articular con los demás.

La organización del texto será la siguiente, en primer lugar, como ya dijimos será el poder
inteligente como hilo conductor, luego, el ejercicio de los dos tipos de poder en las dos
sociedades propuestas por Foucault y Deleueze, en tercer lugar, la relación de poder y libertad
individual, sumado al contexto neoliberal (Han), y, por último, se expondrá cómo se relaciona el
poder sobre las nuevas formas de comunicación de la información.
El poder inteligente como eje transversal de la sociedad

El poder ha sido siempre una dimensión fundamental en las relaciones humanas y sociales.
Sin embargo, en la modernidad y la contemporaneidad, ha adquirido formas más sutiles y
diversificadas que se alejan del modelo clásico de dominación coercitiva o violenta. En este
contexto, surge el concepto de poder inteligente, una forma de control menos evidente, pero no
por ello menos eficaz. Este tipo de poder es capaz de influir en los comportamientos, deseos y
decisiones de las personas mediante la combinación estratégica de la persuasión y el incentivo
en lugar del uso directo de la fuerza.

La inteligencia permite el superPODER de ser invisible

El poder puede adoptar formas violentas, donde los dominantes imponen su voluntad y
niegan la libertad de los sometidos. Sin embargo, este tipo de poder es limitado y frágil, ya que
la resistencia activa demuestra su debilidad. En contraste, el poder más eficaz es aquel que
opera de manera silenciosa, sin necesidad de recurrir a la fuerza. Cuanto más sutil es su
influencia, más efectivo resulta.

En la actualidad, bajo el régimen neoliberal, el poder ha evolucionado hacia una forma


permisiva y flexible, conocida como poder inteligente. Este poder no se basa en prohibiciones
ni restricciones, sino en incentivos que promueven la participación y la autosuperación. Lejos
de negar la libertad, el poder inteligente se sirve de ella, haciendo que los individuos se
sometan voluntariamente al sistema sin ser conscientes de ello.

A diferencia del antiguo poder disciplinario, violento o directo, que buscaba controlar a las
personas mediante normas y sanciones, el poder inteligente es más positivo y atractivo. En
lugar de forzar obediencia, seduce al sujeto mediante la satisfacción, las emociones positivas y
la sensación de autonomía. El sistema no busca hacer a los individuos sumisos, sino
dependientes: los alienta a participar activamente, a expresar sus opiniones, deseos y
experiencias, creyendo que son libres al hacerlo.

Este tipo de control es especialmente eficaz porque no se presenta como una imposición,
sino como una oferta atractiva. Las decisiones individuales parecen autónomas, pero están
condicionadas por un entramado de opciones predefinidas que guían las elecciones hacia los
fines del sistema. La libertad se reduce así a una ilusión de elección entre alternativas
previamente diseñadas.

El poder inteligente logra que los individuos internalicen su sometimiento sin ser conscientes
de él, aprovechando la exposición constante en la esfera digital y el consumo de información.
No reprime ni censura directamente; al contrario, fomenta la comunicación y la
participación, haciéndonos compartir cada aspecto de nuestra vida. Esta aparente libertad
refuerza el control, convirtiendo la conexión y la exposición en nuevas formas de dominación.
En definitiva, el poder en la sociedad contemporánea ya no se enfrenta al sujeto, sino que se
ajusta a sus deseos para dirigirlos hacia los intereses del sistema. Así, este poder amable y
flexible resulta más eficiente que cualquier forma de control coercitivo, pues no necesita
oponerse a la libertad: la explota desde adentro, moldeando decisiones y comportamientos
sin que el sujeto perciba que está siendo controlado.

Tipos de sociedades y su uso del poder

Los dos poderes mencionados anteriormente han jugado un rol importante en dos tipos
particulares de sociedades, las cuales son, las sociedades disciplinares y las sociedades de
control, veremos entonces como en cada una se desarrolla un tipo de poder.

Michel Foucault en su obra “Vigilar y castigar” (1975), expone y describe la forma que se
organizaba la sociedad hasta ese momento, y denomina a esa organización como sociedades
disciplinares, y su origen es el siguiente: “Foucault situó las sociedades disciplinarias en los
siglos XVIII y XIX; estas sociedades alcanzan su apogeo a principios del siglo XX. Operan
mediante la organización de grandes centros de encierro. El individuo pasa sucesivamente de
un círculo cerrado a otro, cada uno con sus leyes: primero la familia, después la escuela ("ya
no estás en tu casa"), después el cuartel ("ya no estás en la escuela"), a continuación, la
fábrica, cada cierto tiempo el hospital y a veces la cárcel, el centro de encierro por excelencia”
(Deleuze, 1990, p.5)

Foucault analizó cómo los centros de encierro, como fábricas y escuelas, buscaban organizar
a las personas en el espacio y el tiempo para maximizar su productividad. Sin embargo, estas
sociedades disciplinarias son parte de nuestro pasado reciente y están en crisis: instituciones
como la cárcel, la escuela, el hospital y la familia enfrentan un declive generalizado.

Esta descripción que el autor ofrecía, busca como objetivo analizar los mecanismos mediante
los cuales el poder, en este caso disciplinario, se ejerce de forma sutil y eficaz en las
instituciones modernas. Y en relación al poder que, en este caso, se articula con el poder
disciplinario Foucault nos demuestra que el poder no es únicamente represivo, es decir, no se
limita a prohibir, castigar o reprimir comportamientos, sino que también es productivo, ya que
genera formas de conocimiento, saberes y prácticas que configuran la realidad social.

Este poder disciplinario produce sujetos y cuerpos "útiles", adaptados a los fines de las
instituciones. Por ejemplo, en espacios como las escuelas, en ellas se crean saberes
específicos sobre los individuos —como la pedagogía, la ciencia— que definen cuáles son los
conocimientos válidos y cómo se debe actuar. Así, el poder disciplinario organiza el
comportamiento no solo mediante la coerción, sino a través de la normalización y vigilancia,
produciendo individuos funcionales para la sociedad. Esta disciplina no opera solo en
instituciones específicas, sino que organiza el tiempo, el espacio y los comportamientos en
todas las esferas de la vida. Por ejemplo, los horarios escolares o los reglamentos de trabajo
son expresiones de este tipo de control.

De esta forma se puede ver como el ámbito escolar está fuertemente arraigado a la idea de
moldear la sociedad de una forma particular, a través, de diseños curriculares, políticas
educativas, que son propuestas por el Estado.

Esta idea propuesta y desarrollada por Foucault, presenta una sociedad que, frente a los
acontecimientos del mundo, estaba cambiando, por lo tanto, su descripción estaba quedando
anticuada, y él mismo reconoce esto.

De esta forma el Gilles Deleuze continúa el legado de Foucault, presentando, definiendo y


caracterizando, la nueva sociedad, la cual denomina como “sociedades de control”. En ellas el
poder ya no se ejerce principalmente a través de la reclusión y la disciplina en instituciones
cerradas. En su lugar, el control se ejerce de manera más continua y flexible a través de redes,
sistemas informáticos, tecnologías de vigilancia y algoritmos.

El control en este contexto es más difuso y sutil que la disciplina. Deleuze lo describe como
una forma de poder (inteligente) que no se basa en la imposición directa de normas, sino en
la modulación y la influencia constante de los comportamientos. El control se extiende a lo
largo de toda la vida de los individuos, no limitándose a espacios específicos, sino fluyendo a
través de redes digitales, políticas de acceso, vigilancia ubicua y sistemas económicos que
permiten regular y modular continuamente los comportamientos.

¿Cuál es la diferencia entre ambas sociedades?

En las sociedades disciplinarias, el control se basa en la imposición de normas rígidas que


moldean el comportamiento mediante repetición, castigo y vigilancia, buscando crear individuos
obedientes y productivos dentro de instituciones. En cambio, en las sociedades de control, el
poder es más flexible y se adapta continuamente a los comportamientos mediante la
recopilación de datos en tiempo real, como ocurre en sistemas financieros o plataformas
digitales, influyendo sin necesidad de coerción directa.

Mientras las sociedades disciplinarias buscan formar sujetos autónomos con una identidad
estable, en las sociedades de control Deleuze introduce el concepto de dividuos: personas
fragmentadas en datos y perfiles, donde cada individuo es visto como un conjunto de
información (hábitos, consumo, redes sociales) que puede ser segmentado y modulado según
diferentes sistemas.

Cabe destacar que, En las sociedades disciplinarias la vigilancia es discontinua existen


pequeños espacios de libertad, es decir, que existe la posibilidad remota de escapar de esa
disciplina, aunque eso implicaría escapar de la estructura del sistema. En contraste con estas
ideas, las sociedades de control, la vigilancia es continua, y no existe libertad alguna, aunque
los individuos crean que, si la poseen, pero solo es un sentimiento o pensamiento aparente.

La libertad como ficción dentro de un contexto neoliberalista.

En este texto, Byung-Chul Han describe cómo el neoliberalismo utiliza un poder


inteligente para explotar la libertad, transformando al individuo en su propio explotador. El
sujeto neoliberal se percibe como libre, pero en realidad es un esclavo que se somete
voluntariamente al rendimiento, trabajando sin necesidad de un amo externo. Esta forma de
explotación convierte al trabajador en un empresario de sí mismo, disolviendo las clases
sociales tradicionales y trasladando la lucha de clases al interior de cada individuo. Así, la culpa
del fracaso recae en la persona misma, evitando cualquier cuestionamiento del sistema o
resistencia colectiva.

El poder neoliberal no impone su voluntad por la fuerza, sino que explota aspectos propios
de la libertad, como la emoción, el juego y la comunicación, maximizando la productividad sin
que los individuos lo perciban como una coacción. En lugar de trabajar para satisfacer
necesidades propias, se trabaja para necesidades generadas por el capital, que los sujetos
perciben erróneamente como deseos personales. La libertad, al quedar reducida a una
competición individual, pierde su esencia relacional, impidiendo vínculos genuinos con los
demás. En este contexto, redefinir la libertad se vuelve necesario para escapar de la coacción
invisible del rendimiento y del control del capital.

La importancia de la información.

La comunicación es la transmisión y la propagación de una información. La información es un


conjunto de consignas cuando se informa es hacer propagar una consigna, esa consigna es
una especie de verdad que no es obligatorio creer esa verdad, muchas veces se informa para
exponer una manera de comportarnos por más que no creamos esa información. En resumen,
la información o la promulgación de la información es exactamente el sistema de control.

Cómo se comunica en la actualidad esa información

El poder inteligente en el entorno digital transforma la libertad inicial prometida por internet
en un mecanismo de control eficiente y sutil. Lo que comenzó como una experiencia de
comunicación y movilidad ilimitada se convierte en un panóptico digital, donde las plataformas
vigilan y explotan cada interacción social. La transparencia, presentada como un valor positivo,
se revela como una herramienta del neoliberalismo para forzar toda información hacia el
exterior, aumentando la productividad mediante la circulación constante y acelerada de datos.
La vigilancia contemporánea ya no necesita de la coacción estatal: las personas se exponen
voluntariamente en las redes, subiendo información sin cuestionar quién accede a ella ni con
qué propósito. Este comportamiento, impulsado por la ilusión de libertad, representa una crisis
profunda de la autodeterminación. La protección de datos se vuelve obsoleta ante la cantidad
de información compartida indiscriminadamente. Así, el poder neoliberal utiliza la libertad de
comunicación para convertir a los individuos en piezas dentro de un sistema que los controla y
explota sin que ellos perciban su sometimiento.

Como conclusión, el poder inteligente del neoliberalismo se refleja en las diferentes


plataformas digitales, utilizadas cotidianamente por los estudiantes, transforman la libertad en
control y vigilancia sutil. Los jóvenes, creyendo que ejercen su autonomía al comunicarse y
exponerse en redes sociales, se convierten en gestores de sí mismos, sometidos al
rendimiento y la comparación constante. La transparencia y el flujo de información, más que
generarnos una autonomía, los integra en un sistema que vigila, explota sus emociones y
relaciones sin que lo perciban como coacción. Comprender estos mecanismos es crucial para
que los estudiantes desarrollen una mirada crítica sobre su participación en el mundo digital,
evitando que su libertad se convierta en un medio más de control.

Como sujeto que utiliza “el internet” en un sentido amplio, es muy difícil escapar de todo los
que nos proponen las nuevas tecnologías, nosotros aceptamos este control, cuando
cliqueamos “aceptar términos y condiciones” de tal página o aplicación, somos nosotros
quienes nos entregamos al sistema, y no al revés. Los adolescentes viven esta realidad digital
a través de la utilización de los celulares, crean perfiles dando una cantidad de datos muy
grande, solo por el hecho de estar presente en esa realidad que en muchos casos es la
“principal”, debido a que pasan muchas horas de su tiempo viviendo a través de una pantalla.

Además, como futuros profesores al utilizar plataformas digitales, como Classroom, también
formamos parte de este sistema de control, por lo tanto, entregamos información con un fin
educativo, que es la comunicación a través de esa plataforma con los el curso de estudiantes,
con la función de entregar o recibir tareas, trabajos prácticos, etc. Las funciones que nos ofrece
aplicaciones como estas seducen a su utilización por parte de los sujetos del ámbito educativo,
generando la sensación de organización, control y autonomía, aunque es gracioso que a su
vez en ese espacio digital todos los participantes de esa sala de Classroom también son
monitoreados y vigilados constantemente.

"La verdadera astucia del poder contemporáneo radica en hacerle creer al individuo que es más
libre que nunca, cuando en realidad nunca ha sido tan vigilado y dirigido."
Bibliografía

-Byung-Chul Han. Cap. “La crisis de la libertad”. Libro: “Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas
técnicas de poder”. Editorial, Helder

-Paula Sibilia. (2005) Cap. 1 “Capitalismo. Mutaciones: la crisis del capitalismo industrial” del
libro “El hombre postorgánico”. Editorial, Fondo de cultura económica

-Gilles Deleuze. Cap. (1990) “Conversaciones: Postcriptum sobre las Sociedades de Control”.
Editorial, Pre-textos

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