BOE-A-2024-25518
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TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
25518 Sala Primera. Sentencia 135/2024, de 4 de noviembre de 2024. Recurso de
amparo 2833-2023. Promovido por doña Yolanda Rivas Alcázar respecto de
las resoluciones dictadas por un juzgado de lo social de Sevilla. Vulneración
del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas: señalamiento de vista con
una demora de más de tres años debida a causas estructurales (STC
31/2023).
ECLI:ES:TC:2024:135
la siguiente
SENTENCIA
I. Antecedentes
2. Los antecedentes relevantes para la resolución del presente recurso son los
siguientes:
tutela judicial efectiva en su acepción del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas
(art. 24.2 CE). A su juicio, no cabe duda que el señalamiento para el acto de juicio el 22
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resoluciones deberían gozar de una motivación reforzada, puesto que no solamente está
en juego el derecho a la tutela judicial efectiva, sino también el derecho a no padecer
dilaciones indebidas, lo que, en su opinión, implica la necesidad de una motivación
reforzada.
Explica que ya puso de manifiesto en los diferentes escritos, como en los recursos de
reposición y, finalmente, en el recurso de revisión, que resultan innegables las carencias
estructurales que surgen con el aumento del número de causas, de la falta de medios
personales y materiales, así como la alta carga de trabajo, máxime cuando hemos
padecido una pandemia causada por el COVID así como un largo estado de alarma que
ha causado la paralización de los procedimientos judiciales o la suspensión de los plazos
procesales, entre otros.
Recuerda que, al respecto, el Tribunal dictó la STC 125/2022, de 10 de octubre,
estimando el amparo entonces solicitado en un caso similar al de la ahora recurrente. En
la citada sentencia se afirmaba que «por más que los retrasos experimentados en el
procedimiento hubiesen sido consecuencia de deficiencias estructurales u organizativas
de los órganos judiciales o del abrumador trabajo que sobre ellos pesa, esta hipotética
situación orgánica, si bien pudiera excluir de responsabilidad a las personas
intervinientes en el procedimiento, de ningún modo altera el carácter injustificado del
retraso. Y es que el elevado número de asuntos de que conozca el órgano jurisdiccional
ante el que se tramitaba el pleito no legitima el retraso en resolver, ni todo ello limita el
derecho fundamental de los ciudadanos para reaccionar frente a tal retraso, puesto que
no es posible restringir el alcance y contenido de ese derecho (dado el lugar que la recta
y eficaz administración de justicia ocupa en una sociedad democrática) en función de
circunstancias ajenas a los afectados por las dilaciones. Por el contrario, es exigible que
jueces y tribunales cumplan su función jurisdiccional, garantizando la libertad, la justicia y
la seguridad, con la rapidez que permita la duración normal de los procesos, lo que lleva
implícita la necesidad de que el Estado provea la dotación a los órganos judiciales de los
medios personales y materiales precisos para el correcto desarrollo de las funciones que
el ordenamiento les encomienda».
Continúa argumentando que igual criterio sostiene el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, al afirmar en su sentencia de 7 de julio de 1989, asunto Unión Alimentaria
Sanders c. España, el carácter estructural de las dilaciones sufridas por la sociedad
demandante, concluyendo que esta situación no puede privar a los ciudadanos de su
derecho al respeto del plazo razonable (§ 38 y 42), o cuando en la sentencia de 11 de
marzo de 2004, asunto Lenaerts c. Bélgica (§ 18), razonó que el artículo 6.1 del
Convenio europeo para la protección de los derechos humanos y de las libertades
fundamentales (CEDH) obliga a los Estados contratantes a organizar su sistema judicial
de tal forma que sus tribunales puedan cumplir cada una de sus exigencias, en particular
la del derecho a obtener una decisión definitiva dentro de un plazo razonable».
Y recuerda que en cuanto a los márgenes ordinarios de duración de los litigios, el
Tribunal ha apreciado la existencia de dilaciones indebidas –vulneradoras del derecho
fundamental consagrado en el artículo 24.2 CE– en supuestos en que entre la fecha de
interposición de la demanda ante la jurisdicción ordinaria y la fecha del señalamiento
para vista habían mediado los siguientes plazos: dos años y seis meses (STC 54/2014,
de 10 de abril), dos años y tres meses (STC 99/2014, de 23 de junio), un año y once
meses (STC 129/2016, de 18 de julio), un año y seis meses (STC 142/2010, de 21 de
diciembre) y un año y tres meses (STC 89/2016 de 9 de mayo).
Expone que su litigio, objeto del amparo interesado, es relativo a la denegación de la
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motivación, tal como está configurada la demanda y especialmente a la vista del amparo
solicitado, considera que no es tanto un motivo separado por esa vulneración específica,
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sino una alegación de refuerzo al motivo de infracción del artículo 24 CE por el excesivo
retraso en la fecha de señalamiento.
En cuanto al núcleo de la queja, el fiscal considera que se ha producido una dilación
indebida proscrita por el artículo 24.2 CE, pues siguiendo el esquema y la argumentación
de la STC 31/2023, de 17 de abril, en el presente caso considera que, con
BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO
Núm. 294 Viernes 6 de diciembre de 2024 Sec. TC. Pág. 166500
11. Mediante escrito de 24 de junio de 2024, la Abogacía del Estado formuló sus
alegaciones.
Defiende, en primer lugar, la inadmisión de la demanda por carecer de especial
trascendencia constitucional. Entiende que la recurrente alega el motivo o criterio quinto
(existan resoluciones judiciales contradictorias sobre el derecho fundamental, ya sea
interpretando de manera distinta la doctrina constitucional ya sea aplicándola en unos
casos y desconociéndola en otros) en relación con sentencias anteriores que trae a
colación como parámetro comparativo. Es decir, que existan distintas versiones del
mismo derecho fundamental emanadas de distintos órganos jurisdiccionales.
En opinión del abogado del Estado, la recurrente no ofrece, no aporta, en realidad,
resoluciones judiciales anteriores verdaderamente contradictorias sobre el concepto de
dilaciones indebidas, esto es, sobre el mismo derecho fundamental en su esencia. Es
decir, que no hay resoluciones contradictorias sobre la esencia del derecho cuando los
órganos judiciales entienden, al enjuiciar los hechos, que en uno o varios casos
acontecen las dilaciones indebidas y en otros no. No hay contradicción si el concepto
valorativo o definidor de las dilaciones es el mismo, pues solo varía el hecho sobre si se
dan o no en el caso concreto.
Por lo tanto, no concurre el requisito interpretativo que, según el apartado quinto del
art. 50.1 LOTC, habría de darse según el fundamento jurídico 2 de la STC 155/2009,
para que se produjese el hecho de apreciarse resoluciones judiciales contradictorias
sobre el entendimiento de la modalidad concreta alegada (dilaciones indebidas), del
derecho fundamental; sobre cuál es la esencia o naturaleza de este.
De entre los motivos más aproximados, quizá el único posible, pero cree el abogado
del Estado que tampoco, de los que la STC 155/2009, desglosa interpretando el artículo
50.1.b) LOTC, vendría a ser cuando un órgano jurisdiccional incurra en una negativa
manifiesta del deber de acatamiento de la doctrina del Tribunal Constitucional (art. 5 de
la Ley Orgánica del Poder Judicial). Sin embargo, tampoco este motivo sería aplicable o
susceptible de apreciación al caso. La concurrencia de este elemento intencional o
volitivo que caracteriza este concreto supuesto de especial trascendencia constitucional,
resulta inexcusable para la apreciación del motivo de especial trascendencia
constitucional. El mismo Tribunal Constitucional declara que el incumplimiento por parte
del órgano judicial ha de estar referido a una doctrina concreta y precisa, no siendo
suficiente cualquier pronunciamiento jurisprudencial que se entienda incumplido
(SSTC 106/2017, de 18 de septiembre, FJ 2; 138/2017, de 27 de noviembre, FJ 2;
5/2018, de 22 de enero, FJ 2, y 39/2018, de 23 de abril, FJ 2). En el caso concreto ahora
sujeto a análisis, solo se aprecia un criterio en las inadmisiones habidas en sede judicial
ordinaria, acreditada del todo o no, pero no una intención del órgano judicial de
despreciar formalmente la doctrina del Tribunal Constitucional sobre qué serían
dilaciones indebidas y en qué consiste la modalidad de las mismas como concepto
integrante del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva.
En definitiva, la recurrente no justifica que el recurso de amparo formulado posea una
trascendencia constitucional como para ser admitido conforme prevé el art. 50.1 LOTC,
luego entiende el abogado del Estado que habría de ser inadmitido, lo que solicita en el
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suplico del escrito de contestación. Tampoco el auto judicial objeto último de impugnación
en amparo carece de motivación como es objeto de reproche. A su juicio, expone dicho
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Son objeto del recurso de amparo las resoluciones citadas en los antecedentes de esta
sentencia. Se trata de determinar si vulnera el derecho a un proceso sin dilaciones
indebidas (art. 24.2 CE) de la demandante de amparo, la decisión judicial de señalar la vista
para un procedimiento ordinario en el orden social con una demora de tres años desde la
admisión a trámite de la demanda, con fundamento en que, si bien se ha respetado el orden
cronológico de señalamientos para los asuntos no urgentes, problemas estructurales por la
sobrecarga de asuntos que sufre el juzgado imposibilita su anticipación.
A pesar de que la demandante de amparo ha invocado conjuntamente los derechos
a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE) y a un proceso con todas las garantías (art. 24.2
CE), el Tribunal constata que, al igual que se estableció en la STC 31/2023, de 17 de
abril, FJ 1, toda la argumentación de la demandante de amparo está orientada a poner
de manifiesto la vulneración del último de los derechos, que se constituye en el núcleo
de su queja y necesario parámetro de control de constitucionalidad, careciendo de
autonomía la invocación del artículo 24.1 CE.
El Ministerio Fiscal ha solicitado en sus alegaciones la estimación del amparo, al
considerar que se ha vulnerado el derecho de la recurrente a no padecer dilaciones
indebidas (art. 24.2 CE).
Por su parte, el abogado del Estado ha solicitado la inadmisión de la demanda al
considerar que la misma no tiene especial trascendencia constitucional.
Subsidiariamente solicita su desestimación.
Esto determina que también en este caso el Tribunal otorgue el amparo solicitado,
por haber lesionado las resoluciones impugnadas el derecho fundamental de la
recurrente a un proceso sin dilaciones indebidas (art. 24.2 CE). En línea con lo ya
afirmado en las citadas SSTC 54/2014, de 10 de abril, FJ 7; 89/2014, de 9 de junio, FJ 7,
y 31/2023, de 17 de abril, FJ 3, y a diferencia de lo concluido en la citada STC 125/2022,
FJ 4, se considera que el otorgamiento del amparo no debe incluir la nulidad de las
resoluciones impugnadas ni medida alguna relacionada con la anticipación del
señalamiento para la vista porque, dado el carácter estructural de los referidos retrasos,
ello podría agravar la posición de terceros no recurrentes.
Ahora bien, como dijimos ya en la STC 36/1984, de 14 de marzo, FJ 4, «[t]odo cuanto
antecede no puede llevar a pensar que el derecho constitucionalmente garantizado es un
derecho vacío y que su vulneración solo puede ser remediada en términos puramente
simbólicos, mediante una declaración sin contenido eficaz. El artículo 121 de la Constitución
impone al Estado la obligación de indemnizar los daños causados por error judicial o que
sean consecuencia del funcionamiento anormal de la administración de justicia. Si la
dilación indebida constituye, de acuerdo con una doctrina casi unánime, el supuesto típico
de funcionamiento anormal es forzoso concluir que, si bien el derecho a ser indemnizado
puede resultar del mandato del art. 121 no es en sí mismo un derecho invocable en la vía
del amparo constitucional, la lesión del derecho a un proceso sin dilaciones indebidas
genera, por mandato de la Constitución, cuando no puede ser remediada de otro modo, un
derecho a ser indemnizado por los daños que tal lesión produce. La ley podrá regular el
alcance de tal derecho y el procedimiento para hacerlo valer, pero su existencia misma nace
de la Constitución y ha de ser declarada por nosotros».
En definitiva, en casos como el presente, en el que la dilación se produce por causas
estructurales, sin responsabilidad personal del titular del órgano judicial, los efectos
limitados de las sentencias de este tribunal para reparar la lesión del derecho
fundamental a no padecer dilaciones indebidas, puede verse contrarrestada por la
correspondiente indemnización por un funcionamiento anormal de la administración de
justicia, acción que será pertinente y útil, incluso, sin necesidad de plantear un recurso
de amparo que, en caso de estimación, tendrá efectos meramente declarativos.
FALLO