Tema 3. Arbitraje. Caracteristicas
Tema 3. Arbitraje. Caracteristicas
Tema 3. Arbitraje. Caracteristicas
ÍNDICE
OBJETIVOS:
A lo largo del presente tema se expondrán las principales características que definen
el método arbitral de resolución de controversias y le diferencian de la vía
jurisdiccional ordinaria. Mediante la presentación de contenidos enunciada se
pretende determinar cuáles son los criterios que deben ser valorados por las partes
para discernir en qué casos les resulta conveniente dirimir la controversia a través
del proceso arbitral, y determinar de forma clara qué beneficios previos al conflicto,
propios del mismo o posteriores, surgen de aplicar esta alternativa.
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La potestad del árbitro para emitir un laudo cuyos resultados sean vinculantes para
las partes, no nace de la atribución de jurisdicción al árbitro por parte de la norma
(Paulsson, 2010).
Es a través del pacto previo de las partes, que se habilita al árbitro para conocer de
una determinada disputa y ello, porque el recurso al arbitraje no puede ser impuesto
dado que es por definición un método alternativo o voluntario de resolución de
controversias (Carbonneau, 2011). Por lo tanto, el árbitro no es competente para
conocer de un asunto, hasta que las partes no lo deciden así, a través del pacto de una
cláusula o convenio arbitral, que incluyen en sus negocios jurídicos.
Que el recurso al arbitraje sea fruto de la autonomía privada, implica que aquel está
dotado de las mismas características que cualquier contrato, y por lo tanto no puede
ser objeto de disposición unilateral por parte de uno de los contratantes (Park, 2013).
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Así, como se verá con mayor profundidad en apartados posteriores, una de las partes
en conflicto no puede decidir unilateralmente, una vez surgida la controversia, no
recurrir al proceso arbitral y optar por la vía ordinaria para resolver el diferendo. Una
vez alcanzado el pacto arbitral éste tiene la misma eficacia que cualquier contrato y
por lo tanto obliga a su cumplimiento, no siendo posible dejar su efectividad al
arbitrio de uno de los contratantes. Únicamente través de un nuevo acuerdo entre
aquellos, es decir, mediante un pacto novatorio acerca del método de resolución de
disputas, es posible dejar sin efecto la cláusula arbitral (Mistelis & Lew, 2003). El
estudio de la cláusula arbitral y sus características se realizará posteriormente en el
tema 7 del presente temario.
En este análisis, no puede ser desconocido el mayor coste monetario que posee el
recurso al arbitraje frente a la vía jurisdiccional, pues las partes deben hacer frente en
materia de costas a gastos que no se encuentran presupuestados en el proceso
ordinario tales como el pago de los honorarios de los jueces o los costes de la
tramitación realizada por la institución arbitral.
Si a ello se le une la mayor privacidad que otorga el proceso arbitral, en virtud del
menor número de implicados en el mismo y la posibilidad que tienen las partes de
pactar que transcurra por fuera de las fronteras de las cuales son nacionales, no es
difícil imaginar que la mayor inversión en su puesta en marcha se vea compensada
(Hoellering, 1997).
Así, mientras que el juez debe seguir los postulados de normas imperativas que pocas
alternativas dejan a las partes, más allá de decidir cuestiones menores como si
recurrir una determinada resolución, solicitar o no la práctica de prueba y
celebración de la vista o disponer sobre su propia pretensión; el proceso arbitral por
naturaleza es voluntario, y por lo tanto, salvo en determinadas materias donde el
orden público se haya más presente, permite a las partes decidir también acerca de
los actos procesales que van a regir su transcurso (Idot, 1999).
En el primero de estos, las partes pueden decidir qué institución arbitral desean que
resuelva sus futuras disputas, pero una vez fijada aquella el transcurso del proceso se
regirá por los distintos reglamentos internos aprobados por estas instituciones para
garantizar la buena marcha de proceso. Por lo tanto, la decisión acerca de la
institución arbitral, también será una decisión acerca de los trámites, ya
preestablecidos, que regirán el procedimiento (Born, 2014).
Desde una óptica material, también resulta posible observar mayor flexibilidad en el
proceso arbitral. Así, en la aplicación del derecho el árbitro debe tener presente
realizar una aplicación normativa que no vulnere el orden público, tanto del Estado
donde el laudo es dictado, con el ánimo de que el mismo no se vea anulado, como de
la jurisdicción donde va a ser reconocido y ejecutado pues es la única forma a través
de la cual se puede garantizar su efectividad (Schreuer, 2010). Más allá de aquello, no
existe en la vía arbitral como si ocurre en la ordinaria, interpretaciones normativas de
otros tribunales que deban ser respetadas.
Otra de las ventajas aplaudida por quienes acuden a la vía arbitral es la imparcialidad
-también denominada por su alcance como neutralidad- de los árbitros.
Principalmente, aquella característica se encuentra presente en las controversias que
adquieren tintes internacionales, puesto que en los arbitrajes nacionales la
independencia del árbitro no es mayor que la del juzgador interno, ya que tanto éstos
como aquellos deben garantizar que no existe ningún tipo de vicio en su
independencia en favor de alguna de las partes (Cremades Sanz-Pastor, 2012).
En España la Ley Órgánica del Poder Judicial en su artículo 219 enuncia una serie de
causas de abstención y recusación que impiden que el juez entre a conocer del fondo
de aquellos asuntos en los cuales, bien por existir lazos familiares o de amistad, estar
presente el interés económico o cualquier otra especial vinculación, se impide que se
concrete la imparcialidad que les es exigida a estos funcionarios por el artículo 117 de
la Constitución Española.
(ii) “La persona propuesta para ser árbitro deberá revelar todas las
circunstancias que puedan dar lugar a dudas justificadas sobre su
imparcialidad e independencia. El árbitro, a partir de su nombramiento,
revelará a las partes sin demora cualquier circunstancia sobrevenida”.
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Es por ello por lo que uno de los elementos más valorados por las partes en las
transacciones internacionales a la hora de incluir una cláusula arbitral en sus
contratos, es la posibilidad de pactar que la disputa sea dirimida en un tercer Estado,
distinto al de sus nacionalidades, en un idioma en que ambas se sientan cómodas y
por árbitros que o bien forman parte de las listas de instituciones arbitrales que
salvaguardan la independencia en el proceso, o bien pueden ser elegidos por ellos
(Reisman & Richardson, 2012).
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BIBLIOGRAFÍA
BLACKABY, N., PARTASIDES, C., REDFERN, A., & HUNTER, M. (2015). Redfern and
Hunter on international arbitration. Oxford University Press.
BORN, G. (2012): International arbitration (2nd ed.). The Hague: Kluwer Law
International. Recuperado de: https://www.kluwerlawonline.com/
PAPPAS, V.F.L, ROJAS, R & KESHAVA, G (2020), When consolidation fails: The
challenges of parallel arbitral proceedings, Global Arbitration Review.