Virtudes Humanas La Responsabilidad g3
Virtudes Humanas La Responsabilidad g3
Virtudes Humanas La Responsabilidad g3
«Asume las consecuencias de sus actos intencionados, resultado de las decisiones que tome o
acepte; y también de sus actos no intencionados, de tal modo que los demás queden beneficiados
lo más posible o, por lo menos, no perjudicados; preocupándose a la vez de que las otras personas
en quienes puede influir hagan lo mismo».
***
Los jóvenes hablan mucho de libertad y muy poco de responsabilidad. Antes de centrarnos en la
educación de esta virtud quizá convendría considerar por qué. Ser responsable supone asumir las
consecuencias de los propios actos, y en principio parece que los jóvenes, a quienes llamamos
irresponsables, están dispuestos a hacerlo. Asumen las consecuencias de sus actos en el sentido
de aguantar las críticas de sus padres, de abandonar la comodidad de una vida confortable,
etcétera.
Sin embargo, responsabilidad no solo significa responder ante uno mismo. «Responsabilidad
significa responder, dar respuesta a la llamada de otro. Aquello que pide una respuesta puede ser
la conciencia, o bien el tú de un semejante, el nosotros de la sociedad y, en último término. Dios.
Mas, para poder responder, es preciso haber aprendido a oír y obedecer (en latín audite y
oboedire) relacionan etimológicamente». Y es esto lo que molesta al adolescente. Ser responsable
significa tener que rendir cuentas; no sólo aguantar las consecuencias de la propia actuación.
Hoy día la moda lleva a los jóvenes a querer interpretar sus vidas fuera de todo compromiso, a
vivir para pasarla bien. Y en cuanto una persona empieza a considerarse a sí mismo como su
propio rey deja de ser responsable. Ser responsable significa obedecer: obedecer a la propia
conciencia, obedecer a las autoridades, obedecer a Dios, sabiendo que esa obediencia no se
refiere a un acto pasivo, de esclavo, sino a un acto operativo de compromiso, de deber.
Los motivos para ser responsables serán diferentes según la situación en que surja la necesidad de
responder. No obstante, podemos considerar algún ejemplo para ver estas diferencias.
¿Cuál será el motivo principal para que un niño de siete años estudie responsablemente en el
colegio? Puede haber muchos motivos para que estudie bien: porque disfruta con la materia;
porque le interesa el trabajo en cuestión; porque el profesor indica con claridad qué tareas tiene
que realizar. Pero repito, éstos son motivos de un trabajo bien hecho; no necesariamente de un
trabajo responsable. Para que sea un trabajo responsable el alumno tiene que ser consciente de su
obligación o deber de responder ante alguien.
Lógicamente, el profesor exigirá en el hacer, a los niños pequeños, en muchas cosas y, mediante
esta exigencia, los alumnos aprenderán a responsabilizarse de sus tareas, respondiendo por
obligación, ante su profesor. Si estos mismos alumnos empezaran a trabajar en equipo con
algunos compañeros, el motivo de ser responsables cambiaría. Se sentirían implicados en el
trabajo en equipo y reconocerían que los demás esperan algo de ellos. Por eso responderían por
deber ante sus compañeros.
Si el hijo entiende que sus padres son, en parte, responsables de sus estudios, puede que se
esfuerce más por deber y por amor a sus padres. Si luego el hijo reconoce que el trabajo es un
camino de santificación personal, puede esforzarse por amor a Dios y por deber. En algunas
ocasiones, el hijo recibirá una exigencia directa externa para que cumpla, pero su conciencia es la
que luego tiene que dictaminar la relación entre sus actos y sus compromisos.
Los hijos tienen muchos motivos para ser responsables, pero pensando en los padres habría que
destacar que su misión principal para conseguir el desarrollo de esta virtud en sus hijos es la de
ejercer adecuadamente su autoridad. «La autoridad de los padres es una influencia positiva que
sostiene y acrecienta la autonomía y la responsabilidad de cada hijo; es un servicio a los hijos en
su proceso educativo, un servicio que implica el poder de decidir y de sancionar; es una ayuda
que consiste en dirigir la participación de los hijos en la vida familiar y en orientar su creciente
autonomía, responsabilizándolos; es un componente esencial del amor a los hijos que se
manifiesta de modos diversos en diferentes circunstancias, en la relación padres-hijos».
Vamos a concretar algunos aspectos de la actuación de los padres con referencia a sus hijos,
teniendo en cuenta los motivos que estos pueden tener para responder adecuadamente.
Es evidente que existan motivaciones elevadas y otras de poca calidad. Sin embargo, una cosa es
cumplir y otra cosa es cumplir bien, y aquí tiene su significado la palabra «de tal modo que los
demás queden beneficiados lo más posible». Es decir, si el hijo cumple algún orden, o algún
encargo únicamente intentando terminar el asunto, es probable que no cumpla bien.
Para cada exigencia el niño necesita una motivación, una relación con una persona, para que sea
realmente responsable. Así, por ejemplo, puede responder ante su padre. Pero ¿ha cumplido
realmente de acuerdo con la intención de su padre lo que él quería o únicamente ha cumplido
con lo mínimo necesario para que s comportamiento se adapte a la letra de lo indicado? Por
ejemplo, una madre dice a su hija: «guarda tu ropa en el armario, por favor». La hija que atiende
a la letra de lo indicado guarda su ropa en el armario de cualquier manera. La hija responsable
busca la atención final de su madre y guarda las cosas de acuerdo con las normas establecidas.
También puede responder ante su propia conciencia, ante los demás, etc., como luego veremos.
En este sentido, habrá que aclarar a los hijos la diferencia entre tener responsabilidades y ser
responsable. La persona responsable se centra en la intención y no está limitada por las reglas que
expresan un mínimo. Otra persona que tenga responsabilidades puede cumplir por obligación,
pero sin responsabilidad real, sin buscar el beneficio para los demás. No es la aceptación activa
de una indicación ajena, sino un cumplimiento forzado.
Existen dos desviaciones de la responsabilidad, todavía más importantes que, de hecho, nos
muestran inmediatamente si una persona tiene esa virtud desarrollada o no. Me refiero a la
tendencia habitual de recurrir a excusas para justificar el no cumplimiento de alguna indicación, y
la tendencia de no comprometerse en ningún asunto hasta que se ve que va a salir bien. Luego se
adhiere a ello cuando no existe ningún peligro de fracaso, y cuando el trabajo principal se ha
realizado.
La primera característica es más corriente en los niños pequeños. Se trata de explicarles que es
más importante cargar con las consecuencias de sus faltas que intentar engañar a los demás y
engañarse a sí mismos. La persona necesita de la fortaleza para desarrollar la responsabilidad,
porque si acepta responsablemente decisiones y luego no tiene capacidad para realizar lo
decidido, aunque por ser responsable acepte la situación y busque una solución más o menos
satisfactoria, necesita la fortaleza para llegar a cumplir con su deber, y esto es la finalidad de la
responsabilidad.
Quizá convendría aclarar lo que significa «que nadie quede perjudicado» con un ejemplo. Un hijo
adolescente, conjuntamente con unos compañeros, tienen que hacer un trabajo y lo dividen en
partes, responsabilizándose cada uno de una parte. Este hijo se despista, y sin darse cuenta
encuentra que no va a tener tiempo para cumplir con lo suyo. Aunque en principio, no ha actuado
responsablemente, distribuyendo su tiempo de acuerdo con sus tareas, procurara al menos no
perjudicar a sus compañeros, pidiendo ayuda a las otras personas para cumplir con lo que le
corresponde.
Hasta aquí nos hemos referido a la responsabilidad como consecuencia de haber aceptado una
decisión ajena, y nos hemos centrado en los más pequeños, diciendo que principalmente más que
tomarlas, van a tener que aceptar decisiones. Sin embargo, en todo el trayecto de la vida
tendremos que seguir aceptando decisiones ajenas, y a veces los adolescentes creen que ser libre
es desvincularse de esta necesidad. Piensan que solo se trata de tomar decisiones y no de
aceptarlas. Pero somos seres limitados que vivimos en una sociedad, y como hemos dicho en otra
ocasión, se trata de responder a la llamada a la finalidad por la cual hemos sido creados seguir
nuestra vocación .Esto es responsabilizarse de nuestras propias vidas. No es una elección que
hacemos, sino una invitación que aceptemos. Del mismo modo, un hombre no tiene más remedio
que trabajar, pero puede aceptar responsablemente este deber o cumplir con ello
irresponsablemente. Los hijos adolescentes deberán reconocer la necesidad de aceptar decisiones
ajenas y de responsabilizarse de lo aceptado.
De hecho, la distinción entre decisión tomada y decisión aceptada e falsa, porque hay que tomar
la decisión de aceptar una decisión para que se pueda realizar lo indicado responsablemente. Pero
debemos considerar las consecuencias de haber aceptado una decisión ajena.
Si un hijo acepta responsablemente una decisión de su padre, quiere decir que no echará la culpa
a su padre si el asunto no sale bien. Si un hijo acepta responsablemente cualquier indicación, no
se quejara de su dificultad, ni de la manera de haberla recibido. Él ha asumido las consecuencias
personalmente y responde de ello.
Este sentido de responsabilidad supone una decisión previa, porque en muchas de las cosas que
hacemos o decimos no existe una decisión formal anterior. Por ejemplo, los padres pueden pedir
a sus hijos sugerencias para saber cómo resolver alguna situación problemática de la familia. Un
hijo contesta con poca seriedad, tomando el asunto en broma. Otro intenta aportar alguna
solución sensata, no porque haya decidido consciente, de que quiere ayudar a sus hermanos y a
sus padres. En este sentido, una decisión formal puede ser sustituida por una vivencia profunda
de algo importante.
De hecho, notaremos que algunos niños tienen este sentido de responsabilidad muy desarrollado
por naturaleza. Son chicos serios, cumplidores y no por haber decidido conscientemente que
quieren serlo. Por eso, es importante que los padres conozcan las características de sus hijos en
relación con la responsabilidad. Si no las conocen es posible que exijan a un hijo ya responsable
hacer que sea todavía más responsable cuando realmente su problema no es eso, sino el de
superar unas limitaciones del tipo: falta de alegría, falta de sociabilidad, falta de iniciativa, por
ejemplo.
Es bueno que los hijos tomen decisiones y si el hijo tiende a ser responsable ya de por si en el
cumplimiento de sus encargos, etc., necesita tomar decisiones personales igual que otros hijos
que tienen más dificultades en cumplir lo mandado.
Vamos a considerar cómo se puede educar a los hijos para tomar decisiones personales
responsables y para actuar congruentemente con ellas.
Normalmente no será necesario crear situaciones para que los hijos pequeños decidan, sino más
bien hacerlos conscientes de las decisiones que, de hecho, están tomando continuamente. Y eso
para que aprendan a asumir las consecuencias personalmente. Si los niños reciben una paga
semanal pueden aprender a usarla razonablemente, distribuyéndola durante la semana, y sin
enfadarse cuando ven que algún hermano ha comprado algo que le gusta más. Si se organiza una
fiesta de cumpleaños pueden elegir los compañeros que quieran invitar de acuerdo con sus
criterios. Pueden decir qué juguete quieren llevar a una excursión, o pueden decidir qué regalo
quieren comprar para su madre en el día de la madre, etcétera.
En todas estas ocasiones, los padres pueden aportar una información para que decidan mejor,
para que tengan criterios adecuados para decidir. Por ejemplo, en el último caso el regalo para
su madreconvendrá decirles que se trata de comprar algo que le guste a ella y no una cosa que
les guste a ellos, incluso sugiriendo cosas para que tengan ideas. En todo caso, en esta primera
etapa, se tratará de ofrecer distintas posibilidades para que los hijos decidan entre varias.
El proceso en este sentido consistirá en enseñarles a aceptar una única posibilidad positivamente
y a la vez enseñarles a elegir entre unas pocas posibilidades. Luego vendrá el momento para
decidir dentro de un campo más amplio; de pensar en las posibilidades ellos mismos. De este
modo, podemos conseguir que tomen decisiones responsables, con una información adecuada y
previendo las consecuencias. A continuación, habrá que insistir en que aguanten las
consecuencias de sus decisiones sin quejarse ni echar la culpa a otra persona. Y como hemos
dicho anteriormente, reforzar la responsabilidad con la fortaleza, especialmente con la
perseverancia, para que la decisión surta efecto en beneficio de los demás y no sólo termine en no
perjudicar.
Para que las decisiones no sólo sean de interés personal, vendrá bien relacionar sus esfuerzos con
el servicio a los demás, desarrollando así también la virtud de la generosidad, aclarando
especialmente lo que agrada y lo que ofende a Dios para que aprecien lo que es actuar
responsablemente como cristiano. No sólo se trata de vitar el pecado, sino también de afinar su
conciencia para actuar de manera positiva.
Los padres siempre pueden orientar a los hijos a fin de que tomen decisiones adecuadas. Y si
tienen claro la necesidad de provocar estas decisiones, aprovecharán muchas ocasiones que
surgen espontáneamente. Por otra parte, si notan que ellos mismos están fallando en este aspecto,
puede ser conveniente destacar el asunto con mayor atención y prever ocasiones para que los
hijos aprendan a tomar decisiones personales.
Cuando ya se ha conseguido que los hijos tomen una decisión, los padres tendrán que cuidar de
no asumir la responsabilidad cuando el asunto sale mal. Por ejemplo, un hijo decide dejar sus
tareas hasta después de una salida con sus amigos. Por alguna razón llega a casa mas tarde de lo
previsto.
Sustituir al hijo en la responsabilidad de asumir las consecuencias seria decirle que se fuera a la
cama y hacer las tareas uno mismo, o dejarlo hacer las tareas aunque ya había pasado por mucho
la hora establecida para acostarse. En todo caso, se trataría de dejarle un despertador para que se
levantara pronto.
Ya en la adolescencia convendrá dar unas indicaciones claras a los hijos sobre qué tipo de
decisión pueden tomar sin informar a sus padres; que tipos de decisión pueden tomar con tal de
informarles, y que tipos de decisión pueden tomar únicamente después de consultar. En principio,
se puede decir que deberían consultar en torno a decisiones relacionadas con sus estudios (no
respecto a aspectos técnicos del estudio y la realización de su trabajo), también en relación con
cualquier decisión que puede influir sobre otros miembros de familia; llegar habitualmente a una
hora distinta para cenar, por ejemplo; y respecto a cualquier decisión, consecuencia de alguna
situación nueva en la que no tienen experiencia.
Desde el punto de vista de los padres, tienen dos obligaciones: primera, indicar a los hijos en qué
asuntos pueden decidir y cómo. Y en segundo lugar, dar una información adecuada y exigirles
que piensen antes para que decidan responsablemente.
Hay un tipo de decisión que presenta problemas especiales para conseguir la correspondiente
responsabilidad personal. Es decir, cada uno no acepta una responsabilidad cien por cien, sino
que la acepta en grado menor. En estas circunstancias, no suele haber resultados positivos. De
hecho, muestra un grado de responsabilizarían muy elevado la de cargar con las consecuencias de
una decisión en grupo igual que si fuera una decisión personal. Y los padres deberían tenerlo en
cuenta al presentar a sus hijos colectivamente algún problema a resolver o alguna meta a
conseguir.
En todo caso, después de la decisión en grupo se tratará de hablar con cada hijo para que llegue a
reconocer su responsabilidad intransferible y la importancia del asunto en cuestión. Únicamente
puede haber una responsabilidad en grupo si, previamente, cada miembro ha aprendido a ser
responsable personalmente.
Como hemos explicado, no sólo se trata de ser responsables de lo q decidimos, sino también de lo
que hacemos, intencionalmente o no. Si un conductor de coche atropella a un peatón,
evidentemente sin querer, no por eso puede adoptar una postura irresponsable. Tiene que rendir
cuentas ante las autoridades correspondientes e intentar poner los medios para subsanar los
perjuicios causados (aunque no tiene responsabilidad moral por lo que ha ocurrido).
A nivel de niños, si un hermano rompe un juguete de otro sin querer, no por eso puede eximirse
de la responsabilidad de arreglarlo o sustituirlo o conseguir que sus padres lo sustituyan, y pedir
disculpas. Es evidente que los padres pueden explicar esto mismo a sus hijos, porque no es más
que justicia elemental.
Sin embargo, puede ocurrir en otras situaciones, que no sea suficiente la responsabilidad a
posteriori. Me refiero a la necesidad de prever las consecuencias de los actos propios. Un niño
que juega al futbol en el salón, rompiendo algunos adornos, no es responsable, sencillamente
porque luego pide disculpas. La responsabilidad desarrollada lo hubiera llevado a pensar en las
consecuencias de este acto, y por tanto, a no hacerlo. Esta actitud es especialmente importante en
los adolescentes, porque continuamente se encuentra en situaciones nuevas que pueden ser
perjudiciales. Por una parte, deben aprender a consultar con sus padres o con otras personas en
quienes pueden confiar antes de realizar algo nuevo, para conocer las dificultades que puede
suponer y los peligros que pueden ofrecer. Y por otra, deberían reconocer que pueden ser más
valientes, más responsables, decir que no, no probar esta nueva experiencia.
Los padres, si tienen claros estos aspectos de la responsabilidad, pueden explicar a los hijos q es
así. Muchas veces buscando soluciones fuera de lo corriente para educar a los hijos, y no
reconocernos que se trata más bien de tener ideas claras, dar ejemplos aclarar y explicar las cosas
a los hijos y obrar con intencionalidad
Nuestros hijos siempre van a encontrarse con algunos compañeros que actúen sin
responsabilidad. Y si no intentan ayudarles es posible q sean ellos los afectados, porque es más
fácil actuar de acuerdo con el ánimo del momento, de acuerdo con cualquier capricho. En este
sentido, pedimos a los hijos una responsabilidad en las mismas relaciones con los demás. Y esto
quedara reflejado en la virtud de la lealtad que consideremos en otra parte.
A nivel humano, tenemos todos una responsabilidad hacia los demás. Desde luego, hay que
respetar significa despertarlos y exige dentro de la relación de amistad que exige. Nuestros hijos
no solo deberían sentirse responsables y hacerse responsables de sus propias vidas, sino también
prestar la atención a los demás, a nivel humano y también a nivel sobrenatural sin son cristianos.
La persona responsable asume las consecuencias de sus propios actos, intencionados o no, y
también se responsabiliza de lo que es, a saber, hijos de Dios.
LA RESPONSABILIDAD
AUTOEVALUACION
Se pueden comentar las reflexiones propias con el conyugue o con algunos compañeros y así
llegar a plantear posibles aspectos prioritarios de atención e el desarrollo de la virtud a título
personal o respecto a la educación de los hijos o de los alumnos. De hecho es probable que se
vayan descubrimiento muchas posibilidades de mejora, pero se trata de seleccionar nada más que
una o dos, con el fin de intentar lograr la mejora deseada.
LA MANERA PERSONAL DE VIVIR LA RESPONSABILIDAD
2. Vivo la responsabilidad rindiendo cuentas ante las personas que tienen autoridad sobre
mí. (Hacer compromiso es consecuencia de una decisión. Hace falta reflexionar sobre lo
que es importante para uno mismo y luego luchar para proteger y defender esos valores.)
3. Vivo comprometo con los valores y con la persona que depende de mí buscando su bien.
(el compromiso es consecuencia de una decisión consisten. Hace falta reflexionar sobre lo
que es importante para uno mismo y luego luchar para proteger y defender esos valores.)
5. Pasa tiempo intentando prever las posibles consecuencias de mis decisiones antes de
tomar una determinación. (en la vida familiar, con frecuencia los padres reaccionan frente
a las situaciones, en lugar de estudiar el tema y tomar una decisión pausada, la
responsabilidad requiere no solo asumir las consecuencias.)
8. Aunque existen muchos motivos para ser responsables, entiende que el motivo
fundamental tiene que ser mi reconocimiento de que tengo el deber de responder ante otra
persona o ante dios. (una persona puede actuar de una manera que parece responsable por
fines económicos, por medios, por eficacia. Sin embargo, no reconoce las exigencias
auténticas de la responsabilidad.)
10. Me responsabilizo de lo que radicalmente soy. Es decir hijo de dios. (esto requiere, por
ejemplo acudir a los sacramentos, estudiar las verdades de la fe, buscar una dirección
espiritual, vivir la fe en las relaciones con lo demás, rezar y reconocer a dios como padre.)
LA EDUCACIÓN DE LA RESPONSABILIDAD
12. Mando a los hijos/alumnos para que tengan la oportunidad de obedecer y vivir la
responsabilidad. (una de las maneras de ser responsable es la de asumir las decisiones de
los demás. Es decir, obedecerles. Si el educador no manda, no cabe vivir la
responsabilidad de esta manera.)
13. de las decisiones que están tomando, de tal forma que puedan asumir las consecuencias de
las mismas. (por ejemplo, ayudándole a un hijo a ver cómo ha gastado su paga semanal, a
ver consecuencias de invitar a unos amigos y no a otros a una fiesta de cumpleañeros, a
apuntarse aúna actividad extra escolar en el colegio.)
14. Ofrezco distintas alternativas a los hijos/alumnos para que aprendan a distinguir a
discernir entre las ventajas e inconvenientes de cada una. (cuando se trata de jóvenes,
ellos mismo pueden pensar en las alternativas. Pero antes conviene usar este sistema para
que aprendan a descubrir las posibles consecuencias de sus actos.)
15. Me preocupo de buscar o facilitar la información adecuada respecto a algún tema en que
el joven a tomar una decisión, de tal manera que pueda tomarla responsablemente. (aquí
nos referimos a la etapa n que el joven todavía no está en condiciones de asumir
autónomamente el proceso completo, de hecho es frecuente encontrar a chicos(a) de
catorce o quince años que tomen decisiones, o pretendan hacerlo, con una falta de
prudencia considerable. No reconocen los peligros o se creen capaces de superar cualquier
dificultad. Necesitan ayuda para ser realista.)
16. Busco zonas de autonomía en que los jóvenes puedan tomar sus propias decisiones
autónomamente y les dejo aguantar las consecuencias de sus errores con tal de que no
sean imprudentes. (cuando las cosas salen mal, los educadores tienen una tendencia
natural a proteger al educando sin dejarlo creer como consecuencia de sus propios
errores.)
17. Ayudo a los jóvenes a dirigir su atención hacia los demás de tal forma que ayudan a su
compañeros a sus compañeros y amigos a actuar responsable mente también. (ser
responsable es ayudar a los demás a ser responsable. Por ejemplo, un chico podría animar
a otro a asumir las consecuencias de alguna infracción de las reglas que ha cometido a,
cumplir con su palabra, a realizar su trabajo bien o a obedecer a sus padres.)
18. Ayudo a los jóvenes a reconocer ante quienes deben rendir cuentas y para que cosas.
(progresivamente pueden ir reconociendo las diferentes autoridades ante quienes deben
cuentas. Por ejemplo, el profesor, los padres, una autoridad civil y evidentemente dios.)
19. Enseño años hijos/alumnos a consultar antes de tomar sus decisiones y a quien conviene
acudir en cada caso. (de hecho se trata de ayudarles a descubrir quienes son las
autoridades de cada cuestión. No se trata de acudir al profesor para resolver una duda
médica y tampoco se trata de acudir al médico para resolver un tema escolar.)
20. Ayudo a los jóvenes a asumir la responsabilidad de sus acciones equivocadas sin
intención. (muchas cosas suceden por falta de prevención o por ingenuidad, pero también
hay otras en que difícilmente puede encontrarse ningún elemento de responsabilidad
personal. De todas formas hay que asumir el hecho y aguantar aquellas cosas de que no
nos sentimos responsables. Una enfermedad, por ejemplo.)