Libro_Estado Constitucional, Derechos Humanos
Libro_Estado Constitucional, Derechos Humanos
Libro_Estado Constitucional, Derechos Humanos
DERECHOS HUMANOS
Tomo V
Volumen 1
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS
Serie Estudios Jurídicos, núm. 715
Coordinación editorial
DERECHOS HUMANOS
Tomo V
Volumen 1
Miguel Carbonell
Héctor Fix-Fierro
Luis Raúl González Pérez
Diego Valadés
Coordinadores
Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
Los coordinadores
VII
VIII CONTENIDO
Presentación
La vida de Jorge Carpizo (1944-2012) fue muy fecunda, y tocó varios ámbi-
tos. Quienes tuvimos la dicha de conocerlo supimos de su inmensa dedica-
ción a la vida universitaria, de su preocupación por la justicia, de su intenso
estudio del Estado constitucional y de su permanente lucha a favor de los
derechos humanos.
En esta obra colectiva queremos rendirle un sentido homenaje, anali-
zando cada uno de esos cuatro aspectos que constituyeron la columna ver-
tebral de su vida pública.
Además, en esta obra se reúnen testimonios de personas que tuvimos la
fortuna de coincidir con el doctor Jorge Carpizo en algún momento o a lo
largo de muchos años, y que nos sentimos profundamente conmovidos por
su temprana muerte, la cual todavía nos duele y nos aflige.
Antes de los testimonios y de los ensayos académicos que integran la
presente obra, se incluye un luminoso texto del doctor José Narro Robles,
rector de la Universidad Nacional Autónoma de México y amigo durante
décadas de Jorge Carpizo.
Este esfuerzo colectivo busca ser un ejercicio de memoria para recordar
y volver a pensar sobre los temas que fueron del interés de Jorge Carpizo,
pero también es la mejor forma de hacer un homenaje en su memoria. Esta-
mos ciertos de que a Carpizo le hubiera gustado ver a tantos y tantos de sus
amigos poniendo por escrito sus conocimientos y sus recuerdos, para honrar
a quien nos dejó cuando menos lo esperábamos.
El lector podrá encontrar a lo largo de las páginas que siguen, trazos
que nos muestran a Carpizo como profesor universitario, como funcionario
público en distintos ámbitos, como diplomático, incluso como apasionado
de la buena música y de la buena cocina.
Igualmente, podrá también hallar reflexiones teóricas sobre los asuntos
que ocuparon su vida intelectual y académica. En muchos de los ensayos
académicos que se pueden leer en las páginas que siguen los autores dialo-
gan con el pensamiento de Jorge Carpizo, expuesto con singular nitidez en
sus libros y sus artículos. Es también una forma de demostrar que su pensa-
XI
XII Presentación
Los coordinadores
Ciudad Universitaria, Coyoacán
Febrero de 2014
XIII
Puedo sostener con toda convicción que Jorge Carpizo es un claro ejem-
plo del perfil que Justo Sierra deseaba que tuvieran los egresados de la ins-
titución nacional que imaginó y fundó. Por eso es uno de los ejemplos más
sobresalientes de universitario que tiene la UNAM.
Jorge Carpizo es, por todo ello, ampliamente reconocido como uno de
los grandes constitucionalistas de nuestro tiempo. Su ausencia realmente se
siente y es más notoria en estos días de campañas, de promesas de cambio y
de reforma, de discusiones sobre la organización del Estado nacional.
Carpizo y su Campeche
Siento que el doctor Carpizo tuvo dos terruños. Campeche, lugar don-
de nació y vivió su infancia, su adolescencia y parte de su juventud, y la
Universidad Nacional Autónoma de México, sitio de origen y desarrollo
Carpizo y la abogacía
Carpizo, el constitucionalista
Jorge Carpizo
Con alegría de haber existido durante 68 años, me despido de mis fami-
liares y amigos.
Traté de vivir lo mejor que pude dentro de mis circunstancias, y de servir
con devoción a México y a su Universidad Nacional.
En los cargos que ocupé siempre rendí informes públicos, presenté eva-
luaciones y dejé constancia de lo realizado en múltiples libros y artículos. El
mejor homenaje que puedo recibir consiste en que se lean y reflexionen.
Nunca mentí ni cometí delito alguno. Cumplí con mis responsabilidades al
máximo de mi capacidad y voluntad.
En mis libros y artículos, tanto los académicos como los testimoniales, dejo
constancia del país que me tocó vivir, servir, gozar y sufrir.
Mil y mil gracias a aquellos que colaboraron lealmente conmigo y con los
valores que rigieron todas mis actividades.
Me voy amando, con todas mis fuerzas, convicciones y emociones, a nues-
tro gran país y a su, y mía también, Universidad Nacional.
I. Introducción
*
Universidad Panamericana, México, D. F.
1
Astudillo Reyes, César I., Ensayos de justicia constitucional en cuatro ordenamientos de México:
Veracruz, Coahuila, Tlaxcala y Chiapas, México, UNAM, 2004, p. 270.
2
González Oropeza, Manuel, “El control constitucional en las entidades federativas”,
en González Oropeza, Manuel y Ferrer Mac Gregor, Eduardo (comps.), Justicia constitucional
en las entidades federativas México, Porrúa, 2006, pp. 398 y ss.
3
Bustillos, Julio, Federalismo judicial a través del amparo, México, UNAM, 2010, p. 7.
Idem.
4
5 Tarr, Alan G., Comprendiendo las Constituciones estatales, trad. de Daniel Barceló Rojas,
México, UNAM, 2009, p. 245.
6 Idem.
7
González Oropeza, Manuel, “Desarrollo del control constitucional de las entidades
federativas”, en González Oropeza, Manuel y Ferrer Mac Gregor, Eduardo (comps.), op. cit.,
p. 391.
8
Tarr, Alan G., “La potencialidad del constitucionalismo estatal”, en González Orope-
za, Manuel y Ferrer Mac Gregor, Eduardo (comps.), op. cit., p. 639.
9 Serna de la Garza, José María, “La lógica centralizadora del sistema federal mexica-
no”, en Valadés, Diego y Serna de la Garza, José María (comps.), Federalismo y regionalismo,
México, UNAM-Tribunal Superior de Justicia del Estado de Puebla, 2006, p. 547.
10
Fix-Zamudio, Héctor, “Justicia constitucional y control de legalidad en México”, en
Valadés, Diego y Carbonell, Miguel (comps.), El Estado constitucional contemporáneo. Cultura y
Sistemas Jurídicos Comparados, México, UNAM, 2006, t. I, p. 251.
que las decisiones definitivas de los jueces y tribunales locales pudieran ser
impugnables ante la justicia federal por la vía del amparo, pero solo por
violaciones directas a la Constitución federal y siempre que la sentencia res-
pectiva no pudiera ser impugnada por otros medios judiciales.11 Para esta
postura, impedir la procedencia del amparo en estos supuestos sería violato-
rio de la Constitución federal, pues en el marco del proceso judicial podían
producirse violaciones a la Constitución federal.
El grupo enfrentado con esta posición defendió la improcedencia del
amparo contra negocios judiciales. El argumento toral en el cual se apoyaba
esta posición consistió en que el aceptar la procedencia del amparo contra
sentencias judiciales locales violaría la autonomía de las entidades federati-
vas.12 Esta fue la postura triunfante, y la nueva Ley de Amparo de 1869 no
admitió el amparo contra las sentencias judiciales locales.
Sin embargo, poco tiempo después, la posición derrotada en el debate
legislativo logró imponerse en los estrados de la Suprema Corte. La batalla
se ganó en el mentado amparo Vega, en el cual la Corte entendió que el
artículo 8 de la Ley de Amparo, en el cual se fundamentaba la improceden-
cia del amparo contra resoluciones judiciales locales, era inconstitucional.13
Esta situación fue posteriormente convalidada por el constituyente de 1917.
El proceso de centralización judicial iniciado con estas decisiones re-
sultó profundizado con la aceptación de la procedencia del amparo contra
sentencias judiciales ante violaciones indirectas de la Constitución federal.
Fix-Zamudio relata que al respecto eran tres las posiciones en discusión en-
tre los partidarios de la procedencia del amparo federal contra sentencias
locales. La primera posición consideraba que el amparo sería procedente
contra violaciones directas a la Constitución. La segunda, que además del
supuesto anterior, sería procedente ante violaciones indirectas, en el espe-
cífico caso de que se alegara la violación al artículo 14 constitucional por
la indebida aplicación de disposiciones legislativas ordinarias en materia
penal. La tercera posición consideraba que el artículo 14 constitucional es-
tablecía un derecho para reclamar todas las resoluciones judiciales en las
cuales se hubiera aplicado la ley de manera inexacta.14 Esta posición se
impuso, y a partir de ese momento se desplegó el centralismo judicial en su
11 Fix-Zamudio, Héctor, “Relaciones entre los tribunales locales y los federales”, en Her-
nández, Antonio María y Valadés, Diego (comps.), Estudios sobre federalismo, justicia, democracia
y derechos humanos. Homenaje a Pedro J. Frías, México, UNAM, 2003, p. 112.
12 Ibidem, p. 113.
13 Fix-Zamudio, Héctor, op. cit., nota 10, p. 253.
14 Ibidem, nota 11, pp. 118 y 119.
Para acceder a los estudios mencionados véase Bustillos, Julio, Federalismo judicial a través
15
del amparo. Relaciones entre las jurisdicciones federal y locales a través del instrumento protector de los dere-
chos fundamentales, México, UNAM, 2010.
16
Borrego Estrada, Felipe, “La reestructuración de los procesos constitucionales. Pro-
puesta de modificación a la procedencia del amparo directo”, Justicia constitucional en México.
Memorias del Primer Congreso Nacional, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2007,
pp. 93-142.
17
“Controversia constitucional. La facultad otorgada a la Sala Consti-
tucional del Tribunal Superior de Justicia del estado de Veracruz Llave para
conocer y resolver el juicio de protección de derechos humanos previsto
en la Constitución Política de esa entidad federativa, no invade la esfera de
atribuciones de los tribunales de la Federación, pues aquél se limita a sal-
vaguardar, exclusivamente, los derechos humanos que establece el propio
ordenamiento local. De la interpretación armónica y sistemática de lo dispuesto en
los artículos 4o., párrafo tercero, 56, fracciones I y II y 64, fracción I, de la Constitución
Política del Estado de Veracruz-Llave, así como de la exposición de motivos del decreto
que aprobó la Ley Número 53 mediante la cual aquéllos fueron reformados, se desprende que
la competencia que la Constitución Local le otorga a la Sala Constitucional del Tribunal
Superior de Justicia del Estado de Veracruz-Llave, se circunscribe a conocer y resolver el
juicio de protección de derechos humanos, pero únicamente por cuanto hace a la salvaguarda
de los previstos en la Constitución de aquella entidad federativa, por lo que dicha Sala no
cuenta con facultades para pronunciarse sobre violaciones a las garantías individuales que
establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Acorde con lo anterior,
se concluye que los preceptos citados no invaden las atribuciones de los tribunales de la Fe-
deración, en tanto que el instrumento para salvaguardar los derechos humanos que prevé la
Constitución Local citada, se limita exclusivamente a proteger los derechos humanos que dicha Constitución
reserve a los gobernados de esa entidad federativa; mientras que el juicio de amparo, consagrado
en los artículos 103 y 107 de la propia Constitución Federal, comprende la protección de las
garantías individuales establecidas en la parte dogmática del Pacto Federal, de manera que
la mencionada Sala Constitucional carece de competencia para resolver sobre el apego de
actos de autoridad a la Carta Magna. Lo anterior se corrobora si se toma en consideración
que el instrumento jurídico local difiere del juicio de garantías en cuanto a su finalidad, ya que
prevé que la violación de los derechos humanos que expresamente se reserven implicará la
sanción correspondiente y, en su caso, la reparación del daño conforme lo dispone el artículo
4o. de la propia Constitución Estatal, lo que no acontece en el indicado mecanismo federal”
(No. de Registro: 186,307. Tesis aislada. Materia(s): Constitucional. Novena Época. Instan-
cia: Pleno. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Tomo: XVI, agosto de 2002.
Tesis: P. XXXIII/2002. Página: 903).
Véase Ferrer Mac Gregor, Eduardo, “La nueva Sala Constitucional en el estado de Vera-
cruz”, en Ferrer Mac Gregor, Eduardo y Vega Hernández, Rodolfo (comps.), Justicia constitu-
cional local, México, Fundap, 2003, p. 203.
18
Bustillos, Julio, op. cit., pp. 71 y ss.
19
Contradicción de tesis 350/2009, pp. 43 y 44 del engrose.
Cossío Díaz, José Ramón et al., El caso Radilla. Estudio y documentos, México, Porrúa,
20
2012, p. 23.
cial. Nosotros creemos que el control difuso tiene cierta gravitación sobre el
federalismo judicial y sobre la labor de control constitucional de los jueces
locales de diversas maneras.
Comencemos por señalar la gravitación que tuvo sobre el federalismo
judicial la prohibición de control difuso. En realidad, dicha prohibición tuvo
como resultado mantener alejados a los jueces locales de aquello que se con-
sideraba que no les correspondía. Pero esta errónea interpretación, sumada
a la falta de sistemas de justicia constitucional local, mantuvo a los jueces
locales alejados de la labor de interpretación constitucional de cualquier gé-
nero y mantuvo al control constitucional en sede judicial alejado de los cri-
terios interpretativos que pudieron haber aportado los jueces locales; en de-
finitiva, se privó a la interpretación constitucional en general del pluralismo
que naturalmente la periferia puede aportar al centro. Esta observación solo
pretende poner de manifiesto dos cuestiones; la primera, que la prohibición
de control difuso impidió durante muchos años la profesionalización de los
jueces locales en las lides de la interpretación constitucional, y segundo, que
la labor de interpretación constitucional se privó de los particularismos in-
terpretativos que podrían haber enriquecido la construcción interpretativa
de la Constitución federal.
La aceptación del control difuso es, por lo que posibilita, sumamente
benéfica, y se espera que tenga un efecto positivo en materia de protección
de derechos. Sin embargo, creemos que no está de más realizar algunas pre-
venciones acerca de los posibles efectos inhibidores que pudiera tener sobre
el desarrollo de una labor interpretativa propia en el ámbito de los esta-
dos, y de ese modo se produzca una disminución de espacios constituciona-
les interpretativos locales. Esta situación podría presentarse en los espacios
de contacto que tendrán de ahora en más la interpretación constitucional
practicada por los jueces federales y locales, la primera con base en el blo-
que de constitucionalidad, y la segunda con base en este último, por medio
del control difuso, y además en su ámbito constitucional local.
La relación que se generará a partir del ejercicio del control difuso en lo
que al derecho federal se refiere la consideramos menos problemática. Nos
preocupa más bien lo que puede suceder con el desarrollo de la interpreta-
ción constitucional local por la gravitación de la interpretación proveniente
de la justicia constitucional federal.
Para aportar algunas ideas sobre este punto nos valdremos de los argu-
mentos vertidos por Alan Tarr al analizar la relación entre las cortes locales
y la Corte federal en los Estados Unidos. El punto de partida para esta dis-
cusión podría ser el interrogante acerca de si estaría justificado que los jue-
ces locales, al interpretar sus Constituciones, lleguen a resultados interpre-
tativos diferentes a los obtenidos por la justicia federal.21 Diferentes en un
sentido positivo, claro, pues las interpretaciones menos protectoras estarían
vedadas. Ahora bien, el problema se presenta con mayor intensidad cuando
los tribunales locales interpretan disposiciones constitucionales locales, aná-
logas a aquellas establecidas en la Constitución federal. En este escenario, se
puede plantear el interrogante acerca de si puede existir una interpretación
diferente de parte de los jueces locales.
Algunas de las vías sugeridas para la convivencia de ambos flujos inter-
pretativos serían las siguientes:
Primero, implementar lo que Tarr denomina “la aproximación del aná-
lisis estatal bloqueado”. Este consistiría en que los jueces locales se absten-
gan de realizar un análisis constitucional independiente y decidan siempre
de acuerdo con la interpretación federal.22
Estoy seguro de que esta manera de entender la convivencia entre
ambos órdenes sería la preferida por algunos operadores, pues de cara
al derecho federal, la ventaja de esta visión es que tiende a la unificación
del derecho. Sin embargo, esta actitud es poco o nada deferente con el fede-
ralismo judicial, pues implicaría una delegación de los jueces locales en los
jueces federales, y no se debe olvidar que los jueces locales tienen la respon-
sabilidad de generar vía interpretativa una narrativa constitucional para sus
Constituciones estatales.23 Por otro lado, esta visión no favorece el régimen
de protección de los derechos. Desde cierta óptica, nos dice Tarr, la doble
jurisdicción, la constitucional local y la constitucional federal, persigue pro-
veer de doble seguridad a los derechos. Si los tribunales locales adoptan
esta perspectiva o los tribunales federales pretenden imponerla, se tenderá
a debilitar el sistema de derechos, amén del federalismo judicial. En este
proceso, el tribunal local puede por supuesto contemplar la interpretación
federal que se le ha dado al derecho en cuestión, incluso la labor de otros
tribunales estatales, pero no debe renunciar a realizar su propia indagación
interpretativa que posibilite ampliar los ámbitos de los derechos.
La segunda vía se denomina “aproximación suplementaria”. Consiste
en priorizar el derecho federal cuando deban decidir un caso en el que se
señalan violaciones al derecho federal y al local. Aquí, la interpretación lo-
21
Tarr, Alan G., op. cit., nota 5, p. 268.
Ibidem,
22 p. 277.
Ibidem, p. 279.
23
V. Conclusiones
VI. Bibliografía
I. Introducción
17
1
Vigente en México y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 29, 10, 1953.
2
Vigente en México y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 09, 01, 1981.
3 Vigente en México y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 09, 01, 1981.
4 Vigente en México y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 09, 01, 1981.
5 Vigente en México y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 09, 09, 1998.
6 Vigente en México y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 31, 07, 1990.
7 Vigente en México y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 13, 08, 1999.
8 En sesión plenaria del Pleno del 3 de septiembre de 2013, al resolver una contradic-
ción de tesis de dos diferentes tribunales colegiados, identificada como Contradicción de tesis
293/2011. Falta que se publique la sentencia redactada con las observaciones que se hicieron
durante la sesión (el “engrose”).
Diario Oficial de la Federación del 19 de julio de 2013.
9
10
Conforme al artículo 31-1 de la Convención sobre el Derecho de los Tratados (Viena,
1969), el tratado deberá interpretarse “conforme al sentido corriente que haya de atribuirse
a los términos del tratados en el contexto de éstos y teniendo en cuenta su objeto y fin”.
puede ser forzado a tener como verdadero lo que juzga falso, o a tener por
falso lo que juzga verdadero. Bajo este aspecto, la libertad de conciencia
coincide con la libertad de pensamiento, que implica no ser forzado a asen-
tir o a pensar de determinada manera, y con la libertad religiosa que im-
plica no ser forzado a tener, conservar, cambiar o abandonar una religión.
La libertad de conciencia en este ámbito intelectual está relacionada
también con el derecho de no ser discriminado por razón de la religión,
las opiniones o las convicciones, ya que la discriminación, cuando es con-
sistente y niega verdaderamente un derecho fundamental a la persona, es
una forma de coacción para que cambie de opinión o de convicción. Por
tal motivo, el artículo 1-1 de la Convención y el artículo 2-1 del Pacto pro-
híben que se discrimine a las personas por motivos de su o sus opiniones;
igual disposición tiene el quinto párrafo del artículo 1o. de la Constitución
mexicana.
Otra acepción de la palabra “conciencia” es la que se da en la expre-
sión “juicio de conciencia”. En este sentido, es la capacidad que tiene toda
persona de juzgar acerca de la bondad o maldad, justicia o injusticia de los
actos humanos.11 Bajo este aspecto, la conciencia es la propia inteligencia
en cuanto juzga de la conducta personal. Ciertamente, toda persona tiene
esta conciencia y pronuncia los juicios sobre su conducta con entera liber-
tad interior, sin que esa libertad tenga que ser regulada por el ordenamiento
jurídico. En todo caso, también quedaría incluida en la libertad interior de
pensamiento.
La palabra “conciencia” también se usa frecuentemente en la expresión
“obrar de acuerdo con la propia conciencia” o “seguir la propia concien-
cia”. En este aspecto se subraya, no el juicio, sino la posibilidad de actuar de
conformidad con el juicio de conciencia. En este sentido es en el que cabe la
libertad de conciencia; esto es, la libertad de actuar de acuerdo con el juicio
de conciencia.
El juicio de conciencia lo hace un creyente tomando en cuenta los prin-
cipios éticos y religiosos de la fe que profesa; el no creyente lo hace de acuer-
do con sus principios y convicciones éticas; ambos juzgan, y por eso la liber-
tad de conciencia es común a creyentes y no creyentes. Es un principio ético
universalmente reconocido que la persona no puede ser forzada a obrar en
contra de los dictados de su propia conciencia.
En el Diccionario de la lengua española, s.v. conciencia aparecen, junto a otros, estos dos
11
primeros significados: “1. Propiedad del espíritu humano de reconocerse en sus atributos
esenciales y en todas las modificaciones que en sí mismo experimenta. 2. Conocimiento
interior del bien y del mal”.
12
La Convención Internacional de Derechos del Niño declara (¿) que el niño tiene de-
recho a “practicar” su religión, lo cual comúnmente se entiende en el sentido de llevar a
la práctica las creencias y preceptos propios de la religión; esto es, conformar su vida y su
conducta de acuerdo con esas creencias.
mismo que los que persiguen otros fines, aunque quizá puedan tener algún
régimen especial en ciertos puntos. Los analizaré a continuación.
Se trata de derechos que son comunes a todas las personas, y que pue-
den ser ejercidos para cualquier finalidad y también para fines religiosos.
2. Derecho de educación
13
Que se afirme que es una “libertad” o un “derecho” no tiene importancia, pues los
tratados suelen usar indistintamente esos términos con el mismo significado, y a veces, como
en los artículos citados sobre libertad religiosa, hablan de que la persona “tiene derecho a la
libertad”.
recho de los niños a recibir educación religiosa. Por lo tanto, cabe afirmar
que el orden constitucional mexicano reconoce a los niños el derecho de re-
cibir educación religiosa, aun cuando el Estado, por disposición expresa del
artículo 3o. constitucional, no pueda impartirla, por lo que tal derecho será
exigible, primero a los padres de familia y luego a las instituciones religiosas.
Respecto del derecho a impartir educación religiosa, no hay en los trata-
dos una disposición que expresamente confiera ese derecho, pero se entien-
de que está implícito en el derecho a recibir educación religiosa, que exige
necesariamente que alguien la imparta. Este derecho de impartir educación
religiosa no es diferente del derecho que tiene toda persona a impartir edu-
cación en general. El derecho a la educación se trata en otros instrumentos
internacionales; en el ámbito americano, en el Protocolo de San Salvador,14
y en el ámbito universal, en el Pacto Internacional de Derechos Económi-
cos, Sociales y Culturales.
En el Protocolo de San Salvador, el derecho a la educación se con-
templa en el artículo 13. Ahí se entiende primariamente como el derecho
de toda persona a recibir educación, la cual se contempla como una tarea
propia del Estado, de modo que éste es el obligado a satisfacer ese derecho
a recibir educación. No obstante, el párrafo cuarto del mismo artículo dice
que los padres tienen derecho de escoger el tipo de educación que quieren
para sus hijos, lo cual implica que han de existir otras escuelas, además de
las estatales, para que los padres puedan elegir la que quieran para sus hijos.
Esta conclusión la refuerza el párrafo quinto del mismo artículo, que señala
que ninguna de las disposiciones de este artículo sobre la educación pueden
interpretarse como una “restricción a la libertad de los particulares y enti-
dades para establecer y dirigir instituciones de enseñanza, de acuerdo con
la legislación interna” del Estado.
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
también en su artículo 13, se refiere al derecho a la educación, en términos
muy semejantes a los del Protocolo. Contempla este derecho primariamente
como un derecho a recibir educación del Estado, pero acepta, en su tercer
párrafo, que los padres tienen derecho a escoger para sus hijos “escuelas dis-
tintas de las creadas por las autoridades públicas”, siempre que “satisfagan
las normas mínimas que el estado prescriba”. El párrafo cuarto dice (lo que
también dice el Protocolo) que este artículo no pretende restringir la liber-
tad “de los particulares y entidades” para establecer y dirigir escuelas que se
ajusten a las normas mínimas.
14
Cuyo nombre completo es Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos en Materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
3. Derecho de reunión
4. Derecho de asociación
Señala la Convención (artículo 16) que todas las personas “tienen dere-
cho a asociarse libremente” para cualquier fin, y expresamente señala como
posibles y lícitas, las asociaciones con fines “ideológicos, religiosos, políticos,
económicos, laborales, sociales, culturales, deportivos”. Contempla (párrafo
dos) que el ejercicio de este derecho puede restringirse, de la misma mane-
ra (por disposiciones previstas en la ley) y conforme a los mismos criterios
(necesidad para proteger bienes públicos o derechos de tercero) que para
restringir la libertad de manifestar la religión. Tiene un párrafo más (el ter-
cero), que admite que se puedan imponer más restricciones a este derecho,
e incluso la privación del mismo, a los miembros de las fuerzas armadas y
la policía.
El Pacto (artículo 22) tiene una disposición semejante. Señala que “toda
persona tiene derecho a asociarse libremente con otras”, sin señalar fines,
salvo que enfatiza el derecho a “fundar sindicatos”, y contiene un párra-
fo, el cuarto, en el que declara que las disposiciones del Pacto no lesionan
ni restringen la libertad sindical prevista en el Convenio Internacional del
Trabajo (1948). Tiene la misma disposición que la Convención respecto de
las posibles restricciones a este derecho, y también señala que pueden ser
mayores para los miembros de las fuerzas armadas o de la policía, pero, a
diferencia del tratado americano, no contempla la posibilidad de excluir
este derecho a esas personas.
Los tratados nada dicen acerca del reconocimiento jurídico que puedan
tener las asociaciones creadas por los ciudadanos, de modo que esto parece
quedar al arbitrio de la legislación interna. Pero es una experiencia univer-
sal que para que las asociaciones perduren requieren del reconocimiento
15
Convención, artículo 12-3. El Pacto únicamente varía las palabras finales, y en vez de
decir “los derechos o libertades de los demás”, dice “los derechos y libertades fundamentales
de los demás”.
nes en “mayor medida” que la autorizada. Así, una limitación que no fuera
necesaria, pero sí conveniente o muy conveniente para proteger el orden
público, no puede ser una limitación válida de acuerdo con los tratados,
porque no es necesaria.
La Convención da otras reglas para evitar la limitación indebida de
derechos humanos. Dice que el tratado no puede ser interpretado en el sen-
tido de limitar algún derecho o libertad que pudiera estar reconocido por
las leyes nacionales o por otros tratados (artículo 29-b), ni tampoco (artículo
29-d) en el sentido de “excluir o limitar el efecto que puedan producir la
Declaración Americana de Derechos y Deberes del hombre y otros actos in-
ternacionales de la misma naturaleza”; entre esos actos internacionales de la
misma naturaleza cabe pensar en la Declaración sobre la Eliminación de
todas las Formas de Intolerancia y Discriminación fundadas en la Religión o
en las Convicciones. Nótese que esta regla interpretativa de la Convención
no hace que tales declaraciones sean instrumentos jurídicamente vinculan-
tes; simplemente protege que no se elimine el posible efecto que puedan
surtir, que en mi opinión es el de considerarlas como elementos para inter-
pretar válidamente el contenido de los derechos previstos en ella, y especial-
mente del derecho de libertad religiosa.
El Pacto da otra regla interpretativa (artículo 5-2), según la cual no pue-
den admitirse restricciones a los derechos humanos previstos en los tratados,
que pretendan establecerse por virtud de leyes, convenciones, reglamentos o
costumbres, “so pretexto” de que el tratado “no los reconoce o los reconoce
en menor grado”. Esto significa que no se puede restringir un derecho con
la mera afirmación (“so pretexto”) de que el tratado lo reconoce en menor
grado; no se puede, por ejemplo, decir que como este pacto reconoce el de-
recho de manifestar la religión en forma limitada, entonces puede ser válida
cualquier restricción que imponga el Estado.
El artículo 24 constitucional establece otras limitaciones o restricciones.
Dice, en primer lugar, que no hay libertad para practicar actos de culto que
“constituyan un delito o falta penados por la ley”. De acuerdo con los tra-
tados, si un acto de culto constituyera un delito penado por las leyes, estaría
justificado que no hubiera libertad para practicarlo, porque se trataría de
una limitación impuesta en las leyes y necesaria para proteger el orden o la
seguridad pública. Pero no ocurre lo mismo cuando el acto de culto consti-
tuye una “falta”, es decir, la infracción a una disposición administrativa, que
puede constar en un reglamento. En este punto, el artículo 24 constitucional
es más restrictivo que el régimen de los tratados, pero como se trata de una
restricción constitucional, parecería que deberá prevalecer, de acuerdo con
el criterio citado de la Suprema Corte mexicana; pero debe notarse que esta
restricción solo se aplica a la libertad de practicar actos de culto, y no a la de
manifestar la religión por otros actos.
Hay otra restricción introducida con la reciente reforma del artículo 24
constitucional, que de acuerdo con el criterio citado de la Suprema Cor-
te debe prevalecer no obstante las disposiciones de los tratados. Comienza
diciendo el primer párrafo de dicho artículo, que “Toda persona tiene de-
recho a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión, y a
tener o adoptar, en su caso, la de su agrado”. Luego añade que “esta liber-
tad” incluye el derecho de participar en actos de culto. Y termina el párrafo
con esta frase: “Nadie podrá utilizar los actos públicos de expresión de esta
libertad con fines políticos, de proselitismo o de propaganda política”.
Si se entiende la restricción al pie de la letra, se concluye que la cita-
da limitación se refiere a los actos públicos de expresión de la “libertad de
convicciones éticas, de conciencia y de religión”, que es la única “libertad”
que se menciona en el párrafo, de modo que afectaría a quien expresa en
público sus convicciones éticas, sus juicios de conciencia o sus creencias re-
ligiosas.
La restricción es que no se pueden manifestar las convicciones éticas, los
juicios de conciencia o las creencias religiosas “con fines políticos, de pro-
selitismo o de propaganda religiosa”. Esta restricción es muy problemática,
porque se refiere a las intenciones subjetivas de quien manifiesta pública-
mente sus convicciones, juicios o creencias; y el orden jurídico, al menos en
una sociedad democrática, no pretende gobernar las intenciones, sino los
actos externos. ¿Acaso se podría negar a un candidato a un puesto público
de elección popular, mientras está en campaña, el derecho a acudir a un
acto de culto público, o el derecho a pronunciar un discurso donde mani-
fieste sus convicciones éticas, porque eso sería interpretado como un uso de
su libertad con fines políticos o electorales? O si alguien da una conferencia
en algún auditorio público, o emite una opinión en un medio de comunica-
ción, en la que, a partir de sus convicciones éticas o religiosas, hace un juicio
sobre los asuntos políticos del país. ¿Podría decirse que está haciendo un uso
político de su libertad y por lo tanto violando la Constitución?
Me parece que esa nueva restricción está muy mal formulada y que
lo mejor que puede pasar es que no se aplique para que no se convierta la
Constitución mexicana en un instrumento para descalificar a los ciudada-
nos por la expresión de sus convicciones éticas o religiosas.
Es cierto que las restricciones constitucionales, de acuerdo con el citado
criterio de la Corte, deben prevalecer respecto de los tratados. Esto es así en
17
Reforma publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de noviembre de 2012.
el Estado tome las medidas adecuadas para promover ese derecho, para lo-
grar, como dice el citado artículo dos del Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, su “plena efectividad”.
Jorge Madrazo1
47
el ombudsman en méxico 49
1. Independencia
2. Autonomía
4 Fairén Guillén, Víctor, El Defensor del Pueblo –Ombudsman–, t. I: Parte general, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales, 1982, pp. 46 y ss.; Rowat, Donald C., El ombudsman en
el mundo, traducción y apéndice de Carlos Giner de Grado, Barcelona, Teide, 1990, pp. 157-
159; Alfonzo Jiménez, Armando, “La experiencia del Ombudsman en México”, Idea Económica,
México, Universidad Iberoamericana, febrero-marzo-abril de 1996, pp. 54-63.
3. Autoridad moral
4. Neutralidad partidista
el ombudsman en méxico 51
la guerrilla denuncia acoso de las fuerzas armadas y, por otra, el gobierno im-
puta el carácter de delincuentes a quienes se levantaron en armas.
En definitiva, el Ombudsman no solo no debe tener militancia ni simpatía
por partido político alguno, sino que debe seguir un parámetro estricto en su
relación con las distintas fuerzas políticas, trato amable, pero con rigor técni-
co. De lo contrario, el titular se pondrá en vilo y carecerá de autoridad moral.
6. Carácter técnico
el ombudsman en méxico 53
¿Cómo era posible que una instancia del orden público formulara sus decisio-
nes sin que contara con la fuerza del imperio de la ley?
Una institución ajena a nuestra tradición jurídica, ¿para qué?
Pero si ya teníamos el amparo ¡ese sí, un verdadero proceso jurisdiccional
que obliga a las partes a su cumplimiento!
¿Por qué romper la uniformidad? ¿Por qué ir más allá del pensamiento
único?
En efecto, el Ombudsman le generaría comezón a más de uno. Incluso, al-
gún ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación se preguntaba
cómo el Estado iba a ir en contra del mismo Estado.7
Por fortuna, ya en tiempos más avanzados en cuanto a la democratización
del país, es perfectamente aceptable que existan distintas perspectivas del de-
recho.
El derecho en primer lugar es lenguaje. Es decir, discurso. No corresponde
a la exactitud de las ciencias naturales.
Y como discurso, el derecho a base de argumentos, de razonamientos,
claro que puede generar convencimiento.
Si el derecho solo fuera fuerza obligatoria, entonces, la regularidad de los
arreglos entre las personas sería exclusivamente por la vía jurisdiccional, y
esto no es así.
7 Gudiño Pelayo, José de Jesús, El Estado contra sí mismo. Las comisiones gubernamentales de
derechos humanos y la deslegitimación de lo estatal, México, Noriega Editores, 1998.
el ombudsman en méxico 55
8
Alfonzo Jiménez, Armando, La defensa no jurisdiccional de los derechos humanos, cit., p. 53.
9
“Estatutos de la Federación mexicana de organismos públicos de protección y defensa
de los Derechos Humanos”, Gaceta, México, Comisión Nacional de Derechos Humanos,
núm. 41, diciembre de 1993, pp. 11-16.
10 Madrazo, Jorge, “Presentación”, Estatutos de la Federación Iberoamericana de Defensores del
Pueblo, Procuradores, Comisionados y Presidentes de Comisiones Públicas de Derechos Humanos, México,
Impresos Chávez, 1995, pp. 5-7.
el ombudsman en méxico 57
11
AlfonzoJiménez, Armando, “Los medios de comunicación social y la opinión pública:
aliados imprescindibles del Ombudsman”, El Cotidiano, México, año 19, núm. 63, julio-agosto
de 1994, pp. 78-82.
el ombudsman en méxico 59
1. El nuevo sistema
15
Anzures Gurría, José J., “La eficacia horizontal de los derechos fundamentales”, Cues-
tiones Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, México, núm. 22, enero-junio de
2010, pp. 3-51.
el ombudsman en méxico 61
16
Por
ejemplo, durante 2012, de un total de 10,237 casos concluidos solo 75 se refieren a
recomendaciones. Véase Informe de Actividades 2012, México, CNDH, 2013, t. I, pp. 12 y 13.
17
“Retos y perspectivas del sistema nacional de protección no jurisdiccional de los dere-
chos humanos”, Temas y tópicos de derechos humanos, México, CNDH, 1995, pp. 29-40.
el ombudsman en méxico 63
7. La CNDH y su autonomía
el ombudsman en méxico 65
El párrafo noveno del artículo 102, apartado B, impone como una obli-
gación al titular de la CNDH, rendir un informa anual de actividades a los
tres poderes de la Unión: al Legislativo, al Ejecutivo y al Judicial. Desde mi
perspectiva, más como una rendición de cuentas, que en todo caso se jus-
tificaría frente al órgano de designación; es decir, el Legislativo, representa
una magnífica oportunidad para que los medios de comunicación difundan
los resultados obtenidos y para que la opinión pública conozca el trabajo, las
problemáticas y los desafíos que enfrenta el Ombudsman nacional.
el ombudsman en méxico 67
21 Ibidem, p. 318.
el ombudsman en méxico 69
el ombudsman en méxico 71
Ya han pasado más de veinte años desde que se creó el sistema de pro-
tección no jurisdiccional más grande del mundo.
En el recorrer de los años, la actuación de estos órganos no ha estado
exenta de las críticas, unas bien sustentadas y otras de mala fe.
A continuación daremos cuenta de los principales cuestionamientos
que se le han dirigido al Ombudsman en México, y también aprovecharemos
este apartado para referirnos de algunas de las debilidades que advertimos,
a la luz de la reforma constitucional de junio de 2011.
1. Defensores de delincuentes
Los organismos públicos protectores de derechos humanos han sido víc-
timas de campañas de desinformación para colocarlos preponderantemente
24
Alfonzo Jiménez, Armando, “La Comisión Nacional de Derechos Humanos y los
asuntos laborales”, Trabis, México, año 1, núm. 1, enero-febrero de 1997, pp. 4-6.
el ombudsman en méxico 73
2. Órgano burocrático
el ombudsman en méxico 75
26
Corzo Sosa, Edgar, Nueva Ley de Amparo 2013, México, Tirant lo Blanch, 2013, pp. 21
y 22.
Uno de los grandes desafíos que enfrentan las instituciones públicas de-
dicadas a la defensa no jurisdiccional de los derechos humanos es cómo
aumentar su credibilidad y prestigio.
Lo anterior se logra a partir de la designación de los titulares de esos
órganos.
En México, como en otros países, es muy común que se politicen los
nombramientos de los servidores públicos sin importar la trascendencia de
la función de ciertos órganos.
El caso del Ombudsman no es la excepción.
Hemos visto cómo los legisladores de los distintos partidos políticos
aprovechan la oportunidad de designar al titular de ese órgano, para nego-
ciar posiciones para sus allegados o recomendados dentro de su estructura.
Los “representantes” sociales y quienes aspiran al máximo cargo dentro
de la organización del Ombudsman no tienen conciencia ni responsabilidad de
dicha concertación, toda vez que le hacen un gran daño a la institución,
lastiman su autoridad moral.
De ahí la pertinencia de modificar el mecanismo para el nombramiento
del presidente de la CNDH y sus equivalentes en las entidades federativas,
con la participación de los sectores de la sociedad civil, las principales barras
de abogados y las escuelas y facultades de derecho, para que por unanimi-
dad propongan una terna a la Cámara de Senadores, para que este órgano
legislativo lo designe.
Uno de los requisitos básicos que deben observar los candidatos es su
autoridad moral.
También sería crucial que quien ejerza la titularidad de estos organis-
mos no haga caso al “canto de las sirenas” y no acepte ningún otro cargo en
el ámbito público, en especial en las áreas de procuración de justicia.
1. Bibliografía
el ombudsman en méxico 77
2. Otras fuentes
79
taban facultados para garantizar con sus sentencias la vigencia de los dere-
chos humanos o garantías individuales previstas en la Constitución federal.
A continuación presentaré de manera muy puntual las que yo consi-
dero son las principales ambigüedades y certezas del artículo 1o. constitu-
cional reformado en 2011, a dos años de su entrada en vigor. Aunque para
poder señalar y contrastar en qué punto nos encontramos ahora, primero
expondré brevemente cómo estábamos antes de la reforma.
Antes de esta fecha estaba muy claro que lo que teníamos en el país era
un sistema de distribución de competencias legislativas y jurisdiccionales
por órdenes jurídicos o de gobierno. A cada uno de estos ámbitos le corres-
pondían competencias legislativas y jurisdiccionales diferenciadas, por regla
general excluyentes entre sí, y jerarquizadas.
Así, existían en el país cinco órdenes normativos identificados por la
jurisprudencia de la Suprema Corte: el ámbito constitucional, el ámbito
federal, el ámbito local, el ámbito del Distrito Federal, y el ámbito munici-
pal. Mientras que el orden jurídico internacional era identificado como un
ámbito externo a los anteriores.
Entre las tesis de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en las cuales
esta se refiere a la existencia de órdenes jurídicos o de gobierno en México,
cabe citar las siguientes:
1
Época: Novena Época. Registro: 193262. Instancia: Pleno. Tipo Tesis: Jurisprudencia.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: septiembre de 1999, Tomo
X. Materia(s): Constitucional. Tesis: P./J. 95/99. Pág. 709.
105, fracción I, 115, fracciones I y II, 116, primer y segundo párrafos, 122,
primer y segundo párrafos, 124 y 133 de la Constitución Política de los Es-
tados Unidos Mexicanos se advierte la existencia de cinco órdenes jurídicos
en el Estado Mexicano, a saber: el federal, el local o estatal, el municipal, el
del Distrito Federal y el constitucional. Este último establece, en su aspecto
orgánico, el sistema de competencias al que deberán ceñirse la Federación,
los Estados, los Municipios y el Distrito Federal, y corresponde a la SCJN,
como Tribunal Constitucional, definir la esfera competencial de tales órdenes
jurídicos y, en su caso, salvaguardarla.2
Y hasta antes de 2011 estaba claro que las normas jurídicas que in-
tegraban cada uno de los órdenes jurídicos o de gobierno anteriormente
referidos debían ser producidas y salvaguardadas de manera exclusiva solo
por los respectivos órganos legislativos y judiciales propios de cada ámbito.
Sistema vigente hasta 2011 Distribución de competencias legislativas y judiciales, por ámbitos
nominativos de gobierno, diferenciados, excluyentes y jerarquizados
2
Época: Novena Época. Registro: 177006. Instancia: Pleno. Tipo Tesis: Jurisprudencia.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: Octubre de 2005, Tomo
XXII. Materia(s): Constitucional. Tesis: P./J. 136/2005. Pág. 2062.
3
Época:Quinta Época. Registro: 303925. Instancia: Pleno. Tipo Tesis: Tesis Aislada.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo LXXXIX. Materia(s):
Constitucional. Pág. 775.
4
Época: Sexta Época. Registro: 269162. Instancia: Tercera Sala. Tipo Tesis: Tesis Aisla-
da. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: Cuarta Parte, CXXXV,
Materia(s): Común. Pág. 37.
5 Época: Séptima Época. Registro: 242028. Instancia: Tercera Sala. Tipo Tesis: Tesis
Aislada. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo 42 Cuarta
Parte. Materia(s): Común. Pág. 17.
6 Época: Octava Época. Registro: 227091. Instancia: Tribunales Colegiados de Circui-
to. Tipo Tesis: Tesis Aislada. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización:
Tomo IV, Segunda Parte-1, Julio a Diciembre de 1989. Materia(s): Civil. Pág. 318.
7 Época: Octava Época. Registro: 228225. Instancia: Tribunales Colegiados de Circui-
to. Tipo Tesis: Tesis Aislada. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización:
Tomo III, Segunda Parte-1, Enero a Junio de 1989. Materia(s): Constitucional, Administrati-
va. Pág. 228.
2. Otro importante precedente que confirma que hasta el 2011 lo que te-
níamos en el país era un modelo de órdenes jurídicos o de gobierno, diversos,
excluyentes y jerarquizados, lo es el relativo a la Acción de Inconstitucionali-
dad a través de la cual se impugnó el sistema de justicia constitucional local
del estado de Veracruz.
Al resolver este caso, la Suprema Corte de Justicia de la Nación confir-
mó que las normas jurídicas relativas a derechos humanos, previstas en la
Constitución federal, solo podían ser garantizadas por el Poder Judicial de
la Federación, y que en todo caso lo único que podían hacer los Congresos
estatales y los poderes judiciales locales era establecer y defender derechos
humanos distintos a los del ámbito constitucional.
8 Época: Novena Época. Registro: 193558. Instancia: Pleno. Tipo de Tesis: Jurispru-
dencia. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo X, Agosto de
1999. Materia(s): Constitucional. Tesis: P./J. 73/99. Pág. 18.
9 Época: Novena Época. Registro: 193435. Instancia: Pleno. Tipo de Tesis: Jurispru-
dencia. Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo X, Agosto de
1999. Materia(s): Constitucional. Tesis: P./J. 74/99. Pág. 5.
3. Otro precedente que confirma que hasta antes del 2011 lo que tenía-
mos eran diversos órdenes normativos, y que cada uno tenía la competen-
cia exclusiva para producir y defender su propio derecho de los derechos
humanos, es la Acción de Inconstitucionalidad 22/2009. Ésta la promovió
la Comisión Nacional de Derechos Humanos para impugnar la reforma al
Código de Comercio, que suprimía el recuso de apelación en ciertos juicios
mercantiles. En opinión de la CNDH, esta reforma legal era inconvencio-
nal, porque violaba el derecho humano a la doble instancia previsto en la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
Este caso fue resuelto, estableciéndose que ni siquiera la Comisión Na-
cional de Derechos Humanos podía hacer valer ante la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, violaciones directas a los derechos humanos consig-
nados en los tratados internacionales, ya que la Corte mexicana solo puede
conocer de violaciones a la Constitución y no a los tratados internaciona-
les, salvo que la violación al tratado internacional sea impugnada como
una violación indirecta a la Constitución; es decir, como violación a la ga-
rantía constitucional de legalidad prevista en los artículos 14 y 16 de la carta
magna.
10
Época: Novena Época. Registro: 186307. Instancia: Pleno. Tipo Tesis: Tesis Aislada.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo XVI, Agosto de 2002.
Materia(s): Constitucional. Tesis: P. XXXIII/2002. Pág. 903.
Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán
de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las ga-
rantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspender-
se, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de confor-
midad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia
favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia.
Todas las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obli-
gación de promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos
de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indi-
visibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, in-
vestigar, sancionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los
términos que establezca la ley.
11
Época:
Novena Época. Registro: 161410. Instancia: Pleno. Tipo Tesis: Jurisprudencia.
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta. Localización: Tomo XXXIV, Agosto de
2011. Materia(s): Constitucional. Tesis: P./J. 31/2011. Pág. 870.
1. Perspectiva “convencionalista”
humanos,12 sino sobre todo, el efecto más relevante es que ahora, en la me-
dida en que los derechos humanos consignados en tratados internacionales
forman parte de la Constitución, en esa medida deben ser defendidos por
la Suprema Corte de Justicia de la Nación y por todos los jueces nacionales,
no solo ante violaciones indirectas —garantía de legalidad—, sino también
ante violaciones directas a su contenido. Además de que tampoco puede
considerarse a las normas originalmente constitucionales como superiores
o supremas sobre los tratados internacionales en materia de derechos hu-
manos, ya que ambos tipos de normas, en la medida en que pertenecen a la
Constitución, tienen por lo tanto la misma jerarquía que corresponde a to-
das las normas de ese cuerpo normativo.
Otro aspecto importante de la perspectiva “convencionalista” radica en
que esta entiende al principio pro persona en sentido amplio, y no en sen-
tido restringido. Esto es, como principio de interpretación, como principio
de aplicación y como principio de validez. Cada uno de estos aspectos del
principio pro persona apunta a cosas distintas.
El principio pro persona se entiende en sentido amplio cuando incluye
las tres siguientes facetas:
1. Como principio de interpretación. Según el cual cuando existan diversas
interpretaciones en torno a una misma norma, se debe preferir la más favo-
rable a los derechos humanos.
Por ejemplo, una norma procesal penal que otorgue legitimación a la
víctima u ofendido por un delito, para apelar “solo respecto de la acción
reparadora”,13 puede entenderse al menos de dos formas:
instrumentos internacionales de derechos humanos, firmados y ratificados por México 1921-2003, México,
Comisión Nacional de Derechos Humanos, 2003; compilan en dos tomos 30 instrumentos
declarativos, y 76 tratados internacionales de derechos humanos, firmados y ratificados por
México.
13
El artículo 384 del Código de Procedimientos Penales para el Estado de Nuevo León
establece: “Tendrán derecho a apelar […] III.- El ofendido o su legítimo representante, res-
pecto a la acción reparadora, y sólo en lo relativo a ésta”.
plia en favor de las comunidades indígenas, y toda vez que esta aplicación
más favorable no se traduce en restricción injustificada del derecho humano
de nadie más.
3. Como principio de validación. El principio pro persona consistirá en que
frente a dos normas jurídicas relativas a derechos humanos, que establezcan
contenidos contradictorios, deberá desaplicarse o declararse la invalidez
—dependiendo de la vía procesal intentada— de la norma menos favorable
al derechos humanos, y en consecuencia deberá considerarse o declararse
la primacía de la más favorable.
Para ilustrar este caso, cabe referirse al tema del arraigo en materia pe-
nal, el cual está regulado tanto por normas constitucionales como por nor-
mas de tratados internacionales. Pero la Constitución federal, en su artículo
16, establece que el arraigo se puede autorizar incluso “para asegurar el
éxito de la investigación”,16 y esto resulta contradictorio con los derechos
humanos de libertad y tránsito, establecidos en la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, principalmente en sus artículos 7.5, 8.2 y 22.1. Y
de hecho, la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación, antes de que el
arraigo se constitucionalizara, también se había pronunciado en el sentido
de que la figura cautelar del arraigo era violatoria de los antes referidos de-
rechos humanos de libertad y tránsito previstos en la propia Constitución.17
II.- Las consultas llevadas a cabo en la aplicación de este Convenio deberán efectuarse
de buena fe y de una manera apropiada a las circunstancias, con la finalidad de llegar a un
acuerdo o lograr el consentimiento acerca de las medidas propuestas”.
16 “Artículo 16 – […] La autoridad judicial, a petición del Ministerio Público y tratándose
de delitos de delincuencia organizada, podrá decretar el arraigo de una persona, con las mo-
dalidades de lugar y tiempo que la ley señale, sin que pueda exceder de cuarenta días, siempre
que sea necesario para el éxito de la investigación, la protección de personas o bienes jurídicos,
o cuando exista riesgo fundado de que el inculpado se sustraiga a la acción de la justicia…”.
17 Las tesis del Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que establecieron la
inconstitucionalidad del arraigo son las siguientes:
Arraigo penal. El artículo 122 bis del Código de Procedimientos Penales
del Estado de Chihuahua que lo establece, viola la garantía de libertad per-
sonal que consagran los artículos 16, 18, 19, 20 y 21 de la Constitución fe-
deral (Novena Época. Registro: 176030. Instancia: Pleno. Tesis Aislada. Fuente: Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta. XXIII, Febrero de 2006, Materia(s): Constitucional, Penal.
Tesis: P. XXII/2006. Página: 1170).
Arraigo penal. El artículo 122 bis del Código de Procedimientos Penales
del Estado de Chihuahua que lo establece, viola la libertad de tránsito con-
sagrada en el artículo 11 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos (Novena Época. Registro: 176029. Instancia: Pleno. Tesis Aislada. Fuente: Se-
manario Judicial de la Federación y su Gaceta. XXIII, Febrero de 2006, Materia(s): Constitucional,
Penal. Tesis: P. XXIII/2006. Página: 1171).
2. Perspectiva “soberanista”
La elección de los gobernadores de los Estados y de las Legislaturas Locales será directa
y en los términos que dispongan las leyes electorales respectivas.
Los gobernadores de los Estados, cuyo origen sea la elección popular, ordinaria o extraor-
dinaria, en ningún caso y por ningún motivo podrán volver a ocupar ese cargo, ni aun con el
carácter de interinos, provisionales, sustitutos o encargados del despacho.
Nunca podrán ser electos para el período inmediato:
a) El gobernador sustituto constitucional, o el designado para concluir el período en caso
de falta absoluta del constitucional, aun cuando tenga distinta denominación;
b) El gobernador interino, el provisional o el ciudadano que, bajo cualquier denomina-
ción, supla las faltas temporales del gobernador, siempre que desempeñe el cargo los dos
últimos años del periodo”.
19
“Artículo 23. Derechos Políticos
1. Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades:
a) de participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de
representantes libremente elegidos;
b) de votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por sufragio uni-
versal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los elec-
tores, y
c) de tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su
país.
2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a que se refiere
el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma,
instrucción, capacidad civil o mental, o condena, por juez competente, en proceso penal”.
del derecho a ser votado, y sin que esta mayor protección se traduzca en
agravio o restricción de otro derecho humano.20
A mayor abundamiento, cabe mencionar que en Latinoamérica ya han
existido dos casos en que las Constituciones han sido declaradas inconven-
cionales por cláusulas de no reelección. Uno de estos casos es la sentencia 509
de 2009 de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Ni-
caragua, la cual resolvió el Amparo 602/2009, promovido contra de una
decisión del Consejo Supremo Electoral de la República de Nicaragua, en
el que no se reconocía la posibilidad de reelección al presidente y vicepresi-
dente de la República, así como al alcalde y vicealcalde municipal. El otro
caso es el de la Acción de Inconstitucionalidad 2771 de 2003, en el que la
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica resolvió
en torno a la constitucionalidad de una reforma parcial que prohibió la re-
lección. En esta última sentencia se razonó:
20
Aunque permitir la relección sea contrario, por ejemplo al principio de equidad en la
contienda electoral, debe tenerse presente que este principio no es un derecho humano; y
que los derechos humanos solo pueden restringirse para asegurar la vigencia de otro, no para
garantizar la prevalencia de un diseño político.
21
Corte
Suprema de Justicia de Costa Rica. Sala Constitucional. Acción de Inconstitu-
cionalidad 2771 -03. Sentencia del 4 de abril de 2003. Resultando 9 y considerando VI.
22
Específicamente sobre la evolución en Alemania, del enfrentamiento entre la Cor-
te Nacional y la Corte Europea, puede verse Matthias Hartwig, “Much AdoAbout Hu-
man Rights: The Federal Constitutional Court Confronts the European Court of Human
Rights”, German Law Journal, en http://www.germanlawjournal.com/article.php?id=600.
tivo de derecho, y no era sino hasta las instancias de amparo cuando podían
acceder a un derecho enriquecido y a una justicia completa.
Gracias a la reforma de 2011, todo ello cambió en una dimensión po-
sitiva, pues ahora en todo México, y en todos sus ámbitos normativos y
de gobierno, rige un Estado constitucional y democrático de derecho, en
donde los juzgadores están obligados a aplicar un derecho garantista y a ser
cogarantes de constitucionalidad.
Todo lo cual se traduce en importantes beneficios tanto para la doctrina
jurídica como para los jueces locales y federales, la Suprema Corte de Justi-
cia de la Nación, y primordialmente para los justiciables.
I. Introducción
Jorge Carpizo nos legó un excelente estudio sobre la interpretación del ar-
tículo 133 constitucional, realizándola a través de los métodos histórico y
exegético.
Históricamente ubica al principio de supremacía constitucional a partir
del estudio de organizaciones sociales antiguas, como la polis griega, la civitas
romana, el Estado-nación de la Edad Media y en la Edad Moderna, don-
de surgen ideas renacentistas ilustradas y nuevas concepciones del Estado,
como las de Maquiavelo y Jean Bodin.
En el esquema que nos presenta Carpizo sobre la evolución del prin-
cipio de supremacía constitucional, cuya dinámica histórica evoluciona en
forma de espiral, como dice Juan Bautista Vico, es el movimiento histórico,
estudia a la Constitución como ley suprema, ideario de un pueblo y princi-
pio y fin del orden normativo.
La idea de que nadie ni nada puede estar sobre la Constitución fue
concebida desde la antigüedad. En Grecia eran sancionados quienes elabo-
raban leyes contrarias a la Constitución; en Roma, la supremacía constitu-
cional se representaba en la majestas. Quien faltaba a este principio cometía
el delito político de sedición y se le aplicaba la pena capital, como aconteció
en el proceso a Jesús de Nazareth, en tiempo del emperador Tiberio. En
su evolución, el principio de supremacía se encuentra vinculado a la idea
* Doctor en derecho con mención honorífica por la Universidad Nacional Autónoma de
México.
99
1
Carpizo, Jorge, Estudios constitucionales, México, Porrúa, 2012, p. 3.
titución mediante una ley ordinaria. Entre estas alternativas no hay término
medio. La Constitución es, o bien una ley suprema, inmodificable por medios
ordinarios y como las otras leyes es modificable cuando la legislatura quiera
modificarla. Si la primera parte de la alternativa es exacta, entonces un acto
legislativo contrario a la Constitución no es una ley; si la segunda parte es
exacta entonces las constituciones escritas son tentativas absurdas por parte
del pueblo para limitar el poder que en su propia naturaleza es limitable. Evi-
dentemente todos los que han elaborado constituciones escritas las consideran
como ley fundamental y suprema de la nación y consecuentemente la teoría
de cada uno de tales gobiernos debe ser la de que un acto de la legislatura re-
pugnante a la Constitución es invalido.2
Art. 126. Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen
de ella y todos los tratados hechos ó que se hicieren por el Presidente de la Re-
pública, con aprobación del Congreso, serán la ley suprema de toda la Unión.
Los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados
a pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en las constituciones
o leyes de los Estados.
2 Ibidem, p. 4.
Art. 133. Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen
de ella y todos los tratados que estén de acuerdo con la misma celebrados y
que se celebren por el Presidente de la República, con aprobación del Se-
nado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los jueces de cada Estado se
arreglarán a dicha Constitución, leyes o tratados a pesar de las disposiciones
en contrario que pueda haber en las constituciones o leyes de los Estados.
Ibidem,
3 p. 12.
Ibidem,
4 p. 15.
Capítulo V
De la Igualdad, Seguridad, Propiedad
y Libertad de los Ciudadanos
Art. 24. La felicidad del pueblo y de cada uno de los ciudadanos consiste
en el goce de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad. La integra conser-
vación de estos derechos es el objeto de la institución de los gobiernos y es
único fin de las asociaciones políticas.
Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todo individuo gozará de las
garantías que otorga esta constitución las cuales no podrán restringirse ni
suspenderse sino en los casos y con las condiciones que ella misma establece.
6
Adler, Alfred, Conocimiento del hombre, Madrid, Espasa, 1984, p. 12.
otros y los del público en general. Este es un principio universal de todas las
sociedades civilizadas.7
Ibidem,
7 pp. 128 y 129.
8
Sánchez Vázquez, Adolfo, Del exilio en México, México, Grijalbo, 1977, p. 85.
9
Carpizo, Jorge, op. cit., p. 490.
Ibidem,
10 p. 492.
Ibidem,
11 p. 335.
paro, que sigue siendo el mejor instrumento para la defensa de los derechos
humanos.
3. El prestigio del ideario de los constituyentes de 1857 trascendió en los
programas revolucionarios que fundaron el liberalismo social que impulsó
Ignacio Ramírez, estableciendo las bases del nuevo agrarismo de redención,
el derecho del trabajo, el derecho a la educación y los cambios de la Revolu-
ción mexicana, confirmando en sus términos el contenido de la supremacía
constitucional, de las garantías individuales y del juicio de amparo, así como
la reafirmación del Estado democrático, federal, representativo, la fortaleza
de lo republicano y la proyección del Estado constitucional de derecho que
actualmente se aplica y desarrolla en México.
4. El constitucionalismo mexicano es una forja del estudio y experien-
cias académicas de la postulancia y de la judicatura que brillaron en el siglo
XIX, y solo por citar algunas personalidades que brillaron en aquel tiempo
de la construcción de la nacionalidad e identidad nacional mencionamos a
José María Luis Mora, Manuel Crescencio Rejón, Mariano Otero, Benito
Juárez, Melchor Ocampo, Ignacio Manuel Altamirano, Ponciano Arriaga,
León Guzmán, José María Iglesias, Ignacio Luis Vallarta, Emilio Rabasa,
entre otros múltiples juristas que podríamos mencionar, que fueron intér-
pretes y defensores de los postulados constitucionales de la libertad forjados
por los liberalismos individual y social de los siglos XIX y XX.
Entre los grandes juristas impulsores del constitucionalismo mexicano
sobresalen dos que hacen parteaguas en la forja del ideario que integra el
tema que se ha convertido en permanente: la reforma constitucional; ellos
son los eminentes constitucionalistas Héctor Fix-Zamudio y Jorge Carpizo
Mc-Gregor, cuyas aportaciones para la interpretación, aplicación y proyec-
ción de los postulados constitucionales forman parte de la jurisprudencia
científica mexicana, haciendo escuela, como lo hicieron en sus respectivas
academias Sócrates, Platón y Aristóteles durante el esplendor de la filosofía
griega.
En México, la investigación jurídica ha fincado su claustro en el Insti-
tuto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México, al que pertenecen los discípulos de los ilustres maestros constitu-
cionalistas Fix y Carpizo, quienes con sus obras prestigian a la investigación
jurídica que se difunde por el mundo en varios idiomas, ilustrando a todo
interesado en las distintas temáticas que son presentadas en las diferentes
formas editoriales que tratan sobre la interpretación constitucional del con-
trol difuso de la convencionalidad, los derechos humanos, etcétera.
En vista de que el constitucionalismo mexicano es una corriente filosó-
fica jurídica que ha construido la arquitectura temática del derecho consti-
tucional del siglo XXI sobre la que se sustenta nuestra Constitución, estimo
que en el mundo global del cambio constitucional y del nuevo tratamiento
de los derechos humanos, incorporados en la reforma de 2011, México in-
gresa al nuevo paradigma de protección de lo humano, que dignifica y ga-
rantiza la libertad.
Con la inteligencia de sus constitucionalistas, México está preparado
para que en el mundo de la globalización se vincule a los países que avan-
zan en el desarrollo del nuevo Estado constitucional de derecho, acondi-
cionando su vida democrática para lograr un mayor respeto a los derechos
humanos.
Una vez promulgada la reforma constitucional de 2011, en materia de
derechos humanos y sus garantías y la expedición de la Ley de Amparo,
México cuenta con los postulados de constitucionalidad y las reglas de lega-
lidad, y procede a elaborar los instrumentos o reglas procesales para que en
todas las instancias las autoridades hagan realidad los beneficios de la tutela
de los derechos humanos, observando, aplicando y cumpliendo todas aque-
llas disposiciones de constitucionalidad y convencionalidad que integran el
bloque de constitucionalidad, que comprenden al derecho interno y el de
los tratados internacionales que tutelan a los derechos humanos en los ám-
bitos nacional e internacional.
V. Bibliografía
117
3
Prohibiendo, por ejemplo, las actividades de una asociación islamista que preconiza el
recurso a la violencia para aniquilar el Estado de Israel (decisión de 12 de junio de 2012 en
el asunto Hizb Ut-Tahrir y otros contra Alemania).
4 Sirva como ejemplo la sentencia del 14 de febrero de 2006 (asunto Partido Popular
Demócrata-Cristiano contra Moldavia) en la que el Tribunal calificó como violación del ar-
tículo 11 la prohibición durante un mes de las actividades de un partido de la oposición que
había organizado una serie de reuniones para protestar contra la propuesta gubernamental
de hacer obligatorio el estudio de la lengua rusa en la escuela.
5 Una valoración global de esta jurisprudencia puede verse en Saíz Arnaiz, A., “La di-
solución de partidos políticos y el derecho de asociación: el test de convencionalidad (artículo
11 CEDH)”, Actualidad Jurídica Aranzadi, 25 de mayo de 2002, pp. 24 y ss.
nista alemán, que había sido disuelto un año antes. El punto de partida de
esta doctrina es la afirmación del pluralismo político como valor esencial
del sistema democrático y la garantía del ejercicio colectivo de la libertad
de expresión, que no solo vale para las informaciones o ideas acogidas fa-
vorablemente o consideradas como inofensivas o indiferentes, sino también
para las que molestan o inquietan, siempre que se defiendan por medios
pacíficos.6 Y siempre bajo la premisa de que es el derecho nacional el que
debe interpretarse a la luz del Convenio y no a la inversa.
A la hora de valorar la imperiosa necesidad de la injerencia en los tér-
minos del artículo 11.2, los Estados disponen de un margen de apreciación
reducido, a lo que hay que sumar un control europeo riguroso, que se pro-
yecta a la vez sobre la ley y sobre las decisiones que la aplican, incluidas
las dictadas por tribunales independientes. Cuando ejerce este control, el
Tribunal no pretende sustituir a los tribunales internos competentes, sino
verificar desde el ángulo del artículo 11 las decisiones que estos han tomado.
Las claves de esta orientación jurisprudencial ya se vislumbran en la
primera de estas sentencias, la dictada en el caso Partido Comunista Uni-
ficado de Turquía (TBKP) contra Turquía, el 30 de enero de 1998. Esta
organización había sido disuelta por el Tribunal Constitucional turco en
1991, fundamentalmente porque incluía en su denominación un término
legalmente prohibido “comunista” y porque había promovido actividades
susceptibles de atentar contra la integridad territorial del Estado y la uni-
dad de la nación. Subraya que los estatutos y el programa del TBKP par-
tían de la distinción entre kurdos y turcos, lo que no podía admitirse en el
seno de una República en la que todos sus habitantes, cualquiera que fuera
su origen étnico, eran de nacionalidad turca. Lo que se proponía, en reali-
dad, era el reconocimiento de una minoría nacional dentro de un Estado,
cuya Constitución consagra la unidad de la nación turca y excluye la auto-
determinación o la autonomía de cualquier región. Dividir la nación turca
no es un objetivo admisible y justificaría su disolución.
El TEDH descarta como motivo de la disolución la utilización del tér-
mino “comunista” en la denominación del partido, porque no puede am-
pararse en ninguna de las finalidades previstas en artículo 11.2. Pero ad-
mite que la distinción que se hace entre turcos y kurdos podría justificar
la injerencia como medida destinada a proteger la integridad territorial y la
seguridad nacional. Se trata entonces de averiguar si la disolución era ne-
6 En el caso de los partidos políticos se hace aún más evidente la conexión entre la li-
bertad de asociación, la libertad de expresión y el buen funcionamiento de una democracia
abierta y pluralista, único modelo político compatible con el Convenio. Su contribución al
debate político es insustituible (caso Lingens contra Austria, sentencia del 8 julio de 1986).
8 Sobre la extinción del mandato parlamentario, sanción impuesta a los diputados del
DEP en aplicación del artículo 84 de la Constitución turca, que prevé esa medida como con-
secuencia automática de la disolución del partido, se pronunció el Tribunal en el caso Selim
Sadak y otros contra Turquía, del 11 de junio de 2002. Pero lo hizo desde la perspectiva del
artículo 3o. del Protocolo núm. 1 del Convenio (constatando la falta de proporcionalidad de
una medida tan severa, que restringe indebidamente el derecho al sufragio activo y pasivo) y
no bajo el ángulo de la libertad de asociación.
9 Una jurisprudencia que se mantiene inalterable en lo que concierne a los partidos de
corte nacionalista. En el asunto Partido Socialista de Turquía (STP) y otros contra Turquía,
del 12 de noviembre de 2003, el Tribunal volvió a estimar la demanda presentada por un
partido kurdo, disuelto un año después de su fundación. Véase también el caso Partido de la
Democracia y de la Evolución y otros contra Turquía, del 26 de abril de 2005.
10
Véase el comentario de García Roca, J., “La problemática disolución del Partido de la
Prosperidad ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos: Estado constitucional y con-
trol de las actuaciones de partidos fundamentalistas”, Revista Española de Derecho Constitucional,
núm. 65, 2002, pp. 295 y ss.
11
Sobre esta paradoja véase Fontana, G., “La tutela costituzionale de la società demo-
cratica tra pluralismo, principio di laicità e garanzia dei diritti fondamentali (La Corte eu-
ropea dei diritti dell’uomo e lo scioglimento del Refah Partisi)”, Giurisprudenza Costituzionale,
núm. 1, 2002, pp. 388-391. A su juicio, el único valor insuprimible del pluralismo es la
exigencia de mantener efectivas las condiciones de la libre confrontación entre posiciones y
visiones diversas (el núcleo del método o procedimiento democrático), de modo que ninguna
de ellas pueda prevalecer y anular las otras de forma irreversible. Una indiscriminada e ilimi-
tada profesión de tolerancia acaba por hacer el juego a los intolerantes. La cuestión estriba
en fijar concretamente el límite traspasado, el cual las manifestaciones de disidencia política
se consideran incompatibles con los valores democráticos.
12
El gobierno turco señala que varias Constituciones europeas (Italia o Alemania, por
ejemplo) adoptan la fórmula de la democracia militante, reconociendo la posibilidad de
reprimir aquellas formaciones políticas que infrinjan el deber de lealtad hacia el sistema
democrático y utilicen abusivamente la libertad de asociación.
13
Al imponer esta segunda condición “sustantiva”, el Tribunal parece apartarse de una
visión exclusivamente procedimental o relativista de la democracia. Hay valores inderoga-
bles, como la garantía de los derechos fundamentales, que operan como criterios de legitima-
ción de la democracia política (Fontana, G., op. cit., p. 391).
Como pone de relieve G. Fontana (op. cit., pp. 393 y 394), a la hora de valorar esta
14
decisión conviene tener muy presentes las particulares circunstancias del ecosistema político
turco, que influyeron en los jueces de Estrasburgo, llevándoles al convencimiento de que la
instauración de un régimen teocrático no era una hipótesis inverosímil. A juicio de García
Roca (op. cit., p. 303), solo conociendo a fondo la realidad del país podía medirse cabalmente
la entidad real de la amenaza que representaba el Refah. De ahí que recomiende en esta
materia un control de mínimos y no estricto por parte del TEDH.
15
Una conclusión que no compartieron los jueces que formularon la opinión disidente a
la sentencia dictada en su día por la Sala. A su juicio no se había aportado ninguna prueba
de que, una vez en el gobierno, el partido hubiera tomado medidas encaminadas a instaurar
un sistema incompatible con el Convenio. En la misma línea, García Roca (op. cit., pp. 309 y
ss.) cree que el punto débil de la sentencia es que se construye a partir de un juicio de inten-
ciones, de una predicción sobre el futuro comportamiento del partido disuelto, cuyo acierto
nunca podrá verificarse.
16
La sentencia de la Gran Sala se dicta por unanimidad, un dato digno de ser reseñado
a la vista de la frágil mayoría que avaló la decisión de 2001, y va acompañada de dos opi-
niones concordantes. La doctrina establecida en torno a la incompatibilidad del proyecto
rismo; colaborar habitualmente o apoyar desde las instituciones en las que se gobierna… las
entidades o grupos que actúan de forma sistemática de acuerdo con una organización terro-
rista; promover o participar en actividades que tengan por objeto homenajear o distinguir
las acciones terroristas o a quienes las cometen…). En este supuesto, la decisión corresponde
a la Sala especial del Tribunal Supremo regulada en el artículo 61 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial. Esta Sala es, de alguna manera, un pleno reducido del Supremo, ya que la
preside su propio presidente y están presentes todas las Salas que lo componen, a través de
sus respectivos Presidentes y de dos de sus magistrados, el más antiguo y el más moderno de cada
una de ellas.
Se establece pues un procedimiento judicial de ilegalización de un partido por prestar
apoyo o cobertura política al terrorismo, por ser un instrumento político de una organización
terrorista, que es distinto del que se prevé en el Código Penal para disolver las asociaciones
ilícitas. ¿Por qué? La respuesta la encontramos en la Exposición de Motivos de la LOPP:
“resulta indispensable identificar y diferenciar con toda nitidez aquellas organizaciones que
defienden y promueven sus ideas y programas, cualesquiera que éstas sean, incluso aque-
llas que pretenden revisar el propio marco institucional, con un respeto escrupuloso de los
métodos y principios democráticos, de aquellas otras que sustentan su acción política en la
connivencia con la violencia, el terror, la discriminación, la exclusión y la violación de los
derechos y de las libertades”. Y añade: “La presente Ley,… a diferencia de otros ordena-
mientos, parte de considerar que cualquier proyecto u objetivo se entiende compatible con
la Constitución, siempre y cuando no se defienda mediante una actividad que vulnere los
principios democráticos o los derechos fundamentales de los ciudadanos”. Y recuerda que
“no se trata, con toda evidencia, de prohibir la defensa de ideas o doctrinas, por más que éstas
se alejen o incluso pongan en cuestión el marco constitucional”. El eje sobre el que pivota el
razonamiento del legislador es la distinción entre fines y medios. No se proscriben ideologías
o proyectos políticos, sino todo lo contrario: se trata de garantizar que todas las ideas puedan
expresarse y defenderse libremente, en condiciones de igualdad. Precisamente por eso la Ley
contempla como causas de ilegalización determinadas conductas o actuaciones, y no fines u
objetivos programáticos.
18
El gobierno vasco presentó un recurso de inconstitucionalidad contra varios preceptos
de la LOPP, que fue desestimado mediante la STC 48/2003, del 12 de marzo. En una deci-
sión unánime, el Tribunal Constitucional avaló la constitucionalidad de esta regulación: “no
es constitucionalmente rechazable que un partido que con su actuación ataca el pluralismo,
poniendo en peligro total o parcialmente la subsistencia del orden democrático, incurra en
causa de disolución”. La sentencia, además de afirmar tajantemente que en el ordenamiento
español no tiene cabida una “democracia militante”, desmonta uno a uno los argumentos es-
grimidos por el gobierno vasco. En primer lugar, la LOPP no es una ley singular, con un úni-
co destinatario perfectamente identificado. Si entendemos por ley singular aquella dictada
en atención a un supuesto de hecho concreto y singular, que agota su contenido y eficacia en
la adopción y ejecución de la medida tomada por el legislador ante ese supuesto de hecho, sin
que pueda extenderse a otro, la LOPP no solo es general formalmente, por el modo en que
se halla formulada (la nueva Ley regula el régimen jurídico de los partidos, derogando la an-
terior), sino que también lo es materialmente, porque contempla, en abstracto, una serie de
conductas cuya realización podría determinar la disolución de cualquier partido presente o
futuro, de un signo o de otro. Su contenido no se agota en un supuesto singular e irrepetible.
La Ley prevé un procedimiento judicial en el que habrá de probarse la efectiva concurrencia
de las causas de disolución descritas. La aprobación de la ley no determina por sí misma la
disolución de ningún partido (no es una ley autoaplicativa). Es innegable que la configura-
ción de buena parte del artículo 9 se hizo teniendo en cuenta la trayectoria y la actividad de
un concreto partido vasco. Y que la voluntad de ilegalizar dicho partido está en el origen
de la Ley. Pero lo que determinará su constitucionalidad o inconstitucionalidad no será esa
percepción circunstancial, sino el alcance objetivo de la ley finalmente adoptada, cuya ratio
no se limita a responder a las inquietudes de la ocasión, sino que pretende perdurar en el
tiempo. En cuanto a la supuesta irretroactividad de la LOPP, en ningún supuesto se prevé
el enjuiciamiento de actividades y conductas anteriores a su entrada en vigor. Sólo se con-
sideran relevantes las posteriores. Otra cosa es que, a efectos de determinar la significación
de tales actividades y valorar su relevancia, pueda tomarse en consideración lo que la Ley
llama su “trayectoria” (art. 9.4). Finalmente, en respuesta a la objeción de falta de propor-
cionalidad de la medida de disolución prevista por la ley, puesto que no se han previsto otras
medidas menos drásticas o gravosas, el Tribunal recuerda que ninguna de las conductas
descritas en el artículo 9o. de la LOPP determina aisladamente la disolución. Para que ésta
pueda tener lugar es preciso que sean realizadas “de forma reiterada y grave” (art. 9.2). Son
todas ellas conductas de especial gravedad. Además, la existencia de un partido que apoya
la violencia terrorista pone en peligro la subsistencia del orden constitucional, y frente a ese
peligro no parece que pueda aplicarse otra sanción que la disolución.
19
El procedimiento previsto en la LOPP se aplicó por primera vez para disolver los
partidos Batasuna, Herri Batasuna y Euskal Herritarrok, ilegalizados mediante la sentencia
de la Sala especial del TS de 27 de marzo de 2003. El abogado del Estado, en nombre del
gobierno español, y el fiscal general del Estado presentaron sus demandas ante el TS el 2
de septiembre de 2002. Poco antes, el 26 de agosto de 2002, el Pleno del Congreso había
instado, sin ningún voto en contra, la ilegalización de Batasuna, HB y EH. La Sala hizo un
esfuerzo considerable a la hora de subsumir los hechos en las distintas causas legales. Era
una disolución anunciada, dadas las pruebas reunidas que demostraban su connivencia con
ETA. Batasuna no era, en rigor, una organización “política”. Era el frente político de una
organización terrorista. Aunque esa era una convicción moral que todo el mundo compartía,
había que levantar el velo para desenmascarar a los cómplices de ETA y poner en evidencia
el papel de Batasuna en la estrategia del terror. Para el Tribunal Supremo, existía una coinci-
dencia esencial entre los tres partidos encausados y ETA, a cuyo control estaban sometidos.
En realidad sólo existía un sujeto real, la organización terrorista ETA, que se escondía detrás
de estas tres formaciones aparentemente distintas creadas en diversos momentos. Lo que ha-
bía era simplemente un reparto consciente de tareas entre el terrorismo y la política, siendo
la justificación de la necesidad del terrorismo una de las funciones encomendadas a HB y
Batasuna. Para llegar a esta conclusión, se basó en elementos de prueba que demostraban
la existencia de esos vínculos jerárquicos, de ese control, como la participación en el proceso
de nombramiento de los más altos responsables de HB y sus sucesoras o la condena de varios de
sus miembros por delitos relacionados con el terrorismo. En definitiva, el Supremo consideró
que se habían aportado elementos de prueba suficientes, posteriores a la entrada en vigor de
la LOPP, que demostraban que los partidos en cuestión eran instrumentos de la estrategia
terrorista de ETA, que daban complemento y apoyo político, soporte institucional, a la lucha
armada (declaraciones de sus máximos responsables, participación en manifestaciones de
apoyo a terroristas, pancartas y fotos de presos en fachadas de ayuntamientos gobernados
por Batasuna, nombramiento de terroristas como hijos predilectos por esos mismos ayunta-
mientos, negativa a condenar los atentados terroristas o la violencia de persecución; acoso a
los concejales de los partidos no nacionalistas). La Sala estimó que esas conductas encajaban
acoge íntegramente las tesis del gobierno español y avala, sin el menor titu-
beo, los argumentos de los tribunales españoles. No solo sorprende la con-
tundencia con que rebaten las alegaciones de los demandantes, sino que pa-
rece incluso que va más lejos de lo que sostienen las autoridades españolas al
concluir que el modelo de sociedad propugnado por dichos partidos estaría
en contradicción con el concepto de “sociedad democrática”, dando a en-
tender que el proyecto político que defienden es incompatible con la demo-
cracia, una afirmación que los tribunales españoles no se atrevieron a hacer.
Los partidos demandantes alegaban que su disolución había vulnera-
do, entre otros, sus derechos a la libertad de pensamiento, de expresión y
de asociación. Se quejaban asimismo de que se les había aplicado una ley
ad hoc de forma retroactiva. El Tribunal aplica el test habitual para deter-
minar si la intromisión en el ejercicio de su libertad de asociación estaba
justificada. Para ello tiene que cumplir tres condiciones: estar prevista en
la ley, que tenga como objetivo uno de los fines legítimos enunciados en el
artículo 11.2 del CEDH y que sea necesaria, en una sociedad democrática,
para alcanzar esos fines.
En cuanto al primer requisito, constata que la ley en litigio entró en
vigor el 29 de junio de 2002, y que la disolución de los partidos políticos
demandantes tuvo lugar el 27 de marzo de 2003. A su juicio, la LOPP defi-
nía de forma suficientemente precisa los comportamientos capaces de pro-
vocar su disolución judicial. Con respecto a la queja relativa a la aplicación
retroactiva de la ley, recuerda que el artículo 7.1 del Convenio garantiza la
irretroactividad únicamente en los procesos penales. En cualquier caso, los
actos tenidos en cuenta por el TS para acordar la disolución se realizaron
entre el 29 de junio y el 23 de agosto de 2002, es decir, después de la entrada
en vigor de la LOPP.
En relación con la exigencia de que la medida persiga una finalidad
legítima, los demandantes sostenían que el fin de la disolución era ilegítimo
en los supuestos previstos en varios de los apartados del artículo 9.3 de la ley. Esa primera
aplicación a un concreto supuesto de hecho del artículo 9o. de la LOPP fue convalidada por
el Tribunal Constitucional en sus sentencias 5 y 6/2004, del 16 de enero. Dos decisiones
unánimes en las que se rechazan las diversas alegaciones formuladas por los dos partidos
recurrentes, y en particular el reproche de una supuesta aplicación retroactiva de la LOPP. El
Tribunal aclara que el proceso se puso en marcha por conductas realizadas con posterioridad
a su entrada en vigor, aunque eso no supone hacer tabla rasa de la trayectoria anterior a efec-
tos de acreditar la connivencia con el terrorismo. Con posterioridad, el Tribunal Supremo
decretó la disolución de otros dos partidos, Acción Nacionalista Vasca (ANV) y Partido Co-
munista de las Tierras Vascas (PCTV), mediante sendas sentencias del 22 de septiembre de
2008. Los recursos de amparo contra ambas sentencias fueron desestimados por el Tribunal
Constitucional mediante dos sentencias fechadas el 29 de enero de 2009.
21
La exigencia de un número mínimo de miembros se prevé también en otros Estados,
pero el umbral establecido en Rusia desde 2001 es muy elevado. Las autoridades alegan que
resulta necesario para limitar la fianaciación pública de las campañas electorales y para favore-
cer la estabilidad del sistema político, al impedir una fragmentación excesiva del Parlamento.
Pero lo cierto es que en el ordenamiento ruso solo los partidos que obtienen más del 3% de los
sufragios tienen derecho a esa financiación y a eso hay que sumar la existencia de una barrera
electoral del 7% y la exigencia de un número mínimo de firmas para presentar candidaturas.
El Tribunal no cree que sean necesarias restricciones suplementarias. En cuanto a la obliga-
ción de disponer de un número suficiente de antenas regionales integradas por más de 500
miembros, el gobierno demandado sostiene que su finalidad es impedir la creación de partidos
regionales, que constituyen una amenaza para la integridad territorial del país. El Tribunal
recuerda que no se puede obstaculizar la actividad de un partido únicamente porque pretenda
debatir en público en torno a la situación de una parte de la población del Estado o defender
incluso ideas separatistas. Además, el partido demandante es un partido ruso que nunca ha
puesto en cuestión la integridad territorial del país. En suma, la injerencia no se funda en
motivos pertinentes y suficientes y resulta desproporcionada.
137
2 Una propuesta muy temprana en Jenks, Clarence Wilfred, The Common Law of Man-
kind, Londres, Stevens & Sons, 1958; Tomuschat, Christian, “International Law: Ensuring
the Survival of Mankind on the Eve of a New Century, General Course on Public Interna-
tional Law”, Recueil des Cours: Collected Courses of the Hague Academy of International Law, Países
Bajos, vol. 281, 2001, p. 88 (“constitution of humankind”).
3 Benhabib, Seyla, “The Philosophical Foundations of Cosmopolitan Norms”, en Ben-
habib, Seyla y Robert Post (eds.), Another Cosmopolitanism, Oxford, Oxford University, The
Berkeley Tanner Lectures, 2006, p. 13; Brunkhorst, Hauke, Solidarität: Von der Bürgerfreundschaft
zur globalen Rechtsgenossenschaft, Frankfurt, Suhrkamp, 2002. Como concepto filosófico Kant,
Immanuel, Zum, “Ewigen Frieden. Ein philosophischer Entwurf ”, en Vorländer, Karl (ed.),
Kleinere Schriften zur Geschichtsphilosophie, Ethik und Politik, 1964, pp. 115 (133 y ss.).
4 Domingo, Rafael, The New Global Law, Cambridge, Cambridge University Press, 2010;
Cassese, Sabino, “The Globalization of Law”, New York University Journal of International Law
and Politics, núm. 37, 2005, p. 973.
5 Delmas-Marty, Mireille, Trois défis pour un droit mondial, París, Le Seuil, 1998; Emme-
rich-Fritsche, Angelika, Vom Völkerrecht zum Weltrecht, Berlin, Duncker & Humblot Gmbh,
2007; Di Fabio, Udo, “Verfassungsstaat und Weltrecht”, Rechtstheorie, vol. 39, núm. 2-3,
2008, p. 399.
Staatsrechtslehrer) y los artículos en el Manual del Derecho de Estado (Handbuch des Staatsre-
chts).
11 Tres disertaciones alemanas representativas cfr. Sauer, Heiko, Jurisdiktionskonflikte in
mehrebenensystemen, 2008; Payandeh, Mehrdad, Internationales gemeinschaftsrecht, 2010; Kleinlein,
Thomas, Konstitutionalisierung im völkerrecht, 2012.
12 Esto era completamente diferente hace veinte años. Compárese con Randelzho-
fer, Albrecht, “Zum behaupteten Demokratiedefizit der Europäischen Gemeinschaft”, en
Hommelhoff, Peter y Kirchhof, Paul (eds.), Der Staatenverbund der Europäischen Union, 1994, p.
39 (40).
13 Bogdandy, Armin von, “Zweierlei Verfassungsrecht. Europäisierung als Gefährdung
des gesellschaftlichen Grundkonsenses”, Der Staat, vol. 39, núm 2, 2000, p. 163, traduc-
ción italiana “L‘europeizzazione dell’ordinamento giuridico come minaccia per il consenso
sociale?”, en Zagrebelsky, Gustavo et al. (eds.), Diritti e Costituzione nell’Unione Europea, Gius,
Roma, Laterza & Figli, 2003, S. 272-298; del mismo autor, “Los principios fundamentales de
la Unión Europea. Aspectos teóricos y doctrinales”, en Bogdandy, Armin von, Hacia un nuevo
derecho público. Estudios de derecho público comparado, supranacional e internacional, 2011, p. 123; véase
también, “El derecho internacional como derecho público”, en Hacia un nuevo derecho…, cit.,
p. 93; del mismo modo, “Configurar la relación entre el derecho constitucional y el derecho
internacional público”, en Hacia un nuevo derecho…, cit., p. 283; igualmente, “El derecho inter-
nacional como derecho público: prolegómeno de un derecho de los mercados financieros”,
en Pérez de Nanclares, José Martín (ed.), Estados y organizaciones internacionales ante las nuevas
crisis globales, Madrid, Iustel, 2010, pp. 57-79.
14
Más en detalle: Bogdandy, Armin von, “La ciencia jurídica nacional en el espacio
jurídico europeo. Un manifiesto”, Revista Española de Derecho Constitucional, año 32, núm. 94,
2012, pp. 13-28.
15
Sobre la pregunta del rol de la charía en el derecho constitucional de los Estados mu-
sulmanes El Fadl, Abou, “The Centrality of Shari’ah to Government and Constitutionalism
in Islam”, en Grote, Rainer y Röder, Tilmann (eds.), Constitutionalism in Islamic Countries: Bet-
ween Upheaval and Continuity, Oxford, 2012, p. 35.
16
“Artículo 20 [fundamentos del orden estatal, derecho de resistencia] (1) La República
federal de Alemania es un Estado federal democrático y social. (2) Todo poder del Estado
emana del pueblo. Este Poder es ejercido por el pueblo mediante elecciones y votaciones y
por intermedio de órganos especiales de los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. (3) El
Poder Legislativo está sometido al orden constitucional; los poderes Ejecutivo y Judicial, a la
ley y al derecho. (4) Contra cualquiera que intente eliminar este orden, todos los alemanes
tienen el derecho de resistencia cuando no fuere posible otro recurso”.
Jellinek, Georg, Die Lehre von den Staatenverbindungen (1882), Pauly, Walter (ed.),1996, pp.
17
16 y ss., cita en la p. 36 (“durch die Souveranitäat und aus der Souveranität erklärt werden”);
en detalle sobre las obras de Pauly, ibidem, pp. VII y ss.
Randelzhofer, Albrecht, “Staatsgewalt und Souveränität”, en HStR II, 2004 (1987), §
18
da como soberanía popular, justifica esta autoridad y ese poder por tratarse
de la realización del principio democrático.19 La soberanía dirigida hacia
fuera, es decir, la soberanía internacional, protege lo antes descrito como
un “escudo”20 y fundamenta la validez del derecho internacional público
de la misma manera que la del derecho del Estado: a partir de la voluntad
del Estado. En resumen, gracias al principio de soberanía, el Estado crea un
universo normativo a través de su ordenamiento jurídico.
El principio de soberanía caracterizó tanto la estructura del derecho del
Estado como la del derecho internacional, pero en dimensiones diametral-
mente opuestas. Mientras que el derecho del Estado tiene una estructura
vertical, de carácter señorial, la estructura del derecho internacional es una
horizontal, de cooperación. Debido a este trasfondo conceptual, existen po-
cos principios comunes al derecho público nacional y al derecho internacio-
nal público, a pesar de contar con normas como la del artículo 38(1)(c) del
Estatuto de la CIJ en el derecho internacional, y los artículos 25 de la Ley
Fundamental, 10 de la Constitución italiana, 29 de la Constitución irlande-
sa, o el 153 de la Constitución eslovena, en el derecho nacional. Los prin-
cipios generales del derecho, en el sentido del artículo 38(1)(c) del Estatuto
de la CIJ, se nutren, sobre todo, de institutos del derecho privado, como por
ejemplo el de pacta sunt servanda, el de la buena fe, o el del deber de indem-
nización.21 Inclusive los derechos humanos son difíciles de cuadrar dentro
de esta rúbrica.22 La carencia de principios comunes no es sólo un asunto
entre los ordenamientos jurídicos estatales e internacionales: el principio
tradicional de soberanía permite además que se produzcan ordenamientos
muy diversos a nivel estatal, es decir, un pluralismo radical.
Ciertamente, el principio clásico de soberanía no se exalta tan pronun-
ciadamente en la Ley Fundamental como en otros órdenes constituciona-
les.23 A pesar de esto, la teoría del Estado alemana, así como la doctrina
19
Heller, Hermann, Die Souveränität. Ein Beitrag zur Theorie des Staats- und Völkerrechts, 1927;
Uwe Volkmann, “Setzt Demokratie den Staat voraus?”, AöR 127 (2002), p. 575 (577, 582).
Sobre la noción de la soberanía como escudo, Bleckmann, Albert, Begriff und Kriterien
20
don, 1927.
Mosler, Hermann, “General Principles of Law”, en Bernhardt, Rudolf (ed.), EPIL,
22
Handbuch Ius Publicum Europaeum, vol. I, 2007, § 4 núm. 75; sobre Francia Jouanjan, Olivier,
“Grundlagen und Grundzüge staatlichen Verfassungsrechts: Frankreich”, en ibidem, § 2 Nm.
100 y ss.
24
Wahl, Rainer, “Herausforderungen und Antworten – Das Öffentliche Recht der letz-
ten fünf Jahrzehnte”, 2006.
25
“Artículo 25 [derecho internacional y derecho federal] Las reglas generales del dere-
cho internacional público son parte integrante del derecho federal. Tienen primacía sobre
las leyes y crean directamente derechos y obligaciones para los habitantes del territorio fe-
deral”. Koenig, Christian, en Von Mangoldt et al., GG II, artículo 25, notas marginales, pp.
32 y ss.; Herdegen, Matthias, en Maunz et al., GG IV, artículo 25, notas marginales, pp. 36 y
ss. Haciendo un estudio de derecho comparado: Hobe, Stephan, en Friauf, Höfling, Berliner
Kommentar zum Grundgesetz, vol. II, artículo 25, notas marginales, pp. 37 y ss.
26
Frowein, Jochen Abr., “Kritische Bemerkungen zur Lage des deutschen Staatsrechts
aus rechtsvergleichender Sicht”, DÖV , núm. 19, 1998, p. 806.
Sauer, Heiko, “Verfassungsvergleichung durch das Bundesverfassungsgericht”, Journal
27
States: Karlsruhe’s Ruling on the Treaty of Lisbon”, German Law Journal, núm. 10, 2009, pp.
1219 (1223 y ss.); Kottmann, Matthias y Wohlfahrt, Christian, “Der gespaltene Wächter?
Demokratie, Verfassungsidentität und Integrationsverantwortung im Lissabon-Urteil”,
ZaöRV, núm. 69, 2009, pp. 443 (460 y ss.).
sea la libre determinación de los pueblos o los derechos humanos. Cada vez
más, el concepto de soberanía se torna en concepto funcional, perdiendo así
su carácter fundacional.
29 Compárese con Grimm, Dieter, Souveränität: Herkunft und Zukunft eines Schlüsselbegriffs,
2009; Haltern, Ulrich, Was bedeutet Souveränität?, 2007; Maus, Ingeborg, Über Volkssouveränität:
Elemente einer Demokratietheorie, 2011.
30
Aquí no se hablará sobre el cambio en el entendimiento del Estado a lo interno. Sobre
ese tema véase Auby, Jean-Bernard, “Die Transformation der Verwaltung und des Verwal-
tungsrechts”, en Bogdandy, Armin von et al., Handbuch Ius Publicum Europaeum, vol. III, 2010,
§ 56. A saber, no se afirma que el principio de soberanía ya no juega ningún papel; esto sería
insostenible, compárese con el fallo de la CIJ del 3 de febrero de 2012, Jurisdictional Immu-
nities of the State (Germany v. Italy: Greece intervening), núm. 57.
31
Clásicamente en el caso Lotus de la Corte Permanente de Justicia Internacional, CPJI,
del 7 de noviembre de 1927, The Case of the S.S. Lotus, France v. Turkey, Series A, núm. 10,
1927, p. 18 (“independent communities”).
32
Benvenisti, Eyal, “Sovereigns as trustees of humanity: on the accountability of states
to foreign stakeholders”, American Journal of International Law, núm. 107, 2013, p. 295.
33
Un ejemplo entre los abundantes escritos de Vesting, Thomas, “Die Staatsrechtslehre
und die Veränderung ihres Gegenstandes”, VVDStRL, núm. 63, 2004, p. 41.
34 Esto no resta mérito a estos enfoques; compárese en especial con Klabbers, Jan et al.,
The Constitutionalization of International Law, Oxford 2009; específicamente sobre principios,
Kleinlein (op. cit., nota 11); sobre los problemas Klabbers, Jan, “Constitutionalism Lite”,
International Organizations Law Review, núm. 1, 2004, p. 31; Weiler, Joseph H. H., “Dialogical
Epilogue”, en Burca, Grainne de y Weiler, Joseph H. H. (eds.), The Worlds of European Consti-
tutionalism, Cambridge, 2011, pp. 262 y ss.
35 Kingsbury, Benedict et al., “The Emergence of Global Administrative Law”, Law and
Contemporary Problems, núm. 2, 2005, p. 15; Schmidt-Aßmann, Eberhard, “Die Herausforde-
rung der Verwaltungsrechtswissenschaft durch die Internationalisierung der Verwaltungs-
beziehungen”, Der Staat, núm. 45, 2006, p. 315; sobre los problemas, Bogdandy, Armin von,
“Prolegomena zu Prinzipien internationalisierter und internationaler Verwaltung”, en Tru-
te, Hans-Heinrich et al. (eds.), Allgemeines Verwaltungsrecht – zur Tragfähigkeit eines Konzepts, 2008,
p. 683.
36 Más en detalle, Bogdandy, Armin von et al., “El derecho internacional como derecho
público: prolegómeno de un derecho de los mercados financieros”, en Pérez de Nanclares,
José Martín y (ed.), Estados y organizaciones internacionales ante las nuevas crisis globales, 2010, p. 57;
Bogdandy, Armin von y Goldmann, Matthias, “The Exercise of International Public Autho-
rity Through National Policy Assessment”, IOLR, núm. 5, 2008, p. 241; sobre eso, Carmona
Cuenca, Encarna, “Noticia de libros”, Revista Española de Derecho Constitucional, 2012, pp. 347
y 351; compárese además con Zürn, Michael et al., “International Authority and its Politi-
cization”, International Theory, núm. 4, 2012, p. 69; Grimm, Dieter, Das öffentliche Recht vor der
Frage nach seiner Identität, 2012.
37 La palabra “definición” se entiende aquí como el desarrollo de suficientes elementos
conceptuales que comprendan las constelaciones más importantes. Nuestro objetivo no es
establecer una definición que comprenda la totalidad de las constelaciones. Más sobre esto
Koch, Hans-Joachim y Rüßmann, Helmut, Juristische Begründungslehre, 1982, p. 75.
38 Similar Barnett, Michael y Duvall, Raymond, “Power in Global Governance”, en
Barnett, Michael y Raymond Duvall (eds.), Power in Global Governance, Cambridge, 2005, p. 1
(8); más cercana a la visión tradicional compárese con Möllers, Gewaltengliederung: Legitimation
und Dogmatik im nationalen und internationalen Rechtsvergleich, 2005, pp. 81 y ss.
39 Un ejemplo de tal determinación jurídica lo constituye la decisión sobre el estatus de
refugiado por el ACNUR, sobre esto, Smrkolj, Maja, “International Institutions and Indi-
vidualized Decision-Making: An Example of UNHCR’s Refugee Status Determination”,
German Law Journal, núm. 9, 2008, p. 1779.
40 Sobre la creación del derecho llevada a cabo por los tribunales internacionales y su
problemática, véase en detalle Bogdandy, Armin von y Venzke, Ingo (eds.), “Beyond Dispute:
International Judicial Institutions as Lawmakers”, German Law Journal, núm. 12, 2011, p. 979.
Los problemas específicos del poder público ejercido por los tribunales internacionales no
será analizado en más detalle en el marco de esta contribución.
41 Muy reveladora en este sentido es la discusión acerca del derecho canónico de la Iglesia
católica en el siglo XXVII, Duve, Thomas, “Katholisches kirchenrecht und moraltheologie
im 16. Jahrhundert. Eine globale normative ordnung im schatten schwacher staatlichkeit”,
en Kadelbach, Stefan y Günther Klaus (eds.), Recht ohne staat? Zur normativität nichtstaatlicher
rechtsetzung, Frankfurt, Campus, 2011, pp. 147, 159-166.
Abbott, Kenneth W. y Snidal, Duncan, “Hard and Soft Law in International Governance”,
International Organization, núm. 54, 2000, p. 421; Lipson, Charles, “Why are some Internatio-
nal Agreements informal?”, International Organization, núm. 45, 1991, p. 495.
Raz, Joseph, The authority of law (1979), pp. 28 y ss.; parecido Myres Mcdougal-Ha-
47
rold Laswell, “The identification and appraisal of diverse systems of public order”, Ajil 53
(1959), p. 9.
48
Algunos autores colocan al cumplimiento de tareas públicas en el centro de sus plan-
teamientos. Veáse Ruffert, Matthias, “Perspektiven des Internationalen Verwaltungsrechts”,
en Möllers, Christoph et al. (eds.), Internationales Verwaltungsrecht, 2007, p. 395. Preferimos par-
tir del concepto de poder público y calificarlo haciendo referencia a los intereses públicos.
49
Esto no impide obligar a actores privados, sobre todo a las empresas, a cumplir con
los derechos humanos. Compárese con el artículo 9(3) de la Ley Fundamental. Para otros
planteamientos a nivel global compárese con OECD Guidelines for Multinational Enter-
prises y las UN Guiding Principles on Business and Human Rights; Special Representative
of the Secretary-General on the Issue of Human Rights and Transnational Corporations
and Other Business Enterprises, Guiding Principles on Business and Human Rights: Im-
plementing the United Nations “Protect, Respect and Remedy” Framework, UN Doc. A/
HRC/17/31 (21.3.2011) (de John Gerard Ruggie); Gerard, John Gerard, “Ruggie, Bussiness
and Human Rights: The Evolving International Agenda”, AJIL, núm. 101, 2007, p. 819.
En detalle Bitter, Stephan, Die Sanktion im Recht der Europäischen Union, 2011.
50
51
Fundamental Rosenau, James N., “Governance, Order, and Change in World Po-
litics”, en Rosenau, James N. y Czempiel, Ernst-Otto (eds.), Governance without Government,
Cambridge, 1992, p. 1.
Alvarez, José, International Organizations as Law-makers, Oxford, 2005.
52
53
Compárese con la nota al pie de página, núm. 36.
Acerca de la problemática de los procesos de creación de derecho Meyer, Frank, Stra-
54
Friedrich, Carl J., Constitutional Government and Politics, Nueva York, 1950, pp. 247 y ss.;
55
Loewenstein, Karl, Political Power and the Governmental Process, Chicago, 1957; Henkin, Louis,
“A New Birth of Constitutionalism”, en Rosenfeld, Michel (ed.), Constitutionalism, Identity, Di-
fference and Legitimacy, Durham, 1994, p. 39.
56
Con otra opinión, Kingsbury, Benedict, “The Concept of ‘Law’ in Global Adminis-
trative Law”, European Journal of International Law, núm. 20, 2009, pp. 23 (30 y ss.), siguiendo
la teoría del derecho natural de Lon Fuller. Según Kingsbury, la conformidad con deter-
minados principios fundamentales como racionalidad y proporcionalidad es requisito del
concepto de derecho público a nivel internacional. Con debida razón Alexander Somek
ve aquí una tendencia hacia una concepción iusnaturalista del derecho público a nivel in-
ternacional. Somek, Alexander, “The Concept of ‘Law’ in Global Administrative Law: A
Reply to Benedict Kingsbury”, European Journal of International Law, núm. 20, 2009, p. 985
(990).
57
Compárese con el fallo en cuanto al Tratado de Maastricht del 12 de octubre de
1993, BVerfGE 89, 155 y en cuanto al Tratado de Lisboa del 30 de junio de 2009, BVerfGE
123, 267.
65
Ohler, Christoph, “Europäisches und nationales Verwaltungsrecht”, en Terhechte,
Philipp (ed.), Verwaltungsrecht der Europäischen Union, 2011, pp. 331 (344); sobre el derecho
migratorio: Bast, Jürgen, “Transnationale Verwaltung des europäischen Migrationsraums”,
Der Staat, núm. 46, 2007, p. 1; sobre el derecho administrativo económico: Michaels, Sascha,
Anerkennungspflichten im Wirtschaftsverwaltungsrecht der Europäischen Gemeinschaft und der Bundsrepu-
blik Deutschland, 2004, pp. 188 y ss.
66
Nicolaidis, Kalypso y Shaffer, Gregory, “Transnational Mutual Recognition Regi-
mes: Governance without Global Government”, Law and Contemporary Problems, núm. 68,
2005, p. 263.
67
Benvenisti, Eyal, “Reclaiming democracy: the strategic uses of foreign and interna-
tional law by national courts”, AJIL, 2008, pp. 241 y ss.; Slaughter, Anne-Marie, “A Global
Community of Courts”, Harvard International Law Journal, 2003, pp. 191 y ss.; Wendel, Mat-
tias, Permeabilität im europäischen Verfassungsrecht, 2011, pp. 53 y ss.; con reservas en cuanto a
la jurisdicción civil alemana Ranieri, Filippo, “Die Rechtsvergleichung und das deutsche
Zivilrecht im 20. Jahrhundert”, en Ascheri, Mario et al. (eds.), FS für Knut Wolfgang Nörr, 2003,
p. 777 (796 y ss.).
Sauer, Heiko (op. cit., nota 27).
68
69
Decisión Görgülü del Tribunal Federal Constitucional Alemán, BVerfGE 111, 307
(317, 323); compárese la decisión reciente sobre la custodia de seguridad del Tribunal Cons-
titucional Federal Alemán, BVerfGE 128, pp. 326 (368 y ss.)
70
Compárese con discusiones análogas en cuanto al derecho internacional de las inver-
sions, Schill, Stephan, “Crafting the International Economic Order: The Public Function
of Investment Treaty Arbitration and Its Significance for the Role of the Arbitrator”, Leiden
Journal of International Law, núm. 23, 2010, pp. 401 (424 y ss.).
3. Principios
71
Compárese con el fallo del Tribunal Constitucional checo del 3 de noviembre de 2009,
Pl. ÚS 29/09 (Tratado de Lisboa II), sobre todo las notas marginales 110 y ss., 137 y ss.
Fundamental, Dworkin, Ronald, Bürgerrechte ernstgenommen, 1984, pp. 58 y ss.; sobre el
72
debate, Guastini, Riccardo, Distinguendo: Studi di teoria e metateoria del diritto, Torino, 1996, pp.
115 y ss.; Koskenniemi, Martti, “General Principles”, Koskeniemmi, Martii (ed.), Sources of
International Law, Aldershot, 2000, p. 359; Habermas, Jürgen, Faktizität und Geltung, 1994, pp.
254 y ss.; Alexy, Robert, Theorie der Grundrechte, 2006; Reimer, Franz, Verfassungsprinzipien: Ein
Normtyp im Grundgesetz, 2001.
En detalle Alexy (op. cit., nota 72), pp. 75 y ss.
73
74
Jakab, András, “Re-Defining Principles as Important Rules – A Critique of Robert
Alexy”, en Martin Borowski (ed.), On the nature of legal principles, 2010, p. 145.
75
Sobre la cuestión del eurocentrismo, Bogdandy, Armin von, “The European Lesson
for International Democracy”, AJIL, 23 (2012), p. 317.
Sobre el concepto de principe fondateur, Molinier, Joël (ed.), Les principes fondateurs de
76
l’Union européenne, París, 2005, p. 24; similar Dworkin (op. cit., nota 72), p. 55.
Más en detalle en Dreier, Horst (ed.), Grundgesetz-Kommentar, vol. 2, 2006, artículo 20
77
(Introducción), notas marginales 5, 8; Reimer (op. cit., nota 72), pp. 26 y ss.
78
Las razones por las cuales aquí utilizamos un término jurídico amplio corresponden a
aquellas que expusimos para justificar el entendimiento amplio del concepto de poder públi-
co. Véase supra I.2.B
79
Por ejemplo, el World Summit Outcome Document, September 2005: “they (Rule of
Law, democracy, human rights) belong to the universal and indivisible core values and prin-
ciples of the United Nations”, UN Doc. A/RES/60/1 (24 de octubre de 2005), párrafo 119.
Luhmann, Niklas, Das Recht der Gesellschaft, 1993, pp. 585 y ss., considera esto una
80
89
La Constitución portuguesa también es de avanzada en este aspecto. En su artículo 7o.
menciona numerosos principios del ordenamiento internacional y europeo; algo más reser-
vada es la Constitución de Holanda, que en su artículo 90 prevé el fomento del desarrollo del
ordenamiento jurídico internacional por parte del gobierno. Particularmente de avanzada es
la Constitución suiza en su artículo 193(4).
90
Ciertos preceptos se encuentran también en el artículo 8(4) de la Constitución portu-
guesa (“respetando el principio fundamental del Estado de Derecho democrático”).
91
Ese es el caso en Suecia, Hungría y la República Checa, en cuanto a esto compárese
con Wendel (op. cit., nota 67), pp. 449 y ss.; resumiendo, Huber, Peter M., “Estatalidad
abierta: un análisis comparado”, en Bogdandy, Armin von et al. (op. cit., nota 84), pp. 69
y ss.; Grabenwarter, Christoph, “National Constitutional Law Relating to the European
Union”, en Bogdandy, Armin von y Bast, Jürgen (eds.), Principles of European Constitutio-
nal Law, 2006, pp. 94 (98 y ss.); Mayer, Franz C., “The European Constitution and the
Courts”, ibidem, p. 281.
92
“Artículo 24 [instituciones interestatales] (1) la federación puede transferir, por vía
legislativa, derechos de soberanía a instituciones interestatales. (1 a) en tanto los Länder son
competentes para el ejercicio de poderes y el cumplimiento de tareas estatales, pueden, con
la aprobación del gobierno federal, transferir derechos de soberanía a instituciones regiona-
les transfronterizas. (2) para salvaguardar la paz, la federación puede adherirse a un sistema
de seguridad colectiva mutua; a tal efecto admitirá aquellas restricciones de sus derechos de
soberanía que establezcan y garanticen un orden pacífico y duradero en Europa y entre los
pueblos del mundo. (3) para la regulación de conflictos internacionales, la federación se ad-
herirá a convenios sobre arbitraje internacional general, amplio y obligatorio.
Artículo 59 [representación internacional de la federación] (2) los tratados que regulen
las relaciones políticas de la federación o se refieran a materias de la legislación federal,
requieren la aprobación o la participación, bajo la forma de una ley federal, de los órganos
competentes en la respectiva materia de legislación federal. A los convenios administrativos
se aplicarán por analogía las disposiciones relativas a la administración federal”.
93
Compárese con preceptos similares; por ejemplo: el artículo 53 de la Constitución fran-
cesa, el artículo 89 de la Constitución polaca o el artículo 3(a) de la Constitución eslovena.
Pernice, Ingolf, en Dreier, Horst (ed.), GG-Kommentar, 2010, artículo 24, nota marginal
94
Streinz, Rudolf, en Sachs, Michael (ed.), GG Kommentar, 2011, artículo 24, nota margi-
98
nal 29.
99
Similar § 328(1)(4) del Código de Procedimientos Civiles (ZPO); disposiciones co-
rrespondientes del derecho de la Unión en el artículo 21 del Reglamento Roma I y en el
artículo 10 de Roma II; para el reconocimiento de sentencias extranjeras § 328(1)(4) del
Código de Procedimientos Civiles, y el artículo 34(1) del Reglamento sobre Competencia
judicial, reconocimiento y ejecución de resoluciones judiciales en materia civil y mercantil
(“Bruselas I”).
100
Compárese con el artículo 6(2) de la Ley Introductoria al Código Civil (EGBGB), el
cual realza el requisito de compatibilidad con los derechos fundamentales.
Gottwald, Peter, en Rauscher, Thomas et al. (eds.), Münchner Kommentar zur ZPO, 2008,
101
102
Esto se deduce del preámbulo, el cual reza “consciente de su responsabilidad ante Dios
y ante los hombres, animado de la voluntad de servir a la paz del mundo, como miembro
con igualdad de derechos de una Europa unida, el pueblo alemán, en virtud de su poder
constituyente, se ha otorgado la presente ley fundamental…”.
Molinier (op. cit., nota 76); Mangiameli, Stelio (ed.), L’ordinamento Europeo: I principi
103
Los principios del artículo 2o. TUE no sólo imponen preceptos a las
autoridades de la Unión, sino también a las estatales. En este aspecto hay
que diferenciar entre los Estados miembros de la UE y los terceros Estados.
De los artículos 7o. y 49 del TUE se desprende la relevancia de estos
principios para los Estados miembros en todo ejercicio de autoridad pú-
blica que efectúen, aun fuera del ámbito de aplicación del artículo 51 de
la CDFUE.105 ¿En qué medida determina esto la estructura constitucional
de los Estados miembros? Es un tema crucial para el constitucionalismo
europeo.106 Ciertamente, los requisitos del artículo 2o. TEU no se pueden
interpretar bajo la lógica de un principio de homogeneidad como en un
Estado federal.107 Tal interpretación no tendría cabida en el derecho de la
Unión a la luz del artículo 4(2) del TUE (protección de la identidad nacio-
nal), porque entraría en conflicto con la diversidad de las constituciones de
104
Revolucionario Weiler, Joseph H. H., “The Transformation of Europe”, Yale Law Jour-
nal, núm. 100, 1991, 2403.
Hilf, Meinhard y Schorkopf, Frank, en Grabitz, Eberhard et al. (eds.), Das Recht der
105
Europäischen Union (colección de hojas sueltas, Estado de las mismas en julio de 2010), artículo
2 EU, nota marginal 18; Ruffert, Matthias, en Calliess, Christian y Ruffert, Matthias (eds.),
EUV/AEUV, 2011, artículo 7o. EU, nota marginal 4; Verhoeven, Amaryllis, “How Demo-
cratic Need European Union Members Be?”, El Rev., núm. 23, 1998, pp. 217 (222-224,
234); Declaration of the Presidency of the Convention, del 6 de febrero de 2003, CONV
528/03, 11.
106
Esto se evidencia en la discusión sobre la interpretación del artículo 51(1) de la Car-
ta de los Derechos Fundamentales. Para una interpretación restrictiva véase, por ejemplo,
Huber, Peter M., “Auslegung und Anwendung der Charta der Grundrechte”, NJW, núm.
64, 2011, p. 2385; Borowsky, Martin, “Art. 51 GrCH”, en Meyer, Jürgen (ed.), Charta der
Grundrechte der Europäischen Union, 2011, nota marginal 24; una interpretación distinta en
Lenaerts, Koen, Die EU Grundrechtecharta: Anwendbarkeit und Auslegung, Europarecht, 2012, p.
3. TJUE, Asunto C-617/10, Akerberg Fransson; la reacción crítica del Tribunal Federal
Constitucional Alemán en su fallo sobre sobre el almacenamiento de datos, 1 BvR 1215/07,
24 de abril de 2013, párrs. 88 y ss., en http://www.bundesverfassungsgericht.de/entscheidungen/
rs20130424_1bvr121507.html.
107
Este principio encuentra expresión en el artículo 28(1) de la Ley Fundamental, y reza
en lo conducente: “el orden constitucional de los Länder debe responder a los principios del
estado de derecho republicano, democrático y social en el sentido de la presente ley funda-
mental. En los Länder, distritos y municipios, el pueblo debe tener una representación surgida
de elecciones generales, directas, libres, iguales y secretas”.
108
Cruz, Villalón (op. cit., nota 84).
109
Un intento en este sentido: Bogdandy, Armin von et al., “Un salvavidas para los dere-
chos fundamentales europeos. Principios básicos de una doctrina Solange en el derecho de la
Unión”, Revista General de Derecho Europeo, núm. 28, 2012, pp. 1-34.
En detalle Rötting, Michael, Das verfassungsrechtliche Beitrittsverfahren zur Europäischen Uni-
110
on, 2009.
111
Sadurski, Wojciech, “Accession’s Democracy Dividend: The Impact of the EU Enlar-
gement upon Democracy in the New Member States of Central and Eastern Europe”, ELJ,
núm. 10, 2004, p. 371; Sedelmeier, Ulrich, “Europeanisation in new member and candidate
states”, Living Reviews in European Governance, núm. 6, 2011, en http://www.livingreviews.org/lreg-
2011-1.
112
Sobre este tema, desde la óptica de las ciencias políticas, Manners, Ian, “Normative
Power Europe: A Contradiction in Terms?”, Journal of Common Market Studies, núm. 40, 2002,
p. 235; Schimmelfennig, Frank, “Europeanization, beyond Europe”, Living Reviews in European
Governance, núm. 7, 2012, en http://www.livingreviews.org/lreg-2012-1.
Sobre el aspecto hegemónico, Galtung, Johan, The European Community: A Superpower in
113
114
Compárese con Cremona, Marise, “Values in EU Foreign Policy”, en Evans, Malcolm
y Koutrakos, Panos (eds.), Beyond the Established Legal Orders, 2011, pp. 275 (280 y ss.); Krajews-
ki, Markus, “External Trade Law and the Constitution Treaty: Towards a Federal and More
Demorcratic Foreign Policy?”, Common Market Law Review, núm. 42, 2005, pp. 91 (106 y ss.).
115
Se suele recurrir preferiblemente a los artículos 3(5) 21(1) para fundamentar la relación
de la Unión con el derecho internacional público. Compárese con TJUE, Asunto C-366/10,
Air Transport Association of America y otros, no ha sido publicado en la recopilación de
jurisprudencia, nota marginal 101: compárese también con TJUE Asunto T-85/09, Kadi
(Kadi II), Recopilación de Jurisprudencia 2010, p. II-05177
116
En este sentido, Petersmann, Ernst-Ulrich, “The 2004 Treaty Establishing a Constitu-
tion for Europe and Foreign Policy: A New Constitutional Paradigm?”, FS für Manfred Zuleeg,
pp. 176, (185 y ss.); Cremona (op. cit., nota 114), pp. 307 y ss.
117
Con referencia al artículo 207 del TFUE (política comercial común); al artículo 208(1)
del TFUE (cooperación para el desarrollo); artículo 212(1) (cooperación económica, finan-
ciera y técnica con terceros países) y el artículo 214(1) (ayuda humanitaria).
118
Dictamen del Tribunal de Justicia 1/91 del 14 de diciembre de 1991, Recopilación
de jurisprudencia 1991, p. I-6079, en especial las notas marginales 34 y ss. y Dictamen del
Tribunal Europeo de Justicia 1/09 del 8 de marzo de 2011 (Tribunal de patentes), no ha sido
publicado en la recopilación de jurisprudencia, notas marginales 64 y ss.
En este sentido, Weiler, Joseph H. H., “EJIL Editorial”, EJIL, núm. 19, 2008, pp. 895
119
(896); Halberstam, Daniel y Stein, Eric, “The United Nations, the European Union and
the King of Sweden: Economic Sanctions and Individual Rights in a Plural World Order”,
CMLR, núm. 46, 2009, pp. 13 (60 y ss.); sobre el planteamiento Solange en el caso Kadi,
entre otros, Sauer, Heiko, “Rechtsschutz gegen völkerrechtsdeterminiertes Gemeinschaftsre-
cht? – Die Terroristenlisten vor dem EuGH”, NJW, 2008, pp. 3685 (3686); López-Jacoiste,
Eugenia, “El Tribunal de Justicia de la Unión Europea y la defensa de los derechos funda-
mentales: algunas reflexiones constitucionales a la luz del caso Kadi”, en Bogdandy, Armin
von et al. (eds.), La justicia constitucional y su internacionalización: ¿Hacia un ius constitutionale
commune en América Latina?, 2010, p. 826; Santos Vara, Juan, “El control judicial de las san-
ciones contra Al-Qaeda y los talibanes en la Unión Europea: ¿un desafío a los poderes del
Consejo de Seguridad?”, Revista de Derecho Comunitario Europeo, núm. 32, 2009, p. 104.
120
Recientemente se fundó una revista interdisciplinaria especialmente para este tema:
Global Constitutionalism, compárese con el editorial de su primera edición: Wiener, Antje et
al., “Global Constitutionalism: Human Rights, Democracy and the Rule of Law”, en Global
Constitutionalism, núm. 1, 2012, p. 1.
Kleinlein (op. cit., nota 11).
121
122
Peters, Anne, “Compensatory Constitutionalism: The Function and Potential of
Fundamental International Norms and Structures”, Leiden Journal of International Law,
2006, p. 579.
123
De esta manera, el Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia encontró,
en el caso Furundžija, que la prohibición de tortura había alcanzado el grado de ius cogens,
lo cual implica la prohibición de cualquier normativa nacional que afecte la validez de esta
prohibición, Sentencia de primera instancia del 10 de diciembre de 2012 (IT-95-17/1-T),
párrafos 144 y ss.
jurídico del ius cogens.124 Una corriente más cautelosa del constitucionalismo
desarrolla algunas disposiciones claves de la Carta de las Naciones Unidas a
la luz de ciertos principios fundamentales constitucionales.125 Otra corriente
hace uso de un concepto material de Constitución y señala así algunas nor-
mas del derecho internacional público que habrían adquirido la importan-
cia de normas constitucionales.126 Basándose en el derecho administrativo,
es posible llegar a conclusiones similares.127 El enfoque de derecho público
que aquí planteamos también tiene como objetivo el aseguramiento y fo-
mento de una gobernanza liberal y democrática. Sin embargo, al contar
con un fundamento conceptual distinto (el de autoridad pública en lugar
de Constitución) evita muchos de los problemas de los otros planteamientos
aquí descritos.
124 Las correspondientes declaraciones, como por ejemplo el World Summit Outcome
Document de septiembre 2005, según el cual el Estado de derecho, la democracia y los
derechos humanos “belong to the universal and indivisible core values and principles of the
United Nations” (op. cit., nota 79), no son suficiente para darles carácter de ius cogens; más en
detalle, Kadelbach, Stefan, “Jus Cogens, Obligations Erga Omnes and Other Rules – The
Identification of Fundamental Norms”, en Thouvenin, Jean-Marc y Tomuschat, Christian
(eds.), The Fundamental Rules of the International Legal Order, Leiden, 2006, p. 30.
125 Verdross, Alfred y Simma, Bruno, Universelles Völkerrecht, 1984, pp. 69 y ss.; Fassbender,
Bardo, The United Nations Charter as the Constitution of the International Community, Leiden, 2009.
126 En el sentido de un desarrollo constitucional multinivel, Peters, Anne, “Rechtsord-
nungen und Konstitutionalisierung: Zur Neubestimmung der Verhältnisse”, ZÖR, núm. 65,
2010, p. 3.
127 Kingsbury et al. (op. cit., nota 35), p. 15.
128 Una voz con autoridad proveniente del “nuevo mundo”, Flávia Piovesan, Direitos hu-
manos e o direito constitucional internacional, São Paulo, 2012, p. 227.
129 En el espacio jurídico europeo compárese con el artículo 10 de la Constitución espa-
ñola; el artículo 20 de la Constitución rumana; el artículo 11 de la Constitución eslovaca; de
igual manera, compárese con las disposiciones más recientes de las Constituciones latinoa-
mericanas, por ejemplo, los artículos 75 y 22 de la Constitución argentina, el artículo 6 de
la Constitución uruguaya; además Binder, Christina, “The Prohibition of Amnesties by the
Inter-American Court of Human Rights”, German Law Journal, núm. 11, 2011, p. 1203.
cess: Different Paths in the Evolutionary Formation of a Global Principle and of a Global
Right”, en Anthony, Gordon et al. (eds.), Values in Global Administrative Law, Oxford, 2011,
p. 313; Palombella, Gianluigi, “The Rule of Law Beyond the State: Failures, Promises,
Theory”, International Journal of Constitutional Law, núm. 7, 2009, p. 442.
134
Cassese, Sabino (op. cit., nota 132), p. 51.
Cfr.
135 con WTO Appelate Body Report, United States – Import Prohibition of Certain
Shrimp and Shrimp Products, WT-DS58/AB/R, del 6 de noviembre de 1998, párrafo 182.
136 Peters, Anne, Das Gebietsreferendum im Völkerrecht, 1995, pp. 387 y ss.; Thürer, Daniel y
Burri, Thomas, sus observaciones en el artículo sobre “Self-Determination”, en Wolfrum,
Rüdiger (ed.), The Max Planck Encyclopedia of Public International Law, Oxford, 2012 (edición
electrónica), indican ciertos avances en el derecho a la libre determinación de los pueblos,
pero no una equiparación con el derecho a la democracia; Wheatley, Steven, The Democratic
Legitimacy of International Law, Oxford, 2010, p. 213, se refiere al estatus de ius cogens y la fuerza
erga omnes del derecho a la libre determinación de los pueblos sin equipararlo al derecho a la
democracia.
137 Nowak, Manfred, U.N. Covenant on Civil and Political Rights – CCPR Commentary,
Article 25, notas marginales 1 y 18; por el contrario, la situación jurídica en el ámbito euro-
pea es mucho más clara, en particular gracias a los artículos 1o.-3o. del Protocolo Adicional
a la CEDH, Frowein, Jochen, en Frowein, Jochen y Peukert, Wolfgang (eds.), Europäische
Menschenrechtskonvention. Kommentar, 1996, p. 835.
138 Franck, Thomas M., “The Emerging Right to Democratic Governance”, AJIL, núm.
86, 1992, p. 46; Peters, Anne, en Klabbers, Jan et al. (eds.), The Constitutionalization of Interna-
tional Law, Oxford, 2009, pp. 263 (273 y ss.); Petersen, Niels, Demokratie als teleologisches Prinzip,
2009; Besson, Samantha, “Das Menschenrecht auf Demokratie”, en Haller, Gret et al. (eds.),
Menschenrechte und Volkssouveränität in Europa, 2011, p. 61.
de Jesús, “The European Union and Human Rights: An International Law Perspective”,
EJIL, núm. 17, 2006, p. 771; McCorquodale, Robert, “International Organizations And
International Human Rights Law”, en Kaikobad, Kaiyan Homi y Bohlander, Michael (eds.),
International Law and Power: Perspectives on Legal Order and Justice, Leiden 2009, p. 141.
143 Asamblea General de las Naciones Unidas, Declaración de la reunión de alto nivel
de la Asamblea General sobre el Estado de derecho en los planos nacional e internacional,
A/RES/67/1, 30 de noviembre de 2012, en http://daccess-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/
N12/478/69/PDF/N1247869.pdf; idem, En aras de la justicia: un programa de acción para
reforzar el estado de derecho en los planos nacional e internacional. Informe del secretario
general, A/66/749, 16 de marzo de 2012, en http://www.unrol.org/files/sg%20report%20spa-
nish%2066_%20749.pdf.
144 Bernstorff, Jochen von, “Procedures of Decision-Making and the Role of Law in In-
ternational Organizations”, German Law Journal, núm. 9, 2008, pp. 1939 (1951 y ss.).
145 En detalle, Schermer, Henry G. y Blokker, Niels M., International Institutional Law, Lei-
den, 2011, pp. 501 y ss.
146 Schmalenbach, Kirsten, “International Organizations or Institutions, Legal Remedies
against Acts of Organs”, en Wolfrum, Rüdiger (ed.), The Max Planck Encyclopedia of Public
International Law, Oxford, 2012 (edición electrónica), nota marginal 25.
147 Feinäugle, Clemens A., Hoheitsgewalt im Völkerrecht: das 1267-Sanktionsregime der UN und
seine rechtliche Fassung, 2011, pp. 191 y ss.
148 Schmalenbach (op. cit., nota 146); Wet, Erika de, “Holding International Institutions
Accountable: The Complementary Role of Non-Judicial Oversight Mechanisms and Judicial
Review”, German Law Journal, núm. 9, 2008, pp. 1987 (2000).
149 Más en detalle, Reinisch August (ed.), Challenging Acts of International Organizations before
National Courts, Oxford, 2010.
1. Potencialidades y problemas
38 (45 y ss. y 61 y ss.); Klabbers, Jan, Research Handbook on the Law of International Organizations,
2011, pp. 208 y ss.
En detalle, Bogdandy (op. cit., nota 75).
152
153
Un tema esencial de Carl Schmitt es que el principio de soberanía clásico lo impide.
Cfr. Schmitt, Carl, Der Nomos der Erde, 1950, pp. 96 y ss.
154
A pesar de que existen algunos planteamientos en el derecho positivo. Tradicional-
mente: artículo VI de la Constitución de los Estados Unidos; en el espacio jurídico europeo,
por ejemplo, los artículos 1 y 25 de la Ley Fundamental, el artículo 10 de la Constitución
italiana, el artículo 55 de la Constitución francesa, y el artículo 216(2) del TFUE.
2. Pluralismo de principios
155 Revolucionario, Triepel, Heinrich, Völkerrecht und Landesrecht, 1899, pp. 12-22; Kelsen,
Hans, Reine Rechtslehre, 1934, pp. 129-154; Scelle, Georges, Précis de Droit des Gens, 1932, pp.
31-32; en detalle, Amrhein-Hofmann, Christine, Monismus und Dualismus in den Völkerrechts-
lehren, 2003; Dupuy, Pierre-Marie, “International Law and Domestic (Municipal) Law”, en
Wolfrum, Rüdiger (ed.), The Max Planck Encyclopedia of Public International Law, Oxford, 2012
(edición en línea).
156 Rudolf, Walter, Völkerrecht und deutsches Recht, 1967.
157 Compárese con la opinión disidente del juez Antonin Scalia en la decisión de la Corte
Suprema de los Estados Unidos Roper v. Simmons, 543 U.S. (2005); así como una discusión
con el juez Stephen Breyer, ciertos extractos fueron impresos en International Journal of Consti-
tutional Law 3, 2005, p. 519.
158 Goldsmith, Jack y Posner, Eric, The Limits of International Law, Oxford, 2005; Bradley,
Curtis y Goldsmith, Jack, Foreign Relations Law, Nueva York, 2007.
159 Jackson, Vicki C., Constitutional Engagement in a Transnational Era, Oxford, 2010, pp. 153
y 154.
160 Sobre el concepto de entramado (Verbund), Bogdandy, Armin von, Supranationaler Föde-
ralismus als Wirklichkeit und Idee einer neuen Herrschaftsform, 1999; Schönberger, Christoph, “Die
Europäische Union als Bund”, AöR, núm. 129, 2004, p. 81; sobre el concepto multinivel
(Mehrebenen), Pernice, Ingolf, “Multilevel Constitutionalism in the European Union”, Eur. L.
Rev., núm. 27, 2002, p. 511; sobre el concepto de red (Netzwerk), Goldmann, Matthias, “Der
Widerspenstigen Zähmung, oder: Netzwerke dogmatisch gedacht”, en Boysen, Sigrid (ed.),
Netzwerke, 2007, p. 225.
161 Günther, Klaus, “Rechtspluralismus und universeller Code der Legalität: Globalisie-
rung als rechtstheoretisches Problem”, FS für Jürgen Habermas, 2001, p. 539; Griffiths, John,
“What is Legal Pluralism? ”, Journal of Legal Pluralism and Unofficial Law, núm. 24, 1986, p. 1;
para una excelente reseña de los distintos planteamientos, Lars Viellechner, “Cosmopolitan
Pluralism as an Approach to Law and Globalisation”, TLT 3 (2012), pp. 461 y ss.
162
Itzcovich, Giulio, “Legal Order, Legal Pluralism, Fundamental Principles. Europe and
Its Law in Three Concepts”, ELJ, núm. 18, 2012, pp. 358 (370).
163
Teubner, Gunther, “Globale Bukowina. Zur Emergenz eines transnationalen
Rechtspluralismus”, Rechtshistorisches Journal, núm. 15, 1996, pp. 255 (261-2, 273); veáse tam-
bién Fischer-Lescano, Andreas y Teubner, Regimekollisionen, Gunther, Zur Fragmentierung des
globalen Rechts, 2006; Krisch, Nico, Beyond Constitutionalism. The Pluralist Structure of Postnational
Law, Oxford, 2010.
Dyèvre, Arthur, Game Theory and Judicial Behaviour (11 de marzo de 2011), en http://
164
papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=1783507.
165
Sandulli, Aldo, “The European Court of Justice and the competitive dialogue between
courts”, en Cananea, Giacinto della y Sandulli, Aldo (eds.), Global Standards for Public Authori-
ties, 2012, pp. 165-176.
166
Ejemplos cautelosos en Besson, Samantha, “The Human Right to Democracy – A
Moral Defence with a Legal Nuance”, paper prepared for the European Commission for
Democracy Through Law (Venice Commission), 4 de mayo de 2010, CDL-UD(2010)003,
en http://www.venice.coe.int/webforms/documents/?pdf=CDL-UD(2010)003-e, así como en Ruiz
Fabri, Hélène, “Principes généraux du droit communautaire et droit compare”, Droits, núm.
45, 2007, p. 127.
167
Bernstorff, Jochen von, “Kerngehaltsschutz durch den UN-Menschenrechtsausschuss
und den EGMR: vom Wert kategorialer Argumentationsformen”, Der Staat, núm. 50, 2011,
p. 165.
Habermas (op. cit., nota 72), p. 516; Luhmann (op. cit., nota 80), pp. 150-153.
168
Habermas, Jürgen, Zur Verfassung Europas. Ein Essay, 2011, p. 54; véase también Sen,
169
Paulo Bonavides
Nota do autor
177
Ingrid Brena**
* Las referencias y fuentes utilizadas para este trabajo también fueron utilizadas para el
artículo “La sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, caso Atravía Mu-
rillo y otros (fecundación in vitro) vs. Costa Rica. Nuevas esperanzas a la libertad reproductiva
en Latinoamérica”, publicado en septiembre de 2013 por la revista Derecho y Genoma Humano.
Law and the Human Genome, publicada por la Cátedra Interuniversitaria Fundación BBVA, y
univeridades de Deusto y del País Vasco.
** Coordinadora del Núcleo de Estudios en Derecho y Salud en el Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Secretaria académica del
Colegio de Bioética, A. C. y exmiembro del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de
Bioética.
183
5
Definición de la OMS.
6
El artículo 15 b) del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cul-
turales dispone que “Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda
persona a gozar de los beneficios del progreso científico y de sus aplicaciones”.
7 Artículo 11.2 “Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida
privada, en la de su familia”. Artículo 17.2 “Se reconoce el derecho del hombre y de la mujer
a contraer matrimonio y a fundar una familia”.
8 Corte Europea de Derechos Humanos, Pretty v. The United Kingdom, Aplicación
2346/02, 29 de abril 2002, párrafo 61. Citada en el Informe de la CIDH.
9 “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y
libertades reconocidos en ella y garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté
sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivo de raza, color, sexo, idioma,
religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición
económica, nacimiento o cualquier otra condición social”.
10 El texto de la recomendación completa es 1. Levantar la prohibición de la fecundación
in vitro en el país a través de los procedimientos legales correspondientes.
2.- Asegurar que la regulación que se otorgue a la práctica de la fecundación in vitro a partir del levanta-
miento de la prohibición sea compatible con las obligaciones estatales respecto a los derechos consagrados en los
artículos 11.2, 17.2 y 24, según lo establecido a lo largo del presente informe. En particular que las personas
y/o parejas que lo requieran y así lo deseen puedan acceder a las técnicas de fecundación in vitro de forma que
dicho tratamiento contribuya efectivamente a su finalidad.
3. Reparar íntegramente a las víctimas del presente caso tanto, en el aspecto material como moral, in-
cluyendo medidas de satisfacción por los daños ocasionados. La recomendación fue firmada el 14 de
julio de 2010, pero hubo una disidencia en relación con el artículo 24 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. Tres miembros de la Comisión determinaron que no
hay discriminación en la sentencia de la Sala Constitucional en virtud de que la misma pro-
híbe el acceso a los procedimientos in vitro por igual a todos los individuos y parejas del país.
11 El artículo 51.1 de la Convención Americana prevé que la Comisión deberá remitir a
la Corte el caso en un plazo no mayor de tres meses; sin embargo, el Reglamento de la Co-
misión prevé la posibilidad de que se otorguen prórrogas a los Estados, bajo ciertos requisitos
previamente establecidos.
12 El caso se relacionó con los efectos de la sentencia emitida por la Sala Constitucional
de la Corte Suprema de Costa Rica, la cual implicó la prohibición de la aplicación de esa
técnica reproductiva en Costa Rica y, en particular, generó que algunas personas interrum-
pieran el tratamiento médico que habían iniciado, y que otras se vieran obligadas a viajar a
otros países a fin de tener acceso a una FIV.
1. Derechos reproductivos
Todas las personas tienen derecho a reproducirse, y éste forma parte del
derecho a tomar decisiones vitales y al derecho a organizarse familiarmen-
te. A los poderes públicos corresponde únicamente abstenerse de imponer
límites, interferir o controlar este tipo de decisiones, salvo en situaciones ex-
tremas. Sin embargo, a las preguntas sobre si éste es un derecho subjetivo;
es decir, si puede exigirse el cumplimiento a la administración pública o más
bien se trata de un derecho en sentido propio, como una expresión de la li-
bertad personal configurada como libertad de procreación, contestaríamos
que, en total acuerdo con la opinión de Yolanda Gómez,14 este derecho se
configura como una facultad: la de decidir tener o no tener hijos y el espa-
ciamiento temporal entre ellos.
Pero debemos también tomar en cuenta que los derechos a la repro-
ducción, además de esa facultad, abarcan al mismo tiempo otros derechos
relacionados con ellos, tales como a la intimidad personal y familiar, a fun-
dar una familia y a la salud en su vertiente reproductiva. La sentencia de la
Corte vincula y reconoce todos estos derechos con toda precisión.
13
No se incluyó el texto completo de la sentencia por cuestiones de espacio, y la refe-
rencia no es textual, sino resumida. La sentencia completa se obtiene en la página web de la
Corte Interamericana sobre Derechos Humanos.
Gómez Sánchez, Yolanda, El derecho a la reproducción humana, Madrid, Marcial Pons-
14
Universidad Complutense de Madrid, 1944, p. 41. Sostiene que si bien no existe un derecho
expreso a la reproducción, podemos deducir que tal facultad tiene su fundamento en el reco-
nocimiento de la libertad como un valor superior dentro de cualquier orden jurídico y de la
dignidad de la persona en el libre desarrollo de su personalidad.
15
Considerada esta por los organismos internacionales de salud como la incapacidad
para lograr un embarazo después de tener relaciones sexuales sin protección por más de doce
meses.
16
Entre las causas que la originan se encuentran el incremento en la esperanza de vida,
cambios de estilo de vida o retraso en la formación de una familia, pero también la infertilidad
ocasionada por infecciones del sistema reproductivo mal tratadas o abortos mal realizados.
Abellán García, Fernando, “Derechos reproductivos”, Enciclopedia de bioderecho y bioética,
17
19
Gómez Sánchez, Yolanda, “El derecho a la reproducción humana”, cit., p. 60.
20
Entrelos especialistas en derechos reproductivos en bioética menciono de México al
Colegio de Bioética, a varios especialistas de derechos humanos e instituciones de educación
y consultaron a los peritos ofrecidos por las partes. Como resultado de la re-
visión de antecedentes y de las opiniones y dictámenes recibidos, en sus ar-
gumentaciones ellos eligieron apegarse a las explicaciones científicas, entre
las que destacan dos lecturas diferentes del término concepción. Una corriente
entiende por concepción el momento de encuentro o fecundación del óvulo
por el espermatozoide. Es a partir de ese instante cuando se crea una nueva
célula, el cigoto, considerado por la misma corriente como un organismo
humano que alberga ya las instrucciones necesarias para el desarrollo del
embrión. Otra corriente, en cambio, entiende por concepción la implantación
del óvulo fecundado en el útero, la cual faculta la conexión de la nueva célu-
la con el sistema circulatorio materno. Es entonces cuando el cigoto accede
a todas las hormonas y demás elementos necesarios para su desarrollo y tie-
ne posibilidades de evolucionar hasta convertirse en un niño o niña. Sobre
el tema, Jorge Carpizo tomó una posición clara en su libro La interrupción del
embarazo antes de las doce semanas, y expresó: “Quienes proponen que el inicio
de la vida humana corresponde al momento de la fecundación, desconocen
y olvidan los conocimientos que en la actualidad ofrece la biología de la re-
producción, la información genética y la inviabilidad del embrión antes de
su implantación”.21
El momento de la concepción —por tanto, el del comienzo de una nue-
va vida humana— es en opinión del Tribunal una cuestión valorada desde
diversas perspectivas: biológica, médica, ética, moral, filosófica y religiosa,
y coincide con tribunales internacionales y nacionales en que no existe una
definición consensuada sobre el punto. Es cierto, añade, que existen juicios
que confieren ciertos atributos metafísicos a los embriones, pero estas po-
siciones no pueden justificar la prevalencia de cierto tipo de literatura al
momento de interpretar el alcance del derecho a la vida consagrado en la
Convención Americana. Esta interpretación implicaría, concluye, imponer
un tipo de creencias específicas, propias de un grupo, a otras personas que
no las comparten.
La Corte señaló que la expresión ser humano utilizada en la Declara-
ción Universal de Derechos Humanos no fue introducida por sus redactores
con el fin de incluir al no nacido, como tampoco fue esa la intención al
incorporarla en otros documentos internacionales, entre ellos los trabajos
preparatorios del artículo 6.1 y el mismo precepto del Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos. Ninguno de estos documentos indican que
superior, como universidades de las más diversas tendencias, como la Panamericana de Mé-
xico y de grupos conservadores, como Vida y Familia.
21 Carpizo, Jorge, “La interrupción del embarazo antes de las 12 semanas”, Derechos hu-
manos, aborto y eutanasia, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2008, p. 6.
22
Cabe comentar que en el mismo sentido, una sentencia de la Suprema Corte de Justi-
cia de la Nación de México declaró que del hecho de que la vida sea una condición necesaria
de la existencia de otros derechos no se puede válidamente concluir que debe considerarse
a la vida como más valiosa que cualquiera de esos otros derechos. Sentencia de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación del 28 de agosto de 2008, acción de inconstitucionalidad
146/2007 y su acumulada 147/2007.
23
Resumen escrito del peritaje rendido por Fernando Zegers-Hochschild en la audiencia
pública ante la Corte (expediente de fondo, tomo VI, folio 2835 ). Citado en la sentencia.
24
Declaraciónante fedatario público de la perita Garza. Citada en la sentencia.
25
Efectivamente, ya en 1897 mediante decreto del Santo Oficio, el Vaticano condenaba
la inseminación artificial, condena que fuera ratificada por los papas León XII y Pío XII.
Citado por Mendoza, Héctor A., La reproducción humana asistida Un análisis desde la perspectiva
biojurídica, México, Fontamara-Universidad Autónoma de Nuevo León, 2011.
26 Miyares, Alicia, “Derechos sexuales y reproductivos en América Latina”, Pensamiento
Costa Rica expresaron su rechazo a la norma (el proyecto de ley). En octubre de 2010, el
presidente de la Conferencia Episcopal y del Arzobispado de San José, monseñor Barrantes
Ureña, solicitó al gobierno no aprobar la Ley de Fertilización in vitro por ser una técnica
que para lograr su fin elimina en el camino varias vidas humanas” ACI, prensa.com/noticias/
CostaRica/15/junio/2011, consultado el 15 de abril de 2012. Otro artículo: “La Costa Rica
católica se atasca con la fertilización in vitro” de Álvaro Murillo, San José. En torno a la falta
de acuerdo en el Congreso para aprobar la citada iniciativa de ley. “El Gobierno tiró la
toalla. En el Congreso hay mas opiniones que diputados, los científicos toman partido y las
iglesias mantienen encendidos cirios y las hogueras… Faltó tiempo, faltó voluntad o la Iglesia
es tan fuerte como se sospecha”. El País, 13 de julio de 2011.
29 Vázquez, Rodolfo, “La cuestión del embrión y algunos de los problemas de la bioé-
tica”, en Pérez Tamayo, Ruy et al. (coords.), La construcción de la bioética, México, Fondo de
Cultura Económica, 2007, vol. 1, p. 36.
30 En opinión del distinguido médico y filósofo francés Claude Sureau, la dualidad de las
actitudes frente a ese ser son profundamente ambiguas, y hasta podrían catalogarse de “esqui-
zofrénicas”, por las oposiciones conceptuales tan radicales que se manifiestan en su entorno,
Sureau, Claude, “Létre Prenatal, Illusion Biologique, Réalite Humaine o Enjeu Politique”,
Science, Étique et Droit, bajo la dirección de Nicole M. Le Douriahn Catherine Puigelier, Odile,
Jacob, Francia , pp. 202-217.
31 Sin embargo, parece que se suscitan cambios. En la provincia de Buenos Aires, el 3
de diciembre de 2010 se sancionó una ley que define la infertilidad como enfermedad, y
a partir de esa apreciación se considera la cobertura por parte del Estado de las técnicas
de fertilización asistida y la creación de centros estatales que las realicen. Datos obteni-
dos de la publicación Fecundación in vitro en Costa Rica y en la Argentina, de Carlos Valerio et
al., texto en línea, Abeledo Perrot, lexis nexis.com.ar/Noticias, http:///www.lexinexis.com.ar/
Noticias/MostrarNoticia, Argentina, 23 de febrero 2011, http://www.lexisnexis.com ar/Noticias/
MostrarNoticias cod=8161&tipo2. Consultada el 27 de mayo de 2011.
32 En la actual legislatura se pretende impulsar un proyecto de reforma a la Ley General
VI. Colofón
33
González, Juliana, “Embrión humano y dignidad humana”, en Brena, Ingrid (coord.),
Células troncales, aspectos científicos, filosóficos y jurídicos, México, UNAM, Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas, 2005, p. 61.
34 Carpizo, Jorge, “La interrupción del embarazo antes de las 12 semanas”, cit., pp. 41 y ss.
35
El artículo 68.1 de la Convención Americana expresa: “Los Estados partes en la Con-
vención se comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean parte”.
I. Proemio
*
Académico-investigador en el Departamento de Derecho de la Universidad Iberoame-
ricana, ciudad de México. Agradezco la generosa colaboración de la licenciada Julieta Bece-
rril Romero en la elaboración de este artículo.
199
jurídica relativa a la temática, ante la idea de que las normas sobre derechos
humanos debían ser aplicadas en toda su amplitud por parte de los operado-
res jurídicos nacionales.
El tema que me permito desarrollar estuvo presente de alguna manera
en los últimos trabajos del doctor Carpizo, en los que incluso expresó sus
puntos de vista ante la trascendental reforma constitucional de derechos hu-
manos publicada el 10 de junio de 2011, lamentablemente solo unos meses
antes de su partida.1
Algunas de las reflexiones expuestas en esos trabajos se encuentran rela-
cionadas con los siguientes aspectos, que revisten una enorme importancia
a partir de los contenidos presentes en el artículo 1o. de la Constitución Po-
lítica de los Estados Unidos Mexicanos (en adelante, CPEUM o la Consti-
tución), así como la interpretación que ha emitido en fechas recientes la Su-
prema Corte de Justicia de la Nación (en adelante, SCJN o Suprema Corte):
5 “De esta forma, el derecho internacional de los derechos humanos es una de las fuen-
tes del derecho constitucional mexicano, en cuanto amplía los derechos humanos reconoci-
dos en nuestro orden jurídico interno, y en cuanto la jurisprudencia de los órganos jurisdic-
cionales —la Corte IDH— nos es obligatoria…”. Ibidem, p. 816.
6 Se publicó en el Diario Oficial de la Federación del 4 de octubre de 2011 (sección segunda),
pp. 1-65, en http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5212527&fecha=04/10/2011.
7 Excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, sentencia del 23 de noviembre
de 2009, serie C, núm. 209.
8 Contradicción de tesis 293/2011. Entre las sustentadas por el Primer Tribunal Co-
legiado en Materias Administrativa y de Trabajo del Décimo Primer Circuito y el Séptimo
Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito.
9 En una votación dividida de seis ministros contra cinco.
10
El texto de esa disposición establece: “las normas relativas a los derechos humanos
se interpretarán de conformidad con esta Constitución y los tratados internacionales de la
materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia”.
11
Al
respecto: Caballero Ochoa, José Luis, “Algunas implicaciones del nuevo sistema de
interpretación sobre derechos humanos”, Defensor. Revista de Derechos Humanos, México, Comi-
sión de Derechos Humanos del Distrito Federal, núm. 6, junio de 2013.
Así, por ejemplo, en Animal Político: Geraldina González de la Vega, “Claves para
12
1. Su virtualidad y alcance
Paulina Barrera, “Decisiones de la ¿Suprema? Corte de Justicia”, blog “El juego de la Supre-
ma Corte”, http://eljuegodelacorte.nexos.com.mx/?p=3106. Vladimir Chorny, “¿Contrarreforma
en sede judicial?”, blog “El juego de la Suprema Corte”, http://eljuegodelacorte.nexos.com.mx/?
p=3071.
La interpretación de los derechos: del Tribunal de Estrasburgo al Tribunal constitucional, prólogo
13
nal ante los tratados internacionales sobre derechos humanos y el control de convencionalidad, prólogo del
ministro Juan Silva Meza, México, Porrúa-Instituto Mexicano de Derecho Procesal Consti-
tucional, 2013, p. 235.
15
El texto de la resolución es el siguiente:
“A) Interpretación conforme en sentido amplio. Ello significa que los jueces del país,
al igual que todas las demás autoridades del Estado mexicano, deben interpretar el orden
jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos establecidos en la Constitución y en los
tratados internacionales en los cuales el Estado mexicano sea parte, favoreciendo en todo
tiempo a las personas la protección más amplia.
B) Interpretación conforme en sentido estricto. Ello significa que cuando hay varias in-
terpretaciones jurídicamente válidas, los jueces deben, partiendo de la presunción de cons-
titucionalidad de las leyes, preferir aquélla que hace a la ley acorde a los derechos humanos
establecidos en la Constitución y en los tratados internacionales en los que el Estado mexica-
no sea parte, para evitar incidir o vulnerar el contenido esencial de estos derechos.
C) Inaplicación de la ley cuando las alternativas anteriores no son posibles. Ello no afecta
o rompe con la lógica del principio de división de poderes y del federalismo, sino que fortale-
ce el papel de los jueces al ser el último recurso para asegurar la primacía y aplicación efecti-
va de los derechos humanos establecidos en la Constitución y en los tratados internacionales
de los cuales el Estado mexicano es parte” (párrafo 33).
16
Si bien es cierto la primera discusión, sin resultados ante la división que causaron los
proyectos, incluso del ministro ponente con respecto a su propio proyecto en el caso de la
21/2011 – PL, tuvo lugar los días 12 y 13 de marzo de 2012. Es decir, el tema ha causado
tanta división al interior de la Suprema Corte, que hubo de pasar casi un año y medio para
que se presentaran de nueva cuenta, y llegar a un resultado de consenso en algunos aspectos,
pero a costa de una compleja negociación interna.
17
Las sesiones públicas en su versión taquigráfica pueden encontrarse en:
La del 26 de agosto en http://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/26082013PO.pdf.
La del 27 de agosto en http://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/27082013PO.pdf.
La del 29 de agosto en http://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/29082013PO.pdf.
La del 2 de septiembre en http://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/02092013PO.
pdf.
La del 3 de septiembre en http://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/03092013PO.
pdf.
La del 5 de septiembre en http://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/05092013PO.
pdf.
La del 9 de septiembre en http://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/09092013PO.
pdf.
18
Algunas de las frases que se emitieron en las sesiones públicas son muy ilustrativas de
esta idea.
Por ejemplo, en la discusión del 27 de agosto, el ministro Luis María Aguilar Morales afir-
mó: “Asimismo, la Constitución es la Norma Suprema que se alza, incluso como referente,
como paradigma fundamental al que deben someterse todas las otras normas; la Constitución
no puede sino estar como referente único e insuperable de toda legitimidad y legalidad en el
país, a riesgo, incluso de perder su cualidad de norma de referencia fundante y origen de crea-
ción institucional, que a ella debe ajustarse y someterse toda otra norma que se genere dentro
de su ámbito general de aplicación, pues de la Constitución deriva todo el marco normativo, incluso, desde
luego, como lo decía la Ministra Luna Ramos, los tratados internacionales, incluyendo los de derechos
humanos, y por ello la Constitución no puede en ningún caso perder su preeminencia sobre
cualquier otra norma (cursivas nuestras), cit., pp. 47 y 48.
19 En la sesión del 26 de agosto, al exponer su proyecto, el ministro Arturo Zaldívar
Lelo de Larrea señaló: “La reforma constitucional de junio de dos mil once al artículo 1o.
constitucional, viene a constitucionalizar los derechos humanos de fuente internacional, y si
esto es así tenemos un catálogo de derechos, una masa de derechos, una red de derechos que
debe relacionarse entre sí, en términos de armonización y de coordinación a través de la in-
terpretación conforme y el principio pro persona a que alude el segundo párrafo del artículo
1o. constitucional, y no puede referirse o relacionarse en términos de jerarquía, porque el
artículo 1o. constitucional deriva de la intención del Poder Revisión de la Constitución, de
poner a la persona en el centro de toda la ingeniería constitucional, reconociendo, derivado
de la dignidad de la persona humana un catálogo de derechos humanos, y estos derechos
humanos deben tener la misma validez y relacionarse en estos términos, porque de otra ma-
nera sería sostener que hay derechos humanos de primera y derechos humanos de segunda.
Que hay derechos humanos para una dignidad de primera y otros derechos humanos para
una dignidad de segunda”. Cit., nota 17, p. 28.
20
Considerando quinto. Estudio de fondo… Análisis de la vinculación a la libertad de
trabajo (artículos 5o. y 21 constitucionales), p. 35.
21
Como lo ha hecho notar Eduardo Ferrer, en “Interpretación conforme y control difuso
de convencionalidad. El nuevo paradigma para el juez mexicano”, en Carbonell, Miguel y
Salazar, Pedro (coords.), La reforma constitucional de derechos humanos: un nuevo paradigma, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2011, p. 365.
22
Así, por ejemplo, el artículo 10.2 de la Constitución de España; el artículo 93 de la
Constitución de Colombia; La 4a. disposición final y transitoria de la Constitución de Perú;
el artículo 13, fracción IV de la Constitución de Bolivia, entre otros.
23 Ferrer Mac-Gregor, Eduardo y Sánchez Gil, Rubén, El nuevo juicio de amparo. Guía de la
reforma constitucional y la nueva Ley de Amparo, prólogo de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, Mé-
xico, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas-Instituto Mexicano de Derecho Procesal
Constitucional, 2013, p. 5
24 Esta observación fue hecha por el ministro Zaldívar en la presentación del libro La
interpretación conforme. El modelo constitucional ante los tratados internacionales sobre derechos humanos y
el control de convencionalidad, en la Universidad Iberoamericana, campus ciudad de México, el
1o. de octubre de 2013.
25 Las versiones taquigráficas de esta discusión: la del 12 de marzo en http://www.scjn.gob.
mx/PLENO/ver_taquigraficas/pl201200312v2.pdf [Consulta 10/04/2012].
La del 13 de marzo en http://www.scjn.gob.mx/PLENO/ver_taquigraficas/pl201200313v3.pdf
[Consulta 10/04/2012].
26 “Proyecto de contradicción de tesis 293/2011. Entre las sustentadas por el Primer Tri-
bunal Colegiado en Materias Administrativas y de Trabajo del Décimo Primer Circuito y el
Séptimo Tribunal Colegiado en Materia Civil del Primer Circuito al resolver respectivamen-
te, el amparo directo 1060/2008 y los amparos directos 344/2008 y 623/2008”, presentado
para su discusión ante el Pleno de la Suprema Corte el 12 de marzo de 2012, p. 49.
27 En este sentido, son ilustrativas las expresiones del ministro Zaldívar durante la dis-
cusión del 12 de marzo (cit. supra nota 25): “Creo que más importante que la denominación
que en última instancia podría modificarse y creo que no pasa nada, lo que creo que es
relevante es la idea de si vamos a aceptar que los derechos humanos de fuente internacional
jueguen o no de esta manera en el sistema constitucional mexicano, no tanto discutir una
denominación que puede ser ‘bloque’ o llamarle de cualquier otra manera, creo que esto es
lo realmente relevante” (pp. 24 y 25) “…esta amalgama, bloque, masa de derechos humanos,
de fuente internacional y de la propia Constitución forman el referente de validez de todo
el sistema jurídico mexicano, obligándonos a los jueces a interpretarlo siempre de la manera
más favorable a los derechos de la persona” (p. 25).
28 Cit. nota 25, pp. 28 y 29.
29 Por ejemplo, en el “Considerando quinto. Estudio de fondo”… “Análisis de la viola-
ción a la libertad de trabajo (artículos 5o. y 21 constitucionales)”, pp. 22 y ss.
30 Como lo señaló el ministro José Ramón Cossío en su artículo: “Primeras implicaciones
del caso Radilla”, Cuestiones Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, núm. 26, junio-diciembre de 2012, p. 33.
36
Resolución
de la Corte Interamericana de Derechos Humanos del 20 de marzo de
2013. Caso Gelman vs. Uruguay, supervisión de cumplimiento de sentencia, párr. 88.
“La Constitución mexicana y el derecho internacional de los derechos humanos”, cit.,
37
p. 817.
Cit.
38 nota 33, p. 36.
39
Me he referido a ambos casos en el libro La interpretación conforme. El modelo constitucional
frente a los tratados internacionales sobre derechos humanos y el control de convencionalidad, cit.
40 Fondo, reparaciones y costas, sentencia del 30 de mayo de 1999, serie C, núm. 52.
41 “Toda persona tiene derecho a que se le administre justicia por tribunales que estarán
expeditos para impartirla en los plazos y términos que fijen las leyes, emitiendo sus reso-
luciones de manera pronta, completa e imparcial. Su servicio será gratuito, quedando, en
consecuencia, prohibidas las costas judiciales”.
42 Como señala la propia disposición constitucional:
“C. De los derechos de la víctima o del ofendido:
b) La protección a la familia
…
“Coadyuvar con el Ministerio Público; a que se le reciban todos los datos o elementos de
prueba con los que cuente, tanto en la investigación como en el proceso, a que se desahoguen
las diligencias correspondientes, y a intervenir en el juicio e interponer los recursos en los
términos que prevea la ley”.
43
En “III. Consideraciones del presente voto”, punto dos “interpretación constitucio-
nal”, p. 35.
tado, como consagra el artículo 4o. de la CPEUM, así como el artículo 17.1
de la CADH, también sobre el derecho de protección a la familia, en rela-
ción con el artículo 11.2 del mismo tratado, el derecho a la vida privada;44
de esta suerte, son dos disposiciones las que tutelan la protección de la fa-
milia en la Convención Americana. Además, la jurisprudencia de la Corte
IDH, que ha señalado particularmente en el caso Atala Riffo y niñas vs Chile,45
que el modelo de vida familiar se ha extendido a otras formas, incluidas las
parejas del mismo sexo.
Una ruta que ha hecho constar, y ha ampliado con su jurispruden-
cia la SCJN. Por ejemplo, en la Acción de inconstitucionalidad 2/2010,
que determinó la constitucionalidad de la definición de matrimonio como
“la unión libre de dos personas”, prevista en el artículo 146 del Código
Civil para el Distrito Federal. O bien en el Juicio de amparo en revisión
581/2012, resuelto el 5 de diciembre de 2012, por la Primera Sala de la
SCJN determinó por vía de interpretación conforme que el contenido del
artículo 143 del Código Civil del Estado de Oaxaca al establecer el matri-
monio como “un contrato civil celebrado entre un solo hombre y una sola
mujer”, debe ajustarse a la realidad actual, y no solo referirse al matrimonio
heterosexual, “para entender que ese acuerdo de voluntades se celebra en-
tre dos personas”,46 con lo que se ha evitado “la declaratoria de inconstitu-
cionalidad de esa porción normativa”.47
B) Es precisamente este segundo aspecto del bloque interpretado lo que
debe ser continuamente dilucidado por la SCJN a efecto de determinar el
contenido mínimo de cada derecho ante las tensiones que se producen entre
ellos, así como para marcar el estándar mínimo a la legislación que al regu-
larlos pueda establecer restricciones.
IV. Conclusiones
44
Elartículo 11.2 establece:
“Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su familia, en
su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques ilegales a su honra o reputación (cursivas
nuestras).
Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra esas injerencias o esos ata-
ques”.
45
Fondo, reparaciones y costas, sentencia del 24 de febrero de 2012, serie C, núm. 239.
46
P. 47, segundo párrafo.
Idem.
47
Cit.
48 nota 35.
49
Véase el Amparo en Revisión 2044/2008, resuelto por la Primera Sala de la SCJN el
17 de junio de 2009. Considerando quinto. Estudio de fondo…1. El juego entre Constitu-
ción y ley. Constitución jurídica y Constitución política, p. XVI.
I. Introducción
De manera natural, nuestra propuesta gira en torno a dos ejes teóricos: de-
rechos humanos y control de convencionalidad. Efectivamente, el tema de
los derechos humanos vinculado al control de convencionalidad ha cobrado
vigencia y reconocimiento a su importancia.
Para el análisis de ambos ejes teóricos resulta pertinente el estudio de
otros conceptos vinculados con estos temas, como son el derecho interna-
cional de los derechos humanos y, consecuentemente, la jerarquía de los
tratados internacionales, la Corte Interamericana de Derechos Humanos
y el efecto de sus sentencias, que derivan en el principio de control de con-
vencionalidad.
En este tenor, sin duda, el doctor Jorge Carpizo se significó como uno
de los principales iniciadores y fomentadores de los derechos humanos en el
país, al lado del doctor Héctor Fix-Zamudio. Ambos cuentan con una co-
piosa producción académica, referida o vinculada a los ejes del tema derechos
humanos y control de convencionalidad.
Por su importancia, dentro de este análisis la reforma constitucional de
junio de 2011 tiene un lugar destacado, en virtud de que como lo señalamos
en el apartado correspondiente, estas reformas constituyen un nuevo para-
*
Doctor en derecho; profesor e investigador TC titular “C”, adscrito a la Facultad de
Derecho-Culiacán, Universidad Autónoma de Sinaloa; investigador nacional Sin-Conacyt,
nivel I, y miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Constitucional.
217
1
Carpizo, Jorge, “Los derechos humanos, naturaleza, denominación y características”,
Cuestiones Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, núm. 25, julio-diciembre de
2011, p. 4.
Es así que resalta dos elementos en torno a la dignidad del ser humano:
primero, la sustancia o esencia permanente como ser racional, cuya con-
dición es universal, de todos los seres humanos, y aunque no sea absoluta
para su ejercicio sí lo es respecto de la posibilidad de desarrollo; es decir,
todo aquel que pertenezca al género humano tiene la condición de persona
para ser desarrollada, y segundo, por este último atributo, la capacidad de
tomar decisiones al contar con una libertad de pensamiento que le permita
reflexionar y orientar sus actos voluntarios o no hacerlo, y llevarlos a cabo,
considerando o no las consecuencias.3
En este tema, nuestro país estuvo rezagado del contexto internacional.
En la actualidad, los jueces federales y locales enfrentan un reto nada fácil:
adecuar las normas internas a las de carácter internacional contenidas en
los documentos de esa naturaleza aceptados por el Estado mexicano.
Debido a la importancia que tanto en el ámbito internacional como en
el nacional cobró el respeto irrestricto de los derechos humanos, y en res-
puesta al compromiso adquirido por el gobierno de México al aceptar di-
versos instrumentos jurídicos internacionales en materia de derechos huma-
nos, fue necesario contar con un mecanismo interinstitucional de alto nivel,
encargado del intercambio periódico y sistemático de criterios y acciones.4
2
Opinión Consultiva OC-4/84, del 19 de enero de 1984, serie A, núm. 4, párrafo 55.
3
Lugo Garfias, María Elena, “La dignidad y el trato digno como compromiso del Es-
tado mexicano”, Revista del Centro Nacional de Derechos Humanos, México, nueva época, año 6,
núm. 16, 2011. Primero, la dignidad ha sido estudiada desde dos disciplinas esenciales: la
filosofía y el derecho; ambas han dado respuesta por medio de dicho vocablo a lo que los
seres humanos tienen como característica esencial, cuyos elementos han sido evaluados con
la importancia que les ha permitido aparecer en diversos planos, como el jurídico, aunque
sus parámetros de medición no estén específicamente determinados, p. 78.
4 Bosada Ramírez de Arellano, David, Vida internacional de la Comisión Nacional de Derechos
Humanos, México, CNDH, 2005, p. 53.
Ibidem,
5 p. 62.
6
Escalona Martínez, Gaspar, “La naturaleza de los derechos humanos”, en Gómez
Sánchez, Yolanda (coord.), Pasado, presente y futuro de los derechos humanos, México, Comisión
Nacional de los Derechos Humanos-Universidad Nacional de Educación a Distancia, 2004,
p. 128.
1. Reforma constitucional
ladores que rijan el actuar del poder judicial y sus fundamentos deben ser el
eje rector de las leyes y normas que emita el poder legislativo.
cultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Caracas, núm. 72, 1989; Piza R., Rodolfo E., Derecho
internacional de los derechos humanos: la Convención Americana, San José, 1989.
14
Que el modelo de control de convencionalidad y constitucionalidad debe adoptarse
a partir de lo establecido en el párrafo 339 de la sentencia Radilla Pacheco vs. México y
conforme a los artículos 1o., 103, 105 y 133 de la Constitución Política de los Estados Uni-
dos Mexicanos —transcripción del citado párrafo 339—: “En relación con las prácticas
judiciales, este Tribunal ha establecido en su jurisprudencia que es consciente que los jueces
y tribunales internos están sujetos al imperio de la ley y, por ello están obligados a aplicar las
disposiciones vigentes en el ordenamiento jurídico. Pero cuando un Estado ha ratificado un
tratado internacional como la Convención Americana, sus jueces, como parte del aparato
del Estado también están sometidos a ella, lo que les obliga a velar porque los efectos de las
disposiciones de la Convención no se vean mermados por la aplicación de leyes contrarias a
su objeto y fin, que desde un inicio carecen de efectos jurídicos. En otras palabras, el Poder
Judicial debe ejercer un <control de convencionalidad> ex officio entre las normas internas
y la Convención Americana, evidentemente en el marco de sus respectivas competencias y
de las regulaciones procesales correspondientes. En esta tarea, el Poder Judicial debe tener
en cuenta no solamente el tratado, sino también la interpretación que del mismo ha hecho la
Corte Interamericana, intérprete última de la Convención Americana”. Herrerías Cuevas,
Ignacio F. y Rosario Rodríguez, Marcos, El control de constitucionalidad y convencionalidad, Méxi-
co, UBIJUS, 2012, pp. 29 y 30.
15
Fix-Zamudio, Héctor, “Los derechos humanos elevados a nivel constitucional, una
gran innovación”, cit.
16
Obligatoriedad de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos:
el caso Radilla Pacheco vs . México. Consúltese www.Jurídicas.unam.mx.
http://www.corteidh.or.cr/docs/supervisiones/radillapacheco_19_05_11.pdf.
17
http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_52_esp.pdf.
18
19
Bicudo, Helio, “Cumplimiento de las sentencias de la Corte Interamericana de De-
rechos Humanos y de las recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos”, El sistema de protección de los derechos humanos en el umbral del siglo XXI, Organiza-
ción de los Estados Americanos, Corte Interamericana de Derechos Humanos, Agencia
Española de Cooperación Internacional y Gobierno de la Republica de los Estados Unidos
Mexicanos, San José de Costa Rica, 2003, t. I. En comunicado de prensa del 29 de sep-
tiembre de 1999, la CIDH, con conocimiento de que la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, recién acababa de dictar sentencias por medio de las cuales declaraba inadmisible
el pretendido retiro del Estado peruano, de la competencia contenciosa de dicha Corte, con
efectos inmediatos. La cuestión del pretendido retiro, por parte del Perú, de la declaración
de reconocimiento de la competencia contenciosa de la Corte y de los efectos jurídicos del
mismo, debe ser resuelta por este Tribunal. La Corte Interamericana, como todo órgano con
competencias jurisdiccionales, tiene el poder inherente de determinar el alcance de su propia
competencia (compétence de la compétence/ Kompetenz-Kompetenz), p. 233.
http://fueromilitar.scjn.gob.mx/Resoluciones/seriec_219_esp.pdf.
20
V.I Conclusiones
Ayala Corao, Carlos M., “La jerarquía constitucional de los tratados relati-
vos a derechos humanos y sus consecuencias”, en Méndez Silva, Ricardo
(coord.), Derecho internacional de los derechos humanos. Memoria del VII Congreso
Iberoamericano de Derecho Constitucional, Asociación Argentina de Derecho
Constitucional, Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de
Madrid, Fundación de Derecho Público, Venezuela, Fundación Editorial
Jurídica Venezolana, Hispamer, Nicaragua, Universidad Central de Chile,
Universidad Externado de Colombia, Universidad de Lima y la UNAM,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, 2002.
Medios electrónicos
237
Miguel y Salazar, Pedro, Derechos humanos: un nuevo modelo constitucional, México, UNAM, Instituto
de Investigaciones Jurídicas, 2011, pp. 339 y ss. Del mismo autor: “El control difuso de conven-
cionalidad en el Estado constitucional”, en Fix-Zamudio, Héctor y Valadés, Diego (coords.),
Formación y perspectivas del Estado en México, México, El Colegio Nacional, 2010, pp. 155-188.
3 Fenómeno bien explicado por Góngora Mera, Manuel Eduardo, Inter-American Judicial
Constitutionalism, Instituto Interamericano de Derechos Humanos, 2012, pp. 199 y ss.
4
El resultado ha sido lo que se analiza en el libro coordinado por Corzo Sosa, Edgar
et al., Impacto de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, México, Tirant lo
Blanch, 2013.
8 Sobre este principio, cfr. Serna de la Garza, José María, Impacto e implicaciones constitucio-
nales de la globalización en el sistema jurídico mexicano, México, UNAM, Instituto de Investigacio-
nes Jurídicas, 2012, pp. 298 y ss.
9 “El control judicial interno de convencionalidad”, Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas
de Puebla, núm. 28, 2011, pp. 131 y ss.
10 En general, acerca del control de convencionalidad, cfr. Sáiz Arnáiz, Alejandro y Fe-
rrer Mac-Gregor, Eduardo (coords.), Control de convencionalidad, interpretación conforme y diálogo
jurisprudencial. Una visión desde Europa y América Latina, México, Porrúa-UNAM, 2012; García
Ramírez, Sergio, “El control judicial interno de convencionalidad...”, cit., pp. 123 y ss.; Car-
bonell, Miguel, Introducción general al control de convencionalidad, México, Porrúa, 2013.
11 Sobre este particular, cfr. Pastor Ridruejo, José Antonio, “El protocolo 14 a la Conven-
ción Europea de Derechos Humanos: ¿estamos ante la reforma que necesita el Tribunal?”,
Revista Española de Derecho Internacional, vol. 56, núm. I, 2004, pp. 141-150.
Por lo demás, a la Corte llegan muy pocos casos, una diferencia abru-
madora con los miles resueltos cada año por el TEDH. Si la Corte se hu-
biera limitado a la satisfacción en los casos resueltos, su incidencia habría
sido mínima. Por el contrario, la Corte tiene en el área iberoamericana un
predicamento excepcional, que ha labrado con la extensión de sus propias
competencias y la imposición de algunas a los Estados.
Para empezar, ha llevado a sus fallos no solo las compensaciones eco-
nómicas para las víctimas, sino también otras medidas, algunas muy ima-
ginativas, que restablecieran plenamente el derecho; además, ha exigido
medidas legislativas que hicieran imposible nuevos casos.14 Pero lo verdade-
ramente relevante es que ha ordenado también en sus fallos, tras argumen-
taciones irreprochables, que las autoridades nacionales, en especial los jue-
ces, llevaran a cabo un control de convencionalidad del derecho interno. Ha
convertido a los jueces nacionales en jueces del sistema interamericano.15
De esta manera, con pocos pronunciamientos propios, la Corte espera, y lo
está consiguiendo (véase el ejemplo clamoroso de México),16 que su doctrina
irradie, se aplique por los jueces nacionales. Así lo demuestran sentencias
de los más importantes cortes supremas (Argentina o México) o tribunales
constitucionales (Perú o Colombia) que siguen sus dictados.17 En todo caso
14
Acerca del contenido de los fallos de la Corte IDH, cfr. Cançado Trindade, Antônio
Augusto, “Reminiscencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en cuanto a
su jurisprudencia en materia de reparaciones”, en Bogdandy, Armin von et al. (coords.), La
justicia constitucional y su internacionalización..., cit., t. II, pp. 189 y ss.; Cassel, Douglas, “El alcan-
ce e impacto cada vez mayores de las reparaciones ordenadas por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos”, en Bogdandy, Armin von et al. (coords.), La justicia constitucional y su
internacionalización..., cit., t. II, pp. 215 y ss.; Herrerias Cuevas, Ignacio Francisco, Control de
convencionalidad y efecto de las sentencias, México, UBIJUS, 2012; Silva García, Fernando, Dere-
chos humanos; efectos de las sentencias internacionales, México, Porrúa, 2007. Sobre la comparación
entre el contenido de los fallos de la Corte IDH y del TEDH, cfr. García Ramírez, Sergio y
Zanghi, Claudio, “Las jurisdicciones regionales sobre derechos humanos en los correspon-
dientes sistemas de protección”, en García Roca, Javier et al. (eds.), El diálogo entre los sistemas
europeo y americano de derechos humanos, Madrid, Civitas Thomson Reuters, 2012, pp. 424 y ss.
15
Como han puesto de relieve, entre otros, Sagüés, Néstor, “El control de convenciona-
lidad en el sistema interamericano, y sus anticipos en el ámbito de los derechos económico-
sociales. Concordancias y diferencias con el sistema europeo”, en Bogdandy, Armin von et al.
(coords.), Construcción y papel de los derechos sociales fundamentales..., cit., p. 389. Asimismo, véase
Ferrer Mac-Gregor, “Interpretación conforme...”, cit., p. 379; Nogueira Alcalá, Humberto,
“Los desafíos del control de convencionalidad del corpus iuris interamericano”, Boletín Mexi-
cano de Derecho Comparado, núm. 135, 2012, pp. 1185 y ss.
A propósito de la recepción en México de la doctrina de la Corte IDH, cfr. Ferrer Mac-
16
cit., pp. 100 y ss., y de Ferrer Mac-Gregor, E., “Interpretación conforme...”, cit., pp. 380 y ss.
Sagüés clasifica la posición de los Estados en aceptación expresa, aceptación tácita, silencio
y negación tácita. Por su parte, Serna de la Garza simplifica la distinción entre países inter-
nacionalistas y nacionalistas, op. cit., pp. 244 y ss. También Bazán, Víctor, “Control de con-
vencionalidad, aperturas dialógicas e influencias jurisdiccionales recíprocas”, Revista Europea
de Derechos Fundamentales, núm. 18, 2011, pp. 69 y ss.
18 Tal y como apunta Fix-Zamudio, Héctor, “La creciente internacionalización de las
Constituciones iberoamericanas, especialmente en la regulación y protección de los derechos
humanos”, en Bogdandy, Armin von et al. (coords.), La justicia constitucional y su internacionaliza-
ción..., cit., pp. 659 y ss.
19 Paralelismo ya trazado en un voto particular por García Ramírez en el caso Tibi vs.
Ecuador, del 7 de septiembre de 2004. El argumento lo desarrolla Ferrer Mac-Gregor, E., “In-
terpretación conforme...”, cit. y también plásticamente por Sagüés, N., “Control de constitu-
cionalidad y control de convencionalidad. A propósito de la constitución convencionalizada”,
Parlamento y Constitución, núm. 14, 2011, pp. 143-152. El mismo Sagüés en “El «control de con-
vencionalidad» como instrumento para la elaboración de un ius commune interamericano”, en
Bogdandy, Armin von et al. (coords.), La justicia constitucional y su internacionalización..., cit., pp.
462 y 463. Asimismo, Torres Zúñiga, Natalia, El control de convencionalidad, Académica Española,
2013, pp. 101 y ss. También Carnota, Walter F., “La diferenciación entre control de consti-
tucionalidad, control de convencionalidad y control de compatibilidad”, Anuario Iberoamericano
de Justicia Constitucional, núm. 15, 2011, pp. 51 y ss. Igualmente, Humberto Nogueira Alcalá
estudia esas diferencias, “Los desafíos del control de convencionalidad del corpus iuris interame-
ricano...”, cit., pp. 1181 y ss.
20 García Ramírez ha contribuido desde la cátedra y como juez de la Corte IDH a crear,
primero, y consolidar después el concepto y la práctica del control de convencionalidad. Al
voto particular en el caso Myrna Mack se suman los de los casos Tibi vs. Ecuador, del 7 de
septiembre de 2004 y Vargas Areco vs. Paraguay, del 26 de septiembre de 2006.
21 Acerca de este caso hay abundante literatura, entre otros, cfr. Ferrer Mac-Gregor, E.,
“Interpretación conforme...”, cit., pp. 374 y ss.; Sagüés, N., “El control de convencionali-
dad...”, cit., pp. 382 y ss.; Rey Cantor, Ernesto, Control de convencionalidad de las leyes y derechos
humanos, México, Porrúa-IMDPC, 2008, pp. 157 y ss.
22 Quien a mi parecer mejor la han teorizado son Ferrer Mac-Gregor, E., “Interpreta-
ción conforme...”, cit., pp. 421 y ss., y García Ramírez, que los distingue como “métodos
para el control”, en “El control judicial interno de convencionalidad...”, cit., pp. 150 y ss.
23 Las reformas en derecho humanos, procesos colectivos y amparo, México, Porrúa-UNAM, 2013,
pp. 19 y 20. Carlos Ayala Corao utiliza las mismas expresiones, Del diálogo jurisprudencial al
control de convencionalidad, Caracas, Editorial Jurídica Venezolana, 2012, pp. 119 y ss.
26
Acaso quien haya mejor explicado esta obviedad es García Ramírez, S., “El control
judicial interno de convencionalidad...”, cit., pp. 144 y ss.
27 A propósito de Venezuela, cfr. Ayala Corao, Carlos, La inejecución de las sentencias interna-
cionales en la jurisprudencia constitucional de Venezuela, Caracas, Fundación García Pelayo, 2009.
Del mismo autor, Ayala Corao, Carlos, “Inconstitucionalidad de la denuncia de la Conven-
ción Americana sobre Derechos Humanos por Venezuela”, Revista Europea de Derechos Funda-
mentales, núm. 20, 2012, pp. 45 y ss., y Brewer-Carías, Allan, Sobre la “in” justicia constitucional.
La Sala constitucional y el autoritarismo en Venezuela, Caracas, Editorial Jurídica Venezolana, 2007.
Más recientemente, Brewer-Carías, Allan, “El ilegítimo control de constitucionalidad de las
sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos por parte de la Sala Cons-
titucional del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela”, Anuario Iberoamericano de Justicia
Constitucional, núm. 16, 2012, pp. 335 y ss.
28
Que glosa Sagüés, N., “El control de...”, cit., p. 391.
29
Esta diferente intensidad en el despliegue del control de convencionalidad interno la
analiza Ferrer Mac-Gregor, E., “Interpretación conforme...”, cit., pp. 386 y ss. Sagüés distin-
gue, según sus resultados, entre control represivo o destructivo (cuando se concluye en una
declaración de inconvencionalidad) y preventivo o constructivo (interpretación conforme),
“El control de...”, cit., pp. 384 y ss.
Fix-Zamudio y Valencia Carmona, op. cit., pp. 3 y ss. Asimismo, Serna de la Garza, op.
30
cit., pp. 297 y ss. La armonización sería fruto de una convergencia de interpretaciones, según
Góngora Mera, op. cit., pp. 211 y ss.
A propósito de este caso, cfr. Ferrer Mac-Gregor, Eduardo y Silva García, Fernando,
31
Jurisdicción militar y derechos humanos. El caso Radilla ante la Corte Interamericana de Derechos Huma-
nos, México, Porrúa, 2011. También Cossío, José Ramón, “Primeras implicaciones del caso
Radilla”, Cuestiones Constitucionales, núm. 20, 2012, pp. 31 y ss.
Sobre esta sentencia, cfr. Ferrer Mac-Gregor, E., “Interpretación conforme..”, cit., pp.
32
403 y ss.
33
Un buen análisis de derecho comparado lo ofrece Ferrer Mac-Gregor, E., “Interpreta-
ción conforme...”, cit., pp. 357 y ss.
Ibidem, pp. 399-406. Ello a pesar del tenor literal del artículo 68.1 de la Convención.
34
35
En este sentido, García Sayán, Carlos, “Una viva interacción: Corte Interamericana
y tribunales internos”, La Corte Interamericana de Derechos Humanos. Un cuarto de siglo 1979-2004,
San José, Corte Interamericana de Derechos Humanos, 2005, pp. 323-384.
36
Ferrer Mac-Gregor, E., “Interpretación conforme...”, cit., p. 389.
Idem.
37
Sorprende que con tan pocas resoluciones la Corte de San José haya im-
puesto en tan poco tiempo un entendimiento común de los derechos funda-
mentales39 y revolucionado la relaciones entre tribunales nacionales y Corte
internacional, mediante la conversión de los primeros en auxiliares de la
segunda. Y a través del control de convencionalidad interno, la Corte acaba
por cerrar el círculo de su supremacía. Porque en rigor puede hablarse de un
principio de “supremacía convencional”,40 fraguado en ese diálogo jurispru-
dencial.41 Se ha forzado la apertura del derecho constitucional al derecho
internacional en su doble vertiente (procedimental y sustantiva). Por lo que
atañe a la procedimental, en la medida en la que se conforma un sistema
de jurisdicción interamericano del que los jueces nacionales son partícipes.
Respecto a la segunda, porque la Corte ha cambiado el modo de interpretar
los derechos, y al hacerlo acaba imponiendo un entendimiento común. En
verdad ha necesitado de la aquiescencia de los máximos tribunales naciona-
les y de la apertura de los poderes constituyentes y de reforma constitucional
Ibidem,
38 pp. 421 y ss.
39
Ese ius commune que teoriza Sagüés, N., “El control de convencionalidad como instru-
mento para la elaboración de un ius commune interamericano”, en Bogdandy, Armin von et al.
(coords.), La justicia constitucional y su internacionalización..., cit., pp. 449 y ss. En la misma obra
colectiva, cfr. Góngora Mera, Manuel Eduardo, “Diálogos jurisprudenciales entre la Corte
Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Constitucional de Colombia: una visión
evolutiva de la convergencia de estándares sobre derechos de las víctimas”, pp. 403 y ss.
40 Como lo llama Sagüés, N., “El control de...”, cit., p. 390. Rey Cantor extrae conclu-
siones llamativas de lo que él llama “supraconstitucionalidad”, así como que el bloque de la
convencionalidad es límite a la acción del poder de reforma constitucional e incluso a la del
poder constituyente, op. cit., pp. 193 y ss.
41 Ferrer Mac-Gregor, E., “Interpretación conforme...”, cit., pp. 425 y ss.; Bazán, Víctor,
“Control de convencionalidad, aperturas dialógicas...”, cit., pp. 63 y ss. Acerca de lo que este
diálogo significa, cfr. García Roca, Javier, “El diálogo entre el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos y los tribunales constitucionales en la construcción de un orden público europeo”,
Teoría y Realidad Constitucional, núm. 30, 2012, pp. 190 y ss. Héctor Fix-Zamudio prefiere
hablar de relaciones entre tribunales nacionales e internacionales, “La creciente internacio-
nalización de las Constituciones iberoamericanas...”, cit., pp. 583 y ss.
42
“Control de constitucionalidad y control de convencionalidad propósito de la consti-
tución convencionalizada...”, cit., pp. 143-152.
Cfr.
51 Ruiz Jarabo, Dámaso, El juez nacional como juez comunitario, Madrid, Fundación Uni-
versidad Empresa-Civitas, 1993. También Alonso García, Ricardo, El juez nacional como juez
europeo a la luz del tratado constitucional, Valencia, Tirant lo Blanch, 2005.
Acerca de las similitudes y diferencias, cfr. Fernández, Pablo Antonio y Méndez Silva,
55
Ricardo, “El alcance de las obligaciones del Convenio Europeo de Derechos Humanos y
de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”, en García Roca, Javier (eds.), El
diálogo entre los sistemas europeo y americano de derechos humanos..., cit., pp. 109 y ss.
Sobre la importancia de este caso, cfr. García Ramírez, Sergio y Zanghi, Claudio, “Las
56
Hay que advertir, sin embargo, que el TEDH se vio obligado a efectuar
un control de convencionalidad desde muy pronto, cuando la hipotética
vulneración de algún derecho convencional provenía inequívocamente de
la misma norma nacional. Es lo que ocurre por ejemplo en el célebre caso
Régimen lingüístico de la enseñanza en Bélgica, del 23 de julio de 1968, en
cuyo fallo el TEDH señala que el artículo 7.3 de la Ley belga del 2 agosto
1963, “no se conforma a las exigencias del artículo 14 del Convenio”.
El TEDH ha llegado incluso a sancionar la omisión legislativa, enten-
diéndola como falta de protección debida al derecho convencional. Véase
el caso X e Y contra Holanda, del 26 de marzo de 1985, en el que el Tribu-
nal considera la ausencia de protección penal de una menor mentalmente
disminuida, que fue obligada a mantener relaciones sexuales, lesiva de su
derecho a la vida privada y familiar en su dimensión de derecho a la inte-
gridad física; o el caso Siliadin contra Francia, del 26 de junio de 2005, en
el que la protección penal insuficiente es causa, entre otras, de la lesión de la
prohibición de esclavitud recogida en el artículo 4.1 del CEDH.
En casos como los señalados se ponen de manifiesto los límites del
margen de apreciación nacional.57 En principio, a los Estados corresponde
adoptar las medidas que consideren pertinentes para proteger los derechos
convencionales, desde luego incluyendo las legislativas. Pero éstas no están
exentas del control del TEDH si son insuficientes (omisiones) o directamente
contravienen el Convenio. En este último supuesto el TEDH no ha eludido
proclamarlo en el fallo de sus sentencias, lo que ha obligado al Estado afec-
tado a cambiar su legislación, bajo la supervisión del Comité de Ministros.
Se ha colegido, pues, del Convenio, la obligación estatal de modificar
la legislación, derogando la norma inconvencional o colmando la omisión
detectada por el TEDH. Sin embargo, el TEDH no ha dado el paso de im-
poner otras medidas de restitución del derecho más allá de la satisfacción
equitativa o de retrotraer actuaciones procesales. Tampoco, por supuesto,
ha dado el paso de exigir que los jueces nacionales realizaran un control de
convencionalidad de las normas internas. En la medida en lo que esto ha
sucedido parcial e indirectamente ha sido fruto de la buena disposición de
las autoridades nacionales.
Y lo que ha venido ocurriendo es que los criterios interpretativos del
TEDH han sido tenidos en cuenta, con mayor o menor intensidad, por los
tribunales nacionales para fijar el alcance de los derechos reconocidos en
las normas nacionales, en especial en las constitucionales. Muy lentamente
57
Al respecto, cfr. García Roca, Javier, El margen de apreciación nacional en la interpretación del
Convenio Europeo de Derechos Humanos. Soberanía e integración, Madrid, Civitas-Instituto de Dere-
cho Parlamentario-Thomson Reuters, 2010.
58
Como explica Queralt Jiménez, op. cit., pp. 462 y ss.
59
Sagüés ofrece una interesante síntesis de lo acontecido en Europa, “El control de con-
vencionalidad...”, cit., pp. 403 y ss.
60
Porque las sentencias del TEDH son las “herramientas hermenéuticas” de la armoni-
zación, Queralt Jiménez, op. cit., p. 439.
61
Explica Queralt Jiménez que la armonización no es uniformización; esta viene exigida
por el TJUE y deriva de la naturaleza del derecho comunitario, op. cit., p. 437. En el mismo
sentido Ferreres Comella, op. cit., p. 236. En sentido parecido, Alejandro Sáiz Arnáiz explica
la interpretación conforme como ausencia de contradicción, La apertura constitucional al derecho
internacional y europeo de los derechos humanos. El articulo 10.2 de la Constitución Española, Madrid,
Consejo General del Poder Judicial, 1999, pp. 220 y ss.
Al respecto, García Roca plantea las incógnitas de esa futura adhesión, El margen de
62
2010, pp. 3 y ss. Y del lado iberoamericano, Sagüés, N., “El control de convencionalidad...”,
cit., pp. 408 y ss.
65 Acerca de este precepto, que se suele considerar un acierto del constituyente, cfr., entre
otros, Delgado Barrio, Javier, “Proyección de las decisiones del Tribunal Europeo de Dere-
chos Humanos en España”, Revista de Administración Pública, núm. 119, 1989, pp. 233 y ss.;
García de Enterría, Eduardo, “El valor en derecho español de la jurisprudencia del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos”, BICAM, núm. 1, 1987; Rey Martínez, Fernando, “El cri-
terio interpretativo de los derechos fundamentales conforme a las normas internacionales
(análisis del artículo 10.2 CE)”, Revista General de Derecho, núm. 537, 1989, pp. 3611 y ss.; Sáiz
Arnáiz, Alejandro, La apertura constitucional al derecho internacional europeo de los derechos humanos,
El artículo 10.2 de la Constitución Española, Madrid, CGPJ, 1999.
66
Un “parámetro interpretativo” como explica Sáiz Arnáiz, A., La apertura..., cit., pp. 87 y ss.
Ibidem,
67 pp. 220 y ss.
71
Sáiz
Arnáiz advierte que el artículo 10.2 de la CE no permite crear nuevos derechos
fundamentales desconectados de los enunciados en la Constitución. Ibidem, pp. 79 y ss.
Protagonismo del Tribunal Constitucional que resalta Queralt Jiménez, op. cit., pp.
72
440 y ss.
73 Al respecto, cfr. Canosa Usera, Raúl, “La interpretación evolutiva del Convenio Euro-
peo de Derechos Humanos”, en García Roca, Javier et al. (coords.), Integración europea a través
de derechos fundamentales: de un sistema binario a otro integrado, Madrid, Centro de Estudios Políticos
y Constitucionales, 2009, pp. 79-112.
74 Esta conexión entre los artículos 53.1 y 10.2 de la Constitución la pone de manifiesto
Caballero Ochoa, José Luis, La incorporación de los tratados internacionales sobre derechos en México y
España, México, Porrúa, 2009, p. 340. También Ferreres Comella, op. cit., p. 551.
IV. Conclusión
reserva, ha venido siendo aceptada por los Estados nacionales. Esta auténti-
ca revolución jurídica ha convertido a los jueces nacionales en auxiliares de
la Corte, al imponerles la tarea de efectuar un control de convencionalidad
pleno: interpretación conforme y declaración de inconvencionalidad. Se ha
edificado así un sistema de control difuso de convencionalidad, donde la
Corte oficia como una suerte de tribunal supremo.
El sistema europeo es más bien de control concentrado, porque solo
el TEDH ha realizado en rigor control de convencionalidad pleno, ya que
muy tempranamente hubo de efectuarlo cuando resultaba evidente que la
lesión del derecho convencional provenía directamente de la ley o de su
omisión. Sin embargo, no ha impuesto a los Estados la tarea de declarar la
inconvencionalidad de las propias normas; ha sido, pues, más respetuoso
con el principio de subsidiariedad, inspiración primera de la protección in-
ternacional.78 Como el TEDH puede potencialmente pronunciarse en miles
de ocasiones, los Estados no han tenido más remedio, para eludir sucesivas
condenas, que modificar sus leyes y cambiar la interpretación de los dere-
chos para acomodarse, armonizarse con el parecer del TEDH. La puesta
en vigor del Protocolo 16 daría a la jurisdicción nacional ocasión de armo-
nizarse antes de resolver los casos.
Así que en ambos sistemas regionales, por vías diferentes, se han ido
conformando Constituciones más o menos convencionalizadas,79 el punto
de encuentro entre ordenamientos nacionales e internacionales en defen-
sa de la libertad, servidas por jueces constitucionales cosmopolitas80 que
interpretan y aplican el derecho con una perspectiva muy distinta a la del
pasado, y que se funda, a la postre, en una teoría común de los derechos
fundamentales.81
El Tribunal Constitucional español no ha asumido un control de con-
vencionalidad que hubiera supuesto la conversión del CEDH en canon de
su enjuiciamiento, pero ha interpretado (exartículo 10.2 de la CE) los dere-
chos constitucionales conforme a la doctrina del TEDH, tarea en la que le
han seguido los tribunales ordinarios. España es buen ejemplo de la modes-
ta proyección del control interno de convencionalidad en Europa, ceñido al
principio de armonización.
78
Acerca de la subsidiariedad, cfr. García Roca, J., El margen de apreciación..., cit., pp. 93 y ss.
79
Que son expresión de la “globalización jurídica”, a la que se refiere García Roca, J.,
“El diálogo entre...”, cit., pp. 183 y ss.
Calificativo atribuido por Zagrebelsky, “El juez constitucional en el siglo XXI”, Revista
80
I. Introducción
279
Entre los órganos estatales vinculados por los tratados de derechos hu-
manos sobresalen por la trascendencia de su actividad los jueces, ya que,
de acuerdo con la naturaleza de su función al resolver litigios, son quienes
en mayor medida pueden lograr el respeto y la efectividad de los derechos
previstos en los tratados internacionales.
En el desarrollo de su labor, los jueces:
5
Al respecto, véase Fix-Zamudio, Héctor, “Eficacia de los instrumentos protectores de los
derechos humanos”, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, México, vol. II, 2002, pp. 11-50.
6 Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Guía sobre aplicación del derecho interna-
cional..., cit., pp. 49-53.
todo Estado es responsable de los actos de sus Tribunales, cuando sean opues-
tos al Derecho Internacional, sin que esto altere la autonomía de los mismos
en el orden interno, puesto que... son órganos estatales. Los Tribunales po-
drán en efecto, ser independientes de otras esferas estatales, pero no del Es-
tado mismo.7
tante labor de divulgación de los derechos que han llevado a cabo en general
los organismos públicos no jurisdiccionales de protección de tales derechos, a
imagen de la figura del Ombudsman.
Este es un aspecto que seguramente seguirá incidiendo como problema,
pero esperamos que se disminuya paulatinamente hasta su mínima expresión.
La continuidad en la capacitación en derechos humanos es indispensable,
dada la dinámica de los estándares internacionales en constante evolución.
Un aspecto diverso del problema es la existencia de actitudes de recha-
zo ante la dificultad que implica interpretar y aplicar tales instrumentos,
en consonancia con el resto de las normas del ordenamiento. En ocasiones
puede suceder que no exista obstáculo jurídico alguno que impida a los tri-
bunales nacionales aplicar, a través de sus sentencias, las normas de derechos
humanos previstas en los tratados internacionales, y que se trate, en mayor
medida, de una cuestión de decisión y voluntad de los propios jueces para
realizar esta importante labor.9
En nuestra experiencia, en ocasiones los jueces señalan sentirse abruma-
dos ante la cantidad de instrumentos internacionales a considerar, pero esto
es aparente, pues no todos los derechos humanos son aplicables al unísono,
sino que hay la incidencia regular de un número determinado de estándares
en cada rama del enjuiciamiento. Es precisamente por la determinación de
ese grupo de estándares que habría que empezar.
Otra de las aseveraciones recurrentes es desplazar la responsabilidad a
los usuarios de los sistemas de justicia, de manera que los jueces se muestran
abiertos a la aplicación de los estándares, pero solo si las partes que intervie-
nen en los litigios los invocan. Si bien, por supuesto, a todos los que partici-
pan en los litigios interesa que las normas aplicables sean consideradas, no
debe escapar a nuestra atención que las disposiciones de los instrumentos
9 A este respecto, Antonio Cançado señala: “...Cabe, pues, naturalmente a los tribu-
nales internos interpretar y aplicar las leyes de los países respectivos, ejerciendo los órganos
internacionales específicamente la función de supervisión, en los términos y parámetros de
los mandatos que les fueron atribuidos por los tratados e instrumentos de Derechos Huma-
nos respectivos. Pero cabe, además, a los tribunales internos, y otros órganos de los Estados,
asegurar la implementación a nivel nacional de las normas internacionales de protección,
lo que realza la importancia de su rol en un sistema integrado como el de la protección de
los Derechos Humanos, en el cual las obligaciones convencionales abrigan un interés común
superior de todos los Estados Partes, el de la protección del ser humano”. Ibidem, p. 20.
Asimismo, también se ha señalado: “Por lo tanto, no cabe la más mínima duda de que los
Tribunales como Órganos Estatales, pueden adoptar medidas —sentencias en sentido lato—
para ser efectivos los derechos y libertades reconocidos en el Tratado Internacional. Si no lo
hacen, comprometen la responsabilidad internacional del Estado, ya que su función radica
en la administración de justicia”. Comisión Estatal de Derechos Humanos de Querétaro,
“Responsabilidad del Estado a través de los órganos judiciales...”, cit., p. 101.
2004, p. 133.
11
Fix-Zamudio, Héctor, “El derecho internacional de los derechos humanos en las
Constituciones latinoamericanas y en la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, Jus-
ticia constitucional, Ombudsman y derechos humanos, México, Comisión Nacional de Derechos
Humanos, 1993, pp. 445-481.
12
El artículo 27 de la Convención de Viena señala: “El derecho interno y la observancia
de los tratados.
Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación
del incumplimiento de un tratado. Esta norma se entenderá sin perjuicio de lo dispuesto en
el artículo 46”.
Por su parte, el artículo 46 de la misma Convención establece: “Disposiciones de derecho
interno concernientes a la competencia para celebrar tratados.
Cabe señalar que si bien estas categorías pueden aplicarse a todo tipo de
tratados que puede incorporar un Estado, existe una tendencia a diferenciar
específicamente los tratados de derechos humanos y otorgarles un nivel gene-
ralmente superior dentro del ordenamiento, como se señaló párrafos arriba.
En la tendencia benéfica a otorgar una jerarquía superior a los instru-
mentos internacionales de derechos humanos, en opinión de Héctor Fix-
Zamudio, son representativas las vigentes Constituciones española (artículo
10) y portuguesa (artículo 16).14 La primera ordena la interpretación de las
normas constitucionales en concordancia con las disposiciones de la Decla-
nacional..., cit., pp. 33-43; Gros Espiell, Héctor, “Los tratados sobre derechos humanos y el
derecho interno”, Estudios en homenaje al doctor Héctor Fix-Zamudio, México, UNAM, 1988, t. II,
pp. 1025 y ss.
14
Fix-Zamudio, Héctor, “El derecho internacional de los derechos humanos en las
Constituciones latinoamericanas...”, cit., p. 448.
15
Se mencionan expresamente: la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del
Hombre; la Declaración Universal de Derechos Humanos; la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protocolo Facultativo; la Convención
sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; la Convención Internacional sobre
la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial; la Convención sobre la Elimina-
ción de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; la Convención contra la Tortura
y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; la Convención sobre los Derechos
del Niño.
Para un análisis jurídico de dicha ejecutoria véase Carpizo, Jorge, Nuevos estudios consti-
16
tucionales, México, Porrúa-UNAM, 2000, pp. 493-498. Véase también Flores, Imer B., “Sobre
la jerarquía normativa de leyes y tratados. A propósito de la (eventual) revisión de una tesis”,
Esto significa, por una parte, que en caso de contradicción con la legisla-
ción federal prevalecía lo dispuesto por los tratados en aplicación del criterio
jerárquico en la solución de conflictos normativos, y por la otra, que ante la
existencia de vacíos normativos en la legislación federal, las normas conteni-
das en los tratados sirven como pautas o principios útiles para interpretación
e integración del ordenamiento, por su carácter jerárquicamente superior.17
Cuestiones Constitucionales, México, núm. 13, julio-diciembre de 2005. Dicho autor, además,
profundiza en una ulterior jerarquía, que derivaría de distinguir diversos tipos de tratados y
de leyes federales, véase pp. 14 y 15.
17
Para un panorama sobre la jerarquía y aplicación de los tratados de derechos humanos
en el continente americano, véase Instituto Interamericano de Derechos Humanos, Guía sobre
aplicación del derecho internacional..., cit.
18
Tesis P. VIII/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXV,
abril de 2007, p. 6.
19 Tesis P. IX/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. XXV,
abril de 2007, p. 6.
20
Véase a este respecto, Pinto, Mónica, “El principio pro homine. Criterios de hermenéu-
tica y pautas para la regulación de los derechos humanos”, La aplicación de los tratados sobre
derechos humanos por los tribunales locales, Buenos Aires, Editores del Puerto, 1997, pp. 163-172.
Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán
de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados
internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las ga-
rantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspender-
se, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitución establece.
22 Dicho precepto señala: “Art. 38. 1. La Corte, cuya función es decidir conforme al
derecho internacional las controversias que le sean sometidas, deberá aplicar:
a. las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas
expresamente reconocidas por los Estados litigantes;
b. la costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como
derecho;
c. los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas;
d. las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las
distintas naciones, como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin
perjuicio de lo dispuesto en el Artículo 59.
2. La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex
aequo et bono, si las partes así lo convinieren”.
llamada soft law o derecho derivado del funcionamiento de los órganos in-
ternacionales de promoción, supervisión y de garantía.23
Los derechos humanos pueden tener expresión en las Constituciones de
los Estados, dando lugar a la categoría de los llamados derechos fundamentales24
o denominaciones sinónimas, que poseen el valor, la autoridad y la jerarquía
de las normas constitucionales, y cuya observancia es garantizada mediante
las figuras derecho procesal constitucional aplicables, según el Estado de
que se trate.25 Desde este punto de vista, los derechos humanos comprenden
a los derechos fundamentales, pero no se agotan necesariamente en ellos.
La categoría de los derechos fundamentales en México correspondía a
las llamadas “garantías individuales”, aunque también a varias de las lla-
madas “garantías sociales”.26 El hecho de llamar “garantías” a lo que en
realidad son “derechos” susceptibles de protección ha sido históricamente
superado, en opinión de la doctrina.27
Sin embargo, la nomenclatura señalada trajo consigo en México, por
muchos años, diversos problemas, como son: a) confundir los derechos sus-
tantivos reconocidos con las garantías constitucionales o instrumentos de pro-
tección de tales derechos; b) tener como base el otorgamiento estatal de
23
Sobre este interesante tema véase Toro Huerta, Mauricio Iván del, “El fenómeno del
soft law y las nuevas perspectivas del derecho internacional”, Anuario Mexicano de Derecho Inter-
nacional, México, vol. VI, 2006, pp. 513-549.
Véase a este respecto Nogueira Alcalá, Humberto, Teoría y dogmática de los derechos funda-
24
tución en el ordenamiento mexicano, 2a. ed., México, Centro de Estudios Constitucionales México-
Centroamérica-UNAM-Corte de Constitucionalidad de Guatemala, Cuadernos Constitu-
cionales México-Centroamérica, núm. 12, 1998, pp. 55-64.
Ibidem,
28 pp. 112-125.
29
En virtud de esa reforma, el artículo 103 señala:
“Artículo 103. Los Tribunales de la Federación resolverán toda controversia que se suscite
I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos huma-
nos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta Constitución, así como
por los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte;
II. Por normas generales o actos de la autoridad federal que vulneren o restrinjan la so-
beranía de los estados o la esfera de competencia del Distrito Federal, y
III. Por normas generales o actos de las autoridades de los Estados o del Distrito Federal
que invadan la esfera de competencia de la autoridad federal”.
30 Fix-Zamudio, Héctor. “El juez ante la norma constitucional”, Justicia constitucional,
Ombudsman y derechos humanos, México, Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1993, p.
36; Pérez Tremps, Pablo, Tribunal constitucional y Poder Judicial, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1985, pp. 190-192.
Castillo Velasco, Coronado y Vallarta declararon que los jueces locales sí po-
dían examinar la constitucionalidad de las leyes, o sea, que podía dejar de
aplicar una ley por considerarla anticonstitucional. Rabasa también siguió
esta idea sólo que con una restricción: que los jueces locales sólo podían rea-
lizar tal examen si las leyes locales se encontraban en oposición evidente con
la Constitución. En cambio, Ruiz afirmó que únicamente la Suprema Corte
puede resolver el problema de constitucionalidad.33
33 Carpizo, Jorge, “La interpretación del artículo 133 constitucional”, en Estudios constitu-
cionales, 5a. ed., México, UNAM-Porrúa, 1996, p. 14.
34 Semanario Judicial de la Federación, Segunda Época, 1881, t. III, pp. 345-394.
Ibidem,
35 p. 349.
36
TenaRamírez, Felipe, Derecho constitucional mexicano, 29a. ed., México, Porrúa, 1995,
pp. 546-548.
Carpizo, Jorge, “La interpretación del artículo 133 constitucional”, cit., p. 31.
37
constitucionalidad de las leyes, por la exclusiva vía del amparo, con los di-
versos principios establecidos por los artículos 133 y 128 de la Ley Suprema”
(este último se refiere al juramento de guardar y hacer guardar la Consti-
tución y las leyes, que todo servidor público debe realizar antes de tomar
posesión de su encargo). La manera de llevar esto a cabo es a través del plan-
teamiento de inconstitucionalidad de la ley por vía de recurso; esto es, no
como un ataque directo y frontal a la misma y a los órganos que participaron
en su formación, sino con motivo de la impugnación de una sentencia defi-
nitiva o que ponga fin a un juicio, a través del amparo de una sola instancia
(de que conocen los tribunales colegiados de circuito), y vía precisamente
del recurso de revisión de conocimiento de la Suprema Corte, que prevé la
Constitución (artículo 107, fracción IX), y la Ley de Amparo (artículos 83,
fracción V y 84, fracción II).39
Las posiciones, en México concretamente, pueden enunciarse como si-
gue: 1) hay aquellos para quienes los jueces locales y, en general, los de cual-
quier jerarquía, pueden decidir conforme a la Constitución federal, dándole
preferencia, y haciendo a un lado las disposiciones de la Constitución y leyes
locales y, en todo caso, sus planteamientos sobre el particular podrán ser re-
visados a nivel federal; 2) la postura opuesta admite implícitamente que los
jueces no deben desaplicar las normas de la Constitución o de las leyes loca-
les; esto es, deben decidir conforme a ellas, y si subsistiera el planteamiento
de inconstitucionalidad, este puede hacerse valer a través del amparo.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha emitido diversos criterios
en torno a la segunda parte del artículo 133, pero casi todos en el sentido de
conservar lo que Martínez Báez llamó en su momento el “indebido mono-
polio” de conocer y resolver las cuestiones de inconstitucionalidad.40 Pone-
mos solo a manera de ejemplo el siguiente:
Ibidem, pp. 175-180; véase también del mismo autor sus Ensayos sobre el derecho de amparo,
39
agosto de 1999, p. 5. El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada el trece de julio del
año en curso, aprobó, con el número 74/1999, la tesis jurisprudencial que antecede. México,
Distrito Federal, a catorce de julio de mil novecientos noventa y nueve.
sentencias en las que el Estado Mexicano haya sido parte, y d) los criterios
orientadores de la jurisprudencia y precedentes de la citada Corte, cuando
el Estado Mexicano no haya sido parte.
...todas las demás autoridades del país en el ámbito de sus competencias
tienen la obligación de aplicar las normas correspondientes haciendo la inter-
pretación más favorable a la persona para lograr su protección más amplia,
sin tener la posibilidad de inaplicar o declarar su incompatibilidad.
44
Sobre los diversos sistemas de precedentes, véase al respecto Shahabuddeen, Moha-
med, Precedent in the World Court, Gran Bretaña, Cambridge University Press, 1997, pp. 9 y ss.
45
Recuérdese, por ejemplo, uno de los casos más sobresalientes, como fue el de “La úl-
tima tentación de Cristo” (Olmedo Bustos y otros) vs. Chile, fondo, reparaciones y costas,
sentencia del 5 de febrero de 2001, serie C, núm. 73, en el cual la Corte Interamericana señaló
que “...la responsabilidad internacional del Estado puede generarse por actos u omisiones de
cualquier poder u órgano de éste, independientemente de su jerarquía, que violen la Conven-
ción Americana. Es decir, todo acto u omisión, imputable al Estado, en violación de las nor-
mas del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, compromete la responsabilidad
internacional del Estado. En el presente caso ésta se generó en virtud de que el artículo 19
número 12 de la Constitución establece la censura previa en la producción cinematográfica y,
por lo tanto, determina los actos de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial”.
Art. 4o. bis. En el Estado de Sinaloa toda persona es titular de los derechos
humanos reconocidos en la Constitución Política de los Estados Unidos
46
El artículo 38 señala en su fracción II: “Los derechos o prerrogativas de los ciudadanos
se suspenden: II. Por estar sujeto a un proceso criminal por delito que merezca pena corpo-
ral, a contar desde la fecha del auto de formal prisión;…”.
47
El artículo 23 de la CADH, en su párrafo 2, señala: “La ley puede reglamentar el
ejercicio de los derechos y oportunidades a que se refiere el inciso anterior, exclusivamente
por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma, instrucción, capacidad civil o mental,
o condena, por juez competente, en proceso penal”.
48
Expedida el 22 de junio de 1922, reforma del 25 de agosto de 1917.
Véase decreto de reforma del 1o. de abril de 2008, publicado en el Periódico Oficial del
49
Artículo 4o. bis c. Los derechos humanos a los que hace alusión esta Consti-
tución se interpretarán de acuerdo con los siguientes principios:
50
Para un análisis de la reforma puede véase Corzo Sosa, Edgar y Carmona Tinoco,
Jorge Ulises, “Entidades federativas y derechos humanos”, Cuestiones Constitucionales. Revista
Mexicana de Derecho Constitucional, México, núm. 19, julio-diciembre de 2008, pp. 385-396.
51
En vigor a partir del 15 de enero de 2002.
52
El texto anterior a la reforma de 2008 era ya de suyo uno de los más avanzados en
materia de consagración de derechos humanos a nivel local. Véase a este respecto Carmona
Tinoco, Jorge Ulises, “La incorporación de los derechos humanos en las Constituciones lo-
cales mexicanas”, en Méndez-Silva, Ricardo, op. cit., p. 394.
53
“En el Estado de Tlaxcala todo individuo gozará de los derechos humanos que se
garantizan en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la presente Consti-
tución, instrumentos internacionales incorporados al orden jurídico mexicano y leyes secun-
darias. Su ejercicio implica deberes correlativos de respeto a los derechos de los demás y de
solidaridad a la familia, a los más desfavorecidos, a la sociedad y al Estado”.
56
Véase a este respecto, Carmona Tinoco, Jorge Ulises, “El significado de la aceptación
de la competencia de los comités de Naciones Unidas, facultados para decidir peticiones
individuales en materia de derechos humanos y su previsible impacto en la impartición de
justicia en México”, Reforma Judicial. Revista Mexicana de Justicia, México, núm. 1, enero-junio
de 2003, pp. 161-192.
57
Véanse, por ejemplo, los artículos 8o. y 25 de la Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos, y 2o. y 14 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
el juez de funciones más modestas hasta las más altas magistraturas judicia-
les, pueden comprometer la responsabilidad internacional del Estado por
violaciones a derechos de esa fuente, es importante reforzar que todos los
jueces incorporen la práctica de la aplicación de los tratados de derechos
humanos y de la jurisprudencia internacional, y que esto no quede única-
mente en el ámbito de los jueces constitucionales en sentido estricto, aunque
sí debe empezar por ellos, lo cual en la actualidad es una actividad que va
en aumento notable.
El rol que están llamados a jugar los estándares internacionales de dere-
chos humanos puede llegar incluso a convertirlos en parámetros de regularidad
normativa en el ámbito interno, en el sentido del “bloque de constituciona-
lidad” que opera en diversos países. Entonces, es apremiante que las salas,
cortes o tribunales constitucionales sean los primeros en proceder a armo-
nizar o amalgamar las normas de fuente internacional con las de la propia
Constitución, en una ecuación que sume disposiciones constitucionales, más
las de los instrumentos internacionales y la jurisprudencia interna e interna-
cional, lo cual es el mejor camino para perfilar los niveles o estándares que
van ocupando los derechos humanos. A esto habría que sumar el diálogo
intercortes o tribunales constitucionales, con los de carácter internacional,
hacia la conformación de una jurisprudencia universal de la libertad.
La finalidad del esbozo de estas opciones para dar solución a los pro-
blemas que se han reseñado no pretende ser en modo alguno la forma de
aproximación única, ni tal vez la más inmediata, sino únicamente resaltar
los posibles temas de una agenda académica a modo de llamado a la nece-
sidad de un esfuerzo conjunto de la doctrina y la judicatura, para aportar
soluciones a estos problemas muy posiblemente compartidos.
Para efectos de este breve trabajo, consideramos importante destacar
de las reformas constitucionales de junio de 2011 los aspectos directamente
vinculados a la garantía judicial de los derechos, en torno a lo cual podemos
comentar que los cambios no solo permitirán, sino obligarán la aplicación
jurisdiccional de los derechos humanos de fuente internacional, que ahora
cuentan con pleno y expreso reconocimiento constitucional, por lo que el
tema de la jerarquía formal no deberá operar más tratándose de este tipo
de derechos, sino que se debe dar paso a la interpretación conforme con la
Constitución, el principio pro persona y la ponderación, como manera de
hallar su coexistencia y complementariedad.
Si bien no hay que escatimar mérito e importancia a la reforma, tam-
bién hay que señalar un par de temas que ha dejado pendientes. Uno de
ellos es la alusión expresa a la jurisprudencia internacional, como un com-
plemento necesario para la adecuada aplicación de los tratados internacio-
EL CONTROL DE CONVENCIONALIDAD
Y SU RELACIÓN CON EL SISTEMA CONSTITUCIONAL
MEXICANO. HACiA UNA SIMPLE ACTIVIDAD PROTECTORA
DE LOS DERECHOS HUMANOS
Enrique Carpizo*
I. Introducción
¡Se fue el campeón, pero quedaron sus victorias! Así es como Jorge Carpizo
pasa del aspecto terrenal al de la eternidad. Salvo los enemigos de la rectitud,
nadie que lo conoció pudo siquiera pronunciar una mala referencia sobre su
humildad y educación. Se trató de un hombre flexible que supo tener mano
dura y decir la verdad pesara a quien le pesara. Hoy descansa en paz nues-
tro ejemplar campechano a consecuencia de un problema preoperatorio. Su
familia, sus amigos y sus discípulos no creemos en su muerte; creemos en la
viveza de sus posturas y de sus anhelos.
Jorge Carpizo, pese a fallecer, sigue siendo la inspiración de muchas
personas, estudiantes, profesores y funcionarios de gobierno. Nuestro cam-
* Profesor de amparo en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma
de México e investigador visitante en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la misma
casa de estudios.
321
1
Escribió: “Con la alegría de haber existido durante 68 años, me despido de mis fami-
liares y amigos. Traté de vivir lo mejor que pude dentro de mis circunstancias, y de servir
con devoción a México y a su Universidad Nacional. En los cargos que ocupé siempre rendí
informes públicos, presenté evaluaciones y dejé constancia de lo realizado en múltiples li-
bros y artículos. El mejor homenaje que puedo recibir consiste en que se lean y reflexionen.
Nunca mentí ni cometí delito alguno. Cumplí con mis responsabilidades al máximo de mi
capacidad y voluntad. En mis libros y artículos tanto los académicos y los testimoniales, dejo
constancia del país que me tocó vivir, servir, gozar y sufrir. Mil y mil gracias a aquellos que
colaboraron lealmente conmigo y con los valores que rigieron todas mis actividades. Me voy
amando, con todas mis fuerzas, convicciones y emociones, a nuestro gran país y a su, y mía
también, Universidad Nacional”, Milenio, México, 12 de junio de 2012.
enseñanzas, sin lo cual no sería el estudiante que soy. Por eso retomo fuerzas
para pronunciar un hasta luego, retomo fuerzas para seguir mis planes sin
su mano en mi hombro, retomo fuerzas para caminar hacia su eterna com-
pañía que por silenciosa podría resultar odiosa; sin embargo, ¡sé que está
conmigo y siempre lo recordaré! Conservo la felicidad de que se haya ido
tal y como era: fuerte, invicto, lúcido, indoloro y sin despedirse. Qué mejor
forma de caminar hacia la perpetuidad del pensamiento jurídico y político
de este mundo.
Mil gracias, Jorge, por permitirme estar cerca de ti y aprender de tu
persona y experiencia. Mil gracias, tío, por enseñarme que no hay mayor
imposible que el que uno mismo se plantea. Mil gracias, amigo, por hacer-
me ver que la felicidad se alcanza cuando uno deja de esperar de los demás
y hacemos lo que está en nuestras manos. Mil gracias, maestro, por darme
la posibilidad de comprender lo impredecible de la naturaleza humana. Un
millón de gracias, colega, por dejarme gozar de tu singular y especial per-
sonalidad.
Sin duda, mi aprendizaje aún no termina, tu forma de pensar persiste,
tus intervenciones me cautivan, tus ponencias me motivan y, en general, tus
aportaciones retan y acompañan mi creatividad. Seguiré tu pensamiento y
tus acciones a favor de la dignidad humana, el del perfeccionamiento del
Estado y de la vida universitaria. Desde el otro extremo del camino pronun-
cio un “nos vemos, tío”, como la última vez que charlamos, y expreso en tu
memoria las siguientes reflexiones.
Si reconocemos tener un control constitucional concentrado y uno de
tipo difuso, entonces México llegó tarde a ese último modelo, en razón de que
ahora está frente a una simple actividad protectora de los derechos huma-
nos. Al respecto, vale analizar a) si existe el control convencional interno,
b) si su ejercicio debe ser difuso; esto es, limitado a autoridades judiciales, y
c) si dicho sistema debe proceder de oficio o a petición de parte.
No obstante, considero que existen temas paralelos que también deben
analizarse para saber si la nación a) transita hacia un principio de suprema-
cía convencional, y b) si en realidad estamos frente a una simple actividad
protectora de los derechos humanos. Doy a conocer mi criterio.
cional interno o externo; empero, sigue siendo mejor opción hablar de una
simple, no simplista, actividad protectora de los derechos humanos que no
tenga las reticencias de un control reservado a jueces nacionales o inter-
nacionales, con independencia de que se adopte una postura que distinga
entre control convencional original, derivado o difuso, pues continúa limi-
tándose a juzgadores cuando la actividad protectora puede ser ejercida por
ciudadanos y autoridades aunque no sean jueces, ya que a nadie se le puede
impedir actuar en favor de su raza o de su medio ambiente.
Nuestra afirmación no impide que el resultado de la actividad protec-
tora pueda ser revisada a través de las instancias que correspondan, de ahí
mi postura en fomentar una competencia abierta en materia de reconoci-
miento y protección de los derechos humanos; esto es, una simple actividad
protectora de los mismos.
El artículo 1o. constitucional en México no distingue, y dice “...todas
las autoridades, en el ámbito de sus competencias, tienen la obligación de
promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de confor-
midad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad
y progresividad...”.7
La idea de un control limitado o dirigido a los jueces es acorde al sis-
tema vigente en los Estados Unidos de Norteamérica, país que no se en-
cuentra sometido a ninguna autoridad trasnacional ni a ningún convenio
internacional protector de la dignidad humana, sino a referentes provenien-
tes del texto o interpretación de su norma suprema, situación que a su vez
muestra una tendencia diferente a la que México requiere en materia de
respeto y desarrollo de los derechos humanos.
7 “Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los dere-
chos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que
el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio
no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Cons-
titución establece. Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de confor-
midad con esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo
en todo tiempo a las personas la protección más amplia. Todas las autoridades, en el ámbito
de sus competencias, tienen la obligación de promover, respetar, proteger y garantizar los
derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia,
indivisibilidad y progresividad. En consecuencia, el Estado deberá prevenir, investigar, san-
cionar y reparar las violaciones a los derechos humanos, en los términos que establezca la
ley. Está prohibida la esclavitud en los Estados Unidos Mexicanos. Los esclavos del extranjero
que entren al territorio nacional alcanzarán, por este solo hecho, su libertad y la protección
de las leyes. Queda prohibida toda discriminación motivada por origen étnico o nacional, el
género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la religión,
las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente contra la
dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades de las
personas”. Disponible en http://www2.scjn.gob.mx/red/leyes/.
Por ello, el título de este apartado remite a una lógica y notable transi-
ción en materia de tutela y preservación de la dignidad humana, la cual no
debe confundirse o mezclarse con ideas tendentes a limitar su ejercicio a los
jueces, ya que las posturas extremadamente técnicas únicamente obstacu-
lizan el ámbito de reconocimiento y garantía. Propongo la adopción de la
actividad protectora o tutelar de los derechos humanos en vez de un “con-
trol difuso de convencionalidad” o “control convencional difuso” o “control
convencional interno” limitado a juzgadores y alejado del citado precepto
1o. de la Constitución mexicana.8 Veamos por qué.
Idem.
8
9 “Sentencia de amparo. No puede ser violatoria de garantías”, cuya parte
conducente dispone: “...No puede constituir expresión de agravios en la revisión, el razona-
miento en el sentido de que el Juez de Distrito en su sentencia viola los preceptos constitucio-
nales que consagran las garantías...”.
Sobre ese tema, cfr. Fix-Zamudio, Héctor, “Protección jurídico constitucional de los
10
empresas que a su vez violan derechos humanos, pues para aceptar esa hi-
pótesis previamente se debe comprender que a ellos también corresponde
la obligación de respetar, proteger, fomentar y, ¿por qué no?, de reconocer
y desarrollar derechos.
Ahora, se puede brindar a la actividad protectora una cobertura limita-
da por temor a una desestructuración legal o constitucional que monopoliza
la tutela de los derechos humanos o la desaplicación de normas o de actos
positivos u omisos que los violen. Duda que se basa en ver a la apertura tu-
telar como sinónimo de descontrol, ilegalidad, inconstitucionalidad o incon-
vencionalidad, aspecto que a su vez implica miedo a la pérdida del poder.
Desde mi perspectiva, lo único que pudiera acontecer cuando una auto-
ridad o un ciudadano reconoce, tutela o viola derechos humanos, es que su
proceder sea cuestionado en forma adicional a los argumentos de invalidez
que en general se elaboran en contra de actos o abstenciones, pero difícil-
mente podrá generarse un ámbito de impunidad que no pueda reivindicar-
se a favor de la dignidad humana.
En principio, la función protectora de los derechos humanos está en-
comendada al mismo ser humano. Como dije, no comulgo con tendencias
encaminadas a restringir a jueces la tutela de los derechos o prerrogativas
humanos, y tampoco considero que ello corresponda a ciertas autoridades
del Estado. Insisto, el reconocimiento de derechos, incluidos los implícitos y
la tutela de los mismos, no es monopolio de ninguna autoridad o institución
del país; aceptar lo contrario implicaría sostener una visión restringida don-
de el reconocimiento de derechos —y su salvaguarda— únicamente com-
peta a ciertas autoridades del Estado, dígase jueces federales o estatales,13
ombudsmen nacional o locales, entre otras procuradurías o defensorías de
los derechos humanos de tipo social, familiar, ambiental, etcétera.
Al respecto, mi postura es más amplia y vincula a toda gente, sea autori-
dad o no, tenga facultades expresas para ello o no; esto es, distingo entre un
vínculo jurídico que obliga a reconocer y respetar derechos, frente a otro de
tipo racional que conlleva a ser congruentes con nuestro ser y respetuosos
de su entorno social, político, económico y ambiental.
Me inclino a favor de una circunferencia abierta en materia de reco-
nocimiento y protección de los derechos humanos, cuyo ejercicio no está
limitado a lo previsto en la Constitución o a las autoridades que ella prevé,
sino también a lo dispuesto en tratados internacionales, en sus convencio-
13
López Daza, Germán, “El juez constitucional colombiano como legislador positivo:
¿un gobierno de los jueces?”, Cuestiones Constitucionales, México, núm. 24, enero-junio de
2011, pp. 169-193.
14
Expediente formado con motivo de la consulta realizada por la Segunda Sala de la
Corte al Pleno de ese alto tribunal para saber cómo ejecutar la sentencia interamericana que
condena a México en relación al caso Rosendo Radilla Pacheco. Consúltese García Ramí-
rez, Sergio y Morales Sánchez, Julieta, La reforma constitucional sobre derechos humanos, México,
Porrúa, 2011.
Ibidem, p. 245.
15
16
Sin embargo, la Corte de Justicia mexicana adujo en forma irracional que la jurispru-
dencia interamericana solo obliga a México cuando el fallo de donde emana condena al país.
derecho, postulado que impide suplir los reclamos en favor de quien sufre
un perjuicio.17
El principio iura novit curia impone la obligación correspondiente a cada
parte. Al accionante, dar los hechos, y al juez, reconocer, proteger y aplicar
el derecho.18 En México, las violaciones a ese postulado son abundantes, y
parte de ello se debe a la jurisprudencia de la Corte de Justicia, que avala
la inoperancia de los argumentos que no son redactados de manera brillan-
te. Así, los jueces federales trasladan un sentimiento de culpa al litigante y
lo acusan de no plantear sus motivos de inconformidad en forma excelsa: lo
ridiculizan.19
El motivo principal de declarar “inoperantes”, “ineficaces”, “inatendi-
bles” o “insuficientes” los argumentos de impugnación20 consiste en resol-
ver de manera más sencilla los procesos constitucionales. El presidente de la
Corte de Justicia, en su informe de labores 2010-2011, refiere que del 100%
de los amparos que se promueven ante el Poder Judicial Federal, el 47.44% de
los presentados ante tribunales colegiados se niega; el 31.12% de los presen-
tados ante tribunales unitarios también se niega, y el 12.51% de los que se
interponen ante jueces de distrito, para no perder costumbre, de igual forma
se niega.21
17
“Suplencia de la queja deficiente. No opera en los casos en que es impro-
cedente un recurso de revisión en amparo directo, aun tratándose de meno-
res de edad”, Tesis: 1a. XVII/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, t. XXV,
enero de 2007, p. 486.
Sentís M., Santiago, El juez y el derecho, Buenos Aires, Ediciones Jurídicas Europa-Amé-
18
tramitados en los Tribunales Unitarios fueron 1,357 ampara (33.17%), 1,273 no ampara
(31.12%), 864 sobresee (21.12%), 262 desechadas (6.4%), 28 no interpuestas (0.68%), 179
incompetencias (4.37%) y 127 con otros sentidos (3.10%). Juzgado de Distrito: Amparo
Indirecto. Al inicio del año había 62,218 amparos indirectos en proceso de resolución, in-
gresando 401,436, de los cuales se resolvieron 407,719 quedando 55,048 amparos indirectos
al final del año estadístico dos mil diez. Los juicios de amparo indirecto ingresados a los Juz-
gados de Distrito se distribuyen en 144,718 en materia penal (36.05%), 115,783 en materia
administrativa (28.84%), 72,084 en materia civil (17.95%) y 68,851 en materia de trabajo
(17.15%). Los sentidos de las resoluciones dictadas en los amparos indirectos tramitados
en los Juzgados de Distrito fueron 89,529 ampara (21.95%), 51,012 no ampara (12.51%),
171,100 sobresee (41.96%), 42,804 desechados (10.49%), 25,806 no interpuestos (6.32%),
17,810 incompetencias (4.36%) y 9,658 otro sentido (2.36%), cfr. “Informe anual de labores
2010”, Anexo documental, Suprema Corte de Justicia de la Nación, México, 2011.
Véase supra “Conceptos de violación inoperantes”, cit.
22
23
“Suplencia de la queja deficiente en materia penal. Permite salvaguardar
los derechos del inculpado cuya defensa se haya realizado en forma deficien-
te o nula”, Tesis: 1a. CXCIX/2009, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, t. XXX,
noviembre de 2009, p. 415; “Agrario. Suplencia de la queja en materia agraria”,
Semanario Judicial de la Federación, México, SCJN, amparo directo 5725/86, p. 48; “Suplencia
de la queja deficiente en materia de trabajo. Opera en favor del trabajador
cuando el acto reclamado afecte algún interés fundamental tutelado por
el artículo 123 de la Constitución federal”, Tesis: P./J. 105/2008, Semanario Judicial
de la Federación y su Gaceta, t. XXVIII, octubre de 2008, p. 63, y “Suplencia de la queja.
Procede en cuestiones de derecho familiar”, Semanario Judicial de la Federación, Méxi-
co, SCJN, amparo en revisión 2959/87, p. 322.
de ella y todos los tratados hechos o que se hicieren por el presidente de la República, con
aprobación del congreso; serán la ley suprema de toda la Unión. Los jueces de cada Estado
se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario
que pueda haber en las constituciones o leyes de los Estados”; “Artículo 133.- Esta Constitu-
ción, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de ella y todos los Tratados que estén
de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por el Presidente de la República, con
aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión. Los jueces de cada Estado
se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las disposiciones en contrario
que pueda haber en las Constituciones o leyes de los Estados”. Cfr. Tena Ramírez, Felipe,
Leyes fundamentales de México: 1808-2005, 24a. ed., México, Porrúa, 2005, p. 627.
Carpizo, Enrique, La defensa constitucional…, cit., pp. 3-16.
30
31 Ese criterio aplica para todos los Estados parte, y puede consultarse en caso Castañeda
Gutman vs. México, excepciones preliminares, fondo, reparaciones y costas, sentencia del 6
de agosto de 2008, serie C, núm. 184. Cfr. Carmona, Jorge, “El caso Jorge Castañeda Gut-
man vs. Estados Unidos Mexicanos ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos”,
Anuario Mexicano de Derecho Internacional, México, 2009, vol. IX.
32 Carpizo, Enrique, Derechos fundamentales..., cit., pp. 96 y 97, y Castilla, Karlos, “El prin-
cipio pro persona en la administración de justicia”, Cuestiones Constitucionales, México, núm.
20, enero-junio de 2009, pp. 65-83.
33 Sobre estas ideas se recomienda consultar los apuntes del II Seminario sobre Derecho
VIII. Conclusiones
IX. Bibliografía
34 Sobre los límites al intérprete de los derechos humanos, cfr. Carpizo, Enrique, Derechos
Jurisprudencia
I. Introducción
351
2
Carpizo, Jorge, Estudios constitucionales, 8a. ed., México, Porrúa-UNAM, 2012, p. 297.
Ibidem,
3 p. 310.
4 Aunque no existen datos contundentes sobre el número de reformas que se han reali-
zado al texto constitucional ni un consenso al respecto, tomemos como base la información
proporcionada por la Cámara de Diputados, según la cual desde la promulgación de la
Constitución en 1917 hasta la fecha se han realizado más de 200 reformas al texto constitu-
cional. El artículo 73 constitucional es el que más modificaciones ha tenido, con 67 cambios.
El sexenio en el que ha habido el mayor número de revisiones a la Constitución ha sido el
de Felipe Calderón Hinojosa, con 110 artículos reformados. Esta situación evidencia que
la modificación de la ley fundamental no necesariamente fue un fenómeno que se vio favo-
recido por la hegemonía de un partido en el poder, pues ya con la alternancia política y el
gobierno dividido, la rigidez constitucional no cobró mayor vigencia. La referida evolución
constitucional puede constatarse en la obra editada por la Cámara de Diputados, intitulada
Los derechos del pueblo mexicano. México a través de sus Constituciones. Para una breve cuantificación
de las reformas constitucionales y criterios para clasificarlas, cfr., Carpizo, Jorge, op. cit., pp.
309-317, así como Fix-Zamudio, Héctor y Valencia Carmona, Salvador, Derecho constitucional
mexicano y comparado, 7a. ed., México, Porrúa-UNAM, 2010, pp. 110-115.
Como antes se dijo, el diez de junio de dos mil once se modificó el ar-
tículo 1o. de la Constitución, para establecer que en nuestro país todas las
personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en la propia Cons-
titución y en los tratados internacionales de los que el Estado mexicano sea
parte, así como de las garantías para su protección. Esta enmienda ha sido
objeto de múltiples reflexiones, que tienen como finalidad desentrañar su
justa dimensión y su alcance efectivo.
Mientras que para algunos, la reforma se traduce en la introducción de
una nueva concepción de la interpretación del derecho, para otros, el signi-
ficado de la enmienda no hace más que fijar un acento en lo que ya estable-
cía el texto constitucional en su artículo 133.5
En el texto modificado se mantuvo la precisión de que el ejercicio de
esos derechos y garantías no podría restringirse ni suspenderse, salvo en los
casos y bajo las condiciones que la Constitución establece.6
5
“Artículo133. Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión que emanen de
ella y todos los Tratados que estén de acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren
por el Presidente de la República, con aprobación del Senado, serán la Ley Suprema de toda
la Unión. Los jueces de cada Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a
pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en las Constituciones o leyes de los
Estados”.
6 La distinción entre derechos y garantías no es nueva. De hecho, seguramente la modi-
ficación constitucional se vio influenciada por las tesis del maestro Fix-Zamudio, para quien
la defensa de la Constitución se integra por dos categorías; la primera, es la protección de la
Constitución, formada por factores económicos, políticos, sociales y de técnica jurídica. “La
segunda categoría está formada por las llamadas garantías constitucionales, pero entendi-
das no en el concepto tradicional que las identifica con los derechos de la persona humana
consagrados constitucionalmente, sino como los medios jurídicos, de naturaleza predomi-
nantemente procesal, que están dirigidos a la reintegración del orden constitucional cuando
el mismo ha sido desconocido o violado por los propios órganos de poder...”. Fix-Zamudio,
Héctor, Estudio de la defensa de la Constitución en el ordenamiento mexicano, 2a. ed., México, Porrúa-
UNAM, 2011, p. 11.
1) Control concentrado. Ejercido por parte de los órganos del Poder Ju-
dicial de la Federación, el cual tiene asignados en la propia norma
fundamental las vías a través de las que puede ejercerse: acciones de
inconstitucionalidad, controversias constitucionales, así como los jui-
cios de amparo, ya sea directo o indirecto.
2) Control difuso. Aquel que puede ser efectuado por el resto de los jue-
ces del país, de forma incidental, durante los procesos ordinarios en
que son competentes, y que ahora ha adquirido una nueva dimensión
a través de lo que se denomina “control de la convencionalidad ex
officio”.
mexicanos siempre que sean más favorables a la persona en términos del ar-
tículo 1 de la Constitución federal”, Tesis P.LXVI/2011, Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Décima Época, t. 1, diciembre de 2011, p. 550.
9 Tesis P.LXVII/2011, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Décima Época, t. 1,
diciembre de 2011, p. 535.
10 Sentencia dictada el 24 de noviembre de 2006.
42... Consiste en la posibilidad de ejercer dicho control por los jueces nacio-
nales, con independencia de que las partes lo invoquen. En realidad constituye un
complemento del carácter “difuso” de dicho control. Si en la anterior carac-
terística del “control difuso de convencionalidad” se establecía la intenciona-
lidad de la Corte IDH de que se “debe” ejercer por cualquier juez, con in-
dependencia de su jerarquía, grado, cuantía o materia de especialización (de
donde deriva que sea un “control difuso”), ahora se acentúa dicho carácter al
especificar que además se ejerce “de oficio”, lo que implica que en cualquier
circunstancia los jueces deben realizar dicho control, ya que “esta función no
debe quedar limitada exclusivamente por las manifestaciones o actos de los
accionantes en cada caso concreto”.
La controversia que se suscita para dilucidar cuáles deben ser los bor-
des o límites de los derechos fundamentales en un entorno constitucional
determinado involucra en sí misma una problemática mayor: la percepción
específica de la supremacía constitucional.
Para arribar a una definición propia de lo que es supremacía constitu-
cional, resulta imprescindible ubicar primero cuál es la vertiente doctrinaria
que se asume para la comprensión del concepto Constitución.
Constitución en sentido formal. En esta vertiente, la Constitución es en esen-
cia una ley caracterizada por ciertos elementos formales, particularidades
en su aprobación, en su denominación y en su reforma agravada, o bien, la
mayoría de aquellas leyes, y por consiguiente, el contenido completo de las
disposiciones en el texto constitucional.
Constitución en sentido material. Se alude en general al conjunto de normas
que regulan la Constitución, las funciones y las competencias de los órganos
13
“Artículo 79... 3. Será ilícita toda modificación de la presente ley en virtud de la cual se
afecte a la división de la Federación en Estados, a los fundamentos de la cooperación de los
Estados en la potestad legislativa o a los principios establecidos en los artículos 1o. y 20”.
14
“Artículo 1.0. 1. La dignidad del hombre es sagrada y constituye deber de todas las
autoridades del Estado su respeto y protección. 2. El pueblo alemán reconoce, en consecuen-
cia, los derechos inviolables e inalienables del hombre como fundamento de toda comuni-
dad humana, de la paz y de la justicia en el mundo. 3. Los derechos fundamentales que se
enuncian a continuación vinculan al Poder Legislativo, al Poder Ejecutivo y a los tribunales a
titulo de derecho directamente aplicable”, y “Artículo 20. 1. La República Federal Alemana
es un Estado Federal democrático y social. 2. Todo poder estatal emana del pueblo, quien
lo ejercerá en las elecciones y votaciones y a través de órganos especiales de legislación, de
ejecución y de jurisdicción. 3. El Poder Legislativo estará vinculado al orden constitucional
y el Poder Ejecutivo y el Judicial estarán sujetos a la ley y al derecho. 4. Todo alemán tendrá
derecho de resistencia, cuando no exista otro remedio, contra quienquiera que se proponga
eliminar el orden de referencia”.
15
“Artículo 89... No podrá iniciarse ni proseguirse ningún procedimiento de reforma
mientras sufra menoscabo la integridad del territorio. No podrá la forma republicana de
gobierno ser objeto de reforma”.
16
“Artículo 139. No podrá ser objeto de revisión constitucional la forma republicana”.
17
“Artículo 169. No podrá iniciarse la reforma constitucional en tiempo de guerra o de
vigencia de alguno de los estados previstos en el artículo 116”.
Traducción libre.
Es innegable que uno de los puntos de vista que puede externarse con-
tra esta postura consiste en que solo es dable en esquemas normativos de
common law y que no son adaptables a un esquema de derecho escrito como
el mexicano.
Lo cierto es que en un modelo de modificación de la Constitución que
en un plano real se presenta como flexible, esta posibilidad permite asegurar
la preservación de sus valores esenciales; por supuesto, mediante la inter-
vención del intérprete judicial.
VIII. Conclusiones
21
Tesis P. XXII/2006, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t.
XXIII, febrero de 2006, p. 1170.
22
La idea de necesidad supone que aquello que contradice el principio no resulta super-
fluo ni puede ser alcanzado por otros medios concordantes con dicho principio. La idonei-
dad supone que el contenido de la norma o acto que colisiona con el principio es adecuada
para la consecución de los objetivos previstos. Finalmente, la proporcionalidad implica hacer
un cálculo de consecuencias tanto del principio que se sacrifica como aquel al que se poten-
cia. Cfr. Malem Seña, Jorge F. et al., El error judicial. La formación de los jueces, México, Fontama-
ra, 2012, p. 31.
23
“Artículo 8. Garantías Judiciales
1...
2. Toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mien-
tras no se establezca legalmente su culpabilidad. Durante el proceso, toda persona tiene
derecho, en plena igualdad, a las siguientes garantías mínimas...”.
24 “Artículo 23. Derechos Políticos
1. Todos los ciudadanos deben gozar de los siguientes derechos y oportunidades:
a. de participar en la dirección de los asuntos públicos, directamente o por medio de
representantes libremente elegidos;
b. de votar y ser elegidos en elecciones periódicas auténticas, realizadas por sufragio uni-
versal e igual y por voto secreto que garantice la libre expresión de la voluntad de los elec-
tores, y
c. de tener acceso, en condiciones generales de igualdad, a las funciones públicas de su
país.
2. La ley puede reglamentar el ejercicio de los derechos y oportunidades a que se refiere
el inciso anterior, exclusivamente por razones de edad, nacionalidad, residencia, idioma,
instrucción, capacidad civil o mental, o condena, por juez competente, en proceso penal”.
tre los derechos fundamentales que están en juego: el pleno ejercicio de li-
bertad de expresión en materia política25 y el derecho a la honra, reputación
y dignidad de la persona.26
Dado que el órgano revisor de la Constitución no optó por tutelar esos
derechos fundamentales mediante una cláusula abierta, que moderara la
dimensión de los derechos fundamentales antes precisados, a través de pa-
rámetros razonables que deben primar en una sociedad democrática, es en-
tonces el juzgador quien debe realizarlo, y emerge el deber de los tribunales
de dotar de sentido a la disposición constitucional de mérito, a través de su
interpretación.
En suma, una noción de Constitución material permite llevar a la prác-
tica el principio pro persona, reconocido en el artículo 1o. de la ley fun-
damental, a efecto de asimilar la justa dimensión que corresponde a los
derechos humanos, a cuyo respeto todas las autoridades del Estado están
comprometidas.
25
“Libertad de expresión e información. Su maximización en el contexto
del debate político”, Jurisprudencia 11/2008, Sala Superior del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación.
26
“Honra y reputación. Su tutela durante el desarrollo de una contien-
da electoral se justifica por tratarse de derechos fundamentales que se re-
conocen en el ejercicio de la libertad de expresión”, Jurisprudencia 14/2007, Sala
Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Marc Carrillo**
* El texto de este trabajo forma parte de un artículo más extenso, en lengua catalana,
que fue publicado en la Revista Catalana de Dret Públic, Barcelona, núm. 46, 2013 (editada
únicamente en soporte on line). Agradezco a la dirección de la revista la autorización para
publicar algunos apartados del texto.
** Catedrático de derecho constitucional, Universidad Pompeu Fabra (Barcelona).
369
3
Monchón Ruiz, L., “La reforma del artículo 135 de la Constitución Española y la sub-
ordinación de la deuda pública en la estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera”,
Revista Española de Derecho Financiero, Madrid, núm. 155, 2012, p. 100.
de 2011, con las contribuciones de los profesores Blanco Valdés y Tajadura Tejada; Bassols
Coma, M., “La reforma del artículo 135 de la Constitución Española y la constitucionaliza-
ción de la estabilidad presupuestaria: el proceso parlamentario de elaboración de la reforma
constitucional”, Revista Española de Derecho Administrativo, Madrid, núm. 2, 2012, pp. 23-29;
Ruiz Almendral, V., op. cit., pp. 111 y ss.; Embid Irujo, A., La constitucionalización de la crisis eco-
nómica, Madrid, Iustel, 2012; Medina Guerrero, M., “La reforma del artículo 135 CE”, Teoría
y Realidad Constitucional, Madrid, núm. 29, 2012, pp. 131-164. Igualmente, véase el núm. 98
de la REDC.
efecto, no era necesaria tal reforma, porque las previsiones sobre la estabi-
lidad presupuestaria ya estaban contenidas en el derecho originario euro-
peo (artículo 126 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea), y
además el valor de la primacía del derecho europeo sobre el nacional hacía
que la determinación del objetivo de la estabilidad presupuestaria obligatorio
para todas las administraciones públicas, ya obligaba al Estado. De acuerdo
con su competencia exclusiva exartículo 149.1.13a. de la CE para fijar “las
bases y la coordinación de la planificación general de la actividad económi-
ca”, el Estado dispone de capacidad normativa para aprobar una legislación
específica sobre estabilidad presupuestaria para la administración general del
Estado, de las comunidades autónomas (CCAA) y de las entidades locales. En
este sentido, desde 2001 ya se había legislado al respecto a través de la Ley
Orgánica 18/2001, de 12 de diciembre, General de Estabilidad Presupues-
taria (gobierno de Aznar, PP), que fue modificada por el Decreto-legislativo
2/2007, del 28 de diciembre (gobierno de Rodríguez Zapatero, PSOE).
Por su parte, el Tribunal Constitucional, a través de una reiterada ju-
risprudencia (entre otras, la STC 134/2011, del 20 de julio), ha interpre-
tado que el Estado dispone de competencia, de acuerdo con el artículo
149.1.13a. y 14a. de la CE, para dictar medidas obligatorias que limiten la
capacidad presupuestara de las CCAA y de las corporaciones locales. Por lo
tanto, el Estado ya disponía de la habilitación jurídica necesaria para inter-
venir sobre el sistema económico y financiero, sin necesidad de la reforma
del artículo 135 de la CE.
Por otra parte, esta reforma constitucional parte de un planteamiento
político y financiero que responde a una determinada opción económica y
financiera, que no forzosamente ha de ser la única posible. Por esta razón,
se introduce un factor de rigidez en una materia como es el relativo a la po-
testad presupuestario del Parlamento, que por su propia naturaleza política
demanda de un instrumento jurídico mucho más flexible que la Constitu-
ción, por lindar las variaciones de la coyuntura económica y financiera.
6 Ferreras Comella, V., “La crisis del euro y la regla de problemas constitucionales”, Uría
Menéndez Boletín, Barcelona, 2012, pp. 101 y 102.
7 Las consideraciones hechas en este apartado tienen su origen en mi trabajo “Espagne:
La Cour Constitutionnelle et l’équilibre des finances publiques”, Anuaire International de Justice
Constitutionnelle, XXVIII, 2013, pp. 195-212.
8
Bassols Coma, M., op. cit., pp. 23-29.
9
Embid Irujo, A., op. cit., pp. 65-90; Medina Guerrero, M., op. cit., pp. 131-164.
10
Schelkle, W., “EU Fiscal Governance: Hard Law in the Shadow of Soft Law”, Colum-
bia Journal of European Law, vol. 13, núm. 3, 2007, pp. 707 y ss.
para decidir sobre aspectos esenciales del Estado social, como son los gastos
en materia de sanidad, educación y servicios sociales.
Por su parte, la Ley Orgánica 2/2012, de 27 de abril, de estabilidad
presupuestaria y sostenibilidad financiera, aprobada por mandato de la re-
forma constitucional del artículo 135, reitera en su preámbulo los mismos
argumentos como causas para limitar la capacidad de decisión de las Cortes
Generales en materia económica y presupuestaria: la crisis económica con
un déficit del 11.2% en 2009 en todas las administraciones públicas, y las
tensiones financieras en los mercados europeos, que han puesto de manifies-
to la fragilidad institucional de la UE y la necesidad de avanzar en el proce-
so de integración económica, una integración fiscal y presupuestaria mayor
entre todos los Estados miembros de la UE. Esta situación exige aplicar una
política económica basada en la consolidación fiscal, que significa la elimi-
nación del déficit público estructural y desarrollar reformas estructurales.
En este sentido, se puede destacar que en las llevadas a cabo por el anterior
gobierno (PSOE), el nuevo gobierno (PP) ha realizado toda una serie de
modificaciones que reforman la legislación referida en el ámbito laboral,
el sistema financiero, la sanidad y la enseñanza. Asimismo, hay que subra-
yar que prácticamente todas ellas se han realizado a través del instrumen-
to jurídico decreto-ley (artículo 86 de la CE). A lo largo de 2012 han sido
aprobados 29 decretos-ley, es decir, una media de más, dos por cada mes: la
excepcionalidad como nota característica del decreto-ley se ha convertido
en una realidad habitual. Esta circunstancia pone de relieve que todas las
reformas que se están llevando a cabo, se realizan prácticamente al margen
del Parlamento, con ausencia de debate sobre su contenido y posibles alter-
nativas, y eso incluso en una circunstancia política en la cual el PP dispone
de mayoría absoluta. Por esta razón, hay importantes razones para afirmar
que la respuesta institucional a la crisis, además de reducir la capacidad de
cesión en una materia política tan sensible como es la relativa al ejercicio
de la potestad presupuestaria del Parlamento, está debilitando la solidez del
principio de la división de poderes.
...a pesar de que la apreciación del Gobierno, por su carácter fáctico, es una
decisión que corresponde a los órganos que tienen la dirección política, el
Tribunal Constitucional, como ha dicho a la STC 29/1982, de 31 de mayo,
no queda desapoderado para controlar la actuación de estos órganos políticos,
es decir, que la naturaleza política de la decisión... no puede ser obstáculo para
extender también el examen sobre la competencia habilitante en el conoci-
miento del TC, en cuanto sea necesario para garantizar uno uso del Decreto-
ley adecuado en la Constitución (FJ 3).13
13
DCGE, núm. 7/2010, FJ 3.
...del texto del Decreto ley se desprende que la implantación del nuevo sis-
tema sanitario, en sus aspectos principales, se demora más de cuatro me-
ses (disposición transitoria primera) y, por lo tanto, se trata de medidas que
“no modifican de manera instantánea la situación jurídica existente” (STC
14
Sin embargo, no hay que olvidar el hecho de que cuando se aprobó la STC 68/2007,
el Real decreto-ley 5/2002, aprobado para el gobierno Aznar, su contenido (que fue objeto
del recurso de inconstitucionalidad) ya había sido derogado por el Decreto-ley 5/2006, apro-
bado para el gobierno Rodríguez-Zapatero, que reinstauró los salarios de tramitación en los
procesos de despido, que el primero había suprimido.
15
Dictamen 5/2012, del 3 de abril (FJ 2).
la crisis económica ante la “evidencia [de la] insostenibilidad del modelo la-
boral español”;16 asimismo, fue presentada como un instrumento para “ga-
rantizar tanto la flexibilidad en la gestión del recursos humanos” como “la
seguridad del trabajadores en el empleo”.17
Uno de los preceptos de contenido más controvertido fue el apartado 3
del artículo 4o. del RDL 3/2012, relativo al contrato de trabajo por tiempo
indefinido de apoyo en los emprendedores, y que se incluía dentro del capí-
tulo II, sobre el “fomento de la contratación indefinida y otras medidas para
favorecer la creación de empleo”. El contenido era el siguiente:
16
“La crisis económica ha puesto en evidencia la insostenibilidad del modelo laboral
español. Los problemas del mercado de trabajo lejos de ser conjuturales son estructurales,
afectan los fundamentos mismos de nuestro modelo sociolaboral y requieren una reforma de
envergadura, que a pesar de los cambios normativos experimentados los últimos años, sigue
siendo reclamada por todas las instituciones económicas mundiales y europeas...”.
17
“La reforma propuesta intenta garantizar tanto la flexibilidad de los empresarios en la
gestión desde recursos humanos de la empresa como la seguridad de los trabajadores en el em-
pleo y adecuados niveles de protección social. Ésta es una reforma en la que todos ganan,
empresarios y trabajadores, y que pretende satisfacer más y mejor los legítimos intereses de
todos”.
18
Véanse STC 113/1995, FJ 7; Saíz Arnáiz, A., “Artículo 10.2: la interpretación de los
derechos fundamentales y los tratados internacionales sobre derechos humanos”, en Casas
Baamonde, María Emilia et al., Comentarios a la Constitución Española: XXX aniversario, Madrid,
Fundación Wolters Kluwe, 2008, p. 10.
Por lo tanto, los motivos por los cuales se puede resolver el contrato durante
el periodo de prueba no son susceptibles de control judicial, salvo los casos
que comporten un acto discriminatorio prohibido por el artículo 17 del ET.
5) El periodo de prueba laboral, según establece la jurisprudencia ordi-
naria en materia social, consiste en
Otro precepto del RDL 3/2012 que suscitó especial controversia fue el
apartado U del artículo 14, que dio una nueva redacción al apartado 3 del
artículo 82 del ET, relativo al procedimiento regulador de los convenios co-
lectivos. El último párrafo establece lo siguiente:
21
STC 175/1996, FJ 4.
22
STC 11/1981, FJ 24.
...la sujeción del convenio colectivo al poder normativo del Estado, constitu-
cionalmente legítima, no implica ni permite la existencia de decisiones admi-
nistrativas que autoricen la dispensa o inaplicación singular de disposiciones
contenidas en convenios colectivos, lo que no sólo sería desconocer la eficacia
vinculante del convenio colectivo, sino incluso los principios garantizados en
el art.9.3 CE.
Por consiguiente, sería contraría en el art. 37.1 CE, una interpretación
del art. 41.1 ET que permitiera en la Administración laboral autorizar en el
empresario la introducción de modificaciones sustanciales de condicionas de
trabajo previstas y reguladas en un convenio vigente...24
25
Las condiciones en las que fueron contratados estos préstamos han sido en muchas
ocasiones abusivas; esta circunstancia ha sido apreciada por el Tribunal de Luxemburgo en
su importante sentencia del 13 de marzo de 2013, dictada con motivo de una cuestión preju-
dicial planteada por el Juzgado Mercantil núm. 3 de Barcelona, con relación a determinados
preceptos de la Directiva 93/13/CEE del Consejo, del 5 de abril de 1993, sobre las cláusulas
abusivas en los contratos celebrados con consumidores. En su parte dispositiva, la STJUE
interpretó que “La Directiva 93/13/CEE del Consejo, del 5 de abril de 1993, sobre las
cláusulas abusivas en los contratos celebrados con los consumidores, debe interpretarse en
el sentido de que se opone a una normativa de un Estado miembro, como la controvertida
en el litigio principal, que en el mismo tiempo que no prevé, en el marco del procedimiento
de ejecución hipotecaría, la posibilidad de formular motivos de oposición basados en el ca-
rácter abusivo de una cláusula contractual que constituye el fundamento del título ejecutivo,
no permite que el juez que conozca del proceso declarativo, competente para apreciar el
carácter abusivo de esa cláusula, adopte medidas cautelares, entre ellas, en particular, la
suspensión del procedimiento de ejecución hipotecaría, cuando acordar talas medidas sea
necesario para garantizar la plena eficacia de su decisión final”.
BOJA, núm. 69, del 11 de abril de 2013.
26
DOGC,
27 núm. 5044, del 9 de enero de 2008.
28
En sus cinco primeros apartados, el artículo 42 del Proyecto de Ley del derecho a la
vivienda (actuaciones para evitar la desocupación permanente de viviendas) previó toda una
serie de medidas de fomento dirigidas a evitar la proliferación de viviendas vacías. Una vez
agotadas estas medidas, el apartado 6 establecía que en los ámbitos de demanda residencial
fuerte y acreditada la administración competente puede acordar el alquiler forzoso de la vi-
vienda, declarando previamente el incumplimiento de la función social de la propiedad. De
acuerdo con eso, si una vez transcurridos dos años desde la notificación de la declaración
de vivienda esta permanece vacía, en los términos que establece el artículo 3.d del Pro-
yecto de Ley, la administración puede expropiar el usufructo de la vivienda para alquilarlo a
terceros durante un plazo que no puede ser superior a cinco años, que una vez transcurrido,
el propietario puede recuperar el uso de su vivienda. Acto seguido, el Proyecto estableció
que el procedimiento para llevar a cabo esta actuación se tenía que ajustar a la legislación
urbanística y de expropiación forzosa, y en el expediente de precio justo se tiene que valorar
la indemnización correspondiente al derecho de usufructo temporal, atendiendo los gastos
asumidos por la administración en la gestión y las eventuales obras de mejora ejecutadas
en la vivienda. El Consejo Consultivo de la Generalidad de Cataluña dictaminó, por una
mayoría de 4 a 3 consejeros, que el apartado 6 del artículo 42 del Proyecto era contrario a la
Constitución, porque generaba inseguridad jurídica, ya que “resultará improbable o de muy
difícil apreciación, dificultando su aplicación...”, “la falta de determinación de aquello que
se tiene que entender por «ámbitos de demanda residencia fuerte y acreditada»”, y porque
también “...se produce discriminación entre los propietarios de viviendas desocupadas en un
mismo ámbito, calificados como de «demanda residencial fuerte y acreditada»”.
29 Las SSTC 111/1983 y 37/1987.
30
De acuerdo con los datos que aporta la exposición de motivos, según los Censos de
Población y Viviendas de 2001, en este año en Andalucía existían 548,669 viviendas vacías,
lo cual suponía un porcentaje del 15.5% sobre el total de viviendas y un 22.7% respecto de
las viviendas calificadas como principales. Según los últimos datos publicados por el Minis-
terio de Fomento, se estima que el parque de viviendas en Andalucía es 4.5 millones, lo cual
supone un incremento de un millón, con respecto a lo que existía en 2001. Por lo tanto, en
diez años el parque ha aumentado en casi un 25%.
32
Entre otras se encuentran las SSTC 11/1981, del 8 de abril; 53/1985, del 11 de abril;
209/1989, del 15 de diciembre, y 214/1994, del 14 de julio.
33
Aquí tenemos a las STC 66/1995, del 8 de junio; 107/1996, del 12 de junio, y
147/2001, del 27 de junio.
Esta jurisprudencia está en la línea establecida por el TEDH en su leading case sobre
34
V. A modo de conclusiones
VI. Bibliografía
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Doug Cassel**
401
Ejemplos hasta la fecha se ven en los sistemas de los países árabes,1 de los
países islámicos,2 de Asia sureste3 y de África.4
En otros sistemas, los que disponen de tribunales regionales para litigios
económicos, puede ser que al inicio el conflicto sea pasado por encima, por-
que los Estados no se dan cuenta de que la retórica noble de los instrumen-
tos constitutivos abre la puerta para que los tribunales económicos fallen
también sobre los derechos humanos. Si el tribunal regional cuenta con el
apoyo de un Estado poderoso de la región (por ejemplo, en África del oeste),
y falla en contra de un Estado débil, el resultado puede ser una victoria para
los derechos humanos.5 Por otro lado, si el apoyo político para el tribunal
en la región es débil (por ejemplo, en África del sur), y el tribunal falla en
contra de un poder regional, el resultado para el tribunal puede llegar a ser
literalmente fatal.6
Recientemente, el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos parecía
superar el conflicto inherente entre parentesco estatal y misión humanitaria;
no obstante, en la última década ha enfrentado resistencia cada vez mayor.
El primer desafío llegó de una fuente predecible: un Estado autoritario y
poderoso recién admitido al Consejo de Europa.7 Luego, el Tribunal se en-
1 Rishmawi, Mervat, “The Arab Charter of Human Rights and the League of Arab
sobre la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos del 8 de julio de 2004 (Gran
Cámara) en el caso de Ilaşcu y otros vs. Moldova y la Federación Rusa (adoptada por el Co-
mité de Ministros el 12 de julio de 2007 en la 1002nda reunión de los Diputados de los Mi-
nistros), en https://wcd.coe.int/ViewDoc.jsp?Ref=CM/ResDH(2007)106&Language=lanEnglish&S
ite=CM&BackColorInternet=C3C3C3&BackColorIntranet=EDB021&BackColorLogged=F5D383.
8 Consejo de Europa, “High Level Conference on the Future of the European Court of
Human Rights”, Brighton Declaration, 19 de abril de 2012, párr. 12 (a), (b) y (c), (ii).
9 Judd, Terri y Anderson, Steve, “Not on my watch: David Cameron defies Attorney
General Dominic Grieve and insists prisoners will NOT get the vote under this Govern-
ment”, The Independent, 24 de octubre de 2012. La controversia surgió a raíz de la sentencia
del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Scoppola v. Reino Unido.
10 “Conservatives hint at abolishing Human Rights Act as David Cameron vows to ‘stick
to the course”, London Evening Standard, 3 de marzo de 2013.
11 Watt, Nicholas y Travis, Alan, “UK may withdraw from European rights convention
over Abu Qatada”, The Guardian, 24 de abril de 2013.
12 Brighton Declaration, nota 8, párrs. 1 y 2.
13
Para el trasfondo, véanse Buergenthal, T. y Cassel, Douglass, “The Future of the Inter-
American Human Rights System”, El futuro del sistema interamericano de protección de los derechos
humanos 539, Inter-American Institute of Human Rights, 1998; Cassel, D., “Inter-American
Human Rights Law, Soft and Hard”, en Shelton, Dinah (ed.), Commitment and Compliance: The
Role of Non-Binding Norms in the International Legal System 393, 2000, y Cassel, D., “Fortalecien-
do el rol de las víctimas en el cumplimiento de las sentencias de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos”, en Sosa, E. et al. (eds.), Impacto de las sentencias de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, México, Tirant lo Blanch, 2013, p. 125.
Para los textos y el estatus de ratificación, véase http://www.oas.org/en/iachr/mandate/
14
basic_documents.asp. La Asamblea General más reciente de la OEA adoptó dos nuevos tratados
de derechos humanos: uno en contra de la discriminación con base en una amplia gama de
motivos (AG/RES. 2804, XLIII-O/13, 6 de junio de 2013), adoptando en consecuencia la
Convención Interamericana contra Toda Forma de Discriminación e Intolerancia (artículo
35 Sobre Venezuela, véase nota 17. Sobre Uruguay, véase Corte Int.-Am. DD.HH., Caso
Gelman vs. Uruguay, supervisión de cumplimiento de sentencia, resolución del 20 de marzo
de 2013.
36 Alba es la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Alba se propuso
originalmente por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, en 2004, como alternativa al
Tratado de Libre Comercio de las Américas. Los miembros, en orden de fecha de acceso, son
Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, más tres países pequeños del Caribe. Véase
en http://www.alba-tcp.org/.
37 Unasur se fundó en 2008 para promover la integración regional en varios campos
sociales y económicos, así como en temas de seguridad y democracia. Los doce miembros de
Unasur son Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú,
Suriname, Uruguay y Venezuela. México y Panamá son observadores. Véase en http://www.
unasursg.org/inicio/organizacion/historia.
php/16-juris/22-casos-contenciosos.
47
Véase nota 17; Convención, artículo 78.2.
“Brazil «overtakes UK’s economy»”, BBC News, 6 de marzo de 2012, en http://www.
48
bbc.co.uk/news/business-17272716.
“Cita de Cochabamba emite declaración final de seis puntos”, cit.
49
Idem.
50
en http://www.aida-americas.org/node/1542?gclid=CJ6ow4GF_7cCFQpnOgodTyYAfw.
53
La regla 25.5 requiere el aviso previo al Estado de las medidas cautelares, salvo cuando
la urgencia no permite tiempo para ello.
Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe Anual 2011, capítulo III.c.1,
54
56 Brooks, Bradley, “Brazil grants building license for Amazon dam”, Bloomberg Business-
week, 1o. de junio de 2011.
57 “Coalition of Non-Governmental Organizations Concerned about Large Dams in
the Brazilian Amazon”, Universal Periodic Review (UPR) Civil Society Submission for Brazil, 28 de
noviembre de 2011, en http://www.aida-americas.org/sites/default/files/refDocuments/LargeDams_
UPRJointSub_Brazil_2nd_Cycle.pdf.
58 Comisión Interamericana de Derechos Humanos, Informe Anual 2011, capítulo III.c.1,
párr. 33, en http://www.oas.org/en/iachr/docs/annual/2011/TOC.asp.
59 Véase el listado de los representantes permanentes a la OEA en http://www.oas.org/en/
member_states/authorities.asp.
Informe
60 del Grupo de Trabajo Especial de Reflexión sobre el Funcionamiento de la Comisión Intera-
mericana de Derechos Humanos para el Fortalecimiento del Sistema Interamericano de Derechos Humanos
para la consideración del Consejo Permanente (Informe GT), OEA/Ser.G/GT/SIDH-13/11 rev. 2,
13 de diciembre de 2011.
61
CEJIL, Comunicado conjunto, “Observaciones al proceso de reflexión sobre el fun-
cionamiento de la Comisión Interamericana para el fortalecimiento del sistema interame-
ricano de protección de derechos humanos”, 27 de enero de 2012 (Observaciones SC), en
http://cejil.org/comunicados/observaciones-al-proceso-de-reflexion-sobre-el-fortalecimiento-del-sistema-
interamerican.
62
OEA, Comunicado de prensa C-018/12, “Consejo Permanente de la OEA aprobó
el Informe del Grupo de Trabajo sobre el Fortalecimiento del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos”, 25 de enero de 2012.
63
Asamblea General de la OEA, sesión especial 44, 22 de marzo de 2013, AG/RES. 1
(XLIV-E/13), “Resultados del proceso de reflexión sobre el funcionamiento de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos para el fortalecimiento del sistema interamericano
de derechos humanos”.
de varios Estados prestaron apoyo, entre ellos, por suerte, el presidente del
Grupo de Trabajo, el embajador Joel Hernández de México.70
Mientras tanto, se debilitaron los líderes del ataque contra la Comi-
sión —Venezuela y Ecuador—. En la medida en que Hugo Chávez se puso
gravemente enfermo durante 2012, y murió a principios de 2013, el peso
diplomático de Venezuela en las Américas se cayó de manera precipitada.
Además, Ecuador sufrió de un canciller, cuyo estilo poco cortés y cuyas pos-
turas extremistas contribuyeron a que sus homólogos en la OEA perdieran
la paciencia con él.
Sin embargo, nada de este fin feliz era predecible en diciembre de 2011,
cuando, luego de varios meses de trabajo, el Grupo de Trabajo formuló 67
recomendaciones —unas 53 dirigidas a la Comisión, y tan solo 13 a los Es-
tados miembros de la OEA, más una al secretario general de la OEA—.71
Muchos elementos del informe eran positivos, gracias en parte al li-
derazgo constructivo del presidente del Grupo de Trabajo, el embajador
Hernández. El informe reafirmó la importancia del SIDH como “elemento
fundamental” en fortalecer la democracia en el hemisferio.72 Asimismo, se
reconoció que la autonomía y la independencia de la Comisión, dentro de
su marco jurídico, son esenciales para mantener su “credibilidad, legitimi-
dad y funcionalidad”.73 Igualmente, el informe alabó el “valor y utilidad”
del Plan Estratégico de la Comisión y de las directrices de la Corte para el
periodo 2011-2015.74
Muchas recomendaciones del Grupo de Trabajo tenían sentido y fue-
ron aceptadas por la Comisión; por ejemplo, fortalecer los mecanismos de
la Comisión para consultas con todos los participantes en el SIDH;75 hacer
que todos los archivos de la Comisión sean accesibles electrónicamente y
con buscador;76 alentar soluciones amistosas en toda etapa de los procesos
ante la Comisión,77 y elaborar un proyecto para que el presidente de la Co-
misión sirva a tiempo completo en la sede de la Comisión.78
Ya en octubre de 2011, el Grupo de Trabajo había ayudado a conven-
cer al Consejo Permanente de la OEA para recomendar un aumento inme-
70
Originalmente, el embajador peruano presidió, pero el embajador mexicano le reem-
plazó en octubre de 2011.
71
Respuesta Comisión, párrs. 2 y 18.
Informe GT, parte VIII, i.
72
Idem.
73
1. Enmendar el Estatuto
Ibidem,
79 parte III.
Ibidem,
80 parte VIII.ii.7.A.
Sánchez, Nelson Camilo y Rodríguez Garavito, César, Los límites jurídicos a las reformas al
81
Informe
82 GT, parte VII.
83
Estatuto de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, artículos 1o. y 18-20.
Informe GT, parte VIII.ii.6.
84
85
Observaciones SC, párr. 5 (b).
86
Respuesta Comisión, párr. 36.
87 Ibidem, párrs. 37-39.
88 Véase los índices del capítulo IV de los informes anuales de la Comisión (2003-2012),
en http://www.oas.org/es/cidh/informes/anuales.asp.
recursos actuales, las únicas alternativas para hacerlo serían por medio de
informes abreviados y superficiales, deficientes tanto en calidad como en
cantidad, o bien por medio de desviar recursos del procesamiento de casos
a la elaboración de informes sobre países. En el peor de los casos, la opción
sería sencillamente abandonar la tarea de elaborar informes sobre países.
Cualesquiera de esas opciones sería conveniente para los países actual-
mente seleccionados. El Grupo de Trabajo cayó víctima de la hipocresía de
estos últimos. El informe del Grupo insta a la Comisión tanto a reconsiderar
la eficacia de este capítulo de su informe anual como a ampliar su cobertura
para tratar a todo Estado del hemisferio.89
Mientras acordó perfeccionar los criterios y las modalidades de los in-
formes anuales sobre países,90 la Comisión se negó a eliminarlos. Asimis-
mo, la Comisión reafirmó su importancia, por ser la manera idónea de lla-
mar la atención de la OEA sobre aquellos Estados cuya situación actual de
derechos humanos merece preocupación especial.91 Rechazando además la
misión imposible de elaborar un informe sobre todos los países de la OEA
todos los años, la Comisión recordó que de hecho se informa algo sobre to-
dos los países, entre otras maneras, por medio del sistema de casos y de los
relatores temáticos.92
5. Relatores temáticos
Informe
89 GT, parte VIII.ii.5.
90
Respuesta Comisión, párrs. 146-148 y 151-153.
Ibidem, párrs. 143, 144 y 150.
91
Véase el capítulo II.E del Informe Anual de la Comisión para 2012, en http://www.oas.
93
org/es/cidh/docs/anual/2012/indice.asp.
Idem.
94
iachr/docs/annual/2012/TOC.asp.
Ibidem, pp. 81-110 (Ecuador) y 171-190 (Venezuela). Aun cuando el informe de 2012
96
abordó sobre la libertad de expresión en 27 Estados, los informes más extensos eran sobre
Ecuador y Venezuela.
Informe GT, parte VIII.ii.7.B.
97
100
Respuesta Comisión, párr. 58.
Ibidem,
101 párr. 194. El Informe Anual de la Comisión para 2012 (p. 34, párr. 178) agra-
deció a los siguientes sujetos por sus donaciones en 2012: 1) Estados miembros de la OEA
—Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, México, Paraguay y Estados Unidos—; 2) Esta-
dos observadores —España, Finlandia, Francia, Holanda, Irlanda y Suiza—, y 3) otras insti-
tuciones —la Comisión Europea, The International Group for Indigenous Affairs (IWGIA),
Plan International, the Joint United Nations Programme on HIV/AIDS (UNAIDS), Save
the Children Sweden, y la Universidad de Notre Dame—.
Informe GT, parte VIII.ii.7.A.
102
103
Observaciones SC, párr. 6.
Informe GT, parte VIII.ii.7.B.
104
105
Respuesta Comisión, párrs. 195 y 196.
Informe
106 GT, partes VIII.ii.2.A.j; VIII.ii.3.a, “f ” y “I”.
107
Respuesta Comisión, párrs. 99-101.
Ibidem, párr. 106.
108
Idem.
109
8. Universalidad
Ibidem,
112 párrs. 118 y 119.
Ibidem,
113 párr. 120.
Véase el listado en http://www.oas.org/en/iachr/mandate/Basics/4.RATIFICATIONS%20
114
AMERICAN%20CONVENTION.pdf.
115
Respuesta Comisión, párr. 30.
Ibidem, párrs. 34 y 35.
116
117
Observaciones SC, párr. 5 (a).
9. Medidas cautelares
Informe
118 GT, parte VIII.ii.2.
119
Véase la regla 25 reformada, adoptada por la Comisión en su Resolución 1/2013,
“Reforma del Reglamento, Políticas y Prácticas”, 18 de marzo de 2013.
120 Observaciones SC, párr. 5 (c).
121 Ibidem (nota a pie de página omitida). El documento de la sociedad civil citó un caso en
el cual la Comisión solicitó información de un Estado antes de otorgar las medidas y, según
ellos, uno de los potenciales beneficiarios tuvo que exiliarse antes de recibir respuesta, debido
al peligro inminente a la vida y la falta de medidas cautelares. Véase nota 14.
122 Idem.
123 Resolución 1/2013, “Reforma del Reglamento, Políticas y Prácticas”, 18 de marzo de
2013.
124 Ibidem, regla 25.5.
125
Observaciones SC, párr. 6.a.
Ibidem,
126 párr. 6.b.
Ibidem, párr. 6.c.
127
VII. Conclusión
132
Moyn, Samuel, The Last Utopia: Human Rights in History, 2010.
133
Buergenthal, Thomas, Doctorate honoris causa–Acceptance Speech in Göttingen, reimpreso en
H. Rts. L. J. 28, 2007, pp. 164-166 (traducción no autorizada del inglés por el autor actual).
I. Introducción
429
Carpizo, Jorge y Valadés, Diego, Derechos humanos, aborto y eutanasia, 2a. ed., México,
2
3 Zagrebelsky, Gustavo, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, 8a. ed., Madrid, Trotta,
2008, p. 14.
su plenitud.7 En tal contexto, los derechos de la mujer son parte de esa amal-
gama de derechos que un Estado constitucional y democrático está obliga-
do a proteger y maximizar, pues un Estado que no garantiza tal protección
no puede asumir esa denominación.
Por ello, es importante que en México no solo se trabaje desde el punto
de vista normativo, sino también desde el sociológico, a fin de promover y
garantizar la equidad de género en todos los ámbitos, pero no como una
cuestión feminista, sino como un derecho constitucional y convencional que
el Estado esté obligado a salvaguardar, porque no olvidemos que los trata-
dos son normativa interna y forman parte del bloque de constitucionalidad,
el cual está compuesto por aquellas normas y principios que sin aparecer
formalmente en el articulado del texto constitucional, son utilizados como
parámetros del control de constitucionalidad de las leyes, por cuanto han
sido normativamente integrados a la Constitución a través de diversas vías
y por mandato de la propia Constitución. Son, pues, verdaderos principios y
reglas de valor constitucional; esto es, son normas situadas en el nivel cons-
titucional, a pesar de que a veces puedan contener mecanismos de reforma
diversos al de las normas del articulado constitucional stricto sensu. Cierta-
mente, el principio de aplicación directa de los derechos fundamentales im-
plica que su eficacia es independiente de la existencia de una ley secundaria
que los reglamente, pues son derechos que deben ser reconocidos por toda
autoridad y particulares, ya que adquieren un valor jurídico de la propia
Constitución y de los instrumentos internacionales; por tanto, son de apli-
cación directa, a fin de cumplir con la fuerza normativa de la Constitución,
que no puede ser quebrantada ni por acción ni omisión.8
titucional de protección a los derechos de las mujeres, sin que ningún poder
o autoridad tenga posibilidades de restringirlos o suspenderlos, sino por el
contrario, son parte del ordenamiento interno y, por tanto, debe velarse por
su obligatoriedad y efectividad práctica.
Así, tenemos que los instrumentos y convenciones internacionales de
los cuales forma parte el Estado mexicano son, entre otros, los siguientes: la
Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer (1952); la Convención
sobre el Consentimiento para el Matrimonio, la Edad Mínima para Con-
traer Matrimonio y Registro de Matrimonios (1962); la Convención sobre
Igual Remuneración (1953); la Convención sobre Protección de la Materni-
dad (1955); la Convención sobre la Discriminación en el Empleo y la Ocu-
pación (1960); la Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas
las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, 1981); la Con-
vención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer (1990), y la Declaración sobre la Eliminación de la Violen-
cia contra la Mujer (1993). Por su parte, la Convención sobre los Derechos
Políticos de la Mujer de las Naciones Unidas reconoce como derechos de
las mujeres a los siguientes: a) votar en todas las elecciones en igualdad
de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna; b) ser elegibles
para todos los organismos públicos electivos establecidos por la legislación
nacional, en condiciones de igualdad con los hombres, sin discriminación,
y c) ocupar cargos públicos y a ejercer todas las funciones establecidas por
la legislación nacional, en igualdad de condiciones con los hombres, sin dis-
criminación alguna.
Todos estos y otros instrumentos internacionales representan un mosai-
co de derechos en beneficio de las mujeres, o sea, es un entramado norma-
tivo que permite la protección de la calidad de vida de las mujeres, particu-
larmente la CEDAW es un logro muy importante. Ello en virtud de que este
tratado representa una especie de carta magna de los derechos humanos de
la mujer, pues define la discriminación contra la mujer como
toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto
y por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por
la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de igualdad del
hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales
en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra
esfera.9
9
González Licea, Genaro, Equidad de género a la búsqueda de equidad dentro de la inequidad, en
http://www.scjn.gob.mx/Transparencia/Lists/Becarios/Attachments/93/Becarios_093.pdf, consulta-
do el 14 de enero de 2013.
1. Derecho de igualdad
El varón y la mujer son iguales ante la ley, este derecho implica que se
otorguen a la mujer los medios apropiados para la realización práctica del
principio de igualdad.
6. Derecho a la salud
7. Derecho a la educación
Con este derecho se busca que la mujer tenga una vida libre de violen-
cia; por consiguiente, el Estado deberá dictar las medidas de prevención y
combate al feminicidio y otras formas de violencia contra la mujer en todas
sus modalidades, como son la física, la económica, la psicológica o emocio-
nal, y la sexual. Estas pueden presentarse tanto en el ámbito privado como
en el público.
Asimismo, cualquier mujer que sea agredida tiene derecho a recibir
una asistencia integral y acompañamiento por parte de los operadores de
justicia para la búsqueda y aplicación de la ley contra su agresor. Por consi-
guiente, este derecho implica que en caso de ser víctima de una situación de
violencia de género, se tiene a su vez el derecho a formular una denuncia;
a solicitar una orden de protección; a ser parte en el procedimiento penal; a
pedir a la restitución de la cosa y la reparación del daño, así como la indem-
nización por el perjuicio causado; a recibir información sobre las actuacio-
nes judiciales; el acceso a informar al Ministerio Público de la existencia de
indicios de que está siendo víctima de violencia de género; a la protección
de la dignidad e intimidad de la víctima; a contar con una sentencia que
establezca la responsabilidad del agresor, etcétera.
A través de este derecho se hace posible que las mujeres reciban ase-
soramiento sobre las actuaciones que pueden emprender y sus derechos;
conozcan los servicios a los que pueden dirigirse para recabar asistencia
material, médica, psicológica y social; accedan a los centros de protección y
alojamiento (emergencia, resguardo temporal, centros tutelados de protec-
ción a la mujer, etcétera) en los que esté garantizada su seguridad y cubier-
tas sus necesidades básicas, donde recuperen su salud física y/o psicológi-
ca; ingresen a un sistema de seguridad social que garantice un apoyo para
guarderías de sus hijos, y en caso de jubilación, enfermedad, desempleo,
invalidez y ancianidad, puedan obtener beneficios sociales para sus fami-
liares.
Este derecho busca que las mujeres puedan participar en la vida cultu-
ral del país, gozando además de los beneficios de la investigación científica,
literaria y artística, etcétera. Asimismo, este derecho contribuye a la parti-
cipación en actividades recreativas, de convivencia y en todos los aspectos
de la vida cultural, y permite la promoción en la carrera científica del país
mediante estímulos especiales que incentiven su empoderamiento.
igualdad, en http://www.equidad.scjn.gob.mx/spip.php?article1831.
Para cerrar este breve artículo consideramos necesario abordar los retos
que plantea la equidad de género en materia electoral en México.
En el Estado debe impulsarse la partición política y pública de la mujer,
haciendo efectivo su derecho al voto pasivo y al voto activo. Es una realidad
la falta de acceso de la mujer al poder público y a los puestos directivos, in-
cumpliendo con ello las directrices constitucionales e internacionales, tal y
María Pía y Henríquez Viñas, Miriam Lorena (coords.), op. cit., p. 114.
Abril Vargas, N., Género, sexo, medios de comunicación. Realidades, estrategias, uto-
pías, Gastéiz, Emakunde, 2004.
Alarcón Olguín, Víctor et al., Equidad de género y derecho electoral en México,
México, Trife, Coordinación de Comunicación Social, 2009.
447
1. Constitución y democracia
ensayo dedico un espacio preferente al valor de la democracia, pero también a la eficacia del
derecho, el control de constitucionalidad y la independencia de la judicatura, pp. 20-28.
4 Carpizo, Jorge, “Concepto de democracia y sistema de gobierno en América Latina”,
Boletín Mexicano de Derecho Comparado, México, UNAM, núm. 119, mayo-agosto de 2007, pp.
325 y ss.
5 Carpizo, Jorge, “La reforma constitucional mexicana de 1977”, Anuario Jurídico, Méxi-
co, UNAM, VI, 1979, p. 40. La misma posición reformista la defendió en el Derecho constitucio-
nal, redactado en colaboración con Jorge Madrazo, México, UNAM, 1983, p. 40.
2. Derechos y garantías
otorga, pero que es indudable que esa fuente es la idea de los derechos del
hombre.6
Existe una detallada casuística en la Constitución mexicana que abar-
ca más de 80 garantías en relación con los derechos de igualdad, libertad y
seguridad jurídica.7
En este punto es imprescindible hacer referencia a la partida de naci-
miento mexicana del amparo y del constitucionalismo social. El primero a
mediados del siglo XIX y los derechos de obreros y campesinos íntimamen-
te vinculados a la Revolución mexicana de 1910 y a la Constitución de Que-
rétaro de 1917. No es de extrañar, por tanto, la importancia que Carpizo
otorga a estos derechos sociales y a la justicia social como una de las claves
de la democracia y de un Estado social y democrático de derecho. Así, afir-
ma que los Estados mínimos difícilmente podrán conservar las democracias
electorales si no resuelven otros problemas ingentes, especialmente el de los
derechos o justicias sociales.8
6
Véase Derecho constitucional, pp. 14 y ss.
7
Colomer Viadel, Introducción al constitucionalismo iberoamericano, cit., pp. 105 -115.
8 Concepto de democracia y sistema de gobierno, p. 370.
9 Véase capítulo IX, “El mito del Ejecutivo”, en mi Introducción al constitucionalismo ibe-
roamericano, pp. 123 y ss.
10
Puede seguirse este extenso debate en los seis primeros apartados de su estudio citado:
I. Planteamiento de la cuestión. II. Valor del sistema parlamentario en América Latina como
esperanza. III. Críticas al sistema presidencial en América Latina. IV. Validez del sistema
presidencial en América Latina, pp. 326-351.
Carpizo, Jorge y Madrazo, Jorge, op. cit., pp. 25-28.
11
13 Carpizo, Jorge, “El sistema presidencial en México”, Las experiencias del proceso consti-
tucional en México y en España, México, UNAM, 1979, p. 292. Esta opinión era compartida
también por Miguel de la Madrid, constitucionalista que fue también presidente de México,
que considera elementos esenciales y paralelos para caracterizar el régimen político mexica-
no, el acentuado presidencialismo y el régimen de partido, al tener como su líder máximo al
presidente de la República en ejercicio. “Notas sobre el presidencialismo”, Estudios de derecho
constitucional, México, 1981, pp. 249-251.
14 Respecto a mis consideraciones sobre el seudofederalismo, véase Introducción al constitu-
cionalismo iberoamericano, cit., pp. 85-87.
15 Carpizo, Jorge, “Sistema federal mexicano”, Los sistemas federales del continente americano,
México, UNAM, 1972, pp. 543-547.
16
Colomer Viadel, Antonio, “De los riesgos de la globalidad a las esperanzas de la inte-
gración”, en Colomer Viadel, Antonio (ed.), América Latina, globalidad e integración, Madrid, Del
Orto, 2012, vol. I, pp. 1-12.
A este análisis dedico mis últimos comentarios como expresión del de-
seo de un futuro mejor para todo ese continente de la esperanza, del que
también me considero parte, y en donde encontré tantos compañeros y ami-
gos entrañables como fuera el profesor Jorge Carpizo.
Siempre existe un riesgo en el enfoque de “vidas paralelas”, al querer
acentuar las semejanzas e ignorar las diferencias. De todas formas, la mayor
antigüedad del modelo integrador europeo autoriza a extraer algunas ense-
ñanzas para procesos integradores más recientes como el latinoamericano.
Sería, sin embargo, un error el mero mimetismo sin tener en cuenta la
idiosincrasia propia de los pueblos, a la que deben adaptarse sus estructuras
jurídicas organizativas
Es evidente que en la Europa de la posguerra mundial existían profun-
das diferencias de idiomas, tradiciones históricas, culturas, e incluso graves
conflictos entre países. Ahora bien, se daba la voluntad de superar la ca-
tástrofe histórica de la guerra y de encontrar un principio de convergencia
basado en la convivencia pacífica, en la cooperación y en el denominador
común democrático.
En principio, en América Latina podrían detectarse mayores factores de
integración por la unidad del idioma, o idiomas ibéricos, la tradición cultu-
ral compartida, la religión común y las instituciones republicanas semejan-
tes, así como un orden jurídico basado en la tradición romanista, transmi-
tida a través del derecho español. Tampoco se habían dado conflictos tan
graves y violentos como las históricas guerras en territorio europeo.
Los proyectos integradores nacen en el mismo momento de la indepen-
dencia, y los libertadores, como Bolívar y San Martín, y otros muchos, son
abanderados de esta idea, que se mantiene viva incluso a nivel programáti-
co en numerosas Constituciones de los países latinoamericanos.17
En la hora presente no se trata ya de grandes ideales, sino de necesida-
des urgentes de supervivencia en el nuevo orden internacional globaliza-
do, en el que países aislados quedan completamente marginados. Al mismo
tiempo la culminación del Estado de derecho, social y democrático, posi-
blemente no pueda alcanzarse sino en la fase de integración regional de los
países latinoamericanos.
En el momento de detectar contradicciones entre ambos modelos po-
dríamos señalar que las sociedades latinoamericanas están menos estructu-
radas, con unos graves niveles de desigualdad y con menor convencimiento
democrático, dada la fuerza de las elites oligárquicas en toda su historia.
17
“Soberaníae integración en Iberoamérica. Una perspectiva histórica y jurídica”, en
Colomer Viadel, A., Constitución, Estado y democracia en el siglo XXI, Valencia, UPV, 2006, pp.
125 y ss.
*
Institutode Investigaciones Filosóficas, UNAM.
1
Puede verse como muestra el expediente Varios 912/2010, las controversias constitu-
cionales 911/2011 y la 293/2011. En estas discusiones, especialmente en la discusión de las
dos controversias, se logró imponer una visión restrictiva, que más adelante comentaremos.
463
individual (la preparación que pueda tener cada juzgador, secretario etcétera,
para cumplir sus obligaciones). Yo me centraré aquí en un aspecto impor-
tante que tiene mucho que ver tanto con la actitud como con la capacidad.
Me refiero a las obligaciones interpretativas de los juzgadores a la luz de la
reforma en materia de derechos humanos.
El artículo 1o. de la Constitución sitúa a los derechos humanos y a los
tratados internacionales en esa materia como parte de lo que algunos han
llamado un nuevo “bloque de constitucionalidad”.2 El párrafo segundo de
dicho precepto establece una obligación hermenéutica de favorecer siempre
la interpretación que garantice la protección más amplia de la persona, lo
que se conoce como el principio pro homine o pro personae. Esta guía interpre-
tativa se refuerza a su vez con la obligación de toda autoridad, incluidos to-
dos los jueces, tanto locales como federales, de promover, respetar, proteger
y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de
universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad.
Las normas que podemos encontrar en el referido precepto constitucio-
nal establecen los siguientes cuatro criterios interpretativos:
2
Más allá de la discusión en torno a la expresión “bloque de constitucionalidad” que
ha suscitado reticencias de algunos ministros de la Suprema Corte y en un sector de la aca-
demia, lo cierto es que esta idea es una consecuencia necesaria de la adhesión de México a
la Convención Americana de Derechos Humanos, de las resoluciones de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos y de nuestra reforma constitucional. La discusión en la SCJN
por determinar el alcance y funcionamiento de este bloque de normas constitucionales y tra-
tados internacionales es algo que se ha discutido y tratado de definir tanto en el expediente
Varios 912/2010 como en la Contradicción de tesis 293/2011, cuyo proyecto correspondió
al ministro Arturo Zaldívar y la controversia 21/2011 discutidas en septiembre de 2013.
Aunque el alcance específico no lo conocemos aún por no haberse publicado el engrose,
que contará con un gran número de votos particulares de los ministros, la resolución quedó
en términos de mantener el rango constitucional de los derechos humanos derivados de los
tratados internacionales y reconocer la jerarquía de las restricciones expresas a los mismos
impuestas por la Constitución. Con esto se limita el alcance del mismo principio pro personae
que reconoce el artículo 1o. constitucional.
3
En un debate reciente con Ulises Schmill y Carlos de Silva en torno a la interpretación
del concepto de interés legítimo, les hacía la crítica de que su interpretación de tal noción
ignora las obligaciones del artículo 1o. constitucional, pues expresamente se niegan a admi-
tir que los derechos sociales sean derechos. Tal posición, si bien es comprensible como una
posición doctrinal, no puede ser ahora usada en la interpretación constitucional, pues la
Constitución precisamente rechaza tal concepción. El principio de indivisibilidad de los de-
El artículo 133 establece que son ley suprema la Constitución, las leyes
del Congreso de la Unión y los tratados internacionales, y establece que es-
tos prevalecen sobre las Constituciones y leyes locales, cuyos jueces tienen
obligación de hacer prevalecer las leyes supremas.4 Con los criterios del
artículo 14 que se refieren a la irretroactividad y la prohibición de aplicar
penas por analogía será difícil que surjan problemas, pues ellos mismos se
pueden ver como instancias del principio pro personae. Con los que sí pueden
surgir problemas es con los criterios de interpretación gramatical, que se
establece como prioritario para los juicios civiles.
Además con la reforma se genera una obligación específica de todos los
jueces y tribunales en México: el control difuso de constitucionalidad y con-
vencionalidad. En seguida analizaremos esta obligación.
rechos obliga a considerar a los derechos sociales como verdaderos derechos humanos. Esto
se podrá seguir negando a nivel doctrinal por algunos, pero tales argumentos no pueden ser
usados en la interpretación constitucional para favorecer posiciones precisamente contrarias
a la idea de unidad de los derechos humanos. Véase Schmill Ordoñez, Ulises y Silva Nava,
Carlos de, “El interés legítimo como elemento de la acción de amparo”, Isonomía, núm. 38,
abril de 2013, pp. 247-268; como mi crítica, Cruz Parcero, Juan Antonio, “El concepto de
interés legítimo y su relación con los derechos humanos. Observaciones críticas a Ulises Sch-
mill y Carlos de Silva”, Isonomía, núm. 30, octubre de 2013, pp. 185-213.
4 Precisamente la Suprema Corte decidió en la controversia constitucional 293/2011
que los tratados internacionales son parte del bloque de constitucionalidad, aunque se esta-
bleció una restricción al sostenerse que cuando la Constitución misma imponga una restric-
ción expresa a algún derecho humano esta prevalecerá sobre el tratado internacional.
7 Idem.
los preceptos que se van a aplicar, esta perspectiva parece entonces adecua-
da para tales fines. El control e interpretación constitucional me parece que
quedan bien reflejados en la propuesta dworkineana, y como se trata de
una concepción donde el intérprete debe presentar un propósito que guíe
su interpretación, esto nos acerca mucho a la idea de que en nuestro sistema
hoy día tal propósito está fijado por la misma Constitución, tal fin es hacer
una interpretación que favorezca a las personas (principio pro personae), que
favorezca la mejor concepción de los derechos humanos.
una armonización de los derechos en cuestión con las normas que parecen
relevantes o aplicables al caso. También implica descartar interpretaciones
que lleven a contradicciones graves con los derechos humanos. Y digo que
contradicciones graves porque no podemos soslayar que las normas consti-
tucionales tienen también otros fines y valores distintos que proteger y pro-
mover. De forma que cuando surge una aparente contradicción entre uno de
esos valores o fines y algún derecho humano, algo que se tendrá que evaluar
(en la siguiente etapa) es si el derecho en cuestión tiene que prevalecer o no.
Aquí es muy importante el tipo de teorías que se tengan y se defien-
dan sobre los derechos humanos (y eso se verá reflejado en la forma como
los jueces argumenten). Precisamente la posibilidad de que consideracio-
nes consecuencialistas sobre otros valores o fines puedan entrar en colisión
con derechos y que puedan prevalecer en algunas circunstancias es algo
que unas teorías aceptan y otras rechazan. Desde mi punto de vista, una
teoría adecuada de los derechos humanos no puede cerrase a admitir la
posibilidad —siempre excepcional— de que otros fines o valores puedan
llegar a prevalecer en algunas circunstancias sobre los derechos humanos.
Entre otras razones están que el derecho pretende ser eficaz y servir a fines
sociales diversos; por ende, el derecho tiene compromisos institucionales
que pueden restringir justificadamente el alcance de algunas pretensiones
basadas en derechos. Por ejemplo: desde un punto de vista de los valores ins-
titucionales del derecho es necesario reglar los procedimientos legales, y ello,
en muchas ocasiones, implica imponer restricciones y condiciones (plazos,
términos, requisitos, etcétera) a las personas para generar certeza y seguridad,
ciertamente en ocasiones fijar estas restricciones puede resultar violatorio de
derechos; pero tales restricciones resultan necesarias y justificadas aunque
cierto grado de arbitrariedad es inevitable (por ejemplo, decidir por qué fijar
un plazo de cinco o seis días para interponer un recurso puede ser arbitra-
rio hasta cierto punto, que un juez decida imponer siete años o siete años
un mes de pena prisión —dentro de un máximo de diez y un mínimo tres
años— puede ser arbitrario en este mismo sentido).
Para que los jueces puedan llevar a cabo de manera correcta esta labor de
armonización del derecho interno con el corpus internacional se requiere que
conozcan bien los tratados en materia de derechos humanos relevantes para
la (las) materia(s) de su competencia, que conozcan los criterios de la Corte
Interamericana de Derecho Humanos (CIDH), tanto su jurisprudencia obli-
gatoria como otros criterios interpretativos que pueden guiar al intérprete.8
8
La Suprema Corte en la controversia constitucional 293/2011 sostuvo que la juris-
prudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos es vinculante para los jueces
mexicanos, incluso en casos donde el Estado mexicano no sea parte.
Esto se puede creer que es algo fácil de lograr, pero en un país como México
es un enorme reto para todos los jueces del país, tanto locales como federales
(y en general para cualquier aplicador o intérprete del derecho), que tradi-
cionalmente han estado alejados de este tipo de prácticas. Se trata de una
obligación que tienen los juzgadores frente a la cual muchos no están prepa-
rados para cumplir de manera satisfactoria, independientemente de cuál sea
su actitud frente a la reforma. También requiere de poder usar bien ciertos
argumentos interpretativos; por ejemplo, los argumentos sistemáticos.
Otra idea que nos guía en este ejercicio interpretativo es la de buscar dos
tipos de armonización: a) armonizar las leyes con la Constitución y con las
normas del corpus internacional en materia de derechos humanos, y b) armo-
nizar las normas constitucionales con las del corpus internacional en materia
de derechos humanos.9
10
MacCormick, Neil y Summers, Robert, “Interpretation and Justification”, en Mac-
Cormick, Neil y Summers, Robert (eds.), Interpreting Statutes. A Comparative Study, England,
Ashgate, 1991.
11
Es un error concebir la propuesta de ponderación de Robert Alexy como la aplicación
de una fórmula (su fórmula de peso), el error él mismo lo ha propiciado al buscar una racio-
nalización excesiva de lo que no puede ser sino un proceso argumentativo. Lo importante
en la ponderación son en todo caso los argumentos que se den para justificar los juicios de
preferencia de un derecho sobre otro. Para una crítica a Alexy en este sentido véase Atienza,
Manuel, “A vueltas con la ponderación”, Anales de la Cátedra F. Suárez, Granada, Universidad
de Granada, núm. 40, 2010.
Dworkin, Ronald, Law’s Empire, Cambridge, Harvard University Press, 1986.
12
13
Vázquez, Luis Daniel y Serrano, Sandra, “Los principios de universalidad, interde-
pendencia, indivisibilidad y progresividad. Apuntes para su aplicación práctica”, en Car-
bonell, Miguel y Salazar, Pedro (coords.), op. cit., pp. 135-165. Este trabajo que trata de
especificar en qué consisten estos criterios no deja de reconocer los enormes problemas que
tienen aún las aproximaciones doctrinales, incluso los mismos autores de este ensayo no
dejan de contribuir a tales confusiones teóricas, lo cual muestra que aún siendo conscientes
de los problemas que implican estas nociones no es fácil hacer una conceptualización de las
mismas que resulte coherente y que logre sortear algunas críticas recurrentes.
5. Corolario
1. La universalidad
2. Interdependencia e indivisibilidad
aún criterios precisos sobre ellos. Estos conceptos se introdujeron como una
forma de contrarrestar algunas tendencias surgidas durante la guerra fría,
que propiciaron que en vez de que se redactara un solo Pacto Internacional
de Derechos Humanos aparecieran dos documentos: uno para los derechos
civiles y políticos, y otro para los derechos económicos, sociales y culturales.
Algunos países hasta la fecha solo han firmado el de derechos civiles y po-
líticos, pues ciertas corrientes liberales en los países de Occidente sostenían
—y siguen sosteniendo— que los derechos económicos, sociales y cultura-
les no son verdaderos derechos humanos (desde Cranston18 hasta Rawls,19
entre muchos). Otros regímenes autoritarios contemporáneos encabezados
por China, por ejemplo, intentan defender solo los derechos sociales y eco-
nómicos, pero restringen y tachan de occidentales a las libertades civiles y
políticas. Ante esta situación de politización en torno a los derechos huma-
nos, los mismos organismos internacionales, a fin de contrarrestar esta ten-
dencia a separarlos y a poner en duda la legitimidad de algunos derechos,
tuvieron que enfatizar que todos eran igualmente derechos humanos y que
eran indivisibles e interdependientes. En 1993, en el marco de la Segunda
Conferencia Mundial de Derechos Humanos, los delegados de los países
proclamaron en la Declaración de Principios de Acción de Viena de 1993 la
universalidad, indivisibilidad e interdependencia de todos los derechos humanos.20
Estos criterios están asociados entonces a la idea de que todos los derechos
humanos tienen una misma jerarquía y, por ende, es un deber de los Esta-
dos protegerlos y desarrollarlos por igual. Esta idea, sin embargo, es muy
debatible, y tendríamos que buscar otra forma más aceptable de entender
la interdependencia y la indivisibilidad.
La idea de interdependencia nos dice que el respeto, ejercicio y/o disfrute
de un derecho está asociado con el respeto, ejercicio y/o disfrute de otro u
otos derechos. Que al violarse uno se afectan otros, que no se puede pro-
teger uno sin proteger otros, etcétera. Por su parte, la idea de indivisibilidad
se opone a las jerarquías entre derechos, categorizaciones y separaciones,
que tiendan a que los Estados protejan alguna categoría de derechos, pero
menosprecien otra, como sucede habitualmente con la distinción entre de-
rechos civiles y políticos, por un lado, y los derechos económicos, sociales y
culturales, por el otro.
18
Cranston, Maurice, “Human Rights, Real and Supposed”, en Hayden, Patrick, The
Philosophy of Human Rights, USA, Paragon House, 2001, pp. 163-173.
19 Pueden verse la posición que asume de manera implícita tanto en su Teoría de la justicia,
México, FCE, 1979, como en su último libro El derecho de gentes, Barcelona, Paidós, 2001.
20 Vázquez, Luis Daniel y Serrano, Sandra, “Los principios de universalidad, interde-
pendencia, indivisibilidad y progresividad. Apuntes para su aplicación práctica”, cit., pp. 151
y 152.
Más allá de estas ideas básicas, tenemos muchos problemas con estos
criterios. Primero, podemos decir que hay muchas formas en que los dere-
chos pueden ser interdependientes, y en un sentido de esta interdependen-
cia algunos son más básicos que otros; esto es, unos sirven para fundamentar
otros, y si esto es así, algunos derechos humanos son concreciones de otros
derechos más generales. Esta idea, que no es difícil de aceptar, va en contra
de la idea de que todos tienen la misma jerarquía, al menos si tomamos la
idea de jerarquía desde un punto de vista moral, en el sentido de que unos
son necesariamente y conceptualmente más importantes que otros. ¿Qué
tipo de jerarquía se afirma entonces cuando se dice que todos los derechos
humanos son iguales? En realidad, pienso que no hay una manera sensata
de salvar y hacer inteligible esta idea, pues es difícil rechazar la idea de que
hay derechos más básicos que otros, que unos son derivaciones de otros en
un sentido, de ser medios para un fin. Por ejemplo, el derecho a la vida y
la integridad son derechos básicos que difícilmente podemos decir que es-
tán en pie de igualdad que el derecho a vacaciones periódicas pagadas del
artículo 24 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. No es lo
mismo que un Estado viole y afecte la vida e integridad de sus ciudadanos
a que no les proporcione y asegure vacaciones periódicas pagadas. Incluso
podríamos decir, como algunos lo han hecho, que el derecho a vacaciones
pagadas es en todo caso una mala formulación de un derecho humano más
básico al descanso y a la recreación.
Segundo, aunque es cierto que los derechos son interdependientes, es-
tas relaciones de interdependencia son de varios tipos (relaciones medio-fin,
relaciones de justificación, relaciones de realización, etcétera), pero sería
difícil sostener (aun en las relaciones de justificación) que todos los derechos
están relacionados con todos. Y si aceptamos entonces la idea de que las
relaciones de interdependencia son relaciones discretas, entonces tenemos
enfrente la tarea de determinar cuáles son esas relaciones. Me parece que en
esto radica el criterio de la interdependencia como criterio interpretativo,
en establecer la naturaleza o tipo de relación que resulte pertinente en cada
caso y en determinar el alcance de esas relaciones; es decir, determinar qué
otros derechos entran en juego a la hora de hacer, por ejemplo, una inter-
pretación conforme.
Tercero, es muy difícil exigirle a los Estados que no establezcan algún
tipo de prioridades en el diseño de políticas públicas, e incluso en política
criminal, y política relacionada con la administración de justicia, que no
parta de proteger unos derechos más que otros. Casi cualquier sociedad
democrática tendrá una agenda sobre qué tanta importancia darle a unos
derechos a costa de desarrollar otros, importancia que en mucho se traduci-
3. Progresividad
Hay que llamar la atención sobre cierto fenómeno que está surgiendo
e intensificando a raíz de las reformas constitucionales en materia de dere-
chos humanos. Muchos jueces y tribunales están confundiendo el control de
convencionalidad con hacer citas de la Convención Americana de Derechos
Humanos (o Pacto de San José), la Declaración Universal de Derechos Hu-
manos y los dos pactos internacionales de derechos humanos, entre otros
tratados internacionales.
Sin embargo, es de hacer notar que en esta remisión a fuentes inter-
naciones casi en la totalidad de los casos no se está haciendo propiamente
una interpretación conforme, y tampoco ninguna forma de control de con-
vencionalidad. Como lo ha hecho notar Eduardo Ferrer MacGregor, hasta
ahora en México
…en muy pocos casos se puede advertir una clara interpretación conforme a
los tratados internacionales como argumento principal. Si bien es cierto que
en los últimos años se aprecia un mayor número de sentencias donde se invo-
can estos instrumentos y la jurisprudencia de la Corte IDH o incluso de otros
tribunales internacionales, así como otro tipo de fuentes internacionales, la
mayoría de las veces no se aprecia con claridad el objeto de su invocación, al
no ser un argumento sustancial para su decisión, y la cita es más bien como
un criterio “a mayor abundamiento”…21
21
Ferrer MacGregor, Eduardo, “Interpretación conforme y control difuso de convencio-
nalidad. El nuevo paradigma para el juez mexicano”, cit., pp. 361 y 362.
I. Fundamento constitucional
1 Este texto é original da sua composição, ainda que proveniente de várias fontes do au-
tor. Foi composto para figurar em livro em homenagem e in memoriam do Dr. Jorge Carpizo,
grande constitucionalista e homem público do México, defensor dos direitos humanos. Por
isso, pareceu-me cabível organizar um texto referente a um especial direito fundamental e a
possível deformação de seu conteúdo material pela industrial cultural.
483
do direito de livre manifestação do pensamento no art. 21, que tem uma alí-
nea semelhante àquela do art. 153, § 9o., da Constituição de 1969, vedando
manifestações contrárias ao bom costume. Apesar de textos diferenciados,
não faltou quem sustentasse a possibilidade de uma expressão no campo
artístico ficar sujeita à última alínea do art. 21 da Constituição (italiana).
Joga-se, então, com uma alternativa falsa: uma obra de arte nunca pode ser
obscena, posição prevalentemente aceita, ou o que é obsceno não é obra de
arte, mas uma manifestação imoral; neste caso, fica sujeita à limitação dos
bons costumes.2 A questão prévia que se põe, então, é esta: quem decide se
a obra é verdadeiramente artística ou simples manifestação imoral, para sa-
ber se ofende ou não os bons costumes? Implicitamente, numa situação dessa,
se estaria admitindo censura. Uma passagem de Francesco Rimoli ilustra a
posição doutrinária correta na relação entre manifestação do pensamento,
estritamente considerado, e expressão artística:
Barile, Paolo, Libertà di manifestazione del pensiero, Milano, Giuffrè, 1975, pp. 93 e 94.
2
Op.
5 cit., pp. 25 e 29.
6
Colautti, Carlos E., Libertad de expresión y censura cinematográfica, Buenos Aires, Fundación
Instituto de Estudios Legislativos, 1983, p. 9.
7 Mereloni, Francesco, Autonomie e libertà nel sistema dela ricerca scientifica, Milano, Giuffrè,
1990, p. 4.
8 Afonso da Silva, José, Curso de direito constitucional positivo, São Paulo, Malheiros, 2013, p. 257.
Op.
9 cit., pp. 31 e 32.
10
Para uma discussão do argumento, cfr. Ribon, Michel, A arte e a natureza, cit., pp. 55 e ss.
11 Poétique, 2a. ed., París, Les Belles Lettres (col. des Universités de France), 1995, trad. de
J. Hardy, p. 31: “par exemple Homère fait ses personanges supérieurs à la réalité”. É certo
o que Eric Nepomuceno diz: “Nas artes brasileiras fica nítico que revelar a realidade não é
copiar-la” (cfr. “Nossa cultura no mundo”, em Um olhar sobre a cultura brasileira, livro do
Ministério da Cultura, na Internet, www.minc.gov.br/textosolharnossacultura.htm
12 “Natura naturata” (natureza naturada) e “natura naturante” (natureza naturante) são “ex-
pressões que surgiram no séc. XII com as traduções latinas dos textos de Aristóteles; a natu-
reza naturante é o impulso indiviso, a causalidade produtora imanente que pertence à obra
na formação, desenvolvimento e características dos seres; a natureza naturada é o conjunto
de seres produzidos pelas operações criadoras da natureza naturante” (cfr. Ribon, Michel, op.
cit., p. 186).
13 Rimoli, Francesco, op. cit., p. 40. A relação entre arte e natureza é sempre um tema recor-
rente. Michel Ribon observa: “As relações entre a arte e a natureza são tão ambíguas que seu
sentido, no decorrer dos processos de reflexão sobre a obra sendo feita, parece reverter-se em
múltiplas idas e vindas. Se, para o artesão do belo que o artista também é, existe um modelo
real ou ideal de obra que lhe permite talhá-la e dar-lhe forma, qual é ele e onde pode situar-
se? Na natureza, sob a forma de uma paisagem ou da nudez de um corpo, por exemplo? Na
existência de um mundo suprassensível que refletiria a beleza desse corpo ou dessa paisagem?
Estaria alojado no terceiro olho do pintor, ou seja, naquele que o faz entrever por trás das apa-
rências naturais, sua imaginação visionária suscetível até de transmudar a fealdade natural em
beleza artística? Ou ainda esse modelo seria elaborado no interior do próprio tecido da obra
que a mão do artista, muitas vezes rebelde à sua primeira visão, não deixa de aperfeiçoar? Se
o poder de fazer e executar não fosse mais longe que o poder de conceber, perceber ou sonhar,
haveria artistas? Sem dúvida, para o artista, o modelo é primeiro um objeto: uma corbelha de
frutas, uma paisagem marinha, um pôr-do-sol ou, mais modestamente, troncos nodosos ou
ocos de árvores habitados por figuras estranhas e fugidias que parecem esperar que o artista as
liberte da matéria para lhes dar forma” (op. cit., pp. 17 e 18).
14
Cassirer, Ernst, Ensaio sobre o homem, São Paulo, Martins Fontes, 1997, p. 234.
15
Croce, Benedetto, Breviário de estética, São Paulo, Atenas, s. d., p. 15, trad. Miguel Ruas.
Aí diz Croce: “a pergunta sobre o que é a arte – eu direi logo, do modo mais simples, que
arte é visão ou intuição. O artista produz uma imagem ou fantasia; aquele que aprecia a
arte volta os olhos para o ponto que o artista lhe indicou, olha pela fresta que ele lhe abriu e
reproduz em si mesmo aquela imagem. “Intuição”, “visão”, “contemplação”, “imaginação”,
“fantasia”, “figuração”, “representação’, e assim por diante, são palavras que se tornam con-
tinuamente quase sinônimas quando se discorre sobre a arte, levando todas elas nossa mente
ao mesmo conceito ou à mesma esfera de conceitos, indício de universal consenso”. “Croce
[observa Casssirer] está interessado apenas no fato da expressão, não no modo. Considera o
modo irrelevante, tanto para o caráter como para o valor da obra de arte. A única coisa
que interessa é a intuição do artista, não a corporificação dessa intuição em um material
particular” (op. cit., p. 232). Essa doutrina é aceita por Fidelino de Figueiredo, num conceito
de arte literária aceito por Soares Amóra: “Arte literária é, verdadeiramente, a ficção, a criação duma
supra-realidade com os dados profundos, singulares e pessoais da intuição do artista” (em Soares Amóra,
Antônio, Teoria da literatura, São Paulo, Editora Clássico-Científica, s. d., p. 22).
16 Cfr. em Cassirer, op. cit., pp. 230-232, sobre Rousseau, para quem “a arte não é uma
descrição ou reprodução do mundo empírico, mas um transbordar de emoções e paixões”;
“o princípio mimético, que prevalecera por muitos séculos, teve de abrir caminho para uma
nova concepção e um novo ideal – o ideal da ‘arte característica’”. E assim também para
Goethe que seguiu Rousseau, na concepção da arte característica que conquistou vitória
sobre a arte imitativa: “toda arte característica ou expressiva é ‘o transbordar espontâneo
de sentimentos poderosos”, mas se a arte é de fato expressiva, não pode ser só expressiva,
porque há de ser também formativa.
17 Kant: “Para distinguir se algo é belo ou não, referimos à representação, não pelo enten-
dimento ao objeto em vista do conhecimento, mas pela faculdade da imaginação (talvez ligada
ao entendimento) ao sujeito e ao seu sentimento de prazer ou desprazer. O juízo do gosto não é,
pois, nenhum juízo de conhecimento, por conseguinte não é lógico e sim estético, pelo qual se
entende aquilo cujo fundamento de determinação, não pode ser senão subjetivo”. Depois: “O belo
é o que é representado sem conceitos como objeto de uma complacência universal”, ou seja, o
belo é objeto da complacência independente de todo interesse (Crítica da faculdade do juízo, 2a. ed., Rio
de Janeiro, Forense Universitária, 1995, pp. 47 e 48, e 55 e 56, trad. Valério Rohden e António
Marques). Hegel: “só é belo o que possui expressão artística, o que é criação do espírito, e o
que só enquanto relacionado com o espírito ao natural se pode atribuir beleza” (Curso de estética:
o belo na arte, trad. de Orlando Vitorino, São Paulo, Marins Fontes, 1996, p. 5.
18 “Certamente, se a beleza de um cavalo ou a de um corpo humano proporciona um
prazer estético, é porque realiza uma ordem intelectual que eu percebo: a justa proporção
das partes na harmonia de uma totalidade corporal” (Ribon, Michel, op. cit., p. 21).
buição mais conveniente das partes em relação a quem usar o todo, ou beleza
da forma ou como adequação ao fim?19 Talvez até se possa utilizar do con-
ceito de distorção da neurolinguística para se chegar à compreensão da arte.
A neurolinguística parte da afirmativa, bastante razoável e aceitável, de que
estamos em contato com o mundo, mas, se bem que o mundo é real, nós não
operamos sobre essa realidade, porque cada qual o modela servindo-se das
faculdade de generalização, seleção e distorção. Esta última permite modificar ex-
periências sensoriais; ela se manifesta especialmente nos atos de criação. Ela
é que permitiu uma Tasília do Amaral pintar uma mulher de cabelos verdes,
tanto quanto a Gauguin pintar cabelos violetas, e outros desenhar ou pintar
rostos geométricos.20
Não, não se entra nessa densa seara, pois não se cuida aqui de um es-
tudo sobre estética, que, aliás, fugiria à minha competência.21 O que é ver-
dadeiramente certo é que a arte é uma interrogação inacabada e incessantemente
retomada.22
19 Essas interrogações são extraídas das discussões sobre o conceito de arte, não clara-
mente definido, em Rimoli, Francesco, op. cit., pp. 32 e ss.
20 Sobre a temática, cfr. Cyrol, Alain e Josiane de Saint, Paul, Derrière la magie, la pro-
grammtion neuro linguistsique, París, InterEditions, 1992, pp. 29 e ss.
21 É temática que se pode ver em: Aristóteles, Poétique, trad. de J. Hardy; Kant, París, Les
Belles Lettres, 1995, Crítica da faculdade do juízo, 2a. ed., Rio de Janeiro, Forense Universitária,
1995; Hegel, Curso de estética: O belo na arte, trad. Orlando Vitorino, São Paulo, Martins Fontes,
1996.
22 É ideia que se acha em Ribon, Michel, “A arte, tal como a filosofia, é uma interrogação
inacabada e incessantemente retomada” (op. cit., p. 133).
23
Afonso da Silva José, op. cit., p. 256.
Ibidem,
24 p. 256.
10. Temos que partir da distinção entre artefatos culturais funcionais e arte-
fatos culturais textuais. Aqueles são especialmente produzidos por via de atu-
ação tecnológica, geradora de bens utilitários, cuja acumulação forma a
cultura material da comunidade, sujeita ao regime jurídico das atividades
industriais e comerciais. Os textuais provêm da atividade intelectual, cien-
tífica e artística, cujos objetos diversificados formam o sistema de fins que
presidem à ordenação social, o que vale dizer constitui os sistemas simbóli-
cos que constituem as culturas.25 É neste último caso que se põe a questão
dos limites à liberdade de expressão cultural.
11. E esta é uma temática delicada, que requer extremo cuidado, para
não se desbordar de limites e do equilíbrio necessários à preservação essen-
cial de valores constitucionalmente protegidos. Há de se partir da premissa
básica de que a liberdade de expressão independe de censura ou de licença
(art. 5o., IX), ou seja, independe de qualquer tipo de censura, inclusive da
moral, não apenas da censura de natureza política, ideológica e artística,
expressamente vetada no art. 220, § 2o. Em remate, os limites que possam
aplicar à liberdade de expressão cultural não podem importar censura. Esta
consiste na interferência do censor no conteúdo da manifestação, ou no
modo de ser de sua apresentação intrínseca, ou no modo de ser do veículo
de sua divulgação.
12. Mas, se a liberdade, em qualquer de suas formas, é um valor essen-
cial à dignidade e ao desenvolvimento da pessoa humana, não é, porém,
um valor absoluto e ilimitado. Isso é pacífico. A Constituição mesma in-
dica regras de restrição às liberdades e, muitas vezes, autoriza o legislador
ordinário a produzir normas restritivas, como mostrado no tópico anterior
sobre os regulamento legal das diversões e espetáculos públicos (art. 220, §
3o., inc. I). Além disso, o poder de polícia é, sem dúvida, um sistema importan-
te de limitação de direitos individuais, mas só tem cabimento na extensão
requerida pelo bem-estar social. Fora daí é arbítrio.26 Lembra Luís Gus-
tavo Grandinetti Castanho de Carvalho que “o grau de importância que
a Constituição atribui à libre expressão, como direito fundamental, a põe a
salvo de certas investidas do poder público visando à sua limitação. Assim,
vige, para ela o princípio distributivo, que assegura-lhe, em princípio, ampla
25
Sob o tema, Furtado, Celso, O capitalismo global, cit., p. 70.
26
Afonso da Silva, José, op. cit., p. 271. “Algumas normas constitucionais, conferidoras de
liberdades e garantias individuais, mencionam uma lei limitadora” (art. 5o., VI, VII, XIII,
XV, XVIII).
Op.
27 cit., p. 49.
Ibidem,
28 pp. 30 a 48.
Ibidem, p. 45.
29
Op.
34 cit., p. 62.
35
Ecléa, Bósi, op. cit., p. 40.
36
Costa Lima, Luiz, “Comunicação e cultura de massa”, em Adorno, Theodor W. e
outros, Teoria da cultura de massa, 3a. ed., São Paulo, Paz e Terra, 1982, p. 43.
37
“A indústria cultural: o iluminismo como mistificação de massas”, em Theodor W.
Adorno e outros, op. cit., pp. 169, 170, 177, 178, 181 e 183. Para uma crítica às teses de Max
Hordhaimer e Theodor Adorno sobre a indústria cultura, cfr. Mattelart, Armand y Piemme,
Jean-Marie, “Las industrias culturales: génesis de una idea”, en Ari, Anverre e outros, Indus-
trias culturales; el futuro de la cultura en juego, México-París, Fondo de Cultura Económica-UNES-
CO, 1982, pp. 62 e ss.
Op.
41 cit., pp. 89 e 90.
Cfr.
42 “Artes visuais”, em Um olhar sobre a cultura brasileira, em Um olhar sobre a cultura
brasileira, p. 4 de 6, Ministério da Cultura, na Internet, www.minc.gov.br./textos/olhar/artesvi
suais.htm.
43
Luca,Fábio, “Trilhas da informação contemporânea”, O Escritor, jornal da UBE, n.
89-dezembro/1999, p. 2.
Heitor, Luiz, 150 anos de música no Brasil (1800-1950), Rio de Janeiro, José Olympio,
44
musical passa a ser feita pela radiodifusão, não mais pelos gramofones. Por
isso já em 1930, Luciano Gallet se alarmava com a decadência do gosto
pela boa música e a avalanche de músicas suspeitas que o vertiginoso surto
da radiodifusão contribuía para avolumar. Estava, assim, surgindo a indústria
cultural, e é, sobretudo, no campo da música popular que ela se afirmara,
num momento em que o populário musical brasileiro, como lembra Mário
de Andrade, era desconhecido até de nós mesmos,45 e não seria a indústria
cultural que o haveria de sacar das profundezas da realidade nacional para
torná-lo difundido, porque não é objetivo dela destacar a pureza da arte
popular. Por isso, como nota Adorno,
a música popular produzida pela indústria cultural é dominada por dois pro-
cessos: padronização e pseudo-individualização... A padronização fixa a ma-
neira como a indústria cultural reprime qualquer tipo de desafio, originali-
dade, autenticidade ou estímulo intelectual da música que produz, enquanto
a pseudo-individualização proporciona o ‘refrão’, isto é, a aparente inovação
ou singularidade da canção para o consumidor.46
50
Gawlik,Ladislav, “Los artistas creadores e intérpretes y los medios de comunicación
de masas en Checoslovaquia”, em Ari, Anverre e outros, op. cit., p. 142.
51
D. Kibbe, Bárbara, “Los artistas creadores, las industrias culturales y la tecnología en
los Estados Unidos de América”, em Ari, Anverre e outros, op. cit., p. 153.
V. Conclusão
Idem.
52
53
Para pormenores, cfr. Priolli, Gabriel, op. cit.
Afonso da Silva, José, Ordenação constitucional da cultura, São Paulo, Malheiros, 2001,
54
p. 16. Sabato, Ernesto, La resistencia, Buenos Aires, Seix Barral, 2000, pp. 13 e 14.
I. Introducción
503
Radilla
2 Pacheco vs. México, de 2009.
3
“Parámetro para el control de convencionalidad ex officio en materia
de derechos humanos”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 10a. época, libro III,
diciembre de 2011, p. 551; “Control de convencionalidad ex officio en un modelo
de control difuso de constitucionalidad”, Semanario Judicial de la Federación y su Gace-
ta, 10a. época, libro III, diciembre de 2011, p. 535.
4 Recuérdese que las expresiones “tratados”, “convenios”, “acuerdos”, “convenciones”,
“protocolos”, “cartas”, etcétera, son sinónimos. Cfr. Brownlie, Ian, Principles of public international
law, 5a. ed., Nueva York, Oxford University Press, 1998, pp. 608 y 609; Becerra Ramírez, Ma-
nuel, Derecho internacional público, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1991,
p. 36; Sepúlveda, César, Derecho internacional, 18a. ed., México, Porrúa, 1997, pp. 124 y 125.
Cfr. también los artículos 2o. de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tra-
tados; 2o., fracción I, de la Ley sobre la Celebración de Tratados, y 2o. de la Ley sobre la
Aprobación de Tratados Internacionales en Materia Económica.
5 Organismo descentralizado de la administración pública federal.
El derecho a la propia imagen es aquel por virtud del cual una persona
puede autorizar o prohibir la captación y/o la difusión de su imagen.6 Se
trata, como bien ha dicho Jorge Carpizo (a quien merecidamente le rendi-
mos homenaje), de un derecho esencial para la protección de la dignidad
humana,7 lo que implica que tiene una doble dimensión: es un derecho de
la personalidad (tutelado por la legislación civil) como también un dere-
cho fundamental (tutelado por la Constitución y los tratados de derechos
humanos).8
Es pacífico que la naturaleza jurídica del derecho a la propia imagen no
es la de un derecho de autor, ni cualquier otro derecho de propiedad intelec-
tual (como lo demuestra la jurisprudencia comparada,9 así como la doctrina
nacional10 y extranjera);11 sin embargo, por cuestiones de carácter histórico
(más que relacionadas con la propia naturaleza jurídica del derecho) el de-
recho a la propia imagen se insertó, en sus primeros desarrollos legislativos,
6 Parra Trujillo, Eduardo de la, El derecho a la propia imagen, México, Tirant lo Blanch-
IPIDEC (en proceso de edición); artículo 17 de la Ley de Responsabilidad Civil para la
Protección de la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal.
7 Carpizo, Jorge, “Los derechos humanos: naturaleza, denominación y características”,
Cuestiones Constitucionales, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, núm. 25,
julio-diciembre de 2011, pp. 6 y 7.
8 Pascual Medrano, Amelia, El derecho fundamental a la propia imagen. Fundamento, contenido,
titularidad y límites, Navarra, Thomson-Aranzadi, 2003, p. 28.
9 Véase la sentencia del 5 de mayo de 2004 dictada por el Tribunal de Justicia del Estado
de Ceará, Brasil, así como la sentencia del Tribunal de Apelación del Séptimo Circuito en el
caso Toney vs. L’Oreal USA de 2005, como ejemplos.
10
Por ejemplo: Sánchez Gil, Rubén, “El caso ‘Diego Pérez’: cómo no se hace un examen
de proporcionalidad”, Revista Iberoamericana de Derecho Procesal Constitucional, México, Porrúa-
IMDPC, núm. 13, enero-junio de 2010, p. 401; Rangel Ortiz, Horacio, “La indemnización
por la violación del derecho a la propia imagen en el fallo de 21 de mayo de 2008 de la Su-
prema Corte de Justicia de México”, Actas de Derecho Industrial y Derecho de Autor, Madrid, Uni-
versidad de Santiago de Compostela, vol. 30, 2009-2010, pp. 759 y 776; Arteaga Alvarado,
María del Carmen, “Papel de las sociedades de gestión colectiva en el derecho de autor”, en
Serrano Migallón, Fernando (coord.), Estudios jurídicos en homenaje a Eduardo Martínez de la Vega,
México, Porrúa-UNAM, Facultad de Derecho, 2008, p. 2.
También como ejemplo: Lipszyc, Delia y Villalba, Carlos A., El derecho de autor en la
11
Argentina, Buenos Aires, La Ley, 2001, p. 43; Gorosito Pérez, Alejandro G., “Exégesis del de-
recho a la propia imagen”, Lecciones y Ensayos, Universidad de Buenos Aires, núm. 83, 2007,
pp. 258 y 259.
12
Nos referimos a las leyes de Alemania (1876), Austria (1885), Bélgica (1886) y Japón
(1899).
Cfr. los artículos 217 y 128 de la LFDA, relativos al procedimiento de avenencia.
13
14
Como los juicios civiles regulados por la Ley de Responsabilidad Civil para la Protec-
ción de la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal.
15
Véase, por ejemplo, Cossío Díaz, José Ramón, “Derecho a la propia imagen: un caso
de acceso a la justicia”, en Parra Trujillo, Eduardo de la (coord.), Propiedad intelectual: análisis
de casos, México, Tirant lo Blanch-UP, 2013; Sánchez Gil, Rubén, op. cit.; Rangel Ortiz,
Horacio, op. cit.; Parra Trujillo, Eduardo de la, “La Suprema Corte de Justicia de México
al servicio de la piratería: acciones civiles y defensa de los derechos de autor”, en Pimenta,
Eduardo Salles (coord.), Estudos de combate à pirataria em homenagem ao desembargador Luiz Fernando
Gama Pellegrini, Brasil, Letras Jurídicas, 2011, pp. 87 y ss.
16
“Derechos de autor. La procedencia de la acción de indemnización por
daños y perjuicios en la vía jurisdiccional requiere una previa declaración
su influencia en la nueva ley mexicana del derecho de autor”, en Becerra Ramírez, Manuel
(comp.), Estudios de derecho intelectual en homenaje al profesor David Rangel Medina, México, UNAM,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1998, p. 112.
18
Una muestra de un criterio de este tipo la encontramos en el Cuarto Tribunal Co-
legiado del Primer Circuito en Materia Civil, en la sentencia dictada en al amparo directo
111/2009. Un estudio de esa resolución puede encontrarse en Pastor Escobar, Raúl, “Accio-
nes civiles y derechos de autor: ¿el regreso a lo que siempre debió ser? (comentario al caso
‘Guía Roji’)”, en Parra Trujillo, Eduardo de la (coord.), Propiedad intelectual..., cit.
Ibidem,
26 p. 168.
En términos similares, cfr. Atienza, Manuel, “Los límites de la interpretación constitu-
cional. De nuevo sobre los casos trágicos”, en Vázquez, Rodolfo (comp.), Interpretación jurídica
y decisión judicial, México, Fontamara, 2003, pp. 187 y 188; Carbonell, Miguel, Constitución,
reforma constitucional y fuentes del derecho en México, 5a. ed., México, 2004, pp. 209 y 210.
27 Carpizo, Jorge, “La interpretación constitucional en México”, Boletín Mexicano de Dere-
cho Comparado, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, núm. 12, 1971, p. 383.
28 Fix-Zamudio, Héctor y Valencia Carmona, Salvador, op. cit., pp. 170-173.
29 Por ejemplo, en la doctrina clásica, Burgoa señala sin ambages: “conforme al sistema
de la Constitución de 1917, son únicamente dos los tipos de órganos del Estado que gozan de
la aludida facultad jurídica de interpretación constitucional. Nos referimos al Congreso de la
Unión y a los Tribunales de la Federación”. Burgoa Orihuela, Ignacio, Derecho constitucional
mexicano, 20a. ed., México, Porrúa, 2010, p. 397.
30 Cfr. los artículos 103 y 107 constitucionales.
31 Es muy conocida la postura de Gabino Fraga al respecto, y la refutación de Felipe
Tena Ramírez buscando una interpretación más conservadora del artículo 133 constitucio-
nal. Inclusive, antes de la jurisprudencia de la SCJN de 1999 que rechazaba el control difuso
de la Constitución, ese tribunal (en especial la Segunda Sala) se pronunció algunas veces en
el sentido de que la ley suprema podía ser interpretada por jueces ordinarios y hasta por
autoridades administrativas.
V. Comentarios a la resolución
40
En el procedimiento, la parte demandada alegó que contaba con autorización del
fotógrafo. Sin embargo, en la secuela procesal nunca se probó eso (como bien determinó el
IMPI); además de que era irrelevante para el caso, pues el autor (fotógrafo) solo es titular de
los derechos de autor, pero no del derecho a la propia imagen, y el artículo 87 de la LFDA
claramente señala que se requiere autorización expresa del titular del derecho a la imagen o
de sus representantes.
41
Se trata de la multa máxima, según la fracción II del artículo 232 de la LFDA.
y 46/2006, por ejemplo), se trata de una noción que ha sido utilizada con frecuencia por
la Primera Sala, por ejemplo, en las siguientes tesis: “Derecho a la intimidad o vida
privada. Noción de interés público, como concepto legitimador de las intro-
misiones sobre aquél”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XXXI,
marzo de 2010, p. 923; “Libertad de expresión y derecho a la información. Su
protección es especialmente intensa en materia política y asuntos de interés
público”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XXX, diciembre de 2009,
p. 287; “Daño al patrimonio moral de las personas. Se puede causar con notas
periodísticas que sobrepasan los límites del libre ejercicio del periodismo, el
derecho a la información y la libertad de expresión, al no tener la intención
de hacer del conocimiento un hecho de interés general, ni sirven a las perso-
nas para la toma de decisiones que enriquezcan la convivencia o participación
democrática (Ley de Responsabilidad Civil para la Protección del Derecho a
la Vida Privada, el Honor y la Propia Imagen en el Distrito Federal)”, Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, t. XXXIII, mayo de 2011, p. 1067.
49
Como muestra, está la jurisprudencia de la CIDH, destacadamente: la Opinión Con-
sultiva OC-5/85 (sobre la colegiación obligatoria de periodistas), el caso Ivcher Bronstein vs.
Perú de 2001, y el asunto Ricardo Canese vs. Paraguay de 2004.
50
Sobre su aplicación en otras ramas del derecho, véase Häberle, Peter, La garantía del
contenido esencial de los derechos fundamentales, trad. de Joaquín Brage Camazano, Madrid, Dy-
kinson, 2003, p. 42; Sánchez Gil, Rubén, “Recepción jurisprudencial del principio de pro-
porcionalidad en México”, Cuestiones Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional,
México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, núm. 21, julio-diciembre de 2009, p. 472.
Véase, entre otros, Alexy, Robert, Teoría de los derechos fundamentales, trad. de Ernesto
51
Garzón Valdés, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2002, p. 161; Ber-
nal Pulido, Carlos, El principio de proporcionalidad y los derechos fundamentales, 2a. ed., Madrid,
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2005, p. 759; Carbonell, Miguel, “Refor-
ma del Estado y derechos fundamentales: algunas propuestas”, en Häberle, Peter y García
Belaunde, Domingo (coords.), El control del poder. Homenaje a Diego Valadés, México, UNAM,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2011, t. I, p. 136.
Hasta aquí, la resolución del IMPI nos genera varios comentarios. Pri-
mero, la apertura de esa entidad paraestatal a las normas de derechos huma-
nos (como debiera ser), llegando a interpretar directamente la Constitución
y los tratados de derechos humanos,53 claro, bajo la saludable precaución de
guiarse por los criterios de los más altos tribunales del Poder Judicial de la
Federación. Por lo tanto, se aprecia que el IMPI, al menos en este caso, se
tomó en serio el artículo 1o. constitucional, y demuestra que el fenómeno de
la constitucionalización54 alcanza también a los ordenamientos legales y autori-
dades en materia de propiedad intelectual, como debiera ser.55
Segundo, el IMPI se topó con el problema de que el derecho a la propia
imagen carece de fundamento expreso en los tratados de derechos humanos
y en nuestra Constitución. Como se observa, esa autoridad trató de resolver
tal problema vinculando el derecho a la propia imagen con el derecho a la
vida privada (el cual sí tiene disposiciones de derecho fundamental expre-
sas), aunque sin caer en error de confundir o asimilar ambos derechos, pues
se trata de derechos humanos autónomos e independientes entre sí.
Sin embargo, con la argumentación jurídica desplegada sobre ese tema
en la resolución no queda claro si la violación al derecho a la imagen es solo
52
Para fortalecer esta máxima del “interés superior del niño”, el IMPI invoca diversas
jurisprudencias sobre el tema, establecidas por tribunales colegiados de circuito en materia
civil.
53
Aunque es criticable que invocara la Declaración Universal de Derechos Humanos,
en tanto no es un tratado (acuerdo entre Estados), sino una declaración de un organismo
internacional (la ONU), y los artículos 1o. y 133 constitucionales se refieren clara y exclusiva-
mente a los tratados (derecho convencional), excluyendo otros instrumentos internacionales.
Si bien es cierto que a la referida Declaración se le reconoce obligatoriedad en el ámbito
internacional —sobre todo por ser prueba de la costumbre de los Estados (que es otra fuente
de derecho internacional diferente a los tratados)—, eso no significa que se incorpore al
derecho interno ni que sea fuente de derecho en el ámbito doméstico.
54
Sobre la constitucionalización, nos explica Sánchez Gil: “La consecuencia de esta
‘nueva’ visión es una Constitución cuyas normas influyen directamente en el sentido de la
legislación, la jurisprudencia de los tribunales (aun los ordinarios), la actividad de la admi-
nistración pública y aun la doctrina jurídica, mediante una acción deliberada de los sujetos
que tienen a su cargo dichas funciones, de considerar las disposiciones constitucionales al
desempeñar su tarea, para darles efectividad en la máxima amplitud posible”. Sánchez Gil,
Rubén, Constitucionalización: influencia de las normas fundamentales sobre contenido y validez del derecho
ordinario, México, Porrúa, 2006, pp. 23-25.
55
Para más detalles, remitimos a nuestro trabajo: Parra Trujillo, Eduardo de la, “La
constitucionalización de los derechos de autor”, Derechos Intelectuales, Buenos Aires, Astrea,
núm. 15, 2010.
56
“Dignidad humana. El orden jurídico mexicano la reconoce como
condición y base de los demás derechos fundamentales”, Semanario Judicial de la Fe-
deración y su Gaceta, 9a. época, Pleno, t. XXX, diciembre de 2009, p. 8 (señalando, entre otras
cosas, que “el derecho a la vida, a la integridad física y psíquica, al honor, a la privacidad,
al nombre, a la propia imagen,... aun cuando estos derechos personalísimos no se enuncian ex-
presamente en la Constitución General de la República, están implícitos en los tratados inter-
nacionales suscritos por México y, en todo caso, deben entenderse como derechos derivados
del reconocimiento al derecho a la dignidad humana”).
En términos similares, cfr. las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en
los casos Schüssel vs. Austria de 2002 y Von Hannover vs. Alemania de 2004.
Op. cit.
57
58
Desde el 2011, el artículo 4o. constitucional también es muy claro sobre el particular,
al establecer: “En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el
principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos”.
VI. Conclusiones
61
Sobre este tema, la SCJN ha desarrollado una sólida doctrina judicial; véase, por
ejemplo: “Derechos a la privacidad, a la intimidad y al honor. Su protección
es menos extensa en personas públicas que tratándose de personas privadas
o particulares”, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, 9a. época, Primera Sala, t.
XXXI, marzo de 2010, p. 923.
I. Introducción
*
Profesor-investigador en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. E-mail:
luist@servidor.unam.mx.
Fundación Heinrich Böll, ¿Un mundo patentado? La privatización de la vida y el conocimiento,
1
México, 2005.
523
2
Innerarity, Daniel, La democracia del conocimiento. Por una sociedad inteligente, Barcelona,
2011; la idea proviene de Herbert Simon, premio Nobel de Economía.
3 Díaz Müller, Luis T., América Latina. Relaciones internacionales y derechos humanos, México,
FCE, 1991.
1) Pobreza
2) Educación Desarrollo
Cinco factores
principales 3) Derechos de la mujer humano
4) Medio ambiente
5) Desarrollo
2. Naciones Unidas
Pobreza: Pnud
Educación: Unesco
Mujer: Subsecretaría General de la Mujer
Desarrollo: Organismos regionales (Cepal), Ecosoc, planes
específicos
Por lo tanto, existe una relación relativa y autónoma entre Naciones Uni-
das y los Objetivos del Milenio.4 Con un factor positivo importante: pueden
observarse criterios comunes de continuidad en el quehacer de la ONU y
los Objetivos del Milenio: el desarrollo y la pobreza. Especialmente si anali-
zamos el trabajo de los organismos especializados de la ONU (Unicef, OIT,
OMS). Con las propuestas post-2015 se acentúa el Know-how para alcanzar
estos objetivos.
4 Naciones Unidas, Objetivos de Desarrollo del Milenio. Avances de la sostenibilidad ambiental del
desarrollo en América Latina y el Caribe, Santiago de Chile, 2010.
5 Bruce, Colin, The Einstein Paradox, Washington, Perseus Books, 1997.
6
Varoufaxis, Yanis, El minotauro global. Estados Unidos, Europa y el futuro de la economía mun-
dial, Madrid, Capitan Swing Libros, 2012.
7 Valdés, Luz María, Derechos de los mexicanos: introducción al derecho demográfico, México,
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2009.
CORE
REGIONALISM 1 2 NATIONALISM
PERIPHERY
13
Ojeda Gómez, Mario, “México y el conjunto de países llamados BRIC (Brasil, Rusia,
India y China)”, en Yunuen Ortega, Reynaldo y Vega, Gustavo, Poder y política en los estudios
internacionales, El Colegio de México, 2011.
Mundo multipolar:
modelo simple de estratificación global16
Estados Unidos
Rusia China
Japón
Mundo
subdesarrollado
14 Acemoglu, Daron y Robinson, James A, Why nations fail?, Nueva York, Crown Busi-
ness, 2012, pp. 7 y ss.
15 Sassen, Saskia, Una sociología de la globalización, Buenos Aires, Katz Editores, 2007.
16 Obviamente, K. F. Organski es el pionero de este tipo de modelos, y el aporte de la
Fundación Bariloche.
Escenarios
LA DEFENSA DE LA CONSTITUCIÓN
Y EL OMBUDSMAN COMO INSTRUMENTO
DE LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL MEXICANA.
LA APORTACIÓN DE JORGE CARPIZO
I. Nota preliminar
535
II. Introducción
Nuovo Digesto ltaliano, Torinto, UTET, 1939, t. VIII, p. 1049. Del mismo autor, Studi sul processo
attico (literalmente: Estudio sobre el proceso ático), Padova, Cedam, 1933; también la doble
magistratura, el Senado y el tribunado en la República romana, así como la superioridad de
la ley divina y natural sobre el derecho positivo del medievo, son ejemplos de tal preocupa-
ción. Para el estudio del pensamiento medieval sobre la superioridad del derecho divino y
natural sobre el derecho positivo, consultar Cappelletti, Mauro, op. cit., pp. 23-27.
3 Existen autores que señalan otros principios sobre los cuales descansa el estudio de
la defensa de la Constitución. Así, por ejemplo, Vega, Pedro de, “De la Constitución y su
defensa. Algunas peculiaridades del ordenamiento español”, en La Constitución y su defensa,
cit., pp. 206-214, nos habla de los principios democrático y liberal; en tanto que García La-
guardia, Jorge Mario, La defensa de la Constitución, México, UNAM, 1983, pp. 3-5, se refiere
al principio de imperatividad constitucional, que consiste en la operatividad inmediata de la
Constitución; esto es, la vinculación de los principios y valores de la Constitución para go-
bernantes y gobernados, con independencia de si las normas fundamentales son programá-
ticas u operativas; es decir, las normas constitucionales —dice García de Enterría— poseen
valor normativo inmediato y directo. Sobre este último principio, véase la obra de Brewer
Carías, Allan R., La defensa de la Constitución, Caracas, Editorial Jurídica Venezolana, 1982,
pp. 18-24.
4 Fue en los siglos XVII y XVIII, durante los cuales se mantuvo la doctrina del heureuse
impuissance —surgida en Francia— del rey, de no violar las leyes constitucionales so pena en
caso de emitir un acto contrario, de que el mismo fuera nulo, cuando se acuñó el término lex
fundamentalis. Sin embargo, los aforismos romanos aún existentes para ese entonces: omnia iura
habet Princeps inpectore suo, quod Principi placuit legis habet vigorem, error Principis facit jus, por mencio-
nar algunos, respondieron más a la realidad que al comportamiento del monarca derivado
de la interpretación del concepto lex fundamentalis. Recordemos también que en el Instrument
of Government inglés de 1653, se percibió también como postulado fundamental del gobierno
la existencia de una ley fundamental, que es la Constitución. A partir de entonces se habló
de leyes fundamentales, pero en realidad se carecía de una idea certera de lo que eran, como
lo demuestra el hecho de que en ocasiones se le hacía coincidir con la ley divina. No fue sino
hasta la redacción de las primeras Constituciones modernas cuando la concepción de ley
suprema empieza a adquirir vigencia y realidad histórica al colocar en un plano de igualdad
a gobernantes y gobernados. Las consecuencias jurídico-políticas de esta idea son acuñadas
por García de Enterría, Eduardo, citando a Kaegi, cuando expone: “lo fundamentalmente
nuevo del Estado constitucional frente al mundo del autoritarismo es la fuerza vinculante
bilateral de la norma, esto es, la vinculación a la vez de las autoridades y de los ciudadanos,
en contraposición a toda forma de Estado de privilegios”. La Constitución jurídica trans-
forma el poder desnudo en legítimo poder jurídico. El gran lema de la lucha por el Estado
constitucional ha sido la exigencia de que el government by men debe disolverse en un government
by Laws. Cfr. Vega, Pedro de, op. cit., pp. 213 y 214.
Zamudio como el aspecto fisiológico12 del texto supremo, puesto que busca
el buen funcionamiento de los órganos de poder.
El segundo sector lo integran las llamadas “garantías constitucionales”,
expresión que motivó confusión entre los estudiosos del derecho constitu-
cional en aras de esbozar un concepto general de esta institución. La idea
tradicional de garantías constitucionales se equiparó con la de los derechos
de la persona humana consagrados constitucionalmente,13 pero las críticas
vez que introduce factores que diferencian y articulan el ejercicio del poder. Precisamente,
García Pelayo, Manuel, “El Estado social y sus implicaciones”, Transformaciones del Estado con-
temporáneo, Madrid, 1977, p. 60, destaca la nueva orientación del pensamiento moderno en
relación con el principio de la división de poderes, cuando menciona la teoría del tratadista
alemán W. Steffani, quien distingue cinco categorías de distribución del poder. La primera,
de la división territorial, coincide con la teoría tripartita clásica; la segunda, de la división
temporal, es decir, la duración limitada y la rotación en el ejercicio del poder; la tercera, de
la división vertical o federativa, es la relativa a la distribución del poder entre la instancia
central y las regionales o locales; la cuarta, la relativa a la división decisoria, es decir, la di-
visión de las decisiones de los órganos del poder. Finalmente, Steffani se refiere a la división
social de poderes entre los estratos o grupos sociales. Como una derivación de la separación
o división de funciones pueden mencionarse los controles intraórganos e interórganos de ca-
rácter constitucional, a que hace alusión Karl Loewenstein en su Teoría de la Constitución. Entre
los primeros podemos señalar la división del Poder Legislativo en dos cámaras, el refrendo
ministerial, la votación calificada y el escalonamiento de los tribunales de distinta jerarquía
en el organismo Judicial, en tanto que respecto de los segundos destacan el veto presidencial,
los informes ministeriales y las comisiones investigadoras de la administración para disolver
el órgano Legislativo en caso de disputa infranqueable con el gobierno. Cfr. Loewenstein,
Karl, Teoría de la Constitución, trad. de Eduardo Gallego Anabitarte, Barcelona, Ariel, 1965,
pp. 232 y ss. Otros instrumentos que coadyuvan a la protección de las normas constitucio-
nales al buscar su correcta y eficaz aplicación, son los de carácter económico y financiero.
Al respecto, conviene destacar que los lineamientos o reglas económicas y financieras que
constituyen las disposiciones económicas fundamentales, al mismo tiempo que integran el
régimen económico de un país, han sido consagradas en la mayoría de las Constituciones
contemporáneas llegando, inclusive, algunas de ellas, a contemplar capítulos especializados
en la materia.
En su excelente monografía, “La Constitución y su defensa...”, cit., p. 17; id ., “Intro-
12
Facultad de Derecho, 1956, pp. 67 y 68; id., “Las garantías constitucionales”, Enciclopedia
jurídica Omeba, cit., t. XIII, p. 23; id., El constitucionalismo. Sus problemas, Buenos Aires, 1957, pp.
109 y 110. En el mismo sentido es empleado dicho término por la Constitución francesa de
1791, cuyo título primero aparece con el rubro: “Disposiciones fundamentales garantizadas
por la Constitución”. La Declaración Francesa de Derechos del Hombre, sancionada por
la Convención Nacional el 29 de mayo de 1793, contempla una novedad en relación con la
anterior, pues su artículo primero nos habla de una garantía social. Dice textualmente: “Los
derechos del hombre en sociedad son: la igualdad, la libertad, la propiedad, la garantía social
y la resistencia a la opresión”. Pero, ¿qué entendía tal Declaración por garantía social? La
explicación aparece en los artículos 24 y 25, que a la letra dicen: artículo 24: “La garantía
social de los derechos del hombre consiste en la acción de todos para asegurar a cada uno
el goce y la conservación de sus derechos. Esta garantía reposa sobre la soberanía popular”.
En tanto que el artículo 25 dispuso: “La garantía social no puede existir si los límites de las
funciones públicas no están claramente determinados por la ley y si la responsabilidad de
todos los funcionarios públicos no está asegurada”. Esta innovación de la garantía social en
los términos descritos, fue trasplantada a la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano, votada por la Convención Francesa el 23 de junio de 1793, en sus artículos 23 y
24. Esta Declaración, en su artículo 1o., confirma la idea de garantía con la de los derechos
de la persona humana, al disponer: “El gobierno es instituido para garantizar al hombre
el goce de sus derechos naturales e imprescriptibles”. Por su parte, la Declaración de los
Derechos y de los Deberes del Ciudadano, que encabeza la Constitución del 5 fructidor,
año III, reproduce el contenido de las anteriores en su artículo 22. Finalmente, en este breve
recorrido por los principales documentos franceses, la Constitución de 1852, en su artículo
11, reconoce, confirma y garantiza los principios proclamados por la de 1789.
14 El tratadista, Rébora, Juan Carlos, El estado de sitio y la ley histórica del desborde institucional,
Universidad de la Plata, 1935, p. 99, señala: “Así, pues, las garantías cuya doctrina expone-
mos no son otra cosa que los diversos medios de defensa, de protección o de reintegración de
los derechos, de las libertades o de las condiciones de existencia que constituyen el reducto
individual. Son, en cierto modo, respecto de esos derechos, libertades o condiciones, como la
gestión que el titular de una relación jurídica puede emprender para efectividad del objeto
contenido de ésta o como la acción que, en caso de desconocimiento, de agravio o de retardo,
puede interponerse”. Por su parte, Linares, Juan Francisco, El debido proceso como garantía in-
nominada en la Constitución argentina, Buenos Aires, Depalma, 1944, p. 144, agrega: “Garantías
constitucionales son, así, todas las estructuras constitucionales que ponen un límite jurídico
a la actividad del Estado, en protección de cierto grado de libertad jurídica, considerando
como justo o solidario... según la cosmovisión que profese la colectividad nacional. De este
modo, es garantía constitucional tanto la Constitución escrita, rígida como el habeas corpus...”.
V. La justicia constitucional
16 Corzo, Sosa, Edgar, “El futuro de la justicia constitucional, con referencia a México”,
en González Pérez, Raúl y Valadés, Diego (coords.), El constitucionalismo contemporáneo. Homena-
je a Jorge Carpizo, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2013, pp. 143-145,
en el numeral 3 de su artículo utiliza como subtítulo “El juicio de amparo ha constituido
una puerta de entrada a lo internacional”, y refiere “el juicio de amparo ha evolucionado la
mayor parte del tiempo manteniendo este ámbito protector nacional; sin embargo, a últimas
fechas también ha entrado en su halo protector los derechos humanos de fuente internacio-
nal como los califica con acierto el maestro Héctor Fix-Zamudio, siendo aquellos que están
establecidos en los instrumentos internacionales”.
17
La reforma constitucional, en este aspecto específico, no representó avance alguno si
se considera que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos surgió como consecuencia
de las graves violaciones a derechos humanos que entonces —y hoy en día— acontecen en
el país. Luego, ¿acaso antes de la reforma constitucional de junio de 2011, la Comisión Na-
cional no investigaba hechos que constituyeran violaciones graves a derechos humanos?
18 Empleada, entre otros, por Schmitt, Carl, en Der Hütter der Verfassung (El protector de la
Constitución), cit., y Reyes, Rodolfo, La defensa constitucional, cit.
19 Fix-Zamudio, Héctor, Veinticinco años de evolución de la justicia constitucional (1940-1965),
México, UNAM, 1968, pp. 13 y 14.
20 Ibidem, pp. 12 y 13. En relación con la expresión “jurisdicción constitucional”, Fix-Za-
mudio señala: “Por otra parte, el concepto de jurisdicción constitucional resulta demasiado
limitado... pues en estricto sentido sólo comprende el estudio de la actividad de verdaderos
tribunales, formal y materialmente considerados, que conozcan y resuelvan las controversias
de naturaleza constitucional de manera específica, es decir, que los citados tribunales estén
especializados en la decisión de los conflictos de carácter constitucional, y aunque la ten-
dencia es creciente hacia la configuración de estos órganos jurisdiccionales especializados,
existen numerosos regímenes en los cuales las normas de carácter justicial constitucional se
atribuyen a órganos de carácter político, o bien a los jueces ordinarios”, Veinticinco años de
evolución…, cit., “La Constitución y su defensa...”, cit., p. 15.
21 Fix-Zamudio, Héctor, “La Constitución y su defensa...”, cit., pp. 47 y 48.
22
Fix-Zamudio, Héctor, “La Constitución y su defensa...”, cit., p. 48; id., “El pensamien-
to de Eduardo J. Couture y el derecho procesal constitucional”, en Latinoamérica: Constitución,
proceso y derechos humanos, México, UDUAL-Miguel Ángel Porrúa, 1988, p. 193.
23 González Pérez, Jesús, Derecho procesal constitucional, Madrid, Civitas, 1980, p. 49.
24 Vale la pena recordar la invitación que Jorge Carpizo, entonces presidente de la Co-
misión Nacional de Derechos Humanos, formuló a Héctor Fix-Zamudio para reunir en un
volumen diez estudios de diversa extensión de la autoría de este último, sobre cuatro temas
esenciales: justicia constitucional, defensa de la Constitución, el Ombudsman y la protección
jurídica de los derechos humanos, los cuales se pueden consultar en Justicia constitucional,
Ombudsman y derechos humanos, México, Comisión Nacional de Derechos Humanos, 1993.
25 Al respecto, Luis Raúl González Pérez ha señalado que para el Ombudsman la aucto-
ritas moral que está en la sustancia de la institución y que emana de la personalidad de su
titular, es insustituible, pero además de este atributo, el Ombudsman alimenta su fuerza moral
del apoyo que la sociedad le concede, mismo que se obtiene con resultados, en “Conside-
raciones sobre el comienzo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, derechos
humanos México”, Revista del Centro Nacional de Derechos Humanos, México, núm. 1, año 1,
2006, pp. 31-48. A seis meses de la creación de la defensoría, y con motivo de la visita a
nuestro país de Per-Erik Nilsson, Ombudsman del Parlamento sueco, Barrera Graf reconoció
la conveniencia y utilidad de la Defensoría Universitaria, y su deseo de que se implementara
cuando menos en otros centros educativos, en “La Defensoría de los Derechos Universita-
rios: análisis general”, La Defensoría de los Derechos Universitarios de la UNAM y la institución del
Ombudsman en Suecia, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1986, pp.
23-32. Véase también, Guadarrama López, Enrique, “El Defensor del Pueblo Español y la
Defensoría de los Derechos Universitarios de la UNAM. Notas comparativas”, Estudios en
homenaje a Jorge Barrera Graf, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1989, t.
II, pp. 857-888.
26 El Comisionado del parlamento en Dinamarca, por ejemplo, y a decir de Lucio Ca-
brera, actúa de oficio o a petición del quejoso para “proveer al control de toda la administra-
ción, incluyendo la supervisión de ministros [Secretarios de estado] funcionarios, empleados
y toda persona al servicio del gobierno… elegido por el Parlamento, pero no… miembro de
él, y éste puede removerlo en cualquier momento. Sin embargo, en sus dictámenes es com-
pletamente independiente… debe informar periódicamente a la asamblea representativa de
sus actividades”. La función del Comisionado del Parlamento, explica, es política, de supervisión
o revisión; no puede imponer ninguna sanción o castigo; no tiene atribución de nulificar o
modificar los actos de los funcionarios o las resoluciones administrativas, de manera directa;
sin embargo, si emite recomendaciones e influye en las autoridades y en los particulares para
que presenten sus reclamaciones por los actos de aquellas. Cabrera, Lucio, “Una forma
política de control constitucional: el Comisionado del Parlamento de Escandinavia”, Boletín
Mexicano de Derecho Comparado de México, núm. 42, septiembre-diciembre de 1961, pp. 573-
580.
los países nórdicos, y producto de esas experiencias escribió entre otros do-
cumentos el intitulado Una forma política de control constitucional: el comisionado
del parlamento en Escandinavia.
En esas líneas, Lucio Cabrera resumió magistralmente los antecedentes
y función de los Ombudsmen de Suecia, Finlandia y Dinamarca como medios
de protección de sus Constituciones y de los derechos fundamentales, a tra-
vés de órganos no jurisdiccionales especiales dependientes de las asambleas
representativas, llamados Comisionados del Parlamento. Consideró que al ser un
órgano político especial de garantía de la Constitución, era necesario para su éxito,
entre otros aspectos, que se tratara de un país estable políticamente, para evitar
una interferencia anarquizante indeseada.
De tal manera que concluyó lo siguiente:
29
Carpizo Jorge, “La reforma constitucional de 1999 a los órganos protectores de dere-
chos humanos”, Revista Mexicana de Derecho Constitucional, México, núm. 3, pp. 1 y 2, Biblio-
teca Jurídica Virtual, http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cconst/cont/3/art/art2.htm. Del
mismo autor, “El sistema nacional no jurisdiccional de defensa de los derechos humanos en
México: algunas preocupaciones”, en Figueroa Bello, Aída (coord.), Los derechos humanos en los
umbrales del siglo XXI: una visión interdisciplinaria, México, UNAM, Instituto de Investigaciones
Jurídicas, 2012, pp. 27 y 28. También con el terremoto de 1985 en la ciudad de México
habían salido a la luz una serie de actos de tortura ocasionados por elementos de la Policía
Judicial del Distrito Federal contra los indiciados que tenían detenidos en el sótano de las
instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.
Fix-Zamudio, Héctor, “Posibilidad del Ombudsman en Latinoamérica”, La Defensoría
30
de los Derechos Universitarios..., cit., pp. 33-52. Fix-Zamudio concluye que “la introducción de
instituciones similares al ombudsman, que podía considerarse lejana en el ámbito latinoame-
ricano hace pocos años, ahora se vislumbra como una posibilidad bastante próxima… que
no sólo resulta conveniente, sino indispensable, para contribuir conjuntamente con otros
instrumentos jurídicos y procesales, a la protección de los derechos humanos… pues llena
una necesidad en la vida moderna”. Del mismo autor, Protección jurídica de los derechos humanos,
México, CNDH, 1991, pp. 210-213.
32 Carpizo, Jorge, “El sistema nacional no jurisdiccional…”, cit., señala: “La CNDH se
inspiró en la figura del Ombudsman pero adaptada a la realidad mexicana… nació como un
Ombudsman renovado o transformado, en virtud de que presentó características hasta enton-
ces desconocidas en un Ombudsman… Antes de 1990, ningún Ombudsman en el mundo con-
taba con un consejo… Las razones para la creación del Consejo fueron principalmente las
siguientes: a) existía, y con razón, desconfianza de la sociedad hacia cualquier órgano creado
por el Poder Ejecutivo; b) el presidente de la CNDH iba a enfrentarse a los grandes viola-
dores de derechos humanos, principalmente miembros de procuradurías y corporaciones
policiacas, y se requería que tuviera el respaldo de personalidades… La segunda innovación
con la que nació la CNDH… fue que se le dotó expresamente de la función de divulgación
y difusión de la enseñanza de los derechos humanos con el objeto de ampliar al máximo po-
sible la cultura de los derechos humanos entre los mexicanos. El primer Consejo se integró
por: Héctor Aguilar Camín, Guillermo Bonfil Batalla, Carlos Escandón Domínguez, Carlos
Fuentes, Javier Gil Castañeda, Oscar González César, Carlos Payán Velver, César Sepúlve-
da, Rodolfo Stavenhagen y Salvador Valencia Carmona”. Asimismo, véase Madrazo, Jorge,
El Ombudsman criollo, México, CNDH-Academia Mexicana de Derechos Humanos, 1996,
pp. 19-25, quien señala; “…nuestro Ombudsman criollo se parece a su modelo clásico y a
otros referentes europeos, asiáticos, del pacífico, de África y América del norte pero no es
igual a ellos… La institución ha de trabajar en la defensa de los derechos Humanos en un
ambiente donde su cultura de aceptación, promoción y respeto no es general; y donde la
arbitrariedad y a impunidad golpean su de por sí frágil presencia”.
33 Segob, “Reglamento Interno de la Comisión Nacional de Derechos Humanos”, Diario
Oficial de la Federación, México, t. CDXLIII, núm. 1, 1o. de agosto de 1990, pp. 2-9. En Car-
pizo, Jorge, “El sistema nacional no jurisdiccional...”, cit., p. 10, expresa: “El presidente de la
República apoyó, sin titubeo alguno, dicha solicitud y el reglamento Interno se publicó en el
Diario Oficial, con el disgusto enorme de muchos abogados del gobierno”, y Madrazo Jorge,
El Ombudsman criollo, cit., p. 23, expone: “El Ombudsman se fue haciendo sobre la marcha,
hablando, convenciendo, consensando, precisando e imaginando. La primera aproximación
real al Ombudsman aparece en el Reglamento Interno de la Institución, expedido por su
Consejo y publicado en el Diario Oficial de la Federación el 1o. de agosto de 1990”.
34
Segob,“Decreto por el que se reforma el artículo 102 de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos”, Diario Oficial de la Federación, México, t. CDLX, núm. 19, 28
de enero de 1992, p. 6.
35
Para mayor amplitud sobre la organización de ese sistema y sus retos, véase Carpizo
Jorge, “El sistema nacional no jurisdiccional…”, cit, y del mismo autor, Derechos humanos y
Ombudsman, cit., pp. 119-134.
36
Segob, “Decreto por el que se reforma y adiciona el artículo 102 apartado B de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, Diario Oficial de la Federación, Méxi-
co, t. DLII, núm. 9, 13 de septiembre de 1999, pp. 2 y 3. También en Carpizo, Jorge, “La
reforma constitucional de 1999…”, cit.
bien ratificar a la entonces titular, así como expedir las reformas para ade-
cuar la Ley de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
Los aspectos relevantes de dicha reforma fueron la constitucionaliza-
ción del nombre del organismo nacional protector de los derechos huma-
nos —Comisión Nacional de los Derechos Humanos—, pues hasta entonces la
Constitución general de la República se refería a organismos; la generación
de un cambio conceptual al sustituir el verbo “otorga” por “ampara” en
el citado precepto constitucional, asumiendo claramente una tendencia de
derecho natural y dejando atrás la positivista. Se fortaleció a la Comisión
Nacional otorgándole autonomía presupuestaria y técnica, lo que implicó
que no formaría —ni forma— parte de alguno de los poderes constituidos,
sino que su naturaleza sería y es la de organismo autónomo constitucional;
asimismo, la designación de su titular y de su Consejo Consultivo quedó a
cargo del Senado de la República, quien debe valorar que los integrantes
de las ternas para presidente de la Comisión cuenten con un perfil idóneo
que garantice su calidad moral, apartidista y su especialidad en el tema de
los derechos humanos.37
Dicha reforma constitucional evidentemente contribuyó al mejora-
miento del marco normativo del Ombudsman, el cual, como lo señaló su
creador, Jorge Carpizo, fue provisional, nació con ese carácter, con miras al
perfeccionamiento continuo.
38
Fix-Zamudio, Héctor, Introducción al derecho procesal constitucional, México, FUNDAp,
2002, Colección FUNDAp Derecho, Administración y Política, pp. 72 y 73. Como mencio-
na Sergio García Ramírez en algunos momentos —años antes de la reforma—, los derechos
humanos se plasmaron en la Constitución con su nombre propio, por ejemplo cuando se
agregó el apartado B al artículo 102 para elevar a rango constitucional la figura del Om-
budsman y al modificar el artículo 2o., también constitucional, para reconocer los derechos
de los miembros de las comunidades indígenas. Véase García Ramírez, Sergio y Morales
Sánchez, Julieta, La reforma constitucional sobre derechos humanos (2009-2011), México, Porrúa-
UNAM, 2011, p. 51. Así también, Jorge Madrazo precisó que “los derechos humanos en
la Constitución de 1917 están contenidos en las declaraciones de garantías individuales y
de garantías sociales. Las garantías individuales se concentran en los primeros 29 aa… las
garantías sociales se encuentran principalmente en los aa. 3, 27, 28 y 123”. Madrazo, Jorge,
“Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”, Diccionario jurídico mexicano, 3a. ed.,
México, Porrúa-UNAM, 1989, pp. 668 y 669.
39 En la reforma al artículo 102, apartado B, de septiembre de 1999, se asumió el tér-
mino “otorgar” por “amparar”, acorde con una tendencia de derecho natural. Cfr. Carpizo,
Jorge, “La reforma constitucional de 1999…”, cit., p. 4.
lada a la premisa de que deben respetarse en beneficio de todo ser humano, sin distinción
de edad, genero, raza, religión, ideas, condición económica, de vida, salud, nacionalidad o
preferencias (universalidad); además, tales derechos han de apreciarse como relacionados de
forma que no sería posible distinguirlos en orden de importancia o como prerrogativas inde-
pendientes, prescindibles o excluyentes unas ante otras, sino que todos deben cumplirse en
la mayor medida posible, así sea en diferente grado por la presencia de otro derecho funda-
mental que también deba respetarse y que resulte eventualmente preferible, por asegurar un
beneficio mayor al individuo, sin que el derecho fundamental que ceda se entienda excluido
definitivamente (indivisibilidad e interdependencia); asimismo, con el entendimiento de que
cada uno de esos derechos, o todos en su conjunto, obedecen a un conjunto de necesidades
pasadas y actuales, más no niegan la posibilidad de verse expandidos, por adecuación a
nuevas condiciones sociales que determinen la necesidad y vigencia de otras prerrogativas
que deban reconocerse a favor del individuo (progresividad). De esta guisa, los referidos prin-
cipios representan criterios de optimización interpretativa de los derechos fundamentales,
porque conducen a su realización y observancia plena e inmejorable a favor del individuo,
al orientar el proceder de toda autoridad en el cumplimiento del mandato de promover,
respetar, proteger y garantizar los derechos humanos reconocidos en la Constitución y los
tratados internacionales de la materia, lo cual se refleja al ejercer el control constitucional en
el sentido de que el respeto y restauración de los indicados derechos son una tarea no sólo de
la jurisdicción federal, sino también de la ordinaria en el conocimiento de los asuntos de su
competencia”.
41
En esta reforma, además de la facultad investigadora para la CNDH, se adicionaron
cuestiones por demás trascendentes para la CNDH, como son: “…Todo servidor público
está obligado a responder las recomendaciones que les presenten estos organismos. Cuando
las recomendaciones emitidas no sean aceptadas o cumplidas por las autoridades o servido-
res públicos, éstos deberán fundar, motivar y hacer pública su negativa; además, la Cámara
de Senadores o en su receso la Comisión Permanente, o las legislaturas de las entidades fede-
rativas, según corresponda, podrán llamar a solicitud de estos organismos, a las autoridades
o servidores públicos responsables para que comparezcan ante dichos órganos legislativos, a
efecto de que expliquen el motivo de sus negativa. Estos organismos no serán competentes
tratándose de asuntos electorales, y jurisdiccionales… Las Constituciones de los Estados y el
Estatuto de Gobierno del Distrito Federal establecerán y garantizarán la autonomía de los
organismos de protección de los derechos humanos… La elección del titular de la presiden-
cia de la Comisión de Nacional de los Derechos Humanos, así como de los integrantes del
Consejo Consultivo, y de titulares de los organismos de protección de los derechos humanos
de las entidades federativas, se ajustarán a un procedimiento de consulta pública. Que debe-
rá ser transparente, en los términos y condiciones que determine la ley…”. Como se observa,
se fortalece el marco legislativo de los organismos de protección de los derechos humanos,
de una vez por todas se garantiza su autonomía y se le dota de competencia para conocer de
violaciones a derechos humanos en el ámbito laboral.
Cámara de Senadores, Gaceta del Senado, núm. 113, 07 de abril de 2010, en http://www.
42
senado.gob.mx/index.php?ver=sp&mn=2&sm=3&fecha=2010/04/07/1.
43
A partir del debate de agosto de 1946, varios ministros expresaron su postura en con-
tra de que la Corte tuviera esa atribución. Con posterioridad, en abril de 1996, con motivo
del Informe aprobado por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el Caso
Aguas Blancas, en el que se determinó que existió violación grave a las garantían individuales
de los gobernados en los acontecimientos del veintiocho de junio de mil novecientos noventa
y cinco, nuevamente se alzó la voz en el sentido que la Suprema Corte no debía realizar esta
actividad, sino que era la CNDH a quien correspondía, por haberse acreditado en ese caso
que a pesar de los resultados de la indagatoria, el máximo tribunal solo estuvo en posibilidad
de hacer recomendaciones a los otros poderes de la unión, en una acción que de ninguna
manera fue jurisdiccional, sino política. Cfr. Alier Campuzano, Jaime, Facultad investigadora de
la Suprema Corte de Justicia de la Nación respecto de violaciones graves a garantías individuales, México,
Porrúa, 2005, passim.
Véase “El sistema nacional no jurisdiccional…”, cit., pp. 27 y ss., en donde Jorge Car-
44
pizo hizo la reflexión sobre cuál debe ser la facultad del Ombudsman para investigar casos
penales. “Considero que no hay una contestación única aplicable a todos los países, sino
que depende de la situación particular de cada uno de ellos. Generalmente el Ombudsman
no investiga los casos penales sino recomienda que se realice la investigación. Sin embargo,
cuando la autoridad no lo hace… éste debe realizarla… lo anterior pone al Ombudsman
ante una situación difícil. Debe crear su propia capacidad de investigación penal y entrenar
a parte de su personal para ello. Es un reto de dimensiones gigantescas, pero, cuando sea
necesario, se deberá hacer… Claro me estoy refiriendo al Ombudsman criollo…”. En este
sentido, en la sentencia del 23 de noviembre de 2009, emitida por la Corte Interamericana
de Derechos Humanos en el caso Radilla Pacheco vs. Estados Unidos Mexicanos, y derivado de
la investigación que realizó la CNDH y que se remitió a la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, esta se pronunció diciendo que “La Corte Interamericana ya ha establecido que
la obligación de investigar los hechos, juzgar y en su caso, sancionar a los responsables de
un delito que constituye una violación de derechos humanos es un compromiso que emana
de la Convención Americana, y que la responsabilidad penal debe ser determinada por las
autoridades judiciales… ello no obsta para que la Corte tome en consideración los docu-
mentos elaborados por dicha Comisión Nacional cuando estén relacionados con la supuesta
responsabilidad internacional del Estado” (párrafos 178 y 179).
Tesis P. LXXXVI/96, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, t. III,
45
caso del Rector Universidad Autónoma de Sinaloa; 29/90 referente al caso de Aguililla;
3/91, relacionado con el asunto de los Hermanos Quijano; más recientes, 104/95, por los
hechos ocurridos el 28 de junio de 1995 en las cercanías de Aguas Blancas, municipio de Co-
yuca de Benítez, estado de Guerrero, y su investigación por las autoridades locales; 68/2006,
sobre el caso de los hechos de violencia suscitados los días 3 y 4 de mayo de 2006 en los mu-
nicipios de Texcoco y San Salvador Atenco, Estado de México; 16/2009, sobre la detención
y traslado de la periodista Lidia Cacho Ribeiro; 49/2009, relativo al caso de la guardería
ABC, S. C., ubicada en la ciudad de Hermosillo, Sonora; 50/2008 del homicidio del señor
Bradley Roland Will, reportero gráfico de Indymedia. A la vez, algunos de ellos fueron materia
de investigación por la Suprema Corte: caso Aguas Blancas, solicitud 3/96, formulada por el
presidente de los Estados Unidos Mexicanos; caso Lidia Cacho, solicitud 2/2006 formulada
por el Congreso de la Unión; caso San Salvador Atenco, la SCJN recibió una solicitud de un
grupo que se ostentó como los ciudadanos agraviados por las graves violaciones de garantías
individuales, la cual hizo suya el ministro Genaro David Góngora Pimentel mediante la so-
licitud 3/2006; conflicto de Oaxaca de 2006 (gobernador Ulises Ruiz), solicitud 1/2007 de
la Cámara de Diputados; caso incendio de la Guardería ABC, solicitud 1/2009 del ministro
Sergio A. Valls Hernández, en virtud de las solicitudes presentadas por la Comisión Perma-
nente del Congreso de la Unión y los padres de los niños afectados por los hechos.
47 Respecto de dicha facultad de investigación antes de la reforma constitucional de ju-
nio de 2011, cfr. Arteaga Nava, Elisur, “La facultad investigadora del Pleno de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación”, en Ferrer Mac-Gregor, Eduardo (coord.), Derecho procesal
constitucional, 4a. ed., México, Porrúa, 2003, t. II, pp. 1225-1259. Véase Salcido Romero,
José Miguel, “Facultad de investigación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”, Quid
Iuris, México, Chihuahua, año 1, vol. 1, 2005, pp. 91-119, y Morales Ramírez, Arturo César,
“Facultad de investigación de la Suprema Corte de Justicia de la Nación”, Revista del Instituto
de la Judicatura Federal, México, Instituto de la Judicatura Federal, núm. 25, 2008, pp. 119-156.
Antes de la reforma constitucional de junio de 2011, Jorge Carpizo estimó que “la facultad
de investigación… se debe utilizar solo para casos graves, de verdadero escándalo público
y conmoción nacional… es un procedimiento excepcional y solo para situaciones también
excepcionales”. Respecto de las consecuencias de la investigación, consideró que debía remi-
tirse una copia del expediente a la autoridad que solicitó la investigación; a la Cámara Fede-
ral de Diputados si estuviera involucrado un funcionario que gozara de fuero; al Ministerio
Público si el funcionario no gozara de fuero o se tratara de un particular y se evidenciara un
delito de carácter federal o local, según fuera el caso, o a la legislatura local si se tratara de
un funcionario local que tuviera fuero, sin embargo, precisó que las autoridades que reciben
el expediente con la investigación de la Corte no están obligadas a tomarla en cuenta, ya
que no las vincula… puede tener una gran importancia si la Corte decide publicarla… Cfr.
Carpizo, Jorge, “La función de investigación…”, cit., pp. 1261-1281.
48
Sobre el contenido de las reformas constitucionales en materias de derechos humanos
y juicio de amparo, cfr. Fix-Zamudio, Héctor, “Las reformas constitucionales mexicanas de
junio de 2011 y sus efectos en el sistema interamericano de derechos humanos”, en El consti-
tucionalismo contemporáneo..., cit., pp. 153-212.
I. Introducción
565
que “no hay otra instancia, pública o privada, en mejor posición para saber cuáles son los
problemas reales de los ciudadanos y cómo debe mejorarse el sistema jurídico”.
5 Sobre el particular, permítasenos remitir a nuestra obra Lo público y lo privado en Internet.
Intimidad y libertad de expresión en la Red, México, UNAM, 2004.
6 También nuestro libro, Secreto e intervención de las comunicaciones en Internet, Madrid,
Thomson-Civitas, 2004.
so deben intervenir también los agentes sociales, que definen y evalúan las
políticas públicas.10
Este derecho hace surgir reflexiones sobre la ética administrativa y so-
bre la denominada gobernanza, un concepto que en fechas relativamente
recientes ha matizado su antiguo sentido para aludir a la eficacia y calidad
de una actuación pública integradora de los agentes político-sociales, lo que
se considera que redundará en su legitimidad. Ya no basta para gobernar
con cumplir meramente el principio de legalidad, hay que ir más allá para
lograr el desarrollo social. Estamos ante un nuevo modelo de gestión y ser-
vicio público, derivado de la liberalización y privatización, que construye
un sistema de redes y fiscalización cuyos referentes son la eficacia, la com-
petencia y la calidad de los servicios. De todos modos, téngase en cuenta,
como apunta Escobar Roca, que todavía es un reto importante y pendiente
concretar el contenido como un derecho fundamental autónomo del de-
recho a la buena administración, lo cual “debería caminar de la mano de
la dogmática de los derechos fundamentales”.11 Esta indefinición actual es
perjudicial, puesto que le otorga un perfil excesivo y difuso.
Las nuevas exigencias que se predican de la actuación del aparato pú-
blico deben ser garantizadas por las defensorías, que en su labor de fiscaliza-
ción tienen que reclamar del funcionamiento administrativo esa calidad que
se le debe al ciudadano del siglo XXI. Por lo tanto, semejante incremento
del nivel de exigencia en la labor administrativa entra de lleno en el núcleo
competencial de un ombudsman, encargado, de una forma u otra, de evaluar
las políticas públicas, a lo que nos referimos infra. Esto redundará en la ca-
lidad de la acción pública, sometida a una mayor complejidad técnica y a
entornos inciertos, heterogéneos y, en muchos supuestos, descentralizados y
necesitados de gobernanza multinivel.
Uno de los aspectos más relevantes de estos comienzos del siglo XXI
es el conjunto de riesgos y amenazas emergentes referidos a las cuestiones
de seguridad y defensa. El antecedente de ello fue el fin de la Guerra Fría,
y la causa inmediata vino de la mano del 11-S. El escenario se ha vuelto
multipolar y asimétrico, con estados fallidos, armas de destrucción masiva,
terrorismo internacional y radical, inmigración descontrolada y crimen or-
ganizado trasnacional, entre otros inquietantes fenómenos.
Así las cosas, muchos ordenamientos jurídicos se reformaron para en-
frentarse a semejantes riesgos y amenazas, lo que en algunas ocasiones ha
generado un coste para los derechos. Los gobiernos se ven tentados de in-
troducir medidas restrictivas en exceso en aras a garantizar la seguridad de
sus ciudadanos. La clave del problema es lograr un adecuado equilibrio entre
seguridad y libertad. Tal vez hallar la correcta solución del conflicto entre se-
guridad y libertad sea el verdadero nudo gordiano de nuestro tiempo. En esta
labor, las defensorías tienen que intentar incidir para lograr que se impongan
las opciones adecuadas, actuando como caja de resonancia de soluciones
razonables y proporcionadas.
Se trata de un debate del mayor calado. “El debate que se plantea entre
seguridad y libertad es consecuencia de otro de mayor envergadura: es pro-
ducto del debate central que se produce en la vida en comunidad desde el
origen de la misma, un debate que enfrenta a los intereses colectivos frente a
los intereses individuales”.12 No está claro hasta dónde hemos de renunciar
para garantizar nuestra seguridad. La respuesta a ello, en la búsqueda de un
resultado equilibrado, exige tener en cuenta los principios de proporciona-
lidad y razonabilidad, tanto a la hora de precisar los límites a los derechos
fundamentales como en el momento de fijar el nivel de seguridad que que-
remos alcanzar.13
Esta apelación a lo razonable y proporcionado, y al adecuado equili-
brio, debe ser una de las ideas-fuerza que presidan la tarea del ombudsperson,
que tiene que hacer un seguimiento de estas políticas de refuerzo de la se-
guridad, necesarias en sus justos términos, pero no más allá de los mismos.
Sin embargo, en algún supuesto, se ha visto cierto temor de las defensorías
a controlar a las fuerzas y cuerpos de seguridad, sobre todo en países de ni-
veles complicados de criminalidad.
como correcto habida cuenta las especificidades de los mismos y sus pecu-
liares necesidades. Incluso, también parece admisible incluir medidas de
discriminación positiva que sirvan para paliar la situación desventajosa en
la que se han visto sumidos. De este modo, se encuentra en la carta magna
un reconocimiento de dichos pueblos, derechos específicos para los mismos,
protección de sus tierras, justicia comunitaria, ciertas formas y modos de
representación, y respeto idiomático. Sin embargo, toda esta labor debe
llevarse a cabo de manera razonable y proporcionada para que las solucio-
nes adoptadas no mengüen la defensa del núcleo básico irrenunciable para
el Estado democrático, cifrado en la dignidad de la persona y el contenido
esencial de los derechos fundamentales. Sea como fuere, en esta constitu-
cionalización de los temas multiculturales quizá se ha fomentado más la
separación que la integración, un valor de mayor densidad democrática. La
defensoría también puede terciar en este debate para mostrar las bondades
de tal integración frente al aislamiento, que ha ganado preocupantemente
terreno en algunas recientes Constituciones.
14
García Álvarez, Manuel y García López, Rubén, op. cit., p. 162.
15
Escobar Roca, Guillermo, “Introducción”, cit., p. 27.
16
Grimm, Dieter, Constitucionalismo y derechos fundamentales, Madrid, Trotta, 2006, p. 189.
17
Especialmente detallado es el artículo 26 d) de la Ley que regula el Síndic de Greuges
de Cataluña, en España, dado que permite a este la supervisión de “las empresas privadas
que gestionen servicios públicos o lleven a cabo, mediante concierto o concesión, actividades
de interés general o universal o actividades equivalentes, así como las demás personas vincu-
ladas contractualmente con la Administración de la Generalitat o con las entidades públicas
que dependen de esta”.
18
En España, el artículo 2o. de la Ley de Organización y Funcionamiento de la Admi-
nistración General del Estado alude, junto a los órganos de la Administración General del
Estado, a lo que llama “organismos públicos”, cuyo objeto es “la realización de actividades
de ejecución o gestión tanto administrativas de fomento o prestación, como de contenido
económico reservadas a la Administración General del Estado”. En el artículo 43 se esta-
2. Pedagogía de derechos
blece que estos organismos públicos son los organismos autónomos, las entidades públicas
empresariales y las agencias estatales.
19
Aguiar del Luque, Luis, en varios autores, “Encuesta sobre el Defensor del Pueblo”,
Teoría y Realidad Constitucional, núm. 26, 2010, p. 64. También afirma que “cerrar el paso a
la posibilidad de que el Defensor controle la actuación de determinados servicios públicos
privatizados podría dejar importantes ángulos muertos en el control de actividades en última
instancia de responsabilidad pública y que se hallan estrechamente vinculados a la satisfac-
ción de determinados derechos”. En cambio, en la misma encuesta, Bassols Coma tiene una
posición más matizada al entender que “no parece adecuado trasladar globalmente” a los
nuevos servicios y técnicas de gestión “los sistemas de supervisión del Defensor del Pueblo,
a excepción de la verificación efectiva del cumplimiento de las obligaciones universales, o
cargas de servicio público” (p. 65).
22
Discurso inaugural en el Comité Internacional de las Instituciones Nacionales de
Derechos Humanos, el 21 de marzo de 2007.
23
García Ramírez, Sergio, “Ombudsman y tutela interamericana de los derechos huma-
nos”, en Escobar Roca, Guillermo (coord.), El Ombudsman en el sistema internacional…, cit.,
p. 93. En esta obra hay otras aportaciones que reflejan este papel de las defensorías en la
internacionalización de los derechos.
XI. Conclusión
XII. Fuentes
Marcelo Figueiredo*
Ese fue el título del tercer panel de la mesa redonda internacional organizada
por la Asociación Internacional de Derecho Constitucional (IACL-AIDC) en
la ciudad de Río de Janeiro, en colaboración con la Asociación Brasileña de
Constitucionalistas Demócratas —ABCD, Fundación Getúlio Vargas— con
la Escuela de Derecho Río y con demás colaboradores.
El mayor título del encuentro fue el siguiente: “Constitucionalismo y la
crisis económica: reglamentación económica transnacional y nacional y los
derechos sociales en el siglo XXI”.
El foco del panel 3 se refirió a los diversos métodos y patrones utilizados
para la protección constitucional de los derechos sociales en periodos llamados “norma-
les” y en periodos de crisis, cuando es necesario tomar medidas de austeridad.
*
Abogado. Profesor asociado de derecho constitucional de la Pontificia Universidad
Católica de San Pablo. Fue director reelecto de su Facultad de Derecho (2006-2013). Pre-
sidente de la Asociación Brasileña de Constitucionalistas Demócratas (ABCD) y miembro
reelecto del Comité Ejecutivo de la IACL-AIDC. Artículo confeccionado a propósito del
Encuentro de la Asociación Internacional de Derecho Constitucional (IACL-AIDC) realiza-
do en Río de Janeiro, en abril de 2013.
585
2
Tiene razón José Matias Pereira, para quien es necesario conciliar las dos lógicas —la
política y la económica—, pues dice que “cuando existe la preocupación tan sólo por el
desarrollo, relegando a un segundo plano los llamados fundamentos de la economía, y de
forma especial el ajuste fiscal, las bases del desarrollo serán inconsistentes, con poca posibi-
lidad de éxito, por los efectos nocivos que de él surgirán, en particular la inflación. A su vez,
promover solamente el ajuste fiscal, descuidando el desarrollo, permitirá que el Estado pre-
sente sus cuentas en orden, pero con costos económicos y sociales indeseables pues, con una
economía paralizada, no habrá ninguna perspectiva de mejorar el bienestar de la población,
especialmente en materia de educación, salud y generación de empleo e ingreso”. “Control
de los gastos públicos, gastos públicos, crisis económica y gobernabilidad en Brasil”, Revista
de Información Legislativa, Brasilia, Senado Federal, núm. 144, 1999, pp. 11 y ss.
3 Sen, Amartya, “La idea de justicia”, San Pablo, Companhia das Letras, 2009, p. 420.
I. Planificación presupuestaria
zarse o no, mientras que el destino de los gastos es preciso. Es evidente que
se sabe dónde se va a gastar. La realización dependerá de los ingresos que se
produzcan durante el ejercicio.
Como puede verse, las leyes antes mencionadas están visceralmente im-
bricadas entre sí.
Las previsiones y disposiciones de la Ley Presupuestaria Anual deben
atender a lo que está determinado por la Ley de Directrices Presupuestarias,
que es anteriormente aprobada y, a su vez, ambas deben guardar sintonía
y concordancia con el Plan Plurianual. Solo así las cosas pueden funcionar,
o sea, “amarrando” las previsiones genéricas a las directrices y estas a las
específicas contenidas en la ley presupuestaria anual.
A pesar de ser técnica en extremo, esta explicación era necesaria. Espe-
remos no tener que volver a ese nivel de detalle.
Hice esta explicación porque tantas y tan minuciosas leyes presupues-
tarias podrían dar la impresión de que en Brasil hay un control maravilloso
de los gastos y los ingresos públicos y que todo sucede con “organización
suiza”.
Lamentablemente no es así.
Pasemos ahora al tema de la dinámica presupuestaria, ejecución del
presupuesto y algunos de sus condicionantes.
¿El presupuesto es un instrumento político libremente construido por el
administrador público y por el Parlamento, por el Poder Legislativo? Desde
hace algún tiempo, parece que no.
9 No estamos sosteniendo que toda vinculación o gasto obligatorio posea más desven-
tajas que ventajas. Como cualquier institución de características jurídicas que trae consigo
un binomio, emerge un dilema (trade-off) en su aplicación. Ventajas y desventajas pueden ser
descritas siempre, y no por ello se podrá arribar a la conclusión de si las vinculaciones o los
gastos obligatorios son eficientes o ineficientes. Deberá ser una opción consciente de deter-
minado pueblo, en determinado contexto político, siempre controlada racionalmente por el
sistema jurídico y social y con posibilidad de ajustes debatidos por la sociedad alcanzada por
los canales competentes. Un determinado gasto público social debe tener sus instrumentos
reevaluados periódicamente, a fin de que haya un uso racional y eficiente de los recursos.
Finalmente, es necesario registrar que la vinculación o el gasto obligatorio no es el único
instrumento habilitado para promover la buena distribución y la adjudicación de recursos
públicos en áreas sociales, como sabemos.
De esa forma, más convencidos estamos de que es inviable, ante las premisas
asentadas en el presupuesto, que pueda el Jefe del Ejecutivo prever ingresos,
para pago de servicios públicos esenciales, menor que el valor sabidamente cierto que
debe satisfacer. Siendo así, el presupuesto se convierte en ley real y no de mera
previsibilidad. Las entradas son previsibles, pero no exactas. La liquidación
se operará en el curso del ejercicio financiero. No habiendo riesgos, tiene
el acreedor razonable seguridad en recibir el monto previsto. No sólo eso,
pero no hay la opción del deudor (Unión, Estados, Distrito Federal y Municipios)
de no prever recursos para el pago de los servicios públicos que deba soportar” [el énfasis
es nuestro].
Este, por lo tanto, es uno de los claros obstáculos para el disfrute de los
derechos sociales en Brasil; la falta de recursos, la previsión de menos o la
malversación de recursos públicos, o incluso la corrupción incidente sobre
los recursos, disminuyéndolos.
Ahora nos gustaría analizar los impactos de la reiterada prorrogación
del dispositivo constitucional, de la Constitución brasileña (ADCT- Acto de
las Disposiciones Constitucionales Transitorias), de desvinculación de in-
gresos de la Unión (DRU, ingresos federales) sobre la garantía de derechos
sociales fundamentales, que tienen algún nivel de vinculación constitucional
para su consecución.
Al desvincular ingresos, se reducen (en principio, si no hubiera compen-
sación futura) las disponibilidades presupuestarias y financieras que capaci-
tan al Estado para garantizar derechos sociales. Siendo así, la pregunta que
se coloca es la siguiente:
¿Hasta qué punto el poder constituyente derivado, de segundo grado,
puede flexibilizar, mitigar, reducir las vinculaciones tributarias que garan-
tizan un determinado nivel de recursos obligatoriamente acarreados en el
presupuesto de los derechos sociales?
La llamada desvinculación de recursos de la Unión11 (DRU) fue apro-
bada inicialmente para ser un mecanismo provisorio; sin embargo, ya cumple
diecinueve años en vigor, y la discusión sobre su mantenimiento o disolu-
Curso de derecho financiero, 4a. ed., San Pablo, Editora Revista de los Tribunales, 2011,
10
p. 376.
11
La Unión es la persona jurídica de derecho internacional e interno brasileña, a la par
de los estados miembros, del Distrito Federal y de los municipios. En el contexto que utiliza-
mos el término puede también ser comprendido como “gobierno federal”.
12
Para un análisis más detenido de todas esas normas se recomienda el excelente trabajo
de Graziane Pinto, Élida, “Seis veces DRU: ¿flexibilidad presupuestaria o vaciamiento de
derechos sociales?”, Revista Jurídica del Ministerio Público de Minas Gerais, Belo Horizonte, núm.
11, julio-diciembre de 2008, pp. 511 y ss.
13
El artículo 1o. de la Constitución brasileña afirma que Brasil es una República fede-
rativa formada por la unión indisoluble de los estados y municipios y el Distrito Federal, y
que se constituye en un Estado democrático de derecho y tiene como fundamentos la soberanía, la
ciudadanía, la dignidad de la persona humana, los valores sociales del trabajo y de la libre
iniciativa y el pluralismo político.
Sobre el tema véase Courtis, Christian (comp.), Ni un paso atrás. La prohibición de regresivi-
14
dad en materia de derechos sociales, Buenos Aires, CEDAL-Centro de Estudios Legales y Sociales,
2006; Zerbini Ribeiro Leão, Renato, La construcción jurisprudencial de los sistemas europeo e inte-
ramericano de protección de los derechos humanos, Puerto Alegre, Nuria Fabris, 2009; Wandimara
Pereira dos Santos Saes, La judicialización de los derechos sociales en Brasil, un abordaje analítico,
empírico y normativo, PUC-SP, trabajo de doctorado, 2008, bajo nuestra orientación científi-
ca; Abramovich, Víctor y Courtis, Christian, El umbral de la ciudadanía, Buenos Aires, 2006;
García Ramírez, Sergio (coord.), La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos,
México, UNAM, 2008, vol. IV.
mica del país, con el pago de intereses para mantener un superávit en las
cuentas públicas, es más importante que el bienestar de sus habitantes?
Es evidente que existe una relación entre ambas pretensiones, y ambos
lados alegan que defienden los intereses del pueblo brasileño.
Nadie puede estar en contra del buen equilibrio de las cuentas públicas
nacionales, pero es preciso encontrar un punto “óptimo” que no sacrifique
aquello que la Constitución del país entiende como elemental, básico, esen-
cial para la buena calidad de vida de sus ciudadanos y de su población.
¿Cómo el Poder Judicial, al ser provocado, ha enfrentado problemas
relacionados con esta temática?
Es muy difícil dar una respuesta lineal a esta cuestión.
En materia económica, por ejemplo, Brasil, para enfrentar las numero-
sas crisis internacionales y nacionales, en los últimos veinticinco años, for-
muló una serie de planes económicos; muchos de ellos, sin duda alguna,
afectaron claramente los derechos individuales (fundamentales) de los bra-
sileños.
No sería posible resumir todos esos problemas en este artículo. Sin em-
bargo, lo que podemos hacer es mencionar algunos casos que dan una idea
de cuál fue la respuesta del Poder Judicial en algunos casos más polémicos
y significativos.15
El primero fue el llamado Plan Collor. El polémico presidente Collor
de Mello (1990), que posteriormente sufrió un juicio político, decretó un
15
En muchos casos se reconoce la no retroactividad de la ley como principio constitu-
cional importante. Por ejemplo, en el RE 180979 AGR/RS, Rel. Min. Francisco Rezek, el
19/12/1996, segunda sección del STF. “Negocios jurídicos definitivamente consolidados se
vuelven inmunes al cuadro normativo que sobreviene, por fuerza de la cláusula constitucio-
nal de la irretroactividad de la ley”. En otros, que es posible alterar las reglas de la jubilación
a los trabajadores y que ella solamente se adquiere en el momento de su formalización ante
la previsión social. O sea, los que no habían cumplido los requisitos para la jubilación están
sometidos al nuevo régimen, aunque sea más costoso para la persona (ADI 3104/0-DF),
Rel. Min. Carmem Lúcia, el 26/09/2007. En otros procesos se afirma que “no hay derecho
adquirido a régimen jurídico” para no reconocer como de naturaleza contractual un fondo
constituido por recursos de los trabajadores (RE 226.855-7, RGS- Relator Min. Moreira Al-
ves, 31/08/2000). En otros momentos se aceptan las razones y los fundamentos que inspiran
el plan económico y, por eso, no se reconoce inconstitucionalidad ante el valor mayor de
“neutralidad distributiva de choque de la economía”. Fue lo que ocurrió en el RE 141.190-2
SP, Relator Min. Ilmar Galvão, juzgado el 14/12/2005. En él, el Plenario del Supremo Tri-
bunal Federal reconoció que el PLAN BRESSER representó una profunda modificación en
los rumbos de la economía del país y cambio en el patrón monetario, y que el congelamiento
significó la quiebra radical de las expectativas inflacionarias y, por eso, un desequilibrio eco-
nómico financiero de los contratos pero, en compensación, que su instrumento era necesario.
Para un amplio y competente análisis de la materia, véase Villard Duran, Camila, Derecho y
Moneda, San Pablo, Editora Saraiva, 2010.
de algún modo, que aquellos derechos puedan ser usufructuados por sus
destinatarios.
Brasil está dotado de un sistema de control de la constitucionalidad
considerado pluralista. Al menos, en materia de acceso a la justicia, son
varias las personas y entidades que pueden tocar directamente las puertas del
Supremo Tribunal Federal, cúpula del Poder Judicial incumbido de, prin-
cipalmente, controlar la constitucionalidad de las leyes y demás actos nor-
mativos.16
También en el ámbito del control difuso, de inspiración norteamericana,
Brasil tradicionalmente, desde la República, confiere el derecho de que las
partes aleguen ante cualquier juez o tribunal, en materia constitucional. Siendo
así, cualquier juez, en Brasil, puede también reconocer y no aplicar la ley
considerada inconstitucional.17
No es nuestro objetivo discutir cómo se da el control judicial de consti-
tucionalidad de las leyes en Brasil, sino solo situar al lector extranjero.
Tradicionalmente, la jurisprudencia brasileña, al contrario de la doc-
trina, entendía que las leyes presupuestarias son leyes meramente formales,
como normas individuales de efectos concretos, con objeto determinado y
destinatario cierto, siendo equiparadas a actos administrativos, ya que des-
provistas de generalidad, impersonalidad y abstracción (densidad normati-
va), haría, en principio, imposible la concreción del control abstracto, ante
el Supremo Tribunal Federal, al menos por la vía principal o acción directa
de inconstitucionalidad (ADIn).
16
El artículo 103 de la CF, en su encabezamiento, establece: “Pueden proponer la acción
directa de inconstitucionalidad y la acción declaratoria de constitucionalidad: I. el Presidente
de la República; II. el Senado Federal; III. la Cámara de Diputados; IV. la Asamblea Legis-
lativa o la Cámara Legislativa del Distrito Federal; V. el Gobernador de Estado o del Distrito
Federal; VI. el Procurador General de la República; VII. el Consejo Federal de la Orden de
los Abogados de Brasil; VIII. los partidos políticos con representación en el Congreso Nacio-
nal; IX. la confederación sindical o entidad de clase de ámbito nacional”.
17
Por lo tanto, no es novedad en Brasil la amplia posibilidad de, en el control difuso, que
cualquier persona legitimada cuestione el rumbo de políticas públicas, incluso cuando impli-
quen una norma o prioridad presupuestaria (directa o indirectamente) cuestionada en virtud
de prioridades constitucionales o legales. En ese sentido, inter-plures, ver el ARE 639337,
AGR Relator Min. Celso de Mello, STF, juzgado el 23/08/2011. En este caso, el municipio
de San Pablo fue obligado a atender y matricular en guarderías y jardines de infantes a
niños de hasta cinco años en unidades de enseñanza infantil cercanas a su residencia o al
lugar de trabajo de sus padres o responsables legales. El caso es particularmente interesante,
porque en él el juez del Supremo Tribunal Federal levanta la discusión acerca de la necesidad
de protección de los derechos sociales por el Poder Judicial brasileño e, incluso, el tema de la
escasez de recursos públicos y la cuestión de lo que llama de “opciones trágicas” y la reserva
de lo posible, y del mínimo existencial.
18
La acción fue propuesta por el PSDB, Partido de la Social Democracia Brasileña,
contra la Medida Provisoria 405/2007 (un acto normativo del Ejecutivo), posteriormente,
convertida en la Ley 11.658/2008, que abrió crédito extraordinario a favor de la justicia
electoral y de diversos órganos del Poder Ejecutivo, por valor de 5,455.677.660,00 reales.
El crédito extraordinario habría sido abierto fuera de las hipótesis autorizadas en la Cons-
titución federal, violando el artículo 62 y diversos parágrafos e incisos. El caso aún no tuvo
juzgamiento final, pero la medida cautelar fue concedida, suspendiéndose la vigencia de la
Ley en discusión desde su publicación. La decisión aparentemente supera los fundamentos
tradicionales de la jurisprudencia anterior, para permitir el control abstracto de la constitu-
cionalidad de las leyes presupuestarias en Brasil ante el Supremo Tribunal Federal.
19
Sobre el tema, véase el trabajo de Barros Correia Neto, Celso de, “El presupuesto
público y el Supremo Tribunal Federal”, en Conti, José Mauricio y Facury Scaff, Fernándo
(coords.), Presupuestos públicos y derecho financiero, San Pablo, Editora Revista de los Tribunales,
2011, pp. 112-126.
20
Para un panorama de la situación argentina, colombiana y española, véase el trabajo
de G. Corti, Horacio, “Derechos fundamentales y presupuesto público: una renovada rela-
ción en el marco del neoconstitucionalismo periférico”, en Conti y Scaff, op. cit., pp. 127 y ss.
V. Conclusiones
Pues bien, quiero referirme, además y a título final, a dos cuestiones que
afectan las respuestas posibles a esos interrogantes. La primera es acerca de
los bloqueos y las contingentaciones (contención de gastos en función de los
ingresos) presupuestarias que afectan el goce de derechos sociales.
En Brasil, el Poder Legislativo, en materia presupuestaria, puede hacer
muy poco. Quedan pocas alternativas, a los legisladores, en la adjudicación
de recursos públicos.
También es importante recordar que existen bloqueos y contingenta-
ciones. El Poder Ejecutivo controla el presupuesto y su ejecución, pudiendo
interrumpirla cuando lo entienda necesario o conveniente.
21
La materia fue apreciada por el Supremo Tribunal Federal. Al juzgar la ADPF nú-
mero 45/DF se asentó que había la “no oposición del arbitrio estatal a la efectividad de los
derechos sociales, económicos y culturales” y que había “necesidad de preservación, en favor
de los individuos, de la integridad y de la intangibilidad del núcleo consustancial del mínimo
existencial”.
Proceso
22 legislativo y presupuesto público, São Paulo, Editora Saraiva, 2012, p. 229.
El diario El País de España nos relata, en la edición del 10/03/2013, que en enero
25
de 2011 el señor Mohammed Aziz es desalojado de su casa. En junio del 2012, el juez José
María Fernández Seijo lleva la cuestión prejudicial a Luxemburgo. Propone que se discuta el
sistema español de hipotecas, que limita las posibilidades de defensa y oposición a las ejecu-
ciones hipotecarias realizadas por los bancos, y pide que se estudie la desproporción aparente
que confiere a los bancos españoles la facultad de reclamar el valor total de las cuotas atra-
sadas por los clientes y la exorbitancia aparente de los intereses cobrados sobre el total de la
deuda. El 08 /11/2012, la abogada general del Tribunal de Justicia, Julianne Kokott, emitió
un informe crítico contra el sistema de “desahucios” (desalojos) español, acatando la cuestión
del juez español e instando al Tribunal de Justicia de la Unión Europea a una solución justa.
El parámetro de discusión será la Directiva Europea 93/13/EEC: “Se considera abusivo el
vencimiento anticipado de las deudas”. Estos movimientos nacionales y trasnacionales, en
pro de una sociedad más justa, deben ser estudiados y aplaudidos.
26
UNDP. Human Right Development Report 2010. La verdadera riqueza de las na-
ciones: los caminos hacia el desarrollo humano, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2010. El
desarrollo humano tiene tres componentes: bienestar: ampliar las libertades efectivas de la
gente para que las personas puedan prosperar; empoderamiento y actuación: permitir que
las personas y grupos actúen para impulsar resultados valiosos; justicia: ampliar la equidad,
el mantenimiento de los resultados a través del tiempo y el respeto de los derechos humanos
y otros objetivos de la sociedad.
607
1 Presno Linera, M. A. y Gang Sarlet, I. (eds.), Los derechos sociales como instrumento de eman-
cipación, principiado de Asturias, Aranzadi, Thomson Reuters, 2010, pp. 81 y 82.
8
Pulido Quevedo, M., La Constitución Española. Con la jurisprudencia del Tribunal Constitucio-
nal, Pamplona, Aranzadi, 1993. Y, en concreto el comentario a los artículos 49 y 50, pp. 925
y ss.
9 Bastida Freijedo, F. J., op. cit., pp. 89 y ss.
10
Al respecto puede consultarse el trabajo de Alegre Martínez, M. A., “Protección cons-
titucional a las personas vulnerables y nuevos derechos”, Revista de Derecho Político, Madrid,
núm. 80, enero-abril de 2011, pp. 62 y 63.
11
Es de obligada consulta por sus agudas apreciaciones el trabajo de García Herrera,
M. A., “Veinticinco años de derechos sociales en la experiencia constitucional española”,
Revista de Derecho Político, núms. 58 y 59. Monográfico sobre Balance de la Constitución en su XXV
Aniversario, Madrid, UNED, 2003-2004, pp. 303 y ss.
12
Tajadura Tejada, J., “Los principios rectores de la política social y económica”, Ma-
drid, Biblioteca Nueva, 2004, pp. 32 y ss.
13
Entre otros Solozábal Echavarría, J. J., “Los derechos colectivos desde la perspectiva
constitucional española”, Cuadernos de Derecho Público, Madrid, Ministerio de Administracio-
nes Públicas INAP, núm. 12, 2001, pp. 99 y ss. También el trabajo de Ansuátegui Roig, F. J.
(coord.), Una discusión sobre derechos colectivos, Madrid, Dykinson, 2001. En nuestra Constitu-
ción no existe una cláusula general de atribución de derechos fundamentales a las personas
jurídicas pero el Tribunal Constitucional en alguna sentencia sí ha admitido esa posibilidad
(por ejemplo, en la STC 64/88 del 12 de abril), y la CE, como sucede en el artículo 16,
reconoce explícitamente derechos de titularidad colectiva a las confesiones religiosas o a las
personas jurídicas que fundan un centro educativo…
14 Alegre Martínez, M.A., op. cit., p. 71; el autor se hace eco de las opiniones de J. A.
17
Alegre Martínez, M. A., op. cit., p. 77.
18
Sobre este punto véase el trabajo de Sánchez González, S., “¿Todavía más derechos?
¿De qué derechos hablamos?”, Teoría y Realidad Constitucional, Madrid, UNED, núm. 25,
2010, pp. 314 y ss. También Cartabia M., “La edad de los ‘nuevos derechos”, Revista de
Derecho Político, Madrid, UNED, núm. 81, 2011, pp. 63 y ss.
Cfr. al respecto el trabajo de Pérez de Ontiveros Baquero, C., “La Convención Inter-
19
nacional sobre los derechos de las personas con discapacidad y el sistema español de modi-
ficación de la capacidad de obrar”, Revista Derecho Privado y Constitución, Madrid, Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, núm 23, 2009, pp. 335 y ss. La autora se preocupa del
análisis exhaustivo del modelo propuesto en la Convención para la protección de los disca-
pacitados en el ejercicio de sus derechos y el reflejo que ello ha tenido en todos los ámbitos
del derecho español.
20
Bastida Freijedo F. J., op. cit., p. 86.
21
Un comentario a este tema, desde los parámetros de la igualdad sustantiva, puede
consultarse en Vivancos Comes, M., “Promoción a la igualdad y atención a la dependencia”,
en Álvarez, Figueruelo y Nuño (dir.) y Cancio (coord.), Estudios interdisciplinares sobre igualdad,
2a. ed., Madrid, Instituto de Derecho Público de la Universidad Rey Juan Carlos y editorial
Iustel, 2011, pp. 207 y ss.
24 Cfr. sobre este tema Cartabia, M., “La edad de los nuevos derechos”, Revista de Derecho
Político, Madrid, UNED, núm. 81, 2011. De interés especial las pp. 92 y ss.
25 Expresión que ha sido tomada del trabajo de Cartabia, M., op. cit., p. 92.
Cfr.
26 al respecto Bastida Freijedo, F. J., op. cit., pp. 90 y ss.
la discapacidad y se pone el acento de que estos problemas “en femenino, peor”, porque si la
discapacidad tiene que ver con la pobreza, también las mujeres están más afectadas por los
ingresos económicos que los hombres.
29
Sobre las políticas públicas para la igualdad real y efectiva —igualdad material o sus-
tantiva— recogidas en el artículo 14 de la Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva entre Mu-
jeres y Hombres, puede consultarse el comentario a dicho precepto realizado por Marrades
Puig, A., en García Ninet, J. I. (dir.) y Garrigues Giménez, A. (coord.), Comentarios a la Ley de
Igualdad, Valencia, CISS, Grupo Wolters Kluwer, 2007, pp. 199 y ss.
Imer B. F lores**
A Jorge Carpizo
* Versión extensa del primer punto homónimo incluido en el artículo colectivo de Astu-
dillo, César et al., “La libertad de expresión y sus principales manifestaciones en el contexto de
la democracia electoral mexicana”, Revista Mexicana de Derecho Electoral, núm. 4, 2013, pp. 175-
224. Dicho artículo corresponde a la síntesis del proyecto colectivo de investigación “La liber-
tad de expresión y sus principales manifestaciones en el contexto de la democracia mexicana”,
desarrollado por el área de Derecho Electoral del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y patrocinado por el Fondo de Apoyo a
la Observación Electoral 2012 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
** Investigador, Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma
de México, Pride D y SNI III. Correo electrónico imer@unam.mx y Twitter @imerbflores.
El autor agradece a Arnulfo Daniel Mateos Durán y Alberto Abad Suárez Ávila su apoyo
en la compilación de fuentes de información para la realización de este proyecto de investig-
ación, y, por supuesto, al financiamiento del PNUD para participar en el mismo.
1 Citado por Arnáiz y Freg, Arturo, “Prólogo”, en Mora, José María Luis, Ensayos, ideas
y retratos, México, UNAM, 1941, p. XVII.
629
I. Introducción
1. Estado de derecho
4 Cabe adelantar que en algún otro lugar hemos tratado de denunciar dos errores co-
munes en torno al concepto de “Estado de derecho”: por un lado, identificar “Estado y dere-
cho”, al grado que la expresión “Estado de derecho” sería una perogrullada o un pleonasmo:
ya sea que todo estado es de derecho y todo derecho es de estado, o bien que todo estado es
un estado de derecho y todo derecho es un derecho de estado; y, por otro, derivar las carac-
terísticas de un “Estado de derecho” a partir de las características resultantes de conjugar
las de “Estado y derecho”. Véase Flores, Imer B., “Estado de derecho y legislación: el pro-
blema de la regla de la mayoría”, en Labastida, Jaime y Aréchiga, Violeta (eds.), Identidad y
diferencia, México, Siglo XXI, 2010, vol. I: La política y la cultura, pp. 148-163.
5 Zagrebelsky, Gustavo, El derecho dúctil. Ley, derechos, justicia, 2a. ed., trad. de Marina Gas-
cón, Madrid, Trotta, 1997, pp. 21-45, y Ferrajoli, Luigi, “Jueces y política”, Derechos y Liberta-
des. Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, año IV, núm. 7, enero de 1999, pp. 63-79. Véase
también Flores, Imer B., “Constitución, democracia y derecho: teoría constitucional y valores
constitucionales”, Revista del Instituto de la Judicatura Federal, núm. 13, 2003, pp. 145-159.
6 Bobbio, Norberto, “Gobierno de los hombres o gobierno de las leyes”, El futuro de la
democracia, trad. de José F. Fernández Santillán, México, Fondo de Cultura Económica, 1986,
pp. 120-136.
ventaja del gobierno del mejor hombre para resolver casos concretos o par-
ticulares, a través de la pasión: “es mejor aquello a lo que no se asocia lo pa-
sional que aquello a que le es algo connatural. Efectivamente, en la ley esto
no se encuentra, mientras que toda alma humana lo tiene necesariamente.
Pero tal vez alguno diría que, a cambio de eso, un hombre decidirá mejor
en los casos concretos”.7
Sin embargo, el estagirita concluye: “Pero tanto queda claro que es pre-
ciso que haya un legislador y existan las leyes; pero que no deben ser sobera-
nas donde se salgan de sus límites, aunque deben tener autoridad en todo lo
demás”.8 Es más, en su Ética nicomaquea instruye: “Por este motivo no permi-
timos que gobierne el hombre, sino la ley, porque el hombre ejerce el poder
para sí mismo y acaba por hacerse tirano”.9 En este sentido, el gobierno de
las leyes, en contraste al de los hombres, implica el gobierno de la razón por
encima de la pasión: “Cada uno de ellos [i. e. de los ciudadanos] ciertamen-
te, tomado como un individuo cualquiera, es seguramente inferior al mejor;
pero la ciudad se compone de muchos, lo mismo que un banquete al que
contribuyen todos es mejor que el de una sola persona; por eso juzga mejor
muchas veces una multitud que un individuo cualquiera”.10
En este mismo orden de ideas, cabe recordar a Cicerón, cuando cita a
Catón el viejo:
[L]a organización política de nuestro Estado [el romano] supera a la de los
demás Estados [los cretenses, los lacedemonios, los atenienses]... porque en
ellos fueron por lo común individuos quienes establecieron, cada uno, su cons-
titución...; en cambio, nuestra constitución [la romana] no fue establecida por
el ingenio de uno sólo, sino por el de muchos, y no en una sola vida de un
hombre sino en algunos siglos y edades; pues... ni había surgido un genio tan
grande como para que alguna vez hubiera existido alguien a quien ninguna
cosa se le escapara, ni todos los genios aplicados a una sola época como para
que lo abarcaran todo sin la experiencia de las cosas y una larga duración.11
Cicerón, Marco Tulio, De re publica, trad. de Julio Pimentel Álvarez, México, UNAM,
11
1984, p. 39.
Nuestros días sobre la tierra no son más que una sombra respecto a los días y
épocas pasados. De donde se infiere que las leyes han sido hechas por la sabiduría de
los hombres más excelentes, en muchas edades sucesivas, mediante dilatadas y con-
tinuadas experiencias (la prueba de la luz y de la verdad), acabadas y refinadas,
lo cual ningún hombre (disponiendo de tan poco tiempo), aunque tuviese la
sabiduría de todos los humanos, en ningún período podría haber obtenido.12
12
Citado por von Hayek, Friedrich August, The Constitution of Liberty, Chicago, The Chi-
cago University Press, 1960, p. 433, p. 20 (hay versión en español: Los fundamentos de la libertad,
trad. de José Vicente Torrente, Madrid, Unión Editorial, 1998, p. 88, np 20).
Hayek, The Constitution of Liberty, cit., pp. 166 y 167 (Los fundamentos de la libertad, cit., pp
13
223 y 224).
Cicerón, Marco Tulio, Las leyes, trad. de Álvaro d’Ors, Madrid, Instituto de Estudios
14
Visto con estos ojos, los juzgadores y los legisladores no necesitan ser carac-
terizados por estar en competencia unos y otros acerca de cuál tiene mayor
valentía o una mejor visión moral. Por el contrario, cada uno puede ser con-
siderado por contribuir, en sus formas únicas, desde sus perspectivas únicas,
y dentro de contextos de decisión únicos, a la consecución de un Estado de
derecho moralmente sensible e ilustrado… la revisión de la constitucionali-
dad de leyes prepara el escenario para un “diálogo” entre las cortes y la legis-
latura… no como una imposición que amenace la voluntad democrática sino
como un paso más en el proceso democrático.19
17 Montesquieu, Charles Louis, El espíritu de las leyes, trad. de Mercedes Blázquez y Pedro
de Vega, Barcelona, Altaya, 1993, p. 344.
18 Ibidem, p. 120. Cabe recordar que sir Edward Coke, en Calvin’s Case, asegura Judex est
lex loquens: “el juez es una ley con voz”, y John Marshall, en Osborn v. Bank of United States,
asevera “Los jueces son las meras bocas por las que habla el derecho” e “incapaces de querer
algo”. Véase, Hayek, The Constitution of Liberty, cit., p. 462, p. 37 (Los fundamentos de la libertad,
cit., p. 223, np 37).
19 Waluchow, Wilfrid J., A Common Law Theory of Judicial Review. The Living Tree, Cambrid-
ge, Cambridge University Press, 2007, pp. 269 y 270.
20 Flores, Imer B., “Equidad social”, en Fix-Zamudio, Héctor y Valadés, Diego (eds.),
Instituciones sociales en el constitucionalismo contemporáneo, 2a. ed., México, El Colegio Nacional-
UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2011, pp. 137-165.
21 Flores, Imer B., “Igualdad, no discriminación (y políticas públicas): a propósito de la
constitucionalidad o no del artículo 68 de la Ley General de Población”, en Torre Martínez,
Carlos de la (coord.), El derecho a la no discriminación, México, Instituto de Investigaciones Ju-
rídicas, 2006, pp. 263-306.
2. Libertad
[N]o es… otra cosa que el derecho de no estar sometido sino á las leyes, no po-
der ser ni detenido, ni preso, ni muerto, ni maltratado de manera alguna por el
22
Rousseau, Jean Jacques, El contrato social o principios de derecho político, trad. de Everardo
Velarde, México, UNAM, 1962, p. 20.
Kant, Immanuel, La metafísica de las costumbres, trad. de Adela Cortina Orts y Jesús
23
versity Press, 1969, pp. 118-172 (hay versión en español: “Dos conceptos de libertad”, trad.
de Julio Bayón, en Cuatro ensayos sobre la libertad, Madrid, Alianza Editorial, 1988, pp. 215-280).
Véase también Flores, Imer B., “Las andanzas y las hazañas de la libertad”, en Sarmiento,
Sergio (coord.), Primer concurso de ensayo “Caminos de la Libertad”. Memorias, México, Grupo Sali-
nas y Fundación Azteca, 2007, pp. 129-152, y “Los dos conceptos de libertad: ¿competición
o colaboración?”, en Sarmiento, Sergio (coord.), Tercer concurso de ensayo “Caminos de la Libertad”.
Memorias, México, Grupo Salinas y Fundación Azteca, 2009, pp. 199-213.
entre dos modelos y sus respectivas condiciones: una positiva como autode-
terminación, y otra negativa, como ausencia de coerción. La primera, equi-
parada con una libertad “para” comunitaria, democrática o republicana,
y la segunda, identificada con una libertad “de” propiamente liberal.28 Lo
anterior, como se puede apreciar, da lugar a que existan en la actualidad dos
modelos no solo de estado de derecho, sino también de libertad: uno liberal
y otro democrático.
Así, parece que para el modelo liberal la libertad consiste en garantizar,
en primerísimo lugar, la totalidad de los derechos fundamentales, incluidas
la vida, la salud, y la propiedad —como había adelantado John Locke—,29
y, en consecuencia, la autorrealización de todos y de cada uno sin la interfe-
rencia estatal, en tanto que para el modelo democrático consiste en garan-
tizar la libertad colectiva o política de todos precisamente mediante dicha
intervención. En palabras de John Stuart Mill:30
28
Bobbio, Norberto, Liberalismo y democracia, trad. de José F. Fernández Santillán, Méxi-
co, Fondo de Cultura Económica, 1989; e Igualdad y libertad, trad. de Pedro Aragón Rincón,
Barcelona, Paidós, 1993.
Locke, John, A Letter Concerning Toleration, New York, Prometheus Books, 1990 (hay
29
versión en español: “Carta sobre la tolerancia”, en Carta sobre la tolerancia y otros escritos, trad.
de Alfredo Juan Álvarez, México, Grijalbo, 1970, pp. 17-60.) Véase también Two Treatises
of Government, Cambridge, Cambridge University Press, 1988 (hay versión en español del
segundo tratado: Ensayo sobre el gobierno civil, trad. de Amando Lázaro Ros, Buenos Aires,
Aguilar, 1955.)
Stuart Mill, John, “On Liberty”, On Liberty and Other Writings, Cambridge, Cambridge
30
University Press, 1989, p. 16 (hay versión en español: Sobre la libertad, trad. de Pablo de Azcá-
rate, Madrid, Alianza Editorial, 1970, p. 69).
Ibidem, pp. 8 y 9 (pp. 59 y 60).
31
penas civiles, sus propias ideas y prácticas como reglas de conducta a aqué-
llos que disientan de ellas; a ahogar el desenvolvimiento y, si posible fuera, a
impedir la formación de individualidades originales y a obligar a todos los
caracteres a moldearse sobre el suyo propio.
Ibidem,
32 p. 13 (p. 65).
Ibidem,
33 pp. 15-16 (pp. 68 y 69).
Como se puede percibir, para Mill hay una estrecha relación entre la li-
bertad humana fundamental para buscar un camino propio y las demás liber-
tades humanas, en general, y las libertades de pensamiento y de expresión,
en especial. Así, para él “debe existir la más completa libertad para profesar
y discutir, como materia de convicción ética, toda doctrina, por inmoral que
pueda ser considerada”.34
3. Libertad de expresión
Ibidem,
34 p. 19, np 1 (p. 76, p. 1).
35
Haba, Pedro Enrique, Tratado básico de derechos humanos, San José, Juricentro, 1986, t.
II, p. 778. Véase también Flores, Imer B., “Sobre el derecho a la información (y sus coli-
siones)”, en Carpizo, Jorge y Arriaga, Carol B. (coords.), Homenaje al doctor Emilio O. Rabasa,
México, UNAM, Facultad de Derecho e Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2010, pp.
797-824.
límites son “el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública”, por
el otro:
38 Pedro Enrique, Tratado básico de derechos humanos, cit. en la nota 35, p. 794.
Haba,
Ibidem,
39 p. 795.
Häberle, Peter, Verdad y Estado constitucional, trad. de Guillermo José Mañón Garibay,
40
42
En los últimos años ha sido Owen Fiss quien ha desarrollado dos modelos doctrinales
respecto a la libertad de expresión, mismos que caracterizó como “libertario” y “democráti-
co”. Véase Fiss, Owen, The Irony of Free Speech, Cambridge, Harvard University Press, 1996
(hay versión en español: La ironía de la libertad de expresión: un análisis de usos y abusos de un derecho
fundamental, trad. de Víctor Ferreres y Jorge Malem, Barcelona, Gedisa, 1999). Al respecto,
coincidimos con Alejandro Madrazo Lajous, en el sentido de que usar la etiqueta “liber-
tario” no es del todo afortunada ni correcta, porque parece sugerir que no hay límites y en
lugar de utilizar la de “clásico” o “liberal clásico” hemos optado por la de “liberal”. Véase
Madrazo Lajous, Alejandro, Libertad de expresión y equidad. La reforma electoral de 2007 ante el
Tribunal Electoral, México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2011, pp.
15-30.
43
Al respecto, cabe recordar que dos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, en su voto de minoría en el Amparo en Revisión 2676/2003, conocido como el
caso… “bandera”, “del poeta maldito”, “de Sergio Hernán Witz Rodríguez”, y fallado por
la Primera Sala el 5 de octubre de 2005, afirmaron que la libertad de expresión protege “no
solamente la manifestación de ideas que comparte con la gran mayoría de sus conciudada-
nos, sino también de ideas impopulares, provocativas o, incluso, aquellas que ciertos sectores
de la ciudadanía considera ofensivas. La libertad de expresión es, en muchos sentidos, un
derecho al disenso”. Citado por Cruz Parcero, Juan Antonio, “La libertad de expresión y los
límites impuestos por la reforma del artículo 41 constitucional. Aspectos problemáticos”, en
Córdova Vianello, Lorenzo y Salazar Ugarte, Pedro (coords.), Estudios sobre la reforma electoral
2007. Hacia un nuevo modelo, México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
2009, II ts., p. 283.
44 Tesis P./J. 26/2007, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, Novena Época, Pleno,
t. XXV, mayo de 2007, p. 1523. Sobre los desarrollos teóricos de tales límites, véase por
ejemplo, Faúndez Ledesma, Héctor, Los límites de la libertad de expresión, México, Instituto de
Investigaciones Jurídicas, 2004, y Madrazo Lajous, Alejandro, Los límites de la libertad de expre-
sión, México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2008.
45
Astudillo, César, “El nuevo sistema de comunicación política en la reforma electoral
de 2007”, en Córdova Vianello, Lorenzo y Salazar Ugarte, Pedro (coords.), Estudios sobre la
reforma electoral 2007. Hacia un nuevo modelo, México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, 2009, t. I, pp. 175-251. Véase también Carpizo, Jorge, “Los medios de comuni-
cación masiva y el Estado de derecho, la democracia, la política y la ética”, Boletín Mexicano
de Derecho Comparado, nueva serie, año XXXII, núm. 96, septiembre-diciembre de 1999.
46
Sentencia del 7 de noviembre de 2007 del juicio ciudadano SUP-JDC-1514/2007.
47 Cruz Parcero, José Antonio, “La libertad de expresión y los límites impuestos por la
reforma del artículo 41 constitucional. Aspectos problemáticos”, cit., pp. 279 y 294-297.
48 Sobre los problemas de la “textura abierta del lenguaje” y de la “vaguedad en el dere-
cho”, véase Hart, H. L. A., The Concept of Law, Oxford, Oxford University Press, 1994, pp.
124-136 (hay versión en español: El concepto del derecho, trad. de Genaro R. Carrió, Buenos
Aires, Abeledo-Perrot, 1963, pp. 155-168). Véase también Timothy A. O. Endicott, Vagueness
in Law, Oxford, Oxford University Press, 2000 (hay versión en español: La vaguedad en el dere-
cho, trad. de Alberto del Real et al., Madrid, Dykinson, 2007).
49
Astudillo, César, “El nuevo sistema de comunicación política en la reforma electoral
de 2007”, cit., pp. 242-244.
Por otra parte, respecto a la elaboración por parte del Instituto Federal
Electoral de unos “lineamientos generales” aplicables al seguimiento de las
precampañas y de las campañas en los noticieros, mismo que éste presenta-
ría a la Cámara Nacional de la Industria de la Radio y la Televisión, habría
que recordar —como lo hace José Woldenberg— que desde 1993 el Código
Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales contemplaba la rea-
lización de lineamientos generales y su instrumentación, lo cual se había
dado siempre en un marco de cooperación, sin coacción ni sanciones de
ningún tipo, y cuyo objetivo era que la cobertura tanto de las precampañas
como de las campañas fuera objetiva, profesional, imparcial, respetuosa de
la vida privada de los candidatos, entre otros criterios, todos ellos, genera-
les. Lo anterior ciertamente no obedecía a los principios del modelo liberal,
sino del modelo democrático y a su interés en garantizar la equidad en la
contienda.50
Como fue de conocimiento público, hubo quienes —sobre todo los con-
cesionarios de la radio y televisión, un grupo de “intelectuales”, y los repre-
sentantes de algunos partidos políticos— estimaron que la reforma había
sido excesiva al restringir entre otras cosas la libertad de expresión, y que
como tal debería ser declarada inconstitucional.51 Al respecto, me gustaría
enfatizar que somos de la opinión de que la reforma en ningún momento
restringió indebidamente la libertad de expresión, puesto que los límites
impuestos al derecho a contratar tiempos y publicidad en radio y televisión,
así como la regulación de los contenidos de la propaganda electoral con el
ánimo de no dañar a nadie y de contribuir a la formación de una opinión
libre e informada en ningún momento cancelaron la libertad de expresión
ni constituyeron una forma de censura previa. Me permito insistir en que la
IV. Conclusión
52
Stuart Mill, John, “On Liberty”, cit., p. 24 (p. 81).
653
I. Los orígenes
No obstante, desde la iniciativa sueca, tiene que pasar casi un siglo para
que un país vecino, Finlandia, la adopte en 1919, y será solo después del
cataclismo de la Segunda Guerra Mundial y la potenciación de las moder-
nas administraciones interventoras y reguladoras de la vida social cuando
distintos países (Dinamarca 1953, Noruega 1962 o Reino Unido en 1967,
por solo citar los más precoces) la van incorporando a sus sistemas jurídicos
como una institución de fiscalización de esas poderosas administraciones
públicas, y con carácter complementario a los medios tradicionales, ya exis-
tentes, como el control interno de la propia administración, el jurisdiccional,
o el parlamentario directo, insuficientes para atender pronta y eficazmente
a las necesidades ciudadanas.
Con los años, terminaría por incorporarse a los más diversos países,
en todos los continentes, sufriendo modificaciones y adaptaciones, que en
ocasiones parecía explicar más su existencia al seguimiento de la moda de
la ombudsmanía, como predican sus detractores, que a una verdadera y
rigurosa voluntad de instaurar un verdadero ombudsman. El oportunismo, la
manipulación y el fraude político también han estado presentes a lo largo
del extenso periplo intercontinental realizado por esta institución.
¿Cuáles podríamos considerar que son esas características de base que iden-
tifican a un ombudsman, tal y como se concibió originalmente la institución?
Sin entrar en mayores especificidades, creo que se pueden identificar
algunos rasgos fundamentales, sin perjuicio de que respetados estos, cada
una de las diferentes opciones nacionales haya introducido o añadido otras
complementarias, que responden al deseo de facilitar un mejor encaje del
Ombudsman en su ordenamiento jurídico, pero sin alterar o desfigurar el con-
tenido esencial de la institución.
Así, y en primer lugar, su naturaleza netamente parlamentaria, tanto
por su elección como por responder únicamente ante el órgano legislativo,
al que dirige sus informes anuales de gestión, y que aprueba autónomamen-
te su presupuesto; un ámbito de competencia que incluye todas las adminis-
traciones y servicios públicos sin excepciones; actuar de oficio o a solicitud
de cualquier persona física o jurídica; la gratuidad y la independencia po-
lítica de su titular, así como su inmunidad e inviolabilidad para los actos y
decisiones que adopte en el ejercicio de sus funciones.
A este núcleo básico se puede añadir, en algunos casos, la posibilidad de
disponer de una legitimación activa para actuar ante los tribunales ordina-
rios, e incluso ante la jurisdicción constitucional. Durante muchos años los
ombudsman escandinavos fueron casi los únicos que gozaron de esta compe-
tencia.
En el caso español, la Constitución quiso ser sumamente generosa en
cuanto a la naturaleza, competencias y poderes que otorgaba al defensor del
pueblo. En primer lugar, porque lo elevó al rango constitucional, y segundo,
porque su regulación concreta queda encomendada a una ley orgánica, que
exige mayoría cualificada para aprobarse y modificarse. Ello evita posibles
veleidades políticas de sus detractores, siempre dispuestos a eliminar un mo-
lesto control del poder, como ha ocurrido recientemente en España y a lo
que me referiré más adelante.
Pero también porque se le encomienda no solo la tarea de mediar en
la resolución de quejas individuales contra la administración, fiscalizando la
legalidad de sus resoluciones, sino también permite que a través de sus re-
comendaciones pueda incidir en el conjunto normativo sugiriendo su mo-
dificación.
Añádase a ello su legitimación para recurrir en amparo o en incons-
titucionalidad ante el Tribunal Constitucional, o la de solicitar un hábeas
corpus ante un tribunal ordinario, para comprobar que estamos ante una
institución muy singular y con potestades nada desdeñables.
En nuestro país haN dado pruebas más que suficientes de ello, y sin-
ceramente creo que el recelo que la doctrina administrativista manifestaba
en un primer momento con respecto a la iniciativa constitucional ha desa-
parecido.
Es de justicia reconocer aquí el mérito de quienes tuvieron la visión y el
acierto de impulsar la incorporación del Defensor del Pueblo a la Constitu-
ción, y en especial a don Gregorio Peces Barba, a quien quisiera recordar
aquí con inmenso afecto y reconocimiento, con su iniciativa de proposición
de ley en nombre del partido socialista, y a doctor Manuel Fraga Iribarne
que le dio nombre.
Pero los peligros están siempre latentes sobre esta institución constitucional.
Hemos visto a lo largo de estos años cómo en no pocos países lo que
fueron pujantes e independientes instituciones respetadas por la ciudadanía
se han ido diluyendo de la mano de la intervención del Poder Ejecutivo,
conocedor del peligro de una institución verdaderamente independiente y
procediendo en consecuencia a favorecer la designación de Ombudsmen más
acomodaticios con el poder, por decirlo en términos diplomáticos.
Lo que no entienden los que así actúan es que en nada favorecen el or-
den constitucional democrático en el que un buen Ombudsman puede llegar
a ser pieza clave para resolver problemas en el interés de todos.
Pero para ello hace falta que el ombudsman goce de credibilidad, y esto
solo puede ser así si se garantiza su absoluta independencia, que no su apo-
liticidad; si se renuncia a incluir al ombudsman en el tablero de instituciones a
repartir entre las diferentes fuerzas políticas en juego y se busca conformar
un consenso parlamentario en torno a la persona más competente y capaz,
sea cual fuere su orientación política. La elección de todo ombudsman debe
quedar fuera y permanecer al margen del combate político partidario. Lo
contrario, y en el mejor de los casos, es ignorar el verdadero sentido de la
institución. En el peor, sería el simple deseo de convertirlo en un codiciado
botín de las mayorías parlamentarias, desnaturalizándolo.
Como toda institución unipersonal— al igual que en el supuesto de los
colegiados— debe estar preparado o preparada para sufrir todo tipo de pre-
siones, del gobierno, de la sociedad, de los medios, de los grupos políticos y,
naturalmente, de sus propios ex correligionarios.
Solo la fuerza moral que le otorga el consenso sobre su elección y su
independencia serán la garantía de que cumpla sus funciones tal como lo
dispone la Constitución y la ley. Muchas veces he dicho que el verdadero
ombudsman es aquel que al terminar su mandato puede contar sus amigos en el
mundo político con los dedos de una mano, y es posible que le sobren dedos.
Dos últimas reflexiones que me parecen de interés.
663
todos y cada uno de los importantes cargos que desempeñó se distinguió por
rendir de manera espontánea los informes y documentar su paso por cada
uno de ellos, así como defender de manera férrea su imagen y reputación
contra los embates infundados de aquellos que lo intentaron infructuosamen-
te, esto último sin negar el derecho al ejercicio, eso sí, responsable, de la
libertad de expresión.
Se destacarán estos grandes temas que, como parte de sus múltiples
facetas de universitario y servidor público, llevó a cabo, reconociendo que
estos y otros legados los hizo siempre mostrando sus dos grandes amores:
por México y por la UNAM.
La obra de Jorge Carpizo marcó frontera en temas que en su momento
pocos se atrevían a escribir, como su libro El presidencialismo mexicano y sus
múltiples aportes en materia de derecho constitucional, que quedarán para
los estudios y referencias obligadas en el análisis y propuestas en construc-
ción de la disciplina jurídica.
Otra faceta que para fines de este texto interesa destacar en la vida de
Jorge Carpizo fue su convicción fehaciente de rendir cuentas a la sociedad
sobre los resultados de sus actividades en los cargos públicos que ocupó. Lo
hacía como un deber insoslayable, del cual no hubiera podido tolerar verse
ajeno a realizar. La labor como autoridad debe escrutarse, y qué mejor que
a través de lo que documenta y presenta de manera espontánea (no como
una dádiva o favor, sino como una obligación). En reiteradas reuniones de
trabajo que sostuvimos para elaborar la última demanda en defensa del ejer-
cicio responsable de la libertad de expresión por la publicación del temera-
rio libro Los señores del narco, siempre destacó la importancia de generar los
informes y rendirlos con claridad y autocrítica, a la vez que repudiaba las
prácticas mezquinas de descalificación del encargo público, más cuando con
toda su experiencia sabía de la importancia que tenía el mismo.
Bien decía en las pláticas que sostuvimos, que vivíamos en un país en
donde no se le podía dejar solo al servidor público, que era necesario reco-
nocer sus resultados y compromiso y, sobre todo, defender su honor y repu-
tación frente a los embates de aquellos “sicarios periodísticos” que vendían
su pluma al mejor postor para denostar sin fundamento a aquellos que les
fueran incómodos al sistema de corrupción y tratar de descalificar a aquel
que les pudiera encarecer sus costos por exhibirlos.
Esta doble función de rendir cuentas como funcionario y al mismo
tiempo defenderse de los abusos de quienes con la frivolidad y la indecencia
se atrevían a descalificar lo que en resultados y evidencia estaba a la vista
por la propia iniciativa del escrutado. El propio Jorge lo vivió, y asumió
con entereza las críticas sobre su gestión, pero también defendió con dig-
http://www.juridicas.unam.mx/invest/directorio/autor.htm?p=jcarpizo.
2
3
Carpizo, Jorge, “Transparencia, acceso a la información y universidad pública autó-
noma”, Cuestiones Constitucionales. Revista Mexicana de Derecho Constitucional, México, núm. 21,
julio-diciembre de 2009, http://www.juridicas.unam.mx/publica/rev/cconst/cont/21/ard/ard3.htm.
4
Pocos saben que previamente el doctor me había solicitado una asesoría para una po-
sible demanda de daño moral contra cierto personaje molesto y recurrente en críticas soeces
contra él. En su momento le hice ver la innecesaria presentación de la acción jurisdiccional,
que en nada ameritaba ante el inocuo intento de denostar. La prudencia e inteligencia que
le caracterizaba lo frenó frente a los argumentos que le expuse y aceptó que por el momento
esa demanda no era necesaria.
casi diluirse, especialmente en los años que alcanzó su máximo esplendor el pre-
sidencialismo mexicano.
…
Una peculiaridad consistió en que el sistema político fue mayormente acep-
tado —con sus honrosas excepciones—, y las críticas en esos años fueron muy
escasas. Líderes intelectuales, religiosos, sociales, políticos de oposición con pres-
tigio y fuerza constituyeron sus soportes. Las críticas, cuando las había, eran
débiles. Incluso, muchos de los políticos que posteriormente han sido importantes
en el proceso de la democratización del país, en esos años formaban parte de este
sistema.
…
La permanencia en el poder de un solo partido y el hecho de que la alter-
nancia política no era una posibilidad cercana trajeron consigo corrupción e
impunidad, enfermedades que, como no fueron detenidas, crecieron e invadieron
todos los rincones del país. Desde el presidente de un municipio pequeño has-
ta el de la República, sabían que su sucesor —salvo pocas y no importantes
excepciones— los protegería como salvaguarda del sistema del partido político
hegemónico: ésta era una de las reglas de oro.
La corrupción tenía un amplio margen de tolerancia social. Se robaba del
presupuesto, pero más común era la realización de negocios aprovechándose del cargo;
al dejar éste se tenía una fortuna chica, mediana o inmensa, según fuera el caso,
pero no lícita; y quien lo hacía seguía siendo aceptado socialmente, incluso más,
con la adición y prestigio que otorga el dinero.
Hubo, y no hay duda alguna de ello, políticos honestos dentro del partido
hegemónico; a quienes se solía considerar tontos, ya que no aprovechaban la opor-
tunidad que se les presentaba. La corrupción fue permeando a otras capas sociales:
los empresarios que hacían negocios con el gobierno; los dueños de los medios
de comunicación que recibían “prebendas” y exención de obligaciones fiscales; los
comunicadores que se beneficiaban con los conocidos “chayotes”; los ministros de
iglesias que recibían “limosnas” de origen dudoso, pero especialmente la no apli-
cación de la ley.
…
Como bien se ha dicho el poder corrompe y el poder absoluto corrompe total-
mente; el partido hegemónico y su jefe —el presidente de la República— tenían
un poder casi absoluto, con pocos límites, sin el equilibrio real de los otros dos
poderes, del sistema federal ni la posibilidad de la alternancia en el poder.
La corrupción y la impunidad continuaron avanzando; fueron invadiendo
algunos de los estratos más altos de la política, del empresariado, de las finan-
zas, de los medios de comunicación, e incluso el estrato de los líderes religiosos.
…
Debe asentarse, que en ese momento, los entonces partidos políticos de oposi-
ción a nivel federal ya gobernaban casi la mitad de la población de las entidades
federativas, el Distrito Federal y los municipios. Es verdad que se escuchaban
rumores de corrupción en algunos de esos gobiernos, pero no se presentaban
pruebas, lo cual se hizo pasados los años. Además, nos resistíamos a admitir
que los gobiernos locales y municipales de los partidos de oposición, estuvieran
incurriendo en los mismos vicios que el partido hegemónico, debido a que por
decenios sus banderas habían sido la honestidad y la lucha contra la corrupción.
Parecía inconcebible que al llegar al poder, incurrieran en los vicios que tanto
habían criticado.
No obstante, se pensaba que la situación cambiaría cuando el partido hege-
mónico perdiera la presidencia de la República y, desde esa posición de poder, se
lucharía por extirpar los cánceres que corroen la moral pública del país y que lo
han conducido a crisis de proporciones mayores; una de las últimas fue la deva-
luación del peso en diciembre de 1994, la que se avisó con anterioridad a impor-
oportunidad que se les presenta. La reacción social ante tal descaro fue mínima,
más bien se prestó a bromas.
…
La moral pública en México se encuentra enferma, y es un estado difícil de
superar, debido a que su saneamiento implica un cambio de mentalidad, y ello
es lo más difícil y lejano de alcanzar, pero es posible y debe ser posible por el
bien del país.
Enuncio algunas acciones que serían efectivas para combatir la quinteta de
la muerte: poder, dinero, corrupción, impunidad y mentiras, que asuela y denigra
a nuestra nación:
a) Establecer una lucha frontal y sin cuartel en contra de la corrupción
por parte del gobierno. Tolerancia cero. No más discursos, sino acciones y más
acciones.
b) Simplificar los trámites administrativos para que el ciudadano cumpla
en forma sencilla con sus obligaciones, y el margen discrecional del servidor pú-
blico sea mínimo para evitar posibles corruptelas.
c) Realizar campañas de concientización en los medios de comunicación
para que la sociedad se involucre en la lucha contra la corrupción, para ir
desterrando la cultura de la “mordida”, gratificaciones, pago de porcentajes,
regalos a los servidores públicos. Sensibilizar a la población a que debe respetar
la ley, porque además de los beneficios que implica para la sociedad, es lo más
conveniente para las personas y sus familias. Un ejemplo: la corrupción aleja,
entre otros factores, la inversión extranjera, lo que trae como consecuencia menor
creación de empleos. Cuando tenemos un déficit de los mismos, si no es uno quien
sufre el problema del desempleo, lo es probablemente un familiar o un ser cercano.
d) Hacer efectivo el principio democrático de que nadie se encuentra por en-
cima de la ley, y nadie debe solicitar excepciones a su aplicación. Es decir, impu-
nidad cero. Se debe comenzar con la aplicación de la ley en casos paradigmáticos
para que la sociedad comprenda que no es una campaña más, que no son simples
palabras; sino la manifestación de real voluntad política de aplicar la ley y de
que se fortalezca el Estado de Derecho.
…
e) Propiciar cambios en las actitudes mentales: que los niños y jóvenes com-
prendan que los dos valores más importantes no son el poder y el dinero.
…
f) Abrir, con toda seriedad, el debate social sobre la quinteta de la muerte
que aflige a nuestra sociedad.
…
g) Convertir a los órganos fiscalizadores, como la Auditoría Superior de la
Federación y sus análogas en las entidades federativas y en el Distrito Federal,
5 Carpizo, Jorge, “Vida privada y función pública”, Revista Derecho Comparado de la Infor-
mación, México, núm. 3, enero-junio de 2004.
V. Fuentes de consulta
LA JURISDICCIÓN CONSTITUCIONAL
Y LA PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
Mara Gómez
1
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Voto razonado en relación con la sentencia de la Corte Interame-
ricana de Derechos Humanos en el caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, de 26 de noviembre de
2010; Corte IDH, serie C, núm. 220, p. 8. Este voto fue publicado bajo el título “Reflexiones
sobre el control difuso de convencionalidad. A la luz del caso Cabrera García y Montiel
Flores vs. México”, Boletín Mexicano de Derecho Comparado, nueva serie, año XLIV, núm. 131,
mayo-agosto de 2011, pp. 917- 967.
681
2 Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Voto razonado…, cit., p. 33. Véase también, Bogdandy, Ar-
min von et al. (coords), La justicia constitucional y su internacionalización. ¿Hacia un ius constitucionale
commune en América Latina?, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas-Instituto
Iberoamericano de Derecho Constitucional-Max Planck Institute, 2 ts., 2010. En un sentido
similar se pronuncia Néstor Pedro Sagüés, quien habla de la construcción de un “ius commune
interamericano, en materia de derechos personales y constitucionales”. Véase Sagüés, Néstor
P., “Obligaciones internacionales y control de convencionalidad”, Rev. Estudios Constitucionales,
año 8, núm. 1, 2010, pp. 117-136.
3 Véase Albanese, Susana, “La internacionalización del derecho constitucional y la
constitucionalización del derecho internacional”, en Albanese, Susana (coord.), El control de
convencionalidad, Buenos Aires, Ediar, 2008.
4 Sagüés, Néstor P., “Obligaciones internacionales…”, cit., p. 133.
5 “…la jurisdicción interamericana será competente, en determinados casos, para revi-
sar las actuaciones de los jueces nacionales, incluido el correcto ejercicio del ‘control de con-
vencionalidad’…; sin que ello implique convertir al Tribunal Interamericano en un ‘tribunal
de alzada’ o de ‘cuarta instancia’, ya que su actuación se limitará al análisis de determinadas
violaciones de los compromisos internacionales asumidos por el Estado demandado en el
caso particular, y no de todas y cada una de las actuaciones de los órganos jurisdiccionales
domésticos”. Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Voto razonado…, cit., p. 4.
6 Nos referimos al ya citado caso Barrios Altos vs. Perú (sentencia del 14 de marzo de
2001, Corte IDH, serie C, núm. 75), y al caso de “La Última Tentación de Cristo” (Omedo
Bustos y otros vs. Chile, sentencia del 5 de febrero de 2001, Corte IDH, serie C, núm. 73).
Más información en Gómez Pérez, Mara, La protección internacional de los derechos humanos y la
soberanía nacional, México, Porrúa, 2003, 70 pp. Estos fueron los primeros casos en que la Corte
Pero hay por lo menos un par de razones más para considerar al orden
constitucional como uno de los más vinculados con la protección de los de-
rechos fundamentales de los individuos.
Por regla general toda Constitución, y sobre todo las Constituciones
escritas, cuentan con una parte dogmática; esto es, con un catálogo más o
menos bien definido de derechos de los individuos frente al poder público.
En ese sentido, si la función de un Tribunal constitucional es velar por que
la Constitución se cumpla, uno de sus propósitos esenciales será, consecuen-
temente, vigilar que no se trasgredan esos derechos en el ámbito nacional,
además de interpretarlos y definir sus límites, lo que convierte a estos órga-
nos (y al derecho constitucional) en un factor decisivo en la protección de los
derechos fundamentales de los individuos.
Pero quizá la función más importante de los órganos jurisdiccionales
encargados en última instancia de la interpretación constitucional sea aque-
lla que los instituye en celadores del orden jurídico nacional.
Dado que son precisamente los tribunales constitucionales, cortes su-
premas, salas constitucionales o “altas jurisdicciones” latinoamericanas,
como las denomina la Corte Interamericana, quienes se encargan de in-
terpretar en última instancia la Constitución de toda una nación, de igual
manera son los órganos que pueden abrir —ya sea total o parcialmente— y
también cerrar, el acceso de las normas, los principios, la jurisprudencia y en
general, los estándares internacionales protectores de derechos humanos, al
orden jurídico nacional.
Cierto es que tanto el Poder Legislativo como el Poder Constituyente
de un país pueden ejercer de igual manera esta función, a través de la armo-
nización de las leyes nacionales a los tratados y estándares internacionales,
y mediante la reforma de la Constitución en ese mismo sentido, pero sin la
anuencia y la permanente colaboración del órgano encargado de la inter-
pretación constitucional y, en general, de todo el Poder Judicial, ese acceso
puede dificultarse, entorpecerse, o incluso vedarse.
Por el contrario, aun cuando el Poder Legislativo constituido o el Cons-
tituyente Permanente no adviertan la importancia para la ciudadanía de
abrir el orden jurídico nacional a esas normas y estándares internacionales,
o lo hagan de manera imperfecta, el Poder Judicial y, sobre todo, las altas
jurisdicciones constitucionales, pueden ir abriendo, caso por caso, ese acce-
so, y a través de ello ir construyendo un orden jurídico nacional más acorde
con la protección y la defensa de los derechos humanos.
7
Un claro ejemplo del ejercico de esta función de celador lo encontramos en la discusión
que se dio en la Suprema Corte de Justicia de México en torno al caso Rosendo Radilla, que
veremos ahora.
8
Todos estos casos y sus razonamientos han sido extraídos del discurso de incorpora-
ción del doctor Carlos Ayala Corao como miembro de número de la Academia de Ciencias
Políticas y Sociales de Venezuela. Este interesante texto, todavía inédito, está ya próximo a
publicarse en Venezuela.
9 Caso Cabrera García y Montiel Flores vs. México, del 26 de noviembre de 2010; Corte
IDH, serie C, núm. 220.
10 Esta última sentencia también la cita el profesor Carlos Ayala Corao.
11
Caso Mazzeo, Lulio y otros s/Recurso de Casación e Inconstitucionalidad, del 13 de
julio de 2007. Se puede ver la sentencia completa en http://www.dipublico.com.ar/juris/mazzeo.
pdf [consultada el 5 de junio del 2012].
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Voto razonado…, cit., nota 43 de la p. 10.
12
13
Fue el profesor emérito Eduardo García de Enterría quien expuso estas nociones en
una de sus clases de doctorado en la Universidad Complutense de Madrid, a principios de
1995. En ese entonces, en que se discutían abundantemente en España los efectos que iba a
tener para ese país la reciente creación de la Unión Europea, el doctor García de Enterría
sostenía que el derecho comunitario se estaba nutriendo de las normas e instituciones nacio-
nales de los diversos países europeos, y que después, estas instituciones domésticas volvían
en forma de derecho comunitario a sus naciones de origen, y se instalaban también en otras
naciones de Europa; con lo cual, en su opinión, las normas comunitarias estaban actuando
como una especie de “vasos comunicantes” entre los diversos órdenes jurídicos nacionales de
Europa, con efectos homogneizadores.
14
Corte IDH, serie C, núm. 209, ya citado.
15
No hay que olvidar que México ratificó la Convención Americana sobre Derechos
Humanos el 24 de marzo de 1981, y reconoció la competencia contenciosa de la Corte Inte-
ramericana de Derechos Humanos el 16 de diciembre de 1998.
16
De acuerdo con los datos consignados en ambas sentencias, estas sesiones tuvieron
lugar desde el 31 de agosto de 2010, hasta el 20 de septiembre de 2011; es decir, que se pro-
longaron por más de un año. El presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en
ese entonces, era el ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia.
17
De los ministros Margarita Luna Ramos, Arturo Zaldívar, Luis María Aguilar Mora-
les, Sergio Salvador Aguirre Anguiano, Jorge Pardo Rebolledo y Sergio Valls Hernández.
Los miembros de este tribunal son 11, lo que quiere decir que en este asunto más de la ma-
yoría de ellos emitió su voto de manera diferenciada.
18
Este primer proyecto fue elaborado por el ministro José Ramón Cossío Díaz. En esen-
cia se pronunciaba a favor del acatamiento de la sentencia interamericana, y precisaba con
todo detalle cómo debía llevarse a cabo este cumplimiento.
19
Tanto esta resolución como la dictada el 14 de julio de 2011, así como todos los votos
particulares de esta última, pueden ser consultados en la página de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación: www.scjn.gob.mx.
Carbonell, Miguel y Salazar, Pedro (coords), La reforma constitucional de derechos humanos:
20
ejercido por todos y cada uno de los jueces del país. En ese sentido, la Corte
Suprema de México manifestó que “…los jueces [mexicanos] están obli-
gados a preferir los derechos humanos contenidos en la Constitución y en
los Tratados Internacionales, aun a pesar de las disposiciones en contrario
establecidas en cualquier norma inferior”. Y precisó que “Si bien los jueces
no pueden hacer una declaración general sobre la invalidez o expulsar del
orden jurídico las normas que consideren contrarias a los derechos huma-
nos contenidos en la Constitución y en los tratados…, sí están obligados a
dejar de aplicar estas normas inferiores dando preferencia a los contenidos
de la Constitución y de los tratados en esta materia”.
4o. Se fijan algunos parámetros del control de convencionalidad. En
virtud de lo anterior, el alto tribunal mexicano precisó que a fin de deter-
minar si un acto o una norma son contrarios a los derechos humanos, los
jueces mexicanos deberán compararlo: primero, con los derechos huma-
nos contenidos en la Constitución mexicana; en segundo término, con los
derechos humanos contenidos en los tratados internacionales en los que el
Estado mexicano sea parte (no solo los pertenecientes a la jurisdicción inte-
ramericana, sino todos los tratados suscritos por México en materia de
derechos humanos), y en tercer lugar, con los criterios vinculantes de la Cor-
te Interamericana de Derechos Humanos establecidos en las sentencias en
las que el Estado mexicano haya sido parte, además de los criterios orientadores
de la jurisprudencia interamericana (esto es, los criterios jurisprudenciales
emitidos en juicios en los que México no ha sido parte). Sin perjuicio de
ello, la Corte mexicana también apuntó que todo “esto no prejuzga sobre
la posibilidad de que sean los criterios internos los que cumplan de mejor
manera con lo establecido por la Constitución…, lo cual tendrá que valo-
rarse caso por caso a fin de garantizar siempre la mayor protección de los
derechos humanos”.22
5o. Se establecen los pasos a seguir para llevar a cabo el control de con-
vencionalidad. Por último, la Corte mexicana precisó que los jueces mexi-
canos, al conocer de un asunto relacionado con la protección a los derechos
fundamentales del individuo, deben tratar de realizar primero una interpreta-
ción conforme de las disposiciones internas que se consideraran violatorias de
22
Sobre este particular, Eduardo Ferrer precisa que el control difuso de la convencio-
nalidad conlleva un “estandar mínimo” para los Estados, de manera tal que “la circunstancia
de no aplicar el ‘estandar mínimo’ creado por la Corte IDH por considerar aplicable otra
disposición o criterio más favorable (sea de fuente nacional o internacional), implica, en el
fondo, aplicar el estándar interamericano”. Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, “Interpretación
conforme y control difuso de convencionalidad. El nuevo paradigma para el juez mexica-
no”, en Carbonell, Miguel y Salazar, Pedro (coords), La reforma constitucional.., cit., pp. 339-
429, específicamente p. 340.
los derechos humanos, a fin de hacerlas compatibles con las normas consti-
tucionales o internacionales conducentes, y cuando ello no sea posible —y
solo en ese caso—, podrán entonces inaplicar la ley interna violatoria de tales
derechos. En concreto, la alta jurisdicción mexicana expresó que
…este tipo de interpretación por parte de los jueces supone realizar tres
pasos: A) Interpretación conforme en sentido amplio. Ello significa que los
jueces del país, al igual que todas las demás autoridades del Estado mexica-
no, deben interpretar el orden jurídico a la luz y conforme a los derechos
humanos establecidos en la Constitución y en los tratados internacionales en
los cuales el Estado mexicano sea parte, favoreciendo en todo tiempo a las
personas la protección más amplia. B) Interpretación conforme en sentido
estricto. Ello significa que cuando hay varias interpretaciones jurídicamente
válidas, los jueces deben, partiendo de la presunción de constitucionalidad
de las leyes, preferir aquella que hace a la ley acorde a los derechos humanos
establecidos en la constitución y en los tratados internacionales en los que
el Estado mexicano sea parte, para evitar incidir o vulnerar el contenido
esencial de estos derechos. C) Inaplicación de la ley cuando las alternativas
anteriores no son posibles. Ello no afecta o rompe con la lógica del principio
de división de poderes y del federalismo, sino que fortalece el papel de los
jueces al ser el último recurso para asegurar la primacía y aplicación efectiva
de los derechos humanos establecidos en la Constitución y en los tratados
internacionales de los cuales el Estado mexicano es parte.
…el Poder Judicial [chileno] debe ejercer una especie de ‘control de conven-
cionalidad’ entre las normas jurídicas internas que aplican en los casos con-
cretos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta tarea,
el Poder Judicial debe tener en cuenta no solamente el tratado, sino también
29
Sentencia del 26 de septiembre de 2006, Corte IDH, serie C, núm. 154, prs. 123 a
125, específicamente pr. 124.
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Voto razonado…, cit., p. 5.
30
31
Sentencia del 24 de noviembre de 2006, Corte IDH, serie C, núm. 158.
32
Sentencia del 29 de noviembre de 2006, Corte IDH, serie C, núm. 162.
33
Sentencia del 20 de noviembre de 2007, Corte IDH, serie C, núm. 169.
34
Sentencia del 12 de agosto de 2008, Corte IDH, serie C, núm. 186.
35
Sentencia del 23 de noviembre de 2009, Corte IDH, serie C, núm. 209.
36
Sentencia del 26 de mayo de 2010, Corte IDH, serie C, núm. 213.
37
Sentencia del 24 de agosto de 2010, Corte IDH, serie C, núm. 214.
38
Sentencia del 30 de agosto de 2010, Corte IDH, serie C, núm. 215.
39
Sentencia del 31 de agosto de 2010, Corte IDH, serie C, núm. 216.
40
Sentencia del 1o. de septiembre de 2010, Corte IDH, serie C, núm. 217.
41
Como lo señalamos antes, se trata de la sentencia del 26 de noviembre de 2010, Corte
IDH, serie C, núm. 220.
Corte IDH, caso Fermín Ramírez vs. Guatemala. Supervisión de cumplimiento de
42
44
Sagüés, Néstor P., “Obligaciones internacionales…”, cit., p. 120.
45
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, Voto razonado…, cit., p. 6.
García Ramírez, Sergio, El control judicial interno de convencionalidad, México, UNAM,
46
54
Este tema ha sido objeto de múltiples discusiones en la Suprema Corte de Justicia de
México. Vr. gr.,“Constitución, todas sus normas tienen la misma jerarquía y nin-
guna de ellas puede declararse inconstitucional. De conformidad con el artículo
133 de la Constitución de la República todos sus preceptos son de igual jerarquía y ninguno
de ellos prevalece sobre los demás, por lo que no puede aceptarse que algunas de sus normas
no deban observarse por ser contrarias a lo dispuesto por otras. De ahí que ninguna de sus
disposiciones pueda ser considerada inconstitucional. Por otro lado, la Constitución única-
mente puede ser modificada o adicionada de acuerdo con los procedimientos que ella misma
establece” [TA; 8a. Época; Pleno; S.J.F.; V, Primera parte, enero a junio de 1990; p. 17].
deben hacer de manera oficiosa, y que, con base en ello, pueden declarar
la inaplicabilidad de una ley. Sin embargo, quizá no sea lo mismo que esta
función la lleve a cabo un tribunal constitucional, que un órgano judicial
que no está acostumbrado a realizar análisis de constitucionalidad, y que no
suele declarar la inaplicabilidad de normas generales.55
Hasta el momento, la Corte Interamericana no se ha pronunciado por
la preferencia de un sistema de control difuso o por uno concentrado de la
convencionalidad a nivel nacional. Hasta ahora, lo importante para la Cor-
te ha sido que se implante el control de convencionalidad en todos los Esta-
dos sujetos al sistema interamericano y, en ese sentido,
58
García Ramírez, Sergio, El control judicial interno…, cit., p. 22.
59
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo, “Interpretación conforme y control difuso de conven-
cionalidad…”, cit., p. 379; “Mexican courts need to more seriously and systematically reflect
upon the comparative international approach”. Cfr. Ferrer Mac-Gregor, Eduardo y Sánchez
Gil, Rubén, “Foreing Precedents in Mexican Constitutional Adjudication”, Mexican Law Re-
view, México, vol. IV, núm. 2, enero-junio de 2012, pp. 293-307, específicamente, p. 295.
60
En esta sección nos apoyaremos del magnífico texto del profesor colombiano Manuel
Góngora-Mera. Cfr. Góngora-Mera, Manuel Eduardo, Inter-American Judicial Constitutionalism.
On the Constitutional Rank of Human Rights Treaties in Latin America through National and Inter-Ame-
rican Adjudication, San José de Costa Rica, Instituto Interamericano de Derechos Humanos
(IIDH)-Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG), 2011, p. 302.
62
Esta idea no es nueva. En un documento presentado ante la Asociación de Derecho
Constitucional Alemán en 1977, el famoso profesor alemán Christian Tomuschat formuló el
concepto de völkerrechtliche Nebenverfassung (Constitución Internacional Complementaria), para
referirse a las varias maneras en que los tratados de derechos humanos influyen en el orden
constitucional de la República Federal de Alemania y al carácter complementario de la pro-
tección internacional de los derechos humanos (haciendo hincapié en que los tratados de
derechos humanos establecen un mínimo). En este sentido, los tratados de derechos humanos
que son elevados a la categoría de Constitución devienen en “Constitución Internacional
Complementaria”. Cfr. Góngora-Mera, Manuel Eduardo, op. cit., p. 161.
Alonso Gómez-Robledo
I. Introducción
703
No está por demás dejar asentado que en este breve artículo hemos
preferido enfocarnos, con mayor o menor ventura, en los aspectos más re-
cientes y acuciantes en torno a los debates sobre laicismo y la laicidad. Lo
anterior, está por demás decirlo, va en detrimento del “tema” en la historia
de nuestro país, por ser de todos conocido que dichos problemas han sido de
sobra analizados, estudiados y explorados por intelectuales de primera línea,
ya sean juristas, como sociólogos, historiadores o politólogos, en el terreno
patrio.
No obstante, lo anterior no impide que recordemos que con las Leyes
de Reforma el problema nodal en su tiempo quedó zanjado de una vez y
para siempre.
Son las leyes de Reforma que ordenaron, entre otras cosas, la supresión de
los fueros eclesiástico y militar, la supresión de la coacción civil para el pago
de los diezmos y el cumplimiento de los votos religiosos, la desamortización
y luego la nacionalización de bienes eclesiásticos ante la rebeldía del clero, el
matrimonio civil y el registro ídem de los demás actos de la vida, la seculariza-
ción de los cementerios, y por último pero no por cierto lo menor, la absoluta
separación entre la Iglesia y el Estado. De herética tacharon los reaccionarios
estas disposiciones…2
4 Dupuy R., Jean, La laïcité dans les Déclarations Internationales de Droits del’ Homme, Univer-
sité d´Aix-Marseille, Faculté de Droit et Sciences Economiques, PUF, 1960, pp. 105-178.
5
Dupuy R., Jean, op. cit., p. 150.
6
Rémond, René, La laïcité del’Etat et l’enseignement confessionnel, Institut Catholique de Tou-
louse, op. cit., pp. 361-380.
En los Estados Unidos de América, al nivel de la razón de Estado, la religión tiene una
función especial en lo concerniente al mythos norteamericano. La participación a una activi-
dad religiosa, ya sea protestante o judía, sincera o ritual, es un distintivo del buen ciudadano,
un acto de afirmación social y político (J. P. Roche).
Caso
7 Kokkinakis c/ Grèce, serie A, núm. 260-A, 25 de mayo de 1993.
8
Blondel, Philippe, “Quelle jurisprudence pour la nouvelle loi sur les signes religieux?”,
La Laïcité, París, C.N.R.S., Dalloz, 2005 pp. 197-219; Debray, Régis, L’enseignement du fait reli-
gieux dans l´école laïque, París, Odile Jacob, 2002.
Commission
9 de Réflexion sur l’Application du Principe de Laïcité dans la République. La integra-
ción de esta Comisión fue solicitada por el presidente de la República francesa el 3 de julio
de 2003, y el Informe se terminó el 11 de diciembre de 2003.
10
Avis du 27 novembre 1989 rendu par l’assemblée générale du Conseil d’Etat.
como Informe Stassi por el nombre del presidente de la Comisión, Bernard Stassi.
Ibidem, pp. 44 y 45.
12
IX. Hospitales
X. Ámbito carcelario
Ibidem,
13 pp. 42-61.
Ibidem,
14 pp. 42 (3.2.1.3) y 61.
15
Coutel, Charles, A l’école de Condorcet, París, Ellipses, 1996.
16
“Le neutre a l’épreuve de la puissance”, en Caye, Pierre et Terré, Dominique, Archives
de Philosophie du Droit, París, 2005, t. 48, pp. 27-42; Baubérot, Jean, Vers un nouveau pacte laïque?,
París, Editions La Seuil, 1990.
XII. Epílogo
El concepto de “Estado de derecho” refiere, como se sabe, no única-
mente a la existencia de un orden jurídico jerarquizado, sino también a una
serie o conjunto de derechos y libertades; partiendo de la premisa de la exis-
tencia de un cierto “Estado de derecho”, este tiende a adquirir un carácter
sustantivo que lo aproxima de la Rule of Law del derecho anglosajón.
Así pues, más allá de la jerarquía de las normas, el “Estado de dere-
cho” estaría implicando la adhesión a un conjunto de principios y valores,
beneficiando todos estos a una consagración jurídica explícita. De esto se
desprende que la norma o regla jurídica deberá presentar ciertos atributos
intrínsecos que sean susceptibles de responder al imperativo de la seguridad
y certeza jurídica.
A la par de lo anterior, el concepto de “Estado de derecho” deberá
incluir necesariamente (J. Chevalier) el reconocimiento de una relación de
“derechos fundamentales” inferidos de los textos vinculantes de valor ju-
rídico superior. En esta gama de “derechos fundamentales” deberá estar
contemplado el muy importante concepto de “laicidad”, tal y como ha que-
dado definido y delimitado en el presente artículo.
Ahora bien, si nos referimos al plano internacional, el principio de “Es-
tado de derecho en derecho internacional” —y no la inversa, pues care-
cería de significado lógico-jurídico, o como apunta Yves Morin, sería una
“contradictio in terminis”—, comprendería, de manera global y sucinta, los
siguientes principios:
a) Los principios generales de justiciabilidad de los derechos y el acceso
a la justicia;
b) El principio general de un proceso equitativo;
c) El principio general del respeto de los derechos de la defensa;
d) El principio general de la reparación de las violaciones cometidas;
e) El principio fundamental de la preeminencia del derecho;
f) El principio del Estado de emergencia y la eventual suspensión del
“Estado de derecho” ( J. Y. Morin).
No hay que olvidar que el derecho internacional desarrolla una gran
influencia sobre las normas constitucionales en su conjunto por el simple
hecho de que la Constitución misma reconoce su importancia —no podría
ser de otra manera— consagrándole disposiciones cada vez más numerosas.
Así, el derecho internacional penetra en el derecho constitucional a través
de las disposiciones constitucionales relativas a las relaciones del Estado con
el derecho internacional, llegando a ejercer su predominio sobre el conjunto
de otras normas constitucionales.
I. Introducción
715
1. Convención de Viena
Desde luego, debe entender que cuando tal precepto impone el deber del
Estado de no invocar las normas de derecho interno para incumplir un tra-
tado, comprende también la jurisprudencia emitida por el máximo órgano
jurisdiccional, por lo que tampoco se podrá invocar la jurisprudencia emitida
por los Tribunales internos, para incumplir el derecho de los Tratados.
Se debe señalar aquí que los tribunales federales han establecido reite-
radamente, como se advierte de la tesis antes transcrita, el criterio de que
la jurisprudencia de la Corte IDH es obligatorio para todas las autoridades
nacionales, “en los casos en que el Estado mexicano haya sido parte en el
juicio, y en los demás casos, dicha jurisprudencia sólo tendrá el carácter de
un criterio orientador”.
Lo anterior ha generado un gran debate no solo en la doctrina, sino
también al interior de la propia Suprema Corte de Justicia de la Nación,
pues algunos ministros y magistrados, como también parte de la doctrina,
consideran que la jurisprudencia de la Corte IDH pronunciada en los casos
en que México “no figuró como parte” también se le debe considerar como
vinculante.
5. La Constitución federal
En efecto, sabido es por todos los jueces nacionales que existía una juris-
prudencia definida de los tribunales federales que imposibilitaba a los jueces
del orden común entrar al estudio de la constitucionalidad de actos y leyes
eventualmente puestos a su consideración, pues el control de constituciona-
lidad estaba reservado a los tribunales federales; sin embargo, con la entrada
IV. Conclusiones
EL DERECHO A LA PARTICIPACIÓN
DE NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES*
I. Introducción
727
2
Bobbio cuestiona incluso la utilidad de intentar encontrar una justificación común a
todos los derechos humanos, pues en su opinión este ha quedado resuelto con la Declara-
ción Universal de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, de modo que el problema
actual de los derechos humanos no es su justificación sino su protección: “…hoy se puede
decir que el problema del fundamento de los derechos humanos ha tenido su solución en la
Declaración Universal de Derechos Humanos aprobada por la Asamblea general de Nacio-
nes Unidas el 10 de diciembre de 1948” (Bobbio, Norberto, El tiempo de los derechos, Madrid,
Sistema,1991, p. 64).
3 Esto va desde las manifestaciones más básicas, como son “es mi hijo y yo lo educo”,
para justificar prácticas de maltrato infantil o castigo corporal, hasta justificaciones de viola-
ciones al derecho a la intimidad o prácticas intolerables, como la explotación infantil bajo el
manto protector de la cabeza de familia.
4 Onora O’Neill se inclina por establecer obligaciones para proteger a los niños, pero no
reconocerles derechos. Afirma que los niños son débiles más fundamentalmente pero menos
permanentemente y su remedio es crecer; como este remedio no puede darse rápidamente,
dependen más de prácticas e instituciones que garanticen el cumplimiento de las obligacio-
nes y la retórica de los derechos no serviría para darles poder. O’Neill, Onora, “Children’s
Rights and Children’s Lives”, en Alston, Philip et al. (eds.), Children, Rights and the Law, Oxford,
Clarendon Press, 1995, pp. 39 y 40.
5 Un ejemplo de esta forma de argumentar lo constituye uno de los textos clásicos so-
bre derechos del niño que, en buena medida, dio origen al debate clásico entre las teorías
voluntaristas y las teorías del interés como explicación de los derechos subjetivos, desde la
perspectiva de los derechos del niño, aunque ciertamente el objetivo del autor no era propo-
ner una teoría sobre los derechos de los niños, sino precisamente utilizarlos como ejemplo
para descalificar la tesis voluntarista de los derechos. En la obra Childrens’ Rights: A test-case
for Theories of Right, publicada en 1976, Neil MacCormick plantea el siguiente argumento:
de acuerdo con la teoría voluntarista, que sostiene que un derecho subjetivo necesariamente
conlleva una facultad para exigirlo o renunciar a su cumplimiento, es imposible sostener
la existencia de derechos de los niños, pues uno de los atributos de este tipo de derechos es
precisamente que el titular no está facultado para renunciar a su cumplimiento. Así, conclu-
ye MacCormick, la teoría de la voluntad es desechada por no poder justificar los derechos
de los niños. A partir de este texto surgieron otras propuestas teóricas, ya sea apoyando o
rebatiendo esta postura; sin embargo, lo que el autor nunca aborda y en general ha estado
ausente en el debate, es una premisa que se encuentra implícita en el razonamiento: que la
voluntad del niño debe ser irrelevante en el ejercicio de sus derechos, y por esta razón se
justifica la imposición de derechos obligatorios a los que no puede renunciar (MacCormik,
Neil, “Children’s Rights: a Test-Case for Theories of Right”, Legal Right and Social Democracy,
Oxford, Oxford University Press, 1982).
6 “Desde esta perspectiva, en la historia de los Derechos de los niños podemos distinguir
entre dos corrientes principales: por un lado, aquella que pone el énfasis en la protección,
posteriormente, también en la garantía de unas condiciones de vida dignas para las y los ni-
ños y, por otro, la que apunta a la igualdad de derechos y a una participación activa de los
niños en la sociedad. Pese a que las dos tendencias no sean totalmente contradictorias, hasta
hace muy poco, por lo general, han venido desarrollándose de manera separada” (Liebel,
Manfred, “Sobre la historia de los derechos de la infancia”, en Liebel, Manfred y Martínez
Muñoz, Marta (coords.), Infancia y derechos humanos: hacia una ciudadanía participante y protagónica,
Lima, IFEJANT, 2009, p. 26).
vergentes que surgen en muchas áreas del debate político. Algunos autores
llegan a afirmar la existencia de una verdadera “ideología de la infancia”,
que logra crear sus propios mecanismos de legitimación en el plano valórico
y se sitúa, con sospechosa comodidad, por encima de las contingencias, las
estructuras socioeconómicas y los dilemas del desarrollo. Como si los niños
solo se proyectaran en cuanto tales, y sus derechos fueran asimilables en su
peculiar carácter de seres vulnerables, de no adultos, y se diluyeran al perder
esa condición.7
7 Rojas Flores, Jorge, “Los derechos del niño en Chile: una aproximación histórica,
1910-1930”, Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile núm. 40, vol. I, enero-junio
de 2007, p. 159.
8 Ariès, Phillipe, El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen, Madrid, Taurus, 1987 (orig:
L’Enfant et la Vie Familiale sos l’ Ancien Regime, París, Plon, 1962).
9 Caminar, correr, saltar, tirar y equilibrarse.
…la forma en la que hoy se establecen los derechos del niño y la manera en la
que se los define en legislaciones nacionales y convenciones internacionales,
se basan fundamentalmente en el pensamiento de la época de la Ilustración
Europea y en el surgimiento de las sociedades burguesas y de los Estados Na-
cionales en Europa, desde donde se han ido extendiendo por casi la totalidad
del mundo.17
ción sanitaria, ayudas especiales para los niños con problemas de tipo psíquico o social,
protección en situaciones de emergencia y protección ante cualquier tipo de explotación.
13
En 1962, el Instituto Interamericano del Niño, la Niña y Adolescentes se incorpora a
la Organización de Estados Americanos.
14
La iniciativa para crear una oficina regional de protección a la infancia había sido
originalmente presentada en el Segundo Congreso Americano del Niño por parte del doctor
Luis Morquio en Montevideo, en 1919. El proyecto fue aceptado, pero tardó varios años en
concretarse.
15
Los países que firmaron el acta fueron Argentina, Bolivia, Brasil, Cuba, Chile, Ecua-
dor, Estados Unidos de Norte América, Perú, Uruguay y Venezuela.
http://www.iin.oea.org/iin/historia_un_poco_2.shtml.
16
19
En México, la bibliografía sobre el tema es escasa, pese a que este referente teórico ha
sido utilizado tanto en las exposiciones de motivos de las reformas legislativas (en especial el
artículo 18 constitucional) como en las sentencias que a partir de la modificación al artículo
18 constitucional en materia de justicia para adolescentes ha dictado la Suprema Corte de
Justicia de la Nación.
20
Dado que lo que se pretendía era “proteger” al menor en conflicto con la ley penal
y no sancionarlo, no había un verdadero proceso que llevara a la comprobación de la co-
misión del delito, pues el internamiento tenía un fin educativo: “La consecuencia de esta
concepción era una negación de la seguridad jurídica tanto del menor abandonado como
del menor delincuente. En efecto, si las medidas no eran penas, sino instrumentos de carác-
ter educativo y cautelar, entonces las medidas eran buenas por naturaleza y, por ello, lógi-
camente indeterminadas en su duración, el procedimiento para imponerlas no requería de
las garantías y discusiones propias del procedimiento penal, ni consecuentemente de jueces
profesionales, fiscales, abogados, etcétera” (Hierro, Liborio, “El niño y los derechos huma-
nos”, en Fanlo, Isabel (comp.), Derechos de los niños: una contribución teórica, México, Fontamara,
2004, p. 187).
ya que este instrumento termina con la distinción entre menores y niños, esta-
bleciendo derechos para todas las personas menores de dieciocho años de
edad, independientemente de su situación familiar, social, legal, etcétera.
En primer lugar, no creo que existan dudas en relación con la ruptura radical
que en términos de enfoque jurídico de la infancia representa la Convención.
Se trata de un instrumento decisivo y fundamental que torna ociosa cualquier
discusión que pongan en duda la comprensión de la infancia-adolescencia
como sujetos plenos de derecho.21
niño. Sin embargo, ha sido incorporada en algunas legislaciones nacionales para hacer una
distinción y reconocer el principio de autonomía progresiva.
23
En los últimos años, algunos autores han trabajado en la línea de investigación de las
necesidades básicas como fundamento de los derechos humanos. Esta propuesta resulta de
la igualdad ante la ley, al habeas corpus o a la defensa letrada en juicio…” (Hierro, Liborio L.,
“¿Derechos humanos o necesidades humanas? Problemas de un concepto”, Sistema, Madrid,
46, 1982, pp. 56 y 57).
27
De primera generación.
Artículo 12.
1. Los Estados Partes garantizarán al niño que esté en condiciones de for-
marse un juicio propio el derecho de expresar su opinión libremente en todos
los asuntos que afectan al niño, teniéndose debidamente en cuenta las opinio-
nes del niño, en función de la edad y madurez del niño.
2. Con tal fin, se dará en particular al niño oportunidad de ser escuchado
en todo procedimiento judicial o administrativo que afecte al niño, ya sea
directamente o por medio de un representante o de un órgano apropiado, en
consonancia con las normas de procedimiento de la ley nacional.
30
Comité de los Derechos del Niño, observación general 5 (2003): Medidas generales de
aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño (artículos 4o. y 42; párrafo 6o. del
artículo 44), (CRC/GC/2003/5, 27 de noviembre de 2003).
31
El Comité sobre los Derechos del Niño es el órgano encargado de velar por el cumpli-
miento de la Convención por parte de los Estados, de acuerdo con lo dispuesto por el artículo
43 de este instrumento: “Artículo 43: 1. Con la finalidad de examinar los progresos realizados
en el cumplimiento de las obligaciones contraídas por los Estados Partes en la presente Con-
vención, se establecerá un Comité de los Derechos del Niño que desempeñará las funciones
que a continuación se estipulan…”.
32
Continúa el Comité en la Observación General 5 (2003), Medidas generales de apli-
cación de la Convención sobre los Derechos del Niño (artículos 4o. y 42; párrafo 6o. del
artículo 44): “La apertura de los procesos de adopción de decisiones oficiales a los niños
constituye un reto positivo al que el Comité estima que los Estados están respondiendo cada
vez más. Como pocos Estados han reducido ya la mayoría de edad electoral a menos de 18
años, es aún más necesario lograr que la opinión de los niños sin derecho de voto sea respeta-
da en el gobierno y en el parlamento. Si se quiere que las consultas sean útiles, es preciso dar
acceso tanto a los documentos como a los procedimientos. Ahora bien, es relativamente fácil
aparentar que se escucha a los niños, pero para atribuir la debida importancia a la opinión
de los niños se necesita un auténtico cambio. El escuchar a los niños no debe considerarse
como un fin en sí mismo, sino más bien como un medio de que los Estados hagan que sus
interacciones con los niños y las medidas que adopten en favor de los niños estén cada vez
más orientadas a la puesta en práctica de los derechos de los niños.
Los acontecimientos únicos o regulares como los parlamentos de los niños pueden ser
alentadores y suscitar la concienciación general. Ahora bien, el artículo 12 exige que las dis-
posiciones sean sistemáticas y permanentes. La participación de los niños y las consultas con
los niños tienen también que tratar de no ser meramente simbólicas y han de estar dirigidas
a determinar unas opiniones que sean representativas. El énfasis que se hace en el párrafo 1o.
del artículo 12 en ‘los asuntos que afectan al niño’ implica que se trate de conocer la opinión
de determinados grupos de niños sobre cuestiones concretas; por ejemplo la opinión de los
niños que tienen experiencia con el sistema de justicia de menores sobre las propuestas de
modificación de las leyes aplicables en esa esfera, o la opinión de los niños adoptados y de los
niños que se encuentran en familias de adopción sobre las leyes y las políticas en materia de
adopción. Es importante que los gobiernos establezcan una relación directa con los niños,
y no simplemente una relación por conducto de ONG o de instituciones de derechos hu-
manos. En los primeros años de vigencia de la Convención, las ONG desempeñaron una
importante función innovadora al adoptar estrategias en las que se daba participación a los
niños, pero interesa tanto a los gobiernos como a los niños que se establezcan los contactos
directos apropiados”.
Berlin, Isahiah, Cuatro ensayos sobre la libertad, Madrid, Alianza Universidad, 1988, p. 191.
33
Laporta, Francisco, “Sobre el uso del término ‘libertad’ en el lenguaje político”, Siste-
34
35
Hierro, Liborio L., “Los derechos humanos del niño”, en Marzal, Antonio (ed.), Dere-
chos humanos del niño, de los trabajadores, de las minorías y complejidades del sujeto, Barcelona, Bosch-
ESADE, 1999, p. 20.
Idem.
36
37
Comité de los Derechos del Niño, Observación General 12 (2009), El derecho del niño
a ser escuchado, (CRC/C/GC/12, 20 de julio de 2009).
38
“Artículo 45. Con el objeto de fomentar la aplicación efectiva de la Convención y de
estimular la cooperación internacional en la esfera regulada por la Convención:
d) El Comité podrá formular sugerencias y recomendaciones generales basadas en la
información recibida en virtud de los artículos 44 y 45 de la presente Convención. Dichas
sugerencias y recomendaciones generales deberán transmitirse a los Estados Partes intere-
sados y notificarse a la Asamblea General, junto con los comentarios, si los hubiere, de los
Estados Partes”.
La observación hace también una relación del derecho del niño a ser
escuchado con los otros principios rectores, así como con otros derechos
de la Convención (derechos y libertades civiles): interés superior del niño
(artículo 3o.); no discriminación (artículo 2o.), derecho a la supervivencia y
al desarrollo (artículo 6o.); libertad de expresión y acceso a la información
(artículos 13 y 17)40 y responsabilidad de los padres, tutores, cuidadores, fa-
milia extensa y comunidad (artículo 5o.).
40
Los derechos a la libertad de expresión e información también son considerados como
libertades por el Comité, aunque distintos del derecho a expresar su opinión: “81. El derecho
a la libertad de expresión, consagrado en el artículo 13, se suele confundir con el artículo
12. Sin embargo, aunque esos dos artículos están estrechamente vinculados, se refieren a
VI. Conclusiones
Ibidem,
42 p. 5.
la libertad negativa. Esto resulta especialmente complejo dado que esta dis-
cusión —salvo en contadas excepciones— ha sido ignorada en el ámbito de
la teoría del derecho.
Aunque tímidamente, el Comité se aventura a hacer una interpretación
más allá del ámbito en el que tradicionalmente se había considerado, y eso
en el mejor de los casos, la posibilidad de la niña o niño de participar en los
asuntos que le afectan. Esta cláusula, que llamaremos de “afectabilidad”, se
había comprendido como limitadora de la posibilidad de ser escuchado al
ámbito privado, especialmente de la familia y la escuela, espacio al que la
doctrina de la situación irregular circunscribía a las personas durante la mi-
noría de edad. El Comité reconoce, pese a que no lo desarrolla con mucha
amplitud, que la toma de decisiones públicas afecta la vida de niñas y niños,
por lo que el derecho a participar se extiende al ámbito político.
Aunque el Comité apoya una definición amplia del término “asuntos”, que
también comprende cuestiones no mencionadas explícitamente en la Con-
vención, reconoce que le siguen los términos “que afectan al niño”, que se
añadieron para aclarar que no se pretendía un mandato político general. Sin
embargo, la práctica, incluida la Cumbre Mundial en favor de la Infancia,
demuestra que una interpretación amplia de los asuntos que afectan al niño y
a los niños contribuye a incluir al niño en los procesos sociales de su comuni-
dad y su sociedad. Así, los Estados partes deberían escuchar atentamente las
opiniones de los niños siempre que su perspectiva pueda aumentar la calidad
de las soluciones.43
Ibidem,
43 p.11.
44
Para una excelente reflexión de este derecho véase: “…si pensamos en la intimidad del
niño como un ámbito de garantía necesaria de su desarrollo como persona (del crecimiento
de su dignidad), del mismo modo que concebimos su educación hasta el punto de no hacerla
disponible por parte de nadie, entonces la intimidad del menor sería distinta a la intimidad
del mayor: se diferenciaría en su indisponibilidad” (Hierro, Liborio, “La intimidad de los
niños: un test para el derecho a la intimidad”, en Sauca, José Ma. (ed.), Problemas actuales de los
derechos fundamentales, Madrid, Universidad Carlos III de Madrid-Boletín Oficial del Estado,
1994, p. 385).
En este rubro es evidente que falta mucho por avanzar en todos los paí-
ses del mundo, aunque en algunos países de América Latina se han dado
experiencias de organización y participación infantil, impulsadas por los
propios niños y niñas que han mostrado que es posible el ejercicio de este
derecho.46
En el caso de México, las observaciones demuestran que es mucho
como país lo que falta por avanzar institucionalmente.
27. El Comité acoge con agrado los esfuerzos desplegados por el Estado Parte
por promover y asegurar el ejercicio del derecho del niño a expresar sus opi-
niones y a participar activamente en los diversos sectores de la sociedad. En
particular toma nota de los períodos de sesiones celebrados en 2003 y 2004
por el Parlamento de los Niños y de la Consulta Infantil y Juvenil celebrada en
2003. Sin embargo, sigue preocupado por la persistencia de ciertas actitudes
tradicionales en el Estado parte que, entre otras cosas, limitan el derecho de
los niños a participar y a expresar sus opiniones. Observa con preocupación
las escasas posibilidades que tienen los niños de participar y expresarse en los
procesos de toma de decisiones que los afectan, especialmente en las escuelas
y comunidades.
28. Con arreglo al artículo 12 de la Convención, el Comité recomienda
que el Estado Parte:
45
García Méndez, Emilio, op. cit., p. 31.
46
Para conocer experiencias en el campo de la investigación con niñas y niños véase
Liebel, Manfred y Martínez Muñoz, Marta, “Investigación participativa con niños y niñas”,
en Liebel, Manfred y Martínez Muñoz, Marta (coords.), op. cit., pp. 225-242.
VII. Bibliografía
———, “Los derechos humanos del niño”, en Marzal, Antonio (ed.), De-
rechos humanos del niño, de los trabajadores, de las minorías y complejidades del sujeto,
Barcelona, Bosch-Esade, 1999.
———, “El niño y los derechos humanos”, en Fanlo, Isabel (comp.), Dere-
chos de los niños: una contribución teórica, México, Fontamara, 2004.
Instituto Interamericano del Niño, la Niña y el Adolescente,
http://www.iin.oea.org/iin/historia_un_poco_2.shtml.
Laporta, Fracisco, “Sobre el concepto de derechos humanos”, Doxa, Uni-
versidad de Alicante, 4, 1987.
———, “Sobre el uso del término ‘libertad’ en el lenguaje político”, Sistema,
Madrid, 52, 1983.
Liebel, Manfred y Martínez Muñoz, Marta (coords.), Infancia y derechos
humanos: hacia una ciudadanía participante y protagónica, Lima, IFEJANT, 2009.
MacCormik, Neil, “Children’s Rights: a Test-Case for Theories of Right”,
en Legal Right and Social Democracy, Oxford, Oxford University Press, 1982.
O’Neill, Onora, “Children’s Rights and Children’s Lives”, en Alston, Phi-
lip et al. (eds.), Children, Rights and the Law, Oxford, Clarendon Press, 1995.
Rojas Flores, Jorge, “Los derechos del niño en Chile: una aproximación
histórica, 1910-1930”, Historia, Pontificia Universidad Católica de Chi-
le, núm. 40, vol. I, enero-junio de 2007, http://www.scielo.cl/pdf/historia/
v40n1/art05.pdf.
I. Introducción
753
hasta su partida, que aún hoy, a pesar del tiempo trascurrido, no ha sido
superada. Estoy cierto de que la naturaleza humana realizará su insensible
obra reparadora y el tiempo será el bálsamo que restañe las heridas que su
ausencia produce por hondas y lacerantes que sean.
Nada más justo para un universitario de excepción, como Jorge Car-
pizo, que el reconocimiento que le hace su alma mater, la UNAM, a través
de diversos homenajes y publicaciones que, como esta obra, se realizan en
su honor destacando sus amplios méritos, pero además, como él lo deseó,
haciendo aportaciones a la ciencia jurídica, ya sea analizando alguno de los
distintos aspectos de su amplio legado jurídico, o abordando algún tópico ju-
rídico, que indudablemente servirá para enriquecer nuestra cultura jurídica.
Precisamente, atendiendo a su deseo de revisar su legado jurídico, me
permito continuar con un tema que fue de su interés y que me permití abor-
dar en otra publicación que en su honor se editó y que amerita darle un tra-
tamiento desde otro ángulo,2 toda vez que es un aspecto que está en el ám-
bito de la discusión nacional, como es la vinculatoriedad de las sentencias
que emite la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).
2
González Pérez, Luis Raúl, “Aplicación de los tratados internacionales y la jurispru-
dencia de la CIDH en la protección de la libertad de expresión”, Revista de la Facultad de
Derecho de México, t. LXIII, núm. 259, enero-junio de 2013, pp. 199-233.
—— Constitución federal
—— Leyes generales y tratados internacionales
—— Leyes federales y leyes estatales
—— Orden municipal
de la República, con aprobación del senado, serán la ley suprema de toda la Unión. Los
jueces de cada estado se arreglaran a dicha Constitución, leyes y tratados, a pesar de las
disposiciones en contrario que pueda haber en las constituciones o leyes de los estados”.
5 Cfr. Carpizo, Jorge, “La Constitución mexicana y el derecho internacional de los dere-
chos humanos”, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, vol. III, 2012, pp. 801-858.
6 Tesis p. LXXVII/99, Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, México, Novena
Época, Pleno, t. X, noviembre de 1999, “Tratados internacionales, se ubican jerár-
quicamente por encima de las leyes federales y en un segundo plano respecto
de la Constitución Federal”.
7
“Artículo 1o. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozan de los dere-
chos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que
el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no
podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y bajo las condiciones que esta Constitu-
ción establece.
Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con esta
Constitución y con los tratados internacionales de la materia, favoreciendo en todo tiempo a
las personas la protección más amplia”.
8 El 3 de septiembre, el Pleno de la Suprema Corte de Justicia resolvió por mayoría de
diez votos la contradicción de tesis 293/2011. El tema de la misma era determinar la rela-
ción de los derechos humanos establecidos en la Constitución y en los tratados internaciona-
les celebrados por México, a efecto de lograr la protección más amplia de las personas.
supone la inaplicación del principio pro persona siempre que un texto cons-
titucional restrinja los derechos consagrados en los tratados internacionales,
no obstante la redacción inequívoca del párrafo segundo del artículo 1o.
de la Constitución y el mandato del artículo 27 de la Convención de Viena
sobre el Derecho de los Tratados, según el cual “los Estados Partes no po-
drán invocar las disposiciones de su derecho interno como justificación del
incumplimiento de un tratado…”.9
Los argumentos en virtud de los que se estableció esta excepción por
parte de la SCJN se sustentaron en criterios que aluden al mandato del
órgano que puede reformar la Constitución, según la fórmula del artículo
135, en el sentido de que los órganos legislativos que intervienen en la refor-
ma constitucional representan la soberanía del pueblo, y que los tribunales
mexicanos no tienen facultades derogatorias de la voluntad de esos legisla-
dores.
Para José Ramón Cossío, ministro que votó en contra del proyecto,
si el párrafo segundo del artículo 1o. dispone que a las personas se les dará
en todo momento la protección más amplia en términos de lo que dispongan
los derechos humanos de fuente constitucional o convencional, no puede es-
tablecerse la prevalencia de las normas constitucionales en los casos en que
establezcan restricciones, sin admitir que con ello se incorpora expresamente
un criterio de jerarquía constitucional.10
9 Cfr. Barrera Solórzano, Luis de la, “Restricciones a los derechos humanos”, La Razón,
20 de septiembre de 2013.
Cossío Díaz, José Ramón, “Las trampas del consenso”, Nexos, octubre de 2013.
10
salvo en los casos bajo las condiciones que esta Constitución establece”, ello
debe entenderse bajo la clave interpretativa del principio pro persona. Por lo
mismo, debe referirse única y exclusivamente a las condiciones establecidas
en varios párrafos del artículo 29 de la propia Constitución. Éstas son ex-
presiones técnicas y específicas que deben utilizarse sólo en estos casos, sin
extenderse a cualquier restricción que pudiera entenderse contiene la Cons-
titución.11
Idem.
11
Idem.
12
Cfr. Núñez Palacios, Susana, “El Estado mexicano acepta la jurisdicción de la Corte
13
Idem.
15
Por ejemplo, cuando la Corte IDH condenó a Chile en el caso Olmedo Bustos vs. Chile,
16
mejor conocido como “La última tentación de Cristo”, porque su Constitución violaba la Con-
vención Americana de Derechos Humanos, obteniendo como respuesta de los chilenos la
modificación de su Constitución para hacerla compatible con el Pacto de San José.
Corte IDH, caso Castañeda Gutman vs. México, caso González y otras (“Campo Algodonero”) vs.
17
México; caso Radilla Pacheco vs. México; caso Inés Fernández Ortega y otros vs. México; caso Valentina
Rosendo Cantú y otras vs. México; caso Teodoro Cabrera y Rafael Montiel vs. México. En todos estos
casos ha existido sentencia contra México.
Corte IDH, Caso Gelman vs. Uruguay, sentencia del 20 de marzo de 2013.
18
Cfr.
19 Carmona Tinoco, Jorge Ulises, “Actualidad y necesidad del marco jurídico mexi-
cano para la cabal ejecución de las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Hu-
manos”, en Corzo Sosa, Edgar et al. (coords.), op. cit., p. 99.
20
Carpizo, Jorge, “La Constitución mexicana y el derecho internacional de los derechos
humanos”, Anuario Mexicano de Derecho Internacional, México, vol. III, 2012, p. 838.
21 Rosendo Radilla fue un luchador social guerrerense desaparecido en la década de los
años setenta del siglo XX, hecho que propició una condena al Estado mexicano por parte de
la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que significó un parteaguas en el sistema
de impartición de justicia de nuestro país, donde todos los jueces, en acatamiento de las
obligaciones que nos comprometen en el sistema interamericano, deberán hacer valer los
derechos humanos de todas las personas en el ámbito de las respectivas competencias.
22 Cfr. Cossío Díaz, José Ramón, “Primeras implicaciones del Caso Radilla”, Revista Mexi-
cana de Derecho Constitucional, núm. 26, junio-diciembre de 2012, pp. 31-63.
Se debe decir y reconocer que muchas veces, más allá de la buena dis-
posición que pueda tener el Estado, el cumplimiento de las resoluciones
de la Corte IDH resulta una tarea difícil, ya que no siempre se cuenta con
los mecanismos jurídicos internos que faciliten el cumplimiento íntegro
de las sentencias dictadas en su contra. No obstante, con normatividad
o sin ella, el Estado condenado por una sentencia de la Corte IDH debe
proceder a su ejecución actuando en consecuencia con sus obligaciones
internacionales.23
De lo anterior resulta que al ser vinculatorias las sentencias de la Cor-
te IDH para los Estados que reconocen su competencia, es necesario que
emitan disposiciones internas para cumplir con las obligaciones que les son
impuestas. En el caso específico de nuestro país, el maestro Héctor Fix-Za-
mudio ha señalado que se debe expedir, en breve plazo, la ley reglamentaria
que establezca los procedimientos necesarios para el pronto cumplimiento
de las resoluciones de los organismos internacionales reconocidos por el Es-
tado mexicano, ante el evidente desconcierto que han producido los recien-
tes fallos de la Corte IDH, ya que varios de ellos no se han cumplido en su
integridad debido a que no existe la legislación que establezca con precisión
la forma de ejecutarlos.24
Un avance se dio con la expedición de la Ley General de Víctimas, que
incorpora en el sistema jurídico mexicano el concepto de “justicia restaura-
tiva o integral”, al disponer en su artículo 1o. que “La reparación integral
comprende las medidas de restitución, rehabilitación, compensación, satis-
facción y garantías de no repetición, en sus dimensiones individual, colec-
tiva, material, moral y simbólica”.25 Esta disposición está de acuerdo con el
artículo 63.1 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, que
hace referencia a que cuando la Corte IDH decida que se violaron derechos
o libertades previstos en la Convención, se restituirá al lesionado en el goce
de sus derechos o libertades conculcadas, incluyendo restitución, rehabilita-
ción, compensación, satisfacción y garantías de no repetición.26
V. Obligatoriedad de la jurisprudencia
de la Corte IDH
Cfr.
27 Carpizo, Jorge, op. cit., p. 839.
Cfr.
28 Silva Meza, Juan, “Mensaje pronunciado en la ceremonia inaugural del 48 pe-
riodo extraordinario de sesiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”, 7 de
octubre de 2013.
Serna de la Garza, José María, Impacto e implicaciones constitucionales de la globalización en el
29
sistema jurídico mexicano, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 2012, p. 246.
Corte IDH, Casos Hilaire, Constantine y Benjamin y otros vs. Trinidad y Tobago, sentencia del
30
21 de junio de 2002, serie C, núm. 94, párr. 112; Caso Cantos vs. Argentina, sentencia del 28
de noviembre de 2002, párr. 59; Caso Almonacid Arellano y otros vs. Chile, sentencia del 26 de
septiembre de 2006, párr. 124.
31
Tesis LXVIII/2011, “Parámetro para el control de convencionalidad ex
officio en materia de derechos humanos”, SCJN, Varios 912/2011, 14 de julio de
2011.