4 Dios en El Nuevo Testamento
4 Dios en El Nuevo Testamento
4 Dios en El Nuevo Testamento
del misterio
Trinitario
Dios se revela en Jesucristo
como el Padre, Hijo y Espíritu.
La revelación de Dios
Padre
La invocación de Dios como Padre es conocida en muchas religiones. La divinidad es
llamada como padre de los dioses y de los hombres. Al usar este término subrayamos
dos aspectos en el actuar de Dios: que Él es el origen antes de todo; que Él es
bondad y solicitud amorosa hacia los hombres actuando con ellos como un buen
padre con sus hijos.
Esta paternidad y maternidad viene subrayada de modo especial en los textos que
exprimen la compasión hacia los pobres y débiles, la Sagrada Escritura enseña que
Dios trasciende la distinción humana de los sexos, Dios no es ni hombre, ni mujer,
sino el Ser Supremo; su paternidad trasciende la paternidad y maternidad humanas y al
mismo tiempo es el origen de toda paternidad: de Él toda paternidad en el cielo y en la
tierra toman su nombre (Ef 3,15).
Dios como Padre en Los autores sagrados presentan a Israel como el
Varias de las afirmaciones sobre la paternidad de Dios se encuentran en el Sermón de la montaña que encontramos
en San Mateo: Para que sean hijo de su padre (Mt 5,45); Sean perfectos como el Padre celestial (Mt 5,48); el
Padre que ve lo secreto ( Mt 6,4); su Padre sabe que cosas son las que necesiten (Mt 6,8); Miren los pájaros del
cielo… su Padre celeste les nutre (Mt 6,26).
Estos textos reflejan la continuidad con las afirmaciones del A.T. sobre la paternidad de Dios, de igual manera las
parábolas de la misericordia, como aquella del hijo prodigo son una bella expresión de las enseñanzas de Jesús
acerca de la infinita misericordia de Dios hacia los pecadores.
Esta enseñanza de Jesús sobre la paternidad de Dios encierra una radical novedad, la buena noticia es que a
diferencia del A.T. Dios no es como un Padre, sino que Dios es con absoluta propiedad padre de Jesús y en él
nosotros también somos hijos. Esta es la gran revelación del N.T: Dios tiene un hijo, el cual es eterno y Dios como
el Padre. El Hijo encarnado lo llama simultáneamente mi Dios y mi Padre (Lc 23,46).
En el estudio teológico de Dios como Padre, la atención se dirige a los textos en los cuales Jesús llama a Dios Padre y a su
consciencia de filiación que desde niño posee por ejemplo cuando perdido en el templo afirma que debe ocuparse de las
cosas de su Padre (Lc 2,49). Jesús se siente estrechamente unido a la actividad del Padre, el cual le ha dado todo poder, es
más solo Él conoce al Padre y a su vez solo el Padre lo conoce bien a Él (Mt 11, 27; Lc 10,21). Se trata de un texto de
particular importancia porque revela la igualdad de conocimiento que existe entre ambos y como el conocimiento deriva
del ser, muestra la igualdad de naturaleza. Se trata de un conocimiento que nace de la intimidad de vivir con Dios.
Esta intimidad entre Jesús y el Padre se manifiesta de modo inconfundible en la manera de como Jesús reza: orando llama
siempre a Dios Padre, Jesús se refiere a él como Abbá (Mc 14,36); esta expresión manifiesta la singular conciencia de su
filiación divina y de su íntima relación con Dios en cuanto HIJO en sentido pleno. [[ examen ]]
En el evangelio de san Juan esta relación Padre-Hijo aparece descrita como eterna y esencial, así lo afirma Jesús que
tiene una existencia anterior a su nacimiento según la carne: en el principio era el Verbo y el Verbo estaba con Dios y era Dios
(Jn 1,1.8). Se trata de una relación entre Padre e Hijo que no solo es operativa sino vital y eterna. Esta unión es de
naturaleza por lo que Jesús afirma: el Padre y yo somos una sola cosa (Jn 10,30).
La Palabra de Dios: la palabra de Dios es ante todo la palabra con la cual Dios, en el revelarse, manifiesta su
voluntad con Israel que ha sido elegido y constituido como pueblo de su propiedad. En el Sinaí, Yahvé pronuncia sus
diez palabras (Ex 34,28) dirigidas a Moisés, el encargado de dirigirlas a su pueblo; estas palabras (mandamientos)
son el fundamento de todos los deberes de la alianza. Palabra de Dios es también la palabra de los profetas, donde
hay una palabra profética Yahvé anuncia, se dirige al pueblo, salva y juzga (Jer 1, 4-10).
La eficacia de la palabra de Dios se extiende a la creación, es con su palabra que Dios ha creado el mundo (Gen
1, 3-25) según la teología veterotestamentaria, toda la actividad divina en la creación del mundo en la elección del
pueblo de Israel y en la salvación de los hombres está en estrecha dependencia con la palabra de Dios (Is 9,7).
La sabiduría de Dios: La sabiduría de Dios, infinita e insondable, se revela en la creación (Pr 3, 19; Sab 7,22), esta
sabiduría es una emanación de la potencia de Dios y de su gloria. Imágenes que el N.T. serán aplicadas
directamente a Cristo (Col 1,15; Hb1,3), la personificación de esta se puede mirar como una auténtica hipóstasis; la
cual más adelante servirá a la exegesis ariana para afirmar que el Verbo fue creado como la primera creatura.
La divinidad de Jesús en los evangelios sinópticos
[[ EXAMEN]]
Jesús manifiesta su divinidad poco a poco, en modo gradual y progresivo, mediante una pedagogía adecuada al fuerte sentido
monoteísta del pueblo de Israel. Esta manifestación de su divinidad es indisolublemente relacionada a la conciencia que Jesús
tiene de su filiación. El N.T. testimonia la divinidad de Jesús de manera que toda gira en torno a la confesión de Pedro: Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios viviente (Mt 16,16).
En los evangelios sinópticos se encuentran numerosos pasajes en los cuales Jesús, asume el título de “Hijo del Hombre”,
revelando que posee dignidad y poderes divinos; de hecho, en cuanto HIJO se atribuye el poder de perdonar los pecados (Mc
2, 5-12), se declara superior al templo, a los reyes, a los profetas, a la ley, al sábado. Afirma que aquel que acepta al Hijo del
Hombre se salva.
El hijo del hombre se presenta como Hijo de Dios igual a Dios, cuando es interrogado del Sanedrín sobre su mesianidad y
filiación divina (Mc 14,62), la expresión usada por Jesús: verán al hijo del hombre sentado a la diestra de Dios,
identificándose así con el Hijo del Hombre de Daniel sentado a la derecha del Omnipotente, por eso Caifás lo acusa de blasfemia.
En el A.T. se llamaban hijos de Dios en sentido genérico y moral, para diferenciarlo Jesús afirma que es el Hijo con una
filiación divina en sentido propio y pleno, llamando a Dios su Padre, y es el mismo Padre el que da testimonio de su hijo en el
Bautismo de Jesús (Mc 1,11); llamándolo Hijo Predilecto y de igual manera en la transfiguración (Mt 17,5) es una confirmación
trinitarita de lo ya anunciado por Jesús.
En las epístolas paulinas se encuentran numerosos testimonios sobre la
divinidad de Jesús. Entre los más importantes están el himno a la Carta a
los Filipenses, que es uno de los textos más analizados por los exégetas (Fil Las epístolas
2, 5-11).
Paulinas
Este himno cristológico constituye una síntesis de todo el misterio de
Cristo: desde la preexistencia del Verbo, que existía en la forma de Dios
antes de la encarnación, hasta su glorificación, exaltado en la gloria del Padre [[EXAMEN]]
y constituido Señor Universal (el nombre que esta sobre todo nombre es CITAS MÁS IMPORTANTES DE
Kyrios, es decir Señor); gloria que acontece a través de la kenosis o el TEOLOGIA PAULINA
voluntario anonadamiento de sí mismo.
Se inicia con la afirmación de la preexistencia eterna del Verbo de Dios (Jn 1,1), el
termino griego Logos san Juan pudo haberlo tomado de la cultura griega o del
judaísmo, pero encontramos una singular diferencia entre el Padre y el Logos, más
adelante se lo llamará también el Unigénito del Padre (Jn 1,14).
Jesús mismo se atribuye la preexistencia: antes que Abraham exista, Yo soy (Jn 8, 58),
la expresión YO SOY tenía para los hebreos un significado profundo y muy fuerte,
porque era la expresión con la que Dios se había revelado a Moisés, con esta expresión
Jesús manifiesta ser Dios verdadero.
El Unigénito del Padre (Jn 1, 14) es un título que San Juan aplica frecuentemente a
Jesús como equivalente a la expresión “El Hijo”, “Hijo de Dios”, o “Hijo del Padre”,
Jesús afirma su divinidad también con expresiones como: “El Padre y yo somos una
sola cosa…… el Padre está en mí y yo en el Padre” (Jn 10, 30.38), mostrando así que
su ser Hijo de Dios consiste en el ser Dios.
El Padre y el Hijo, una sola cosa
Hemos encontrado repetidamente varios textos de los
De manera especial en Jn 10,30: El Padre y Yo somos
evangelios sinópticos en los cuales se habla de la
una sola cosa, se trata de una unidad de voluntad, que
igualdad entre el Padre y el Hijo. Por ejemplo, Mt 11,
se revela tan íntimamente para poder decir que los dos
27: Nadie conoce al Padre si no al Hijo y aquel a quien
son uno solo. Por esta razón los judíos quieren
el Hijo se lo quiera revelar, esta igualdad en el
lapidarlo por blasfemo Jn 10, 33: No te lapidamos por
conocimiento nos muestra también la igualdad de
una obra buena, sino por la blasfemia y porque tú,
naturaleza. También en San Juan encontramos esta
siendo un hombre te haces Dios.
igualdad entre el Padre y el Hijo.