Y es que yo oí y casi vi con mis ojos, a estos dos per
ros, que el uno se llama Cipión y el otro Berganza, estar una noche, que fue la penúltima que acabé de sudar, echados detrás de mi cama en unas esteras viejas, y a la mitad de aquella noche, estando a escuras y de svelado, pensando en mis pasados sucesos y presentes desgracias, oí hablar allí junto, y estuve con atento oído escuchando por ver si podía venir en conocimiento de los que hablaban y de lo que hablaban.
Miguel de Cervantes Saavedra
212. Estas novedades fueron transmitidas al Embajador Ros en Buenos Aires, decidiéndose que el Sr. Molteni se entrevistase nuevamente con el Sr.
El día 07 de mayo, en la reunión del COMIL, el Canciller informó respecto de las primeras gestiones encaradas por el Subsecretario Ros.
Yo, contemplando sus pugilatos grotescos y pueriles sobre la cubierta de la fragata, he sentido un nuevo matiz de la vergüenza: La vergüenza zoológica. ¡Cuán diferente había sido mi primer viaje a bordo de un navío genovés, que conducía viajeros de todas las partes del mundo!
Giró, Barcelona, 1882. Prologo a «Páginas rimadas», de Ricardo de Brugada y Ros i Juan Rodríguez Guzmán, Impr. de Domènech, València, 1884, p.
Entres los árboles divisamos un paraje raso con oscuros arrayanes bordados por blancas y tortuosas sendas: La luna derramaba sobre ellas su luz lejana e ideal como un milagro.
Los conseje ros provinciales, lo s concejales mu nicipales y lo s vocales d e l as j untas parroquiales, en su respectiva jurisdicción; 2.
Los virreyes sabían que siendo pun- tuales en remitir á la corte, convertidas en oro y plata, las gotas del sudor de los infelices indios, nada tenían que recelar; y preferían mantenerse en buena armonía con los encomende- ros, propietarios de esas bestias, á las que fué preciso que una bula del papa Alejandro VI, si la memoria no me engaña, de- clarase seres humanos y capaces de sacramentos.
20 Y nacieron á José en la tierra de Egipto Manasés y Ephraim, los que le parió Asenath, hija de Potipherah, sacerdote de On. 21 Y los hijos de Benjamín fueron Bela, y Bechêr y Asbel, y Gera, y Naamán, y Ehi, y Ros y Muppim, y Huppim, y Ard.
Los hábitos de la familia en confort y servidumbre, el continente, el semblante y el modo de saludar de todos y cada uno de los miembros de la familia, acusaban hábitos de fortuna desde tiempos atrás arraigados. Decíanse nobles, descendientes de los primeros conquistadores.
Es una desgracia ser el primero en anunciar males. Sin embargo, es necesario que os revele todo el desastre, persas: el ejército entero de los bárbaros ha perecido.
No hay bello como él entre los bellos: se hizo, y rompió el molde tras su hornada. Duque es de Ros; y no tiene en el mundo en gracia y en virtud ningún segundo.