Ciudad neoliberal: Marginalización y nueva
pobreza urbana
Tsvetkoff Daiana
Hace aproximadamente cincuenta años que el mundo dió un giro en particular, lo que
comenzó como una teoría económica en Suiza con la Sociedad Mont Pelerin se puso en
práctica, primero en países de la periferia y luego el modelo se instauró en los países
centrales, dando fin al Estado providencial y marcando el comienzo de la era neoliberal. Pero
¿De qué se trata este giro? ¿Cuáles son sus consecuencias? ¿Se puede ver plasmado en la
materialidad de las ciudades?
A lo largo de este trabajo, se intentará dar un recorrido por la implantación del modelo
neoliberal, enfocándose en el impacto particular que tiene sobre la configuración
socio-espacial en las ciudades, buscando plasmar las diatribas que representan las políticas
sociales, económicas, políticas y hasta ideológicas sobre el acceso al trabajo, a la vivienda y
a los servicios básicos de la población urbana.
Giro Neoliberal - ¿Cuál es el rol de las ciudades en el neoliberalismo? - Nueva pobreza
urbana: marginalización/gentrificación- Acceso al trabajo en la urbe neoliberal Conclusiones
Giro Neoliberal
Durante la década de los ochenta, se dieron una serie de transformaciones que distintos
autores, más específicamente Laval y Dardot (2013) y Harvey (2007), conceptualizan cómo
el giro decisivo o el giro neoliberal, momento en el cual se instauran una nueva serie de
lógicas normativas que calan en todos los ámbitos, desde las instituciones, la sociedad e
incluso en los individuos.
Las transformaciones que se desarrollan no son la simple puesta en práctica de una teoría
económica, sino que para Laval y Dardot (2013), atienden a las estrategias adoptadas en el
marco de una crisis del capitalismo donde se da una mayor influencia del mercado sobre las
políticas económicas. Por otro lado tenemos la inferencia de David Harvey (2007),
explicando que la neoliberalización a la que se atiende en la década de 1980 puede atenerse
bien a un proyecto utópico para reorganizar el capitalismo o bien atender al objetivo de
restaurar el poder de clase de las elites.
Sea cual fuere el motivo de este giro, el Estado pasa a ser clave en crear condiciones fiscales
y sociales favorables a la valorización financiera, dándose una adaptación de los sistemas
institucionales y sociales a la mundialización.
Estas transformaciones en el plano económico constan de un paquete de medidas cuya
profundidad varía dependiendo de la formación social y tradiciones históricas de cada país,
en términos generales consta de revertir las nacionalizaciones, la privatización de activos
públicos, apertura de recursos naturales para la explotación desregulada por entes privados, la
quita de derechos laborales, la minimización de la seguridad social y laboral, eliminación de
la asistencia a desempleados, la quita de poder de negociación a los sindicatos y
flexibilización laboral.
Estas transformaciones no están completas sin pasar por la aceptación de las mismas,
aceptación que se logra desde el plano ideológico. Como apuntan los autores, la ideología
neoliberal es simple, la idea de libertad individual como acusa Harvey (2007) es atrayente y
poderosa por sí misma, “la suposición de que las libertades individuales se garantizan
mediante la libertad del mercado y de comercio, es un rasgo cardinal del pensamiento
neoliberal” (Harvey, 2007:13). La difusión de la lógica de libertad y competitividad, en
principio por medio de los Think-Tanks hasta su constitución en una especie de sentido
común sobre la incapacidad del Estado providencial, llegando a la moralidad de los
individuos, tiene sus consecuencias en el tejido social.
El traspaso de la responsabilidad social a la individual, donde cada sujeto es responsable de
su éxito o fracaso a cuenta de sus propias y libres decisiones, funciona como mecanismo
coercitivo, sometiendo a los individuos a una presión disciplinaria ilimitada por medio de la
interiorización de las exigencias de rentabilidad del capital. Esta reestructuración económica
e internalización ideológica de la misma, tiene como correlato quitar del centro las falencias
políticas que pesan sobre la sociedad. “La ética neoliberal de un intenso individualismo
posesivo y su correspondiente retirada política de las formas de acción colectiva se convierte
en el modelo de sociabilidad humana” (Harvey, 2015:31).
Estas transformaciones que constituyen el giro neoliberal se pueden abordar a través de los
distintos fenómenos que se generan en las ciudades ya que como afirma Harvey (2015), hay
una conexión íntima entre el desarrollo del capitalismo y la urbanización.
¿Cuál es el rol de las ciudades en el neoliberalismo?
“El giro neoliberal ha restaurado el poder de clase en manos de las elites ricas [...] los
resultados se hallan indeleblemente grabados en las formas espaciales de nuestras ciudades,
caracterizadas por fragmentos fortificados, comunidades valladas y espacios públicos
privatizados sometidos a constante vigilancia” profesa Harvey en “El derecho a la ciudad”
(Harvey, 2015:32).
Pero ¿a qué se debe? Las ciudades se han conformado como polos de atracción hacia donde
fluyen los excedentes producidos por la sociedad. Son el centro de transacciones que con una
particular fuerza centrípeta hace que todo fluya hacia allí.
Mike Davis (2004) y Neil Smith (2009) se adentran en los fenómenos de migración y
reestructuración que sufren los diferentes centros urbanos en las principales capitales del
mundo, como consecuencia de las políticas neoliberales respecto al acceso al trabajo y la
vivienda; y como esto termina instaurando una sociedad escindida.
La nueva economía instaurada a través del giro neoliberal, consta de un gran dinamismo
productivo a su vez que tiene un carácter excluyente hacia ciertos sectores sociales y
territoriales. Esto genera una nueva estructura social, que junto con el sentido común
neoliberal instaurado, promueve y normaliza fenómenos de segregación y marginalización.
Las ciudades conforman un papel importante dentro del mercado financiero, donde las
inversiones del capital internacional dentro de los proyectos de desarrollo urbano son
centrales. La representación principal de la importancia del mercado financiero sobre el
desarrollo urbano es, como señalan Neil Smith (2009) y Leslie Kern (2020), la crisis
hipotecaria de 2007, donde las prácticas crediticias en el mercado inmobiliario de Estados
Unidos desataron una crisis económica a nivel mundial.
El tipo de prácticas políticas que se desprenden del neoliberalismo genera en gran medida
fallas de mercado, nuevas formas de polarización social y aumenta las desigualdades que se
pueden ver plasmadas en el desarrollo escabroso de los espacios urbanos. Como explican
Theodore, Peck y Brenner (2009), las ciudades se atienen a diversas problemáticas respecto a
inestabilidad monetaria, especulación financiera como se hace patente en la crisis de 2007 y
una mayor competencia entre localidades ligadas a los desarrollos posibles y la elegibilidad
por parte de proyectos de capitales transnacionales. Esta misma inestabilidad así como la
rapidez con la que se suceden los cambios en la ajetreada vida urbana, hace que las ciudades
junto con sus áreas de influencia sean blanco de los proyectos neoliberales y lugar de ensayo
para la aplicación de diversas políticas ya sea institucionales como de mercado. Estos
proyectos se delatan en distintas estrategias como la minimización de sistemas de prestación
social, desarrollo de nuevas propiedades en ciertas áreas, acompañadas de mayores
estrategias de control social, aumento del control policial y la vigilancia orientados
particularmente a ciertas partes del tejido urbano. “La meta última de tales experiencias
neoliberales de políticas urbanas es movilizar espacios de la ciudad tanto para el crecimiento
económico orientado al mercado, como para las prácticas de consumo de las elites,
asegurando al mismo tiempo el orden y el control de las poblaciones ‘excluidas"'(Theodore,
2009:8)
Dentro de las estrategias conformadas para movilizar el crecimiento del mercado y asegurar
la restauración del poder de clase, nos topamos con dos expresiones que tienden a aunarse en
su repercusión: la gentrificación y la marginalización.
La nueva pobreza urbana: gentrificación-marginalización
Dentro de los fenómenos generados por la nueva estructura económica neoliberal implantada
a partir de los ochentas, “La reforma de ciudades globales supone proyectos de desarrollo
particulares, ligando empresas de construcción, urbanismos globales, consumo de turismo
global y expulsión y calificación urbanística de barrios pobres en el centro de la ciudad”
(Smith, 2009:18). Particularmente los proyectos de desarrollo y reperfilamiento que se
conducen en los centros urbanos, provoca mayor expulsión y marginalización a través de la
gentrificación, pero no solamente a través de ella.
La gentrificación, es un fenómeno por el cual barrios cercanos al centro de la ciudad, propios
de la clase trabajadora y comunidades alternativas, donde los servicios básicos son accesibles
al común de los habitantes se convierten en proyectos inmobiliarios de reperfilamiento, en los
cuales comienzan a aparecer nuevos servicios de consumo propios de clases pudientes,
mejoras respecto a la accesibilidad, acompañados de una marketización del espacio,
volviéndolo más costoso para la población original, obligándolos a desplazarse a áreas cada
vez más periféricas, coartando las redes comunitarias que se habían creado allí. Como explica
Leslie Kern (2020), “irónicamente, quienes hacen que el barrio sea así de atractivo
[Comunidades alternativas, estudiantes, artistas, personas queer] suelen ser quienes no
pueden quedarse” (p.96), estas porciones de la sociedad son sensibles al desplazamiento por
sus bajos ingresos relacionados a la brecha salarial, así cómo cuestiones referentes a raza y
género.
La gentrificación es un ejemplo de desplazamiento poblacional en el área urbana, donde la
porción con menos recursos es desplazada por otra con mayores ingresos y por lo tanto con
otros hábitos de consumo. Esta relegación en el espacio va generando áreas hiperdegradadas,
como las define Davis (2004), pero no es la gentrificación por sí sola. Estas áreas
hiperdegradadas son el destino de las poblaciones desposeídas que llegan a las ciudades
desde áreas rurales empobrecidas, así como también de población desplazada o empobrecida
por los ajustes económicos implementados por los gobiernos bajo las presiones del FMI y el
Banco Mundial.
Como se ha afirmado previamente, las ciudades y su periferia, son el destino de gran parte de
las y los migrantes, siendo estos originarios de las propias ciudades que han sido desplazados
de áreas centrales hacia otras marginales, provenientes de las migraciones internas del tipo
campo-ciudad y también inmigrantes que llegan en búsqueda de mejores estrategias de
supervivencia de las que pueden proveer sus países de origen.
Esta porción de la población que migra hacia los centros urbanos, lo hace a pesar del
estancamiento económico, la reducción de los sectores públicos y la escasa a nula movilidad
social, incluso descendente respecto a las clases medias. Como acusa Mike Davis (2004), “el
rápido crecimiento urbano en un contexto de ajuste estructural, devaluación de la moneda y
recorte de gasto público, ha construido una receta inevitable para la producción masiva de
áreas hiperdegradadas” (p.10).
Estas áreas hiperdegradadas se caracterizan por la falta de servicios básicos, como agua
potable, hacinamiento e inseguridad respecto a la propiedad y la vivienda, la falta de
presencia de instituciones o como señala Wacquant (2010), instituciones diferenciadas que le
dan a estas áreas un carácter de anomia.
Estas áreas marginalizadas están en el ojo del estado policial y punitivo, ya que el control
social se implementa en estos espacios funcionando como barrera entre porciones deseables y
no deseables de población, reproduciendo aún más la segregación que ya se da de hecho.
Pero, ¿Cuál es el origen de está creciente segregación?
Wacquant (2010; 2012), explica que ante el achicamiento del Estado social y económico,
crece en contraparte el Estado punitivo. A partir de la década de los setenta, en Estados
Unidos, se atestigua el declinamiento del Estado providencial, es decir del Estado de
Bienestar proveedor de servicios sociales, seguridad social, acceso al empleo, etc, y en
contrapartida se fortifica el Estado policial y punitivo, con una política particular hacia los
más desposeídos, caracterizada por la criminalización de la pobreza y “el enclaustramiento de
las clases desheredadas”(Wacquant, 2004:143).
Con el ascenso del neoliberalismo se promovió el sector represivo dentro de las instituciones,
creando segregación y marginalización que tiene como foco la espacialidad, coartando las
posibilidades de salida de esas áreas de los individuos. En unos de sus trabajos Wacquant
(2010) retrata la desposesión simbólica que sufren los habitantes desplazados a los márgenes
y como se crea y recrea un imaginario social negativo fuertemente anclado en la residencia.
La estigmatización residencial genera colateralmente una serie de segregaciones que van más
allá de lo espacial e impactan negativamente en las oportunidades de acceso a otras esferas de
la vida social, como el acceso a empleo, cultura y ocio. Particularmente, las lógicas de
estigmatización territorial obran de manera distinta, un punto en el cual coinciden todos los
autores es la maleabilidad del neoliberalismo y su gran variabilidad de adaptación
dependiente de los desarrollos históricos particulares de cada país, los autores citados
coinciden que el neoliberalismo realmente existente no puede escapar del contexto en que se
inserta y por consiguiente condiciona en su accionar aunque, como bien señala Theodore
(2009), incluso cuando sus propias y falsas representaciones discursivas nieguen esa realidad.
En relación a esto podemos ver las diferencias acusadas por Wacquant (2010; 2012) respecto
a los desarrollos del estado punitivo y la marginalidad en Estados Unidos y Francia. Como
expone Wacquant (2010), los residentes de las cités francesas tienen acceso a un contexto de
consciencia dual que les permite participar en la sociedad más amplia ocultando su lugar de
residencia mientras que a su vez, la estigmatizacion que pesa sobre los jóvenes es especifica a
una etapa de la vida de los sujetos y por lo tanto transitoria, a la vez que esto resulta diferente
para los habitantes del cinturon negro, donde se da una consciencia racial escindida, ya que
no se trata de una segregación simplemente espacial sino que “es una formación
exclusivamente racial que produce una red, vasta como la sociedad, de asociaciones
materiales y simbólicas entre color, lugar y una multitud de propiedades sociales de
valoración negativa”(Wacquant, 2010:141).
Esas configuraciones simbólicas que pesan sobre estas porciones de la sociedad son también
reproducidas hacia adentro de las comunidades, originando una comunidad imposible, donde
las microdivisiones en el espacio marginal configuran aún más segregación y coartan los
mecanismos de solidaridad social e impide la conformación de lazos comunitarios e
identitarios positivos. A su vez, la salida de las situaciones de pobreza y el camino hacia el
progreso se reflejan en la búsqueda de una movilidad ascendente, de matriz individualista en
consonancia con la interiorización de la razón neoliberal como nodo principal de la ideología
desplegada por esta corriente.
Acceso al trabajo en la urbe neoliberal
El propósito de amplias porciones de la sociedad es la movilidad ascendente, lo cual es
buscado por medio del labor individual, como explican Mike Davis (2004) y Neil Smith
(2009), esas expectativas en realidad pasan a ser bajas o casi nulas por la creciente
precarización laboral que se despliega en consonancia con la flexibilización laboral y la
amplia oferta de mano de obra que se cierne sobre las áreas de servicios, así como la
ampliación del sector informal de trabajo. Por cierto, esto a su vez también trastoca rasgos
identitarios de la población.
Se atiende a una feminización de la mano de obra. El acceso al empleo de los estratos bajos
de la población urbana están relacionados al área de servicios, asociados a la atención y
tradicionalmente relegados a las mujeres, empleos que a su vez ofrecen un salario menor
exponiendo la brecha salarial de género. Este tipo de empleos tiene características
deplorables, que juegan con la posibilidad de estabilidad por parte de las y los trabajadores,
ofrecen contratos de tiempo parcial que pueden ser extensibles infinitamente, de carácter
polivalente y que requieren la implicación total de sus trabajadores. “las ciudades se han
convertido en un vertedero para una población excedente que trabaja en todo tipo de servicios
informales mal pagados, descualificados y sin ningún tipo de protección. El auge de este
sector informal, constituye un resultado directo de la liberalización” (Davis, 2004:24).
Esta tendencia creciente al trabajo informal, solo reproduce pobreza absoluta. Como señala
Davis (2004), el sector de trabajo informal corresponde a dos quintos de la población urbana
en los países en vías de desarrollo, y a su vez casi el ochenta por ciento de la población
urbana proviene de áreas hiperdegradadas y más de la mitad de esta tiene menos de veinte
años. Sumando a estos datos lo señalado por Wacquant (2010) sobre la estigmatización de los
jóvenes provenientes de áreas marginalizadas y su dificultad de acceso al mundo laboral por
su lugar de residencia, nos encontramos con un enorme problema de inserción social que solo
reproduce más pobreza, estigmatización y violencia, atandolos a un supervivencialismo
informal.
En la misma línea con esta razón neoliberal que ordena y justifica el mundo urbano, nos
encontramos con que las falencias en la integración y la magnificación de áreas
hiperdegradadas son aducidas al mal gobierno y no son vistas como un resultado de la
mercantilización que trasvasa todos los ámbitos posibles a considerar.
Conclusiones
La instauración del giro neoliberal ha incrustado sus consecuencias en la materialidad de las
ciudades y sus áreas de influencia. Analizando las diferentes medidas llevadas a cabo en la
variabilidad de escenarios que lo condicionan en su accionar, nos encontramos con el espacio
urbano donde se expresa la mercantilización de la vida diaria, de la vivienda, de lo que
Harvey (2015), tomándolo de Lefebvre, conceptualiza como El derecho a la ciudad.
Asistimos a un entramado urbano atravesado por la polarización social inscripta en el
espacio, donde las elites recomponen su poder de clase, las clases medias se confrontan con
la movilidad descendente, mientras las porciones desposeídas de la sociedad se enfrentan al
supervivencialismo informal. Esto, combinado con una lógica individualista interiorizada en
los individuos, negando la posibilidad de la creación de lazos comunitarios positivos que
puedan rebatir o al menos transitar de forma más amena los ensayos neoliberales.
“La calidad de la vida urbana se ha convertido en una mercancía, como la ciudad misma, en
un mundo en el que el consumismo, el turismo, las industrias culturales y aquellas basadas en
el conocimiento se han convertido en aspectos esenciales de la economía política urbana”
(Harvey, 2015:31). La posibilidad de un acceso más libre a lo que ofrece la ciudad se ve
coartado por la dualidad geográfica que se despliega y niega la participación más amplia de
los sectores marginalizados.
Las formas que toman las ciudades a lo largo del mundo, plasman las formas de exclusión
generadas por las medidas neoliberales y su legitimidad instalada como sentido común. El
gran dinamismo productivo de las ciudades tiene cómo contraparte una gran reproducción de
pobreza urbana.
Bibliografía
● Davis, Mike. “Planeta de ciudades-miseria. Involución urbana y proletariado
informal” en: New Left Review, Nº 26, 2004
● Harvey, David. “ Breve historia del neoliberalismo”, Madrid, Akal, 2007. Cap. 1 “La
libertad no es más que una palabra” y Cap. 2 “La creación del consenso”.
● Harvey, David. (2015) El derecho a la ciudad. New Left Review, 2015. Disponible
en: DAVID HARVEY: EL DERECHO A LA CIUDAD | New Left Review
● Kern, Leslie. (2020) “Ciudad feminista. La lucha por el espacio en un mundo
diseñado por hombres ” Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Godot Argentina, 2020.
● Laval, Christian y Pierre Dardot. “La nueva razón del mundo.” Barcelona, Gedisa,
2013, Cap. 6 “El giro decisivo”
● Smith, Neil, “¿Ciudades después del neoliberalismo?”, en: Smith, Neil (et al.),
Después del neoliberalismo: ciudades y caos sistémico, Barcelona, MACBA UAB,
2009.
● Theodore, Nik; Peck, Jamie y Brenner, Neil. (2009) “Urbanismo neoliberal: la ciudad
y el imperio de los mercados.” Temas Sociales N° 66, pp. 1-11. Disponible en:
https://www.researchgate.net/publication/277955552_Urbanismo_neoliberal_la_ciuda
d_y_el_imperio_de_los_mercados
● Wacquant, Loïc, “Las dos caras de un gueto. Ensayos sobre marginalización y
penalización.” Buenos Aires, Siglo XXI, 2012, Cap. 3 “La penalización de la pobreza
y el surgimiento del neoliberalismo”.
● Wacquant, Loïc. “Parias urbanos: marginalidad en la ciudad a comienzos del
milenio.” Buenos Aires, Manantial, 2010, Cap. 6 “Parias urbanos. Estigma y división
en el gueto norteamericano y la periferia urbana francesa”.