TESTIMONIOS Y SITIO DE MEMORIA: ACERCA DE LOS USOS DEL
TESTIMONIO EN LA CONSTRUCCION DE LAS NARRATIVAS Y RELATOS
DEL MUSEO DE SITIO DEL ARCHIVO PROVINCIAL DE LA MEMORIA1.
TESTIMONIALS AND SITE OF MEMORY: ABOUT THE USE OF THE
TESTIMONY IN THE CONSTRUCTION OF THE NARRATIVE IN THE SITE
MUSEUM OF THE PROVINCIAL ARCHIVE OF MEMORY.
Natalia Magrin
Archivo Provincial de la Memoria
nataliamagrin@hotmail.com
Roberto Martínez
Archivo Provincial de la Memoria
robertoo_martinez@yahoo.com.ar
Resumen
Partiendo de afirmar que la memoria es ante todo un relato, el presente texto
intenta analizar el lugar del testimonio de sobrevivientes del Centro Clandestino
de Detención que funcionara en el Departamento de Informaciones de la
Policía de la Provincia de Córdoba (D2)2 y de ex presos políticos3 en la
construcción de las narrativas que constituyen el relato de los recorridos y
guías en el Museo de Sitio del Archivo Provincial de la Memoria. En este
sentido, partiendo de las categorías propuestas por Pollak (2006) y Ricoeur
(2010) acerca del
testimonio en relación con la historia y las memorias,
intentaremos pensar sobre las tensiones y conflictos que emergen en la
definición de un relato sobre este ex centro clandestino de detención (CCD),
hoy sitio de memoria. ¿Hay discursos más legítimos que otros en la definición
de las memorias sobre nuestro pasado reciente?, en ese caso, ¿quiénes
definen esa instancia de legitimidad?, ¿qué condiciones la construyen?, ¿esos
209
discursos son siempre testimoniales?, estos son algunos de los interrogantes
que emergen en este análisis.
Nos proponemos reflexionar sobre los elementos que entran en juego al
momento, no sólo, de construir el discurso en su materialidad lingüística, sino
también en aquellos soportes seleccionados en la construcción del Museo de
Sitio. Trabajar a partir de una topografía del discurso.
Abstract
Recognizing that memory is primarily a relate, this paper attempts to analyze
the place of testimony´s survivors of the clandestine detention center that
functioned in the Information Department of the Police of the Province of
Córdoba (D2) and political prisoners in the constructing of narratives that
constitute the stories of the tours and guides in the site museum of the
Provincial Archive of Memory. In this sense, based on the categories proposed
by Pollak (2006) and Ricoeur (2010) about the testimony in relation with the
history and memories, we try to think about the tensions and conflicts that arise
in the definition of a narrative about this ex clandestine detention center (CCD),
now site of memory. Are there discourses more legitimate than others in the
definition of the narratives on our recent past?, if so, who defines that instance
of legitimacy, and what are the conditions of the legitimacy construction?, those
discourses are always testimonials?, these are some of the questions that
emerge in this analysis.
We intend to reflect on the elements that come into play when, not only, to
constructed the discourse in their linguistic materiality, but also in the mountings
selected in the construction of site´s museum. Work from a topography of
discourse.
Palabras Claves: testimonio – territorio de memorias – narrativas – memorias.
Keywords: testimony - territory of memories - narratives - memories.
210
Intentaremos abordar la relación entre testimonio, relato y sitio en dos
dimensiones, aquella ligada al discurso topográfico4 del Museo de Sitio del
Archivo Provincial de la Memoria5 (de ahora en adelante APM) y la vinculada al
guión de la narrativa que define los recorridos. Cuando hablamos de
testimonios debemos distinguir aquellos que forman parte de las entrevistas del
archivo de historia oral6 de aquellos cuyas condiciones de circulación difieren a
la de la instancia de archivo, pero que configuran el campo de disputas sobre
la definición de las memorias. Es decir, las condiciones de producción de los
testimonios que forman parte de las fuentes orales del APM son diversas a las
de aquellos testimonios que surgen en instancias de debates laborales, de
diálogos sin estructura de entrevista, de relatos espontáneos, etc.; por ejemplo
aquellos enunciados por hombres y mujeres ex – presos políticos en instancias
de debates institucionales sobre la construcción de un relato que oriente el
guión en los recorridos por el Museo de Sitio.
Esta diferencia, en orden a su producción y también a su circulación,
resulta interesante de ser analizada a partir de la propuesta de Ricoeur (2010)
y de Pollak (2006) sobre los diversos usos del testimonio y su relación con el
archivo. Para Ricoeur el momento de la inscripción del testimonio es el ingreso
de la memoria al archivo que, lejos de clausurarse en la constitución del mismo,
asume otros usos y funciones. Asimismo, el autor sostiene que “el archivo se
presenta también como un lugar físico que aloja el destino de esta especie de
huella (…) documental. Pero el archivo no es sólo un lugar físico, espacial; es
también un lugar social” (Ricoeur, 2010: 217). Este análisis nos permite
adentrarnos entonces en el uso del testimonio en relación con lo que da Silva
Catela (2007) nombra como territorio de memorias. Es decir, procesos,
conflictos y tensiones inherentes al campo de disputas, que son las memorias.
En este sentido, el testimonio forma parte de un territorio de memorias y de la
constitución socio-simbólica de los archivos topográficos7.
En el análisis de esta relación emergen otros interrogantes, casi como
interpelando una genealogía del discurso del sitio, entre ellos el ligado a la
disputa de sentidos que se abren en la definición de un Museo8 y un Sitio de
Memoria, pregunta que, además, exige un análisis acerca de qué espacios se
211
constituyen en lugares de memorias. Ahora bien, si pensamos en la dinámica
museológica, la guía, se convierte en una actividad central ligada al “visitante”,
quien se encuentra con un recorrido demarcado previamente, un relato y un
tiempo establecido. En este sentido, el Museo de Sitio del APM, discute esta
noción a partir de la construcción de otros dispositivos9 que ponen en tensión la
necesidad de una guía permanente, constituida estructuralmente.
Acerca de los recorridos en el Museo de Sitio
En sus comienzos, este rol fue asumido por hombres y mujeres, ex – presos
políticos, trabajadores de este sitio de memoria10, quienes, generalmente,
construían un relato en primera persona sobre su paso por el CCD del
Departamento de Informaciones de la Policía D2 o su posición de ex – preso
político. En virtud de la necesidad de construir una narración que incluya
diversos discursos, que profundice la comprensión de nuestro pasado reciente,
se decidió poner en discusión colectiva, durante las reuniones de trabajo11, los
relatos y las guías. Específicamente se debate sobre la construcción de un
discurso, de narrativas sobre las memorias y, es en esa construcción donde
adviene un proceso de selección y negociación (Halbwachs, 1968). La
construcción de un relato que oriente ha estado -y está- atravesada por una
multiplicidad de tensiones propias de experiencias pasadas, trayectorias y
sobre todo, espacios de pertenencia, de los sujetos que trabajamos en este
sitio de memoria. Algunas de estas tensiones remiten a las diferencias entre los
trabajadores en torno al valor de la experiencia como condición de legitimación,
esto es, el haber vivido durante el terrorismo de Estado situaciones límites
(Pollak, 2006) o no, la militancia en una organización armada o no, la edad, etc.
Otra situación de debate se ha dado en torno al horror y su tratamiento en la
definición del relato y las señalizaciones del Museo de Sitio. Ha existido
siempre la preocupación por no reproducir el horror, aún sabiendo que el horror
habitó estos lugares, los ha construido. La pregunta gira en torno al modo en
que se narra, del lugar que ocupa la literalidad de los hechos ocurridos en este
sitio en la construcción del relato, si es necesario, por ejemplo, la descripción
212
de las prácticas de tortura física. Ahora bien, en la discusión el nodo central se
ubicó en torno a la condición de legitimidad de quien enuncia y lo enunciado.
Como sostiene Pollak:
“La memoria, esa operación colectiva de los acontecimientos y de las
interpretaciones del pasado que se quiere salvaguardar, se integra en
tentativas más o menos conscientes de definir y reforzar sentimientos de
pertenencia y fronteras sociales entre colectividades de distintos tamaños:
partidos, sindicatos, iglesias, aldeas, regiones, clanes, familias, naciones,
etc. La referencia al pasado sirve para mantener la cohesión de los grupos
y las instituciones que componen una sociedad, para definir su lugar
respectivo, su complementariedad, pero también las oposiciones
irreductibles (…) Ese trabajo de encuadramiento de la memoria tiene sus
actores profesionalizados, profesionales de la historia de las diferentes
organizaciones de las que son miembros, clubes, células de reflexión. Ese
papel existe también, aunque en forma menos claramente definida, en las
asociaciones de deportados o de ex-combatientes” (2006: 25).
No es nuestra intención aquí analizar la construcción de las memorias
encuadradas, tal como refiere Pollak (2006), y sus condiciones de producción
sino poder pensar el lugar del testimonio de ex presos políticos en este campo
de disputas, que son las memorias. La posición de ex presos políticos, que los
define como sujetos políticos en orden a su pertenencia a un espacio
construido en torno a esta condición, adviene como condición legitimante para
hablar, para decir, para contar sobre el pasado reciente. Ahora bien, en el
proceso de construcción del relato confluyen otras voces, en ese sentido
¿cuáles son los elementos que otorgan legitimidad al enunciador y a la
selección de lo que enuncia? Como sostiene Ricoeur:
“En la discusión contemporánea, la cuestión del sujeto verdadero de las
operaciones de la memoria tiende a ocupar el primer plano (…) ¿la
memoria de los protagonistas de la acción considerados de uno en uno, o
la de las colectividades tomadas en conjunto? (…) ¿a quién es legítimo
atribuir el phatos correspondiente a la recepción del recuerdo y la praxis en
lo que precisamente consiste la búsqueda del recuerdo?” (2010:125).
Interrogantes abordados por Ricoeur en orden a la construcción historiográfica
y el debate en torno a lo que se plantea como binomio: memoria colectivamemoria individual. Y en ese sentido se pregunta “¿por qué la memoria debería
atribuirse sólo a mí, a ti, a ella o a él, al singular de las tres personas
gramaticales capaces ya de designarse a sí mimas? (…) ¿porqué la atribución
213
no se podría hacer directamente
a un nosotros, a vosotros, a los otros?”
(Ricoeur, 2010: 125). Esta noción de “sujeto verdadero de las operaciones de
la memoria” nos introduce sobre aquellos procesos de veridicción que en un
espacio y tiempo se encuentran en lucha en este campo de disputas sobre la
definición de lo testimoniable, lo decible y quién enuncia. Pero aquí también se
introduce otra diferencia particular, y es la que emerge del discurso construido
por quienes siendo ex – presos políticos no sólo hablan en primera persona del
singular sino que legitiman su discurso a partir de las discusiones colectivas de
su Asociación12. Es decir, hay también un entrecruzamiento entre memoria
individual – memoria colectiva definida precisamente por el colectivo de ex
presos políticos. Vamos a pensar con Ricoeur en esta tensión en términos de
“atribución”, categoría que el filósofo francés plantea “como concepto operativo
capaz de establecer cierta conmensurabilidad entre las tesis opuestas (…)
modalidades de intercambio entre la atribución a sí de los fenómenos
mnemónicos y su atribución a otros, extraños o próximos” (Ricoeur, 2010: 127).
Es entonces la experiencia vivida lo que legitima en este caso no sólo la
veridicción del relato sino la posición de responsabilidad en torno a ser
portadores de la memoria13. Y allí, se abre el juego entre las múltiples
posiciones de quienes formamos este equipo de trabajo, con experiencias
previas ligadas a la academia, la militancia política, el movimiento de derechos
humanos, etc. Es decir, en el entrecruzamiento de las posiciones disímiles, se
genera el debate en torno a la construcción de un relato para los recorridos que
contenga esa diversidad. En este sentido, uno de los elementos de definición
se ha centrado en el para qué del recorrido, en el lugar que el Sitio le otorgará
a las guías. Es en ese marco donde, luego de un amplio debate en las
reuniones de trabajo, se definió por mayoría que las guías formen parte de una
construcción más amplia, articuladas con los recorridos y talleres que, desde el
Área Educación del APM, se realizan con grupos de trabajadores, alumno/as
de escuelas, niños y niñas de jardines de infantes, alumna/os universitarios,
miembros de organizaciones sociales, políticas, etc. Esta decisión ha sido
construida bajo una programática particular: aquella vinculada a la pedagogía
de la memoria, donde la construcción colectiva asume un papel fundamental y
214
en donde el discurso de ex presos políticos es articulado con aquellos
producidos por historiadores, antropólogos, arquitectos, investigadores y
militantes. De esta manera resulta posible que “la noción de marco social deje
de ser una noción simplemente objetiva, para convertirse en una dimensión
inherente al trabajo de rememoración” (Ricoeur, 2010: 159). Ahora bien, cabe
mencionar que esa construcción lejos de ser estática mantiene no sólo la
dinámica de lo incluible, del porvenir, sino la tensión inherente entre estas
posiciones y los procesos de negociación. Es justamente allí donde, creemos,
reside la eficacia simbólica de las memorias colectivas. Según Pollak, Maurice
Halbwachs “sugiere no sólo la selectividad de toda memoria sino también un
proceso de “negociación” para conciliar memoria colectiva y memorias
individuales” (2006: 18):
“para que nuestra memoria se beneficie de la de los demás, no basta con
que ellos nos aporten sus testimonios: es preciso también que ella no haya
dejado de concordar con sus memorias y que haya suficientes puntos de
contacto entre nuestra memoria y las demás para que el recuerdo que los
otros nos traen pueda ser reconstruido sobre una base común”
(Halbwachs cit. en Pollak, 2006: 18).
Ahora bien, esa memoria nombrada como la memoria de los otros ¿debe estar
ligada al “hecho vivencial”?, lo que nos introduce nuevamente sobre esa
instancia de legitimación y la tensión entre testimonio, producción testimonial,
memorias y resignificación. Este eje nos presenta otra de las preguntas que
orientaron este texto, los discursos sobre memorias en torno al pasado reciente
no son sólo testimoniales, aún reconociendo su necesaria inscripción para la
construcción misma del discurso. Ahora bien, frente a cada testimonio hay otro
sujeto que resignifica, inscribiéndolo en otro campo de sentidos y es lo que nos
permite pensar sobre lo que advierte Pollak:
“Desde una perspectiva constructivista, ya no se trata de lidiar con los
hechos sociales como cosas sino de analizar cómo los hechos sociales se
hacen cosas, cómo y por quién son solidificados y dotados de duración y
estabilidad. Aplicado a la memoria colectiva ese abordaje irá a interesarse,
por lo tanto, por los procesos y actores que intervienen en el trabajo de
constitución y formalización de las memorias” (2006:18).
215
Topografía del discurso o el discurso topográfico
En este apartado intentaremos pensar en los elementos que entran en juego al
momento no sólo de construir el discurso, en su materialidad lingüística, sino
también en aquellas palabras, imágenes y objetos, es decir en los soportes
seleccionados en la construcción del museo de sitio, lo que podemos pensar a
partir de una topografía del discurso. El testimonio de sobrevivientes14 que
ancla en la materialidad física de lo que fue el Departamento de Informaciones
o Inteligencia de la Policía de la Provincia de Córdoba, utilizado como Centro
Clandestino de Detención desde 1974 a 1978. El sitio en sí constituye un
testimonio en tanto enuncia, señala, marca, inscribe en la materialidad de los
muros las memorias: “acá me trajeron” “en este banco nos sentaban”. Al tiempo
que el testimonio va construyendo la narrativa de una memoria singular del
tiempo pasado “acá estuve yo” también va asumiendo un lugar en la
configuración de este “territorio de memorias” (Da Silva Catela, 2007: 41). Es
decir, el testimoniar no sólo constituye una condición de posibilidad para la
producción de sentidos singulares en relación a la propia historia -sólo
interpretables en el análisis del caso por caso- sino también en la construcción
y configuración de los procesos a través de los cuales se construye el sitio de
memoria. Es en el entrecruzamiento con otros discursos donde el testimonio se
inscribe en el espacio edilicio. Como sostiene Ricoeur:
“'yo estaba allí', el imperfecto gramatical señala el tiempo, mientras que el
adverbio señala el espacio. El aquí y el ahí del espacio vivido de la
percepción y de la acción y el antes del tiempo vivido de la memoria se
hallan enmarcados juntos en un sistema de lugares y de fechas del que
elimina la referencia al aquí y al ahora absoluto de la experiencia viva”
(2010: 191).
El testimonio, que durante 20 años mantenía en la instancia pública un
carácter de denuncia judicial, asume otro papel en este nuevo régimen de
verdad, diferente a las formas jurídicas, en términos foucaultianos. Son estas
memorias subterráneas, que refiere Pollak (2006), las que oponiéndose a las
memorias oficiales durante tantos años, hoy pasan a ser constituyentes del
espacio público de los sitios de memoria.
216
El discurso topográfico forma parte del relato, (re)presenta las
identidades de las víctimas del D2, al tiempo que promueve elementos
constitutivos de memorias colectivas. Así este discurso es considerado como el
punto de intersección entre representación y acción. Es este último aspecto
sobre el que nos interesa hacer foco, la dimensión productiva de la
intervención, en su capacidad de convocar, de interpelar, de provocar la
discusión desde un acto de responsabilidad política por lo que se elije
preservar del olvido de una acción, y se entrega a la memoria para ser
transmitido. El discurso se revela en la acción, en el espacio público, se
manifiesta a través de las palabras y las imágenes. La acción es lo que se
narra, y en la acción se entrevé la identidad, la memoria, la historia.
En este marco, la producción del discurso institucional, su aparición y
circulación, se posibilitan en el contexto en donde se realiza la topografía
discursiva, en este caso: el Museo de Sitio del Archivo Provincial de la
Memoria. Contexto que interviene directamente en las percepciones, usos y
sentidos de los elementos propuestos. La memoria, así entendida, no es
recuerdo de un “pasado idílico o catastrófico” que se posee de una vez y para
siempre, se trata más bien de una mediación que hace posible la crítica del
orden social y las experiencias de las personas. Parafraseando a Arendt, toda
narración da cuenta de cómo una persona se manifestó ante el reclamo de su
tiempo, de su acción en el mundo, de cómo se ha expuesto, cómo ha decidido
presentarse Así, relatar, es testimoniar lo experimentado, es resistir. Es,
también, en testimonios de personas que experimentaron directamente el
terrorismo de Estado, tratar de comprender que cosas como estas son
posibles; lo cual no significa perdonar. Al hacerse palabra dicha, el relato
comunica
unos
significados,
propone
unos
sentidos,
atribuye
unas
causalidades, construye al otro igual y diferente. El relato marca fronteras, tiene
un papel mediador (De Certeau, 1996).
Al sitio de memoria se le confieren sentidos distintos y múltiples,
armados a partir de las adscripciones identitarias de los actores y construidos
mediante el ejercicio de una intersubjetividad grupal. Al “usar” el sitio -al
escribirlo, nombrarlo y marcarlo- las personas van configurando un discurso,
217
en el que se entrelazan una topografía y una memoria. Del espacio anónimo, el
lugar común, se pasa al lugar significativo. En los lugares va quedando la
memoria de los acontecimientos individuales y colectivos. Así el discurso
topográfico, simbólico, hace referencia al modo específico de apropiación del
sitio, “permite trascender las visiones centradas en el imperativo espacial y
otorga un lugar central a la subjetividad del actor” (Reguillo Cruz, 2005: 3). En
el espacio -con sus escenarios, tiempos y lenguajes- es el lugar en donde se
posibilitan las construcciones sociales. En él se entretejen lo material y lo
simbólico, que se articulan para dar formas y sentidos.
Las palabras no pudieron ser destruidas en la Argentina de la última
dictadura con su represión, controles, vigilancias, castigos y Centros
Clandestinos. La palabra y la memoria; el lenguaje y los testimonios. Una
muestra son las narrativas que constituyen el relato de los recorridos y guías en
el Museo de Sitio del Archivo Provincial de la Memoria.
Referencias Bibliográficas
DA SILVA CATELA, Ludmila. (2007). Situar La Perla. Los CCD como territorios
de memorias conquistados. Mesa redonda sobre La Perla un sitio de Memoria,
Universidad Nacional de Córdoba, 8 de junio.
DE CERTEAU, Michel. (1996). La invención de lo cotidiano. México:
Universidad Iberoamericana/ITESO.
FOUCAULT, Michel. (1992). El orden del discurso. Buenos Aires : Tusquets.
POLLAK, Michael. (2006). Memoria, Olvido, Silencio. La producción social de
identidades frente a situaciones límite. La Plata: Al Margen.
REGUILLO CRUZ, Rossana. (1997). El oráculo en la ciudad: creencias
prácticas y geográficas simbólicas. IX Encuentro Latinoamericano de
Facultades
de
Comunicación
Social,
Lima.
Recuperado
de
www.dialogosfelafacs.ne.
RICOEUR, Paul. (2010). La memoria, la historia, el olvido. Buenos Aires: Fondo
de Cultura Económica.
218
Notas
1
El siguiente texto ha sido presentado en el Encuentro Internacional Fecundidad de la
Memoria. Desafíos del presente a los usos del pasado en América Latina, organizado por el
Centro de Estudios Avanzados (CEA –UNC). 14, 15 y 16 de noviembre de 2011. Córdoba,
Argentina.
2
En la década de 1070 la fuerza policial instala en el Departamento de Informaciones de la
Policía de la Provincia de Córdoba (D2) un Centro Clandestino de Detención, Tortura y
Exterminio por donde pasaron aproximadamente 20.000 hombres, mujeres y niños.
3
En el presente texto haremos referencia a la categoría sobreviviente para referirnos a
hombres, mujeres y niños que durante su detención o secuestro fueron traídos al Centro
Clandestino de Detención que funcionara en el Departamento de Informaciones de la Policía
de la Provincia de Córdoba y han sido posteriormente liberados, exiliados o trasladados a
cárceles del país, permaneciendo con vida. La categoría ex preso político remite a aquellos
hombres y mujeres que fueron detenidos en cárceles cuya existencia era de conocimiento
público. Cabe mencionar que, si bien pensamos estas categorías distintivamente, una misma
persona puede ser sobreviviente y ex preso político dado que el accionar represivo clandestino
atravesaba también las cárceles del país (torturas, fusilamientos, prohibiciones) y los detenidos
legales eran sacados de la cárcel, llevados a centros clandestinos de detención para su
interrogatorio bajo tortura, vueltos a llevar a la penitenciaría o asesinados.
4
La categoría discurso topográfico intenta definir los enunciados y sentidos producidos sobre la
materialidad física de este edificio en orden a su funcionamiento como centro clandestino de
detención y a las prácticas concentracionarias del campo.
5
El 22 de marzo de 2006 los legisladores de la Provincia de Córdoba sancionan la Ley 9286,
denominada Ley de la Memoria, que establece la conformación de la Comisión Provincial de la
Memoria y la creación del Archivo Provincial de la Memoria emplazándose en el edifico donde
funcionara el Departamento de Informaciones de la Policía de la Provincia de Córdoba,
conocido con la sigla D2, en el Pasaje Santa Catalina 66, entre el cabildo y la catedral, a
metros de la plaza principal de la ciudad de Córdoba. La Comisión está conformada por
representantes y miembros de diversas instituciones y organizaciones: Familiares de
Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, Asociación de Ex Presos Políticos, Abuelas
de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S, Servicio de Paz y Justicia, Universidad Nacional de Córdoba,
Poder Ejecutivo, Poder Judicial, Poder Legislativo. El Archivo Provincial de la Memoria
construye el Archivo propiamente dicho alojando los documentos de la represión y el Museo de
Sitio en el edificio donde funcionara el Centro Clandestino de Detención. Cabe mencionar que
al momento de construir el acervo documental no se contaba con un solo documento. Los
trabajadores de las Áreas de Investigación, Digitalización, Conservación y Archivo salen en
búsqueda de estos documentos en Comisarías, Jefatura de Policía, Escuelas, Morgue,
Hospitales, etc. Actualmente el Archivo cuenta con 700 metros lineales de documentación
referida al periodo 1960 – 1980.
6
El Área de Historia Oral y Audiovisual del APM, tiene entre sus objetivos realizar entrevistas
sobre diversas temáticas relacionadas con la represión en la Provincia de Córdoba para
construir fuentes orales que aporten diversas dimensiones para el estudio de la Historia
Reciente
7
Cuando hablamos de archivo topográfico hacemos referencia a aquellas prácticas de
interpretación, producciones orales, escritas e institucionales que producen sentidos sobre la
materialidad física del lugar, definiendo su valor patrimonial.
8
Al pensar en un Museo de Sitio, se nos presenta la discusión acerca de la importancia del
espacio propiamente dicho, de aquella definición que la arqueología otorgará a los yacimientos
arqueológicos y su pasaje a lo museificación, tema que amerita un análisis diverso al presente.
9
Como los acrílicos en las paredes con fragmentos de testimonios, los álbumes en la sala
“Vidas para ser Contadas” que reconstruyen historias de vidas de personas desaparecidas, los
libros prohibidos y los decretos de prohibición, los productos audiovisuales expuestos en cuatro
salas, entre otros.
219
10
Algunos de los trabajadores del APM son familiares de desaparecidos, ex – presos políticos
o sobrevivientes del CCD del Departamento de Informaciones de la Policía.
11
El equipo de trabajo del APM se reúne todos los días lunes para definir y organizar las
actividades a realizar cada área o conjuntamente, preocupaciones, dilemas o conflictos que
surgen en la cotidianeidad laboral. En este caso en particular, la discusión giraba en torno a la
construcción del guión propuesta por los miembros del área educación, cuya responsable es
sobreviviente del CCD D2, y otros jóvenes trabajadores.
12
Asociación de ex Presos Políticos de Córdoba.
13
Algunos ex presos planteaban que debían ser ellos quienes realizaran los recorridos porque
“lo habían vivido”, incluso el uso de la primera persona en la reconstrucción del espacio físico
constituía un elemento de legitimación “acá estuve yo”. Cabe mencionar, que ser portadores de
la memoria implica también una posición respecto al haber sobrevivido y a la responsabilidad
de testimoniar.
14
La categoría sobreviviente exigiría un análisis más profundo, diferente al que se pretende en
el presente texto. Cabe resaltar que por momentos nos referiremos a sobrevivientes para
nombrar a aquellos hombres y mujeres que fueron llevados, durante su secuestro o detención,
a este CCD, y que, su testimonio, hoy forma parte del Acervo Documental del Área de Historia
Oral del APM con los cuales se han construido las señalizaciones en el Museo de Sitio.
Fecha de recepción: 29 de junio de 2012. Fecha de aceptación: 28 de
septiembre de 2012.
220