ARTÍCULO / ARTICLE
Aletheia, vol. 10, n° 20, e051, junio-noviembre 2020. ISSN 1853-3701
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Maestría en Historia y Memoria
Archivo, Testimonios y Memorias en Uruguay
Archive, Testimonials and Memories in Uruguay
Martina Eva Garcia
Universidad Nacional de Buenos Aires, Argentina
Universidad de la República (Montevideo), Uruguay
martinaevagarcia@gmail.com
Resumen:
En el siguiente trabajo me propongo describir y analizar brevemente, desde mi experiencia como entrevistadora, algunos aspectos
del Archivo Oral de la Memoria; dando cuenta de su contexto de creación y su vinculación con el proyecto de Sitios de Memoria.
Asimismo a través de un momento y un recorte de la extensa noción desarrollada por Pierre Nora analizo el archivo oral como Lugar
de Memoria. Dada la imposibilidad de dar una definición acabada de esta categoría elegí tomar dos elementos que se mantienen en
sus redefiniciones: La dimensión simbólica de los Lugares de Memoria y la Voluntad de Memoria de los mismos. Los testimonios
que este archivo atesora - en tanto pasaje de lo privado a lo público – otorgan el carácter simbólico a este lugar de memoria, y se
configuran como hecho político.
Palabras clave: Archivo Oral, Memorias, Testimonios, Lugar de Memoria.
Abstract:
e following research paper has the aim of describe and analize briefly, from my experience as an interviewer, some aspects of
the Oral Archive of Memory; giving account of its creation context and its link with the Memory Sites project. Also, through a
moment and a cut of the extensive notion developed by Pierre Nora, I analyze the oral archive as a Memory Place. Considering
the impossibility of contributing with a finished definition of this category, I chose to take two elements that remain in their
redefinitions: e symbolic dimension of the Places of Memory and the Will of Memory. e testimonies that this archive treasures
- as a passage from the private to the public - give the symbolic character to this place of memory, and are configured as a political
fact.
Keywords: Oral File, Memories, Testimonials, Memory Place.
Introducción
El siguiente trabajo surge como necesidad de reflexionar sobre la propia práctica de entrevistadora en este
archivo. Si bien existen muchas diferencias entre el trabajo de campo etnográfico y la entrevista etnográfica,
me resulta imposible escindir “la mirada antropológica” en el quehacer de la entrevistas, por lo tanto, es
a partir de mi propia experiencia como entrevistadora y estudiante de antropología, que tomaré algunos
fragmentos de entrevista y momentos de la interacción con los/as entrevistados/as que me resultaron
sumamente significativos para su análisis.
El Archivo Oral de la Memoria está compuesto por más de 50 de testimonios de sobrevivientes de Centros
Clandestinos de Detención y Tortura (CCDyT), exiliados, presos políticos y familiares que condensan
experiencias de militancia político-social, de persecución y represión por parte del Estado y violaciones a los
derechos humanos, enmarcadas (en el sentido de Halbwach) en los principales procesos sociales, políticos
e ideológicos de la segunda mitad del siglo XX. Aquí nos centraremos en dar cuenta del valor de estos
testimonios, como un relato que pasa de lo privado a lo público, pasando de la memoria más íntima a la esfera
pública.
Recepción: 23 de agosto de 2019 | Aceptación: 28 de octubre de 2019 | Publicación: 1 de septiembre de 2020
Cita sugerida: García, M. E. (2020). Archivo, Testimonios y Memorias en Uruguay. Aletheia, 10 (20), e051. https://doi.org/10.24215/18533701e051
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“Toda narrativa del pasado implica una selección. La memoria es selectiva; la memoria total es
imposible.” (Jelin, 2001, p. 10). Todo testimonio, en tanto narración sobre el pasado se encuentra plagado
de silencios y olvidos, los cuales tienen diferentes significados, usos y sentidos.
A lo largo de la historia las sociedades reflexionan sobre su pasado y atesoran en la memoria algunos hechos
de su pasado reciente, como afirma Jelin retomando a Moliner: “La memoria, en tanto «facultad psíquica
con la que se recuerda» o la «capacidad, mayor o menor, para recordar» (Moliner, 1998, p. 318) (recordar:
«retener cosas en la mente»), ha intrigado desde siempre a la humanidad.” (Jelin, 2001, p. 2).
Particularmente en sociedades donde se han vivido procesos de violencia política, las huellas del pasado
quedan muy marcadas. En muy pocas ocasiones encontramos una unanimidad en términos memorísticos
y de interpretación de esos pasados, como afirma Joel Candau rara vez los recuerdos se mueven al mismo
ritmo, por lo general las memorias se enfrentan y actualmente mucho más, dado que hay cada vez más grupos
e individuos que hacen valer sus pretensiones de hacer memoria. En relación con lo anterior, el historiador
Pierre Nora en una nota para el Diario la Nación afirma que “(…) apareció una vida mediática densa, que
contribuyó a crear una forma de memoria colectiva, independiente del poder puramente científico. Las
tragedias del siglo XX contribuyeron, en gran medida, a democratizar la historia, es decir, a hacerla vivir. El
hombre comenzó a sentir que lo que vivía era la historia, contrariamente a lo que sucedía en las sociedades
campesinas tradicionales”1 – a “tragedias” agregaría: genocidios y violencia política -.
Ahora bien, por qué hablamos de grupos que hacen valer sus memorias si quienes recordamos somos
los individuos. Está discusión acerca la relación entre memorias individuales y colectivas posee una larga
tradición en los estudios sociales de memoria. No es mi intención aquí hacer un “estado del arte” sino destacar
algunos desarrollos conceptuales que me resultan significativos para este trabajo.
Para comprender los procesos sociales de memorias, la noción de “marcos sociales” desarrollada por
Maurice Halbwachs cobra vital importancia. El trabajo de Halbwachs intenta demostrar que las memorias
individuales siempre se despliegan en un marco social, siempre que recordamos lo hacemos en común con
otros, “(…) sólo podemos recordar cuando es posible recuperar la posición de los acontecimientos pasados
en los marcos de la memoria colectiva (…)” (Halbwachs, 1992, p. 172). Los recuerdos de otros y los códigos
culturales compartidos ayudan y se imprimen en los recuerdos individuales y personales, el grupo le brinda
los instrumentos para la reconstrucción de su pasado mediante fechas, palabras, rituales y conmemoraciones.
De acuerdo con Elizabeth Jelin, el pasaje de lo individual a lo colectivo se impone cuando pensamos procesos
de memorias, ya que los mismos no ocurren en individuos aislados sino en seres humanos insertos en un
entramado de relaciones sociales, grupos, redes culturales e instituciones; de esta manera se hace imposible
pensar los recuerdos o las huellas del pasados por fuera de estos contextos. Por lo tanto, las memorias
individuales siempre son enmarcadas socialmente. En definitiva, en la memoria que “por naturaleza, es
afectiva, emotiva, abierta a todas las transformaciones, inconsciente de sus sucesivas transformaciones,
vulnerable a toda manipulación” (Nora, 2018), la selectividad que opera no es más que el resultado de un
ordenamiento del pasado en función de las visiones del mundo, de los símbolos y representaciones del grupo.
Siguiendo la línea de Halbwachs, para que la memoria de otros realice su tarea de reforzar nuestros recuerdos,
es preciso que esos recuerdos grupales tengan relación con los hechos de mi pasado. Si bien cada uno de
nosotros pertenecemos a un grupo amplio que es el país o la nación, los grupos intermedios actúan “mucho
más directamente sobre la vida y el pensamiento de sus miembros” que la nación, cuya historia sólo tiene
algunos puntos de contacto con la historia de los individuos (Halbwachs, 1968).
Michael Pollak retomando el trabajo de Halbwachs, introduce una perspectiva que intenta ser superadora
de la herencia durkheimiana, y afirma que el análisis debe centrarse en cómo los hechos sociales se transforman
en cosas, es decir, quiénes y cómo intervienen en ese proceso. En consecuencia, el foco va a estar puesto sobre
los agentes y procesos que intervienen en la constitución y formalización de las memorias. De esta manera,
las memorias entran en disputas y la historia oral pone el centro de atención de sus análisis en las minorías,
lo que el autor denomina las memorias subterráneas. Las memorias de los excluidos y los marginados que
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se oponen y ponen en tensión la “memoria oficial”. En interesante destacar que el vínculo entre memoria
oficial y memorias subalternas al igual que la significación del pasado sobre el silencio, no debe ser pensado
siempre en terminados de dominador y sociedad civil - Estado o Gobierno / pueblo- sino que muchas veces
estas tensiones se hacen presentes entre grupos minoritarios y la sociedad general. En el Cono sur por ejemplo
los procesos de transición post-dictatoriales no fueron fáciles, muchos de los actores políticos no veían las
violaciones a los derechos humanos como prioritarios o urgentes. Coexistían quienes estaban dispuestos a
postergar la cuestión; aquellos a quienes no les preocupaba el tema; los que impulsaban el olvido y los que
reivindicaban la actuación de los militares justificando las violaciones. Por lo que, quienes querían castigar a
los culpables eran una voz entre muchas otras (Jelin, 2008).
Puntualmente en Uruguay, primero en 1989 y luego en 2009 se plebiscitó la anulación de Ley 15.848 de
Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado. En ambas oportunidades la mayoría de la sociedad uruguaya
votó a favor de la NO anulación de dicha ley, que desde 1986 ampara a quienes cometieron violaciones a los
derechos humanos durante la dictadura.
El pasado ha desaparecido, no es posible exhibirlo tal cual es sino a través de las “huellas” que ese pasado ha
dejado para que nos acerquemos a él. Como pruebas de existencia, esas huellas se nos hacen presentes tanto
en dimensiones discursivas como materiales. La memoria es construida a través de las historias y experiencias
vividas por los sujetos que recuerdan y reconstruyen esos materiales del pasado siempre a partir del uso de
datos del presente y con expectativas de futuro.
Las prácticas discursivas que narran las experiencias e historias pasadas se identifican como memorias de
lo sucedido. La memoria no es entonces algo dado, por lo que debemos centrar la atención en las dinámicas,
prestando atención las tensiones y luchas, que suponen relaciones de poder. La memoria es analizada y
comprendida en términos de disputa, de valoración, de estudio, en torno al cual se despliegan modos de hacer
hacer y hacer decir en el presente. “Con la memoria, (...), la marca del antes y el después se deposita en la cosa
evocada” (Ricoeur, 2000, p. 5)
Por lo tanto, las memorias debe ser entendida como algo más que meros datos “dados”, es preciso
comprenderlas como una construcción social, objeto de disputas, conflictos y luchas y permeable a los
cambios históricos y sociales. Dando lugar a los diferentes actores sociales y negociaciones en torno a los
sentidos del pasado que nos permite dar cuenta de las relaciones de poder implicadas en los procesos de
construcción de las memorias (Jelin, 2001; Guglielmucci, 2013).
Contexto de Creación del Archivo Oral de la Memoria
El Museo
En el año 2006 es creado Centro Cultural Museo de la Memoria (MUME), y abierto al público un año
después, en diciembre de 2007. Esta institución depende de la Dirección de Cultura de la Intendencia de
Montevideo, tanto en su fundamentación del 2006 como en su página institucional se explicita que su
surgimiento responde a la necesidad urgente de simbolizar contundentemente la historia del golpe de Estado
en el país para que nunca más se vuelva a repetir2. Su “misión” se define como la creación de un espacio para
la promoción de los Derechos Humanos y la Memoria de la lucha por la Libertad, la Democracia y la Justicia
Social.
Las líneas y áreas de trabajo del museo son las siguientes: Departamento educativo que coordina las visitas
guiadas y talleres orientados a instituciones educativas de nivel primario, secundario y terciario. El área de
archivo donde se preservan diferentes colecciones documentales y materiales que fueron donadas o cedidas
a préstamos al museo, y que son exhibidas en las salas. En esta área funciona también el Archivo Oral de la
Memoria. Como “Centro Cultural” el museo cuenta también con una agenda artístico-cultural que consta
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de intervenciones, conciertos, teatro y exposiciones temporales. A la vez que funciona como sede y promotor
de seminarios de formación docentes, mesas redondas, conferencias y simposios.
El equipo del museo esta integrado por su Director, Elbio Ferrario, las coordinadoras del área educativa y
de archivo, dos investigadores, una capataza, una administrativa, dos asistentes de sala, una montajista, dos
asistentes de atención al público, un jardinero, un técnico infógrafo, un vigilante, una pasante, cuatro guías
y siete talleristas.
Los Sitios
En el año 2015 el MUME, el Espacio para la Memoria Quica Salvia (IMC), la Asociación de Amigas y
Amigos del MUME, y la Fundación Zelmar Michelini, comenzaron a trabajar en proyectos que generen
la visualización de dos Centros Clandestinos de Detención y Tortura (CCDyT) que funcionaron durante
la última dictadura: “300 Carlos” y “Los Vagones”. Y en la redacción y su posible aprobación de un
proyecto de Ley de Sitios de Memoria. Con el asesoramiento de Memoria Abierta (Argentina) se realizaron
seminarios, encuentros y talleres, tendientes a definir “ las cinco preservaciones relacionadas en un proyecto
de actuación integral de Sitios de Memoria: 1) Preservación Patrimonial; 2) Preservación de la Comunidad;
3) Preservación Arquitectónica, 4) Preservación Arqueológica; 5) Preservación de la Memoria.” (Documento
Archivo Oral de la Memoria, 2018)
“300 Carlos”- “infierno Grande” es un sitio tutelado por la Justicia, ubicado dentro de un predio militar, el
cual comprende el Servicio de Material y Armamento (SMA) y el Batallón 13. Entre 1975 y 1977 funcionó
como CCDyT creado por Organismo Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) de la División
de Ejército N° 1 con el conocimiento del Servicio de Información y Defensa (SID). En 2005 fue recuperado
un enterramiento primario (López Mazz et al. 2007), el que correspondió a un adulto masculino, en un fosa
rectangular excavada en el suelo natural, presentando fragmentos de cal y cubierta por una losa de hormigón.
Los restos recuperados fueron identificados por análisis de ADN como Fernando Miranda, de 56 años de
edad al momento de su desaparición, el 30 de noviembre de 1975 (GIAF 2013-14 42). Actualmente se
continúan realizando excavaciones en el predio del Batallón 13.
Este sitio formó parte de un circuito de CCDyT, junto a la casona de Punta Gorda (“Infierno Chico”) y
la ex cárcel del pueblo, denominado “El circuito de los 300 Carlos”.
El 27 de Junio de 2016 se realizó, en el marco de lo dispuesto por los artículos 7 y 8 de la Ley Nº 18.596 de
Reconocimiento y Reparación a las víctimas de la actuación ilegítima del Estado, la colocación de dos placas
conmemorativas en el predio de SMA y el Batallón 13.
El Sitio “Los Vagones” ubicado en el Barrio Olímpico de la Ciudad de Canelones operó como CCDyT a
partir de septiembre del año 1975 y forman parte de un circuito de represión que estuvo compuesto por otro
sitio de vagones que estaba localizado cercano a lo que era la Escuela de Policía. En los años posteriores tuvo
otros usos y fue sumamente invisibilizado, en su mayoría los habitantes de la ciudad desconocen su existencia.
El 19 de mayo de 2018, la Intendencia de Canelones y la Asociación Ágora - Identidad, Derechos Humanos
y Memoria Canaria- realizaron un acto con motivo de la señalización del Sitio de Memoria “Los Vagones”.
Como todo proceso social, el proyecto de Sitios no escapó a la lógica propia de las dinámicas grupales, políticas
e institucionales. De esta manera se fueron delineando dos equipos de trabajo en torno a cada uno de los sitios.
Durante el 2017 se conformó una comisión de trabajo para la actuación en el sitio, integrada por: MUME,
la Asociación de Amigos y Amigas del MUME, el Municipio d, el Municipio g, el Complejo Municipal
SACUDE, el Centro Cívico Luisa Cuesta, el Centro Comunal Zonal N° 11, el Centro Comunal Zonal N
° 13, Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos, la Asociación de Amigas y Amigos del MUME, el
Consejo Vecinal 11, el Consejo Vecinal 13, la Agrupación UTE – AUTE, la Fundación Zelmar Michelini
y sobrevivientes del “300 Carlos” Por otro, en el sitio conocido como “Los Vagones” la Asociación Civil
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AGORA, el Espacio Para la Memoria y los DDHH “Quica Salvia” dependiente de Intendencia de Canelones
y sobrevivientes del sitio comenzaron a trabajar en la señalización y preservación del mismo.
Tanto el “300 Carlos” como “Los Vagones” fueron utilizados como CCDyT en la “Operación Morgan”,
este operativo represivo contra los militantes del Partido Comunista Uruguayo (PCU) y el Partido por la
Victoria del Pueblo (PVP) se desarrolló en Argentina y Uruguay hasta junio de 1976. El nombre “Morgan”
alude al clásico pirata británico, ya que el objetivo estratégico era desmantelar la estructura financiera, el
aparato armado y de propaganda del PCU. Las acciones represivas fueron implementadas por Organismo
Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA) (Investigación histórica, tomo III; 28).
El Archivo Oral
El Archivo Oral de la Memoria surge entonces como una iniciativa complementaria del proyecto de
Sitios, como afirma uno de los integrantes “La importancia del Archivo Oral dentro de este proyecto es que
los Sitios, muestre realmente lo que ocurrió en aquellos lugares. Porque efectivamente, la sociedad conoce
de manera relativa que en este país hubieron torturas, hubo persecución, hubo homicidio
político...hubieron desaparecidos”3.
El proyecto del archivo se configuró como una forma de “hacer hablar” esos lugares. En definitiva, de lo se
trata es de considerar las memorias en sus dimensiones discursivas y materiales, los restos físicos de ese pasado
cobran significación cuando son relacionadas con los discursos de quienes estuvieron allí, de los testigos.
Como todo proceso social dinámico el archivo oral fue mutando en sus objetivos y alcances, y si bien nació
con el objetivo de acompañar la iniciativa de sitios, luego se convirtió en un proyecto de mayor alcance.
De esta manera, las entrevistas realizadas a los sobrevivientes y familiares del sitio “300 Carlos” dejaron de
conformar el acervo completo del archivo para conformarse como una serie más entre otras previstas por
el equipo. “El Archivo Oral de la Memoria –Uruguay, creado por el MUME y la Asociación de Amigas
y Amigos del MUME, comienza su tarea con la conformación el Archivo de Testimonios del Sitio “300
Carlos”. (...) Pero los objetivos y alcance de este Archivo Oral terminaron siendo más amplios que el archivo
referido a un sitio, abarcando al conjunto de las luchas políticas en Uruguay desde fines de la década de
1950, y los cambios sociales, políticos y culturales que se produjeron. (...)”. (Documento Archivo Oral de la
Memoria - Uruguay, 2018:8). Para la construcción de este archivo se adoptó la metodología desarrollada por
Memoria Abierta (Argentina), quienes mediante talleres, el aporte de profesionales, y consultores de archivo
transmitieron su experiencia y monitorearon la experiencia uruguaya. Se compone de registros audiovisuales
de entrevistas narrativas testimoniales, lo que permite integrar la gestualidad, la corporalidad, el movimiento,
la espacialidad, los silencios, el volumen sonoro, etc. incorporando otras dimensiones discursivas, el mismo no
se edita - excepto que se solicitado por el entrevistado- , ni se transcribe. Si el entrevistado solamente aceptara
un registro de audio, se accederá a esa modalidad de entrevista.
El Archivo de testimonios se propone generar un espacio de formación, documentación, producción,
preservación y sistematización de documentos sobre nuestro pasado reciente –historia presente, a través de
testimonios personales donde los relatos den cuenta de la experiencia de las personas y de hechos significativos
del período. La construcción del archivo atenderá a que el conjunto de testimonio de cuenta de la existencia
de puntos de vista diferentes sobre la temática en cuestión, así como su carácter de asunto público. El
trabajo comprende un conjunto de acciones que son anteriores y posteriores al registro del testimonio. Éstas
comienzan en el momento en que se definen los nombres de las personas con quienes se va a tomar contacto
para la entrevista. El coordinador contacta a la persona a fin de transmitir la misión y los objetivos de las
entrevistas, para luego asignar a un entrevistador o a una entrevistadora, de acuerdo a variables evaluadas por
la coordinadora. Luego se realiza el “primer contacto” entre el/la entrevistado/a y el/la entrevistador/a, donde
se pautan las fechas de entrevistas y los temas a tratar, más adelante volveremos sobre el primer encuentro.
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Actualmente cuenta con casi setenta entrevistas realizadas, y se han comenzado a diversificar las series4
que conforman el acervo: CCDyT “La Tablada”; “Familiares” y “Segunda Generación”. El 7 de noviembre
de 2017 se realizó en la Intendencia de Montevideo la presentación oficial del Archivo5. En la página web
del museo se encuentran a disposición la lista de “microresumenes” de los testimonios disponibles en el
Archivo Oral (nombre y apellido del testimoniante, organización política o gremial a la cual pertenecía, fechas
y lugares de detención). Para la consulta pública de las entrevistas es necesario completar un formulario y
enviarlo al correo institucional.
El Archivo como “Lugar de Memoria”
Luego de más de veinte años de aparición del concepto “lugares de memoria” desarrollado por Pierre
Nora, se han escrito ya multiplicidad de libros y artículos haciendo uso de esta noción. Sin embargo,
muchos autores y el mismo Nora se preguntan acerca de su aplicabilidad fuera de Francia y en el análisis de
los pasados recientes. Sin ánimos de hacer un análisis exhaustivo ni cernir este trabajo a la exclusiva
aplicación de esta noción, hay algunos elementos que resultan interesantes para intentar pensar en Archivo
Oral de la Memoria - Uruguay como un “lugar de memoria”.
No es posible hacer una transcripción exacta de esta definición dada la plasticidad de la misma, y las
múltiples modificaciones que el autor fue operando a lo largo de los años sobre este concepto. Josefina Cuesta
Bustillo se pregunta si esta noción no debe ser comprendida más como un método, que como una categoría
analítica:
Su autonomía del molde en el que le vierte su creador le hace correr el riesgo de diluirse, de ahí el empeño de
Nora en redefinirle continuamente. Plasticidad y elasticidad que permiten preguntarse si no podría ser más
un método que un concepto de contornos definitivamente definidos o una nueva forma de aproximación y
de análisis a la memoria. (Cuesta Bustillo, 1998, p. 218)
En su primera versión el autor los define como los lugares donde se cristaliza y se refugia la memoria, donde
se ancla, condensa y expresa el capital agotado de la memoria colectiva. Para considerarlos como tales deben
ser considerados en los tres sentidos de la palabra: material, simbólico y funcional; en grados diferentes pero
siempre presentes. Asimismo, aquello que los convierte en lugares de memoria es un juego de la memoria y
la historia, una interacción de ambos factores que permite su sobre determinación recíproca. Para que ellos
existan es necesario que exista la voluntad de memoria, si ella falta, serán lugares de historia (Nora, 1984). El
concepto se va ampliando a «toda unidad significativa, de orden material o ideal, de la cual la voluntad de
los hombres o el trabajo del tiempo ha hecho un elemento simbólico del patrimonio memorial de cualquier
comunidad» (Nora, 1992, p. 20). Existen dos elementos que se mantienen invariables en la redefiniciones
del autor: la dimensión simbólica de los lugares de memoria y la voluntad de memoria. Respecto a la voluntad
de memoria la distinción trazada por Eugenia Allier Montaño resulta esclarecedora. Cuando Pierre Nora
habla de voluntad de los hombres o del trabajo del tiempo es posible incluir dentro de la misma tanto lugares
que pueden ser entendidos como puntos de cristalización de la memoria, como aquellos construidos por los
diferentes actores o grupos con la expresa voluntad de “rescatar” la memoria. Es decir, en algunos casos, los
lugares de memoria poseen en sí mismos voluntad de memoria sin necesidad de que se les otorgue desde
afuera, o en todo caso les es otorgada con el tiempo. Y otros son creados con voluntad expresa de que se
conviertan en artefactos que contribuyan a la memoria (Allier Montaño, 2008).
El archivo oral es en sí una construcción, un artefacto creado y diseñado por voluntad de hombres y
mujeres con objetivos académicos, políticos e ideológicos determinados. No podemos pensar el archivo oral
como lugar o espacio que emana significados por su propia materialidad, sino que lo convierte en un lugar
de memoria es justamente la voluntad de memoria que contiene desde su surgimiento. Posee la voluntad
expresa de “rescatar” las memorias de “luchas políticas en Uruguay desde fines de la década de 1950, los
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cambios sociales, políticos y culturales que dieron lugar a la movilización social que cuestionó el orden
existente, y la represión que dio lugar a las violaciones de los derechos humanos, la dictadura y el terrorismo
de Estado.” (Documento Archivo Oral de la Memoria- Uruguay, 2018).
Con “los lugares de memoria” Nora establece un pasaje del acontecimiento a lo simbólico en el estudio
de la historia, poniendo el énfasis en el símbolo, y no ya en el acontecimiento. De esta manera, cobran
relevancia las representaciones presentes de esos acontecimientos y juegan un rol central los actores. El
valor simbólico de los lugares de memorias va a estar dado por las representaciones de las huellas del
pasado, las significaciones de lo acontecido. Por lo tanto el valor simbólico del Archivo Oral de la Memoria
está condensado en los testimonios que atesora. Como afirma Pierre Nora, estos lugares no se reducen a
monumentos o acontecimientos memorables, a objetos puramente materiales. “Les lieux de mémorie” es
una noción abstracta, destinada a desentrañar la dimensión rememoradora de los objetos que pueden ser
materiales pero sobre todo inmateriales. Los testimonios sobre el pasado son siempre una representación
desde el presente de los hechos acontecidos. Implican un volver hacia atrás desde un hoy, la memoria aparece
como una recreación del pasado desde de los dilemas, preguntas y demandas del presente. Retomando a
Achugar, los lugares de memorias deben ser entendidos como enunciaciones, y es necesario poner el foco
sobre el horizonte político e ideológico en el que se construyen esas enunciaciones (Achugar, 2003).
Centrándonos en los testimonios de los detenidos del CCDyT “300 Carlos” - los cuales conforman la
primera serie del Archivo Oral y representan el mayor porcentaje de entrevistas realizadas- , esto cobra total
relevancia. En primer lugar, como señalamos más arriba, el “300 Carlos” aún continúa siendo utilizado y
funcionando dentro del predio militar. Si bien dentro de las políticas de reparación material y simbólica del
Ministerio de Educación y Cultura se colocó una placa conmemorativa, la realidad es que los habitantes de
los barrios aledaños en su mayoría desconocen lo sucedido allí dentro. Por otro lado, la causa que investiga
los delitos de tortura, privación de libertad, violación, lesiones personales, amenazas, atentado a la libertad
personal por funcionario público de una cárcel y abuso de autoridad contra los detenidos, ocurridos en el
“300 Carlos”, iniciada en el año 2011 aún no ha tenido resoluciones significativas. Continuando con las
políticas de reparación, la Ley N° 18596 establece que el Estado uruguayo, a través de una Comisión Especial
expedirá un documento que acredite la condición de víctima y la responsabilidad institucional que le cabe al
haber afectado la dignidad humana de quienes hubiesen permanecido detenidos por más de seis meses por
motivos políticos, ideológicos o gremiales, sin procesamiento en el país o en el extranjero bajo el control o
la participación de agentes del Estado o quienes sin serlo, hubiesen contado con su autorización, apoyo o
aquiescencia7. Por lo tanto, para ser “acreditados” como víctimas, los detenidos debieron haber estado en esa
condición al menos por seis meses. Mientras que el tiempo estimado que los detenidos en forma clandestina
e ilegal que pasaron por el “300 Carlos” y otros centros CCDyT, estaban alrededor de dos meses - muchos
de ellos volvieron a ser trasladados desde los cuarteles o el Penal de Libertad-.
Esto nos permite preguntarnos por el lugar del testimonio en relación a la denuncia de la represión, la
detención ilegal, la tortura y la violación de los derechos humanos y cuál es actualmente y a futuro, su
valor en torno en términos simbólicos y judiciales. “Así, pese a la imposibilidad de tener acceso directo a
la documentación sobre violaciones a los Derechos Humanos, los crímenes perpetrados por el Estado han
podido conocerse a través de los testimonios de quienes los sufrieron. (Bacci, Oberti, Skura 2012).
Archivo como reservorio y conservación de testimonios: El valor del Testimonio
Retomando la noción desarrollada por la antropóloga Susana Skura definimos testimonio como:
(...) Un relato que pasa de lo privado a lo público, de la memoria personal a la denuncia y el reclamo, volviéndose un hecho
político. El testimonio es una forma de relato que no consiste solamente en un intercambio entre un sujeto que requiere
información y otro que la brinda, (...) sino que es, ante todo, una situación de transmisión, una búsqueda de salir del soliloquio
para compartir ese relato en un espacio público, y en ese proceso el discurso se vuelve testimonio. Lo que sucederá al momento
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del registro, lo que será dicho y lo silenciado tienen un origen en tanto relato que comienza a definirse mucho antes del
encuentro, de modo que nos subimos a ese devenir de la vida y de la memoria de los entrevistados, y ese proceso continuará
aún después que demos por concluido el encuentro y nos despidamos.” (Skura, 2017, p. 147).
Michael Pollak hace mención de la vivacidad de los recuerdos, de los “no dichos” y su permanencia en el
tiempo, estos recuerdos dice el autor son transmitidos en el marco familiar, en asociaciones, etc. Son recuerdos
prohibidos, indecibles o vergonzosos que celosamente se guardan en estructuras de comunicación informales,
pasando desapercibidos por la sociedad en general. El testimonio se transforma así, en el pasaje de lo esfera
íntima a lo público. Al momento de la entrevista sólo estamos el/la que entrevista, el camarógrafo/a y el/
la entrevistado/a, sin embargo ese universo dialógico trasciende ese encuentro. No sólo por el hecho de ser
el testimonio un documento público libre para la consulta, sino porque la narración se construye desde el
supuesto de una audiencia. Quien testimonia, también lo hace pensando en un potencial oyente.
Omar Mir estaba dando su opinión respecto a las políticas de memoria y derechos humanos del Frente
Amplio como Gobierno, y en medio del relato comenzó a mirar la cámara y a señalarla con su mano, le estaba
hablando a la cámara:
¡Mira lo que les estoy pidiendo! A los militares, a los que aún quedan vivos, los que participaron en la tortura ¡Que ellos
me conocen, yo no los conozco! que saben cómo me dieron, que a otros les dieron más ¡y a otros los hicieron desaparecer!
¡Qué no tuvieron la valentía de decir: ‘sí los matamos defendiendo la Patria!’. ¡Los escondieron! (Omar Mir, entrevistado
en Septiembre de 2017).
La autoridad del testimonio no consiste en garantizar la veracidad de lo que se enuncia, sino en la
reformulación. Pierre Nora afirma que la memoria está abierta a la dialéctica del recuerdo y la amnesia,
inconsciente de sus deformaciones sucesivas, vulnerable a todas las utilizaciones y manipulaciones, susceptible
de largas latencias y de súbitas revitalizaciones. El testimonio evoca una memoria que actualiza el recuerdo,
lo transforma y lo representa en rigor de un presente determinado. El testimonio es, entonces, una forma
efectiva de coadyuvar a que discursos que se hallaban en la esfera íntima tengan lugar. Es necesario resaltar ,
como bien lo afirma Jelin en su trabajo “¿De qué hablamos cuando hablamos de Memorias?”, que el poder
de las palabras no está dado en las palabras mismas, la memoria - como construcción social narrativa- implica
estudiar las propiedades de quien narra y de las instituciones que otorgan o dan poder. Es necesario tomar en
cuenta los procesos de construcción del reconocimiento legítimo. “La recepción de palabras y actos no es un
proceso pasivo sino, por el contrario, un acto de reconocimiento hacia quien realiza la transmisión” (Hassoun,
1996 en Jelin 2001).
Memorias, Olvidos y Silencios
Hablar de memoria es también hablar de olvidos y de silencios, existen multiplicidad de situaciones, usos,
sentidos en los que se hacen presentes; toda acción requiere olvido, es imposible poder vivir sin olvidar
(Nietzsche, 2000). La memoria es selectiva, pensar en una memoria total es imposible, siempre que hablamos
de memoria es preciso hablar de olvidos y silencios. Los acontecimientos traumáticos acarrean grietas en la
narración, ausencias en la memoria, la imposibilidad de dar sentido al acontecimiento pasado, de incorporarlo
narrativamente, coexistiendo con su presencia persistente y su manifestación en síntomas, indica la presencia
de trauma. De esta manera, el olvido no es ausencia o vacío, sino la presencia de esa ausencia, la representación
de algo que estaba y ya no está (Jelin, 2001).
En una de mis primeras entrevistas a Maria Luisa Bategazzore “Marisa”, reflexiona acerca de los eventos
traumáticos vividos por las segundas generaciones: el exilio, el desexilio, las visitas al Penal de Libertad o a
Punta de Rieles. Y, en relación al relato reciente de la violencia vivida por el hijo de un preso político por
parte de los militares, ella nos dice:
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Todos callamos cosas. Yo soy consciente que hay un elemento de vergüenza en ciertas experiencias ¡De humillación!... que
es lo que buscaban los milicos, es decir, el desnudar a la gente es un elemento de humillación, es en sí una humillación y
una tortura. Tengo una imagen que es brutal, soy una persona de imágenes y hay imágenes que las tengo guardadas para
la película que nunca voy a hacer. Y tengo una imagen de algunas veces que en el “300” bichaba, de los hombres desnudos
en fila llevados a ducharse. Pelados, desnudos, parecía una escena de Auschwitz… una cosa muy golpeante. Entonces...Hay
cosas que uno no olvida, pero tampoco las está contando todos los días… y hay cosas que sí, es sano olvidar también. Yo
necesité olvidar muchísimas cosas… o por lo menos archivarlas… profundas. Uno tiene que hacerse una cierta cáscara, por
eso dejar una terapia psicoanalítica te lleva tiempo, porque después de haber roto todas las cáscaras tenés que reconstruirte
todas las cáscaras, no podes vivir… sin cáscaras. Y eso lleva su tiempo, un proceso de elaboración”. (Maria Luisa Bategazzore,
entrevistada en Noviembre de 2016)
Más adelante Marisa narra el encuentro con “compañeros” al momento de la denuncia - en el marco de la
Causa llevada adelante por la Jueza Mariana Motta -. En ese contexto de denunciar las tortura y la violencia
que ejercieron sobre ellos en CCDyT, el hecho de conversar con otros/as que vivieron lo mismo le permitió
rememorar cosas que creía olvidadas. Allí ella vuelve sobre los olvidos:
Hay muchas cosas que uno olvida, y otras que quiere olvidar. Yo te comenté que hice un ejercicio para olvidar, cada vez
que algo me venía a la cabeza de todo lo que había pasado ahí me obligaba a bajar la cortina y ponerlo afuera. (..) Yo hice
un ejercicio de olvido porque necesitaba sacarme esas cosas de la cabeza… para sobrevivir, para sobrellevar”. (Maria Luisa
Bategazzore, entrevistada en Noviembre de 2016).
Existe un primer tipo de olvido «necesario» para la sobrevivencia y el funcionamiento del sujeto
individual afirma Jelin; como bien declara Primo Levi, el recuerdo de un trauma es en sí mismo traumático
porque recordarlo duele, o al menos molesta: “quien ha sido herido tiende a rechazar el recuerdo para no
renovar el dolor; quien ha herido arroja el recuerdo a lo más profundo para librarse de él, para aligerar su
sentimiento de culpa.” (Levi, 2000, p. 2). Este olvido resulta en alguna medida liberador, permite a muchas
personas que atravesaron el horror, poder continuar su vida. Marisa hace referencia al ejercicio del olvido,
el esfuerzo de dejar atrás el CCDyT para reconstruir su vida. En ambos fragmentos podemos ver cómo la
entrevistada insiste en la idea de olvidar para fortalecerse y continuar. Las memorias traumáticas cristalizan
también el momento de ruptura, estos eventos se vuelven memorables porque irrumpe el tránsito de la vida
de las personas. Luego de la detención, nada fue igual, la tortura, la desaparición, penal o exilio. El olvido
necesario o vital, es también el intento de sutura de esas historias interrumpidas. Pasados que parecían haber
sido olvidados en forma definitiva, reaparecen y se actualizan producto de cambios en los marcos culturales,
políticos y sociales que contribuyen a revisar y resignificar las huellas.
Mi primera entrevista fue a Fernando Funcasta, un militante del PVP, sociólogo y docente de nivel
secundario; y con la ventaja de que su “memoria” no estaba derrotada por los años. Cuando le pregunté
si había podido hablar de su secuestro y desaparición o de lo vivido dentro del 300 con sus hijos - que
eran coetáneos a mí - me dijo que jamás había hablado de eso en los mismos términos que lo estaba
haciendo conmigo, ni tampoco había sido entrevistado anteriormente. La segunda entrevistada: Maria Luisa
Bategazzore, sólo había hablado de su secuestro y desaparición en el 300 Carlos con una amiga, que también
había estado detenida allí, y que hacía poco tiempo había fallecido. La entrevistada había sido detenida junto
a quien era su esposo en ese entonces
Entrevistada: “Nunca más lo hable, nunca más volví a hablar del tema hasta el retorno al Uruguay, que lo hablé con esta
amiga, con (menciona el nombre), que había pasado por lo mismo. Ella falleció ya, y nunca más hablé.”
Entrevistadora: ¿Ni siquiera con tu esposo?
Entrevistada: “No, nunca hablamos. Nunca… Nunca… Nunca hablamos. Ni tampoco le conté de estas cosas a mi hijo.
Sabe que estuvimos presos pero, nunca entré en detalles.”
Podría continuar enumerando a gran parte de las personas que entrevisté, porque en su mayoría ninguno
de ellos había hablado de su experiencia en el CCDyT. Resulta significativo que los entrevistados no hayan
hablado con sus hijos e hijas, inclusive aquellos que sus hijos e hijas fueron testigos de su secuestro o durante
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años los visitaron en la cárcel. Siguiendo a Pollak esto podría responder a una necesidad de proteger a sus
hijos de heridas sumamente dolorosas. “A esas razones políticas del silencio se agregan aquellas, personales,
que consisten en querer evitar a los hijos crecer en el recuerdo de las heridas de los padres.” (Pollak, 2006, p. 6)
Quisiera resaltar la historia de un Roberto Calvete jubilado de la Administración Nacional de Usinas y
Trasmisiones Eléctricas (UTE), un hombre que comenzó su vida política y militante a través de sindicato,
cuando ya siendo un adulto de cerca de 30 años ingresó a UTE. A los pocos años comenzó a militar en el
PCU, Roberto de ser un hombre de barrio “que no entendía nada de política”, en pocos años era un militante
sindical comprometido, afiliado al PCU y realizaba algunas “actividades clandestinas”. Cuando lo detuvieron
sus hijos eran grandes, algunos de ellos inclusive adolescentes y fueron testigos de secuestro. Roberto nunca
había hablado de su paso por el 300, ni del Penal, ni de su militancia gremial ni partidaria. Al terminar la
entrevista, nos agradeció por poder transmitir su historia.
Fueron muy pocos los entrevistados que en otras oportunidades habían brindado testimonio, o habían sido
entrevistados previamente. En algún caso fue la causa que investiga los delitos cometidos contra las personas
detenidas ilegalmente en “300 Carlos”, cuyo testimonio tuvo que ver con una denuncia penal7. O breves
entrevistas escritas para periódicos zonales, prensa partidaria o portales de internet. Michael Pollak afirma que
el silencio, lejos de conducir al olvido, se convierte en la resistencia que una sociedad civil impotente opone
al exceso de discursos oficiales, esperando la hora de la verdad y la redistribución de las cartas en ideológicas y
políticas. Además de la hora de la verdad y la coyuntura política propicia para la emergencia de esos recuerdos
existen otras dimensiones a tener en cuenta. Quienes testimonian no siempre han encontrado una escucha
receptiva de esas experiencias, ya que no sólo resultan temas difíciles de abordar para el propio testimoniante
sino que han sido también socialmente acallados por décadas (Bacci, Oberti, y Skura, 2010).
No tenía ni idea que iba a poder decir tantas cosas como las que dije ¡Vaya a saber los disparates! (risas). Para mí fue un gusto,
les agradezco que me hayan escuchado, me hayan tenido esa paciencia… Y esta es mi visión, subjetiva por supuesto, de todos
mis andares… por este mundo. Claro, quedan muchas cosas para atrás, he tratado de dejar las negativas últimamente… que
me las cuente otro (risas). Y ta, y punto, muchas gracias. (Omar Mir, entrevistado el Septiembre de 2017)
Existe también la voluntad de silencio, de atesorar las huellas para cuidar de los otros, “(...) como expresión
del deseo de no herir ni transmitir sufrimientos. Hay otra lógica en el silencio. Para relatar sufrimientos, es
necesario encontrar del otro lado la voluntad de escuchar (Laub, 1992b; Pollak, 1990 en Jelin, 2001).
Graciela es la compañera de Leopoldo Correa, una de las personas que entrevisté, en el primer encuentro
previo a la entrevista de Leopoldo donde estuvimos los tres, ella intervino en varias oportunidades, aclarando
que su compañero era un poco olvidadizo, y recordándome que aún le costaba hablar del tema. Entre el primer
encuentro y el día la entrevista - que fue realizada en su casa en el departamento de Maldonado- Graciela
me dijo que ella tenía un texto de su autoría con su propia experiencia como presa política. Continuamos
en contacto, por algunas actividades desarrolladas en el MUME y mensajes de saludos por fin de años y
demás (Más adelante desarrollare el tema del vínculo entrevistador entrevistado). En el momento en que se
comenzó con la subserie “familiares”, la contacté con la idea de hacer un “primer encuentro” para llevar a
cabo la entrevista, ella fue postergándome la fecha, por razones de salud primero, por falta de tiempo después.
Hasta que finalmente logró transmitirme la angustia que le generaba el volver a hablar de su paso por la cárcel,
y me advirtió el deseo de no querer hacerme daño con su relato. De acuerdo con Pollak existe en las memorias
individuales el temor a ser incomprendido. El encontrar a otros con capacidad de escuchar es central en el
proceso de quebrar silencios.
Memorias Políticas
Partiendo de la definición de testimonio desarrollada por Susana Skura podemos identificar dos
dimensiones: por un lado la transmisión como una forma de pasaje de lo privado a lo público; y por otro
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lado la importancia de la escucha. Sin embargo me gustaría destacar una tercera dimensión, que resulta
inherente a destacar cuando tratamos con memorias de violencia política, y es justamente la dimensión
política de las memorias. Al ingresar a la esfera pública (8) el testimonio se vuelve un hecho político, ya no
se trata de memorias espontáneas, la memoria política busca intervenir en el mundo social, denunciando, y
discutiendo la realidad política, social y jurídica. El testimonio permite a los entrevistados posicionarse
como agentes y distanciarse del lugar de víctimas. Los entrevistados no niegan su identidad política ni su
militancia, por lo que prefieren -en su mayoría- identificarse como sobrevivientes.
Gustavo Mora es un médico psiquiatra jubilado, militante PVP durante su juventud y al momento de ser
detenido, actualmente forma parte de la Comisión por Memoria Verdad y Justicia en Mercedes. Algunos
años después de haber salido de prisión escribió un libro “Inaugurar el Alba”, en una nota realizada por un
portal de internet él explica: “el texto tiene que ver con mantener viva la memoria (...)”. Al final de nuestra
primera sesión de entrevista en Mayo de este año, le pregunté a qué se refería con mantener viva la memoria:
Creo que hay que mantener viva la memoria, en última instancia, para entender o darle cabal entidad - este
un pensamiento filosófico, ideológico y político mío - de la crudeza de la lucha de clases. (...) Es tan cruda que
no nos podemos distraer, es tan cruda que no podemos ser ingenuos (...). Ellos no se distraen, no te permiten,
no te dan pie a que vos “estribes” - como dicen los gauchos-, te desestriban al rato nomás y… volvemos para
atrás. (...) Sobre todo para eso, para dar cuenta de lo serio y extremada que es la lucha de clases. Y mañana,
yo no creo que “Nunca Más”, yo no creo. Lo digo, lo fomento, lo propagandeo pero si en algún momento es
necesario puede pasar de vuelta ¿por qué? porque es enserio. El capitalismo no puede permitir la chance de que
se generen países o sociedades que tengan fundamentos distintos o contrapuestos al capitalismo. Mantener la
memoria no para victimizar sino, para entender que esto es una lucha política encarnizada, la memoria como
herramienta política. (Gustavo Mora, entrevistado en Mayo de 2018)
De esta manera Gustavo vuelve sobre la problemática de la victimización, si bien él entiende que es
necesario dar cuenta de las prácticas y políticas sistemática de represión ejercidas durante la última dictadura
militar, también remarca su lugar de agente de transformación. Fue detenido, torturado y encarcelado por
motivos políticos, y esa identidad política no desaparece en el relato. La memoria es para Gustavo una
herramienta política en la medida que le permite traer a la arena pública la denuncia, pero también la
advertencia.
Conclusiones
Elizabeth Jelin establece una distinción muy importante en los procesos de memorias: lo activo y lo
pasivo. La existencia de archivos, centros de documentación, huellas del pasado almacenadas en distintos
tipos de soportes no garantizan su evocación. “En la medida en que son activadas por el sujeto, en que son
motorizadas en acciones orientadas a dar sentido al pasado, interpretándolo y trayéndolo al escenario del
drama presente, esas evocaciones cobran centralidad en el proceso de interacción social.” (Jelin, 2001, p. 7)
Desde que comencé mi trabajo como entrevistadora, y en mayor medida mientras realizaba este trabajo me
preguntó acerca de la funcionalidad del Archivo Oral en término políticos y de transmisión. Sin dudas este
fragmento de Elizabeth Jelin me conduce a pensar en este proyecto como una memoria pasiva. Tratando de
esquivar los análisis lineales, entiendo y resalto el valor del archivo, como un “lugar de memoria”, una forma
de denuncia y en definitiva como una manera de propiciar que tenga lugar un discurso que -hasta ahorapudo no tenerlo.
Sin embargo considero que es necesario lograr a futuro la manera de que esos testimonios no sean
solamente un documento de consulta para la academia, para producir exclusivamente más estudios sociales
sobre las memorias. Una de nuestras urgencias como equipo es la edad, la muerte de los testimoniantes nos
sobrevuela.
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Sin dudas tomar testimonios de los protagonistas de nuestra historia recientes es urgente, pero también
es urgente activar esas memorias fuera de las fronteras de la academia. Creo que el desafío es comenzar
a construir alternativas para que esos testimonios no sean sólo documentos, en un país donde dos veces
la sociedad civil eligió no derogar las leyes de impunidad pero, donde las memorias subalternas siguen
encontrado la oportunidad de pronunciarse.
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investigación de campo (pp. 147-176). Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía
y Letras Universidad de Buenos Aires.
Notas
1 https://www.lanacion.com.ar/788817-no-hay-que-confundir-memoria-con-historia-dijo-pierre-nora.
2 Entrevista a Peter Kroch de la Asociación de Amigos del MUME, para el audiovisual del archivo oral - año 2017.
3 Dentro del Cuadro de Clasificación Documental de la Intendencia de Montevideo, el Archivo Oral de la Memoria surge
como Subfondo subordinado, dentro del subfondo Documentación de colecciones museográficas (UY-IMO-DM)
del Fondo Intendencia de Montevideo. Se comenzó definiendo una primera serie denominada Centro Clandestino
de Detención y Tortura 300 Carlos – Infierno Grande y una subserie correspondiente a Sobrevivientes del Centro
Clandestino de Detención y Tortura 300 Carlos. La subserie en este caso, corresponde a la categoría definida para la
realización de la entrevista.
4 Es importante señalar que este texto fue escrito durante la primera mitad de 2018, en Agosto de 2019 el acervo está
compuesto casi de 100 entrevistas.
5 Documento actualizado. Ley N° 18596 Promulgación: 18/09/2009 Publicación: 19/10/2009Registro Nacional de
Leyes y Decretos: Tomo: 1Semestre:2Año:2009.
6 A propósito de esto, es interesante destacar la diferencia entre los testimonios brindados en este tipo de entrevistas y
los testimonios en el marco de una causa judicial. Como se mencionó más arriba,distintos autores (Jelin, Pollak, Skura,
Oberti, Bacci) han trabajo de la relevancia de la escucha. La entrevista como universo dialógico, relacional e intersubjetivo
proporciona una escucha diferente a la que pueda darse en un marco jurídico. “Creemos que la particularidad de este
tipo de abordaje respecto del judicial, por ejemplo, se evidencia tanto en términos de la forma como de sus contenidos
y de la interlocución que genera no sólo en el momento de la entrevista, sino también con quienes luego lo consultarán:
ver y oír el relato de la experiencia sobre la violencia requiere una escucha atenta y cuidada. Este cuidado comienza antes
del testimonio y se reitera cada vez que se accede a él.”(Bacci, Capurro Robles, Oberti y Skura, 2014, p. 124)
7 “El autor define la esfera pública como un espacio social donde los flujos comunicacionales se condensan en opiniones
públicas que ejercen influencia en la circulación del poder político (Habermas, 1997, p. 92). En la esfera pública
los participantes “asumen posiciones” y “uniones potenciales” de diálogo o de opinión. La esfera pública no es una
institución, ni una organización, pues no constituye una estructura normativa capaz de diferenciar competencias y roles
sociales. Tampoco es un sistema, porque se caracteriza por tener “horizontes abiertos, permeables y desplazables”. Es más
bien una red adecuada para la comunicación de contenidos, toma de posiciones y opiniones, y está asociada tanto a la
acción de movimientos sociales, como a ámbitos considerados privados, donde a través los medios de comunicación, por
ejemplo, los sujetos son convocados a tomar posicionamientos políticos.” (Lifschitz, 2012, p. 6).
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