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Cartografía histórica de Melilla

1997

cartographic history of Melilla

CartJJgrrifia hisMa de Melilla CarWgrrifW histórica de Melilla Antonio Bravo Nieto 1 497 - M e lil la - 1997 CIUDAD AUTÓNOMA DE MELILLA QUINTO CENTENARIO DE MELILLA, S.A. Presentación Existen muchas fórmulas para encontrar el hilo conductor de la historia, pero sin duda la más bella es la que puede seguirse a través de la imagen, y este libro, que ahora ti enes en tus ma nos, es un claro intento por conseguirlo. Trazar la historia de la milenaria ciudad de M eJilla ha sido tarea ya abordada por diferentes profesores y especialistas, pero precisamente faltaba una obra que asumiera definitivamente la importancia que la cartografia ha tenido en su acontecer a través de los tiempos. El profundo carácter mediterráneo de Melilla ha propiciado a lo largo de los siglos que se fuera n asentando en ella sus principales culturas y civilizaciones históricas. Este "acercarse" a sus orillas motivó la necesidad ele precisar su situación geográfica y visualizar la imagen que la ciudad ofrecía; por esa razón aparece Rusacldir en toda la cartografia históri ca de importancia desde los griegos, para pasar a ser denominada como Melilla a partir de fines del siglo IX. Pero MeJilla entra realmente en la historia visual de la cartogra fía a partir de me~i ado~ del siglo XV I. Fue entonces cuando aparecieron representaciones continuadas de la ciudad, sobre sus murallas y edificios, trazado urbano y las obras que fueron consolida ndo un verdadero museo ele fortificación. Por esta razón, el objetivo de este libro es ofrecer las más significativas imágenes de una amplísima serie ele mapas, planos, dibujos, cartas ná uticas, trazas y grabados que se conservan en los principales archivos históricos sobre la M elilla del último medio milenio, de la Melilla española cuyo Quinto C entena rio celeb ramos todos los melillenses en 1997. T odas estas imágenes hacen referencia a la zona antigua de Melilla, cuyas murallas encierran en su interior un impresionan te musco de historia. Estos " rcfk:jos en papel" que son los documentos cartográficos que en este libro se ofi·eccn, nos permiten a los melillenses del siglo xx com prender las circunstancias (a veces adversas) que forja ron nuestra ciudad. M eJilla representa una sólida realidad histórica que siempre supo salir adela nte en los momentos dificilcs; la ciudad mantuvo una perma nente dialéctica con todas las fu erzas que pugnaban por oponérsele, y después de varios siglos, esa Melilla histórica que aquí apa rece reflejada, se ha convertido en nuestros días en un importante C onjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural integrado en el patrimonio español, y, por tanto, parte integra nte de la historia de Europa y del M ed iterrá neo. Esa M eJilla generada en los siglos pasados, ha devenido en nuestros días en una joya internacionalmente reconocida en el mundo de las fortificaciones mediterráneas. Es, por lo tan to, uno de los principales valores que los melillenses podemos aporta r a la cultura y al arte que rodea al viej o M are Nostrum; esta imagen se ve agigantada aún más dentro del contexto de una ciudad eontemporánea abierta a la multiculturalidad y formada por varias comunidades milenarias que son las herederas directas de siglos de arte y realizaciones históricas. Si la trascendencia de una ciudad se mide por las ideas que sus ciudadanos son capaces de transmitir, no cabe duda de que la M eJilla histórica puede sentirse justamente orgullosa de custodiar valores universales que nos convierten a todos en sus responsables. Y éste es el pilar básico que justifica la proyección de M eJilla en el siglo XXI, su aportación a la cultura y el compromiso de unir a sus cuatro culturas en la defensa de unos valores que pertenecen ya por igual a todos. Espero que esta obra que tienes en tus manos, sirva para reimaginar todas las visiones históricas y los momentos sugerentes que han caracterizado la M elilla de los últimos siglos, ya que conocer nos ayuda a conservar nuestros valores. I GNAC IO V E L ÁZQUEZ RI VE R A Presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla " EN AQUEL IMPERIO, EL ARTE DE LA CARTOGRAFÍA LOGRÓ T AL P ERFECCIÓN QUE EL M APA DE UNA SOLA PROVINC IA OCUPABA UNA CIUDAD, y EL MAPA DEL IMPERIO ToDA UNA PROVINC IA. CoN EL T IEMPo, EsTos MAPAS D Es MESURADos NO SATISFACIERON Y LOS COLEG IOS DE CARTÓGRAFOS LEVANTARON UN MAPA DEL I MPERIO, QUE TENÍA EL TAMAÑO DEL I MPERIO Y CO INC IDÍA PUNTUALMENTE c o N ÉL. MENOS ADICTAS AL E sTuDIO DE LA CARTOGRAFÍA, LAS G ENERACIONEs SIGUIENTES ENTENDIERON QUE ESE DILATADO MAPA ERA I NÚTIL Y NO SIN I MPIEDAD LO ENTREGARON A LAS I NCLEMENCIAs DEL SoL Y DE Los I NVIERNos . EN LOS DESIERT OS DEL ÜESTE PERDURAN DESPEDAZADAS R UINAS DEL MAPA HABITADAS POR i\NJMALES Y POR MENDI GOS: EN TODO EL P AíS NO HAY RELIQUIA DE LAS DI SCIPLINAS GEOGRÁFICAS." ( SuÁREZ MIRANDA. Viajes de varones jJrudentes, I.IBRO CUARTO, CAP. x1v. l...ÉRIDA, I658. T ExTo INCLUIDO EN joRGE Lurs B o RGEs, Historia universal de La infamia, I 954 ·) , Indice 13 Introducción 31 Entre el M edievo y el Renacimiento 43 La Mar Chica y La costa de Me tilla 55 La construcción de una ciudad subterránea Asedios J' guerras de minas 69 Los inicios del "siglo de oro)) melillense La primera nútad deL sigLo x VIII 83 La consolidación del Cuarto Recinto Las.fórtificaciones de MeLiLLa durante La segunda mitad del 97 111 s~gio .\'1'111 Arquitectura Ji obras jJúblicas en lvfelilla durante el reincido de Los Barbones La ciudad extramuros t-'L tenitorio de NfeliLLa antes de 1862 125 UtojJÍa y realidad Los planes de d~fensa y urbanismo deL sigLo 139 El río de Oro 151 Los jJiLares de La ciudad moderna XIX MeliLLa )' sus Límites 165 EL interés regional a finaLes deLsiglo 1 79 El crecimiento de una ciudad moderna XIX MeüLLa en los últimos cien a!los 195 La otra España A.fticana Los jmzones de Vélez de la Gomera y de AL/mremas y Ú1s islas Chqfarinas Introducción Melilla a través de su cartografia histórica La importancia y el valor estratégico de MeJilla dentro del ámbito mediterráneo durante los últimos cinco siglos, construyeron una sólida realidad histórica que han hecho de ella un ámbito privilegiado a nivel nacional para la representación cartográfica ' . El amplio corpus de planos, mapas, dibujos y grabados que existen sobre esta ciudad nos permite reconstruir una interesante historia de M eJilla mediante la imagen , pero de la imagen entendida con un sesgo histórico y cartográfico. Es obvio que los planos so n una de las principales fuentes docum entales con la que contamos para poder reconstruir la historia, y sin embargo, en el caso de Mclilla, no se había realizado hasta el momento el esfuerzo de reunir en una obra sus principales representaciones cartográficas. Con motivo de la celebración del medio milenio de la reconstrucción de la ciudad , la sociedad Quinto C entenario ha propiciado la aparición de este li bro, salvando todos los obstáculos y dificultades que una obra de esta envergadura ha tenido que sortear. La idea, entroncaba por otra parte con nuestro interés personal por abordar este trabajo, que requería una investigación previa en los principales archivos hjstóricos nac:;.i.q_nalcs. Las principales fuentes cartográficas que contienen los fondos más vaiiosos sobre M elilla 2 son el Archivo General de Simancas (i\GS.)3 y los archivos castrenses del Museo Naval, M adrid (MNm.), Servicio Histórico Militar, Madrid (SHM.)\ Servicio Geográfico del Ejército, M adrid (SGE)5 y Comandancia de Obras de Mclilla (COml.). Pa ra estos últimos contamos con la ayuda del Comandante Ge neral de MeJilla, al que queremos agradecer sus decid idas gestiones que nos faci litaron el acceso a los distintos fondos dependientes del Ejército de T ierra. Desafortunadamente, y pese a todas las gestiones efectuadas, no pudimos consultar el fondo de 83 planos históricos que aún perteneciendo a la Coma ndancia de Obras de MeJilla fueron trasladados en fechas cercanas a dependencias de la Capitanía de Sevilla . En principio, determinamos que la obra no fuera tanto un catálogo general de pla nos (lo que hubi era requerido una recopilación extensiva y cuantitativa de múltiples materiales cartográficos), como una visión selectiva sobre aquell os documentos visuales m ás destacados que nos permitieran establecer un recorrido histórico coherente sobre MeJilla. La selección nos permiti rá hacer un recorrido visual a través ~e 11 8 mapas, p la nos, cartas náuticas, trazas, proyectos, dibujos y grabados que deben formar parte indispensable de cualquier análisis o construcción teórica sobre la ciudad. lnt ro d ucrirí n 13 T al vez la primera y pri ncipal consecuencia de este análisis, sea encontrar una constante explicativa de la ciudad. M ás allá de cualquier posiciona mien to circunstancial sobre la reali dad melillense, o de los a nálisis parciales, apasionados y reductores a que la bibliogra fía tradicional nos ti ene acostumbrados, Melilla es una sólida realidad histórica plasmada en quinientos atios de realizaciones m ateriales. Y, además, es uno de los ámbitos de estudio científico más privilegiado con el que se puede encontrar un investigador, ·pues comprende realidades ta n heterogéneas y situaciones ta n especiales que la origin alidad siempre se viene a constituir en denominador común de cualquier trabajo sobre ella . Ligada a los vaivenes de la fluctuante política española sobre las orillas del lVIediterrá nco, Melilla va a estar ligada estrechamente a las a ltas decisiones del Estado sobre su funcionalidad estra tégica. En este se ntido, podemos apreciar en su devenir a lo largo de los siglos el re A~j o de Ja política española, la mayor parte de las veces como pequeña pieza de este sistema, dando cue nta que la historia se reconstruye a veces a través ele los reflejos clocumen tales. No es el momento de enumerar aquí momentos concretos de esplendor y otros ele problemas y abandono; la misma ciudad pudo al mismo tiempo servir de seguro refugio a dos sultanes ele Marruecos durante algunos ati os, y estar absolu tamente olvidada durante otros períodos '"e11 Jos que su població n llegó a sufrir las máximas penurias por escasez de alimentos. Lo que sí es cierto (haciendo abstracción sobre este medio milenio) es el , inamovible interés ele la monarquía esp añola por asegurar la conservación y consolidación de la ciudad ele Melilla en su contexto norteafricano. Los argumentos de los monarcas hispanos, tanto en los H absburgo como en los Borboncs, estuvieron siempre en la línea ele buscar razones ele tipo histórico. Así, en el abanico de memorias que acerca del estado ele Mcl illa solicitaron Fernando VI y Carlos III a diversos ingenieros y militares, se expresaba tajan temente que en las o piniones sobre la conveniencia ele conservar y potenciar la ciudad, se tuvieran siempre en cuenta las " razones que en lo antiguo se tuvieron para la conquista y conservación de estas plazas" 6. Así, los factores que en el siglo XV III se argumentaron para mantener el carácter español de la ciudad, eran los mismos q ue habían teni do los políticos del siglo XV I, en tre ellos las opiniones que el influyente historiador Antonio de H errera expuso a fina les de siglo en la traducción que hizo del italiano de los diez libros de La Razón de l!.,stado de Juan Bo tero 7. Nunca, y a pesar de una gran cantidad de informes técnicos contradictorios sobre el valor de la ciudad, perdió la monarquía española el sentido de estado que revestía su posicionamiento sobre Melilla. El carácter dual entre centro y periferia, cobraba su valor en las fronteras de la monarquía, de esa frontera que delimitaba los confines del mundo hispano; y Melilla fue parte activa de esa frontera por su doble carácter mediterráneo y nortcafi·icanoH. 14 Carlografía hi.rlórica de tll rli/la Ese mismo carácter determinó el interés por la fortaleza en otras potencias ; no sólo de Marruecos sino de otros países europeos como es el caso de Francia, que disponía en sus archivos secretos de abundantes pla nos sobre MeJilla'\ línea confirmada por la existencia de copias francesas de pl anos españoles en otros archivos 10• Es así como la pequei'ía plaza y ciudad de MeJilla podía ocupar el interés internacional precisamente por su posición de fr·ontera, carácter que la ha determinado a lo la rgo de los siglos. La ciudad-fortaleza que fue reconstruida por orden de los R eyes Católicos a partir de 1497 pa ra servir de posible cabeza de puente para una futura expansión, cede paso a un núcleo defensivo que sería fortificado por orden del emperador Carlos, a unque su hijo Felipe II potenció su consolidación en una plaza fuerte que pudiera defenderse holgadamente en su entorno regional. Durante el siglo XVTI se reOej an en MeJilla las contrad icciones de la monarqu ía cspai'íola, de sus agudos problemas y amplias fracturas, pero nunca dejó la ciudad de estar abastecida y de concentrar el interés de Felipe IV y de C arlos II, hecho muy evidente en sus propias m anifestaciones de puño y letra en los consejos reales. MeJilla sale de un siglo realmente peligroso por el tenaz interés del sultán Muley lsma'il por conq uista r la ciudad, y se interna en el que nosotros denominamos su "siglo de oro", el XVIII. Esta centuria, ta mbién llena de contradicciones, contempla el mayor imp ulso concedido a la ciudad, las mayores inversiones en obras y fortificaciones, el paso por~ Melilla de los más prestigiosos ingenieros de los reyes Felipe V, Fernando VI, Carlos ITI y Carlos IV, para reparar y construir nuevos recintos que la hicieran inexpugnable. Du rante esta época nacen tres nuevos recintos, la ciudad se eriza de fortificaciones abaluartadas, de fuertes de todo tipo y de a mplias galerías de minas subterráneas. T ambién de sólidos ed ificios como sus almacenes o el nuevo hospital, y con ellos MeJilla penetra en el siglo X IX, centuria llena de problemas pero también de utopías sobre su expansión que fi nalmente van a cuaj ar en la recuperación de los antiguos límites de la ciudad de acuerdo a la demarcación de 1862, firm ada por el mismo sultán de Ma rruecos. D esde entonces, MeJilla no hace sino crecer en su an tigua zona extramuros, se construyen fuertes y junto a ellos nacen los barrios modernos que irá n salpicando una realidad urbana que se va a desplegar ya en el siglo XX, y donde la cartografia histórica se funde con la realidad contemporánea. E l M editerráneo y el .Norte de Ajrica: cartografía J' evolución histórica Ya se ha señalado ampli amente la estrecha vinculación de Melillq_dentro del latir histórico del M editerrá neo. Si a esto sumamos q ue los balbuceos de la cartografia se han ido desarroJiando en el á mbito del M are Nostrum, concluiremos que las primeras referencias a esta lnl rod u ccián 15 ciudad nacen con el propio deseo de los cientí-ficos griegos por ordenar el conocimiento sobre el mundo. Ya en el siglo V a.C. el historiador griego H erodoto de Halicarnaso viajó por la cuenca mediterránea y gracias a él conocemos la primera representación del continente africano. El mapa que realizó se nos prese nta actualmente muy deformado, situa ndo a los pueblos libios junto a atla ntes y garamantes; por otra parte, las montañas del Atlas estarían cubiertas por nieves perpetuas y de estas montañas surgiría n las mismísimas fuentes del Nilo 11• Los problemas de representación car tográfica por entonces era n muchos y de dificil solución, a unque la ciencia griega se aplicó seriamente en soluciona r todas las dificultades. En este sentido, H ypparco consiguió trasladar sus conocimi entos astronómicos a la geografía: de este modo pudo conocer la situación de un lugar situándolo en su latitud y longitud, mientras realizaba un catálogo de p ucblos 12 • Pero fue realmente Ptolomeo, geógrafo y matemático griego, quien sentó las bases de una cartografia más "fiable, cuyas consecuencias llegaron claramente hasta el R enaci miento. Era cierto que se podía conocer la latitud y la longitud a través de la observación de los astros, pero faltab.a._un mapa que representara los lugares. Por esta razón, Ptolomeo realizó la primera obra donde se describía el mundo conocido de forma pormenorizada, y señalaba oc.ho mil lugares con sus coordenadas. Sin em bargo el perfil del mar Mediterráneo que ofrecía Ptolomeo estaba muy desproporcionado, y resultaba gráficamente muy largo y estrecho, debido a errores de cálculo sobre paralelos y meridianos, y un sistema de representación en abanico' :{. En su libro V aparecía dibujado el Norte de Áfri ca, donde situaba la antigua factoría púnica de Rusaddir, el precedente histórico de la ciudad de M eJilla. Rusaclclir seguirá siendo recogida a partir ele entonces en otras obras ele historiadores y geógrafos como Pomponio Mel a o Plinio, y también en el Itinerario Antonino. La posterior ruptura del mundo romano supuso un período de oscuridad sobre esta ciudad, que no aparece citada en los itinerarios del siglo IX. Será en el siglo X, cuando el geógrafo Al-Mokadasi se refiera de nuevo a la antigua Rusaddir, denominada a partir de entonces como Melilla . Con este nombre vuelve a apa recer en las ob ras de l bn H awkal (siglo x) y en la Descripción deL Ajlica SejJlentrionaL de Abu Beid el Bckri (siglo XI). Pero el jalón fundamental en esta evolución de la cartografía mediterránea, fue protagonizado por un ce utí: al Xcrife al ldrisi, nacido en l 099. Este personaje fue llamado a la corte del rey Rogerio TI de Sicilia, donde pudo desarrollar con comodidad una gran actividad científica; allí prese ntó su trabajo Recreo deL que desea recomr eL mundo) junto a un mapa denominado la TahuLa Rogeriana y setenta mapas parciales. Al ldrissi realmente no 16 Ca r t ogr afí a h is tó r i r n d e ill el i /ln variaba la fo rma que Ptolomeo había dado al M editerráneo, pero si alteraba sustancialm ente su toponimia que era actualizada, recogiendo ya la presencia de MeJilla, que aparece a partir de entonces de forma inin terrumpida en toda la cartografia histórica mediterránea 1' 1• Mclilla será representada en gran número de cartas náuticas y portulanos del siglo X IV, reflejo de las estrechas relaciones comerciales entre el levante español y el Norte de África. Pero sin duda la figura que revolucionó la cartografia regional, ya en el siglo XVI, fue Juan León el Africano; este autor rompió con la tradición de los itinerarios que reseñaban úni camente las poblaciones, para considerar el terreno como un todo que comprendía su hidrografia, clima, habitación, etc. 15 • Juan León el Africano partía de la obra ptolemaica e idrisita, pero superaba ampliamente su visión del norte de África, debido a observaciones llevadas a cabo personalmente en sus viajes. Su influencia va a ser fund amental en todas las obras de mapas y atl as posteriores. Las cartas planas utilizadas ampliamente por los cartógrafos aragoneses 16 (p. ej., la de Valseca de 1437), tenían el inconveniente de que no reflejaban la convexidad de la tierra, por lo que la diferencia entre las la titudes extremas acrecentaba los errores. Estas dificultades fueron corregidas por Gerardo Mcrcator (1569) cuando aplicó el sistema de aumen ta r la separaciál't entre los paralelos al crecer la latitud 17 • La influ encia de la toponimia de Ju an León el Africano segu ía siertclo absoluta en el a Li as publicado en 15 70 por el que se ría cartógrafo oficial del rey Felipe II, Abraha m Ortclio: el TheaLrum Orbis Terrarum que comprendía un mapa de " Ba rbaría y Bilcdulgend", donde utilizaba toda la topo nimia de .Juan León el Africano (repitiendo todavía los errores de longitud de Ptolomco) 18 . A parti r de esta fecha se publicaron interesantes a Lias donde apa recía represen tada la cuenca mediterránea, y sobre todo la zona nortcafricana 19 • Por lo que respecta a España, la necesidad de co ntar con un atlas general de sus costas materializó en 1751 en el encargo de un mapa de la pen ínsula a J orge Jua n y Anto nio de U ll oa, pero no ll egó a reali zarse. Los levantamientos cartográficos en fecha tan avanzada eran sólo parciales y realizados por mi litares (ingenieros o pilotos de la marina). El trabaj o más importante fu e el ejecutado por Tomás Lópcz, quien desde 1755 ed itó mapas de d istintas provincias, reinos y ciudades de España y Amé rica, pero tampoco llegó a cu brir todo el territorio 20 . Por lo que respecta al Norte de África, la influencia de la obra de J ua n León el Africano llegaría hasta finales del siglo XVIII (1775), cuando el referido T omás López publicaba "R einos de M arruecos, Fez, Argel y T únez", pero también se ha rá notar (sobre todo en la toponimia) hasta la primera mi tad del siglo X IX 21 . ln trodurriáu 17 La cartografía, é·ú ti L de poder o beLlo instrumento? Podíamos pa rtir de la idea..que el marqués de la Ensenada exponía al rey Fernando VI cuando confesaba qu e le parecía vergonzoso que en España se ignorara "la verdadera situación de los pueblos y sus dista ncias", debido a que el estado no disponía de una buena cartografia del territorio nacional22 . La cartografia es un método de expresión gráfica dotado de un gran potencial expresivo, ampliamente utilizado por los hombres cua ndo éstos han querido representar el ámbito donde se desarrolla su historia. Concretamente, este término designa tanto al conjunto de mapas, cartas y pla nos de un país, como al a rte de obtener gráfica y científicamente una representación portable del terreno 23 . Al abordar este tema, es necesario puntualizar que el mundo cartográfico es un ámbito fuertemente interdisciplinar; ninguna división en la que solemos compartimentar cómodamente el mundo del conocimiento es capaz de monopolizado totalmente: así la geografí a, la geología, la inge niería mili tar y otras ramas del conocimiento ha n determinado diversas "visiones", o especializaciones, de lo que el hombre quería representar. Abundando en esta línea, en lo que podríamos denominar cartografía histórica, un método de selecciQQ·de materiales abierto nos permite introducir múltiples representaciones como mapas, atlas, planisferios, cartas naúticas, planos, proyectos, grabados o incluso dibujos, que se convierten en nuestros días en inmejorables documentos históricos que nos pe~miten acceder al conocimiento de diversas realidades. En este sentido, nuestro interés se va a centrar en la cartografía histórica que a lo la rgo de los siglos se ha construido sobre MeJilla, con el convencimiento de que representa uno de los pilares documentales sobre los que hay que asentar su historia. Los quinientos años de hispanidad, su entorno m editerráneo y el interés de la mona rquía española por mantenerla en el ámbito de su corona, han determinado una increíble cantidad de represe ntaciones cartográficas que la convierten en una ciudad privilegiada en este sentido. Una de las fórmulas por las que el hombre puede controlar y dominar las cosas, consiste en aprender a representarlas de una ma nera abstracta, porque el propio mecanismo de la representación lleva implícito cierta racionalización de la realidad, un método científico de construcción. Los inicios de la cartografia geográfica pa rten de ese principio del hombre por conocer, por controla r la realidad. Por esa razón, de una u otra forma, todos los intentos apa rentemente objetivos e inocuos de los científicos por avanzar en el conocimiento, siempre están determinados por una forma de poder. En el campo de la cartografia histórica que nos ocupa, esta realidad es aplastante y está sólidamente ligada a un deseo de los monarcas por consolidar los estados y 18 Car t ografía histórica de Al rlilln determinar los medios encaminados a la conservación de las fronteras y remodelación del espacio pentro de ellas. Estas apreciaciones aparecen en plena vigencia dentro del período cronológico de la obra que nos ocupa; desde el inicio de la edad moderna hasta nuestros días, los monarcas españoles han ido desplegando un persistente interés en desarrollar todos los m edios que les permitieran controlar el territorio nacional, valiéndose de las capacidades técnicas de diferentes profesionales que podía n servir al poder para desplegar territorialmente su voluntad. Por esta razón los mona rcas españoles potenciaron a los cuerpos técnicos capaces de desarrollar estos trabajos. El propio Felipe 11 exigía a sus ingenieros que le realizaran maquetas de cera de las fortalezas que debían ser reformadas antes de tomar opinión al respecto 2'~, o su interés en potenciar las academias de ma temáticas, para ofrecer un sólido centro de formación para sus técnicos. T a mbién de los monarcas del siglo X VIII en sus desvelos por perfeccionar el cuerpo de ingenieros mili tares, o el de pilotos de la ma rina. La necesidad estriba en visualizar la realidad para poder actua r sobre ella 25 : conocer para decidir, por ello era necesaria esa avidez de "conocimiento" desde M adrid pa ra poder tomar decisiones, como ocurría con los regentes María y Maximiliano de Austria, cuando · · exigían al a rtillero e ingeniero Miguel de Perea durante su esta ncia en MeJilla " que avise de ...... ... cua nto sepa" . De aquí se deduce una primera consecuencia en lo rela tivo a la cartografía histórica q ue va mos a analizar: la funcionalidad, o el ser concebidos para se r útiles antes que bellos, porque realmente fueron unas herramientas de gra n precisión pa ra llevar adelante la voluntad real. En este sentido se ha señalado la necesaria " fidelidad" a la realidad de muchos dibujos, de representa r lo que realmente exi stía 26 , porque ese control del rey sobre el espacio, era un instrumento de ida y vuelta; la apreciación de las necesidades conllevaba la intervención del Estado en diversas obras públicas y arquitecturas, que a su vez fu eron una imagen del poder del rey en sus dominios27. El poder así corregía, reparaba, rectificaba o ponía en buen uso diversas infraestructuras de sus dominios. En otros ej emplos las necesidades eran diferentes, caso de las cartas marítimas, donde se expresaban exhaustivamente las profundidades marinas y la ubicación de los arrecifes pa ra facilita r las travesías a los marinos, así com o reflejar con fi delidad las costas. El plano como herramienta visual también está acompañado por una fórmula de transmitir la image n que se escapa de este utilitarismo que hemos descrito en el párrafo anterior. Nos explicaremos: en algunos de los planos o mapas q ue_hemos encontrado sobre Melilla, el autor huía conscientemente de la representación minuciosa de la realidad, a unque facilitaba una imagen conceptualmente correcta. En estos planos se buscaba no tanto la I nt r oducción 19 descripción 'de la obra, con sus medidas exactas y calibradas, sino una imagen global ele la ciudad que le hacía despmnclersc de las a taduras del minético reflej o, introduciéndose en ocasiones dentro de los límites de la belleza estética, caso del plano ele M eJilla de Gregario Sevilla ele 1774. Las series ele pla nos que hemos encontrado sobre M eJilla, nos ha n mostrado a veces ele un a forma clara el (artístico) ejercicio de la copia; ejemplares con dos e incluso más versiones que eran destinados a organismos diferentes dentro del orga nigrama del Estado. La copia manuscrita ele estos mapas, reOejan unas interesantes diferencias que proceden de las cualidades de los dibujantes; y estas diferencias no estriban tanto en la similitud entre ellos por refieja r la realidad (que es a bsoluta), sino en los diferentes modos de aplica r los colores, las tonalidades y el "aparato explicativo" formado por las, a veces amplísimas, leyendas, donde se varían las letras, o detalles insignificantes como la rosa de los vientos. En suma, las distintas copias muestran distinto nervio que, de una fo rma u otra, siempre es apreciable. Este es el caso del plano de MeJilla realizado por Juan Caballero en 177 3, con copias conocidas en el Musco Naval, en el Servicio Histórico Mi litar y en la Comandancia de Obras de M elilla;8....._ Es evidente, que entre otras cosas, uno de los principales valores de toda esta cartografía ha sido la de transmitir la imagen a través de los tiempos, reproducir (con d~tall e. o en conjunto) la realidad de una manera perdurable y eficaz. Pero nos equivocamos si pensamos que el único objelivo de toda la cartografla histórica q ue hemos encontrado, responde exclusivamente a un fin práctico. Algunos de los planos se elabora n en una imprecisa frontera entre lo fun cional y lo artíslico. Parten de un hecho aparentemente oJ?jctivo, pero se evaden rápidamente en un evidente estcticismo. Este es el caso del plano que el ingeniero Antonio T orner elabora sobre la situación del campamento del hijo del sultán de M arruecos, Mulcy Solimán, junto a Melilla, donde dibuja y pinta con deleite las tiendas de la comitiva dentro de un bello cromatismo. T a mbién de un d ibujo realizado en 1804 en Alhucemas con motivo de un desastroso temporal, y donde en un estilo na?f se rc O~ja el lugar donde se hundieron varios barcos, así como los esfuerzos de la población por salvar a los náufragos arrojándoles cuerdas. La información de este plano, no esconde una fu erte carga ele su bjetividad, e incluso de la emoción del que ha podido contemplar un desastre natural sin poder in tervenir, salvo en su misión de transmi tir su imagen de los hechos a modo ele un moderno corresponsal gráfico. Y esta última idea nos lleva hacia otro tipo de info rmación, hacia la pe riodíslica que a panir de la segunda mitad del siglo XIX empieza a determin ar la conciencia del pueblo. Si es cierto que la guerra ele Melilla de 1774- 1775 consiguió despertar el interés ele algunos 20 e(/ rl ografía /¡ i S 1 ó r i e (l rl e M e 1i ll a grabadores que realiza ron varios dibuj os de la plaza, serán los conflictos acaecidos en la ciudad y en su región a finales del siglo X IX los qu e atraigan la atención ele buen número de corresponsales y de pintorcs 29 • El dibujo (o incluso la fotografía) para realizar posteriores grabados y litografi as empi eza a ser un fenómeno corriente en la prensa española relativa a Melilla desde fin ales del ochocientos. No son pocos los grabados que aparecen y que por vez primera ofrecen imágenes para consumo del pueblo en general; este (enómeno nos ha proporcionado nuevos ejemplos del interés que Melilla siempre ha despertado no sólo en los ámbitos de poder del Estado, sino en la conciencia de gran parte de la población del país. Publicaciones periódicas como EL ImparciaL, La ILustración Artística y otros, ofrecerán incluso mapas y planos de Melilla y del Rif a sus lectores; mapas construidos muchas veces con los datos facilitados por los propios ingenieros militares, por exploradores o por simples aventureros que mostraban imágenes plagadas de incorrecciones pero que conseguían saciar la sed de información que el país demandaba. Podemos concluir señalando que, a nivel general, gra n parte de la cartografia histórica sobre Melilla, a pesar de obedecer a un objetivo práctico y funcional, evidencia un sólido interés estético por parte de sus autores. La belleza de muchos de los ejemplos que ofrecemos en este libro es buena muestra de ello, y esa misma belleza, o intento de agradar estéticamente al que los contempla, nos sirve en cierto modo de segundo hilo conductoc...de esta obra . Los autores y sus ins trumentos de diseño Los autores de todo el corpus cartográfico que hemos recogido están estrechamente ligados a las condiciones de las diferentes etapas en las que desarrollaron su trabajo. Con esto queremos decir que cada etapa presenta una lógica propia y unos autores con funciones diferenciadas. Una gra n parte de los mapas, planos y dibujos que integramos en este libro son las diversas representaciones que los ingenieros militares efectuaban ele todas las obras sobre las que intervenían. Aparecen así tanto mapas de regiones, con sus accidentes geográficos, como proyectos de obras de los edificios que diseñaban o de las fortificaciones y fuertes que construían por toda la monarquía española. Dura nte el siglo XVI, los conocimientos científicos potenciados por el a uge del Renacimiento nos aportan una buena nómina de ingenieros milita res italianos que trabajan pa ra la monarquía española. Personajes de tan ta distinción como Gabriel Tadino de Martin engo, los Antonelli o Giacomo Palearo el Fratín, dejaron d~bujad os sus diseños sobre Mclilla, aunque muchos ele estos pla nos se perdieron irremediablemente en el incendio del palacio-alcázar de los Austrias en M adrid en el siglo XV III. 111 1 ro d n u i á u 21 El cinquecento fu e un período rico en realizaciones, pero también inmad uro a la hora de crear un cuerpo de in~e ni e ros mili tares unificado y racionalmente organizado. Po r esa razón a bunda n los inge nieros extranjeros (de los que muchas veces se dudaba sobre su lealtad), a los que se valoraba sin emba rgo su prestigio y dominio de las nuevas técnicas de fortificación abaluartadas, aunque también comienzan a formarse los primeros ingenieros españoles. La necesidad de controlar a los ingenieros determinó que muchos nobles o militares y ma rin os de amplio prestigio controlaran las obras y los diseños; fue el caso de Per Afán de Rivera, ele Pedro Navarro, Jua n de Austria, Vespasiano G onzaga, Bernard ino de M endoza o del conde de T endilla; todos ellos entendieron de lorlificación y construcción, y sus pareceres primaban sobre los puramente técnicos de los ingenieros. Este interés por vincular a los ingenieros al servicio del Estad o, determinó en muchos casos su dependencia del cuerpo de a rtillería 30 ; en Meli lla encontramos al ingeniero español Miguel de Perea que al mismo tiempo era capitán de artillería y discípulo del propio T adino de M artinengo, o a jua n de V allej o y a Fra ncisco de T ej ada. A veces figuraba n como ingeni eros, otras como capitanes ele trincheras y otras como artilleros, evidenciando un cuerpo técnico-militar en plena form ación. Esta necesidaCfCieterminó a Felipe II a la hora de crear, en 1582, una academia de matem áticas y arquitectura civil y militar en Madrid ~ ' encaminada a formar ingenieros, y a la · que ·asistían mili tares prestigiosos, como Bernard in o de M cndoza. La formación científica de esta academia se basaba en los conocimientos de geometría, pero sin olvidar que un ingeniero militar siempre debía partir del conocimiento de la realidad geográfica y de la situación del terreno para que sus modelos no fu eran exclusivamente teóricos:12, lo que los invalidaría a la hora de aplicarlos al terreno. Cristóbal de R oj as (1598) y Diego González de M ed inabarba (1599) ya subrayaba n en sus dos tratados de fortificación:n el carácter necesariamente militar del cuerpo; entendamos que la adscripción milita r iba en una doble dirección: por un lado el conocimiento de la guerra, corn o faceta práctica fundamental pa ra la co nstrucción de cualquier pl aza fuerte, pero ta mbién como fórmula de adscribir al individuo dentro de una organización caracterizada por el fuerte control j erárq uico y una fidelidad absoluta, evitando así posibles traiciones. Dura nte el siglo XVII , la situación del cuerpo de ingenieros no mejoró. La situación de España no era la más adecuada para que así fuera, por lo que sólo al fin al empiezan a prosperar algunos intentos de potenciar este cuerpo, sobre todo con la creación, en 167 5, de la Academia R eal y Milita r del Ejército ele los Países Baj os en Bruselas, p or Sebastián Fernández de M edrano, qu e tan buenos resultados dio. 22 (;a r 1ografía h i .1 1 rí r i e a d t' ¡\[ 1' 1i 11 a Pero el siglo xvn fue un a centuria muy pobre. En MeJill a la siluación era evidente: pocos ingenieros son Jos que encontramos en la ciudad, y a pesar ele los trab<uos de Alonso de Cepeda o de Octavio Meni, la aplastante realidad que se desprende de la correspondencia ele Jos gobernadores con los Consejos era la inexistencia el e técnicos en sus obras. Esto a su vez determinó un hecho interesante: los (escasos) planos que conservamos del xv u están realizados por personal no especializado: algunas veces no se podía n remitir planos de las obras porque nadie sabía hacerlos y otras los mapas no iban como debieran por la inexperiencia del delineador. Esto es lo que se desprende del plano ele Pedro de H eredia de 1604, o de los planos de 1696 y 1697. Algo mejor trazados aparecen los de 1699, ya que quien Los firma ba era Alfonso Díez de An es, "alfér ez y condesta bl e de la a rtillería". Por el contrario, encontramos dibujos tan irreales como interesantes, caso del realizado por el " hijodalgo" Marcos ele Ayala, para apoyar ni más ni menos qu e su proyecto ele fortificar la Laguna de Melilla . Ingenieros, artilleros y varios dibuj a ntes sin conocimientos técni cos es el legado que nos queda del siglo XVJI , pero en la ce nturia siguiente la realidad cambiará radicalmente. Sin lugar a duelas, el siglo de oro ele M elilla es el dieciocho; en esta centuria no sólo se' · · transformó radicalmente la ciudad y fortaleza, sino que se argumenta ron las razones básicas por las que la monarquía española decidió potenciar y transformar la ciudad, renovando todas sus estructuras. En los inicios del siglo, la nueva administración borbónica va a proyectar definitivamente la constitución de un verdadero cuerpo ele ingenieros militares, cuidando su fo rmación técnica y su estructura. En 171 O se crea el R eal Cuerpo de Ingenieros Milita res y en 17 16 la Real Escuela Militar ele Matemáticas ele Barcelona, b<Uo la dirección ele Jorge Próspero Verboorn 3'' . El cuerpo de ingenieros recibió un gran aporte de técnicos militares que había n participado en las campañas de los Países Bajos y cuya formación se efectuó en la academia de Ferná ndez de 1\!Iedrano. Es así que durante todo el siglo podremos encontrar a diferentes ingenieros de origen valón que trabaj aban en Espa ña. En Melilla conocernos la obra ele Juan Bernardo de Frosne, que trazó en 1734 el fuerte de San Miguel, o de Thomas de \tVarluzcl, que diseñaba en 1752 el nuevo hospital. Los numerosos trabajos que desplegaron por todo el país y en las posesiones del imperio español, consolidaron un amplio y preparado plantel ele profesionales que desarrolló una obra inmensa en todos los continentes. Su form ación fue una gran~_ preoc upaci ó n de la monarquía, ya que su arquitectura y las obras que llevaban a cabo simbolizaron ~ ~ propio prestigio real en los diferentes ámbitos geográficos donde se desarroll aba n. · In troducción 2.1 Por esa razón el conde de Aranda había creado la R eal Sociedad lVI:ilita r de M atemáticas en 1756, dirig-i<ia por Pedro de Lucuce 35 , o la publicación de libros de fortificación como el editado por el ingeniero anterior%, o el escrito por Mateo Calabro~ 7 , encaminados a compilar y transm itir de una manera clara y concisa los conocim ientos que un ingeniero militar requería para el desempeño de las labores que tenía encomendadas. Entre el las se encontraba aprender no sólo todo lo relativo a defensa y fo rtificación, sino también las reglas de los cinco órdenes de la a rquitectura civil y a proyectar todos los edificios necesarios en una plaza milita r. En la real ordenanza ele 17 18 se señalaba n los recursos hidráulicos, el levantamiento de p lanos, "los mapas o cartas g-eográficas de las provin cias", caminos, sendas, p lazas fu ertes, castillos... , visita r y reconocer las poblaciones, calles, plazas y edificios, señalando los principales, iglesias, conventos y palacios con especial hincapié en los reales, y hospitales, sobre todo si tienen "habitación capaz", los almacenes, los puertos ele mar, así como su costa, etc. 3!l, en suma, realizar cua lquier encargo que le fuera dictado desde el ámbito del estado. Por esta razón el conocimiento constructivo de los ingenieros puede calificarse como muy amplio y sólido, hecho que va m ás allá del dominio ele la simple técnica, p ara deriva r en un verdadero análisis ele las formas del saber y la ciencia, que nos remite de lo abstracto "'- a lo práctico 39 . Para ejecutar sus tareas, y en aras de lograr la mayor verosimilitud y exactitud técnica, los · i'ngcnieros se servían de diversos útiles y aparatos, que fueron evolucionando vertiginosamente con los avances científicos. En M elilla, un elem ento curioso es constatar en las referencias h istóri cas cóm o estos aparatos ele medición creaban problemas "internacionales" pues los rife ños de los alrededores de la ciuda d mostraban su descontento, e incluso oposición, cuando comprobaban que los ingenieros los utilizaban en sus trab<0os. Otro de los mecanismos a través de los que el ingeniero conseguía hace r "legible" (con respecto a la realidad) su dibujo, era el uso de la escala, el de no minado " pitipié" de los tratados del Renacim iento. La escala permitía poner en con tacto la rela tiva abstracción del dibujo con las m edidas reales del objeto represen tado. Sin embargo hubo mucha disparidad en los sistem as de m edidas que se emplearon ; en los p lanos de los siglos XVI y x v n encontramos utilizados los pies geométricos y las varas. A principios del XV II I se utilizaban la toesa (tuesa) y la va ra castellana, y en 1747 el propio conde de !\rancla se hacía eco de los distintos tipos ele m edidas y determ ina ba que se empleara el pie ele Burgos, dividido en doce pulgadas, como fórmula ele sistematizar un apartado excesivamente confuso 40 . E l plano y proyecto era una de las herramien tas fundamentales de los ingenieros m ilitares. Sobre todo por tratarse ele un cuerpo técnico que proyectaba en muy poco 24 Cartografía h istórica de Melift a tiempo, el que le permitía a veces un simple reconocimiento, ya que debía remitirlo posteriormente a su superior, para que le concediese el visto bueno (en el siglo XVI incluso al rey). Posteriormente debía dejarlo en manos de un maestro de obras o de un ingeniero de inferior graduación o de guarnición en el lugar, para que lo ejecutase, porque pocas veces era el tracista quien dirigía su propia obra. Por tanto, parte de las imágenes de este libro fueron en su tiempo el mecanismo que aseguraba la propiedad intelectual de sus autores; un eficaz método proyectual es un buen sistema de control a distancia, lo que evita la violación del dibujo por los ejecutores y a la vez permite denunciar los cambios. El dibujo adqui ere por tanto el "rango máximo de garantía intelectualizadora de la actividad artística y arquitectónica"41 • Y en consecuencia, como el dib~jo en ingeniería y arquitectura es el principal medio por el que el autor expresa a los demás su voluntad'12; gran parte de los proyectos señalan concienzudamente cómo deben ser realizados, y se explica todo minuciosam ente en una memoria escrita que acompaña a los mapas. Este es el caso del amplio informe de noventa folios que redacta el ingeniero Segismundo Font sobre Melilla43 , acompañando un plano que realiza de la ciudad (fig. 44); incluso en la mayor parte de la cartografia histórica, la "Explicación" que se añade en el mismo plano es un elemento imprescindible para su · percepción, porque describe de forma más o menos detallada todos sus elementos. En un proyecto, la planta es señalada como la icnografia o el vestigio-horizontal que el edificio dc:jaría en la tierra al aplicarse, técnica tal vez procedente de dibujar el edificio en el suelo y que refleja los aspectos de organización constructiva. La sección es un corte o perfil de la constru cción, fundamental en los edificios abovedados, o en las fo rtificaciones que se sitúan en niveles distintos; en todo caso, supone definir la espacialidad interna del edificio. Por último, el alzado representa el diseñ o de la fachada; para Vitrubio era la Ortografia y en ella se centraba lo estético, y en cierta forma se utilizaba para que el edificio se hiciera comprensible 44 . Otra de las fórmulas explicativas utilizadas por los ingenieros, se basa en el contraste de colores que suele ir explicado en la memoria. En rojo suele aparecer lo viej o y en amarillo lo nuevo que se pretende hacer , como en los planos de MeJilla de 1729 o 1773 de Juan Caballero. Con ello se aprecia lo que hay y lo que se propone. El uso de colores arranca ya desde los pla nos del mismo siglo XVI, pero es ya evidente en los del siglo XVII , muy útil sobre todo para diferenciar los distintos tipos de minas subterráneas que se superponen a distintas profundidades, caso del plano de M eJilla de 1696, que diferencia las minas españolas de las marroquíes de acuerdo al color (rojo y negro). En esta línea explicativa, incluso much os planos contienen recortables añadidos y superpuestos que sirven para diferenciar las plantas cuando algún edificio presenta varias fll lroduccióll 25 (caso del plano del Hospital, de 1752), o para diferenciar mejor el estado que tenía un sector y el que quiere dárs_clc, cuando las reformas son muy importa ntes (pla no del Cuarto R ecinto, del año 1778). H ay que añadir, q ue este tipo de planos nos ofrece una doble info rm ación, puesto que sigue primando una visión del "estado actual" del obj eto, frente a la intervención propuesta que muchas veces no llega a ejecutarse. Por esta razón, siempre hay que contrastar históricamente si todo lo proyectado llega a realizarse, pues la realidad puede indicarnos otra cosa. T ambién se ha señalado cómo los ingenieros milita res dura nte el siglo xvm fueron unos eficaces tra nsmisores de modelos clasicistas y fun cionales, dentro de un mundo barroco español dominado por modelos popula res de exhubera nte anticlasicismo. Los ingenieros romperían, pues, este provincianismo, sintetizando en sus obras tradiciones arquitectónicas de fuerte carácter clásico y por ta nto cosmopolita y europ eo45 . El listado de ingenieros mil ita res en la M eJilla del siglo XVI!l es muy a mplio y además los encontra mos efectua ndo un gran número de la bo res: proyectar obras y edificios en la plaza, rectificar fortificaciones, trazar un puerto protegido, construir almacenes de víveres y de pólvora, levantar pla nos de la ciudad o emitir informes sobre "'wclla. Pedro Borrás, Juan M artín Zcrmeño, Jua n Ca ballero, Ga briel de Vigo, Segismundo Font y otros muchos se ocuparon de M eJill a y propicia ron su perma nente construcción dura nte este siglo 46 . Pero también disponemos de pla nos de MeJilla realizad os por pi lotos de la marina. El setecientos asistió a la especiali:.cación de este grupo de técnicos milita res: en 1717 ya se establecía la dotación de un cuerpo profesional, pero será en 174·8 cuando se cree def-initivame nte el cuerpo de pilotos en varios grados. En cada departamento marítimo existía una escuela de form ación donde se enseñaba n técnicas para delinear cartas ná uticas. T odos los barcos debían llevar como mínimo un primer piloto que era el encargado de la derrota y de levantar la cartografia de lugares poco conocidos'~-7 • El interés por contar con cartas marinas era serio. En 1783, el Ministerio de M a rina encargó al matemático Vicente Tofiño de San Miguel que levantara las cartas esféricas de las costas de España y Marruecos, por lo que, en 1787, se contó por fin con los primeros derroteros de la costa del Norte de África 48 . En la MeJilla dieciochesca conservamos varias representaciones ejecutadas por estos pilotos, donde se delineaba la costa entre la ciudad y el cabo de Tres Forcas, con todos sus accidentes geográficos, así como los calados para ayudar a la navegación. En cuanto al siglo XIX, los ingenieros militares siguen desempeñando el principal peso de la representación cartográfica. En 1803 la academia de ingenieros fue trasladada a Alcalá 26 Car l opafía h is tórica d e M elilla de Henares y en 1833 definitivamente a Guadalaj ara, donde ha perma necido hasta nuestro siglo. Los ingenieros del XIX siempre se movieron en unas condiciones más precarias que sus antecesores; por culpa de las deficiencias económicas diseñaron mucho y realizaron poco, pero a ellos debemos los dos últimos gra ndes planes de defensa y de urba nismo de Melilla: los proyectos de Francisco Arajol y de Solá y de Francisco Roldán y Vizcayno, realizados entre 1864 y 1868. Sin embargo, desde finales de siglo, la cartografia va a ser cada vez más competencia de un cuerpo especializado. En 1838 se crea el Depósito de la Guerra y en 1886 aparece la brigada obrera y topográfica, dentro del cuerpo de Estado Mayor, que era la encargada de todos los leva ntamientos topográficos del ej ército. Esta es la razón, de que a partir de esas fechas, los planos de M elilla apa rezcan firmados por oficiales del Estado Mayor, y serán ellos quienes cola boren en los levantamientos posteriores a la delimitación de 1862, desplazando con ello a los ingenieros milita res. Sin embargo, será este cuerpo de ingenieros del ejército quien lleve a cabo una última pero fundamental labor en Melilla: la realización de sus planes de urbanización, así como una insólita incursión en la a rquitectura civil, ya que trazaron gra n pa rte de la a rquitectura ecléctica y modernista de la ciudad contemporánea49 . Este fue su broche final a la ciudad de · Melilla después de varios siglos de trabajos ininterrumpidos. Notas 1 Mercedes T ayer recuerda que muchas ciudades españolas no contaron co n un plano de su término hasta el realizado por Francisco de Cocllo, en edición paralela al diccionario de Pascual Madoz, a mediados del siglo XIX. T ATJER M1R, Mercedes. " La construcción territorial urbana ( l 716-1906)". E n: EL calf~1·tro en E\fiaí'ía 1714-1906. De los catar/ros del si,glo XVIfl a los amillaramientos de Út segunda mitad del siglo XIX. Vol. l. Madrid: Centro de Gestió n Catastral, s.d.; p. 148 a 150. 2 La " importancia cartográ fica " de Melilla se evidencia en la existencia de ab undantes planos sobre la ciudad en diferentes a rchivos nacionales e incluso extra njeros, pero habitualmente se trata de una iconografia repetitiva o de to ndos cuyos contenidos pueden soslayarse con los a rchivos principales que aquí citamos. Sobre ot ros archivos, véase: Bnn.IOTE:CA NAC IONAL DE EsPAÑA. La historia en Los mapas manuscritos de la Biblioteca Nacional. M adrid: Dirección Ge neral del Libro y Bi bliotecas, 1984; 368 p . (donde aparece n dos planos de Melilla), LEóN T ELLO, Pila r. Archivo Histórico Nacional, Ma¡Jas, Planos y Dibujos de la Sección de Estado del... Madrid : Dirección Genera l de Archivos y Bibliotecas, 197 9; p. 286 y 287. O también, ARCHIVO GENERAL MILITAR DE SECOVJA. Catálogo de documentos, S~ft!mda Sección, Asuntos (1989) Tercera Sección, Difensas ( 1988). Madrid: Imprenta del AGM; [,p. 180 a 634, II, p. 52 a 336. Pa ra una visión más detallada de la riqueza de a rchivos, au nque dentro del á mbito regional, puede verse la obra de VILAR, Jua n Bautista. MafJas, Planos y jiJrtificaciones hispánicos de Manuecos (XVI-XX) . Madrid: Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe, 1992; 604 p. 3 ÁLVAREZ T ERÁN, M ." Concepción. ¡\lfafJas, Planosy Dibujos (A1Ios 1503-1805). Vol. l. Valladolid: Dirección Genera l de Bellas Artes, Archivos y Bibliotecas, 1980; p. 691 a 694. -~ SERVICIO HISTÓRICO M ILITAR. Catálogo General de La Cartoteca, l . Madrid: Imprenta ldeal ,~-1 98 1 ; p . 124 a 126. " SERVICIO GwcRÁ~co DEL EJÉRCITO. Sección de documentación del... Cartoteca histórica. Índice de atú~r universales y mapas y planos históricos de Esj}(lña. Madrid: SGE., 1974; p. 265 a 267. In troducci ón 27 ,; LucucE, Pedro, y MARTÍN ZERMEÑO, Pedro. Disczmo sobre conseroar o abandonar los tres ¡msidios menores, Melilla, l'el7ón )' Alhucemas. Ba rcelona, 4 d e marzo de 1765. U na visió n general sobre estos informes en: MuÑoz CoRUALÁN, Jua n Mig uel. "Estrategia de la Coro na español'i para la conservació n d e los presidios meno res african os d urante el siglo XVHI " . Aldaba, Estudios sobre presencia espmiola en el norte de Aji'ica, n. 0 2 1. M elilla: U lEO, junio d e 1993; p. 253 a 294. 7 Giovanni Botero ( 1543-16 17) criúcaba en sus obras la razones de estad o d efendida~ por Maquiavelo. Su obra fue traducida por Anto n io d e H errera . Ver BAUER i.A."'DAUER, Ignacio. Apuntes para una bibliogrqfia de Mmmecos. M a drid: Editorial Ibero-African o-Americana, s.d., cita n.n 1.288 ; p. 372 y 373. H BRAVO N!F.TO, Antonio." Podcr y arquitectura militar esp añola en el siglo XV I: la organización de la frontera mediterrá nea del sultanato d e Fez" . En: Actas del simposio ] uan de Herrera y su Influencia. Camargo 14 a 17 de julio de 1992. Santander: Universidad d e Cantabria, 1993; p. 105 a 1 1.). 9 Véase BoNET CoRRJ::A, Antonio. Cartogra)ia militar de plazas jitertes y ciudades esjJaíiolas. Siglos .\'V/1-.\'IX: jJÚmos del Archiuo Militar Francés. M adrid: I C RBC. , 199 1; p. 174 y LXXV, donde se cita un plan o d e 1789 d e Gabriel de Vigo, una nota dr 1890 sobre la ciudad , un reconocimien to d e 190 4 con croquis, planos y fo tografias. 111 H ace tiempo señalába mos la existen cia d e un p la no fi·ancés d e M elilla de 17 13 (archivo particular), BRAvo NmTo, Antonio, y SÁEZ CAZORLA, J esús Miguel. "Aproximación a la cartografia sob re I'Vlclilla". Trápana, n." l. Melilla: Asociació n ele Estudios Melillenses, 19R7; p. 22 a 28. También existen o tras copias fi·an cesas ele p lan os españoles, como el rcfcrenciad o con la sign atura 91 1(4) d el Museo Naval ele Madrid , " Etat ele défensc d e la p lacr d e M elille". 11 T ERÁN, Manuel de. "El mapa de África de H erodoto". África, n." 22. Madrid, octubre de 194 3; s.p. 12 BALEN, Fernando. "Cartografi a n áutica del Áflica Esp a ñola". Arclziuo del Instituto de Estudios A.fi'icanos. Madrid: CSIC., abril ele 1948; p. 99 a 120. Pa ra ello eligió el meridian o que pasaba por las islas A fortunadas. 1:1 Esta d espro p orción a la h o ra de represen tar el Mediterrá neo, sólo sería corregida en 1595 p or Mercator, y este mar no alcanzará sus p roporcio nes geográ ficas reales hasta una fecha tan avanzad a como 1700. R o MERO, Fcdetico , y BENAVIDES, R osa. M apas antiguos-dll mundo. (s.l.): Eagle Books, 1994; p. 15. H GozALBES CRA VIOTO, Enriqu e. "l\!Ielilla, ciudad musulm ana" . En: EsfJaiia y el Norte de ¡{ji'ica. Ba.res hütól'icas de una relación fundamental (AjJortacione.1· sobre Melil.la). Actas del Primer Congreso Hisp ano Africano d e las culturas mediterráneas 'Fcrnal'ldo de los Ríos Urruti ( 1 1 a l 16 de junio d e 1984}. G ra nad a: Universidad, 1987; p. 183. 1 ~ GARCÍA BAQ.UERO, M a nuel. " León el Africano y la car tografia". En: 1l1d1iuo del Instituto de Estudios 1Wicanos. M adrid: CSIC , IG 17 111 19 1953; p. 3 1 a 56. No hay que olvidar la p rofunda vinculación de Aragón al M ed iterráneo. En el cam po de las forti ficacion es, véase SANTORO, Lucio. Castelli Angioini e Amgone.ri nel regno di Napoli. Milan o: Rusconi Libri, 1982; 260 p. BALEN, Fernando. OjJ. cit. 1948; p. 99 a 100. GARCÍA BAQ.U"RO, M anue l. Art. cit. ; p . 3 1 a 56. T ambién, R oMERO, Federico, y BENAVIDES, R osa. OjJ. cit.; p . 25 y 26. Así se editaba e n 1595 un nuevo mapa den o min ado " Fcssae ct Marocchi R egn a Africac celeb errimus", en 1609 aparecerá el " Marocci et Fessa e R egn a", que mejo raba el ele Ortdio; posteriorm ente, 1653, aparecerá un a nueva edifició del Atlas y T eatro y en 170 7 Guillermo Dclisd e editaría el map a denominado " Barbaria, N igricia y Guinea". T A'IJER J'vlrR, M ercedes. Op. cit.; p. 14·7. 21 GARCÍA BAQ.UERO, Manuel. Art. cit. ; p. 3 1 a 56. 22 M ARTÍN MERAS, Lu isa. Cartogrqfla Marítima l li.ljHuw. /.¡_¡ imagen de América. Ba rcelo na: Lunwc rg, 1993; p. 1.)9. 2:1 LOMBARDERO VICENTE, l\!I anuel. "La exploración científica ele la geografi a ele M arruecos". E n: Arcltiuos del lnftitulo de Estudios Afiicanos. M adrid: CSIC. , junio d e 194·7; p. 24. 2 ~ Este fue el caso de las obras que d ebían ejecutarse en el Peñón ele Véle:t d e la Gomera. Ver BRAVO N z~::To, Antonio. Poder y arquiteclum... , art. cit.; p . 11 1 a 112. 25 CÁMARA M uÑ07., Alicia. " El dibujo en la ingeniería m ilita r d el siglo XVI". En: A Distancia. A1onog¡"ájico. Teorías e historias de los dibzgos de arquitectura. Madrid: UNED, octubre d e 1991; p. 26. 2f> lbíde m; p. 24 y 26. 27 CÁMARA M uÑOZ, /\licia. " Arquitectura e ingeniería en el reinado d e Carlos !II" . En: Cido de CIJI!ferendas 1!:1 Madrid de Carlos 111. M ad rid : Ayu nta mien to e IEM, 1989; 3 1 p. 20 28 Cartografía hist órica de Mel illa 10 ~9 30 :u n :u 31 n :{ti 37 :m :{!J 40 ·H 12 1 ~ 11 1 :' La copia de la Coma ndan cia de Obras ele 1\ilclilla la conocemos a través de su reprod ucción en una obra d e Gabriel de Morales (Datos fiara la Historia de Melilla, 1909), aunq ue actualmen te desconocemos su destino. U rANOE R AMIRO, 'M aría d el Carmen, y U rANOE IGUALADA, M an ueL " Enriq ue Simonct y la correspo nsalía artística en la g uer ra de Mclilla ( 1893)". Academia. Boletín de la Real Acadcmina de Bellas Artes de San Femrmdo, n." 77. Madrid, segu ndo semestre de 1993; p. 189 a 241. Esta es una p roblem ática m uy habitual durante el siglo XVI. Véase al respecto: CÁMARA M uÑol'. A licia. " La arqu itectu ra militar y los ingenieros de la mona rq u ía española: aspectos de una p rofesión ( 1530-1 560)". Revista de la Universidad Complutense, n." 3. 1981; p. 255 a 269. De la misma a u tora: "T ratados de arquitectura m ilita r en Espa i'ia, siglos XV I y X\'11" . Goya, n.u 156. Madrid, mayo junio de 1980; p. 338 a 34 4. También, BRAVO mTO, Antonio. " La racionalización del espacio d efensivo en el Re nacimie nto. Dos tratados de arq uitectura militar en Esparia". En: Boletín de Arte, n." 15. M álaga: Un iversidad , 1994-; p. 69 a 89. Sobre este tema debe consultarse la obra d e CAPt;L, Horacio, SÁNCHEZ, J oan Eugcn i, y MoNe ADA, Omar. De Palas a Nlulelva, la jo1mación cientffica y la estmctum institucional de los ingenieros militares en el siglo .\T/11. Ba rcelona-Mad r·id: SerbaiCSIC , 1988; p. 96 a 254. BRAVO N IETO, Antonio. La mcionali<:ación del eJfJacio, art. cit.; p . 74 a 79. U n amp lio catá logo ele tra ta d os ele lo ni licació n puede verse en : BoNET CoRREA , Antonio (dir.). Bibliograj!a de au¡uittlctum, ingeniería y urbanismo en r.'sf!alia ( 1498-/8110). T om o L tvl ad rid-Vilduz: Tu r n e r Lib ros-T opos Vcrlag, 19BO; p . 146 a 169. Véase la obra de CAPI!:L, H oracio et al. O¡J. cit.; p. 110-111 , y BoNn CoRRI!:A, Antonio. 1991. OjJ. át.; p. 29-30. CÁMARA M uÑoz, Alicia. 1989. o¡,, cit.; p. 15- 16. Ésta fue d isuelta sin embar·go en 1760. LucucE, Pedro de. Pn'nct¡;io.r de fortificación que contienen las difinicioneJ de los ténninos pn'ncipales de las obras de Pla<;a )' de Campmia, con una idea di' la condurta rt'gulmmmli' ob.wvada rn el ataque y d~fonsa de la Fort11le<:a. Bilrcelon a : Thomas Pilerrcr, 1772; 310 p. Tratado de fortificación o arquitectura m ilitar dado por el capitán de infantería don M ateo Calabro, ingeniero de seg unda d e los reales ejércitos de su maj estad y director general de esta r·ea l Academia de Matc mática~.dc Barcelon a . Ab ril 1.0 d e 1733. (Estudio introducto rio, notas y glosario p or Fernan do R o d ríguez de la Flor, transcrip ción Maria Isabel ' !'oro Pascua). Salam a nca : Un iversid ad, 199 1; 151 p. BoNt::T CoRREA, Antonio. 199 1. 0¡1. cit.; p. 30-3 1. Véase sobre este sugerente tc1na h• tesis doctoral de GALDIDO D íAz, Jorge Alberto. "El conocin1iento constructivo de los ingenieros m ilitares d el siglo X V II I. Un estud io sobre la fo rmalización del saber técnico a través de los tratados de a rq uitectura militar". El trabajo fi.re leído en la U niversida d Politécnica de Barcelona en marzo de 1996 y hemos podido contar con un a cop ia en cua tro volúm enes por cor tesía ele su autor. Ibídem; p. 31 y 32. C HECA, Ferna ndo. "El clibt\jo, fu n damento de las a rtes" , A Distancia, monogrMico, Teoría.1· r historias de los dibqjos de arquitectum. M adrid: UNED, octubr·e de 199 1; p. 9. RoDRÍGUEZ R lJlz, D clfin. "Arquitecturas d ibujadas. l ntroducción". A Distancia , monográfico, Temias e histmia de los dibz!)os de arquitectura. M adrid: UNED, octubre de 1991 ; p. <L Fo:-.~T, Segismundo . Reconocimiento general de los tres jHesiflios menores de África, 1790, manuscrito. Madrid: SH M , 4-5 -8- 7, n." 6.4 16 ; 90 fo l. ÜRn:GA V m AL, J avie r. "La planta, la sección, el alzado: consideraciones arquitectónicas". En: A Distancia, monográ fico, Temias e historia de los dibzy'os de arquitectura. Madrid: UNED, octu b re d e 1991; p. 12 a 17. Bo:-.~ET CoRRM , An tonio. fiesta, poder y arquitectura. Aproximaciones al banoco español. Yfaclrid: Akal, 1990; p. 130. También: Mu::íoz CoRI3ALÁ:-.J, J uan tvfigueL " El ejército como vía d e transmisión de modelos fl amen cos en el siglo XV III. La ciudadela de Barcelona", Actas del V I Congreso español ele H isto ria del Arte ( 1986). Santiago de Compostela: U niversidad, 1990 ; p. 370 a 373. De este últi mo autor, contamos con su tesis doctoral que amplía J.as p erspectivas sobre este tema : tvluÑOZ CoRnALÁN, J uan Miguel. I.AJS ingenieros militares de Nanrfe.1 a f-_spwia (1691-171 fl). 2 vol. Madrid: Centro de Pub licaciones del M in isterio ele D efen sa, 1993; I 374 p. I ntrodu cci ón 29 16 ' 47 4 U 49 30 Para ver un amplio listado biográfico de los ingenieros m ilitares que desarrollaron su trabajo durante el siglo XVIII , véase: CAPEL, Horacio, et al. Los ingenieros militares en España, siglo XVIII. Barcelona: Cátedra de Geografia Humana, 1983; 495 p. En relación ron MeJilla, realiza'ri10s un primer acercamiento biográfico en: BRAVO NIETO, Antonio. lngeniems militnres en Melilla. Teoria y fJrártica de jórtijicaciim durante la edad modema, siglos XVI a .\'1 111. MeJilla: UNED, 1991; p. 12 1 a 130. MARTÍN MERAS, Luisa. Op. cit.; p. 227. BALEN, Fernando. Art. cit. ; p. 99 a 120. BRAvo NIETO, Antonio. La construcción de una ciudad europea en el contexto norteojricano: Arquitectos e ingenieros en la Nlelilla contemporánea. Málaga-MeJilla: Universidad-Ciudad Autónoma, 1996; 700 p. También, La ciudad de Melilla a través de sus autores. Diccionario biogrijico de arquitectos e i11genieros (finales del siglo XIX y jJ7'Ímera mitad del XX}. MeJilla: C iudad Autónoma, 1996; en prensa. Cartografía histórica de Melilla Entre el Medievo y el Renacimiento 1. D espués de una historia milenaria , ligada a importantes pueblos y culturas mediterráneos, la primera MeJilla española fu e fruto y consecuencia de la tradición medieval de los reinos hispanos. Época de cambios y confluencias, el mundo fragmentado de la Europa gótica daba lugar a nuevos estad os nacionales q ue se habían ·· fortalecido poderosamente y que afrontaban la edad moderna con decisión. D entro de este panorama, la mayor parte de los reinos ~e"'l'a Península Ibérica habían ido confluyendo hacia una unidad imparable, catalizada por los R eyes Católicos. La fuerza e inercia de la R econquista y el fortalecimiento de las estructuras del estado, propiciaron nuevos campos de expansión más allá de la península; América, las islas Canarias, Europa y el Norte de África fueron los escenarios donde España iniciaba con fuerza su propio R enacimiento. La costa mediterránea del Norte de África era percibida como una cercana, y a la vez inasequible, fachada situada frente a las costas del sur y levan te español'. El interés de Isabel y Fernando por potencia r la presencia hispana en este ámbito regional se concretaría en varias acciones que permitieron fortificar algunas plazas fuertes, entre las que se encontraba M eJilla. Ésta era a finales del siglo xv una ciudad destru ida y abandonada, po r lo que fue reconstruida y repoblada 2 a partir del desembarco llevado a cabo por el comendador del duque de M eclina Sicionia, Pedro de Estopiñán y Virués, el 17 de septiembre de 1497. Desde ese mo mento, Mclilla empezó a formar parte de la mo narquía española de manera ininter rumpida hasta nuestros días, iniciá ndose el l~1to proceso de construcción de una ciu- dad y fortaleza que se ha ido reescribiendo a lo largo de varios siglos. Durante el siglo xv r, la ciudad se fue consolidando y sus defensas y fortificaciones se perfeccionaron de acuerdo a los intereses españoles en el ámbito regional. Por esta razón, la planificación estuvo siempre presente en la manera de estructurar espacialmente la planta de M elilla, por lo que ésta obedece a una rígida previsió n que era asumida directamente 31 ¡f,..,.,¡.,,t,,.,:ml ,¡, ,~¡'~'"·::.·'· ../ ... M· P. y J)-XIX- \6"~ 1. Este dibujo corresponde a una porción de las murallas del frente de Tierra entre el foso de Santiago y el torreón del Sancti Spiritus, al que por entonces se proponía adelantar. Realizado por "manos pocos por los reyes españoles. A ellos, a su voluntad y a los intereses de la monarquía española se de ben todas las obras que se ej ecutaron en la ciudad, las transfo rmaciones llevadas a cabo, el trazado de n uevas murallas e incluso los proyectos (que los hubo) de trasladar la ciudad de Melilla al vecino atalayón de la M ar C hica, por presumirse allí una defensa más fáciP. Sin embargo, con la desaparición de los Reyes Católicos y del cardenal Cisncros, se vola- expertas', expresa perfectamente el tipo de mu rallas y torreones que habían sido realizados por ladino de Martinengo y por Miguel de Perea . La Trar:;a de los torreones de Meli/la, remitida en una carta del gobernador Francisco de Medina de fecha 1 de febrero de 1552, 31,5 x 44 cm., sin escala. AGS. M.P. y D. XIX- 169. Estado, leg. 477. tilizaba el gran proyecto de expansión española por África4 ; el emperador Carlos I no estaba en absolu to d ispuesto a hacer realidad los sueños iluminados de R aimundo Lulio, pero no dejaba de apreciar el valor de una ciudad y plaza fuerte que podía servir como punto destacado en su necesidad de controlar el Mediterráneo. Y cuando ha blamos del Mediterráneo, nos referimos concretamente al peligro que representa ba la marina otomana y, de modo secundario, los sultanatos norteafricanos y sus belicosos piratas, entre los cuales se e ncontra ba el de Fez, en cuya costa norte se asentaba Melilla. Resulta significativo que gran parte de las obras de la ciudad obedezcan a situaciones o circunstancias generadas dentro del ámbito regional. Cambios de dinastías o posibles incursiones de piratas turcos, unidos a ciclos económicamente favorables en las finanzas hispanas, 32 Cartografía hi stóric a de M e lill a estarán en la base de todos los elementos que nos definen actualmente la Melilla del cinquecento. La plaza mediterránea, va a latir como una pequeña p ieza dentro del complejo sistema de equilibrios establecidos tanto en las orillas como en el corazón del viejo mar. Esta cronología de Melilla, ciertamente internacional, también nos explica su estructura y morfología. El interés del emperador Carlos 1 por fortificar algunos de los frentes de la fortaleza (los de Tierra) se produce en 15 25, para asegurar la ciudad. Pocos años después se completaba el circuito de sus murallas cerrando el recinto por el frente de Mar, terminado a finales de los años treinta. Para 1549, unas guerras civiles e n el sultanato de Fez, y el advenimiento de una nueva dinastía al poder, la Saadita, inquietó a los regentes M aría y Maximiliano de Austria que ordenaron consolidar y reedificar todas las murallas de la ciudad, a la vez que M eJilla se convertía en refugio de dos sultanes destronados con todos sus séquitos. Posteriormente, en los años sesenta y setenta, el peligro de la llegada de flotas turcas, convertirá a Melilla en una atalaya desde donde se controlaba sus movimientos, llegando a temerse q ue la armada H.P.'J D. XIX ! to8 ., 2 . El prestigioso ingeniero italiano El Fratín fue encargado por Felipe 11 para que estudiase la fortificación de la Laguna de Melilla. Este dibujo nos muestra su propuesta (irrealizada) , una torre talusada de planta cuadrada de 37 metros de base, que se situaría en su boca, junto al arrecife. Los sólidos muros y bóvedas de media naranja nos especifican su prioritaria función defensiva contra la armada turca, aunque también serviría, como el resto de los fuertes de la fortaleza, para controlar la región de Melilla. Planta, montea y modelo de la torre .. ., proyectada por El Fratín para defensa de la boca de la laguna de Melilla, Cartagena, 3 de noviembre de 1576, 31 x 21 ,5 cm ., escala gráfica de 100 pies, AGS. M.P. y D. XIX- 108, G.A., leg. 8 1-3 1 ter. ¡~· 11 t r e e l /vi e di e v o y e L R e 11 a e i m i e 11 1o 33 3. Este es el plano específico más antiguo que conocemos de los aljibes de Melilla, y en él puede otomana pudiera apoderarse de la Laguna de Melilla (Mar Chica) y la fortificase, como punto intermedio para atacar las costas españolas. Estas razones son las que determinaron que la ciudad se fuera planificando de una manera apreciarse su estructura: los dos aljibes propiamente dichos (en el centro) con una capacidad para almacenar 1. 144 metros cúbicos, y los decantadores donde el agua se filtraba antes de ser almacenada (laterales). Es, sin duda, una de las obras fundamentales de la ciudad del xv1 , tanto por la calidad como por su dimensiones y estudiada estructura. meditada, a golpes de informes y consejos reales, en base a opiniones contradictorias de nobles y técnicos que debían estudiar en cada momento y circunstancia cuál era la forma más con- veniente. de realizar las fábricas, de ejecutar las obras y de consolidar los recintos de murallas, que asumían la imagen de la propia ciudad. Personalidades de la valía de Per Afán de Rivera, de Juan de Austria, del príncipe Vespasiano Gonzaga, del conde de T endilla, del almirante Bernardino de Mendoza, del comendador mayor de Castilla Luis de Requesens, del duque de Alba, de Álvaro de Bazán y de Juan Andrea Doria, emitieron sus informes sobre Melilla, se Plano y perfil de los aljibes de la Plaza de Melilla, año de 1722. Sin autor, 1722, 24 x 3 4,5 cm., escala preocuparon por sus características y capacidades, vigilaron que las órdenes del monarca fueran cumplidas y la ciudad estuviera perfectamente preparada para defenderse. gráfica de 15 Tuesas, SHM., Pero podemos equivocarnos si pensamos que la morfología de Melilla obedeció a una 4. 690/ 1. planta ideal, llevada racionalmente hasta sus últimas consecuencias. Por el contrario, la ciudad fue construida a lo largo de amplios períodos cronológicos, guiándose por un fuerte . \ .....~... ·~:·.-~·:..>' ·~ ltanu 1:f/ """'~ , L' 34 Cartografía h is tóric a de M elilla ¿{¡_ ~s JliJibe./ '¿k 1a J¡az~ ~ ·.YIIeti/b, JiñÓ bí/'22" . "' { /'} . !, ··' . • - • ~· , · [c.\\. \.•.,1, b:>r. ... ,. ,\ ¡ \' \ ·.¡·in '. ...·f • ; .~ .. ~ / . ,. / ' •'" -·:.··~ _;·-. ...... .,¡ :".:-/'• ·~·.... ·_.-( . --;·t;. ... . ,.)- ~ .. ... . ~~ . ~. . del peñón rocoso sobre el que se asentaba el principal recinto amurallado q ue se erigió en XVI, ·. le confirió un fuerte carácter de fortaleza medieval: sus cortinas sobre escarpa- dos rocosos, el perfil anguloso, su trazado urbano irregular más propio de un pueblo medieval o falto de planificación, debido a los amplios desniveles del terreno, etc. de Vitrubio, sino un conjunto defensivo y a la vez urbano que fue acondicio nado para 4. Esta planta de Melilla es uno de los dos planos que el gobernador Pedro de Heredia remitía en 1604 a Felipe 11 1. Es el primer trazado completo de la ciudad, apareciendo la doble estructura de la fortaleza: la edificios que aparecen dibujados en su interior. El segundo recinto, la Villa Vieja, contaba con una cerca de murallas poder cumplir la función defensiva que los monarcas le encomendaron. y edificios, como la ermita de Otra de las características más significativas en el diseño de la ciudad durante el SI- Nuestra Señora de la Victoria. glo xv1, fue el gran peso que tuvieron los ingenieros italianos en sus obras, lo que ha hecho Esta es la planta de la ciudad y hablar en ocasiones de una MeJilla . . Villa Nueva con los principales No es por tanto la MeJilla del xv1 un "oppida" regular y geométrico, ni la ciudad ideal italiana5 . ' :. pragmatismo funcional, caracte rizado a veces por la irregularidad. La fo rma y di sposició n el siglo '• •/ : : : : :,. No fue circunstancial que cuando el emperador Carlos 1 decidiera en 1525 fortificar parte de sus murallas, designase a Gabriel Tadino de fuerza de Meh1/a ... Pedro de Heredia, 20 d~ octubre de 1604, AGS . G.A. leg. 636, M.P. y D . X LII-65. Martinengo para trazar las primeras obras. Este prestigioso ingeniero y militar, retratado al final de sus días por Tiziano6 , proyectó las nuevas murallas de Tierra y sobre todo el torreón de Sancti Spiritus en la zona más elevada de la ciudad. E n t re e l A1. edievo y el R enacim i ento 35 5 , El gobernador Pedro de Heredia reforzó a principios del siglo XVII la zona de las puertas, cortina . y terraplén bajo el cual se situaba la t' capilla de Santiago, el túnel de Santa Ana y la bóveda que bajaba a la Marina; para ello construyó un nuevo torreón curvo, denominado posteriormente de "la Avanzadilla". Por este motivo realizó este plano que indica (toscamente) la situación de la plaza de los aljibes , con su planta, así como del antiguo hospital y casa del gobernador, edificio muy amplio y de dos plantas. En el /' emplazamiento de la actual Casa del i'!f'~~ Reloj, existía una plaza de armas abierta, con una cortina donde se yo.r.u ?11/Jc L k {y.:Jd 'Je.rtf//I?l ubicarían los "lanzadores de hondas'. También existía una pequeña enramadilla donde se decía la misa, al no contar Melilla por entonces con iglesia parroqu ial. El torreón nuevo que ha hecho el gobernador Pedro de Heredia, 20 - - -- ---¡ f.TJ--~r~~ / de octubre de 1604, AGS. G.A., leg. 636, M.P. y D. XLII-66. ~ 1[ 1Í -1- t· - \ .\ . ¡· .,..- _, Las obras de Martinengo debían reforzar el actualmente denominado Primer Recinto, que por los inicios del siglo xvr era llamado Villa Nu~va, en contraposición a la Villa Vieja que quedaba a sus pies (actuales Segundo y T ercer Recintos) con unas defensas muy infe riores. La estancia de Martinengo fue muy breve y en los años siguientes volvieron a aparecer por M.clilla estos ingenieros del emperador, para trazar, proyectar e informar sobre la marcha de las obras que llevaban a cabo los maestros de obras. Nombres como los dejuan Vallejo (1529) o miser 36 Cart ogr afí a !ti sLó 1· ic a d e M e lilla Beneclito de R ávena (1534), vuelven a ser los responsables ele la construcción de las murallas ele MeJilla, obras que continuaban en el Frente ele Mar cuando (uc acabado el de Tierra. Pero las obras más importantes se debieron a un ingeniero (capitán de trincheras y también artillero) llamado Miguel ele Perca. Este técnico llegó a Melilla por orden de los regentes María y Nlaximiliano ele Austria con la (unción de reconstruir la zona ele murallas más expuesta ele la ciudad : el frente de Tierra y la puerta ele Santiago. Las obras ele Perca, que permaneció en MeJilla dos años, se centraron en las murallas de Tierra, concretamente en la zona donde Martincngo había construido el torreón ele Sancti Spiritus y en la batería ele las Doce Piezas. Las técnicas ele fortificación utilizadas en 1\!lelilla, d esde 1525, fueron las denominadas de transición. Este término refleja el paso de unas mura llas y fortalezas m edievales, con amplios y altos torreon es curvos, que basaban su defe nsa en la inexpugnabilidad, a otras modernas (renacentistas) más preocupadas por hacer frente a la arti llería que evolucionaba por entonces muy deprisa y había convertido en obsoletas muchas fo rtalezas hasta entonces inexpugnables. La morfología de los torreones renacentistas seguían mostrando perfiles curvos, pero a diferencia ele los medievales esta ban terraplenados en su interior y eran macizos para poder hacer fi·ente a los disparos artilleros y situar sobre su adarve baterías de cañones (Fig. 1). Esta ubicación artillera sobre los torreones, llevó a los ingenieros y tratadistas 7 a preocuparse de los "flanqueos" entre las piezas, lo que hizo variar la disposició n de los torreones buscando que unos apoyaran a otros, consiguiendo con ello una figura funcionalmente ideal. El paso siguiente en la evolución d e las técnicas d e fortificación fue variar la planta de los -· torreones curvos o cilíndricos por torres pentagonales que serían lla madas baluartes, y que ofrecían unas cond iciones ele fl anqueo y defensa muy superiores a los a nteriores. Este paso en las tipologías no se prodt~jo en la l\ifclilla d el cinquecento, y tendremos que esperar hasta 1690 para poder encontrar en la ciudad una obra pentagonal. Miguel de Perea construyó dos ele las realizaciones más significativas de la ciudad de MeJilla, la Avanzada y la capil la de Santiago. La puerla y casam ata de Santiago era una obra avanzada a la pue rta principal ele la plaza, a modo ele revellín, fo rmado por dos torreones acasamatados pa ra efectuar disparos desde su interior, y dispuso de foso para completar el sistema de flanqueos. Por su parte, la capilla d e Santiago era una bóveda gótica ele te rceletes construida a la salida misma de la pue rta de Santa Ana, siendo una obra que expresa a la perfección ese carácter que ya hemos señalado de M eJilla durante todo el siglo, a medio caballo entre la superación d e lo medieval y la asunción de técni cas y estilos modernos . Era la co~tradic­ ción entre el R enacimiento que desd e Italia inundaba el mundo artístico y cultural español, y las tradiciones góticas presentes en los ingenie ros y en los m aestros canteros; éste fue el caso del maestro ele cantería de Granada, Sancho de Escalante, que dirigió todas las obras de Melill a a partir de 1533 y continuaba sus fábricas pasada la mitad del siglo, trabajando por tanto con los principales ingenieros que pasaron por esta ciudad. E niTe el ¡\1/e dievo )' el R en acimi ento 37 ) 6. El carácter plenamente renacentista de Melilla, con los perfiles cuNOS de sus recintos y torreones, queda patente en este plano realizado por un personaje peculiar dentro de la Melilla del siglo XVII: el 'hijodalgo" Marcos de Ayala que pretendía convencer al Consejo Real para ocupar y fortificar la lengua de tierra de la Laguna de Melilla, con la finalidad de explotar sus salinas y defender al mismo tiempo la plaza de Melilla. El proyecto fue totalmente descalificado, pero el plano nos ofrece muchos detalles sobre la ciudad; la calle San Miguel era ya la principal de la ciudad, y aparecen dibujados la casa del gobernador y la del capitán de caballos, también el convento y la iglesia, junto a cuarteles, molinos de viento, etc. Las murallas del recinto principal siguen teniendo la misma forma con los torreones que veíamos a mediados del siglo anterior. La Alafia sin embargo muestra ya el "foso nuevo" que hace referencia 'a la construcción del hornabeque en 1690, aunque sin alterar realmente su perfil exterior, que sigue pareciéndose más al de un castillo medieval que al de una fortaleza de finales del XVII. Finalmente, Marcos de Ayala dibujaba la Laguna con su lengua de tierra y salinas, y señalaba otros accidentes como la "Sierra de Melilla', las islas Chafarinas y el río de la Plata. La ingenuidad del plano y las deformaciones que contempla, no ocultan que sea uno de los dibujos más sugerentes que se conservan de Melilla. Melilla, Marcos de Ayala, 14 de febrero de 1692 AGS. MPD.-VIII253. Leg. G. Marina. - /1 1 7. Podemos considerar este plano Pero las defensas de M eJilla no era n suficientes para eJercer el control que la ciudad de 1699, realizado por Alfonso Diez de Anes, como la última representación de la Melilla heredada debía establecer sobre sus a lrededores. Por esta razó n, se inició la construcción de una serie de fuertes exteriores destinados a defender la vega de Melilla y los pastos para ganados e del siglo XVI, antes de las grandes incluso poder " hacer la leña" . Estos fu ertes fu eron los de San Lorenzo, Santiago, San Fra n- reformas del setecientos. cisco, Santo Tom ás de la Cantera, San M arcos y San Pedro de la Alba rrada; incluso, el "Planta de la plaza de Melilla como está en primero de febrero de 1699. A, cuerpo de guardia principal. B, frente del palacio del gobernador. e, ingcni ~o p ara controla rla. Este rosario exterior de fortificaciones p ropició una eficaz defensa de batería de la campaña. O y E, son tres M elilla, que por entonces controlaba sin problemas un a mplio terri torio extramuros, ejer- lienzos de muralla que el tiempo arruinó. F, caballero de la Concepción. ciendo también una gra n influencia sobre los rifeños de los alrededores que debían pagar G, almacenes que se están impuestos a la ciudad para poder cultivar la vega o extraer sal de la M a r C hica11 • construyendo. H. puerta del Socorro. La c ulminación del plan de obras iniciado por Taclino de Martine ngo y finalizado por Y. fuerte de San Antonio de la Marina. J , los algibes. K, foso de Santa Ana. Miguel de Pe rea, completaron básicamente la estructura ele la M elilla del cinquecento. Por L, casamata de las puertas de entonces sólo quedaba realizar algunas ob ras puntuales, a unq ue ampliamente significativas, Santiago. M, torreón que cubre la puerta de la mar. N, varadero nuevo. caso de los alj ibes (Fig. 3). Esta sólida estructura es una de sus construcciones en cantería O, Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria. P, Fuerte de San José. O, la media luna. R, fuerte nuevo de más apreciada, buen exponente de los avances técnicos de la ingeniería en la época de Felipe JI; consta ele los dos alj ibes p ropiamen te dichos, con capacidad para l .144 metros cúbi- Santiago. S, los ataques que hacia al monte mantienen los moros. T, son las cos, y dos clecantadores p or donde el agua se purificaba. ruinas del fuerte de la cantera. U, las Mclilla quedaba por entonces perfecta mente definida, e históricamente resulta m uy inte- del fuerte de San Francisco. X, las del fuerte de Santiago. Z, las del fuerte de San Lorenzo. 1, las del fuerte de la Albarrada. 2, las del fuerte de la El Fratín, en 15 76, p royectó uno a la entrada de la Laguna de Mclilla (Fig. 2), ..resantc que d urante más ele c iento cincuenta años no se realizaran reformas o reconstr uc"'w- ciones q ue alteraran este plano original renacentista. Es así, que en los escasos planos q ue Huerta grande. 3, rambla capaz de conservamos de la segunda mitad del siglo eocubrir 4.000 hombres. 4, mezquita de los moros. 5, casa del alcaide. 6, estructura, q ue sería remoclelacla finalmente durante el siglo xvu1. las minas que por ser precisas se mantienen. 9, surtida al campo y al fuerte que está al número 10. 11, La M elilla del siglo XV I XVI y de todo el xvn se nos presente la misma era una ciudad y fo rtaleza delimitada por dos recin tos de murallas (Figs. 4 y 5). En la zona del peñón rocoso se e rigía el núcleo principal de la mina que se está construyendo. Todas las lineas coloradas significan las minas, contraminas y demás obras p oblación , la Villa Nueva, con lo más d estacado de su estructura urbana, p rincipales que hay debajo de tierra". entre lienzos de m urallas y torreones cu rvos (San J uan y Frontero de la Cárcel), elípticos Plaza de MeJilla. Alfonso Diez deAnes, (Pelotas y l•loren ti na) o cuadrangula res (Las C ruces), que se iban adapta ndo a la falta de 3 de febrero de 1699 (Copia Aparici de 19 de agosto de 1853), 48,5 x 35,5 cm., escala gráfica de 400 pies geométricos, SHM. Aparici 282. edificios y sus cortinas y to rreones m ás sólidos. 8 1 pe rfil irregular estaba comprendido uniform idad del te r ren o. En el inte rior se levantaba e l caserío con los p ri ncipales edificios, como la casa del Gobernador, e l H ospital, los almacenes y los dos aljibes (uno nuevo construido en 1571 y otro viejo frente a éste); también algún edificio religioso, como la Ermi ta de San ta Barvola, y una construcción destinada a l aloja miento ele los rifeños que pernoctaban en M clilla. Por su pa rle, la Alafia o Villa Vieja era otro recinto construido con much a menor solidez y con un circuito de murallas de menor consideración. Circundado por un foso, su estructura dclen siva estaba compuesta por una serie ele obras irregulares de tapial ele poca e nvergadura, que comprendía algunos edificios entre los que destacaba la ermita de Nuestra Señora de la Victoria, en cuyo interior se veneraba una imagen ele la Virgen de finales del siglo 40 Ca1'1o .~r a.fía histórica de !vl e lilla XVI de estilo manie rista. ¡.; 11 t,. e e 1 M f di f li o )' fl R e n a e i m i e 11 t o 41 Ninguno de los proyectos realizados en la segunda mitad del siglo xvr alteró en lo sustancial esta estructura. En estos momentos, las preocupaciones de Felipe II iban encaminadas más bien al control de los turcos, y concretamente a la posibilidad de fortificar la entrada de la Laguna de MeJilla. Ésta fue la que recibió la atención de múltiples informes y proyectos, hasta que pasado el peligro otomano después de Lepanto, todo se archivó. Las..obras llevadas a cabo durante el siglo xvrr no alteraron en lo sustancial su morfología. La mayor parte de las veces se limitaban a reparaciones o consolidaciones de torreones anteriores. Éste fue el caso de lo realizado por el gobernador Pedro de Heredia o por sus predecesores hasta finales del siglo. Por esta razón, los planos de Melilla dibujados durante este siglo siguen mostrando la estructura renacentista de mediados del cinquecento. Esta es la imagen que nos transmite el plano de Marcos de Ayala de 1692 (Fig. 6), que volvía a manifestar las preocupaciones de MeliiJa: la Laguna y los fuertes exteri ores, mostrando una imagen ideal del interior de la ciudad, que subrayaba sus edificios principales. T ambién del plano realizado por Alfonso D íez de Anes en 1699 (Fig. 7), magnífica representación que nos anuncia ya una ciudad sitiada y que va a requerir profundas transformaciones en sus sistemas de fortificación para poder renovarse. Así vemos cómo se han realizado ya algunas modificaciones en la Alafia, con la construcción de un hornabeque y varios fuertes triangulares. Es esta imagen, por tanto, la última visión de aquella M elilla del Renacimiento que había estado vigente durante casi dos siglos, durante todo el periodo de los Habsburgo. Desde entonces, la Melilla de las formas curvas y elípticas va a ceder paso a la Melilla de las tipologías pentagonales y triangulares, la ciudad del siglo XVIII. Notas Para una visión de conjunto sigue siendo imprescindible la obra de BRAUIJEL, Fcrnand. El Mrditrrrrínro y ti Mundo /1/rditrmínro fll la ;pora dr Fdiflf 11. 2 vol. M(·xico: Foudo dt· Cultura 1-:mnómica, 19!!0; 1 !360 p., 11 950 p. Cou anteriolidad había escrito otro trabajo, "Les cspagnols et I'Aiiique d u 1ord de i'f!J2 a 1577". Ra,·ue Ajncaint, n." 69. s.l., 1928; p. IB4- a 233 y :t'i 1 a <128. 2 Do~oi:-.~oucz ÜRTIZ, Antonio. l<'l A1111:~uo llrgimen: los Rryrs Católicos)' los llu.rtrias. ~ l adrid: Alianza Editorial, 1988; p. 43, Sl' rt'fcría a esta a('ción como una 1n ás d•· las rcpohlar ioucs efectuadas en el ámbito hi!-~pa no. :! Sobre los proy<:ctos y cronologías véase l\ luÑoz, Alicia. "El sistema de l<mificaciún de rostas en clr'l'Ínado de Vclípt· ll: la costa uortc ck Áf'rira y la lo rtilicación de lvlclilla r n el siglo XVI". En: Mdilla en In historia, sus CÁMA RA 42 Cartografía hist órica de M elilta .fortificaciane;; S('minario cl'i<'hradn en (Vfclilla los dias 16, 17 y 18 de 111ayo d~ 1988. Madrid: IC RBC., 1991 ; p. 31 a 4 1. También BRAvo :'>!t ETO , Antonio. lngmiems militarts m Meli//tJ. Teoría y /Jrácliw dr .fiJrtifimriúu dumutc la edad modcma, ,rig/os .IT/ a Xl'l/1. Mclilla: Ct·utro Asociado a la UNED, 199 1; p. 30 y :{l. 4 Sobre los comrwncnlcs religiosos de este proyecto, véase el lral><\io ele i\voo.~:s Fo-:RNÁNDEZ, Miguel. "Mrlilla, primera cabeza dt" puente en el cam ino hacia la Casa Santa". En: Mrlilla tll la historia, susforlifitacionts. Seminario cele. bracio en i'vlclilla, los días 16, 17 y 18 de onayo ele 19lUl. 1\lladricl: IC RBC., 1991 ; p. 7:> a 7!3. 5 BR.wo Nnno, Antonio. "Entre la U<l- dición medieval y el cinquteen/o: los ingenieros italianos en Mclilla". En: lfrrhitelli e irwgueri militari italiani all'esle,.. da/ XI' ril .VI'fll .rm,fo. Roma-I.ivorno: lstituto ll aliano clci <..:astd li-Sillabc, 1994; p. ;>;, a ó4. 6 'l'Am:-<o, Guido. Vita di Uabrirlc Tadino da Martinrngo. l'riorc di &rletta. llérgamo: Ateneo di Sri<'nze, 1A'ttl'l'r ccl 1\rti, 1973; p . !l:>-86 y 196. l'ncdcn ronsultarse los to<•tados de ROJAS, Cris1úbal de. Trórica y ¡míctira dt fortifirarión, corifonnt ti las mfliit!as y diffnsas dtsto.•· timr¡)(Js, re¡JIIrtidrrs m tm fHu"lt.<. Madrid: Luis Sánch('z, 1591l; 106 fol. ~l";:unbién , CoNZÁLF.Z DE t-. I E.DINALlAR. ~ Diego. Examen ele fortificación. Madrid: Imprenta del Licenciado Vúo·cz d•· <..:astro, 1599; 2'2 1 p. llA, !l Véanse una referencia ele estos impuestos en BRAvo f\tETO, Antonio y SÁI'.z l:i\ZOHI.A, J esús :'vligud. /olelilla t ll ti .rig/(1 XI'/ a lmvir de susforiificaciolltS. Mclilla: Aynnt;uuit·ouo, 19!lB; p. 79 a 81·. n. La Mar Chica y la costa de Melilla i el siglo S XVI fue el período de máximo esplendor para el mar M editerráneo y los estados bañados por sus costas, no es extraño que gran parte del interés sobre Melilla se materialice sobre una gran laguna costera inmediata a la ciudad, que adquiere por entonces un fuerte protagonismo histórico. Es dificil precisar la cronología de su formación geológica, aunque ésta pudo haberse producido entre el siglo xv y el 1 XVI . No obstante, algunos :tutores del quinientos le daban una cronología anterior; M ateo de Florio R aguso, uno de los militares de prestigio que Felipe II envió en 1569 a la laguna para discernir sobre su utilidad, aseguraba que la boca de la albufera fu e abierta por los roma nos, y que en el interior se recogía su flota como base segura desde donde conquistar "toda Mauritania y Berbería". También sefialaba R aguso que para conservar este puerto nuevo, hicieron una boca junto a un arrecife utilizado como muelle y defensa, para que las torme ntas no la cerra ran 2. Juan Andrea D oria, que visitó en lugar en 156 7, también afirmaba de este arrecife que parecía hecho con arte, como si la mano del hombre lo hubiera conformado. Pero fue a mediados del siglo xvr cuando entró e n plena escena histórica. Luis de Mármol C arvajal, en 1573 se refería a ella y afirmaba que estuvo cerrada, hasta que unos decenios antes de publicar su obra se abrió una boca en la barra de arena que comunicó la laguna con el ma r\ también señalaba la existencia de unas salinas sobre el a rrecife, formada por el agua que se depositaba durante los temporales de levante. Sea cual sea su origen, ya desde 1550 los monarcas españoles comienzan a preocuparse por su control. C arlos V escribía en 1550 que la laguna "parcscc ser cosa d e importancia, y assi se mirara lo que se debe hazer y proveer cerca clello'"'. Este interés del e mperador determinó la llegada del almirante Bernardino de M endoza ese mismo año con ocho galeras; éste pe rma neció un día en la laguna "al remo y a la vela", midiendo sus 43 8. Este dibujo de 1564 es la primera representación que ( [. 33<- J conocemos de la laguna de Melilla. Después de conquistar el peñón de Vélez de la Gomera a los turcos, García de Toledo pretendía impedir que ést os se instalaran en ella.• Tenía un brazo de arena en cuya mitad se abría la boca que la comunicaba con el mar. En el interior se situaba un tómbolo estando las orillas llenas de árboles. Delante de la boca de la laguna, existía un arrecife, "un secanyo de ( piedra y peña", que impedía que ésta se cerrara. Diseño de las costas y laguna de Melilla llamada Mar Chica, remitida en una carta de don García de Toledo a Felipe 11, Colibre, 11 de octubre de 1564, 32 x 44 cm. , sin escala, AGS. MPD. XIX-20. Estado, leg. 331. f.'. P. ~ ( t; Xl)(·:w "de lo qua! an estado espantados cristianos y moros, que nunca creyeron que tal ·-sefondos, pudiera hazer"''· El interés estra tégico del lugar se acrecentaba por la inestable política regional: cambios de dinastía en el sultanato de Fez, con la aparición de los xerifes Saaditas, e incu rsiones del 9. Este dibujo muestra el mismo rey de Argel en las costas e interior del sultanato, potenciaban la laguna como posible cabe- paraje coloreado. El perfil de la za de puente para una posible intervención a gran escala. Por esta razón, el rey de Argel costa presenta accidentes geográficos como el cabo de Tres Forcas y los islotes Farallones ; no tardó mucho en llegar a ella con su flota y estudiar sus posibilidades, circunstancia que contemplaba la construcción de un fuerte en la boca. Melilla era una ciudad amurallada Por entonces, muchas personas opinaban que la laguna era un puerto magnífico para que sobresale del perfil costero, asentada sobre un peñón, y junto a ella un entrante de agua que hace referencia a la desembocadura del río de Oro que por entonces debía ofrecer un aspecto mucho más pantanoso del que tendría en siglos posteriores. Finalmente aparece la laguna, con su lengua de tierra cortada por la boca, en cuyo frente barcos de remos. Por esa razón los años siguientes fueron de gran trasiego corsario en sus aguas; las flotas entraban y salían y el número de barcos era muy importante, ya que superaban a veces los cuarenta navíos. Por otro parte, las preocupaciones españolas se centraban en que argelin os o turcos pudieran intentar una incursión en las costas peninsulares, aprovechándose de la complicidad de los moriscos de Granada o Valencia, lo que multiplicaba su peligro. La amenaza sobre la propia Melilla era también evidente, pues el poten- se situaba la laja o arrecife. cial de las flotas (co n galeras y galeotas de veintidós bancos de remos) era muy grande para Diseño de las costas y laguna de una fortaleza pequeña. Me/i/la llamada Mar Chica, remitida Entre 1553 y 1554, el argelino Salah R eís incluso llegó a iniciar la construcción de dos en una carta de don García de Toledo, Colibre 11 de octubre de 1564, 32 x 44 cm., sin escala, AGS. MPD. XIX- 19. Estado, leg. 331. 44 fuertes en la boca de la laguna, donde situó muchas piezas de artillería. Por entonces, los argelinos intervenían abiertamente contra el xerife de Fez: dominaban toda su costa norte, se habían apoderado del peñón de Vélcz de la Gomera e incluso la atacaron por tierra al Cartografía hi s t óric a de M e lilla , . .-:' .. 1 ' ( ..; • ..J 1-1 L a M n r (.'!ti e a y la e os t a de M e 1i ll n 45 1 Ü . El ingeniero italiano Giacomo Palearo el Fratín, realizó en 1576 este dibujo de la laguna conq uistar la ciudad de Taza y la misma capital, aunque fin almente todos sus proyectos se truncaron. No obstante, dentro de esas convulsas relaciones, la laguna de Melilla era una base que de Melilla. Ésta aparece muy proporcionada, dibujándose minuciosamente todos sus accidentes , aunque en el interior se ubican simples barrancadas o referencias como la del 'Al Caramú (Gurugú) preocupaba a todos, por lo q ue el propio xcrife Saadita, Mohammcd Ech-Cheikh propuso a los españoles en 1555 y 1556 que los ingenieros de Felipe JI cerraran su boca de entrada, corriendo los gastos de parte del propio xerife. El control argelino y turco sobre la costa referida se redujo en la década de los sesenta. adonde habita Bucar'. En la barra de arena existían unas salinas, y por delante de la boca de esta barra se situaba en paralelo un arrecife con cuatro canales de entrada, y en cuyo vértice es donde El Fratín proyectó una torre. Juan Andrea Doria explicaba en un informe sobre las posiblidades de refugio de flotas de galeras, que podrían entrar por la boca de una en una, y arriesgar la seguridad de las En 1564 García de T oledo, con una armada de noventa y dos galeras, consiguió desalojar a los turcos del peñón de Vélcz de la Go mera asestándole un fuerte golpe a su presencia regional. Este marino remitió dos planos de la laguna de Melilla a Felipe JI (Figs. 8 y 9), con una carta de fecha 11 de octubre de 1564·6 . García de T oledo temía por entonces que los turcos, al haber sido expu lsados de Vélcz se instalaran en las cercanías de Melilla; estos dibujos (uno de ellos pintado a colores) son las primeras representaciones claras de la laguna, situada a un tiro de med io cañón de Melilla y cerrada po r una lengua de arena con una costas españolas. boca pro tegida a su vez por un "sccanyo de piedra y penya" . Estos dos planos inician una El desino de la laguna de MeJilla, serie de representaciones que especifican claramente cuáles son las preocupaciones sobre remitido en una carta de J uan Andrea Doria a Felipe 11 de 4 de octubre de 1576, firmado por este lugar: por un lado el control del mismo desde el punto de vista estratégico, y en segundo lugar el control de sus salinas. Giacomo Palearo el Fratín, /\sí que la laguna de Puerto Nuevo, nombre con la que la conocían los turcos, seguiría 42,7 x 57,5 cm., sin escala, AGS. MPD. Vll-111. G.A. leg. 8 1-28 bis. preocupando a Felipe Il durante todo su reinado. Las soluciones estaban claras, se podía f (, 46 (: arto,g ra.fia histórica dr M eli lla 1• . / ''·l1J , VII- N/ ................. ---- --------.. - -... --·--·-------·-----._. ;¡' 1 ., :;: •' 1 • . ~ ~ . .· .· . ·- '-'t : ..... ~~ ~ lf ... . . • ' ~ 1 ,_" \. • ... .. ~ 1)/ .. ·', .. . 1 •• . diarse con posterioridad, aunque los c•erres te mporales de la laguna y el consecuente 12. Este plano manuscrito en colores representa la vertiente aumento de la salinidad, arectaban negativamente este a specto. oriental del cabo de Tres Forcas, Finalmente, no se llegó a hacer nada; no se rortificó porque hubiera resultado realmente costoso y se hubieran necesitado miles de hombres para ello. T ambién porque cuando los peligros ele la flota turca se disipaban, decrecía el interés del esta do por hacerlo; así ocurrió cuando la amenaza argelina a mediados de siglo, con la revuelta ele los m oriscos españoles en 1569R, o la década de los setenta con Lepanto de fondo. Las elif1cultad es eran muchas a su vez. Si se hubiera cerrado la boca con ba rcos cargados de piedra, los ingenieros tenían presente que la naturaleza volvería a abrir otra boca en el mismo o en otro lugar (los riachuelos que desembocaban en la laguna, temporales de levante, o terremotos). El propio J uan de Austria en 1569 reconocía tener información sobre el hecho ele que la laguna estuvo cerrada hacía unos treinta años y que ella misma se abrió poco a poco con el fluj o de las agua (lo que nos situaría en 1539, tal vez la fecha dada por M á rmol de Carvajal). Felipe 11 consultó a sus mejores especialistas, a Bcrnardino de Mendoza, a García de donde se señalan todos los posibles abrigos cercanos a la ciudad para conocimiento de los hombres de mar. Así, se señalan los Farallones con la laja de la L upiana, y las calas Confites, peñón Tendido, cala Viñas, punta de Cala Bermeja, Calablanca, punta de la Selvanilla, Rambla del Agua, Rostro Gordo y cala Morrillo. Plano de fa rada de fa plaza de Me/il/a entre el cabo Tres Forcas y la Restinga, por Mateo Vodopich (coronel ingeniero), Cartagena, 14 de enero de 1764,51 x 73,5 cm., escala gráfica de 2.000 tuesas, SHM. 4.688/ 8. C-32-14/MEL G2/ 8 . Toledo, a su hermanastro J uan de Austria, a Mateo Florio R aguso, a Luis de R equesens, comendador mayor de Castilla, a l príncipe de Sabioncta Vcspasiano Gonzaga, al duque de Alba, al prior don Antonio , a Francisco ele lbarra y a ingenieros como Giacomo Pa leara el Fratín y a Ba utista Antonelli. Los últimos in formes y consejos reales datan de 1576 y 15 78, y fueron necesarios nuevas visitas y nuevos proyectos; de esta serie, conservamos varios planos ejecutados por el prestigioso ingeniero El Fratín, donde mostraba tanto el estado de la zona (Fig. 10), como algunos proyectos que pensaba ejecutar (véase la Fig. 2, en el capítulo-~-. anterior). D esde luego lo q ue nadie ponía en duda era la grandeza geográfica de la laguna; el come ndador mayor de Castilla afirmaba que era " una d e las mejores cosas que yo en mi vida he visto", pero sí se cuestiona ba la idoneidad de gasta r fu ertes sumas de dinero en su fortificación, y m ás cuando la naturaleza parecía controlar la situación en Lodo mom ento. Duran te el siglo xvu, ni Espai'ía ni M elilla estaban en condiciones de hacer estas inversiones, pero no dc;jaron de aparecer referencias documentales sobre informes que volvían recurre ntemente una y otra vez sobre ese supuesto dorado que representaban las salinas de la laguna para la ciudad, así como su ab unda nte pesca. Este fue el caso del proyecto de Mclchor T o fiño, en 1667, que adjuntaba un informe que calificaba la sal de muy blanca y sabrosa, o de la propuesta de Marcos d e Ayala, e n 1692, para explotar las salinas construyendo un ru erte para ello. o obstante, las condiciones de navegación de su inte rior parecían haber variado, porque se indicaba que no podrían navegar navíos ni galeras, por tener poco fondo. Este problema del escaso calado aparece también en un in forme de 1 79~ 9 donde se afirmaba que sólo era utilizada por cárabos y emba rcaciones pequeñas por la poca profundidad de sus aguas. Lo cierto es que las circunstancias de la propia naturaleza eran las que determinaban el acceso o no a la laguna, debido a sus aperturas y cierres. Así lo hacían los temporales de /,a ¡\ f ar Ch ica y la costa de M elil {a 49 13. Las islas Chafarinas siempre fueron utilizadas en las representaciones cartográficas de Melilla como el límite oriental hasta donde llegaba su influencia marítima. Estas tres islas, situadas frente a Cabo del Agua, iniciaban ...... una tortuosa y abarrancada costa carente de accidentes (salvo la punta Oualbadana -Ouebdana-) o abrigos, que finalizaba en la arenosa barra de arena de la laguna. En este plano, la laguna aparece aparentemente deformada, aunque hay que tener en cuenta que podía haber estado sometida a una fuerte desecación, por lo que difería bastante de los dibujos del siglo xv1. A partir de Melilla, sin embargo la costa se vuelve bruscamente rocosa y con abundantes abrigos y calas, por lo que se diferencian perfectamente estos tres ámbitos 1 costeros , en los que Melilla juega un j papel de frontera y al mismo tiempo centro. Plano de la costa entre Me/illa y las islas Chafarinas, sin autor, sin fecha (fines del siglo xvm),17 x 42 cm., sin escala, SHM . 47 14/2. Q-1-20/MEL-G4/18 . \__, levante o los frecuentes terremotos que se su fren en la región. En 1755, uno de ellos cerró la a ntigua boca de la laguna 10 y, en 184-8, otro terremoto volvió a repetir el hecho, por lo que es lógico pensar que entre am bos se abriría esa boca por alguna circunstancia de las ya descri tas. En el pla no realizad o por el piloto de la marina .Jaime M a rtorell en 1764· (Fig. 11), a parece cerrada la a ntigua boca, aunque parece existir un pequeño canal en el extremo sureste; este canalillo también era representado por El Fratín en 15 76, muy bajo y sólo apto para pequeñas embarcaciones. 1\lgunos autores afirma n incluso que dura nte el siglo xvm, la laguna pudo secarse completamente durante treinta ai'íos 11 , pero una fuerte actividad sísmica e ntre 1887 y 1888 volvería a afectar su perfi l, y un temblor de tierra abrió de n uevo la comu nicación entre el M editerrá neo y la Ma r C hica, a seis leguas de M clilla. Ya en el siglo xx, volvemos a encontrarla cerrada, hasta q ue en 1909, los trabaj os de la Junta de Fomento de Mclilla iniciaron 50 Ca 1" t Og r a.fí a h i S 1 Ó riCa d e ¡l¡f e/ Í ll a t; ....-:: . ··~ los trabajos definitivos para construir un canal de comunicación suficien temente amplio, tra bajos dirigidos por el ingeniero de caminos Luis M olini; curiosamente, al abrirse el canal y compensar el nivel inferior del interior de la laguna, las aguas sepultaron un pequeño cementerio construido en sus orillas 12• Estaba claro que la sup remacía ele la laguna acabó en el siglo xvr, centuria en la que aparece a mpliamente representada y en la q ue centró el interés de emperadores, reyes y sulta nes por sus condiciones naturales; pero pasado este siglo, pasa a ser simplemente un accidente m ás dentro ele la cartografía. Por esta razó n, en las cartas náuticas del siglo xvm ya es sólo un elemento más del á mbito melillense. -- En otro orden ele cosas, el setecientos contempla ría la renovación de toda la cartografia ma rítima española. Aún a principi os del siglo convivían las cartas planas muy ornamentadas (con sistem as ele rumbos) con las cartas esféricas del sistema M ercator. Pero en la segu nda mitad del siglo xvm se inició un importante despegue científico y desde entonces L a M ar Chica)' la cost a de lvlelilla 51 14. Este fragmento del mapa de Tomás López representa el cabo de Tres Forcas, con sus principales accidentes de la vertiente oeste o de poniente. A pesar de su fecha de realización, a finales del siglo XVIII, conocemos una serie de cartas náuticas de la zona de Mclilla, realizadas por miembros del cuerpo de pilotos de la marina. En ellas se sci'ialaban los principales accidentes geográficos de la costa entre las C hafarinas y el cabo Tres Forcas y las sondas batimétricas de sus profundidades. Puede verse en estos planos un control dual, ya que si era necesario representar la tierra se pueden apreciar importantes deformaciones geográficas (obsérvese el río de Oro corriendo al sur del monte Caramú o el perfil exterior de la laguna), aunque estas vistas parciales no reflejan el esfuerzo e interés por contar con una cartografía científica y global de y sus a~cidcntcs geográficos, también lo era conocer las circunstancias del mar, de sus rum- bos y peculiaridades, así como la medición de las profundidades para evitar cualquier peligro a la navegación española, a los barcos que llegaban a Melilla y mantenían ese fundamental cordón umbilical entre la ciudad y la península. En el citado plano de J aime Martorell (Fig. 11 ), Melilla era el centro desde donde irra- todo el territorio español, hecho más apreciable en los mapas generales. d iaban líneas con las medidas batimétricas, señalándose las distintas calas y refugios (como Plano del cabo de Tres Forcas y la de la Sabanilla, o cala Blanca) que existían en toda la vertiente este del cabo de Tres costa hasta las islas Chafarinas, porción del plano de la ciudad, plaza y fuerzas de Melilla, por don Tomás López, Madrid, año de 1793, 34 x 19 (del plano completo), escala gráfica de 2 leguas de 20 al grado, MNm. 9 11 (3), MN 99-6, Melilla (Ciudad) Estrategia Militar. Forcas. La necesidad de conocer e investigar fu e permanente durante el siglo xvm. Una de las visitas y comisiones científico-militares más importantes realizadas en Melilla, fue la llevada a cabo por el coronel de ingenieros M ateo Vodopich, junto al tenien te del rey de C artagena Felipe Caballero, el capitán de navío Ped ro J ustiniani y el teniente coronel de ingenieros Segismundo Font. En uno de los apartados de la memoria que redactaron, se detallaba con minuciosidad la costa de Melilla, sus calas y distancias, así como otras noticias como datos económicos e incluso históricos sobre los pueblos que circundaban la ciudad. La geografla de la costa era minuciosamente detallada, "un cuarto de legua largo ... , dista la punta de Tigertel, o de la estera a que dicen los españoles del Rostrogorodo; es capaz su cala de galeotas, al abrigo de los oeste y sur". T ambién se cncargaba justiniani de cuestio- --j ¡ M E DITJ~ RRANE I.tÚL! c;.ffinn.M (f7~ 52 Cartografía históri c a de M elilta O ,.. " · ' ·-· "' ~~- .~ - : . qY.~ .. ~- .!· ..... ... : ~~: . . . .... ••<91' ' ' . ,"' . ·. p .... . V . ' .. ·- ' ·~ ~ ..... .. ~, •.. ·~· ·-·.. Q (~ · :..~!..•: n. n ..~......... h. l. '}" ·~ . l'. , f:.'~J.¿ .)'",·...... ..;.·!;,:;;,:.~~ 1) J~ ~~ "'"(.>~" 1\f.Putl'l!l t/rl tfl'o.vrN E ~.~...... .¿ f.•. ... ' '''"" 9. 999 F. · t..~'J..I.. .. .. .. .: .>.,... 1-l. ~~"Í ,.;.. ..,,, ,,¡. r:.., ,~·· .. . 1 ··- ...~ . .. ...... Y .¡;{ (.• /,.//. A .• '!.•.!"'.;, ,__. !;/.,,;." ~ ..., _.... .,.. .. ~ ,¡ í / t: ,.. l.i t.·; ,, .. •r¿ '"· u:. 1 1 :l..ll 2Zl ¡ 1 1 •.. S• } ,,. 1 ~~~--'----- ~- --____,.....,...~=-=-=-;l=-~ - ~-----' nes meteorológicas, vientos, temporales y posibles abrigos para barcos que recalasen en MeJilla; otro tema de interés era el tipo de fondos marinos: "Aquí es arena fina y limpio y desde el cabo de Tres Forcas, hasta la punta de la R estinga" 13• Por supuesto que la volu minosa memoria iba acompañada de varios pla nos, como el de abrigos, calas y fondos marinos (arena, fa ngo, granufal y piedra), que firmaba M a teo Vodopich en 1764 (Fig. 12). D e finales del siglo xvm conservamos varios pla nos que, incidiendo en la idea de 15 , Siendo Melilla el principal abrigo de toda la zona del cabo Tres Forcas, su fondeadero estaba muy expuesto a los temporales de levante. El peñón rocoso del Primer Recinto, ofrecía cierto resguardo natural a las embarcaciones. La capacidad de este abrigo, aparece reflejada en esta carta representar la costa de M eJilla, deformab an bastante la laguna, qu e sin embargo apare- náutica anónima, donde se señalan cía tan bien reflejada en el siglo xvr. Este es el caso d e un plano fechado a finales los fondos para aviso de los navegantes. del xvm (Fig. L3) donde se dibujaba toscamente la costa d esde la islas Chafarinas hasta Mclilla, con los accide ntes del cabo del Agua y la punta Qualbadana (Qu cbdana), o el plano de Tomás López de 1793 (Fig. 14), muy similar a l anterior y donde la laguna apa rece defo rmada con un brazo de tierra enorme. Sin embargo, y a pesar de ap arecer dibujado un p equeño cana lillo al sureste, este amplio brazo de tierra puede represen tar gráficamente el resultado de una posible desecación d el agua, hecho que irí a reduciendo IAt Mar Plano que manif1esta el surgidero o abrigo de la plaza de Meli/la, sin autor, sin fecha (finales del siglo XVIII), 38,1 x 54,1 cm, escala gráfica de 300 varas castellanas, MNm. 9 11(1), MN 99-8, Melilla (Ciudad) Cartas Náuticas. e lll: e a y 1a e o J t a rl e M e 1i ll (/ 53 drásticamente el tamaño de la laguna por evaporación, lo que a su vez aumentaría espectacularmente las salinas. Es indudable el carácter marinero y mediterráneo de MeJilla a lo largo de toda su historia, ya que su puerto fue una de las principales preocupaciones de sus gobernadores; la prioritaria comunicación que se establecía a través suya y el control marítimo de sus alrededores,. ha generado un interesante repertorio toponímico histórico (cala de la Galeota, cala de los Pájaros), que en muchos casos se ha conservado hasta nuestros días. La navegación y la comunicación marítima permitían en parte la vida de MeJilla y los transportes en barco aseguraban el abastecimiento que muchas veces no podía hacerse por tierra. D e esta realidad nace una nueva imagen de la ciudad que engloba el "Surgidero" o a brigo de Melilla (Fig. 15), como zona defendida y resguardada de los vientos por la mole de la antigua fortaleza. Este abrigo, ante la poca efectividad de su embarcadero y los embates del cercano río de Oro, permitió durante toda la historia de Melilla el resguardo de diversos tipos de barcos, cuyas ricas denominaciones han plagado la historia documental de la ciudad: las goletas, barcos longos, pasacavallos, chambequines, cárabas, escampavías, falúas, londros, místicos, polacras y otros muchos, form an parte, pues, de esa imagen náutica de MeJilla. Notas Yus RAMOS, R afael, y CAno H ERNANJ osé Manuel. Guía de la IWlumleza de la región de Melilla. Mclilla: Ayu ntamiento, 1986; p. 293 a 3ol0. DEZ, 2 Colección i\parici. " Laguna d e Mclilla. El capitán Florio Raguso". T orno V, B.C.I'vl., Estado. Lcg. 15 1; fui 212 a 222. 3 Luis de Múrmol y Carv<\ial, afi rmaba ( 15 7:i) que hada diecio cho a ti os se había abierto una bota en d cordún de arl'na. Dw:ri¡Jción Ceneml de 1Íjiica ... Granada, 1573, ·r . 11 , fol. 153 v". 4 CASTR IES, Henry de. l-es Sources inédi- tes de 1'/fúroire du lvlaroc. Archives c t bibliothcqucs d'Espagne, l. ParísJv[adrid: Ernest Leroux-R u iz Hermanos, 192 1; 467 y 470. C arta firmada en Ausburgo, 20-X-1550, Lcg. 465, fol. 4·8-49. 5 CASTR!IlS, Hemy de. Op. cit.; p. 4754 77: Carta de l'vl iguel de Pe rca a María 54 Cartografía hi s t órica de Melilla y Maximi li;H10 de Austria de 14 de sep - tiembre de 1550 6 .Juan Bautista Vila r apunta que el au tor de este plano pudo ser el ingeniero italiano Bautista Antonclli . Vtt..AR, .Juan Bautista. 1'vla¡m,; plmws y .fórtificaciones lus/Jánico.r de Marrueco>; s(glos XVI-XX. Madrid: Insti tuto ele Cooperación con el Mundo Árabe, 1992; p. 283. Colección Aparici. " Relación que dio Juan Anelrca a su Magcstacl, del l'etión, Mclilla, Salinas, L~tgunas y Ajorod, año ele 1567 desde Melilla" . Negociado de Mar y Tie rra, Lcg . 81; fol. 200 y 211. 8 LA VERüNNE, Chantal cit-. "Le projet du capitaine Florio p our obstruier l'cntréc d e Mar Chica ( 1569)". Les Sources inédites de l'lútoirc du 1\l!aroc. Archives et Bibliothcqucs d ' Espagnc, 1U; PH rís: Paul Geut hncr, 1961; p. 1f¡3 a 1%. 9 Colección Aparici. Documento ele 23 septiembre de 1667 prO<:cdcntc del Archivo General de Simancas, Negociado rh: Cuc rra, Lcg. 21 %; lol. 1él a 2<k Sobre la refere ncia del siglo XVIII, véHsc Va.AR, .Juan Bautista. Op. cit.; p. 297-298 . 1O MoRALES, Gabriel de. Fjeméridr.' de la historia de Mi!lilla (14.97- 1913). Mclilla: UNED, 1995; p. 142. 11 Yus RAM OS, R a!itcl y CAno H ERNAN Dt·:z, .José Manuel. 0¡1. cit.; p. :~00. 12 Datos sobre la imagen de la laglllm durante los sig los XIX y xx m: V H.AR, .Juan Bautista. Ma¡111s, Planos )' fortjftarcione>' hisf"ínicos de /\4amre,t:os (s. XVI-XX}. Madrid: Insti tuto de Cooperación con el Mundo ¡\rabc, 1992; p. 298 a 305. 13 CAllAU.ERO, Felipe et al. Pla~a de Meli1/a, manuscrito. lV!adrid: Setvicio H istórico Militar, n." 4-5-7-10; 60 fol. La construcción de una ciudad subterránea 111. Asedios y guerras de minas M elilla se ha definido durante una gran parte de su historia por enclavarse en una encrucijada. Su situación norteafricana y el tránsito de pueblos a una y otra orilla del Mediterráneo siempre determinaron una ciudad fortificada; desde los inicios de su historia existe esa conciencia de "oppidum", de núcleo amurallad0 que debía defender continuamente su existencia comercial o estratégica, que han sido los dos vectores que la han hecho avanzar a lo largo de los sigles,.. Por eso debemos entender que M eJilla ha sido una ciudad muy caracterizada por unas defensas a su vez determinadas (aunque no siempre) por los asedios que sufrió. Si bien es cierto que las murallas ejecutadas dura nte el siglo xvr para hacer frente a un posible ataque del xerife Saadita de Fez o a las flotas turcas y argelinas, no llegaron a cumplir sus objetivos en ese momento, sí sirvieron para contener el persistente empuje del sultán Muley Ismall a partir de la segunda mitad del xvn. Fortificación y poliorcética son dos palabras dialécticamente compenetradas, y nunca es posible entender la una sin la otra. Desde 1497 hasta 1667 Mclilla pudo mantenerse bien defendida por un circuito de muraJlas renacentistas y sobre todo por la posesión de una serie de fuertes exteriores situados sobre las alturas más cercanas a la ciudad, q ue dominaban toda su vega y los principales lugares desde donde, hipotéticamente, se la podía atacar. Fue ésta una época dorada para la ciudad; la caballería melillense controlaba una amplia región, manteniendo un "statu quo" favorable a la población que permitía unas interesantes, y poco estudiadas, relaciones entre la ciudad y todas las cábilas de su región. Estas relaciones se concretaban en pactos denominados "alafias" que permitían a los rifeños cultivar las huertas y pastar ganados en terrenos bajo control melillense, y al mismo tiempo establecían relaciones comerciales fluidas (a ratos) que abastecían a la ciudad de gran parte de sus necesidades 1• 55 16 . Este plano refleja el estado de Melilla durante el sitio de 1695, con todos los ataques y galerías de minas que aparecen en la siguiente explicación: 'A, caballero de la concepción. B, cisternas. C, Torre de la Campana. D, Batería de 12 piezas. E, Torreón de la puerta que sale a la Alafia. F, la enramadilla. G, cubo de la puerta que sale al embarcadero. H, la puerta, Y, el embarcadero. J, San Antonio. K, torreón de San Juan. L , Torreón de la Florentina. M, Torreón de las Cabras. N , Torreón de las Pelotas. O, Torreón del Palo. P, Puerta que sale a la Alafia. O, San José. R, torre quemada. S, Torreón del Veedor. T, Media luna. U, Triángulo para conservar una boca de mina S. Las líneas coloradas paralelas son nuestras minas y las cuadradas en sus remates ornillos que se han volado. Las líneas negras O, son las minas de los moros. Las líneas S amarillas son los ataques. X una rambla capaz de cubrir hasta 4000 hombres. Z surtida que se hizo para los ataques. 1, fuerte de San Lorenzo. 2, Fuerte de Santiago. 3, Fuerte de San Francisco. 4, Fuerte de la Cantera. 5, Fuerte de la Albarrada. 6, Fuerte de la Huerta Grande. 7, Casa del Alcayde . 8, Mezquita llamada de Guaria, la más venerada que hay entre ellos". Planta de la plaza de Me/illa como está en 1.0 de diciembre de 1695, sitiada de moros, sin autor (copia de José Aparici de 20 de agosto de 1852), remitida en carta del alcayde de dicho punto en 8 de marzo de 1696, 37 x 49,5 cm., SHM. Colección Aparici, n. 0 284. Pero este ciclo favorable, y que posibilitó cierta permeabilidad cultural entre españoles y rifeños 2, se iba a ver truncado por un cambio político en el sultanato xerifiano. En 1666 la dinastía Alauita sustituía a los últimos saadíes, y se iniciaba un fuerte cambio ele política con respecto a las ciudades españolas en el Norte ele África. Sería sobre todo el sultán Mulcy Ismai'l quien iniciaría una persistente y concienzuda estrategia para conquistar MeJilla, utilizando todos los medios bélicos que pudo desplegar 56 Cartografía histórica de M eli/la C..Dpli(míor~ A Jo limo D CtuailtJO delll;,.,,.¡me,. · <~:~ ~~. : .~;; ·. ..'. ;'j~~i¿" e Ji,rrrra dtl~ <Jtrm: 1) Melilla, Pedro Samson Des Allois MELJI::J ..A realizó varios planos sobre el asedio · 'consus ~c.Jtn(1pufl.1>1>. a que estaba sometida en 17 15. En éste puede apreciarse una ciudad M J,~rlm de tlim 1'~ j', 17. Durante su estancia en .L .1•• ~, 1~ A que estaba férreamente rodeada por <.11/apo. los ataques o trincheras marroquíes. dtJho/. tf ltduaro de1 utí~utf. f <..JÚr,j,(t 111110 G Éstos iban avanzando en zig zag sobre las murallas de la fortaleza, y t-t biud::iosd..-lN il>ellÍIFT se observa cómo los antiguos J'o ÚUIIICin fuertes exteriores de San Lorenzo, ).:; Jo ü!lbouada , J'a Ydnhl,, San Francisco o Santiago ya habían sido conquistados y quedaban H d'Oil J'oltJiiO. detrás de las trincheras atacantes . ·,v d'Cltl Üe1_90 El único que resistió todos los embates fue el de San Miguel, que estaba unido a la ciudad por una doble comunicación. X. 1i... .A N - Melilla con sus attaques, 171 5. Sansom Des Allois, 1715, escala .,;-~. · :;: o gráfica de 4 00 toesas, AGS . MPD. [LIV-8, Guerra, Leg. 160 1. ~1-1'. )~ - - LW-8 en ese momento; es necesano tener en cuenta que la costa norteafricana era una zona en cierto modo excéntrica a lo que se consideraba corazón del sultana to, la costa Atlántica y zona central, hecho que caracterizó a todos los asedios que se van a cernir sobre la ciudad durante su reinado. La estrategia d e Muley Ismai'l sobre esta ciudad se concretaría primero en conquista r y destruir los distintos fuertes exteriores, con el fin de socavar la influencia de M elilla sobre su región circunda nte . Este hecho acarreó o tra consecuencia pues al destruir los fuertes, las fu erzas y ~j ército xe rifiano podí an acercarse por fin a las mismas murall as de la fortaleza. De esta manera fueron conquistados, tras encarnizadas luchas, los fuertes de San Lorenzo, Santiago, San Fra ncisco y Santo Tomás d e la Cantera, junto a los más cercanos de la Huerta G rande y San M a rcos de la Alba rrada. Caído este primer limes de Melilla, el ~j ér­ cito atacante se encontraba por vez primera frente a fiTnte con las a ntiguas mu rallas re nacentistas que habían sido construidas hacía más de cien años. No hay que decir que éstas estaban por entonces obsoletas y necesitaban unas reformas que vamos a estudia:_en el capítulo siguiente, pero lo qu e nos interesa a hora subrayar es que los medios técnicos que el ejército de Muley l sma!l p udo desplegar sobre la ciudad iban a ser a veces limitados. Y por limi tados entende mos una falta de artillería pesad a a emplear en su objetivo ele abalir las fo rtificacio nes de M eJilla: a brir las cortinas y torreones, destruir los fosos y a brir brecha en la ciudad pa ra poder penetrar en ella. Y como a toda fortificación corresponde l- a c o n strucció n d tt nna ciu d a d su bterrá.u e a 57 19. La construcc ión de Victoria . ., . .... • t. . '. Grande sobre la altura del Cubo permitió una defensa más racional e ·"'_ ..,..¡.. .o '-;:;;::.{:.~7:.:.:~~;:~~~ E .r-"..:."'~ l .ur. ..,,.. ,_ .. .-,..,;,/ ·.~····-~ rr .i..'?""·' ....... t~.e-r... de Melilla, impidiendo que sobre ella se asentara artillería que pudiera c.~ .. ·-·~-.,. · lt~r H ·*..,..' "';• incomodar a la ciudad. Por esta i ~~-1!"'- razón , este fuerte fue una de las ' IJ:~ ...... H~-A.....u... obsesiones principales de todos los minadores marroquíes que pretendían destruir su sistema .; defensivo. En este plano se observa . cómo, con anterioridad al gran ,( asedio de 177 4- 1775, ya se habían iniciado algunas excavaciones con la consiguiente voladura de hornillo / / 7. sobre la zona de la Puntilla y la Rambla Grande. Plano que demuestra el terreno y ataque de la Puntilla --- y el fuerte arruinado de la Cantera , Pedro Mercadillo, Melilla 15 de febrero de 1773, 34,5 x 50, escala gráfica de 200 varas castellanas, SHM. n. 0 4.701. D-1-7 / MEL-M2/17. El sistema podía cubrir la carencia del necesario potencial de artillería ("tren de a rtillería") para abrir una b recha en los recintos fortificados. Lo cie rto, es que a pesar de todos los esfuerzos, Muley Ismai'l no consiguió desplazar un tren de artillería a MeJilla, por lo que necesariamente se tuvo que aplicar a la construcción de galerías de minas para cumplir sus deseos de conquistar la ciudad. Así pues, las primeras minas militares apa recen en M eJilla a partir de 1678, que es cuando Jos fuertes exteriores empiezan a peligrar seriame nte y los ingenieros del ejército xerifiano comienzan a excavar ramales hacia sus murallas. Con anterio ridad, la existencia de minas era inútil, puesto que los füc rtes mantenían a lejado el peligro y la penosa construcción de subterráneos no era necesaria. Por eso consideramos este año como el momento en que empieza a preveerse que la ciudad podía ser atacada por el subsuelo. Ante ello, las soluciones no eran muchas y consistían en aplicar la misma estrategia: Melilla debía ser fortificada subterráneamente por una "cortina-dique" ele galerías que partiendo radialmente del último foso ele la ciudad (el de los Carneros), se introducían bajo el suelo exterior, como antenas expectantes y vigilantes, siempre al aviso de una posible galería enemiga que se acercara por sorpresa a las murallas. Lo que hoy puede parecer un juego, en su momento era la única posibilidad de supervivencia y los subterráneos españoles (las contraminas) debían ser ~jecutados con esmero y con técnicas precisas. Al fina.! de cada contramina se abría una pequeña cámara donde se practicaban las escuchas: guardias permanentes que intentaban precisar desde dentro de tierra cuestiones fundamentales como la de saber desde qué lugar venía la excavación enemiga, a qué distancia y a qué nivel. /,a e o 11 s 1 r 11 e e i ó n rl e un a e i u da rl .r u b t e rr á n e a 59 ruta.n la"'[~mo.MJ~'X/t'W (h~~nt:V.r. f~rÚrtuv: c,;,, 'lln. rÚtet.tl"('(.-1 ;;r¿l!',..l'4 "1,. ¿.,,,,#;;/: 'Jt'.J'I~I't'tlot. con, A ...JfJC,..~..'/IJ !f.t..,r•"''~;)o ;.l,-,..:4, 'tjhm , ~II':On. vn...;orc~t'.M i'· (J~f/UI.'J' '1 '. V ' / lfQ¡;;I ;fbr"~ tb.tta mt1•dr, (¡w c'm!~t:r.rcaa~· · &e Af.á{Oj'ay dt! !"baúnte, ¡xrcom.at• 6ú;,; la Jo/aza, yf','5fi·m (a, dt:.rca'J?UJ tk la .Punt.ilk, Cn. &;t.<n t¡;~ ,(kan la · ?Jc,;rmbarcar ~nla r.Kr!tlYa dr{jtivv )',,., Úzcumnwdando P.v nVJI'<M ytr. dMunba,.catkrn,/!.~¡q,¡o "''a'l!'fi'U Rii~ dt-Jeq'!J!'" trh> l'l.t.('r tu. íi,fé.f'f'XY/r;v, tz" roíkadrz (*./~ium.r.r arn.' 'J,yér/iJ/fJa d:lo.rjw;lctelo.t ..Aforw. 4. 20. Sin duda el asedio más representado de Melilla fue el que sufrió entre los años 1774 y 1775. La amplitud de los medios empleados por España posibilitó la llegada de diversos técnicos y dibujantes que nos han legado una buena serie de imágenes sobre este acontecimiento. Plaza de Melilla , sin autor, ( 1774 - MNm. 911(5) Melilla (Ciudad). Estrateg ia Militar, MN 99-3 . ,;.:o '!ha Localizada la mina atacante, la estrategia consistía en realizar una excavación rápida que saliera a su encuentro, para situarse por clcb~jo o junto a ella; la carga ele pólvora y voladu ra consiguiente destruía cualquier posibilidad ele acción de la primera: los humos y el hundimiento dejaba n la mina obsoleta para la acción ofensiva, aunque en algunos casos los ingenieros melillenses reutilizaban estas minas y las incorporaban al sistema defensivo ele la ciudad. La razón por la cual la explosión ele un hornillo no afectaba al ramal desde el que se prendía, era por su estructura, que formaba varios zig zag que amortiguaban la onda explosiva. Vemos así cómo el proceso requería la mayor precisión ele los ingenieros, y cómo era 1775), 36,3 x 49,4 cm., escala gráfica de 200 varas castellanas, a. imposible trazar previamente un plano ajustado del sistema ele subterráneos como fue el ca~o ele las fortificaciones exteriores. El mundo de las minas militares tenía en su génesis y desarrollo algo ele orgánico, era una estructura que se desarrollaba según las circunstancias, pues su trazado se variaba sobre la marcha ele acuerdo a las necesidades del momento. Por esta razón, los planos ele min as fueron siempre realizados a postcriori , y quedaban obsoletos de un día para otro. 6'0 Cart ogr afía histórica de M elilla 21 . El interés de Francia por los La estructura subterránea de Melilla varió con el p aso del liempo. Muchas minas fueron asuntos mediterráneos de España cegadas y otras inu tilizadas, clara evidencia que no constituía n un fin en sí mismas, sino va a ser una constante. Esta copia una herramienta fun cional. demuestra que la cartografía es una de las principales fuentes de En 1677 el gobernador de MeJill a, José Frías, p ensaba ingenuamente que la fortaleza información con la que podía contar estaba a salvo de minas por estar rodeada d e roca y agua, pero se equivocaba radical- un estado para conocer las posibilidades defensivas de las me nte. Desde el año siguiente Muley l smail inició un ininterrumpido asedi o a Melilla; el ciudades de países vecinos . sistema fu e meditado, pues du rante la segunda mitad del siglo xvn hemos docume ntado Place de Melille, sin autor, el tra baj o, junto a l ejé rcito ma rroquí, de ingenieros extranjeros especialistas en subte rrá- ( 1774-1775), 32 ,2 x 44, 1 cm., escala gráfica de 200 aunes, neos; este fue el caso de las acciones de 1678 y 1694·, cuando se d ocumentó la existencia MNm. 9 11 (4) Me lilla (Ciudad) de ingenieros franceses\ lo que indica que los sistem as de minas estaban bien e nfocados Estrategia Militar, MN 99-2. técnicam ente. Para 1695, Mclilla contaba ya con un sistema subterráneo que rodeaba las murallas de la Alafia; una mina rodeaba p erimetralmente la contraescarpa dcl1oso de los Carneros (llamado du ra nte mucho tiempo foso de las Minas), y de ella salían ramales radiales que establecí- .Victoirc, . ,, Cr.- baurrir.t tmr fié. bmf,.(,, fl .~·}rl.III'ÍI'V ," ' ' 1(111 tt.l'lliiiC. ~l'IIJéiU~• jom•la úWfJ't'llllil:' r¡oi.'f(Jil dú~'iyt: · . },,,., ~qwt dt;/n s<tclout "'·.....-... ~ J f1:niJ /(IJ:IIjll•' IM'l/t..triiH<J, ptw lmu rll/Eitji!Cd(tla I'W"''' on•w'IJmU II '7"'··~ /lrlitint'11.r· dr d/bmyutfJ irlapN tc~ ¡(JI,Jt'mii;J , lmm.dk i.•a111 ,.,,.¡,,,¿¡ .ufé. dC' l'(l('..bm.r, Jf ,,·nm•r ir 1;..,¡'~"'~· d'!.ft"' dt•J ·tr( Nord !.a ,·o nslru cción de una ciudad Jub l errá.ne a 61 re. ··. >.. 3- J ..•¡ •. p p o ..•:. N N ,. 2 2. Este plano representa la doble vertiente del asedio a Melilla sufrido entre 177 4 y 1775: por un lado las defensas construidas en superficie, y, por otro, los diversos ramales de minas que se desplegaban por delante de los an una malla o red de hornillos y escuchas que mantenían la ciudad a salvo de incursiones bajo tierra. Esta es la imagen que nos ofrece un plano de 1696, remitido por el gobernador de MeJilla (Fig. 16); las minas atacantes tenían su entrada por la zona del Cubo y por la denominada R ambla, y un ramal rodeaba totalmente las contraminas de la ciudad, y de ella partían galerias que, como puede verse en la imagen, eran interceptadas desde M elilla. fuertes para su defensa, con El otro sistema de aproximación a la ciudad consistía en efectuar trincheras en zig zag hornillos y quiebros en zigzag. Plano de la disposición de las minas (los "bordos y ramos" del siglo xvi) que se acercaban a las murallas. Estas trincheras reci- del frente de la Victoria y Puntilla de bían el nombre de ataques, y estuvieron situadas frente a MeJilla desde finales del siglo xv1 esta plaza y de las contraminas con hasta el que yntentaron cortarnos el enemigo durante el sitio hasta hoy, Juan Caballero, Melilla 2 de febrero de 1775, 42 x 53,2 cm., escala 62 su construcción consistía en unos parapetos de tierra y argamasa, reforzados y ocultos a la plaza por cañas, y que servían para hostilizada. Gabriel de M orales'' señalaba que resistían perfectamente los disparos de la artillería de "a 24" de la plaza. A principios del siglo xvm formaban un ángulo agudo que envolvía completamente al gráfica de 90 varas, AGS MPD, XXV-52. GM . Leg . 523. X IX; fuerte de San Miguel ; partían desde la misma playa y rodeaban a corta distancia las mura- Cart ogr afía hi .l'lórica de M e/i lla llas de la Alafia, hasta la Puntilla (Fig. 17). Una de las consecuencias más curiosas de esta red de ataques, fue la toponimia que crearon ya que sus denominaciones sirvieron durante mucho tiempo para designar muchos lugares naturales del campo exterior; así se denominaban los ataques del Cestón, Cubo, Alto, Qucmadillo, Rqjo, de la Vega, Seco, Alcantarillas, Corralillos, Albarrada, Bla nco, Río, etc. En 1715, Melilla sufrió uno de los asedios más importantes de este período. Fue singular tanto por la dureza, como por la persona que en ese momento ejercía el mando de la ciudad: un mariscal de campo e ingeniero francés: Sansom Des Allois. Este ingeniero d ibujó varios planos de Melilla y describió minuciosamente el asedio 6 , ya que tuvo que hacer frente a una guerra ele minas en toda regla centrada sobre el fuerte de San Miguel, aunque ya el ejército marroquí contaba con algunas piezas de artillería. El ingeniero oponente a Des Allois era "un viejo de luenga barba, buena traza y venerable ... que había servido ... en el sitio de Viena en Austria y en la Morca". Des Allois se percató rápidamente de los trabajos de minas enemigos a través de unos respirad eros redondos que se observaron en la supe rficie, en los alrededores del fuerte referido. Por esta razón se dirigieron las contraminas contra ellos, y se construyeron varios hornillos que fu eron volados sobre los ra males ene migos, causándoles graves desperfectos. Todos los trabaj os necesitaron mucha mano de obra; sabemos que los minadores marroquíes usaban un vestido especial coronado por una capucha blanca ("alguicel"). En cuanto al trabajo, conocemos que el ingeniero tiraba una piedra al aire, y todos los trabajadores que estaban asomados a los respiraderos sabían ento nces hacia ~ dónde debían dirigir sus ramales. Por parte melillense, la escucha era fi.mclamental, ya que los trabajos se abandonaban si se oía al enemigo avanzar subterráneamente. Estas acciones están perfectamente explicadas en uno de los planos que dibujó Des Allois (Fig. 18), donde en distintos colores pueden verse las formas que tomaban minas y contraminas, en una eterna dialéctica de b uscarse las unas a las otras. Las minas partían desde las trincheras o ataques: "no se podía ver cosa executada con mayor pericia que sus trincheras. Eran anchas, profundas y seguidas de gran número de pequeñas grutas revestidas de madera al modo de las que hacían en las montañas" 5 . Finalmente, se levantó el sitio desp ués de setenta y seis días de asedio, habiendo participado según D es Allois en él 25.000 hombres, aunque ésta es una cifra realmente exagerada. La muerte del sultán Muley Ismai'l representó un respiro para Melilla. Después de cerca de sesenta años, la ciudad pudo librarse parcialmente del permanente asedio al que se ... había visto sometida. Ello no supuso que no se plantearan nuevos problemas, pero la construcción del Cuarto R ecinto fortificado con la extensión de nuevos fuertes ocupando la altura del Cubo, representó un avance en las galerías de minas, que hubieron de seguir rápidamente a las estructuras en superficie para poder consolidarlas y asegurarlas en caso de ataque. La construcción de una ci udad subte r ránea 63 . .B. r,;,;.,;;a<J' a,(o.,. s;!Yf'Z(fl 'ct"' e í9atená ,, , yue hac;: fo;gn el dnenugo. /lloNe ro;· eon ah Plaza. 'J'ué · E...fuq-., de ~.rta, alcw.fiate;,'a_r e,.;;.~"t""· ""<.\\\,~H'fH!f.¡/ SiMANCI\~ . ·• l. 1 M. P. :3 ~: f.l/1-16.2 : ..... 23 . Este dibujo fue realizado desde uno de los navíos que auxiliaba a la ciudad durante el asedio de 1774-1775. El potencial marítimo permitió el abastecimient o idóneo de la f ortaleza, así como ...../- ! En el diseño de este C uarto .R ecinto es cuando podemos comproba r có mo las defe nsas superficiales estaban profunda mente relacionadas con las subterráneas y unas se debían a las otras. Si en los años treinta del siglo xvm se construyeron los principales fuertes, desde entonces se inició la defensa "oculta", la excavada. Las antiguas minas que rodeaba n la apoyo artillero. Alafia se habían quedado obsoletas, a retaguard ia, y se debía ejecutar ahora un sistema Perspectwa de la plaza de Me/il/a, totalmente nuevo . vista desde el navio titulado "San Durante todo el siglo permaneció una persistente guerra de minas a pequeña escala (ver la Genaro' según se manifiesta, en cuya disposición se hallaba el dia 30 de diciembre de 177 4, sin autor, 1774 , 3 1 x 42,5 cm. , sin escala, AGS. MPD. XVI- 162. GM. leg. 532-84. Fig. 19), pero la gran guerra se prodttio en 1774-, cuando el sultán Mulcy Mohammccl J\.bdalah puso a Melilla en la prueba más dura que la ciudad hubiera pasado jamás. El asedio ocupó a cerca ele 4-0.000 personas del campo marroquí, mientras en la defensa ele la ciudad se ocuparon 3.609, evidencia ndo la superioridad táctica que una ciudad fortificada ofrecía. El ejército atacante ocupó diversas posiciones a cierta distancia de las murallas de la ciudad (Figs. 20 y 21), instaló campamentos y construyó numerosas baterías; en esta ocasión se contaba con un tren artillero de cierta consideración, que descargaría sobre M elilla más de 1 1.000 cañonazos. 64 Cartografí a !ziJtó ric a d e ¡\1/ el i tla 24. Juan Caballero y Arigorri realizó este plano general acerca de la situación del campo exterior de Melilla (con una topografía muy idealizada y plagada de errores geográficos) y la disposición del campa- mento del ejército marroquí. En este espacio se ubicaba el campamento del emperador, situado en las estribaciones del Gurugú, y sus cuarteles conectados a través de una serie de caminos que facil itaban su táctica. Con ello, el conde de Riela estaba informado (incluso visualmente) del estado exacto de la situación de Melilla y sus vicisitudes. Plano de la última posición que ocupó el ejército enemigo en las cercanías de esta plaza, Juan Caballero, Melilla, 20 de marzo de 1775, escala gráfica de 200 toesas, AGS. MPD. XXIV-64 . GM. leg. 523. Pero una vez más, el peso fuerte de las operaciones se centraro n en la guerra de mmas, hecho que puede seguirse m inuciosam ente en un dia rio q ue el ingeniero director J uan Caballero redactó durante el ascdidl. La idea del sultán era poder destruir el fuerte de Victoria Grande mediante hornillos, ocupando con ello la altura del Cubo para dominar completamente y a corta distancia la ciudad de M elilla. Para ello contaba con buenos técnicos y se materializaron los más complejos trabajos subterráneos que se habían producido en la ciudad. Las minas volvían a salir desde los mismos ataques que rodeaban el Cubo (Fig. 22, señaladas en verde) y eran interceptadas desde las contraminas de la plaza (en roj o-naranja), siempre atentas a la más mínima vibración del terreno para instalar una carga de pólvora en algunos de sus hornillos. El desarrollo de las acciones provocaba a veces anécdotas, como cuando en una de l<L'> acciones se pudo ver al p ropio enemigo al "trepanar con un agujero de la magnitud de media pulgada en quadro, por el qual habían visto los minadores contrarios en su dicha gaJcría" sin que éstos se dieran cuenta. Es curioso cómo algunas de ];,L<; contramina'> españolas pasaban por debajo de los mismos ataques enemigos, como si el mundo subterráneo y el de superficie estuvieran tácticamente ligados, pero funcionando ambos en escalas distintas y sin a fectarsdl. Y si el ~jército sitiador utilizaba en sus ataques las baterías asentadas sobre las alturas cir- cundantes, la ciudad y su aparato militar era potenciado con el apoyo de la artillería situada en los barcos hispanos que estaban en la rada, caso ele varios jabeques, del chambequín l. a 1' o 11 s 1r u e e i ó 11 de u n a e i u d a d sub t e rr á n ea 65 7 é.-tl ~~c:~'é~~:tr..t~h"::t,~.:..:'i.:. ...~!-:f::.:.t{.~~·~-;;:: !."t.:. . . ~- ..""'""i 2..11.4 .m'll.~ 'l'l ~-.a:.-•-- ,.:•__:';.._,;~-r . JI¡!JL!_<f' .:.. · -.::.. • ..... w_ (~{Jt ~ ~ 2 5 . Este plano de las minas y comunicaciones subterráneas de la zona del Cubo nos ofrece una "Andaluz", de una fragata y del navío "San Genaro" (Fig. 23). Podemos decir que en este sitio estuvieron muy vinculados al servicio de la estrategia global de la plaza fortificada. Estaba claro el dominio que un ej ército ta n numeroso podía ejercer sobre la región precisa información del estado de su estructura a finales del siglo XVIII, dentro de esa excavación diaria guiada por la propia dirección de los ataques y que adquiere una forma casi orgánica y aparentemente donde se instalaba; el propio asentamiento ele las tropas requirió la construcción de varios campamentos que alteraron la fisonomía de los alrededores: una red de camin os militares, de zonas de a provisionamiento, de campos de marte, hospital, caballerías, guardias, etc., irregular. motivadas por las necesidades tácticas y de logística de un ejército de 40.000 personas. Plano que manifiesta las obras Esta es la imagen que puede verse en un plano dibujado por Juan Caballero (Fig. 24), un subterráneas que se hallan sobre el frente del Rosario, Victoria Grande, Victoria Chica y San Carlos de la Plaza de M elilla , Gabri'el de Vigo, Melilla 11 de febrero de 1787, espacio muy controlado y funcionalmente dispuesto ante una " máquina de defensa" como era Mclilla: dos esfuerzos titánicos reflejados en el férreo interés de Muley Mohammecl por conquistarla y del rey C arlos III por mantener la ciudad bajo dominio español. Finalmente, y después ele ímprobos trabajos, el 85 x 122 cm. , escala gráfica de 70 varas, SHM. 4.687. C-32-13/MELG1/3. <~j ército sitiador se retiró, y todas sus excavaciones quedaron como inútil evidencia de la eficacia de la defensa de la ciudad. El ingeniero director Juan Caballero y Arigorri escribía al respecto que el ejército del sultán había sido totalmente sobrepasado por los sistemas de contraminas de M elilla. 66 Carto gr afía hi s t ór i ca d e M e lilla r 11 ~· ; / Á -... ... Hay que tener en cuenta que si bien las fortificaciones de superficie eran observadas y estudiadas por el ejército enemigo, con lo que se calibraba su importancia o no, las defensas subterráneas eran tan secretas que el ejército atacante no podía saber nada en absoluto sobre ellas, por lo que la sorpresa desde la plaza era absoluta para cualquier intento de ataque. Después del asedio de 177 4- 177 5, continuaron algunas acciones de mina, pero de mucha menor envergadura. La imagen de la Melilla subterránea a finales del siglo xvm queda patente en un plano de Gabriel de Vigo de 1787 (Fig. 25). El fuerte de Victoria Grande estaba completamente rodeado de compl~jos ramales, así como el del Rosario, desde el que 26. El trazado de las minas, sus ramales, los fosos y cuerpos de guardia, así como los hornillos, demuestran cómo se trataba de una estructura subterránea que debía conservarse y mantenerse en perfecto estado, como herramienta defensiva que era. Para ello, los ingenieros de Melilla debían elevar cualquier reforma de éstas para que se archivase en la Dirección de Ingenieros junto al trazado original, se extendía una amplia galería que circundaba todo el Ataque Seco, bajando en prolonga- caso de este plano. da curva hacia el fuerte de San Carlos. La extensión de este ramal permitía a la ciudad Plano de una porción de mina .. ., controlar con comodidad cualquier intento de iniciar nuevas excavaciones, aunque diremos que éstas no dejaron de producirse, como se desprende del plano firmado por Joseph de Ampudia en 1791 (Fig. 26). Posteriormente , durante el siglo xrx, los trabajos fueron ralen- Joseph de Ampudia y Valdés, Melilla 22 de septiembre de 1791, 28 x 44 ,5 cm., escala gráfica de 30 varas, COml. s/ref•. tizados y permaneció, en gran parte, esta estructura subterránea que hemos señalad o. Y es necesario puntualizar claramente la cronología en torno a este fenómeno, porque el mundo subterráneo siempre ha despertado la fantasía de las personas y ha movido a las mayores deformaciones, incluso por parte de aquellos que las han visitado. La pérdida del L a r o 11 s 1 r u e e i ó 11 de u 11 a e i u da d s 11 b 1 e r n i 11 f a 67 sentido de orientación, los largos ramales que daban curvas y contracurvas, e incluso zig zag, los respiraderos, cambios de nivel, salidas, etc., vividos por personas ajenas al mundo fu ncional de una red d e minas mi litares, puede llevar (y de hecho así ha sido) a las mayores deformaciones de la realidad. Éste no es un fenóme no nuevo, todas las ciudades con redes subterráneas tie nen su nutrido corpus de leyendas: minas que penetran h~j o el mar, o tras que se dirij en hacia el cam po exte rior, incluso las que supuestamente llegaría n hasta el mon te Gurugú a travesando ni más ni menos que el pantanoso lecho del río de Oro, y un largo e tcétera, que no hacen sino acrecentar el interés por la :tvl elilla subterrá nea que hemos intentado abordar en este capítulo. Notas CAUALI.Imo, Fdipc el al. Relacióu )' Des- rrif!l'iiÍII rM 17Ci·l. l'lr~irlin i\laclricl: )' l'l11;,;a rlr .\lelilla. S I 11\ 1., 4-:>- 7- 10. u ." 6.~9!'>, fi>l. 2G. 2 ll ay que t ~nc r e n cucma la existenc ia en la ciudad ele lugares concretos para la t:Sianria dt· l'stos dcnotninados his· túrica!I H'IIh' ''tnotus rll' paz''. Ya los vimo." l' lt d plano el<' 1()()~~, y su apari· c i(>n t'll d m rpus do(' ll lllt'II Uol de la MeJ illa del siglo X\ '11 uo es ui muc ho mc-nos f'Xtl'a ii a. ~i RoDtdttut.,¡: DE 1.1\ FLo R , Fernando. " l .a gu<'tTa suhtt'ITÚilL'rL El problt'ma de la idt·nt ificarión y t·ottst·n ·ación dt· las l 'SI rueturas (;arto g r ají a h i s tú r i e a de M el i ll a h;üo 1i<"rra ("11 h 1 arquile\- tuno militar de los siglos XVII y X\"111". En: Arquilrrlum )' Ciurlarl 111. Seminario cell'hmrlo t•n :\ lt-lilla Jo, d ías Na 2(i dl' s(-ptio·mlm· do· 1991. i\ ladrid: ICR IlC. 199~ ; p. 24'\ a 247. 4 IIRAVO f\JE'J'o , An ton io. ln.l(fllirro> milila- " '" m !1/r/i//a. 'l roríll)' ¡mil'lim rlr.fiJI'tijicarión dumnlf' la nlnd mm/rma. S~!,!los .\'1'1 a .\'I'JJJ. MeJilla : UNI·:D., 1991; p. ~>:t :, M ORALES M I·:NnJc ornA, ( ; a brid d e. !Jemrrir!t•.•y t'lll'in.• idadt•.\ , ¡\Milla, l'nitÍII y ¡f lhn(f//1(/J , :VJdilla: El Tdcg ra ma dd Ri l; 192 1; p. 24 ~l-244 . 6 OI.IVAI<'J', Marqni·s d.-. /(flucióu rlrl.>ilio rlr la rilla rlr .1/rli//tt m Aji-icn .>ilirula jJOr d rxircilo del 1'9' rlr .llarrurros m 1715)' d~{mdirla jJOr el courlr /)c.¡ AlloiJ. brigar/i(l' rlr los r~hálo> tld r~y, no .mio mrio;a ¡wr loJ hr.rho.\ '!"" ronlil'nl', Jino ¡mm lmrrr la gurrm a lo., ltu'ttJ.\ y olrm narionf'f. i\ lad rid: Est. T ipogr;ír,co do· los 1l ijos de R . Alvarez a eargo dr Manuel Ah·arcz, 1909; 22 p. 7 O LIVAR'J', Marq ui·s ele. 0¡1. ril. B Ct\IJAU .EIW,.J uan . Diario rM .1ilio rle ¡\ /e/i1/a. i\GS. 1\l'g. (;ucrra, 1~-¡.:. 52:1. 9 EsTADO i\ IAVOR CENTII AI. m:L 1~11\RC I · TO. l.tt .~uemt rlr mina.\ ru 1•:•/llll)a. :\1adrid : Sn-vi.-io llis1úrico i\·lili1 ar, I ~HB; p . 211 " 3+. Los inicios del "siglo de oro" melillense IV. La primera mitad del siglo S XVIII i las estructuras defensivas formadas por torreones cilíndricos y obras de fortificación de diseño curvo caracterizan a la M clilla del Renacimiento, el siglo xvm estuvo definido por las formas rectas y pentagonales, por una morfología estrictamen- te geométrica. Ya hemos explicado las razones históricas ele la a normal persiste ncia de las fortificaciones re nacentistas durante la mayor parte del siglo xvn, así coruo el revulsivo que representó la aclitud bélica del sultán Muley l small contra la ciudad. Desde 1667, una 1\llelilla que había basado su defe nsa en la posesión ele los fu ertes exterio res, asistió atónita a la desinteg ración ele esta línea defe nsiva que le había permitido un cómodo control ele buena pa rte ele su vega y principales zonas d e cultivo y pastos. A partir de entonces, los a taques a la ciudad se iban a materializar contra las mismas murallas de la fortaleza. Todos los gobernad ores, a pa rtir del p eríodo de ma ndo d e J osé Frí as, escribía n a ng ustiadamente a los distintos Consejos pa ra que se realizaran nuevas obras ele fortificación e n la ciudad; las necesidades eran muchas porque la estructura defensiva estaba comple tamente a nticuada y no podía afronta r el despliegue d e un ej é rcito mode rno. Pero quien realmente no podía hacer frente a las reformas q ue MeJilla necesitaba era la H acienda española que en el último tercio del siglo x v n no pasaba por sus mej ores momentos. La defensa de Melilla durante este período se prociLUO con Jos modestos medios que pudieron emplearse, y hay que decir qu e (en a ños muy difícil es) cumplieron con la misión de mantener la ciudad baj o la Coron a Española. En el setecientos se ría finalme nte cuando se inició la reconstrucción de todas las deknsas de la ciudad, a unq ue existen varias obras en el último decenio del siglo an terior que apuntan tímidamen te al pla n de obras que se produciría con posterioridad. 69 1 2 7. Plano del Hornabeque construido en 1690 por Bernabé Ramos de Miranda; fue la primera obra abaluartada que se construyó en Melilla, excavada en medio de la Alafia. El Hornabeque era una obra El primer antecedente fue la construcción del denominado Caballero de la Concepció n (1689-1 696), en la parte más alta del Primer Recinto; un caballero es una torre q ue suele emplearse cuando una fortaleza tiene enfrente una elevación que la domina, y se necesitaba alzar varios metros las baterías de cañones para sobrepasar así al atacante. T ambién se construyeron por entonces varios fuertes triangulares, denominados e n de origen alemán compuesta por dos medios baluartes unidos por una cortina, y rodeado de un foso que se construia por entonces. En el interior, se aprecia la existencia de una •capilla de Nuestra Señora', que corresponde a la Virgen de la Victoria, una cueva y la noria nueva con un manantial de agua dulce. Plano del hornabeque de Melilla, "punt;¡¡, de diamante", como el de San Antonio de la M arina (1695-1 696) o el de Santiago ( 1697), que reforzaban extramuros las débiles murallas de la ciudad. Pero la obra más importante fue el proyecto de " hornabeque"; esta obra de origen holandés (se traduce como obra de cuernos) consiste en dos medios baluartes pe ntagonales unidos po r una cortina que era la estructura recomendada por el gobernador Bernabé Ramos de Miranda para reforzar las antiguas murallas de la Alafia. Si las fo rtificaciones del Primer Recinto, aun a pesar de su antigüedad, mostraban un incluido en Consulta del Consejo de Guerra a SM. de 20 de octubre de 1690 (Copia de José Aparici, 20 de octubre de 1851), 2 6 x 38 ,5 cm. , escala gráfica de 40 0 ?, SH M. , C . Aparici, 280. sólido aspecto, las de la Alafia estaban for madas por simples muros de tapial y torreones irregulares que requerian una intervención urgente. Lo curioso es que R amos de Miranda no reconstruyó estas cortinas de otra forma más moderna, sino que prefirió dividir la Alafia en dos al excavar en medio un foso, fo rmando así el H ornabeque referido hacia el interio r de estas murallas (fig. 27): la M elilla de los dos recintos fo rtificados (con los fosos de Santiago y los Carneros) quedaba desde entonces transformada en tres (al interponerse entre ... . ._-éstos el foso del H ornabeque). Las causas por las q ue se realizó esta obra fu eron claras, poder resistir en retaguardia un previsible ataque sobre unas murallas que inspiraban poca confianza 1• 70 Cartografía histórica de M elilta ~.,.;/../,.;'~.,_,.-,._/--­ ??;,~..:J&7'. ~n¿..¿/,-,._41-"".4.'/¿¿lfd,u~d A1' ~/-;»~) d-.:J -~ d ¿~~- e: ,o1_. 1-oo. tf o . _,¡ .;: Para 1699 era evidente que las reformas debían ej ecutarse con urgencia. Este año, el artillero Alfonso Díez de Anes realizó un proyecto de reforma bastante ambicioso para las posibilidades económicas del momento (fig. 28). Díez de Anes actuaba definitivamente sobre las murallas de la Alafia que presentaban una estructura irregular con torreones de diversos tamaños y capacidades; para reforzarla, planteaba construir un baluarte (¡el primero que se realiza en Melilla!) sobre el fuerte de San J osé y transformar la antigua estructura de la puerta del Campo con su torre Quemada en una obra abaluartada que formaba sistema con el fuerte de Santiago. Sin duda este proyecto representó la primera ma~ifesta­ ción globalizada que tenemos sobre la introducción de las técnicas de fortificación abaluartada en MeJilla, aunque el período bélico que acompañó a la llegada de los Barbones a 28. Alfonso Díez de Anes proyectó esta reforma de las murallas de la Alafia en 1699, utilizando ya sistemas abaluartados. Era un recinto muy irregular con torreones cuadrados y cilínd ricos herencia casi medieval de la Melilla del siglo XVI que sería demolida en las reformas de los primeros años del XVIII . Fortificación de MeJilla, rem1tida e n carta del Alcayde de dicha plaza de 3 deJebrero de 1699. Alfonso Díez deAnes, (Copia de J osé Aparici, 13 de agosto de 1853), 36,5 x 48 cm., España paralizaría todos estos trabajos. escala gráfica de 200 ?, SHM. C. La Guerra de Sucesión española representó para Melilla un momento de transición dete- Aparici, n. 0 285. niéndose todas las posibles reformas serias de las murallas de la ciudad, pero desde 1715 Los lWIClOS del "siglo d e oro" melille n se 71 29. Este plano de 1729 ofrece una importante información sobre el estado casi final de las reformas producidas sobre el Segundo y Tercer Recintos de Melilla a principios del siglo XVIII. La ciudad estaba compuesta por tres recintos de murallas, de los cuales el principal era el más antiguo, situado sobre el peñón rocoso rodeado por todo cambiaría radicalmente. La consolidación de Felipe V como rey de España supuso una seria renovación del cuerpo de ingen ieros militares, ampliamente enriquecido con los profesionales que se habían formado en la Escuela de M atemáticas de Bruselas con Sebastián Fernández de !Vfcdrano. El estado empezaría a contar desde entonces con técnicos cualificados para materializar las reformas y también con los medios económicos necesarios para llevarlas a cabo, por Jo que fue el momento en el que la antigua Alafia inició su transformación en dos n uevos recintos. el mar; las murallas de éste seguían 1\.fortuna.damente, el Primer Recinto no fue alterado en lo fundamental, y su estructura presentando ese característico perfil renacentista formado por torreones curvos y cilíndricos de trazado irregular. Las reformas en este Primer Recinto se centraron en la Batería Real (K), y sobre las baterías cercanas a la Concepción denominadas de San Pedro (1), que batían toda la zona de tierra. El Segundo Recinto se extendía a renacentista perduró a pesar de que fueron efectuadas varias reformas importantes en el perímetro de sus murallas. La principal preocupación se centraba en el peligro que para la ciudad podía suponer un emplazamiento de baterías de cañones o morteros en sus proximidades, ya que en el siglo xvm las técnicas artilleras se habían desarrollado con gran rapidez y las murallas de M clilla no hubieran podido soportar el asedio de un hecho de ser utilizado para labrar huertos) y consistía en el frente abaluartado (O - P) que proyectó Pedro Borrás y una cremallera o "llares• en la zona lindante al mar. Después del correspondiente foso del Hornabeque con su puente, se extendía el Tercer Recinto, que era una corona abaluartada que empezaba en el baluarte de San José Bajo (N), seguía en el de San Fernando (S) Esta doble necesidad de "blindaje" de las murallas del Primer R ecinto y de instalar nuevas baterías de cañones, fu eron las pautas que guiaron las reformas de sufi murallas. Las obras más importantes fueron , una vez más, las centradas en las murallas de Tierra, aquella privilegiada batería de las D oce Piezas que hiciera Miguel de Perea en 1550, y que de la mano del gobernador i\lonso Guevara Vasconcellos, y con la intervención del ingeniero J uan M artín Zermcii.o, fueron reformadas y consolidadas; el resultado fue una nueva Batería Real de siete cañoneras protegidas entre sólidos merlones y reforzada por sus torreones colindantes, uno de ellos habilitado como almacenillo de pólvora que servía a las piezas de su adarve. y finalizaba en el Además de la anterior, durante todo el siglo xvm se fueron materializando otras refor- torreón irregular de Cinco Palabras (llamado aquí del Veedor 0). Después del foso de los Carneros se extendían los caminos cubiertos y glasis, y las obras exteriores de la y el fuerte de luneta de San Felipe Santiago. Ycnografía escripción de las fortificaciones que mas de las murallas 2, pero las obras revistieron menos envergadu ra: nueva batería sobre la glorieta de San Felipe, otra junto al torreón de San J uan o las de la Concepción. Por lo que respecta al fi·ente de Mar, no sufrió ningu na alteración debido a la escasa o nula importancia de la marina del sultán; ya habían pasado los tiempos en los que se temía un ataque de los turcos y la zona del mar de Mclilla era con mucho el perímetro más tranquilo de la ciudad. contiene la Plaza de Melilla, 1729, Pero era un a evidencia que las pri ncipales obras ni iban a centrarse en el Primer Recin- sin autor (ingenieros militares), 122 x 104 cm., escala gráfica de 60 toesas de París, SGE, n.o 144. bien preparado. continuación del foso de Santiago (cuya inutilidad se evidencia en el ~jército to, ni se limitarían a reformar las murallas an tiguas. El punto de partida lo podemos situar en 17 16, cuando se hizo cargo del gobierno de la ciudad un ingeniero muy experimentado en fortificaciones abaluartadas, Pedro Borrás 3. Con éste, se empiezan las definitivas reformas que se iniciaron en el H ornabeque. Borrits reforzó esta obra profundizando su foso y la amplió considerablemente al transformar sus dos alas en baluartes completos; desde entonces este frente dejó de ser propiamente un hornabeque para converti rse en un frente abaluartado, pero esa denominación ha perdurado en la memoria e incluso con carácter de nombre propio es el que se conserva hoy día. El baluarte sur se denominó San J osé Alto y 72 (.'a 1' 1 O g 1' afí a ft i S 1 Ó ri Ca rf P ilf e/ i l/ a . ..· :._:_ . · .: ... - 1 ::'-.'. 1 ·)1 '•;- :~·: . ·'( . .'. . / \ \ \ \ / rY .-ntl. _e 1 , í ( A- ,.~ 7 c:krl~l~UT \..fC IJ.J><.'tmlflt lrl.r })!, rNt!'riWI ., . qlltCMJ1trlu hr S'ltl':llck..:.11.·drllll. . 1 e~'"' A ':...,,,...J.Jt~o~:.:l. CsplltH<'I;,II, <.! 1 - t·no• J.~'!..-'-· . a J-..11...:·~~:· ·'' 11·'1 ~ S J,¡~ ..-: •. _,'1.;: e-:. ........ -c.,.. .. ~~..:. L os znzc1o s drl "s ig lo d e oro " melill e nse 73 30. La necesidad de reformar las el norte San Pedro que fue construido siguiendo el sistema italia no y contaba con una plaza fortificaciones del Tercer Recinto, alta y o tra baja (fig. 29). llevó a proyectar las obras que se La cortina d el Segundo R ecinto que daba fre nte al m ar ta mbién fue transformada en contemplan en este plano marcadas en amarillo : la luneta de Santa forma de muralla e n diente de sierra (el de nominado "llares" fra ncés), con triá ngulos Isabel (4), la ampliación del fuerte entra ntes y salientes ya que era el m ej or sistema para combatir el oleaj e del m ar que lamía de San Miguel y la transformación del torreón de Cinco Palabras (o del el misrtJ.O pie de su cortina. Veedor) en un baluarte perfecto La ma rcha del mariscal de campo de ingenieros Pedro Borrás no rep resentó en absoluto mucho más capaz y amplio. la pa ra lización de las obras. Su trabaj o significó la introducción en M elilla de las técnicas Plano de la plaza de Melil/a situada en Africa, sin fecha (entre 1729 y p ropuestas en Francia por el también ingeniero Sebas tián Le Preste de V auban, utilizando 1732), sin autor (ingenieros d e una ma nera simplificada sus sistemas de fensivos. militares , ¿Juan Martín Zermeño?), 58 x 79,5 cm. , escala gráfica de 60 Consolidado por tan to el Segundo R ecinto, ya sólo quedaba reformar el T ercero, for- tuesas, SHM, n.0 4713/ 9. D-1- mado por unas murallas (la Alafia) que había que demoler prácticamente. Entre 172 1 y 19/ MEL-G4/5. 1722, el gobernado r A lonso Guevara Vasconcellos y el ingeniero Jua n M artín Zerm eño, realizaron el baluarte de Sa n Fernando donde había estado la antigua puerta del Campo y torre Quemada, con a mplias caras y Hancos llenos de cañon eras. D esde este balua rte, se ,, '/al/o dr In tia t'll c. Jf(rit.,1 _((¡" ,-" tlr 7/lr h//, . . f. A. X ....-. t. ,!,Ú.NI..,, .!ti"" , \'/)ltalli(ll/ ; ;:~A::.::::~ 1' ¡:;,..._ ...... i:,~.... ~ ;~~~~~:~:~~ n }¡,,,,.~ (;,~.~. .•. .r tU.,.. r. (1 .~ ... ·r.J.: r.,.,.,.,~t;.Juw.. ,",,¡¡,.· r lí.Iti!<W,. 'Iw t~u;,, /f..tt \'.f~.,....M<~Iw,,¡.._,.,¿_.,'Mr"'"t' ,..., ~.. "fi-• .M.t;,.r"' ,l,kú!. ll.:.. nu -·' \- ·. ~-- f< I.~.,.,¡,..J:,r/4J/I,I.., " ,! .1/,.~r•.-,~~t:J-, .: ,. _¡;,.._,~:- 1 ¡ft.,,.u,J¡,~ .It J 'J:J,.. ;1; /,.,¿,(,_"{. k ....~o.c.... ~ ~~;""· ·"' '~''J"Y ~¡....r:,.,· t· A • J, Al • ,'f....,.,..~_. ,,,..,,.,¡,.. /!.tt¡N ./.ÑI, . ,(rlf.,, ,ir;,...~..,~o#¿,.J,~,:,.,.; " l""'"~nt~ 1,,.¡;o,~1 ,,., J~Z.otpA r ..t..... 1 H , 11 .r ..G... ¡: -' ./.J.Jh.l, ("'f"'- ·!fo"' J'"•"P,_I,J/fu,._. tt~,.···'· '' t'N~... :..it.,,_.;., ¡;. '"· r. . . ¡.~ r.. ..••u _______ .... 74 Cartog r afía histórica de M elill a . ----- 1 1 \ \\ -- .... T ueras t' 1' trazaron dos cortinas rectas que finalizaban en el torreón de C inco Palabras al norte, y en el baluarte de San J osé Bajo al este; con ello quedaba construida una sólida corona abaluartada, que desde estos momentos recibió el nombre de Tercer Recinto. "'' r f} 31. Éste es uno de los planos más prec1sos sobre la estructura del Segundo y Tercer Recintos después de haber sido reformados por Pedro El triunfo de la geometría fue la solución que las técnicas de fortificación ofrecieron ante los avances de la artillería; los pentágonos, formando sistemas con otros elementos defensivos como revcUines y medias lunas, favorecían la defensa de una ciudad al impedir que el Borrás y Juan Martín Zermeño. La antigua Alafia había desaparecido completamente para dar paso a dos estructuras abaluartadas cuyas caras y flancos disponían de un enemigo pudiera abatir sus murallas. Es por esta razón que el "siglo de oro" melillense es considerable potencial artillero. el del florecimiento y eénit de las técnicas abaluartadas. Plano de las obras exteriores de la El sistema que hemos descrito se completaba con otras obras exteriores. T odos los baluartes y cortinas del Tercer Recinto estaban rodeados por el amplio foso de los Carneros, del que salían todas las galerías de minas; coronando este foso, sobre su contraescarpa, plaza de Melilla, sin fecha (hacia 1729), sin autor, 59 ,5 x 8 1,5 cm ., escala gráfica de 40 tuesas, SHM. n.o 4.703/ 5. D- 1-9/ MEL-G7/ 4. se iniciaba un camino ele ronda "a cubierto" que lo recorría completamente, protegido por el glacis que era un macizo de tierras que desde este camino (también llamado estrada cubierta) descendía suavemente hasta confundirse con el terreno natural. L o s i ni ci o s d e l "siglo de oro " m e lille n.re 75 Dura nte los años veinte, la clave consistía en saber si estas construcciones eran suficientes para mantener a Melilla perfectamente fortificada ante la posibil idad ele un asedio en regla. Y en todas las memorias e informes que hemos podido consultar e ra evide nte que no era así; la construcción ele dos nuevos recintos, con la clesaparación ele la Alafia, no resolvía el problema de la existencia del cercano cerro del Cubo, lugar que se consideraba priorita rio Qcupa r para asegurar mínimamente la ciudad. Asentarse regularmente con alguna fortificación sobre la citada a ltura fue la pesadilla ele la ciudad durante mucho tiempo. Pero antes de estudiar esta costosa y a rriesgada acción, se intentó a umenta r y potenciar aún más la macla geométrica del Segundo y T ercer R ecintos para conseguir neutra lizar cualquier ataque. Por esta razón continuó su crecimiento du rante esta década con la construcción de dos lunetas, la d e San Felipe, que defendía la cara del balua rte ele San Fernando, y la de Santa Isabel , que protegía San J osé B<Uo 1• El último inten to po r evilar la ocupación del Cubo fue el proyecto ele transformar el torreón norte de l Tercer R ecinto en un baluarte de gra n capacidad, lo que hu biera significado la excavación de un amplio foso (fig. 30). Pero se impuso la realidad y no se llegó a c:jecuta r este proyecto; los recintos quedaban , p ues, según la forma que le habían dado Pedro Borrás al Segundo, y J uan M a rtín Zermcño al T ercero. Eran espacios totalmente mili tares donde se ubicaban los cua rteles (algunos ele ellos en bóvedas de buena calidad , como los de San Ferna ndo) y cuerpos de gua rdia; "'w- ta mbién en contramos en este lugar el edificio ele la ermita ele Nuestra Señora de la Victo- ria que estaba situada e n este lugar desde finales del siglo xv1, pero q ue sería demolido definitivamente en 174 1 (fig. 3 1). Las reformas que Mclilla necesitaba, implicaban un crecimi ento de los circuitos de murallas hacia las zonas del Cubo y de las huertas junto al mar. Esta última tenía el serio inconveniente de las variaciones del nivel de la costa, que (ue a umentando a lo la rgo de todo el siglo debido a las a renas que acarreaban las crecidas del río ele Oro y que se depositaron en la zona. En 1707 se construyó por la gua rnición en la zona de las huertas un fuerte cuadrangular de piedra y barro, por entonces de no mucha capacidad, denominado ele San Miguel. Este fuerte avanzaba bastante sobre las murallas del T ercer Recinto y por esta razón fue necesario construirle una doble comunicación protegida, una discurría subterráneamente y la otra en superficie. El abrigo y seguridad que daba a la ciudad le hizo blanco de gran parte ele los ataques que se procl~jc ron desde entonces (recordemos el asedio ele 171 5), pero bajo su defen- sa se podían cultivar algunos huertos en la vega, así como p osibilitó la construcción de varios muros que servían para proteger una zona priorita ria para la alimentación ele la ciudad. T odas estas razones determinaron una importante reforma del (uerte que sería reedificado de cantería y ejecutado con mucha mayor extensión, ya que disponía ele bóvedas y caponeras en el foso; las obras en M eJilla estuvieron dirigidas por el ingeniero Juan M a rtín Zermeño y desde M álaga, el también ingeniero Juan Bernardo de Frosne 76 e (1 r t o.tt rafia lt i .1 1 ó r i e a d r Al el i ll a dib~jaba los p lanos (fig. 32). 3 2 . Este plano representa el estado de las ob ras del fuerte de San Miguel de Melilla, que a finales de 1733 estaba ya casi concluido. Las obras fueron dirigidas por el ingeniero Juan Martín Zermeño, que ,. reutilizó los materiales de un fuerte anterior (realizado en 1707) para la nueva construcción. Como el anterior, disponía de com unicación subterránea con la plaza, y en su interior se disponían varias bóvedas con aspilleras desde donde se controlaba el foso. t:ste era defendido doblemente desde el mismo fuerte y desde una caponera aspillerada que rodeaba toda la contraescarpa, con lo cual su defensa quedaba asegurada. En la parte superior se situaban dos bóvedas para los oficiales y soldados de guardia, y un macho antiguo donde se aloJaba la guarnición del fuerte. Esta reconstrucción dio lugar a una de las obras más sólidas del perímetro fortificado de Meli lla, que llevó gran parte del peso defensivo de la ciudad durante todo el siglo XVIII y XIX, pero que desgraciadamente fue demolida en los años cuarenta de nuestro siglo para abrir la calle Pablo Vallescá. Excripción de las partes de que se compone el fuerte de San Miguel, y se expresan en el plano superior e inferior, Málaga, 5 de enero de 1734, Juan B ernardo de Frosne coronel de ingenieros, 112 x 39 cm. , escala gráfica de 15 t oesas, SGE, n. 0 145. '- os 1111 e 1. os del " .1· i g lo d 1' oro " m el i ll 1! 11 se 77 ·----=t,4' trpl ,; Corta~ J'obrc {a, .f(nuL. c. lJ ¡ ¡ . L J:fo Gliaw J'olm la ltnra. A. n. J \~ 11 ' ,1' 78 Cartografí a h is t óric a de M elilla O tra obra importante en este sector fue la construcción de la luneta de Santa Isabel (proyectada en 1729), que protegía las caras del baluarte de San J osé Bajo, además de formar sistema con San Miguel en la defensa de la inestable zona de la playa. Una de sus principales misiones consistió en apoyar un pequeño espigón (denominado de SanJorge) que servía para detener los aportes de arena que ampliaban la línea de costa a la vez q ue cegaban segunda mujer de Felipe V, Isabel de Farnesio, era una contraguardia que protegía las caras del baluarte de San José Bajo, contando con bóvedas aspilleradas en su interior para controlar también la zona de la el puerto de la ciudad (fig. 33). playa. Esta obra tenía, como era En el otro ámbito, el del Cubo, entre 1727 y 1728 se cs.t udiaron minuciosamente todos las necesidades requeridas para materializar su ocupación 33. La luneta de Santa Isabel, así denominada en honor a la 5 . En 173 1, Juan M artín Zerme- ño ya detallaba los materiales necesarios, y en la noche del 11 de noviembre de 1732, seis columnas de trescientos hombres empezaron a construir un primer fuerte provisional de madera con forma de flecha que posteriormente sería reconstruido de cantería. Era el primer fuerte de la Victoria y su realización permitió que junto a él se iniciara él que sería principal fuerte del C ubo, el denominado de la Victoria Grande. preceptivo, menor altura que los fuertes del Tercer Recinto para estar dominada desde éstos. Su defensa era inicialmente al fusil, pero a finales de siglo fue transformada y se le añadieron varias cañoneras sobre su adarve. Finalmente sufrió el mismo destino que San Miguel, y fue demolida a finales del siglo XIX para iniciar la Este último era un baluarte destacado de gran capacidad artillera en su caras, contando con varias bóvedas en su interior que reforzaban su seguridad . Podem os decir que la construcción de la antigua casacuartel de la Guardia Civil. Plano y perfiles de la luneta estructura fo rtificada del Cubo estaba fundamentada casi exclusivamente en la Victoria proyectada delante el baluarte de Grande, que era el soporte principal sobre el que se se apoyaban otras obras menores. Así San Joseph en la plaza de MeJilla, ocurría con el reducto del Rosario o con la torre de Santa Lucía, que potenciaban su flan- autor, 61 x 37 cm., escala de queo, ya que todos formaban una estructura unitaria en el aspecto defensivo. El fuerte de sin fecha (hacia 1729-1732), sin 11144 tuesas , escala gráfica de ~ 15 tuesas, COml. n.0 427. Victoria C hica era realmente una luneta sin defensas de flanco, y se protegía con parapetos de fusilería. Por su parte el Rosario consistía en un reducto cuadrado de mampostería,-- ... con defensas frontales también para fusil que defendía defectuosamente el fuerte de Victoria Grande. El sistema estaba formado, por tanto, por una serie de fortificaciones adaptadas a una geografia irregular llena de dificultades para los trabajos de los ingenieros militares. Por esa razón el primer esquema tuvo que ser completado por otras obras menores que buscaban reforzar la estructura defensiva: las lunetas de San Ramón o de San Antonio Alto, o el garitón de San Bernardo y la ya referida torre de Santa Lucía, cumplían esa misión de adaptar el terreno a los objetivos militares que exigían consolidar la altura del Cubo. La lejanía con respecto a la ciudad hizo necesario el desarrollo de un sistema de comunicaciones subterráneas con todos y cada uno de estos fuertes, lo que permitía cómodamente su abastecimiento y el relevo de las guardias sin estar expuestos a los disparos de los ataques. La red de galerías subterráneas arrancaban de una puerta de la Capilla de Santiago en el Primer R ecinto, atravesando el foso de Santiago sobre el arco, y el espacio de~ Segun- do y Tercer R ecintos; desde el foso de los Carneros se dirigía un ramal hacia la altura del Cubo, que era el utilizado para abastecer todos los fuertes, tanto de personas como de materiales. Y aunque no existía en pnnc1p10 la idea de realizar un recinto cerrado de murallas, pronto comenzó a pensarse en la idea de unir estos fuertes de las Victorias con el de San L os lll l ctos del "siglo d e OI'O" melillense 79 • ·~· ........ -l") . 1 , ANO .~atl'ntihut _;i)ft,.x (/ _j(~ahuuft;! tYtU.tl' Co"f'f'Úon . c 'k~''lUI 'f(a/u rln Li .--': :l. '( r'IL / tl of tm•tliu. ( ~l.h:luJ'. PI ,A ]) ] 1~ ,Ji :/3,)1"-~· /n.r .5 ,o/M,t,,,,,. 1)] l~ • . f'f" '·Y 1 /. J~ ( ~11/Jtrgunulta ...Jr O . -.Ar111Jt. ~j. ('fttfti1, )1~91111iiJ ..~· /a 2.. é':P._'CJ". 2!> .'{uur f'"f11¡, _'1(' /a ·(),;'""''· 11 ";.;,;;"" _, d:".'f't ,(t1 , 22 :·~<¡wu ..~e c/:"/;(ltétrl 'C1titrUill tr._f/?,,'lurtn ->t:l /J{ o.rtt~i" 17, /;,fl)( 'rni<ultlla. -r.------r.:---------d V•'"" >-lx"-:;.. -;-.;.;·¡r. _~.1:-, .{. '/_.~ A n .ifnJin:J,.,, s i ,/flj.,~n .' (. ' \ \ .-··.. 'IJ,IIIZ/IIl/u.o -"7' • • 34. Este cuidado manuscrito en colores de MeJilla muestra el estado de la ciudad al mediar el siglo XVIII, i reflejaba tanto el estado de sus fortificaciones como parte de su orog rafía sombreada en acuarela. Para entonces ya se habían ~4/t.ritr Ji 1/m(((fll ,-JI:! 'OtbPUol' :Js o,,, ~"' /", r;J""t' r-Jt fí:,attdút (// :;¿f/1(( 36 G~.a,tf ..x/o.r Du/Jav.• ,1l _3fl,.-w ...xl tfornu o. •1.L.Áfta!!t "f d r.r¡,mbnt,olllao il:J Vnuulou .Jt.a.tttt! .J• Vújo. ..-.....A! ,~A~latle.tcJJ :1 _k;!la""· JJ ..:J!ur,un..r .J:l,~o.r¡,;t!ao , 'C¿I /¡famufuuJ. ,(.,~rniP.rrr..p. 43 ;J/!.r \. .., Miguel (22) había sido reformado entre 1733 y 1734, consolidando una zona de huertas muy necesarias para la plaza (4 1). De todas maneras, el Cuarto Recinto no estaba aún defin ido, pues entre sus fortificaciones existía mucha distancia. Por esa razón, importantes: la primera fue la t odos los esfuerzos de los ingenieros ocupación definitiva del Cubo, y la militares va a centrarse en segunda, la construcción del fuerte consolidar estos dos polos de San Miguel en la zona baja de defe nsivos (San Miguel-Victoria huertas . El trazado renacentista del Grande), al unirlos a través de varias Primer Recint o, y las estructuras cortinas y fuertes que serían abaluartadas del Segundo y Tercero , construidos en la segunda mitad del habían dado paso a unas siglo. Para entonces, también se construcciones aparentemente había sumado un nuevo problema: el irregulares situadas a cierta distancia constante crecimiento de la playa del cuerpo principal de la ciudad. del Mantelete que iba dejando a las ocupada (desde 1732) con varios 3.1 _,., producido dos intervenciones La zona de Cubo ya había sido tEijii __~ l )A ..k~mn.r Otajn (.Jtk 'htfn 'f 1 1 forti ficaciones de este lugar muy batidas desde los ataques del Río y fuertes q ue se situaban sobre esta de San Lorenzo, por lo que se hacía peligrosa elevación tan cercana a la necesario construir nuevas defensas ciudad; así aparecieron los fuertes por este flanco . de Victoria Chica (24), Victoria Grande (25 y Rosario (26), seguidos Plano de la plaza de Melil/a, sin fecha por una monumental Cortadura (27) (hacia 1740), sin autor, 68 x 82 cm., que cerraba el paso por esta zona. escala gráfica de 200 varas, SGE., Por otra parte, el fuerte de San n. 0 147. Miguel a través de una cortina, hecho que daría lugar posteriormente a la aparición del Cuarto Recinto de Melilla. La unión de las Victorias con la zona baj a era dificil por lo escarpado del terreno, y para acortar distancias se construyó equidistante el apostadero del Alférez, iniciándose en estas fechas algunos tramos de murallas. Lo mismo ocurría entre San Miguel y la zona de playas, que también contemplaron por estas fechas el inicio de algun~ obras. Estaba claro que el Cuarto Recinto no fue una estructura meditada de una forma unitaria, y que se iría construyendo al vaivén de las circunstancias a lo largo de todo el siglo 6 (fig. 34). Notas IIHAVO :\Ii'.TO, Anton io. lugmirm.> milita'~" 1'11 Ah•lillu. 'fíwíay ¡uártim dt•)in'tijirru:ióu tlumniP la nlrul mudrma, .\(r:los .\TI a .\T/11. Mdilla: UN ED, 199 1; p. fila 64. 2 hiitóricn dr M rlilfn Ro lli<Í<;lJEZ Puc:ET, .Joaquín. lilwryo so/m In n'Oiurióu r!tl Cuarlo llffíulu rlr .\lf!i~ !In, siglo X l'/11. t\ l:'tlaga: Unicaja, s.d . ( 1992); 134- p. :l J uan Antonio de Estrada d ecía que " la puso en bd la disposición, lo rtilicándo ln n lo mnclc,·uo". E$l'RADA,juan Antonio de. l'oh!adáu (;m,ml de F..>fNnla..., HI. Madrid: hnprt·nla t\ len·urio, 1748; p. :, 19. XloHAI.I-:S v M E"D IGtrri A , Gabrid de. T:frmirirlt->y mriosidnrlrs, .\leli/ln, Pnlóu )' Al/mamas. Xldilla : h nprt·n ta de El T elegra ma del Rit; 192 1; p. 27() y 277. 5 Nelaziou rlr /oda.< las ;;:immslmtcias qur conducen a kt inteligmria de lo que es eltenrno llamado el Citbo, altum que sujJera a la Pla;;a de Mdilla, SHM. , 1728, "·" 6.4-26, 4-5-7-5. 6 13RAvo 1\IETO, Antonio, y SÁu CAzOR· LA,.)cslls ~ l igucl. " Fm1ificacioncs en el siglo X\'111, d Cuarto Rccillto de ~ l cli­ lla la Vieja". Trtipmw, ll." 2. Xld illa: AE~ I , I9fl!l; p . 29 a 42. v. La consolidación del Cuarto Recinto Las fortificaciones de Melilla durante la segunda mitad del siglo XVIII U na de las personalidades más destacables de la M eJilla sctecentista fue sin duda el brigadier Antonio Villalba y Angulo, que desempeñó su gobierno sobre la ciudad desde 1732 hasta 1757, período realmente importante por lo que res- pecta a las construcciones que se llevaron a cabo en la ciudad. Juan Antonio de Estrada, 'el historiador melillense coetáneo de Villalba, escribía sobre su figura y su tiempo, "logró el año de 1736 construir un fu erte de figura triangular sobre-d · terreno del Cubo, o Ataque Alto, que predomina la Plaza sobre la Cabeza de la Ramblilla, hecho a dirección del ingeniero don Juan Cermeño, con diez y seis cañones, que señorea toda la campaña, [...J obra importante, pues cubre, y repara todas las obras y fortificaciones de esta importancia: diósele el nombre de la Victoria; construyéndose antes otro fuerte Provisional ele madera y tierra (fig. 35) para contener a los enemigos y edificar el refericlo" 1 • Estrada escribía sobre la ocupación de la altura del Cubo, absolutamente necesaria por entonces para una adecuada defensa de la ciudad, y en este sentido es curioso el paralelismo entre la misma reedificación de MeJilla la noche del 17 de septiembre de 1497 con el sistema de "cava y barrera" (basado en lienzos de madera que se montaban provisionalmente) y la realización del fuerte de Victoria Chica la noche del 19 de noviembre de 1734, pues en ambos se utilizaron estructuras de madera montablcs sobre la marcha, que eran recu biertas posteriormente de cantería. Fue, pues, durante el gobierno de Villalba cuando se sentaron las bases de la construcción del complejo Cuarto Recinto, fortificado de Mclilla, con importantes obras como las del fuerte de San Miguel y el de Victoria Grande. Época también interesante en lo cultural, por las abundantes referencias escritas que se realizaron en torno a la ciudad; ya hemos mencionado el enciclopédico libro de Juan Antonio de Estrada, pero existen otros ejemplos como una pequeña historia de MeJilla manuscrita que data de 1763 debida al párroco J oseph Pérez2. 83 35. Este plano de 1734 nos ----~=~----------~~· ---- r;· · . . · muestra el fuerte en construcción de ,.' Vict oria Chica. Debido al peligro que primero que se realizó fue un fuerte 1 de madera montable cuyas piezas se llevaron al lugar elegido en la noche del 19 de noviembre (E y F) . Poste- ~f1·.· riormente, se empezó la construcción del fuerte de cantería por delante de t.. 1 ' ~- 1 ~~ - ,, • :j /(-~~, \ ~-:r.:- { ,. • . ·~L, )..A/? - suponía la ocupación del Cubo, lo ,. ' · ··- - ; ' " \ :· J .'., { 1 ~. , .~ :<;.¡ _ (~.'. ).. e JJ. r Ir ~ ¡- 1 1 -~¿ ' .... . 1 la estructura de madera. La existencia de esta obra permitió la construcción del sistema de las Victorias, q ue aseguraba a la ciudad de Melílla de posibles ataques. Descripción de la fortificación que se construyó en la altura del Cubo delante de la plaza de MeJilla la noche de noviembre de 1734, Melilla, 1 de diciembre de 17 34, sin autor (Juan Martín Zermeño) , 58 x 4 1,5 cm. , escala gráfica de 7 toesas, 1/130, COml. n.0 423 . 1' ,, Existe una buena representación de la ciudad en un plano de 176 1 (fig. 36), debida al ingeniero militar, especialista en caminos y puertos, Gregario Espinosa de los Monteros. Mclilla no había cambiado mucho desde la construcción de las Victorias, y durante este período se habían consolidado todas las {o nif1cacioncs realizadas; fue el momento de pe1-feccionar las obras secundarias, de afianzar las estacadas de roble que p rotegían los fosos, ele asentar los glacis que salvaban las caras de los fuertes, o la labor menos visible ele excavar todo el sistema de galerías de minas. 114 Ca r l ografía hi s t óric a de ¡\ J e / i /l a 1 .: #·-· :'' .....; ·-·:: .... ~... ..·-· ..~. ..._ ..~ . -~ c ... -~ "~ _} -~: :·:.. ..-i ~~ . u'• ,¡ .. ,:- En este plano de 176 1 se aprecia cómo todavía el Cuarto Recinto no estaba completamente definido; muestra de ello era que aún se conservaban los glacis que rodeaban el foso del Tercer Recinto (ele los Carneros) formando sistema con San Miguel , de manera que quedaron las Victorias como una ciudadela aislada en su elevación. Pero ya se habían iniciado algunas obras importantes que completaron el sistema; entre San Miguel y la playa se construyó la torre de Santa Bárbara, con varias bóvedas de med ia naranja en su interior, y en 1758 se había construido un muro que unía San Miguel y Santa Bárbara, así como otro que hacía lo mismo con la luneta ele Santa Isabel, cercando completamente un cuadrángulo de tierras cultivadas que abastecía a la ciudad de diversos productos de huerta. 36. Gregario Espinosa de los Monteros realizó este plano de Melilla en 1761 , representando una ciudad que había desplegado sus fortificaciones hacia la altura del Cubo: fuertes de Victoria Grande, Victoria Chica y el Rosario (20, 21 y 23), rodeados de un cuidado glacis de perfil geométrico. Otra de las zona fortificadas fue la llan ura donde se situaban las huertas, presididas por el fuerte de San Miguel ( 18) y la torre de Santa La cercana desembocadura del río de Oro y las are nas que desaguaban sus crecidas, unido a los aportes de las corrien tes marin as, determinaron un paul atino y evidente aumento de la extensión de la playa; este hecho paradójicamente crearía serios problemas a la ciu- Bárbara (19). Plano de la plaza de Melilla y sus fortificaciones exteriores, Melilla, 22 de marzo de 1761 , Gregario Espinosa de los Monteros y V" 8° dad al quedar este fl anco totalmente desguarnecido de defensas. Gandón (José), 45 x 66 cm ., escala Sin embargo entre San Miguel y las Victorias quedaba una amplia ladera dificil de fortificar por lo abrupto del terreno , donde se situaban una cantera y una obra provisional gráfica de 300 varas y 72 toesas, SGE. n.0 149. La ronsolida ció n del Cuarto R ecinto 85 l?LANO DE L J\ PLAZA DE f~p icacion ~e fa<! C.1b1uo Jdm ~t f{IJ(l01.ftlll'ntt .'Cim (k d~"¡1,, . ,v 1<' /.:),,¡ ?'&tf.'" iful'lJ<. C. Guu..., /1,.¿ ' ] I.l ta' Co_nc9Kton t l !útll.lt.a i.'w,·~·bx•t rl ''·' r , f ], . q (lc.U.ittW' ll ~ ft,. . •lat "{ t J.\t•lllltM ) l. ,f.', u~ (lnmnrJ•• y(f,.lu u l t ".t u' l ;.,; ~ l#lflw tf , ~ ,,,~,¡,?,t N. l tl.' t< d .n aultJrir. úrrt.ttlc tt ,5;-,.¿.,,.'~~r' O. {.¡,.Jtttrn lt (l,,nlt~(~e> 1'. ... <J:tlcl.. ú: ([.,mptr Q. 'lua tldur l\ . l; ol'' .X tiVa JtMnl!n ó . l\,t•·~.í'.")ér":'<f'', 'l~ ~""ll Lt fatf (tlf)(ct !/,J¡rhtn.s '~ t ':l"'l\! d?''&.,.,!t) ~ {t,/'1'(..\·,« i~~~·v, ,,""" ·f'¡tl/(,/y/ 1 cl•rfen :J. ¿,, ,, l"\· tLfj.f l~uf.t'IA J. ,b,\(wlt~~" t1 ~'IJII- l t;ctn.ft . t.l•l, '/,'d~r~~~J ,S, 11.'.¡,,, C/u'L(I 6tAlt G. dftllmlc ~t\.71 (. /,(,,m'o J. tT.tm .rl ( ~/"rfQJ/n ~. /!"d; d J'!·~,¡ .r:: ,e,_ Juolc• dA ( \.atl~.r lo. t a,,t,_ uu ('-. 1 .JI . ,'J/wpih/ Jlt.ttiJ# ,rf • nttfl1t t.'ltl /'':m,.i ~.hin 12. { ltm:'' l't'e ;;{IJII'tll C,,..f<,y'Jo ( '1~11h el, lf!V. Jm~,r Ü'»•t M. <¡.lt"''"" ·a-t diro ,lj . lrm ,q,. ¿, M·U( ~6. i8m &, Jla.!il/o '\ 1 ~ lb>n. t < uo 1g f(im. l~ (,., ~;;,.,. L.------------------~-J~--~------------------_.~--------~--~--------~--~~------------------~¿[ 3 7. Este plano nos muestra la dualidad existente entre un Primer Recinto que albergaba a la población y los principales edificios de Melilla, frente a los recintos militares formados por sistemas abaluartados (el Segundo y Tercero) y un incipiente Cuarto Recinto formado por dos núcleos fortificados aislados entre sí. Plano de la plaza de MeJilla, sin fecha (hacia 1769), sin autor, 42 x 52,5 cm., escala gráfica de 90 Tuesas, SHM. n. 0 4713/ 15. D-1 - 19/Mei-G4/ 11. de fortificación denominada apostadero de los Granaderos. Este apostadero fue transfo rmado en 175 7 (aunque no aparezca en el plano citado) en un pequeño füerte tra pezoidal, llamado de San C arlos en honor de Carlos III, cuya traza fue ~j ecutada por el ingeniero arciso Vázqu ez Nicuesa. Por entonces se había conseguido alej ar muchos ataques del núcleo principal de Melilla, pero la fo rtaleza seguía atenazada por esas obras de fortificación custodiadas permanentemente por unas guardias que causaban en la ciudad una seria sensación de aislamiento con respecto a su campo exterior y región . Los ataques principales estaban situados en el cerro ele San Lorenzo y en la margen derecha de la Rambla, los denominados de la Albarrada y el temido Ataque Seco. T odas estas circunstancias eran sopesadas por el rey español, Carlos TII, que conocía al detalle el eslado y situación de la ciudad a través de una larga serie de informes. El monar- 86 CaTtografía histáTi ca d e M elilla ca estaba por entonces prácticamente convencido de la .idea de mantener la ciudad bajo la corona hispana, y esa idea fue la que planeó en el tratado de paz que firmaron España y Marruecos en 1767. M ientras tanto, y aunqu e las relaciones entre los dos países se fortalecían y los intercambios comerciales aumentaban, el sultán Mulcy Mohamed seguía albergando la idea de establecer la paz con España exclusivamente por mar pero no por tierra, lo que significaba una clara y agresiva alusión a Ceuta, Melilla y los Peñones . En 1769, M elilla presenta ba la misma estructura fortificada que había heredado de las grandes construcciones de Martín Zermeño en la década de los años treinta (fig. 37), un Cuarto Recinto muy irregular, formado por fuertes de distintas tipologías y muy aislados entre sí. Sin embargo las persistentes noticias del embajador español en Marruecos:' sobre los preparativos de un posible asedio, hicieron tomar algunas precauciones por parte del gobierno. Por esta razón, en 177 3 se desplazó a Mclilla una comisión formada por el mariscal de campo Luis de Urbina y los ingenieros Juan Caballero y R icardo Aylmez\ con el fin de dictaminar sobre todas las circunstancias relativas a la ciudad, así como sobre el valor de sus fortificaciones y las reformas que debían ejecutarse para ponerla en una defensa perfecta. 38. Juan Caballero y Arigorri realizó este plano de MeJilla como consecuencia de su visita a la ciudad, en 1773, formando parte de una comisión que debía dictaminar sobre sus fortificaciones. El resultado fue una minuciosa representación de todos los elementos de la fortaleza, así como las reformas que proponía para Juan Caballero iniciaba su informe describiendo el Primer Recinto, "ocupado de trecho en trecho ... con torreones y baterías de arvilraria figura y distantes los unos de los otros según las circunstancias del terreno o la volu ntad del artífice, pero de bastante solidez y permanencia". Este ingeniero planteaba algunas reformas en la fo rtaleza, para lo cual ejecutó un plano general de Mclilla con todos los proyectos que debían realizarse (fig. 38). El--- ·· principal problema que Caballero percibió sobre el estado de la ciudad fue la desconexión de los diferentes fuertes del Cuarto R ecinto, por lo que centró su preocupación en consolidar esta última línea defensiva; para ell o necesitaba unir convenientemente todos los fuer- mejorar sus defensas . En e l Primer Recinto podemos ver ubicados todos los almacenes de pólvora, los de víveres, maestran z~ , aljibes, hospitales, así como la iglesia de la Purísima Concepción, construidos dentro del caserío de la ciudad que tenía un trazado muy irregular en cont raste con la ordenación geométrica de los recint os defensivos. Los principales cuarteles se situaban sobre el Segundo y Tercer Recintos, y la tes entre sí a través de cortinas, y formar un recinto continuo. defensa o limes de la ciudad se El problema principal era que, en sus in icios, J uan M artín Zermeño no había plan teado construir un recinto cerrado, sino la consolidación de dos fuertes de gran capacidad (San Miguel y Victoria Grande) en dos zonas distintas; con posterioridad, ya vimos cómo en torno a éstos surgieron otras obras menores que las complementaban. En este momento ( 177 3), J uan Caballero debía reconvertidos en una estructura cerrada, hecho que le ocuparía durante algunos ai1os y que daría lugar a distintos proyectos y ensayos hasta que encontró la solución final que aplicó defini tivamente en 1775. concretaba en el Cuarto. Las reformas que Caballero proponía (marcadas en amarillo), consistían en dotar a los fuertes del Cuarto Recinto de una cortina que los uniera entre sí, fortaleciendo el sistema defensivo ante la posibilidad de un ataque o asedio a la ciudad, como efectivamente se produjo al año siguiente. En el primer proyecto que propuso, solucionaba el problema de la desconexión uniendo mediante cortinas rectas Victoria Grande con el fuerte de San Carl os, éste con el de San Miguel, cortina que continuaría hasta la torre de Santa Bárbara y después hasta el espigón de San J orge, q ue cerraba el sistema con la excavación de sus correspondientes fosos. Esta primera propuesta no comportaba ninguna intervención sobre la estructura de Victoria Grande, y al contrario pensaba demoler el fu erte de Victoria Chica por su pequeño tamaño y ser innecesario . En este proyecto, J uan Caballero no contemplaba todavía Plano de la plaza de MeJilla y de sus fortificacio nes con parte de el campo del moro, sin fecha (Málaga 6 de agost o de 1773), sin autor (Juan Caballero y Arigorri), 5 8 x 103 cm., escala gráfica de 150 varas castellanas, SH M. , n.o 4.692. C-32- 18/ MEL-G2/ 19. Este es copia de otro plano del MNm. 911(6) La con s o lidación del Cu a rto R ecinto 87 J·-· 4'~'"'- .~ .... ..... :) :-· .. "\... ()1 ..... ':;e,., , . ..... .......... ,.._ •·""' ..,. '~· - - , 1 ,.. . ... .... •U .,., "'" •'-"'" . .. t ...... ,e ,~,..... ..., ,.,~~ -~ .. ( .t..:. •• . \;t... , .. .,~· .~ . .:· . ~.~: ·~--·· \ • •r·.:.., .,_, ~ ... ~: '"'¡'1-•" ~ '.> -~:.......· ......··:..: ~" • \ 1 1 1 ' ~~ ..: -:: . . . .~ ~ ·~·- ·¡, ' ''"""' : ... ~ ... ,., •. - ....., ...,.,. '"*' ... " ....... ' .,.,.,. ....~ .. . ...,.. .-=..~·"' , , 1• ......... . • ~ .... . )>' , .... ·.:~ .'·~:~ ~ ~ ... - . .. ~ .,. .. . .. _ ~ ... ....... ~ . .. . .. ... 't''-. 11 39. El interés que despertó en España el asedio a Melilla por parte : J\._. ... del sultán Muley Mohamed, dio ' 1) . 1'.• 1'. /. ('.. .1 . ~' ~ i. \' ~-?,... o 1'. ,. .~ ~~' -\_'1Z.. \.' v. -c-..o ~ . ' p .- . . ._ ~- ,. lugar a una larga serie de representaciones sobre la ciudad, ~ .. - .. como este plano realizado por Gregorio Sevilla. En él puede . .. .. comprobarse el estado de las ~ . ":. :>-~ • ...,.··~. . .~ fortificaciones antes del asedio, . ,. aunque en su ejecución existen evi- .. dentes incorrecciones técnicas que nos apuntan al interés estético que el autor quiso conceder a su obra, alejada de las minuciosas representaciones de los ingenieros militares. fortificaciones R 1'1 A Plano de la plaza de MeJilla, sus y parte de el campo ¡, del moro, trabajado por Gregorio Sevilla y dedicado al Conde de PI.. IN() DV. / .. \ PI. .•\/,¡\ llF.o'W./.1 l.L~<\\' rOJlTII 'IC•\riON t:.\' Y 1\llt Riela, Zaragoza 1774 , 1 1't: flf.fl . l' \MI'\)nt·".J. ," I0Q('I t:..., l•/.1(' \(' 1\,)'' 80,9 x 73,8 cm., escala gráfica de ,.,.,..,....... ,.··.t...,..:., ¡..... T , lt.-~~. 150 varas, AGS. MPD. XXI-62. \ ~......L .. 11wl., , ,;,... ,.!.,_.,. "\ 1'1.. ~ ..., ,, .. : GM. 532-1. -' !\· ...... ¡ fu..J. ·'cr.~.......... .....,._ ·.~. ··"'-/' 0.,1•:: o 7 ~•hu" ' ~olw ..,_,( J '),1' ,/,.;,.. .r,:...... '· .•",) J,/ jl ¡'!•.,•t" ll 1~ ...1.•'1..... ::~~~::~ q '..... ti.'" .... n t~.•.o.~c.. !\ .,. -> <.J.:.,.I,...o..~LI,• l.~r..~ ~· R Á D reforzar con flancos el fu erte de Victoria Grande , por lo que quedaba algo aislado a pesar de que era, como ya hemos visto, la llave para cualquier ejército que qu isiera apoderarse de Melilla. Sin embargo, es interesante subrayar q ue por vez primera aparece definido en su totalidad el Cua rto R ecinto, en su formulación canónica de circuito cerrado de murallas con foso continuo y sus obras complementarias. Pero ésta no era la reali dad de las fortificaciones de la ciudad cuando el sultán de Marruecos Mulcy M ohamed declaró la guerra a España el 23 de octubre de 1774 y el 9 de diciembre empezaba el sitio o asedio a Mclilla más importante que sufrió a lo largo de su historia, q ue duraría hasta el 19 de marzo de 177 5 (fig. 39). Por parte española, lógicamente, se designó a J uan Caballero para que dirigiera todas las obras de fortificación y guerra de minas necesarias para asegurar la ciudad, ya que este .90 Carlografía ltisló1"ica d e M elilta 40. Este plano detalla parte de 4 1. La estancia de Juan las propuestas de Juan Caballero Caballero en Melilla después de para fortalecer las defensas de acabado el asedio, le permitió dirigir Melilla: el nuevo espigón, y las obras todas las obras necesarias para que proyectaba realizar sobre el reformar el Cuarto Recinto, como se Cuarto Recinto. desprende de este plano. -·- Plano Plano del fuerte de la Victoria y los y perfil de la obra que se propone ejecutar para la redificación demás avanzados de la plaza de del espigón , y Plano y perfiles de Metilla, (... ] y Proyecto que manifiesta los proyectos que se proponen el volante adjunto para aumentar la ejecutar en la plaza de Melilla, sin defensa del fuerte de la Victoria , sin autor (Juan Caballero y Arigorri), autor (Juan Caballero y Arigorri), sin Málaga 30 de agosto de 1773, fecha (Melilla, 20 de octubre de 45 x 60 cm., escala gráfica de 150 varas y de 25 varas, 1775), 36 x 45 cm.; escala gráfica 0 de 150? SHM, n. 4673/1, 1/1 .393, C-31-30/MEL-M1/4. COml. n.0 444. .~ ~ r ~~ i/01ar.w d~ Mla o;ctm¡'a,y!cu- d&rnaú' ~..-1ca'Wadar (}1)/;{!a:Ja&ulCdJla,tH'V'J~M'C at?nuc.rflt/ /MJ4'LM' A.~ hwn CchO Sf , .).\ · lJCJ'jJUfJ' · orfa S'aú'fCWU:rn t"C !!?Ubx~ccl¿/,.uw.M'(;,, e,.Jt<I'~CMWlau--n~.tt--~OZ~r'c¡uuo e.ttc<Jfh~r,p'"' éJupu.~"'Hed, úfl!A . a 1-l B. ~~w:t> ,t¡;,,..tn~ ..xt>~'Lt·niD·?J;o 9c'.M'chi\'#,..-,~J~ ik'iJ'Kit. ,C. ~"~ A.,. . :v.~~;A),. .A ~~)'u~...u: ..rrVe fu; ·xsf,...,.,.,.... <t!.o V,.,r.nr~tr;,lf, Y-' eo.t,6JtÚntnn.~ON.<" '''>'ux."<J OIJ•l?)f7"'nJ~ttJloúv eh O:tt•yt:ff"'~ ct"(t/c/.,;. rmHtt)tu/@ 4klttlkV'Im ap,4~ ~k~..¡~a'~'9"'" /JC.i!o('li;,, s.,.,.. (',..... ~~d,d ...t/~ladAt.l~'l~á~•(u~....~t.. fri..,..¡,¡.. .. ~/o/.~ una@ dtWl!e lauonm;~,.,,~cul)f-~dctlo.~o~t'U!cr.u~;~·, r(.,"'t_ , :.<~/L..wDD ;x. D""'""w"' 1-;)fc,o,r üb(!,~ "f tb':l,..l\oelt4f('PJ'2~o.1 cJe..A·l ..¡ lU~AJ, 'y.<wm <rU>u'lt /W'f~ com<nt.m«. ,]¡! Jl,~...... A -..~q.-·m..W .rr-0~,..·· UJ¡r:tXa,«mtMJW11• 1cw ..taumúl,••·'1o4t'•,.H"tto~t~-~tA""~v )'t~.t~J.rf!) ()~¡· 1.../-t:vmcw: (l(;., · acaaorL ¡, . . .f~a~On«~tw,.~IJaiV)Uit/l!V.,.U"7'1't./IJ,v. ,, M S~ . . . ~k-il<f<'>-""'~/...¡:,t..'1-'"'",.,._,.. .. D~Jl. i // 1 ' • GQ.Jtnt"'-"""~ Cf~ ~ ~~,t;'¿., . .$ ) ti«~ )/,.~fA,, c/,.u.tv,'..A:i'Jt/Ad.- 1.<7,.J,L,.., 3t'+U l.. e-MI_., j, 1 " " T'r 1• ~ . ' • • , r " ~ t'~ dt'61~,<44.l1~~,.,_, .,..&....- .....,~ dnN.,:u.JJ...vYYY. n ... ,tw}uuo J(,,J'. ~uwtl")• «l.-t¡fU-Gef6,"'"" aHOfll~ulat.oJ¡uw-nv Ból~ }w.s.to e). Gc»~.'ftvd ~Ur41'1bJ o.ku--.~. 7~r~.::Jd~, ~¿., ¡un-tL.-r~ CD':NL},.,,lf),,;y,~\fo~•¡ Ít.<nW'- t~A,&Ia, ~J.,~ ..1!~~~ %'1'\~)l.élA ¡.,,f'l ,P:.t~un-../tN¡cur 7'(<-~V""""'-'.~~ a; c4~~ai«,:Jo/ttnMc~V~ Ot~¡...~1 ·y~~'~ l~.rtuan.J«n!,o ~?" ~~·~~$CtA""'~.."!'¿;¿~~ 'lt'l'.N ... dr;c<"-..o) d~ 0~fi'U-wo.l!?a(€U &~"'"';>_,, 'Y.t'DhnLu,.,.. alocl w;_ ~r''&x'm ~/Vt'~u6n.r~.e ""~-~·k.... ,•.,.... ~16?., .::ll'h• f- 1 u N.·l-y-v)'l.:AJ Q.4~v .,'1· /t:Á- eJw 'TbuJta,.onu;v;:. _.e¿,,~·6-nro ~ '"" t""';--'1'!JtA"{,P(va~..lfl.k, 1 ~.,..;,., ~ ~ 7""'~,.¿ •l'fliJ~t.,,...,.. P .. ..~ _1-"1'· .rei-~~~?>~Ja~,.d~. 'V)"WL r'1UJI"~ 0/.,(a. ~~._. l~ Je ,J'~.bu,;...J . eM(c'l&, l·tnt~<'> /~ ~ .Jint.a.n• :Y.t"fo,Aoto,.,J..u q _ t.k;.1t.U> .r~ ~.?." ('~ ~d. ~,;¡/,Q ~JtJtCJ,•.s.de ~xn~,.,b4.ue ~"'' e¡.c.,vA)H~ y.,.,./'IN!Yn~n~lbXA.,., ik-"Á.tfJ.,.., jf!IITW,;,/~ ~/'o-,,d.n,f.V.Itn ¡ue-~~e~~J., t'A7nO~,I-)'tT.V~rJ 1 .Je..Á.a/1~ '"·'ITI'tk""'/"'';,u.ocmvft.tll/4 &nÚt-/~ ") Ú:tt¡ •1>4/.~-ov 'Jf~} ' CcnltO, /ti.N t.!" t#hU~M 00r~'1u.XI.-d..u,e.cw, ~le, e-("'~ 'f,U.J"e ~~ ~ """'~~--.; 0Me.f,_yl/otrt. /o~J~ %111«~ .h\Ur~-, e.m• .rtJ "'-&.~.. ~n«.rJt,!{,p..,l!,Ej t¡udtt-ñ~• t¡UfJ ~ )...¡,¡~, OÚ'jJ~ 8tJb:c, Oo~, . '""t,z, kC4?•t<J%a~.fJ... ~U,iMJ t7.C,.~ iYro-?rMCfJ,IU~~'11(¿1' C#J~Or'•~:t..:} ?Ut•/'n-k-¡otw, 7.rt~Jm!l,,.,._/o..r f4x~kme'· (¡~ .,..,,.,4,.. ~"'"'"'""/b-· 1{/(;~"' CMJ,6.x;.~, ok¡1A4i D,ot"' kjM'ltJ,};;/A C.Dt"~-~~~--,411'1''""" .Al~ .t'f.l,~.,_ ~~O:U..*tu.\.v~ ~.,.,._._-~() ..~ CL»>l1)"(U!JJ~ 'jvrm· ~l:t/;~ ~~¡o~ cú.n 36 l't O).•w~, 'l~¿&hne ~). á&v~·~~· 7+7,vo,P~ t'~· ~uur«.- ..,.,¡(:(..-~,~u~~· ~1/"tMht.l~m~ (J/,~..o .,.,_ 9u~.tm~~,-«~-¿,;,,(li"''it.t' .tc~a..n-~~;,~wl,;na:o¡ ,l,.m.,-n~y$.<14/,..1-, Ot..t~ ~- of"'e~/~~ ks-th5ol'.ta.~, ..l/.,,,.,.,u .1 ~ l;t.vx.a),. ,~~~~A,.t-4'/'u«W•Fto.uHJ.¡-]II,rl/?t.e•m~iY~'~ ll'~<.nlo~ ..A(I';t?~v~. . _ T.. ._<.P'ú.t'?r:~~..r!l'cA.l'juct.t.dr~ en¡-·~,D/~·~~ U!J'..o. t:YtttA;·~ ~- ,._ (.,. tn;:"",,¿,., Gn~Ñw~w. F .Y4Mo<.. f)'t!H-t lll1111A.uentn.lr.. • ... . ¡- .?$."'c.~ftt.~W LLL~-""J,~tOL:_ ___ IIW~k~tc...10J>I!olll'n.-l«.~.,- ·•~ T ~n.,h: rklov t.Jú-:~u-~ ~"AJ.,Wtt1 y..n•~.lw..¡wn>~~ I....W ~~Otll&'ll't14'" 'J'(I(' ILr~JlhJ ..;.,,.. .2- l nO?_,.... <~~vv-«-.,......t~:tY-?uf!.,-, • J""""' 1??W:o],;..,,, y 7 rrw~~ Jt!!> vt/J.1-w~...., ,rUmM• ,_¿11.,.,.c./w .1"~'1./,, t't .}'/.~. 1 ./ . . ~V CCII'IUMv . : ~ __ 1 _ '"""" V T - .L:. -'/"'"/"M'- ~,~,.,.,._~,,.,.-•, 1~1,;../ftJ" d-J'~ '\C.~ Jc-x~ IJid" fU'.!.!JovJU.ID/JI.-· "' ...__, '. ,. ~·1 -/'.V I. n c on s olidación d rl Cuarto R ec i nto .9 / ..... ..... ...... .... .... . / / ..... ...... / / / / / 1 / / 4 2. Antonio María Cappa era maestro de cantería encargado de la dirección de las minas de Melilla. Esta predilección por las minas (lugar donde murió en 1786) ingeniero estaba trabajando sobre la estructura defensiva de Melilla desde 1773. Podemos decir que la guerra aceleró el proceso de transformación del Cuarto Recinto, aunque en su inicio las reformas todavía no se habían llevado a cabo. Si el conjunlo fortificado de las Viclorias que se encontró el sultán de Marruecos Muley quedó plasmada en este cuidado plano de Melilla con todas sus fortificaciones y galerías subterráneas. El valor de la representación radica en la coordinación visual que encontramos entre los fuertes situados en superficie y las defensas que éstos tenían subterráneamente. Expicadon de este pano y modelo de la paza de MeJilla con parle de su campana, Antonio María de Cappa, Mohamed era el trazado por Martín Zermeño, ya existía desde el año anterior un ambicioso proyeclo de Juan Caballero (fig. 40) con nuevas aportaciones para reforzar el fuerle de Vicloria Grande; conscienle este ingeniero de su debilidad de flanco, planteaba conslruirle una contraguardia que defendiera todas sus caras y de cuyas alas saldrían medios baluartes para darles flanqueo lateral conveniente. Por otra parte, el fuerte de San Carlos era lambién trasformado en un baluarte de más capacidad, pero ninguno de eslos proyeclos pudo iniciarse antes del asedio pues el desarrollo de las acciones bélicas paralizó por entonces cualquier actividad constructiva. sin fecha (entre 1776 y 1786), 62,5 x 83 cm., escala gráfica de 250 varas, SHM. n.0 4713/10. D 1-19/MEL-G4/ 6. Existe una amplísima bibliografia sobre este "Asedio de los cien días", que concentró la atención tanto de ingenieros y militares, como de poetas y dramaturgos5. La eslructura defensiva de MeJilla, lo que podríamos denominar su "máquina defensiva", funcionó perfeclamente y el ejército alacante, cifrado en unas cuarenta mil personas, no pudo con- 92 Cartografía histór ic a de M elilla '·!.. r~t .. "'"'··-···',.),::- .. 1 quistar ninguno de los fuertes de la ciudad a pesar de utilizar amplios medios artilleros y centrarse en una penosa guerra de minas. La desproporción entre los sitiadores y los sitiados ( l a 12), nos aclara mucho la dialéctica disimétrica entre fortificación y poliorcética. finalizado el asedio, con la retirada del ejército del sultán Muley Mohamed, las defensas 43. Son varias las representaciones que se realizaron sobre Melilla con motivo del fin del asedio de 1774- 1775. En este plano se detallan todos sus fuertes y obras, así como el irregular de la ciudad quedaron en mal estado y fue preciso recomponer diversos daños. Pero tam- trazado del Primer Recinto. bién sería el momento de llevar a cabo definitivamente las propuestas de Juan Caballero Plano de la plaza de Melilla con sus fuertes exteriores y parte de campo para cerra r el Cua rto R ecinto defensivo (fig. 41 ). del emperador de Marruecos, año El problema de flanqueo de Victoria Grande fue resuelto finalmente por Caballero sin tener que demoler los pequeños fuertes laterales, ya que se optó por ampliarlos para que formaran tenaza con el primero. Por esto, tanto a Victoria Chica como al R osario se le 1775, sin autor, 1775, 46,5 x 59 cm., escala gráfica de 100 varas, SHM. n.0 4668. C-31-25/ MEL-M2/1 . construyeron dos murallones con cañoneras que reforzaban las caras de Victoria Gra nde; el conjunto de baterías formaba una tenaza en ángulo, con lo cual podían cruzar sus fuegos y se flanqueaban perfectamente. La. cortina, hasta San Miguel, también era reformada, La con so lida ci ón d el Cuar to R 1~ c i n t o 93 aumentando la capacidad del fuerte de San Carlos con baterías y construyendo además un fuerte intermedio, que se llamaría ele la Plataforma. T ambién se aumentó la cap acidad de todos estos fuertes al construirse en su interior diversas bóvedas a prueba de bomba que servían para proteger a los soldados de guarnición que hacían la guardia, lo que potenciaba asimismo su autono mía. En -esta cortina se abrieron dos puertas o salidas para poder acudir al campo exterior: una j unto a San Ca rlos y otra junto a San Miguel, el denominado R astrillo de Espadas. Con ello quedaba defin itivamente trazado el perímetro del Cuarto Recinto d e M clilla, aunque no se llegó a ejecuta r la contraguardia que Caballero proponía delante de Victoria Grande, a p esar de que escribiera q ue "luego si a Mclilla se le agrega la p redicha obra en el fuerte de la Victoria Grande será una ele las plazas bien fortificadas que se hallen en la costa de Áfriea"6 . Antonio María de Cappa, subteniente de infantería y a la vez maestro de cantería y encargado ele las minas de Melilla, dibujó el estado de la ciudad en su aspecto inmediatamente posterior a las reformas de Caballero (fig. 42). El circuito ya había sido cerrado y las defensas de la ciudad estaban preparadas para resistir con seguridad cualquier asedio; pero la realidad es que ya no hubo otro acontecimiento bélico simila r al de 1774- 1775, y por el contra rio sí un tipo de lucha centrado en la guerra agotadora de los ataques y trincheras, ~ .. __ ·en la guerra oscura y diaria, poco dada a las vanaglorias de las grandes batallas. Las bajas desde entonces no estuvieron provocadas por poderosas piezas de artillería o modernas 44. El ingeniero Segismundo Font y de Milans realizó este plano de Melilla en 1790, como complemento visual de una detallada memoria donde describía todos los elementos de fortificación de la ciudad. La Melilla de 1790 mostraba ya un perímetro defensivo bastante considerable y el Cuarto Recinto bombas, sino la mayor pa rte de las veces fueron consecuencia de certeras pedradas o disparos aislados que se cernían sobre cualquier soldado o civil que en un descuido entrara en el águlo de Oanqueo de algún tirador situado en los a taques. Es pa radójico que las fortificaciones de la ciudad se pusiera n a punto cuando ya no iban a desempeñar nuevos servicios de guerra tan importantes como los sufridos a fi nales del siglo xv11 o en 177 5, y los vertiginosos avances en materia de fortificación y artillería muy pronto las iba a convertir en un preciado a rcaísmo defensivo (fig. 43). Y ésta es la imagen que nos transmiten los informes de fin ales del siglo xvm, una buena estaba prácticamente finalizado debido a las obras que Juan Caballero había ordenado ejecutar fortaleza que necesitaba por todo los medios resguardar sus baterías, aspilleras y adarves después del asedio de 1775. Este con espaldones, c ubrecabezas y fue un momento de esplendor para su estructura defensiva, culmen de todas las realizaciones del setecientos que transformaron a lo largo del siglo unas murallas obsoletas heredadas del Renacimiento, en un triple perímetro defensivo moderno. Segismundo Font, sin fecha ( 1790), escala gráfica de 200 varas, AGS. MPD . Vlll-228. 94 e a r t ()grafía /¡ de ma dera, o simple mente con postigos y mante- letes que ocultaran a los artilleros y soldados de la guardia para evitar así cua lquier blanco . El ingeniero Segismundo Font realizó una memoria sobre todos los aspectos de la ciudad en 17907, dibujando asimismo un plano explicativo de ella (fig. 44). La imagen de Font traduce perlcctamcnte cuál fue la M elilla del siglo xvm, la dualidad entre la ciudad habitada del Primer Recinto, con respecto a la ciudad geométrica militar de los recintos resta ntes. Dura nte todo el setecientos se constru yó una ciudad y fo rtalc:t:a cuyo tra:t:aclo debemos a Plano de la plaza de Melilla, sus cercanías y campo inmediato, blindé:~cs los ingenieros militares que trabajaron sobre ella, claros representantes a través de sus obras del poder de los reyes esp añoles en todos sus dominios. El resultado estuvo condicionado por las cambiantes circunstancias históricas y por las necesidades que quisieron cubrirse, i J 1rh i e a d f ¡\!/ fi i /{ (/ ... .. 11/¡ tlllt l • '· . f.X>~:;::;;~~í.·:.~:·~:. ,. ,, " o: ... ,, ·. __ \ '1 ,;. ,;.." ·_ (' / ~~_¡¡;;;:.'~e .... --=·~.V...... ~~ ~~·"=··~~·==·=,~-.-~-:~~::~========~-ll ' ~ ,l tf:k~" ~.. .. ... ' '· .. ·· ... '· . ..... . . " • t..... ~ t • •• .. ,' /,(1 CO /l SO lida c ión de 1 (:,¡¡ arl o R ec in to 95 dando lugar a un verdadero muestrario de todo tipo de fortificaciones. En ella se mezclaron las más variadas tipologías de fuertes, que asumían formas triangulares, trapezoidales, cuadradas, circulares o simplemente irregulares, adaptándose a las eXIgenCias del terreno y a las dispon ibilidades del momento. Éste sería el momento de máximo desarrollo de este sistema de fortificaciones y como tal cstruct;ura penetra en el siglo x rx y sale de él con escasas reformas; por esta razón la impronta del setecientos, de éste que hemos llamado Siglo de Oro melillense, ha perdurado de forma indeleble hasta nuestros días. ··- Notas l ·~w~At>A, J n;on t\nwnio dt'. l'oblaritíu Gmrmldr 1•:,/Httill... 111. :O.f;odrid: lonpn·n· la :O.•Icrcurio, 1748; p. 523 y .'i24. 2 Pí-:K>:~., .Jost' ph . ,N¡¡/ÍI'iiiJ .wmdr1.1 del llrrhi· 1'11 f:dr.>Íf~.<lirn rlr la rimlarl rlr 1\ lrlilla 1'11 24 r/¡• l!t/aln~ r/1• 1768. Sl-l i\1. n." 6.404, 45-7-9. 3 Ro])}dc:uov. ( :AsAI>O, Vin·nlt' . f'¡¡/ítim mm-mt¡aí rlr C:tl/'lo.> 111 4 96 Ca1·tograjía histórica de Melilla Lu is de, rl al. Urcouorimirn/IJ dr /o.r tm pmidio.• mnwr.•, 1772. S H~I . 11." 6.34-6, 4-:1-íi- 11' lJRBI NA, .'1 Ignacio Baucr l.anclaul'l' sl'ilala la t·xis· H:nria dl' una COIIH'dia dt· Bruno SolO de Zaldívar t'll tn·s tKlOS y t'll Vt'l"so sobre este asedio, l'uy:-1 acfión xr rqwescnwba en la playa, ('Mn po y p laza d~ M eJilla. d uramc el período rn que Lranscu rrc la gucna. La obra tuvo ccn~" ""' aproba10rias de 1782, 178•1· y 17!17, y t•l d t·rn·lo ao11orizando su rl"pn·selltariún fir nm< l<l por d l'IHT<'gi- dor Annnna en ~ ladrid, el 26 d<' t'II('I'O de 17!17; B Al'>:l< LA"DAU ER, Ignacio. p . 463-464. 6 ANC:lJIA:<O DE i\JoGUEL, Aida. "i\klilla t'll d reinado dt· Cario~ 111". En: 1\ll'li- lla en la historia, sus ÚH'tificaeionrs. Scmin;orio celebrado <'n Ml'iilla los días 16, 17 y 18 de ma yo dt· 19HB. Madr·id: IC RJ.lC:., 1991; p. 15 a 2B. 7 f'oNT, s..gislll lllldo. RtTIIIIOl'iiiiÍl'l llt> grncr.=tl de los trrs pr('sidios lll<'IIOI't's d l' África, 1790. SH H n."6.4·1G, ·1..:,.!1.7. Arquitectura y obras públicas en Melilla durante ·el reinado de los Barbones VI. L os ingenieros militares que desplegaron su labor en Melilla durante el siglo y primera mitad del XIX, XVIII no se ocuparon exclusivamente de la realización de las fortificaciones de la ciudad; su trabajo también contemplaba la proyección y eje- cución de todos los edificios reales (almacenes, hospitales, polvorines, casa del gobernador, etc.), así como de las principales obras públicas, caso del puerto. Por tanto, las funciones del cuerpo de ingen ieros militares fueron realmente diversas y debían adecuarse en todo momento a las necesidades del estado en los di ferentes puntos de l t~ rritorio nacional. Su trabajo representó por tanto una de las fórmulas más eficaces a través de las que el rey podía desplegar su política espacial en cu alquier punto. En todas las obras de arquitectu ra ejecutadas por los ingenieros militares siempre encontraremos una formulación racional del proyecto y una respuesta funcional a las exigencias planteadas en la construcción. Esta circunstancia nos explica las arquitecturas y obras desplegadas en Melilla; así no es casual que los principales edificios de la ciudad respondieran a las necesidades generadas por la lógica de una fortaleza fortificada, y que sus autores al proyecta rlas y ejecutarlas reflejaran con ello la política del estado y el deseo del rey en tal sentido. Sin embargo, ante esta idea de planificación y racionalidad, puede contrastar un trazado urbano del Primer R ecinto plagado de irregularidades y asimetrías que, sin embargo, son explicables por la génesis histórica de una ciudad que empezó su crecimien to en los momentos iniciales del "cinquecento". Este trazado urbano irregular no llegaría a ser transform ado por estos ingenieros del setecientos, a pesar de que hubiese sido lo más racional si la propia morfología del p eñón rocoso donde se asentaba y los medios económicos lo hubieran permitido. Lo que sí hicieron fue consolidar y "blindar" la "cáscara fortificada" 97 -r - -. •-r-----; •• - • .. • .. • .. . • z. ' ¡1 ¡ .. . 1 1 - j 1 i - ·..·.. ·. +.. .. !f'..,; L-- -.· ,. - ,' . ... . . .. ~ : :: . . •· .. - ,..-t - . 1' ; '• .. .. . .~-·---------~ ·, --, ,. / 1__ _ 45. El gobernador Antonio Villalba habitaba en esta casa situada frente a las Peñuelas, donde las habitaciones se disponían en dos ámbitos: el privado y el oficial. Dentro de la zona más privada y reflejando cierto confort, destaca re nacentista (como ya hemos visto en los capítulos anteriores) y construir cuantos edificios nuevos fueron necesarios durante este período. Si nos detenemos en los detalles concretos de estas construcciones y sobre todo en el preciso trabajo de su cantería, se pone de manifiesto la maestría de unos profesionales que habían elevado sus conocimientos constructivos a unas cotas realmente elevadas' . Este bri- el huerto y jardín con cenador al que se accedía cómodamente a través llante asomo de la técnica de la construcción y la estereotomía, podemos rastrearl o a un de un pasadizo volado sobre la calle nivel casi de anécdota de ntro de la racionalidad y desnudez clásica de estos edificios: las San Miguel. Plano de la casa peanas de garitas, los remates ornamentados del almacén de San J uan, las magistrales de y huerto que actualmente disfruta el gobernador de la plaza de Melilla ... Francisco de Alcázar y Cumplido, Melilla, 24 de julio de 1801 , 44 x 62,5 cm, escala gráfica de 20 varas. SHM, n.0 471111 , 0-1-17 /MEL-G5/21. algunas obras, las embocaduras en sillería de los vanos, etc.; pero este dominio sobre las posibilidades de la piedra lo encontramos en toda su pureza en las portadas de los edificios nobles y en la heráldica. Escudos tan significativos como el del foso del H ornabeque, los de los baluartes de C inco Palabras y San Fernando, Almacenes de San J uan y las Peñuclas, la Puerta de la M arina, o los que quedan descabalgados actua lmente en el musco municipal, lucran muestras del poder de los monarcas ejemplificados en una arquitectura significativa. 98 Cartografía !ti slóric a de M e lilla En cuanto a las portadas, encontramos ese fuerte clasicismo antibarroco que caracterizó a todos los ingenieros milita res del setecientos, que desechaban los modelos más recargados y exhubera ntes del barroco nacional. La pauta fue una arquitectura que bebía en los modelos europeos m ás clásicos, como consecuencia del tipo de conocimientos y el bagaje que acompañaba a los técnicos de la Academia d e M atemáticas de Bruselas, dirigida por Sebastián Fcrnández de Medrano. Surgen a sí edificios clásicos, con p ortadas como las del fuerte de Victoria Grande o la Puerta de la M arina, siempre entre columnas toscanas y caracterizadas por una precisa estereotomía de la piedra. Otras portadas interesantes fue ron las de la casa de los La font y la de la iglesia de la Purísima Concepción, en cuyo interior encontram os de nuevo el orden toscano como seña de identidad de toda esta arquitectura. Dentro de la ciudad habitada, Primer R ecinto propiamente dicho, se establecieron varios espacios diferenciados aun dentro de una tónica muy caracterizada por el carácter militar. Nos referimos a ámbitos urbanos como el religioso situado en torno a la plaza de la Iglesia , donde se concentraban buena parte de festividades y celebraciones sagradas; o a la plaza de los Njibes, escenario de todos los actos oficiales, fiestas y espectáculos, actividades que caracterizaban la estructura interna de la ciudad. La definición de MeJilla también se p odía expresar en una serie de hitos urba nos que formaban pa rte de ese todo que form a la vida en una ciudad de frontera; elementos tan diversos como el reloj que marcaba la jornada desde su torre en la plaza de los Njibes, o el toque de alerta de los edificios con campanas situados estratégicamente en su estructura urban a, también servían para caracterizarla. Otro de Jos elementos a tene r e n cuenta era el~··., circuito del agua que ma naba vitalmente desde y hacia Jos aljibes, así como la existencia de un alcantarillado eficaz, cuyos restos aparecen fragmentariamente por la ciudad antigua. Otro espacio que requería una fuerte individualización era el dedicado a campo santo. En un principio, los fallecidos se enterraban alrededor de la iglesia de la Purísima Concepción, en el denominado cementerio de la Tahona, e incluso en la iglesia misma. El problema causado por los fallecimientos masivos, sobre todo por las epidemias, y las normas sobre cementerios emanadas durante el siglo xvm determinaron que se proyectara uno nuevo en un lugar a lejado de la población: junto al fuerte de San Carlos (1796-1 797)2. Este vivir diario, representado por la población y sus circunstancias históricas, es lo que figura invisiblemente como telón de fondo de toda la cartografía que hemos seleccionado. Y no conviene olvidar que Mclilla ta mbién fue un espacio urbano caracterizado muchas veces por la saturación y el escaso suelo disponible, lo que propició un aprovechamiento intensivo del suelo volteando arcos y viviendas encima de algunas vías, caso de la calle San Miguel. Otros elementos que configuraban la "ciudad significativa" fueron los símbolos determinados por m arcas, por los rótulos de las calles que asumían diversas denominaciones (tanto la icas como religiosas), o las placas conmemorativas y los elem entos heráldicos que incidían en la persistencia de la memoria de una ciudad acostumbrada a conmemorar lechas y celebrar acon tecimientos históricos. !l rr¡uilerln rn )' obrns públirn s P I/ Mel illn durant e PI reinado dr Lo.r B orbones 99 46. Contar con unos buenos almacenes de víveres fue la preocupación constante de la mayor parte de los gobernadores de Melilla. Este plano representa al de San Juan el Viejo construido por \ Pedro Borrás, y que sería \ reformado posteriormente con refuerzos en sus fachadas y con +- una bóveda intermedia para ponerlo a prueba de bomba. Sirvió durante muchos años como almacén de la cebada y la leña. Perfiles del nuevo Almacén de víberes de la plaza de Meli/1a, año de 1722, sin autor, 1722, 26 x 38,5 cm., escala gráfica de 20 tuesas, SHM. n.0 4.690/2, C-32- 16/ MEL-M1/ 16. ".,.'f "' ,··;::;k;:.__::l= 1..:.:-:...;¡-;.,:-=L...;..; · ·; :;-:-;..;;....--=._ '¡(_....:-=-=~=--'•¡1::=-=--.;=--==~ - ':' !/.,», · Ya se ha señalado que la mayor parte de las representaciones cartográficas históricas de ""' ........ las ciudades españolas suelen carecer de la definición gráfica de su caserío y trazado urbano\ ya que los planos inciden habitualmente en el perfil de las murallas. No es éste el caso de MeJilla, donde el casco urbano suele aparecer con precisión a partir del siglo xvm, aunque echamos de menos representaciones anteriores. La representación urbana fue una clara preocupación y responsabilidad para los ingenieros que trabajaron en MeJilla; así, en 1772, Pedro Mercadillo llegó a levantar los planos de las casas y huertos de la ciudad, y en 1792 4 7. Este proyecto para colocar unos nuevos pararrayos sobre dos ciadamente no hemos podido encontrar esta cartografia histórica'1, indicaba un notable almacenes de pólvora, nos permite contemplar unas interesantes imágenes del Primer Recinto, interés por controlar la morfología del caserío de la ciudad. concretamente la zona de la nadores~'. En 1604 era un edificio d e dos plantas situado en la plaza de los Aljibes según Concepción con el polvorín construido en 1767 y el torreón de las Cabras, con el repuesto interior de pólvora realizado por Juan Caballero en 1773. Plano y vista por la {mea inferior del marco de los dos almacenes de pólvora Concepción y Florentina de la plaza de Melilla; en los que se propone corregr los Para-Raj(JS, sin autor, sin fecha, 42,5 x 53 cm., escala gráfica de 30 varas, SHM. n.0 4.702, D-1-8 / MEL-M2/18. 100 Joseph Ampudia y Va ld és volvía a efectuar el mismo trabajo. El hecho, aunque desgra- En este sentido, uno de los edificios más significativos de Mclilla fue la casa de los gober- el dibujo de Pedro de H eredia, pero el asedio de 1774 lo destruyó, por lo que la residencia se trasladó a una casa de la calle Sa n Miguel con fachada principal a las Pcí'iuelas y a la calle Lcdesma (fig. 45). En un plano de 1801 encontramos una detallada representación de esta vivienda; constaba entonces de dos plantas con varias habitaciones privadas y un espacio más público compuesto por un cuarto de órdenes, cuerpo de guardia y cuarto del ayudante, calabozos y sala para escribientes. La comodidad del gobernador y su fa.milia determinó reformas que comportaban ampliaciones del edificio sobre otras viviendas cuyas habitaciones eran adosadas para su servicio. Lo más interesante del plano citado, es comprobar cómo el gobernador disponía de un espacio d istendido en un hucrto·:ia rdín situado frente a Cartogr afía lti.rtór i ca de M el ill a. ·J.\.· v '7?l :Yl/Pif.l~ ·· , l. 111 /'JIIIl NI 1/.rn. ·r . (!;!o.tlrM '"u"'lt')"-' t~in; · rnn_) ÍIIJ/110/;r,:OII 11! /ttr. ) Arquitectura)' obras ¡níbli caJ en lvlelilla durante el rei rla do de los Ror bones !01 A. j~'--'-.- tá...J..:.. /1 ,.,. .h~.. :w:-.1-.. ., /s?~ 'l\~.J.,\1. u, &.. .h.l.-\~ \\)1 ' ti. ........ ""-~"....x.~ \...)..- · ~....:.L.-<...:º' ------¿_ ,. . ..._ 48, El almacén de pólvora de Concepción construido en 1767 (gris) fue reformado en 187 1 por Emilio Cazarla añadiéndole unos estribos de refuerzo en el interior de la nave abovedada (rojo). Con ello la vivienda descrita, al que se accedía a través de un pasadizo volado sobre la calle San Miguel a la a ltura d el primer piso. Allí existía una fi.1ente y cenador, con una a lberca. Vemos por tanto cómo en el corazón amurallado de la ciudad, se reservaba un reducido espacio verde para el con fort privado de la máxima autoridad. La intervención de los ingenieros sobre este casco, bien reformando edificios o construyén- finalizaba el edificio y lo habilitaba a prueba de bomba, tal y como se conserva actualmente. Plano y perfiles del almacén de pólvora de Concepción tal como dolos de nueva planta, fue una constante del período. Una de las principales preocupaciones del siglo xvm va a centrarse en la construcción de almacenes capaces para poder guardar todos los pertrechos necesarios en una ciudad a veces aislada. Una de las primeras realiza- quedatía después de su reedificación, formado por... ciones fue la del almacén de San J uan el (contiene el proyecto de José M." leña, cuya construcción se remonta a 1719. Su autor fue el ingeniero Pedro Borrás y se tra- Aparici en 1856), Emilio Cazarla y Prast, Melilla, 2 de septiembre de 1871, 41 ,5 x 71,5 cm., escala gráfica de 20 metros, 1/250, SHM . n. 0 4822, D-6-21 / MEL-M 1/19. Vi~jo, conocido también como el de la cebada y la taba de un sólido edificio de dos naves cubierto p or bóveda de cañón con rosca de ladrillo a prueba de bomba, tal y como se nos muestra en un plano de 1722 (fig. 46). Actualmente se conserva transformado, ya que consta de una bóveda intermedia y presenta contrafuertes exteriores que se le pudieron añadir para darle más consistencia al edificio. Tanto este almacén, como los que se construyeron a finales del siglo - los del Principal, Florentina ( 1781) y Sala de Armas de San J uan (1778) , que eran de mucha mayor consistencia, reflejan sobre todo una gran solidez materializada en sus bóvedas; conviene recordar que en las obras de fo rtificación, una bóveda en el interior de un fuerte era signo de seguridad y capacidad. /02 Cartografía histórica de Melilla G~•trv& &~ ~n,gmÍttn~.s -s~r ~Í~t(~ttiJ. 6 )\llt.CCi.oq • ~ U ~'i. \\).,.,C.C('~OI\ 12.cu,nu:O.nuc¡C'\. bt_ ~~'t.C"\.•H'\.'l"o~ ~ ~)\_,1111iit't<'\. ., c:-~to-1n ~ 9J1.lofi H " " b >r~ú c.a.c io n. llronrn 6n\n. ~~·~"'"'" ' k et ~,.~("''" ~ <.:......~ ~· t ..,-........ 1 =\9 i~ prinr\}h\ f. ' ,1. ~tH\It\. k. . .•ht.t'lo'\ 1 .. e. .. ~ ,... .. ~... ~... ~ I•. C.u·•'"' l"" '""f~o ( \ H ol'fu~ .~.¿ \!..., \l.. ~.( ""'' &' ,._ , i'i•l) .atsnnM ·'··t....." "' '"'"'.... eCJ'\ ,~, ~ 0'\. Gt:.·,_~ft. 1 ~ ~l :! ~·!~~:-:~~: ,._ . !\ ! !j..,.-.,,.,._ h ,.,,¡<\..,. •• .• ~ ............ , , _ , , , t . .....""" - 1-·~····'·'· ·- ... ~ t... , ....... , , ...... ,... •• ... • :.f ....... 1 ....... • ....... r ~ ~...... _ lo .., .. ,,... .. ..,..,_..._A h\t-~ . t .... ... M ->.!!\"......................... ........ ' ,4.,,,.... ·- .• .-t~f" · ~>1}\"o ••lf''c., (. • ,.,. ... ............ ._...«. ........- ..c...f"'.....,,...__ ............ t....... . 1 rp • . 1//.h.;~t;(r.,~ r-( / /. o1N.I t ~ 1:<./ <----< ~ :._,.; ). · 1' S' ' '· . 1 E: -- - * - 4 ..... (.i 'l!o-w-t_._o,~ · J ... ..... ·.r Por esta razón, la a rquitectura de estos almacenes (la sucesión de bóvedas en roscas de ladrillo, capaces de aguantar impasibles la erosión a rtillera) presenta alguno de los espacios arquitectónicos más sugeren tes de toda la ciudad. Éste es también el caso de los a lmacenes de pólvora, cuya existencia siempre estuvo condicionada p or las peligrosas voladuras que en 1728 y 1752 arru inaron el situado j unto al torreón del Bone te. Este hecho determinó que Juan C aballero realizara, en 177 3, un p olvorín con bóveda de media naranj a en el corazón del torreón de las Cabras (f1g. 4 7), al que se acced ía a través de un pasadizo; en 1767 se construyó otro en la Concepción, aunque debido a la d ebilidad de su nave ab ovedada (al no estar a prueba de bomba) hubo de ser refo rzado e n 187 1 por el ingeniero Emilio Cazarla y Prast (fig. 48), que le adosó refuerzos fajon es ~t,.')t.Ptftvv ! "' ~ ~u.u'o ~"'/!'"-' ,.._.Ahr _ _ ; : ; ; ,, / - ... ~ ' ..... • •• "'· o• ' d 8fo'l ._no,,...-- .4 49. El edificio conocido actualmente como Casa del Reloj data del siglo xvm, y en 1862 fue transfo rmado en cuartel de artillería por Francisco Arajol , para lo cual se le elevó una planta. En nuestros días alberga al museo de la ciudad autónoma, sustituyendo curiosamente en esta función museística al edificio anterior, el almacén de pólvora de Concepción. Proyecto de cuartel de artillería ... , Francisco Arajol y de Solá, Melilla, 20 de junio de 1862, 8 ,5 x 73 cm., escala gráfica de 80 pies y de e n su parte interior 6 . 10 metros, SHM. n.o 4 .688/ 4 , Uno de los med ios a través de los cua les podía contra rrestarse el peligro del apara to eléc- C-32-1 4/ MEL-G2 / 4 . trico de las tormentas sobre estos edificios, era con la instalación de pararrayos; este hecho generó una viva preocupación plasmada en varios proyectos donde se estudiaban fórmulas para evitar sus catastróficas consecuencias, como la que utilizaba recipientes de agua conectados al mar para desvia r y contrarrestar los imprevisibles rayos. A r qui t ec t u ra y o b r as fníb/i c as e n M rl ill a d unl n l e e l r ri n ad o d r lo s B or b o n r s 103 11,")~: dW"1<'"' <iu&Jh.ua tiA. dd.a ~"'""- do~~ JZ,LtL-do .JieliUa- 9 ¡Jf, ornb.J.., .I (1,11 ll't f,n,Oat:Jct- 2/. de, C0/1/1~1(/) {i¡,rro cLt. J7S2.por rmcy¡¡CJ l.Jo LoícJo a-rila eeuajo cit.- f (IÁ. tcrraplrn.J;¡ Lo,; eL c)íLma;;c,v fX La :fatuorCL ')'• COl (Cif}JOII/DUII/('ú COl U /fU Cluac af J:!oycc'lo d e 0r11 JLolf'¡o/1al CajJaú JS!i!,C/('1V fl.,!?}C/Yin.ol.f' enctprr:no;cxOo f5:uCLpLc.trv ')'le ~ ;¡.o n om h:raen el fwt.W de laJ Carcel. ci& _vLicaclolu. 1 A ~ 1 Jcrhr.v<p"-"O'<- O. c&r,.,rvro}'caff. C.O.rlltif«Jó.J. , (!,.¿ (fO C01t0')'jilll(rfl<jJOtA/ ifL(,Conll.ftNC(t(liJN., 1' _.aCJUnJa.... . evuaP¡O ')' trcntinnrnto <JC...j¡l"( Zerhotlt lé.r:rl'!fJICnlt}I{I'IJL Q. a/LL,~CUU:IIIj•Jf.U O.. ~· ( f[f'IJ ('/ t}ÚnorLr'n.). J c..a.rCLdCl!Jn . .Jf't//¡fU/11~ C/U.\. /l.UO l J'o:JIIIIu l{ uta') U C:..t 1' ~J.ULUW Ú, 'J'!.u., f¡LCfn J,h.eu~lOJv ¿ClU" oll~u:o.:· &j.Jhlllpf,, e• ciotf(' l.!1ofa j~ lort'COil L9o/atQ 'YÜ.lu.La/Ja. OW!. tl:J..""<.J lt'CCJ'tO'..tJ•iC r.;e.; ,. la. tor,• li,ta/.lnrntk f.l..l.tu t nV~· " .. ~~, C. srlliiO lnjOtQt' {);[ .-:..~~;fJi.l.ul-. ugY.'Il{ 1 r. (Jj.q;J'c.lllll VllO Q •{ ~\ 01"a,omo r:fnm.Jr,w " G!.rc/llfYrti..,~CJ.I~nqpaf.~. I-r c.,. z,,<.) ~ i/tt.ro.~u~ t.l(!oA.Iv_l. lJ J,.uL.. OtfO\ O'utFco a b e el. l,-'.rC-éMll~ l falu 0!- ,_;u,.fJ,ctn<v Un la-'t. Zutr.<~f<V ifuw . .... k .. ,¡~ l'llol'fitum e nto f&f.,t.J«.''tO lu.ouo.,..JQb) Lov 0 (!/{1/ll.l,v jkl.fU cf'UIJU ~.1'/UtttJur' a/u .(.~"J(' I.UÑ nlo Ot/Nif<J 'o~tU• hV ik. 50. La voladura de un almacén p'ara proyectar un nuevo hospital cuya planta, perfiles y fachada pueden verse en este plano firmado por los ingenieros Thomas Warluzel y Juan de Dios González. Uno de sus elementos arquitectónicos más destacables era el patio central, con una arcada sobre pilares y galería superior de columnas. Sus obras de construcción se prolongaron ampliamente hasta que fue finalizado después del asedio de 1774; en la ejecución se alteró este primer proyecto dándole al edificio mayor capacidad. Plano y perfil del reparo de la Muralla de la Parada de la paza de Me/illa .. . y los correspondientes con su elevación al proyecto de un hospital capaz de cien enfermos .. ., Thomas 1752, 53 x 65 cm. , escala gráfica de 15 tuesas, SHM. n.• 4.703/6, D-1-9/ MEL-G7/2. 1 n D Dt ~-n~i~if. f:ILAI f/'f.'. rnPI"!f'U'/fiN (ll ( CJ• ConUJ.t" "! c.Zl(,,ud••• dt t.a.. ~m~a.. !10.1/JCIJI..t.f<.,;O"~~tt.i ic.o.fh..u/Q :y,_l,l d.2. ' J u. Ccl áOJ_viiA¿ '" de pólvora en la zona del Hoyo de la Cárcel en 1752, fue aprovechada de Warluzel y Juan de Dios González, Melilla, 14 de julio de r/1(1011' O .. X Lflll/w u"'f'"t' ¡,,, . '/. Jru~.pu &r YJ.Iti.IQI't.o.. 1,/;;, .tt:t (JJ,C..CU./l.I)/;/QV J. l.9oa~yrabou~ :JO.fo lavCHc..'"' f~.,c..iu.IJiu~un.r. K 1, fu(/~ \) . \' . .- D l/t.r(n.b/ H. C.ourtú ,,, /&llo &>la Ca.~o~·d tf. ~V~,: Con.lou (Q~.;IJ,.~.,¡ l,l[IIWY' '1'. .J:uoD# Co,n~' "' Di ü D-Dl ~ s1il![J ~ if\H'.aJA.n . En relació n con el almacenami ento de pólvora estaba la artillería; sus efectos se guardaban en otros almacenes de la ciudad; incluso en 1778 se había construido una bóveda para sala de armas, pero también era necesario un cuartel. Y precisamente servir de parque de artillería fu e uno de los prime ros usos que tuvo la popu larmente conocid a como Casa d el Reloj. Así la vemos cuando, en 1862, h ancisco Arajol y d e Solá proyectaba elevar una plan ta a este edificio que databa del siglo xvm 7, trans!o rmá ndolo en cuartel aunque respetaba, sin embargo, las que son actualmente sus señas de iden tidad: la torre con el reloj y la espadaña con campana (fi g. 49) . Sobre los antecedentes de este reloj , se conoce que du rante el siglo xvr era de arena y estaba situado en el torreón de la Ampolle ta, y que posteriormente hubo otro ubicado cerca de la misma torre que fue reparado a mediados del siglo xvm y se construyó para su resguardo un cuarto y un "cañón" de mamposte ría para las pesas6 . Otro de los edificios absolutamente necesarios en cualquier ci udad era el hospital. El prime ro del que tenemos refere ncia visual es el que aparece en el plano de Pedro de H crcdia de 1604, situado junto a la casa del gobernador en la plaza principal de M clilla. Posteriormente se construyó otro qu e estuvo frente a la iglesia d e la Purísima C oncepción, y cuyas obras se termina ron durante el período en que la orden capuchina regía la iglesia melillense. En este lugar estuvo hasta que, e n 1752 y aprovechando la voladura del polvorín junto al torreón del Bonete y la hondonada natural del H oyo de la Cárcel, se encargó a dos ingenieros militares que realizaran un proyecto de nuevo hospital: Thomas de Wa rluzel y J ua n de Dios González. Las ob ras fu eron realmente lentas y se alargaron hasta casi final es del siglo; en 1753 se empezaron a exp ropiar algunas de las viviendas colindantes y las obras dieron comienzo en 1758, pero en 1773 todavía no esta ban concluidas y fu eron rematadas tras finalizar el asedio de 1774. El hospital, de dos plantas, asumía una forma rectangular con patio central y arq uería d e medio punto sobre pil astras y column as, en torno al cual se ordenaban las naves; en la planta baja se pensaba situar diversos servicios y en la alta las d istintas salas. Fue sin duda uno de los ed ificios más significativos de M elilla, y uno de los que más posibilidades arquitectónicas presenta en la actualidad. En cuanto a la ejecución del proyecto, sabemos que su estructura fue muy tra nsformad a a unque se respetara la idea general. Conocemos otra imagen del hospital en 1849, con motivo de un proyecto del ingeniero Manu el Vi lademunt para ponerlo a prueba de bomba al reforzar su estructura, lo q ue nos permite conocer cuál había sido el proyecto que se había ej ecutado realme nte en relación con lo propuesto en 1752. Las naves únicas del primero habían sido transformadas en naves dobles por lo que se había ampliado su capacidad; a su vez, el patio se había simplificado aunque se respetaron las arcadas de medio punto que fueron llevadas también al segundo piso. Sin em bargo, la cuidada fachada de Warluzel y Gonzá- 106' (;a r 1 o.~ r afí a /¡ i s 1ó r i e a de M ~ 1i 11 a .... í ' ,. • • ),.( IIOSPrU.L III ILITAII '1 'cJ'{JL Dll U rUA Dll JIIELILU :··¡,..J,r ..l,_ . ,~· ~'J. l....t ..>-~ ~~~8~ } ,( ~"·" •·.~-·'·,.·"4•..-·~J ...... ....._ - O..:.t •· - ·- -- _g,+\ 1''t.l !;' ~'v~\\,\.\\.l~\\ -1!:4/>tÍtl / l' }l.~.....lj:'"' tt~,;",.;- (1 / " • /. -:7·;:..._, ' ¡,,,.., ;·· ';'/.(·.:' .. lez quedaba ahora muy desfigurada con un planteamiento iregular determinado por las distintas funciones de cada sala, lo que alteraba el aspecto del edificio9 . Fina lmente, y dentro de este repaso sobre la obra en Melilla de los ingenieros militares, destacaremos los proyectos del puerto que fueron de las principales y más costosas necesidades de la ciudad. El antiguo embarcadero del siglo xvn, cercano a la puerta de la Marina, ya aparecía muy cegado por las a renas arrastradas por el río de Oro en 51 . El ingeniero Manuel Vilademunt intentó poner a prueba de bomba el hospital de Melilla, reforzando sus muros y sustituyendo el techo de madera por bóvedas resistentes. Este proyecto no llegaría a ejecutarse, pero su autor nos ha proporcionado un detallado dibujo del hospital a mediados del 1667, por esa razón en 1694 se realizó un varadero nuevo que estaba junto al torreón siglo XIX. de las Cabras, excavado en la roca. Poco después este varade ro entró en desuso y los Plano del hospital militar y civil de la desembarcos se realizaron por un pequeño espigón cercano a l torreón de San Jua n, paralelo al fuerte de San Antonio de la Marina, quedando de varadero la pendiente que remataba en la misma puerta de la M a rina. La escasa capacidad de este puerto quiso corregirse en 1742 a través de un proyecto de J osé Gandía para realizar un pequeño muelle junto al torreón de Florentina (figs. 52 y 53), plaza de Melilla y su proyecto para ponerlo a prueba de bomba por... , Manuel Vilademunt, Melilla, 1 de noviembre de 1849, 64 x 94 cm., escala de 1/200 pies de Burgos, SHM . n.0 4.689, C-32- 15/MELG2/17. · de perfil curvo sobre zarpa de piedras, pero no llegó a hacerse, al igual que otro proyecto de espigón firmado por Juan Caballero en 1773 (recordar la fig. 40). La solución parcial al Arquite c tura y ob ra.r jJtíblira .r en M elil/a durante el reinado de l os B orbones 107 52 Y 53. La necesidad de contar con un buen puerto para J>/nnucY.!cdilrJ dr/lrqarÍ!o asegurar los abastecimientos y comunicaciones de Melilla, propició este proyecto de muelle realizado 1111' m /11 ptmlt!. dc/r¡ (/ormtill J{ac!lr r¡arcrcpro¡;,onrCow!l .dr!allaun.dc J/(r'fírllt.ptml ef!Óf'if'cf/1'¿ m;giiJcro. por el ingeniero militar José Gandia. &tfiaáon. ilcllll/110. Éste planteaba un espigón curvo cuya función era sobre todo proteger de los vientos de levante, 1 t../lmllr :?rt_yut.W.. ~ ?.ufjilh,.... a:!!"'·•,y 1......, .,,,ijl.wlllt4n. d f..,.,"(.,~,ti!JcJ,.... J>.,~wt~-J."'~~'-- 6:.f•.,.;t.1-.t.c.--.....xt..tJ-.f.f'.-..... y que se asentaba sobre un lecho de piedras ' de zarpa'. Por entonces existía en la ciudad un pequeño varadero excavado en la roca a los pies del torreón de las Cabras, así como un pequeño espigón j unto a San Juan, pero a pesar de que ambos eran insuficientes este proyecto no se llegó a ejecutar. ~.(..K~ '1 e#J,,.,. *r'J,.. «u.7... fd.¡Jiicaao11 lk1oJ .J>r{fiL M $ ?u,.,.m11 "Jr/yltu•mf;,l,.. 9 Jfur• }/,Mr/ '-C~~~,¡,.,..,,,..,. 11 CnJtn.w~t.Lc"'fNI"'.,. f"r.r J(.,at-1-'ltt....l~.n /2cfi'ow/ ikf. V-. n P,,n,.~~, ,Jtl¿.,1.. lb cJr/!~.rt.J 'f."J,.,,..,,,, tl. l,•h (rn1u((t( ,lu.tf\! Plano y perfl1es del pequeño muelle cJonulm• ' .J'.,w,¡../,., /,,/,";• ¿,.,.(• .o,/'J>t.,., J< ~~.~,..{.,.~. ~rl p-' F - " " que se propone construir en la punta de la Florentina de la plaza de MeJilla •.,., ~ ;p±=;• . .. 'lJ• ,)(,,,J~(rJ"f.:. l. "'" ' , ,l:j.,(,.,::: . t ·•·• (,·, para cubrir su zurgidero, José Gandía, 1742, 39 x 59 cm., escala gráfica de 20 toesas, SGE. n. 0 148. / / . J, 7 •t ~ 108 e(/ 1'1 og 1' afí (1 /¡ i S 1 ó r i e (1 de M e1i/1 (1 Jo" 1tÚuClo / tfJ/ano 1n<' man¿f.e.sta. A.BC. eL ,1/.ucUc 9tle- sr-. (.Sta, (orecuia,¡Clo 'dolank oel ¡;¡nte. fl e~¡L<cacion.. A . tloxx<~t~ de la. Gal.. e . <Ja. m. '()e;Ó. "JriCl.n.. D . c.J,¡cxlc 'ae.ú.'\.lntmú.o. .E . C'nhnCla. 'dr, la. t..Pla.za, con, ó'l<· ._PMIIf:G leun:J¿~.oy}.so. F. JbMadow. e;. e1 n<lr·, , ~;.so ';},,¿ n•11rl~. J J....frndo'::J' ~ Curx¡o ~o f"a .•.';iü... Y. ?{,¡_...~"' d hO<"I! r:ra. e/.9c.rwr.ba~o. ,K . C'.s¡<¡on.J'i"·>n~ ?t. dN.J'OnioM.S ,l/.x<[:n71N d<. - Zn~o. , CJ· ~rfrnh ·to'iln.[o., obxa. ~e, {es ·l~',!!J>">'nk<. ~~a. . !? cvl:..s JJtt.ev~ Cet.ñonif 'JIU.• -atL'C n f onl<t.x. f.o. ba.t.exiec. Son . HI!Y ut.t.l.c...1 C'W'!I p.~~,Jtr<J oc, lo.s ,j/<>~~oo.s.y O~IIC. -f>ct."/{io COI>W (k la...Picra-a. ~o . l<&n<ll<«•., r!J<IIIc íkl. 1na11tdcu etú'la . d~ c7ox.tcon. Cot x.<cc. de. "j<m.sn l./( pa.. &<e 0.: lnTruu:. /783._ . 1 1 ·'!1 l / v' ¿ 1 .) y '\ ¡, ~F-F../;;' ;¡;7d3k.,4J=~=·.•=,.=_,~:~~;=,=/.=· ~¡:_=,.==-=1·"====='4f3rt9aztrJ ;=: ·; A rqu i t ec tu ra y obras públ i ca s en M elilla du ran t e el r ei nado d e lo s B orbones 109 54. A finales del siglo XVIII se problema se produjo en 1783, cuando se acometió un nuevo muelle de dos espigones, uno acometen definitivamente las obras de un nuevo puerto para Melilla. El que a rrancaba del torreón de la Cal (con una batería incorporada) y otro del torreón de proyecto contemplaba la construcción de dos espigones, uno que arrancaba directamente Sa n Juan, que protegían una zona de atraque más amplia (fig. 54). D e todas form as, la del torreón de la Cal y el otro del sedt a rrastrado hasta el siglo xx. solución del puerto ele M clilla no sería un asunto solucionado por entonces y el problema fuerte de San Antonio de la Marina a los pies de San Juan, formando un pequeño fondeadero en su interior. Para combatir los ataques del río, uno de los espigones estaba reforzado por una batería con nueve cañoneras que sería llamada posteriormente de San Luis de la Marina. Plano que manifiesta el muelle que se está executando delante del fren te ABC, sin au tor, Melilla, 7 de octubre de 1783, 48,5 x 34,5 cm., escala gráfica de 30 varas, 1/240, COml. n.0 450. Notas f."'' u·ma apart·ce arnpliaonemc explicado Cll el trab:~jo de G.'\LI:-.'00 D~\Z,.f oo~~ AlbertO. EJ (0/IOÓIIIit'IIIO COIISilllrlil'O dt /Q.! Ü¡t¡minvs militmts dtl s(¡:lo .1'1111. Li1 tslndio sob~r laJomwli;¡;acióu drl.mbtr trmiro u lrmis dt los tmladOJ tlt mr¡uil«lum militar. T ..sis dtx·torill i11í·dita lddii <'11 19% t ll l;¡ Ulli\'('t-sidad Politl·cnica <k C:ataluny;1. 2 Rt:.t>F.K GAoow, ~ hu·ion . 11 1ncidcnr ia de las parroquias l'tl el urbanismo del siglo XVIII: los rt'lllt'IIH'I'ios'' . llrqnittf'lum y !.iudad. St·oninario cdd >ntdo c11 Mdilla, los días 12, 13 y 111 de clicicmhrr de 198Y. :VIad tid: lCRBC, 1992; p. 1!J!J a ~13. 3 TAI:JER l\ Ion., 1\'lrtwdt•s. " La connibución tcrritorialurba ua ( 17 16-1906)''. t::n: 110 Carlogra.fía hi s lóri c a de Al elilla El (;¡¡fflslro m 1~5/lfuia. 1\ ladtid-llarcclona: t"<litorcs, s.d.; p . 1 11. l.un11·c•~ 4- AgrackTl'mos a Santiago Domíngu<·z Llosú esta rcfácnria. En 11166 estos planos estaban rn nur,·e tomos .situados en la Comandancia de ln¡.:cuicros de l\lrlilla. 5 Puede sl·guirsl' una rd ación histórica de la casa cid ¡.:obcrnaclor en ,\ ! ORALES l\ IE:XDIGUTI,, , Gabriel de. Fjémhidrs )' Cirriosidades, Jl!elilla, / birj/1 )' !11/wrnuaJ. l\ k lilla: lmpn·uta de El 'l'l'kgraoua dd Rif, 1921; p. 247 a Nll. I'RA~r, Emilio. Co11.1itlemtionr.r solllf almmwll< de f!Ók'OIII )' 111 af!limrióu 11 la f'lll(,ll tlt ,\ lrlilla. .111/Jouihu/o/a guamrl'ida rou- 6 CAZORLA Y i\ladrid: lmprCIII:I del i\lcmooial ele Ingenieros. 1872; 91 p. L'tllifllltllltlllt. l·~,ta ampliación de la casa dd Rclf!i ln\'O una consecuencia nclasta al hund ir p:u·cialmente la capilla gótica de Santia¡.:o, que en 190!! requirió una fionll' intn- vcnción para poder runMJiich1rla ¡xu· parte dd ing<·nicro ( :armdu Castai\ún. B IVIo nALES 1\·IE:-.-matrnA. Gabtid ele. Of!. cit.; p. 292-294. 9 Posteriormente ro nor('mos o trus proyecoos sobre este hospital. El 24 de diricmbrc de 1B87, el in¡.:cnicro .Jos<· Nuiít·z pruycrtaba dt'\'al' una tt'l'ft'J'a pla1Ha al cdiricio. ArdtiV( ) CoiJHU Uia lll'ia de Obras dt' ~ l<'li lla. Se 'l'l'l' . VII. La ciudad extramuros El territorio de Melilla antes de 1862 E 1 territorio o área de influencia de una ciudad está definido, entre otras cosas, por las relaciones y los contactos que se establecen entre ambos a lo largo de un dilatado período cronológico. Este tipo de relaciones determina en gran m anera no sólo el espacio en sí, sino también la imagen que se f01:ja sobre él y, consecuentemente, la '"forma de representarlo. En un capítulo anterior ya tuvimos oportunidad de comprobar el gran interés despertado por el á mbito marítimo de la ciudad: tanto por su laguna durante el siglo XVI, como por la costa del cabo Tres Forcas en el xvm. El interior, sin embargo, siempre fue una zona mucho menos transparente para el acercamiento científico que requiere una represen tación seria; de forma paradójica, se producía una fuerte iní1uencia de la ciudad de MeJilla sobre un territorio que a la vez era dificil de representar. Duran te el siglo XVI los límites de la ciudad se definieron por el espacio controlado por una serie de fuertes exteriores construidos sobre varios cerros que rodeaban la denominada "Vega ele Melilla". Estos fuertes era n p rincipalmente los de Sa n Lorenzo, Santiago, el de San Francisco y el de Sa nto T omás de la Cantera sobre la Puntilla, cuya imagen, curiosamente, podemos situa r en la abundante cartografía del siglo xvm melillense, a pesar de haber sido destruidos por Muley l smai1 durante el xvn (Fig. 55). Pero Melilla, como realidad histórica, ha sido evidentem ente algo más que una rígida extensión amurallada de superficie va riable; por esta razón puede resultar clarificador iniciar este capítulo con un consciente alej amiento cronológico que nos ilumine sobre ciertos aspectos de la que hemos denominado MeJilla extramuros. Pensamos que una ciudad milenaria debe ser analizada de una manera abierta y no limitada a un período concreto y reductor, y por esta razón revisaremos brevemente dónde estuvo situada realmente la Rusaddir púnica y romana y dónde se localizaron sus restos conocidos. 111 . ¡¿ÍJIO ¡;J¡v/ldZib .5(_); : •..M eldfa .. ,.)'mt/. t vil~,/,., 55. Los cerros de San Lorenzo, Santiago, San Francisco y la Puntilla rodeaban y regían la vega de Melilla. Aunque en este plano también aparecen los fuertes exteriores, ést os realmente habían El hábitat continuo durante siglos sobre el mismo lugar, ha provocado la destrucción paulatina y casi total de los núcleos urbanos preexistentes. La ciudad se iba "alimentando" permanentemente de los ma teriales de las ciudades p recedentes y por ello hoy día es realmente com plicado (casi imposible) establecer una secuencia arqueológica completa de M eJilla. D e todas maneras, a través de los fragmentarios datos qu e poseemos podría mos estable- sido destruidos por las tropas del sultán Muley lsma·,·l a finales del siglo XVII y eran por ent onces simples reductos en manos de las guardias de los ataques. Plano de la plaza de MeWa. Sin autor, sin f echa (hacia 1758), 45,5 x 60 cm ., escala g ráfica de 140 varas, SHM. n. 0 47 13/12, D-1-19/ MEL-G4/8. cer alguna aproximación. ·C on supuestos antcccdenles fenicios, eslá dem ostrada la existencia de una ciudad púnica entre el siglo m y II a .C. , y una posterior e impo rtante colonia romana en el r d.C., Jo que nos puede situar en un primer nivel histórico de existencia urbana. Este asentamiento , y de acuerdo a los ha llazgos a rqueológicos encon trados hasta el momento 1, se situaba sobre el peñón rocoso y aledaños (lo q ue es actualmente la ciudad viej a) y en to rno a varios cerros cercanos. Los hallazgos más fragmentados perte necen lógicamente a lo recuperado en los recintos históricos, pues fue allí donde el hábitat iría destruyendo los rcslos con m ás p ersistencia. 112 e (l r t og r aJí{/ !t i S t ó r i e a rl e M e Li ll (l •~~tu rlr/_""1?,51' ,¡;¿ rlr Ztrlt/4., y L. (ÓJ!o rlc (Ji/ca (ónj!Jto;t!c é'y.JéaaÓ11 L 1 e;""' _,-'?.,,, .:t. A ..4.~ <:...,..... <J ~-;~;.... .... S ,_l,..., ;;w,.<~ d.~.~ •./J~"-­ .j_('/....- (..;...._, Sin embargo, sí han aparecido desde finales del siglo XIX (a p esar de unas excavaciones irregulares) abundantes restos sobre los cerros de San Lorenzo, Camellos, Santiago y Alcazaba. Los hallazgos consistían normalmente en enterram ientos púnicos y romanos acompañad os con ánforas, y otros menos identificables dentro de tinajas. La deficiente investigación ha imposibilitado h asta el momento extraer otras consecuen cias, pero no nos impide ubicar las posibles áreas por donde se expandía la ciudad de Rusaddir y su entorno eonstruido2 . Y la primera consecuencia que podemos extraer es que las principales zonas de concentración arqueológica de Melilla coinciden exactamente con los lugares elegidos en el siglo XVI p ara ubicar los fuertes exteriores de la ciudad. Concretaremos, estos lugares corres- ponden a elevaciones que rodeaban totalmente una zona de llanuras que precedía a la 56. Este plano de 1764 es fruto de la visita de una comisión de ingenieros a Melilla. Mateo Vodopich dibujó la ciudad , así como unos alrededores muy determinados por varios cerros cortados por profundas ramblas que vertían a la denominada vega de Melilla. En esta zona baja de llanuras, ocupadas con huertas, también discurría el río de Oro cuya desembocadura estaba junto al cerro de San Lorenzo . Plano del presidio de Melilla y costa de África confinante, Matheo Vodopich, Cartagena 14 de enero de 1764 , 58,5 x 90,5 cm., escala ciudad antigua de Melilla, alturas cortadas por ramblas y por el cauce del río d e Oro que gráfica de 150 toesas, SHM , desaguaban sobre este espacio. Ya se estableció una hipótesis que ap untaba la posibilidad 3 n.o 4 .688/7, C-32-1 4 / MEL- G2/7. de que este llano fue ra durante la antigüedad realmente una ría que el paso de los siglos y los aportes del río y barrancos colmataron; ésta es desde luego la imagen que pudimos comprobar en uno de los planos más antiguos de la ciudad datado en 1564 (recordar las figuras 8 y 9). En este caso, entenderíamos perfectamente un hábitat disperso en zonas de La ciudad extramuro s 113 ll t: ·· ·-:· ..:.~· •• :,..,..~·:· i,._ ....... .....~· ~......... . 'S .: ~1~r'? .. .. f..t \.. ' ~' ~. ;.~t ;:.. .•~ ;-..., .!~- . "1f:~~ "r ¡/ . . ,U· ~-~_} _ _ _ _ _ ~L. ~ r'r' \ 1 ~---···-·- EER · 57 . El asedio a Melilla de 1774- cierta elevación que rodeaban una rada o llanura pantanosa; este hábitat se inicia ría a l este 1775 fue dibujado en varios planos que reflejaban muchos de tos en el núcleo urbano del peñón rocoso del actual Primer Recinto, y se prolongaría forman- aspectos de las acciones bélicas que do un arco disperso por la altura de la Alcazaba y Puntilla, el cerro de Santiago, cerro de se llevaron a cabo en la ciudad y sus Camellos y cerrado al sur por San Lorenzo (Fig. 56). alrededores. En este plano, Juan Caballero señalaba las baterías y trincheras del ejército xerifiano y la zona circundante. Plano de la plaza de MeJilla en la costa de Africa con las cercanías que comprehenden las baterías y trincheras del exército ... , sin autor (Juan Caballero), 1775, 47 x 61,5 cm, escala gráfica de 300 toesas o 700 varas, SHM, n. 0 4696, D-1-2/MEL-GS/ 2. Cuando en 14·97 desembarcó Pedro de Estopiñán en la destruida y abandonada ciudad de Mclilla, todas las fuentes apuntan a que la región estaba muy poblada y por esa razón se rehicieron por la noche parte de sus fortificaciones con el ingenioso sistema de "cava y barrera". Dura nte el siglo XV I se quisieron consolidar las fortificaciones de MeJilla con el fin de asegurar el control del territorio, y se eligieron estos lugares del mismo modo en que ya ha bían sido elegidos siglos antes por las p oblaciones prehispánicas. Con estos fu ertes se garantizaba la defe nsa y el trabajo de lo que entonces podía ser una rica vega de amplias posibilidades agrícolas y ganaderas. Ello también permitía controla r un amplio territorio de acuerdo con el alcance de la caballería de la ciudad, hecho que establecía una serie ele servidumbres e impuestos a los rifeños que habitaban los alredeclores4 . 111 Cartografía hi stórica de M elitla 1 Pero la historia ele M elilla tiene un fuerte carácter cíclico, y en la segunda mitad del siglo xv u se liquidó tota lmente este limes defensivo, y se perdió tanto su control como el ámbito de influencia sobre el territorio. Una de las primeras consecuencias ele este hecho fue que desde entonces la cartografía se ocupó de la Mclilla extramuros desde un punto de 58. Esta imagen de Tomás López refleja tanto el estado de la ciudad con su edificios y fortificaciones, como los alrededores dominados totalmente por los cerros de San Francisco, Santiago y vista negativo: lo que había más allá de las murallas de la ciudad se reducía a la monótona San Lorenzo, en cuyas elevaciones serie ele ataques que la atenazaba n. Y cl paso del tiempo determinó el olvido de la misma aparecen construidos unos fuertes que nos recuerdan las fortificaciones exteriores de la topografía y de sus características, por lo que las representaciones cartográficas se caracterizarían por la falta de precisión y, la mayor parte de las veces, por el carácter imaginado ele los accidentes geográficos y el relieve. ciudad perdidas a finales del siglo XVII. Plano e inmediaciones de la plaza Esta fu e la pa uta de todo el siglo xv m, realidad muy evidente en un apreciable número de planos que se ejecutaron con motivo del asedio a Melilla ele 1774- 1775. En esta serie, los ingenieros dibujaron no sólo las forlificaciones de la ciudad y los ataques enemigos, sino todo el territorio donde se habían ubicado los campamentos del ejército xcrifiano, por lo de Melilla, Tomás López, Madrid, 1793, 34 x 19 cm, escala gráfica de 400 varas castellanas, MNm. 911 (3), Melilla (Ciudad) Estrategia Militar, MN99-6. que el área a representar fue realmente extensa5. El dcsconocimienlo de buena parte de esta zona también venía dado po r el carácter montañ oso de su relieve, hecho que impedía una buen a visualiza ción desde las torres más elevadas de los recintos melillenses. Así lo compro bamos en un p lano firmado por Juan C aballero e n 1775 (Fig . 57) donde la ciudad aparecía asfixiad a por varios cinturones ofensivos, uno prime ro fo rmado p or los ata ques más cercanos y un segundo por las ~ ........ PLANO :É INMEDIACIONES . DE L.A .PLAZA DE MELILLA R t.Púua. ¡Z.lÍII'aÓb·o vf9ó. 3.Páratlero rutetJo . 1 :¡..P!O:iú, de ..drmtU. .f· eúu:o .Pala6ra.J. 6'..Ba- !aarte de J'a/! Fran.WClJ ·7' de J'."'.l'enul!ldo ·, 8, J'tulfa.J'JabÚ.y.J?uufe- de, J'(lltáf:;O• IO· el . ..ll.Fuerte ;yrrande. de ÚL ritorrá . :t2 . Fuerte.. cluéo ele,. la -,rúor(a. t 3 . .Fuer/e- ele, / tut..AriJud. 14. A¡wta.dero de: /.o.¡ §ran.adu·OJ. t.f.. úfem del..d'ff!tdo. ~{j. /dem~-ck-.J:' !.ffyuel . f.¡. .Lde.trl- tk la. Cantera . .~3. Corte) 'de- !aRambltÍla. fj · Pu.er~clet J'oco_rro: ~---~----~~~~--~~ ·zo..Atac¡ue. dd.R w. :u. RÚJ del Oro. 22 , · Puufe.· de J'an.. I orouo. z !J. fuerte. de. J'an,. .Jlrrmwco. 2f· .Fuerte.. de .tdJttúyo. arrtd na.do y el anterior. :~ó. ¡ftarue. J(co y .Puntllla: Zf·4l6arrada. :¡$, ta :R.anwla.zj....lta.de laAfkamúla. Jo. Reducto dr.lR.o JarÚJ , Jz.Torre. de J'tUlta .D.tctd. ,J:?.htl'tll'll rllb La ciudad ext ram ur os 115 ··· ·-7~ . . ·.·· ........ .-: \ .. .:· :.. . . t¡ :· ... .... . ·. ··u· : ~}!}<¡¡ ..;,·,.,-+--(··-...::...: :w:•J ··. ·:~ ~-. • . .. :;.;¡ . 1/ •!,f;f"' • \ ··¡ . ; · : • _. • . ~S ...;~ :. :. .:·::f .. ..... ....,.,. ·. ... . ·. ~ ... t lano .t?JíYO~J~co 'Oc vf4-.líUa,_y ~u.s ''u1J)tas~,ue- kO~J'J"C1~P,.cJ;t jp§ CéUTh wntos..~~C41.Í46}J;ffir~ncficl?élS od ?..,-ñfo Bitiaf?.ór. con .~í>r,~si9):l :Ov ~~- é ?1Ucíon.ci ton'LWc1.,5 cn~JU!az~ SLLS ,l!'ltcsto~_ávan.zél.Oo9ª""a EbaLÍI'' (os-c:.5= . LlCl~zps Od ~LJCl"MÓr oc.;f{at•J"I..I..CCOS a .6-n Los .BE.Oí.a.s oc Sitio.!JUC. te tenia o . ouocd ~ OvPíz6ro.ovJ774.hFa.16.oc .;f{rzo. Oc 7$j]UC Oa:éU~_JOiñímoo lafa.z • 1 1' /16 Cartografía hi s tórica de M eli/La - ... o' . . \ -.. • : ·: · : ' · ... - .... ..--.: ..... -~ •• ... ¡ .. 59. Uno de los mayores planos que realiza Juan Caballero sobre el asedio a Melilla en 1775 es éste , topográfico donde refleja una gran extensión de la Melilla extramuros . Los diferent es campamentos del ejército xerifiano que vino a sitiar la ciudad, se dispersaron entre las estribaciones del Gurugú (el Sultán , el Príncipe, el parque de artillería y la infantería) y las mesetas al norte del río de Oro (el Infante con la caballería). Las necesidades bélicas exigieron que se ubicaran a bastante distancia de la ciudad, aunque diversas trincheras y ataques la rodeaban a corta distancia. Las comunicaciones militares fueron fundamentales para la conexión del ejército, que llegó y se marchó por el camino de Mazuza. También se reflejan diversos topónimos de la región como ' " t.. Alfraján , Sidigadia, Benibuirra, unas 1.. mezquitas y Cabrisas de Benisicar. Plano topográfico de MeJilla 1.. y sus cercanías, que comprenden los .. ,_::~ . . .. h . -~·:.: ..~ .:·.~:..:_..:.. ~ ...... .. ... ..· .. ~::· • ~- .. ~ ·-~~~j{ .. ..·· ~ :.--:~:.:::~.:.-· · .. . campamentos, baterías y trincheras del exército sitiador... , Juan Caballero, Melilla, 25 de marzo de 1775, 73 x 11 6 cm., escala gráfica de 300 toesas y 700 varas, SHM . n.o 4.695, 0 -1- 1/ MEL-GS/ 1. La c iudad ext ramur os 117 60. La serie de planos que realizó Juan Caballero sobre Melilla nos ofrece la mayor información gráfica de los alrededores de la ciudad durante todo el siglo XVIII, aunque, la geografía está tratada de una forma muy idealizada. Plano topográfico de la plaza de Melil/a y sus cercanías, que comprenden los campamentos, baterías y trinche1as del ejército sitiador, Juan Caballero, Melilla, 11 de enero de 1775 , 54 x 64 cm., escala gráfica de 500 tuesas, SGE., 0 n. 15 1. 118 fortificaciones establecidas por el sultán sobre los cerros de San Lore nzo, Santiago, San Francisco y la Puntill a. M as allá de estas líneas sólo era n rep resentad os pu ntos concretos como Cala Morrill o y R ostrogordo, así como un grupo de casas denominad as como "Cabrisas ele Venisicar" . Sobre una topografía muy irreal se dibujaba n también la red de cammos utilizada por las me halas del ~j ército del Sultán; el denominado camino de Mazuze, que tra nscurría a una cier ta elevación sobre la falda del monte Gurugú, y el camino a la Laguna, situado más cerca de la pl aya. En este plano, los sombread os muestran una fuerte indeterminación y la fa lta de posibilidades de Juan Caballero para poder medir y representar científicamente la realidad que intentaba dibuj ar: zona baj a de playas al sureste, elevaciones al sur y oeste, y finalmen te la meseta de R ostrogordo al noroeste. Cartografía histórica de M elil/a Esta im age n de la ciudad situada a la cldcnsiva ante un entorno próximo amenazan te es la lectura "en tre líneas" que se puede extraer del contenido de muchos de los planos realizados en la segunda mitad del siglo . La geogra fla es sentida y representada en un sentido militar, porque elevación es sinónimo de pel igro y posible agresión, y por ello todos los cerros (históricos) cercanos a Me lilla aparecen coronados por fortificaciones enemigas que en muchos casos no eran sino trincheras u obras ele poca capacidad y no los fue rtes convencionales y amenazantes que aparecen representados en los planos (Fig. 58). Desde el torreón del Vigía de Tierra, el ingeniero .Juan Caballero y sus ayuda ntes dibuj a ron pacientemente todos los alrededores abarcables con la vista; la obligación de dibujar los lugares donde se asentó el numeroso ej ército xerifi.ano que había cercado Melilla, nos ha proporcionado unos in teresantes planos (topográ ficos) donde necesariamente también aparecía n otros muchos elementos que nos resultan actualmente del máximo interés. Durante este período, las representaciones de la MeJilla extramuros van a carecer ele precisión. En un pla no de grandes proporciones y dentro ele una orografia sombreada abso lutamente irreal (Fig. 59), el ingeni ero director J ua n Caball ero rep resentó el te rritorio melillense hasta las fald as del Gurugú, con diferentes topónimos de la región como el "lugarcillo ele Alfi·aján", el d e "Sicligadi a", "Benibuirra ", "casa y huerto ele Alln ara", una "mezquita viej a" (la actua l de Sidi Moha mmccl en el poblado de M ezq uita ju nto al Ba rrio Chino) y otra " nueva" (en el cemente rio ele Sidi Gua riach), y fin almente "Cabrisas ele Benisicar" . La presencia del monte Gurugú a través de sus sinuosas laderas fue una ele las realidades --. peor reAc:jadas en toda esta cartogra fia debid o a problem as de representación insalvables sin un control rea l sobre el territorio. El ya denominado Caram ú en el siglo xvr, sólo concentró la atención de los ingenieros y su trabaj o cartográfico desde el momento en que el emperador Muley M ohammccl situó su campamento en una pequeña meseta ubicada en sus estribaciones; junto a este campamento se concentraron los del Principc y el parque de artillería, protegidos por varias guardias de infantería. Por su parte, el campamen to del Infa me con la caballería estaba situada ta mbién muy distante d e Mclilla, sobre una meseta a l norte del río de Oro (Fig. 60). El final del siglo xvm y la primera mitad del x rx no implicó ninguna variación sobre esta visión a menazante del territorio melillense, pero a mediados de siglo se produciría finalmente un giro importante en esta serie de representaciones cartográficas. Por esas fechas, la ciudad estaba a punto de variar este ciclo en el que se había replegado sobre sí misma y se iba a iniciar una etapa ampliamente expansiva que caracterizaría a la 1\llclilla conte mporánea. D esde entonces, las posibilidades de salir al campo exterior (aun de ntro de fue rtes limitaciones) fueron m ayores, y la técnica de los ingenieros y topógra fos aumentó ele forma considerable. Las necesidades requeridas por una ciudad como M clilla pasaban por una ampliación de su espacio d e seguridad , y ello no podía realizarse sino a costa de acciones que controla ra n militarmente el te rrito rio extramuros. La ciudad ex t ramuros 119 t tie.lnfeR~l!el.f¡i'rcifo. ".fi;!JillSJ!."ot'f'fiJ'/'VSt'SillDf'f~..f/hi:a. - PLANO .DE Jv.fEL/LLA Y CAMPO ENEMIGO Cutni!nl!dnciél r!o Mulille. M e lilh%. .Z'plicacion. :f.¿ ¿ ,,...-; .. .... .,, ,, ,, ... .. ~ .. "-.!·-·~ . A-,.- .....,,,.1•·,• ~. /.;..~ ... ..~.,¡¡. """'· N.f.~l 't· ·:*~fi;{I·~~~~:;~¿~Had.ri!{_y.Cn!!l"!lZJat,:c-/t!:lt Es copia. ~~---~-~- .¡ 1 61 . El ingeniero Rafael Pallete utilizó en esta representación de Melilla un útil topográfico denominado plancheta que le permitía una mayor precisión en los trabajos . El plano aparece cuadriculado con lo que la ubicación de los diferentes elementos es mucho más cómoda. Se subraya la vega de Melilla, diferenciándola cromáticamente de las alturas que la rodeaban, así como el carácter abrupto del campo exterior. Desde 1849 ya se empezaron a producir salidas de la guarnición que destruían los ataques circundantes. En este mismo a ño, el ingeniero Rafael Pallete y Puyo! realizó un interesante plano que superaba ampliamente las representaciones del setecientos al utilizar una plancheta, aparato topográfico muy utilizado en los levantamientos de campo. Era evidente que Pallete en sus trabajos contó con más medios que el simple avistamiento desde un torreón elevado de la ciudad, pues tuvo la posibilidad de salir de las murallas para hacer parte de su trabajo. El plano aparece dividido en sententa y siete cuadrículas que comprenden una buena parte del campo exterior de Melilla, representado de una manera bastante fided igna a pesar de contar todavía con algunos errores (Fig. 6 1). La ciudad seguía atenazada por los ataques, algunos de fusilería (señalados en trazo Plano de MeJilla y campo enemigo levantado con la plancheta por.. ., fino) y otros de cañones (en trazo grueso), pero la representación de éstos había variado Rafael Pallete y Puyol, Melilla, 1 de conceptualmente con respecto a lo visto hasta el momento; ya no constituían ese muro julio de 1849 (copia de 26 de enero de 1861), 59 x 91 cm. , escala gráfica de 4000 pies castellanos, 1/ 4.000, SGE, n. 0 156. casi impracticable que pa recía desprenderse de toda la cartografia anterior. Se tra taba de los mismos ataques, pero el territorio era percibido ahora de una mane ra obj etiva, desprovisto de la fu erte carga psicológica del aislamiento que se desprendía de los dibujos del siglo 120 1 Cart ografía hi stó r ica d e M eli lfa XV I.II. El perímetro de la vega d e MeJilla aparecía muy nítido al estar resaltado cromáticamente, y se ven con claridad las diferentes y peligrosas ramblas que vertían en ella sus aguas pluviales. La topograHa aparecía muy cuidada y se señalaba la altimetría por el sistema de sombreado y es interesante la ubicación del poblado de Frajana fuera de la cuadrícula. La ruptura del cinturón de ataques fue un proceso por el cual la ciudad salía de sus murallas y se producía la inversión dcl~ciclo. Todos los ataques que simbolizaban la topo- 6 2. El capitán general de Granada, Juan Prim, dirigió en 1855 una salida general de la guarnición de la plaza para destruir ataques y trincheras de los fronterizos, y a la vez propició el levantamiento de este croquis. Se utilizan ya curvas de nivel y signos convencionales sobre la naturaleza nimia negativa del campo exterior (Batería Blanca, Ataque Rojo, Ataque Seco, Ataque de la vegetación, huertas y suelo. Verde, Ataque del Horno, Ataque del Río, Ataque de la Chumbera, Ataque del Martillo y Croquis del campo fronterizo de Melilla levantado durante las acciones de guerra del 25 y 26 de Tarara), junto a las cañoneras que empezaban a proliferar sobre los cerros circundantes, empezaron a ser desalqjados y destruidos a través de salidas regulares de la guarnición, lo noviembre de 1855, sin autor (Luis Negrón, Juan Sánchez Sandino, que posibilitó que la ciudad iniciara su nuevo ciclo expansivo. Jacinto Ariza), 46 x 57 cm. , escala Una de las salidas más importantes fue la llevada a cabo en noviembre de 1855 bajo la dirección del capitán general de Granada, Juan Prim , y que fuera dibujada por los ingenie- gráfica de 2.000 pies, SGE. , n. 0 158. "\ ' ' • \ • <>\ - ' . 1 1 CiUl~ U I ~ Ut:L CAMPIJ fRIJNHRIZD DE M U H.LA 1e-.•.uitado dunmte las acciones de g'Lien·a de1 25y26deNo\-imlllre M1855. ' SIJafOS CONvY.NC.IONAI .t15. "~~1jf ('lmm&nu. ~~#i r;,¡m'(m/u :j¡-;:~lfmomb. lAr t i 11 d rr rl r x 1r a 111 11 ro .1 121 Li1ografia de "F ~· Rojo, Calle de fa Compai\ia ) t .·In~ ' !j"ia .Id """~e .Id""""'" 'l ~"~ '«' ..1~ ._(.,.e, U.·,~ ~ ~ Ja ,,, ,.,,.. ,,., ••~< ill rb.' ,;. ~tl~Hit ."a''"' y.h .J.Ü · Ju ~ f~ rttc.""'"tt .U lA fMw~f'~lrn'l f .ftn<~.< i "' d, 1"~"'1"'1'(\ t\oltn t n ,. (d..kl dd ljAoc .. n«a ,w S~"',."1H' .w .a 4 f\4)\,h'l n.,• :> ~ffl~ n u• .M.c<> (\• L.. f\ '"""-t" ~Lf t ·.:!1~'34' .t"' l.' ft '""'" nhn\" tt'Jl~~ th' \o:¡,, ~n"..;"""' 3:\ ('~,k~· ~· 'J",,~'""".,: ,,. J•• 'Jc<.~A ~ d.o:i tt"C~·'1" 3/t c¡p,..,..;. nO"'M.v r'""""""' .,,.¡_, ü J · '.f.J•~· '.}5 cy.,,"" .v % l.....C'f'& 'lJ. ~""~"'-•-{.• d.t :f•• ;'\.,~ , r'\ '.) ~"""\ ~ ' t•L'\.(~ ·...u \ J..d -!~o\f.C~,..,· t3 ·J~l'i. .lt f[.~.f\.4•1'\o(l Al( o.' i~ la.~• ~·; '\ .a.4•t~ ,¡., f"' ·!~ \~\(\...r~iu 4.:. f'~~ ·· ~o ~ O 9:.<lff?'h"- J d. ~, d... 'J ...,I'H (~ .\.\,.~,·· U)(_, ~~.(..;,\,{ m4it(<l'" :t C\V·,f 4" .rr <Jfn.~« 13 CJuv.,..tv tk -Jo:- Ju¡~~ ~~ u1 .~~ s ~ ,~,..,,t I}.O ~l\(to,t~o,.. ~«J• ·H ~~~la ~\VOA"•l" J,U(\ ·ll'\ •Ji,~ ·.:.a ((.( fll"ll\.•:W "1' (\u, ~~ d .l.t. ~u ~.hl.Cc,..,'"" dv -i"."' ~.lA'''<""•I(' 'l ut"H" bu.ju 44t ~~,k j'r, ·.fv"•''""" ~f k l fHH~'V.\<\~ W ClL »t.~"''"l.. tA 'l&'Jl"'"t'' dcl H\.<a.n h:.k4 ~~ ~lHf"tt ..k. :.f~ "Jo,.~ ~O (.,Ha.<.... t"' J.¿ clJ\\, fu..c.,·t.c.. l).t, ~ t \t"« t"{• ~c4~(1. ('\4""f' .~(Wt r c.. t.,•) i""' "'"> ~ .'~ 'lA'\.(,.~,,,. , '4 Ju¡,).¡(;n..... .M$ ),.,...,ll} ,(i <t.:.t f(l).(' At.lO\ \ o..,l\ttf'<'J J+O '"" i+ 1 ,J. J.'l ;.~ .u .j t.> cW 'J ow~ i •\"~ M? • .AI•'J«<i' et Co..w¡w~~ .:.~ td . ;.e: Sl.':!.o.C....~ 'J,~~" '1\A.Vr"tt .i.d.1\.,•'")fv, U.o ;.¡, ..¡,. .<L< s ~· (;.,..e,, dÑ '$'C\N\ t~ eh ( >f\Ctd.<l-0 ~1 t ..U.:t~.(~ d,(.. --1 ·~ 5b.¿.,.n"" .-M l't";j,,~·{., ,{,_\ "'(~"" ~NH\IfO:.. .-.e <-<L. ""''V~ ij,; ~,, 55 <t••'"~Conv .d.& U., , "Úc""""""' 5b ~h~ ri.< fo>"V"'""l"' ·"'"""l 5"1 ~vn~ h.:t (A.~b,ó-rl ~ 58 G\.~c:on. «.t!. ~" Ct<o..,'\«.J.o ti S? A"-"'1"•(.1..-, 4.1- k-., >1\C""<'<'> ~o .A~ o:i\o¡o cU. Gl "'" J<.«~ <~.. •J ...., ,J.o V.<.....!..:.v "' 6'1. ,,¡, 6:?. ,.¡ h.molo J.. o.\ Úh -.1,¡{\l~ .,..\""' C·f~i\ ((\ M ..l ..,. ~ ;•.}1 <>!MM cU.f ~,., ,.,., S~ ....Nvt<\11\(l HW t(ó lA Uñ'-\o.4(H \ "'(1,. !3t'J\,('.~I\(L, ~ ,.,ro..· ,\. f,¡, a¿ t.. tMua. d., c. r""""' 5'l. ... ~ ~•• '31 ~-·d.. la 1'~ 3~ M']....,,'""" SO'':f~" .u-!~~ 51 i.JJ. .<4-J•• o.•W»,:r ,u. fa ,\. ... ~.:~.(,,1\ 11')' • 63. Esta litografía nos muestra una de las perspectivas panorámicas más interesantes de la Melilla del siglo XIX. La ciudad y sus fortificaciones son representados con mucha minuciosidad, detallándose los elementos de sus cuatro recintos que aparecen a su vez especificados en una larga explicación de 78 números. Las murallas con sus torreones y baluartes son dibujadas con cierta libertad, pero mantenían correcta la estructura general. El campo exterior de la ciudad resulta también del máximo interés a pesar de repetir algunas DE ME L I TILL A" Gí ~~·...uto.u, ('.,¡,.,<~•"""'· "" tno...-, 66 Jl~A<¡<w ·~ G<o;"I.O)W d.. lu. "-'•t" v•'<• dt- Ui(,T ~«X .u, 5 ~' Ti<'-')C' d..· _ ~ "' (;.~'t,...V~a. 4d t..:u.i..q N. Ac.·J ~.. 4J ¡.:'-q.o G' ~·u¿,W .cte.. 9i'·4 -""""'"' .J...t. '"\'0'\'-C) •,.: Co.Jo.. ,l.Ü l 1\.v)•0 .t.""J-"-~\.\"-:. ~~ ~,,\.C e"~·~,,.. .. dt fA>~ "''"~ 12 ~ ~k .J n i'o-"''(.I'V.t.D '1 w.~ lU ~ 1~ Ac'' •th r ~id 1'1\o. r kifr t- ...\ l (o,..,.., \,..~\ J.. ,J J.c ÍM Q\\\-W\~t,t dA ,J .JYct w. ~ ~l.J.itA ' < i: ~--;_., o.l '). "!'<,... b ..\ \ (IH't'V.((.O;); f'Í<l""' ~l''* "J rv~vi <lu, *'"' 'I'WT .. ~.,.¿_ d( t ,..\\.a.Y. ~~ ~ ,tmn.J """-·'1,.6 \.l .(t..-a..ó Át UHH1 ~to., ~t(. Út ~... ,-<d~- 'f"'iltt iwt,Ha.. ln. t4f·h t"I'HV li~\(_Q_ \M.~W~ ~ ~ Í4 (l.'l 'JI.-.• H '\\:'t..' .t..:-i ~-· 'J '~' !"' i\...t' )l\c.,.,... '\"' ']¡~~...:. .:"'1\- li,' r"t,o.,.. tld '1-'h' ~ u.;a.•~"' ~ t tJ•"'"r" ...,Ht.- '"~~V(¡ ~ l~\"•n-<-ll! U. ., .:~ fWl" 't"' ~~ ({;zy¡....l\~ . ~ -f'~"Wo , dtl\d< 1 « '1\.(•\ I N '1"1\("""<":0 4\ {\(t \•(,\.otl'W 't\{~\•· oU\ ) ,.,(~(.-,• .u. \ t ( n(.... . >H \ K "d.d H H (D'\"'-t \lOn 0 ~..b,dt\. J.,_ ,,a n.d. '""' ce tL-~m-".dJ' J." l<v) t~t.b . (fl, f(, rlt~~,.d,~" a.,,ta ('t.l.j--L: ~ ,.n•hu)a ; ~hw. 1'~'~ f"'<-·HU 0. Go>ft~ l4A ruf<t--f.a. d,t; (a r~• "( d lrl<Yf\o .U .t~H-f«ltjt' "'"- fA. CA.»-...afHi1\.d U:t\k ) .o~ ~ ..~'\.0. 1w.u,,.,.,u,,~ u.n4.da·o..f c"""' tifl4-n(c. f\.C'Y t\ '1'\ · H~·ht\C J..r: 't"OGCL ~ 1!15 \"l' 1~ d.¿.~ \ l\"'.,.ab .c:k. (t'\-"1'\Uh\\.((""'\~ .Q,_. lM f~(lr'U.) a!tN\C • f\4'1'" ~ '! ,t.C. W . '8 <;)7 dt. c.f.t.uuci.('" .:o ~-tt ~1 l'<~. f'l ~'ct,t«J«•i.J.c~-6 ~~·1-' .... a.n~ .ci«r~ W 1, ./ ... h "tt ( t ' C.rl f~ul'<\.- Jir-l'~a , ~ ~d. ñ';'1~'lo S. e\ .....o A( huix.< \1M" tNi t·Y<t .l~ fo"'h~t4\(40 ..~ u!4 """\"""""·'. ' \"'-'', )'""'f ''''h \.) ·~< f'-""<"d.M.u.•\ ~'"''" cl~\M'_: f,..,.{c-..{, -;..n fi r-t ·u ~ X ¡, :_,, ..,.., ., l.l(l\" E ~\1• ( ,~,~ J..! (ct "i(\"'. .t"\ (.O "''"o((,(.hif{c t) O:((.oo~ d,(.o lo. ¡w ;Í.:~ o).i "'"""''': t.t.~J fW"" ti f""(t\l.l' "'" v.H((f\C...~<· inexactitudes; se señalan los poblados de Frajana y Cabrerizas, así como los principales ataques que rodeaban a Melilla. J',~(i\1"{(.. cUt!n.cx, , -w " fnr tAh-w d.t.~ ';<' .fu..c,a.. . Vista por la parte del SO de la plaza ,,:\ :~·~t\.oe"l"t' y campo de Melilla, litografía de t(l t'tcl.....:\ . (J.l ~"'C..' 1\.( ,1\-fllU~w.. q«.t t~c.'\'\i . (o3\v ,w.t de hr<·'""-' td ~ th( h"(" G. , totn·, ,'\(W 4t. ("'1""(",\.(,(.. , \ l c'M( ViO e t'\~.,)...,:..) "1 \ .... <l. 3 'l.~ s Francisco Rojo, sin año (hacia 1849- 1855), 34 x 45 cm., SGE, n.0 157. ros Luis Negrón,.Jua n Sánehez Sandino y el capitán de estado mayor .J acinto Ariza (Fig. 62). Este último había formado parte de una com isión nombrada por el general O'Donnell cuya misión consistía en recon ocer buena parte ele la costa, estudiando los fondeaderos y puntos ele desembarco posibles, así como las posibil idades ele acampada, ctc.G. En esta ocasión el plano era levantado en plena acción bélica, y las li.1crzas ele la ciudad toma ron posesión ele las alturas cercanas pa ra destruir todos los ataques y trincheras, llegando en sus acciones hasta Cabrerizas B~jas. La geografía del territorio era mostrad a de una m anera más real , con c urvas ele nivel y signos convencionales que ind icaban el tipo ele vegetación que tenía cada lugar (cañaverales, zonas de chumberas, zonas yermas), así como las huertas. Las iniciativas d e la ciud ad más a llá ele sus murallas tenían una fuerte inAuencia sobre la cartografia, ya que paso a paso iba profunclizánclose en su conocimiento geográfico. El p erímetro exterior dejaba de se r un ámbito geográfico repleto ele connotaciones negativas para converti rse en el área de expansión ele la ciudad dentro ele los nuevos lí mites, ciudad que recuperaría ele n uevo el esplendor ele su pasado a partir ele sus cuatro recintos fortificados (Fig. 63). ..., __ Notas l:n esta parte, , ·amos a utilizar la riut!rul antigua de Uus(lr/ir. ajJorlm:iom'5 a la hisloria ¡/¡• ,\ lclilla 1'1/ la autigiinlad. Mdilla: secuencia oliT;<·ida por S."'.Ez CAzOHLA, ._}l':->ús ~ l igttd. "Atlas an¡tu-olúgico de Mdilla". TuíjHmtl, n." 2. 1\.k lilla : AE\1., 1CJ8H; p. 20 a 2H. Puede wrse tam bit'n: SARO G.<\XUARILLM;, f.'ra ncisco. ''.\,lclilla¡ cien rulos rlf' hallazg·os arqueológ-icos". Alrl"ba, n." l. Mdilla: UI\ I~ D. I ~H5 ; p. 77" (H. 2 l·:s imprescind ible consultar d t1·ahajo d e GoZAun:s C:RAVt (rro, Emiquc. /11 124 Ca r 1og rafia h i s 1ó r i e a d e M di lla ~1 Fundación i\funit'ipal Socio Cullural, 1991; passim. Vt·l' un plano que representa esta idea t·u SAEz CAZOI~I.A. 1 .J csús 1\ligucl. Op. ril.; p. 2i. .~) Un a mplio CABJ\LI.I·:RO > Fdipc, f'l al. Rrlutión) rk, - rri¡11·ió111M ¡m•.•idiaJ'filn;:a ,¡,. ,\ lrlilla, 17fi·l. s11i'd . u." +~.1~ i~ 1o, 11." ti.~'l\ r<.L 26 , .. rl(' la d ()(.'li l lwlll a - ;\1.c:oc:F.R .\'I ARTÍ~Ez, i\ l aria 110. (;u prmrlr .llarmeros 177.f~I 77G,}imllf.< jinm .111 rMu· dio... Valladolid: A rchim Gc·neral de Simancas, 192·1·; passim. (j :\lo RAl.FS 4 n·sllllH'Il riún sohn· d asedio puede: vcrst· en : :\IENDIGUTIA, Gabriel d t·. /Jaios flllm la 1/isluria rlr .\ lrlilla. ~kl illa : l mprcul:l de El T <'kgrama dd Rif, 1909; 1'· 202~20:1 . Utopía y realidad VIII. Los planes de defensa y urbanismo del siglo XIX E 1 perímetro amurallado de la ciudad de Melilla h abía quedado perfectamente cleÍinido a partir de las realizaciones que se llevaron a cabo a lo largo del siglo XV II I. Puede decirse por tanto que sus cuatro recintos fo rtificados llevaban de modo indeleble el sello del setecientos y que esta centuria representó el momento decisivo de su consolidación y cuando se Ílnalizaron todas sus obras. El siglo XIX fue sin embargo un período de tránsito, un siglo que en sus inicios recibió una ciudad-fortaleza totalmente f1nalizada (Fig. 64) pero que ante la rapidez vertigi nosa que tomaron los avances técnicos y científicos en el ámbito milita r, debía empezar a pla ntearse su transrormación radical. T ambién fue un siglo ele cambios y ele convulsiones a nivel nacional, c¡ue albergó momentos ele absoluto abandono y olvido hacia la ciudad norteafi·ica na por parte del gobierno, lo que determinó etapas difíciles y clesespcraclas, sobre todo en su primera mitad. En MeJilla, el siglo XIX se va a caracterizar por una dualidad diílcil de compaginar; por un lado se asumía totalmente la necesidad de transformar (a veces incluso d e moli endo todo lo a nte rior) la estructura fortiÍicada recibida, pe ro por otro, la vida en Mclilla estuvo muy condicionada por la escasez ele medios y la pobreza ele los presupuestos que podían destinarse a ella. Por esa razón hablarnos del carácter utópico ele lo que en teoría debía reformarse y construirse, y la evidencia mucho más m odesta impuesta por la realidad. Finalmente, la ciudad no p udo transfo rmarse como los ingenieros m ilitares proyectaron a lo largo ele todo el ochocientos y su estructura cldcnsiva entraría sin solución ele continuidad en el siglo xx; en este siglo, unas fortificaciones ya totalmente obsoletas y amicuadas (funcionalmente hablando) asistirían impasibles al vertigin oso crecimiento urbano ele una ciudad moderna por todo el campo exterior. 12.'i tf,ltt'/!_P tlt ~1f!!,(!Íl7!1dfiptwlir: 1 ·* ¡,., ¿Jl¿{- JlV. ,l,.., .1. • irú/1/tt 1.1""'?s' ~,... V ¿,. ,/""". ,..__,l.,. .. ~~fl!'~i~ 111;'/f(I/~NII~/~~Hd.t/ ~ l. j .it!tlt;l '*' .1/J/J//í¡A_ /"r/'- ,.¡ ~ · -"~ ~~th\L1.1 W f.'H;arion' , .,.,,_.;uul _ _ ~. ./ Cf.,...,. ~·~ b 6'/.ktto~'.{./,..,Y'N.~,." " ,()l(\~~.~~ ;;:..0,:\J_.- -- 3. 11/nll'lrJ ~f( \~tll\(, ..~t.\1 . tltf!lm_u~Jift~J -~ 1' •' • ~- """" .~ ,::_"'·. -""""· f. flt-H tU O"$ ' ,.t.. - ·· .1·, lV •. ·~ , .. . . . tMI ·.\i.\\\5\l ~ ~ -....,... .... -r~~ · ·:.-· •. ·r~:~:=: ¡· ~:· :.--,.... . . --,. . . :·~~~--- 0/1-,~~'/u./ ('.,.,_,¡/"""~• i'm :u,tf•trtt .&/ ( .,../"1 · ~·:/-" ·h:~ .,:}y;- ... 64. Justo de Villota dibuja a mediados del siglo xrx el estado de las fortificaciones de Melilla. La ciudad estaba perfectamente definida por la compleja línea amurallada y la estructura de las galería de minas, construidas ambas en el xvm, sin que hubieran sufrido reforma alguna hasta entonces. Plano de la plaza de MeJilla sacado de uno de los que existe en el Depósito Topográfico de la Dirección Subispección de Granada, Martín Justo de Villola, Granada, 7 de julio de 1847, 52,5 x 73,5 cm. , escala gráfica de 1.000 pies castellanos, 1/2.000, SHM. n.0 , 4706, D-1 -1 2/MEL-G5/9. Si los ingenieros militares en la Mclilla del xrx evidenciaron una sólida formación y una extremada madurez en sus propuestas, las escasas posibilidades económicas paralizaron la ejecución de la mayor parte de sus proyectos en la ciudad. E l resultado final fue aparentemente pobre, pero no podemos dejar de valorar que la falta de posibilidades para transformar las defensas de la ciudad, ha permitido en nuestros días la conservación de los sistemas construidos en el siglo xvr y en el xvm; visto desde un p unto de vista positivo, la falta de medios favorecía la conservación del patrimonio melillense. D esde 1800 a 1814, el gobernador de Mclilla, Ramón Conti, presenció una de las más duras crisis por las que atravesó la ciudad, debida principalmente a los acontecimientos que se desarrollaban en el resto del país. Falta de aprovisionamientos, motines, conspiraciones, son las únicas referencias documentales que nos sirven de marco para explicar un período en el que el estado había perdido el norte de la función de la ciudad. Ni los gobiernos absolutistas de Fernando VII, ni la J unta Central durante el Trienio Liberal aportaron nuevas perspectivas en un marco realmente sombrío 1• 126 Carl ografí a h i.r tó r i ca de M el i ll a r. ~ Sin embargo, a partir de 1840 se iniciaría un período de cierta recuperación para Melilla; el gobernador Demetrio María de Benito planteaba, en 184 1, la necesidad de recuperar los antit,ruos límites de la ciudad para romper la asfixiante línea de a taques y trincheras que la rodeaban. No obstante, este lento despegue no va a ser sostenido y se darán numerosos pasos en falso que no impidieron que lentamente la situación y el ciclo de la MeJilla replegada sobre sí misma cambiara de signo. La denominada "Década moderada" del gobierno del general Narváez en Madrid (1844-1854) permitió nuevos avances positivos, algunos de ellos diplomáticos, concretados en varios artículos del Tratado de Larache por el cual el sultán reconocía a MeJilla la posibilidad legal de repeler los ataques de los rifeños. También en la ocupación pacífica por una escuadra de las islas Chafarinas en 1848, lo que evidenciaba un claro interés español por situarse en la región norteafricana. Pero la crisis había hecho dura mella en la ciudad; en 1800 vivían en MeJilla 2. 195 personas, pero en 185 7 en plena recuperación y ya pasados los peores años, la cifra no aseen- 65. El carácter académico y la sencillez clásica son las notas principales de est e proyecto de cuartel realizado por el ingeniero Juan Porcel, con una planta cuadrangular que presentaba las naves en torno al patio central. La necesidad de ubicar nuevos espacios destinados a cuarteles fue una constante en buena parte de los proyectos del siglo XIX melillense. Proyecto de un cuartel de infantería para 600 hombres en el sitio donde estuvo el fuerte de Santiago en la plaza de MeJilla por... , Juan Porcel, Melilla 22 , de febrero de 1851 , 54 x 73 cm. , escala gráfica de 120 pies de Burgos, 1/200, COml. n. 0 473. r Utopía y realidad 127 D llfr(ln!t _i/1~',/,/!y""* ; -:....... ..J 1 (7 '0., . ~ _,. i :r . .~.~..... ' 1 .!• .. , . •• /, t . ''" ' ·"'. .·... .. t) . .. ¡. ·. ,/. ,., •• \ ,_.{ .(¡:.~ --· _ c'l..,·,'!'·~· /i~P;~ J .. ('>,,(11!._ ) fJ h!jlt;n"; ll [1 li1 1 .!~;)lilA ~~ 1 ,.(...: .• . ,. ¡:. ~ J t " ..•. '. J .:: ... ..•. ~ tN.:.. ,.,. J. ~" ...... ~~.... ~ ,{,,., .... ,_) y ............ ,,)_l ~--· 1 j.,. , . .... b? ..... . ... , ,., ,,, . ' ./.,~,..,;,,,.t.'•·· ...,. , ,,r:.. . · /,.~-. :fl,}t.,,r,,, .. .? ) . .-,.,p, ~- ,,:. ~- >. ... ~ ····- >,~ ~- .#, ¡r,, .. ,,'h. ,),//}'7~' .~, 66. El antiguo presidio de Melilla, situado en la plaza de armas del Segundo Recinto, constaba de una día a más de l. 788. Por entonces se hacía to talme nte necesano la construcción ck nuevos edificios mi litares, sobre todo cuarteles y un presidio. Uno de los primeros proyectos que conocemos al resp ecto, fue un cuartel p royectado en serie de instalaciones en torno a un gran patio central, que el ingeniero Manuel Vilademunt pretendía transformar en 1849 en un edificio de bajo y una planta. En amarillo aparece lo proyectado nuevo, en carmín lo que se reutilizaba, en 1848 po r el ingeniero Antonio Sánchez de Francisquete, que reformaba uno ante rior d isci'iado por j usto de Villota. Este cuancl se situaba sobre las bóvedas cercanas al cua rtel de San Ferna ndo en el T e rcer R ecinto, a lterando en parte la cortina del baluarte y era un ed ificio de pocas pretensiones tan to en estructu ra como en capacidad. blanco lo que se demolía y lo D e mayor interés era el p royecto ele cuartel de infantería para 600 soldados que se marcado por rayas eran las cuevas que se eliminaban. proyectaba construir en 185 1 sobre el antiguo fuerte de Santiago, en la Alcazaba, bajo la Plano proyecto de un cuarlel para alojar el presidio en el piso bajo y el principal para tropa ... , Manuel dirección del ingeniero Juan Porccl. La sobriedad clásica y un discl'ío absolutamente aca- Vilademunt, Melilla, 19 de diciembre tral (Fig. 65). démico determin aban un edilicio cuadrangular con estancias en to rno a un patio cen- de 1849, 50,5 x 7 1,5 cm ., escala 200 pies de Burgos, 1/200, SHM. n.• 4688/6, C-3214/MEL-G2/6. En el Segundo R ecinto esta ba situado el presidio de la ciudad, estructurado en una sen e gráfica de 1~11 de dependencias abiertas a un patio cen tral y de escaso interés arqui tectónico. Sus múltiples deficiencias d iero n lugar a un nuevo proyecto de edificio de dos plan tas ele Manuel Viladc- Cartografía hi .l 'lríril'a df ,\/Piil/a ;¡:¡ YN.J>;{; ·:. .;J·C·O í'\:fl :t\Jfl~ "f ·D·!!: ~·l.f..'l,#,,,,w,,,,¡f, ;/,/ '"'"'""'' ,,, ,h,/,n-/ ,.~,.,.. /- .• r' fij w :.:.1 .:) . w _l ~......! -~~J f', - · " ( ' :>¡; • ( l :f· " ' · mum, también irrealizado, para ubicar al p residio en los bajos y a la tropa en el p rincipal. De pocos vuel os constructi vos, el proyecto nos da u na valiosa información a l reflejar el estado exacto del viejo p residio con sus esta ncias, instalaciones y cuevas a mediados del siglo XIX (Fig. 66). No sería el último intento para realizar uu nuevo presidio para la ciudad. E n ese sen tido, el proyecto más ambicioso se produjo en 188 1 c uando el ingenie ro Líccr Lópcz de la T o rre Aylló n proyectó una amp lia ciudad presid ia ría sobre las explanadas de la Alcazaba, con un espacio muy estructurado e n to rno a un gran patio central regido por una capilla 2. El olvido fue el destino final para estos proyectos, ya q ue la propia transfo rmación de la ciudad lo q ue realme nte exig ió fue la desaparición del presidio en Melilla, hecho que ocurrió en 1907. 6 7. La falta de medios para emprender la construcción de cuarteles de gran capacidad , derivó finalmente en proyectos provisionales que se perpetuarían en una calidad mediocre pero que cubría las necesidades del momento. Éste fue el caso de estos pabellones proyectados por Francisco Arajol en 1863 sobre los baluartes y cortina del Hornabeque, desfigurando su trazado. Proyecto de barracones para alojamiento provisional de trescientos cincuenta hombres en el segundo Recinto de la plaza de Den tro de esta línea de construcción ele n uevos edifi cios, las principa les aportacio nes MeJilla, Francisco Arajol y de Solá, p royectuales se debiero n al ingeni ero Fra ncisco Arajol y de Solá, que a principios de los Melilla, 7 de diciembre de 1863, 63 x 98 ,5 cm ., SHM, n.0 4686/ 1, a ños sesenta pla nteó una in teresa nte serie de cua rteles sobre algunos espacios li b re: de los C-32-12/ MEL -G11 1. recintos melillenses. Los más significat ivos fueron los proyectos sobre la Alcazaba: un cuartel de gran capacidad sobre la Pla tafo rma d e tres plantas, cuyo estudio f'u e realizado entre 1862 y 1863, y otro con capacidad para BOO hombres en las explanadas situadas b<:yo Vic- Uto pí a y ual id ad 12.9 {;,lltr//rltum:r rrf "/1.-t?/M- <&,!/u 4 'J/:r";'"-' nf/ f!>~-"4 .,a;""'" sc/.7""'"" . ! ji.-,¿· dlff,,, l,( t,,V;,.,;'I/.; . ;.~ ' ·.¡ ·; toria Grande, en 1864. Ambos proyectos se caracterizaban por el gran sentido monumental de las fachadas, que presentaban portadas de sillería y almohadillado en las esquinas; se trataba de unos edificios nobles que hubieran dignificado mucho el recinto, pero cuyo olvido sólo sirvió para engrosar la ya amplia lista de irrealizaciones. Lo que sí ejecutaría Francisco Arajol en 1863 fue un discreto y modestísimo proyecto de barracones para alojamiento provisional de 350 hombres sobre el adarve del H ornabeque, que desfiguraba la estructura de esta antigua fortificación y cuyos restos afean todavía el perfil de esta obra abaluartada (Fig. 67). Estaba claro que no se creaban nuevas arquitecturas, sino que se optaba por la solución más barata y aparentemente provisional de saturar los espacios del Segundo y T ercer Recintos de la ciudad, cuya estructura defensiva por entonces ya se había quedado totalmente obsoleta para la seguridad de Melilla. Sin embargo, la consolidación de los límites de la ciudad establecidos a partir de 1862 dio lugar a unos interesantes proyectos generales centrados en importantes reformas tanto de sus fortificaciones como de su estructura urbana. En 1863, el ingeniero Miguel Navarro y Ascarza ya trabajaba sobre un anteproyecto para establecer una línea de fuertes exteriores situa- 130 Cart og r afía h i s tórica de M elilla dos en el campo melillense. En 1864, Francisco Arajol y de Solá retomaba la idea y continuaba los trabajos, al presentar el anteproyecto de ensanche de las fortificaciones de Melilla. La línea defensiva de Arajol nos recuerda mucho la estructura de control de los fuertes exteriores del siglo XVII. Se constituía una primera línea formada por las fortificaciones del Cuarto Recinto que eran aprovechadas en su mayor parte, aunque desde el fuerte de San Miguel se continuaba la cortina hasta englobar el cerro de San Lorenzo con un fuerte; previamente se contemplaba la desviación del río de Oro y el establecimiento de su cauce entre San Lorenzo y el cerro del Tesorillo. Por último, se construía una segunda línea fortificada exterior formada con fuertes asentados en las alturas de Ataque Seco, H orcas, Santiago y Camellos, cuya estructura aparecía reforzada por una muralla que los unía entre sí (claro recuerdo de la antigua albarrada de piedra que unía los antiguos fuertes cinque- Melilla. En él desarrollaba realmente un doble trabajo : planificar nuevas f ortificaciones y un ensanche para la ciudad. Por un lado determinaba una nueva línea de def ensa formada por un circuito de torres avanzadas unidas entre sí por murallas. A retaguardia, consolidaba el Cuarto Recinto de la plaza, ampliándolo por el sur al eng lobar el cerro de San Lorenzo con nuevas fortificaciones. Las actuaciones más agresivas se centraban sobre el Segundo y demoler todas sus obras y Pero este p royecto de defensa contemplaba también una interesante propuesta de planificación urbana, un proyecto de ensanche de la población de Melilla que sería el primero de estas características que se realizó en la ciudad3. A lo largo de la segunda mitad XIX, este ambicioso anteproyecto sobre Tercer Recintos , ya que proponía centistas de Santiago y San Francisco). del siglo 68. El ingeniero militar Francisco Arajol preparó en 1864 la saturación poblacional de las ciudades españolas había propiciado la cons- trucción de estos ensanches en diferentes lugares de su territorio. El de Arajol resultaba tremendamente agresivo con respecto a los viejos recintos fortificados; respetaba el Primer Recinto y el Cuarto, pero destruía el Segundo y Tercero con el fin de establecer sobre ellos varias manzanas rectangulares de casas orientadas de este a oeste, tapando sus fosos con bóvedas para utilizarlos como almacenes (Fig. 68). En caso de necesidad, Arajol contemplaba la posibilidad de prolongar estas manzanas longitudinalmente por las explanadas del Cuarto Recinto hasta las mismas murallas de éste. baluartes; sobre el espacio resultante pretendía situar el ensanche compuesto por manzanas rectangulares dispuestas de este a oeste , mientras que proyectaba cubrir con una bóveda los f osos del Hornabeque y Carneros para utilizarlos como almacenes . Finalmente, no actuaba sobre el Primer Recinto que quedaba en su estado orig inal. Este anteproyecto sirvió de base a Francisco Roldán para realizar el proyecto definitivo, aunque ninguna de sus propuestas fueran llevadas a cabo. Con respecto a los fuertes exteriores que se proyectaba construir, Francisco Arajol dibujaría en su plano general algunos de trazado muy poligonal, pero también realizó un modelo de torre defensiva para cuarenta hombres, capaz de un cañón giratorio en su plataforma (Fig. 69); su estructura consistía en una torre cilíndrica ataludada con interior abovedado cuyo mayor interés fue la de servir de modelo a las torres diseñadas posteriormente por el A nteproyecto de ensanche de la población de Melilla formado por.. . , Francisco Arajol y de Solá (dibujado por Ramón Mariel) , Melilla, 25 de octubre de 1864, 70 x 93,5 cm ., escala de 1/ 1.000. SHM; n.o 4703/13, D- 1-9 / MEL-G7/ 10. ingeniero Francisco Roldán. Francisco Roldán y Vizcayno sustituyó a Arajol en la comandancia de Melilla, y se le encomendó el trabajo de modificar y finalizar los trabajos anteriores. En 1865 este ingeniero trabajaba en los distintos modelos de fuertes exteriores, como los de San Francisco, San Lorenzo y Santiago, pero se trataba de unos dibujos relativos a fortificaciones de cantería con plantas excesivamente idealizadas de extrañas figuras geométricas (Fig. 70). El ingeniero general, en junio de 1865 4, ordenaba a la Comandancia de Melilla la ejecución de un nuevo proyecto de ensanche y mejora de sus fortificaciones. Desde Madrid ya se señalaban las pautas que deberían contemplarse a la hora de modificar el proyecto de 1 Ar~jol: en primer lugar se debía variar la organización de las defensas exteriores, abandonar los circuitos cerrados de murallas y elegir las torres o fuertes aislados como puntos de vigilancia. T ambién \ Ut op í a y realidad 1 131 69. Este modelo de torre era el propuesto por Francisco Arajol para defender el campo exterior de Melilla. De perfil cilíndrico levemente se aceptaba la destruccción de los dos recintos abaluartados de la ciudad siempre que se reforzara el Cuarto; por último debía variarse la clirccción de las calles del ensanche, ya que se suponía que las de Arajol quedaban excesivamente enfiladas desde el campo exterior. ataludado, presentaba un sólido abovedamiento en su interior para soportar una plataforma de artillería en su adarve. Esta torre inspiró los modelos de Francisco Roldán, aunque no incluía los arcos parabólicos que caracterizarían las obras de este último ingeniero. Anteproyecto ... Torre defensiva para cuarenta hombres con una cañón giratorio en su plataforma, Francisco de Arajol y de Solá, Melilla, 4 de octubre de 1864, 75 x 100 cm. , escala de 1/100, SHM., n .0 4703/8, D-1-9/ MEL-G7/11 . Estas normas fueron asumidas por Fra ncisco R oldán que realizó el p royecto definitivo de ensanche de las fortificaciones de Mclill a en marzo de 18665. D e haberse llevado a cabo, las consecuencias para los recintos abaluartados del siglo xvm hubieran sido nefastas, porque las tra nsformaciones eran muy profundas. El Primer Recinto no sufría muchas actuaciones, aunque sí se aumentaba el espesor de sus haterías; el Segundo desaparecía totalmente al dcmolcrse el Hornabeque, y del T ercero también se destruían la mayor parte de sus obras, dejando espacio libre en su interior para construir el ensanche de la ciudad con ma nzanas norte-sur que ya habían variado su dirección con respecto a las de Arajol. Por último, la defensa de la ciudad quedaba encomendada al Cuarto R ecin to que sufría un rcforzamiento general de todas sus obras (Sa n Carlos, San Miguel, Santa Isabel, etc.), siguiendo los sistemas de fortificación del ingeniero militar Lazare Carnot. Por lo que respecta a la defensa del campo exterior, R old án planteaba la construcción de diversos fuertes ubicados en lugares estratégicos, desechando la idea de Arajol de 132 Cartografía histórica de M elilla construir recintos cerrados; así establecía una primera línea de torres de vigilancia, varias torres grandes que componían la segunda línea, y sendas torres para ocupar la altura de Ataque Seco y el cerro de San Lorenzo. Francisco Roldán dibujaría en M adrid entre febrero y marzo de 186 7 los dos modelos de estas torres cilíndricas de perfil levemente taludado (como las de Arajol), pero donde introducía una interesante variación formal (Fig. 72). R oldán remataba estas fortificaciones con unos matacanes medievalizantes apoyados sobre una sucesión de arcos parabólicos que le conferían una fuerte personalidad estética que ha fomentado una interesante bibliografia sobre ella 6 , así como la hipótesis de una posible influencia de estos arcos en la obra modernista del arq uitecto Antoni Gaudí 7. Los proyectos de Arajol y Roldán suqperon porque el estado tenía la obligación de planificar sobre todas las posibilidades de crecimiento y defensa de M elilla, y lo hacía a través del cuerpo técnico que en esos momentos lo podía hacer de forma más eficaz, el de los ingenieros del ejército. El desfase entre lo utópico y lo real, vino dado por las posibilidades reales de afrontar todas esas costosas transformaciones, de ejecutar unas obras que hubieran convertido a Melilla en una ciudad correctamente fortificada según los sistemas del siglo x rx . Muchas veces incluso los dibujos y proyectos se hacían a sabiendas de que no llegarían siquiera a ser tenidos en cuenta, como el caso del ingeniero Antonio Rojí Dinares q ue dibujaba una luneta en 1871, señalando que su construcción no había de tener lugar nunca8 . 7O. Esta figura representa la f,;~ &~biiUilro !t! 0'ur./lo. ..~- ' <ill4r'"~ ,¿.df....A.. f~ " tÍ!>Ittnl#lo M }'~'>'~ )1 ~" $wm~Útt>. planta y cimientos del fuerte de San Francisco, según lo proyectaba el ingeniero Francisco Roldán en 1865. Tanto este fuerte como unos proyectos muy parecidos que dibujó de San Lorenzo y Santiago presentaban un diseño excesivamente idealizado y nunca fueron tenidos en cuenta en la planificación posterior. Plano de los cimientos del fuerte de San Francisco, Francisco Roldán y Vizcayno, Melilla, 1 de mayo de 1865, 39,5 x 52,5 cm ., escala de 111 00 metros, SHM., n. 0 4674/ 1, C-32-1 /MEL -M 1/7. Utopía y 1·ealidad 133 1 } ¡J ~-$ ~h~{í\~\ m \S. j~\0.\\~' ~(-\\\<\.(~ /1' ,fi,,.:/o·~ .( !t,."tJ. ~'"'\';!"; <>,\l.;,. ••~ « Q .. \.<... \t\\H""'"' \o,J .lJ(~r;ef. ~;•t.;.W;., \'.,,..,..,¡>- :•...,. ..... '1..- Ji:-..t .... fl.t,_.t;.!, .. :t~ A~-·,.¡ 'o.. (.., 0.4..J ,.,./.•.~.... \¿ f) .. Q.J-- -, .. 4:,;...,.._...._ E'f dt.-- ---------,\, ca...- ... C\~. f....,.:¡,~ .. ,(, .. Jz:.-..•'O.t• .6... IJ.I~---s~W --··~"(}-~..-t. . '_..!-..1'...-'\.. -. .......... ... Jt-. -~\. ~ e..v 1f"-~""'~ ~ ~v1h.~ . n, §~~t..~.. '! ... :\,~ ..... t.,p JJ,.:::__,..Ji..,.<J ...(.v~... tSJ .A-,.:t:...'. )., t..-' JL...;:!;.., .. w .\d.<t~:WC¡j..¡\.. ~ ,,/' ....::..¡.¡-¡.. ·~¡,.¡,»-~t•. Wrt.>.J.f....L T. ~ J. , \ .. ~..~ .... t ..~... "!'~ .t>J ..\...;.... ~~ t.,J '!J\~o.,..,\t./ ~ .. :;. . .......J ~.V ··1.~~ \,.,. ~~........ )'M 'tÑ-o... l,/ ,\1:1...:\~:::, .... 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En los recintos amurallados de Melilla, seguía manteniendo casi intacto el Primero, fortaleciendo sus cortinas y torreones; el Segundo y Tercero eran demolidos casi totalmente para albergar el nuevo ensanche de la ciudad, que presentaba manzanas de casas cuya dirección establecía de norte a sur para evitar enfiladas desde el campo exterior. Por último, el Cuarto Recinto era reformado en su mayor parte, fortaleciendo sus fuertes y cortinas con nuevas fortificaciones llevaría el peso de la defensa de la que se conservarían, en carmín lo que se proyectaba de mampostería, en verde lo proyectado de tierra y en línea de puntos lo que había que destruir. Este proyecto no se llevó a cabo, salvo obras muy puntuales como el Muro X y una mínima parte del ensanche: el barrio del Mantelete. Proyecto de ensanche de las fortificaciones de Melilla formado por... , Francisco Roldán y Vizcayno , Melilla, 5 de marzo de 1866, 89 x 103,5 cm., escala de 1/1.000 metros, SHM, n. 0 4703/20, D-19/ MEL-G6/ 5. Utopía y realidad J 135 72. Una de las aportaciones más interesantes del proyecto de Roldán ·'"ti> fueron los dos tipos de torres defensivas que pensaba construir en el campo exterior. Estas torres contaban con matacanes sobre arcos parabólicos que dotaban al @........t.~ _ « - ~L''"" r•,. neomedieval. Aunque no llegaron a ~"'\i'i¡,·_ "" :.,~11t..~• construirse, los arcos serían reflejados en la mayor parte de los fuertes exteriores que serían construidos en Melilla a partir de 1881 bajo la dirección de otros ingen ieros . <11~" 1"'.!-I<M ,., ,~ ,..\.u.,t .. ·"· tñ..., ..,,o U'l' 1\;rl -.t ' "'" .Úh,.;,...¡~ ti. "1"'""· ~(\.(.,,1t,M..."""" <L. n\~~.\r;,.,._ ,, J.., ,_.,......,.,h,,"' tuli,.,.,\, ~ "'"" 4-\•11...{\.~,.,\........ .::; .,;,\,., 11... ~.¿,., "''"'~"'­ .;.....¡M- oi.J. ...,,.;, ,) ro\••M ••r~llufl•· ·~ ~ f,,,.,(t,._ <it """'~,l. t.J., ~~ \,. .-;,,\.,,.., ''k \f\~1\\. • J11. ~... i'o(l.ol· u.u ul p11. \~ h..... &.flo• .L \.n.,,~,_. ! \"' \"-~~"\ .. \'"'., 'In~"" "" n .,,,..,,,;,"'· rt" 1., ,(,..,,., .,;,... • c: . AA ..,,\... A. ,.,r,.'l! ,. 2' g¡,,¡_ l'l- (!(,,.tlll..- ('l.•• ,S ...t.~;. ~,t.J.., •tpil\,",)"- \. . hc..,\•u· "'-~J.,. \M ~"(jo.' Urto;'e""' '" ,\ ~·,.h .. .tJtooo. l ... !it..l"~"'"~· ~·... . .l.~..\....e. tlw.. fl.t,~· ~ ,....lo.tM'>Io~ ?..\#< ~6. ~J....,.. \1. .u.l""... ~ -\ltt,l.o.lt,.t.~-:...... y Vizcayno, Madrid, 1 de febrero de 1867, 36 x 55 cm ., escala de 1/ 200 metros, SHM, n.0 4703/1 7, D- 1-g/MEL-G612. Car to gr afí a hi s tórica de M el illa tv,..,... '""' ~ *:_¡..,~ ~~"~"'''?•, " ·--\~· \.........,'\~.o,;. clo. ·~ ~~· o¡•v. n\\~ c lo. \wu.... U.t.,.l,.. .~o{J, !l,t.11\l\ thu- M~t.t\o ~. 'lJ,'(f/, ._ 1\u':;,,j, Gr~ <) V.:.k..:....h.~~ ~l ~.... ~,. ,¿a, ,$1"\.. r' d~.-t.. .....t~........ ""'"'·a~... ¡.t'" .!•· ·~·a..¡;\ • .~..~~·•·--- .,\),.;u, '\""' 'r,.<l;l g,\f.t.i~~ ... tl...¡ot 4C.. ·~tu....... H . '1""f~L t.. c.~~ t\\!. ~ ,_ ,z.'u.. ·,.,.~~~ ~ '!!-.,..,.'"'t\a• ~u.~,.f{.1. ._..,l"' lll. fodificaciones de Melilla ... Tarre A, 136 •• '\" t-t . Proyecto de ensanche de las Francisco Roldán t $~,~{~«~~~\y .. proyecto de un fuerte carácter ,11.!'··'· . . t. ~"Tpue'>l.t. ,_,... a~,...u" 1\l~\ .. ~ t•Jr,_ fl '\""' IL oL,h w.~.. w- ~ \o. ..." t' - ..\\\1u. ~ ~ ~••h•w'- Y"'" 1\u......,1\,.... \w.J.o~- 1.t.. ..~ . ............ . 1..... i.u.,I,.Mij.. -.,tl,._,, 1 '!! t1 ·''·CC"...LfLW1!,!! 1t Poco fue lo realizado de estos ambiciosos planes de defensa y ensanche; en los cua tro recintos fortificados no se llegó a actuar (afortunadamente) y no se demolió nada. Lo único que quedó de las ideas de Roldán fue la construcción del Muro X (1878), y sobre todo el establecimiento de las torres defensivas en el campo exterior, aunque no siguieron tampoco los modelos de su autor, al ser construidas en unas proporciones más reducidas, ni la ubicación que éste había establecido. Lo que sí se respetó fue la formulación estética de los arcos parabólicos que sí serían asumidos en las torres circulares de Camellos, San Lorenzo y Cabrerizas Baj as, iniciados a partir de 188 1, así como en los fuertes poligonales de Cabrerizas Altas y Rostrogordo. Del ensanche poco quedó. Los acontecimientos facilitaron rápidame nte nuevas zonas de expansión para la ciudad sin necesidad de destruir nada, y los ensanches se desplega- 73. Con este fuerte L de complicada estructura, Francisco Roldán pensaba cerrar el vértice sur del Cuarto Recinto, junto a la playa. Un diseño cuidado reflejaba los avances producidos en las técnicas de fortificación a lo largo del XIX y que contrastaban abiertamente con los sistemas abaluartados del siglo xvm. Proyecto de ensanche de las fortificaciones de Melilla ... Fuerte L, Francisco Roldán y Vizcayno, Madrid, 8 de febrero de 1867, 59 x 88 cm., escala de 1/'200 metros, SHM, n.0 4703/24, D- 1-9/ MEL-G6/ 9. ron por otros lugares aj enos a los recintos históricos . Sí nos queda como reflejo del planeamiento de R oldán, la morfología y disposición de las m anzanas del barrio del M antelete (1880-1888), adosado a las murallas, que formarían la p rolongación natural de lo 4ue hubiera sido un ensanche muc ho mayo r en caso de h aberse demolido los recintos aba!uartados. Utopía y realidad 137 Sin embargo, el que todas estas ideas sólo quedaran como meros p royectos, no nos debe hacer perder ele vista el enorme esfuerzo que a mediados del siglo XIX representó reflexio- nar sobre la ciudad de Melilla y planificar espacialmente sobre su defensa y población. La experiencia melillense ele muchos ingenieros militares, les acredi tó durante mucho tiempo como especialistas en planificación, caso de Francisco R oldán, que no por casualidad sería uno de los redactores del plan ele ensanche de La Coruña. La belleza de la utopía, incluso cuando se p royectaba un modesto fuerte defensivo (Fig. 73), no estaba reñida con una sólida formación técnica y unos conocimientos que elevaron a los ingenieros militares de finales del siglo XIX y principios del xx a un meritorio lugar en el diseño y la planificación urbanos en España. Notas Para seguir un esquema explicativo de este periodo, véase: fiRAVO NotlTO, Antonio. "Historia de las fortificaciones de una ciudad, Memoria histórica". En: MORENO PERALTA, Salvador, BRAVO Nn::ro, Antonio y SÁEZ CAzOtu.A, j esús Miguel. Plan esJlitial de relwbililflción de los walro recintos fortificados de Melilla. Melilla: Ciudad Amónoma, 1996, en prensa. 2 BRAvo N tETO, Antonio. La ronstmrción dr 1111a ciudad eurojJea en d conttxto nortmfiicano. Arquitectos e iugmiero.r m In Meli/la contemjJimÍuea. Melilla-Málaga: Ciudad Autónoma-Universidad, 1996; p. 303 y 402-403. 3 Pueden consultarse algunos trabajos de SARO GA:-IDARtLt.AS, Francisco, como "Notas para el c-smdio del crecimiento y 138 Ca rtografía histórica de M elilla expansión urbana de MeJilla". Erpminy ti .Norte de 1[ftica. Bases históricas de una •~ladón júndtmtenta~ aportaciones .robre Melil/a. Actas del Prtiner Congreso His¡xmoa)iica110 de úu Culturas Mtdilerráneas Fmwmlo de los Río.r Um¡ti, 11-16' dejtmio de 1.984. Granada: Univco'Siclad, 1987; p. 239 a 252. 4 RoDRÍGUEZ l'uGET, J oaquín. "Los ingenieros militares en el urbanismo de Mclilla". Aldaba, n." 6. Mciilla: UNED, 1986; p. 3;, a 38. 5 Pueden scgui•·sc estas ideas en la tesis inédita de ARGENn~ DEL G \ ST it.LO SÁ:-tcu Ez, Francisco .José. Me/i/la: génesis y desarrollo de una ciudad sobre 1111 territorio de sobtranía; del presidio al espacio urbano. Málaga: Departamento de Geogralia de la Universidad, 1990; 3 voL cuya consulta pudimos efCctuar por cortesía de su autor. 6 MORA FtGUI·:RoA, Luis. "Neomedievalismos en fortificaciones del siglo XIX en Ccuta y Mclilla". En: Actas del Congreso Inkmacional El Estrecho de Gibraltar, Úulil, nouiembrt de 1987. Madrid: UNED, 1988; p. 397-415. 7. Sobre este tema se ocupó el investigador japonés T oRil, T okutoshi. /'.1 mundo enigmático,¡, Gaudí. lv[adrid: Instituto ele Espmia, 1985; p. 11 2 a 11 4. 8. Sin titulo (Hoja n." 2). Plano de una obra fechado el 17 de diciembre de l!l7 1. Antonio Rojí Dinares, ingeniero del DetalL SH:VI., n." 4705/4, D-III/MEL-G5/4. IX. E El río de Oro 1 contacto y la relación del hombre con la naturaleza a lo largo de los siglos permite que ciertos accidentes geográficos sean asimilados dentro de una lectura completamente histórica. Éste es el caso del río de Oro, no tanto por sus modes- tas proporciones como por el hecho de que su desembocadura, muy cercana a la ciudad de Melilla, nos permite encontra rlo reflej ado en toda la cartografía local desde el siglo XVI. El río de Oro, también denominado Uad Medduar (el de las curvas o meandros), tiene su origen en el macizo montañoso del Gurugú, recogiendo aguas procedentes de la meseta de Taxuda y del pico Taquigriat, con una cuenca de unos 85 kilómetros cuadrados. Su reducido curso de veintiún kilómetros se dirige en principio hacia el norte, pero cambia bruscamente de dirección en las cercanía del zoco El Had tomando rumbo hacia el este; ya dentro de territorio melillense se le unen varios cursos: el afluente del Tigorfaten por la izquierda (recogiendo el agua de varias mesetas) y por la derecha los arroyos de Frajana y Sidi Guariach; es en este momento cuando su cauce se ensancha ostensiblemente formando una vega en su pa rte final 1• Las referencias documentales en torno al río de O ro se inician en el siglo xv1. En un plano de 1564 su desembocadura aparecía representada como una ría que ocupaba una buena extensión de la vega de Melilla. La visión del autor del dibujo pudo corresponder al estado natural de la desembocadura por entonces, pero también a un momento concreto correspondiente a alguna de sus frecuentes crecidas. Por lo que respecta a esta última posibilidad, podría sustentarse en varias refere ncias documentales que parecen indicar que, du rante ciertos períodos, parte ele su cauce estaría scmiinunclado permitiendo que los cárabas pudieran deslizarse por su lecho, como ocurrió en 1858. Por lo que respecta a la zona ele la desembocadura, Juan Andrea D oria escribía en 1576 a Felipe II que entre las murallas ele MeJilla y la boca del río (parte de la vega de la ciu- 139 74. Este plano de 1697 muestra cómo el río de Oro desembocaba muy cerca de la ciudad de Melilla, y cómo los ataques M ya se habían establecido en sus cercanías. En la explicación que acompañaba al plano se decía (exageradamente) que el escaso caudal era debido a que sus aguas se utilizaban para el riego de tierras y huertos de toda la región. El río es percibido ya como un foso que no favorecía la defensa de la ciudad y que multiplicaba las posibilidades de los que la asediaban. Planta de la plaza de Melifla como está en 1.o de diciembre del año de 1697... (remitida en carta del alcaide de Melilla de 26 de febrero de 1697, copia de 2 de agosto de 1853), 48,5 x 37, escala gráfica de 400 pies geométricos, SHM, Colección Aparici 283, G-27. dad) se podían varar un gran número de bajeles guardados por la artillería y acabuccría de la ciudad, ya que "es tierra llana y deshaciendo dos o tres jardincillos que hay se puede varar toda una armada sin dificul tacl" 2. Por lo que respecta a su denominación, seguiremos en parte lo escrito por el historiador Gabriel de Morales: " Los documentos más próximos a la época de la conquista lo llaman 140 C artografía h is tórica de M elitla \ \, ji i[ ~ -! \ ••• 7, ' \ '.:-? \t , . _,~~.~~<~ . :- ~':~ of:' i. ~ -' 75. El cauce del río de Oro corría entre una vega delimitada al norte por varias mesetas y elevaciones cortadas por diversos barrancos y al sur por los cerros de Camel los y San Lorenzo, lo que formaba una amplia curva en la desembocadura. Este plano topográiico de 1775 muestra la importancia que se concedía a este curso de agua en la 1. cartografía, a pesar de que es representado con algunas 1 incorrecciones fruto de un -i'' conocimiento imperiecto del 1· terreno . .1: Plano topográfico de la plaza de MeJilla y sus cercanías .. ., sin autor, 1775 (copiado en 9 de agosto de 1778), 57 x 90 cm ., escala gráfica de 600 t oesas , SGE., n.0 154. EL río de Oro l /41 sencillamente el Río o Río de Melilla y esta misma denominación emplean los libros parroquiales ... ; sin embargo, en alguna ocasión se cita el río de la Olla, y como en la vega de MeJilla no hay otro que merezca ese nombre, claro es que sólo a él es al que se puede hacer referencia [...] este nombre lo vemos usado por vez primera en una descripción de la plaza y del campo que en 1677 enviaba el alcaide D. José Frías a S.M ." 3 . En 1692, M arcos de Ayala lo mencionaba sin embargo como río de la Plata, pero no hemos vuelto a encontrar este nombre en otros documentos. Juan Antonio de Estrada nos informaba en 1748 que era denominado río de Oro "por algunas pintas que suelen extraer las arenas con este precioso metal [...] y en su nacimiento sacan barro [...] para labrar ollas, cazuelas y otras maniobras que salen con las referidas pintas. Son muy estimadas en España por su hechura y duración"4 . La existencia y el reflejo histórico del río, se hacía presente en la documentación escrita y gráfica a través de noticias casi siempre negativas: menciones a sus crecidas, a los ataques situados junto a él y a las epidemias que sus aguas estancadas provocaban en la ciudad. A p esar de la modestia de sus magnitudes geográficas, no debe olvidarse que este río tiene un carácter torrencial que lo ha convertido a lo largo de la historia de MeJilla en un peligroso vecino. En 1644 el sacerdote Juan Bravo de Acuña describía una de estas avenidas: "En las vísperas del Señor San Juan, a los 23 de junio del dicho año de 644, a la una de la modorra comenzó a llover, creciendo por instantes el agua como hasta las once del día, salió el Río que llaman la Olla hacia "M acujar" del fuerte de San Marcos y todo aquel pago de viñas y huertos y derribó las tapias, rompió bardos, taló árboles, enterró unas cepas y descubrió las raíces de otras, llevóse a la mar la mies que estaba por trillar junto a las palmas de la vega ... " 5 . Estas avenidas fueron frecuentes a lo largo de toda la historia de Melilla, repitiéndose cíclicamente y ocasionando múltiples problemas a la ciudad. Otro de los peligros que de él se derivaba era las facilidades que su morfología presentaba para la construcción en su margen derecha de ataques y trincheras; éstas eran utilizadas por las guardias fronterizas para hostilizar continuamente a la ciudad y recibían la denominación ele Ataques del R ío y Ataque de Tarara. En este sentido, su cauce servía como especie ele foso natural que favorecía a los que asediaban la ciudad, ya que ofrecía numerosas posibilidades de emboscada en la abundante y espesa vegetación de cañas de su vega. En 1677 el gobernador J osé Frías afirmaba que' el río de Oro era un paraje muy profundo, totalmente cubierto de cañas donde cualquiera podía emboscarse con facilidad 6 . Esta imagen que asociaba el río a los ataques es la que se aprecia en un plano de 1697 donde ya se representaban diversas trincheras y macizos de tierra en su desembocadura (Fig. 74). En este sentido, también encontramos referencias documentales sobre el trabajo habitual de acudir al río a cortar las cañas, tanto para impedir el crecimiento de estos muros de abrigo naturales para los posibles agresores a la ciudad, como para utilizarlas en la fabricación de las faginas y cestones de fortificación. En el siglo xrx, a esta tarea de cortar cañas en el río se la denominaba con el término cubano de "chapear". 142 Cartografía históric a de M elilla L 1 do la 1Y.r.M d(, c/t;hl/a .. •''"''' Obur.·· a.rMai<kro: ,t>»l)(>l ' ,~ , 1' ' 1 ~· "'' '-"" ' ""'"""'"•, VtU<-Ymv· a~ Con'uHu'ttt·wn':l Gm~t.wn,;lll·•· ~Acu} ¡ to.Ztu.n(n,. .~m~~:~z~,~;:::t ,_, .'\Mt ~:::::;, ~:~ :r.;r:~·" %-t,~.~.... ,Y~., .. dttC.uw-1-N 7~"""'r.rk.f.).r.A.,... J ~ ~1::~·;;,{~t~~ft;.,' ,rr x~,. .1',.-m-*/.,)'Ji."'~~o~fA...,, ,.VJt,,. ,;t i,. (,~., ..u l ~ ''""""" ~ r,~~.,..,l,, u..,.!/rn"',,J,, fl Y.~..:,,.,¡¡:; J1 . •51•1><M 111/tnh>~ ~, {tttlft~,~ ,, n'i,'ffl'l ~?,/,.tro~(. ~~ ~;..·,"'" -~ ;>..t.'t-.......rt.. ;,¡ , .~:..'""" ~~ it:~!F·~·;,~:.;:~~~ .¡1,.,"'~ r:;:::i~:t::~::?.i:::~~::;.:::. "" .~~- t~.,::·:;~-~1~--~ft:..~~-~•·•·:~~~-· q (',~ .t .~;~~ . l ltntw rv \ c;, ..t,• .• • l. ,')(.V¡'>lilt( :~¡.M, .Oiw.. 21 :l•.~t ~ , ~;::.::::::::tE~~::·:;:';;;r ~~:::::;:;~zf':;. ,::r. .,_ c.j{n¿¡tJIIJ•"l••· ~~C~/ :.:.l:~~~·;~; . ... •1/n,nw. .,u... UJ,. ~ rfu...~.,., td.m/.~,.:.. .{;., ,.A.:/~~!!{;,W:...:·:~~~~(IO. ¡,.._,~ '"""'"'" 1f Ob., .iluflr,,.~,¡, ' 11-n"-:"~" rnrr( ,•\ y l... ."Xhn~t.l., c-/M~'"'' rntu ,¡ y t-l : ) l A':'"'"' .~.--.. ;r............ ln,71<1u"""""'"'''" {jrl-J. ~..Z:u;, .~:t'f._l::_~:fut. ~¡tr/JJ .~ f/f,.,,~,,.,.w ~ ::::~t."J~~;;~cr,.... . ···..' ··. 2!1 d'"'t''· ·''(ll,;, ~., ~r"" ,, /,fo¡,n/'..., ;)1 ··.·,· • ''¡'. .... r........ ,1\(1.>,•<~, .>~ .>;1·,, ~'""''""".,"'""~ ~··• ~~--~~~;:~~·~ ""' •;: \ .l l. -,¡;· ' . 1 ' · :: &::~?;~~:~~?~~-~;::':·:e'·· . Í.7/ina,ult((;mum'f'. " J"l't,... ¡,¡,;¡.,.,, ~..;.,ft ,'f,,t!m,. _ ;,'.'' .)'~, ...... .r~.fdv!/~p. .XV~t... ,\. ,f. ~"JJJ .. ,.,..,YJ.uoro/.,,..,, l-:Lv !.t,,. tit.o./A; (',<~'f"·"" .~,"~ "" · M di.• j;,..,;o.,. . .A>il!lt,.,.,.,, ,.¡., ~w" •'rYfjtl•.',\·r,..... ·.:: c.•~ ....:.~&. t.,-..~~~ ...~ ·~1';."'1· Jij)llt~ltM' . . ;r.,.,.~dtt. .!f'WH.O uu.~ t,.!; r !) ... :.,. \ H -~IIIIÍ'r• ,,,,;.,....... ....;.""'"/<'171';"" l' .. :. •,·.",'.:,·. ·.r,'~....••:r·,·-wy""" (>l., _.t....•o/"." " ~· .~ • A\.flf,.flfi,.M.!.,,.., t ~;:.::~~":~z:::~:.,.~::~f~;~~: ~:. ~~t~;~:~ ·~~ ( : ~~:·::·::~l-~=~:.;"·~·M .~e twllrt~. ~~ t:~·;;•:.i:;m .. Por último, la cercanía de sus aguas a la ciudad y los estancamientos insalubres que se p roducían en la desembocadura, propiciaron varias epidemias propagadas p or los mosquitos. Así, en mayo de 1754 se padeció en Melilla una epidemia de tercianas que fue achacada a las "emanaciones del agua del río", y en j unio de 184 7 ocurría lo mismo con las fiebres palúdicas. La percepción sobre el río de O ro no dejaba de contar con cierta carga negativa, como fenómeno natural que tampoco ayudaba a la buena defensa de la ciudad y que era dificilmente controlable por medios humanos (Fig. 75). Juan An tonio de Estrada al referirse a Melilla decía que "asimismo le incomoda un río, con las arenas que arroja en haviendo mucha lluvia ... La boca del río esta como tiro de mosquete de la Plaza" 7• Precisamente estas arenas que se iban depositando sobre la desembocadura, crecida tras crecida, fue colmatando una amplia zona ele playas lindantes con las fortificaciones de la ciudad . Si en 1690 las aguas del mar batían las caras del baluarte de San J osé, a finales del xvm en esta zona ya existía una playa denominada del Mantelete. El crecimiento de la 76. Entre el Ataque del Martillo (33) y el del Río (29) se formaba un ángulo que atenazaba a la ciudad de Melilla, utilizando el cauce del río de Oro como foso natural. La consolidación de este frente del Cuarto Recinto fue uno de los que más problemas planteó después de 1775, debido a las cíclicas avenidas de un curso de agua absolutamente irregular y de imprevisibles consecuencias. Plano de la plaza de Melilla, sus obras destacadas. Porción de su campaña, Galerías de comunicación y contraminas, sin autor, sin fecha (hacia 1783), 60 x 82,5 cm. , escala gráfica de 200 ?, SHM, n.0 4694, C-32-20/MEL -G 1/ 2 1. zona de playas junto al río, tuvo efectos muy negativos sobre las defensas ele la ciudad ya E L río de Oro 143 \ \ \ ¡c.,~ -1-lf .. ;::'·'• -'"i.·.• 7 7. El ingeniero Joseph de Ampudia reflejó en 1792 la necesidad de construir un fuerte que este fl anco del Cuarto R ecinto quedaba totalmente descubierto y era neccsano por en tonces construir nuevas obras de fortificación (Fig. 76). En los últimos años del siglo xvm fue cuando empezaron a proyectarse algunas obras de para contrarrestar los ataques del río. Éstos se iban acercando a la plaza, al ritmo que el meandro de la desembocadura hacía lo propio; el fuerte debía fijar el cauce, intentando asegurar las murallas de este sector. ampliación de este recinto en la zona del río. En 1790, Gabriel de Vigo proyectaba un fuerte con batería entre la torre de Santa Bárbara y la playa para contener los fuegos de los ataques; en su plano ya señalaba una ostensible desviación del cauce del río con respecto a 1773, así como cierta variación de la orilla del mar. Sin embargo la variación del cauce final había sido provocada por medios humanos; Plano que manifiesta un pedazo de recinto de forlificación de la plaza de Melilla, muelle y porción de sus obras con la magistral de la proyectada en la margen del río ... , Joseph de Ampudia y Valdés, Melilla, 14 de julio de 1792, 43,5 x 59,5 cm., escala gráfica de 100 varas, SHM, n. 0 4703/30, D-1-9/MEL-G7 / 1. concretamente se produjo a través de los macizos de tierra de los a taques, que actuaban como diques, y de plantar artificialmente cañas que servían como muro de contención; por esta razón las aguas se iban desplazando lentamente hacia el margen izquierdo más cercano a las murallas de la ciudad. El peligro era evidente ya que si los repelidos ased ios a Mclilla no ha bían conseguido nada mediante la guerra artillera, ni ta mpoco con la de mi nas, a partir de ahora parecía que se iniciaba otra estrategia: utilizar las crecidas del río de O ro para destruir las murallas del Cuarto R ecinto. 144 Cartografía histórica de Mel itla Por esta razón, el río fue acercándose cada vez más a la ciudad, multiplicando con ello todos los inconvenientes que habíamos visto hasta el momento. En 1792 el ingeniero J oscph de Ampudia y Valdés volvía a proyectar un fuerte en la misma zona con el fin de controlar los ataques, cada vez más numerosos, y a la vez "fijar" el frente de avance del río, y con ello la base de los ataques situados en su margen derecha. Así Ampudia escribía en la explicación del proyecto la justificación de éste, "con el objeto de desalojar los enemigos que se hallan atrincherados en la margen opuesta y continuamente intentando aproximarse más y más a ella" (Figs. 77 y 78). Ninguno de estos fuertes sería realizado, y el problema se fue acrecentando en los primeros años del siglo xrx. En 1804 la desembocadura pasaba ya junto a la torre de Santa Bárbara, en 1816 cerca de la puerta de San J orge y después de la crecida de 1837 por la actual calle Duque de Almodóvar8 . Los desbordamientos cada vez afectaban más a la ciudad, y se repitieron cíclicamente en febrero de 1816, febrero de 1822, abril 1840 {destruyendo el espigón de San J orge), febrero de 1846 (llevándose un torreón del espigón de San J orge con un cañón), etc. El ingeniero J osé H errera García tuvo que realizar en 1834 un proyecto para consolidar la constraescarpa del foso de la torre de Santa Bárbara, ya que las avenidas amenazaban llevárselo (Fig. 79). El plano de Herrera es realmente interesante ya que señalaba no sólo el movimiento continuo del cauce hacia la izquierda, sino sus niveles de agua. En los perfiles marcaba con las letras 0 -N (azul) el caudal del río normalmente y con N-P (celeste) el nivel de las crecidas, aportando un dato realmente novedoso en la cartografia hasta el momento. 78. La desembocadura del río de Oro se vio afectada por las obras que en el margen izquierdo realizaban las guardias que asediaban Melilla. Construyendo trincheras y plantando cañas , el cauce se acercó peligrosamente a las murallas, causando una desventaja natural a la ciudad ; por esta razón fue diseñado este fuerte abaluartado, cuya construcción no fue llevada a cabo finalmente. Plano y perfiles que demuestran el proyecto de un fuerte ... , Joseph de Ampudia y Valdés, Melilla, 14 de julio de 1792, 6 2 x 93, 5 cm ., escala gráfica de 25 varas, SHM, n.0 4 703/ 3 1/ D- 1-9/ MEL-G7/ 3 . E l rí o de Oro 145 79 . José Herrera realizó este plano sobre las obras que debían ejecutarse en la torre de Santa Bárbara para impedir que las crecidas del río la arruinasen. El cauce había avanzado por entonces hasta esta obra, amenazando su estructura y con ella la de las murallas de la ciudad. En los dibujos, Herrera señaló el volumen de las crecidas, siendo éste un documento de gran valor visual. Plano y perfil de la torre de Santa Bárbara con el proyecto del muro construido para reforzar la constraescarpa de su foso a fin de contrarrestar los empujes del río, José Herrera García, Melilla, 30 de junio de 1834, 57,5 x 41 ,5 cm. , escala gráfica de 30 varas J castellanas, SHM, n. 0 4675, C-32-2/MEL -M 111O. \' ',¡.¡~ '!. J j'N-o ; o .. • . ;"" ,/ . ..• ,, / ; . ,, f '- ¿ úl/1' ¡/J' I I / 1.1' 1 l~f,f_:·, ,·.:. , ___hf\1t~ll~~,¡ .~ a,. • , .' :__ / · .1 ,{;,_. (. _;. /·· . . .. ,-; • • • ,._-:'¡._ ...... ¡{- ·r-~-, .. ... .: . .t ~ ... ...... . 4 1/ij , j,¡ J .•~IIN' , / , ./J!"i./. 0 · .::"'"'·-6-.:s~ <. , ~~ v Mientras tanto, las fuerzas sitiadoras no perdían ninguna de las posibilidades q ue la naturaleza les ofrecía y en 1840 trataron de inundar el {oso de Santa Bárbara construyendo un canalillo desde el río, y en 1853 optaban sin embargo por realizar un dique en su boca para que la crecida inunda ra las fortificaciones españolas. El estado de la desembocadura era realmente grave y la situación exigía acometer un proyecto ampliamente anhelado desde Melilla: la desviación del río de Oro . 146 Cartografía hi s tórica de Melilla José Herrera ya había propuesto esta idea en 1834, pero los proyectos se iniciarán en serio a partir del establecimiento de los límites en 1862. Desde entonces la ciudad recuperaba ese territorio de seguridad que la había caracterizado durante siglos, y los ataques y trinch eras fueron destruidos, desapareciendo definitivamente de su ámbito. El fin de la Melilla replegada, daba paso al inicio de la ciudad abierta que exigía acabar con este viejo problema. (Fig. 80). En un plano del ingeniero Fracisco Roldán y Vizcayno, donde dibujaba todo el campo exterior de Mclilla, ya se señalaba el lugar por donde debía pasar el nuevo cauce: entre el cerro de San Lorenzo y el del T esorillo (Fig. 8 1). Lo más interesante de este plano es que por vez primera se trazaba la red hidrógrafica de Melilla al completo, con el. cauce principal del río de O ro y sus afluentes, por la izquierda el arroyo de Tigorfaten y las barrancadas de los montes de Cabrerizas, y a la derecha los arroyos de Frajana y Sidi Guariach. 80. A partir de 1862 se inicia para Melilla un nuevo período que supuso un importante cambio en la cartografía. En este fragmento podemos observar cómo el río de Oro es abordado en su totalidad geográfica desde su nacimiento en el Macizo del Gurugú, recibiendo el agua de varios afluentes hasta desembocar en MeJilla, junto a las antiguas murallas de la ciudad. Fragmento del Plano de Me/illa y parte de Sl.l territorio ocupado en los años 1909-1910 sin autor (cuerpo de Estado Mayor), 191 O, sin escala, COml. S/rf.•. Diversas ramblas y arroyos quedaban sin cauce definido, algunos vertían directamente sobre la vega de Melilla y los situados a la derecha del río desaguaban en la playa de los Cárabas. El control geográfico sobre el campo melillense aparece claramente reflejado en este mapa, concretamente el conocimiento de todas las corrientes de agua de la zona melillense ante la necesidad de construir la línea de fuertes exteriores que defendieran los límites acordados en 1862. El río de Oro 147 8 1. El control de los límites de la ciudad llevado a cabo en el proyecto de Francisco Roldán, comprendía necesariamente el estudio y señalización de toda la red hidrográfica de Melilla. Por esta razón señalaba el cauce del río de Oro con los afluentes del ' ¡· 1),· \ ·' ¡·¡ .· Tigorfaten, Sidi Guariach y Frajana, así como otras ramblas sin cauce definido, que se debía tener en ¡.1 cuenta a la hora de planificar la defensa del territorio melillense. 1 1 1 1 t Proyecto de ensanche de las fortificaciones de Melil/a, sin autor 1 J.~~-- (Francisco Roldán y Vizcayno), sin ·-- ·~~ fecha (1865-1868), 90 x 128 cm., escala de 1/5.000 metros, SGE., n.0 165. El estudio de las obras de desviación de la parte final del cauce y desembocadura del río de Oro fue encargado al ingeniero Francisco Arajol y de Solá, que en 1863 ejecutaría el anteproyecto. En la memoria justificaba las obras pensando que el desvío permitiría en primer lugar la eliminación del peligro de enfermedades debidas al estancamiento, y con el cauce nuevo también se alejaban las devastadoras crecidas que destruían las fortificaciones de MeJilla, evitando asimismo que el puerto se cegara. El río era desviado9 desde el lugar exacto donde daba una pronunciada curva que le hacía tomar la dirección este (actual puente de Camellos), y se elegía un nuevo cauce que era necesario excavar, situado a las espaldas del cerro de San Lorenzo y el (actualmente desaparecido) cerro del T esorillo (Fig. 82). El proyecto fue estudiado minuciosamente por Arajol, detallando todas las excavaciones necesarias, así como el tipo de taludes revestidos de piedra que servirían para la contención de las aguas en el cauce nuevo (Fig. 83); pero aún se tuvieron que esperar unos años para el inicio de las obras definitivas. El 22 de diciembre de 1871 comenzaron por fin las obras, y el siete de marzo de 1872 las aguas corrieron por el nuevo lecho de 650 metros de longitud construido en 73 días y que tenía una anchura de dieciséis metros (la mitad de la proyectada por Arajol) y un desnivel de 2,30 metros; las obras costaron 45.000 pesetas. Sin embargo estos trabajos no fueron totalmente definitivos, ya que en 1885 se redactaba otro proyecto de obras en el río de Oro para impedir las inundaciones, ya que el año anterior había acaecido una bastante grave que anegó las barracas del Mantelete, provocando tres muertos. Lo cierto es que durante las crecidas del río las aguas volvían a tomar 148 Cartografía /¡istórica de M e lilla _ _:_--..:.t:l!-i,tr'rvyul'< dé r¡;JtYrrf'u' n rÚ{ -rr~· (-/r ,,_ __ ¡;..., r r_..· .¿ .•.!,.u _ _0/Jc.lHm(Úrr- Jho/r!ft$1/d?_ _ _ H , f., , , .. ,y' { ,',..... .,..,;, ,,; , ,.-;~· ( ·- ~ymulr •..;.~ tl •l tl r6(t'/lu _ ,j!;~ ~ /./ ..;_, " "' _.,., • ! 1 .¡{· ' ·t~-.....~"';·: e"c- /awJJ~f' J f'n 1!, t•(t/¡-nlf~J!!lfV' t/d ~~~ --~ <ffi·J( J)J( Cll'tct"dtilft'J.·_· - - ,r. ~ .. r • \ ) •. 1 ', \ . l . ' ~ '' . "1 ¡ !. 1 1 '\ ' \ ' \. \ e •f \:.. \ - ) 1 •' J ' i ¡ ' 1 ~( . ' •C .- ~ • - - ® . • el rumbo que habían tenido siempre, con lo cual el problema de las inundaciones se repetía como en el pasado. Las obras tampoco hubieron de ser totalmente definitivas porque seguimos documentando desbordamientos que afectaron a las zonas por donde discurría el cauce antiguo en noviembre de 1886, junio de 1899 (se inundaron los huertos y el Mantelete, siendo preciso evacuar la zona, arrastrando también los puentes de madera de San Lorenzo y Camellos). La sufrida el 28 de septiembre de 1906 tuvo un carácter desastroso, la avenida se llevó los puentes de madera y causó grandes desperfectos en la zona de Santa Bárbara donde las aguas alcanzaron un metro de altura y fue necesario romper algunos sectores del Muro X para que salieran del recinto. En ese día cayeron treinta milímetros en noventa minutos, por lo que se ha calculado que el río pudo desaguar cien metros cúbicos por segundo. El 23 de enero de 1909 se produjo otra inundación en el parque H ernández, explanada y calle de Santa Bárbara, po r lo que hubo que volver a derribar parte del Muro X. El 12 de 8 2. El estudio definitivo de las obras de desvío del río de Oro fue encargado al ingeniero Francisco de Arajol en 1863. Arajol, siguiendo ideas anteriores, planteó construi rle una salida más recta y corta, excavando un cauce nuevo entre el cerro de San Lorenzo y el del Tesorillo. Este proyecto fue el que se realizaría algunos años más tarde, acabando con el grave problema de sus temibles crecidas. Anteproyecto de desviación del río de Oro ... , Francisco Arajol y de Solá, Melilla, 1 de marzo de 1863, 45,5 x 70,5 cm., escala de 1/200, SHM, n.0 4710/6, D-1-16/MEL-85/19. octubre de 1912 se volvió a inundar el llano y el M antelete, perdiéndose otro p uente, etc. Es evidente que a pesar de las obras, y teniendo en cuenta que la anchura del río era la mitad de la calculada por el ingeniero que redactó el proyecto inicial, las aguas del río tuvieron la tendencia a seguir su cauce natural, el que las llevaba por el terreno actual- El río de Or o 149 83. El nuevo cauce construido para desviar el río de Oro constaba 01111?11/#t!tn-7 /k &.lk tfi&. .li'hN ,¿; f',i:'~,{~. de 65 0 metros que fueron excavados en parte entre dos cerros. Francisco Arajol diseñó esta obra creando taludes revestidos de piedra, pero en la ejecución final se redujo la anchura del cauce a dieciséis metros, la mitad de la que había sido proyectada. ÚiL 'iCAL.tA *· !*··-- i"'·=---.r Anteproyecto de desviación del río ... J:····· ®. de Oro ..., Francisco Arajol y de 1 Solá, Melilla, 30 de enero de 1863, 44 x 66,5 cm ., escala de 1/ 50 y 1/ 200, SHM. , n.o 47 10/ 5, D- 1-16/ MEL-G5/1 8. ~ ~At .S..I,:'r-J,AT - ·-" -- @. t.:+.,. .. u........¡... .. \o.1..... ~........ 1 ..r;~l, ~ "-~ _ ..,.....,,:,":~ ..t ... ' mente comprendido por la calle Duquesa de la Victoria, el parque H ernández para desembocar por la plaza de España, junto a las murallas del Cuarto Recinto de la ciudad. Los ingenieros, tanto civiles como militares, de principios del siglo xx ya planificaron algunas soluciones para mejorar su cauce: construcción de avenidas arboladas, canalización del agua del cauce, e incluso (de forma premonitoria) hubo quien planteó cubrir el cauce formando en la parte superior una avenida 10• El río de Oro es todavía uno de los elementos q ue define la realidad de la ciudad, y está presente en todas sus representaciones geográficas, y mostrándose actualmente de continua actualidad. Notas Yus RAMOs, Raflocl, y CAno HERNÁNJ osé Manuel. Guia de la 1/a/ura/eza de la rtgió11 de Melilla. Melilla: Ayuntamiento, 1986; p. 41 -42. 5 MORALt~~ Y Mt:NtJtGUTtA, Gabriel de. Op. cil.; p. 294. Df:7., 6 C an a del Alcaide ele Melilla a S.M. de 29 ele noviemb re de 1677, Sl-!i\11. C olección Apa rici, Negociado ele Guerra, Lcg-,\io 2.398, fol 30. Escrita po r J osé f rías. 2 AGS. Neg. G uerra Antigua , T.e g 8 1; 2B folios. C a rta de Juan Andrca Doria de 4 de octubre de 15 76. ~ MoRAt.l'.s Y Mt:NDtotrn A, Gabriel d e. Efemh'itles y Curiosidades.... M elilla : Imprenta El Telegrama del Rif, 192 1; p. 294. 7 EsTRADA, .Juan Antonio de. Op. cit.; p. 491. B M O RAl.!·~~ M ENIJt GUTt A, EsTttADA, Jua n A ntonio de. Població11 Cmeral de España... lll, IVl adrid: 9 4 Imp renta Mercurio, 1748; p. 4 91. Hemos encon tnodo algunas referencias de h istoriadores e ingenieros (caso de J osé Herrera García en lll34) que pensaba n que 150 C a r t ografía h istór i ca de M el i lla Gab riel ele. 0¡;. cit.; p. 295 . el nuevo cauce era en realidad el an tiguo lecho del río y q ue en a lgún momento histó rico éste fue wponado pacientemente por los ataques fro nterizos. Esm opinión contrasta con toda la cartografía que conocemos desde el siglo XV I, ya q ue ésta rnucstra d a rarnc ntc t•l c-au<'C po r do nde siempre corrieron las aguas. Véase Ro DRÍCUE7. Puc ~:T, .Joaquín. "Los ingenieros militares en el urban ismo de .M clilla" . Aúlaba, n." 6 . Mclilla: UN ED, 1986; p. 33-34·. 1O SARO GANDARILLAS, Francisco. "Casi un río : E l río de O ro". C uadernos d e Historia de Mclilla, n." 1, Mclilla: AE.M, 19BB; p. 155 a 158. x. Los pilares de la ciudad moderna Melilla y sus límites L a situación de aislamiento a la que se veía sometida la ciudad de MeJilla a mediados del siglo xrx fue una realidad que todos sus gobernadores intentaron solucionar. La pervivencia en torno a las murallas de los anacrónicos ataques, sólo servía para prolongar larvadamente un estado bélico que ni España ni Marruecos querían man tener. Los contactos diplomáticos entre estos países fueron allanando algunos problemas relativos al territorio de MeJilla, sobre todo en relación a las agresiones que sufría la ciudad. El empe- rador o sultán de Marruecos admitía que la solución a estos problemas de inseguridad pasaba por una nueva definición de sus límites, por el establecimiento de una zona de influencia en torno a la plaza amurallada. Esta idea suponía de hecho el reconocimiento de los antiguos límites del siglo xvr y xvn y, con una perspectiva más lejana, de la propia impronta de la ciudad de Mclilla sobre su campo circundante o exterior. Desde 1844 ya se intentaba conseguir del sultán el reconocimiento de la jurisdicción española sobre los antiguos límites comp rendidos entre San Lore nzo, camino de los C amellos, Santiago, San Francisco y Horcas 1• Incluso en 1848 y 1849 el bajá del Rif determinó que así se realizaría, al admitir como buenos los existentes en 1643, pero esta propuesta no fructificó y no se llegó a concretar en ninguna actuación. Pa ra tratar de solucionar toda esta problemática e imponer su autoridad entre las cábilas de la región, llegó en 1848 al campo de MeJilla Muley Solimán, el mismo hijo del emperador. Éste asentó su campamento de tiendas en la altura de Camellos, a tiro de cañón de la fortaleza, tal como puede comprobarse en un minucioso p lano dibujado p or el ingeniero Antonio Torner; de su representación sobresalen, por su cromatismo y riqueza, los dibujos de algunas tiendas como la destinada a uso privado de Muley Solimán y la oficial donde se recibió a la comisión melillense (Fig. 84). 15 1 ¡' CROQUIS • DEL h t'lt7#tr!!d> f 1¡¿ ,&f'-.fhllllt f; "¿//J/fll'lff~l" d b7////.'ald .//{1 .w'Jw~· t~~t7/6'1l.i ~ ;{;, ..~l1/r, t %! ti'~¡! (71/t!llt M ú'tbz el /14? d/ olf ¿ G tt//ld d' ,6 a,/U~I C?'L- ~ ~ r,~~/11~" .ydz/~ll~/1'~ ~/&d t?!:l f?(J djJt;,/1/lxiA "/ j ¡. ' ~ ·· ,- .0~~ · ,· ¡¡j·¡ ~·.. : ·' ; ,.;:.· .. .. . ..... ' .. ., •.. • ...:... k • ... .. . .. . .... ¡.\ ' 0 '. ~ . .0' . ...--· , ' 4~.: .. ~t,.. ........., '. .•·· - 90. . ..·• . •:. ·... (.') ~ ~ ,¡, -~ ::f~ ...~.~::-.. .. ~ •. ~..... ífo. ~ ~- . 1 1' ' ,. - •• •.... ··~¡· '1:: '. Q ');: \ .J .~!¡ ..... t '· /J¡tíJ;¿ af d 1~ 14 rlc ..~~,K(J: ?4--- dhi;r: ~ .!JIJ. ElrLJCACIOR. ~· llio ,¡.,~ o,·o. ~. Alru¡•tt Eneuujo deL ll.io. 5. ~eL ~d. dr li\ L,ita. lt. :JcL. .~el . dr 'Thr,uct. 5. B.1teri.- ~d. ,{r S. Lommo. G. ~el. ~d. l'.tra los &n:os ljllf joiiiWilll en eL Putrlo. '1. Esmrlm..< ;}ti,, cU [~ Plr., r· )\ Tiene/a¡; cM Cnm¡uunento. a Man¡LW.~inns ele G1es J C:enell\11'$. Jo 'Hd.. ck Mule~-$olimnn. Jl Saln ~~~ 1"c reci~Lo la. ComisioJl d.t lA Plll.!4a 84. Este dibujo de Antonio Torner nos muestra la instalación del campamento del hijo del emperador de Marruecos cerca de Melilla en 1848, sobre la llanura de Camellos. Muley Solimán llegó al campo de vi!J,/ÍJ' PL1rda j Visla iJLierior Jr In. Sitl.l C. C;C1 Pra~fCciour.r rl( Lt rtnmt.xort cit. bt J1,fn . !O.~· Un• de l..t Mar~uesut.IS ele . .h;f ,h'/;..... Melilla para solucionar diversos problemas relativos a la seguridad de la ciudad e imponer su autoridad en la región . Torner nos ha proporcionado una precisa y bella imagen del colorido de las tiendas del campamento marroquí, que correspondían a la marquesina donde celebraba las recepciones oficiales y la destinada a su uso privado. También podemos ver el interesante perfil de uno de los ataques que rodeaban a Melilla por entonces . Croquis del campamento que Mufey Solimán, hijo del emperador de Marruecos, y sus tropas ocuparon a tiro de cañón de la plaza de MeJilla ... , Antonio Torner, octubre de 1848, 45 x 60,5 cm., sin escala, SHM, n.0 4681 /2, C-32- 7/ MEL-M1/ 13 . .. 85, El establecimiento de los límites del territorio de Melilla de acuerdo a los tratados internacionales, facilitó desde 1862 una nueva imagen de la ciudad en forma de abanico abierto que sería Las gestiones del hijo del emperador no tuvieron mucho efecto sobre el estado de inseguridad que rodeaba a la ciudad, aunque sí demostró el interés por evitar un conflicto que pudiera interferir en la delicada situación de Marruecos ante una Europa muy interesada por implicarse en los asuntos internos d e todos los países del Norte de África. No obstante, ampliamente difundida. El Ingeniero Jesús M." Piñar dibujó este plano señalando la primera demarcación la visita de Muley Solimán no sirvió para desahogar a la ciudad de los ataques que la rodea- llevada a cabo por los ingenieros José López de la Cámara y Francisco J. de Paz y Quevedo. trincheras y un fuerte construido sobre San Lorenzo. Croquis del terreno comprehendido ban; al año siguiente, la guarnición de MeJilla en varias salidas tuvo que destruir algunas No obstante, la situación ya no era la que había definido a la ciudad en la primera mitad del siglo; el mantenimiento del acoso bélico empezó a desmontarse lentamente d esde 1853, en los nuevos límites de Melilla, José M" Piñar, Melilla, 18 de julio de 1862, 40 x 47 cm., escala fecha en la que se firmaron algunos tratados locales de paz con las cábilas de la región de gráfica de 3.000 metros, 1/15.000, SGE, n. 0 163. guiente otros con Beni Bu Ifrur y Beni Sidel, para finalizar con el establecido con Mazuza Guelaya: en enero de 1853 se firmó un pacto con las cábilas de Beni Sicar, y al año sien febrero de 18562 . Esto no implicó sin embargo la finalización total de los problemas y roces, hecho que no tendría lugar hasta el establecimiento de un tratado internacional que determinara con precisión el territorio correspondiente a Melilla. Esta realidad se abordó en el tratado de 24 de agosto de 1859, donde M arruecos reconocía "el pleno dominio y sob eranía" española sobre el territorio necesario para su defensa y tranquilid ad, con el establecimiento asimismo de un campo neutral de quinientos metros a su alrededor. El emperador se comprometió al cumplimiento de este tratado ante el comisionado español, Juan Blanco del Valle, pero el estallido de la denominada "Guerra Romántica" junto a Ceuta y T etuán, paralizó la aplicación de los acuerdos. En el tratado de paz que puso fin a este conflicto (firmado en Tetuán el 26 de abril de 1860), se volvió a ratificar el acuerdo anterior; en el artículo cuarto se hacía mención expresa a la confirmación del territorio melillense, por lo que en el mismo año se iniciaron los contactos para establecer su delimitación 3• Estos trabajos tuvieron que ser realizados por técnicos especializados, volviendo a recaer la responsabilidad de la empresa en dos ingenieros del ejército. Esta fue la causa de la ll egada en varias ocasiones a M eJilla de J osé López de la Cámara y Francisco d e Paz y Quevedo, para iniciar los trabajos; aunque diversos problemas paralizaron los primeros intentos, pa ra j unio de 1862 ya se había asegurado el comienzo de los trabajos. Desde un punto de los recintos fortificados sería disparado un cañón cuyo alcance deten;ninaría una distancia que al ser tomada como radio permitiría determinar los nuevos límites de Melílla. Se eligió el a lcance de una bala de cañón de "a veinticuatro", con carga máxima y veintiún grados de elevación disparado desde el fuerte de la Victoria; la medición del disparo fu e d e dos mil novecientos metros, que empezarían a aplicarse a partir de la torre de Santa Bárbara (actualmente en la pl aza de España). Los ingenieros españoles, con diversos aparatos topográficos, fu eron colocando estacas en los diecisiete puntos que se midieron, formándose un terreno en forma de abanico abierto cuyo vértice estaba situado en la antigua fortaleza. 154 Carlografía hi stórica de M elill a .""1• ~~~~-__ ,_,_¿~ _.4¿~~ "')-t..Z...,t j_s_. .....................~ ••.t .a ............t< A___!li..¡.., ••"*"~ 2-\ll.,iJ_(I)~J,.. \le......,. 4-lll.-t.- Je.~.. B__.'ll..,..., ...~. u. c.__e.,_g~... J_ó'J.-.,.$- ~-c.:...­ G-6>,.1...'0-.i..it.., D.~>•J~•. E._C.....,bv -~-Gl;.,...ge.,_ r~qwi<Aoi~J.:.; -&s~o..M.":!?> . 3:~... ...,. H ,__eo,..)M h ; G..~... .. ~- e.,~..,.:.j, l~,-4 • • of...... ~ .L~(J;-"c..., M t RR A A N· f, o. r e.,. . ..,....._ 9lu.• :!/,;..., - - - -- L - _ G).J..,....... >N· f'""' ,~., ~ ~ ~ ~-• El polígono trazad o no fu e perfecto pues se tuvieron e n c uenta alg unas circunstancias como no dividir el cementerio de Sidi G uariach , ni afectar las tierras d e algunos j efes locales. El 26 d e junio se f-I rmaba e n Tánger el A cta de Demarcación de los Nuevos Límites de la Plaza de M elilla y su Campo Neutral, e n tre los citados ingenieros españoles Fra ncisco J. d e P az y Quevedo y J osé López d e la Cámara, y los militares marroquíes Si Ahmeel ben el Mukaelen , Si Abd -al-l ah ben Muh ammeel el Arbi Fennisch el ele Salé, Si Allel ben el H ach . Bil-lah el ele M ogado r y H ac he Muhammed Zuibar el de Salé". Esta acta tuvo que ser ampliad a a l año siguie nte p or un acuerdo relativo a la conse rvación de los postes-hitos que de te rminaban el campo de la ciudad ( 14· de novie mbre d e 1863). Lo s p ilares d e la ciud ad m od ern a 155 t.~¡ l, ( itCl:t~«. ~}Ji~ ..á-1'•'..1 Jt ' /,,F p ÚJ;u é"-<AH //m,"áJ ~:. :~.::-·:·.~-~~:~- :~:-::.;:~- :;: -~~::-~~~:~~·.~~=~-: ~:~::_~:·:::~;-~ Cl'-l. :; .:\~:: ~\--:..~: ~:;'7-~.~~-·;:·~:.\.~l:~. ~;=~·.:. . :·~:r:. 12:/&. un-..""'""'· ~~~·::~~.\:;~:::_·::··· ~~:~.-~:·:·::::~·~:~.:~:~Y· i:·:~~: ;~. : •ho.o H. ,.. ,,..,.,....,,.., \·•-• .........., ~.;:., 1 ~~~ u \ )<"'"" · ·• • •· • ·• ~\:....., 8. .., .....: ..\,, ,._¡\ ,,..,..\o, 1 1~.. . • .-f< • •• •• ; ' · ~,~UJ:J V."~ GJ-"?'~ .... • "',.· t .. r · r D ·v: <Y.1 ~ ft 'l'J•\, ~g¡;,•s .. ~ ' · __ /%.· ·,/-;( ~/. -;;..... . ·~· . .:._.--' r l 86. Este modelo de mojón de piedra era el que Francisco Roldán proponía en su amplio proyecto sobre las fortificaciones de MeJilla. Un pilar cuadrangular con varios relieves que representaban el escudo de España y el del emperador de Marruecos, con leyendas escritas que hacían relación al tratado: como su fecha y parte del texto. Proyecto de ensanche de las fortificaciones de Melil/a ... Mojones de piedra para los limites, Francisco Roldán y Vizcayno, Melilla, 1 de marzo de 1866, 48 x 64 cm, SHM, n.0 4703/16, D- 1-9/MEL-G6/16. Este territorio de Melilla, fruto de los tratados internacionales, fu e rápidamente representado por los ingenieros militares que desempeñaban su trabajo en la fortaleza. Uno de los primeros planos dibujados fue el que firmó J osé M.a Piñar el 18 de julio de 1862, reflejando el estado del terreno según lo acordado en el Acta de Demarcación (Fig. 85). Este ingeniero señalaba también la zona neutral que, sin embargo, nunca llegaría a establecerse y que tantas polémicas determinaría posteriormente. Desde este momento, la imagen de M eJilla cambió radicalmente, pues pasaría a ser percibida como un todo que aunaba la ciudad con su campo exterior, y que rompía definitivamente con una visión de plaza asediada y constreñida dentro de sus muros. La nueva realidad presagiaba el crecimiento de M eJilla que habría de producirse posteriormente, pero cuyas bases se estaban asentando en estos años. En los años siguientes se ejecutaron diferentes actuaciones que consolidarían el control sobre este territorio; ya vimos cómo en 1863 se redactó el proyecto de desviación del río de Oro, que sería llevado a cabo en 1871. T ambién comprobamos la forma como se preten- 156 Ca rtogTajía histórica de M elill a P LA NO - a.c/ C AMP~ ~XTERIOR ÜIMU (#IJ¡J )J*'I" t/ 1'.'\·.J{.u..-/til QE ME.LILLA rf.- , ,¡JJYI.t mi/iltt/'1'.< w. ~n;o.lr ~~~~n~ 11 A\~Hnñ•nw· E2!_i.e~én.. r-~--,.,.,,~,,~~'" .l.o ,W.,,.,.N!""I'I."I..If,,b .lroAw../(-~tlf- &J<f.,(" "-!f;; f:Cri~ 1 '1oo~~~o~...u~• "'r.. ......... s-, Ol.:.fi<J • . - ~t'"";/"'""l.''/,m f'l.11¡ttilt'!.·,titfwn.,, (1~··· .. ~ ,•- · ~· •••• ~ ,.. ,_ 1 l l ¡. ..... ,; ~)~ ·'1 (. 8 7. •• t / El que fuera maestro de obras militares, Alberto Suárez Lorenzana, realizó en 1890 este plano de MeJilla: en él ya podemos ver cómo estaban construidos algunos de los fuertes exteriores, así como el emplazamiento del futuro ensanche del Polígono y del cementerio del Carmen. La vega de Melilla había dejado de ser un espacio lleno de ataques y se convertía en zona de huertas (con una noria y balsa) y campo de instrucción. Por su parte, el río de Oro ya había sido desviado y en su margen cercana a Camellos (Tesorillo) se trabajaba una plantación de caña de azucar. Plano del campo exterior de Melilla, Alberto Suárez y Lorenzana, 1890, 160x84 cm., 1/ 5.000, SGE., n.0 171. PLANO IJlTI LA PLAZA DE MELILLA ~ ~ \1. ' '"'a'D uh.t.i.tt c.ou. ~t ó'ot~o·•• o. e~ l\.. O. d.¿ "' ~ o eiM. . . t~ a, l VMMte.Ái t ll,.,,_bu a. h \. ~'(Á~ M bB~\ """' (M.w\.cre~. . " ""'\0 ~ B~o. \ ¡i 1 --- i i \ ·, ¡; -~ i 'Jtolll. El¡,._.,,,,,,, ,. lh~- ,/,.~.H.•" :Y".-H.,,: ,.~, .-~ ~''!'""'"'"' ·""'":!"'"""~"''''''';""'" ,....,,....,._,':,¡, ,.,...J, • , f, , ,,,.,......,,, .J. . ,,.., .._,,,,, o'll'M•Ht.l , o aJ.tl,'.,/dl.a. Jo á, ,, e~. .,... A"'''~ ~"'""'"'' ,\& cJ'¿,.~'t <~• ! /tlfl U C...Jif,.., ,h C. ?11.. , . . .. ••MU .k! t;¡~' 1 88. Debido a la desaparición de día controlar defensivamente el terreno de los límites, mediante los proyectos de Francisco las estacas que se pusieron en el Arajol y el definitivo de Francisco Roldán y Vizcayno (1867), estableciendo una serie de establecimiento de los límites de Melilla en 1862, en 1891 hubo que torres y fuertes exteriores estratégicamente situados. R oldán realizó varios planos de M elilla durante estos años utilizando ya la nueva base realizar un nuevo replanteo de éstos, construyéndose los diecisiete moJones que dibujarían su territorio. territorial tras el reconocimiento p or Marruecos de los límites de la ciudad. U no de los más Frut o de éste replanteo fue el plano significativos fue el modelo de los mojones de piedra que este ingeniero proponía para seña- realizado por Eligio Souza y Juan Picasso donde lar las primitivas estacas colocadas para marcar estos límites. Cuadrangulares y con forma detallaban la mayor parte de los de pilar clásico, en la cara que miraba hacia Melilla figuraría un relieve con el escudo real accidentes geográficos y las obras realizadas en el campo melillense. Plano de la plaza de Melilla y su campo exterior con el polígono de límites demarcado en abril de ele Isabel II, y en la situada frente a la zona marroquí aparecerían tres medias lunas como símbolo del Imperio, así como el nombre en árabe del sultán; en las otras dos caras, R oldán proponía transcribir el texto del tratado. El inicio ele una nueva época empezó a generar una interesante sucesión ele aconteci- 189 1... , Juan Picasso y Eligio Souza, Melilla, 30 de abril de 1891, 66 x 97 cm. , 1/10.000, SGE., n. 0 173. mientos q ue aisladamente podían pasar desapercibidos, pero que tratados en conjunto evidenciaron cómo se iban asentando las bases de una nueva realidad. En 1863 se declaraba puerto franco a Melilla, dos años después se iniciaron diversas actividades ele exporta- ! 58 C a rtografía histór-ica de M eiilla 1 ción de granos y reses desde la ciudad, en 1866 se producía el Tratado de Fez sobre la creación de la aduana de MeJilla, en 1868 se prescribía sobre la forma de construir en la zona española, cte. La actividad diplomática no cesaría durante todo este período y los viajes del sultán de Marruecos y de sus hijos a la zona de Melilla no fueron inusuales. En 1871 lo hacía uno de sus h~jos, Mulcy Si Abd-Allah, que asentó su campamento al pie del cerro de Santiago, y entre 1876 y 1880 el propio sultán Muley H assan estuvo durante algún tiempo en la alcazaba de Zeluán. Mientras tanto el control sobre el campo exterior de Mclilla comenzaba a manifestarse con la construcción del sistema de fuertes ideado por Francisco Roldán. El primero que se inició fue el de San Lorenzo, cuyas obras se llevaron a cabo entre 1881 y 1884; posteriormente se levantarían los de Camellos (1883-1885), Cabrerizas Bajas (entre 1884 y 1886) y Rostrogordo ( 1888-1890). Estas obras transformaron la imagen del territorio melillense, ya que sirvió para· articular una nueva realidad que para 1890 estaba ya consolidada. Así lo representaba ese año el que había sido maestro de obras militares Alberto Suárez y Lorenzana; el campo exterior aparecía muy definido y controlado desde los fuertes que se habían situado sobre sus principales alturas, y también por la proliferación de hitos y mojones señalizadores. La vega de Melilla, anteriormente llena de ataques y trincheras, había sido transformada en una rica zona de huertas (con noria, balsa e incluso un cenador-5) y en un campo de instrucción. La precisión de las curvas de nivel y la señalización de todos los accidentes nos delatan ya un ,!)'):,..,.. ,./.,/ ··-~·• «rÑ'"" .., ;, N" ~ ~ ,,I'Xu.~ .ú .,4;..¿¡.,..,4. ~,-..,4...:,~ " u"')!--.; .4t' "''"''JI""-.-"''~ J''''/i.....J-....... -'-'• 1 ., , ¡ ...... ~ --$""'"'' _,r,¡;,_,..,h. J¡¡(,.A +--~.... !(,Y,,,_,. .V ,¿ ,¡, r,_...q.. 89. La denominada Guerra de "'"'"" " { .r..... ~ , 1'. / r .1/.Jt~,....., ...,... .e;..... A . -.<JI(,.-..- Margallo fue el detonante que puso a prueba la capacidad defensiva de los fuertes exteriores de Melilla. El perímetro de alcance de estas ""' .-~.s..~.......Jt.,A:... , J.t..V."Y-..... ...,· .....-« ··-· Y-·'-" ..¡., ... .,..... ~ ... ,~ fortificaciones fue reflejado por el ingeniero Rafael Melendreras en este plano al día siguiente de iniciar- 1 1 ,,Jr ;, se el conflicto; el espacio era planificado por entonces de una manera totalmente militar, ., ~­ ' 1 ,;' formándose en su territorio varias líneas o polígonos defensivos en previsión de posibles ataques. 1 l. ·-:.·. Plano del campo exterior de la plaza de Melilla, hasta los límites ,ho,.I,:V,, J A 1'-!·~A. ,.¡,/;.,( t(\..,--'-" -1'~ 4;~AÍ-~~~:;;~- jurisdiccionales y croquis del campo marroquí fronterizo, Rafael Melendreras y Lorente, 3 de octubre de 1893, 63 x 83 cm., escala de 1/10.000, SGE, n.0 177. 1. os pi 1a r es de 1a e i u dad m o d er 11 a 159 MEULLA Y SU CAMPO 90. Después de la Guerra de conocimiento real del territorio, superando definitivamente a la cartografia aproximativa Margallo se multiplicó la cartografía sobre Melilla. En este plano, se que había existido en Melilla hasta el momento. Pero en 1890 habían desaparecido algunos de los mojones que marcaban los límites, por indican minuciosamente las longitudes de los lados del polígono que forman los límites exteriores; la ciudad cambiaba y por esta causa se multiplicaron las defensas de los fuertes exteriores. El crecimiento lo que hubo que efectuar un replanteamiento de los mismos6 . En abril de 189 1 el ingenie- ' (que sería el primer arquitecto municipal ro militar Eligio Souza y Fernández de la Maza de Melilla) y el capitán de Estado Mayor (especia lizado en topografia) J uan Picasso fueron afectaba al nacimiento de nuevos barrios, como el Polígono, o al trabajo más seguro sobre las estableciendo junto a los representantes de Marruecos la reposición de estos mojones; los huertas de la vega. los diecisiete hitos que delimitaron desde entonces el territorio melillense de acuerdo a los Me/i!la y su campo exterior (1893- trabajos se finalizarían con la firma del Acta de Replanteo donde se fijaban definitivamente tratados internacionales firmados en varias ocasiones por España y Marruecos. 1894), sin autor (cuerpo de estado El 30 de abril de 1891, tanto Eligio Souza como j uan Picasso dibujaban el plano definiti- mayor), 1893-18g4, 45 x 63 cm ., escala de 1/ 10.000, SGE., n.0 176. 160 vo de la "Plaza de MeJilla y su campo exterior con el polígono de límites" (Fig. 88). El tra- Cartografía histórica de M elilla bajo se realizó utilizando un nuevo útil topográfico para asegurar la máxima fidelidad del plano con la realidad: el taquímetro Troughton. La ciudad había iniciado por entonces un lento despegue, proyectándose el barrio del Polígono, que en el plano aparece en construcción, así como los proyectos del cementerio del Carmen; pero lo más característico era la señalización de los fuertes ya construidos por entonces (Rostrogordo, Camellos, San Lorenzo y Cabrerizas Bajas), Jos que se estaban construyendo (Sidi Guariach y Cabrerizas Altas) y los que se proyectaban (dos en Reina Cristina, uno en Sidi Guariach y otro en Horcas). La comunicación entre todos ellos se efectuaba a través de una red de caminos y carreteras que fue racionalizando el espacio de acuerdo a las necesidades de MeJilla. En la teórica zona neutral, todavía seguían existiendo muchas casas del barrio Mezquita y de Frajana, la mezquita y cementerio de Sidi Guariach , la casa de Amar Guariach e incluso la alcazaba-cuartel de las tropas del sultán en Fr~j ana. Más allá se establecía la divi- soria tradicional por cábilas, rodeando M elilla de norte a sur la de Beni Sicar, la ·de Frajana, el barrio de Mezquita y la cábila de Mazuza. En estos primeros tiempos, la percepción del territorio de MeJilla era realizada desde una perspectiva puramente militar; en muchos planos se estudiaban las líneas de defensa de la ciudad y de sus fuertes exteriores, como realizaba en octu bre de 1893 el ingeniero R afael M elendreras determinando perímetros de seguridad en torno a los fuertes (Fig. 89). Melendreras dibtuó este plano al día siguiente del inicio de la que sería denominada Guerra de Margallo, que puede ser considerada como la última de las agresiones de los fronterizos sobre la ciudad (heredera por tanto de las producidas en los siglos anteriores), o bien como el inicio de lo que iba a ser la expansión española por toda la zona ·(circunstancia que la proyectaría hacia los conflictos del siglo xxf. li 1 A partir de este año, la ciudad y su territorio empezarían a cambiar radicalmente. En 1894 miembros de estado mayor (topógrafos) dibujaron un detallado plano de MeJilla donde volvía a figurar en lugar preminente los fuertes construidos y en ejecución, así como las carreteras que ya surcaban todo el territorio (Fig. 90). La orografla se representaba con curvas de nivel, señalándose también una minuciosa definición de los cursos de agua y barrancos, hecho que desplazaba definitivamente una larga etapa cartográfica determinada por la omnipresencia del río de Oro. En cuanto al urbanismo de la MeJilla extramuros, aparecía muy definido el ensanche del Polígono y algunos hornos que nos denuncian que el territorio empezaba a ser habitado. El control de la nueva zona de Melilla amplió y derivó el interés de la cartografia hacia el campo exterior a los límites, sobre todo hacia el cercano monte Gurugú. Desde hacía siglos este macizo montañoso no aparecía reflejado en la cartografía local, pero la expansión melillense iba a determinar un creciente interés por él. En 1893 Francisco Galbis (militar de estado mayor) se a trevía a dibujar el monte Gurugú con sus tres picos (a los que daba 800, 900 y 960 metros de altitud), parte de la laguna de Melilla e incluso la alcazaba de Zeluán (l•ig. 91). La información contemplaba algunas deformaciones producto de la Los jJ i 1ares de la e i u dad moderna 161 91 . El control sobre el campo melillense propició un nuevo interés por los alrededores de la ciudad. Este plano es la imagen que ofrecía un topógrafo de estado mayor (Francisco Galbis) sobre el Monte Gurugú con sus tres picos, a los que señalaba una altitud de 960, 900 y 800 metros. Galbis también dibujó las fuentes del río de Oro, parte de la Mar Chica y la alcazaba de Zeluán. Croquis de MeJilla y alrededores con el Gurugú y Mar Chica, Francisco Galbis, sin fecha (1893), 47 x 57 cm ., sin escala, SGE., n. 0 178. 9 2. El interés despertado por el conflicto bélico de Melilla entre los distintos medios escritos de España (caso de La Correspondencia de España), favoreció la publicación de algunos planos destinados a satisfacer la curiosidad de los lectores o para que éstos pudieran seguir más fácilmente el desarrollo de los hechos de guerra en sus diferentes escenarios. MeJilla y sus alrededores, regalo a los lectores de "La Correspondencia de España', sin autor, sin fecha (1894), escala gráfica de 3.000 metros, SGE., n.o 181. 162 Cartografía histórica de M elilla BULLA y SUS AtREBBD6RES. UE!l.\CCIONY Allni ~IS'I'H.H'II\~ ~e Calle Mesonero Romanos, 31 EL IMPARCIAL nJ¡\Illtm. Oü'J'UBim u~; 18\l~ I'I'CCÍU ll~l ¡lliliW CfJil ~1111111101~ l til ~la, acé~ls. LOS LECTORgs---:;,.~~:_=:__o:;. DE EL IMPARCIAL ~- ---~--• ::;:-_;:;."":""..:: • -::"· -·- PLANO DE MELILLA YSU CAMPO - • - --. ---~ PLANO OE LOS CONTORNOS DE MELILLA con los limites que convendría adquirir . <; ·~ ·-.'·• <l> ¡¡. r' "' >;' "' y ¡;;, ~~ "' ..: ~' 1 <>¡ 11 <l! ! ~ J. 1 1 1 f 1 -.: :.; ..,"'· 1 1 li 1 1 1 .... ~ lo, <'1 !1 .. ...: i ¡ 1 í ¿. ¡. \ \} l' 'TIPOGOAB,\00 Of l . n:Y e: "·"'""' l~p. d1 El IMPARCIIL, á1arg1 da1~~gd atrl8l i L os pilar es d e la ci udad moderna 163 93. Los periodistas que cubrían la información sobre Melilla utilizaban un amplio abanico de datos para elaborar los mapas que se publicaron en diarios como El Imparcial: planos de ingenieros militares, de topógrafos, datos de exploradores, sus propias comprobaciones, etc., lo que ofrecía un conjunto abigarrado de información siempre interesante para conocer el estado del territorio melillense en momentos tan cruciales como 1893. En este año la llegada de fuertes contingentes de tropa determinó algunas (y serias) transformaciones en su estructura defensiva y urbana. Plano de Melilla y su campo, y plano de los contornos de Me/illa con los límites que convendría adquirir, sin autor (El imparcial, tipograbado de L.R.Y e•, Madrid), octubre de 1893, imposibilidad fisica de penetrar en la región; ésta va a ser una constante que se repetirá en toda la cartografia española sobre la región hasta que se pudo efectuar un trabajo preciso sobre el terreno. El interés nacional sobre Mclilla empezó a crecer de una manera inusitada a partir de la Guerra de M argallo. Debido a esta contienda, la realidad de la ciudad fue presentada repetidamente a una gran cantidad de personas mediante la prensa diaria y las revistas, dentro de un ámbito revolucionado por el auge de los medios de comunicación escritos. Crónicas, gra bados7 , e incluso la incipiente fotografía, popularizaron a M elilla. Este hecho obligó a los editores de periódicos y revistas a trabajar con carácter exhaustivo sobre su realidad, así como a mostrar cartografia que permitiera a los lectores situar los acontecimientos que leían. Por esta razón surgió la que podríamos denominar cartografia de prensa, como el mapa de MeJilla y sus alrededores que La Correspondencia de España regalaba a sus lectores en 1894 (Fig. 92), o el plano de Melilla con Jos contornos de la ciudad que EL Imparcial proporcionaba en octubre de 1893 (Fig. 93), y con los que se conseguía transmitir una imagen de la ciudad con una intensidad que nunca había tenido hasta entonces. 58 x 37 cm. , escala de 1/15.000 y 1/315.000, SGE. , n. 0 179. Notas M o RALES y M P.NDIGlTI'IA, Gabriel de. Dt~tos pnra la Historia de lvft lilla. MeJilla: Imprenta de El T elegrama del Rif, 1909; p 194. 2. MO RAI.~:s Y MENDIOUTIA, Gabriel de. 0¡1. rit.; p. 20 1 a 2 13. 3. " Convenios y T ratados fi rmados entre Espaila y Marruecos para la demarcación de los límites tct'l'itoriales de Melilla: at)os 1844, 1860, 1862, 1863, 1894 y 1895". Trápona, n." 2. Melilla: AEM , 1988; p. 82 a 92. 164 Ca rtografía históri ca de M e ti tia 4 . Entre este grupo de militares ta mbién se contaba con la presencia de un ingeniero militar y de un técnico en artillería, con el fin de asegurar que el proceso fuera correcto )' dar· fe de todas las actuaciones. 5. El río de Oro ya había sido desviado y en el T csorillo existía una plantación de cati a ele azuca r. 6. l'O:'<CE GóMEZ, Adela A. " El término j urisdiccional de Mclilla". Trá¡mw, n." 2. Melilla: AEM, 1988; p. 93 a 97. 7. Véase la reflexión de l'AYN E, Stanley G. ÚJS militares y la política en la España conkm¡mrtínea. Ft·ancia: Ruedo Ibérico, 1968; p. 56 a 58. 8 Sobre el tema de los corresponsales gráficos, véase el trab;\io de U'rA NOI·: RAMIRO, María del Carmen, y UTAND E IGUALADA, Manuel. "Enriq ue Simonct y la COI'I'Csponsalía artística en la guerra de Melilla (1893)". Academia, Boleh'n dt la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, n." 77 . Madrid, segundo semestre de 1993; p. 189 a 24 l. xr. El interés regional a finales del siglo XIX E n la segunda mitad del siglo xrx se despertó en España un fuerte interés por todos los asuntos concernientes al norte de Marruecos, y más concretamente los relativos a la región del Rif que ocupa una gran parte de su costa mediterránea. En este ámbito está comprendida la región donde se asienta MeJilla, la denominada Guelaya o Kelaia, volcada por un lado a la fachada marítima que la hace entrar en contacto con otras culturas y pueblos, y por otra hacia un interior impenetrable durante siglos a cualquier presencia extranjera. A pesar de la existencia de poblaciones como M elilla o los peñones de V élez de la Gomera y de Alhucemas, que se situaban en esta costa, el conocimiento sobre la regi ón era realmente pobre. Los ingenieros españoles de estas plazas no tuvieron nunca posibilidad de recorrer el interior, y se contentaban con dibujar lo que podían ver desde la propia ciudad y sus alrededores, o las imágenes tomadas desde los navíos españoles que surcaban sus aguas. Este hecho repercutió en la cartografia que era incapaz de represen tar lo que no se conocía y había permanecido al abrigo de los estudios y mediciones topográficas. Lo inaccesible de esta región se convirtió en la principal causa de que fuera la última zona por representar de todo M arruecos; Jvlanuel Lombardero afirmaba que " una región permanece incógnita: el Rif. Ni la Comisión de Marruecos que [...] pisó materialmente gran parte del Imperio y lo llevó a sus documentos gráficos; nadie transitó por esta zona con tranquilidad para que sus informes fuesen lo suficientemente precisos y veraces, sin ser rectificados" 1. Este vacío de información no fu e cubierto hasta la instauración del Protectorado Español sobre Marruecos y más concretamente hasta una fecha tan ta rdía como la pacificación bélica del Rif llevada a cabo a mediados de los años veinte de nuestro siglo. Esta realidad determinó que la región de MeJilla y el Rif fueran las zonas menos penetrables ele M arruecos durante mucho tiempo. Los trabajos cartográficos españoles en África ,, 165 . . '.?· ··{' ,¡¡:·>' R ' .· 1 , I F \ 94. ' F ' La primacía de los planos franceses en la representación del Rif a mediados del siglo XIX era una se iniciaron realmente de una manera seria en la segunda mitad del siglo realidad. l:sta es una copia parcial del plano de Vicendon· Dumoulin, donde cartas de las costas rifeñas fueron obra de investigadores franceses como Arlet (1835) o se dibujaba el Rif y su costa pero el interior es totalmente impreciso y demuestra un desconocimiento absoluto. Plano de la costa de África entre la bahía de Alhucemas y el cabo del Agua, sacado del publicado en 1857 por el Depósito Francés de Cartas y Planos de la Marina, sin autor, sin fecha (1857), 47 x 61 cm., sin escala, SGE., n. 0 160. 2 riormente sólo se conocían las costas, pero nada del interior . XIX, ya que ante· En esta época las mejores Beaudouin (1848) que tendrían una gran influencia durante más de veinte años, y el plano de C. A. Vicendon-Dumoulin (1855); pero el Rif seguía estando muy mal caracterizado en ellos. Existe una copia española de este último plano, que representa la costa entre la bahía de Alhucemas y el cabo de Agua, con todos sus accidentes geográficos (puntas, cabos y bahías); el interior era el gran desconocido y sólo se señalaban los accidentes naturales perceptibles desde la costa: así aparecían los ríos sólo en su desembocadura (Bu-Azzu y el Kert), y las montañas eran denominadas de una manera extremadamente artificial (monte Barcaiztegui, Rabagliato, de la Silla, D abranches, etc.) haciendo referencia a personajes europeos o en otros casos a sus nombres reales (Gurugú y Kebdana). En el interior, tam- 166 C a rtog rafía histórica de M elilln bién se señalaba la división política en cábilas: Beni Oulitchik, Beni Said, Guelaia y Kebdana (Fig. 94} Durante esta época se continuó realizando diversos mapas, pero en todos volvían a echarse en falta datos certeros sobre una región que permanecía impenetrable al interés europeo por representar su geografi a. La descripción y mapas de Ma1'1'uecos realizada por Francisco Coello en 1859, mostraba ya las costas con un ap reciable grado de p erfección, pero el interior era un desierto de información, elem ento que se repetía en el mapa de Lalloz de 186 t l. En muchos de estos planos, la costa parece reflejar la imagen distorsionada de una muralla, de un obstáculo que protege un interior ignoto y aparentemente peligroso, lo que a los ojos de la cartografia lo convierte en irrepresentable y misterioso. En torno a esta idea se mueve el supuesto misterio del Rif: lo inaccesible de sus tierras (por desconocidas) y lo agreste de su paisaje, rasgos que fueron continuamente repetidos por toda la bibliografia y por autores que nunca lo habían atravesado. En esta época es cuando se forjan una gran cantidad ele calificativos sobre el Rif que son tan irreales como los planos que se levantaron de sus tierras, pero que permitían saciar la curiosidad (científica y divulgativa) en una época en la que España estaba ampliamente interesada sobre unas costas que distaban escasos kilómetros del sur ele la Península. El interés regional que mostraba España, fue una realidad impulsada por las necesidades de un nuevo sistema económico capitalista que se estaba implantando en Europa y que propiciaría la expansión en África y Asia ele países como Francia, Inglaterra, Alemania o Italia. Cualquier política ele penetración debía estar precedida por una campaña científica que fuera capaz ele clasificar las tierras, ele representarlas y estudiar a sus poblaciones, porque el conocimiento es un soporte imprescindible del poder. Por tanto los planos sobre la costa rifeña se fueron sucediendo dentro de las pautas que hemos descrito; en 1870 se dibujaba un m apa desde el cabo Milonia (Argelia) hasta punta Pescadores, tan deformado como minucioso en sus detalles descriptivos (Fig. 95); toda la zona se dividía en tres provincias: la del Garet (que comprendía la Alcalaia o bajalato de Melilla), el Riff y Abach. El Garct estaba dividido en las cábilas ele Beni Sinassem, Beni Busién, Quebclana y Alcalaia; esta última se dividía a su vez en Beni Sidil, Beni Mazuze, Beni Sicar y Beni Bullafar. La provincia del Rif comprendía las cábilas de Beni Bullajeit, Beni Urich, Beni Said, Beni Bullarol, Temezana, Beni Buriega y Bocoya; y fin almente había cábilas que no aparecían asignadas a ninguna región concreta, como Beni Bufraj (entre el Rif y Abach), Mostaza y Altigua. T ambién se indicaban las p oblaciones como Uchda y Teza, así como los lugares donde había árabes, lo que parece indicarnos que el autor asumía que toda la región era de origen tamazight. Pero prioritariamente este plano representa los accidentes costeros: las calas (Gitanos, Castillo, Galeota), puntas de curiosos nombres, o desembocaduras ele ríos como el Muluia o Milonia y el Guis. El in t er é s re g i o n a l a .fi n a les de l sig lo X 1X 167 95. Este plano de 1870 es una representación muy minuciosa, pero a la vez deformada, de la costa norte de Marruecos. El dibujo divide la zona en tres provincias: Garet, Riff y Abach, estando Melilla situada en la Alcalaia, dentro del Garet. Las subdivisiones políticas fueron señaladas con cierta precisión , y se enumeraban las distintas cábilas de la región; así el Garet comprendía las de B eni Sidil, Beni Mazuze, Beni ... ··... Sicar y Beni Bullafar. El plano también tiene gran valor antropológico al reflejar la existencia en algunos lugares concretos de árabes, lo que parece indicar la existencia habitual de población tamazigh e n la región . Pero los detalles principales se centraban en la descripción de los accidentes ....··· geográficos costeros, hecho que la asemeja a una carta naútica / ..,.·· ! tradicional. ¡ Costa del Norte de Africa entre el cabo Milonia y P unta Pescadores y río Alamos, sin autor, sin fecha (1870), 75 x 50 cm ., sin escala, SGE., 168 n.o 166. Cartografía histórica de M elilla 1•...4···· ~ .--~·······"· · ··· .. N" (E. ' .¿~_~:~r_.~"ii-;)-Cro,~l • loll~ Q:o~ h tFA~•~•.~ a. c~. io r~~·uld (I•'J.',.., , , ,..,.,, ,. , ... \~OJ ~j.h•1 ~1o ·:........ .,.,., ¡,,.,.,..,. ,.. , ¡ .,~ ,..,,l.,co l~"'•.f""'·'r-• Nor<!....l ~=\'·¡ __, . , ·wo ..... ~ 1 ' tD - - o _,.,...... ---:..:"::::::.~. Ch.&1n '-bJobolt1 Mo•ult }~tr';L ·'V'J: x ;... ~·- .....-. .. -... ,.,J,'....""'-',u/1-#f#¡/' ...,,t>.Jo?"''F ·¡ ~· ..···-- "Y/""<.,.,.......,......,..:t. ft.• ,.~, .o( ,..,.u. ......los••• 11t "hur• ~• u Jero ll1bc ..c~uru'o ~'0..6d !(; , H~'of. ,~,¡· (J. K t<f'"! ~ ~~-==~ ...d. Chor... , "' :---"'>C::=--~-­ Dj-1!-tnl ~.~g<>Ge~ ~.,..-,~~"'\. ,..-c-.::-.~c.:.-::..~~.. .~.&.~;.lii,NJ}.O' \:). {ZU>:I<'$. '.l J~.::--~.:.::::::d:-s~ ,\[,.,. •(}. ::.;:_, -··z- e ~~~ 11. 11"~-" ;\! ~~/.,:~~ r.,.w,,..,""'"" t ro-. .. t d•••¡"' ..,..,•9••1!•1<• Iti néraire M•.;r•C· ').1=~~:.:;~~~----..A~~ ~~~~-~:~:§1~~~t;;: ~.r,,..,,..,.lill,iNo <lthlolo•~'\I (IMo~~r..,~ Cl<ol"l TELEMS.ÁN AMEL.iLA. ]Hit'Jl,]QYC.)'.I'Üll' :u M11i - 10 Juin 1886 ~~~~)\. . ,1i,·t~,¿~ . :5~~~~- ,!,,, q¡,.,.,,.~. ----~--·· ·---·-- ,;,~"'-=======ºL..=======""==== 1Kov~l1 o\~'foh;l 1~. Estos trabajos, tan interesantes como imprecisos e inconexos, fueron el precedente del inicio oficial y continuado para levantar el plano de todo Marruecos. Este proyecto se inició en 1882 al nombrarse una comisión de dos oficiales de Estado Mayor para realizar los trabajos; los oficiales elegidos fueron Ramón Jaudenes y Eduardo Álvarez Ardanuy, que iniciaron sus apuntes sobre itinerarios topográficos y descriptivos, dibujando diversos planos y croquis de las poblaciones por las que pasaban. Con ellos se iniciaba, en palabras de Manuel García Baquero\ la verdadera geografia de exploración sobre Marruecos, ya que estos militares no podían disfrazarse o ocultar sus verdaderas intenciones para efectuar levantamientos topográficos a la vista de todos. Hasta 1900 habían realizado ocho viajes de exploración y dibujado unos cuarenta itinerarios descriptivos de gran valor antropológico, alguno de ellos por el sur de Marruecos (concretamente al Sus y al Nun para ubicar Santa Cruz de Mar Peque- ña); pero de nuevo ninguno de sus trayectos y viajes recorrió el Rif, y por esta razón cuando el Depósito de la Guerra publicaba finalmente, en 1905, el mapa del Norte de Marruecos (1/500.000), esta región norteña sólo se conocía a través de informes indirectos y vagas ..,, ' ) 96. El aventurero francés Henry Duveyrier realizó en 1886 el recorrido de Tlemecén a Melilla, escribiendo diversas notas personales que sirvieron para realizar este croquis y sus perfiles . Es un itinerario que permite tomar notas de lo que se ve en el camino, dej ando el resto del territorio en blanco, por lo que presenta muchas imprecisiones. No obstante es de gran interés, ya que sitúa pueblos como Segangan , Nador o lseluan cerca de Melilla, ciudad que aparece reflejada con errores. ltinéraire de Te/emsan a Melila, par H. Duveyner, 30 mai-10 juin 1886, J. Jamsen, 1886, 32 x 48 cm ., escala de 1/360.000, SGE. , n. 0 169. referencias, lo que significaba que los errores e imprecisiones eran inevitables. Las expediciones y recorridos por el Rif fueron realmente escasos debido al carácter de sus moradores, poco apto para que los extrajeros penetraran en su tierra. A lo más, algún El interés regional a finales del si glo XIX 169 97. El ingeniero militar Francisco Roldán realizó este croquis sobre EL RIFF parte del Rif para La Correspondencia de España. La geografía es totalmente aproximativa y lo único que se •.fiu IfabiútJ' determina con cierta precisión son y camÚttM'?.TVXtllltJJ' t.T ./t/ehlla. los caminos y principales vías de comunicación de la región. Roldán recogió estos datos durante sus estancias en la ciudad , y para dibujar el plano aprovechaba el interés de las publicaciones periódicas españolas por el Rif a finales del siglo XIX. El Riff sus kábilas y caminos próximos a MeJilla, Francisco Roldán, sin fecha (1890), 24 x 26 cm., sin escala, SGE. n.o 172. explorador aventurero pudo atravesar con protección y salvoconducto (cuando no disfrazado) la región, caso del maestro de obras militares AJberto Suárez Lorenzana en 1890. Consecuencia de este viaje, Suárez realizó un plano del llif5 y un itinerario a Taza y Debdú, y enviaba sus croquis a la Sociedad de Geografia Comercial de Madrid. 9 8. Una de las funciones del Depósito de la Guerra a finales del Otros planos y trabajos fueron ejecutados por el francés H enry Duveyrier, que reatizó un itinerario desde Telemsan (Tlemecén) a Mclilla, desde el 31 de mayo al 1O de junio de siglo XIX fue recopilar toda la 1886 (Fig. 96). Duveyrier tampoco penetró en el llif, pero sus datos sobre la zona de Meli- cartografía existente sobre España. lla son interesantes6; el mapa fue dibujado por J. J amsen y era el característico itinerario Por esa razón allí se guardaron muchos planos y croquis relativos a Melilla y la región rif eña, como éste realizado por un ingeniero militar que representaba las "supuestas que marcaba los accidentes y lugares que podían haber sido comprobad os por el viaj ero, quedando el resto en blanco. Junto al mapa dibujó treinta perfiles (incluso un croquis de Charles de Foucauld) de montañas y un pequeño plano de MeJilla lleno de imprecisiones 7. fuentes del río de Oro", o un Entre 1889 y 190 1, el marqués de Segonzac sí llegó a atravesar el llif al recorrer la impreciso macizo del Gurugú al que le faltaba una de sus alturas. El perfil de la costa es más aproximado, pero el interior del cabo región desde Fez a MeJilla por el río Kert y desde MeJilla a Uazzan a través del valle del Uarga, dando precisos detalles al respecto. Otro explorador posterior, Gabriel Delbrel, Tres Forcas es un desierto gráfico. también consiguió representar otro itinerario desde Uxda a MeJilla, recogiendo en detalle Plano de la plaza de Melilla con su un mapa de la Guelaya y otro general del norte de Marruecos, ambos llenos de errores. campo y croquis del monte Gurugú, De nuevo Melilla se situaba como centro de una región absolutamente desconocida. En S. Martínez, 1893, 70 x 126 cm., 0 escala 1/40.000, SGE. n. 175. 170 1890 el ingeniero Francisco Roldán había proporcionado a La Correspondencia de EJpaña un Cartografía hi st órica de M elill a 1 .¡ J'- lj /J J( j ~ J 1 :/ j ,.l / f i l > j ~ jr croquis del Rif con sus cábilas, donde señalaba los caminos y rutas que lo atravesaban; estos datos fueron extraídos de noticias orales y referencias que Roldán pudo recopilar durante su estancia en Melilla, puesto que nunca llegó a conocer personalmente el territorio (Fig. 97). En 1893 otro ingeniero del ejército realizaba un plano más preciso de los alrededores de M elilla; esta representación comprendía el cabo T res Forcas y el macizo del Gurugú, y el autor hacía gala de sus limitaciones geográficas al señalar sobre el plano "las supuestas fuentes del río de Oro", sin posibilidad por entonces de comprobación sobre el campo. El problema de la falta de "avistamiento" sobre la orografia del Gurugú le hacía ver dos cum-' bres y no tres como tiene realmente, o dejar en blanco la geografia del cabo Tres Forcas, aunque señalara con cierta precisión su costa (Fig. 98) . La mayor verosimilitud a finales del siglo XIX no la ofrecían ya los croquis de los inge- nieros militares que habían copado la autoría de la cartografía melillense desde el siglo XVI, sino que era en estos momentos una tarea de especialistas en topografia afectos a la Brigada Obrera y Topográfica del Estado Mayor. En 1894, J csús Coloma, Francisco Fernández, Luis López y Ramón M orera ejecutaron un preciso plano de los alrededores de Mclilla, que comprendía las estribaciones y cumbres del Gurugú, así como parte de la laguna de Melilla (Fig. 99). El plano denotaba un mayor interés por los accidentes geográficos pues se distinguía cromáticamente la altitud del Gurugú y los cursos fluviales de la zona aparecían muy resaltados. En este plano encontramos muchas denominaciones interesantes, ya que se daban los nombres originales de muchos lugares del entorno melillense como Bja r Mesiá (la laguna) o Adrar Sidi H amed el H adg (Gurugú), el lugar donde se situaba la sepultura de un santón y una mezquita (Salha). No existía ningún poblamiento en la zona de Beni Enzar (muy pantanosa), y los poblados marroquíes más cercanos a Melilla estaban ubicados por encima de la mezquita de Sidi M oham med (Zaruala) y en el valle de Frajana, lugar donde se agrupaban varias fracciones (Aoteta, Amazan a, Mars dial Bogafar, M ars dial Sammar, ] achina y Tala ntilud), etc. Muy parecido al anterior, aunque era un croquis más simple, es otro plano de la misma fecha; la medición de las alturas del Gurugú se había determinado por intersecciones y todo su terreno circundante se marcaba por leves trazos que de nuevo denotan un p rofundo desconocimiento sobre el lugar (Fig. 100). Estaba claro que para una representación correcta de la región era necesario una exploración seria de su geografia y eso no fue posible hasta que se inició la imposición material del Protectorado Español sobre Marruecos, con las campañas militares que dieron el control real sobre el territorio del Rif y la Guelaya a España. El año 1909 fu e absolutamente determinante en la historia regional; esta fecha corresponde al inicio y final de una de las campañas militares de más hon do impacto en la conciencia española: la guerra del Barranco del Lobo, que fue uno de los detonantes de la Semana Trágica de Barcelona. Al margen de los acontecimientos bélicos, hay que subrayar 172 Cartografía histórica de Melilla \l PLANO DEL CAMPO EXTERIOR DE LA PLAZA DE MELILLA ---~ ll'V6€JUÍS cle i'U s a1vfl€ifldetres • ..........._ N·~;o.;~ ,_ "~-"'~ A~ :. .....t-.6~~ que España fue a la guerra sin conocer realmente la topografia del monte Gurugú, y que su gcografia quebrada fue uno de los principales escollos que encontró el ejército español para desplegar sus unidades sobre el terreno. En 1909 no existían planos fiables de la región, y la cartografia que se utilizada resultaba parcialmente inútil para desarrollar las operaciones militares, ya que era imprescindible para ello una gran precisión. 99. El monte Gurugú es el protagonista de este plano realizado por cuatro oficiales de estado mayor en 1894. Los detalles y sombreados con los que se refleja la orografía no esconden que muchos detalles son imaginados ya que no Los medios huma nos que se desplegaron en la zona durante la guerra, permitieron la llegada a MeJilla de numerosos efectivos del arma de ingenieros y del cuerpo topográfico; estos profesionales realizaron rápidamente una cartografia de campaña que sirviera de soporte logístico a los avances de las tropas. Ante la imposibilidad de controlar las estribaciones montañosas se utilizó un sistema realmente eficaz para conocer la orografia del Gurugú: la vista en altura; para ello se efectuaban ascensiones en globo desde MeJilla, hecho que proporcionó un punto de vista muy elevado que facilitaba a los ingenieros la ejecución de planos y de vistas panorámicas. Finalmente estos planos propiciaron el desarro- se había efectuado ningún trabaj o de campo sobre la zona. Sin embargo, los avances en topografía sí posibilitaban una percepción global y aproximativa de la región. Plano del campo exterior de la plaza de Melilla y croquis de sus alrededores, Jesús Coloma, Francisco Fernández, Luis López y Ramón Morera, marzo de 1894, 68 x 94 cm. , escala de 1/20.000 , SGE., n. 0 184. llo de las acciones bélicas, al poderse planificar tácticamente los avances. Hl i 11terés regi on al a fi n ales del siglo XI X 173 1OQ. El control definitivo sobre todo el territorio melillense propició a continuación la curiosidad sobre C!fH!J ij !iH S A ijj UHJl su entorno regional. En este plano podemos ver una Melilla ya muy ( !lll ~·U IJD ~.. ~: Ml ~:N TAID,~ ® bien definida geográficamente, tlrlfdiiiiO inserta en una región que todavía del ca mp o cx i<'I'Íoi'IIP 1\ldilla. era una desconocida por lo abrupto -.t);..--- -- de su relieve (Gurugú). Croquis '·. a ojo complementario del plano del campo exterior de 1 MeJilla, sin autor (cuerpo de estado mayor), 1894, 106 x 107 cm., 1 escala de 1/20.000, SGE. n.0 182. .. 1O1. El desarrollo de la guerra de 1909 permitió un conocimiento real sobre la zona circundante a Melilla, concretamente el macizo del Gurugú que aparece ya muy bien representado en este plano de la Comandancia de Obras de En este año de 1909 vieron la luz un gran número de representaciones cartográficas relacionadas con la expansión regional. Destacaremos un plano donde se contemplaba ya el trabajo de campo porque comprendía parte del territorio ocupado militarmente en los años 1909 y 191 O; en él se observa una gran minuciosidad tanto de la zona de Melilla como en las estribaciones del Gurugú, cuya orografia se reflejaba a través de sombreados (Fig. 1O1). Melilla. Las estribaciones De 1909 era también un croquis del teatro de operaciones dibujado por el cuerpo de montañosas y lo quebrado del terreno no impiden un reflejo ajustado, fruto del trabajo de campo directo que fue favorecido por la ocupación militar de la región. La instauración posterior del P rotect orado Español sobre el Norte de Marruecos daría lugar a múltiples trabajos topográficos que estado mayor (Fig. 102). Es importante efectuar la comparación entre este plano y los que conocemos con anterioridad del cabo de Tres Forcas; la minuciosidad geográfica nos ofrece una orografia complicada pero que ya había sido desentrañada con detenimiento por los trabajos topográficos propiciados por el control real del territorio. Melilla había dejado de ser el centro de interés y España iniciaba una política de penetración en la zona norteafricana que sentaría las bases de su acción en el Protectorado hasta el año 1956. Desde 1909 los avances en cartografia fueron sucediéndose con gran rapidez, debido a finalizarían en un mapa general del Protectorado a escala 1/ 200.000. Plano de MeJilla y parte de su territorio ocupado en Jos años 1909-1910, sin autor (cuerpo de estado mayor), 1910, sin escala, COml. s/ rf'. impulsos de los avances militares que permitían la "apertura" de una región que se había resistido tenazmente a la representación gráfica. Posteriormente, la campaña de 1911 favoreció una nueva penetración hacia el oeste, llegándose hasta el río Kert. Paralelamente se iniciaron los planos geológicos y mineros, que ocuparían un interesante capítulo de la cartografia histórica de la región. Ejecutados por geólogos e ingenieros de minas, representaban el interés del estado y de varias compañías privadas por las riquezas mineras del subsuelo. 174 Cartografía h i stórica de Melilla 111W0 /" ' DE y PARTE .DE SU ,, TERFf/TORiO OCUPADO l ' El interés r egional a finales del siglo XIX 175 r>- 'O S t.. 'O ~ ..) p... r>- e " P-< \) \"\ \ R e ~ p... G EN CUERPO DE ESTADO MAYOR CAMPAÑA DE :JCiuliu ------<•- .,.. 19o9 ·- ,:: IJ.t•cu• <: lüq•li••:u •iún . {iu nrtnhrns. Si4nmo -.... l'UI I\'I'I I t' i l l l l;! lt•M, tñrn•/fiiYt .l~~ll /}t'II, I \.7T'WI .1'fi• r;.,.,''""" lrM At'flitf ,J(,,,¡,., Ttitftttl ~-~ljtt ldfüm littfht Antlw (11/ÜUi , liruusi:flk!J't":fa ib'tth~ llurrlor. K111titr1 At'tt/1,. /úm;¡., ; .~t1HIIItU1ol l~t.: .Vttl'll' .Jfi~cww. N,wlf" ,1/iua.v. U~td Ara/u ; :up•ulnvdrlmúm•. Antlu• Jr!itr liuuillt' tltlr't'lt'J'd. (;.,uin" ,¡.. lunwdmu Ff' fdmp.>l.l::~paiwhl tlfüwrrUII.f X ·'!']ttj/i~d,ltr ~n.IJtlll A1oi Adrtll' l.nuitf. Nandu . Af,')l'l'JWY'tft{,ftllÜNif Slfll/11 ,l(lllt(ltl: Amlrtt lj.,.,,,.:h\l'llilt .'lifja Xrrl'l'fi i U 'rl /(ic•JimrT'Wit1', /),nu • Á~t/Jhfl . "''t/Jt' lltU•,pi. IJim• ~ll'tt/Jt• Sok . S••J· Am/!11 .lll'IW({ior; f ',o¡.¡n , /titr't'/;• jJI'I'ItfOIIl'/1 /o•. tÜu tlncbt' Nm1lt' Sr{'!u .l'c•,ljlt },¡~'/IUW . / M/~r dc•. ,;,,,.,r. 1Ü2. La Campaña militar de 1909, conocida también como la Guerra del Barranco del Lobo, se desarrolló en lo alrededores de MeJi lla. El monte Gurugú fue asumido en estos momentos como un símbolo de amenaza sobre una ciudad que había iniciado ya su crecimiento urbano. La representación minuciosa del cabo Tres Forcas y del macizo del Gurugú nos permite vislumbrar un control real sobre el territorio, lo que facilitaba los trabajos topográficos . Finalmente, el conocimiento gráfico de la región fue una consecuencia de la finalización de las acciones militares, hecho que permitía abrir su geografía a la 'mirada" europea. Croquis del teatro de operaciones en MeJilla. Cuerpo de Estado Mayor, Campaña de 1909, cuerpo de Estado Mayor, 1909, 65 x 89,5 cm., ,, ' escala 1/ 50.000, SHM., ./ n. 0 4713/ 5, C- 1- 19/ MEL-G4/15. Finalmente, la expansión española hacia el corazón del Rif, ya pasado el río Kert, chocó con la oposición de los rifeños que impidieron durante algunos años la penetración militar de la potencia colonizadora; esta situación duraría hasta el final de la denominada Guerra del Rif, en los años veinte, cuando se consiguió la conquista definitiva. Todos los planos y mapas que se realizaron desde el período 1909 a 1927 han sido calificados como cartografía de guerra, y desde esta fecha se iniciarían finalmente los trabajos cartográficos regulares sobre la zona. Sólo desde el año 1927 podemos decir que el Rif abrió sus tierras al conocimiento gráfico que proporcionaba la cartografia, y lo tardío de este acontecimiento ilustra claramente sobre las dificultades que se tuvieron que sortear para conseguir una representación largamente anhelada. Notas I Al~IIIANilENO VH:~:,.-n:, ~ l an ucl. Citrso .wlm Ajiim Fs¡l(u)o/a, r:arlttw'f!!ia dtl Ajrira I\Jfmt111111. rmtfmtwitt ru la Rml Sl)('itdad Gro.~rr!fim rl 7 dr lllf!J'O tlr I!N5fJOr. .. .\ lad 1id: Dirc·<'ción Genera l de ~la rruccos y Colonias, 1!J'I"I-1 !!15; p. 1:l. 2 l~ \léanse los períodos en In can ogralia regiollal establecidos poi' <'Sh.' autor t'lt G A I<<:ÍA BAQ\/EIW y S AINZ IJE V! t:I >Ñ A, ~l anud. Mannel. 3 Para l'Onsultar otros planos de esta iv oca, \'\'ase la nhra de Vu "\R, .Jua n C:nrlogrn.fín hi J tór i r n dr ¡\f el ifla Hisfiimiro.< dr ¡\fmmrros, s(~/os .1'1'/-.1'.1'. ;\'ladrid: IC MA., 1992; p. 298 a 30:). (; ,, H.d A BAQliEI~O V SAI ~Z DI·: Vt C l l~;\, ''( :artogralia 111ilitar Ali·irttlla· Espa iiola". l lnhii'O.I' rM luslilulo dr F.s/udio., ; !Jiirt/1111.\, XX, n." 30. :Mad rid: CS IC:, (1967); p. 21 a 1f9. 178 BaLHisla. Mllfm.•, filmms )' fori!fimrimlr.< 5 Op. r'ÍI.; passi m. l .o ~I I!A I< DERO Ylt:E"TE, ~ lan ud . 0¡1. ril.; p. 23 y 2:). 6 !JuvE YIIIER , llc nry. " 1JI última pa rle ck scoJHJcicli• drl liw ral nH'ditt·rr{,¡u·o. El Rif'. !JoltiÍII dr la Soritdad Gro.~rr!fira dt ,\ladrid, l. 28. ~ la d rid, 1390; p. 5B a 75. Desconocía rca lmcnlc la región y sobn:· su g-co~ralia apunLaha: ' ' S<.~ die(' qtt(' la:; montaiias dd Ri f' son fi'ias y estún {·uhi,Tt a~ ck hosquc:;", apoyúndmw en ,.,,,. p11111o il'll d II'XIO rld si¡.:lo X\'1 (¡.. .Juall 1A'Ún d i\(i·icann! Hcnry. "1) e 'l'lt-mscn a .\'iclilla en 18!!6". llolelin de la Soárdrrd Geogrrfjicn dr Aladrid. tomo 25, st'gundo SC I11 1'Sli'C dl' 1893; p. 26+. D uvEYR IEI-t , ,, El crecimiento de una ciudad moderna XII. Melilla en los últimos cien años / L a demarcación de los límites de MeJilla en 1862 fue el principal antecedente que posibilitó la construcción de la ciudad moderna; y podemos decir que el inicio de esta nueva realidad urbana empezó a vislumbrarse desde el mismo momento en que se planificó un barrio extramuros: el proyecto de ensanche del Polígono en 1888. A finales del siglo xrx la ciudad iniciaba un crecimiento (primero lento y luego vertiginoso) que llegaría a transformar radicalmente todos sus parámetros, dando lugar a la aparición de una urbe moderna. Este hecho tuvo lugar en un contexto histórico marcado por la expansión española por todo el territorio norteafricano, llevada a cabo mediante el ~. establecimiento del Protectorado Español sobre el norte de Marruecos, de acuerdo con el Tratado de Algeciras de 1912. Para Melilla se abrían nuevas perspectivas por su posición estratégica sobre la costa norteafricana, y desempeñaría por ello un papel privilegiado en el nuevo marco de relaciones internacionales que se establecería en los primeros años del siglo xx. Sus recintos amurallados, que habían caracterizado durante siglos la estricta lógica defensiva de una ciudad fortificada (Fig. 103), se veían ahora ampliamente rebasados por nuevas circunstancias; por esta razón, el campo exterior y las fronteras de Melilla, ámbitos tradicionalmente ofensivos y lugar desde donde habían procedido hasta el momento todos los ataques y asedios sobre la ciudad, pasaban a desempeñar ahora el papel de potenciales mercados abiertos a la penetración económica española. La Melilla fortificada daba paso a una ciudad moderna, a una realidad urbana diferente que debía cambiar todos sus parámetros para desempeñar una nueva función; esta función iba a estar determinada desde ahora por su carácter comercial y por el papel económico que le tocaría desempeñar en una amplia región de la zona oriental del Protectorado. Lo más interesante de todo este proceso fue la rapidez vertiginosa con la que se llevó a cabo, '\ 179 L O S S l ' C 1~ S O S O 1~ 1\1 E L 1 L r \. J S T A EL «ZOCO» Ó G 1~ :-1 1•: J~ A l. 1) E ~1 E J. 1 L [. 1 ~l El<C A DO DE J.A POOLAC I ÓN . (F otografías di rectas, fac ilitadas por ci cnpiu\n dé c nl: alk ría, iltJstrado nfricl~ 1 1 103. Estos tres grabados muestran diversas imágenes de la ciudad amurallada de Melilla en 1893, y fueron publicadas con motivo del interés suscitado por la Guerra de Margallo a nivel nacional. La ciudad antigua se componra de cuatro recintos amurallados cuya disposición puede verse en el dibujo superior, avanzando por la zona del Llano y por la altura de la Alcazaba. En los dibujos inferiores puede distinguirse la parte interior del Muro X (proyectado por Francisco Roldán) utilizado como mercado y la Comandancia de la ciudad , situada en un edificio junto a los aljibes, uno de cuyos brocales puede verse en el dibujo. Los sucesos de MeJilla (dibujos extraídos de fotografías facilitadas por el capitán de caballería, ilustrado africanista, don José Alvarez Cabrera), "La Ilustración Española y LA C O~ I A:\11.'\:-I C IA GE~EI~AI. Americana', 1893, 27 x 37,5 cm., DE LA PLAZA. Archivo particular A. Bravo. --~ .::.....-.-..J..P _ .,......,_ ~.~~ \ltl CAMPO DE ME¿ ~Ü'' . . ,. 1[¿4 CROOUIS OE SUS CONTORHOS formado con los datos conoc1dos hu ta el dlil "' ./f1,.,~11 · !tJn, rf:,fittort ypu~Uuii<:~¡Mr lA ILUSTRACIOK [SPANOLAYANERICAHA . ... 1 ·~ ,. ... ,_ ... "' ... .... .... ... ,.. ,.. ........ }< 1 ..~ .!/(( ifl /f < . X .,__ . ~ 104. Este dibujo de Eduardo Lucini corresponde a la serie de planos publicados con motivo de la hecho que contrastaba con la lentitud apreciada anteriormente en la misma consolidación de sus murallas llevada a cabo durante siglos. Pero al mismo tiempo, este crecimiento se produjo con un sentido de orden, que con- Guerra de Margallo, pero fue retocado posteriormente y muestra la primera expansión urbana de trastaba abiertamente con los modelos de crecimiento de otras muchas ciudades españolas Melilla en los primeros años del de la época. Y debemos señalar que en este proceso de cambio, que arra ncaba de una ciu- siglo xx: las carreteras, el barrio de Triana co n el puente provisional sobre el río, el barrio de Santiago con los pabellones, el del Carmen y la ampliación del Polígono. dad fortificada renacen tista y abaluartada y producía una urbe moderna con sus ensanches y barrios obreros correspondientes, fue decisivo el soporte profesional del cuerpo de ingenieros militares. En todas las tareas de planificación y urbanización, en el diseño de la ciudad y en Plano del campo de Melilla y croquis de sus contornos, formado con los datos conocidos hasta hoy por. ,. y muchos de sus trabajos de arquitectura, al menos hasta 1928, estos ingenieros volvían a ser publicado por La Ilustración Española y Americana, Eduardo Lucini, ( 1893), 50 x 76 cm., escala fenómeno se producía en un contexto muy novedoso, ya que en Melilla los ingenieros del de 1/ 12.000, SGE. n. 0 180. los que determinaban el espacio construido. Por otra parte, también es destacable que este ejército abandonaron la planificación p ropiamente defensiva, para asumir totalmente los complejos trabajos de urbanización de una ciudad eminentemente civil. En este sentido, MeJilla fue un privilegiado marco de actuación donde los ingenieros militares pudieron aplicar sus conocimientos sobre diseño del espacio urbano; y sus realizaciones, criticadas a 182 Cart ografía h i stór i ca de M el i lla veces como excesivamente ortogonales y determinadas por la línea, se han ido valorando cada vez más con el paso del tiempo 1• Durante los últimos afios del siglo XIX y primeros decenios del xx, los ingenieros milita- res desempeñaron un importante papel en la planificación urbana y la construcción en muchos lugares de España, pero ello fue realizado a costa de invadir competencias correspondientes a otros profesionales, como los ingenieros de caminos y los arquitectos. Por esta razón, su labor estuvo acompañada casi siempre por diversas polémicas y denuncias que intentaban impedir que trabajaran libremente, ya que su formación técnica y sus estudios en la Academia de Ingenieros de Guadalajara les capacitaba como unos profesionales muy competitivos y cuyo trabajo en todo el ámbito nacional está aún por estudiar. Con la nueva ciudad de Mclilla también surgieron organismos encargados de estructurar y facilitar el crecimiento espacial; !ajunta de Arbitrios y la Comandancia de Obras fueron las instituciones bajo cuya responsabilidad surgió el diseño de la mayor parte de .su urbanismo, y no olvidemos que ambas contaban en sus plantillas con ingenieros militares. En 1888 se autorizaba el ensanche del Polígono para absorber el crecimiento de la población, siendo la primera vez que se construía un barrio fuera del abrigo de las murallas. Cinco años después, la denominada Guerra d e Margallo distorsionó totalmente las previsiones de los técnicos de la Comandancia de Obras y la Junta de Arbitrios, por lo que se tuvo que encargar en 1896 al ingeniero Nicomedes Alcayde Carvajal un proyecto de urbanización de los terrenos situados entre el barrio del Polígono y el cerro de San Lorenzo 2 . La cartografia histórica de MeJilla también acusaría gráficamente este fenómeno del rápido crecimiento urbano, y a partir de a hora son habituales los planos realizados en un año concreto sobre los que fueron dibujados barrios o edificaciones construidos posteriormente; este es el caso de un plano de 1893 publicado por La Ilustración Espmiola y Americana, sobre el cual aparecen dibujados los barrios del Carmen, el ensanche del Polígono, las viviendas del Buen Acuerdo y el barrio de Triana, sectores que ya corresponden a principios del siglo xx (Fig. l 04). Sobre la primera representación se marcaron nuevos datos, se corrigieron otros, se alteraron proyectos transformados, y en suma se procedía a reflejar un sólido proceso de intervención espacial en el territorio de MeJilla que delataba el inicio de la construcción de la ciudad moderna. Del plan de Alcayde surgen varios barrios, el ensanche (o nueva ampliación) del Polígono, el barrio del Carmen, el de Alfonso XIII y los pabellones del Buen Acuerdo y los de Santiago. Todos ellos respondieron a la necesidad de preveer espacialmente el crecimiento de la población y de ofrecer una planificación para solucionar los problemas de la vivienda. Pero la realidad es que los planes en MeJilla siempre fueron a remolque de las necesidades; podríamos decir que el crecimiento desbordó por su intensidad y rapidez todas las posibilidades de las instituciones que intentaban racionalizar un fenómeno socioeconómico de gran calado 3 . E l e re e i m i e n t o de u n a e i u da d m o d er n a 183 105 Y 106. Estos dos PUANO DEL CAMpO EX1'ERIOR DE M EitiJJltA planos reflejan el crecimiento de CROQ.UIS DEL CAMPO MARROQ.Ui FRONTERIZO Melilla desde los últimos años del forrasdo c.:oa Jos dAIO" (lüO C)(I!Oica E"ll el siglo XIX a principios del XX . Sobre Pepa..,•to de Jo (.j 0 erru la misma base cartográfica, el primero muestra una ciudad todavía constreñida por sus murallas, a excepción del ensanche del polígono situado a cierta distancia l de las fortificaciones. El segundo plano ofrece ya una ciudad en pleno crecimiento que ·. había sobrepasado definitivamente el abrigo de las murallas y se desplegaba por todo el llano y ', alturas circundantes: los barrios del \ Carmen , Santiago, el ensanche de Alfonso XIII, demuestran que la urbe iniciaba un intenso período de expansión y consolidación. ( 105) Plano del campo exterior de Melilla y croquis del campo marroquí fronterizo .. ., litografía del Depósito de la Guerra, sin fecha (1893), .11 .l ll )) 57 x 73 cm., escala de 1/10.000, 1 ~; ll SHM., n. 0 4713/1, D- 1-1 9/ MEL-G4/ 1. (106) Plano del campo exterior de Melilla y croquis del campo marroquí fronterizo .. . , litografía del De pósito de la Guerra, sin fecha (hacia 1903), 60 x 78 cm., ~ escala de 1/10.000, SGE. , n.o 185. P1ANO DRL CAMPO EX'fflRIOR DB Ml.H.cl hhA CROQUIS DEL CAMPO MARROI!lJI FRONTERIZO formado «m los dnlot que ex1s1en e~:~ el l>epOs•to de lu ~uu~rrn -- ::-::::.__ - ! ---·· ' ! \ '· \ \~ f, 1\ ]} ¡) ,,....._.._....,_. ._._.. . ,,i/ ~-----------------~-------i-·_7·----------------------~ 184 Cartografía histórica de Mel illa Sobre el antiguo campo exterior (la ciudad extramuros) se diseñaron varios barrios que transformaron la antigua imagen de Melilla como ciudad fortificada; a partir de entonces se caracterizaría por ser una ciudad abierta marcada por la linealidad de sus calles y por la escasa altura de sus edificios debido a la imposición militar de no construir más de dos plantas; este hecho impondría un carácter de ciudad baja que evitó la proliferación de muchas alturas en la zona centro. En poco tiempo la antigua zona de la vega de MeJilla se fue construyendo y poblando; las manzanas de casas hundían sus pilares y muros sobre los antiguos accidentes geográficos que habían dominado a la toponimia local desde el siglo xv1: se edificó sobre la R ambla Grande y el viejo cauce del río de Oro, en el cerro de Santiago y San Francisco, sobre la Vega y junto al cerro de San Lorenzo, etc: D e nuevo la comparación entre un p lano de 1893 que presentaba el territorio sin construir (Fig. 105), y el mismo plano ya redibuj ado con los ensanches que se construyeron a principios del siglo xx, ños demuestra que se había dado un paso realmente importante en la definición d e la nueva ciudad. En este último (Fig. 106), se observa cómo las construcciones habían ocupado ya las alturas a la derecha de la ciudad antigua - ensanche del Carmen (1903), ensanche del Polígono ( 1896) y manzanas del Polígono antiguo (1888)- , también las alturas de Santiago y San Francisco - cuartel y pabellones de Santiago ( 1900) y del Buen Acuerdo (1901 )- , y sobre parte de la antigua Vega -barrio de Alfonso XIII ( 1902)- . Pero no eran los únicos referentes que nos remiten al proceso de cambio: existía ya el atrevido proyecto de una plaza de toros en el industrial ( 1902), saltando al otro lado del nuevo cauce del río de Oro. Finalmente, también aparecían muy bien delimitados los caminos y carreteras que comunicaban todo el territorio y que iban a definir en el futuro muchas de las actuaciones urbanísticas. El progreso determinaba las aspiraciones de la ciudad, cuyo ambie nte urbano era calificado a principios de siglo como de "pujante americanismo" 4 . Este progreso también se reflejaba gráficamente en los planos que se realizaban por entonces, planos que asumían una vida cada vez más corta debido a un lógico desfase producto de la rapidez con la que se llevaban a cabo las construcciones. También aparece en este plano el trazado de un elemento absolutamente nuevo en el contexto melillense: el ferrocarril que partiendo del puerto llegaba hacia las canteras de donde se pensaba extraer la piedra para la construcción d el nuevo puerto de MeJilla. Y será precisamente este puerto el que concentre grandes esfuerzos económicos y de planificación hasta su definitiva finalización en los años cuarenta; durante mucho tiempo se ocupó de las obras el ingeniero de caminos M anuel Becerra Fernández, prestigioso técnico que llegaría a ser ministro de Instrucción Pública, de Justicia y de Trabajo durante la II R epública (pertenecía al partido R epublicano Radical) y que hizo en Melilla sus primeros proyectos. Becerra realizó en 1905 un interesante plano sobre el estado de la ciudad (Fig. 107) que nos indica ya profundas transformaciones en su perímetro urbano, la construcción de nuevos El creci miento de una ciudad moderna 185 ) M A R / 186 Cartografía histórica de Melilla / \ ) 't'-).t.' n Afu~~~~~~ ~lll\ ~\h~a.ti~l\ ~a\uu t\e 4 ft.rPI)-nm\,\a.lln de ~~~ttuts y olic¡uc iU!l o ~t~~i~ll.lW d.~\ d;lq,~>,~ F...,.d•• ~ "~1\\!1. lle:l l•ller clt MO'\Ilial 1 7. Ü La construcción del puerto de MeJilla fue una de las grandes tareas que tuvo que desarrollar la ciudad del siglo xx. Con ello se solucionaba el gran problema que se La imagen de este primer urbanismo era la de un conjunto con cierta desconexión entre los distintos barrios, pues aún no se habían había arrastrado del siglo XVIII y XIX, y realizado Jos proyectos de Eusebio Redondo y José de la Gándara. que sería solucionado con los proyectos del ingeniero de caminos Manuel Becerra. En 1905 realizó este Plano de MeJilla con situación de canteras, ferro-carril, taller de plano de la ciudad, donde a la incipiente trama urbana se añadían las obras y estructuras del puerto, con el del dique y planta del taller de bloques, Manuel Becerra Fernández taller de bloques Gunto al parque Hernández) y el ferrocarril a las (Litografía de J . palacios y J. Reinoso), MeJilla, 1 de septiembre canteras de Horcas Coloradas que abasteció inicialmente la necesidad de de 1905, 49 x 58 cm., escala de 1/5.000 ( 1/400 y 1/'2 .000), piedra de Jos espigones. Archivo particular de J. Diez. bloques y dique del puerto, sección El crec imiento de una ci udad moderna 187 {bu las Q/1/'((,,. 1' 11 P11 8 11¡t-rrut''''"· 7-tll'~. · ,, lí'a dd /1 •' 1 .11 ' .:\T. \ ·--- . ... -; /'uJtlll .fÚÍJ{U"•'I't#"'~' ,., e~_,.¡:,,·.uú,., '" ,.,~ artu/ultl .. C.!J Oltrtts ~t:'lt...fruuiiM . .. J 0/'f'tl¿ ,, rnOf!"'''" C..J l .'1m u/Jf¡/¡,,' 188 Cartografía histórica de Melilla ~~ lt•HJU 1: /o, u u u . ,, o .1/rfi//n ,1/ d,· lh.a .t•J" ¡,,. r El '"~l""ico• •• . df" l)i,,. E'C': 1 ns~ !.9(}rl~ El e recllnielllo · d e una ciudad moderna 189 108. Las intervenciones urbanas de Eusebio Redondo consiguieron armonizar en cierto modo la barrios y, sobre todo, la definición de los espacios libres que iban quedando dentro de esta primera planificación y que serán la base sobre la que se proyecte posteriormente el princi- descoordinación producida con anterioridad a 1906. Este ingeniero diseñó el barrio de Reina Victoria, pal ensanche de la ciudad: el de Reina Victoria. siguiendo modelos que nos recuerdan formalmente las puerto, así como la planificación de un proyecto general de urbanización de M eJilla que manzanas del ensanche de lldefonso Cerdá en Barcelona. Por entonces la carretera hacia Nador se había convertido en la principal vía de la ciudad, anunciando las intensas relaciones que Melilla establecería con la zona oriental del Protectorado Español En 1906 era evidente la urgencia con la que se debía acometer la construcción del nuevo contemplase un ensanche central. Este año, se encargó a la Comandancia de Ingenieros la realización de un plan para ordenar el estado de la urbanización de la zona conocida como el Llano: la antigua vega del río de Oro. Los trabajos y estudios fueron encomendados al ingeniero Eusebio R edondo Ballester que presentó un proyecto que daría lugar al principal ensanche burgués de M eJilla: el barrio de R eina Victoria que ocupa desde entonces el centro de la ciudad. sobre Marruecos. Plano de Melilla con las obras en proyecto y estudio de su puerto, enfermería, zoco, depósito de cereales, estación y vía del ferro-carril a los ñmites, Manuel Becerra Fernández, 31 de diciembre de 1908, 31 x 63 cm., escala de 1/10.000, Archivo particular de J . Díez. Redo ndo planificaría el espaciO de este barrio utilizando el modelo aplicado en el ensanche de Barcelo na por Ildefonso Cerdá; sin embargo, el ingeniero m ilitar no se inspiró tanto en la idea de crecimiento ilimitado propuesta por Cerdá, como en la morfología de la manzana achaflanada regularmente dispuesta sobre la trama urbana, dando una apariencia similar al caso catalán aunque ele naturaleza muy distinta. Al mismo tiempo, y junto a este barrio burgués por excelencia, se fueron p lanificando los prim eros barrios obreros también en este espacio central y que asumían la tipología ele vivi endas en manzanas. En 1908, el mismo Manuel Becerra realizó un nuevo plano con el estado ele la ciudad por entonces, que había cambiado ostensiblemente con respecto al de 1905 : los barrios centrales estaban ya casi completamente definidos y se habían iniciado diversas construcciones en torno a la carretera que conducía a la ciudad ele Nador (los edificios del Zoco, depósito de las compañías mineras, etc.), reflejando el gran interés que para esa fecha habían adquirido las relaciones entre MeJilla y su hinterland regional (Fig. 108). La ciudad desempeñaba un protagonismo fundamental en el que sería futuro Protectorado Espaí'íol sobre Marruecos y para ello transformaba sus infraestructuras y modificaba 109. Uno de los últimos planes de defensa de Melilla fue el que se tuvo que proyectar urgentemente con motivo del desastre de Anual en 1921 y el previsible peligro que corrió la ciudad. El ingeniero José López Poza realizó este plano, su espacio construido. La zona p or donde discurría el antiguo camino de Mazuza, aquella vía de comunicación utilizada por el emperador de Marruecos en 1775 para llegar con su ejército hasta Melilla, servía ahora para llevar hacia la región los intereses del gobierno español; también las pretensiones del capitalismo europeo interesado en los recursos mineros del norte de M arruecos. T oda la planificación urbana de Eusebio R edondo fue recogida por otro ingeniero mili- señalando una línea de defensa apoyada en puntos fortificados que englobaba todos los barrios de Melilla, aunque nunca tuvo que ser utilizada. 190 tar, José ele la Gándara Cividanes, que realizó en 191 O un plan general de la ciudad cuya principa l apo rtación fue la construcción de la plaza de España. Esta plaza circular servía como zona de confluencia entre los nuevos ensanches y la ciudad antigua, y para ello hubo Plano de la plaza y su campo exterior, José López Poza, Melilla, 3 de agosto de 1921, 90 x 72 cm., ele integrarse entre ambos, modificando algunas alineaciones anteriores 5 . escala de 1/7.500, COml. sin ref'. obre ros. El casco urbano que comprendía gran parte del territorio melillense se iba satu- Pero la ciudad burguesa de MeJilla estaba también definida por la existencia de barrios C art ograf ía hi s t ó ri ca de M el illa CoMfilliJftNC!fl Dii ]JIIJI¡,NL€J\DS Dlf ====- M¡¡)IL~fi ,Ptano de la.' ?taz a¡¡ s-u ciunpo exteriot·: - X sen/u t/,• 1: 7.ovo. / a'/{ r/,-{1, ¡j ,!t , r.f:ywl'<• •,¡, /J. - l::- (¡ Zr•rrnrf!J:':tt~IIÚI' ~r·mtf E l crec i miento de u na ciudad moderna 1.91 < PLANO DE MELILLA o ABREV I ATURAS •.. __ ROTULACI MELJLLA._._....,..,. Gótet• Yai!Ao -... .....,... -... 4~ /lGslrogortlo e:.... ......... ~ .. ,..._., ........,, ·· - .... ,,_,.Mtt ,. ,_ P.'" ~ 192 PUERTO m;!ll'l'. <lo Uru. ....,........ c.r•• J,T.t«/ttiHt ,...-~-- Cartografía histórica de M elilla Eseo la 1:l0.000 •.;;.t_"'_.r_-~- ... rando con barriadas de gentes humildes que construían sus viviendas siguiendo también la planificación de los ingenieros de !a j unta de Arbitrios, en barrios marcados por la ortogonalidad y la línea recta como los del Real o del Hipódromo. La ciudad contemporánea de MeJilla se definía espacialmente por la dialéctica entre burguesía y p roletariado, produciendo ambos sectores sociales sus propios espacios urbanos que son perfectamente identificables en el plano de la ciudad. Pero esta realidad no implicó el rechazo absoluto de la planificación militar. MeJilla pasó de ser una plaza fuerte amurallada a una ciudad populosa, pero el carácter y la impronta que el ejército le había impuesto no se borraría fácilmente. Así, cuando en 1921 se produjo el trágico desastre de Anual en Marruecos, y la ciudad estuvo bajo la amenaza de ser invadida por las harkas de Abdclkrim el J atabi, se tuvo que planificar rápidamente una línea defensiva que englobara a todos los barrios de la ciudad. El proyecto lo ejecutó el ingeniero J osé López Poza en agosto de 192 1, y consistía en un plan de defensa apoyado sobre los vetustos fuertes exteriores y sobre un frente imaginario que unía granjas y casas que podían asumir la forma de una línea fortificada a la manera de las que conocíamos en los p lanes de defensa del pasado (Fig. l 09). La MeJilla urbana y comercial recorda ba súbitamente su ongen militar y el peligro se cernía sobre una ciudad imposible de defender globalmente debido a su fuerte crecimiento. Las construcciones y barrios civiles fueron , momentáneamente, un quebradero de cabeza y una verdadera pesadilla para los ingenieros y estrategas militares que tuvieron que preveer una defensa verdaderamente imposible de realizar. Pasado el peligro, la ciudad siguió su crecimiento, consolidando su faceta de urbe moderna. Y su principal característica vino dada por las arquitecturas que se desplegaron en sus barrios y ensanches: los modelos arquitectónicos utilizados se basaban en las corrientes más cosmopolitas que triunfaban en las principales capitales europeas: el art nouveau fi·ancés, el modemisme catalán, la se;:;eción vienesa o el art déco, fueron las líneas asumidas por el mundo formal de la arquitectura de MeJilla. La periferia tomaba su revancha y exigía la arq uitectura más a la moda y más cosmopolita que pudiera conocerse en mitad del siglo xx. La ciudad asumía un trazado muy ortogonal en todos sus barrios y una arquitectura de todo el p aís. gran calidad construida por Y como era previsible, los primeros arquitectos de MeJilla fueron de nuevo los ingenieros militares que realizaron gran parte de los edificios de la ciudad, caso de Eusebio R edondo, de Alejandro Rodríguez Borlado o de D roctoveo Castañón, pero pronto apareció la figura singular de Enrique Nieto, arquitecto catalán que impulsó la utilización del modernismo más libre y decorativo. Impuesta la estética modernista, el ingeniero Emilio Alzugaray (entre otros) la asumió y popularizó con intensidad hasta 192 1, fecha en la que el estilo deriva hacia unas formas más eclécticas y clásicas. Posteriormente aparecieron nuevos arquitectos que compartieron con Enrique Nieto el mercado local, caso de José J oaquín Gonzálcz Edo, de Mauricio J alvo o de Francisco H ernanz M artínez, que desplegaron una meritoria obra art déco e incluso expresionista a finales de los veinte y durante los años treinta. 11 Ü. Melilla configuró su estructura urbana en la primera ingenieros militares y arquitectos. El urbanismo de Eusebio Redondo o de José de la Gándara, y la arq uitectura de Enrique Nieto, Emilio Alzugaray o Francisco Hernanz, determinaron una ciudad de imagen fuertemente cosmopolita a través de estilos como el modernismo o el art déco, que caracterizan la personalidad de Melilla en nuestros dias . Plano de MeJilla, Servicio Geog ráfico del Ejército, 1961, 53 x 40 cm ., escala 1/ 20.000, SGE. El crec imient o de una ciudad moderna 193 Finalmente los años cuarenta supusieron una nueva etapa del arquitecto Enrique Nieto en la que desplegaría una interesante y madura obra de síntesis a medio caballo entre el art déco y nuevos modelos decorativos. Por cntoces la ciudad había colmatado su espacio urbano, el antiguo campo exterior se encontraba saturado y Melilla se había transformado en una urbe moderna cuyas construcciones ocupaban casi todo el territorio (Fig. 11 0). Esta ciudad es la que constituye la base actual de la MeJilla de nuestros dias, y rep resenta una herencia cultural de fuerte sentido histórico y artístico que la definen como sólida realidad que se proyecta con fuerza hacia el siglo XXI. Notas Para un esquema de la historia urbana de ~ lclilla, véase BRAvo NtETO, l'\lllonio. La co!Lrlmcrióu de 111111 cittr/(1(/ mro¡un rl contexto nortuifriauw. Arquitrcto.r r ingrnirro.! m la Mrli/la contempor(mrn. Mclilla- fll Millaga: Ciudad Autónoma-Universidad, 1996; p. 80 a 1 15. 2 RoDRÍGuEz J>ucET,joaq uín. "Los ingenieros militares en el urbanismo de MeJilla". Altlabn, n." 6. M eJilla: UNED, 1986; p. 38 a 4 1. 3 SARO GANDARII.LAS, Francisco. " 1..<~ expansión tu·hana de MeJilla: aproximación tt su estudio". Aldaba, n." 5. .MeJilla: UNED, 1985; p. 23 a 34. 4 Francisco Carcaiio 1\llas se reJería en una de sus obras al uamcrican ismo pujante" de la sociedad melillense: tvlAs, Francisco . Dt la acción fspmio/a m Alamttcos. Mtlilla. Riftlitdas: CARCA~O l'vlclilla: Biblioteca Pública :VIuniciplll, 1991; p. 79. 194 Cart ografí a histórica de M elilla el trabajo de SARO GAl\'DARtu.As, Fra ncisco. "Urbanismo y fortificación en ;\·lelilla: un antagonismo innecesario" . ¡\Jelilla en la histmia sus.fort!ficacionrs. Seminario celebrado en i\lldilla los días 1G, 17 y 18 de mayo de 1988. !VIad rid: ICRBC, 1991; p. 97 a 104. !"> Sobre este tema, véase XIII. La otra España Africana Los peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas y las islas Chafarinas L a presencia española en el Norte de África no se reduce al ámbito de las ciudades de Mclilla y Ceuta, y comprende también varios peñones o islotes fortificados, caso de V élez de la Gomera y de Alhucemas, así como a las tres islas Chafarinas. La existencia de todos ellos aparece ligada a la historia mediterránea de España, siempre a caballo de cuestiones estratégicas, pero actualmente constituyen unos enclaves de gran valor histórico e incluso ecológico; este hecho ha transformado a los antiguos peñones en interesantes e inéditas muestras patrimoniales de fuerte sabor medieval y a las C hafarinas en una importante reserva natural. Una de los hechos determinantes en la historia de los peñones fue que durante el siglo xx no llegaron a transformarse en núcleos importantes de población, quedándose anclados en su morfología de conjuntos amurallados de sabor medieval que no ha sido alterado hasta el momento . Por esta razón, vamos a describir esta España africana no según nuestra visión contemporánea, sino de acuerdo con los ojos de historiadores del siglo xvm y xix; concretamente seguiremos en estas notas la obra de Juan Antonio de Estrada escrita en 1748 1, y las voces correspondientes del diccionario de Pascual Madoz de 1845-18502• A mediados del setecientos, Juan Antonio de Estrada escribía que "en el Mar M editerráneo Ibérico, frente de Málaga, con cuarenta leguas de travesía, a la costa de África, 25 leguas a levante de Ceuta, y las mismas a Melilla, en el comedio de las dos, en el reino de Fez, provincia de Rif~ yace la fuerza del Peñón de Vélez de la Gomera, fundada en un risco, o peñasco eminente, y angosto, islado de M ar". También disponía esta fortaleza de un puerto capaz de contener hasta treinta bajeles, siendo un abrigo muy apreciado porque en sus sierras "hay muchos arboles de alcornoques, encinas y alerces para hacer bajeles". La historia española del peñón de V élez de la Gomera se inició en 1508 cuando el conde Pedro Navarro salió desde el puerto de Málaga en persecución de las galeras piratas de los 195 r-;¡:>¡¿,.,, r1 )111 Jr1711 P1,. ,..a "'" v t. v l'Lc /1 t.U _L, ,_:¡,._; { . A. .E . '( ~¡:P. ·l ...!/{,(,)!/ la costar. tll~rnctp~'Lf n. A eput:>todt,_ Tolvora c . Ca.<a.deL uwfcr:clt~a}oLLLuu~J.esj t a n lcs.'J(mfl.~ .ú ft:e•u..f'dt.xtdu;s dt Cit l f t;t.l. 1 18 T y , .:o. Cistan a tlda ca.ra dt ·cash llo. 'JG E.. Ctslrmad.J11 c.uacúlJhd.e~: . •' "J. 1 0\' zY. Y . CaJ.z,cts!antt v:Juo..t.D:u.L So u•.~. . Cr . ..!:z corona. '.- · "1:1. .'lit.:onita dl. t-'1-l'Lt:t~S' .ú..i.J -1~·na. l . , J[,, ,.,_ tn J'Ú._r7)of·,a>.n-. .:K,. ./.!J¡du,ut< .ú .5,1,, t'Lt1r¿ o. L . e; L12.Úa :M X m.z¡, , . . éL ~'rc.i'.!Ít U' ,. Q' .~ 3· LJ . ~. t b ·• c.lfo.mt't.!JL.lt':1S·.' lc/,1 Cclz <.:pcu;n.l /" ·t o .c'LJ-t'oA.mJ. P . _r,¡_ Ja!t .l! a. f..JJ·:.'dxtt t d .... S .m ..5du.sltan. s.r 9 ·" Jo... 111 . La forma quebrada del edificaciones necesarias en una peñón de Vélez de la Gomera plaza fuerte, adaptándose al determinó una estructura defensiva exigente dictado del terreno. y urbana irregular; por esta razón, y Separada de tierra firme por unos a pesar de utilizar sistemas de escasos ochenta metros, en nues- fortificación modernos, la apariencia tros días ha perdido el carácter de final era la de un castillo medieval isla al estar unida al continente por que se desplegaba por un peñasco una lengua de arena. escarpado. rocoso a baja altura, denominado la Plano de la plaza y presidio del peñón de Vélez de la Gomera situado en la Isleta, con sus fortificaciones y al costa de África en el Mediterráneo, Hacia el este existía un apéndice norte estaba la parte más elevada sin autor, sin fecha (siglo XVIII), del peñón que se denominaba la 38 x 45 cm ., escala gráfica de Corona. En el interior del recinto 120 tuesas, SHM., n. 0 4665/3, fueron construidas todas las C-31 - 22/MEL-G3/4. '\ \ \ \ ~· ~ . \'L. \\ ·. -, \~ . ,....,... \~ '"''~ ' \ '' ' '\ \ \ ' \\ \ ,. ,, \ '' '' \\ \ ' '' 11 2, El peñón de Alhucemas presenta una topografía más regular que Vélez de la Gomera, lo que permite una mejor disposición de su estructura defensiva, sobre todo en el frente sur que mira a tierra firme, totalmente circundado por baterías como la de San José, San Luis, San Carlos, Santa Bárbara y San Agustín. Su perfil aparece como un barco algo alejado de la costa, de estructura compacta, como aparece en este plano de Vicente Casanovas de 1844. La isla fue denominada de San Agustín, por haberse conquistado el día en el que se celebraba esa festividad, y de San Carlos, en honor del rey Carlos 11. Plano de Alhucemas en la costa septentrional de Africa, Vicente Casanovas, Alhucemas, 30 de noviembre de 1844, 29 x 43,5 cm. , escala gráfica de 150 varas castellanas, SHM., n.0 4671 / 1, C-31 -28/MEL-M2/ 12. . ·¡ ~7/¡¡;; rll' IÍ1 L(l'!Íno rl <-·~lffil!tllllfl...L.J•_ '------~=---~--~--=-=-==~--~ ..J.u ~rl,A•;Jh~h-~41-'t-q;.,.:. :2 . ...J'J//.t/ .-h·/.¡..·" ;{;.~;/,1//J. .:l. . tkm ,/r .• :/~;....,;:· Q c.. ~hw.. h ,///(..jrfi'J: 11 3. Este plano de Alhucemas realizado por Mariategui en 1813 muestra claramente el perfil levemente abaluartado del frente sur, con varias baterías que controlaban la costa y playas cercanas. La trama urbana del peñón era muy modesta, de habitantes de Badis que saqueaban habitualmente las costas andaluzas; en esta operación llegó hasta el mismo puerto corsario y decidió bloquear la ciudad (denominada Deyrat Bedis), para lo que ocuparía entonces el castillo construido sobre un peñón rocoso existente en la bahía, a corta distancia de la costa; el citado peñón era "lugar fortísimo, porque además de ser muy alto es la peña tajada y la subida muy agria". El conde Pedro acuerdo a las reducidas avarro edificó en él un nuevo castillo dotá.nclolo de artillería, hecho que dimensiones de la isla, hecho que nunca permitió un crecimiento de su población más allá de las funciones impulsó finalmente a los gomeranos de Badis a semiabandonar la cercana ciudad que perde- mil itares . de Vélez de la Gomera se fueron reconstruyendo lentamente para asegurar el castillo, ya que Plano de la plaza de Alhucemas, Francisco Javier de Mariategui, Alhucemas, 30 de octubre de esLaba muy combatido y dominado desde dos alturas cercanas: las sierras del Cantil y la 1813,30,5 x 47,5 cm ., escala gráfica de 130 varas castellanas, COml., n. 0 278. ese año, el capitán Juan de Villalobos fue engañado con una sú lil estratagema ideada por el ría desde entonces el esplendor corsario que tuvo en el pasado. Las fortificaciones del peñón denominada de Babá. Sin embargo en 1522 España perdió el control sobre Vélez ya que en alcaide ele Badis. La trama estuvo urdida por dos supuestos alquimistas de Fez que le aseguraron al ambicioso gobernador que podían fabricar plata; consecuentemente primero se apoderaron de su voluntad y después del castillo, aniquilando a toda la guarnición. Con posterioridad, España intentó varias veces recuperar el castillo del peñón, pero no se consiguió nada debido a la resistencia de su guarnición. A mediados del siglo xvr la 200 e a TI og r aJí a lt i S l ó 1' i e a de M e 1i ll a influencia argelina sobre los asuntos del sultanato de Fez se hizo sentir sobre su costa norte y Salah Rais entregó la custodia de la fortaleza a los turcos. D esde este momento se multiplicó el peligro que representaba para España mante ner una base otomana enfrente ele Malága, por lo que Felipe II determinó la necesidad ele reconquistar la fortaleza. Por esta razón se iniciaron los preparativos para ocupar la isla amurallada, empresa ahora mucho más dificil al estar m~jor clcfenclicla y artillada. En 1563 ya lo intentó sin éxito una flota mandada por Sancho ele Leyva; al año siguiente el monarca cspai'iol envío una nueva flota compuesta por 78 galeras al mando ele García ele T oledo, el virrey de Cataluña, con la orden de expulsar a los turcos ele esta base. En 1564, esta flota partió hacia su destino, contando con personajes ele la altura del citado García ele Toledo, del ita liano J uan Andrca D oria o de Álvaro de Bazán. El a plastante peso de la armada española y la prep a ración de su artillería determinaron la victoria final ele García de T oled o, que entró de finitivamente en el castillo el seis de septiembre de 1564. Las defensas del peñón fu eron reforzadas ampliamente, dejando en ell as a muchos obreros y algún ingeniero italiano p ara diseñar los trabajos; "desde entonces se ma nti ene el Peñón para la Corona d e Castilla, bien proveído ele artillería y reedificado de buenas murallas, algibes p ara el agua, que recogen de las lluvias, y de la que llevan de M álaga, de donde se proveen" , como señalaba el m ismo Estrada en su obra. La irregularidad del terreno determinaba unas defensas y estructura urbana irregulares; éstas formaban una especie de anfiteatro con una calle que arrancaba del varadero y que subía hasta la máxima altura del peñón, forma ndo en su trayecto dos graneles cu rvas. Constaba V élez de varios baluartes, almacenes (ele víveres y pólvora), aljibe, cuarteles, hospital, la iglesia de nuestra Señora de la Concepción y una ermita bajo la advocación ele Nuestra Señora ele la Peña, la p atrona de la plaza. Pascual M adoz describía su forma como un rectángulo irregular, cuyo lado mayo r tenía 270 varas (225 metros) y el menor 130 (un os 108 m etros), prolongado h acia el este por un istmo ele rocas, denominado la Isleta (Fig. J I 1). La parte más alta se situaba al norte, alcanzando 92 varas (7 7 metros) sobre el nivel del mar. Según Madoz, "la irregularidad del Peñón, su estrechez, la poca gradación de sus diferentes dominaciones" y el ritmo deso rdenado en la edificación de sus murallas a lo largo de mucho tiempo, habían determinado una imagen ele fortaleza construida sin orden alguno para la defensa. Sin embargo, la isla estaba bien p rotegida por varias bateríás, cuyas bocas dirigían sus disparos hacia tierra y a lgunas hacia el ma r: las de San Juan, la Corona, San Julián , San Sebastián, cte. El peñón ele Vélez ele la Gomera siempre estuvo defendido por una guarnición cuya provisión y relevo estaban controla dos desde Málaga. Esta guarnición tuvo que hacer frente a diversos asedios, siendo los más graves y persistentes los llevados a cabo por el sultán Muley lsma!l en 1680 y l 702. T ambién nos constan las diversas calamidades por las que tuvieron que pasar en ocasiones sus defensores, entre ellas una epidemia de peste en 1743 3 y otra de fiebre L a otra E sfJaíia Africana 201 \. <¡ /_,.' /¡•J¡/,- 1 •· .¡·:, .. /;/ ( , ,,·J.~~- · /,¡~ .. '),'/)'/~ 1'1 : ./.'!..- /¡¡,4t!r' ..•, l j •¡' ~~ /­ .1,¡;•Í / / /N,Itf i 'NI ¡,/1;¡,- , :( ;•· J·.· l"I'N '¿'¡;/~/~'.'..-:'; .' / ,1/.hÁU ,_~/1 ~·¡ , 'roi.J<?t¡r : l;; ,·t ' Jo' th• 9/t/:r.r, ~~.r ,(./,tl".' "~ / Í/.ti/, p ¡:. /;·~: , ·o .y,. ))t(f hrú ,/1 ( ''/f'J 1 . ..,. ,1'.;,. f/?th . . . ,r· ¿ . !/ ( ;> · / { )' 114. Alhucemas no estaba tan dominada desde la costa rifeña como Vélez de la Gomera, por lo que era una a ma rilla en 182 1; condiciones difíciles para una fortaleza realmen te aislad a y que dcbia recibir todo su a provisionamiento desde la Península, lo que hizo aftrmar a Fer- plaza más segura. En este plano se ve nand Braudel qu e estas fo rtalezas parecían más bien barcos españoles anclados e n las dibujada la bahía del peñón con las islas costas rifeñas4 . de Tierra y Mar, así como los lugares Juan Antonio de Estrada describía asimismo, en 1748, el peñón de San Agustín y San desde donde se producían los ataques. Croquis a la vista de la plaza de Alhucemas, Benito León y Canales, Málaga, 20 de julio de 1844, 39 x 41 cm., sin escala, COml., n.o 277. Carlos de las Alhucemas: "en una espaciosa bahía de la costa de África, siete .leguas del Peñón que tiene a su poniente, y dieciocho de Melilla al levante, yace a tiro de cañón de tierra firm e una pequeña isla, que llaman Alhucemas, Plaza de Ar mas, puesta sobre una piedra eminente, hacia el norte que mira la costa de España, distante cuarenta leguas de 202 Cartografía h i .r 1 ó r i e a de M e 1i /la 11 5 . De las tres islas ,lll'.f\(\~\\n~\\(\(1 (1),~1\ti'I\ ,,¡;;'\ÚIÚ\ip~((lll\\~t .:'.,,..,,..., .,.,,,,., \lo\1\\,.., Chafarinas, la de Isabel 11 fue la que albergó las principales instalaciones militares y edificaciones. La (t,\\\\\1\ \' f !"'....\~~ ...... 1 .... •).. ••'ll ......,,............_ ..\to.,..... .... ,n.~ ""~~'" ~ c.:.T)-. ,...... l ) estructura defensiva se centraba en dos baterías principales: la de la Conquista y la de Isabel!, así como _, . l~ .., ..., ... •• \ .. .:-~,..... , ... \\"'-"'"l,.'"-""'7..\o ,.:,;._..,.......~~""'"}.."' ¿\,<),.,, "·~·· ••"~ .......... A ,,'f.o.ol\.._,,. ,.,{'~..,.,.,._., 1 iot: C.·!."' "'!'1 "' · · -·· D.~ ..t~,..,,.._"""""'"' N en un circuito de murallas de circunvalación; en el centro de la isla se levantaban edificios como \' t'¡:.a.,..u~i,l,\.,~oAn .. n.~-"-··.'1........ ;:.»... .... .!-................ ;f¡ ~ .... o\o\.o..t""" .......,..- -.. n·.:..............,~..~· ....\. E.~y,.,, 1,o\o '>"'"'' (;'(/\\,........... . ..,_.,.. ....., .... ,¡ F..~. .............. ~~.....,~.... n:~""'•\• hl'oo.iílo ... _ ... ,, ...!!...-"'• 0 .~ ........~. ·~·':'1 J .~...-_,,.""!...,._.. ,J ~¡,~o ......,t)l ,.,,.. \.11...... l M~.. (j'.¿.,_'\o\Jo..'\ .. - pabellones, cuarteles, almacenes, ......\.......... ,¡,AI,c.h\';)'-\• iglesia, hospital, etc. Jr~...~ ..... .:,......¿,..u-. 1(. ~........1)\ "•.!.~·...,....., H'-!',)to}.\... ~a. !"'"'"' "' ,,_ 1 '.:~ ... ~ .....................!-""''"'"' l. \t',\.,..... . ,J' 'jl,,....,\\~........ "'''--'.. ""'' ~~..,..\..... ~· ~.- ....'\...... l{~'llt ......... .:! ............. . N ~......, ... w.~~""'""....., () ~..... _ ""'~" . . . . . . . ).o . . .. . P!!--..J'\lr.,,.. ..»..~.".>..,.,... Q ~'lo .. J'I.'Io.A-~'\·.'·.. , ...., l, u ~ Plano de las islas Chafarinaslsabel // ... , Aurelio Alcón y Díaz, Melilla, 1O de abril de 1877; J :~............. ...,...,_,_ ....""',._,,,""" u '!"''!.""',.), ·"'-""'.. !'\\.\>.... 96 x 66 cm. , escala de 0,001 por metro, COml., n. 0 303. N·~_..__...,~~·-·"' o·.:....... ,:............... , ¡,, .Jo...... S ~......\o\ lo, .:\-..'\lt.\~..:·l. ... .... ........ ~...~ o · ~~A '1' ~.:.r.~.....~~ ...'\.. _..,w... 1~' -.l~Av...n "'"":.:o., 1\o\~>. ... --'"'~ 1~.Jt~ ··~>"·'";­ S' ~.t.•r ~~d+ '""·r· ¿.,.....,,,'\ "1.."""-~ \',J...,_.. x~ ~.. :.'\ ....,........ .. _Y.,.,.. .. ....... "'.:1"' ...... . -·- - .. ~ Clii.\ S'.\11.\ ~''"!'.;t~' l>lof'Mio ~ -".!.lliJ- L a otra E spaña Africana 203 1 t.rta el? ir par~r. ~-!t( r!züfú, ,fta·'ik t:};duula~1rinqaf c/r fcz Plaza y Br.r~tftt,dreAihurti!UU t'/7 la quaiJt 11U7- ~~7m!!!_on~t f'atlccitfr, la norhr ,frD'l y dtir. J'f.. Ahrt/ tfe .f"Sob,Cí1 c¡ue .f't'!'f'tYT0/7. ttiu:f' Matú ttfiJ.J y !1tlaffl,.lrt?JJ :~ .l-3LL'!ue.r 1nayon:r Wltr Ltl11rlur y bjilíttl.( · · • {(uitmrm ir t.fotartt'l7 ttl t.rftl fi,,f¡,;l-. / .F/.1/F/1/.TJ •jfc Jff : t"Úf tfit-1/ :JJ."M itJIIrff/uft:rL rpt¡á .B crytJrt/IÍT t!d.lltttr'tf..ti,,.¡. Yá!mttiv. - • EThta.rrlf. 1/t¡r¡{v fiuft iúft¡o.r c1t la F!flztl· ella, de figura casi circular, cercada de fuertes muros y baluartes, y en los más alto un castillo" (Fig. 112). Según el historiador melillense, este castillo fue construido en 1668 por un ingeniero francés para un " moro rico y noble de esta tierra" que buscaba un seguro refugio en caso de q ue el sultán M ulcy Isma11 intentara prende rlo. Pero a los cinco años de ser construido, en agosto de 1673, una armada espaí'iola al mando del príncipe de Monte Sacro pudo batir la fortaleza hasta que se rindió. El día de San Agustín entraban las fuerzas españolas en el castillo, cuyo nombre se le puso a la isla j unto al de San Carlos, en honor de Carlos II, siendo ésta una de las primeras acciones bélicas de su reinado. El príncipe de M onte Sacro dejó el peñón bien abastecido y con suficiente guarnición para su defensa. Las obras de reconstrucción y refo rma emp ezaron rápidamente, con la fabricación de a lmacenes y otros edificios (Fig. 113); desde el peñó n se dominaba toda la costa y playas cercanas con las baterías de cañones situadas sobre sus sólidas murallas y baluartes. T ambién cuenta Alhucemas, como el peñón de Vélez de la G omera, con un hos- 204 Cartografía h is tórica de M elilla pital de cierta envergadura, vanos almacenes, los aljibes para almacenar el agua que se traía de Málaga, la casa del vigía situada en lo más alto del peñón, etc. (Fig. 114). La isla tiene 194 varas ( 162 metros) de largo por 98 varas (82 metros) en su mayor anchura y 50 l varas (418 metros) ele circunferencia, y la costa inmediata "es pintoresca por la variedad de árboles que se crían en las orillas del río Naccor que desemboca en la ensenada frente a la plaza". A pesar de que existía una guardia continua del sultán para evitar que los rifeños comerciaran con la isla y que el caid xerifiano lo prohibía expresamente, los de tierra realizaban cierto comercio de frutas, miel, huevos, etc., cuyas mercancías trasladaban al peñón nadando, metidas en pellejos de cabra. Finalmente, las islas Chafarinas fueron las últimas fundaciones en este recorrido cronológico por la otra España africana; aunque este archipiélago ya había servido repetidamente como refugio a los barcos de Melilla, y había sido muy visitado desde el siglo xvm, su ocupación definitiva se llevó a cabo en 1848 ante las noticias que apuntaban al interés de Francia por ellas. Fu e el capitán general d e Granada, Francisco Serrano, quien tomó posesión de tres islas deshabitadas frente al cabo del Agua, a 27 millas al este de M elilla, ciudad desde cuyas alturas se puede divisar la más alta en los días cla- 11 6. Este dibUJO refleja los estragos de un temporal en las aguas del peñón de Alhucemas en 1806, que provocó el hundimiento de varios barcos causando cinco muertos. El autor ejercía con este trabaJo el papel de corresponsal gráfico de una tragedia que contemplaba directamente y que nos ha podido transmitir en toda su intensidad gracias a la imagen. Vista de la parte del medio día de la fachada principal de la plaza y presidio de Alhucemas en la qua/ se manifiesta el temporal padecido la noche del 17 y día 18 de abril de 1806, en que perecieron cinco marineros y naufragaron tres buques mayores , una lancha y seis falúas, sin autor, 17- 18 de abril de 1806, 31,5 x 42,5 cm ., sin escala, SHM., n. 0 4671 / 12, C-31 28/MEL-M2/12. ros de poniente. Fueron denominadas, de este a oeste, isla del Rey, de Isabel 11 y del Congreso, y forman las tres en su conjunto un amplio abrigo para todo tipo de embarcaciones que acostumbraban a buscar un seguro refugio durante los temporales de levante. Rápidamente se prepararon todos los efectos y medidas necesarios para defender estos espacios desiertos, planificando el terreno de acuerdo a una finalidad militar; en primer lugar se iniciaron algunas fortificaciones en la isla de Isabel 11, la más propicia por su orografia llana y dimensiones (400 por 400 metros en sus lados más anchos, y 57 metros de altura máxima) para establecer una pequeña estructura militar (sobre todo de baterías), almacen es, iglesia, cementerio, edificios, etc. 5 (Fig. 11 5). Según Pascual Niadoz, cuya obra e_s con~emporánea a la ocupación de las islas, su importancia consiste "en hallarse situadas en frente del río Muluya que sirve de límite a las posesiones francesas de la Argelia con el imperio de Marruecos. Este río, además, presenta un valle ancho y despejado hacia el interior y es sin duda alguna el punto más a propósito para dirigir una invasión hacia el interior de país, pudiendo llegarse siguiendo su curso y sin éncontrar graneles obstáculos hasta Fez, sitio real del emperador de Marruecos" . Madoz también señalaba el interés de Francia por el fondeadero, el único existente desde el puerto de Mazalquivir en Argelia y que por entonces era seriamente estudiado debido a los planes de expansión francesa por todo el Magreb. En este breve recorrido histórico vemos cómo España determinó lentamente su presencia en el norte de África en diferentes épocas y contextos históricos: pero todas estas circu nstancias crearon una serie de enclaves cuyo valor actual se centra en su incomparable carga histórica y patrimonial. La otra EsjJaña Africana 205 117. :te; / Este proyecto de José M.• Aparici aborda una de las necesidades fundamentales en una plaza norteafricana: la torre del Vigía, el lugar desde donde se ~'lo~t'~"~"~'•'l.o¡ . ,-c. r. controlaba todos los movimientos ' del campo enemigo, y en el caso de Melilla y de Alhucemas, el lugar preciso donde se medía el tiempo y Q)¡~~<efo" "bt g'"""'.,"'· Co,.,,.,.,\b• Ot Ji~htt". ''11! . / 1 / era comunicado a toda la población con toques de campana. Proyecto de una vigía para la isla de Isabel Segunda, José María Aparici, Melilla 16 de noviembre de 1856, 38 x 32 cm., escala gráfica de 50 pies, escala de 1/ 100, COml., n.• 36. [~J 1 1L -· - · · - · -B. ''¡J¡•:.;.•,¡,•¡J·'~'~":.,:.',¡_i===.Jf"~==r=·..b==d; 'b=-·-=-==;" l ===""===.==if"l~. l~~ J.- Y'~~· tl 'lliu<'tn J.l;...~ ~-- ·---rjr:~ .;. ·'· c;,~J;;;;:;;. ti "···~ •• ~"''"'""' ,. .M .Ji¿; 11 ~ V{.'..·.:.;: .t... Hs' r"" J r..-~ ,¡.( r""'" . ,¡;, './.'-;IM.,/ Cb•l+')· ~ El paso del tiempo no ha alterado la fisonomía casi medieval de estos, denominados, presidios menores, marcados totalmente por su carácter mediterráneo al tratarse de islas más ligadas al abastecimiento marítimo que a las costas donde se enclavan. Ese componente marino es el carácter que se desprende de un dibujo de 1806 relativo a Alhucemas durante un serio temporal de levante; la imagen nos representa una fortaleza cuyas puertas principales están curiosamente abiertas al mar (al embarcadero desde donde viene todo lo necesario para sobrevivir); el ingenuo dibujante actuó en este caso como corresponsal gráfico de una tragedia que acabó con la vida de cinco personas y con varios barcos que se hundieron ante la isla (Fig. 116). Su dibujo nos sirve para apreciar la vulnerabilidad de su sistema de 206 Cartografía histórica de M elilla 118. La capacidad de dibujo y diseño de un arquit ecto y maestro mayor de ingen ieros , caso de Juan Salinas, queda patente en este proyecto no ejecutado de farola para Alhucemas. La utopía se mezclaba con la luz para reflejar una obra que resumía la pericia, la tiHAX,\D,\ ~11JI.ISQl ~mm SfUS!i!C(.n¡ GEPOsnO.~l~G~ÁfiCO formació n y los trabajos del cuerpo de ingen ieros militares y sus ayudantes durante varios siglos en la España Africana. Proyecto de farola, Juan Salinas y Ramírez, Alhucemas, 24 de JUnio de 1856, 66 x 48 cm., escala gráfica de 1/1 2 pies castellanos, COml. n. 0 300. vida, y la imposibilidad de controlar la naturaleza del mar Mediterráneo en sus peores momentos. Otro de los elementos imprescindibles en estos castillos anclados en el mar, fueron las torres de vigía, atalayas necesarias para visualizar los movimientos y las realizaciones que se llevaban a cabo en una tierra firme apreciada como enemiga y peligrosa. Para ello, la función del vigía era fundamental como informador, atento vigilante de una realidad hostil y La ot ra España Afr i ca na 207 a la que había que a nticiparse para sobrevivir; esa era la función de la torre de Alhucemas ya que desde ésta se controlaban todos los movimientos de la costa, y a la vez, según cuenta Pascual Madoz, tenía el vigía la obligación de anunciar las horas y los cuartos siguiendo un reloj (ampolleta de arena) mediante dos campanas de distin to sonido. T ambién fue la mi sión del proyecto de torre de dos cuerpos y campana realizada en 1856 por J osé María Aparici para la isla de Isabel II en Chaiarinas (Fig. 11 7). Fueron estos espacios africanos lugares para la utopía, para idear proyectos que nunca se realizaron; este es el caso de la elegante farola de cantería que dibujó en 1856 el arq uitecto ' y maestro mayor de ingenieros del ejército J uan Salinas y R amírcz (Fig. 118), en cuyo académico diseño queda evidente la sólida formación de estos profesionales y el reconocimiento y validación que las R eales Academias de Bellas Artes h acían de su título. Y la luz de este último proyecto nos alumbra una realidad diversa construida en una zona de encuentro y desencuentro, cuyas antiguas figu ras representa n espacios repletos de historia en cada punto de sus viejas murallas. Fortificaciones y castillos construidos por famosos ingenieros itali anos del renacimiento, o ingenieros franceses del siglo xvn , pero cuya memori a histórica se h a convertido en nuestros días en un p atrimonio incalculable, y ello tanto en lo construido como en lo imaginado. La utopía se convierte en la luz de finales del siglo xx. Después de largos siglos, la otra Esp aña africana ha perdido ya cualquier valor estratégico y se ha despojado de la finalidad militar que propició su existencia; ahora corresponde a nuestra época conseguir sacarlos a la luz y potenciar los valores más universales de estos castillos mediterráneos cuya imagen nos introduce plenamente en los pasados siglos de u na historia común. Notas Seguiremos la ohra ck EsTKAI)A Y PAREm:s, Juan Antonio de. Poh/arióu r.mtml de Espmia, sus rtiuos y prm•iuriliS, riurkules, vi/1m y pueblos, islas ad)•accntes y presidios de Africa. Tomo JI. :vl~dri d: en la lonprellla de Andrés Ramh·ez, 1748; p. .?00 a ;,B9 . La d escripción general de Africa compn;nc\c.; desde las pági11as SOO a 502, la del pc iión rlt- Vt'lrz de la G omera d esde la p{•gina 567 a 582, y Alhucemas desde la 582 a 5 89. Utilizamos la edició n fi,csímil de Vicente td oga Romero, cocditada por el Sc1Yi- 208 Cartogr afí a h is t ó r ic a d e M e l i ll a cio de Publicaciones del Ayuntamiento de 1\Jclilla y la Biblioteca 1acional, Mclilla, 1995. 2 Utiliz;unos la tra mcripción de Mo"" 3 " El contagio del peñón de Vélez de la G omera 17'f4", Aú/aba b csímil n." 1, n ." 17. Mclilla: Ui'\I::D, 181 p. 4 Fernancl. El 1\l~dil~míneo )' rl m1mdo medileminco en la éfJOm de l•clipe 1/. Vol ll . J'vl éxico-Madrid-Bucnos Aires: Fondo de Cultura Ewnómica, 1980; p. 270 a 284. 5 D o MÍNGUEZ L LOSA, Santiago. " Breve historia de las islas Chafaoinas". Aldaba, n." 3 . .\'lciilla: U 1I::D, 1984; p. 41 a 49. RoMERO, Vicente. "1\llelilla & las plazas menores (Chafhrinas; Vélez de In G omera; Alhu cemas) en el Diccionario Geo,grrifico-listadistico-1/útórico de Jis¡Jalia y sus posesiones de Ultramar (i\11adrid, 1845- IB.'JO) dt· Pascual Madoz". Alt/abtl, n." 9 . .\lelilla: U ED , 1987; p. 189 a 224. BRAUDEL , El autor y Q UINTO C ENTENARI~ DE _!VIELTLLI\, S.J\. quieren hacer constar su agrade- cimiento por la cesión de iconografía y las facilidades para su reproducción en esta obra a: D. José Luis Rodríguez de Diego y D. Francisco J avier Álvarez (AGS) D." Manuela Cervantes y D ." Dolores Higuen (MNm) D . J esús Arpón y J arreta y D. Ángel Paladini (SGE) D. José Luis Provenza, D. Carlos Mengs y D. Fernando Carretero (SHM) D . Alfredo Crespo, D. Luis Martínez de T ejada y D . J acinto G. Alcázar (CGml) Asimismo quieren agradecer su colaboración a: D" Ma ría Angustias Montero Alonso, D . J oaquín Carrillo Gracia, D. Lucas P. Calderón Ruiz, D. Severiano Gil Ruiz y D. J uan Díez Sánchez Sin el apoyo de todos los aquí mencionados este libro no habría sido posible CR t DJ T OS FOTOGRÁFICOS Las fotografias ele las ilustraciones contenidas en este libro corresponden a los archivos siguientes: Archivo General ele Simancas (AGS): números 1, 2, 4, 5, 6, 8, 9, 1O, 17, 18, 22, 23, 24, 39 y 44 Servicio Geográfico del Ej ercito (SGE): números 29, 32, 34, 36, 52,53, 60, 61 ,62, 63, 75, 8 1, 85, 87, 88, 89, 90, 9 1, 92, 93, 94-, 95, 96, 97, 98, 99, 100, 104, 106 y 11o M usco Navai,Maclrid (MNm): números11, 14, 15, 20,21 y 58 Servicio Histórico Militar, M adrid (SHM): números 3, 7, 12, 13, 16, 19, 25, 27, 28, 30, 3 1, 37, 38,41,42,43,45, 46,47,48, 49, 5~5 1 , 55, 5~ 57, 59, 64, 66, 67, 68, 69, 70, 71, 72, 73, 7~ 76, 77, 78, 79, 82, 83, 84, 86, 102, 105, 111 , 112 y 116 Comandancia de Obras, Mclilla (CO ml): números 26, 33, 35, 40, 54, 65, 80, 101 , 109, 113, 114, 11 5,117 y 118 Archivo ele D. Juan D ícz: números l 07 y 108 Archivo de D. A. Bravo: número 103 Patrocinadores, colaboradores y transporlistas oficiales de V Centenario de M eJilla, S.A. .. li GASELEC CE RASA Grupo Endesa COMET Shell . . EMVISMESA L.l COMPAÑÍA DETABACOS DEL MEDITERRÁNEO • DDOC1D ~I· ~ GRUPO ~ EULEN OfiC~ DE COMERCO. INDI..JSTJi\1\ Y No'\VEGAOÓN a: NEl.ll.A dwoiiA Empresa Munki¡x1l de la Vivienda y Suelo de Mclilln. S.A. FI C HA TÉCNICA E D I TA V Centena oio de Melilla, S.A. I' RODCC C I ÓX Ediciones El Viso lliS ,ÑO Adria n Tyler F OTOCOMP O S I C: I ÓN Cromotex I' O T O~n: CÁN I C A Lucam I MP R~: SIÓN J ulio Soto Impresor, S.A. Av. Consoioución, 202, T orrejón de Ardoz (l\ladrid) ENCUAD I~ RNA C l ÓJ\' Encuadernación Ramos © de esta edición: V Centenario de M eJilla, S.A., 1996 © de los textos: Antonio Bravo Nieto © de las ilustraciones: los propieta rios de los originales ISBN: 84-86022-85- 1 Dcp. Legal: M-3BO 19-1996