Las
troyanas esposas desde el muro Con horror le contemplan; solo Héctor Combatirá por el Ilión sagrado; Miradle traspasar la puerta Scea; Andrómaca, bañada en risa y lloro, En brazos lleva al pequeñuelo infante, A quien asusta el yelmo empenachado De su padre feroz.
Marcelino Menéndez y Pelayo
Arrojaré todas estas vestiduras al ardiente fuego; y ya que no te aprovechen, pues no yacerás en ellas, constituirán para ti un motivo de gloria a los ojos de los troyanos y de las
troyanas.
Homero
Y nadie había que no se preguntara porqué. El negocio del espectáculo se vio fortalecido en su ventas... LAS
TROYANAS O MÁS VALE TARDE QUE NUNCA Llaman... ¡Anda...!
Antonio Domínguez Hidalgo
Pero yo no me dejé persuadir —mucho mejor hubiera sido aceptar su consejo—, y ahora que he causado la ruina del ejército con mi imprudencia, temo a los troyanos y a las
troyanas, de rozagantes peplos, y que alguien menos valiente que yo exclame: Héctor, fiado en su pujanza, perdió las tropas.
Homero
Así habló, llorando, y los ciudadanos suspiraron. Y Hécabe comenzó entre las
troyanas el funeral lamento: —¡Oh hijo! ¡Ay de mí, desgraciada!
Homero
Entonces quedarían vengados los insultos que ha hecho a mi hijo; que éste, cuando aquél le mató, no se portaba cobardemente, sino que a pie firme defendía a los troyanos y a las
troyanas de profundo seno, no pensando ni en huir ni en evitar el combate.
Homero
A su alrededor hallábanse muchas cuñadas y concuñadas suyas, las cuales la sostenían aturdida como si fuera a perecer. Cuando volvió en sí y recobró el aliento, lamentándose con desconsuelo, dijo entre las
troyanas: —¡Héctor!
Homero
Jamás se ha estremecido ni temblado mi espíritu tan de continuo. ¿Dónde encontrarla yo ¡oh troyanas! el alma divina de Heleno ó de Casandra, para que me explicaran estos sueños?
Degollaré ante la pira, para vengar tu muerte, doce hijos de ilustres troyanos, y en tanto permanezcas tendido junto a las corvas naves, te rodearán, llorando noche y día, las
troyanas y dardanias de profundo seno que conquistamos con nuestro valor y la ingente lanza, al entrar a saco opulentas ciudades de hombres de voz articulada.
Homero
¿A visitar a mis hermanas o a mis cuñadas de hermosos peplos? ¿O, acaso, al templo de Atenea, donde las
troyanas, de lindas trenzas, aplacan a la terrible diosa?
Homero
El hijo de Tideo dio una lanzada en la cadera al héroe Agástrofo Peónida, que por no tener cerca los corceles no pudo huir, y ésta fue la causa de su desgracia: el escudero tenía el carro algo distante, y él se revolvía furioso entre los combatientes delanteros, hasta que perdió la vida. Atisbó Héctor a Odiseo y a Diomedes, los arremetió gritando, y pronto siguieron tras él las falanges
troyanas.
Homero
Todo esto se te presentará en seguida; mas si los dioses nos permiten destruir la gran ciudad de Príamo, entra en ella cuando los aqueos partamos el botín, carga abundantemente de oro y de bronce tu nave y elige las veinte
troyanas que más hermosas sean después de Helena.
Homero